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Una vez conocí en la playa a una chica, a veces nos veíamos para caminar y charlar, ella no

hablaba español y yo no manejaba el inglés pero nos entendíamos, era una niña de cabello
castaño con piel clara apenas bronceada por el clima de la playa, su voz era un poco grave en
contraste de su semblante de niña delicada, vivían en la playa porque su padre alquiló una
casa por sus vacaciones, yo vivía en la playa en ese periodo porque en mi casa ya no me
soportaban.

En esos tiempos ayudaba en lo que podía en la casa donde vivía, a pesar de tener muchas
tareas que cumplir me quedaba con tiempo libre para vagar y deambular, el televisor estaba
de adorno porque casi no lo encendíamos, me reunía en las noches de fin de semana a
escuchar las historias de los borrachos del sector, vivíamos cerca de la playa y cerca de la
carretera por lo que nos quedaba cerca el acceso, después de escuchar historias de bebidas iba
caminando 2 km a oscuras en la carretera hasta llegar al centro, y otro kilómetro hasta llegar al
sector donde vivía la niña, ella estaba afuera mirando las flores de sus vecinos

La niña me hablaba de las cosas que le gustaban, las que no le gustaban, de lo molesta que
estuvo porque su padre decidió tomar vacaciones en esa playa lejos de su país, y sus amigos
sólo pueden llamarla por teléfono. Yo en esos tiempos tenía los malditos 16 años que no
olvido ni con drogas, mi amiga tenía 15 años que parecía eran eternos, en el día si yo no tenía
encargos iba donde estaba su familia a saludarla, sus padres me hablaban alzando la voz y
haciendo señas como cualquier turista que cree dominar un idioma único, con el ruido que
hacían hasta los sordos les entendían.

El resto de los días siguieron igual, era dicha tras dicha y creí que esta niña me gustaba, estuve
dispuesto a admitir que ella me gustaba, yo me sonrojaba al tomarle la mano para ayudarla a
caminar en la arena mojada y las rocas resbalosas, ella también se sonrojaba y se reía entre
dientes, quizá ella esperaba que yo tuviera la iniciativa.

La niña era hermosa, no sólo en aspecto físico, su personalidad y calidez era de sueño, siendo
mi amiga era una persona acogedora, y si alguien tuviera su primer amor con una niña como
ella sería un recuerdo que atesorarían por el resto de sus vidas.

Pero yo no, en esa época tenía una amargura hacia todo, y esa amargura para no expresarla
hacia los demás se concentró en odio hacia mí, odiaba todo lo que yo era y cada parte de mí
que expresaba a otros me provocaba repulsión, por eso cuando la niña quiso besarme no lo
permití, fingí estar nervioso para no mostrar que no me interesaba recibir amor de ella, no me
interesaba recibir amor o afecto de nadie, deseaba que mi odio se volviera fuego para
consumir a todo lo que pudiera amar a mi alrededor

La niña fue la primera persona a la que dejé en la zona del amigo, días después me
preguntaron si quería regresar a la ciudad y les dije que sí, que me había aburrido en la playa y
no tenía nada que hacer, hice todo lo posible para desligarme de aquella niña que tuvo
sentimientos hacia mí que otros no reciben en toda su vida.

Al parecer yo era agradable y un poco atractivo, porque después de esa niña otras chicas
querían salir conmigo, a mí no me interesaban porque no quería nada que pudiera eliminar mi
amargura y odio, todo lo negativo y tóxico en esos tiempos fue mi soporte y sostén para tratar
con la vida. Lo que me molesta es que me despedí de la niña sin decirle algo bonito, incluso
ella me dio su número de teléfono y correo de yahoo para localizarla, lo anotó en un papel con
cariño para que la contacte, yo hice lo que mejor sabía hacer en esos tiempos y como un gran
hijo de puta al regresar a la ciudad arrojé el papel por la ventana del bus.
No recuerdo el nombre de la niña, intento buscarla pero uno cuando es un hijo de puta no deja
rastros, mi memoria es como un mundo donde los recuerdos suceden como hechos, algunos
cambian dependiendo si están en sentido de fantasía, anhelo, esperanza, desilusión, y entre
todas las variables estoy yo de pequeño, soy un niño de piel delicada que cada parte de su ser
es amargura, influenciado por la religión, influenciado por los medios de la época, influenciado
por los problemas de otros que me los daban a cargar como si fuera mi culpa el origen de
aquellos problemas.

Yo soy ese niño que me mira como adulto y está enojado, porque yo logré superar todos los
obstáculos que a él lo retienen, él es ese adulto que mira con afecto a lo que yo era de niño,
diciéndome que todas las abominaciones y sombras que me torturan son tan frágiles como un
copo de nieve, ambos nos odiamos y nos buscamos para rescatarnos, ambos buscamos
perdonar al otro y culparlo de lo que nos sucede, ambos estamos aquí pero nos quedamos
estancados en una historia.

Fin.

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