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Martin Saar parte de dos tipos de comprensión del poder de los cuales se derivan dos tipos de

comprensión de crítica a las relaciones de poder. (Sirven como base)


Spinoza: Poder como principio o fuerza inherente que propicia la configuración ontológica de
los seres; además de posibilitar su autoconservación. De tal fuerza surgen las facultades y
capacidades que posibilitan que los seres “sean lo que son”. Así, para Spinoza el poder político
enmarcado dentro de la figura del Estado se entiende como la canalización de las fuerzas
múltiples emanadas de las multitudes. Mientras que en Hobbes el Estado se hallaba dislocado de
los individuos al representar un obstáculo al ejercicio de la voluntad individual de estos, en
Spinoza el Estado está en estricta relación con el ejercicio de la voluntad al no separarse de la
base colectiva que lo constituye. Al ser un principio ontológico inherente, no se puede renunciar
a él.
Hobbes: Poder como realización efectiva de la voluntad individual. Definición instrumental del
poder. En el estado de naturaleza el poder del individuo restringe el poder de su coetáneo, por lo
que se hace necesario la construcción de una entidad acumulativa de parte del poder de los
individuos con la finalidad de facilitar la seguridad en el despliegue de la voluntad particular de
tales. La figura del Estado, así, se comprende como una limitación al libre ejercicio de la
voluntad individual al implantar marcos institucionales que restrinjan cualquier tipo de
intromisión del poder de un individuo sobre la voluntad de otro. El poder político se considera
como la forma más acabada de poder al cristalizarse como la forma institucional que
monopoliza el ejercicio de la dominación mediante la restricción del ejercicio de la libertad
individual al 100%. Dentro de la concepción antropológica hobbesiana, el hombre es
considerado como ente instrumental, dispuesto a satisfacer sus deseos al cosificar a sus
coetáneos. La libertad negativa, entendida como la no-intromisión de entidades ajenas en el
ejercicio de la voluntad individual, es conceptualizada en Hobbes. Al renunciar a parte de sus
poderes, el Estado los acumula y con esto los domina.
La base teórica del poder como dominación se extrapola en la teoría social weberiana. En Max
Weber, la noción de poder no se restringe a tan solo dentro del paradigma político, sino que
también es considerada dentro de las relaciones sociales. Definido como la capacidad de un
agente de imponer su voluntad sobre otros agentes en el marco de una relación social, la
dominación se concibe como la forma extensiva-institucionalizada del ejercicio del poder. En el
marco del poder, una agente coerciona a otro a cumplir su voluntad o bien impone esta sobre la
del dominado. El poder, en Weber, no sale del paradigma instrumental, es decir, del tipo ideal
de acción instrumental con arreglo a fines.
El arquetipo de crítica al poder, tarea propia de la filosofía social, desde el marco del poder
como dominación, parte del conocimiento de la existencia de obstáculos que mitigan el
despliegue de una voluntad. Toda crítica bajo esta conceptualización hará en el nombre de la
libertad. En esta instancia, la crítica se enfocará en distinguir qué formas de dominación pueden
considerarse legítimas y qué grados de estas formas pueden considerarse como aceptables o
justificadas. La crítica al poder como constitución resulta ser más difícil en tanto producto de
este poder encontramos configurado el mundo social (prácticas, instituciones, normas) en su
conjunto, así como a los individuos que lo componen. La fórmula propuesta por Martin Saar
está inspirada desde un marco genealógico de crítica. Lo que posibilita la genealogía es develar
los desplazamientos semánticos de los valores enmarcados dentro de un espacio social. La
genealogía permite evidenciar la contingencia de los sistemas de valores, ejerce una labor
deconstructiva de la realidad. Al develar los desplazamientos semánticos de los significados, se
vuelve factible evidenciar en qué medida tales valores han mutado hacia la configuración de
marcos institucionales que legitiman una praxis represora y/o disciplinaria. El proceso
reconstructivo de la genealogía sirve como rastreo de los procesos de estructuración del mundo
social y del yo.
Explicación didáctica a todo:
Hobbes: Imaginemos un escenario social en el cual no exista ningún tipo de reglas. Si
consideramos al hombre como un ser egoísta, entonces en un ambiente aseste haría cualquier
tipo de acción con tal de obtener lo que considere beneficioso para él; en este punto, pueden
surgir conflictos entre los hombres ya que cada uno, al velar por su interés propio, puede jugar
en contra con los intereses de otro hombre. Así, Hobbes entiende al poder como la capacidad de
realizar la voluntad efectivamente, sin ningún tipo de intromisión. Para evitar que este tipo de
eventos ocurran, en los que el choque de poder termina inhabilitando el ejercicio de la libertad
individual, los hombres recurren a un “contrato social” en el que acuerdan renunciar a una parte
de su voluntad para cederla a una entidad que se encargue de acumularla y, a partir de esta
cesión, pueda arbitrar a fin de mantener el despliegue de la voluntad orientada al bienestar
particular. Así, se legitima el Leviatán (Estado) en Hobbes. El poder, como vemos es “algo” que
se posee y que puede ser traspasado. El Estado, bajo el contexto de Hobbes, se entiende como
una entidad que limita el ejercicio de la libertad individual al concentrar el “poder” a fin de
establecer orden en una sociedad. Hobbes no concibe, como Spinoza, al Estado como una
“extensión” de la libertad, sino como su límite necesario para que haya seguridad, es decir, para
garantizar que mi vecino no me vaya a perjudicar con el ejercicio de su voluntad.
El poder como capacidad para restringir el campo de acción de otros es lo que se denomina
poder como “dominación”. Max Weber tiene una concepción de poder muy similar a la de
Hobbes (la diferencia está en que este último solo entiende al poder como “poder político”,
mientras que Weber lo extrapola a las relaciones sociales). Para él, el poder es esa capacidad
que tiene un actor social para imponer su voluntad sobre la voluntad de otros en el marco de una
relación social. Asimismo, el poder es la capacidad de cumplir la voluntad individual a expensas
de otros. El poder en Weber puede ser tanto explícito como implícito. El término “dominación”
bajo la teoría de este autor hace referencia a la “institucionalización extensiva del poder”, es
decir, la reproducción en el espacio- tiempo de las condiciones que hacen posible una relación
de poder como el poder en sí mismo (condiciones y poder en sí). Tener poder aquí significa que
unos lo poseen y otros no.
Ahora, bajo este modelo de poder como coerción existe un planteamiento crítico determinado:
Para criticar el ejercicio de poder tenemos que presuponer que una voluntad está siendo
reprimida en el ejercicio de su libertad por medio de una entidad determinada (sea o el Estado u
otra voluntad). La crítica, así, se va a enfocar en considerar qué formas de ejercicio del poder
pueden ser válidas y que formas no pueden serlo. Se critica en nombre de la libertad.
Por otra parte, si entendemos el poder como constitución nos tenemos que remontar a Spinoza.
Spinoza entiende al poder bajo dos términos en latín: “potestas”, que vendría a ser el concepto
de poder de Hobbes, y “potentia”, el cual es un término relacionado a la noción de
“potencialidad” de Aristóteles. Para Spinoza, los seres en el mundo tienden a autoconservarse,
es decir, busca permanecer en lo que son (por ejemplo, el instinto de supervivencia). Poder es
esa fuerza que posibilita ello. El poder, así, vendría a ser esa capacidad o fuerza que funciona
como principio ontológico, como una fuerza de la que brotan las capacidades y facultades de las
personas. El poder es lo que autoconserva y lo que proyecta las posibilidades de que alguien
“sea”. El poder constituye, crea, forma y posibilita la existencia de los seres.
La concepción del Estado en Spinoza es notoriamente distinta a la de Hobbes en tanto el Estado
vendría a ser el catalizador de las fuerzas constitutivas de los individuos, por lo que la
democracia vendría a ser la forma de gobierno más “natural” en tanto hay una conexión
inmediata entre la base del poder, la “multitud”, con el poder de Estado.
El poder, así, se entiende como esa fuerza sobre la que los individuos y el mundo social se
forma, lo que hace posible nuestra identidad y nuestro mundo social. El poder bajo ese concepto
no reprime, domina o coerciona, sino crea, preserva, forma, produce, construye, en resumen
constituye.
La crítica al ejercicio del poder constitutivo es mucho más compleja que el modelo del poder
como dominación: nos encontramos ante un mundo social ya constituido, ya formado, ya
establecido en nuestro mundo social e incluso en nuestra identidad como personas, por lo que el
procedimiento de crítica al poder es esencialmente distinto y con cierto grado de dificultad.
Para hacer la crítica al poder, es necesario que nos remontemos a Michel Foucault, el cual
entendía al poder no bajo el marco de Hobbes o de Weber, sino como una relación social
asimétrica en la que se estructura el campo posible de acción de los sujetos. El poder
foucaultiano, similar a Spinoza, es un poder que actúa sobre el medio social y los sujetos, un
poder que es invisibilizado y con ello, un poder que fácilmente puede legitimar formas de
sometimiento invisibles. El poder incluso guía conciencias y establece marco identitarios en los
sujetos. La crítica al poder es una crítica esencialmente genealógica: está enfocada en hacer
visible la contingencia del mundo social constituido, es decir, nos revela de que las cosas que se
encuentran dentro de nuestro entorno no son absolutas, sino que están cambiando y que, a la
vez, son producto del poder, que las arma. Se puede decir que el modelo de crítica al poder de
Saar es básicamente la crítica genealógica expuesta por Honneth en la lectura del horario de
prácticas. La crítica ya no se dirige a las formas explícitas de dominación, sino al proceso
histórico de constitución del mundo social La crítica del poder se relaciona más bien con la
explicitación de la historia y lascircunstancias de aparición y transformación de un determinado
orden. Las cosas, así, se nos aparecen como productos humanos, mas no como parte de una
naturaleza inmutable.
Cabe señalar que diversos autores, como Antonio Gramsci, han fusionado en sus teorías las dos
formas de entender el poder. Por ejemplo, al constituir ciertas identidades (poder constitutivo),
lo que se posibilita es limitar invisiblemente el espacio de acción de los individuos, por lo que
no podría ejercer su libertad de una forma realmente autónoma.

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