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Centro Journal

ISSN: 1538-6279
centro-journal@hunter.cuny.edu
The City University of New York
Estados Unidos

L. Ramírez, Rafael; García Toro, Víctor I.


Masculinidad hegemónica, sexualidad y transgresión
Centro Journal, vol. XIV, núm. 1, 2002, pp. 5-25
The City University of New York
New York, Estados Unidos

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=37711290001

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CENTRO Journal
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Volume xiv Number 1
spring 2002

Masculinidad
hegemónica,
sexualidad
y transgresión
Rafael L. Ramírez y Víctor I. García Toro

ABSTRACT

The subject of power as an important


element of the masculine identity is
emphasized in feminist and gender
studies literature. This article proposes
that power does not come from the fac
of being a man. It is argued how power
emerges from inequality and the
encarnation and reproduction of the
discourse of hegemonic masculinity. Th
relationship between hegemonic
masculinity and other masculinities i
Puerto Rico is analyzed, with particula
emphasis on the homoerotic identity a
subordinated masculinity, the
manifestations of homoeroticism, and
non-conformist discourses of masculin

Justo A. Mart Photographic Collection,


Centro de Estudios Puertorrique os, Hunter College, CUNY.
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El propósito principal de este artículo es analizar la diversidad de manifestacione


género masculino en Puerto Rico1. Se discute el acceso diferencial de los hombr
poder, el predominio de la masculinidad hegemónica y las resistencias al domini
dicha masculinidad. Asimismo, se analiza el homoerotismo como identidad de g
subordinada y transgresora.

Masculinidad y poder
En la literatura feminista y en los estudios de género se destaca el tema del pode
como elemento constitutivo de la identidad masculina (Connell 1995; 1997; Kau
1997; Kaufman y Pineda 1991; Kimmel 1997; Scott 1996). Al respecto dice Kaufm
(1997:13): “El deseo de poder y control forma la parte fundamental de nuestra no
de masculinidad y también la esencia misma del proyecto de convertirse en hom
La aseveración anterior puede dar la impresión de que todos los hombres son
poderosos o tratan de serlo, por lo cual es necesario matizarla ante el hecho de q
hay hombres que no tienen poder. Existen hombres subordinados a otros homb
incluso a mujeres que se evalúan a sí mismos como seres desprovistos de poder. E
situación responde a que el poder de la masculinidad se construye y se expresa e
forma desigual en las relaciones homosociales y se articula con las desigualdades
existentes en las sociedades. Los hombres pobres y desposeídos son y siempre fu
víctimas de otros hombres (Mohammed 1996:16). Entender cómo se obtiene y s
ejerce el poder de los hombres requiere insertar el análisis del mismo en el conte
de las relaciones estructurales y en los diversos escenarios en que se expresa el p
También es necesario entender la vinculación del poder con el sistema de clases
sociales, las desigualdades, el racismo, la violencia y otros dispositivos de opresió
exclusión económica y social.
El poder se entiende, tradicionalmente, como la capacidad para dominar, cens
reprimir, controlar o subordinar los actos, deseos y los espacios del otro, de aque
no lo tiene. Desde esa óptica, el poder exige obediencia y presupone la capacida
para sancionar a quienes lo resisten o no acatan las exigencias y mandato de quie
lo tienen y lo ejercen. Se entiende que el poder de algunos radica en la falta de po
de otros. Como consecuencia, el poder se hereda, se adquiere, se ejerce, se conse
se pierde o se comparte. Gran parte de estas formulaciones sobre el poder se
expresaron en el contexto del Estado y parten de la clásica definición de Weber
(1960:180): “Por poder entendemos la posibilidad de que un hombre o un grupo
hombres lleve a cabo su propia voluntad en una acción comunitaria o incluso en
contra de la resistencia de otros que participan de la acción”2. El concepto de po
que se utiliza en este artículo proviene de Foucault (1977); se puede llamar poder
estructural, poder que confirma el campo social de acción, posibilita ciertos
comportamientos e imposibilita otros (Wolf 1990:587.) Foucault sostiene que el
poder no es un privilegio de un grupo dominante que se ejerce sobre los domina
Para él, el poder no es unitario, no es exclusivo de una persona o grupo. Por el
contrario, el poder es inmanente, el mismo surge de las relaciones humanas
estructuradas basándose en principios de desigualdad. Para Foucault las relacion
poder surgen de “las divisiones, desigualdades y desequilibrios” en las relaciones
sociales. Dice, asimismo, que el poder es omnipresente, que él mismo se ejerce “
distintos puntos en las relaciones”. Es por ello que “el poder está en todas partes
reproduce en la vida cotidiana. Entiende a su vez que los dominados también son
entes activos en la producción y reproducción de las relaciones de poder. Por últ
este filósofo considera que donde hay poder también existe la resistencia, rebeld
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que surge de las relaciones mismas y que se expresa en una multiplicidad de form
En resumen, para Foucault el poder tiene cuatro elementos principales: 1) la
multiplicidad de las relaciones de fuerza; 2) los juegos que transforman, refuerza
invierten esas relaciones; 3) los apoyos que éstas encuentran unas en otras y 4) la
estrategias que se usan para hacerlas efectivas. Quiere decir que el poder estruct
consta de cuatro elementos principales que son: las relaciones de fuerza, los proc
los apoyos y las estrategias.
Esta concepción de poder se aplica al presente estudio de la construcción de l
masculinidad en Puerto Rico. De esta forma surgen las siguientes preguntas: ¿En
fuerzas se fundamenta el poder de los hombres? ¿Cuáles son sus juegos de poder
¿Qué estrategias ellos usan para hacer efectivas las fuerzas de poder? ¿Cuáles son
escenarios en que los hombres ejercen el poder? ¿Cómo se articula el poder con
identidades y las sexualidades masculinas? Por último, ¿cómo los hombres en Pu
Rico ofrecen resistencia al poder de la masculinidad hegemónica?
Según se planteó anteriormente, el poder de la masculinidad se entronca en el
contexto de las relaciones sociales en que éste se expresa (Lewis 1994). Las
diferencias de clase, las desigualdades económicas y políticas, el racismo y la
etnicidad ubican a los hombres y a las relaciones homosociales en un sistema
jerárquico. Existen, por lo tanto, distintos niveles de diferenciación y de relativa
igualdad entre los hombres mismos, dependiendo de su ubicación en esa jerarqu
de los distintos escenarios en los cuales transcurren sus vidas cotidianas. De acue
con Kimmel (1997), la masculinidad es un conjunto de significados cambiantes q
construyen por medio de la relación consigo mismo, con los otros y con el mund
El acceso diferencial de los hombres al poder y al control conlleva reconocer la
existencia de una multiplicidad de masculinidades. La masculinidad no es un conj
de normas inmutables, estáticas, invariables y fijas, las cuales dictan y obligan a to
los hombres puertorriqueños a pensar, sentir y actuar de formas determinadas. La
masculinidad no es unitaria. En Puerto Rico coexisten una multiplicidad de
masculinidades que emergen y se transmutan, en las cuales se borran y se rehacen
constantemente las fronteras de las representaciones de la sexualidad y del género
La visión de la masculinidad como construcción estática, unitaria y homogén
proviene del modelo de masculinidad hegemónica que, de acuerdo con Mosse
(1996), es un estereotipo convertido en norma por la naciente burguesía europe
partir de fines del siglo dieciocho. Los atributos principales de esa masculinidad
hegemónica son, de acuerdo con este autor, la destreza física, una postura espec
apariencia, moderación, ejercicio del control, servicio y dedicación a una causa
superior, valor moral y agresión. El honor, el valor y la voluntad son los tres gran
atributos de la masculinidad hegemónica occidental cuya construcción se refue
en la comparación con los otros, con aquellos que no poseen o no se le reconoc
los atributos deseados.
Los planteamientos acerca de la masculinidad hegemónica (Connell 1995;
Donaldson 1993; Vale de Almeida 1996) parten del concepto gramsciano de
hegemonía. La hegemonía es la supremacía social, el dominio en la organización
Estado y de la sociedad civil de un grupo que reclama e impone su predominio e
relaciones sociales y en la vida cultural. El grupo hegemónico se conserva en el p
manteniendo la dirección ideológica de la sociedad. La hegemonía requiere una
articulación entre el ideal cultural y el poder institucional, es fenómeno colectivo
encarnan los individuos. Al aplicar el concepto de hegemonía a los estudios de la
masculinidades, Connell (1997:39) define la masculinidad hegemónica como:
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la configuración de práctica genérica que encarna la respuesta


corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del
patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posición
dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres.

La masculinidad hegemónica no es fija, ni es la misma en todas las sociedades ni


través de los tiempos. Es la masculinidad que ocupa la posición hegemónica en e
sistema de relaciones de género dominante en determinado momento histórico.
masculinidad que se convierte en norma y se incorpora a las subjetividades de
hombres y mujeres. Es la que guía procesos sociales formales e informales que ap
su reproducción. Es la masculinidad que se ensalza y se destaca. Es aquella que s
expone como la forma “natural” de lo masculino y se estructuran dispositivos pa
legitimar su dominación (Bourdieu 2000). Como la posición hegemónica siempr
contestatable, la masculinidad hegemónica se enfrenta constantemente al reto, a
impugnación y a las resistencias a su dominio.
Para explicar las relaciones entre las masculinidades Connell (1995) establece l
categorías de complicidad y subordinación. La masculinidad cómplice, dice Con
se caracteriza por la aceptación y reproducción de la masculinidad hegemónica p
aquellos hombres que tienen contacto con la misma pero no la encarnan. Estos
hombres no cumplen plenamente, o en gran medida, con las expectativas de la
masculinidad hegemónica, pero se identifican con la misma y le dan todo su apo
La mayoría de los hombres implícitamente apoyan y reproducen el sistema sexo-
género androcéntrico y, por medio de la complicidad, hombres que no encarnan
masculinidad hegemónica participan de los privilegios de los cuales disfrutan los
hombres en las sociedades patriarcales (Paulsen 1999).3
Las mujeres puertorriqueñas de modo general resisten, de acuerdo a las
posibilidades de cada cual, el dominio de la masculinidad. A pesar de las luchas d
movimientos de mujeres y al hecho de que, en las elecciones de noviembre de 20
el pueblo eligió a una mujer como gobernadora por primera vez en la historia de
Puerto Rico, la exclusión de la mujer continúa vigente. La exposición de motivos
Ley 20 del 11 de abril de 2000 que creó el cargo de Procuradora de las Mujeres dic

Todavía son evidentes diferentes formas de opresión, discriminación


y marginación, tales como la violencia contra la mujer en sus
diferentes manifestaciones, el obtener menos paga por trabajo igual
o comparable, hostigamiento sexual en el empleo y en las
instituciones educativas y feminización de la pobreza que se
dramatiza con el incremento de las jefas de familia y las madres
adolescentes, el sexismo y los estereotipos sexuales en la educación, y
el sexismo en los medios de comunicación, la promoción y
explotación de las mujeres como objeto sexual, la discriminación
particular a las mujeres por raza y edad y la ausencia de una
perspectiva integral para atender el desarrollo económico, la salud y
demás derechos de las mujeres. Por último, persiste una resistencia a
reconocer la existencia de la diversidad en las formas de familia, los
roles sociales y las expresiones de la sexualidad.

La masculinidad hegemónica a su vez subordina, margina y devalúa a aquellos


hombres que no cumplen con las exigencias que ella impone. En Puerto Rico, al
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que en otras sociedades del Caribe y la América Latina, los homosexuales, los
afeminados y los hombres considerados delicados o débiles4 son tratados como
subordinados. Independientemente de su riqueza, relieve o alta posición en la
jerarquía social, estos hombres usualmente no reciben la deferencia y el respeto
reciben otros hombres.

Al esbozo de Connell añadimos dos masculinidades, la contestataria y la


hipermasculinidad. La masculinidad contestataria es la representación de las
identidades masculinas que activamente retan, cuestionan y rechazan la masculi
hegemónica. Los hombres que encarnan esta masculinidad promueven en su
cotidianidad rasgos no hegemónicos como lo son la demostración pública de
emociones como la afectividad, la compasión y la ternura. Sus identidades y
sexualidades no están formadas por el poder y el control. Rechazan la violencia y
dispositivos de dominación en todas sus manifestaciones. Son hombres tiernos,
afectuosos, comprensivos y tolerantes. Ellos repudian y no reproducen los discur
misóginos y homófobos de la masculinidad hegemónica en sus manifestaciones
groseras5 o tenues. La masculinidad contestataria es libre de homofobia y misogi
Los hombres que encarnan esta masculinidad propulsan activamente el desarrol
formas alternas de relaciones entre los géneros y al interior de su propio género.
mismo modo, son contestatarias la cultura y las prácticas homoeróticas libres de
homofobia interna.
La hipermasculinidad se caracteriza por la exageración de lo que se considera
como “lo masculino”, tanto en el cuerpo como en el comportamiento con tenden
la rudeza, la violencia, la falta de afectividad y la agresividad. Los hombres
hipermasculinos son malandrines que forjan su autoestima y adquieren el respet
sus pares por medio del comportamiento violento y el rechazo de cualquier rasgo
ellos consideran femenino o afeminado (Toch 1998). Esta manifestación de lo
masculino es frecuente en los grupos de pares como son las fraternidades, ganga
grupos de delincuentes. Es común en las prisiones y en instituciones que consist
exclusiva o mayoritariamente de poblaciones masculinas.
Las relaciones entre las masculinidades se representan en el diagrama a continua
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Masculinidad hegemónica en Puerto Rico


En Puerto Rico existe una tasa de desempleo del 11 por ciento (agosto de 2001),
aproximadamente el 58 por ciento de la población vive bajo los niveles de pobrez
un sector relevante depende de las asistencias sociales del Estado. En esta coyun
el poder, como dice Foucault, emerge de la estructuración de las desigualdades. E
poder no surge de la masculinidad. En Puerto Rico existen tanto mujeres podero
como hombres desposeídos. El macro poder se adquiere a través de la estructura
poder del Estado, por acceso político, nombramientos en altos puestos
gubernamentales u otras instituciones públicas o privadas y por la posesión de b
económicos adquiridos o heredados. El poder que proviene de la posición polític
económica o de la ubicación en la jerarquía social se ancla en las desigualdades
creadas por clase social, color, género y otros sistemas de exclusión. Las
desigualdades por género o identidad sexual también proceden de las relaciones
poder que estructura la masculinidad hegemónica.
La masculinidad hegemónica en la sociedad puertorriqueña decreta la
heteronormatividad y compone el discurso moralizador. El hombre debe ser
heterosexual y validar su sexualidad con matrimonio e hijos. Un hombre comple
debe ser padre de familia. El hombre debe respetar y ser respetado, demostrar
invulnerabilidad, autosuficiencia, valor y estar en control de sus actos. Debe tene
buena reputación, ser responsable, productivo, mantener a su familia o, al meno
el proveedor principal. Los hombres que encarnan la masculinidad hegemónica l
demuestran en el porte, el manejo de sus cuerpos, el tono de sus voces y en el
proceder. En fin, en todo el manejo de sus interrelaciones en su entorno social. T
su conducta pública demuestra control y reclama deferencia. Un hombre hegem
no es estridente ni vulgar. Tampoco puede presentarse como débil o flojo porque
inmediato lo ubican en la categoría de mongo. Nuestra masculinidad hegemónica
también es misógina y homófoba, valores que, de acuerdo con Donaldson (1993:6
constituyen su base. La masculinidad hegemónica establece un régimen de pode
privilegios que excluye a las mujeres y a los hombres que no cumplen con el cano
Aunque en la sociedad puertorriqueña existe la igualdad legal, con excepción de
práctica del homoerotismo y el lesbianismo, ese régimen patriarcal se expresa en
discursos de discriminación y devaluación contra las mujeres y hombres subordi
en diversos escenarios. Lo encontramos tanto en los altos curiales del Estado y la
Iglesia, como en los centros del capital y en los callejones, cafetines y viviendas d
humildes barriadas. El régimen de poder y privilegios de la masculinidad hegemó
es el pedestal del hostigamiento sexual y de la violencia contra la mujer.
Según se apunta anteriormente el acceso de los hombres al poder es diferencia
se expresa en diversos escenarios. Algunos hombres solamente ejercen poder en
ámbito restringido de su hogar y en algunos casos ni eso. Existen hombres exclu
del ejercicio del poder al igual que hay hombres que entienden que tener poder n
requisito de la masculinidad. En una investigación en curso cuyo propósito es
estudiar las expresiones de las identidades y sexualidades masculinas en Puerto R
se les preguntó a 81 hombres entrevistados por disponibilidad si estaban de acue
no con la aseveración “un hombre debe ser poderoso”. De un grupo de 41 hombr
heterosexuales de clase trabajadora que trabajaban en diversas tareas de reparaci
mantenimiento en una universidad, una tercera parte estuvo de acuerdo con la
aseveración. El segundo grupo de entrevistados estuvo constituido por 40 HSH
(hombres que tienen sexo con hombres). Estos provenían de diversos sectores
sociales, con excepción de la clase alta. En este grupo solamente una cuarta part
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los entrevistados estuvo de acuerdo con la aseveración.


En una segunda entrevista a profundidad y grabada que se hizo a diez hombre
cada grupo, se exploró el concepto de poder de los sujetos preguntándoles quién
ellos consideraban personas poderosas en Puerto Rico. Además, se les preguntó
ellos se consideraban poderosos. Ocho de los hombres heterosexuales de clase
trabajadora dijeron que el poder lo tienen los políticos electos que ocupan los
principales puestos en el gobierno y los altos funcionarios de la rama ejecutiva. D
de ellos añadieron que los ricos y los grandes empresarios son hombres poderoso
preguntarles si ellos se consideraban hombres poderosos, cinco contestaron
negativamente, uno se consideró poderoso porque se evaluó a sí mismo como un
libre. Los restantes cuatro limitaron el ámbito de su poder al contexto del hogar.
ofrecieron las contestaciones citadas a continuación.

“Los poderosos son gente que son libres, la gente que son libres
mentalmente, yo soy uno de ellos, yo soy una persona libre y no
necesito, este, esconderme. No tengo nada. No tengo nada, soy un
hombre que tengo la verdad, ando con la verdad, no tengo que decir
una mentira.”

“Bueno yo creo que no hay nadie poderoso, pues únicamente Dios,


para mí.”

Al preguntarles si en Puerto Rico existen mujeres poderosas, cinco no contestar


tres las identificaron como figuras políticas o públicas, uno contestó que su muje
otro, riéndose, dijo: “la mujer con la lengua nada más, no solamente… no solamen
tiene poder, sino que puede destruir el mundo si quiere”.
Con respecto a las preguntas sobre el poder, los HSH expresaron más diversid
en sus contestaciones que los hombres heterosexuales de clase trabajadora.
Coincidieron en que el poder lo ostentan políticos electos, altos funcionarios de
gobierno, los empresarios y hombres adinerados. Uno de ellos incluyó a Tito Trin
el boxeador, otro enunció que “un hombre con conocimiento” tiene poder. Otro
agregó: “Existe otro tipo de poder que nada tiene que ver con la política, un hom
que sea seguro de sí mismo es poderoso”. Al preguntarles si ellos se consideraban
hombres poderosos, seis contestaron que no y cuatro contestaron afirmativamen
Aquellos que contestaron positivamente expusieron las razones a continuación.

“En mi casa siempre me han visto como el que pone el orden”.

“Muchas veces logro lo que quiero. Aunque me pongan mil barreras,


yo lo hago.”

“Creo que tengo bastante influencia en la toma de decisiones de


alguna gente, pero también te puedo dar apoyo, ¡eh! ¿Por qué? Por mi
carácter, por mi forma de ser, así como de liderato.”

“Tal vez no soy la persona cien por ciento así seguro, pero tengo, qué
sé yo, un grado de seguridad y autoestima. Eso me da poder. Tengo
poder de convencimiento, tengo poder de convocatoria, con la gente,
con amistades.”
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Al preguntarles si en Puerto Rico existen mujeres poderosas, todos contestar


afirmativamente y las identificaron primordialmente como políticas electas,
gobernadora, senadoras, altas funcionarias gubernamentales, empresarias y
mujeres ricas.
Al grupo HSH se le hicieron tres preguntas adicionales: ¿Usted considera que
Puerto Rico hay hombres bisexuales, homosexuales o gay que son poderosos?
¿Quiénes son? ¿Por qué son poderosos? A la primera pregunta nueve contestaron
afirmativamente, uno contestó que no y otro entrevistado dijo: “Debe haberlos,
yo conozca personalmente, no.” A la segunda pregunta respondieron que son
hombres que ocupan posiciones de poder, legisladores, funcionarios, artistas y
hombres adinerados. En la tercera pregunta sus respuestas se ubicaron en cuatro
cualidades, a saber: elementos de personalidad como la seguridad, el exigir respe
el poder de convocatoria; el poder proviene del puesto que ocupan en la socieda
identidades y preferencias sexuales no son de conocimiento público; son hombr
ricos. Las respuestas a las preguntas sobre el poder que ofrecieron los hombres
entrevistados corroboraron lo expuesto anteriormente con respecto a las
manifestaciones del poder y los diversos escenarios en que éste se presenta. Tant
hombres como mujeres pueden tener poder y el mismo proviene de su ubicación
la jerarquía del sistema económico y político. Mujeres y hombres con macro pod
los sectores subalternos cómplices con los micro poderes que ejercen en la vida
cotidiana reproducen el dominio y la violencia real o simbólica (Bourdieu 2000)
establece la masculinidad hegemónica. Las mujeres y los hombres contestatarios
constantemente retan ese dominio.
En Puerto Rico también viven hombres devaluados. Estos se ubican en la peri
del sistema de poder y respeto, no se les trata con la deferencia que reclaman los
hombres puertorriqueños independientemente de su posición en el sistema de c
y clase. Es éste un respeto que proviene de los privilegios asociados a la masculin
hegemónica y su reproducción por aquellos que no la encarnan. En la categoría d
hombre devaluado se ubica al loco (persona incapacitada por un trastorno menta
grave), al bobo (categoría que incluye distintos tipos de retardación mental), al borr
(alcohólico que pierde el control de sus actos o se comporta de forma impertine
al cabr n (aquel que acepta o tolera la infidelidad de su mujer), al mongo (tipo déb
temeroso que es objeto de burla, cuya monguera se expresa en gestos, en el habla
la forma de caminar y en todo el manejo de su cuerpo). Igualmente al tecato o dro
como se llama comúnmente al adicto a las drogas.

Hegemonía y subordinación
La masculinidad subordinada que hemos identificado en Puerto Rico es la
identidad homoerótica. El homoerotismo es la atracción erótica y las práctica
sexuales entre personas del mismo género. Para Boswell (1980:44) éste consist
“todos los fenómenos sexuales entre personas del mismo género, ya sean resul
de una preferencia consciente, de un deseo subliminal o de exigencias
circunstanciales”. En su famoso estudio sobre homosexualidad en la antigua
Grecia, Dover (1978:1) la define como: “Preferir buscar el placer sensorial por e
contacto corporal con personas del propio sexo en lugar del contacto con el ot
sexo”. Para Ruse (1988:1) un homosexual es alguien que siente atracción erótic
miembros de su propio sexo y añade: “Por atracción erótica entiendo (como
mínimo) fantasear sobre encuentros sexuales, uno muy bien podría sentirse at
por alguien sin que la atracción sea erótica”. Pronger (1990) indica la importan
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de destacar los significados de la homosexualidad, trascender la descripción de


comportamientos y concentrarnos en el estudio de “la experiencia subjetiva”. Se
entiende por experiencia subjetiva los conceptos que se tienen sobre la propia
sexualidad y de las experiencias sexuales, o los significados que las sociedades y l
sujetos le atribuyen a la esfera de lo sexual. Son homoeróticos aquellos sujetos co
identidad masculina cuyo objeto de deseo son otros hombres. Asimismo aquello
cuya preferencia sexual son las mujeres pero que disfrutan o participan de la rela
sexual con hombres por una diversidad de razones que se discuten más adelante.
particularidad que distingue a los hombres homoeróticos es la capacidad para
establecer vínculos de apego con otros hombres que se arraigan en la afectividad
intimidad, la confianza y la reciprocidad. Esos lazos se plasman en unas relacione
emocionales con uno o varios hombres que causan seguridad, consuelo, agrado y
placer. Aunque la capacidad para establecer dichos lazos afectivos, generalmente
conocidos como bonding (Schoenberg 1993), no es exclusiva de los hombres
homoeróticos y la misma se encuentra en hombres heterosexuales, el bonding
homoerótico (Hardman 1993) tiene una disposición sensual. El componente erót
de la relación puede manifestarse en atracción inconsciente, en fantasías, en
expresiones afectivas o completarse con la relación física y el disfrute de los cuer
En la concepción de lo homoerótico que aparece en este artículo se excluye a
travestidos, a los transgéneros y a los transexuales, porque las identidades de esto
sujetos se ubican en los bordes de la masculinidad y cada una de ellas constituye
identidad en sí misma. Se conoce como travestido a un hombre que se viste con
y accesorios de mujer. El disfrute de dicha práctica no está asociado con el objet
deseo sexual. Quiere decir que la preferencia sexual de hombres travestidos pued
las mujeres en vez de otros hombres, sin descartar que algunos travestidos puede
homosexuales. El transgénero es identidad que rechaza las representaciones de l
masculinidad pero no se considera gay; transfigura su cuerpo con hormonas, ciru
maquillaje, además de usar vestimenta y accesorios de mujer. El transexual asum
postura y presentación femenina a la vez que se somete a cirugía de reasignación
sexo. Este último tampoco se considera gay.
Los encuentros sexuales entre hombres son parte de la vida cotidiana en el Ca
hispano en su articulación con el placer, la aventura, las desigualdades económic
falocentrismo, la homofobia, el temor, las negaciones y los arrepentimientos
temporeros (De Moya y García 1996; Lumsdem 1996; Murray 1995; Ramírez 199
Murray (1995:49) considera que las expresiones del homoerotismo latinoamerica
responden a la construcción de una homosexualidad estratificada por género en
cual se establece una marcada distinción entre la actividad sexual y el género. Di
Murray que, tanto en el Caribe como en Centro y Sur América, las normas cultu
ideales distinguen entre los hombres que penetran (activos), los cuales no son
considerados homosexuales, y los penetrados (pasivos), a los cuales se les ubica en
categoría de homosexuales o maricones7. En este tipo de organización del
homoerotismo se espera que el sujeto pasivo asuma identidad cuasi femenina, co
lo hace Molina en la famosa novela de Manuel Puig, El beso de la mujer ara a (1976
Manuela en la novela de José Donoso titulada El lugar sin l mites (1966). Los
estudiosos del homoerotismo en América Latina (Carrier 1995; Kutsche 1992;
Lancaster 1992; Lumsden 1996; Parker 1991; Taylor 1978) coinciden en la promin
de esta norma cultural ideal.
El homoerotismo es identidad estigmatizada en Puerto Rico y la práctica de la
sexualidad homoerótica está criminalizada por el Artículo 103 del Código Penal, qu
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Toda persona que sostuviere relaciones sexuales con una persona de


su mismo género o cometiere el crimen contra natura con un ser
humano, será sancionada con pena de reclusión por un término fijo
de diez (10) años. De mediar circunstancias agravantes, la pena fija
establecida podrá ser aumentada hasta un máximo de doce (12) años;
de mediar circunstancias atenuantes, podrá ser reducida hasta un
mínimo de seis (6) años.

El clima social prevaleciente con respecto a la homosexualidad y el lesbianismo e


rechazo, burla, devaluación e injuria. Ejemplo de ello son los siguientes testimon
presentados en las vistas públicas que celebró la Cámara de Representantes de P
Rico en octubre de 1997, para discutir un proyecto de ley que proponía prohibir
matrimonio entre personas del mismo sexo.

Siendo pueblo de fundamentos cristianos, este tipo de unión contra


natura es abominable a los ojos de Dios y del mundo, y expresa una
tendencia a una liberación enfermiza de deseos sexuales aberrados
que chocan contra el plan de Dios y la buena moral del pueblo.
(Jiménez Barber 1997:1)

El matrimonio entre personas del mismo sexo no es bíblico, no es


normal, es contra la familia, que es la que garantiza la preservación
de la especie humana y va en contra de la naturaleza. (Concilio de
Iglesias de Dios “M.B.” 1997:2).

La homofobia se expresa, además, en un conjunto de discursos a todos los niveles de


sociedad. Aparece en forma de chistes burdos en programas de radio y televisión. En
formas sutiles la encontramos en otros escenarios. En el abanico de sus manifestacio
la homofobia refuerza el respaldo a la heteronormatividad que propulsa la masculini
hegemónica y subordina e injuria a los hombres homoeróticos. Al respecto dice Erib
(2000:64): “En efecto, el insulto grosero que se puede oír en la calle (pero también, n
olvidemos, en el Congreso o en el Senado!) no es más que la punta de lanza de un
continuum discursivo que hace sentir la desigualdad en la realidad cotidiana”.
En Puerto Rico, el homoerotismo es una masculinidad subordinada ubicada e
sistema estructural en el cual, como dice Connell (1995:78), los hombres
heterosexuales dominan a los homosexuales por medio de la exclusión política y
cultural, la violencia legal, la violencia callejera y su censura por las instituciones
religiosas.8 La pregunta a contestar es: ¿cómo los sujetos homoeróticos construy
negocian sus identidades de género y sus sexualidades en un contexto de insulto,
homofobia, subordinación, devaluación y violencia?

Sexualidad y transgresión
En Puerto Rico el mundo del homoerotismo se conoce como el ambiente (Ramíre
1999). El mismo es tan heterogéneo, diferenciado y complejo como el mundo de
heterosexualidad, del cual no está totalmente segregado. Uno y otro se entrecruza
constantemente en el ámbito de las relaciones familiares, los centros de trabajo,
escuelas y universidades, centros comerciales, lugares de ocio, calles y plazas, parq
playas y vecindarios. En Puerto Rico no existen los vecindarios gay en un sentido
estricto como se encuentran en otras ciudades del mundo, pero hay áreas donde s
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congrega la gente gay. La exclusividad homosexual la encontramos en ciertos bare


discotecas, hospederías y algunas playas. Asimismo, existen unos espacios público
específicamente designados como zonas de encuentro, a los cuales se acude a cier
horas con el propósito de establecer contactos para sostener relaciones sexuales.
Existen también lugares conocidos como mixtos (bares, billares), cuya clientela es
principalmente masculina y a los cuales asisten hombres que no tienen identidad
homosexual pero están disponibles para encuentros sociales homoeróticos. De es
lugares se dice que “hay ambiente” pero no son “del ambiente”. La diferenciación y
complejidad del ambiente estriba en el hecho de que en él se reproducen todas las
mentalidades que existen en el Puerto Rico contemporáneo. También se reproduc
ideología clasista, el racismo y la violencia en todas sus manifestaciones. La
especificidad del ambiente consiste en que la preferencia sexual de sus participante
principalmente hacia el mismo género. El homoerotismo en la sociedad
puertorriqueña contemporánea aparece en tres variedades principales: el oportun
el homófobo y el transgresor.

El homoerotismo oportunista
En Puerto Rico un hombre puede tener relaciones homoeróticas sin menoscabo de
identidad masculina si se comporta como activo. El salvaguardar la identidad de hom
requiere no asumir posturas femeninas y establecer limitaciones al contacto físico. E
activo puede penetrar al otro, al pasivo, de forma oral o anal pero no permite ser
penetrado. Tampoco besa al otro en la boca ni le toca el pene. El predominio de la n
cultural ideal no impide que puedan ocurrir transgresiones en los encuentros sexuale
homoeróticos siempre y cuando se mantenga la dicotomía entre activo y pasivo adem
del silencio, “que nadie se entere” y “no se lo digas a nadie”. Los encuentros sexuales
entre activos y pasivos se distinguen por una variedad de manifestaciones de juegos d
poder en los cuales se ubican ambos sujetos. Lo expuesto anteriormente no significa
todos los hombres puertorriqueños están disponibles para encuentros homoerótico
calidad de activos. Intervienen en esta actividad sexual las diferencias de clase, la eda
accesibilidad a relaciones sexuales con mujeres. El no tener mujeres disponibles para
satisfacer sus necesidades sexuales puede llevar a ciertos hombres a actuar como act
en relaciones con otros hombres, como ocurre en las prisiones. Este tipo de
homoerotismo puede darse también por razones económicas, en una transacción en
cual los pasivos pagan por los servicios sexuales de los activos. El entrar en relaciones
homoeróticas como activos no significa que esos hombres tienen una identidad
homoerótica. La práctica del homoerotismo es independiente de la identidad sexua
Identidad es la representación del conjunto de experiencias que dan sentido a
concepto que el ser humano tiene de sí mismo. La identidad, como señala Fuller
“desempeña un rol estructurador que no sólo da coherencia a la existencia, sino q
establece un puente entre la experiencia individual y la vida social” (1997:17). La
identidad es una compleja articulación de variables entre las cuales se destacan
nacionalidad, etnicidad, color, clase, género y sexualidad. Al estudiar la identidad
como dice Gutman (1996:17), se debe enfocar en lo que el sujeto tiene que decir
hacer para que se le reconozca la representación que reclama. La identidad sexua
la percepción que tiene la persona de su sexualidad y de su pertenencia a determ
categoría sexual. La sexualidad es una construcción cultural e histórica que parte
un sustrato biológico, de las energías y capacidades del cuerpo humano. La sexua
se expresa en guiones, en un conjunto de normas e ideas que dictan las formas de
pensar y actuar que reglamentan sus expresiones (Simon y Gagnon 1984). En tod
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discusión de la sexualidad es primordial entender los contextos culturales en que


expresan las actividades sexuales (Gagnon y Parker 1995). En las expresiones de l
sexualidad intervienen una multiplicidad de factores, los cuales Fox (1996:9) resu
como sigue: preferencias sociales y emocionales, estilos de vida, identidad y
atracciones sexuales, fantasías y prácticas, al igual que cambios en los factores de
orientación sexual a través del tiempo. Lo más notable de la sexualidad humana
son sus características fisiológicas, sino su regulación por normas culturales y su
vinculación con el deseo, el placer y el poder.
El homoerotismo oportunista aparece en diferentes escenarios. Uno de ellos s
las prisiones, las instituciones totales y cualquier situación en que los hombres e
privados del acceso sexual a mujeres por cierto tiempo. Las instituciones totales
promueven este tipo de homoerotismo al no ofrecerle a los hombres que están b
su custodia otras alternativas para satisfacer sus deseos sexuales. Aflora esta
manifestación en la prostitución masculina, en hombres que independientement
su identidad o preferencia sexual, venden sus cuerpos por dinero. En un reciente
reportaje (Castro Vélez 2001:26) se informa:

La prostitución masculina en el país se ha mantenido pujante a lo


largo del último quinquenio proliferando los lugares donde se
practica este tipo de venta de favores sexuales y el número de
prostitutos y travestidos a pesar de los esfuerzos de la División
Control del Vicio (DCV) de la Policía.

El número de “presas” (como se denomina comúnmente a los


prostitutos masculinos) se ha mantenido trabajando en gran número
y compitiendo con las prostitutas callejeras…

Se estiman entre 200 a 250 el grupo de “presas” que está laborando


en el país y la gran mayoría son individuos bisexuales y adictos a las
drogas. Como muchas de las prostitutas callejeras estos venden
favores sexuales como medio para obtener dinero y satisfacer sus
vicios enfrentando altos riesgos de contraer enfermedades
infecciosas de transmisión sexual como la sífilis, gonorrea y el virus
del Sida (VIH) al no usar condones u otros medios de prevención.

El tipo clásico de homoerotismo oportunista en Puerto Rico es el bugarr n. Lo


bugarrones son hombres que participan de las actividades sociales del ambiente y t
relaciones sexuales con otros hombres que ellos llaman locas. En la apariencia fís
voz, vestimenta, gestos y representaciones, los bugarrones exageran los rasgos qu
consideran distintivos del macho puertorriqueño y son una representación
caricaturesca del hombre hegemónico. En las relaciones sexuales son principalm
activos, practican la penetración oral o anal. Aunque pueden ocurrir transgresion
las prácticas, las infracciones tienen que mantenerse secretas para ellos conserva
reclamo de ser hombres. Ellos no tienen reparos en recurrir a la violencia física p
defender su imagen de macho. En los rituales de las relaciones sexuales y sociale
los activos, los parejos deben asumir posturas que parezcan femeninas y sometida
sus representaciones sociales los bugarrones reproducen sexismo, misoginia,
homofobia, violencia, invulnerabilidad y falta de afectividad. Las relaciones con
bugarrones requieren pago, ya sea en dinero, favores, licor, drogas, regalos o una
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combinación de éstos. Algunos son trabajadores sexuales, otros se convierten en


visitantes regulares de algunos homosexuales o viven con ellos. Algunos tienen
empleos más o menos estables, otros participan de la economía informal o viven
totalmente de sus cuerpos. Ellos pertenecen a un sector de clase bien definido,
provienen de las clases trabajadoras o de los sectores pobres y marginados.
Invariablemente son jóvenes y tienen atractivos físicos que se valoran en el ambie
Cuando con el transcurso de los años empiezan a perder sus atractivos se retiran
vivir con mujeres o se integran al ambiente como homosexuales. Los bugarrones
tienen relaciones sexuales con mujeres, pueden estar casados y tener hijos. Aunq
presentan como primordialmente heterosexuales, están ubicados en los bordes e
la heterosexualidad y la homosexualidad (Ramírez 1999). El perfil de un HSH
entrevistado en junio de 2001 es un ejemplo de lo que se explica arriba.

Osvaldo (nombre ficticio): 22 años de edad, escolaridad de noveno grado.

Desempleado. Reside con su madre y su mujer consensual en un


vecindario pobre de San Juan. La madre es la proveedora. A los 13
años se fue de la casa para escapar de la violencia de su padre. Vivía
en la calle o donde lo recogieran. Se identificó como exclusivamente
heterosexual. Explicó que tiene sexo con hombres cuando necesita
dinero. Añadió “me siento incómodo” refiriéndose a esa actividad.
La única práctica sexual con hombres es que le practiquen sexo oral.
Cobra de cuarenta a sesenta dólares por dicha actividad. Dijo que
pide sesenta para que le den cuarenta. El entrevistador corroboró
esta cantidad con uno de sus clientes que le paga cuarenta. Añadió
que le han ofrecido más dinero “para hacer otras cosas” pero que él
no acepta. Al preguntarle cómo hace los contactos, él informó que
sus panas que trabajan la calle le dan los números telefónicos de
hombres y él los llama. No hay información sobre uso de drogas, con
excepción de que dijo que de vez en cuando fuma marihuana.

El homoerotismo homófobo
La homofobia es el conjunto de creencias, prácticas y normas que expresan mied
irracional y odio hacia las personas que prefieren las relaciones sexuales y amoro
con seres de su propio género. El estímulo del rechazo a esta preferencia sexual e
causa de injurias, discriminación y violencia hacia las personas homoeróticas. Se
fundamenta en la ignorancia para promover el temor y el desprecio hacia
homosexuales y lesbianas. La misma tiene cuatro manifestaciones principales: la
homofobia criminal, que se expresa en los llamados crímenes de odio, en los cua
personas con preferencia sexual hacia su propio género son asesinadas con extre
crueldad y violencia; la homofobia institucional en sus dos vertientes, la que
criminaliza las prácticas sexuales entre personas del mismo género y la de las
prácticas discriminatorias, indiferencia y negligencia hacia los derechos y reclam
homosexuales y lesbianas; la homofobia cultural o conjunto de creencias, actitud
comportamientos; y, por último, la homofobia interna. Esta última es la homofo
que incorporan a su psique y sus comportamientos aquellos hombres y mujeres q
no aceptan su preferencia sexual y amorosa hacia personas de su propio género.
respecto a ella dice Schifter (1997:10): “es el odio contra el gay que éste mismo ha
aprendido por vivir en una sociedad hostil”.
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Este tipo de homoerotismo se manifiesta en una multiplicidad de formas. A


continuación presentamos una de ellas.

La persona entrevistada para este trabajo es un hombre que se viste


de mujer, y según refiere, se siente mujer. Cuenta con 51 años de edad
y lleva 20 años realizando trabajo sexual. Realizó estudios hasta el
décimo grado, ya que sentía mucho reproche de parte de sus
compañeros de escuela porque se arreglaba las cejas y se sentía mujer,
aunque se vestía de hombre. El rechazo de parte de los estudiantes lo
llevó a desertar al terminar el décimo grado. Actualmente vive con un
hombre, con quien sostiene relaciones sexuales “heterosexuales” ya
que el acto sexual incluye relaciones orales de parte de ella hacia él y
penetración anal de parte de su pareja hacia ella. En su relación de
convivencia según relata menciona que su pareja es su macho, “a
veces me maltrata de palabras cuando está tomado, pero no usa
drogas” Ella realiza las tareas del hogar de cocinar, lavar y fregar.
Durante su tiempo libre ve en la televisión novelas y otros
programas, y lee revistas. Sus servicios de trabajo sexual son
realizados de miércoles a sábado, de domingo a martes permanece en
la casa. A veces atiende hasta 5 clientes por noche, pero en la mayoría
de las ocasiones sólo atiende 1 ó 2. El costo por la variedad de
relaciones sexuales es como sigue:

Sexo oral de ella al cliente y del cliente a ella: $10.00


Masturbación mútua o masturbar al cliente: $5.00
Penetración de ella al cliente o del cliente a ella: $20.00
Masajes a hombres sin sostener relaciones sexuales: $10.00
(Martínez López 1997:17-19).

El homoerotismo homófobo se nutre de los sentimientos de culpa, del despre


la homosexualidad y del rechazo del sujeto a su preferencia y prácticas sexuales.
hombres que encarnan este tipo de homoerotismo reproducen en sus relaciones
todos las fases de su cotidianidad la homofobia generalizada en la sociedad. En e
tipo de homoerotismo se destaca la violencia hacia los parejos sexuales, la
desconfianza, las conductas destructivas y de alto riesgo, la compulsividad sexua
sobre todo, la negación. Negación que aparece en la expresión: “A mí no me gust
los hombres, yo le gusto a los hombres”.

El homoerotismo transgresor
El homoerotismo transgresor impugna y reta el poder de la masculinidad hegem
y subvierte su discurso moralizador. Es contra-hegemónico y contestatario porqu
altera las bases en que se fundamenta la heteronormatividad. La búsqueda del pl
en el mundo del homoerotismo subvierte lo masculino heterosexual (Donaldson
1993:648) al proclamar el placer de penetrar o ser penetrado y el disfrute de los
cuerpos masculinos en una sexualidad cuya prohibición exacerba el deseo. El
homoerotismo transgresor trasciende las prácticas sexuales. Es una toma de
conciencia, un conjunto de creencias, símbolos, vivencias y una mentalidad que
celebra y afirma una identidad contra-hegemónica. Significa el rechazo y la
transformación simbólica de los estigmas de la homosexualidad. El reclamo de
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equidad y el apoderamiento son característicos de este tipo de homoerotismo. Eje


de ello es el siguiente testimonio.

Entiendo que la intención de este Proyecto es enseñarme que ante


las leyes de Puerto Rico, yo, al igual que tantos ciudadanos y
ciudadanas gay y lesbianas respetables que aportan diariamente al
bienestar de la sociedad puertorriqueña en cuerpo, alma y corazón,
no tenemos los mismos derechos de los demás ciudadanos.

¿Por qué señalarme a mí y a mi comunidad gay, como la causante de


los males que aquejan a la sociedad puertorriqueña si todo mi
ejemplo profesional atestigua lo contrario?

Con el innegable expediente de aportaciones importantes, que como


yo, han hecho otros integrantes de la comunidad gay y lésbica ¿bajo
qué criterio pretenden estigmatizarme a mí y a mi comunidad, como
personas INCAPACITADAS? ¿Por qué insisten en segregarnos
como seres incapaces de aportar a la reconstrucción de una sociedad
de respeto y dignidad para todos los seres humanos?

O es que los autores de este proyecto no están de acuerdo con el


principio básico de justicia social bajo el cual somos todos iguales
ante las leyes. (Praschak 1997:4-6).

La afirmación pública del homoerotismo se expresa también en la variedad de


actividades que celebran las diversas organizaciones que componen la Coalición
Orgullo Gay, entre la que se destaca la Parada Gay que se celebra todos los años
San Juan durante el mes de junio.
Considerarse gay y afirmarse en esa identidad no significa asumir una postura
transgresora. Lo gay en Puerto Rico recoge una multiplicidad de espacios, voces
representaciones vinculadas tanto a las resistencias a lo masculino hegemónico c
la complicidad con este último y el homoerotismo homófobo. Es connotación q
perdido especificidad.
El homoerotismo transgresor se expresa también en la intimidad, en la vida
cotidiana, en todos aquellos pequeños actos que resisten e impugnan la dominac
masculina. La sexualidad homoerótica que se ejerce libre de oportunismo y
homofobia es infractora del canon de comportamientos sexuales que dicta la
masculinidad hegemónica. Aunque los hombres homoeróticos exhiben una plura
de prácticas sexuales y entre ellos se encuentran aquellos que no desean o no
disfrutan de la penetración anal, la sociedad los juzga como hombres penetrados
el habla vulgar se refieren a ellos como “hombres que cogen por el culo”. Hombr
penetrado es hombre devaluado, estigmatizado. Históricamente la penetración
se ha utilizado y se perpetúa como un acto vil que implica violación, humillación
sometimiento y dominación. El terror a la penetración de los machos
puertorriqueños, el caracterizar “el culo como zona sagrada”, aparece en la vida
colectiva en un continuo que va desde el chiste homófobo al insulto hiriente.9 Lo
hombres que disfrutan y ensalzan el placer de penetrar a otros hombres y ser
penetrados impugnan, rechazan y subvierten uno de los cánones más preciados d
masculinidad hegemónica, la inviolabilidad del macho y que sólo la mujer puede
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penetrada. Ellos se apropian del insulto y lo transforman en práctica sexual y dis


transgresor. Es por ello que el dominio masculino descarga contra ellos toda su
violencia institucional y simbólica.
La bisexualidad puede ser transgresora. Se entiende por bisexualidad la capaci
de amar y desear sexualmente a personas del mismo género o de otros géneros
(Firestein 1996). Para Izazola (1994) la bisexualidad es una expresión de un tipo d
identidad sexual que no considera la preferencia sexual como algo dicotómico. H
hombres puertorriqueños que alternan relaciones afectivas y sexuales con ambos
géneros o mantienen relaciones amorosas con hombres y mujeres al mismo tiem
Sus identidades y la fluidez de sus sexualidades no están trabajadas por el poder
control. En ellos se manifiestan también, aunque sea solamente en la intimidad,
resistencias y las posiciones contestatarias a la masculinidad hegemónica.
De igual forma son transgresoras las relaciones poliamorosas. El término polia
se aplica cuando uno o ambos miembros en una relación sexual y amorosa se
involucran con otras personas. Queen (1996:11) destaca que la otra u otras relacio
de las personas poliamorosas se establecen con conocimiento y consentimiento
todos los participantes. Las relaciones poliamorosas se distinguen de la poligami
porque rompen con el orden patriarcal en el que un hombre tiene acceso sexual
varias mujeres que son exclusivas para él. Las anteriores se caracterizan por un
sentido de igualdad sexual de todos los participantes.10

Conclusión
En una sociedad como la puertorriqueña, en la cual las identidades masculinas
homoeróticas están subordinadas, devaluadas y estigmatizadas y la sexualidad
homoerótica está criminalizada, la vida para estos hombres es dura (Lancaster 1
No es posible para todos ellos, especialmente para los que tienen relaciones tan
con hombres como con mujeres, manifestar abiertamente sus identidades y sus
preferencias sexuales. Por ello, el encubrimiento de la identidad sexual, la discr
y el clandestinaje11, se convierten en estrategias para resistir el poder de la
masculinidad opresora y llevar vidas imbuidas en el homoerotismo. Tanto los
anteriores como aquellos que públicamente manifiestan su identidad homoerót
luchan abiertamente contra la discriminación y la opresión, contribuyen a mina
poder de la masculinidad hegemónica.
Aunque en Puerto Rico el homoerotismo es una masculinidad subordinada, su
reafirmación como identidad contestataria de la masculinidad hegemónica se pla
en cada reclamo de igualdad y paridad que hacen los sujetos homoeróticos, tanto
la intimidad como en la esfera pública. La práctica de una sexualidad libre de jue
de poder, el disfrute de los cuerpos masculinos, proclamar el placer de penetrar y
ser penetrado, el cultivo de la afectividad y la ternura entre los hombres, el recha
de la competencia y la promoción de la lealtad, la solidaridad y el compañerismo
todas ellas aportaciones del homoerotismo transgresor para transformar a los
hombres y las relaciones de género. El descubrimiento erótico que aporta el sexo
entre hombres se expresa en una coyuntura de cambio social que requiere nuevo
espacios y otras respuestas a la diversidad y fluidez de las identidades y sexualida
masculinas. Una sexualidad de liberación y una liberación de la sexualidad son re
impugnaciones al dominio masculino.

i
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Justo A. Mart Photographic Collection,


Centro de Estudios Puertorrique os, Hunter College, CUNY.
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NOTES

1 Una version preliminar de este artículo aparece como working paper en Ramírez,
García-Toro y Cunningham (Forthcoming). El marco conceptual elaborado por Ram
García Toro se incorporó a un proyecto de investigación sobre Identidades y Sexuali
Masculinas en Puerto Rico. La investigación se hizo con el auspicio del Centro de
Investigación y Educación de VIH/SIDA, el Fondo Institucional para la Investigació
(FIPI) del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y además recibió
fondos RCMI-NIH # 2612 RR 03641-11. En el presente artículo aparecen datos que
incluyen en el artículo anterior y se amplia el análisis del poder de la masculinidad
hegemónica y el discurso moralizador de la misma. Los autores agradecen los comen
al texto hechos por Ineke Cunningham y la revisión de Luis Solano Castillo, así com
colaboración de Idelisa Paz y Myriam I. Vélez Galván en el diseño del diagrama de la
masculinidades.
2 Traducción de Rafael L. Ramírez, al igual que todas las citas de libros y artículos
aparecen en inglés en la bibliografía.
3 Un ejemplo de complicidad es cuando hombres marginados que no disfrutan de
poder político apoyan a hombres hegemónicos que obstruyen el acceso de las mujere
posiciones de poder y privilegio.
4 En Puerto Rico los llaman mongos.
5 Los siguientes dichos populares representan ambas corrientes: "patá de yegua no
mata caballo" y "solterón maduro, maricón seguro".
6 El proyecto se inició con entrevistas a un grupo de hombres heterosexuales de c
trabajadora, un grupo de hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y otro de
hombres presos por crímenes violentos. Los últimos dos grupos los componen homb
estigmatizados por su identidad sexual o por estar confinados en una institución
carcelaria. Al mismo tiempo, ambos son más vulnerables que otros hombres a la viol
y a las infecciones de transmisión sexual.
7 En las sociedades hispanas se conocen 106 términos para designarlos (Murray y
Dynes 1995: 180-192).
8 Con excepción de las tres iglesias gay establecidas en el área metropolitana de S
Juan y algunas de las iglesias protestantes históricas.
9 En la huelga de los empleados de Telefónica de Puerto Rico, motivada por la ven
la compañía a una empresa privada, se cantó, entre otros, el siguiente estribillo contr
gobernador Pedro Roselló. (Piquete frente a Celulares Telefónica, Hato Rey, 9 de jul
1998, 12:30 de la tarde).
Solista Roselló es testarudo.
Coro Hay que darle por el culo.
10 Comunicación por correo electrónico con Joe Decker, 1 de agosto de 2001.
11 En sus estudios de la homosexualidad en hombres mexicanos de las clases
trabajadoras, Carrier (1995:189) concluye que el encubrimiento y el clandestinaje son
estrategias principales que usan estos hombres. Sus grandes temores son que sus
familiares, amigos y vecinos los vean en compañía de hombres afeminados o frecuen
lugares de reunión de homosexuales.
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