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La Caña Guadúa, el vegetal del futuro.

Por Cristóbal Cobo

En la botánica, la gran familia de las gramíneas está íntimamente ligada a la historia de la


humanidad. Incluyen productos de gran consumo como el arroz, la caña de azúcar, el trigo
o el pasto que come el ganado productor de leche. Pero las gramíneas de más alto uso y
versatilidad en la historia de la humanidad son los bambusoides o bambúes (bambú, palabra
del sudeste asiático, nombre genérico que comparten estas plantas de tallo tubular, con
entrenudos y su estructura celular es rectilínea, paralela y vertical), los mismos que a su vez
están divididos en herbáceos y leñosos, en especies, subespecies, géneros, subgéneros y
ecotipos.

De las 1500 especies de bambúes herbáceos y leñosos que se conocen en el mundo,


alrededor de 280 son nativos del Ecuador. Entre ellas están las del género Neurolepis, que
habita hasta los 4 300 metros de altitud. También contamos con un bambú que tiene
excelentes cualidades físico mecánicas: la conocida caña guadúa (Guadua angustifolia), o
el carrizo, la tunda, la moya, entre otros.

La tendencia de la botánica, es el estudio independiente de las diferentes especies, por


ejemplo al carrizo se le clasifica como aulonemia, sin embargo, se lo incluye en los
bambusoides por las características generales de estas gramíneas.

El Bambú en el Ecuador

Investigaciones en el campo de la arqueobotánica (estudio de los usos y el consumo


ancestral de las plantas), específicamente en el análisis de fitolitos (que es el análisis
microscópico de fósiles de vegetales), indican que las plantas que aparecen con más
frecuencia son los bambusoides. Esto demuestra que fueron bastante utilizados por las
culturas aborígenes del Ecuador. En la costa de Manabí, donde se han desarrollado
investigaciones arqueológicas multidisciplinarias, el equipo de James Zeidler y Deborah
Pearsall ha demostrado que los bambusoides –y en especial la caña guadúa– constituía,
como hasta ahora, la materia prima más usada. Se ha utilizado en la construcción de
viviendas, o como combustible para la cocina, alfarería y orfebrería gracias a su alto poder
de combustión o calórico: 4 500 kilocalorías en estado seco, el más alto entre los vegetales.
Posiblemente la cultura La Tolita llegó a fundir platino, a más de 1 770 grados centígrados,
usando caña guadúa. Al mismo tiempo, la caña en estado verde previene los incendios
forestales, pues acumula mucha agua ya que es una freatofita (planta capaz de intercambiar
agua, por medio de sus raíces con el subsuelo).

Para las etnias indígenas ha sido un recurso de inigualable valor, al punto que lo han
llegado a considerar sagrado. Aparece en leyendas y mitologías; en el caso de los shuar, la
guadúa se llama kenku y se basa en la cosmogonía de la diosa Nunkui. Nunkui es la diosa
madre, procreadora. Ella nace tras un recorrido a través de las diferentes secciones de la
guadúa y luego se convierte en la Madre de Etsa y Nantu: el Sol y la Luna. Pueblos
indígenas de la Costa, como los tsáchila y chachi, se rapan cierta parte de la cabellera
utilizando tiras verdes de corteza de guadúa y no admitían que el cordón umbilical del
recién nacido sea cortado con bisturí: tenía que ser cortado con una tira de guadúa por sus
propiedades cortantes y antioxidantes que previenen infecciones.

Varias ciudades coloniales usaron bambúes durante su construcción. Un ejemplo es


Quito: si nos ubicamos en los pasillos del convento de la iglesia de San Francisco,
observaremos que los tumbados están armados con carrizo, moya y tunda, especies que
existieron en las llanuras de Quito y que en el presente deberían ser prioritarias en los
proyectos de reforestación, como el futuro Parque del Lago y no solo se crearían múltiples
empleos (en artesanía, construcción y cultivos) sino que también sería de gran ayuda
ecológica para el control de la erosión, secuestro de carbono, mejoramiento paisajístico,
biodigestores para el tratamiento de aguas residuales entre otras.

Guayaquil también ha sido erigida con bambú: allí casi todas las construcciones son
de este material o fue usado durante su edificación, en forma de soportes de lozas para
grandes edificios, postes, andamios, caña picada para casas, cerramientos y otras
aplicaciones.

En la ciudad de Lima, la guadúa es conocida como caña de Guayaquil, gracias a que


la capital peruana fue construida con este vegetal proveniente de la cuenca del río Guayas.
Hasta el presente, la guadúa tiene una demanda creciente en los países áridos del sur; Chile
es un gran importador y re-exportador de guadúa ecuatoriana.

Los bambúes están presentes de muchas maneras en nuestra cotidianeidad. Los


canastos con los cuales vamos de compras al mercado han sido elaborados con carrizo. En
Latacunga está uno de los mercados de artesanías de bambú más grandes de América: allí
destacan los canastos, cunas, aparadores, lámparas, adornos... Su fácil disponibilidad y su
peso tan ligero vuelven al carrizo la materia prima ideal para las coloridas cometas, cuya
presencia en las tiendas de abarrotes estimula nuestras emociones con los primeros vientos
del verano. En la música se delata la nobleza de esta planta, al no saber si el viento que
entra por el bambú es el que crea la melodía, o si el bambú es el que canta con el aire. Las
quenas, rondadores, pingullos y zampoñas nos deleitan con su alma. Las vacas locas, los
voladores, los castillos y todo tipo de juegos pirotécnicos son de bambú.

Un rubro de exportación importante para el Ecuador es el banano. Observemos que


cada planta necesita uno, dos o hasta tres puntales o cujes de guadúa para sostener el peso
del racimo, y que esta técnica no puede ser reemplazada ni con madera (por el peso y el
costo), ni con tubos (porque se los roban). La guadúa es vital para la industria bananera,
como para otras industrias, como la camaronera o las plantaciones de flores. Se usa como
cortinas rompevientos y hasta para estructuras de invernaderos. Si no fuera por las
bondades de este material, el impacto ecológico de estas actividades sería aún mayor del
que ya es.
. La guadúa tiene un crecimiento vigoroso: hasta veinte centímetros diarios en cierta etapa
de su crecimiento, y gracias a imágenes satelitales se sabe que una de las especies de
guadúa que habita de la Amazonía es el organismo viviente más grande del mundo, por su
inmenso sistema de raíces subterráneas. Imaginemos cómo serían las manchas de caña
guadúa en la Costa antes de la reforma agrarias de la segunda mitad del siglo XX.

La guadúa es un recurso importante en la economía de subsistencia nacional. Pero


para nuestra idiosincrasia lo más común es lo menos evidente: hemos sido educados para
subestimar lo local y avergonzarnos de éste. Esto hace que no reconozcamos la
potencialidad de nuestros recursos, y peor aún, nuestra identidad. Es común ver guadúa en
todo lado pero menos evidente que no podemos vivir sin ella. Es común deforestar y
cosechar manchas silvestres de esta planta y menos practicar su cultivo.

El Bambú en el Mundo

En otras partes del mundo el uso medicinal de los bambúes es antiguo y complejo: se
aprovecha para la acupuntura, cirugías y prótesis, y sus procesados sirven como
antioxidantes e incluso alcaloides.

El bambú es liviano, fuerte, flexible, resiste grandes esfuerzos físicos-mecánicos, por


lo que sus módulos de compresión, tracción y flexión superan a las del acero de
construcción en algunas aplicaciones. También se está investigando bastante su resistencia
sísmica para estandarizar su uso en ingeniería civil. Absorbe sonidos, olores, altas
temperaturas y tiene estupendas cualidades estéticas.

La tecnología es en donde se puede apreciar de mejor manera su aporte a la


humanidad, como el caso del descubrimiento de la luz eléctrica, gracias a Thomas A.
Edison, quien utilizó un filamento carbonizado de bambú; las primeras bicicletas, los
primeros aparatos aéreos, la navegación. El 80% del papel que se consume en India y China
provienen de pulpa de papel de bambú; se elaboran muebles, laminados, aglomerados,
carbón, fertilizantes, aceites, resinas, medicinas, artesanías, instrumentos, ropa, pañales e
incluso teléfonos celulares fabricador con bambú.
La Caña Guadúa, un potencial para el futuro del Ecuador.

La propuesta de crear plantaciones de guadúa puede resultar polémica a primera vista.


¿Otro monocultivo? En realidad, sería un error establecer analogías con el eucalipto u otros
monocultivos (el destino del eucalipto que se está sembrando en la Costa es obtener astillas
para pulpa de papel, véase la revista no. 37). La reforestación con guadúa no solo ayudaría
a salvar los bosques en pie, sino crearía empleos. La verdad es que por la codicia de madera
están desapareciendo nuestros bosques. Se hacen cientos de estudios, protestas, denuncias,
etc., pero seguimos testificando el tránsito de columnas de camiones cargados de árboles
centenarios. Las empresas madereras presentan planes de reforestación, pero éstos solo
maquillan la desmesurada depredación de los bosques. Y si son ejecutados, remedian un
porcentaje menor en comparación con lo extraído.

Podríamos detener la deforestación restaurando tierras degradadas con especies


nativas, entre éstas la guadúa. El cultivo de guadúa es emergente para salvaguardar nuestra
biodiversidad; si existe alguna mejor alternativa quisiera conocerla y, con todo el respeto,
retiraré mis palabras. No es la única opción para paliar la extinción de los bosques, pero sí
la mejor, y debe ser conjugada con otras actividades y productos. En el recuadro se pueden
apreciar sus cualidades únicas que hacen de este vegetal, el pionero entre las especies
pioneras.

La Caña Guadúa es el organismo vegetal más sociable a nivel ecológico y por ende se
convierte en un hábitat propicio para insectos, reptiles, mamíferos y diferentes tipos de
aves, los cuales hacen de las manchas de Caña Guadúa, nichos biodiversos, verdaderas
biósferas. Estas cualidades, le convierten en un sistema de reforestación adecuado, barato,
sano y rápido.
1-Es el vegetal de más rápido crecimiento en el mundo, produce más biomasa que

cualquier madera tropical y de mejor calidad. Se demora apenas cuatro años para ser

cosechada. Siempre nacerán brotes, lo que significa que la siembra se realiza una

sola vez y con el tiempo mejorará su calidad, tamaño y resistencia.

2- Retiene más humedad que cualquier otro vegetal; en las épocas húmedas almacena

agua con propiedades nutricionales y medicinales dentro de los canutos, y en la

época seca dosifica el agua a las raíces reteniendo la humedad en los suelos.

3-Su sistema de raíces se extiende de tal manera que se convierte en un espléndido


contenedor contra la erosión. Enriquece los suelos y por eso los sitios que han sido

cañaverales han sido considerados entre los mejores para la agricultura.

4-Su estructura celular en las hojas, denominada “Carbón 4”, le permite efectuar la
fotosíntesis de manera más eficiente que otros vegetales. Tras capturar dióxido de

carbono de la atmósfera, produce alrededor de cinco veces más oxígeno que otras

plantas (de allí su rápido crecimiento). Sus hojas son pequeñas pero numerosas lo

cual le permite tener una gran superficie expuesta a la luz. Esta característica

postula a las plantaciones de guadúa como adecuadas para ser utilizadas en los

proyectos de captura y fijación de carbono y en las bolsas que se están desarrollando

para negociar los derechos de emisión de dióxido de carbono.


En una propuesta del año 2001 se experimentó con guadúa para optimizar la calidad
de los suelos, sobre todo para aprovechar las inundaciones estacionales y en especial los
eventos del fenómeno de El Niño, que ahora son considerados desastres naturales pero que
bien podrían ser aprovechados para almacenar agua y optimizar los niveles freáticos en
zonas anegadizas mediante los camellones, una técnica agrícola prehispánicas. Esto no
solamente es una propuesta para paliar las crisis en las inundaciones sino para aprovechar el
agua, los sedimentos de los depósitos aluviales como fertilizantes, la guadúa y crear
fuentes de trabajo. Lo absurdo es evacuar el agua como se hace en los grandes proyectos de
canalización; lo inteligente es almacenarla. Lo absurdo es permitir que el limo en los
depósitos aluviales se escape, causando mega sedimentaciones como en el río Guayas; lo
inteligente es capturarlo para fertilizar los cultivos. Esta propuesta ha tenido éxito a escala
experimental; el siguiente paso es aplicarla donde la gente es afectada por inundaciones.
¡Hagamos de los desastres naturales un recurso potencial! Qué bonos de emergencia ni que
nada: se debe invertir, se debe trabajar, se debe sembrar.

Camellones o campos elevados de cultivo. Agrotecnología prehispánica.


A- Las raíces, tienen un óptimo intercambio y absorción del agua, gracias al nivel freático.

B- El agua puede ser almacenada en la estación lluviosa y aprovechada en la estación seca. Y los
canales pueden ser utilizados como vías de transporte post cosecha.

C- El limo capturado puede ser utilizado como fertilizante para las plantas de bambú.

D- El almacenamiento del agua en los canales también ayuda a optimizar la radiación solar
gracias a su reflejo sobre el espejo acuático y por ende la fotosíntesis aprovechada con todo su
potencial.

E- El aire y el viento que se genera en los corredores de los canales de agua y los campos de
cultivo pueden ayudar a purificar la atmósfera con eficiencia, con el secuestro de carbón.

Si sembrar guadúa es el medio para salvar nuestros bosques, no esperaré un segundo


para hacerlo. Invito a poner en una balanza esta situación, ¿Cuál es la prioridad? La vida mi
amigo. Mucha gente dirá: “hay que hacer estudios, hay que pensar, hay que esperar la
decisión del gobierno.” Comencé a sembrar hace una década y los resultados confirman la
potencialidad de esta versátil planta. He desarrollado viveros, construido con guadúa,
bebido su agua, me he lastimado con ella.

Además, el costo de producción es bajo pues no sufre plagas. Ni hablar de su


rentabilidad al exportarla, pues goza de una gran demanda. Costa Rica exporta guadúa
procesada y lo interesante es que este país centroamericano produce la especie nativa del
Ecuador: la Guadua angustifolia. En Colombia se venden culmos de ocho metros a noventa
dólares, seleccionados y tratados con ahumado en autoclaves diseñados para prolongar su
conservación.

En el Ecuador todavía no se genera suficiente volumen para fomentar la exportación


(mucha guadúa, no obstante, es traficada especialmente hacia el Perú, y buena parte pasa
hasta Chile). Sin embargo, la demanda del mercado nacional le coloca entre los productos
más rentables: supongamos que se cosecha la conservadora cifra de 2 500 cañas anuales por
hectárea, vendida a $3 cada una (la caña se vende en tres secciones: basal, media y punta,
cada una a un valor promedio de $1); estaríamos hablando de unos $7 500 dólares anuales
por una hectárea cuyo costo de producción no es alto pues no requiere agroquímicos ni un
amplio menaje como otros productos tradicionales.

En el Ecuador ya se están sembrando plantaciones de guadúa: según la Red


Internacional de Bambú y Ratán (INBAR por sus siglas en inglés), cuya sede
latinoamericana está en Quito en el edificio del Ministerio de Agricultura, en el Ecuador
hay de 7 mil a 8 mil hectáreas sembradas, y unas 12 mil hectáreas de bosques naturales.

Hay empresas que han tenido éxito con la guadúa, pero el verdadero éxito es de las
comunidades rurales de la Costa y Amazonía, pues es en el corazón del montubio, en la
mano del cholo, en la fuerza del esmeraldeño, en la sabiduría del achuar, en las etnias y la
mano del campesino, donde está la cultura de la guadúa.

Es el momento de despegue de la era de la guadúa. Por eso debemos seguir


trabajando por situar en la agenda al vegetal del futuro.

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