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Título original:

1\iartin Heidegger. Politik und


Geschichte im Leben und Denken

Diseño de colección:
Joaquín Gallego
ÍNDICE

Impresión de cubierta: .................. Pág. 9


PRÓLOGO
Gráficas Mo!ina
INTRODUCCIÓN: LA RELACIÓN ENTRE LA VIDA Y EL PENSAMIENTO DE MAR-
TIN HEIDEGGER ..... ............................... ................... 13
JUVENTUD CATÓLICA EN ME13KIRCH Y LA DISTANCIA RESPECTO DE LAMO-
DERNIDAD ....... 25
ENTRE LA ESCOLÁSTICA, EL NEOKANTISMO Y LA FENOMENOLÓGÍA: LOS INI-
CIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER ........................ 36
Los INICIOS C01v10 PRIVATDOZENTEN FRIBURGO y EL PRIMER «VIRAJE)) 54

Los AÑOS DE :MARBURGO ....... 67


SER Y TJEi'vfPO ..... 78
EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRJBURGO ................................... .. 103
ALEMANIA EN LA FASE FINAL DE LA REPÚBLICA D.E WEIMAR 120
LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 Y EL RECTORADO DE HET-
DEGGER .......... . 134
1934-1936: ¿DISTAJ-!CIAMIENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? ..... 176
Los ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: l 936/37Ml 939 196
Los AÑOS IRJUNFALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL . 212
Los AÑOS DE LA DERROTA y EL FINAL DE LA GUERRA 226
Re~ervados todos los derechos. El contenido de esta obra está pro- HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA>l: LOS PRIMEROS AÑOS
te~1do por la Ley, que .establ~ce penas de prisión y/o multas ade- DE LA POSGUERRA . .. ...................... . 238
~as de las c?rrespond1en~es mdemnizaciones por daños y p~rjui­
c1os, pa~a gu1enes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren 0 comuni- EL RETORNO A MEDIAS A LA UNIVERSIDAD Y EL DESPLIEGUE DE LA «ÚLT™A
car~n ~u_blicamente, en todo ?,enparte, una obra literaria, artística FILOSOFÍA» 253
o c1~-?-tlfica, o su transformac1on, interpretación o ejecución artísti- FRANCIA Y GRECIA ............................ . 268
ca f11ada en cu~lquier ~ipo _de soporte o co1nunicada a través de
cualquier 1ned10, sm la preceptiva autorización. SEMINARIOS Y ALOCUCIONES DE LOS AÑOS SESENTA ... 281
LA ENTREVISTA DEL SPJEGEL Y EL ;<SILENCIO SOBRE AUSCH\VITZ» 295
© 1992 by Verlag Ullstein GmbH., Berlin-Frankfurt am Main Propylae -Vi 1 Los ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA y LA MUERTE ..................... . 311
© EDITORIAL TECNOS, S.A.. 1998 , n er ag ÜBSERVACTÓN FINAL: MARTIN HEIDEGGER EN SU ÉPOCA ... 320
Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 280:Í7 Madrid
BREVE BIBLIOGRAFÍA CO.MENTADA 343
ISBN: 84-309-3193-7
Depósito Legal: M-24281-1998
ÍNDICE ONOMÁSTICO 350
Printed in, Spain. Impreso en España por Vía Gráfica.
Pohgono Uranga. Fuenlabrada (Madrid).
[7]
PRÓLOGO

Hoy en día, o bien se convierte uno en un «especialista en Hei-


degger» ya desde su juventud, o bien escribe sobre él como profe-
sor de filosofía y en el contexto de una temática filosófica. El pre-
sente libro procede de un autor que vuelve la mirada hacia la obra
de una vida, un autor que se ha establecido eminentemente en otra
disciplina, a saber, dentro de la ciencia de la historia'. La tetralo-
gía sobre la historia de las ideologías modernas, que dio comien-
zo en 1963 con El fascismo en su época [Der Fachismus in seiner
Epoche] y llegó a su fin con La guerra civil europea, 1917-1945
[Der europiiische Bürgerkrieg 1917-1945], supone la base sobre
la que se asienta el planteamiento de la cuestión que aquí sirve de
hilo .conductor. Asimismo, este libro también significa una vuelta
a mis primeros inicios académicos. En 1944, la lección de Hei-
degger sobre la doctrina heraclítea del lagos produjo una honda
impresión en el joven estudiante, y esta impresión tampoco desa-
pareció después, cuando más tarde caí en la cuenta de que por aque-
lla época había comprendido mal a Heidegger.
Tampoco hoy, después de casi cincuenta años, estoy en modo
alguno seguro de comprender correctamente a Heidegger en el nú-
cleo de sus intenciones filosóficas. No eran sólo gentes de mala fe
quienes tildaron a una gran parte de su última filosofía de «mur-
murante» (por emplear la expresión de Thomas Mann), pues tal

1
Corno es sabido, el idio1na alemán cuenta con dos palabras para nuestra «his-
toria>>: Geschichte (historia _acontecida o acontecer histórico) e Historie (la «his-
toria» en el sentido de las ciencias positivas, es decir, corno un modo externo de
narrar los sucesos temporales). Los diferenciaremos mediantes los términos «his-
toria>> e «historiografia». Ahora bien, «historiografia» tiene dos significados en
castellano: 1) especifico, co1no estudio bibliográfico de los escritos sobre historia
y sus fuentes; 2) general, como el conjunto de obras e investigaciones científico-
históricas. El lector debe tener presente que nos referimos al segundo significado
y no al primero. (N. de la T.)

[9]
10 HEIDEGGER
PRÓLOGO ll
vez sean esas «murmuraciones» la posibilidad '
· d ¡d · mas extrema que
pue da surgir e ec1r humano cuando la verdad no h b"t Pero, si la forma ideológica del pensamiento es capaz de di-
en · d H ·d a 1 a en el fundirse hasta la vida cotidiana y hasta los fragmentos más sim-
;mcia o, como e1 egger no cesó de subrayar desde su é
mas temprana. Frente a eso, a lo largo de mi vida he fo 1 lº~ª ples de ella, entonces no sólo se sitúa frente a frente de aquel «pen-
gunaspautas y desarrollado líneas de pensamiento qu:~~t ª
0 samiento puro» representado por Ja matemática, la lógica y la teoria
-
reflex10n y no al mero aceptar o rechazar. Sin embar o p an a 1a del conocimiento, sino también de un pensamiento que, desde lue-
dra negar clandad a ninguna de esas frases y a ningunagd, no se po- go, no ha roto su estrecha vinculación con las «realidades», aun-
cepc10nes, Y de_ ahí que les falte por lo general su «se~~¡~~ con- que en gran medida está alejado de ellas. Se trata del pensamien-

;:a~;~ ~~~ e:~:::ee~:~:!~~~i~:I ~:~~~~~:~~ ~n este lfi~~


to histórico, que no puede ser articulado, como las ideologias, en
la forma grosera y altamente emocional ·de los agitadores en las
c~~:~;~~l :: ~f~d~~g::f~~rdaba confe~:~ns~ ¡~:
º.frente al cual
asambleas populares, sino que aparece caracterizado desde un prin-
cipio de acuerdo con una categoría espiritual. En efecto, en cierto
personas que son com p o a m1 mismo y a las innumerables modo se trata del lado interno de la historia, de su comprenderse-
mano simple ha rebas~loº~usero, en m1 .caso, el entendimiento hu- a-sí-misma, si bien no se identifica con la «historia del sern de Hei-
lo largo de decenios de trabaJ·oprop1dos hm!les Y se ha propuesto, a degger. He intentado hacer accesible ese lado interno de las déca-
. . , na a menos que hacer ·
~rens1blde, en sus realidades Yraíces, la parte principal ders~gs1~º~ das totalitarias de nuestra época en mis tres libros sobre Nietzsche,
omma a por el totahtansmo. Por ello es "bl sobre el pensamiento histórico en el siglo XX y ahora sobre Hei-
miento que tematiza la filosofia de Heid pos1 -~ que un pensa- degger'.
ciencia de su.propia insuficiencia, sea ~:;: ~:c~:p~~~r c~n con- Me llena de una satisfacción no del todo privada el que, en una
prom1so poht1co de Heide er s ., e com- era de especialistas imprescYndibles y de escuelas científicas es-
«empírica» mejor de lo que ~f mii'mou r~acwn _con la historia pecializadas o también «de la misma cuerda», haya en mi caso dos
dec!arac10nes públicas. pu o o qmso hacer en sus experiencias bastante simples y personales que podrían constituir
La «historia de la ideología» remite . . el punto de partida, nunca olvidado, tanto de la tetralogía como de
íntimamente relacionado con los intere a un pensamiento que está la trilogía: el asombro atemorizado de un niño de la comarca del
enteros de hombres, proporcionando d _ses { esfuerzos de grupos Ruhr ante el desarrollo de los movimientos del comunismo y del
s_es y esfuerzos una articulación que le~r~~c~~=nte a esos mtere- nacionalsocialismo durante los años inmediatamente anteriores a
!Iende a la umversalización Persegu1·r o _que, al menos, 1933, y la fascinación del joven estudiante por el gran pensador,
· un pensamiento tal no su
pone,, por tanto, e_laborar una mera «historia de las id . - que parecía ser el último metafisico y fue capaz de poner en duda
que_ es, al mismo tiempo, historia política e historia de leaas», smo la metafísica con mayor profundidad de lo que lo habían hecho los
zac1ones y mod d . s orgam- escépticos y los pragmatistas. ¿Se trataba de la autodestrucción de
hablara de Rusia~~e ~~~:~~i~~~~~~ Quien en el s_iglo XX sólo
5
g_u~sía y de los obreros, se esta~ía ocupan~~~~º;;a~:!~tde la;.~r­
la metafísica, de la autorrenuncia de Europa? ¿O se había sentado

Cia es en la medida en que evitara hablar del comunismo;~:¡ !a;- 2


A diferencia de las obras historiográficas, al conjunto de la «trilogía filosó-
~1smo, pues por su acción y reacción hicieron de esos Estados, - fica» le sirven de base una serie de lecciones -las últimas que dicté antes de ser
e esos grupos lo que de hecho fueron Aun . y non1brado en1érito--- in1partidas en la Universidad Libre de Berlín durante los años
~~~~~: ;ndu:-irial [('1arxismus und Indi;strie!feu~!'fu~:~~ 01~;;¡ l 989 y 1990-1991, y para cuya elección me vi libre por primera vez de las pre-
logía es ~1~: s~s s1g _os XVIII y xrx, el verdadero tema de 1~ tet~a­
siones del departamento. Como su publicación había estado prevista desde el prin-
cipio, no fue necesaria ninguna transfonnación sustancial de las mismas para la
tJ·e 191 7 y l ~90 dt9~~mpo de las siete décadas comprendidas en- confección del texto. Sobre todo en el presente libro, he dejado en gran n1edida
historiográfica» .- 'por lo que cabe denominarla «tetralogía siJ1 alterar lo que en él hay de «subjetivo», que sólo aparece disimulado por la apa-
riencia de objetividad que surge por haber tratado como una mera «exposición»
el desafio de una vida dedicada al pensainicnto.
12 HEIDEGGER

la base para ver como limitada Ja más ¡¡ 1· · d .


la «civilización mundial» y para re! f . mita a de las reahdades,
el que el hombre perderí~ aquello ~~v::~r~n «~b~olutismo» con
cendencia, porque su mundo d .daq mas mtlmo, la tras-
se volverá irrebasable? Hasta ~;'fec~uevo y enteramente abstracto INTRODUCCIÓN
adecuada a esos interrogantes p ª¡
d no conozco una respuesta
mino no es de hallar respuest~s ~f~o ~?que se trata en último tér- LA RELACIÓN ENTRE LA VIDA
guntas correctas en la histori ' fi ' as bien, de plantear las pre- Y EL PENSAMIENTO DE MARTIN HEIDEGGER
' agra Ia no menos que en la filosofía.

ERNSTNOLTE
Hacer no sólo de la obra, sino también de la vida de Martin Hei-
Berlín, abril de 1992 degger, el objeto de un estudio historiográfico.que permita, así,
plantear una cuestión bien delimitada, resulta extraño y podría ser
tratado como algo propio de una moda o de especial actualidad.
Resulta extraño. Cierta vez, como introducción a unas exten-
sas declaraciones sobre el pens!91üento de Aristóteles, Heidegger
resumió la vida de este hombre con una breve frase: «Aristóteles
nació, trabajó y murió.» Ello significa que los sucesos de la vida
1
de Aristóteles no tienen significado alguno en comparación con la
obra. Agudizando la expresión, se podría decir lo nüsmo de la vida
de Heidegger. Al fin y al cabo, Aristóteles había sido el maestro
de Alejandro Magno, y la vida de Gottfried Wilhelm Leibniz po-
dría ser descrita como una abreviatura que concentra la historia de
Ja segunda mitad del siglo XVII y del conüenzo del XVIII, pues Leib-
niz vivió en cortes de príncipes y fue amigo de reinas, mantuvo un
estrecho vínculo con la irrupción del espíritu científico al comienzo
de la era moderna y él mismo fue un matemático creador, aunque
también un escritor de temas históricos y parte activa en las rela-
ciones diplomáticas. En la vida de Martin Heidegger no se puede
encontrar nada parecido. Nació en el seno de relaciones estrechas
y provincianas. Como era un niño capacitado, fue favorecido por
la iglesia mediante becas, y, tras doctorarse en 1915, se desenvol-
vió casi exclusivamente en el entorno de dos universidades de pro-
vincias. Al parecer, ni siquiera a partir de 1927, cuando ya era un
hombre de fama mundial, ambicionó relacionarse con personali-
dades políticamente influyentes, como tal vez sí hiciera Oswald
Spengler, y murió de un modo bastante diferente al de Nietzsche,
no al final de una crisis, que se podría decir simbólica, y de su con-

[13]
l4
HEIDEGGER
INTRODUCCIÓN 15
siguiente enajenación, sino protegido toda .
posa. No tendrá éxito quien trate de via por una prudente es- degger ya era nn partidario del antisemita y alcalde de Viena, Karl
pejo de acontecimientos tem exponer su vida como el es- Lueger. En cambio, Hugo Ott, cuyas investigaciones sobre el pe-
la biografía de este individuo ¿iral~s ~1versos o pretenda describir ríodo del rectorado se habían adelantado a las de Parías en el des-
sería del todo posible en los cas:~ ªE wg[~~a de una época, como cubrimiento de nuevas fuentes, revela en su nuevo libro que, al pa-
La vida de Heidegger deja d .e rns unger o Georg Lukács recer, fue precisamente la ruptura con la Iglesia católica Ja que puso
de su obra, y por ello podría e :;;~teresante cuando se la separ~ a Heidegger en el camino del nacionalsocialismo. En cualquier
a la obra con el solo ob ·eto p wmo s1 la vida acompañara caso, cuestiones como éstas caen indudablemente en el ámbito de
dad historiográfica Sin~embde pr~duc!f la apariencia de legitimi- competencia del historiador. En efecto, la vida de Martin Heidegger
dría que hablar de ia obra filarg?¡. a verdad es que siempre se ten- fue, al menos por un cierto tiempo, una «vida» en el sentido de ser
son. sencillamente, idénticas.oso ica, pues en su caso vida y obra accesible o parecer accesible sin más para el historiador, pero tam-
Pero todo el mundo sabe ue hubo bién para los articulistas, periodistas e incluso para los <<interesa-
de Heidegger en el que asp!fóq . un breve período de la vida dos por la política». Por tanto, no es conveniente dejar que la vida
por ello por lo que ahora mi a ejercer una acl!v1dad política, y es quede absorbida en su integridad por la obra. Se podria modificar
sido atacado con una violen smo y, en particular, desde 1945 ha ahora aquella cita sobre Aristótele_'I del siguiente modo: «Nació,
so durante el primer año declia extrema. Se trata de su compro~­ produjo un gran escándalo, suscitó duras críticas y un gran entu-
época en la que e;ercio' como a totmaddell poder nacionalsocialista siasmo y murió.»
·
He1degger , rec or e a U · ·d d . ' Ciertamente, sería falsa la descripción de alguien que quisiera
aspiraba a converti F:.. mvers1 a de Fnburgo.
más, al parecer tenía la inten~s~ e~ e1d uhrer de la Universidad; es decir: he aquí un filósofo que vivió y enseñó discretamente al prin-
es, de convertirse en el espírit on ~ I~glf al prop10 Führer, esto cipio, para luego caer, por poco tiempo, bajo la mirada del ojo pú-
volución nacionalsocialista Ru rec or e Adolf Hitler y de su re- blico y volver, más tarde, a vivir y a enseñar sin llamar la atención.
· ec1entemente han lt . .
zarse ¡os ataques menc10nado F . vue o a rad1cah- Hannah Arendt relataba en un artículo, publicado en el Merkur con
al libro de Víctor Parías s --en rancia sobre todo- gracias motivo del octogésimo aniversario del nacimiento de Heidegger, que
11
que la cita de Platón con q::i::e~~¿irendentes ~fectos, de modo
toral podría ser mod1'f1cad gger .conclu1a su discurso rec-
ya a comienzos de los años veinte se había difundido entre los estu-
diantes el rumor de que en Friburgo trabajaba un joven profesor que
a un tanto y aph d 'l · tenía cosas que decir del todo inusuales, un profesor que pronto se-
ca antes había estado Marti H .d ca a a e mismo: «Nun-
pestad.» Desde luego tarnb '1. ~1 egger tan expuesto a una tem- ría considerado como el rey sin corona del reino del pensamiento.
Y de nuevo se han dado resp1ueen t a encontrado firmes defensores Según el informe de Hans-Georg Gadamer, cuando Heidegger lle-
t . ¡ . s as contranas a un · ' gó a Marburgo en 1923 casi todos los discípulos de Nicolai Hart-
a. e compromiso nacionalsocialista d H .d a Vieja pregun-
d10 o una manifestación? ·No t . e d e¡ egger ¿fue un episo- mann, titular de la cátedra pública, se pasaron al joven «profesor or-
m1ento filosófico era un ¿m ema na a que ver con su pensa- dinario interino>>, lo que supuso una experiencia amarga y perturbadora
., ' ero error o s ' ¡ para el prestigioso fundador de una ontología realista. Y a la lección
revelac10n del sentido de : upoma a contrario la
·fi H . ese pensamiento? e t inaugural de Heidegger en Friburgo, que tuvo lugar en 1929, acudió
¿ ue e1degger nacionalsocialist ta . · on o ras palabras:
1
nac10nalsocialista en absoluto? a. s!1 so º.e~tre 1933 Y 1934?, ¿fue «la ciudad entera», así como numerosos oyentes de toda Alemania.
con los nacrnnalsocialistas o e~t ¿ mp~1zo. durante toda su vida Probablemente sea un fenómeno casi único en la historia de la uni-
tud a convertlfse en nacionalsoc~~~f;;e esti~ado desde su juven- versidad alemana el que las aulas de un hombre, que no dictó nin-
ye, precisamente, Ja novedad del libr · :sta .ull!ma t~s1s const1tu- guna «lección sobre el debern, estuvieran repletas casi desde sus pri-
que, por lo demás sólo se aduce .º e V1ctor Fanas, novedad meros comienzos hasta su última aparición, fuera cual fuera la época
en.el caso de un ~rtículo de tono~:~:ante detalles erudit.os, como de que se tratara. Muchos testigos han hablado sobre el poder de fas-
senora Heidegger en 1935 S . ~nalsociahsta escnto por la cinación de las lecciones de Heidegger, y no pocos oyentes tuvieron
. egun Panas, a sus veinte años Hei- la impresión de que la concentración extrema de las exposiciones,
17
INTRODUCCIÓN
HEIDEGGER

, d tal y corno lo expresa de nuevo el fidedigno !esti-


nunca amenizadas por una broma, que pronunciaba desde la tarima mas rno erno, . .. k 3
aquel hombre de baja estatura y peculiar vestimenta, hacía que se les . d Car! von We1zsac er . d ·d
monw e_ 1 traordinaria historia del efecto pro uc1 o por
cayera una venda de los ojos, aunque para ellos fuese imposible ofre- As1rn1srno, a ex todo su admirable contraste, tanto al am-
cer una repetición comprensiva del contenido de lo dicho. Car! Frie- e! filósofo pertenece, con al del filósofo. La «vida» de Martin Hei-
drich von Weizsacker reproduce con las siguientes palabras su re- bito del h1stonador como d e en modo alguno al lapso de !Jern-
acción ante la única lección de Heidegger a la que asistió, lo que tuvo tanto no se re uc ., d
degger, por "d ~ntre 1933 y 1934, sino que tarnb1en compren e
lugar a finales de los años treinta, siendo ya, cuanto menos, un aven- po cornpren_d1 o sto de su vida. En lo que sigue, qmero rnen-
tajado estudiante de física: «Esto es filosofla. No entiendo una sola la irradrnc10n de\re e introduciré por orden cronológico, cilas
palabra. Pero esto es fílosoflm/. cionar algunas Cl as ';t sar una !}lgaz mirada sobre la obra del
La polémica sobre Heidegger no data, por tanto, de antes de co~ las cuales! ptr~~~n ~a~:r que se comprenda por qué fueron po-
1933, y los sucesos de ese año no son en modo alguno su único f¡)osofo y, an e , . ,
contenido. Otros oyentes, por otra parte bien cualificados, vieron . t taciones tan clispares. l
siblesmerpre bTt "'nde 1915 sobre La doctrina de as
pronto en Heidegger a un charlatán de efecto premeditado y, en el 1
En el esenio de 1a 1 1 acJO . . do de Duns Scoto, se puede
mejor de los casos, a un mago de las palabras; Max Rychner lo categorías y la doctrina del s1gnif;c:once to de analogía, discuti-
consideraba en 1950, como poco después comunicó en un artícu- Ieer hacia el fmal: «Po; eje~~~Ó~to del~ realidad efectiva [Wir-
lo del Zeit, un hombre que «sigue siendo fielmente, desde hace do en esta mvesl!gacwn a P · 1 ar un verdadero con-
veintidós años, el que habla con sus jóvenes una suerte de abraca- klichkeit] rn~tafisi~a, fª!~e s:;ne~~~:~~;;rt~cia. Sin embargo,
dabra»'. En cambio, los teólogos cristianos de las dos confesiones cepto escolasuco . esde~{nte en la esfera categorial de la real1-
han tratado con frecuencia a Heidegger como a un gran, y al pare- en cuanto _p_rmc1p10 o rasensible encierra la expresión can-
cer mero, instigador y provocador del pensamiento teológico. El dad [Realltat] sens1~le y sup d de la ~xistencia [Dasein] interior,
marxista Herbert Marcuse fue partidario suyo, y aspiraba a lograr
una síntesis entre el existencialismo heideggeriano y el humanis-
cepf~1 d~l:s~º~~~in:~~;~a~i~n trascendental del alma con Dios
anc a ª1e Edad Media se encontraba vigente con una rara arrno-
mo del joven Marx; para otros marxistas, como Georg Lukács, él que ~n a b re ntar si un hombre, que en su es-
no era nada más que el filósofo de moda del imperialismo. De nue- nía» . Y, en este punto, ca e P gu d orla impronta de la con-
vo, otros oyentes e intérpretes vieron en él al filósofo campesino, crito de habilitación ~pare~e tan rn:~~a~~cluso podría deshacerse
al hombre que nunca logró liberarse de sns orígenes en la provin- cep~iónd fundame~tad~r~sa~~':; c;Acaso no tien~n razón los teólo-
cia más atrasada, MeBkirch, y que al fin y al cabo no hizo sino enal- JaffiaS e ese pun o . no de ellos al afirmar que He1-
tecer el terruño natal. Pero ese «filósofo campesiI10» ya había atra- gos, quienes lbo tr~taboarnruc~:~:e~tureras hacia una nueva tierra, o
ído en una fecha bastante temprana a oyentes japoneses e hindúes, degger se em arco P
. '?
de modo que desde 1945 pudieron escribirse disertaciones sobre que allí se extrav10 · . h citado de Ser y tiempo (Pri-
su estrecha relación con el budismo Zen. Por tanto, ¿en qué mecli-
da era un adversario de la «civilización mundial»? Además, aquel mer~~~;;~, ;~faª~:r<~~~;~~~~es~ic: d~~~~ ~eu;:;;!~~~t~:~~
supuesto análogo espiritual de un poeta oriundo de MeBkirch, como téntico y proyectado ex1stencrnrmrn;:~e~le hacia la muerte [ Vor-
Robert Minder lo retratara, había sido matemático en sus comien- siguiente forma: El correra~~~~~~~í el estar-perdido en el Se-mis-
zos y alguien que, hasta su muerte, siempre estuvo familiarizado laufen m den Tod] reve 1a t posibilidad ~primariamente
con los rasgos fundamentales del pensamiento científico-natural mo [Man-selbst], Y lo 11eva an e 1ª

Weizsiicker, Erinneru~g (nota l).' p. 4JBedeutungslehre des Duns Scotus,


1 3 2
Carl Friedrich von Weizsacker, Erinnerung an Martin Heidegger, en Bibl., 4 Martin Heidegger, Die Kategonen un
n.º 7, p. 241.
' Die Zeit, 24 de abril de 1989, p. 72. Tubinga, 1916,p.239.
18 HEIDEGGER
INTRODUCCIÓN 19

falta .de apoyo en el "prr¡curar por" "ocupándose de" [besorgen-


de Fursorge]- de ser el mzsmo, pero de serlo en la apasionada se ofrece por todas partes como filosofía del nacionalsocialismo,
pero que no tiene que ver lo más mínimo con la mterna verdad y
LIBERTAD PARA ~A MUERTE, desligada 1e las ilusiones del Se, fácti-
ca, czerta de sz mzsma y angustiada» . ¿No se caracterizó a Hei- grandeza de este movimiento[ ... ], hace su pesca en las turbias aguas
7
d~gg.er con todo derecho como el fundador de un existencialismo de Jos "valores" y las "totalidades"» .
y acaso se deberia hablar de un alejamiento de la realidad o de
mh1hsta e mdiv1dualista, sobre todo tras haber oído dos años más
un exilio interior cuando, en la conferencia sobre Holder/in y la esen-
tarde, en su.l.ección inaugural ¿Qué es metafísica?, la frase: «Ese
cia de la poesía, leemos lo siguiente: «Pero, mientras los dioses son
estar sost.emendose la existencia dentro de la nada hace del hom-
nombrados originalmente y el ser de las cosas viene a la palabra para
bre, en VIrtud de la oculta angustia, el que sostiene el sitio de la
nada [Platzhalter des Nichts]»? que las cosas comiencen a resplandecer, mientras esto ocurre, el ser-
ahí [Dasein] del hombre es puesto en una fume relación y colocado
Sin embargo, en su discurso rectoral de 1933 pudo oírse un tono sobre un fundamento. El decir del poeta es institudón [Stifiung], no
del todo diferente: «Pero tampoco nadie nos preguntará si queremos sólo en el sentido de la libre donación, sino al mismo tiempo en el de
o no queremo~ [la "autoafirmación" de la universidad, en el sentido la firme fundamentación [Gründung] del ser-ahí del hombre sobre
de su resoluc1on de segu!f nuevos caminos], cuando Ja fuerza espi- su fundamento [Grund] [... ]. Poesía es institución verbal del sern 8.
ntual de Occidente desfallezca y éste se desquicie, cuando Ja ago- En todo eilo se Ileva a cabo, aproximadamente desde 1930, el
mzante cultura de la apanenc1a se hunda en sí misma, arrastre a to- «Viraje» [Kehre], que, según la propia expresión de Heidegger, le
das las fuerzas a la co.nfusión y las deje ahogarse en la locura. Que alejó de o, mejor dicho, le condujo más aIIá del planteanuento de
ocurra o no algo .semejante depende únicamente de que nosotros nos Ser y tiempo para dirigirse hacia el concepto de la «h1stona del sern
queramos todavia, y aun de nuevo, como a un pueblo histórico-es- y la definición del hombre como «pastor del sern [Hzrt des Sems].
pmtual, o de si hemos dejado de queremos. Todo individuo decide Mas, en realidad, se debe hablar de qme!Jsmo y de un marcado an-
sobre ello también cuando evita esa decisión, e incluso sólo enton- timodernismo cuando el filósofo afirma lo siguiente en la confe-
ce.s. Pero.nosotros queremos que nuestro pueblo cumpla con su mi- rencia de 1951 Construif; habitar, pensar [Bauen, Wohnen, Den-
swn hist?nca ..Nos queremos a nostras mismos. Pues la fuerza jo- ken]: «Los mortales habitan en la medida en que salvan la tierra
ven_ Y. ma~ reciente del pueblo, que nos está sobrepasando, ya ha [... ]. Salvar la tierra es más que explotarla o simplemente afanar-
deczdzd0» . ¿No se revela aquí Heidegger, al introducir un enfático se con ella. Salvar la tierra no es dominarla y no es someterla, de
concepto de pueblo, como antiindividualista y aun colectivista, y donde sólo dista un paso a la explotación desenfrenada. Los mor-
como precursor de aquello que más tarde descalificaria como «vo- tales habitan en la medida en que acogen al cielo como cielo. De-
luntad de voluntad~, y, en suma, como un nacionalsocialista genui- jan al Sol y a la Luna su curso, a los astros su ruta, a las estac10-
no que se 1den!Jf1c? con la toma del poder de un partido totalitario? nes del año su bendición y su iniquidad, no hacen de la noche el
Pero uno habra de preguntarse qué clase de nacionalsocialista día ni del día una acosada inquietud. Los mortales habitan en la
era aquel que, en una lección pública, impartida en el semestre de medida en que esperan a los divinos como divinos [... ].No se ha-
v~rano. de 1935, pudo decir (y publicar en I 953, para mayor in- cen sus dioses y no practican el culto a los ídolos. En la desgracia
d1gnac10n de muchos de sus coetáneos) lo siguiente: «Lo que hoy esperan todavía la salvación de la que han sido privados»'.

M~tin Heidegger, ~e~n und Zeit, Halle, 1941 (5.ª ed.), p. 266; Ser y tiem o,
5
7
Martin Heidegger, Ei17:fiihrung in der Metaphysik, Tubinga,_ 1953, p. 157; cd.
trad6 Jose Gaos, FCE, Mex1co, 1989 (7." reimp.), p. 290. 'P cast., Introducción a la nietafisica, trad. E. Estiú, Nova, Bue~os Arres, 1956, p. 228.
Martin Heidegger, Die Selbstbehauptung der deutschen Universiti:it· Das
8
Martin Heidegger, Hólderlin und das Wese~ der D1chtu¡1g, Francfort del
Rekt?rat, Francfort del Meno, 1983, p. 19; ed. cast., La autoafirmación de¡; Uni- Meno, 1936, p. 43; ed. cast., HOlderlin y la esencla de la poesla, trad. J. D. Gar-
ve;sldad alen1ana. El Rectorado, 1933-1934. Entrevista de(Spiege! trad R R _ cía Bacca, Anthropos, Barcelona, 1989, p. 30. .
dnguez, Tecnos, Madrid, 1989,p. 18. ' · · 0 9
Martín Heidegger, Vortriige und All;fsiitze, Pfulhngen, 1954, pp. 150 ss.; ed.
cast., Conferencias y artículos, trad. E. Barjau, Serbal, Barcelona, 1994, p. 132.
20 HEIDEGGER
INTRODUCCIÓN 21

. Y, en este «quietismo», ¿po se vislµmbra de nuevo al teólogo hacia donde clama el silencio,
s1 ?1en ya no como el neoescolástico que argumenta, sino como el donde lo tempranamente pensado del ánimo resuelto
m1s!Jco que mu.rmura con la esperanza de lograr una «salvación» se remansa clara y dócilmente 11 .
msondable Y m1stenosa? No obstante, se podría preguntar asimis-
mo s1 en este punto no se percibe, en una fecha bastante tempra- Ahora se puede decir con mayor precisión cómo se habrá de
na, un ;ano que empe.zó a e.ncontrar más tarde, en Ja forma de Ja tratar el tema. No quiero separar la vida de la obra, como hacen
ecologza, un.a .expres10n poht1ca bastante simplificada. Farías y Ott. Pero tampoco puedo apelar, como hacen esos auto-
¿Y el «filosofo campesino», el transfigurador del suelo de Ja res, al mérito de haber descubierto nuevas fuentes procedentes de
patna local? ¿No se lo percibe con toda claridad cuando, en la con- archivos. Mis fuentes serán exclusivamente las obras y la literatu-
ferencia El camzno vecinal (1949), se dice: «En el aire, que cam- ra secundaria, a excepción de un caso cuantitativamente insignifi-
bia con las estac10nes, del camino vecinal se desarrolla la sereni- cante pero no del todo irrelevante. En todo ello habrá de encontrar
dad que sabe;, cuyo. gest~, a menudo parece melancólico. Esta esencia una especial atención lo «conforme a la vida» que hay en las obras
serena es lo confiable . Nadie, que no Jo tenga, ¡0 consigue. Los y en aquellas partes de la litera!Jna secundaria relacionadas con esa
que lo tienen, lo !Jenen .por el camino del campo. Sobre su senda vida. Ello significa que Jo filosófico, en el sentido estricto, debe
fe suceden.la to.rmenta mvernal y el día de la cosecha, se dan cita hacerse a un lado. Hay lecciones de Heidegger qµe tratan casi por
a viva exc1tac10n de la pnmavera y el sereno perecer del verano, entero de la cuestión acerca de qué es un enunciado y de en qué
d1v1san el uno en la otra el Juego de la juventud y la sab·d · d medida se funda éste en una patencia más originaria. Tal vez sirva
Ja ve'e p . . 1 una e como ejemplo de lo anterior la frase «la pizarra es negra». Aquí
, z. ero en una umca consonancia, cuyo eco transmite de un
lado a otro el cammo vecinal, todo queda serenado.» y sin em- intento solamente describir a grandes rasgos; hacer más no sería
bargo, tal ~ez responda el dibujo de ese «paraje idílico de Ja Alta ya la tarea de un historiador, aun cuando en último término éste no
Suabia agncola y aldeana» -como alguno podría IlaAiarlo- a 1 tome por sabiduría establecer una completa separación entre his-
«cammatas», «a lo largo de las cuales se van de;ando atrás tod'ls toriografía y filosofía. Lo «conforme a la vida» son, ante todo, las
las onllas» 10 • ' as «circunstancias» que fueron relevantes para Heidegger y que po-
. Citare~os, por último, un poema tardío de Heidegger que al- drían corresponder a aquel «estar arrojado» [Geworfenheit] de que
gwen podna calificar de magia de palabras o considerarlo fallido· · se hablaba en Ser y tiempo. A este respecto hay que contar en pri-
y, sm emba;-go: sea como fuere, indica hasta qué punto este filó'. mer término con el origen y, con él, también el medio circundan-
sofo se habia distanciado por completo de todos los <lema' . r·¡. te de la infancia y de Ja juventud. Es por ello por Jo que, ante todo,
fas a cu · difí . s 1 oso- nos importa «MeJ.lkirch», y en principio no por la ciudad y el pai-
' . yo «grem10» 1c11mente pertenecía ya en el períod d
Ser y tzempo: o e saje, sino por las tradiciones y conflictos que fueron determinan-
tes para aquéllos en la época del nacimiento de Heidegger, como
¿Cuándo se harán las palabras tal vez sea la disputa entre el catolicismo romano y el catolicismo
de nuevo palabra?
¿Cuándo se reposa el viento de indicativa vuelta?
11
Cuando las palabras, dones remotos Martin Heidegger, «Sprache>>, en Denkerfahrungen 1910-1976, Francfort
-dicen-, del Meno, 1983, p. 169.
no significan por el designar; El texto original dice así: «Uíinn werden WOrter / wieder Wort? / Wann weilt
cuando ellas, mostrando, transportan del Wind weisender Wende? / Wenn die Worte, ferne Spende, / sagen- / nicht be-
al luga~ ~~ un acontecimiento primigenio deuten durch bezeichnen- / ween sie zeigend tragen / an der Ort / uralter Eignis /
-prop1c1andose los mortales en Ja necesidad- -Sterbliche eignend dem Brauch- / wohin Geiiut der Stille n~ft, / wo Früh-Gedachtes
der be-Stimmung ! sich fügsam klar entegegenstuff.>} Para una exégesis filosófica
del poema, ver Félix Duque, «Los últimos años de Heidegger>>, en Otto POggeler,
"Martin Heidegger, Der Feldweg, Francfort del Meno, 1949, pp. 5 s., 3. El camino del pensar de Martín Heidegger, Alianza, Madrid, 1986, pp. 397-398.
(N. de la T.)
22 HEIDEGGER INTRODUCCIÓN 23

tradicion~l. A continuación, habrá que intentar describir los rasgos a menudo con un rigor hiriente, sobre todo en relación con Oswald
de la atmosfera espmtual dentro de la que Heidegger llevó a cabo Spengler. Ello no deberia impedirnos el ~ue también tengam_os pre-
sus estudios, un ámbito situado entre la neoescolástica, el neokan- sente ese «mundo circundante» y no solo a Spengler, s1 bien ha-
tismo y la fenomenología, donde ya irradiaban las influencias de bremos de hacerlo de manera que las comparaciones puedan ayu-
poetas Y, escritores relativamente desconocidos por entonces, como· darnos aquí y allá a comprender con mayor exactitud la singularidad
eran Holderlm y Trakl, K1erkegaard y Dostoievski. En este punto del pensamiento de Heidegger justo en su separación de aquello
constata Ott con acierto que cabe hablar de un primer «viraje» en con lo que guarda semejanza, o, si no a comprender, sí al menos a
el rechazo del «~1stema del catohc1smo», algo que también puede llegar a la formulación de una pregunta. El punto culmmante de
verse en conex10n con el matnmomo de Heidegger, que lo puso en esas correspondencias «conformes a la vida» y de «critica a la cul-
contacto con un medio por completo diferente, es decir, el medio tura» lo representa naturalmente el periodo <fe tiempo comprendi-
prusiano-protestante. Las «circunstancias» serán tanto menos im- do entre 1933 y 1934. Procuraremos, sin embargo, dejar que la vida
portantes una vez que Heidegger haya llegado claramente a su pro- de Heidegger discurra desde su principio hasta ese período de tiem-
p10. car?-1110 del pensar. S1 en sus primeros escritos Heidegger dis- po para, a continuación, perseguir meramente sus efectos ulterio-
cutia aun, con verda.dero detalle y en todas las críticas en un plano res. De ahí que se dedique previamente un largo capitulo a Ser y
de.igualdad con f1losofos contemporáneos, con Oswald Külpe y, tiempo. La época del rectorado, sin embargo, no puede ser tratada
W1lhelm Wundt, con Hemnch Maier y Theodor Lipps, así desde sin mencionar nombres como los de Wolfgang Schadewaldt y Enk
el comienzo de los años veinte, dejará de ser frecuente la di;cusión Wolf. Lo mismo es aplicable, en los años de Marburgo, a Rudolf
sobre Edmund Husserl y Max Scheler. Heidegger, desde ese mo- BultJnann. Éste es el punto de partida de un ensayo que viene po-
mento y en adelante, se verá a sí mismo en diálogo, remontándo- sibilitado por el recurso a materiales originales de fácil acceso, a1m-
se s?bre los siglos y m!lenios, con los grandes, con Pannénides y que apenas utilizados: se incluirán los entornos académicos de Hei-
Her.acl1to, con _Platón y Kant. Y, sin embargo, una y otra vez emer- degger, es decir, las facultades de Marburgo y Fnburgo, de las
geran referencias al pre~ente inmediato, referencias que casi siem- ' cuales era miembro. El rendimiento que cabe esperar de ello es,
pre representan tma «critica a la cultura», pero que durante mucho··· desde luego, bastante limitado, y la emuneración de nombres y te-
tiempo apenas s1 fueron «políticas». En especial, queremos dedi- mas de lecciones podría conducir a extravíos, pero en esencia se-
carnos a obse_rvac10nes de este tipo, y no sólo porque son más fá- guramente no será inoportuno recordar que Heidegger no sólo re-
cilmente aces1bles para el «entendimiento habitual del historiador» flexionó sobre las sentencias de Heráclito y Platón en la habitación
que l_as ~fmnac10nes, a menudo en extremo difíciles, sobre Platón de estudio de su casa, en el Rotebuckweg de Friburgo y en sus lar-
Y Anstoteles, smo porque ellas constituyen un aspecto visible en gos paseos por los alrededores de la diminuta cabaña de Todtnau-
toda la obra de Heidegger, permaneciendo casi inalterado desde berg, sino que durante el semestre solía tomar parte cada dos o tres
las declarac10nes u obras más tempranas hasta las más tardías. De ~ semanas en las reuniones de la Facultad, que reunían a un auténti-
este modo, una primera tesis, desde luego bastante superficial y co círculo de metódicos profesores, quienes sin excepción dispo-
necesJtada de considerables modificaciones, podria rezar como si- . nían de una considerable autoconciencia y en modo alguno man-
gue: el «ant1modermsmo» que articuló su maestro, el teólogo Car! tenían con Heidegger una relación de veneración o de servidumbre.
Bra1g, e_n un libro de 1911, ha sido el elemento más duradero del Si entre 1918 y 1933 estos hombres fueron en su mayoría simpa-
pensamiento d_e Heidegger. Si ello fuera así, sería del todo posible tizantes.del nacionalismo alemán, si se cesó a un considerable nú-
clas1f1car a Heidegger dentro de la gran corriente de la «revolución mero de liberales radicales, ¿pudo ello dejar de ejercer una in-
conservadora».
fluencia sobre Heidegger, ya fuera como conformidad o rechazo?
Es _notable, sin embargo, que Heidegger no haga casi nunca re- Sin embargo, precisamente aquí se abre una dificultad relativa.ª
ferencia a autores que podrían ser claramente clasificados en esa las fuentes, pues la correspondencia de Heidegger no está publi-
cornente, y cuando lo hace siempre lo es en un sentido negativo, cada y, al parecer, tampoco está prevista su publicación en el mar-
24 HEIDEGGER

co de las obras completas; la correspondencia se encuentra, al igual


que el conjunto de las obras póstumas, en el Deutsches Literatu-
rarchiv de Marbach, y su acceso está cerrado para el usuario por
tiempo indefinido. Tan sólo se conocen bien algunas cartas aisla-
das de Heidegger, sobre todo una dirigida a Karl Jaspers; pero cabe JUVENTUD CATÓLICA EN MEBKIRCH
suponer que en Marbach se encuentran cientos y miles de cartas, y LA DISTANCIA RESPECTO
que acaso sean conocidas por el administrador de las obras póstu-
mas de Heidegger, su hijo Hermann. Sería de gran interés saber si
DE LA MODERNIDAD
hubo intercambio epistolar entre Heidegger y el historiador de la
modernidad Wilhelm Busch, «bismarckiano» declarado y rector
arece más irrelevante para un filósofo que el lugar de su
de la Universidad Philipps en 1927, el año de la celebración del
cuarto centenario de esa institución. Otro tanto cabe decir de las Nada f .
nac1m1en o. 0
Habría tenido algún significado para el cntlc1sn:.º
r hubiera nacido en Halle en lugar de en Ko;
ka~iangooq:'c~:s~u:~
relaciones entre Heidegger y su colega de Friburgo Jonas Cohn,
quien tuvo que emigrar después de 1933. Hasta donde yo sé, Hei- la patria escocesa de sus progenitores? ¿tQue
degger no nombra a ninguno de los dos en sus obras, como tam- ms er '. 1 He el ue enseñaba en Berlín con su Stuttgar na-
poco en sus lecciones publicadas; sin embargo, los conocía bien hüos uman a . g q d 1 «deben> kantiano se impone como
tal? Pero, del mismo mo o, e He el ha llegado
personalmente, y es muy probable que se diera algún tipo de in- irlud «prusiana», y lo «suabo» que hay en g d .d
tercambio entre ellos. Aún más lamentable resulta, en el sentido una v b . . S· b. go a lo largo e su v1 a,
estricto de lo biográfico, la inaccesibilidad di; la correspondencia a ser objeto de varios tradaJOS.a'smq::ni~gfui otro filósofo en una
H ·d gger ha permanec1 o m .
mantenida entre Heidegger y Hannah Arendt, que durante algunos e1 e. h - meramente externa con su lugar de ongen,
años de la época de Weimar fue, posiblemente, una corresponden- ª
relac1on estrec Yno · · fu ra enterrado allí.
cia amorosa, al menos en la medida en que la descripción de la vida Y es~~dfaj':'::~~ ~:~~:lq~eq:~ !~~~~:~to ~e Ra~olfzell .a Sichma-
de Hannah Arendt realizada por su discípula Elisabeth Young- v . d un aisa· e accidentado, mas bien aspero que
Bruehl sea fiable, lo que nadie duda. Por supuesto, no cabe atri-
buir a una mala conciencia o a una mera delicadeza el que la pu-
ring~1;;b~!ras:e~:e:ga u~a h.;1ra en MeB!irch para tor:iar unlrtpido
agra
lmuerzo 'd'f'1 1c1·1mente se llevará una honda impresión de 1ugar. .a
blicación de la correspondencia citada no se haya producido y, tal
vez, nunca llegue a producirse; la publicación de las obras y de las
~ 1ca~ino que conduce del aparcamiento al restaurante, e ~1 -
.ne . ntenerse sobre una angosta acera a escasa is-
lecciones debía tener, sin duda, prioridad. Pero se ha de tener pre- iero .tendr~ m~
que de las viejas y no del todo cuidadas casas,
sente la limitación de las fuentes si se quiere comprender por qué
un estudio, que tematiza tanto la vida de Martin Heidegger como
tancia ldt. ~~!;~: d~~ carreteras federales circula bullicioso a tra-
pues e ra - . dad de a enas más de cinco mll habitantes,
la obra, dirigiendo sobre todo la atención a la relación del pensa- vés· de una1pequena cm . . Palgun' dinero para la construcción
dor con la política y la historia, no puede ser una biografía en la parecer necesltanan ·
qmenes, a ' . .. . allá parece como s1 a1-
que el carácter individual del protagonista se sitúe en un primer - de una carretera de circur,ivalac1on, y aqU: y d 1alero de
plano.
ún camión hubiera dernbado un peqi;~no fragment~ e arece
g d.f. . L posada en la que el viaiero se refugia, se p
une 11c10. a ' b t umo·
mucho a un neg.oc10 ~::¡/ha a ofrecido más lectura que el perío-
. 1 habrá de esperar un uen ra o a s

~~~~al~~:i.t:: :~sq~ue probatie es que ese,viajero se ~iga para sus


adentros: ¡a qué atrasado poblacho he vemdo a parar.

[25]
26 HEIDEGGER JUVENTUD CATÓLICA EN MEBKIRCH ... 27

Por supuesto, el viajero no se habría tomado el tiempo necesario minencia de nuevos tiempos, y también que había que decir adiós al
para subir al punto más alto de la ciudadela, donde se eleva la iglesia esplendor medieval. Y si, a pesar de todo, aquel viajero se dirige des-
parroquial de San Martín, por lo que no habría podido admirar su de- de Blaubeuren hacia Ravensburg, pasando por Zwiefalten, RiedJin-
coración interior barroca ni el castillo de los príncipes de Fürsten- gen, Bad Schussenried y Bad Waldsee, y luego desde la Nordspitze
berg, que forma un gran complejo con la iglesia y el <~ardín real». del Bodensee hacia Beuron pasando por Pfullendorf, el Kloster Wald
No habría visto el cuadro del altar, pintado por el «Maestro de MeB- y MeBkrich, se planteará quizas tma pregunta un tanto extraña: ¿qué
kirch», que representa a los tres Reyes Magos, entre los cuales ªIJª- diría un visitante extraterrestre que, después del fin de la humanidad,
rece, en completa igualdad de derechos, el negro Gaspar. Y, solire visitara Ja Alta Suabia )f los Estados modernos restantes y pudiera re-
todo, no se habría dado cuenta de que se puede presionar sobre el re-1 construir la antigua realidad a partir de esos restos? Quizá dijera: aquí
trato de un jínete yacente, situado en la parte trasera del espacio in- vivieron animales inteligentes que hábilmente púsieron en juego sus
ter;or, y entonces surge ante la vista un esqueleto. A quienes viven recursos con el objeto de lograr un modo de vida confortable para to-
alh se les muestra la vida y la muerte, el tiempo y la eternidad en gran- dos Jos individuos, y allí existieron seres cuya vida trascendió el lí-
de.s cuadros, símbolos y construcciones. Y si nuestro viajero fuera un mite de lo individual y creó algo que abrió una nueva dimensión, in-
afic10;iado al arte y filósofo, que no tuviera prisa, seguiría entonces conmensurable con el rasero del bienestar individual.
la «Via ~arroca de la. Alta Su.abia», y se encontraría una y otra vez A la sombra de la iglesia de San Martín creció el joven Heidegger,
co.n esplendidas iglesias y antiguas abadías del Imperio, con ayunta- hijo del sacristán y tonelero Friedrich Heidegger y de Johanna, cuyo
m1ent~s de refmado. estilo. en el centro de las plazas espaciosas de las apellido de soltera era Kempf. Sin embargo, el 26 de septiembre de
pequenas cmdades nnpenales libres, con residencias principescas y 1889, fecha de nacimiento del filósofo, la iglesia se encontraba to-
castillos de la Orden alemana. Esta tierra de la Alta Suabia, empla-, davía en manos de los católicos tradicionales, de modo que el bau-
zada entre el Bod~nsee y el Danubio, en la que no hay ni una sola tizo hubo de celebrarse en una iglesia improvisada; pero aún no se
grnn cmdad, todavia es hoy reconocible como una región de la Igle- había ocupado la modesta casa del sacristán, situada justo debajo de
sia y de la nobleza. Como causas históricas de lo anterior cabe men-. la iglesia. Existe el rumor según el cual el 1 de diciembre de 1895,
c10nar la dispersión política que tras el final del dominio de la dinastía día en que Ja iglesia fue restituida a los católicos romanos, el sacris-
de los Hohenstaufen hizo que surgieran aquí un buen número de te- tán de los católicos tradicionales devolvió las llaves al hijo de seis
rntonos mdependientes: abadías, condados, residencias de la caba- años de su colega, evitando así un encuentro personal que no desea-
llería imperial, ciudades imperiales libres. Así, durante mucho tiem- ba. De este modo fue como cayó sobre la infancia del muchacho la
P? el dominio de MeBkirch estuvo en manos de los barones de sombra de un suceso que hundía sus raíces en una decisión perte-
Z1mmem, uno de los cuales compuso en el siglo XVI la Zimmerns- neciente a la historia universal y cuya repercusión inmediata, sin em-
che Chro_nik. Más tarde pasó a ser propiedad de los condes y prínci- bargo, se reveló en Alemania como un mero episodio.
pes de Furstenberg, hasta que el pequeño territorio fue adjudicado al • Enjulio de 1870, inmediatamente antes del estallido de la gue-
Gran Duc.ado. d.e Baden tras el Reichsdeputationshauptschluj3. Nada rra germano-francesa, el Primer Concilio Vaticano erigió en dogma
resulta mas facil que denunciar esa «dispersión feudal» y detallar el . la infalibilidad del papa. Con ello se mantenía -si bien enfrentada
Co11Jun_to de tributos con los que fueron oprimidos los campesinos de a una notable resistencia, procedente sobre todo de las filas de los
la reg10n para penmtlf el lujoso tren de vida y la incansable actividad obispos alemanes- la política de autoafirrnación integral del cato-
constructora de obisp.os y abades, barones y condes. De hecho, se licismo frente al liberalismo, política que había encontrado su ex-
produjeron enfrentamientos en la propia región, y no sólo en la for- presión más controvertida en 1864 con el Syllabus Errorum. Una de
ma de la autoafirmación de la burguesía de las ciudades. La Revolu- sus consecuencias fue la Kulturkampf, que comenzó en 1871 durante
ción de 1848 tuvo en el «Seekreis» badense a uno de sus más firmes el Imperio alemán y que tuvo sin duda muchas causas, siendo otra
puntos de apoyo; ésta fue la tierra de los Hecker y Struve y de la más de sus consecuencias el nacimiento del catolicismo tradicional (Alt-
temprana proclamación de una república alemana Se presentía la in- katolizismus ). Al tradicionalismo que cabría atribuir a simple vista
28 HEIDEGGER JUVENTUD CATÓLICA EN MEBKIRCH ... 29

al establecimiento de una organización que rechazaba las «innova- te, las parroquias recién formadas reclamaron su parte de las_ igle-
ciones» habría que añadir, sin embargo, un fuerte acento naciona- sias y de los bienes de la Iglesia; sm embargo, como el comun_1cado
lista dirígido contra las «pretensiones de poder romanas», así como papal los consideraba cismáticos, los católicos romanos considera-
una tendencia liberal que presionaba para conseguir la supresión del ron sacrílego que los católicos trad1c10nales tuviesen iglesias tan
celibato y de la confesión oral, efectuando así un claro acercamien- pronto como el Estado ordenó el uso compartido de aquéllas. Así
to al protestantismo. En Baden y en toda la región del Bodensee era fue como los católicos romanos perdieron en MeBkirch, no sólo la
especialmente fuerte ese catolicismo tradicional, que fue protegido pequeña iglesia del hospital, sino también y por último la iglesia de
de diversas formas por el Estado, ya que allí podía fundarse en la San Martín. Por un tie!11Pº Paljeció como si los ca~ólicos. tradiciona-
tradición del «wessenbergianismo», aquella oríentación del catoli-· les hnbieran prevalecido, pues en general tamb1en aqm los miem-
cismo alemán, ilustrada y de tendencia nacional-eclesiástica, que bros adinerados e instrnidos de'la parroquia se pasaron a las filas de
tuvo su centro hasta 1821 en el vicaría general de Constanza, Ignaz, aqnéllos. Es posible, sin duda, observar en este punto una analogía
barón de Wessenberg. Conrad Griiber, más tarde arzobispo de Fri- con la controversia suscitada entre los judíos reformistas y los orto-
burgo y natural de Me!lkirch, descríbió la lucha sostenida entre los doxos. La siguiente frase de Griiber nació a todas luces de vivencias
católicos romanos y los católicos tradicionales en extensos artículos concretas: «Sabemos, por una amarga experiencia propia, cuánta ale-
publicados en el Freiburger Diozesan-Archiv entre 1911 y 1922, épo- gria juvenil fue destruida en aquellos duros años en que los niños
ca durante la cual ejercía como párroco en Constanza. Incluso en la católicos tradicionales, más ricos, despreciaban a los católicos ro-
exposición, bastante partidista, de Griiber se hace patente hasta qué manos, que eran más pobres, y a sus sacerdotes, y los apaleaban y
punto la promulgación del dogma de la infalibilidad había inquieta- sumergían en pozas para volverlos a bautizar»'. Mas, gradualmen-
do a los católicos alemanes, y hasta qué punto presionaron los cul- te, se fue imponiendo el número mayor y el compromiso más fuer-
tivados y adinerados miembros de la parroquia para presentar resis- te; un primer indicio de ello lo supuso la constrn_sción de_ una igle-
tencia a la visión medieval de Roma y para no oponerse al Zeitgeist sia provisional con la ayuda de los monjes de Beuron, y fmalmente
de la fundación del Reich, que durante mucho tiempo fue el Zeit- se devolvió la iglesia de San Martín a los católicos romanos. En 1900
geist del liberalismo nacional y de su lucha contra los «enemigos del llegó a Me!lkirch el sacerdote Camillo Brandhuber, un reconocido
Reich». De ello resultó, con un fuerte apoyo por parte de las autori- «párroco del Zentrum» que allanó al dotado hijo del sacristán Frie-
dades, la formación de parroquias del catolicismo tradicional y la drich Heidegger su camino hacia el colegio del seminario arzobis-
designación de un obispo propio. En este punto desempeñaron un pal de Constanza, la Konradihaus, y de ahí, a partir de 1903, co-
papel significativo tanto en Constanza como en Me!lkirch los anti- menzó a cursar el cuarto curso de segunda enseñanza, la Untertertia,
guos campeones de la Revolución de 1848, quienes ahora se h¡ibía en el instituto de humanidades. El rector de la Konradihaus era Con-
convertido en funcionarios públicos o alcaldes. Griiber menciona al- rad Griiber. Brandhuber, Griiber, los padres y también, sin duda, el
gunas expresiones características del periódico local de Me!lkirch, joven Martin daban por sentado que ese sería el inicio de su camino
expresiones que permiten reconocer que la tradición ilustrada libe- hacia la profesión de sacerdote.
ral había fonnado una estrecha alianza con el nuevo Reich de Bis- La carta de felicitación de su hermano Fritz, escrita con moti-
marck: «El Reich alemán debe convertirse en el refugio de todo aque- vo del octogésimo aniversarío del filósofo, proporciona la impre-
llo que el Syllabus papal ha condenado como anaterrum; lo que importa sión más viva que cabe encontrar de la infancia de Heidegger. Mar-
es luchar contra los «romanos», «limpiar el país de sus enemigos in- tín había sido un buen nadador y patinador sobre hielo, pero también
ternos y devolver al Reich alemán la calma y la paZ» 1• Naturalmen- había ayudado mucho en el taller de su padre con la preparación
de la madera para fabrícar toneles, a partir de la cual se obtenían
1
Conrad GrOber, «Der Altkatholizismus in MeBkirch. Die Geschichte seiner
Entwicklung und Bekiimpfung», Freiburger Diiizesan-Archiv, Nueva Serie, t. 13
2
(1912), p. 141. Ibídem, p. 158.
30 HEIDEGGER JUVENTUD CATÓLICA EN MEBKIRCH. .. 31

tinas, cubas, barriles y toneles de roble para el vino. Los padres, so de las estaciones, de modo que atravesaba los corazones jóve-
según cuenta Fritz, no eran ni pobres ni ricos desde el punto de vis- nes los sueños, las oraciones y los juegos un continuo repicar.
ta material; eran «pequeñoburgueses acomodados», pero entre ellos Co~ ella se salvaguarda uno de los misterios más mágicos, sagra-
el ahorro se escribía con mayúsculas. El hermano del filósofo tra- dos y perdurables de la torre, para que, transformado e irrepeti-
ta el asunto de la controversia entre católicos y católicos tradicio- ble, sea regalado siempre, hasta la última campanada en el alber-
nales con las siguientes palabras: «En sus años jóvenes, nuestro gue del ser.»
padre y nuestra madre vivieron muy de cerca el fanatismo de los ¡Un mundo perdido!, dirán todos, el uno con ligera tristeza y
dos bandos enfrentados en la llamada Kulturkampf de MeJlkirch, el otro con la certeza propia del moderno progresismo. Pero, al
así corno sus dolorosas consecuencias. A raíz de estos sucesos im- igual que la magnífica iglesia barroca de Steinhausen -la iglesia
pactantes, su actitud y su modo de pensar se fue volviendo con los rural más hermosa del mundo, corno se la denornma en Deh10-
años -casi inconscientemente- cada vez más animado y pene- no puede quedar «anticuada» por ningún rascacielos, así este an-
trado de aquello que hoy en día se denomina disposición de ánimo gosto mundo, que hunde profundamente sus raíces en el pasa-
ecuménica. La plaza de la iglesia y el populoso vecindario des- do, podría engendrar, en la confrontación de sus miembros con
prendían un espíritu humano» 3 . La madre, prosigue Fritz, era una la tan diferente existencia industrial y metropolitana, un futuro
mujer alegre y vital, una artista en el embellecimiento de los alta- más rico de lo que es capaz de generar el mero ir a la deriva en
res antes de las fiestas religiosas más señaladas; el padre, en cam- Ja corriente nivelada de la modernidad. «MeJlkirch» puede ser,
bio, era un hombre muy callado que, sin embargo, corno sacristán de hecho, un mejor punto de partida para el filosofar contem-
y artesano también supo mantenerse siempre en contacto con to- poráneo que Nueva York.
das las capas de la población. Pero aún más impresionante resulta Sobre los años que el joven Heidegger pasó en Constanza tan
la descripción que el proJ?io Martin Heidegger ha ofrecido sobre sólo quiero decir que a lo largo de su vida siempre permanecería
una de las experiencias más importantes de su niñez, descripción en contacto con sus compañeros de clase, incluso en 1928, cuan-
que aparece en el breve borrador de 1954 titulado Sobre el enigma do en una carta dirigida a su antiguo prefecto Lang, el filósofo fir-
4
del campanario [Vom Geheimnis des Glockenturms] : «Enlama- m;ba con las siguientes palabras: «Con sincero agradecimiento,
drugada del día de Nochebuena, alrededor de las tres y media, lle- su antiguo alumno Martin Heidegger» 5 . En 1906 se trasladó de
garon a la casa del sacristán los monaguillos campaneros. Allí, la Constanza al instituto Berthold de Friburgo, donde también estu-
madre del sacristán les había dispuesto la mesa con pasteles y café vo en relación con el colegio del seminario, pues sólo podía dis-
con leche[ ... ]. Una vez que todas las linternas estuvieron dispues- frutar de la llamada beca Elinerschen con la condición previa de
tas, avanzaron los muchachos pesadamente por la nieve, precedi- seguir inscrito en aquél. Continuó percibiendo esta beca hasta 1911,
dos por el guía, hasta desaparecer en la torre. Se hizo repicar las por tanto, también durante los dos años posteriores al bachillera-
campanas, sobre todo las mayores, desde el recinto mismo de las to, durante los cuales estudió teología, tal y corno correspondía a
campanas [.. .].Nada más extinguidas las cuatro campanadas ho- la intención del. donador6 • Paso por alto, de momento, todo aque-
rarias de la madrugada de Nochebuena se sumó la campana más llo que sabemos del desarrollo espiritual del joven estudiante, y di-
pequeña: la «tercia», que debía repicar cada día a las tres, recién rijo la mirada a un acontecimiento del año 1910 del que Farías ha
comenzada la tarde[ ... ]. Se daba una misteriosa conjunción, en la
que[ ... ] se aunaban la festividad religiosa, el día de vigilia y el cur-
5
Helmut Maurer, «Martin Heidegger als Mitschülen>, en Ernst Ziegler ( ed),
Kunst und Kultur um den Bodensee, Sigmaringen, 1986, pp. 343-360. Carta al di-
3
Martin Heidegger zun1 Geburstag von seiner Hein1atstadt Mej3kirch (ver rector Lang del 30 de mayo de 1928 desde Marburgo, en Heidegger-Archiv, MeB-
Bibl., n.º 8), p. 61. kirch.
4
Jvlartin Heidegger, Denkerfahrungen 1910-1976, Francfort del Meno, 1983, 6
Sobre este punto, ver Hugo Ott, «Der junge Martín Heidegger. Gymnasial-
pp. 63-66. Konviktszeit 1md Studiu1n», Freiburger DiOzesanarchiv, 104 ( 1984), pp. 315-325.
32 HEIDEGGER JUVENTUD CATÓLICA EN MEBKIRCH ... 33

inferido que lo que determinó al joven Heidegger no fue ningún larizada. También cabe interpretarlas corno el programa de una re-
«espíritu humano», corno suponía el hermano del filósofo, sino novación reaccionaria. Pero también se percibe, sin duda la admi-
el espíritu del fanatismo y del populisrno político, tal y corno ha- ración por un político coetáneo, esto es, po/Karl Lueger, quien hoy
bía estado representado en Austriapor Karl Lueger y Richard von pasa generalmente por «antisemita».
Kralik. Sin embargo, aúu no se ha distinguido lo que sea en realidad el
Se trata de la fiesta de inauguración de un monumento dedica- «progreso». Cuando Ferdinand Lasalle fundó en 1863 la Asocia-
do a Abraharn a Sancta Clara el 15 de agosto de 191 O en su lugar ción general_ de los trabajadmes alemanes, dio un paso al que se
de nacimiento, Kreenheistetten, no muy lejos de Mel\kírch. De ello puede atnbmr una necesidad mterna, es decir, el de la escisión del
informó Heidegger, quien por entonces contaba veintiún años, en «movimiento obrero» repecto del «liberalismo burgués». Mas en
un artículo aparecido en el semanario católico Allgemeine Runds- aquella época existía la convicción generalizada -también la de
chau. Allí alude a la asistencia en el acto de representantes de «Vie- Marx--: de que con ello, Lasalle estaba atacando por la espalda, en
na, ciudad de residencia, capital y ciudad del Reicll», y dice: «Abra- el confhcto const1tuc10nal prusiano, a un «frente del progreso» que
harn a Sancta Clara fue, para una ciudad fuertemente asediada, un se quería umforme, convirtiéndose así en instrumento de la «reac-
hombre providencial, corno lo serían luego un Clernens Maria Hof- ci?rn>, es decir,. de Bisrna~-ck. Pero el liberalismo y la ernancipa-
bauer y el inolvidable Lueger.» El padre redentorista Hofbauer ha- c10n de los JUd10s depend1an estrechamente entre sí, y, aunque el
bía sido canonizado justo el año anterior, y el alcalde de Viena Karl propio Lasalle era de origen judío, algunas de sus declaraciones
Lueger había fallecido unos meses antes. Sin duda habían sido men- tenían un cierto tono antisemita, si bien bastante menos marcado
cionados en muchos dü¡cursos, sobre los cuales Heidegger infor- que las de algunos de sus seguidores. Desde el llamado socialismo
temprano y hasta finales de siglo con el blanquisrno francés, se
mó brevemente en el articulo. Hacia el final del mismo, Heidegger
puede encontrar un marcado «antisemitismo» corno el menciona-
se aparta del estilo característico de los informes y escribe lo si-
do, antisemitismo que ante todo iba dirigido contra «el sistema mo-
guiente: «¡Que nuestra era de la cultura de la apariencia y de los
netarim> y su supuesto causante. Pero no había meramente «bur-
cambios rápidos mire más hacia delante mirando hacia atrás! El
gueses» y «proletarios». Existía la suposición, inexacta y demasiado
ansia de innovaciones, que destruye el fundamento, el frenético
mteresada, de que todos los «pequeñoburgueses» se convertirían
saltar por encima del contenido profundo de la vida y del arte, el
en breve en «proletarios». Se trataba, probablemente, de que lle-
moderno sentido de la vida, fijado en excitaciones momentáneas
garía el momento en que se escindiera un «movimiento pequeño-
en continua alternancia, el bochorno, a veces asfixiante, en el que
burgués» tanto del conservadurismo tradicional como del libera-
se desenvuelve el arte actual de toda especie, ésos son elementos
lismo, y, así, se opondría al «movimiento obrero» socialista. Esto
que apuntan a una decadencia, a un triste abandono de la salud y se llevó a cabo en los movimientos «socialcristianos» de Stocker
del valor trascendente de la vida. Son figuras corno Abraharn a y Lueger; y es una pregunta legítima y necesaria la de si el «anti-
Sancta Clara las que deben seguir dándonos sustento en su conti- semitismo», que en esencia se dirigía contra el liberalismo fue un
nuo obrar silencioso en el alma del pueblo. Aunque sus escritos fenómeno que desempeñara en todo ello algún papel -~l igual
puedan llegar a ser más moneda corriente todavía, su espíritu - como lo desempeñó en el «socialismo temprano»- o si como tal
por no hablar de una repristinación- será un poderoso fermento se situó en la línea ca.tólica y conservadora del Zentrum y, por tan-
para la conservación de la salud y, allí donde clama la necesidad, · to, tuvo que p~rf~cc1onarse en un «antisemitismo de raza», que
para una renovada sanación del alma del pueblo»'. combate a los JUd10s corno a judíos y persigue eliminarlos sin ex-
Es posible considerar estas expresiones corno un lugar común cepción. En Occidente y en la antigua Unión Soviética se consi-
en la crítica cultural de confesión cristiana a la modernidad secu- deraría hoy una calumnia el que alguien afirmara que «el movi-
miento obrero» evolucionó por necesidad interna hacia el
7
Martin Heidegger, DenkeJ:fahrnngen (nota 4), pp. 1~3. estalinismo. Lo mismo debería aplicarse también al movimiento
34 HEIDEGGER JUVENTUD CATÓLICA EN MEBK!RCH ... 35

socialcristiano, y entonces tendría que contemplarse como pura de- empleando un tono de aprobación. Pero mucho más esencial re-
magogia el que alguien haya de pasar por nacionalsocialista o con sulta lo que Heidegger ha referido sobre iiú primera toma de con-
disposición favorable al nacionalsocialismo tan sólo por haber ex- tacto con la literatura filosófica, esto es, con el tratado de Franz
perimentado un sentimiento de respeto por Karl Lueger, quien no Brentano Del significado múltiple del ente según Aristóteles [Van
sólo fue un mero antisemita, sino también un significativo refor- der mannigfachen Bedeutung des Seienden nach Aristoteles] y con
mador social. el escrito del profesor de teología de Friburgo, Car! Braig Del ser.
Mucho menos admisible resulta llamar antisemita a Abraham Compendio de ontología [Vom Sein. AbrifJ der Ontologie]. Esta
a Sancta Clara. Antisemita sólo puede ser aquel para quien la aver: toma de contacto sucedió ya durante la época del bachillerato, por
sión o la lucha contra los judíos ocupa un lugar central en su pen- lo que habremos de regresar al año 1907.
samiento y en su actuación. En cambio, volverse contra los «in-
fieles judíos», que rechazaron a Cristo y lo condujeron a la muerte,
ha sido una característica del cristianismo como tal a lo largo de
toda su existencia pasada, pero el cristianismo nunca quedó ab-
sorbido por esta oposición. El judaísmo es la religión madre del
cristianismo; afirmar que el cristianismo no debió ser «antisemi-
ta» es lo mismo que afirmar que el cristianismo no debió nacer.
Naturalmente, dependiendo de las cambiantes condiciones histó-
ricas puede volverse a subrayar lo común en lugar de lo opuesto,
pero ese no era el caso en la época de Abraham. Abraham fue ante
todo un cristiano y, por eso mismo y en estrecha conexión con ello,
también un indudable «antisemita» que llevaba la impronta del gro-
bianísmo del barroco y cuyas palabras.ª menudo reflejaban un con-
tenido bastante supersticioso. Si se examina el índice de materia~
de la antología elaborada por Karl Bertsche, antología que Hei-
degger utilizó con toda probabilidad, encontramos, entre otros, los
siguientes títulos: «Sucesión de Cristo», «La conciencia», «¿Qué
es el mundo?», «La muerte», «Los burócratas y los cortesanos»,
«La situación del matrimonio; lo que es», «Las aberraciones de
la moda», «Los altivos», «¿Qué es el hombre sin Dios?», «El cas-
tillo», «La guerra», «La peste». El nombre <gudío» sólo aparece
en la expresión «por qué Jesús vino al mundo en la tierra de los
judíos», pero quien tenga por correcto tratar a quienes murieron ya
hace tiempo con conceptos modernos, podría también inferir del
epígrafe «La vanidad femenina» la prueba de que Abraham había
sido «antifeminista». Todo lo que se puede decir en justicia es que
no fue ningún «feminista» y ningún «filosemita» en nuestro sen'
tido moderno.
Sin embargo, la referencia a este artículo de juventud no es ino-
portuna, pues marca el punto en el que Heidegger, por primera y
única vez durante muchos años, menciona a un político conocido
LOS INICIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER 37

démica partió de dos hombres a los que nombraré expresamente


aquí en su recuerdo y agradecimiento: el uno fue el profesor de
teología sistemática Car! Braig, el último de la tradición de la es-
ENTRE LA ESCOLÁSTICA, EL NEOKANTISMO cuela especulativa de Tubinga, la cual proporcionó categoría y am-
Y LA FENOMENOLOGÍA: plitud a la teología católica a través· de la controversia con Hegel y
Schelling; el otro fue el historiador del arte Wilhelm Vi:ige».
LOS INICIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER El tratado de 1963 menciona a las mismas personas y subraya,
con más fuerza aú'n, el significado de las Investigaciones lógicas
de Husserl. Como impulso esencial para su pensamiento se men-
Los inicios del filosofar de Heidegger se remontan mucho más ciona la contradicción que aparentemente existe entre el primer vo-
allá del año 1910, y, para no correr el riesgo de que los multa de los lumen de las Investigaciones, que había demostrado la irreducti-
pormenores biográficos omitan el multum .de aquello que i!Uporta- ble singularidad ~e los contenidos lógicos y de las leyes del
ba realmente a Heidegger, habremos de dmg1rnos a esos 1mc10s an- pensamiento, comfüitiendo de este mod0 el «psicologismo», y el
tes de volver la mirada hacia las estaciones ulteriores de su vida. segundo volumen, que describe cuáles son los actos de conciencia
Heidegger redactó diversos escritos sobre su trayectoria intelec- esenciales para la constitución del conocimiento, por lo que pare-
tual y profesional, de los cuales aún habremos de. mencionar algunos. ce tratarse de una psicología. La publicación en 1913 de las Ideas
Sin embargo, tan sólo se pronunció en dos ocas10nes sobre su desa- relativas a una fenomenología pura y una filosojia fenomenológi-
rrollo espiritual, la primera en 1957, en el discurso inaugural de la ca [Ideen zu einer reinen Phdnomenologie undphdnomenologis-
Academia de Ciencias de Heidelberg 1, y la segunda en el ensayo de chen Philosophie] de Husserl áportó una respuesta a aquella cues-
Mi camino a la fenomenología [Mein Weg in die Phanomenologie]'. tión. La «subjetividad trascendental» aparece ahora como el auténtico
En el discurso inaugural se dice: «En 1907, un amigo paterno objeto de la filosofia, siendo el fin de ésta la «investigación, siste-
oriundo de mi patria natal, el más tarde arzobispo de Friburgo de máticamente proyectada y asegurada, de la estructura de los actos
Brisgovia, Conrad Gri:iber, me dio en mano la disertación de Franz vivenciales y la investigación de los objetos vividos en esos actos
Brentano Del significado múltiple del ente según Aristóteles (1862) respecto de su objetividad».
[... ] . La pregunta por la simplicidad de lo múltiple en el ser, que Como una nueva obra inscrita dentro de la escuela fenomeno-
por entonces se despertaba sólo de forma oscura, vacilante Y.des- lógica, Heidegger menciona «la significativa investigación de Max
valida, siguió siendo a lo largo de muchos desmayos, extrav1os y Scheler "Sobre la fenomenología de los sentimientos de simpatía
perplejidades el motivo constante del tratado Ser y tiempo, apare- y de amor y odio"». Sin embargo, la «perplejidad», continúa Hei-
cido dos décadas después.» A continuación menciona Heidegger degger, fue disminuyendo cuando, a partir de 1916, el año del lla-
la lectura de las Investigaciones lógicas [Logische Untersuchun- mamiento a cátedra de Husserl a Friburgo, «pudo encantarse per-
gen] de Husserl, los seminarios prácticos de Ricl~ert y l.os escritos sonalmente [con el fundador de la fenomenología] en su estudio».
de Emil Lask. Luego prosigue: «La determmac10n dec1s1va y, por Las frases decisivas, con las que caracteriza su comprensión recién
tanto, no expresable con palabras para mi posterior docencia aca- alcanzada, son las siguientes: «Lo que en la fenomenología de los
actos de conciencia se entiende como el manifestarse-a-sí-mismos
1
[sich-selbst-Bekunden] los fenómenos es pensado ya originaria-
Martin Heidegger, Discurso inaugural, en el prefacio a las obras completas
(ver Bibl. n.º 22), t. 1, <<F1ühe Schriften», pp. 55 ss. . mente por Aristóteles y en todo el pensamiento y existencia grie-
2 Accesible sobre todo en: Martin Heidegger, Zur Sache des Denkens, Tubin- gos como alétheia, como el desocultamiento [ Unverborgenheit] de
ga, 1969, pp. 81-90. lo presente [Anwesenden], su "salir de la ocultación" [Entbergung],
su mostrar-se [sich-Zeigen ].» Pero la pregunta se toma más insi-
[36] diosa aún: «¿De dónde y cómo se determina lo que, según el Prin-
38 HEIDEGGER LOS !N!C!OS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER 39

cipio de la Fenomenología, tiene que ser experienciado [erfiihrt] tíon sería del todo improductivo: ¿Existen en estos autores ele-
como la cosa [Sache] misma? ¿Es la conciencia y su objetualidad mentos precursores del compromiso de Heidegger de 1933? No Jos
[ Gegenstiindlichkeit], o es el ser del ente en su desocultamiento y hay, y, como sea que esos autores fueron para :¡jeidegger de una
ocultación [Verbergung]? Así fui encaminado hacia la pregunta del importancia mcomparablemente mayor que Abraham a Sancta Cla-
ser, iluminado por la postura fenomenológica, inquietado de nue- ra, el planteamiento anterior no puede en realidad ser relevante para
vo y de otro modo ~orlas preguntas que partieron de la disertación el filósofo Heidegger. Seguramente determinarán con mayor fuer-
de Brentanm>. za la dirección de la investig_ación las siguientes cuestiones, que
Franz Brentano y Car! Braig eran representantes de la rama parten de tres conceptos que niepaHlcen especialmente distintivos
neoescolástica de la filosofía, que se remonta a Aristóteles y se del pensamiento de Heidegger y dignos de ser cuestionados por la
apoya en Tomás de Aquino; Heinrich Rickert y Emil Lask eran ne- reflexión:
okantianos de la llamada Escuela Alemana Suroccidental; Edmund
Husserl y Max Scheler eran representantes de la fenomenología, 1. La distinción entre ser y ente, Ía ((diferencia ontológica»:
que habían nacido de la controversia con el psicologismo, aunque, ¿qué significa en realidad esta distinción? ¿Es obligada? ¿La tra-
según parecía, tematizó algunos fenómenos psíquicos en una me- tan otros pensadores de la misma forma, y, llegado el caso, de qué
dida hasta entonces desconocida en la filosofía («sentimientos de otra forma?
simpatía»), mientras se remitía a la vez al modo «trascendental>> 2. La correspondencia mutua entre «ser» y «ser-ahí», es de-
kantiano de plantear el problema fundamental. Nos llevaría dema- cir, hombre. ¿Hasta qué punto no es esa copertenencia aquella que
siado lejos describir la creación de estas escuelas, reproducir el subyace al solipsismo o, mejor dicho, al ((antropipsismo», y que
contenido de sus doctrinas y exponer las diferencias individuales tal vez se hace manifiesta en la célebre frase de Berkeley «esse est
entre sus representantes, con el objeto de hacer comprensible al percipi», aunque también en la sentencia de Parménides ((To gar
final los elementos de novedad presentes en los inicios de Hei- autó esti noeín te kai einai»?
degger; esta investigación pertenecería, más bien, al ámbito de la 3. El concepto de ahí resultante, a saber, que puede darse un
filosofía. Un camino diferente y más corto es el de decidir si no ((ente sin-ser» [sein-loses Seiendes], que el ente puede devenir
debe romperse la conexión con la vida de este individuo y con la «más ente» [seiender] en determinadas circunstancias, que «sin
historia de la época. Creemos que no. Por ello, tras una revisión in- el ser, todo ente permanecería en la ausencia de ser [Seinlosig-
troductoria de la disertación de Brentano habremos de contentar- keit}». ¿Cómo podrá hacerse inteligible un concepto tan paradó-
.. ?3
nos con tomar como objetos de estudio una obra de cada uno de jlCO . .

los autores mencionados por Heidegger con especial énfasis. Así,


de Car! Braig tomaremos su obra Del ser. Compendio de ontolo- En la disertación de Franz Brentano se menciona debajo del tí-
gía [Vom Sein. AbrijJ der Onto/ogie, 1896]; de Emil Lask, La lógi- tulo (en griego, por supuesto) una expresión de Aristóteles de im-
ca de la filosofía y la doctrina de las categorías. Un estudio sobre portancia central para la filosofía: «Lo ente se dice de muchas ma-
la región de dominio de la forma lógica [Die Logik der Phi/osop- neras.» Justo al principio del texto se encuentra una definición de
hie und die Kategorienlehre. Eine Studie über den Herrschaftsbe- la «ciencia primera» que Heidegger cita a menudo: «Hay una de-
reich der logischen Form, 1911]; y, por último, la obra de Edmund terminada ciencia que considera el ente como ente y aquello que
Husserl Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía a él mismo le corresponde.>> Esta ciencia difiere de toda ciencia
fenomenológica. En breve abordaremos también otros dos escritos parcial. El ser es el más general de todos los caracteres, y «el ente»,
de Car! Braig. por tanto, no es en modo alguno el género supremo, si bien pue-
Sin embargo, esta tarea sería demasiado difícil y amplia, y nos
desviaría de nuesto tema, si no la emprendiésemos desde puntos 3
Martin Heidegger, Was ist Metaphysik?, epílogo, Francfort, 1949 (5.ª ed.),
de vista bien determinados. El siguiente modo de plantear Ja cues- p. 41.
40 HEIDEGGER LOS INICIOS FILOSÓFICOS l'lE HEIDEGGER 41

den realizarse distinciones. Así, a uno se le llama ente «porque es De ahí que Car! Braig comience su libro Del ser con una cita
sustancia (usia), a otro, porque es propiedad de la sustancia; a otro, del Jtineratio mentis in deum de Buenaventura, en el que se dice lo
porque es un camino que conduce a la sustancia o es corrupción siguiente: «El ser es, por tanto, aquello que pasa en primer lugar a
de la sustancia o privación de las formas sustanciales o cualidad formar parte del intelecto. Resulta sorprendente la ceguera de aquel
de la sustancia[ ... ] o porque es una negación de algo semejante a intelecto que no toma en consideración eso que él ve ante todo y
la sustancia o de la sustancia misma. Por ello decimos también que sin lo cual no puede conocer nada. Mas, al igual que el ojo, que se
lo que no es sería un no-ente»4 • A estas grandes distinciones per- adapta a las variadas diferencias de los colores, no ve la luz me-
tenecen además la de dynamis y énergeia, la de on has a/ethés o diante la cual ve todo lo demás, y cuando la ve no la percibe ex-
bien pseudos y también las categorías. Con respecto a la verdad, presamente; así también el ojo de nuestro espiritu, al dirigirse_a las
Brentano llama la atención sobre el hecho de que Aristóteles deja cosas individuales y generales que son, no percibe al ser nusmo
por lo general que la verdad habite en el enunciado, pero a veces con independencia de cada género, aunque el ~er sale el primero
también habla de «cosas verdaderas o bien falsas». Sin embargo, al encuentro del espíritu, y éste ve a través de aquél lo otro.» Pero,
ninguna concordancia o no-concordancia de nuestro pensamiento justamente porque la «comprensión del sern [Seinsverstiindnis]
con las cosas altera en algo el hecho de que las cosas son inde- (por utilizar de paso una expresión tardía de Heidegger) precede a
pendientes de nuestro pensamiento. Aparte de la «sustancia», a las cualquier otro conocer y comprender es por lo que, cuando el es-
categorias pertenece, por ejemplo, la cantidad, la cualidad, la rela- píritu se dirige a él, le parece que no ve «nada». Para Buenaventu-
ción, la posición y el punto temporal. Ellas pertenecen al ente mis- ra es indudable que este «sern, sólo bajo cuya luz el ente puede ser
mo, aunque no hay que pasar por alto un notable parecido con la conocido, no es algo así como una creación o fundación del hom-
gramática. Mas para Aristóteles, la sustancia, «en su sentido pro- bre, sino que, por el contrario, el hombre sólo puede existir como
pio», es ente, al igual como los accidentes o relaciones, y en últi- creación o fundación de ese ser sin negatividad.
mo término distingue Aristóteles entre las sustancias finitas, que Para el propio Car! Braig, tampoco cabe en su libro ninguna
nacen y perecen, y la sustancia primera-el motor inmóvil-, que duda de que todas las distinciones presentes en el seno de la «cien-
es Dios. La ontología escolástica es, de este modo, sutil y abstrac- cia del ser general» -como la discusión sobre el ser-real y el ser-
ta, pero enteramente «realista»; quien de ella se ocupe tendrá que necesario, sobrn el ser-qué y el ser-ahí, sobre esencia y esenciali-
ser la antítesis del periodista, del político o del historiador. dad o sobre el ser-cómo de la temporalidad- conducen en última
Ella proporciona al hombre una posición firme en un mundo instancia al «fundamento del ente». Y Dios puede ser conocido
que él mismo no ha creado y que se fundamenta en un creador, como ese fundamento, de modo que el hombre es capaz de orien-
cuyo ser se diferencia por ello de todo ser creatural, pues no está tarse dentro del orden de Dios y dirigir su vida de manera que pue-
determinado por negaciones ni, en consecuencia, por la tempora- da conducir su vida, con la ayuda de una revelación supraintelec-
lidad. Así, el hombre no se distingue de las demás criaturas, dis- tual y no antiintelectual, hacia la «bienaventuranza eterna».
tinguiéndose, sin embargo, de ellas con claridad por tener un con- Desde esta seguridad, Car! Braig se convirtió en 1911 en após-
cepto de ese ser sin negatividad alguna y por concebir el no-ser tol de aquel antimodernismo que había sido explícitamente for-
como una especie de ser. Por ello, la filosofía escolástica no con- mulado en la encíclica de Pío X Pascendi dominici gregis. El mo-
siste en modo alguno tan sólo en un nutrido número de «distin- dernismo priva a la verdad y al conocimiento de la verdad de su
ciones» abstractas, sino que ella se convierte en «mística» tan pron- fundamento ontológico, fundándolos en vivencias subjetivas o en
to como dirige su mirada al «Uno», con el que el hombre o, mejor estados de ánimo, en «certezas prelógicas» y en cosas semejantes,
dicho, el intelecto se encuentra en una relación singular. que al final conducen forzosamente al escepticismo, pues niegan
la posibilidad de un conocimiento racional y de una «aprehensión
4
Franz Brentano, Von der mannigfachen Bedeutung des Seienden nach Aris- por el pensamiento de lo suprasensible y de lo divino». El libera-
toteles, nueva impresión, Darmstadt, 1960, p. 6. lismo, que sitúa al sujeto individual autónomo en el punto medio,
42 HEIDEGGER LOS INICIOS FILOSÓFJCOS DE HEIDEGGER 43

es, por ello, no sólo nn error, sino también un pecado. En último un predicado específico restringido a aquella esfera en la que se
término, intenta derivar el conocer de lo conocido y hacer de Dios da también un acaecimiento y un nexo causal. En cambio, lo ló-
un producto de la humana filosofía. Sin embargo, la verdad es que gico es un no-ente, algo que no es realmente efectivo [Wirkli-
«Nuestra alma es nn alma distinta de la sensible, material, porque ches]; no «es», sino que «vale». Pero sólo porque los hombres
se da, se agita, se conduce, de un modo completamente diferente cuentan con la categoría del «sern y, además, con categorías ta-
de todo lo que se puede meramente ver, palpar, oír, oler y gustar, les como las de coseidad y causalidad, nace a partir del mero ma-
de todo lo que es sólido, inerte, pesado e impenetrable» 5 . terial de las impresiones sensibles nn mundo. El ser no es, por
Pero el hombre sólo es capaz de ser «distinto» del modo descri- tanto, idéntico en modo algnno al ente, si bien el hombre indivi-
to porque es, en cuanto espíritu finito, nna criatura del espíritu infi- dual no suele percatarse de ello, dirigiéndose al ente como si se
nito, «el hijo predilecto del bien infinito». Partiendo de ahí es posi- tratara de un dato no problemático. El hombre se encuentra por
ble fundar la ética, a la que Car! Braig queria dedicar un libro específico, ello de ordinario «olvidado del sern [seinsvergessen]. Y este tér-
0

así como también a la noética, a la psicología, a la estética y a la teo- mino, que tan importante sería para lleidegger más tarde, apare-
logía. Pero sobre todo se trataba del concepto de la dignidad huma- ce también en Lask, y lo hace con nn significado más radical aún,
na, que naturalmente seria superfluo si el hombre se hubiera de con- un significado que no se puede encontrar sino sólo construir, pues
cebir como nna bacteria, como una bestia o como un puñado de barro. con él se suprimíría la diferencia entre el hombre y el animal. Se-
Este aristotelismo cristiano, con su extensiva interpretación ría aquel caso en el que nosotros, «por así decir olvidados del
del mnndo, es con seguridad un tipo de platonismo. Emil Lask, mundo, es decir, olvidados del ser y de la realidad efectiva, de-
el filósofo de Heidelberg, amén de discípulo de Rickert y amigo jamos que todo pase sobre nosotros sin traerlo a un mundo de co-
de Lukács, aparece como el neokantiano que buscaba abrir nn ca- sas y acontecimientos, pues el paso hacia la realidad efectiva se-
mino de vuelta hacia la metafísica; sin embargo, transforma la ría, precisamente, el paso hacia el contenido de validez categorial.
teoría platónica de los dos mundos al distinguir entre lo no-sen- Así se comporta enteramente el animal, cuyas reacciones ante el
sible, lo suprasensible y lo contrasensible, equiparando al último "mundo exterior'? cabe suponer que no se erigen en pensamien-
con lo lógico en cuanto lo válido [das Geltende]. Por el hecho de
tos sobre el mnndo, las cosas y la causalidad» 7 . Por tanto, la dis-
que el hombre conoce las determinaciones más generales, como
tinción entre ser y ente es necesaria a juicio de Lask. Pero ella no
son la sustancialidad y la causalidad, también le resulta accesi-
se refiere a la totalidad del mundo, pues lo válido posee el ca-
ble del mismo modo lo suprasensible, esto es, Dios. Y lo válido
no posee nna existencia superior al ente sensible; al contrario, es rácter de lo que no es realmente efectivo, de lo que no es. Tan
una forma que vale para aquél y sin nn contenido propio, aunque cierto es que Lask no quiere negar lo «suprasensible» como que
sin ella lo «material» no produce ningún «sentido»; sin embar- con él nos encontramos muy alejados del concepto de ser de la
go, por su parte también puede convertirse en materia de una for- escolástica.
ma más abstracta o general. «El ser, la coseidad [Dinghaftigkeit] Mas, para el Edmnnd Husserl de las Ideas, el yo y la con-
y la causalidad son forma o -como debe llamarse en adelante a ciencia de los que se ocupa la filosofía fenomenológica consti-
la forma teórica- categoría» 6 •. Para Emil Lask el «sern es ahora tuyen un yo que acontece «trascendentalmente» y se alcanza
mediante la «reducción fenomenológica», no siendo en modo
alguno idéntico al yo empírico de la psicología. El punto de par-
5
Carl Braig, Der Ursprung der religiósen Vorstellungen und die Philosophie. tida puede tener, sin duda, el aspecto del sensualismo. Sólo que
Als Festschrift zur Feier des 81 Gehurstags Seiner kOniglichen Hohheit, des Groj3- en la intuición, según Husserl, hay algo real que se erige en «dar-
herzogs Friedrich, des durchlauchtigsten Rector Magnificentissimus der Albert-
Ludwigs UniversitGt zu Freiburg in Breisgau, Friburgo, 1907, p. 22.
6
Emil Lask, Die Logik der Philosophie und die Kategorienlehre, Tubinga,
7
1911,p. 32. Ibídem. p. 84.
44 HEIDEGGER LOS INICIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER 45

se originario». «Darse originariamente algo real, simplemente -que resiste, por tanto, a la desconexión- lUla «región absoluta
"apercibirlo" intuyendo y "percibirlo" son una misma cosa» 8 • del ser» en la que todo comienza a constituirse. Por ello puede ser
Sin embargo, el objeto de la intuición fenomenológica no son desatendida la «pregunta del ser», a saber, la pregllilta de SI el mllil-
propiamente las cosas de la vida cotidiana, sino las «esencias», que do existe en realidad o tal vez sólo en la sensación. Al quedar el
llegan a darse a sí mismas en la intuición eidética. A las ciencias sistema del mllildo «sin valideZ» se abre aquella subjetividad tras-
de la esencia pertenecen la lógica pura, la matemática pura, las doc- cendental que, «de una manera especial y del todo singular, "lleva
trinas puras del tiempo, del espacio, del movimiento, etc. Un geó- en sí" el cosmos real, es decir, todos los mundos reales y posibles
metra, por ejemplo, no investiga casos efectivamente reales, como y todos los mundos en cada sentido ampliado, esto es, en sí me-
10
el número de milímetros de la hipotenusa de m1 triángulo dibuja- diante la constitución 1intencional realmente efectiva y posible» .
do, sino que mediante la percepción de esencias determina la re- Husserl dice explícitamente que también Di9s es puesto entre pa-
lación existente entre los lados de lU1 triángulo rectángulo, deter- réntesis. Sin embargo, un ser quí' puede poner a Dios entre parén-
minación que permanecerá siendo correcta aun cuando en todas tesis y es capaz de descubrir en sí mismo uiia región absoluta de!
las mediciones realizadas en triángulos efectivamente reales se die- ser, ¿no tendría que ser por fuerza el D10s de \odos los dioses? ¿Que
ran desviaciones en la séptima u octava cifra después de la coma. desafio mayor podría haber para la ontologfa escolástica y neoes-
Las categorías lógicas son conceptos como los de cualidad, comu- colástica del fundamento cósmico del mlUldo en cuanto único ens
nidad, relación, identidad, igualdad, todo y parte. Estos conceptos per se, de un fundamento del mllildo, por cierto, que_~ese_ a toda
categoriales se refieren, en cuanto significados, a las esencias ca- su sublime autosuf1c1encia se encuentra en una relac1on smgular
tegoriales que les corresponden, las cuales configuran una obje- con el hombre, en tanto que un ser racional y conocedor de Dios?
tualidad de un grado superior. La hostilidad del empirismo contra Heidegger estaba sometido a influencias como éstas cuando, a
las ideas, a las que niega esa objetualidad superior o más abstrac- partir de 1912, comenzó a publicar artículos filosóficos y reseñas
ta hablando de lU1 «retroceso a la escolástica», puede demostrarse de obras filosóficas, por lo general en la Literarischen Rundschau
que es paradójica, pues también el empirista se basa continuamente für das katho/ische Deutschland, aparecida en la editorial Herder
en verdades de esencias, como, por ejemplo, el principio de tercio ex- y editada por el teólogo de Friburgo, Josef Sauer. Por esta época
cluso. «En verdad todos, por así decir, ven continuamente "ideas'', acababa de traslaqar su interés al estudio de la matemática y la fi-
"esencias"; operan con ellas en el pensamiento, y también llevan losofía, tras haber concluido los cuatro semestres de teología rea-
a cabo juicios de esencias, sólo que las excluyen de sus "puntos de lizados entre 1909 y 1911. En 1913 promovió con la disertación
vista" en teoría del conocimiento»'. No se trata aquí de meras fic- La doctrina del juicio en el psicologismo [Die Lehre rom Urteil im
ciones o de recursos psicológicos, sino que esas esencias son in; Psychologismus] (publicado en Leipzig en 1914), y en 1915 pre-
dependientes del correspondiente sujeto. Pero también de los su- ' sentó su escrito de habilitación La doctrina de las categorías y del
jetos humanos se puede obtener una «esencia», y esta esencia es significado de Duns Scoto [Die kategorien- und Bedeuhingslehre
la subjetividad trascendental, que sólo aparece a la intuición des Duns Scotus] (Tubinga, 1916).
cuando la experiencia natural deja de considerarse como evi- Su primer artículo filosófico llevaba como título El problema
dente por sí misma, cuando se la pone entre paréntesis al efectuarse de la realidad en la filosofía moderna [Das Realitiitsproblem in
la epoché. Así, Husserl cree haber obtenido en lo desconectante der modernen Philosophie]. Allí polemiza, en el sentido de Hus-
serl, contra la emida composición de acto psíquico y contenido ló-
8
gico, apelando a la fundamentación de un «realismo crítico» en el
Edmund Husserl, Ideen zu einer reinen Phiinomenologie und phiinomeno- .,.que «el percatarse de que se tienen presentes contenidos de con-
logischen Philosophie, libro I, La Haya, 1950, p. 11; ed. cast., Ideas relativas a
una fenomenología pura y a una filosofi.a fenomenológica, trad. J. Gaos, FCE, Mé-
xico, 1985, p. 49.
10
' Ibídem, p. 49; ed. cast., p. 59. Ibíde1n, p. 73; ed. cast., p. 113.
LOS INICIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER 47
46 HEIDEGGER

ciencia ya entraña en sí el ir más allá del límite de la esfera de la · r orden. ¿Tau sólo hay jui~ios en la forma de enunciados_ con un
conciencia>> 11 . Éste es el concepto de intencionalidad que desem- prnn>e es decir corno predicaciones leglliiformes? ¿Hay una mtelec-
«eS>, '
·, una «evidencia>> " ' de la verdddl
que preceda a la ª'everac1on a e
peña un papel tau fundamental en la fenomenología. En el camino
equivocado se encuentran el sensualismo y el consciencialismo N
c~f final del escrito, Heidegger aborda aún los Principia Mathe-
pero también el fenomenalismo en el sentido de Kant. Reciben elo'. ~atica de Russell y Whitehead, y hay que _reconocer que s~~amen­
gios, por su parte, Oswald Külpe y un pensador que ya habí~ des- te no ocurre todos los días el que un estudiante de vemt1tres anos do-
tacado Lask y del que, al menos hasta donde alcanza mi conoci- mine un campo tan vasto de mvest1gac10nes y haya logra?º. hacerse
miento, no se encuentra mención alguna en el último Heidegger, a con las líneas generales de lo mejor del pensaunentofJlosof1co. . .
saber, Eduard von Hartmann. A ambos se les atribuye un paren- La disertación busca llevar a cabo la prueba de la «separab1h-
tesco espiritual con la filosofía aristotélico-escolástica, «que des- dad de lo lógico respecto de lo físico»'', recurriendo para ello al
de siempre pensó de un modo realista» 12 y en la que es evidente examen crítico de las teorías del jucio de cuatro «ps1cologrnta_s»,
que Heidegger se incluye sin reservas. entre los cuales figura -además de Wilhelm Wundt, Hemnch
El artículo Nuevas investigaciones sobre lógica [Neue Forschun- Maier y Theodor Lipps- Franz Brentano. De nuevo se trata, en
gen über Logik] pennite conocer la muy considerable familiaridad del una parte esencial, de la cópula, ~el «es». Especialmente precom-
estudiante con las dicusiones y problemas de la filosofía y la lógica zadora de la filosofí_a postenor de_ He1d_e,gger es, pos1blei;iente, una
modernas, y la referencia a las investigaciones lógico-matemáticas de frase corno la que c!lamos a contmuac10n: «El )Ul~IO r.r;as elemen-
Gottlob Frege, que todavía no erau apreciadas y ni tan siquiera com- tal lleva en sí la índole de sustrato. La formac10n lrngu1sl!ca de los
prendidas en su veradero significado, pone de manifiesto hasta qué ·uicios elementales se puede encontrar en cierto modo en 16expre-
Jsiones corno "un árbol", "un re1ampago
, " , "re1ampaguea" » . ~·No
punto había él profundizado en las cuestiones de la lógica, incluso de
la logística. También aquí son rechazados el psicologismo y la «natu- remite esto al «estar descubierto el ente» [Entdecktheit des Sezen-
ralización de la conciencia>> 13 . Como Lask, Heidegger considera fun- den], a la a/étheia, como condición previa de la verd~d l"red1cal!-
damental «la distinción entre lo que "es" y lo que "vale"», porque en. va? También piensa uno, mvoluntanarnente, en una epoca poste-
ella se halla comprendido el carácter supraempírico de la lógica. Así, rior de la obra del filósofo cuando se dice ahora que con lo autenor
carece totalmente de importancia para los principios de contradicción queda «resuelta en el juicio la pregunta por_ el " sent1"do die se~"17
» ,
y del tercio excluso la cuestión de cuándo, cómo y si son pensados. aunque produce un efecto más bren «lask1auo» la afumac1~n de
Ellos son relaciones de sentido necesarias y no leyes en el sentido de que ese sentido se halla en el valer. Con todo, el frnal del arl!c,ul_o
las ciencias naturales. A continuación, Heidegger sigue muy de cerca constituye un proyecto de gran envergadura para el cual la «log1-
a Lask, afirmando ---exactamente corno aquél- que en Kant el ser ca pura», necesitada todavía de profundización, compone un~ pro-
ha perdido su independencia trauslógica, lo que sin embargo no indi- pedéutica, el proyecto consistente en «articular la entera regwn del
ca que los objetos estén «sellados a un puro contenido lógico»; «úni- "ser" en sus diversos modos de reahdad efectJva, extraer su singu-
camente la objetualidad, la coseidad frente a lo cósico [Dinghafl], el laridad con nitidez y poder determinar con seguridad el tipo de co-
ser frente al ente, es valor lógico, contenido formal [Formgehalt]» 14• nocimiento que le es propio y el alcance del mismo. Lo dicho pue-
Exactamente corno Lask entiende el joven Heidegger la diferenciabi- de sugerir que el presente trabajo quiere ser filosófico, puesto que
18
lidad entre el ser y el ente corno una relación entre forma y materia. fue emprendido en servicio del último todo» • «Ser» aparece en-
El «es», la cópula, es también aquí para Heidegger un problema de
15 Martin Heidegger, Die Lehre van Urteil im Psychologismus. Ein la·itisch-
11
Heidegger, «Frühe Schriften» (nota l ), p. 8. ")Jositiver Beitrag zur Logik, Lepzig, 1914, p. 2.
12 16
Ibídem, p. 15. Ibídem, p. 37.
13 17
Ibídem, p. 19. Ibídem, p. 101.
14 18
Ibíden1, p. 24. Ibídem, p. 108.
48 HEIDEGGER LOS INICIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER 49
\
tre comillas. ¿No se podría hablar también del «ente» y de sus di- Sin embargo, el tema genuino lo constituyen los caracteres del
versos modos de realidad? Y, el fin de todo ello, ¿acaso no es la sentido y los significados, por medio de los cuales aflora la reali-
elaboración de una ontología de lo mecánico y de lo viviente en el dad: «Lo que siempre es conocido, en Jo que siempre viene!} a re-
marco del cosmos, como la que intentó ofrecer más tarde Nicolai caer los juicios, debe entrar en el mundo del sentido [ ... ]. Unica-
Hartmann? ¿Es el «sern el todo mismo o un fundamento del todo, mente por vivir en lo válido sé de lo existente.» Sentido y significado
a saber, Dios? Aquí aparece ya con claridad lo intrincado de la no son, como tales, perceptibles por los sentidos -al contrario que
«pregunta del sern. los elementos del habla-y no están sujetos"'-Gambfo alguno, sino
El escrito de habilitación es la exégesis de un tratado medie- que son «intemporalmente idénticos a ellos mismos» 21 • A pesar de
val, De modis significandi, que posiblemente no procede del pro- todo, Heidegger no se limita a hablar -como sí hace Lask- del
pio Duns Scoto, sino del escotista Thomas von Erfurt. Las cate- valer intemporal y del ser temporal del mundo perceptible por los
gorías pertenecen a un ámbito «objetivo», los significados a uno sentidos, sino que al final llega a una decidida distinción entre épo-
«subjetivo». El verdadero problema es el del tipo de coordinación cas históricas, y deriva de ahí el programa de su pensamiento fu-
existente entre esos dos ámbitos, tarea que, sin embargo, es apla- turo. En la Edad Media, las posibilidades de vivencia estaban con-
zada. De esta reflexión cabe resaltar el simple «mostrar», y ese dicionadas «por Ja dimensión, que se extiende hacia lo trascendente,
mostrar pone ante nosotros al objeto en su sí mismo. «Sobre lo in- de la vida anímica y no, como en la actualidad, por su prolijidad,
mediato no puede haber ninguna duda, probabilidades ni engaños. huera en cuanto a su contenido.» En ese estilo de vida que trans-
Pues, en tanto que imnediato, es como si no tuviera nada entre él curre banalmente, la posibilidad de una insegnridad creciente y
mismo y la concepción (simplex aprehensio )» 19 • Este darse inme- de una completa desorientación sería mucho mayor y en verdad
diato es «el mundo sensible, el mundo circundante [Umwelt]». El ilimitada, mientras que el hombre medieval no se perdía en esa
mundo circundante, sin embargo, no es algo que sea evidente por prolijidad o anchura de contenido de la realidad sensible y no
sí mismo, pues hay un elemento que permanece en lo objetual, a quedaba anclado en ella, sino que la subordinaba, en tanto que
saber, el ens en cuanto categoría de categorias. Por tanto, lo en apa- necesitada de anclaje, a la necesidad de un fin"- Ésta es una «crí-
riencia más concreto y lo en apariencia más abstracto están liga- tica a la cultura» muy parecida a la que ya había sido articulada
dos entre sí. De este modo, la teoria medieval de las categorias toma en el discurs(f sobre Abraham a Sancta Clara. Es evidente que
su pnnto de partida del «ente», para llegar más tarde a categorías Heidegger no teme situar su propio sentir y pensar en una cerca-
como las de nnidad, plnralidad o identidad. No seguiremos aquí el nía mucho mayor de la visión del mundo medieval que de lamo-
detalle de la deducción, sino que nos limitaremos a citar aquellas derna. Sin embargo, también divisa una tarea, a saber, que «la fi-
frases aisladas que pueden considerarse como puntos de partida o losofía del espíritu viviente, del amor activo, de Ja intimidad que
como anticipaciones de desarrollos.ulteriores del pensamiento de · rinde culto a Dios» habrá de enfrentarse un día con el «más po-
Heidegger. «En e,l sentido más estricto y absoluto, tan sólo existe deroso de los sistemas de visión del mundo historiográfica: con
realmente Dios. El es lo absoluto, que es existencia, la cual existe Hegel» 23 •
en la esencia y "esencia" [west] en la existencia. La realidad de la Así, difícilmente podrá ser una casualidad el que Heidegger es-
naturaleza, la sensible-real, existe únicamente como creada; no es cogiera para su lección inaugural el tema El concepto de tiempo en
existencia como lo absoluto, sino que tiene existencia mediante la la filosofía de la historia [Der Zeitbegriffin der Geschichtswis-
communicabilitas. Creador~ creado, siendo reales ambos, lo son , senschaft]. Por decirlo con una breve fórmula, él distingue allí en-
empero de distinta manera» 0 • tre el tiempo homogéneo, en el que discurren los movimientos cap-
..,. ____
19 21
Martín Heidegger, Die Kategorien-und Bedeutungslehre des Duns Scotus Ibídem. p. 111.
Tubinga, 1916, p. 23. ' 22
20
Ibídem, p. 240.
Ibídem, p. 75. 23
Ibídem, p. 241.
50 HEIDEGGER LOS !NTCIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER 51
., J 1 '

tables desde la ciencia de la natnraleza, y las épocas históricas, que nuar siendo aquel monaguillo que h~cía repicar las campanas en
son cualitativamente diferentes. Un acontecimiento historiográfi- el campanario de la iglesia de San Martín, ni siquiera en el senti-
co no viene definido por el punto y la duración temporales, sino do de que ahora estudiara la filosofia de la época moderna y no la
por el contexto historiográfico, cualitativo, dentro del cual se le del medievo. He extraído un fragmento_Qe aquel discurso inaugu-
puede ver. Heidegger ya había indicado una diferencia cualitativa ral de Heidelberg. En él se dice lo siguiente: «Lo que trajeron los
semejante entre la Edad Media y la Edad Moderna, tomando él excitantes años comprendidos entre 1910y1914 es algo que no se
mismo al respecto una posición crítica, y crítica frente a la Edad puede decir debidamente, sino t~ .sólo sintetizar mediante .una enu-
Moderna. Pero ¿no era historiográfica la moderna visión del mun- meración que selecc10ne lo mm1mo: La segunda ed1c10n -au-
do de Hegel, mientras que el pensamiento medieval de Duns Scoto mentada el doble- de la "Voluntad de Poder" de Nietzsche, la tra-
menospreciaba a la historia o, en cualquier caso, a la historia «mun- ducción de las obras de Kierkegaard y Dostoievski, el creciente
dana»? interés por Hegel y Schelling, los poemas de Rilke y la poesía de
Llegados a este punto, debemos detenernos un momento. La Trakl, las obras completas de Dilthey» 24 •
católica MeJlkirch era un mundo cerrado que se encontraba toda- Se trata de pensadores y poetas significativos, pero llama la
vía en estrecha relación con el medievo. Ese mundo estaba funda- atención que no se mencione nada de lo que por entonces resulta-
do en la «relación originaria del alma con Dios», en la reflexión ba excitante para la gran mayoría de las personas, es decir, el fuer-
sobre la posición de ese ser singular en el mundo, un ser al que en te crecimiento de la socialdemocracia y las grandes manifestacio-
todo momento puede arrebatarle la vida una simple piedra que cae, nes exigiendo el derecho al voto, manifestaciones que Rosa
pero que es capaz de preguntarse por el fundamento del mundo y Luxemburgo quiso impulsar hasta erigirlas en revolución; el «ais-
busca conocer ese mundo en sus elementos constitntivos princi- lamiento» de Alemania; la crisis de los Balcanes; el «salto de los
pales. Es a partir de aquí de donde pudo establecerse y fijarse lo Panzer a Agadirn; el vuelo de Blériot sobre el canal de la Mancha;
que era «bueno» y «malo», lo que era deseable y censurable, lo que Ja primera carrdra de automóviles del mundo; la «política mun-
era ganancia merecida y favor concedido. Quienes vivieron en ese dial» del Reich; la rivalidad existente entre las flotas de Alemania
mundo tenían una posición segura. Pero el joven Heidegger mar- y el Reino Unido; los movimientos de protesta de los polacos, de
chó a estudiar a una universidad donde en la Facultad de Filosofia los indios, de Jos egipcios, de las mujeres; el surgimiento del sio-
seguía existiendo una cátedra de Filosofia Cristiana, donde, sin em- nismo. ¿Mantnvo el joven Heidegger su mirada vuelta tan sólo ha-
bargo, dominaba a las facultades el «espíritn moderno», que era el cia Dios, el hombre y el ahna, tal y como correspondía al pensa-
espíritn de la especialización en las ciencias y el espíritn del neo- miento platónico-cristiano y a la tradición de «MeJlkirch»?, ¿y se
kantismo y de la fenomenología en la filosofia. Pero Heidegger no dirigió a las diversas realidades del presente meramente en la for-
se recluyó en ese espíritn, sino que evidentemente leyó a Husserl, ma de una «crítica a Ja cultura»?
a Rickert y a Lask con la misma intensidad que a Aristóteles y a En Jos escritos reunidos en el primer tomo de las obras com-
Tomás de Aquino. Se encontraba, pues, en medio de una tensión pletas, se encuentra, de hecho, una proporción muy pequeña de
que postnlaba en realidad la irrupción de nuevos caminos del pen- todo aquello que se refiere a la vida histórica y política. En el pró-
samiento y de la vida. Sin embargo, el origen se mantnvo siempre ' logo a la disertación, el filósofo expresa su agradecimiento al me-
lo bastante firme como para excluir una total aprobación de algo ,dievalista Heinrich Finke, «quien despertó en aquel matemático
que en un primer momento es extraño, de una «conversióm> a la ajeno a la historiografía, amor y comprensión por la historia», y al
aceptación irrestricta del moderno «funcionar». El joven Heideg- final explicita ese juicio impersonal recurriendo al ejemplo si-
ger no quería vivir en la «banalidad», en la distracción y en el «ol- ..guiente: «Si mi amigo y yo, por ejemplo, corremos detrás enlama-
vido del sern (Lask). De ahí que su crítica a estos caracteres de la
época moderna represente la herencia, nunca perdida, de «MeJl-
24
kirch». Pero, hablando en sentido metafórico, él no podía conti- Martin Heidegger, «Frühe Schriften» (nota 1), p. 56.
52 HEIDEGGER LOS INICIOS FILOSÓFICOS DE HEIDEGGER 53

niobra de una batería en rápido avance y ésta se sitúa en posición des y Reine se habrían convertido eh 'bbjetos de crítica para Hei-
de fuego, y, en el momento en que oímos el estampido del cañón, degger, pero también Osear Wilde, Máximo Gorki y el «super-
digo: "date prisa, ya da el estampido", entonces, el sentido del jui- hombre» Nietzsche. Muy especialqiente menciona Farías un pasa-
cio reside en el estampido, en su tener lugar ahora (ya)» 25 . En el je procedente de la reseña de un libro,4~ Friedricl¡ Wilhelm Forster,
prólogo al escrito de habilitación, Heidegger dedica a Emil Lask en el que Heidegger escribe: «Las oposiciones mamfiestas de nues-
una última «palabra de recuerdo, agradecido y leal, en su lejano tra época -aquí, el orden de vida naturalista y socialista y su fa-
túmulo militar», y en la lección inaugural se dice que interesará natismo por la realidad efectiva; allí, los nuevos mundos concep-
sin duda a la historia venidera de la guerra «cuánto tiempo preci- tuales y los valores de la existen~ia que construye la filosofia de la
só el ejército Mackensen para llevar adelante la ofensiva desde los inmanencia- son el resultado final de un autonomismo sm freno.
Cárpatos hasta situarse ante el cuadrilátero ruso-polaco». Siu em- Fiirster suscita ahora la cuestión de la competencia: ¿está capacita-
bargo, esta determinación cuantitativa únicamente tiene valor y do y justificado el individualis}Ilo moderno para resolver los pro-
significado para el historiador en la medida en que «a partir de blemas más hondos de la vida religioso-moral en su sentido prop10,
ahí pueda entenderse la tremenda fuerza de ataque de nuestras tro- 0 no lo está en absoluto? Por via inductiva llega el autor a un deci-
pas aliadas, la buena puntería de la entera operación, y, por otra .d 29
d1 o no» .
parte, en la medida en 'l¡ue se pueda enjuiciar la fuerza de resis- Se puede, con Farías, llamar a lo anterior «integrismo católi-
tencia del ejército ruso» 6 • Bien podrían ser estas palabras lo úni- co» y tacharlo de «antidemocrático». Mas, Farías presupone que
co que cabe hallar en los Primeros escritos sobre «referencias con- ninguna visión del mundo que difiera de la suya debe ser defendi-
formes a la vida». da o transformada, a menos que lo sea en la dirección de su pro-
Es un mérito considerable de Hugo Ott el haber descubierto que pia concepción. Hasta qué extremo se cree autorizado para emitir
Heidegger había publicado artículos y reseñas antes de 1912, es- juicios sobre el pasado partiendo de una posición actual y bastan-
critos que no aparecen recogidos en la edición completa de sus obras te unilateral, se muestra, por ejemplo, en que mterpreta una decla-
y que fueron publicados en su origen en la revista Der Akademiker ración epistolar muy simple de Lask a su madre como un repro-
de la Asociación Católica de Académicos de Alemania. Ott subra- bable asentimiento a la guerra. Mas el problema real se reconoce
ya en su nueva obra que esta revista se había situado por completo allí donde Heidegger reclama-también en el Akademiker- la li-
en la línea del papa Pío X durante los años de la gran controversia beración de la lógica escolástica «de su fijeza y presunto aisla-
intracatólica en torno al modernismo alemán, aunque la publica- miento»'º. La cuestión es la de si un joven católico, que se abre a
ción también había dado voz a autores tales como Romano Guar- las influencias de Rickert y Lask, de Husserl y Kierkegaard, de Ril-
dini u Oswald von Nell-Breuning. Heidegger habría defendido allí, ke y Nietzsche, puede a la larga permanecer siendo un católico en
sín reservas, a la Iglesia católica, que reclamaba para sí la «pose- el sentido integral, en el sentido de «Me!lkirch», o si es posible que
sión de la verdad», desenmascarando además la decadencia del in- algún día ll~gue a romper con el «sistema del catolicismo». Eso
dividualismo, que entiende como una norma de vida falsa 27 • Para mismo es lo que ocurre con Heidegger, y, a contínuación, habre-
Farías, esos artículos aparecen marcados «por un apoyo incondi- mos de dirigi.;" la mirada, desde el punto de vista de este primer «vi-
cional a las posiciones más reaccionarías del integrismo católico, raje», a sus añüs docentes en Friburgo.
por una crítica agresiva del modernismo y de sus derivados teoló-
gico-filosóficos, por la defensa de valores socialcristianos»28 . Bran-

25
Martin Heidegger, Die Lehre van Urteil (nota 15), p. 108.
26
Martin Heidegger, «Frühe Schriften>> (nota 1), p. 432.
" Hugo Ott (Bibl., n.º 16), p. 64; ed. cast., p. 71. 29
Ibídem, p. 89; ed. cast., p. 83.
" Víctor Farias (Bibl., n.º 15b), p. 86; ed. cast., p. 79. 30
Ibíde1n, p. 92; ed. cast., p. 86.
LOS INICIOS COMOPRIVATDOZENTEN FRIBURGO... 55

miento, mientras que Cohn dictó lecciones sobre HistÓria de la Pe-


dagogía. En Historia se impartieron las tres lecciones magistrales,
de cuatro horas cada una, de los numerarios Georg von Below,
LOS INICIOS COMO PRIVATDOZENT Heinrich Finke y Fiiedrich Meinecke, en concreto sobre )9s temas
EN FRIBURGO Y EL PRIMER «VIRAJE» Historia de la época del Káiser (Below), Historia deja/visión del
mundo medieval y de la cultura del espíritu (Finke) é Historia eu-
ropea en la era de la Restauración y la Revolución (1815-1862)
La «Universidad Granducal Badense Albert-Ludwig de Fribur- (Meinecke). En cuanto a los t~ólogos, la más destacable en nuestro
go de Bnsgovia», a la que Heidegger estuvo vinculado desde 1909 contexto fue la lección de cuatro horas de Car! Braig Introducción
a 1923 como estudiante y luego como Privatdozent, apenas si mos- a la doctrina de la.fe y a la doctrina de Dios, así como el curso del
traba las huellas de su origen católico y austriaco, pues era una uni- Privatdozent Dr. Engelbert Krebs sobre Tomás de Aquino.
versidad normal del Reich alemán, dotada de una Facultad de Teo- En el semestre de verano se produjo un cambio sustancial. La
lo~ía Católica especialmente acreditada y, por supuesto, de dos plaza de Rickert pasó a ser ocupada por Edmund Husserl, quien
«catedras del Concordato», como fueron denominadas posterior- ofreció una Introducción a la filosofía; a la cátedra de Arthur Sch-
mente, que sólo podíau ser ocupadas por investigadores católicos neider, que había recibido un llamamiento a Estrasburgo, se pre-
de acuerdo con la sede arzobispal. Éstas erau la cátedra de Filosofia sentó el catedrático supernumerario de Teología, Engelbert Krebs,
Cristiaua («Filosofia Il») y una de las cátedras de Historia. Arthur precisamente con una lsccióu de cuatro horas sobre Metafísica; Jo-
Schneider, el director de las tesis de Heidegger, ocupaba la cátedra nas Cohn dictó sobre Etica; de Kroner y Mehlis se habían auun-
de Filosofia Cnsllana; en la cátedra «confesional» de Historia se ciado leccione.s de dos horas, aunque el paréntesis que aparecía tras
senta~a Heinrich Finke, pionero en el conocimiento y estudio de la los nombres de estos profesores informaba que se encontraban «en
Espana medieval y un miembro destacado de la Sociedad Garres campaña»; y, por último, también se habíau previsto dos cursos del
además de haber sido el descubridor y, duraute bastante tiempo, el <<Privatdozent Dr. Heidegger (combatiente)», a saber, Kant y la fi-
protector de Heidegger. Pero el hombre decisivo en Filosofia era losofía alemana en el siglo XIX y Verdad y realidad efectiva (pro-
hasta su marcha a Heidelberg, Heinrich Rickert, y junto a él y a Sch; blemas fundamentales de la teoría del conocimiento).
neider trabajaban en 1914 el catedrático supernumerario Jonas Cohn Uegados a este punto, conocemos de un modo insuficiente qué
cuya jurisdicción se extendía por igual a la psicología y a la peda~ era Jo que Heidegger, en cuauto estudiante, había aprovechado de
gogía, así como los Privatdozenten Richard Kroner y Georg Mehlis. las diversas ofertas y cuál era la relación que mautenía el joven pro-
Dos de los no numerarios eran judíos, que más tarde tuvieron que fesor con sus colegas. No sabemos si mantuvo conversaciones con
emigrar y de los cuales llegó a ser bien conocida la obra de Kroner Kroner, Mehlis y Cohn, ni cuál había sido el tema de ellas, en el
De Kant a Hegel; el tercero, Georg Mehlis, escribió durante lo;¡,¡¡ños caso de que las hubiera habido. En cambio, sí sabemos en qué cur-
viente hbros entusiastas sobre el fascismo italiano. En el semestre sos se matriculó duraute sus semestres de Teología de 1909 a 1911.
de invierno de 1913-1914, Rickert impartió un curso de cuatro ho- En el semestre de invierno de 1909-191 Ono fueron menos de vein-
tiuna horas semanales. Primero en el semestre de invierno de 1910-
ras sobre La filoso/la alemana desde Kant a Nietzsche (una intro-
1911 y luego en el semestre de verauo de 1911, el filósofo se ma-
ducción histórica al problema del presente); Arthur Schneider im-
triculó en las lecciones magistrales de Car! Braig, así como en la
parhó..una serie de lecciones sobre Historia de la filosofía de la
Historia de la Constitución alemana de Von Below y en La época
Anllguedad y de la Edad Media; el tema de Mehlis era La filosofía
del Renacimiento, de Finke.
de los griegos, el de Kroner una Iniciación a la teoría del conoci-
También sabemos muy poco sobre cómo entendió Heidegger
el acontecimiento más importante de todos los acontecimientos
[54] históricos que vivió en su juventud, a saber, el estallido y el <lesa-
LOS INICIOS COMO PRJVATDOZENTEN FRJBURGO ... 57
56 HEIDEGGER

rrollo de la Primera Guerra Mundial. No hay ninguna fotografia en Jos apuntes del diario ponen de manifiesto hasta qué extremo gi-
la que se muestre a Heidegger el día 1 de agosto, como Hitler, en me- raban los pensamientos privados de Heidegger en torno al afian-
día de una muchedumbre entusiasmada, pero tampoco hay declara- zamiento de su carrera académica, mostrando asimismo que fue
ción alguna que manifieste lID claro rechazo de la guerra, como sí fue en una fecha muy temprana cuando el filósofo, al parecer, comenzó
el caso de Ernst Bloch. Es muy posible que Heidegger no pensara de a alimentar la esperanza de obtener la cátedra de Filosofía Cristia-
un modo distinto del de Edmund Husserl, quien escribió lo siguien- na toda vez que quedase libre tras la marcha de Schn,efoer. De ello
te a uno de sus discípulos predilectos, el polaco Roman Ingarden: resultó la rivalidad que el filósofo sostuvo con su admirado amigo
Engelbert K.rebs, quien se hiibía presentado a esa cátedra y espe-
«Para un profesor resultaría sencillamente imposible dejarse exami-
raba asimismo un llamamiento. En esta situación resultó decisiva
nar por alguien de quieu supiera que por su dísposición de ánimo y
la actuación de Heinrich Finke,.quien se dirigió expresamente al
por sus hechos se ha situado del lado de los enemigos de Alema-
joven Heidegger, alentándole para que optara con su habilitación
nia» 1• La convicción de estar luchando por una causa justa era prác-
a la cátedra vacante. Serí¡¡ una reflexión contrafáctica un tanto pe-
ticamente generalizada; pero no sólo en el círculo de los profesores
culiar la de imaginarse qué hubiera sido de Heidegger si hubiese
alemanes, aun cuando, de entre éstos, fueran muy pocos los que es-
obtenido en 1916 ó 1917 la cátedra titular de Filosfía Cristiana.
cribieron libros tan entusiastas sobre la guerra como el de Max Sche- Mas, tampoco es claro que la decepción provocada por la decisión
ler sobre El genio de la guerra y la guerra alemana [Der Genius des final de la Facultad, compartida por Finke, de nombrar a JosefGey-
Krieges und der deutsche Krieg]. Heidegger fue llamado a filas en ser-quien por entonces trabajaba en Múnich y era considerable-
octubre de 1914,_ pero fue licenciado tan sólo unos días después de- mente mayor que Heidegger- desempeñara algún papel en su se-
bido a su dolencia cardíaca. En noviembre de 1915 llegaba al pues- paración del «sistema del catolicismo». Por el momento hemos de
to de control postal de Friburgo en calidad de soldado; por consi- subrayar que el tránsito de Heidegger desde los estudios teológi-
guiente, ejerció la misma actividad que Georg Lukács, quieu era algo cos a los filosóficos no era atribuible, con toda probabilidad, a una
mayor que Heidegger. Durante los meses finales de la guerra, Hei- «duda de fe». El propio filósofo alegaba razones de salud en un
degger fue destmado a un observatorio meteorológico emplazado en currículum que escribió en el contexto del procedimiento de habi-
el frente; sin embargo, nunca llegó a ser un «combatiente de van- litación, donde afirmaba que su dolencia cardíaca «había puesto
guardia». Entre paréntesis, conviene observar que Arthur Moeller muy seriamente en duda mi capacidad para entrar en el futuro al
van den Bruck, Oswald Spengler, Ernst Bloch y Georg Lukács tam- servicio de la iglesia»'. Asimismo, Heidegger subraya aquí que,
poco combatieron en la primera línea del frente, en todos los casos pese a todo, había alcanzado <mna exacta comprensión de la nue-
por mol!vos de salud; por tanto, los representantes que liderarían la va filosofia desde Kant» a través de sus estudios con Rickert y de
futura derecha y la futura izquierda intelectuales de la República de la lectura de las,obras de Husserl, llegando así al convencimiento
We1mar no se diferenciaban entre sí en este punto. de que la filosofía aristotélico-escolástica, en la que por lo demás
Sin embargo, y al contrario de lo que ocurre en los casosºcle se incluía por sus convicciones fundamentales, «permite y exige
3
Spengler, Moeller, Bloch y Lukács, no se encuentra en la corres- un aprovechamiento y una utilización mucho más fructífera» • En
pondencia de esta época, hasta donde nos ha sido posible acceder; esta afirmación se percibe con claridad un distanciamiento, y un
nmguna re;erenc~a a aspectos o sucesos concretos relativos a la gue- puro dístanciamiento es lo que Heidegger manifiestaba de forma
rra. _Tamb1en aqm ha logrado Hugo Ott un gran mérito, pues ha des- expresa en una carta dirigida a Krebs y con fecha del 19 de julio
cubierto la correspondencia mantenida entre Heidegger y un amigo de 1914, pocos meses antes, por tanto, de haber pronunciado las
suyo llamado _Laslowski ---discípulo de Finke en Breslau- y con- palabras antes citadas. En esta carta se expresa Heidegger en un
sultado el d1ano de Engelbert Krebs. Tanto la correspondencia como
2
Rugo Ott (Bibl. n.º I6), p. 86; ed. cast., p. 96.
3
1

Edmund Husserl, Briefe an Roman Ingarden, La Haya, 1968, p. 7. Ibídem, p. 86; ed. cast., p. 96.
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sentido negativo respecto del último motu proprio del papa Pío X, moderna>>, de lo poco dispuesto que estaba a «pensar-con» realmente
en el que declaraba a la Summa Theologica de Tomás de Aquino y no sólo a enjuiciar desde una presunta posición supratemporal.
como el único fundamento de la teología católica. En la carta se Puede que el impulso decisivp hacia un nuevo avance procediera
dice: «¡Ya sólo faltaba el motu proprio sobre la filosofía! Como de su matrimonio con la estudiante de economía Elfride Petri, ce-
"académico", tal vez pudiera usted proponer un procedimiento aún remonia que se celebró el día 21 de marzo de 1917 y fue oficiada
mejor: que a todas las personas a las que se les ocurra tener un pen- como matrimonio de guerra por Engelbert Krebs enlá capilla de la
samiento independiente les sea extirpado el cerebro, sustituyén- Universidad. Elfride Petri era de confesión luterano-evangélica e
dolo por ensalada italiana. Para las necesidades filosóficas se po- hija de un alto oficial prusiano. A través de esta unión entró Hei-
drían instalar expendedoras automáticas en las estaciones ferroviarias degger en contacto con un medio y una tradición que hasta enton-
(gratis para los indigentes). Yo tengo dispensa durante mis estu- ces le habían resultado del todo ajenos, a saber, con el medio pru-
dios. ¿Querrá usted ser tan amable de añadir mi nombre a la lis- siano-protestante y, por ello, también con aquel importante elemento
ta?»4. Por otra parte, se ha de tener presente que Heidegger tam- de la historia europea que es la Reforma. Al parecer fue en ese mo-
bién había vivido de una beca durante sus estudios de filosofía, una mento cuando comenzó a ocuparse de Schleirmacher y de Lutero.
beca cuyo objetivo era la promoción de las investigaciones sobre Él y su prometida se habían comprometido a educar a sus hijos en
Tomás de Aquino. Pero tampoco hay que olvidar que en diciem- la fe católica, y Elfride Petri había dado a entender que poseía in-
bre de 1915, en una solicitud para la prórroga de la «beca Schaez- clinaciones catolizantes, de modo que Krebs intentó disuadirla. Sin
lern, Heidegger escribía: «El que firma esta carta y es su seguro embargo, justo después del día de Navidad de diciembre de 1918,
servidor, espera poder agradecer siempre al honorable capítulo ca- Elfride Heidegger fue a visitar a su amigo eclesiástico, a quien dijo,
tedralicio arzobispal la valiosa confianza en él depositada, enca- según los apuntes del diario del propio Krebs, las palabras que si-
minando su trabajo científico hacia la difusión del tesoro de pen- guen: «Mi esposo ha perdido su fe en la iglesia y yo no la he en-
samientos encerrado en la escolástica en bien de la lucha intelectual contrado. Ya en nuestra boda estaba su fe socavada por las dudas
del porvenir por alcanzar el ideal de vida cristiano y católico»'. [... ].Juntos hemos leído, hablado, pensado y rezado mucho, y el re-
Es dudoso que Ott esté en lo cierto cuando supone la aparición sultado es que los dos pensamos ahora de manera protestante, es
de un «trauma» en Heidegger debido a la frustración de las espe- decir, sin una sujección firme a la creencia en un Dios personal. A
ranzas depositadas en la cátedra, un trauma que le habría conduci- él le rezamos en el espíritu de Cristo, pero sin la ortodoxia católica
do a su separación de la Iglesia y provocado, años más tarde, las ás- o protestante. En t3.!es circunstancias, considerariamos poco since-
6
peras declaraciones anticlericales pronunciadas en los años 1933-1934, ro permitir que nuestro hijo sea bautizado católicamente [... ]» . Unos
aunque no sólo entonces. Pero las cuestiones profesionales y, sobre días más tarde, Heidegger mismo escribió a Krebs para comuni-
todo, el decisivo primer nombramiento, corresponden ya a un ám- carle que ciertas evidencias de teoría del conocimiento, extensivas
bito en el que los profesores alemanes de la época gloriosa se reve- a la teoría del cUnocirniento histórico, habían «hecho problemático
laban también como los demás mortales, y en ocasiones, por utili- e inaceptable el sistema del catolicismo, pero no el cristianismo y
zar el ejemplo de Hegel, incluso podían operar en una persona como la metafísica, aunque ésta, ciertamente, la entiendo ahora en un nue-
si fueran héroes y ayudas de cámara. Me parece mucho más impor- vo sentido». Sin embargo, no se había dejado llevar «a relegar el
tante el que el doctorando y candidato a cátedra de Me!lkirch llega- · noble juicio objetivo y la alta estimación del mundo de vida católi-
ra a ser consciente, en la atmósfera liberal reinante en determinadas co.en favor de una enojosa y estéril polémica de apóstata». A con-
universidades «del Reich alemán», de lo estrecho y anquilosado que tinuación, apela a «la sinceridad interna consigo mismo» y al pro-
7
resultaba su punto de partida católico y suabo dentro de la «cuitura pósito de «justificar ante Dios mi propia existencia y acción» •

4 6
Ibídem, p. 83; ed. cast., p. 93. Ibídem, p. 108; ed. cast., p. 120.
5 7
Ibídem, p. 80; ed. ca$!., pp. 89-90. Ibídem, pp. 106 ss.; ed. cast., p. 118.
60 HEIDEGGER LOS INICIOS COMO PRIVATDOZENTEN FRJBURGO ... 61

Éste fue, de hecho, un paso decisivo, una ruptura y tal vez el nos una de las tradiciones distintas de la suya propia, lo que per-
fundamento de un trauma para el resto de su vida. Heidegger ha- mit~ que aquella diferencia produzca su efecto por sí misma, de
bía roto una promesa solemne y se había separado de la fe de sus modo que de ella nacerá lo «nuevo» d~l pensamiento. Así ocurrió
antepasados, convirtiéndose en «apóstata» mm cuando no quisie- en los albores de la modernidad, cuando, a partir de una diferen-
1 ra suscitar ninguna «polémica de apóstata». No se puede concluir cia semejante, pudo nacer en Pierre Bayle y John Locke lo <<nue-
con completa seguridad que -como interpreta Ott- en todo ello vo» del primer pensamiento ilustrado. Tan sólo porque Heidegger
desempeñara algún papel un cierto oportunismo. A Heidegger le no continuó siendo un «filósofo católico» es por lo que pudo lle-
dio buen resultado, tras un primer intento fallido, el haber trabado gar a ser un «pensador moderno». Mas, tal vez se hubiera com:er-
una relación más íntima con Edmund Husserl, y ya a fines de 1917 tido en un «cabeza hueca moderno» s1 hubiera expulsado de s1 su
se hablaba de Heidegger en la correspondencia entre Husserl y su herencia. Su discípulo Max Müller, que era un «filósofo católico»
colega de Marburgo, Paul Natorp. En ella se comentaba la cátedra y continuó siéndolo, cuenta que durante su época de estudiante em-
supernumeraria que había quedado vacante en Marburgo, y se tra- prendió con Heidegger numerosas cammatas, durante las cuales
taba asimismo el problema de Ja confesión. En 1959 presentó Hus- solían visitar iglesias y capillas. Para su mayor sorpresa, durante
serl en el Ministerio la solicitud del nombramiento de Heidegger tales visitas Heidegger siempre acostumbraba a tomar agua ben-
como asistente del Seminario I de Filosofía, y en 1920 se incor-· dita y a arrodillarse. Él fundaba ese modo de proceder mediante la
poró Heidegger a este puesto, si bien únicamente a título «nomi- observación de que allí, donde se había rezado tanto, se hacía pre-
8
nal». En ese mismo año, la Universidad Philipps, todavía marca- sente la cercanía de lo divino de una manera muy especial • El fi-
da por un fuerte protestantismo, volvió a tenerlo en cuenta como lósofo no llegó a romper con la casa paterna y con «MeJlkirch»,
candidato para una cátedra de Filosofia. Mas, pese a lo que pudie- como tampoco llegó a abandonar la Iglesia católica, posiblemen-
ra haber actuado por encima o por debajo del umbral de la con- te debido a la fuerza ejercida por aquel espíritu «ecuménico» y hu-
ciencia como motivos, lo decisivo tendría que ser visto en que el mano del que hablaba sil hermano en la carta de cwnpleaños ya ci-
sistema europeo liberal es una «sociedad de diferencias producti- tada. Y resulta difícil determinar con la certeza suficiente la
vas». En efecto, quien vive, firme e inamovible, en uno de los «mun- intensidad con la que Heidegger se apropió «existencialmente» de
dos» que componen el todo de ese sistema, como en el catolicis- otras tradiciones y-<nodos de pensar diferentes del protestante. En
mo, en el protestantismo, en la tradición ilustrada o en el socialismo, el círculo de discípulos de Husserl y en el suyo propio se encontró
se sustrae a las penurias resultantes de la colisión, mas también con tradiciones y modos de pensar de la más diversa índole: des-
permanece alejado de la posibilidad de una asimilación producti- de la judía convertida al catolicismo Edith Stein, pasando por la
va. Lo anterior es tanto más válido cuanto más profundamente re- también judía y convertida al sionismo Hannah Arendt, hasta el
sida el origen del «mundo» en cuestión en el pasado. La tradición marxista Herbert Marcuse y el luego nacionalsocialista Oskar Bec-
ilustrada presupone los mundos confesionales porque nació lu- ker. A estos discípulos, por cierto, les influyó más Heidegger de lo
chando contra ellos, lo que sin duda se podrá entender como un que ellos pudieron haber influido en él. Sin embargo, lo más des-
truismo. En cambio, puede que el católico inamovible rechace)a tacable en este punto es su amistad con el húngaro Wilhelm Szila-
entera historia acontecida desde la Reforma, por entenderla como
si. Éste era de su misma edad y amigo de Georg Lukács y, ai igual
descomposición y decadencia, e ignorar ese rechazo en la prácti-
que este último, se vio obligado a abandonar el país al término de
ca. Sin embargo, el católico sale un poco de su seguridad cuando
la República de los soviets [Riiterepublik], de modo que a partir
se convierte en «apologeta», y no es del todo carente de significa-
del verano de 1919 pasó a residir en Friburgo.
do el que Heidegger se refiera explícita y positivamente al teólo-
go de Wurzburgo, Hermann Schell en el currículum citado ante-
riormente. Y el pensador católico accede al verdadero ámbito 8
Martin Heidegger, Ein Philosoph und die Politik, Freiburger Univeritatsbliitter,
productivo, a la vez libre y riguroso, cuando se apropia de, al me- separata 92 Gunio de 1986), p. 30.
62 HEIDEGGER LOS INICIOS COMO PRIVATDff{.ENT EN FRIBURGO ... 63

Si Heidegger había denominado «años excitantes» a los com- Mühsam, bajo la protección de las bayonetas de sus acompañantes,
9
prendidos entre 1910 y 1914, así, también podrían considerarse pronunció ante el cuerpo docente y el alumnado allí reunidos» •
«años excitantes» -y en grado máximo-- al periodo inmediata- Heidegger debió de tener conocimiento de todo ello, aunque
mente posterior al final de la guerra. En noviembre de 1918 se de- tan sólo fuera a través de la información suministrada por amigos
rrumbaron las monarquías en Alemania, dieciocho meses después y discípulos como Szilasi y Liiwith. También debió de sentirse afec-
de que el zarismo hubiese tocado a su fin en Rusia y doce meses tado por el acontecimiento más espectacular de la historia del pen-
antes de que tuviese lugar la toma del poder del partido bolchevi- samiento de aquellos años, esto es, por la aparicióndel libro de Os-
que de Lenin. En enero de 1919 fue elegida la Asamblea.Nacional wald Spengler La decadencia de Occidente [Der Úntergang des
de la República, después de que la proclamación, anunciada por Ru- Abendlandes], al que siguió, dos años después, en 1920, el escrito
sia, de una «sublevación armada» ocasionara al parecer las revuel- sobre Prusianismo y socialismo [Preu)Jentm und Sozialismus]. En
tas de enero en Berlín, a consecuencia de las cuales perdieron la esta última obra, Spengler, desde el más acá de las exigencias pro-
vida Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht; en abril se estableció la pias de la filosofía de la historia, articulaba en abierta hostilidad
República de los soviets en Múnich, mientras que en Hungría go- con el marxismo un punto de importancia tan central para la con-
bernaba Beta Kunrsin embargo, en el verano de 1919 parecía como troversia política como era el concepto de «socialismo». Es posi-
si también hubiera de sucumbir el régimen de Lenin a una guerra ble que el libro de Emst Bloch sobre-el Espíritu de la utopía [Geist
civil. No obstante, en agosto de 1920 las tropas del Ejército Rojo der Utopie] pasara desapercibido para Heidegger, mas ¿es posible
llegaron ante las puertas de Varsovia, y en las principales ciudades que tampoco conociera en 1922 la obra de Georg Lukács Historia
occidentales comenzó a cundir el pánico antes de que la victoria de y conciencia de clase [ Geschichte und Klassenbwuf3tsein ], un li-
Pilsudski volviese a cambiar de rumbo la situación. En 1922, el bro del que por fuerza hubo de hablarle Wilhelm Szitasi?
Reich alemán llevó a cabo una especie de capitulación ante las in- En cualquier caso, no aparece ni una sola alusión a todo ello en
gentes medidas de reparación exigidas por los adversarios en la gue- las cartas y lecciones de aquel año -al menos en las que han sido
rra, y en el verano de 1923 parecía encontrarse al borde de la de- publicadas-, excepto por una única observación, bastante nega-
sintegración cuando la conservadora Baviera, bajo el influjo del tiva, acerca de Spengler. Lo que salta a la vista es, más bien, el he-
reciente movimiento nacionalsocialista de Hitler, y los «gobiernos cho de que las expresiones generales «de crítica a la cultura» con-
de los obreros» de Sajonia y Turingia, dominados por los comu- tinúan dándose prácticamente inalteradas. Karl Lowith ha citado
nistas, comenzaron a armarse para emprender una guerra civil en- algunas frases procedentes de las cartas que Heidegger le escribió
tre ambos, mientras que los separatistas renanos parecían hallarse a principios de los años veinte. Mencionaré algunas de ellas: «Quie-
próximos a la consecución de sus fines. Podría citar una frase de ro, al menos, algo diferente [de Kierkegaard]; eso no es mucho, a
Thomas Mann para demostrar la honda impresión producida en los saber, aprender de lo que yo experiencio 10 como "necesario" en la
«lansquenetes» y los «desclasados» (pero en modo alguno única- actual situación fáctica, sin atender a si de ahí resultará una "cul-
mente en ellos) por los sucesos de la República de los soviets mu" tura" o la aceleración de la decadencia» u
niquesa, sucesos que más tarde serian tildados a menudo de «ino-
cuos». Sin embargo, me limitaré a mencionar un pasaje de las 9
Karl L6with, Mein Leben in Deutschland vor und nach 1933. Ein Bericht,
memorias, escritas en 1940, de un filósofo que estuvo vinculado a Siuttgart, 1986, pp. 15 SS.
Heidegger en los años veinte, a saber, de Karl Liiwith: «Escoltado 10
Traducitnos er_fahren por «cxperiencian> y no por «experimentar». Con ello
por dos miembros de la Guardia Roja apareció una mañana aquel sólo pretendemos excluir del campo semántico del verbo toda connotación de «pro-
hombre [Erich Mühsam, una especie de ministro de cultura] en el ban>, «ensayan> o «hacer experimentos>>. Desde luego, Ja modificación seria inne-
cesaria si la aparición del verbo en los escritos de Heidegger fuese meramente ac-
Auditorium Maximum de la Universidad. Fueron a buscar al rector cidental. No siendo ése el caso, creernos que «experienciar» refleja n1ejor el sentido
Baeumler, un apacible investigador de setenta años, conservador y que se pretende con1unicar, que es el de «notar», «sentir», «sufrir». (N de la T)
11
católico, quien hubo de escuchar aquel discurso sangriento que Ibídem, p. 28.
64 HEIDEGGER LOS INICIOS COMO PRIVATDOZENTEN FRIBURGO ... 65

Heidegger equipara la época actual con un manicomio, y ca- fundamentales consistían precisamente en Ja incorporación de Jos
racteriza sus propios esfuerzos del siguiente modo: «Yo no falseo motivos esenciales de la «filosofía de la vida» y en sn tentativa de de-
mi labor filosófica con tareas culturales para un hoy general [... ) mostrar, volviéndose claramente contra Kant, pero también contra
trabajo desde mi "yo soy" y mi procedencia espiritual, fácticos·.en Husserl, que la perspectiva teórica del pensamiento es algo derivado
su origen. Con esa facticidad se desencadena el existirn 12 . También y no originario. Por tanto, el punto de partida de Heidegger lo supo-
se oye un tono similar en las primeras lecciones del filósofo, como ne la facticidad de la vida en su totalidad, a la que, sm ~mbargo, le
ocurre en aquélla del semestre de invierno de 1921-1922 Investi- corresponde asimismo un «caern. \
gación fenomenológica [Phanomenologische Forschung]: «Mas, Hasta qué punto se había distanciado de la teoría del conoci-
nuestro presente tampoco contradice su peculiar celeridad desa- miento y de la teoría de la ciencia lo confirman los términos de nue-
rraigada en la posición que mantiene respecto de Aristóteles» n vo cuño con los que intentó definir las tendencias esenciales de la
Cabe percibir una toma de posición de carácter político cuando vida, términos que él propuso entonces y cuyo sentido continúa es-
Heidegger, en unas declaraciones acerca de la situación de la uni- tando presente en Ser y tiempo: ruinancia, larvancia, deprivación.
versidad, rechaza, por una parte, «el profetismo y las maneras de La filosofía de Heidegger quiere ser un «conocer historiográfico
16
caudillo», mientras que, por otra, afirma lo siguiente: «La cues- (es decir, entendido como historia cumplida) de Ja vida fáctica» .
tión es la de si las exigencias que nacen de ahí [a saber, de la base Por tanto, no se trata de una narración histórica, sino de un «com-
de la caída anual de nivel) pueden ser formuladas en absoluto, si prender y articular categorial (existencial)», es decir, de un plantea-
los estados de ánimo degenerados, aun cuando se agrupen y ob- miento que se extiende más allá de lo teórico sin por ello dejar de
tengan la mayoría en el plebiscito, podrán emitir las medidas para ser trascendental. Lo «llamativo» de este proyecto se hace eviden-
la determinación de algo que exige apropiarse a sí mismo -ya sea te en la frase: «El auténtico fundamento de la filosofía es el radical
también por la puesta en marcha de una vida- antes de que se pro- asumir existencial y la temporalización de la problematicidad [Zei-
nuncien discursos y se escriban opúsculos sobre ello» 14 . Heidegger tigung der Fraglichkeit]; ponerse a uno mismo, a la vida y a las cum-
desprecia una y otra vez la mera «espiritualidad» y el mero «buen plimentaciones decisivas en la problematicidad es el conc';Pto más
gusto literario», y las «iglesias, conciliábulos, círculos y asocia- fundamental de todos y el esclarecimiento más radical» • Un tal
1

ciones» suponen desviaciones del «ser de la vida». La «situación» ex-poner-se a la problematicidad de la existencia significa la des-
del presente aparece calificada de caótica y superficial: «muchas pedida radical de todas las seguridades y de las presuntas eviden-
opiniones y corrientes, necesidades, orientaciones; pero ninguna cias. Lo que de ello resulta son los «existenciarios» [Existenzialien ],
pregunta seria, es decir, ningún campo de objeto; no se "es" en 'Ún entre los cuales Heidegger cuenta también la «relucencia» [Relu-
. . 15
mo do de conduc!fse semejante» . zenzJy la «prestrucción» [Prastruktion]. Por consiguiente, éstas son
Si Heidegger produjo en esta época una honda impresión en sus las categorías de movimiento de una «temporalidad» de un género
oyentes, y una impresión que en modo alguno era meramente «inte- muy especial, que no debe ser confundida o intercambiada con la
lectual», ello puede atribuirse a la seriedad con que criticaba la su- habituahnente denominada temporalidad del uniforme perecer de
perficialidad e invitaba a aquellos oyentes a ese «ser sí mismo» que los «ahoras» [Jetzt-Punktenf 8• Heidegger exige que la filosofía sea,
no se deja arrebatar por el mero ir a la deriva en lo habitual. Desde el ,«por principio, a-tea» 19 , renunciando con ello a someter de ante-
punto de vista filosófico, Heidegger ya se encontraba inequívoca-
mente sobre el camino del «análisis de la existencia», cuyos rasgos
16
Ibídem, p. 2.
17
Ibídem, p. 35.
12 18
Ibídem, p. 30. Ibídem, pp. 117 ss. En la página 150 se encuentra la expresión «estanca-
13
GA, t. 61, p. 5. miento cosificado» [verdingliche Stauung]. Por tanto, Heidegger no necesitaba es-
14
Ibíden1, p. 70. perar a la «historia y conciencia de clase» de Lukács.
19
" Ibídem, p. 188. Ibídem, p. 197.
66 HEIDEGGER

mano la experiencia de la «vida» y de lo «circnnmundano» a una


determinada interpretación. A partir de ahí puede ya elaborar la cri-
tica de un concepto tan evidente como el de «realidad», es decir,
puede reducirlo a su ámbito de validez: «La realidad no es, por tan- LOSAÑOSDEMARBURGO
to, ninguna caracterización relativa al mundo circundante, sino una
que reside en la esencia de la coseidad [Dinghafiigkeit], y por ello
es específicamente teórica. Lo dotado de significado se des-inter- Fue en la correspondencia mantenida entre Paul Natorp y Ed-
preta [ent-deutet] hasta alcanzar este resto: ser-real»w En esta lec- mund Husserl donde se preparó el llamamiento de Hiidegger a Mar-
ción de 1919 ya se anuncia de forma manifiesta la distinción pos- burgo. En todo ello desempeñó un papel nada despr~ciable el que se
terior entre el «estar a mano» [Zuhandenheit] y el «estar a la vista» considerara a Heidegger un singular conocedor de Lutero y «protes-
[ T0rhandenheit]. Se concibe ahora la objetivación como un proce- tante». Sin embargo, lo decisivo fue un manuscrito sobre Aristóteles
so de «des-vivimiento» [Ent-lebung], y es evidente en este punto la que Heidegger había enviado a Natorp. El escrito produjo su efecto
conexión existente con la «filosofía de la vida» de un Bergson, por en Natorp, quien tras su lectura sintió que el asistente de Husserl es-
poner un ejemplo. Como antítesis del concepto de des-vivimien- taba llamado a ser en el futuro uno de los grandes de la filosofia. La
to~objetivación, se introduce el de «incrementación de la vida» [Le- Universidad Philipps de Marburgo, fundada en 1527, había sido la
bensteigerung], sin que se llegue a nombrar a Nietzsche de forma primera universidad alemana nacida en el seno de la época de la Re-
explícita. Se menciona el «activismo» en cuanto una de las formas forma, siendo protestante desde su origen; pero, en el marco de la fi-
que reviste la «incrementación de la vida», pero caracterizado como losofía moderna, la Universidad había pasado a encarnar un cierto
una mera «maquinación» [Machenschaft]. El «Movimiento de la «Concepto», a saber, el de ser la sede de la «Escuela de Marburgo»
juventud alemana libre» sería más en tanto que una forma tal, aun- neokantiana. Entre los representantes de esa escuela destacaban Her-
21
que sin la concisión del establecimiento de un fin • mann Cohen y---Paul Natorp, quien durante su último periodo había
Es posible que fuera la vinculación de ese preguntar -que a la dado dado algunos pasos hacia la rehabilitación filosófica del com-
vez es más radical y más referido a la vida y se contrapone a una portamiento «a-teórico» y práctico. Como sucesor de Natorp fue ele-
mera teoría de la ciencia- con los «existenciarios» y no con «lla- gido, por cierto, el báltico Nicolai Hartrnann, ya activo en Marburgo
mamientos políticos», concretos, lo que permitió que Heidegger lle- desde 1909. Pero en junio de 1923, Heidegger fue llamado a ocupar
gara a convertirse para los estudiantes de entonces en el «secreto ' el puesto que había dejado vacante Hartrnann, obteniendo el nom-
rey del reino del pensamiento». Sin duda, aquí también desempe- bramiento de «profesor extraordinario» y director del Seminario de
ñaron un papel las numerosas declaraciones y expresiones de «crí- Filosofía, con los derechos de un «profesor titularn.
tica cultural», así como los ataques contra todo sentido «supratem- Aparentemente, Heidegger vivió el tránsito hacia la Alemania
poral» de la existencia de la universidad. Sin embargo, de la «bistoria» central como una especie de destierro, y durante ese período siem-
en el sentido habitual de la palabra se habla tan poco como de lapo- pre pasó sus vacaciones de semestre en aquella «cabaña» de Todt-
lítica visible, aunque acusa a Spengler de estar ejerciendo ima «fi- nauberg que tan célebre se haría más tarde. Pero, del mismo modo,
22
losofía de Ja historia sin lo historiográfico» • Sin embargo, en 1923 los años de Marburgo lo fueron todo menos una «pérdida de tiem-
hacía ya siete años que este «rey» no había publicado nada, y con- po». Precisamente, Hans-Georg Gadamer ha dibujado un retrato
tinuaba siendo un mero Privatdozent en la posición de un asistente. f bastante expresivo de la actividad de aquellos años, años caracte-
Su llamamiento a Marburgo cambió la situación. rizados por el intenso y personal «trabajar juntos» y «vivir juntos»
que compartían los estudiantes, relativamente escasos -no mu-
20
chos más de tres mil-, con los profesores, también poco nume-
Zur Bestinimung der Philosophie, GA, t. 56-57, p. 89.
21
Ibídem, p. 208.
22
GA, t. 61, p. 74. [67]
68 HEIDEGGER LOS AÑOS DE MARBURGO 69

rosos, en nna ciudadela que era más o menos idéntica con la Uni- (o «mitad judíos»): Hans Jonas, Hannah Arendt, Günther Stem, He-
versidad y que (al menos hasta en 1965) carecía por completo de lene Weib, Karl Liiwith y otros.
semáforos. Pero Gadamer también ofrece el retrato de la compe- La Facultad de Teología presentaba profesores no menos inte-
tencia surgida por entonces entre el trabajador nocturno Hartmánn resantes que los anteriores. Allí enseñaron Friedrich Heiler, uno de
y el madrugador Heidegger, competencia que finalizó cuando los padres fundadores de la ciencia de la religión; RudolfOtto, que
los alumnos avanzados se decantaron mayoritariamente por Hei- había alcanzado un amplio reconocimiento a través de suilibro so-
degger, y Hartrnann decidió dimitir en 1925 para aceptar un nom- bre Lo santo, introduciendo en la debate teológico térmihos tales
bramiento en Colonia'. Asimismo, de la biografia de Hannah Arendt, corno el de «fascinosurn» y el de lo «totalmente otro». Pero, sobre
escrita por su discípula Elizabeth Young-Bruehl, se desprende el todo, hemos de destacar a Rudolf Bultmann. En su calidad de es-
retrato de una vitalidad y agilidad intelectuales de las que apenas tudioso del Nuevo Testamento, Bultmann ya ocupaba una posición
si ha quedado huella alguna en la actualidad. intermedia entre el liberalismo teológico y la «teología dialéctica»
Aunque la Universidad Philipps era pequeña, no parecía en modo de Karl Barth antes de que en su libro de 1926 sobre Jesús erigie-
alguno provinciana. En la Facultad de Filosofia, que hasta 1966 aco- ra en concepto fundamental la anunciación, el kerygma.
gió también a los científicos de la naturaleza, enseñaban en la épo- Contemplada en su conjunto, la Universidad Philipps, al igual
ca de la llegada de Heidegger el emérito Natorp y el emérito de que el resto de las universidades alemanas de la época, no era apo-
Greifswald, Johannes Rehmke; al lado de Hartmann aparecía asi- lítica en el sentido de que no se dieran entre sus docentes tomas de
mismo Erich Jaensch corno responsable de la Psicología, llegando posición ni posiciones políticas o político-partidistas. Al contra-
el último a convertirse, más tarde, en uno de los más enconados ad- rio, desde el punto de vista de las convicciones individuales se ha-
versarios de Heidegger de entre los filósofos nacionalsocialistas. El llaba presente el entero espectro político, llegando incluso hasta
historiador Wilhelrn Busch era un señalado bismarckiano, y, en su los partidos de extrema derecha e izquierda, y entre los profesores
calidad de rector, defendió apasionadamente a aquel voluntariado se encontraba asírnismo un futuro ministro del III Reich: J. V Bredt.
temporal estudiantil que habían denunciado los partidos de izquierdas Los estudiantes eran menos apolíticos aún; en todos los grupos
porque, cuando entraron en Turingia tras el golpe de Kapp-Lutwitz, simpatizantes del nacionalismo, de lo deutschnational, se sobre-
fusilaron sin fundamento suficiente a los obreros sublevados. El his- entendia rma actitud de fondo que no raras veces implicaba aque-
toriador del arte Richard Hamann, en cambio, se mantuvo muy a la llos parágrafos sobre los arios, y, mutatis mutandis, en los grupos
izquierda, llevando a cabo diversas acciones con el propósito de de los socialista& y liberales -bastante menos numerosos- ocu-
épater les bourgois. El historiador Friedrich Wolters era un miem- rria otro tanto. Cuando se produjo el golpe de Kapp-Lutwitz, Ja
Universidad suministró no sólo aquellos «voluntarios temporales»
bro destacado del Círculo George y un nacionalista de la especie
a las órdenes de Bogislav von Selchov, sino también, en el campo
más sutil. El estudioso de las lenguas románicas Ernst Robert Cur-
contrario, aquella «compañía del pueblo» de la que fueron miem-
tius se encontraba aún en los albores de una gran carrera profesio-
bros Gustav Heinemann y Ernst Lemmer. No obstante, la Univer-
'1al; el economista Wilhelrn Ropke, considerado posteriormente por
sidad era apolítica en la medida en que en los gremios de decisión
muchos como el «padre de la República Federal», se encontraba en
, no desempeñaban papel alguno las controversias políticas y parti-
sus comienzos y trabajaba de asistente. Tres profesores titulares de
distas, y todavía en 1931 el entonces rector pudo exigír lo siguiente:
la Facultad llevaban nombres marcadamente judíos: el arqueólogo 1'<doos partidos y la política pueden y deben ser en ella [la Univer-
Paul Jacobstahl, el lingüista Hermann Jacobsohn y el filólogo de sidad] únicamente objetos de estudio, pero nunca objetos de una
lenguas clásicas Paul Friedliinder. Asimismo, resulta llamativo el actuación práctica»'. Asírnismo, la atmósfera debía ser apolítica,
que muchos de los primeros discípulos de Heidegger fueran judíos
2
Helmut Seier, Radicalisierung und Reform als Problenie der Universitii.t Mar-
1
Erinnerung. .. (Bibl. n.º 7), pp. 109-1!3. burg 1918-1933, Acade1nia Marburgensis, Marburgo, 1977, p. 320.
70 HEIDEGGER LOS AÑOS DE MAREURGO 71

puesto que Karl Liiwith pudo decir más tarde respecto de sus años es inequívoca, y ello ocurre tanto más cuanto que se dice que los
de Privatdozent en Marburgo, al parecer sin arrepentirse de ello, pensamientos de Jesús tendrían que' ser entendidos como «lo_ que
que en aquella época impartió clases sobre Nietzsche y Dilthey, ellos son en la situación concreta de un hombre que vive en el tiem-
Hegel y Marx, Kierkegaard y la filosofía de la existencia, pero que po: como interpretación de la propia existencia, si,tuada en el mo-
durante todos esos años no leyó un solo periódico. Que esa dis- vimiento, en la ausencia de garantías, en la dec1s10n». Una condi-
tancia de la política de cada día y esa concentración en el lado in- ción previa para la comprensión es, sin embargo, elpque nosotros
4
terno de la historia, que con tanta facilidad puede ser tachada de mismos seamos movidos por la pregunta de nuestra\existencia» •
«ápolítica» y «elitista», tenía en sí algo muy positivo que quizá Por tanto, no sería falso caracterizar la teología de Bultmann como
pueda volver a ser apreciado en la actualidad en vista de la lejanía una teología «existencialista». Mas, por esta época, el propio Hei-
espiritual propia de la politizada universidad de masas. Karl Lo- degger se había adentrado a fondo en la literatura teológica y or-
with tenía una buena razón para decir que sus compañeros y él ha- ganizado seminarios en colaboración con Bultmann, en los cuales
bían sido «la última generación de estudiantes libres», «la que aún pudo recurrir a los estudios sobre Lutero y Pablo que habfa reali-
no estaba nivelada ni adaptada a una ejecución apresurada de exá- zado en Fríburgo. Lo que resulta más tangible en este sentido es la
menes»3, o adaptada, como se habría de añadir hoy, al mayor tiem- labor de estudio llevada a cabo por Heidegger en el campo de la
po de permanencia posible. Pero también los docentes aca¡lémicos teología protestante, labor que aparece plasmada en Ja conferencia
fueron, posiblemente, los últimos profesores «libres» y a la vez so- sobre Fenomenología y teología que pronunció en 1927 en Tubin-
ciales, los últimos que se gobernaron a sí mismos antes de que en ga y en 1928 en Marburgo, y que puede encontrarse recogida en
1933 los rectores y decanos se convirtieran en «caudillos», y an- Wegmarken. Heidegger define aquí la Teología como una ciencia
tes de que las facultades devinieran cuasiparlamentos elegidos por positiva, es decir, como una de las ciencias del ente, en contrapo-
votación y los individuos pasaran a ser investigadores sin cargo pú- sición con la ciencia del ser, que es la Filosofía. Pero la Teología,
blico pero con atribuciones docentes. En cualquier caso, también según Heidegger, no es w1 «conocimiento especulativo de Dios»,
en aquel tiempo se dieron protestas por la pérdida de unidad entre siguiendo la analogía de los animales como tema de la Zoología.
las ciencias particulares y por el distanciamiento entre profesores La Teología es, más bien, la ciencia de Ja fe, y la fe es un «tomar-
y estudiantes, y hemos de tener tanto más presentes esas protestas parte» y un «tener-parte» en el acaecimiento de la crucifixión, de
cuanto más nos acerquemos al año 1933. manera que «el entero ser-alú, en tanto que cristiano, es decir, re-
Sabemos bastante poco sobre las relaciones existentes entre ferido a la cruw sea puesto ante Dios y, precisamente a través de
Heidegger y la mayoría de sus colegas de Marburgo, y difícilmen- ello, se haga él mismo manifiesto en el olvido de Dios por parte
te podremos esperar una aclaración al respecto mientras la corres- del hombre.
pondencia del filósofo permanezca sin publicar. No fue elegido de- La Filosofía, sin embargo, no tematiza esa religiosidad, sino
cano, pero contribuyó al homenaje celebrado a propósito de los que reflexiona sobre su posibilidad interna; no llega hasta el con-
cuatrocientos años de existencia de la Universidad con un artícu- cepto del pecado, sino al de la «culpa» en cuanto «determinación
lo sobre la história de la cátedra de Filosofía. Cooperación, inclu- ontológica de existencia del ser-ahí». Por ello rechaza Heidegger
so amistad, únicamente se desarrolló con respecto a Rudolf Bult-
. enérgicamente el concepto de «filosofía cristiana», llamándola un
mann, y la influencia no fue con seguridad meramente unilateral. 5
Cuando Bultmann dice, en su obra Jesús, que éste no habla de Dios 1 <ihierro de madera» • Quien observa estas consideraciones retro-
cede naturalmente a la cátedra de Filosofía Cristiana que Heideg-
con verdades generales, «con dogmas», sino que sólo habla de cómo
ger hubiera aceptado de buen grado una década antes. Y ese mis-
actúa Dios en el hombre, en ese momento la cercanía a Heidegger

3 4
Karl L6with, Mein Leben in Deutschland vor und nach 1933. Ein Bericht, RudolfBultmann, Jesus, Berlín, s.a., pp. 139, 14 s.
Stuttgart, 1986,p. 55. ' GA, t. 9, pp. 59, 53, 64, 66.
72 HEIDEGGER LOSAÑOSDEMARBURGO 73

rno observador podría vincular lo anterior con un opúsculo que bre mortal el «estar a la vista» [Vórhandenheit], en el sentido de una
Heidegger debió conocer en los años veinte, a saber, el escrito de existencia independiente. Pero la filosofia de Heidegger no quiere
Franz Overbeck Sobre la cristiandad de nuestra teología actual, ser una «teología especulativa», y de este modo puede parecer que
con el cual el amigo de Nietzsche había constatado en 1873 una ya aquí se dice que el «sern no es otra cosa que el «proyecto» [Ent-
incompatibilidad entre la fe cristiana, apartada del mundo, y los wurj] del ser-ahí. Asimismo, también merece la pena destacar que
conceptos de la Teología procedentes de la mundanidad pagana. Heidegger considera la «lógica de la validew corno urta «amalga-
Cómo se haya de pensar la relación existente entre la experiencia ma de confusiones, perplejidad y dogrnatisrnm¡2 refiriéndose con
fundamental cristiana, «kairológica», y la rnetafisica griega del ser ello a la lógica de Lask, que tanto había apreciadt\en su juventud'.
en cuanto presencialidad permanente, continuaba siendo para Hei- Sea corno fuere, Heidegger no rechaza completamente el con-
degger, aún después de lo años veinte, una cuestión esencial que, cepto de validez, sino que enlaza las afirrnaciones\.anteriores con
sin embargo, tan sólo había respondido a través de insinuaciones. Ja tesis de que la verdad de la proposición, en el. sentido de su va-
Las lecciones de Marburgo aparecen publicadas en su mayor lidez, seria «un fenómeno derivado que se funda en la verdad de
parte en las obras completas; aquí recurriremos a la lección del se- Ja intuición» 8• De nuevo podríamos preguntarnos llenos de asom-
mestre de invierno de 1925-1926 sobre Lógica. La pregunta por bro si Heidegger es un sensualista, pues nada parece ser más di-
la verdad [Logik. Die Frage nach der Wahrheit], y para ello torna- rectamente obvio para el entendimiento vulgar que la suposición
remos por base los puntos de vista antes mencionadps, pues, al de que las cosas deben ser primero percibidas, antes de que pue-
igual que ocurre en otras lecciones, resulta dificil interpretarla y dan ser enlazadas entre sí en la forma proposicional o analizadas
analizarla corno un todo. Corno complemento se debe recurrir al en sus propiedades. ¿Realmente es alétheia nada más que «per-
curso del semestre de verano de 1927 Los problemas fundamenta- cepción>>?, ¿y cómo podía entender Heidegger la percepción corno
les de la fenomenología [Die Grundprobleme der Phiinomenolo- un «darse-a-sí-mismas» las cosas?
gie], que algo después sería llevado a letra impresa corno Ser y Sin embargo, Heidegger es todo lo contrario de un sensualista.
tiempo. Aquella cosa individual supuestamente tan obvia, tan sólo sale al
El punto de partida lo supone, de nuevo, el rechazo de la pre- encuentro del hombre en un contexto de significado y referencia
tensión del conocimiento teórico, según el cual sus afirmaciones que manifiesta una «estructura-como» [Als-Struktur]. Concebirnos
son las únicas y fundamentales formas de la verdad. Pero también cada cosa «corno» algo, corno útil-para; en último término, lasco-
se rechaza la critica de Platón elaborada por Lotze, crítica que se sas nos resultan \.lCCesibles únicamente porque siempre las enten-
escandaliza de la definición de la idea corno usía=sustancia, pues dernos «como ente», es decir, aportarnos una «comprensión del
«usía» no significa «sustancia-cosa-algo real en el sentido lotzea- ser» apriórica. Por ello polemiza Heidegger claramente contra el
no de "ente"»; <msía» seria, más bien, «lo presente [Anwesende ], o sensualismo: «Ese aprehender libre-de-como [als-:freie], por ejem-
6
la presencialidad [Anwesenheit], lo siempre a la vista» • Que para plo, una sensación pura, es sólo efectuable reductivarnente a par-
los griegos «Ser» significa tanto corno «presencialidad» es una de tir del experienciar con carácter de-corno [als-hafl], y es algo tan
las tesis aducidas una y otra vez por Heidegger, y responde a la pre- poco elemental, que ese modo de aprehensión ha de ser caracteri-
gunta de la relación entre ser y ser-ahí, pues ¿cómo puede haber zado corno un modo de aprehensión artificialmente preparado y,
presencialidad y, por tanto, ser, si no es presencialidad para un ser- 1
lo que es. más importante, en sí mismo es posible únicamente en
9
alú y al lado de un ser-alú? Una respuesta simple seria aquella que · cuanto privación de lo con carácter de-como [Als-hafl]» • Con otras
afirmara que sólo para el espíritu divino significa el ser presencia- palabras, podría decirse que lo «concreto» sólo puede ocurrir en
lidad y presente [Gegenwart], significando en cambio para el horn-
.
' Ibídem, p. 79.
8
6
Ibídem, pp. 111 ss.
GA, t. 21, p. 71. 9
Ibídem, p. 145.
LOS AÑOS DE MARBURGO 75
74 HEIDEGGER

razón de lo «abstracto»; lo individual puede convertirse en «Obje- convierte entonces el «ser-en-d-mundo» humano en una mera mo-
to» meramente para un ser «abierto al mundo» y «que comprende dalidad del «ser circunmundano» ·animal?
el sem. Pero la «apertura al mundo» [Weltoffenheit] no es precisa- Pero es evidente que Heidegger quiere distinguir entre el «tiem-
mente un añadir especulativo de lo «a la vista», sino que es «por- po», que d ser-ahí es, y todo «lo que_ es-en-el-tiempo». Por ello
que mi ser es continuamente de un modo tal que me anticipo a nú dice: «El tiempo no puede estar a la vista en absol~to, en absolu-
mismo, por lo que debo, para captar algo que sale al encuentro, re- to tiene un determinado tipo de ser, sino que es la condición de po-
gresar desde el estar-anticipado [Vorwegsein] hacia lo que sale al sibilidad de que haya algo así como el ser (no el ehte). fl tiempo
no tiene el tipo de ser de algo distinto, sino que ell tiempo tempo-
encuentro [das Begegnende]» rn El ser-ahí, en cuanto esencia det
raliza [zeitigt]» 14 . Si eso es cierto, ¿no tendremos qÜe hablar de un
hombre, y la revelabilidad [Ojfenbarkeit] del ente están interrela-
«ente sin sem? Pero ¿no es éste un concepto de ser que lo identi-
cionados, puesto que el ser-ahí muestra un tipo muy especial de fica con la comprensión del ser, al igual que Berkeley había iden-
«temporalidad» que difiere fundamentalmente del «ser-en-el-tiem-
tificado el esse con el percipi? '
po» de las cosas. La verdad no es, por tanto, un mero percibir de Mencionaré aún algunas frases de la última lección que posi-
lo individual, sino que es, «si cabe decirlo en absoluto, la reladón blemente sean esclarecedoras: «Hemos de comprender la reali-
del ser-ahí en cuanto ser-ahí con su mundo mismo, la apertura al dad efectiva, la realidad, lo viviente, la existenciariedad [Exis-
mundo del ser-ahí, cuyo ser se descubre al mundo mismo abierto tentialitat], la consistencia para podernos conducir positivamente
en y con ese sem 11 • respecto de algo determinado que sea realme1:ite efectivo, real,
En cualquier caso, Heidegger no quiere negar completamente viviente, existente, consistente» 15 . Esta afirmación recuerda vi-
el carácter de «ser-en-el-mundo» a los animales y a las plantas, que vamente a aquella que Lask había pronunciado acerca de la rela-
sm duda tienen también un «mundo circundante», si bien una atri- ción entre coseidad y cosa, lo que fuerza a preguntar si para Hei-
bución semejante sería tan sólo posible «en la medida en que ha- degger no significará todavía el «sem aquella «forma» más general
yamos comprendido esa estructura misma en nuestro propio ser- sin la que, siguiendo en todo el sentido de Lask, no sólo no ha-
ahÍ» 12 . Ciertamente, ello seria dificil de concebir si ese comprender bría materia (ente sin ser), sino ningún «sentido» («mundo»). No
indispensable debería fundamentar el «sen> de la estructura del obstante, se ha de insistir con ahínco en que Heidegger nunca ha
mundo circundante animal; ¿no habrá de tener más bien ese ser, ne- abandonado «el planteamiento trascendental», pretendiendo en
cesariamente, el sentido del ser que se «deriva», según Heidegger, cambio ampliarlo o profundizar en él. A este respecto, pocas fra-
del «estar a la vista»? ses result~n más inequívocas que la siguiente: «Todo emplaza-
Y de ahí que podemos preguntarnos si no tendremos que ha- miento·[Setzung] positivo del ente encierra en sí un conocimien-
blar de relativismo y antropocentrismo en Heidegger cuando éste to apriórico y una comprensión apriórica del ser de ese ente, aun
dice en otro lugar: «El comprender humano -acentúo: el com- cuando la experiencia positiva del ente nada sabe de esa com-
prender humano- del ente es posible desde el tiempo. Acentúo prensión, y lo en ello comprendido no puede ser llevado al con-
"humano" porque en Filosofía debemos perder la costumbre de cepto» 16.
confundirnos con el amado Dios como Hegel, quien hace de eso Que el concepto fenomenológico de «intencionalidad» es para
un principio» 13 • Sin embargo, si la razón humana no tiene una.re- Heidegger su punto de partida, siendo el de llegada el concepto de
lación del todo especial con la «razón del mundo» (Dios), ¿no se «trascendencia» (al menos en esta fase) aparece expresado en su
más breve formulación en la frase siguiente: «La intencionalidad

'° Ibídem, p. 147. 14


11
Ibídem, p. 164. Ibídem, p. 41 O.
15
12
Ibídem, p. 215. GA, t. 24, p. 14,
16
13
Ibídem, p. 267. Ibídem, p. 72.
76 HEIDEGGER LOS AÑOS DE MARJ¡IURGO 77

es la ratio cognoscendi de la trascendencia. Ésta es la ratio essen- Jidad de renunciar a toda ganancia y posesión mundanas>>2º. Es cier-
di de la intencionalidad en sus distintos modos» n to que la frase tiene resonancias más bien cristianas que marxistas .
. Heidegger plantea la misma pregunta que asalta al «entendi- pero ¿no conocía también Marx determinados sentimientos de fon-
mien:~ humano sano» en relación con su filosofia: «¿Cómo "hay" do cristianos o judeocristianos, que él desligó lue);o de «cualquier
ser? G~mcamente hay ser s1 existe la verdad, es decir, si existe el dogniatism0», al igual como pretende Heidegger en el pasaje cita-
s~r-ah1~ ¿Depende de la existencia del ser-ahí que haya o no ser? do? ¿Y no caracterizaba también Marx el presepte con términos
S1 es.as1, ei:itonces con ello no se supone de nuevo que dependa de muy similares a los empleados por Heidegger el). el mismo empe-
la existencia del ser-ahí que el ente, por ejemplo la naturaleza, sea ño, es decir, con los térrninqs «desarraigad0» y <,sin base» ?n
o no. La manera como haya ser y sólo pueda haberlo no prejuzga Sin embargo, parece tratarse más bien de una 'radicalización de
acerca de cómo es el ente en cuanto ente o de si es» rn De nuevo la posición mantenida durante su juventud cuando Heidegger afir-
nos encontramos aquí con algo que parece ser un «contracontep- ma, en los Problemas fundamentales, que hoy se filosofa «de una
to», «el ente sm sern, un concepto que se desprende necesariament.e manera tan bárbara y coreica como tal vez en ningún otro periodo
de la equiparación del «sern con el «ser verdadero» o «estar desve- de la historia del espíritrn>22 • Pero a uno le viene a la memoria Car!
lado» [Enthülltsein]. Y recordaremos que en la Escolástica el ens Braig antes que Karl Marx cuando Heidegger pronuncia el vere-
Y lo verum eran idénticos en tanto que trascendentales, y que su dicto según el cual «tan sólo la arrogante modernidad caída en la
identidad no estaba fundada en la existencia del hombre sino en barbarie» puede querer hacer creer que Platón esta superado, como
Dios. ¿No será Heidegger nada más que un escolástico devenido se suele decir con elegancia23 • Pese a Husserl y a Bultmann, aquel
«sin Dios»? estudiante de Teología de Friburgo no se había CQnvertido en mero
~tes .de pasar a dedic~nos, en el próximo capítulo, al libro pasado para Heidegg}'r cuando, siendo ya profesor en Marburgo,
que aun sigue siendo considerado como la obra capital de Hei- publicó en 1927 el libro que habría de hacerle conocido allende las
deg~er: y que tal vez pueda resultar esclarecedora, se debe plantear fronteras de Alemania.
por ultimo la pre¡pmta de si la crítica a la cultura y al presente, ela-
borada por el fJ!osofo en sus lecciones de Marburgo, ha cobrado
un nuevo aspecto. f
.En la Lógic~ ~e dice: «Hoy, este desarrollo de la psicología, pe-
c1;1ha~ente caotJco, es tan sólo una señal del proceso de interna
d1soluc1ón ~spontánea de la existencia actual. Lo único, por así de-
Clf, sustancial de la existencia presente es el negocio de la disec-
ción del alma prop,,ia, y, al final, esa disección se hundirá por sí
~1s~a en el_ asco» . Sea como fuere, parece que Heidegger no era
mngun partidario o admirador de Sigmund Freud. ·
Sin embargo, ¿le unían ciertos sentimientos de fondo con Karl
Marx? Se podría decir que sí al leer párrafos como el siguient~:
«[Es ,necesario] ganarse el ser-ahí antes de que se haya perdido; se
habra perdido Justamente en el sentido de que se esté en la posibi-

17 '° Ibídem, p. 232.


Ibídem, p. 91. 01
Ibídem, p. 308.
18
Ibídem,p.317. 22
GA, t. 24, p. 19.
19
GA, t. 21, p. 36. 23
Ibídem, p. 157.
SER Y TIEMPO 79

prende seis capítulos (desde el 9 al,44); «La exposición de la tarea


de un anál!s1s preparatono del ser-ahrn; «El ser:en-el-mundo en
absoluto como estructura fundamental del ser-ahrn; «La mundam-
SER Y TIEMPO dad del mundo»; «El "ser-en-el-mundo" como ser-con y como ser-
sí-mismo. El "Se"»; «El ser-en como tal»; «El ~uidado como ser
del ser-ahí». La segunda secoión, «Ser-ahí y temporalidad», P.re-
El libro más voluminoso que publicó Heidegger durante su vida senta, después de un parágrafo que resume eJ,r~sultado obte~!do
y el que le dio fama mundial, tiene una historia previa bastante sin~ hasta ese momento (45), seis capítulos (desde el 16 al 83): «El ser
gular, tratándose por lo demás de un fragmento. Todas las lecciones total" posible del ser-ahí y el ser para la muerte»; «La atesligua-
dictadas por Heidegger en la época de Marburgo eran, ciertamente, ción, por el ser-ahí mismo, de un "poder ser" auténtico y la reso-
de índole «ontológico-fundamental» y «analítico-existenciaria», pero lución»; «El "poder ser total" auténtico del ser-ahí y la temporali-
la primera compilación de las mismas se efectuó por un motivo com- dad como sentido ontológico del cuidado»; «Temporalidad y
pletamente externo. En efecto, tras la marcha de Nicolai Hartmaun cotidianidad»; «Temporalidad e historicidad»; «Temporalidad e in-
la facultad queria llamar a Heidegger para que ocupara la cátedra va- tratemporalidad como origen del concepto vulgar de s.ern.
cante de aquél, pero el ministerio se opuso a ello porque hacía años Evidentemente, ya en el encabezamiento de los cap1tulos se ha-
que Heidegger no presentaba ninguna publicación, y, al igual que bla tanto de «sern (o bien de «ser-ahí») y de «tiempo», que uno
había ocurrido con el manuscrito sobre Aristóteles antes de su pri- bien puede tener la impresión, en vista de las apretadas 438 pági-
mer nombramiento, así también se enviaba ahora al lugar decisivo nas que componen la obra impresa, de que el tratado habría llega-
el plan general de Ser y tiempo. Allí, sin embargo, se juzgó «insufi- do a su término en el parágrafo 83. Mas, si atendemos al parágra-
ciente» el material remitido, pronunciando el nombramiento una vez fo 8, el «Plan del tratado», de ahí se sigue entonces que la «Primera
publicado Ser y tiempo en 1927, el cual apareció a la vez como tomo parte» habría de consistir en tres secciones, para la tercera de las
VIII del husserliano Jahrbuch far Philosopie und phiinomenologis- cuales estaba previsto el título Tiempo y ser. La «Pnmera mJlad»
che Forschung y como libro independiente. En ambos casos se lo misma es, por consiguiente, un fragmento, y lo es precisamente de
caracterizó como «Primera mitad», aunque posteriormente se su- una manera muy pronunciada, pues una inversión semejante del tí-
primió del índice esa indicación, lo que syponía renuciar a que el li- tulo completo, introducida como tercera sección, reduce por fuer-
bro llegara a estar alguna vez completo. Este comenzaba preseJtan- za a algo muy provisional las dos secciones precedentes, en las que
do el plan de todo el Tratado en el parágrafo 8 de la introducción, la discusión se centra únicamente en las nociones de «ser-ahí» y
que claramente dejó estar lo que aún le faltaba. «temporalidad». Lo que aparece anunciado como «Segunda par-
El libro aparece desglosado en sucesivos parágrafos, 83 en to- te» parece, en cambio, una mera investigación historiográfica, pues-
tal. A la introducción «La exposición de la pregunta por el senti- to que en ella son tematizados la doctrina kantiana del esquema-
do de sern, que comprende dos capítulos divididos en ocho pará- tismo y del tiempo, el fundamento ontológico del cogito ergo sum
grafos, le sigue la «Primera parte» (¡sic!, no «Primera mitad»). El de Descartes y, por último, el tratado de Aristóteles sobre el tiem-
palenteamiento de las tareas por realizar y, con ello, de hecho; el po, lo que supone una curiosa inversión del orden cronológico en
de todo el libro, dice así: «La interpretación del ser-ahí sobre la el que se siguen los autores tratados.
base de la temporalidad y la explicación del tiempo en tanto que No resulta fácil de entender por qué un pensador, que hasta en-
horizonte trascendental de la pregunta por el ser.» Esta primera par- . tonces siempre había sido extraordinariamente contenido en lo que
te se divide en dos secciones. La primera de ellas lleva ,POf título a publicaciones se refiere, decide publicar un libro al que le falta
«El análisis fundamental y preparatorio del ser-ahÍ». Esta com- la última sección, que posiblemente supondría poco menos que un
tercio del total y desde la cual tendría que poder comenzar a mos-
[78] trarse lo expuesto hasta ese momento desde la perspectiva defini-
80 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 81

tiva. El propio Heidegger respondió de ello más tarde, alegando un es un ser eterno, esto es, la representación de Dios y el ser eterno.
ser-todavía-incapaz del pensamiento y explicando que por enton- Por tanto, el título implica al pare'oor una combinación de Parmé-
ces no le mereció. la pena consumar el «viraje» que inició luego a nides y Feuerbach o, con otras palabras, de la ontología antigua y
parl!r de 1930. Sm embargo, la «Tercera sección» no llegó a :fer de Ja contemporánea filosofía de la vida. Sin embargo, Feuerbach
publicada nunca, y seguramente no se puede considerar la breve no aparece ni tan siquiera mencionad.o, y lo ,pü~mo ocurre con
conferencia del año 1962 «Tiempo y sern como sustitutiva de la Marx, si bien se menciona ocasionalmente a Be~gson y, con fre-
sección ausente en la obra principal. Pero no debería tomarse por cuencia bastante mayor, a Dilthey. Si no se quie~e retroceder de-
mfundada la suposición según la cual Ser y tiempo no hubiera pro- masiado lejos en la historia, también se podría d~.cir que en el tí-
ducido a la larga el efecto que de hecho produjo si hubiera abar- tulo Ser y tiempo se reconoce la intención de perisar en conjunto
cado más de 600 páginas y si ya hubiera ostentado las caracterís- Jos puntos de partida de Husserl y Dilthey, justamente para hallar-
ticas de la «última filosofia» de Heidegger. Tan sólo sabría nombrar les un fundamento más profundo.
un ejemplo de la literatura filosófica (en el más amplio sentido de En qué medida supone la ontología antigua el punto de parti-
la palabra) en el que su efecto producido dependa tan estrecha- da de la obra se hace evidente, ya desde las primeras páginas, por
mente de su carácter fragmentario como en este caso, a saber, El una cita procedente del Sofista platónico. En ella se dice que no es
Capital de Karl Marx. El primer tomo de esta obra, aparecido en claro lo que se quiera decir en realidad cuando se utiliza la expre-
1867, se revela como un fragmento cuando se Je contempla desde sión «ente». De ahí que Heidegger se proponga «plantear de nue-
la perspecl!va del tercer tomo, que fue publicado a título póstumo vo la pregunta por el sentido Je sern. Ser es, sin embargo, aquello
en 1894 y también está incompleto. Pero se trata de un fragmento «que Jetermina al ente en cuanto ente, aquello sobre lo cual el ente,
1
que difícilmente habría producido el gran efecto político que pro- comoquiera que se lo dilucide, es comprendido en cada caso» • A
dujo s1 hubiera aparecido desde un principio con el tercer tomo. través de esta doble determinación se torna ya claro lo «subjeti-
Me dispongo ahora a intentar algo en verdad imposible, es d¡cir, vista» o también «trascendental» del modo de plantear la pregun-
reproducrr el contendio de Ser y tiempo en sns rasgos fundamentales, ta, por lo que desde ese planteamiento se consideraría ingenuo el
y en esta ocasión no debo limitarme a aquellos tres puntos de vista que, atendiendo directamente a las cosas, se leyeran los «caracte-
principales. Por eso resulta inevitable realizar una fuerte selección y res del sern individuales, tales como la espacialidad, en el sentido
hmar considerablemente los puntos más dificiles, si bien procuraré ci- del «ser-en-el-espacio». No se debe pasar por alto al ser [Wesen]
tar con la mayor frecuencia posible. Pero una impresión ajustada, por que plantea la «pregunta del sern, y nosotros mismos somos ese
tanto, una impresión directa de las dificultades y de la desesperación ser. Sin embargo para Heidegger <<nosotros mismos» no son «los
resultante del descubrimiento de aquellas es algo que cada cual podrá hombres», sino que comprende a «ese ente que somos nosotros en
conseguir únicamente a través de la lectura completa de la obra. cada caso y que, entre otras cosas, tiene la "posibilidad de ser" del
2
Sirva de anticipación en lo que sigue decir tan sólo que)a com- . preguntar», y eso Jo designamos con el término «ser-ahí» [Dasein ] .
binación de «sern y «tiempo» produce naturalmente un efecto pa- La pregunta del ser ha de tomar su punto de partida de ese «ser-
radójico, y eso es también lo que debe producir. Para todo el pen- · ahÍ», si bien es evidente que no debe permanecer restringida a él;
sam1ento anl!guo y medieval era algo por sí mismo evidente que la ontología no debe reducirse a una antropología. Resulta de igual
el.«sern es atemporal en su sentido auténtico y sólo corresponde a modo evidente que se trata de mucho más que de «deliberaciones
D10s, el cual, no obstante, puede ser concebido en su carencia de epistemológicas», que conducirían a una ontología «realista-críti-
tiempo y en su carencia-de-nada por el pensamiento del hombre, . ca» en el sentido, tal vez, de un Nicolai Hartmann, pues Heidegger
entendido aquí como aquel ser que lleva la impronta de la razón.
Una inversión real de esta relación se efectuó por primera vez en 1 Martin Heidegger, Sein und Zeit, Halle, 1941 (5.ª ed.), p. 6.; ed. cast., Ser y

la obra de Feuerbach, en la que Dios aparece derivado directamente tiem¡o, trad. José Gaos, FCE, México, 1989 (7.' ed.), p. 15.
de la vida humana en su finitud e historicidad, y lo que se deriva Ibídem, p. 7; ed. casi., p. 17.
82 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 83

caracteriza expresamente la analítica del ser-ahí, que él se propo- ocurre de igual modo que para Heidegger Ja percepción no es algo
ne elaborar, como una «ontología fundamental». Y Heidegger em- elemental desde lo cual se pueda derivar la relación con el mundo,
plea aún un tercer concepto de la filosofia tradicional en un senti- sino que, al contrario, también el_descubrir de la aísthesis se fun-
do poco frecuente, aunque también hubiera sido ya preparado p~r da en el carácter de claro del ser-a'bí. Por ello denuncia Heidegger
pensadores como Kierkegaard (y, además, también por Bloch). Se la caracterización del ser-ahí como «sujeto», alegando que el su-
trata del concepto de «existencia» [Existenz]: «Al ser mismo, re- jeto es comprendido según la analogíí! de las cosas, por lo que en
lativamente al cual el ser-ahí se puede conducir de tal o cual ma- cuanto concepto surge de aquella «inautenticidad» [ Uneigentlich-
nera y siempre se conduce de algún modo, lo llamamos existen- keit] sólo desde la cual, en cuanto un caer en las cosas del mundo,
3
cia» . La primera distinción, la de todo «ente que no tiene la forma debe el ser ahí obtener absolutamente su autenticidad. La activi-
de ser-ahí», reside en qué la determinación de esencia de la exis- dad originaria del ser-ahí consiste en el «Ocuparse de» [Besorgen],
tencia no puede ser efectuada mediante la indicación de un «qué» y este aspecto «practicista» del análisis heideggeriano, junto con
y en que la división tradicional entre existentia y essentia no pue'. los correspondientes conceptos del «útil» [Zeug] y del «estar a
de tener aplicación alguna. El ser-ahí, sin embargo, no comprende mano» [Zuhandenheit], han recibido una antención especialmen-
[versteht] únicamente su propio ser, sino también el ser de otros te alta, quizá también porque se ve aparecer, a través del recurso al
entes, y ello no en la forma de una sumación, sino como la totali- martillar y al martillo, el taller paterno de Meflkirch4 • Ese «Ocu-
dad de significado de un «mundo». Ser-ahí es «ser-en-el-mundo» parse de» no es, sin embargo, autárquico. De él puede surgir el co-
un ente que se conduce respecto de otros entes y de sí mismo com~ nocer como un «modo deficiente» que tan sólo dirige la mirada al
comprendiendo el ser. Por ello está siempre dispuesto a compren- «tener aspecto de» [Aussehen] de las cosas, y en esta derivación
der su ser según la analogía del ente conocido dentro del mundo del «estar a la vista» a partir del «estar a mauo» se ha visto el pre-
es decir, como puro «estar a la vista» [ Vorhandenheit]. Éste es jus'. tendido antiintelectualismo de Heidegger. Pero si el ser-ahí quiere
lamente el punto de partida de la ontología antigua, que compren- llegar a la autenticidad, entonces habrá de separarse del quedar ab-
de el ser como un «estar a la vista» o «ser naturaleza» o como ou- sorbido por las cosas de las que se ocupa, y a mi juicio no es cla-
sia, lo que significa, según Heidegger, «presencialidad» ro cómo se relacionan entre sí la «autenticidad» y el «descubri-
[Anwesenheit], que por ello se encuentra estrechamente vinculada miento teórico de lo que todavía está meramente a la vista», ya que
con la noción de «presente» [Gegenwart]. Por una parte, Heideg- ambos provienen de una ruptura con el mundo cotidiano del «ocu-
ger qmere ahora determinar «originariamente» el sentido del ser parse de». Pero, al igual que el aparente «practicismo», también ha
de «ser-ahí», y para ello desliga los «existenciarios» [Existenzia- 'atraído una atención desmedida el aparente «eticismo» de Hei-
lien] de las «categorías» de los entes que no tienen la forma de ser- ., degger, a saber, la caracterización, negativa en el más alto grado,
ahí, enraizándolos a su vez en una «temporalidad» para la cual el del «Se» 5 y la apelación al «ser sí mismo» auténtico. Lo que aquí
«futuro» es más importante que el presente y el pasado. De ahí que . se puede descubrir con más facilidad es aquello que tantas veces
el ser-ahí sea en sí mismo el «claro» [Lichtung], de modo que se- se ha tratado hasta ahora como crítica a la cultura: «Distanciación,
ría una determinación insuficiente la de considerarlo como una término medio, aplanamiento constituyen, en cuanto modos de ser
«conciencia» incorporada a una «vida» que se capta de acuerdo del "Se", lo que designamos como el "espacio público". Éste re-
con la biología. Es por ello por lo que el «lugarn [Ort] primario de
la verdad no es el enunciado. «Verdadera» en el sentido griego, 4
Ibíde1n, pp. 68 ss.; ed. cast., pp. 84 ss.
dice Heidegger, sería la aisthesis, el simple percibir sensorial de 5
«Man» en el original. Para los no fainiliarizados con Heidegger o con el idio-
algo, que es más originario que el lagos nombrado. Sin embargo, ma alemán, sólo queremos subrayar que el «Se» con que traducimos la palabra
«Man» no se refiere al pronombre relativo que aparece, por ejemplo, en el «ocu-
parse de1> o en otros verbos reflexivos como·«sentarse», <<lavarse» o similares. El
3 Man se refiere, 1nás bien, al «hombre-masa» o a la «gente», como queda refleja-
Ibídem, p. 12; ed. cast., p. 22. do en expresiones tales como «se cuenta», «se dice», «Se lleva>>. -
84 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 85

gula inmediatamente toda interpretación del mundo y del ser-ahí la búsqueda de la «totalidad originaria del todo estructural del
y tiene en todo razón. Y no sobre la base de una "relación de ser" enr-ahí» 10 señale a la «angustia» como un modo fundamental del
señalada y primaria con las "cosas", no porque disponga de una ~<~ncontr;rse». En efecto, no es trivial, pues no sabría decir en qu.é
translucidez del ser-ahí expresamente apropiada, sino por no en- bra filosófica haya aparecido una vez 'tan s1qwera ese «estado ps1-
trar "en el fondo de los asw1tos", por ser insensible a toda diferen- ~ológico» (como se lo denomin~ría nom;almente) como uno de los
cia de nivel y de autenticidad. El espacio público lo oscurece todo temas principales de la ontologia. Cilare un nuevo pasaje que a la
y da lo así encubierto como lo conocido y accesible a todos. El vez es representativo del lenguaje característico <)e s:;r ytiempo:
"Se" está por todas partes, pero de tal manera que ya siempre se «El por qué la angustia se angustia, se desvela [ei'Ulzutlij-como el
ha escurrido de donde quiera que el ser-ahí urge a tomar una deci- ante qué de la angustia, y su "por qué" se extiende mclus_o al an-
sión [ ... ]»6 • Sin embargo, Heidegger habría concedido seguramen- gustiarse mismo. Pues éste es en cuanto encontrarse un tipo fun-
te que no se trata aquí de la criticable crítica de la cultura sino del damental del ser-en-el-mWldO. La mismidad exzste~czana del abrzr
análisis ontológico-fundamental del ser-ahí. Y habría sost€nido con lo abierto, de modo que en esto el mundo es abzerto _como mun-
también que el «estar-caído en el Se» pertenece necesariamente a do el ser-en como poder-ser singularizado, puro, arro1ado poder-
un ser que está «aclarado [gelichtet] en sí mismo en cuanto ser-en- se~ pone en claro que con el fenómeno de la angustia se ha con-
el-mundo»7. De este «estar aclarado» forma parte también, por vertido en tema de la interpretación un señalado encontrarse. La
ejemplo, el habla [Rede], que se ha de exponer por regla general angustia singuwiza y abre así el ser-ahí como solus ipse. Este ''.so-
como meras habladurías [Gerede], si bien del «estar aclarado» lipsismo" existenciario está tan leios de mstJtwr una cosa-sujeto
también forma parte el «estado de ánimo» [Stimmung] que «ha aislada en el inofensivo vacío de un tener lugar sm mundo, que
abierto en cada caso ya el ser-en-el-mundo como un todo y hace one al ser-ahí justamente en un sentido extremo ante su mundo
P
por primera vez posible un dirigirse a ..."» 8 • Heidegger pretende en como mundo y, con ello, ante s1 mismo como ser en e1mun d"ll
,. 44
o » .
todo momento escapar al esquema de un yo «a la vista» que con- La «totalidad existenciaria y formal del todo estructural onto-
sidera teóricamente cosas y relaciones que también estan «a la vis- lógico» puede ahora ser definido únicamente como un «pre-ser-
ta». Por ello uno debe preguntarse si la teoría y, en último térmi- se-ya-en-(el- "mundo") como ser-cabe (los entes que hacen frente
no, también la filosofía, que después de todo es más que una dentro del mundo)»"- Podría decirse que el ser-ahí es un «en.te
«comprensión preontológica del ser», ha de ser efectivamente en- mundano» que «cuidando de» [sorgend] se encuentra en relac10n
tendida como un «modo deficiente» o acaso como un «modo con- con las cosas intramundanas. No obstante, el «cwdado» [Sorge] es
solidado» y, no obstante, como una «ganancia» difícil de obtener un existenciario y no la descripción de un estado psicológico que
y por la que merece la pena esforzarse. No es del todo infrecuen- pueda ser diferenciado de otros estados psicológicos. Es por ello
te que se imponga también la pregunta de si las palabras esconden por lo que Heidegger dice que el mero determmar mtwtlvamente
un sentido profundo o una trivialidad, como por ejemplo, tal vez, de algo «a la vista» no tiene el carácter del «cwdado» en 13menor
cÜando se dice respecto del «encontrarse» [Befindlichkeit] y del grado que wrn acción política o el recrnarse para descansar • Pero
«estado de ánimo»: «Nada semejante a esa afección tendda lugar todos estos modos ónticas de conducrrse corresponden a la «aper-
ni con la más intensa presión y resistencia; la resistencia perma- tura» [Erschlossenheit] del ser-ahí, que es el auté~tico_tema de Hei-
necería esencialmente no-descubierta, si un ser-en-el-mundo "en- degger, pues representa para él «el fenómeno mas _ongmano de la
contrándose" no se hubiera ya referido a un ser-herido por entes verdad». De este modo, el filósofo llega a la s1gwente tesis: «En
intramundanos»9 • Pero con toda certeza no es trivial que Hei<)egger,
6 10
Ibídem,. p. 127; ed. cast., p. 144. Ibídem, p. 180; ed. cast., p. 200.
7 11
Ibídem, p. 133; ed. cast., p. 150. Ibídem, p. 188; ed. cast., p. 208.
6 12
Ibídem, p. 137; ed. cast., p. 154. Ibídem, p. 192; ed. cast., p. 213.
13 Ibídem, p. 214; ed. cast., p. 193.
' Ibídem, p. 137; ed. cast., p. 155.
86 HEIDEGGER SER YTlEMPO 87

la medida en que el ser-ahí es en esencia una apertura, y como «Que la realidad se funde ontológicarnente en el ser del ser-ahí no
abierto abre y descubre, es, por esencia, "verdadero". El ser-ahí es puede significar que lo real sólo PD;eda sér co~o aquello que es _en
"en la verdad'\> 14 • Es obvio que con ello no se pretende decir que sí mismo, s1 existe y mientras ex1stg. el ser-ah1. Ciertamente, solo
los hombres siempre pronuncien enunciados verdaderos, sino que mientras es el ser-ahí, es decir, la pbsibilidad óntica de la com-
ese «ser-en-la-verdad» es la «condición de posibilidad» ontológi- prensión del ser, "hay" ser. Si no exisre el ser-ahí, entonces tam-
ca para lo efectivamente verdadero y no verdadero. Pero bien po- poco "es" la independencia y tampoco ''.es" el"en :fí": Semejantes
dernos concluir que, por ejeµiplo, las obras de arte y los modos de cosas no son, pues, m comprensibles m mcorhpr~ns1bles. Enton-
comportamiento políticos pueden encontrarse en una relación tan ces tampoco puede decirse que los entes son, ni tampoco que no
estrecha respecto de la verdad ontológica, de la «verdad del sern son. Sí puede decirse ahora, mientras una comprensión del ser es
corno las verdades de razón. Sin embargo, dificilrnente podrá ca'. y con ella una comprensión del "estar a la vista", que entonces los
15
lificarse esta concepción de «irracionalisrno», tratándose más bien entes seguirán siendm> • ,
de una dilatación de la «luz», que por lo general tan sólo se atri- Esta afirmación es de una importancia central, y cabría supo-
buye corno carácter a la razón. Mas, este «estar dotadú de clari- ner que, debido a la nueva reflexión sobre « ... "hay" sern, Hei-
dad» no es en absoluto divino, pues a él pertenecen existenciarios degger se habría anticipado a toda su «última filosofia». El enten~
tales corno el «arrojamiento» [Gewofenheit], el «proyecto» [Ent- dirniento humano normal simplemente no sabe en este punto s1
wurj] y el «estar caído» [Verfallenheit] (el ser-ahí en cada caso ya tiene ante sí algo dotado de un significado profundo o una trivia-
corno mío y éste en un mundo de determinados entes intrarnunda- lidad. Que sin hombres no puede decirse que los entes sean pare-
nos; el comprender-se a partir del más propio poder-ser; el «estar ce, en efecto, un puro truisrno. ¿No podría ser precisamente el pun-
perdido» en el mundo y el «ser absorbido» por el «Se»). De ahí to más elevado de la comprensión humana del ser y del mundo el
que la verdad no sea, corno alguien podria malinterpretar la defi- que el hombre pueda excogitarse a partir «del mundo», el cual no
nición anterior, una posesion que no se puede perder; antes bien, es, desde luego, en última instancia su mundo -corno sí lo es el
debe comenzar siempre por ser arrancada al ente. En esa medida mundo circundante de los animales o también de los primitivos-,
también puede decirse que ser-en-el-mundo significa ser-en-la-no'. y pueda decir que los entes, y, corno es evidente, los entes en su
verdad. El desocultamiento (a-létheia) no es pensable sin el ocul- ser, seguirán existiendo en las estructuras conocidas y según las le-
tamiento. Si lo anterior es correcto, entonces la definición tradi- yes conocidas?
cional de la verdad se revela corno un resultado de la caída. En Pero es evidente que ésa no es la concepción sostenida por Hei-
efecto, capta la verdad corno una relación «a la vista», dada entre degger. Y aún cabe citar dos nuevos pasajes, en los que se ofrece
dos instancias que están «a la vista» (intellectus y res), y por cier- una respuesta a dos de nuestras preguntas conductoras: «Decir que
to corno una relación de acomodación (adaequatio ). Este concep- las leyes de Newton no eran antes de él verdaderas ni falsas no pue-
to de la verdad es, por consiguiente, un concepto «derivado» [ab- de significar que los entes, que ellas descubriendo muestran, no
künfliger]; Heidegger pretende haberlo «superado», es decir, haberlo eran antes de él. Las leyes se volvieron verdaderas por obra de New-
fundado en uno «más originario». Esta verdad «originaria» lo es ton; con ellas se tornaron accesibles para el ser-ahí entes en sí mis-
en cuanto «apertura del ser-ahí», mas no «eterna», y con ello coin- mos. Con el "estar descubiertos" se muestran los entes precisa-
cide el ser en que tampoco presenta el carácter de eternidad. Hei- mente corno los entes que ya eran antes. Así, descubrir es el tipo
degger se pronuncia en Ser y tiempo de una forma inequívoca so- de ser de la "verdad". Que hay "verdades eternas" es algo que sólo
bre la cuestión de la correspondencia mutua entre ser y ser-ahí, y, estará suficientemente probado cuando se haya logrado demostrar
con ello, sobre el concepto (o contraconcepto) del «ente sin ser»: que el ser-ahí ha sido y será por toda la eternidad. Mientras no se

15
" Ibídem, p. 221; ed. cast.,pp. 241-242. Ibídem, p. 212; cd. cast., pp. 232-233.
88 HElDEGGER SER Y TIEMPO 89

haya aportado esa prueba, esa frase continuará siendo una afirma- "'ca del ser-para-la-muerte auténtico y proyectado existenciaria-
ción fantástica que no gana en legitimidad por el hecho de ser co- mente puede ser resumido de la .siguiente forma: El correr anti-
múnmente "creída" por los filósofos» 16 . cipadamente [hacia la muerté] desvela al ser-ahí el estar-perdi-
Y en la página 230 [§ 44; ed. cast., p. 251] se dice en una bre- do en el Se-mismo, y lo lleva ante /¡J pos_ibilidad -primariamente
ve frase: «El ser - no el ente - lo "hay" tan sólo hasta donde la ver- falta de apoyo en el "procurar por" "ocupándose de "-de ser él
dad es. Y ella tan sólo es hasta donde y mientras el ser-ahí es. Ser mismo, pero de serlo en la apasionada LIBERTAD PARA LA MUER-
y verdad "son" igualmente originarios». Sin duda conviene seña- TE, desligada de las ilusiones del Se, fáctica, cierta de sí misma y
lar que «hay» y «som> aparecen situados entre comillas y, por tan- angustiada>> 19 • La impresión de «existencialismo» se ve reforza-
to, han de tener un significado especialmente señalado. Sin em- da por ciertos conceptos, que parecen representanuna seculariza-
bargo, ¿cómo tendrá que entenderse el enunciado sino como ción de conceptos teológicos tales como el de la (<yoz de la con-
afirmando que aquello que los griegos llamaban «kosmos» exis- ciencia» [Gewissensruj] o el de «Ser culpable» [Sb(zuldigsein].
tió, desde luego, hasta la aparióón de los hombres y, por tanto, has- Como sea que Ruf[vocación, llamada] y Anruf[ínvocación] son
ta el m1c10 de la_ «comprens1b1hdad» [ Verstehbarkeit], si bien era precisamente palabras recurrentes en la última filosofía de Hei-
«carente de senlido»? ¿Acaso no aparece aquí al final la «cosa en degger, donde producen, al igual que la expresión «pastor del sern
sÍ» kantiana, que también es «carente de sentido», es decir, no está [Hirt des Seins ], la impresión de algo idílico y de tendencia teo-
mformada categorialmente o, mejor dicho, no es informable? Pero lógica, citaré una frase de Ser y tiempo que justamente debería ser
¿no es la proposición de existencia también una determinación del todo Jo contrario de una declaración idílica o «quietista»: «Quién
ser? ¿Acaso el ser no es siempre, según Heidegger, el ser de los en- sea el que )lama no es determinable "mundanamente" por medio
tes? ¿O esta mutua correspondencia resulta por primera vez de la de NADA. El es el ser-ahí en su inhospitalidad, el original y arro-
correspondencia «originaria» entre el ser-ahí y el ser? ¿Es el «sern jado ser-en-el-mundo como "'no-en su casa", el desnudo "que" en
en último término, el «proyecto» del ser-ahí, que arranca a los en'. la nada del mundo»'º. Y en este punto uno se siente inclinado a
tes de la indeterminable oscuridad? ¿Cómo podría definirse en- preguntar cuántos años-luz separan a «Me!lkirch» y a los «mona-
tonces la filosofia de Heidegger, sino como el cenit de la filosofia guillos campaneros» de esta cita.~o se puede encontrar una for-
moderna de la subjetividad? ma más radical de formular el aislamiento y el «estar perdido» del
Estas preguntas que se plantea el entendimiento humano ha- individuo moderno.
bitual deben ser dejadas por el momento tal y como están; y aho- Pero el punto culminante del desarrollo del pensamiento hei-
ra, en la «Segunda secc1óm>, la ontología fundamental da un giro deggeriano está aún por llegar, y se trata de la interpretación del
sorprendente hacia aquella discusión sobre el «lodo estructural ser-ahí desde la temporalidad, lo que se prepara por medio de la
del ser-ahí». Lo que allí se pone de manifiesto estriba en que a esa introducción de la nada [Nichts] y de lo «nulo» [Nichtige J en el
«totalidad» le pertenece «la muene en cuanto posibilidad más pe- ser-ahí y en el mundo. «Correr anticipadamente hacia la muerte»
culiar, !freferente e Jrrebasable» . La angustia ante la muerte no y «ya-ser-cabe-entes-intramundanos» pertenecen a las dimensio-
es un vértigo ocasional, sino que es, «en cuanto un fundamental nes del advenimiento [Zukünftigkeit] y del sido [Gewesenheit], que
encontrarse del ser-ahí, la agertura de que el ser-ahí existe como son mseparables del presente, del cual son incluso sus primeros
arrojado "ser para su fin"» 8• Resulta así aquella determinación fundamentos en absoluto. El «claro» [Lichtung], que el ser-ahí es,
que, como ninguna otra, ha hecho aparecer a Heidegger como es un fuera-de-sí, un prolongamiento, y ese prolongamiento lo de-
«existencialista», «nihilista» e «individualista»: «La característi- nomina Heidegger los éxtasis del «tiempo originario». «La tem-
poralidad no "es" en absoluto un ente: ella no es, sino que se tem-

" Ibídem, p. 227; ed. cast., p. 248.


" Ibídem, p. 250; ed. cast., p. 254. " Ibídem, p. 266; ed. cast., p. 290.
" Ibídem, p. 274; ed. cast., p. 251. '" Ibídem, p. 276; ed. cast., p. 301.
90 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 91

poraliza» 21 • Este análisis, que, al igual que otros no podemos se- algo distinto en el caso de la ratio essendi? ¿No se podría con-
guir en detalle, lo resume Heidegger en las siguientes frases: «El siderar la temporalidad como una primera superación del tiem-
tiempo es originariamente como temporalización de la temporali- po, entendido éste en el senfidb del tiempo mundano, si bien una
dad, como aquella que hace posible la constitución de la estructu- superación esencialmente fini!f, ipuesto que el pasado y el pre-
ra del cuidado. La temporalidad es esencialmente extática. La tem- sente poseen tan sólo un carácter d€ realidad atenuado? En una
poralidad se temporaliza originariamente desde el futuro. El tiempo nota al pie de la página 427 [§81; ed. cast., p. 460], Heidegger
originario es finito» 22 . dice que el concepto tradicional de eternidad se orienta hacia el
Asimismo, lo anterior resulta fácilmente comprensible para nunc stans de un «estar a la vista» permanente:'"«Si fuese posi-
el entendimiento humano habitual, pues un ente «aclarado», «que ble "construir" la eternidad de Dios fil\)sóficamente, entonces
comprende» y «racional» puede existir únicamente una vez roto sólo cabría comprenderla como una temporalidad niás origina-
el hechizo del «estar encerrado» [Beschlossenheit] en el mero ria e "infinita". Queda sin decidir si para ello ofrecería un ca-
presente, como por aproximación podemos observar en los ni- mino posible la via negationis et eminentiae.» Si la temporali-
ños y como podemos atribuir por principio, y con toda la razón, dad es auténtica vivacidad [Lebendigkeit], entonces Dios habría
a todos los entes no-humanos. Un animal no sabe nada del fu- de ser el único viviente [Lebendige] de todos los seres, y por ello
turo y no hace referencia alguna al pasado. Está suspendido y no sería, precisamente, un ser individual al lado de otros seres
oscila al mismo tiempo en un presente eterno (para él eterno). individuales, ya que para él el pasado y el futuro no serían me-
Ningún pasado le acecha ni limita; el futuro y, con él, la inevi- ras representaciones desvaídas, como para el hombre, sino un
tabilidad de la muerte no comparecen ante sus ojos. El hombre presente generativo, es decir, según la definición de Boecio, «in-
es el «ser del mundo» [Weltwesen], el ente que está vuelto hacia terminabilis vitae to ta simul ac perfecta possessim>. Así pues, el
la muerte, el ente familiarizado como el «no» y la <mada», un hombre sería el-que-señala-a-Dios, siendo de entre todos los de-
ente que aún en la negación del pasado continúa vinculado a él. más seres el único que expone y representa a Dios (si bien de
Hay buenas razones para afirmar que una concepción semejan- una forma en extremo sombreada), y seguiría siéndolo aun cuan-
te es más enérgica y tiene un fundamento más hondo que la de- do la existencia real de un «ente de entes» no pudiera nunca ser
finición tradicional «hamo est animal rationale», que hace apa- probada y la fe misma en él se desvaneciera. Aquel «claro» ex-
recer al hombre como un mixtum compositum de animal y Dios, tático, que el hombre es, alcanzaría así, en efecto, una absoluta
de una mera fuerza vital y de una «razón» superpuesta. Sin em- singularidad en medio del más completo «ateísmo», es decir, pa-
bargo, ¿es «finita» esta estructura tan sólo porque experimenta saría a ser el único lugar donde los entes, no sólo serían creados
la muerte de una manera tan terminante, lo que sin embargo com- como tales, sino también reunidos y aclarados como «mundo».
parte en cuanto tal con todos los animales y cosas? De nuevo, La temporalidad, en cuanto superación finita del mero presente
Heidegger pretende derivar aquello, que llamamos «tiempo mun- sería, por tanto, el origen de «sern en la forma de un «ser com-
dano» [ Weltzeit] en su sucesión continuada de «ah oras»; dentro prendido». Con ello, la pregunta por la relación entre «sen> y
de los cuales siguen los astros sus órbitas, a partir del «tiem:po «tiempo» podría haber encontrado su respuesta. Las últimas lí-
originario», el tiempo-del-ser-ahí, exactamente del mismo modo neas del libro o, mejor dicho, de su «Primera mitad», o, con ma-
como había derivado el «estar a la vista» a partir del «estar a yor precisión aún, del fragmento de la «Primera mitad», finali-
mano». ¿No será por ello el «estar a mano» la ratio cognoscendi zan con los siguientes signos de interrogación: «La constitución
del «estar a la vista», y, de igual modo, la temporalidad será la ontológico-existenciaria de la totalidad del ser-ahí se funda en
ratio cognoscendi del tiempo mundano, mientras que se apela a la temporalidad. Por tanto, ha de ser una manera de temporali-
zación originaria de la temporalidad extática lo que haga posi-
21
Ibídem, p. 328; ed. cast., p. 356. ble en absoluto el proyecto extático de ser. ¿Cómo hay que in-
n Ibídem, p. 331; ed. cast., p. 358. "terpretar ese modo de temporalización de Ja temporalidad? ¿Hay
92 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 93

un camino que conduce desde el tiempo originario al sentido del En principio, una «filosofía trascendental de la vida» semejante
ser? ¿Se revela también el tiempo mismo horizonte del ser?» 23 tendría que poder haber sido escrita también en Francia y en Ita-
Se diría que son frases como éstas las que tendrían que encon: lia; por hablar de un modo «~oñfurme a la vida», no pertenece a
trarse en la introducción de un libro sobre ser y tiempo. En efecto Weimar ni tampoco a Alemania, sino en todo caso a una época de
«Ser» y «tiempo» no son dos cosas tales que se pueda tratar,en pu'. guerra mundial. Pero Heidegger no declara en ningún lugar que la
mer lugar la relación de una respecto de la otra para luego proce- «estructura del cuidado» [Sorgestruktur J tenga algo que ver con
der en sentido inverso. El título que encabeza la «Tercera sección» un período histórico determinado. Y, cuaiipo en"'el capítulo II, §5,
«Tiempo y ser», podría servir de fundamento para una suposició¿ «Temporalidad e historicidad», hace referencia, con un acento con-
tan peculiar. Sin embargo, esa sección no llegó a ser escrita. La siderablemente positivo, tanto a Wilhelm Dlithey como al conde
«Primera mitad» misma de Ser y tiempo continuó siendo en ade- Yorck, para «revivir el espíritu del conde Yorck en servicio de la
lante un fragmento. Y es precisamente por ello por lo que este li- obra de Dilthey»24 , falta, sin embargo, una analogía seria con los
bro resulta tan dificil de interpretar. análisis de Dilthey de las épocas historiográficas individuales, en
Con toda probabilidad, Ser y tiempo no habría podido tener cuyo transcurso se efectuó -por hablar empleando la terminología
la repercusión que tuvo si no se lo hubiese podido interpretar, por heideggeriana- «un giro en la comprensión del ser». Heidegger se
decirlo a grandes rasgos, de la forma siguiente: El pensador, una encuentra muy alejado de toda «historia del sern, aun cuando su
vez separado de «MeJ.lkirch», es decir, de la «filosofía de la inti- tema sea la historicidad del ser-ahí. Por consiguiente, cabría afir-
midad que rinde culto a Dios», se expuso por completo a la at- mar que Ser y tiempo es una filosofía trascendental que, frente a
mósfera de la época de Weimar -quizá solamente a la atmósfe- la kantiana, intenta avanzar hasta la raíz de la existencia y no sólo
ra «burguesa» de la época de Weimar-, una atmósfera de hasta la de la exactitud científica; una filosofía que, pese a haber
perplejidad, inseguridad y desesperación, y desarrolló, en co- resaltado la «temporalidad», en sí misma es un análisis estructural
rrespondencia con lo anterior, una filosofía de preparación para que sobrepasa al tiempo. En esa medida, no debería verse en ella
la muerte, es decir, una filosofía existencialista y nihilista en la «demasiado» respecto de su conexión con el período de Weimar,
que siempre se creyó ver una orientación, esto es, una actitud vi- sino, muy al contrario, «demasiado poco».
tal, y por eso fue ávidamente asimilada por la juventud. Ésta se- Sin embargo, debemos aún considerar el §74, que lleva por tí-
ría una exégesis «conforme a la vida» o «directamente conforme tulo La constitución fundamental de la historicidad. Allí compa-
a la vida». recen dos conceptos que se encuentran ausentes en el resto del li-
Jürgen Habermas se acerca a esta exégesis, pues en su exce- bro. En una ocasión se dice: «Pero si el ser-ahí que es en forma de
lente introducción, ya mencionada, al libro de Parías habla de la "destino" [Schicksal] existe, como ser-en-el-mundo, esencialmen-
«detrascendentalización» que Heidegger habría llevado a cabo como te en el ser-con otros, su acaecer [Geschehen Jhistórico es un acae-
filósofo. Sin embargo, me parece mucho más correcto hablar de cer-con constituido como sino [ GeschickJ. Con ello designamos el
una «desteologización» y ampliación del planteamiento trascen- acaecer de la comunidad, del pueblo [.. .]. El sino, en forma de "des-
dental, lo que se encuentra ciertamente muy cerca de la «filosofía tino", del ser-ahí en y con su "generación" constituye el pleno y
~auténtico acaecer del ser-ahí» • Y uno se preguntará si no es nin-
25
de la vida». No es la «imagen científica del mundo», sino el «mun-
gún «pleno y auténtico acaecer del ser-ahí» el «correr anticipada-
do de vida» de los hombres lo que debe ser trascendentalmente
fundado en su posiblidad, pero no se lo debe describir en su facti- mente» [ Vorlaufen 1decidido, presto a la muerte y alejado del «Se»
del individuo hacia la muerte propia. ¿Cómo se relacionan entre sí
cidad partiendo, por ejemplo, desde el punto de vista de la histo-
«pueblo» y «Se»? ¿Acaso como «pueblo» y «generación»? ¿Es por
riografia o de la psicología.

" Ibídem, p. 404; ed. cast., p. 435.


23
Ibídem, p. 438; ed. cast., pp. 470-471. " Ibídem, pp. 384 ss.; ed. cast., p. 415.
94 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 95

ello por lo que para Heidegger «pueblo» y «generación» son datos Un observador contempo.Íáneo juzgó que Ser y tiempo había
últimos en la forma de «destino individual» y no «cultura», corno producido el efecto fulminante de un rayo. Al emitir este juicio, el
para Spengler, o «clase», corno para Lukács? ¿Subyace aquí. un gran público probablemente se guiaba por una sensación similar a
«captar previo» imposible de mostrar y «Óntico»? ¿No cabe hablar Ja que diez años más tarde expresaría C. F. von Weizsacker, una
de una preferencia heroico-popular que remite, de hecho, ai' ámbi- sensación en la que coincidían, sin embªr¡so'%. la práctica totalidad
to de la «revolución conservadora» cuando en una de las páginas de los filósofos y criticas competentes, a saber, qt!!C se trataba de
de Ser y tiempo leemos: «La auténtica repetición de una posibili- una obra extremadamente significativa. Los Philosophische Hefte,
dad de existencia sida -el ser-ahí, que se elige su héroe-- se fun- editados por Maximilian Beck, publicaron una separata dedicada
da existenciariarnente en la resolución que corre anticipadamente; a Ser y tiempo, llegando a la conclusión de que no estaba justifi-
pues únicamente en éste se hace la elección q,ue deja en libertad cada ninguna «pretensión revolucionaria», aunque el libro era «la
para pugnar por seguir y ser fiel a lo repetible» 6? Sin embargo, en síntesis de todas la tendencias vivas de la filosofia actual», por tan-
toda la obra de Heidegger no aparecen ni una sola vez los nombres to, de la fenomenología, del neokantismo y de fa filosofia de la
de aquellos que fueron «héroes» para los autores de Ja revolución vida. El propio Husserl había tornado parte en lá lectura de las prue-
conservadora, nombres corno los de Bisrnarck, Federico el Gran- bas de imprenta del texto, y era evidente que consideraba a Hei-
de o Moltke. degger el único sucesor digno para su cátedra de Friburgo; sólo
Sin embargo, Farías cree haber descubierto aquí, después de más tarde -en todo caso antes de 1933- llegó a convencerse de
Lueger y Finke, un nuevo y en esta ocasión filosófico punto de par- que en verdad existía un abismo entre su concepción de fondo y la
tida para el compromiso de Heidegger del año 1933. Podemos ad- de Heidegger. Max Scheler ya no podía expresar su parecer, pues
vertir contra esta tesis indicando que las expresiones «pueblo», había muerto en 1928; Heidegger le había dedicado en su lección
«generación» y «héroes» aparecen tan sólo marginalmente en el un comuovedor último adiós que manifestaba el gran respeto que
§74; se trata de realidades ónticas que aparecen mencionadas en la sentia hacia la persona del filósofo fallecido. También había muer-
exposición ontológica exclusivamente a modo de ejemplos. Mas to Natorp, aunque sí apareció un extenso comentario del hijo po-
hay una «época historiográfica», la modernidad, que posterior- lítico de Dilthey, Georg Misch, por lo que prácticamente era corno
mente fue para Heidegger algo más que un mero ejemplo inscrito si lo hubiese escrito el propio Dilthey. Este comentario apareció
en la deducción trascendental de Ja historicidad, corno parecía ser primero en 1929-1930 en una serie de artículos publicados en el
el caso en Ser y tiempo. Para Heidegger, probablemente, lo onto- Philosophische Anzeiger, siendo presentado pqco tiempo después
lógico y lo óntico no se pueden separar con tanta pulcritud corno como un libro independiente (Filosofia de la vida y fenomenolo-
quiere Farias, y no cabe concluir que el filósofo ha visto en· el «pue- gía, 1930).
blo» una identidad más esencial que la «clase», la «generación» y En cierto modo, Misch divide en dos mitades tanto a Hei-
la «cultura». También nosotros hemos de finalizar nuestro some- degger como a su libro, y aplica a uno de ellos una posibilidad
ro esbozo de Ser y tiempo con signos de interrogación. de interpretación que Heidegger -mutatis mutandis- aplicó
No obstante, queremos dirigir aún nuestra mirada a la acogida luego con frecuencia. Según ésta, la superación pretendida su-
que tuvo la obra, y, para terminar, intentaremos describir a modo pondría más bien una recaída en el modo de pensar opuesto, al
de apéndice la «atmósfera de esa época». Para ello tendremos pre~ que habría llevado incluso a su perfección. El lado bueno del li-
sentes las tesis principales expuestas por Oswald Spengler en su bro de Heidegger es, según Misch, la prosecución del punto de
La decadencia de Occidente, y hablaremos asimismo, en breve, de partida del pensamiento de Dilthey y de la filosofía de ja vida,
Georg Lukács. sobre todo en lo tocante a la temática del tiempo y la témporali-
dad. El punto de partida de Dilthey aparece articulado en una fra-
se según la cual en la vida estaría «cornpreudida la tempqralidad
'" Ibídem, p. 385; ed. cast., p. 416. como su primera determinación categorial, fundamental para to-
96 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 97

das las demás»n Sin embargo, Misch se extraña de que Heideg- «acontecimiento propicio» [Ereignis] y de los «tipos de humani-
ger adopte ese punto de partida «moderno» sin llevar el concep- dad» [Menschentümern]. En todo caso, para Misch una mitad de
to readaptado de «sen> a la idea de la vida. Heidegger, no ob.s- Heidegger es un filósofo de la vida y diltheyano, mientras que la
tante, se mueve mucho más en la órbita de Ja ontología antigua, otra mitad representa al ontólogo y metafísico que en último tér-
puesto que quiere preguntar por el sentido del «sern, y es preci- mino interpreta la vida como carencia y como afectada de un «no
samente por ello por lo que queda cautivo en una prisión que le sern, debido a que nunca dejó de guiªrle-.el-iaeal de un conoci-
cierra la puerta a una explicación imparcial de la vida en su his- miento absoluto y semejante al divinó"- "'
toricidad y diversidad concretas. Pero, desde la postura de Misch, Misch podía haber vist<Juna buena confirmación de su tesis
lo abarcante de la idea del ser tan sólo puede ser fundamentado en el hecho de que los teólogos se ocuparan del libro de Hei-
mediante la universalidad de lo lógico, esto es partiendo desde el degger casi más intensamente que los filósofos. La razón de ello
enunciado, del que sin embargo Heidegger quiere demostrar su estribaba en la «cristiandad», pero a veces también en la <mo-cris-
carácter derivado, al igual que lo había sido para Dilthey. El de- tiandad» de Heidegger, por lo que también aqui se atribuye a su
sarrollo del concepto de «Ser» es para Misch el último paso de pensamiento un carácter mixto. En una reseña de las Theologis-
un filosofar orientado lógicamente, tal vez como ocurria, revis- che Bliitter, fechada en 1929, se dice por ejemplo: «La tempora-
tiendo una forma clásica, en Parménides; un filosofar, en suma, lidad como esencia del hombre, su estar-caído en el mundo, en el
que empeña todas sus energías en separarse del «opinan> habi- que él se refugia para escapar a su ser-culpable, y, por último, la
tual; ¿cómo se puede caracterizar entonces como «comprensión . voz de la conciencia, que, al igual que la ley paulina, hace paten-
del ser» un comprender que remite directamente a un comporta- te la culpa, todas éstas son cosas cuyo significado evidentemente
miento vital? Según Misch, no hay ninguna interpretación nueva sólo puede resultar visible partiendo de presupuestos cristianos.
que pueda extraer del concepto de ser aquella fijeza e inmovili- La "existencia m1téntica" de Heidegger parece ser lo mismo que
dad que Platón entendía, positivamente, como el «sellar» («se- en Lutero el poder de la conciencia angustiada y presta para el
llándolo como ente») y Fichte, negativamente, como «fijación». Evangelio» 30 .
Por ello, Misch piensa que Heidegger permanece confinado en En la teología católica, Heidegger fue considerado mayorita-
la órbita de la antigua ontología, tanto que quiere apartarse de riamente como un pensador. de la «finitud autosuficiente» y como
ella. Únicamente si hubiera tomado la resolución de partir de la un representante radical del moderno subjetivismo. El padre jesuita
vida y la historia -como hizo Dilthey- se habría hecho evi- Erich Przywara suhrayaba ya en 1929 que el «sern de Heidegger
dente para él que esa decisión señala al concepto de ser una épo- es, «en todas las discusiones acerca de Ja reducción de la verdad al
ca de la historiografia mundial de la que precisamente ha de des- ser, nada más que el ser de Ja conciencia». Pero también Przywara
pedirse la época moderna. «Y de este modo no alcanza a llegar a percibe una tensión interna. En efecto, no sólo sería perceptible un
la pregunta de si "el uso" que se hace del ser en los enunciados, «heroísmo trágico» que desea establecer absolutamente Ja finitud,
etc., no será algo originado, de lo que resultaría entonces un acon- sino también una especie de ascetismo religioso que no se atiene
tecimiento decisivo para la humanidad, dotado del carácter de a la afirmación de una identidad entre la esencia y la existencia del
acontecimiento que tuvieron la aparición misma de la filosofía hombre y que, por el curso de su propia investigación, se vería
y, en menor medida, su autoinmovilización mediante el concep- «ahocado a la doctrina patrístico-escolástica de Ja tensión última
to (metafísico) de sern w Queremos subrayar esta frase y ret.enerla entre esencia y existencia en la criatura» 31 .
en la memoria por su relación con la filosofía posterior de Hei-
degger, en la que con tanta frecuencia y energía se hablará del
'"Ibídem, p. 269.
30
Richard Schaeffler, FrOmnúgkeit des Denkens? Martin Heidegger in der
27
Georg Misch, Lebensphilosophie und Phtinomenologie, Bonn, 1930, p. 4. katholischen Theo/ogie, Dannstadt, 1978, p. 45 (G. Krüger).
28
Ibídem, p. 39.
31
Ibídem, pp. 53~54.
98 HEIDEGGER SER Y TIEMPO 99

Poco después, el padre jesuita Alfred Delp dirigió en su libro una grosera interpretación biológica de la historia». El filósofo
Existencia trágica un rotundo ataque contra el pensamiento de Hei- también habló sobre Spengler, aunque en términos generales, en
degger, al ql!e consideraba una «idolatría del hombre respecto de la lección del semestre de invierno de 1929-1930 Los conceptos
sí mismo». Esta, sin embargo, acarrea necesariamente el fracaso, jimdamentales de la metafisica [Die Grundbeg_r_iffe der Metaphy-
incluso quiere ese fracaso. Con ello, ese hacerse el hombre í_dolo sik]: «La decadencia de la vida en y por el espmtm> es la concep-
de sí mismo no es más que el punto culmmante del subjetlV1smo ción de fondo que subyace a la «profecía» de Spengler. Lo que ha
del hombre moderno, para quien la nada es el horizonte último de creado el espíritu, sobre todo como ra:Wri-(<wtio ), en la técnica, en
inteligibilidad de las cosas y para quien el ser absoluto de Dios ya la economía y en el tráfico mundial, simbolizado mediante la gran
no es el fundamento esencial de su existencia efectiva. De ahí re- ciudad, se vuelve contra el alma y contra la vida y precipita a la
sulta, no obstante, una relación abyecta con las cosas. En efecto, cultura en la degeneración y la caída 34 .
para el sujeto autónomo los entes valen tan _sólo c~mo algo <<para», Es difícil que esta última caracterización sea ¡!el todo correc-
como un medio utilizable para la propia afmnac10n de su existen- ta. Ciertamente, Spengler concibe las «culturas» (y no los pueblos
cia. De ahí que para él se convierta en «Útil» [Zeug] todo lo que no o las clases) como Jos objetos auténticos de la historia, siendo para
es ser-ahí, y él mismo ha «llegado a ser el propietario de un gran él «organismos» que poseen un nacimiento, se desarrollan vital-
arsenal de útiles» 32 • Sin embargo, es notable que uno de sus pri- mente y al final mueren; sin embargo, el hundimiento de Ja cultu-
meros críticos articule una interpretación que atañe en el fondo al ra, y en especial de la cultura occidental, en la civilización supone
último Heidegger, pero aún más notable resulta que las acusacio- precisamente agotamiento y degeneración, pero también, al mis-
nes procedentes del lado de la filosofía de la vida y de la teología mo tiempo, consumación. Ahora bien, Spengler asiente al sino de
sean de extremo a extremo contrapuestas. De ahí podría deducir- la civilización, algo de lo que Heidegger siempre se mantuvo muy
se que Ja filosofía de Heidegger no es tanto _una síntesis como un alejado, pero con bastante frecuencia recuerdan a Heidegger o re-
eclecticismo, pero igualmente podría conclmrse que el todo de esa miten a él algunas de las expresiones presentes en La decadencia
filosofía permanece aún cerrado para los críticos. de Occidente (por tanto, en 1918 ó 1922). Sin embargo, también
Es difícil determinar hasta qué plinto adoptó el propio Hei- las hay que recuerdan al último Heidegger, quien solía hablar de la
degger algo de aquello que en la República de_ Weimar. t11vo m_ás «consumación de la metafísica occidental». Spengler separó el nú-
vitalidad y ejerció más influencia como pensamiento pohtico e his- mero «cronológico» del «matemático»; habló de la «configuración
toriográfico, pero que no puede ser caracterizado en sentido es- del mundo por los hombres»; describió el «sentimiento primitivo
tricto como «filosofía». En comparación con los demás pensado- del cuidado» como una característica fundamental de la cultura oc-
res, es a Oswald Spengler al que Heidegger se refier~ con mayor cidental, pero también de la egipcia y de la china, entendiéndolo
frecuencia, y su juicio era, por lo general, negal!vo y hasta s_evero. como un «sentimiento primitivo de futuro»; fundó la oposición en-
Durante la Segunda Guerra Mundial, por tanto bastante· tlempo tre sujeto y objeto en la oposición más originaria entre alma y mun-
después de la muerte de Spengler, Heidegger le adscribía las cua- do; consideró al conocimiento como un modo fundado de la vida;
lidades siguientes a propósito de La decadencia de Occidente:«[ ... ] empleó el término «sentido del ser»; hizo a los hombres ser tiem-
una inteligencia brillante, una enorme erudición, una acentuada ca-
po; señaló a la técnica como la obra del hombre «fáustico», es de-
pacidad para tipificar, una inusual osadía en el juicio, una extraor-
cir, occidental, quien no encuentra, sino crea la «objetividad», y la
dinaria superficialidad de pensamiento y una fragilidad general de
crea en la forma de conceptos tales como los de «tamaño», «si-
los fundamentos»"- En su conjunto, la obra estarla «fundada en.
tuación», «proceso» o «cuerpo». La <<naturaleza» está muerta en
este tipo de conocimiento y es inorgánica, rígida, algo que lama-
32
Alfred Delp, Gesarnrnelte Schriften, ed. Roman Bleistein-, t. 2, Francfort del
Meno, 1983, p. 120.
34
" GA, 54 («Parménides», WS 1942-1943), pp. 82 ss. GA, 29-30, p. 105.
100 HEIDEGGER SER YTlEMPO 101

temática habrá de empobrecer y analizar exahustivamente. En el la clase explotada estaría llamada a traer a la realidad el futuro mun-
segundo tomo se encuentran algunas afirmaciones que podemos do de la no violencia, de la armonía y de la humanidad mediante
comprender demasiado bien, y que tal vez nos baste con pulirlas el empleo de la violencia, esto es, llevando a cabo una guerra civil
un poco Pil;ra alcanzar con ellas el núcleo del pensamiento h6deg- de alcance mundial y sometiéndose para ello, precisamente, a la
gcriano. «Esta es la maravilla que subyace a todo lo humano. Sólo dirección de aquella fuerza en la que esa clase explotada puede al-
en el mundo ocular de la luz parecen las distancias como colores canzar su autoconciencia, una fuerza que no es otra sino el parti-
y claridad; sólo en este mundo se suceden el día y la noche, las co- do comunista. Como pensador se revelaLukács en el hecho de ha-
sas visibles y Jos movimientos visibles en un espacio de luz que se ber encontrado el camino de vuelta hac1'á el joven Marx muchos
extiende a lo lejos, un mundo de remotas estrellas [... ]» 35 . ¿Acaso años antes de que los primeros escritos de aquél fueran conocidos.
se necesita más que un simple paso para afirmar que sólo hay ser Nos referimos, en concreto, a la doctrina de Ja reificación, meca-
para el ser-áhí, esto es, la «maravilla de todas las maravillas, que nización y deprivación de alma que estaría sufriendo el hombre por
es ente», y que sin el ser-ahí todo ente permanecería en la caren- obra del capitalismo o de la «civilización occidental», tal y como
cia de ser? 36 • diría Lukács en otro lugar y con un acento por completo negativo.
En cambio, hay otro pensador influyente de la época al que nun- El género humano viviría sin esperanza si el mundo de Jos «bur-
ca menciona Heidegger, aunque entre éste y aquél hubo conocidos gueses aislados, individualistas, egoístas» 37 fuera Jo único y defi-
comunes (Emil Lask y Wilhelm Szilasi). Al decir «aquél» nos re- nitivo, Jo que también ocurre en el caso de Spengler, quien expre-
ferimos a Georg Lukács, quien encarnaba el tránsito ·-atractivo o, sa Jo mismo con una descripción diferente y más acentuada. Pero
al menos, seductor para muchos de sus coetáneos- desde una exis- en el mundo del cálculo y del conformismo vive en la miseria y la
tencia estética propia de la alta burguesía al compromiso político esperanza «el proletariado», que se reconoce cada vez más a sí mis-
con el socialismo en su presunta forma vencedora, a saber, el bol- mo «corno el sujeto-objeto idéntico del proceso histórico» y corno
chevismo y la Rusia soviética. Hasta 1918 Lukács había sido un portador de aquella dialéctica que un día no muy lejano conduci-
sutil intérprete de textos literarios, miembro del círculo formado rá a una liberación y armonía que habrán dejado de ser dialécticas,
en torno a la figura de Max Weber en Heidelberg y amigo y ad- es decir, no estarán en oposición. La dialéctica histórica, sin em-
mirador de Emil Lask. Es improbable que los artículos del joven bargo -y aquí se contrapone Lukács a aquel esquema de Engels
«Georg von Lukács» (cuyo padre aún se llamaba L6winger, sién- que hacía de la dialéctica natural el principio cosmológico del mun-
dole otorgado finalmente un título nobiliario por sus logros como do-, no existe sin la subjetividad humana y su correspondiente
banquero), aparecidos en la por entonces reciente revista Lagos, posibilidad de autoalienación y reificación. En sus fragmentos pós-
hubieran permanecido desconocidos para Heidegger a11tes· de la tumos sobre Lukács y Heidegger, Lucien Goldmaun concluye, par-
guerra mundial. A fines de 1918, sin embargo, se unió al partido tiendo del hecho de que también en Heidegger aparece el concep-
comunista húngaro, y durante la República de los soviets fue sub- to de «reificación», que Ser y tiempo había estado fuertemente
cornisario popular de cultura. A continuación emigró a Austria, influido por la memorable obra de Lukács, pero sin que Heidegger
donde su libro Historia y conciencia de clase lo convirtió en 1933 hubiese admitido esa influencia. Pero es fácil ver que el esfuerzo
en uno de los pensadores marxistas más relevantes. Y marxista era, de Heidegger por separar desde su fundamento al ser-ahí de lo «a
sobre todo, porque también él asigna al «proletariado» un papel es- · la vista», atribuyendo pese a todo al ser-ahí una tendencia a com-
pecial en la historiografia mundial. En efecto, dentro de la forma- prenderse a sí mismo desde Jo «a la vista», se relaciona tan direc-
ción social de base del capitalismo, aún imperante en el presente, · tamente con el núcleo central de su filosofía que no precisaba de
Ja influencia de Lukács, aunque sí se puede decir que ambos com-
-'" Oswald Spengler, Der Untergang des Abendlandes, edición completa en un
37
solo volun1en, Múnich, 1963, p. 562. Georg Lukács, Geschichte und KLassenbe-wujJtsein, Neuwied/Bcrlín, 1968,
36
Martin lfeideggcr, Wastist Metaphysik?, Francfort, 1949 (5. ª ed ), pp. 41-42. p. 246.
102 HEIDEGGER

parten una raíz común en Lask y Simmel, quienes utilizaban el tér-


mino mencionado ya antes de la Primera Guerra Mundial38 .
Respecto de Spengler y Lukács hay otra cuestión que parece
revestir una importancia mucho mayor: ¿no se apartó Heidegger EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO
del análisis de la «historicidad», tal y como aparece expuesto en ENFRIGURGO
Ser y tiempo, para dirigirse hacia una comprensión concreta de la
historia que realmente acontece y, por encima de todo, de la «his-
toria occidental» tal y corno Spengler la había tratado de desarro-
. ---

Heidegger consiguió el llamamiento a la cátedra de Husserl en


llar en un principio? ¿No cabe percibir aquí una analogía entre el fobrero de 1928, después de haber aceptado, justo cuatro meses an-
compromiso práctico de Lukács con el bolchevismo y el de Hei- tes, la sucesión de Natorp y Hartmann como profesor ordinario de
degger con el nacionalsocialismo? Filosofia. Con ello parecía haber alcanzado el cenit de su vida, pues
Nos acercamos así al «viraje» y al año 1933, pero de momen- en los asuntos de la existencia externa los deseos de un filósofo no
to Ja atención debe detenerse en el «nuevo y brillante inicio en-Fri- pueden alcanzar nada más alto hasta haber ocupado alguna de las
burgo». «grandes cátedras», cátedras que -al menos en otros tiempos-
solían ser «grandes» debido al nombre de su predecesor o prede-
cesores. En toda Alemania no había una cátedra de Filosofía más
acreditada que la de Rickert y Husserl, y Heidegger se estableció
en ella definitivamente una vez adquirido un inmueble junto al Rii-
tebuckweg, en el paraje más hermoso de la parte alta de Ziilingen.
Allí edificó la casa que habría de convertirse, junto con la cabaña
de Todtnauberg, en el segundo punto de referencia de su vicia.
En el semestre de invierno de 1928-1929 Heidegger volvía a
dictar lecciones en la Universidad Albert-Ludwig, después de una
ausencia de seis años. La lección de cuatro horas que ofrecía aho-
ra llevaba por título Introducción a la metafisica [Einfiihrung in
die Metaphysik]. Aparte, celebró dos seminarios prácticos sobre
fenomenología, uno para principiantes y otro para avanzados. Su
colega en la Cátedra ele Filosofía Cristiana era Martin Honecker;
como profesor extraordinario ejercía ahora Jonas Cohn. Kroner y
Mehlis habían abandonado Friburgo, y para ocupar sus plazas se
habían presentado, entre otros, Julius Ebbinghaus y el discípulo
más veterano de Heidegger, Oskar Becker. Husserl dictaba aún lec-
ciones en calidad de emérito. De entre los historiadores, también
había sido nombrado emérito Heinrich Finke, y Georg von Below
ya había muerto. Gerhard Ritter era profesor ordinario de Historia
moderna; Hermann Heimpel comenzaba a dar sus primeros pasos
como Privatdozent de Historia Medieval. De los demás profesores

38
Comparar con p. 302, nota 17. [103]
104 HEIDEGGER EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRIBURGO 105

cabe mencionar en especial, por una razón u otra, al médico Lud- accionario cultural» e «irracionalista teologizante» en los Monis-
wig Aschoff, al economista Walter Eucken, al zoólogo Hans Spe- tische Monatshefte, caracterización que, sin embargo, sí ha sido
mann y a los químicos Georg von Hevesy y Hennann Staudinger, dada a conocer por Parías. En cualquier caso, resulta dudoso que
los tres últimos de los cuales llegaron a ser premios No bel. De los fuese a partir de estos expedientes cuando Heidegger llegó al con-
teólogos que en otro habían estado tiempo vinculados con Hei- vencimiento de la necesidad de una reforma universitaria .
1

degger, aún se encontraban en activo Engelbert Krebs y Josef Sauer. La lección inaugural de HeideggeLasu entrada en Friburgo no
El historiador del arte Viige ya no vivía en Friburgo, pero Heideg- fue ningún episodio fuera de lo común. Ellatuvo lugar el 24 de ju-
ger Je dedicó posteriormente, tanto a él como a Car! Braig, pala- lio de 1929 en el Aula de la Universidad y ante un público nume-
bras de especial consideración. Este último acababa de morir por roso y prominente. Su título rezaba ¿Qué es metafisica? [Was ist
entonces. Wolfgang Schadewaldt llegó a la Universidad en 1930. Metaphysik?]. La lección parte, con tono crítico, de la situación de
En cuanto a su prestigio, la Universidad de Friburgo, tomada Ja ciencia. Ésta se habría desintegrado en una g1'an diversidad de
en su conjunto, se encontraba en una posición claramente inferior disciplinas, que tan sólo continúan unidas debido a la organización
a la Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín, y seguramente val- técnica de las universidades y facultades, mientras que se habría
ga la pena mencionar que el propio Heidegger recibió en 1930 un perdido el enraizamiento en su fundamento esencial. Ese funda-
llamamiento para ocupar en Berlín la cátedra de Ernst Troeltsch, mento esencial es la referencia al mundo del hombre, y el «ejerci-
y, por cierto, gracias a las gestiones especiales llevadas a cabo por cio» científico, en cuanto forma de esa referencia al mundo, viene
el prusiano Adolf Grimme, ministro de Cultura socialdemócrata. definido aquí como la «irrupción de un ente, lla¡nado hombre, en
Uno de los méritos más genuinos de Parías es el de haber recons- el todo del ente, precisamente de modo que en esa irrupción y me-
truido los expedientes de ese llamamiento a partir de las actas de diante ella eclosiona el ente en su qué es y en su cómo es». Mas la
la Universidad Humboldt. Una comisión, constituida, entre otros, «iluminadora simplicidad y precisión» que entra en la «actitud»
por Eduard Spranger, Max Dessoir, Max Planck, Wemer Sombart [Haltung] del científico mediante su saber en torno a la referencia
y Werner Jaeger elaboró en febrero de ,1930 una propuesta en for- al mundo y a la''((irrupcióm> [Einbruch] entraña, según Heidegger,
ma de lista en la que aparecía en primer lugar Ernst Cassirer, se- Ja afirmación de que la ciencia trata del ente «y de nada más». A
guido de Paul Tillich, Georg Misch y Nicolai Hartmannn. Cierta- lo anterior le sigue una frase en la que se efectúa, al parecer, una
mente, también se nombraba a Heidegger, aunque no se lo tomó metábasis eis állo génos, y ello precisamente al escribir con ma-
en cuenta, y no conviene ignorar el fuerte malestar surgido respecto yúsculas la palabra «11ada)): «Mas ¿a qué preocuparnos de esa Nada?»
de la nueva estrella, que era tan popular entre los estudiantes como La ciencia no quiere saber nada de esa nada y, sin embargo, ha de
dificiles de entender sus lecciones. Pero Adolf Grimme, que aca- pedirle ayuda cuando busca expresar su propia esencia. La ciencia,
baba de ocupar la plaza como sucesor de C. H. Becker, concedió la vida y la lógica hacen del «no» un uso constante, tomándolo, por
el nombramiento a Heidegger pasando por encima de las cabezas cierto, en el sentido de la negación. Pero Heidegger «afirma»: «La
de la Facultad; es decir, quiso imponerlo. Heidegger, sin embargo, Nada es más originaria que el No y la negación.» La existencia' del
rechazó Ja oferta tras algunas cavilaciones, mas no porque exigie- hombre es, en efecto, un «encontrarse en medio del ente en total».
ra seguridad frente a «las molestias originadas por el ajetreo de la Ello no significa aprehender el ente en total, sino que en los «esta-
gran ciudad», sino probablemente porque temía la hostilidad de la dos de ánimo» [Stimmungen] se hace evidente para el hombre el he-
Facultad misma. Pero este episodio es importante en nuestro con- cho de que él no sólo se encuentra en relación con las cosas indivi-
texto, pues Grimme era un socialdemócrata convencido que, con· duales y conexiones de cosas, sino precisamente con el ente en total:
toda seguridad, no habría llegado a tomar una decisión de ese tipo
si hubiera tenido el más mínimo conocimiento de las inclinacio-
nes de Heidegger por el nacionalsocialismo. Y, sin duda, no repa- ' Víctor Parías (Bibl. n.º 15b), pp. 122 ss.; ed. cast., pp. 122-123.
2
Traducimos aquí Dasein por «existencia>> (humana) y no por «ser-ahí».
ró en aquella caracterización de Heidegger que lo tildaba de «re- (N de la T.)
106 HEJDEGGER EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRIBURGO 107

«El profundo hastío que se desliza en los abismos [Abgründen J de de la sinrazón y el instinto, sino de lflla flmdamentación de la razón
la existencia como una callada mebla, nivela todas las cosas, a Jos en la envolvente transparencia de la entera existencia, que se halla
hombres y a uno mismo en una extraña indiferencia. Ese hastío re- tan alejada de la nada como de la mediocridad y la indiferencia.
velad ente en total.» Pero el «estado de ánimo fundament:¡.l de la También en esta lección se anuncia con toda claridad la «última fi-
angustia» lleva al hombre tan sólo en unos instantes ante la Nada losofía» de Heidegger, y lo hace ~n la frase que en apariencia está
«Estamos "suspendidos" [ wir schweben] en angustia. O, para de~ más alejada de aquélla: «El estar sosteniéndose la existencia den-
clflo con mayor claridad, la angustia nos deja en suspenso porque tro la nada hace del hombre, en virtucfde1a ()CUita angustia, el que
ella hace que el ente en total se escape.» Sólo en esta «noche clara sostiene el sitio [Platzhalter] de la nada. Sorríos tan finitos que no
de la Nada de la angustia surge la patencia originaria del ente en somos capaces de ponernos originariamente, por propia decisión y
cuanto tal: que _es ente y no Nada». De ahí resulta la definiciói;¡ si- voluntad, ante la nada.» ¿Hay, de hecho, algún. otro camino que con-
guiente: _«Ex1stlf sigmfica: estar sosteniéndose dentro de la Nada.» duzca desde este punto al «pastor del sern y al «sino del sern?
Pero Heidegger pasa enseguida a relacionar el carácter extremo de A continuación, en el curso de esa misma lección, Heidegger
esa definición con un concepto fundamental y bien conocido de la desarrolla diversos conceptos de <<nada» en metafísica, poniendo
tradición filosófica: «La existencia ya está en cada caso "soste- el acento en su transformación (por tanto, ya comienza a vislum-
niéndose dentro" de la Nada allende el ente en total. A ese "estar brarse una «historia del sern), y regresa, por último, a la ciencia, a
más allá" del ente lo denominamos trascendencia. Si la existencia Ja que exige partir de la metafísica para así renovar incesantemen-
no fuese, en el fondo de su esencia, un trascender, es decir si no es- te su tarea esencial, «que no consiste en acumular y ordenar cono-
tuviera sostenida de antemano dentro de la Nada, no poctrla enton- cimientos, sino en el incesante hacer aflorar el entero espacio de
ces. relac10narse nunca con el ente ni, por tanto, consigo mismo.» la verdad sobre la naturaleza y la historia». Por tanto, Heidegger
As1, Heidegger permanece mucho más próximo a Kant de lo que sigue captando aquí su propio preguntar como un preguntar meta-
cabría pensar ayrimera vista, pues no dice sino que la nada (=ser) físico; todavía no se habla de «superación» [Überwindung] y «tor-
es el aprwrz mas ongmano. Por tanto, podemos concluir que de lo sión>> [ wrwindung]. Sin embargo, es improbable que algún meta-
que se está_ hablando aquí es, al igual que en Ser y tiempo, de la físico haya concluido alglflla vez 1fll tratado o una lección con frases
«comprensión del sern del ser-ahí. Sin embargo, si el «decir "rio"» semejantes a las empleadas por Heidegger al término de su lección
del entendimiento se funda en una experiencia «de la nada» en la inaugural en Friburgo: «Mientras exista el hombre acaecerá en cier-
forma de un estado de ánimo, entonces las consecuencias pueden ta manera el filosofar. La filosofía --eso que así llamamos- es el
resultar en extremo graves, y Heidegger no disimula en absoluto su ponerse-en-marcha [In-Gang-Bringen] de la metafísica, en la que
pretensión: «Al quebrantar así el poder del entendimiento en el te- aquélla llega a sí misma y a sus tareas expresas. La filosofía sólo
rreno de la pregunta por la nada y el ser se decide, a la vez, el des- llega a ponerse en marcha mediante una singular entrada de la pro-
tmo del dominio de la "lógica". La idea de la "lógica" misma se di- pia existencia en las posibilidades fundamentales del ente en total.
suelve en el torbellino de 1fll preglflltar más originario.» Poco después Lo decisivo para esa entrada es, en primer lugar, dar espacio al ente
aparece formulado lo que significa ese «abatimiento» de las autén- en total; a continuación, soltar amarras abandonándose a la nada,
ticas posibilidades humanas, ese destronamiento del entendimien- es decir, liberarse de los ídolos que cada cual tiene y a los cuales
to en tanto que facultad normativa: «Más abismal que Ja mera ade- intenta acogerse subrepticiamente; por último, detener la oscila-
cuación de la negación_ lógica es la dureza de la transgresión y la ción de ese suspenderse para que vibre constantemente ante la pre-
aspereza del aborrecimiento. Hay más responsabilidad en el dolor gunta fundamental de la metafísica, a la que impele la nada mis-
del fracaso y en la falta de indulgencia de la prohibición. Más abru- ma: ¿por qué hay en absoluto el ente y no más bien nada?» 3 .
madora es la amargura de la privación.» En lfingún lugar aparece
con mayor claridad lo que significa verdaderamente el «irraciona- 3
La lección se encuentra en las páginas 22~38 de la 5.ª edición, «amncntada
lismo» heideggeriano, pues no se trata de negar la razón en favor mediante una introducción y un epílogo».
108 HEIDEGGER EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRJBURGO 109

De hecho, es concebible que la Facultad de Filosofia de Berlín entendida como el encuentro de dos generaciones y tradiciones.
sintiera cierto malestar frente a este filósofo, corno también es con- En el informe contemporáneo de un estudiante se dice: «La con-
cebible que uno de los fundadores de la Filosofia analítica, Rudolf troversia entre Heidegger y Ca~sirer nos enriqueció enormemen-
Carnap, sometiera a esa lección a una crítica que creyó destructi- te, no sólo desde el punto de vista científico, sino también desde
va. Pero un oyente más joven y, por entonces, menos formado fi- el humano [ .. .]. Por una parte, se hallaba aquel hombre moreno,
losóficamente, Heinrich Wiegand Petzet, describió más tarde la aquel buen esquiador y deportista de gesto siempre enérgico, aquel
impresión que en él había producido la lección inaugural de Hei- hombre seco y reservado, a veces francamente rudo, que vivía y
degger con las siguientes palabras: «Al abandonar el aula, descu- respondía a los problemas por él planteádo~ desde lm imponente
brí que [la lección] me había dejado sin habla. Para mí fue corno aislamiento y con la más profunda seriedad moral; y, por otra par-
si mi mirada hubiese alcanzado por un instante el fundamento del te, se encontraba aquel hombre de cabellos blancos que tanto por
ruundo» 4 . Es evidente que Heidegger poseía el talento, del que ca- su apariencia externa corno por su interior parecía un habitante del
recían los eruditos señores de Berlín y también Rudolf Carnap, y Olimpo, con una amplitud de pensamiento y un' modo de plantear
que sin duda resultaba peligroso, de producir en jóvenes y adultos los problemas que abarcaban vastos territorios, con su gesto sere-
aquella «vivencia del despertar» y de la revelación que tantas ve- no, su bondadosa amabilidad, su vitalidad y elasticidad y su no me-
ces ha sido articulada al narrar la toma de contacto con grandes nos destacable distinción aristocrática en el trato con los demás»'.
pensadores de un tipo especial, o, mejor dicho, cuyas obras son de El autor de este informe narra sólo de oídas un suceso que po-
un tipo especial. Sin embargo, ello ocurre mucho más en el caso dría acercarnos, más que cualquier otro, a ese compromiso políti-
de pensadores cuya impronta científica es la de poseer una «visión co que tanto hemos buscado y echado de menos hasta el presente.
del mundo». ¿Era Heidegger, al igual que Sócrates en opinión de Sin embargo, este suceso resulta dudoso por razones internas: «En
los atenienses, un «seductor de la juventud»? el transcurso de las discusiones, un hombre aquejado de graves le-
El joven Petzet se convirtió en el detonante de una singular de- siones en el sistema nervioso, sufridas en su época de soldado, se
cisión «conforme a la vida» de Heidegger, a saber, la decisión de puso en pie y declaró que el siglo XX no tenía más que una tarea:
pronunciar en Bremen una conferencia sobre La esencia de la ver- impedir la guerra. Heidegger respondió, en un tono burlón e irres-
dad [Das Wesen der Wahrheit]. Este hecho le obligó posteriormente petuoso, que es precisamente con la dureza corno esta época pue-
a regresar con frecuencia a la ciudad hanseática, con cuyos habi- de subsistir. En todo caso, ¡él mismo había vuelto sano de la gue-
tantes trabó una relación muy personal, o, dicho con más precisión, rra! [ ... ].»No es en absoluto creíble que Heidegger hiciera una
con los grandes comerciantes, armadores y altos cargos de la ad- declaración tan insolente e insensata, si bien el recuerdo de su in-
ministración que conformaban la capa social dirigente. Heidegger sistencia en la «dureza» [Harte] hace pensar que puede baber en
pronunció esa misma conferencia en Marburgo (y en Friburgo) en todo ello algo de verdad.
1930, y en Dresde en 1932. Las conferencias sobre Kant, que no Hasta qué punto las experiencias del pasado más próximo de-
tardó en preparar y publicar en el libro de 1929 Kant y el proble- terminan, y con bastante frecuencia deforman, el recuerdo del
ma de la metafísica [Kant und das Problem der Metaphysik], ha- pasado más remoto se desprende del informe que Ja esposa de
bían sido pronunciadas en septiembre de 1928 en el Instituto Her- Cassirer, Toni, dedicó en sus memorias de 1950 a los sucesos de
der de Riga y en los cursos universitarios Davos, impartidos en la disputa Da vos. Según relata, su esposo y ella habían sido ex-
marzo de 1929. presamente preparados en un hotel «para la señalada aparición» de
La disputa Davos entre Martín Heidegger y Ernst Cassirer ganó Heidegger antes del comienzo de los cursos de la Escuela Supe-
con bastante rapidez una celebridad legendaria, siendo igualmente rior, que iban a ser visitados por numerosos estudiosos y estudiantes

4
Heinrich Wiegand Petzet (Bibl. n.º 13), p. 18.
5 Guido Schneeberger, Nachlese zu Heidegger, Berna, 1962, pp. 4-5.
110 HEIDEGGER EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRlBURGO 111

de Francia, Italia, Austria y de todos Jos riucones de Alemania· «regionalista», a la que acudieroripersonalidades procedentes de
«nos era conocido su.rechazo de toda convención social, al igual partidos de casi todas las tendencias, si bien con una representación
que su hostilidad hacia los neokantianos y hacia Cohen en parti- claramente menos munerosa de los «izquierdistas», quienes por en-
cular. Tampoco nos era desconocida su inclinación por el antise- tonces tenían escaso interés por la «patria» y lo «patrio». Entre los
mitismo.» Al parecer, Heidegger se proponía «desprestigiar Ja la- participantes se encontraban, entre otros, A. Mendelssonhn-Bart-
bor de Cohen y, en lo posible, anular a Ernst» 6 • Sin embargo, a holdy, Wilhelm Hausenstein, Alfred Mombert, Eugen Fischer y
contmuac1on cita una carta de su esposo, escrita por Cassirer tras Ernst Krieck. En esencia, se trataba de la misma imagen que pue-
una conferencia 1mc1ada por Heidegger, en la que se habla más bien de ofrecer al observador, a veces para su mayor sorpresa, cualquier
de rnlac10nes respet.uosas e incluso anlistosas. Ello concuerda con revista cullllfal tomada al azar: izquierdas y derechas, judíos y no
el mforme ya menc10nado de aquel estudiante que había quedado judíos se hallaban congregados allí, y únicamente cuando se tratan
fuertemente conmov1.do por el «magnífico compañerismo» exis- las cosas ex eventu aparecen entonces los puños cerrados y los cu-
tente entre los dos filosofas. En el apéndice a la cuarta edición del chillos afilados. Parías, sin embargo, ha investigado la carrera pos-
hbro sobre Kant (1973) se han presentado materiales de impor- terior de algunos de los asistentes, realizando descubrimientos sor-
tancia que pernuten segmr en detalle la discusión entre Heidegger prendentes. Así, el pintor August Rumm se afilió al partido nazi en
Y.Cass!fer. El núcleo de la diferencia entre ambos es la de si la fi- 1940; el profesor JosefMussler se convirtió en 1934 en miembro
mtud humana (según Cassirer) conduce más allá de sí hacia el rei- de la Asociación NaCionalsocialista de Profesores, etc. Pero es Eu-
no de la hber.tad y al mundus intelligibilis, o si (según Heidegger) gen Fischer el objeto especial de su mirada. Éste fundó en Berlín,
se debe agudizar y profU11d1zar en la f1mtud misma. En otras pala- en 1927, «el Instituto del Kaiser Wilhelm de Antropología, Teoría
bras: liberación de la angustia como «mero encontrarse» 0 en- de la herencia y Eugenesia, que luego alcanzaría U11a triste celebri-
tre~a rnd1cal dd hombre a la angustia como «estar en un estado
dad» por pertenecer a la «infraestruclllfa científica de los experi-
de ammo defm1do» que abre al ser. Partiendo de ahí define Hei-
mentos de las SS en los campos de concentración». Pero a Parías
degger la tarea. de la filosofía del modo siguiente: «desde el as-
no se le ocurre mencionar el «poder de seducción» o el peligro in-
pecto corron:;p.1do de U11 hombre que se sirve meramente de las
trínseco que poseen las ciencias más nuevas, tal y como ocurre, por
obras del espmtu, devolver en cierto modo al hombre a la dureza
ejemplo, en el caso de las investigaciones, por completo legítimas,
d.e .s~ destmm>'. A continua~ión, Cassirer busca de nuevo mm po-
con gemelos. Y, por tanto, también ha olvidado plantear la cuestión
s1c1on. en ~l mundo del «espmtu obietivo», del lenguaje, de las for-
m~s snnbohcas. Sm embargo, en las actas no hay huellas de hos-
de dónde hubo entonces y hay ahora casos parangonables. Tampo-
llhdad de m~guna clase, como tampoco de antisemitismo. co se dice nada sobre los méritos indiscutibles de Fischer o sobre
Pero Panas ha descubierto un congreso que habría tenido lugar el momento de su emeritaje (1942). Muy al contrarío, Parías ha des-
durante la época i;acionalsocialista, de modo que la participación cubierto en U11 libro la dedicatoria manuscrita, fechada en 1960, con
de Be1.degger en el adqmere un s1gmf1cado más sombrío. Se trata la que Heidegger quería transmitir a la vez Ulla afectuosa felicita-
del <.<dia de la patna de Baden», celebrado en i·ulio de 1930 , ción navideña a Eugen Fischer. El hallazgo ha suministrado a Parí-
d t h ·r· ,cuyo
pres1 en e onon 1co era el p.residente del Estado y político de Zen- as otra de lás piedras de la cárcel que construye para Heidegger, Fis-
trum badense Dr. Josef Schmitt. En el marco de esa celebración tuvo cher, la tra~ición socialcristiana y la entera historia alemana a
8
lugar un «~ongreso de los líderes badenses de la ciencia, el arte y excepción de una parte del «movimiento obrero» • Y si lo saco a la
la economia». Se trataba, por tanto, de una reunión por completo luz es tan sólo para hablar también de la «literatura de denuncia».
Pero el pU11to esencial e interesante ya aparecía, como casi siem-
6
lbíde1n, pp. 7 ss. pre, en la publicación de Schneeberger. Allí aparece reproducido
Ma~in I-Ieidegger, Kant und das Probleni der Metaphysik, Francfort del.Meno
7

1973 (4. ed.), p. 263; ed. cast., Kant y el problema de la metafisica trad Gred
Ibscher Roth, FCE, México, 1981, p. 223. · ' · " Parias (nota 1), pp. 118-119; ed. cast., pp. 115-116.
112 HEIDEGGER EL NUEVO Y BRJLLANTE INICIO EN FRIBURGO 113

un informe del Karlsruher Zeitung con fecha del 16 de julio de No parece que se hable aquí de otra cosa sino de aquel «claro»
1930, en el cual se caracteriza la conferencia de Heidegger Sobre [Lichtung], que el hombre es en cuanto temporalidad extático-ho-
la esencia de la verdad afirmando que el conferenciante habría in- rizontal, y de aquel comporta¡-nieµto negador que aparece origina-
tentado resolver el problema dilucidándolo «con conceptos tales riamente en el enunciado cmnernegación. Es precisamente ese cla-
como_los de lealtad y autoctonismo». Después de la guerra, uno de ro lo que Heidegger entiende ahora como «libertad», y esa libertad
los asistentes a la conferencia informaba del siguiente modo: «Des- no puede significar más que «trasdendencia». Sin embargo, se pro-
de las alturas heladas de la abstracción descendía él con mayor pro- duce un cambio llamativo cuando Heidegger, en lugar de «exis-
fundidad cada vez hacia la tierra, y súbitamente se aventuró a dar tencia», opta por la grafia «ek-sistencia» y dice que la ek-sisten-
el salto: la verdad y la realidad efectiva se reunían sobre el suelo cia del hombre histórico comienza justo «allí donde el primer
9
de la patria local» • Esas palabras suenan en cierto modo a la con- pensador, al preguntar por el desocultamiento del ente, plantea la
signa n~zi «sangre y raza»: ¿Es posible que Heidegger se desig- pregunta de qué sea el ente» 11 . Sin embargo, la verdad de la res-
nara a s1 mismo en el Congreso de los badenses como un «filóso- puesta a esa pregm1ta no puede separarse de la <<no-verdad» tan ní-
fo de la patria»?, ¿él, que tan sólo unos meses antes había definido tidamente como la corrección de la incorrección en el enunciado.
al hombre como «el que sostiene el sitio de la nada»? Y también se percibe un nuevo acento cuando el perderse del ser-
La pregunta no se puede decidir con completa seguridad, pues ahí en el ente descubierto, ya analizado en Ser y tiempo, no sólo se
desconocemos el texto de Karlsruhe. La conferencia titulada Sobre concibe ahora como un existenciario, sino como un acaecimiento:
la esencia de la verdad fue publicada en 1943 y, por cierto con la «Él [el hombre] se echa en falta cuanto más exclusivamente se toma
indicación del tipo de conferencia de que se trataba. Sin en'ibargo, a sí mismo como el sujeto que da la medida para todas las cosas.
no se men?1ona Karlsruhe. Aparte, se habla también de una «repe- El temerario olvido del género hmnano persiste en el aseguramiento
lida reV1s10n» del texto. En algunos de sus aspectos la conferencia de sí mismo mediante lo que para él resulta siempre accesible a su
puede ser considerada como el primer cumplimiento del «viraje». paso[ ... ]. Ek-sistente, el ser-ahí [Da-sein] es in-sistente. También
Sm embargo, al menos por su punto de partida, el texto no of¡-e- en la existencia insistente reina el misterio, pero como esencia de
ce al lector sorpresa alguna, pues también aquí se trata de la recu- la verdad olvidada y ·convertida, así, en "inesencial"» 12 . Al final,
sación de la definición tradicional de la verdad como adaequatio Heidegger se refiere explícitamente a Kant, y sólo podría verse un
rei et zntellectus, de la cual resulta una completa escisión entre ver- indicio capaz de sugerir algo así como la «patria» en la última fra-
dad y falsedad (no-verdad). Un enunciado concuerda o no con- se, que manífiesta de forma expresa que la esencia de la verdad no
cuerda. Pero, según Heidegger, debe preguntarse por el fundamento es el vacío «general» de una universalidad «abstracta»; pero aún
de la posibihdad de ese «concordar». La frase decisiva en este pun- más lejos de «Baden» se encuentra la segunda mitad de la frase,
to es la s1gmente: «Ese aparecer de la cosa en el medir de un ex- donde se dice que esa esencia seria más bien «lo único que se ocul-
tremo a otro un lugar de encuentro se cumple dentro de un ámbi- ta en la historia, no repetida, del salir de lo oculto el "sentido" de
to abierto cuya apertura no es creada en primer lugar por el eso que llamamos el ser y que, desde hace tiempo, nos hemos ha-
13
representar, sino tan sólo referida y aceptada en cada caso como bituado a considerar tan sólo como el ente en total» .
un ámbito de referencia. La referencia a la cosa del enunciado re- Estos primeros años en Friburgo, que se extienden desde 1928
presentante es el cumplimiento de aquella relación que se pone ori- hasta 1932, constituyen sin duda el periodo en el que Heidegger
gmanamente, y siemp¡-e, en oscilación como comportamiento» w puso a su pensamiento en una relación más e~trecha con Kant y
Hegel, presentándose a sí mismo mucbo más,como el continuador
9
Schneeberger (nota 4), p. 12.
10
MartTI: Heidegger, Vom Ttésen der Wahrheit, Francfort, 1943, p. 11; ed. cast., 11
Ibídem, p. 16; ed. cast., p. 120.
«?e la esencia de la verdad», en ¿Qué es metafísica? y otros ensayos, trad. E. Gar~ 12
Ibídem, p. 22; ed. cast., p. 125.
c1a Belsunce, Fausto, Buenos Aires, 1992, p. 115. n Ibídem, p. 27; ed cast., p. 130.
114 HEIDEGGER EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRJBURGO 115

de aquellos que como el vencedor de la tradición del idealismo ale- tación De la esencia del fundamento [Vom Wesen des Grandes],
mán. Así, su libro sobre Kant contiene una interpretación detalla- aparecida en la Miscelánea dedicada a Husserl en 1929. Allí ca-
da de la Crítica de la razón pura, y Heidegger trata de demostrar racteriza Heidegger el térmi!lo «diferencia ontológica» como una
allí que Kant había asignado originalmente a la imaginación un diferencia entre ser y ente, y'·p_one en conexión Jos conceptos de
significado mucho mayor del que posee en la segunda edición de trascendencia y libertad con los de «fundarn [gründen] e «insti-
la obra, llegando incluso a afirmar que en realidad Kant tenía la tuir» [stifien]. La «causalidad» n(¡ es un dato primario no suscep-
tendencia de situar en ella la raíz de los dos troncos constituidos tible de ser derivado a partir de algo más alto, sino que él mismo
por la sensibilidad y el entendimiento. Mas la imaginación, por su está fundado en un acaecer: «y este acaecer es el existir del ser-ahí,
parte, entra en juego con el tiempo y como «autoafección pura», y que trasciende en cuanto existente. Sólo cuando en la totalidad del
por ello Heidegger se descubre aquí como el pensador que ha sa- ente llega el ente a ser "más ente" en la forma de Ja tcmporaliza-
bido recoger el hilo justo del lugar de donde se le escapó de las ma- ción del ser-alú, es la hora y el día de la entrada en el mundo del
nos a Kant. Según Heidegger, Kant no había concebido su crítica ente. Y sólo cuando acaece esa protohistoria, la trascendencia, es
de la razón como una teoría del conocimiento, sino como la fun- decir, cuando el ente con carácter de ser-en-el-mundo irrumpe en
16
damentación de la metafísica y, con ello, indirectamente, también lo ente, existe Ja posibilidad de que el ente se revele» . Nos en-
de la ontología fundamental, que toma sobre sí la tarea de sacar a contramos aquí con el paradójico comparativo seiender [más ente].
la luz la «conexión esencial entre el ser en cuanto tal (no el ente) Y tal vez sea éste el Jugar apropiado para introducir un aforismo
y la finitud del hombre» 14 • apócrifo de Heidegger que una narradora pretende haber oído de
La lección pronunciada d1rrante el semestre de invierno de 1930- labios de ru1 informador, del teólogo Heinrich Buhr, y que proba-
1931 sobre La fenomenología del espíritu de Hegel [Hegels Phii- blemente no sea más que una intepretación: «Y, sin embargo, mein
nomenologie des Geistes] supone una interpretación de otra de las Heidegger, nuestro entero mundo sería algo así como un claro en
obras fundamentales del idealismo alemán, una interpretación tan ., un bosque inmenso e inquietante. Vivimos en ese claro: allí perci-
intensa y profunda como la realizada sobre Kant, si bien no cabe bimos las cosas, vemos, conocemos [... ]. Y, no obstante, a veces
duda de que no llegó a ser completada. También aquí se hace pa- nos disgusta enormemente, porque desconocemos el todo y por-
tente toda la «ciencia» de Heidegger, y apenas si cabe detectar eso que aquí mismo el suelo se estremece de tanto en tanto -no sólo
que, en conexión con la interpretación de textos griegos más anti- cuando hay terremotos-y sentimos que también el claro, "la gran
guos, se ha tachado a menudo de «agresividad» y «arbitrariedad». Marina", se encuentra amenazado desde Ja inmensa arboleda» n
Lo que hemos llamado «crítica a la cultura» se muestra aquí en la A pesar de todo, saber del bosque inmenso e inquietante, o, di-
severidad extrema con la que condena a la «empresa» [Betrieb] de cho con más precisión, estar anímicamente templado en la angus-
la filosofia; como se verá en lo que sigue, esa crítica no escatima tia, que pone al hombre ante lo inmenso, es precisamente la con-
en rigor expresivo: «Hoy se ha "organizado" la sofística; uno de dición previa para que el ente pueda serle cercano, familiar y querido
los muchos signos de ello es la popularidad de las tipologías de po- en el claro. Las últimas frases de De la esencia del jímdamento di-
siciones filosóficas [ ... ] . La filosofía se ha convertido en un asun- cen así: «Y así el hombre, en cuanto trascendencia existente que
to de empresarios; una situación diabólica de la que ya hoy caen asciende en posibilidades, es un ser de lejanía. Sólo por la lejanía
víctimas, en su mejor edad, los siempre escasos jóvenes con capa- originaria, que él configura en su trascendendencia hacia todo ente,
cidad científica» 15 •
También a esta época pertenece uno de los trabajos más her-
mosos y filosóficamente más equilibrados de Heidegger: la diser- 16
Martin Heidegger, Festschrift, Edrnund Husserl zum 70. Geburstag gewid-
rnet, Halle, 1929, pp. 71-11 O, p. 98; ed. cast., «De la esencia del fundamento», en
¿Qué es metafísica? y otros ensayos, trad. E. García, Fausto, Buenos Aires, 1992,
14
Martin Heidegger (nota 7), p. 200; ed. cast., p. 187. p. 93.
15 17
GA, t. 32, p. 41. Erinnerung... (Bibl. n.º 7), pp. 61-62.
116 HEIDEGGER EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRIBURGO 117

crece en él la verdadera cercanía a las cosas. Y sólo el poder-oír en La «empresa» [Betrieb] qe las ciencias en la Universidad apa-
la lejanía temporaliza al ser-ahí corno sí mismo, para despertar a rece de nuevo caracterizada c9n una acento bastante negativo al
la respuesta del ser-ahí-con [Mitdasein] en el ser-con [Mit-sein], principio: «Algunos ya han coJuenzado. a sentir algo del vacío y
con el cual puede sacrificar la yoidad para ganarse corno auténti- desamparo de ese funcionar [Treiben]. ¿Se habrá quebrado ya algo
co sí-1n1smo» 18 .
19
en lo más interno de su mecanismo [Getrieb]?» .
¡Ganar el sí-mismo auténtico en el ser-con otros corno direc- Poco después añade: «Todo eso que conocernos del hombre: el
ción contraria a la superficialidad de la existencia moderna! ¿Es animal, la locura de la civilización, el guardián de la cultura, in-
este deseo el tránsito que ·buscarnos, una prefiguración abstracta cluso la personalidad, 1·,es solamente la sombra que sobre 20
él pro-
del compromiso concreto del año 1933? Pero ¿se adhiere a ese de- yecta lo totalmente otro [!], eso que llamarnos ser-ahí?» .
seo alguna implicación política de alguna especie?; ¿no había for- En ese sentido, para Heidegger resulta evidentemente sombrío
mulado ya Lukács un deseo semejante a la hora de fundamentar su el «diagnóstico de la cultura» de la época, también y precisamen-
entrada de lleno en la liberadora colectividad del partido comunista te cuando quiere ser pronóstico: «Quién, de entre los hombres, no
húngaro? desearía saber lo que está por llegar, a fin de poder prepararse
En este punto tal vez pueda arrojar alguna luz la lección del se- para estar aún menos abrumado, menos absorbido y asaltado por
mestre de invierno de 1929-1930, a la que Heidegger dio un sello el presente. Estos diagnósticos y pronósticos de la cultura según
especial al introducir en 1975, durante los preparativos para su pu- la historia mundial no nos afectan, no son ningún asalto contra
blicación, una referencia a la memoria de Eugen Fink. La lección nosotros» 21 •
lleva por título Los conceptos.fundamentales de la metafisica. Mun- Y Heidegger define la penuria de la época de un modo por com-
do-finitud-soledad [Die Grundbegri!Je der Metaphysik. Welt-End- pleto diferente al de sus contemporáneos: «El estado de necesidad
lichkeit-Einsamkeit]. De hecho, esta lección es especialmente in- [Not] no es esta miseria social ni aquella confusión política, [... ]
teresante debido a que Heidegger ofrece en ella un análisis detallado no es esta falta de base de la filosofía ni aquella incapacidad de la
de aquel «profundo hastío» del que había hablado en su lección religión; eso que oprime [bedriingt] en el fondo, oculto, es más
inaugural; ahora se enfrenta a «cuatro interpretaciones de nuestra bien la ausencia de una opresión [Bedriingnis] esencial de nues-
situación actual», a saber: las de Oswald Spengler, Ludwig Kla- tro ser-ahí en total. La ausencia de la opresión esencial del ser-ahí
ges, Max Scheler y Leopold Ziegeler; desarrolla tres tesis con- es el vacío en total, de modo que ninguno se encuentra con los otros
ductoras para el concepto de «mundo»: «La piedra carece de mun- en la unidad de raíz de un actuar esencial. Todos y cada w10 de no-
do, el animal es pobre en mundo, el hombre es configurador del sotros somos los empleados de una consigna, los partidarios de un
mundo»; a continuación se adentra, con verdadero detenimiento, programa, pero ninguno es el servidor de la grandeza del ser-ahí y
en teorías biológicas modernas como las de Hans Driesch y Jakob de sus necesidades [Notwendigkeiten] [.. .]. Falta el misterio en nues-
Johann von Uexküll, y ahora Heidegger excluye radicalmente a los tro ser-ahí, y con ello permanece ausente el interno es~anto que
2
animales de la «revelabilidad del ente», en evidente contradicción,.' todo misterio lleva consigo y da al ser-ahí su grandeza» .
por tanto, con la expresión a ellos atribuida de la «pobreza de mun- Pocas páginas más adelante, Heidegger parece volverse más
do», aunque vuelve a subrayar, con la mayor insistencia, la singu- concreto: «Hemos de comenzar llamando de nuevo a aquél[!] que
laridad del «ser-ahl». puede infundir espanto a nuestro ser-ahí. ¿Qué pasa entonces con
También es en esta lección donde se pueden encontrar la ma- nuestro ser-ahí, si un acontecimiento como el de la guerra mundial
yor parte de sus declaraciones «crítico-culturales», algunas de las
cuales citaremos para finalizar:
" GA, t. 29-30, p. 2.
20
Ibídem, p. 9.
11
Ibídem, p. 112.
18
Martín Heidegger (nota 16), p. 11 O; ed. cast., pp. 107-108. " Ibídem, p. 244.
'

118 HEIDEGGER EL NUEVO Y BRILLANTE INICIO EN FRJBURGO 119

ha pasado por nosotros en esencia sin dejar huella?»n Uno pien- polítican Por tanto, nuestra búsqueda de declaraciones interesan-
sa en este momento en aquel hombre de maltrecho sistema ner- tes desde el punto de vista político permanece siendo, por el mo-
vioso que asistió a los cursos universitarios Davos, y podemos mento, una empresa estéril. ¿O habrá que entender precisamente
afirmar ahora que es prácticamente seguro que Heidegger no ha- desde esta lejanía respecto de la política el tránsito del filósofo ha-
bía pronunciado aquellas palabras en el sentido allí sugerido. Pero cia un movimiento político bastante señalado y novedoso?
¿había en aquella frase alguna alusión a la necesidad de reanudar
la guerra perdida para reconducirla (esta vez con éxito) hasta el
final?
Lo anterior resulta improbable. De hecho, Heidegger no habló
del general de los ejércitos y caudillo, y sí, en cambio, del «jiih-
render Forscher», es decir, del investigador líder y no caudillo, el
que destaca de la «necesaria infinidad de obreros y técnicos» 24 . Al
decir esto Heidegger no tenía ante Jos ojos, desde luego, a la «van-
guardia artística»; él se limitó a designar como «demencia» el he-
cho de que las personas, sean quienes sean, consideren la casa como
una máquina para vivir o a la silla como una máquina para sentar-
se, e incluso vean en ello «la señal de una nueva cultura» 2 '. La re-
solución [Entschlossenheit], plenamente aún por venir, vive en re-
giones por completo diferentes, esto es, en el instante, «en cuanto
instante del actuar real»26 .
¿Existe un guía que oriente hacia el actuar correcto? La lección
conclnye con la evocación de aquel «vigilante estar-absorto», de
aquel enthousiasmós que el último de los grandes, Friedrich Nietzs-
che, relataba en Ja «canción ebria» de Así habló Zaratustra, cuya
primera estrofa Heidegger reproduce en su totalidad como las úl-
timas palabras de su lección.
¿Se proponía Heidegger actuar en el sentido sugerido por Nietzs-
che y convertirse así en un político nietzscheano como Alfred.Ba-
eumler, quien ya lo era por aquella época? ¿Reside en este punto
la explicación de su ingreso en el NSDAP y de la aceptación del.
rectorado?
Pero éstas son, seguramente, cuestiones precipitadas. Si bien
es cierto que Heidegger habla del «parentesco de todo actuar esen-
cial», sin embargo, los únicos dominíos a los que se refiere son el
arte, la filosofia y la religión, no haciendo mención alguna de la

23
Ibídem, pp. 255-256.
24
Ibídem, p. 279.
25
Ibídem, p. 316.
26
Ibídem, p. 427. 27
Ibídem, p. 232.
'
-
ALEMANIA EN LA FASE FINAL DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR 121

menudo considerado como el último de la «época dorada» de la


República de Weimar, llegó a su fin bajo el influjo de la repentina
crisis económica mundial desatada en marzo de 1930. Pero su cau-
sa inmediata fueron ciertas diferencias de opinión, relativamente
ALEMANIA EN LA FASE FINAL insignificantes, a propósito del reparto de las indemnizaciones.
DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR Este gobierno fue reemplazado por el primer gobierno presiden-
cial bajo el mandato de Heinrich Brüning, quien, pese a ser el pre-
sidente del partido católico-el Zentrum-, fue tolerado en el par-
Apartaremos por un momento nuestra mirada de Heidegger para lamento por los socialdemócratas. Alemania, siendo el Estado
dirigir la atención a la Alemania de la fase final de la República de industrial más desarrollado junto a los Estados Unidos, sufrió es-
Weimar, a los años durante los cuales publicó Heidegger las obras pecialmente los efectos de la crisis económica, que en un primer
tratadas en último lugar. Comenzaré exponiendo a grandes rasgos momento hizo aumentar el número de parados hasta los tres mi-
los acontecimientos acaecidos y sus correspondientes consecuen- llones, pero, al mismo tiempo, Alemania no se había librado toda-
cias, siguiendo para ello la tendencia interpretativa predominante. vía de la sih1ación de la posguerra, a causa de la cual había sido
Aunque en el panorama político de 1923 pareciera por un ins- gravada con una elevada cantidad de impuestos a título de indem-
tante que a la triunfal «marcha sobre Roma» de los fascistas ita- nizaciones. En esta situación tan apurada, Brüning intentó afirmar
lianos le iba a seguir una «marcha sobre Berlín» de los nacional- su posición recurriendo a una política deflacionista que, según la
socialistas alemanes, en 1924 parecía ya claro que el sistema opinión preponderante en la actualidad, no hizo ruás que empeo-
parlamentario de la República de Weimar entraba en una fase de rar la situación. En las elecciones anticipadas de septiembre de
consolidación. Las elecciones al Reichstag de diciembre de 1924 1930, los nacionalsocialistas obtuvieron un éxito sensacional que
redujeron sensiblemente el considerable número de escaños que aumentó el número de sus diputados de 12 a 107. En medio de una
habían ocupado los seguidores de Hitler. En 1925 él mismo, tras agitación desenfrenada, Hitler hizo responsable al «sistema» y a
abandonar la prisión militar, consiguió rewiir bajo su liderazgo a los «criminales de noviembre» de un estado de precariedad nacio-
los partidos dispersados, aun cuando existieran diferencias entre nal en constante crecimiento, en cuyo punto crítico, situado en
los «noralemanes», de izquierdas y con una acentuada tendencia 1932 Alemania contaba con más de seis millones de parados. Los
nacionalsocialista, y el «sector muniqués», que rechazaba cual- prog;esos de los nacionalsocialistas fueron extraordinarios, y ello
quier idea referente al establecimiento de una coalición entre los gracias a los pactos ultimados con los Deurschnationalen dmg1-
«pueblos oprimidos» del mundo contra el imperialismo francés y dos por Hugenberg, sobre todo en la comisión del Reich de 1929
anglosajón, y calificaban a la Unión Soviética de «Judea Soviéti- para la demanda de plebiscito contra el Plan Young; pero su avan-
ca». Pero, si esas diferencias constituían un elemento de debilidad, ce también se vio favorecido por la iniciativa popular conjunta de
también hicieron posible que el partido se difundiera en un amplio agosto de 1931 para la disolución de la Dieta de Prusia y, por últi-
espectro social, conviertiéndose así en el primer «partido del pue- mo, por el Frente harzburgués de verano de 193 1. Brüning dirigió
blo» de Alemania. El Reich estuvo regido durante cuatro años por la lucha contra el creciente nacionalsocialismo y su «ejército par-
los gobiernos alternantes de un «bloque de ciudadanos» que, du- do» -las secciones de asalto o SA [Sturm Abteilungen] - emple-
rante cierto período, incluyó a los Deurschnationalen. Las elec- ando en ello tan sólo la mitad de sus fuerzas, puesto que el nacio-
ciones al Reichstag de mayo de 1928 supusieron un triunfo signi- nalsocialismo representaba para él una carta de triunfo positiva que
ficativo para los socialdemócratas, que formaron una gran coalición podía ser jugada en los círculos extrapolíticos para la supresión de
bajo el liderazgo de Hermano Müller-Franken. Este gobierno, a las indenmizaciones. Cuando por fin se decidió Brüning a prohi-
bir las SA, el anciano presidente del Reich no le retiró su confian-
(120]
za por esta última medida, sino porque antes de la reelección de
\
122 HEIDEGGER ALEMANIA EN LA FASE FINAL DEL,'. REPÚBLICA DE WEIMAR 123

Hindenburg se había mezclado «con los frentes equivocados» en dicatos aceptaran el ofrecimiento de Schleicher. Se inciaba así un
una guerra electoral. «La funesta escisión del movimiento obre- juego de intrigas en el cual también fueron de peso ciertos intere-
ro» debilitó aún más las fuerzas de defensa, y una buena parte de ses familiares de Hindenburg, y el 30 de enero Hitler era nombra-
Ja burguesía se mostró «receptiva» frente al nacionalsocialismo. do canciller de un gobierno de coalición con los conservadores,
Así, el gobierno prusiano no ejerció una oposición seria cuando aunque no supo ver que su partido habría de sufrir de nuevo gra-
fue desplazado por el «gobierno del Estado» del nuevo canciller ves pérdidas si se convocaban otra vez elecciones. Así pues, las in-
Von Papen, y pocos días más tarde los nacionalsocialistas se apun- trigas de un reducido grupo habían despejado el camino hacia el
taban un triunfo sin precedentes en las de nuevo anticipadas elec- poder a un hombre que había articulado en su libro un terrible an-
ciones al Reichstag del 31 de julio, pues consiguieron 230 dipu- tisemitismo, comenzando así la singladura que doce años después
tados, obteniendo así Ja mayoría junto con los comunistas, una habría de hundir al Reich alemán en la sangre y la vergüenza.
mayoría que era, desde luego, puramente negativa. Sin duda hu- La somera visión de las cosas ofrecida hasta aquí no es inco-
bieran podido formar un gobierno de coalición con el Zentrum, rrecta. Sus fundamentos son las interpretaciones de los socialde-
pues eran muchas las voces que reclamaban la participación de mócratas y de una parte del Zentrum, así como de la mayoría de
los nacionalsocialistas en el gobierno. Como es natural, Hinden- los observadores extranjeros. Esa visión explica muchos aspectos,
burg consultó al Führer de un partido que era, con mucho, el más pero desde ella no se entiende, y ni siquiera puede entenderse, la
fuerte. Sin embargo, como Hitler, supuesta o realmente, exigía el decisión casi unánime de un pueblo por el nacionalsocialismo e
«poder total», siguiendo el modelo de Mussolini, no recibió la mi- Hitler. Pero también es cierto.que tampoco se pr9pone un hacerse
sión de formar el gobierno. El nuevo Reichstag encontró un rápi- entender o un poder hacerse entender semejante.
do final entre turbulentos sucesos y escenas, y ello porque Von Si, una vez transcurridos varios decenios, uno quiere escapar a
Papen decidió volver a disolverlo, y en las elecciones al Reichs- las interpretaciones partidistas -y ése debe ser el fin de la cien-
tag del 6 de noviembre los nacionalsocialistas sufrían por prime- cia-, se habrá de completar esa visión de las cosas mediante otra,
ra vez una seria derrota, cifrada en más de 30 diputados. Pese a y será la tarea ¡le las futuras discusiones científicas la de decidir si
todo, volvieron a ser incluidos en las negociaciones para la for- cabe aspirar a una síntesis o no.
mación de gobierno, si bien Hitler rechazó de nuevo la idea de co- El Reich alemán se encontraba doblemente atenazado, por las
operar en un gobierno de coalición. Ante la aversión que Hinden- reparaciones de la guerra y por la crisis económica. Esta doble ata-
burg sentía por la «solución de la guerra civil» que Von Papen dura, por sí sola, confirió a Alemania una singular posición entre
pensaba promover, nombró canciller del Reich al «hombre entre los grandes Estados. Pero, además de esos dos factores, existía otra
bastidores», el hasta ese momento ministro del Reichswehr Kurt vpn amenaza dentro de Alemania y al lado de ella que se desplegaba
Schleicher. Ello puso en juego una concepción nueva, la de los lla- con una energía inusual. Se trataba de la «gran tentativa de solu-
mados frentes transversales. Schleicher pretendía dividir el NSDAP 1 cióm> para todos los problemas económicos y espirituales, una ten-
y asegurar para su gobierno el apoyo de las fuerzas moderadas pre- ' tativa cuya problematicidad, sin embargo, ya se había hecho del
sentes tanto en el NSDAP como en los sindicatos. El NSDAP cayó todo manifiesta. Naturalmente, ya desde mediados del siglo XIX
de hecho en una crisis, pero Gregor StraBer no podía afirmar su existía la solución del «socialismo» para todas las penurias y cri-
posición frente a Hitler, y el SPD impidió que los líderes de los sin- sis del mundo moderno. Ella se basaba en la idea, que es cierta, se-
gún la cual esas penurias y crisis tenían que ver con las empresas
1
y los Estados, en concreto con su estar las unas-al-lado-de los otros
Nationalsozialistische Deutsche Arheiterpartei, esto es, «Partido obn:ro ale- o las unas-con los otros, relaciones éstas que estarian descoordi-
mán nacionalsocialista». Los demás partidos que Nolte menciona en este contexto
son: el DNVP (Deutschnationale Vólkspartei), el Zentrum (partido católico y con-
nadas y mantendrían un constante movimiento pendular hacia nue-
servador) y el SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands). Más adelante se vas situaciones de equilibrio. El socialismo caracterizó estas rela-
mencionará tai11bién el KPD (Komunistische Partei Deutschlands). (N. de la T.) ciones como «capitalismm> o «imperialismo», pero también recogió
124 HEIDEGGER ALEMANIA EN LA FASE FINAL DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR 125

'
aquella antigua propuesta consistente en suprimir la «propiedad como resultado de relaciones estancadas, se había formado en el
privada» (de los medios de producción), reemplazando así la com- Estado gigante situado a orillas de Europa un nuevo zarismo, un
petencia entre mercados por una economía planificada de cober- pseudosocialismo que merecería más bien el epíteto «tartarismo».
tura de la demanda. Y, una vez cumplido lo anterior, surgiría en- Es evidente que los aliados compartían esta última. concepción,
tonces una humanidad en armónica cooperación, que ya no conocería y es justo en este punto donde se ha de ver el término medio que per-
la guerra y en modo alguno los conflictos entre empresas, clases y mite explicar por primera vez la tan lamentada «inversión de las an-
naciones, pues de la humanidad así unificada habrían desapareci- tiguas fuerzas», algo que no puede derivarse a patiir de presupues-
do esos «cajones estancos». La primacía de esta solución estriba- tos «puramente alemanes». Así, en septiembre de 1919 se podía leer
ba en que era bastante dificil contradecirla en lo fundamental, pues- en la Weltbühne la siguiente acusación, que de forma inequívoca se
to que también el liberalismo radical tenía una visión última no dirige a los aliados más que al Freikorps alemán y, en último térmi-
del todo diferente, y, por lo demás, ¿no habrían de pensar en ese no, a los bolcheviques: «El bolchevismo fue el pn;cursor de la reac-
sentido todos los «hombres de bien»? Pero el peligro más grave ción[ ... ]. Puesta en la tesitura de elegir entre bolchevismo y reac-
consistía sin duda en que en la «burguesía» se daban demasiados ción, ella misma [la Entente] dará primacía a un régimen reaccionario
adversarios, en parte los meros defensores de «posiciones privile- que entraña los peligros más graves del nacionalismo y del milita-
giadas», pero también en parte quienes estaban convencidos de que rismo[ ... ]. Pero ellos [los aliados] tenían al bolchevismo por una
la economía planificada en proyecto sería forzosamente ineficaz y ainenaza tal para la cultura mundial que consideraron al militarismo
hostil a la libertad. Precisamente por ello hubo un número consi- prusiano, refrenado antes en un desesperado esfuerzo, como a un co-
derable de socialistas que proyectaron un largo y penoso «camino laborador aprovechable a Ja hora de combatir la revolución mundial
hacia el socialismo», ru1 camino sin guerra civil y sin repentinas de los comunistas» 3 . No tardó en hacerse manifiesto que el recien-
subversiones de las formas de economía y de las relaciones de pro- te Estado ideológico seguía despertando, también después de 1919,
piedad. Sin embargo, la versión del socialismo radical que es cla- las esperanzas de muchos trabajadores e intelectuales de Europa y
ramente su tipo ideal, es decir, la comunista, se había implantado no sólo las de las «masas» de ciertas regiones del «Tercer Mlli1do».
en Rusia tras la derrota bélica contra Alemania. Así, el Estado más De ahí que en 1928 y en 1930, también bajo la dictadura de Stalin,
grande del mundo por su extensión fue dominado por un régimen la Unión Soviética fuera para muchos hombres la «ciudad de la mon-
que se apoyó en grandes esperanzas y despertó grandes esperan- taña», y para muchos otros la peor, por más modernizada, forma de
zas. Precisamente por ello, y por vez primera en la historia mo- «despotismo asiático». Las esperanzas se intensificaron cuando el
derna de Europa, le siguió una política de exterminio social y, en programa de industrialización pasó a ser englobado en el marco de
gran medida, también fisico de un número nada despreciable de ca- una planificación total, y pareció entonces que el desempleo restante
pas de población, mientras que en otros Estados instigaba a las ma- había quedado suprimido y a prueba de nuevas e1isis, mientras que
sas al «levantamiento armado», esto es, a la guerra civil. En poco, el «mundo capitalista» seguía cayendo de una dificultad en otra. Sin
tiempo el nombre Checa 2 se convirtió en lU1a palabra capaz de in" embargo, también el espanto se hizo más intenso cuando las noti-
fundir espanto en el mundo entero, y fueron precisamente los cias referentes a la gran colectivización y a la aniquilación de los
marxistas ortodoxos quienes presentaron la tesis según la cual, kulaks 4 lograron abrirse paso al resto del mundo, noticias que fue-

2 3
<<Checa» es abreviatura de las voces rusas Chrezvicháinais Kon1issia, esto Die Weltbühne. 1919, II, p. 313 (Hcinrich Strobel).
4
es, una.co1nisión extraordinaria que designaba la policía política del régin1en so- Atmque ya existían desde 1905, los kulaks se desarrollaron y fortalecieron
viético. Creada a instancias de Lenin en el segundo congreso de los soviets ( 1917), como clase durante el régünen soviético. Campesinos que explotaban el trabajo
se dedicaba a descubrir a los ele1nentos contrarrevolucionarios o desviacionistas. de otros, llegaron a controlar el abastecimiento de las ciudades y se impusieron a
Por extensión, también se aplica el nombre «checa» al local utilizado por una po- las cooperativas. En 1929, el partido comunista ca1nbió de opinión respecto a ellos,
licía política. (N. de la T) alegando que obstruían la colectivización. Así, se programó su aniquilación corno
126 HEIDEGGER ALEMANIA EN LA FASE FINAL DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR 127

ron exageradas sobre todo por quienes opinaban que un parado oc- En las elecciones al Reiehstag de 1928 los comunistas obtu-
cidental seguía viviendo mejor que un trabajador normal de la Unión vieron 54 escaños, frente a los 152 diputados del SPD; en 1930 su-
Soviética. En los EEUU esta concepción parecía incuestionable, y bieron hasta los 77 esqtños (frente a los 143 de los socialdemó-
ya en 1932 no existían relaciones diplomáticas de ningún tipo entre cratas), convirtiéndose de este modo en el partido más fuerte en
la «primera potencia del mundo capitalista» y el «régimen ateo del Berlín; en junio de 1932 le c01:respondieron a su lista 89 escaños,
terror» en Moscú. Pero aun entonces hubo no pocos simpatizantes que pasaron a ser 100 en noviembre (frente a los 121 de los so-
y jéllow travelers. No obstante, en ningún país del mundo como en cialdemócratas); en ese momento ya eran Jos más fuertes en varias
Alemania vivieron, aunque reprimidos, tantos adeptos de ese ((país zonas industriales, y en Berlín ganaron más votos que los social-
de la esperanza» que para t¡¡ntos otros era el «país del espanto». Las demócratas y los nacionalsocialistas juntos. En la «guerra civil»
desencadenada en las calles de las grandes ciudades, que sólo per-
líneas de separación, por tanto, no discurrían estrictamente según los
maneció «restringida» por la resolución y dureza con las que Ja po-
grupos sociales; sobre este punto no había unanimidad ni tan siquiera
licía cargó contra ella, los comunistas no eran' menos militantes
en la burgnesía, y el propio KPD solía despreciar y difamar-y muy
que los nacionalsocialistas, y todavía en el verano de 1931 el mi-
raras veces elogiar- a la pequeña burgnesía. Es probable que entre
nistro de interior socialdemócrata PreuBens hubo de comprobar
los obreros el número de adversarios del partido de la gnerra civil l que eran muchas más las víctimas atribuibles a las acciones co-
no fuera menor, pero el poder de atracción del pensamiento socia-
lista, es decir, del anticapitalismo, continuó siendo de ignal modo
1 munistas que a las nacionalsocialistas. Un espanto aún mayor en-
considerable. Y si ese influjo no tuvo la fuerza suficiente en el caso 1 gendraron los discursos y acciones propagandísticos de los propios
comunistas, manifestaciones que los contemporáneos en modo al-
del significativo número de obreros del Zentrum fue porque estos se guno entendieron como «meramente verbales», frente a la opinión
sentían repelidos por el ateísmo militante de los comunistas. Los na- de la mayor parte de quienes nacieron posteriormente. Más de un
cionalsocialistas eran el contrapartida de la guerra civil, y se en- año antes de la tan citada declaración de Hitler en el Reichswehr-
1
contraron solos con los comunistas en el terreno común de una de- prozej3 celebrado en Ulm, en la que afirmó que tras la victoria le-
cisión radical. Sin embargo, su ala derecha y su ala izquierda diferían 1 galinente obtepida «rodarían cabezas», escribía Ja Rote Fahne: «[ ... ]
notablemente en cuanto a su apreciación de la Unión Soviética. · ese día [el de la toma del poder] llevaremos al paredón a los ase-
Por tanto, lo anterior favorece la opinión según la cual en el es-
tudio del período de Weimar se ha de situar a los comunistas en el
punto medio, y ello por haber adoptado la posición de un tipo ideal
l sinos de obreros Ziirgiebel, Schiinfelder o como quiera que sella-
men todos ellos» 5 • La cantilena del verdugo, la muerte y la fosa se
extendió, resonando como una melodía de fondo, a todas las de-
que, por su cercana relación con la Unión Soviética, se vio dt;bili- claraciones comunistas de la época. Y las alusiones a los corres-
tada en unos aspectos y, en otros, reforzada. . pondientes sucesos acaecidos en la Unión Soviética o en la China
Y aparece entonces, como acontecimiento fundamental de la roja hicieron que ¡las amenazas resultaran mucho más dignas de
República de Weimar, no tanto la «escisión del movimiento obre-· crédito para las ¡:;Upas sociales aludidas, tales como los oficiales,
ro», que había comenzado con la fundación del KPD el día 1 de los empresarios y los terratenientes: «Los capitalistas sienten que
enero de 1919, sino el progresivo aumento de los comunistas, lo- su sentencia de muerte ha sido pronunciada y que, más tarde o más
grado a costa de los socialdemócratas. Ello condujo a que final- temprano, también les llegará a ellos el turno de desaparecer de es-
mente se hiciera visible el cambio de posiciones practicado, es de- cena[ ... ]. La Unión Soviética transforma la economía del país ba-
cir, el ascenso de los comunistas hasta convertirse en el «partido sándose en fundamentos socialistas. Con este fin aniquila a los ex-
líder de la clase obrera». plotadores terratenientes»'. «Ellos [los miembros del Ejército Rojo

5
clase mediante deportaciones masivas, obligándoles a entrar en los koljoses, etc., Die Rote Fahne, 9 de noviembre de 1929.
6
lo que hizo que desaparecieran en tan sólo unos años. Geheimes Staatsarchiv Berlin-Dahlcn1, llep. 219, t. 70, serie 34 ss.
128 HEIDEGGER ALEMANIA EN LA FASE FINAL DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR 129

de China] llevan al paredón a los e1uivalcntes chinos de nuestros grandes industrias [ ... ] y de tas grandes posesiones imuobiliarias,
Si emens y oficiales de policía [... ]» . como no sea únicamente en la medida en que éstas se hallen en
10
La propaganda desarrollada por las tropas propagandísticas de manos judías?» El antisemitismo nacionalsocialista hace aquí
agitación era dificil de superar en cuanto a brutalidad y sed de san- las veces de un punto de partida inconsecuente e insuficiente, pero
gre. Como ejemplo mencionaremos la representación teatral de una un punto de partida al fin y al cabo. Esta radicalidad se alió con
compañía infantil. En ella se cantaba lo siguiente: «El día ya no una demagogia social desenfrenada, consistente a grandes rasgos
está lejos, estad prestos. Con una melodía sangrienta atizamos el en la consecución de la jornada laboral de siete horas, con una
odio e incitamos a la lucha de clases, con los puños cerrados y lis- completa igualación de salarios, y de la semana laboral de cuatro
tos para golpear en el vientre de la burguesía[ ... ]. Agarra de lagar- días. Y en enormes carteles aparecíarepresentado «Stalin, nues-
ganta al Estado burgués.» Al final de la función los niños coloca- tro Führer». ,
ban un cierto número de retratos contra la pared y preguntaban: Cuál era el grado de intensidad del miedo que reinaba en 1932
«¿A quién queremos dar el primer tiro? A Hitler... , a Goebbels ... , en Alemania, y desde luego no meramente en ella, respecto de la
a Brüning ... , a Severing ... , a Grzezinski» 8 . Desde la tribuna del Unión Soviética como potencia lider de un movimiento revolucio-
Reichstag, el diputado comunista Remmele declaraba en el vera- nario internacional, es algo que se deja entrever en una anotación
no de 1931: «Hoy es un hecho indiscutible que el decadente, ago- de Car! von Ossietzky, quien a principios de ese año escribía en la
nizante mundo capitalista ya no tiene medio alguno para salvarse Weltbühne: «Pero Alemania, republicana o fascista, espera en el
y mantenerse. Ningún medio de poder puede ya servirle de ayuda fondo algo que es de mayores dimensiones e inquieta más, algo
para conseguirlo. Somos los vencedores del mañana, y la pregun- que crispa los nervios de los Estados capitalistas 'y les provoca mu-
ta ha dejado de ser la de quién vencerá a quién. Esa pregunta. ya chas vacilaciones enojosas, y ese algo es la Rusia soviética. Al mis-
está decidida» 9 . mo tiempo, Alemania, esté gobernada por Brüning o Hitler sube
11 '
Y el programa electoral Sobre la liberación nacional y social al tercer puesto» . /
del pueblo alemán de agosto de 1930 i;o es tan destacable porque Ahora ya se p_ueáe decir con certeza que esta segunda visión
en la competencia sostenida con los nacionalsocialistas exigiei1 la. de las cosas es, de todos modos, unilateral. ¿Acaso no empleaban
abolición de los «tributos», sino porque también postulaba la sus- también el Volkischer Beobachter y el Angriff un lenguaje de ve-
pensión del pago de intereses resultante de los préstamos extran- hemencia y brutalidad extremas, como el usado contra «lsidor
jeros a Alemania. Por esta razón resulta este programa incompa- WeiJl», el vicepresidente de la policía de Berlín? ¿No incluía el
rablemente más radical que el nacionalsocialista, pero también más Mein Kampf de Hitler el programa de una guerra de conquista que
irresponsable, pues la realización de esta exigencia hubiera hecho a duras penas lograba ocultar la intención de exterminar a los ju-
salir a Alemania del ciclo económico mundial, y entonces no le díos? Esto es indudablemente cierto. También los nacionalsocia-
hubiera quedado más remedio que establecer un pacto con la Unión listas constituian un partido radical, extremista incluso.
Soviética para lo bueno y para lo malo. A continuación de las fra- ¿No disponía el sistema de Weimar de reservas considerables?
ses citadas de la Rote Fahne, se muestra cuánto más radical era el ¿No habría sido estéril cualquier tentativa de los comunistas por
programa comunista en comparación con el nacionalsocialista: inciar un levantamiento en diciembre de 1932? ¿No era un trans-
«¿Acaso [el programa de Hitler contiene] la expropiación de las parente recurso propagandístico la pretendida colaboración entre
comunistas y nacionalsocialistas? Y, por lo demás, el sistema par-
lamentario y liberal ¿no ha superado también en todas partes del
7
Die Rote Fahne, 19 de julio de 1930. mundo las crisis en las que se había visto envuelto? Probablemente
8
Rep.219(nota4),n.º68,serie69.
9
«Ursachen und Folgen», t. VIII, p. 315. En conjunto, comparar con el capí-
10
tulo «Dcr begrenzte Bürgerkrieg in Deutschland», en Ernst Nolte, Der europiiis- Die Rote Fahne, 10 de septiembre de 1930.
che Biirgerkrieg 1917-1945, Berlín, 1987, pp. 175-194. " Die Weltbiihne, 1932, !, P- 695_
130 HEIDEGGER ALEMANIA EN LA FASE FINAL DE LA REPÚBLlCA DE WEIMAR 131

hayamos de responder también a estas preguntas con un sí. Mas nes creyeron que sólo la respuesta radical era la adecuada para la
¿podemos esperar de quienes vivieron en aquella época el buen ju- situación, pero no Ja solución radical del socialismo «asiático», la
cio y la autoconciencia de sus descendientes? del déspota Stalin y de su cándido instrumento, el estibador Thiil-
¿No era tal vez mejor, en última instancia, la solución más ra- mann; Ja alternativa rezaba ahora, irremediablemente, «o la es-
dical y consecuente, pues hubiera evitado precisamente las funes- trena soviética o la cruz gamada». Y con ello regresamos a Ba-
tas consecuencias originadas por la elección de la solución más den, donde los comunistas habían obtenido 110.000 votos en 1930
moderada? ¿No hubiera sido mejor que una Alemania comunista (frente a los 210.000 de Jos socialdemócratas, los 350.000 del Zen-
se uniera a la Unión Soviética, pnesto que las «deformaciones» es- trum y los 220.000 de los nacionalsocialistas) y 170.000 el 6 de
talinistas habrían desaparecido ya desde un principio, una vez li- noviembre de 1932 ~frente a los 155.000 de los socialdemócratas,
berados del aislamiento? Nadie podría decir un «no» con certeza los 330.000 del Zentrum y los 400.000 de los nacionalsocialistas).
absoluta. Pero, al menos, resulta de igual modo verosímil que en Y así regresamos también a Heidegger, de quien mencionábamos
Alemania oriental habría tenido lugar una extensiva aniquilación más arriba que durante el período, en verdad excitante, com-
social, fáctica y también fisica, de los industriales, oficiales y te- prendido entre 1928 y 1932 no mencionó ni una sola palabra en
rratenientes, de las profesiones liberales y de otros, mientras que sus publicaciones que pudiera haber significado un compromiso
las tropas francesas e inglesas se habrían introducido en Alemani~ político.
occidental, entregándose probablemente a la batalla dec1s1va con Sin embargo, podemos extraer algún conocimiento al respecto
el ejército soviético (ruso y alemán), no ya en el Rin, como había de la primera correspondencia privada de Heidegger, dirigida a Eli-
profetizado Radek en 1919, sino en el Elb a. sabeth Blochmann y publj.cada en 1989. Lo que se dice en esa co-
Con bastante mayor verosimilitud cabría afirmar que la mejor . rrespondencia concuer.dá a la perfección con el panorama antes
solución hubiera sido la concepción de los frentes transversales de descrito. Así, el 17 de1 6ctubre de 1928 Heidegger escribe a su ami-
Schleicher, seguida inmediatamente por una segunda concepción,· ga lo siguiente sobre su viaje de conferencias a Riga: «Los días de
la de que Van Papen o el mismo Schleicher tomaran luego la re- Riga han sido bastante tensos para mí, pero las personas fueron ex-
solución de preservar la autoridad, no del Estado democrático, sino" traordinariamente agradecidas y atentas. La ciudad no ha olvida-
más bien del Estado de derecho, aceptando el riesgo de una lucha do aún los años de la guerra y de la dominación bolchevique [... ].
armada contra los dos partidos de la guerra civil. El destino de Jos bálticos es conmovedorn 12 • Por tanto, Heidegger,
Todas estas consideraciones y reflexiones son, con todo, inse- al igual que Hitler, tomó contacto de cerca con las huellas dejadas
guras. Sin embargo, sí es seguro que muchos hombres y mujeres por el año 1919, el año de la revolución, tanto por observación di-
de la Alemania de aquel tiempo debieron tener la impresión de recta como a través de los relatos de los afectados. Estas expe-
que existían dos partidos radicales cercando al poder, de los cua- riencias lo pusieron en relación, como hicieran tantos hombres re-
les uno era bastante menos radical y se esforzaba con ahínco por flexivos, con la «crisis de la cultura y la política del presente». Y
retirar de la propaganda el antisemitismo y los planes de política las alusiones que él hace en una interesante carta fechada el 22 de
exterior. Y no sólo era Hitler quien se trataba y señalaba a sí mis- junio de 1932, permiten reconocer algunos signos característicos
mo como el anti-Lenin, pues también la mente más lúcida de los de la «revolución conservadora». Mientras hace referencia a con-
comunistas, León Trotski, consideraba a Hitler el posible «supre- versaciones previas, «todas las cuales concernían en el fondo a Brü-
mo exprimidor de la burguesía mundial», y no primeramente como ning y al Zentrum», la acusación principal se dirige contra el libe-
el enemigo de los judíos o el futuro «asesino de judíos». Es segu- ralismo, entendido como el poder de la nivelación y del desprecio
ro que muchos alemanes tuvieron y pudieron tener la convicción de las normas, y con ello, a la vez, contra el Zentrum, promotor de
de que el sistema parlamentario no estaba en consonancia con una
situación presa de una triple tenaza. Y es seguro, por último, que
12
obraron de un modo al menos comprensible, incluso natural, quie- Martin lieidegger/Elisabeth Bloclunann, BriejWechsel (Bibl. n.º 23), p. 27
132 HEIDEGGER ALEMANIA EN LA FASE FINAL DE LA REPÚBLICA DE WEIMAR 133

aquel liberalismo. Heidegger equipara al parecer la política de este servadora». Así, no es a través de declaraciones públicas, sino de
último partido con el <<jesuitismo», formulando así una notable fra- declaraciones de índole ptivada como se puede establecer una co-
se que permite reconocer a un tiempo que presentar hostilidad con- nexión entre el Heidegger de Ser y tiempo y el del discurso del
tra el liberalismo y el Zentrum no era un fin en sí mismo para él: rectorado 16 • .
«El comunismo, entre otros, es quizá cruel, pero un asunto claro;
pero el jesuitismo es ---excúseme- diabólico» 13 . Todo esto ----con- .
tinúa- le llevó a «apasionarse», pues le hizo recordar una lucha
«a que sólo en contadas ocasiones se la defiende hasta el final con
esa dureza». Es dificil que con ello significara algo distinto de su
separación del catolicismo. No obstante, esa separación no afecta-
ba, evidentemente, tan sólo a la fe religiosa, sino que también sus-
citó una «pasión políticia» en su sentido estricto, una pasión que,
hasta entonces, no había cristalizado en ninguna de sus declara-
ciones públicas. Y es una carta del 19 de diciembre la que permi-
te deducir dónde halló Heidegger el punto de partida de esa pasión
política. .
En esa carta se menciona, con un acento positivo aunque no
del todo acrítico, al «círculo de acción», considerándolo com-
puesto por un grugo de hombres «cuya labor y voluntad merecen
toda aprobación» 4. Heidegger, sin embargo, escribió la carta más
digna de atención el 30 de marzo de 1933, dirigiéndola a una ami- . 16
La declaración más concreta de Heidegger respecto de Ja situación política
ga «mitad judía» que pocas semanas después habria de conver- de la República de Weimar en su fase tardía se ha dado a conocer gracias a Her-
tirse en víctima de la «ley para el restablecimiento del funciona-" mann MOrchen, quien, en un programa de la cadena Westdeutsches Fernsehen del
riado de carrera». Por tanto, la carta fue escrita en un momento 23 de enero del989, comunicó algunos de los apuntes de su diario correspondiente
en el que Heidegger aún no había tomado posesión del rectora- al tránsito de 1931-1932. Naturalmante, esos apuntes no tienen el mismo valor
co1no fuente que una declaración epistolar del propio Heidegger, aunque engar-
do. Allí se dice: «J¡\l acontecimiento actual tiene para mí -pre- zan a la perfección con lo ya sabido y corroboran, de hecho, que Heidegger se vio
cisamente porque continúa estando en gran parte oscuro y sin re- a sí mismo desde 1930 «dentro de la guerra civil mundial», co1no afirmara Otto
solver- una inusual fuerza unificadora. Refuerza la voluntad y POggeler en una conferencia pronunciada en la Academia de Ciencias de Rena-
la seguridad en servicio del cumplimiento de un gran cometido. nia-Westfalia: «Sin duda, de lo que se habló no fue de filosofía [en una visita de
Hermann MOrchen a la cabaña del matrimonio Heidegger en la Nochevieja de
y de la cooperación en la construcción de un mundo fundado por 1931-1932], sino, ante todo, de nacionalsocialismo. La que había sido una parti-
el pueblo. La controversia con el "marxismo" y el Zentrum ha- daria convencida de los liberales se ha hecho nacionalsocialista, y su esposo le ha
brá de fracasar en su sentido auténtico si no madura hacia una seguido. Nunca lo hubiera pensado. Sin e1nbargo, en realidad no hay que extra-
controversia con el espíritu contrario del mundo comunista y, en ñarse de ello. Él no entiende demasiado de política[ ... ] y, así, en esencia es su aver-
igual medida, con el espíritu agonizante del cristianismo» 15 . Esta sión por las mediocres medias tintas la que Je pern1ite esperar algo del partido, el
cual promete hacer algo decisivo y, con ello, presentar una oposición eficaz al co-
es una relación de ideas filosófico-histórica que ya había adop- munismo sobre todo. El idealismo democrático y la escrupulosidad de Brüning
tado Nietzsche y que también se introdujo en la «revolución con- nada podrían crear ya donde una vez lograron tanto. Por consiguiente, hoy tendría
que aprobarse una dictadura que no se escandalizara de los procedimientos de Box-
heim. Sólo mediante una dictadura semejante se evitaría el comunis1no, que es
13
Ibídem, p. 52. peor porque aniquila toda cultura de la personalidad individual y, con ello, abso-
14
Ibídem, p. 55. lutamente toda la cultura en el sentido occidental>' (Otto POggeler, Philosophie
15
Ibídem, p. 60. und Nationalsozialisnius - am Beispiel Heideggers, Opladcn, 1990, pp. 24 ss.).
LAREVOLUCTÓNNACTONALSOC!ALTSTA DE 1933.. 135

bús. Como una chispa eléctnca saltó de hombre a hombre, encen-


dió toda una enorme ciudad, encendió millones de corazones [.. .].
\ Era como en el año catorce, cuando se oía martillear el pulso de
LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA un pueblo entero [... ]» 1• Tal vez pueda ser más ilustrativa que los
DE 1933 Y EL RECTORADO DE HEIDEGGER prolijos informes y relatos la declaración fidedigna de una mujer
sencilla el 31 de enero: «Qmero dec1r: las cosas ya han mejorado.»
Esta gran expectación y esta conmoción del pueblo, sin embargo,
Para quien se deje guiar por el concepto normativo de revolu- nada tenían que ver con las barricadas ni con una proclamación de
ción, la «toma del poder» nacionalsocialista no lo fue en absoluto, cambios significativos, sino que coincidían por completo con el
ya que no aportó una mayor libertad a los individuos ni condujo a, manifiesto, de marcado tono tradicionalista, pronunciado por el
una transformación esencial de la estructura económica. En todo gobierno del Reich. i;<:n él se decía: «Han pasado más de catorce
años desde aquel desgtaciado día en que, fascinados y cegados por
caso cabe hablar de una «transferencia del poder», pues Hitler se
promesas implícitas y ~J¡plícitas, el pueblo alemán olvidó los más
limitó a cumplir la voluntad de sus mentores, los representantes de
altos bienes de nuestro pasado, el Reich, su honor y su libertad, y
las grandes industrias. Sin embargo, ningún movimiento subversi-
al olvidarlos lo perdió todo [.. .]. Catorce años de marxismo han
vo de la historia europea había entendido antes ese concepto en un
arruinado Alemania [ .. .]. Queremos empezar demostrando nues-
sentido distinto al de la implantación de un nuevo gobierno, y en
tra lealtad al Mariscal General de Campo. Rogamos al todopode-
Alemania, pocos meses más tarde, ya se había cunsumado un cam-
roso Dios que haga rectas nuestras voluntades, bendiga nuestro en-
bio fundamental del sistema político. Lo que por un momento pudo tendimiento y nos honre con la confianza de nuestro pueblo, pues
haberse tomado como la formación normal de un nuevo gobierno no queremos luchar por nosotros, sino por Alemania» 2 • Por tanto,
no tardó en revelarse como la subida al poder de un determinado,, esta revolución se veía a sí misma justo como la entendieron sus
partido, y en verano nadie podía dudar ya de que había tenido lu- enemigos más decisivos, si bien desde una valoración opuesta, es
gar una toma revolucionaria del poder. · decir, como una contrarrevolución, y este hecho se manifiesta en
La revolución nacionalsocialista fue, en esencia, un impulso y su carácter contradictorio y paradójico. Revolucionaria era Jama-
un movimiento populares. Y es una cuestión del todo diferente la nera, semejante en todo a una guerra civil, con la que derrotaron a
de si también se babría producido si no se hubiera tratado a la vez sus adversarios, a saber, con detenciones masivas, con la prohibi-
de una «toma del poder» legal del gobierno, es decir, si la puerta ción de los partidos y con el envío de un buen número de personas
no se hubiera abierto desde arriba. En cualquier caso, en la tarde a los campos de concentración. En gran parte, todos estos proce-
del 30 de enero se formaron desfiles de antorchas y marchas de las dimientos eran «salvajes» y fueron ejecutados por las SA, por una
masas por las calles de Berlín, manifestaciones que desde luego no formación que estaba mayoritariamente constituida por trabajado-
eran del todo espontáneas, pero que no hubieran podido tener lu- res y parados. Y, desde la óptica del concepto normativo de revo-
oar sin la disponibilidad interna de muchos cientos de miles de per- lución, fue «contrarrevolucionari0» el objetivo antimarxista de la
~onas. Si bien es cierto que una descripción nacionalsocialista de aniquilación de los partidos socialistas, así como la lucha contra la
los hechos los dramatiza, la atmósfera que reproduce es, en esen- decadencia «liberal» y la anulación de la emancipación judía, a la
cia, correcta: «Ellos no decían que Hitler se había convertido en que se consideraba como la presunta invasión de un pueblo ex-
canciller del Reich; decían simplemente: Hitler. Se lo decían unos
a otros en las calles y ante las puertas qe los comercios, en la ba-
1
rra de los bares; lo gritaban unos a otros en el metro, en el auto- Erich Czsech-Jochberg, Vom 30januar zum 21 Mrlrz. Die Tage der nationa-
/en Erhebung, Leipzig, 1933, pp. 49, 53.
2
Herbert Michaelis y Ernst Schraepler (eds.), Ursachen und Folgen, t. IX,
[134] Berlín, s.a., pp. 15 ss.
- ·--.

136 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACTONALSOCIALISTA DE 1933 .. 137

tranjero. Tras haber ordenado el incendio del Reichstag el 28 ~e poder respaldada desde arriba que tuvo lugar en el Reich alemán
febrero «para la protección del pueblo y del Estado»·, tras las elec- en 1933, con la Revolución de octubre de 1917, una revolución que
ciones al Reichstag del 5 de marzo, tras la aprobación de la «ley · parecía ser lo contrario de aquélla y con la que, no obstante, de-
de plenos poderes» del 23 de marzo y tras la declaración del día 1 mostró poseer algunas semejanzas. Nuestro fin no consiste única-
de mayo como fiesta nacional, se cerró (ya en verano) el proceso mente en hacer comprensibles las decisiones subjetivas, sino en ca-
de la <<Unificación», es decir, de la toma del poder, y ello poco des- librar en su justa medida las relaciones objetivas.
pués de que se promulgara, el día 14 de julio, la ley ~ontra la nue- Esa «Revolución de Octubre» no fue un alzamiento contra el
va formación de partidos. En ese momento, el todavia denomma- ancien régime, como lo había sido la Revolución francesa de 1789,
do por la mayoría «canciller del pueblo», Hitler, anunció por su sino una revolución dentro de una revolución, es decir, la subleva-
parte el final de la revolución y la conversión de ésta en evolución. ción de febrero (según la cronología antigua), por obra de la cual
Se trataba, sin duda, del triunfo de una mitad del pueblo sobre se había derrocado e) zarismo. Más bien, ese movimiento había
la otra mitad, y también aquí puede resultar esclarecedoras las pa- sido puesto en marcha\por voluntad del líder indiscutido de uno de
labras fidedignas de una persona sencilla, quien en la tarde del 30 los tres (o cuatro) partidos socialistas, a pesar de la resistencia
de enero dijo, mientras veía pasar ante la ventana de su casa el lar- opuesta por algunos de los más destacados compañeros de lucha.
go desfile de antorchas, lo siguiente: «Ellos no renunciarán al po- Ese líder, en la víspera del segundo Congreso Soviético de todas
der antes de haber perdido una guerra.» Pero, así como en las elec- las Rusias, se propuso impedir el estado de cosas que sin duda hu-
ciones a la Asamblea N aciana! de 1919 triunfó una mitad sobre la biera resultado del Congreso, como, el fin de la coalición entre so-
otra, pero la mitad derrotada se acercaba en diversos puntos a la cialistas y «burgueses», tal y como existía desde la sublevación de
victoriosa, así también se ha de tener a la vista en 1933 el poder de febrero, y la formación de un «gobierno soviético» mediante los
irradiación que hizo que los «adversarios a medias» de ayer bus- tres partidos socialistas. Estos trabajarían para la obtención de un
caran unirse al «levantamiento nacional>>, mientras que los «ad- acuerdo de paz general, legalizando, después de las elecciones a la
versarios totales» dimitieron en su mayoría, al igual que muchos Asamblea Constituyente, una revolución agraria que ya se encon-
de los socialdemócratas, o hubieron de comprobar, para su.más traba en marcha en toda la nación. La característica diferenciado-
profunda consternación, que un gran número de sus partidarios se ra de los bolcheviques no era el deseo de la paz ni la intención de
habían transformado en enemigos, como ocurrió con los comu- ofrecer la tierra a los campesinos, sino la resolución de gobernar
nistas. Sólo en el extranjero podía articularse aún una oposición y solos para, así, poder firmar en caso de necesidad un acuerdo in-
una hostilidad que no raras veces adoptó el carácter de un «acoso dependiente de paz con Alemania y poner en marcha desde Rusia
despiadado», radicalizando todavía más la violencia de la suble- la «revolución socialista mundial». Por tanto, el triunfal «levanta-
vación y tomando las tendencias por hechos, mientras que, par- miento armado» del 6 y 7 de noviembre de 1917 (según la crono-
tiendo de meras conjeturas, atribuyó a los nacionalsocialistas la logía moderna) fue una <<loma del podern en su sentido estricto.
perpetración del incendio del Reichstag o describió a Alemania Mas ésta no habría podido tener lugar si no se hubieran propaga-
como al «país de los asesinos de judíos». do ciertos rumores dignos de crédito según los cuales el Gobierno
Los numerosos corresponsales extranjeros que se hallaban en Provisional, bajo el mando de Kerenski, planeaba un segundo gol-
Berlín y en otras grandes ciudades tenían, de hecho, razones sufi- pe «contra la revolución» siguiendo el modelo del malogrado gol-
cientes para percibir los sucesos acaecidos en Alemania como ex- pe de Kornilov. Y tampoco habría tenido lugar si la preparación del
traños y bárbaros, pues ni en Londres ni en Nueva York m, desde levantamiento no hubiera podido efectuarse tras el velo de una pre-
hacía varias décadas, en París había sucedido nada semejante. Sm sunta «legalidad soviética». Por tanto, desde cierta perspectiva,
embargo, se produce una fuerte deformación en la mirada de l?s también en Petrogrado se trataba de una toma del poder «legal» y
observadores cuando renuncian a comparar esta contrarrevoluc1on. «contrarrevolucionaria», y todos los demás partidos llamaban a los
revolucionaria o revolución contrarrevolucionaria, esta toma del bolcheviques el «partido de la guerra civil». Lo que, desde este
138 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NAClONALSOCIALISTA DE 1933 .. 139

punto vista, aparecía corno «resistencia» lo definieron los bolch~ y el llamamiento bolchevique a la .paz, que, según el modelo so-
viques corno «revuelta», y ya durante los primeros días se proce- . viético, sólo podría realizarse mediante un «levantamiento arma-
dió a aplastar con brutalidad extrema esa «resistencia-revuelta» do» contra los capitalistas y los burgueses, halló su eco en las sim-
(corno podría llamársela). Tal vez fuera «revolucionario» que Le- patías de las tropas rnisn'las de una,Francia p?r entonces gravemente
nin proscribiera en diciembre el partido de los cadetes, calificán- asediada. Sin embargo, entre los lideres poht1cos y en grandes sec-
dolo de «partido de los burgueses». Es evidente que la razón de tores de la población se cqnsideraba lo que había sucedido en Ru-
ello estribaba en que aquel partido había obtenido en las eleccio- sia corno «asiático», pues l¡i prioridad otorgada a la «aniquilación
nes a la Asamblea Constituyente un sorprendente número de vo- de las clases» no tenía prec~dente alguno en el mundo occidental,
tos; sin embargo, sencillamente no era «contrarrevolucionario» y de hecho evocaba la époc~ del Terreur de la Revolución france-
que, tras las elecciones libres, Lenin disolviera precisamente la sa. En Ja propia Rusia, Máximo Gorki acusó con palabras muy du-
Asamblea Constituyente empleando para ello la violencia, y per- ras a Lenin y Trotski; desde ¡:l Pravda la locura incitaba a las ma-
mitiendo a continuación que sus tropas dispararan contra un gru- sas con la consigna «apalea a muerte al burgués»; y en los talleres
po de personas que se manifestaban en protesta contra aquel acto, afirmaban los trabajdores incultos que los cerrajeros y fundidores
corno resultado de lo cual dejaron veinte muertos sobre el pavi- eran «burgueses». Esta revolución llevaba de extremo a extremo la
mento de las calles. Se trataba de «pequeñoburgueses», escribió la impronta de la «idea asiática» según la cual los individuos no son
prensa del partido -la única que, de hecho, podía ser publicada-, nada, de modo que era concebible y ejecutable el exterminio de mi-
3
y el empleo de ese término en el presente contexto resulta suma- llones de personas sin atender a más consideraciones • Y Gorki es-
mente esclarecedor. En efecto, a los bolcheviques también les con- cribió todo esto cuando apenas si era conocido todavía el nombre
ducía un poderoso movimiento popular, aunque hacía tiempo que de «Checa», cuando aún nadie había sacado de las prisiones y fu-
habían perdido la mayoría. Un movimiento popular que ahora qtle- silado a los cientos de burschui y oficiales que, sólo en Petrogrado
ría la libertad a cualquier precio y que, a la vez, estaba obligado a y en Moscú, perdieron la vida por haber perpetrado dos atentados
querer el «socialismo» si deseaba conservar el entusiasmo queJos socialrevolucionarios contra el jefe de Checa de Petrogrado, Uritz-
diferenciaba de una revuelta derrotada de antemano. Así, los tra- ki, y contra Lenin. Antes del hundimiento de las potencias centra-
bajadores ocuparon las fábricas a lo largo y ancho del país, expro- les en noviembre de 1918, millones de hombres pensaron con es-
piaron a los industriales e «implantaron el socialismo». De este panto que lo que había sucedido en Rusia era un «asesinato de clases»
modo, el gobierno se limitó en realidad a sancionar hechos ya con- inscrito en los desórdenes de una guerra civil. Sin embargo, había
sumados cuando decretó la nacionalización de la industria. Ya an- una cantidad de igual modo considerable de personas que se en-
tes de estos sucesos se había arruinado y hundido en la miseria la contraban plenamente convencidas de que ese espanto era inevita-
burguesía financiera, a la que las masas atribuían la culpa de la ble si el objetivo era el de ponér un fin definitivo a la guerra.
guerra; hacia principios de 1918, el cuerpo de guardia recibió la Por tanto, la Revolución de Octubre se llevó a cabo de un modo
orden de hacer uso de las armas ante la más mínima réplica de los tal vez demasiado singular (sobre todo debido a las circunstancias,
burschui o cadetes, que habían sido reclutados para la realización marcadas por la guerra) corno para que pudiera haber entrañado
de trabajos forzados. Sin embargo, no eran sólo las masas las qne aquel Typus de la revolución final ideal de la que los marxistas ve-
creían que con la abolición de la propiedad privada se aboliría la nían hablando desde medio siglo atrás. Sin embargo, es precisa-
raíz de toda miseria y, en último término, también la razón de toda mente por ello por lo que quisieron desencadenar esa gran revolu-
guerra, pues la convicción marxista de Lenin demostró estar orien- ción final, una revolución que habría de extenderse luego al mundo
tada en una idéntica dirección. Lenin se sintió fortalecido por las entero y, en primer Jugar, a Europa.
grandes expectativas suscitadas por su revolución en amplios sec-
tores de los Estados en guerra. Así, por primera vez en la historia
3
mundial parecía que allí se había declarado la guerra a la guerra, Ernst N olte, Der europiiische Bür'gerkrieg 1917-1945, Berlín, 1987, p. 65.
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140 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALlSTA DE 1933 .. 141

Así, esta segunda revolución rusa, debido a su pretensión de nándolas mediante un mínímo de narración o comentario por mi par-
universalidad y a su fundamentabilidad mediante la doctrina mar- te, y haciendo referencia a su relación con la filosofia d~sarrollada
xista, fue, kat'exochén, una revolución que provocó entusiasmo y· por él mismo hasta 1933.. Despues, volveremos la atenc1on sobre al-
produjo espanto, aunque desde la perspectiva rusa tal vez no se tra- gunos de aquellos hechos concretos averiguados, sobre todo, por Ott
tara sino del golpe contrarrevolucionario de un partido de intelec- y Farías. Por último, no qmero eludir la dificil tarea de plantear cues-
tuales que aprovecbó una situación de hundimiento político y mi- tiones insidiosas y tratar de \:mscar para ellas respuestas prov1s1ona-
seria económica. Y fue el acontecimiento central del siglo XX, pues les. Las fuentes en que me 9aso se encuentran, sobre todo, en fa an-
supo unir el núcleo de verdad y la exaltación de una ideología a la tología de Guido Schneeberger Relectura de Heidegger, que contiene
vez arcaica y moderna con la fuerza inconmensurable del mayor casi todos los textos relevantes y también algunos irrelevantes, que
Estado de la tierra, convirtiéndose con ello en el mayor desafío al podríamos denominar atmosféricos. .
sistema social «europeo», «occidental» o «pluralista», del que en Después de que fos pnmeros meses postenores al 30 de enero
cierto modo nació y al que en cierto modo se opuso. hubieran transcurrido en Friburgo del mismo modo que en la ma-
Comparada con ella, la revolución del nacionalsocialismo se yor parte de las demás ciudades alemanas, el Breisgauer_Zeitung
anunciaba en sus fines, inmediatos y abiertamente proclamados (la y el Freiburger Zeitúng pubhcaron el 22 de abnl el comumcado de
restitución del honor y la igualdad de derechos de Alemania), como la elección del profesor-Martin Heidegger como rector. El cargo
una revolución incluso modesta y moderada en cuanto a sus méto- había sido propuesto por el rector en funciones de la Universidad,
dos; el número de las víctimas pennaneció restringido, y únicamente y en la junta plenaria convocada a tal efecto la decisión había sido
fueron aniquiladas algunas organizaciones políticas, pero no clases prácticamente unánime. Fue el día 1 de mayo, el «Día nacional del
sociales enteras. Sin embargo, es cierto que tampoco era Alemania Trabajo», cuando Heidegger se afilió al Partido Nacionalsocialis-
un país cualquiera. En efecto, en un espacio relativamente reducido ta, y poco después se le comparaba con AdolfHitler en un artícu-
conjugaba la mayor concentración de capacidad industrial e inte- lo del A/emanne y en otro del Kampfblatt der Nationalsozialisten
lectual, situándose por lo demás en la tradición -si bien práctica- Oberbadens, ya que el filósofo, por ser de origen análogo al Fiih-
mente olvidada- de una gran filosofía y cultura. Es posible que se rer y discípulo del «consejero áulico Husserl» (y no «del judío Hus-
considere que la revolución nacionalsocialista es de la misma cate- serl»), sería «el Fiihrer espiritual del pensamiento contemporá-
goría que la bolchevique y, aunque contrapuestas, también gel mis- neo». La primera declaración de Heidegger tras este acontecimiento
mo rango; mas, ¿en qué sentido se habla de una contraposición? ¿Se habría de revestir un interés especial, y tuvo lugar durante la pri-
podría decir que la revolución nacionalsocialista resolvió los pro- mera hora de su lección Las cuestiones fundamentales de la filo-
blemas del mundo moderno de una manera mejor, más convincen- sofia;fj)ie Grundfrage der Philosophie], que lamentablemente no
te y menos dolorosa qne en Rusia, donde la revolución discurnó por· ha sjdo publicada en la edición de sus obras completas. Nos ve-
ríos de lágrimas y sangre y bajo el yugo, cada vez más pesado; de mos, pues, obligados a remitirnos a un informe periodístico según
un despotismo férreo; pero también de una manera mejor que en el el cual Heidegger habría hablado sobre las Tareas de la actual ju-
país de la «caza del dólarn? ¿O tal vez esa igualdad de rango podría ventud académica y dicho, entre otras cosas: «Sea la pregunta de
establecerse apelando a que el exterminio se realizó en Alemania de si queremos crear un mundo espiritual o no. Si no pudiésemos, en-
forma restringida en un principio, pero finalmente más general aún, tonces caería sobre nosotros cualquier barbarie y nuestro papel
en la forma de asesinatos en masa determinados, no por motivos so- como pueblo histórico habría acabado definitivamente»'. Por esta
ciales, sino biológicos y, desde cierto punto de vista, filosófico-his- misma época, Ja corporación de estudiantes de la Universidad de
tóricos? Habremos de tener presentes estos hechos y cuestiones cuan- Friburgo, que ya el dia 1 de abril había establecido piquetes de vi-
do nos dirijamos a las decisiones y actividades de Heidegger durante
los años 1933-1934. Sobre este punto comenzaremos siguiendo el
4
hilo de las declaraciones más importantes de Heidegger, concate-' Guido Schneeberger, Nachlese zu Heidegger, Berna, 1962, p. 27.
142 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NAG!ONALSOCIALISTA DE 1933 .. 143

gilancia ante las aulas de los profesores judíos con el objeto de di- «roca primitiva, granito», esculpieron desde tiempo atrás la fir-
suadir a sus compañeros de la asistencia a las clases de aquéllos, meza de la voluntad; el sol estival de la Selva Negra «nutre, desde
hizo público un llamamiento para la participación en la proyecta- hace tiempo, la pureza del corazón>>. De ello resulta el llamamiento:
da quema de libros, pues estaban decididos a «llevar a cabo la lu- «¡Estudiante de Friburgo! Deja que la fuerza de las montañas de
cha espiritual contra la degeneración¿udeo-marxista del pueblo la patria de este héroe fluya en tu voluntad[ ... ]». Schlageter, el an-
alemán hasta su completo exterminio» . Como es sabido, esta que- tiguo estudiante de Friburgo, <¡tuvo que combatir en la costa bálti-
ma de libros tuvo lugar en Berlín el día 1O de mayo, contando con ca, tuvo que combatir en la A/Ita Silesia, tuvo que combatir en el
la asistencia del nuevo ministro del Reich para la Ilustración del Ruhrn. «No podía eludir su d$stino, no podía dejar de morir de la
Pueblo y Propaganda, el Dr. Goebbels, y del por entonces recién muerte más difícil y más grande, con firmeza de la voluntad y un
nombrado profesor de Pedagogía Política, Alfred Baeumler. Pero corazón puro.» Tras depositar una corona de flores, se procedió a
en Friburgo no se celebró el acto, al parecer debido a la lluvia, o entonar la canción de los buenos camaradas 6 .
acaso también a la prohibición del rector. Nadie podrá dudar de que éste es un discurso que surgió de la fi-
En la época de su rectorado, Heidegger se pronunció en doce losofía de Heidegger y es ilustrativo de ella. Es evidente que se tra-
ocasiones relevantes; la mayor parte de esos discursos y llama- taba de lo que tal vez ya tuviera Heidegger en la mente en 1927 cuan-
mientos se conoce únicamente a través de artículos de prensa, por do hablaba del «correr anticipadamente a la muerte», del «héroe» y
lo que su reproducción no es necesariamente exacta. ' del «destino». Pero también su concepto de «patria» pnede resultar
ahora en cierto modo más claro, un concepto qu~ hoy habrá de sus-
1. El discurso pronunciado a propósito del homenaje dedica- citar tanta extrañeza como entonces, y entonces no únicamente en
do por la Universidad a Schlageter. Por aquel entonces se consi- el nacionalsocialista, qnien creía en la única fuerza determinante del
deraba a Albert Leo Schlageter en casi toda Alemania --como tam- «patrimonio de la her.encía» y de la «calidad de la raza».
bién lo había hecho Karl Radek en 1923- un «luchador por la
libertad», aunque hoy lo considere Farías un «terrorista». En el dé- 2. El discnrso pronunciado el 27 de mayo con motivo de la
cimo aniversario de su fusilamiento a manos de los franceses, el toma de posesión del rectorado tuvo lugar, por tanto, al día siguiente
26 de mayo de l 933, tuvo lugar una celebración organizada. por el de la celebración en honor a Schlageter. Por ello no tardó en ser
cuerpo docente y los estudiantes, en la que Heidegger, en presen- publicado, y Hermann Heidegger lo volvió a editar en 1983. Así
cia de miles de personas, pronunció unas palabras desde la escali- . pues, en este caso el texto conservado presenta una mayor auten-
nata de acceso a la entrada principal de la Universidad. El filóso- ticidad. El título resulta bastante extraño, pues en él también se
fo señaló a Schlageter como al <\joven héroe alemán» que una década anunciaba oficialmente: «La autoafirmación de la Universidad ale-
antes «había muerto de la muerte más grande y más difícil». Y era mana.» A uno se le ocurre, en primer lugar, que sólo cabe «afir-
la muerte más difícil porque Schlageter se había enfrentado, sin ar- mar» aquello que se tiene o aquello que se encuentra amenazado.
mas, a los fusiles franceses, y ello en una época de «tinieblas, dec El título, por tanto, pndo haber sonado, en la época de una «revo-
cadencia y traición». Y fne la muerte más grande porque el solda- lución universitaria», a «resistencia». Sin embargo, una interpre-
do tan sólo debió ver representada ante su alma «la imagen de la tación semejante podría inducir a confnsión.
futura marcha de su pueblo en pos de sn honor y grandeza». Esta Heidegger declara, en la primera frase de su discurso, que la
firmeza de la voluntad y esta pureza del corazón se la había pro- aceptación del rectorado supone la obligación de dirigir espiri-
porcionado su patria, situada en la meridional Selva Negra. Las tualmente a esa alta escuela. Ésta es una tesis para la que es di-
montañas, entre las cuales había crecido el hijo del campesino, fícil hallar una fundamentación en la tradición de la Universidad

' Ibídem, pp. 29 6


SS. Ibíde1n, pp. 47 ss.
,¿

144 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NÁCIONALSOCIAL!STA DE 1933 .. 145

alemana, y ello se aplica igualmente a la restricción que entrañan cuencia que se extrae de este punto de partida de la Universidad
las palabras de Heidegger al afirmar que los dirigentes [Führer] y los estudiantes resulta, sin duda, bastante extraña: «La tan ce-
mismos son los dirigidos [Geführte], y «dirigidos por la inexo- lebrada libertad académica será expulsada de la Universidad ale-
rabilidad de aquella misión espiritual que somete el destino del mana; pues esta libertad no era auténtica, sino tan sólo negativa.>>
pueblo alemán a la impronta de su historia». Sin embargo, en el En su lugar se presentan tres obligaciones de los estudiantes: para
discurso también se define más de cerca y se delimita el signifi- con la comunidad del pueblo, para con el honor y el sino de la
cado de lo «alemán», pues Heidegger designa corno el «inicio de nación en medio de otros puebfos y, por último, para con la mi-
nuestra existencia [Dasein Jhistórico-espiritual», no tal vez a Ar- sión espiritual del pueblo alei¡\án. La primera obligación se hace
minio o a Otto el Grande, sino a la «irrupción de la filosofia grie- realidad en el «Servicio del Trabajo», la segunda en el «Servicio
ga». En consecuencia, el hombre occidental, «desde su naciona- de las Armas» y la tercera en el «Servicio del Sabern. Por tanto,
lidad [Volkstum], sólo en virtud de su lenguaje se subleva contra en este punto se establece ·una conexión muy estrecha entre «la
el ente en total, lo cuestiona y concibe como el ente que es». La esencia originaria y plena de la ciencia» y las realidades del «pue-
«irrupción nacional», por tanto, es para Heidegger una forma de blo» y el «Estado», y éstas, a su vez, con el concepto de «lucha»,
la filosofia, y también la ciencia debería ser filosofía, puesto que que sin duda no debe «subyugarn, sino «mantener abierta la opo-
no es sino «el inquisitivo perseverar en medio del ente en total siciórn>, también la oposición entre dirigir y seguir, que entraña
que permanentemente se oculta». Si es cierta la expresión de una especie de «resistencia». Sea como fuere, según Heidegger
Nietzsche «Dios ha muerto», entonces el interrogar mismo es la la Universidad alemana debe ser devuelta al «lugar de una legis-
¡,1 forma más elevada del saber. Y precisamente en este punto se lación espiritual» y adecuarse al «más alto servicio al pueblo en
rompe «el encapsulamiento de las ciencias en disciplinas sepa- su Estado». Sólo lo anterior sería una auténtica «autoafirmación»
radas»; la ciencia se salva así de la «dispersión sin límite ni fin y no la mera conservación de su herencia o la adhesión a lo nue-
en campos y esquinas aislados». De este modo, puede «volvern vo. El punto de partida «crítico-cultural» y el contramovimiento
a ser restituida inmediatamente a «la fertilidad y abundancia de
de ahí resultante, el de una salvación qne no pretende conservar
todos los poderes que configuran el mundo de la existencia his-
meramente, aparecen formulados al final del discurso en unas
tórica y humana», «donde se encuentran: la naturaleza, Ja histo-
frases que llevan la, impronta de un pathos que resultará extraño
ria, la lengua; el pueblo, la moral, el Estado; el poetizar, el pen-
sar, el creer; la enfermedad, la locura, la muerte; el derecho, la en nuestros días:
economía, la técnica». No se encuentran aquí mencionadas la Pero trunpoco nadie nos preguntará si queremos o no queremos,
«clase» de Luckács ni la «cultura» de Spengler. El «espíritu» apa- cuando la fuerza espiritual de Occidente desfallezca y éste se desqui-
rece en aguda contraposición respecto del «ejercicio desenfrena- cie, cuando la agonizante cultura de la apariencia se hunda en sí mis-
do de los análisis lógicos» y «acaso de la razón del mundo», de ma, arrastre a todas las fuerzas a la confusión y las deje ahogarse en la
modo que el «mundo espiritual de un pueblo» no es «la superes- locura.
Que ocurra o no algo semejante depende únicamente de que noso-
tructura [Überbau] de una cultura», sino «el poder de la más tros nos queramos todavía, y aun de nuevo, corno a un pueblo históri-
honda conservación de sus fuerzas de tierra y sangre en cuanto co-espiritual, o de si hen¡t;is dejado de querernos[ ... ].
poder de la emoción más intensa y la más amplia conmoción de Pero nosotros queremos que nuestro pueblo cumpla con su misión
su existencia». De nuevo podrá alguien pensar, involuntaria- histórica.
mente, en el lema nazi «sangre y raza», pero se ha de tener pre- Nos queremos a nosotros misn1os, pues la fuerza joven y más re-
sente que de lo que se trata es, precisamente, del «inquisitivo ciente del pueblo, que nos está sobrepasando, ya ha decidido.
Mas sólo comprenderemos plenamente la excelencia y la grande-
perseverar en medio del ente en total que permanentemente se za de esta marcha cuando hagamos nuestra aquella grande y profunda
oculta». Por tanto, el filósofo no pudo haberse referido a algo presencia de ánimo de la que la antigua sabiduría griega pudo decir:
así como al letargo de lo evidente y de lo dado. La primera canse- ta... megála pánta episphalé...
1
'i

146 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 147

Todo lo grande se encuentra en medio de la tempestad [Platón, Re- Desde luego, nadie podrá decir: éstas son las palabras de un fi-
pública, 497 d, 9]'. lósofo que en sus lecciones hablaba de Ja «conciencia trascenden-
tal» y del «problema de las categorías», pero que no dudaba en aco-
7
Die Selbstbehauptung der deutschen UniversitGt. Das Rektorat, Francfort
modarse en su discurso público a las consignas del poder ni en
del Meno, 1983, pp. 9-19; ed. cast., La autoafirmación de la Universidad alema- adular al «canciller del pueblo» atacando la actividad subversiva
na. El rectorado, 1933-1934. Entrevista del Spiegel, trad. R. Rodríguez, Tecnos, de los judíos y ratificando la salud racial de la raza nórdica. Nin-
Madrid, 1989, pp. 7-19. guno de esos conceptos y consignas aparecen en absoluto en el dis-
Para establecer una comparación, quizá sea interesante citar otros discursos de
toma de posesión del cargo de rector o declaraciones públicas del rnis1no género,
curso de Heidegger; se trata, más bien, del discurso de un filóso-
siempre que fueran pronunciados en 1933 (como, por ejemplo, la alocución del fo que desea ver a la filosofia abriéndose paso hacia la existencia
comisario de Estado de los Privatdozenten Dr. Schmitthenner, ofrecida en Hei- cotidiana. Mucho más sorprendente resulta el que Heidegger haya
delberg). centrado la atención en conceptos tales como lqs de «pueblo» y
El espectro se extiende, desde el discurso -en todo acorde con la tradición y
puramente científico--- del biólogo de Rostock, Paul Schulze, «Sobre la esencia
«Estado», conceptos que no aparecen, o aparecen sólo de una for-
de los instintos>1, donde se postula un desarrollo de la personalidad basado en el ma marginal, en Ser y tiempo. Sin embargo, al menos esos con-
abandono de los estcrotipos, hasta el difícilmente digerible pathos del cirujano ceptos se encuentran codefinidos mediante la referencia de Hei-
maxilar de Erlangen, Reinrn6ller. Lo más frecuente en estos discursos es la críti- degger a Platón. Y, llegados a este punto, uno casi se atrevería a
ca al liberalis1no, devenido superficial, así como a la independización y especia-
lización de las ciencias particulares; en esa medida, el discurso de I"feidegger se
preguntar si Heidegger no tendría que haber citado también una de
inscribe en la tendencia más generalizada de su época. En la práctica totalidad las sentencias más célebres de Platón, es decir, la de que no cabe
de los casos exanünados se menciona al Führer o «Canciller del Pueblo Adolf esperar el fin de la desgracia hasta que los filósofos sean reyes o
Hitler» con el mayor de Jos respetos, lo que no ocurre en el caso específico de Hei- los reyes filósofos. ¿Pretendía Heidegger en realidad dirigir al di-
degger. Casi universales resultan, asimismo, los ataques dirigidos contra el «or-
gullo de casta» y contra el deseo de traer a la realidad una sociedad del rendimiento rigente? Tal vez no presagiara nada bueno el que la traducción de
basada en la «igualdad de las razas». Aquí y allá se reconoce por momentos la cla- la sentencia platónica con la que concluye su discurso fuera, no
ra tendencia a establecer una conexión entre la línea.científica propia y la victo- sólo voluntaria, sino claramente falsa, o, al menos, forzada en ex-
ria del nacionalsocialis1no, sobre todo en el caso de Eugen Fischer cuando habla tremo8.
de la teoría de la herencia y de los resultados de las investigaciones con gemelos.
Fischer es también el único que emplea la palabra «exterrninio1> (de las razas ex-
tranjeras), el único que llega a hablar de los judíos y el único que combate «la idea 3. El día 30 de junio de 1933, el Freiburger Studentenzeitung
cristiana de la pecaminosidad de la carne». Especialmente destacable es el dis- publicaba en sn primera página un llamamiento del nuevo rector
curso del biólogo muniqués Escherisch, quien parecía inclinado a erigir el Estado que llevaba por título El Servicio del Trabajo y la Universidad. Allí
de las termitas en ideal del nacionalsocialismo, si bien procede a continuación,
ayudándose del concepto de lo «mecánico», a caracterizar al bolchevismo, que ha- define Heidegger el campamento de trabajo como «el lugar de una
bía traído una desgracia sin nombre sobre su pueblo, mediante la expresión «de- nueva patentización de la comunidad del pueblo». El campamento
lirio de terrnitas1>. El bolchevismo aparece en el discurso de Reinm6ller tan sólo
como una «obra diabólica», pero su desprecio por la doctrina marxista de la lucha
de clases se hace evidente en el énfasis de que es objeto en su discurso la «comu- Universidad. La espiritualidad de una universidad alc1nana está ligada de un 1nodo
nidad del pueblo». Sin embargo, la noción de «pueblo» también es utilizada en oca- demasiado abarcante y nlultiformc a la autono1nía nloral de la personalidad indi-
siones en un sentido agresivo, como en;l caso de Ernst Krieck, quien se declara a vidual y creadora de los investigadores, y depende demasiado de ella como para
sí mismos «hijo y nieto de artesanos y labradores alemanes, humildes de origen y que una sola persona pueda tomar realmente sobre sí la dirección de la Universi-
esforzados trabajadores>>. Aquí y allá aparece la contraposición entre el «Estado dad.1> Esta crítica es, sin duda, acertada, pero hemos de decir asimis1no que el dis-
nacionah> y el «Estado populan>; rara vez permanecen sin mencionar los «pl¡ines curso de Heidegger, atendiendo a su factura, categoría y fuerza expresiva, intro-
militares" y el agosto de 1914, así como la muerte por la patria. Tan sólo en una duce una clara diferencia cualitativi respecto de los demás discursos y alocuciones,
única ocasión se alude al discurso rectoral de Heidegger, en concreto en el discur- de modo que es sólo en su caso donde no parece de antemano carente de sentido
so pronunciado por Eberhard Schmidt en Hamburgo. La alusión, sin embargo, en- la eventual pretensión de «dirigir al dirigente».
8
traña una critica al filósofo: «No me atrevo a hacer mía la palabra altiva de Hei- La traducción literal del «ta ... megála pánta episphalé>1 podria ser: «Todas
degger al caracterizar la función del rector como la "dirección espiritual" de la las cosas grandes son arriesgadasJJ. (N. de la T.)
148 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 149

de trabajo sería, así, un campamento de instrucción para todos los traerá a la realidad. Una dura estirpe que no piensa en lo propio
órdenes sociales y profesiones, e instruye para hacer llegar el sa- habrá de cuestionarla, la que vive del constante poner a prueba
ber a la comunidad trabajadora, sean cuales sean los órdenes so- y se orienta al fin que a sí misma se prescribe. La lucha trata de
ciales de que se trate. El campamento, corno una nueva realidad, y la formación del educador y del dirigente [Führer] de la Uni-
la Universidad se proponen «recoger, en un recíproco dar y tornar, versidad.»
las fuerzas educativas de nuestro pueblo en aquella nueva unidad Naturalmente, sería ilícito construir un entero edificio inter-
de raíz desde la cual el pueblo se obliga a actuar para el futuro en pretativo a partir de este inforn1e períodístico de relativa brevedad.
su Estado» 9 • En este breve llamamiento no se percibe ningún ras- Sin embargo, también existe otra referencia a este mismo discur-
tro de filosofía. ¿Acaso estaba Heidegger a punto de convertirse so en las memorias de Gerd Tellenbach Desde la historia contem-
en un «filósofo de campamento»? poránea recordada, aparecidas en 1981. Allí cita Tellenbach, con
una perplejidad todavía perceptible, la siguiente frase: «Rompe en
4. La conferencia de Heidelberg del 30 de junio de 1933. pedazos la vajilla de porcelana; todavía podemos seguir comiendo
Aquí, Heidegger ejerce una severa crítica contra el hecho de que y bebiendo de la de loza.» Si a ello añadirnos un informe, sin duda
hasta ese momento no hubiera tenido lugar en la Universidad nin- no confirmado, según el cual esa tarde había sido reglamentaria la
guna revolución, siendo destacable tan sólo, corno único revulsi- toga para el cuerpo docente de la Universidad de Heidelberg y un
vo, la formación de una nueva vida en el campamento de trabajo. traje negro o un uniforme para los estudiantes, am1que Heidegger
Sin embargo, la Universidad en su conjunto tendría que convertir- apareció atavidado con pantalones cortos y una camisa con el cue-
se de nuevo en un poder de instrucción capaz de educar a la.capa llo sin abotonar, entonces podremos preguntarnos si el filósofo
dirigente del Estado desde el saber y para el saber. Ello se cumple, se había revelado aquí poco menos que corno uno de aquellos
precisamente, a través de la despedida del ilimitado desenfreno in- «profetas descalzos» que buscaban solventar los problemas de la
vestigador y de la idea de un progreso internacional de la ciencia. modernidad predicando la austeridad. Pero Karl Jaspers, quien
Y, a continuación, aparecen algunas de las declaraciones más ra- parece que aún conservaba sentimientos amistosos para con Hei-
dicales de Heidegger: «Contra eso, el espíritu nacionalsocialista ha degger, halló la conferencia «magistral en la forma», y el aplauso
de llevar a cabo una lucha rígurosa que no debe ahogarse median- de los estudiantes «y de algunos, aunque pocos, profesores» fue
te representaciones hurnanizantes, cristianas, que reprimen su in- aplastantern ·
condicionalidad.» La frase siguiente pone de manifiesto qué es eso
contra lo que Heidegger se dirige: «Unicarnente está justificado el 5. La más destacada y, si se quiere, la más manifiesta de to-
hacer que en su interna puesta en marcha triunfa para el futuro. Ya das las «declaraciones nacionalsocialistas» de Heidegger se en-
resuena la llamada: "¡La ciencia se halla en peligro por la pérd;da cuentra en un llamamiento del rector a los «estudiantes alemanes»,
de tiempo empleada en el deporte de las armas y en otros asuntos!" que fue publicado el día 3 de noviembre de 1933 en el Freiburger
Pero ¿qué significa aquí perder el tiempo cuando de lo que se tra- Studentenzeitung, por tanto, en el contexto de la separación de Ale-
ta es de luchar por el Estado?» De nuevo, Heidegger exige de los mania de la Sociedad de Naciones y en la víspera del plebiscito del
estudiantes «enraizamiento en el pueblo» y una «puesta en mar- 12 de noviembre, que arrojó una abrumadora mayoría para Hitler.
cha». «Los estudios universitarios han de volver a convertirse en El texto comienza con la frase: «La revolución nacionalsocialista
una empresa arriesgada y no en refugio para los cobardes. Aquel trae la completa subversión de nuestra existencia [Dasein] alema-
que no sostenga la lucha, sucmnbirá [... ]. Ella será librada por las na.» Aquí se vuelve a poner de relieve que Heidegger quería ver-
fuerzas del nuevo Reich, que el Canciller del Pueblo, AdolfHitler, se a sí mismo corno un revolucionaría radical, pero no en el sentido

10
Ibídem, pp. 73 ss.; Gerd Tellenbach, Aus erinnerter Zeitgeschichte, Fribur-
9
Schneeberger (nota 4), pp. 63 ss. go, 1981, pp. 40 SS.
.J

¡
1
150 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 151

del socialismo marxista, que entiende la «revolución» como un rer, y que ningún tipo de convicción heredada («dogmas») y nin-
cambio de las relaciones de propiedad y como la generación de una guna forma de intuición teórica («ideas») deben suponer un obs-
«sociedad sin clases». Heidegger quiere ser un revolucionario de táculo para ello? (Y difícilmente podrá ser cierto que aquí aparez-
la «comunidad del pueblo», en la que «dirigirn fführen] y «seguirn can expresadas nada más que las opiniones del ideólogo del partido,
[Jo/gen] son actividades diferentes que, sin embargo, trabajan jun- reforzadas mediante el recurso a la figura de Hitler, pues ello con-
tas, confiadas y de buen grado, en los distintos órdenes sociales y tradiría el tono solemne y la dimensión de lo allí expresado.) Pero,
profesiones. Heidegger exhorta a los estudiantes, con la intención entonces, ¿no habria tenido que escribir Heidegger, después del 30
evidente de alentar a los más decididos de ellos, del siguiente modo: de jnnio de 1934, un artículo con el epígrafe «El Führer es la ley»,
«Sed firmes e íntegros en vuestras exigencias. Permaneced claros siguiendo el ejemplo de Car! Schmitt en su conocido artículo «El
y seguros al rechazar.» Lo anterior recuerda a ¿Qué es metafisica? Führer preserva la ley?». Sin embargo, Heidegger no hizo esto en
y a la primacía de la actitud que rechaza sobre la mera negación absoluto. En nna declaración posterior -del tod,a digna de crédi-
del enunciado. Los estudiantes deben dejar de ser «simples oyen- to- afirmó que después de ese 30 de junio y de sus asesinatos
tes» para actuar conjuntamente en la creación de la fütura escuela todos pudieron reconocer de qué clase de gente se trataba. ¿Des-
superior del espíritu alemán. Este actuar conjm1tamente no es, sin cribió Heidegger más tarde el «acontecimiento propicio», la «his-
embargo, un mero activismo, sino «el valor de sacrificarse por la toria del sern y el «envío» de una manera tan indeterminada y tan
salvación de la esencia y por el aumento de la füerza más interna restringida al «inicio griego», precisamente por haber advertido
de nuestro pueblo en su Estado». La frase carecería de sentido si el error de juicio tan espantoso que subyacía al presente imne-
no se encontrara amenazada «la esencia» del pueblo, y esto es, cier- diato? ¿O tal vez «el Führen> no era para él el hombre empírico
tamente, más que la mera existencia en el sentido del «estar a .la AdolfHitler?
vista». Y es obvio que tenía que tratarse de algo sencillamente ex-
traordinario si esa salvación había de tener algnna perspectiva de 6. Pocos días después Heidegger volvió a pronnnciarse sobre
éxito. Y Heidegger prosigue, expresando, con una claridad ine- el Führer en nn llamamiento público, y en esta ocasión lo hizo re-
quívoca, en qué consiste según él lo extraordinario a que nos;,refe- mitiéndose a nna decisión concreta del hombre concreto, Hitler, a
ríamos: «Que las reglas de vuestro ser no sean "dogmas" ni ''ide- saber, a la decisión de separarse de Ja Sociedad de Naciones. Este
as". El Führer mismo, y sólo él, es la realidad alemana presente y llamamiento ya no se dirigía a los «estndiantes alemanes», sino a
fütura y su ley. Aprended a saber con mayor profündidad cada vez: los «hombres y mujeres alemanes». Ya sus primeras palabras sue-
a partir de ahora todas las cosas exigen decisión y todo hacer res, nan a los oídos actuales del todo extrañas: «El pueblo alemán ha
ponsabilidad. Heil, Hitler! Martin Heidegger, Rectorn u sido llamado a votar por el caudillo [Führer]. Pero el Führer no
Difícilmente se podrá negar que en este pnnto Heidegger ha exige nada del pueblo; más bien, da al pueblo la posibilidad más
vinculado el hombre concreto Adolf Hitler con los pensamientos inmediata de la más elevada decisión libre: si él -todo el pueblo--
más elevados de su filosofía, a saber, con el concepto del «envío» quiere su propio ser-ahí [Dasein] o si no lo quiere.» Asimismo,
[Schickung] de un nuevo desocultamiento del ser: Hitler es la rea- «ser-ahí» no puede significar ahora «existencia» en el sentido del
lidad presente y, sobre todo, la fütura, encarnado así lo que Hei- «estar a la vista». La decisión, que hay que tomar, se refiere a «aque-
degger llamaría posteriormente el <<acontecimiento propicio» [Ereig- lla exigencia originaria de todo ser-ahí, que conserva y salva su
nis] y el advenimiento de la verdad del ser. ¿Qué se podría inferir esencia». Un pueblo, pues, pierde su esencia cuando puede «Serle
de esa definición esencial, sino que la decisión y la responsabili- exigida» cualquier cosa. Los alemanes velan por «la dignidad y de-
dad sólo pueden consistir en la ejecución de los mandatos del Füh- terminación» de su esencia al separarse de la Sociedad de Nacio-
i nes, rechazando las propuestas de desarme de las potencias occi-
denta.les, propuestas evidentenmte denigrantes, a juicio de Heidegger,
li 11
Ibídem,pp.135ss. por presentar un carácter unilateral. Por ello, las causa de esa de-

1;
152 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 153

cisión «no ha sido la ambición, ni el ansia de gloria, no el ciego ficando su propio concepto, como una «alianza mundial inestable
egoísmo ni la sed de podern y tampoco el «abandono de la comu- y no vinculante», en el sentido de una «sociedad sin clases». Que-
nidad de los pueblos». El camino de la Alemania nacionalsocia- da sin decidir, por tanto, si el pensamiento de Heidegger era «to-
lista no es una camino extremo, sino que supone precisamente un talitarim> y no «pluralista» en un cierto sentido de esos términos.
medio entre «una alianza mundial inestable y no vinculante» y una
«ciega tiranía». La «verdadera comunidad de los pueblos» consis- 7. El 11 de noviembre, apenas publicado este llamamiento
te en el «franco y viril ser independientes y solidarios de los pue- Heidegger tomó parte en la «Manifestación electoral de la cienci~
blos y los Estados». El concepto, tardío en la filosofia de Heideg- alemana», que había iniciado la «Asociación Nacionalsocialista de
ger, de la <<Voluntad de voluntad» [ Wille zum Willen Jparece encontrar Profesores de Sajonia». Fue en esta manifestación donde se tomó
su más completa prefiguración en la frase siguiente: «Nuestra vo- la célebre fotografía en la que Heidegger aparece sentado a una
luntad de una responsabilidad de los pueblos respecto de sí mis- gran mesa entre algunos de los hombres de las SA, portando ban-
mos quiere que cada pueblo encuentre y preserve la grandeza y deras con la cruz gamada, y con otros científicos: entre los cuales
verdad de su determinación.» Sin duda, sólo los intérpretes ma- cabe citar a los rectores o profesores Hirsch, Pinder, Eugen Fischer
lintencionados podrían ver reflejado en esta frase la afirmación de y Sauerbruch. El discurso pronunciado por Heidegger en esta oca-
que la determianción de los pueblos, tomados cada uno por sepa- sión se corresponde en gran medida con el llamamiento que aca-
rado, es la de estar sometidos a otros pueblos. El llamamiento de bamos de citar, pero contiene algunas expresiones especialmente
Heidegger, ofrecido con motivo de la separación y salida de Ale- arriesgadas, es decir, claras o también «reveladoras». En efecto,
mania de la Sociedad de Naciones, podría suministrar una com~ Heidegger pone en conexión aquello que normalmente se entien-
pleta fundamentación del modo como ha de comprenderse a sí mis·- de por «política» con la cuestión filosófica de la «verdad» y la «no-
ma una Sociedad de Naciones. Sin embargo, al final del texto verdad»: «¿Qué clase de acontecimiento es éste [la votación]? El
aparece una nueva referencia al Führer que es irreconciliable con pueblo reconquista la verdad de su voluntad de ser, pues la verdad
toda concepción democrática: «El 12 de noviembre vota el pueblo es la revelabilidad de lo que da seguridad a un pueblo, lo ilumina
alemán, como un todo, su futuro. Éste se halla ligado al Führer. El y fortalece en su saber y obrar.» Sin embargo, cabe preguntarse si
pueblo no puede votar ese futuro de tal manera, que dé su sí en rll/' a juicio de Heidegger, puede establecerse una separación radical
zón de las llamadas reflexiones de política exterior, sin incluir tam- entre la verdad y la no-verdad. En el siguiente pasaje, Heidegger
parece presuponer una separación semejante: «Nos hemos des-
bién en ese sí al Führer y al movimiento que le prescribe incondi-
prendido de la idolatría de un pensar sin base y sin poder. Vemos
cionalmente. No hay política exterior y tampoco política interior.
Sólo hay una voluntad de existencia completa del Estado» u Ese el final de la filosofía que le presta servicio. Estamos seguros de
que regresan la clara firmeza y la seguridad legítima de la obra del
Estado es para Heidegger, obviamente, un «Estado de dirigente»
inflexible y simple preguntar por la esencia del ser. El ánimo ori-
y, por tanto, no se trata de aquello que Max Weber llamaba «de-
ginal, que crece o se quiebra en el enfrentamiento con el ente es
mocracia sin dirigente». Pero uno debería recordar también que
el motivo impulsor del preguntar de una ciencia nacional.» Pero
Heidegger había puesto en conexión el «seguirn con la «resisten-
¿cómo es que ese ánimo puede atreverse con lo «desacostumbra-
cia» y que habría sido inconsecuente si hubiera atribuido a la co-
do y lo incalculable» si en este partir ah ovo hacia el ente en total,
munidad de los pueblos el «ser independientes y solidariop de
la trascendencia, se confina a la libertad humana (y no precisa-
sus elementos como una necesidad esencial, y si no hubiera re-
ment_e la «alemana») en lo «nacional»? ¿O habrá que entender lo
presentado la Sociedad de Naciones como algo análogo a lo que,
«nac10nal» [volkisch] como un «estar arrojado» [Geworfenheit] del
aunque es cierto que para él no lo era, podría denominarse, madi-
que tampoco puede librarse el más abarcante proyecto del mundo?
En cualquier caso, Heidegger no quiere entender lo «nacional»
12
Ibídem, pp. 144 ss. como autorreferencialidad, sino más bien como reciprocidad: «Es-
154 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 ...
~
155
11

tamos seguros de esto: cuando la voluntad de autorresponsabilídad dentro de una determinada situación y un mundo circundante» y
llegue a ser la ley del ser-unos-con-otros de los pueblos, entonces a partir de ahí, Heidegger da a conocer en qué medida ese «E~ta~
cada pueblo podrá y tendrá que ser para cada uno de los demás el do del trabajo» no es para él idéntico a la «ausencia de diferencia»
preceptor de la riqueza y la fuerza de todos los grandes hechos y [Unterschiedslosigkeit] y en qué medida también puede tener lu-
obras del ser humano.» En ello consiste, según Heidegger, la «más gar, con relación a la patria, un «giro esencial» [ Uésemwandel]:
alta vecindad de la libertad de los pueblos». Y también en este pun- «Esta cmdad [Friburgo], su región y su nacionalidad [Vo!kstum]
to hemos de preguntarnos sí Heidegger no habría podido pronun- es;an ~ommados y_templados a su través por la Selva Negra. Tam-
ciar también las partes más generales de este discurso en una asam- b1en esta ha cambiado su esencia para los estudiantes alemanes
blea plenaria de la Sociedad de Naciones. Sin embargo, ¿podría bajo la ,fu_erza de mando de la nueva realidad alemana; ha dejado
haber respondido de ese discurso ante sí mismo si hubiera leído Mi de ser umcamente pistas para los deportes de invierno y terreno
lucha? Y si Heidegger, como probablemente ocurriera, no tenía co- para las marchas y excursiones estivales, sino que vemos en la Sel-
va Negra,_ en pnmer lugar, las montaña~ los boscj~es, y los valles
nocimiento o, al menos, no un conocimiento completo, de la obra
en cuestión, ¿en qué falta de claridad incurrió al concluir su dis- 4
de la patria de Albert Leo Schlagetern . Y tambien en esta afir-
curso con las palabras: «Nadie puede permanecer alejado en el día mación, de aparienda algo peculiar, se hace patente una de las prin-
de Ja manifestación de esta voluntad. Heil Hitler!»n cipales preguntas triviales que cabe dirigir a la filosofía de Hei-
degger: ¿En qué medida un cambio en la actitud respecto de las
8. Al comienzo del semestre de invierno de 1933-1934, des- cosas supone un cambio en el ser de esas cosas?; ¿en qué medida
pués de la transformación de Ja constitución universitaria, Hei-. es el «estarª. mano~ una det~rminación del ser y no un simple modo
degger ya no ejercía como rector candidato, sino como rector nom- de acceso a el?¿ Como habran de llegar los pueblos a un mutuo en-
brado oficialmente <<Führer de la Universidad». En esta ocasión, tendimiento si la Selva Negra y el Mont Ventoux «som> para los
Heidegger volvió a pronunciar un discurso, de extensión algo ma- hombres de su mundo C!fcundante algo diferente de lo que lo «son»
yor que el anterior, con motivo de los actos celebrados en torno a para todos aquellos que no pertenecen a él?
la solemne matriculación de alumnos en el centro, que coincidió
con la conmemoración de Langemarck. Heidegger establece aqur 9. La conferencia pronunciada por Heidegger en Tubinga el
un paralelismo entre el sangriento sacrificio de los estudiantes ca- 30 de noviembre, que llevaba por título La Universidad en el Es-
ídos en Langemarck y el «nuevo sacrificio, aunque no sangriento» tado nacionalsocialista [Die Universitdt im national sozialistis-
de los estudiantes actuales. «El nuevo estudiante alemán pasa aho- chen Staa.t], se asemeja en algunos respectos a la conferencia del
ra por el Servicio del Trabajo, depende de las SA.» Por tanto, se, 30 de_iumo de 1933, q;ie había sido pronunciada en Heidelberg;
disciplina también en sus estudios para el «Servicio del Sabern, del mismo modo, tan solo ha sido reproducida a través de un artí-
«consciente de estar en el frente de los trabajadores». Con ello np culo periodfatico. De nuevo, Heidegger quiere aparecer como el
se pretende aludir en modo alguno a algo así como un «frente pr6- genumo nac10nalsocialista, llegando a enfrentarse con «el Führer»
letario». Heidegger afirmaba, más bien, que con Ja nueva realidad mismo, que h~bía hablado del final de la revolución y del comienzo
-nacionalsocialista-también se había cumplido un «giro» [Wan- d~ la evoluc1on. Y ello es así porque Heidegger plantea la tesis se-
del] en Ja esencia del trabajo y de los trabajadores. «El Estado na- gun la cual la revolución en la Universidad aún no había comen-
cionalsocialista es el Estado del trabajo», dentro del cual la matri- zado tan siquiera. De nuevo parte el filósofo de la «carencia de
culación ya no significa el mero ingreso en una corporación «a la fl~» de la enseñanza científica y del «desenfreno» de la investiga-
11
vista», sino una decisión que transfiere «a la inmediatez del obrar c10n, algo que, no obstante, se considera como un progreso inter-
nac10nal. (En el texto se habla del «desenfreno del derrumbamiento» ,

13 14
Ibídem, pp. 148 ss. Ibídem, pp. 156 SS.

'i'J;·'
l
156 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓNNACIONALSOC!AUSTA DE 1933 .. 157

Jo que debe ser un error de transcripción del informante.) Todo regiones, no deben desvanecerse en una «alemanidad» indiferente.
ello Jo contrapone Heidegger, por un lado, con la futura «cama- En este punto se encuentra la formulación de una pregunta sorpren-
radería» entre docentes y estudiantes, quienes en conjunto son dente: «¿Seguimos estando en Ja marca fronteriza suroccidental a Ja
«trabajadores»; y, por otra parte, con una nueva relación respec- altura del traslado de Ja voluntad política de los alemanes hacia el
to del ente en total. Evidentemente, de lo que aquí se trata es de nordeste?[ ... ] ¿O nos haremos poco a poco demasiado viejos junto
una unidad cuyo punto de referencia es el Estado, .en el cual el al entero Occidente?» Lo «alemán», según Heidegger, permanece
pueblo puede tener su historia si llega a tomar conciencia de que «sin agotar» pero se encuentra amenazado por un «burguesismo su-
«tener historia» no significa todavía «ser histórico». «Ser históri- perviviente». De ahí que Jo alemán haya de ser «reeducado» hacia
co significa ser sapiente, para así poner en libertad lo pasado en un querer-con la vóluntad del Estado nacionalsocialista 16 •
su fuerza que obliga y preservarlo con su transformadora grande-
za.» Pero si Ja ausencia de cualquier concepto específicamente na- 11. Es notable que en ninguna de las declru;aciones de Hei-
cionalsocialista apunta a la idea de un nacionalsocialismo «más degger extraídas hasta ahora y pronunciadas durante el año 1933
espiritual» o más filosófico, sin embargo, Heidegger emplea tér- aparezcan Jos términos «marxismo» o «comunismo». Por tanto,
minos tales como Jos de «fuerza de mando» (de la nueva realidad), hay razones para suponer que ya por entonces Heidegger veía en
«primitivo» (en el sentido positivo) y «movimiento ofensivo», que el comunismo al adversario más importante, lo que justifica que
recuerdan a aquella «vajilla de loza» de la conferencia de Hei- en su declaración de 1945 fuera determinante para él el temor ante
delberg. Y uno tiene Ja fuerte impresión de que b verdad es siem: una posible victoria del comunismo. El informe del Friburger Zei-
pre «nacional», puesto que se dice: «Aprender s1gmf1ca darse a s1 tung, con fecha del 24 de enero de 1934, trata de la instrucción uni-
mismo desde la posesión primitiva de su existencia nacional y des- versitaria de Jos parados, con motivo de la cual Heidegger pro-
cubrirse a sí mismo como el coposeedor de la verdad del pueblo nunció el discurso más señalado, en el que el filósofo llama
15
en su Estadm> . claramente a las cosas por su nombre. En efecto, según Heidegger
Ja victoria sobre el marxismo se ha alcanzado, pero nadie debe ha-
10. El día 23 de enero de 1934, el Freiburger Studentenzei- cerse Ja ilusión de que se le ha extirpado definitivamente. Si no se
tung incluía dos llamamientos pertenecientes P.ºr igual al rector es capaz de convencer al trabajador de que el nacionalsocialismo
Heidegger. El primero, el «Llamamiento al Serv1c10 del Trabajo», representa para él una liberación que no podía proporcionarle su
permite reconocer de nuevo al «filósofo de campamento» que ser propia creencia en Ja solidaridad internacional y en la lucha de cla-
para por completo el concepto de «espíritu» del de «intelecto»,. lo ses, entonces existe el peligro de que ese trabajador continúe sien-
que le permite decir que todo trabajo es, en cuanto trabajo, espm- do marxista tras el pretexto de su nacionalsocialismo. El discurso
tual. Así, todos los «órdenes sociales» [Stande] se disuelven en el de Heidegger aparece reproducido con todo detalle en el A lemanne
único y gran «orden de vida» [Lebensstand] alemán, que es, a l.a del 1 de febrero de 1934. Según este informe, el rector saludó con
vez un «orden de trabajo» [Arbeitstand] preformado en el Parl!- un «¡Compatriotas alemanes! ¡Obreros alemanes!» a los seiscien-
do Nacionalsocialista alemán de Jos trabajadores. Sin embargo, a tos trabajadores en paro y en reciclaje laboral que se hallaban con-
la vista de lo anterior, ¿no acaba llegando el pensamiento político gregados en el Aula Magna de Ja Universidad. El rector advirtió
de Heidegger al concepto de una «sociedad sin clases»? en primer lugar que los estudiantes encargados de la «instrucción»
Es dudoso que sea así a juzgar por el segundo texto, una ad- no debían presentarse a Jos trabajadores en paro como Jos «hom-
vertencia al pueblo alemán que deja bien claro que, al menos las bres instruidos» procedentes de la clase de los «mejores», sino
como sus compatriotas; no como «intelectuales», sino como ca-
15 Bemd Martin (ed.), Martín Iieidegger und das «Dritte Reich». Ein Koni-

pendiun1, Dannstdt, 1989, pp. 178-183. Extractos de mayor extensión en Víctor 16


Parias (Bibl. n.º l 5b, pp. 202-210); ed. cast., pp. 180-191. Schneeberger (nota 4), pp. 180 ss.
158 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 159

maradas. Debían explicarles que no se dejaría desamparado a quie- y que, no obstante, es el único «socialismo real». A propósito de
nes no tuvieran empleo, pues también ellos pertenecían por com- Jo anterior se suscitará inmediatamente, sin duda, la siguiente pre-
pleto al orden del pueblo; debían explicarles lo que significaba '.<el gunta: ¿no habían supuesto ya la República de Weirnar y el desa-
futuro reestablecimiento del cuerpo del pueblo»; tamb1en debian rrollo de Francia y el Reino Unido algo parecido -al menos por
explicarles que la urbanización de los hombres alemanes había lle- su tendencia- a esa «solución menorn? ¿Y no estaba Heidegger
gado tan lejos que la organización era una necesidad; y exphcar- equivocado al querer hacer de esa solución «media» e incompleta
les, por último, en qué residía el que dieciocho millones de al.e- un todo filosófico? ¿No estaba Hitler, comparativamente hablan-
manes pertenecieran ciertamente al pueblo, pero no al Re1ch. Segun do, históricamente equivocado al postular para su «socialismo a
Heidegger, la ciencia se entiende en un sentido eqmvocado s1 se la medias» la misma radicalidad que había observado en las ideas y
sitúa en oposición respecto del saber de los campesmos o de los actividades del «socialismo total»? Sin embargo, ¿hemos de atri-
labradores y mineros, pues saber significa: orientarse en el mun- buir por ello el único acierto histórico al mero pragmatismo del «ir
do, en el que estamos situados comunitaria e individualmente. Pero a la deriva», como parece serlo todo «pluralismcm? Deberíamos
también han sido falsamente entendidos hasta ahora «el trabajo» retener estas preguntas en la memoria y limitarnos por ahora a plan-
y, con él, el trabajador. «El trabajador no es, como quería el mar- tear la tesis de que la corrección y la incorrección morales son, por
xismo, un mero objeto de explotación. El orden social del trabaja- lo general, fácilmente diferenciables, pero en el caso de la correc-
dor no es la clase de los desheredados que se lanza a la lucha de ción e incorrección históricas las cosas resultan mucho más com-
clases generalizada.» El trabajo sería, más bien, todo hacer y ac- plejas.
tuar regulado y puesto al servicio del pueblo. «El trabajo, tal y como
lo entiende el nacionalsocialismo», prosigue Heidegger, no se es- 12. La última declaración extensa y relevante de Heidegger,
cinde en clases, sino que «liga y unifica a los compatriotas en la de entre las pronunciadas durante la época de su rectorado, no ha
unitaria gran voluntad del Estado» n . de entenderse necesariamente como una despedida del «nacional-
Resulta muy natural enfrentarse a estas declaraciones con con-' socialismo», aunque sí debió de ser interpretada en este sentido
ceptos marxistas. Así, cabría decir que.ª lo que ellas aspiran no es' por la mayoría de quienes se contaban entre los miembros de la
a superar de hecho la realidad de la sociedad de clases mediante la capa dirigente nacionalsocialista formada entretanto. El punto de
«supresión>> de la diferencia entre trabajo espiritual y corporal, me- partida fue el segundo llamamiento recibido por Heidegger para
diante la eliminación de la división del trabajo con vistas a la es- ocupar una cátedra en Berlín, que, con toda probabilidad, le pro-
pecialización o mediante la producción de una socied~d sin clases, porcionó una nueva oportunidad de desempeñar un papel dirigen-
sino que tan sólo se efectúan embellec1m1entos cosmet1cos y alte- 1 te en la capital del Reich, al menos mientras estuviera dispuesto a
raciones de los modos de interpretación; Jo que aquí se predica es, unirse a esa capa dirigente sin reservas y sin molestas particulari-
en el mejor de los casos, un socialismo «pequeñoburgués», un «so- dades. Sin embargo, Heidegger repite aquí, bajo el epígrafe «¿Por
cialismo a medias» -si cabe expresarse de tal modo- sm conse- qué permanecemos en la provincia?>>, aquello que ya había dicho
cuencia real. Pero alguno podría también decir que aquel «socia- en otra ocasión sobre Ja espiritualidad de todo trabajo. Sin embar-
lismo total» remite, por su enorme efecto, a una situación histórica go, Heidegger establece en su propio trabajo una conexión tan es-
en la que se daba una escisión radical entre las clases y una cre- trecha con el de los campesinos de la Selva Negra, que la palabra
ciente depauperación, factores estos que sencillamente habían de- en boga por entonces, el «autoctonismo» [Bodenstandigkeit], co-
jado de darse. De ahí que debeiia presentarse, en el lugar de la du- braba ahora un sentido que hubo de provocar la extrañeza de aque-
soria y, en el caso de su efectiva realización, funesta «gran soluc1óm>, llos que veían el ethos más elevado del nacionalsocialismo en se-
la «solución menor», que cabe denominar «socialismo a media'1m guir y obedecer siempre sin escrúpulo alguno, fuera cual fuera el
objeto de lo que esa obediencia les obligase a hacer en cada mo-
17
Ibídem, pp. 184 ss.
mento: «La interna pertenencia del trabajo propio a la Selva Ne-
160 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE I933 .. 161

gra y a sus hombres proviene de un autoctonismo alemán-suabo lo anterior y con el aislamiento de la «mano» y del «trabajo ma-
prolongado a lo largo de los siglos e irremplazable.>> nual». Pero también sorprende que el filósofo no llegue a hablar
Heidegger sitúa ese autoctonismo en una marcada oposición del «intelectualismo judío» ni emplee el término «ario». En cual-
con la industriosidad y ajetreo propios de las ciudades y con las quier caso, se acentúan bastante las nociones de Führer [líder, di-
«habladurías de los literatos sobre la nacionalidad [Volkstum] y el rigente, caudillo] y Führertum [liderazgo, caudillaje], aunque el
autoctonismm>. Y, sobre todo, la soledad de la Selva Negra pro- concepto de Führer aparece de un modo tan «filosóficamente ela-
yecta al pensador (¿también al campesino?) «hacia la espaciosa borado» o abstracto, que uno se pregunta qué conclusión habrá de
cercanía de la esencia de todas las cosas». Y, de este modo, la res- extraerse de ello, si una completa abnegación del filósofo ante Hi-
puesta de Heidegger a la seducción del llamamiento a cátedra de tler o el desprecio de ese hombre por no dar muestras de haber al-
Berlín se reduce a un «irrevocablemente, no» rn canzado el rango filosófico que se le había atribuido. Ante todo,
Ciertamente, sería poco escrupuloso quien quisiera interpretar sin embargo, conviene señalar que el concepto de «nacionalsocia-
ese «no» a Berlín como un definitivo «na>> al nacionalsocialismo. lismo» no es ninguna «marca registrada», o al mehos no lo era du-
Sin embargo, después de esa toma de posición no hay ya más dis- rante la situación, aún inestable, del tránsito entre los años 1933 y
cursos de corte eminentemente nacionalsocialista. Aparte, al abar- 1934. Por último, cabría añadir que también Otto StraJler se hacía
car con Ja vista el conjunto de todos esos discursos, uno se ve obij- llamar nacionalsocialista, y nadie le ha negado en ningún momen-
gado a decir que lo que en ellos se observa no es a un filósofo «que to el carácter de «combatiente de la resistencia», pese a haber sido
se expresa políticamente», sino una filosofia que se explica ¡í sí también un indudafüe antisemita. Por otra parte, ya en la Primera
misma desde las posibles consecuencias políticas. El Heidegger Guerra Mundial existían dentro del Partido Socialdemócrata agru-
del Discurso del Rectorado no difiere del de Ser y tiempo, pues el paciones que se autodenominaban <<nacionalsocialistas». Por tan-
rostro de aquel pensador adquiere ahora rasgos más nítidos, que to, es posible que en 1933-1934 se dieran aún más concepciones
hubieran permanecido ocultos si se atendiera exclusivamente a la de «nacionalsocialismo», y es una labor impracticable la de sub-
filosofia de la <<nada» y al solitario «correr anticipadamente hacia sumirlas todas ex eventu al modo como Hitler lo concebía, de tal
la muerte» que se aparta del «Se». Que para Heidegger la «comu- modo que fuese posible convertir a todo aquel que se llamara a sí
nidad» podía tener un sentido positivo y filosófico en modo algu- mismo «nacionalsocialista» en coautor de la guerra y correspon-
no era algo que pudiera afirmarse con claridad desde lo existen- sable de Auschwitz.
ciario del «ser-con». Pero si la filosofia de Heidegger se descubre En qué medida la situación continuaba siendo fluctuante y abier-
ahora en su núcleo central o, al menos, en uno de sus aspectos corno ta en 1933 resulta evidente a partir de numeras informes y decla-
«nacionalsocialismo», entonces habremos de dar la razón al mi- raciones, de Jos cuales se desprende que los últimos adversarios
nistro de Cultura badense, quien, según consta en el informe por del movimiento se adhirieron finalmente al nacionalsocialismo,
él redactado después del discurso rectoral, dijo a Heidegger que lo aunque a uno entendido y adaptado a la medida de sus deseos. Fue
que allí había expuesto era un «nacionalsocialismo privado», ca- en esta época cuando una organización católica invitó a sus estu-
rente de los rasgos esenciales del nacionalsocialismo genuino, es diantes a colaborar en la construcción de una Alemania nueva y
decir, de la doctrina de la raza o también, cabe suponer, el antise- cristiana bajo la dirección Adolf Hitler, toda vez que había salta-
mitisrno19. Resulta, en efecto, muy llamativo el modo corno el «re-. do en pedazos el mundo formado sobre el espíritu del marxismo y
presentante líder del nacionalsocialismo» contrapone «el espíritu» el capitalismo'°- En esta ocasión, el «Círculo de las Asociaciones
a «el intelecto» y quiere superar la separación social, vinculada con de Estudiantes Alemanas y Católicas» celebró la Declaración de
los Obispos alemanes del 28 de marzo de 1933, en la cual se re-
tractaban los obispos de la condena que antes habían dirigido al
18
Ibíden1, pp. 216 ss.
19
«Das Rektorat 1933/34. Tatsachen und Gedankem>, en Die Selbstbehaup-
20
tung (nota 8), pp. 30 ss.; ed. cast., pp. 32 ss. Schneeberger (nota 4), p. 59.
-
162 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 163

nacionalsocialismo, subrayando por lo demás que el nacionalso- to también debemos considerar el hecho, subrayado por Ott, de que
cialismo había estado desde siempre a favor de la realización del la elección como rector de Heidegger había sido preparada por un
«Gran Imperio de toda la Europa Central Alemana». En este con- círculo de simpatizantes del nacionalsocialismo, entre otros por
texto cabría citar las cordiales declaraciones del arzobispo Conrad Wolfgang Schadewaldt. Y en este punto conviene mencionar, por
Griiber, pero también las declaraciones y actuaciones, asimismo último, a Parías, quien afirma que, poco después de ser elegido rec-
entusiastas, de la práctica totalidad de la «resistencia alemana». En tor, Heidegger comenzó a colaborar con Ernst Krieck y otros rec-
cualquier caso, parece natural objetar que en este asunto se trata tores comprometidos con el partido para ganar ascendiente sobre
por completo de la clase «burguesa». Pero basta leer los apuntes la Deutsche Hochschulverband [Asociación Universitaria Alema-
tomados en 1933 por el socialdemócrata Julius Leber para perci- na] y la Conferencia de los Rectores, con motivo de la cual Hei-
bir en ellos una cierta cercanía respecto del nacionalsocialismo y, degger envió un telegrama a Hitler el 20 de mayo de 1933. Pero la
al menos, una aguda crítica de la ortodoxia marxista. Por otra par- documentación de Schneeberger permite elabo'.ar un dossier sin
te, la dimisión de numerosos miembros del partido, pe1mitió com- necesidad de recurrir a nuevas fuentes.
probar que en muchos lugares se había visto con buenos ojos el Sin duda resultará en alto grado ilustrativo el informe del nú-
fracaso. Las propias masas comunistas no se mostraron en modo mero del Alemanne del 3 de mayo de 1933, según el cual Heideg-
alguno «resistentes», y tan sólo permanecieron inquebrantables en ger, «con sus difíciles círculos en torno al ser y al poder, llevaba
sus posiciones los miembros del «Cuadro marxista», además de los años apoyando con máxima eficacia al partido de Hitler, y siem-
adeptos que contaba entre los intelectuales; es decir, casi exclusi- pre estuvo dispuesto a sacrificarse por la santa causa de Alemania,
vamente los dirigentes comunistas. de modo que nadie llamó nunca en vano a su puerta»21 . Pocos días
Pero, con todo lo correctas que puedan ser estas constatacio- más tarde, el rector Heidegger enviaba un telegrama al Gauletier
nes y observaciones, sin embargo, con ellas no se ha aportado aún [jefe regional] Robert Wagner, quien acababa de ser nombrado
un fundamento suficientemente seguro sobre el que poder edificar Reichstatthalter. El texto dice así: «Muy satisfecho por su nom-
nn juicio sobre el compromiso político de Heidegger. En su cali- bramiento como Reichstatthalter, el rector de la Universidad de
dad de rector, Heidegger se encontraba en el centro mismo del Friburgo en Brisgovia saluda al Führer de la marca fronteriza de
modo de funcionamiento habitual del régimen. En efecto, el filó- la patria natal con un Sieg Hei/ ligado a la lucha. Firmado: Hei-
sofo debía asumir tareas representativas, pronunciar discursos o di- degger»"- En un breve discurso dirigido a los asistentes a un acto
rigirse a los aeródromos para recoger y dar la bienvenida a los mi- celebrado en el estadio de la Universidad, Heidegger exhortó a los
nistros; pero también debía dar a conocer los decretos estatales, y, jóvenes allí presentes a que demostraran en todo momento «pres-
en cuanto miembro del partido, se celebraban actos de carácter bas- tancia hasta en lo más extremo y camaradería hasta el final» 23 • Con
tante rutinario en su honor, actos que muy posiblemente contuvie~ motivo del vigésimo segundo aniversario de la Unión Regional de
ran algunas aseveraciones acerca de la «descendencia aria». Todo los maestros carpinteros badenses, Heidegger declaró a los artesa-
ello permite adelantar una especie de retrato del «nacionalista nor- nos, guías de la juventud, afirmando que junto con la Universi-
mal Heidegger», y los libros de Parías y Ott se proponen funda- dad se presentaban la Asociación de la Juventud, los campa-
mentalmente plasmar la figura del «miembro activo y normal del mentos ele trabajo y la artesanía como las nuevas fuerzas y poderes
partido». A estas consideraciones corresponde la afirmación, fun- de la educación estudiantil24 . En noviembre, el rector hizo pú-
dada en actas, según la cual Heidegger habría pagado puntuahnente blico que en adelante los estudiantes judíos o marxistas no reci-
hasta 1945 las cuotas del partido, una afirmación que ha provoca-
do un gran escándalo en Francia, aunque no hacía falta el estudio
21
de las actas para que cualquiera pudiese ver con claridad que lo 22
Jbíde1n, p. 23.
contrario hubiera sido poco menos que inimaginable y que, en cual- Ibídem, p. 30.
23
Tbíde111, p. 42.
quier caso, todo el mundo lo habria llegado a saber. En este as un- 24
Ibídem, p. 122.
-
164 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 165

birían ningún privilegio, como tampoco, por tanto, los estudian- El «caso Baurngarten» se basa en una apreciación del propio
tes de procedencia no aria «que provengan de parejas en las cuales Eduard Baumgarten. Según éste, en 1931 Heidegger había ante-
uno de los padres y dos de los abuelos sean de procedencia aria y puesto al filósofo judío Brock en la elección de asistente. Baum-
cuyo padre haya combatido durante la guerra mundial en el frente ' garten, quien de este modo habría sido relegado, afirmaba haber
del Reich alemán y sus aliados». Tan sólo estarian exentos de esa conseguido por sí mismo wrn copia del informe de Heidegger en
medida aquellos estudiantes de procedencia no aria que hubiesen las actas de la Asociación Nacionalsocialista de Docentes, sita en
combatido personalmente en el frente o cuyo padre hubiera caído Gotinga. En ese informe se decía, al parecer, que Baumgarten ha-
durante la guerra mundial combatiendo por Alemania25 . No cabe bía sido en Friburgo todo menos nacionalsocialista, y que pr,oce-
duda de que Heidegger no podía haber tomado esta determinación día del círculo demócrata-liberal de intelectuales de Heidelberg
por iniciativa propia, sino que en todo ese proceso no fue sino un formado en torno al pensador Max Weber. Una vez caído en des-
intermediario. Sin embargo, aun como intermediario hubo de re- gracia a los ojos de Heidegger, Baurngarten habría entrado en un
sultarle en extremo dificil afrontar el odio que implicaba una me- «intenso contacto con el judio Fraenkel, antes en ejercicio en Go-
dida tan odiosa. Y el rector de la Universidad no pudo menos que tinga y ahora expulsado de aquí». Por eso, a juicio de Heidegger,
aceptar su parte de responsabilidad cuando, en junio de ese año, la se debía aguardar aún el correspondiente plazo de prueba antes de
Corporación de Estudiantes de Friburgo, atendiendo al rumor de que Baumgarten fuera admitido como militante del Partido Na-
que una asociación judía de estudiantes pretendía reanudar sus ac- cionalsocialista"-
tividades en el local de la calle Basler, se reunió delante de esa casa Es evidente que de lo que aquí se trataba era del deseo de Baum-
con «manifestaciones exaltadas», a consecuencia de las cuales las' garten de obtener la filiación nacionalsocialista.• Heidegger había
SS encarcelaron en prisión preventiva a los estudiantes judíos 26 • aludido en su informe a la contradicción interna que él había ob-
Por otra parte, es indiscutible que Heidegger intervino en fa- servado entre la conducta pasada y presente de Baumgarten, y, si
vor de algunos profesores judíos, como es el caso del filólogo de tenemos en cuenta la intervención de Heidegger en favor de Fraen-
lenguas clásicas Fraenkel y del químico Von Hevesy, y ello aun kel, podemos considerarnos autorizados para entender la expresión
cuando las razones alegadas en su defensa fueran meramente prag- «el judio Fraenkel, ahora expulsado de aquí» corno lma forma vaga
máticas. Y no es cierta la afirmación según la cual Heidegger ha- de decir: «Fraenkel, ahora expulsado de aquí por ser judío.»
bría prohibido a su maestro Edmund Husserl el acceso a la bi- Al parecer, en el «caso Staudingern tomó parte activa el pro-
blioteca de la Universidad. Sin embargo, sí es cierto que no hizo pio Heidegger. Como telón de fondo cabe destacar un doble he-
nada cuando Husserl recibió su cese (temporal) tras la prematura cho: durante la guerra, el conocido químico había ejercido en
entrada en vigor en Baden de la Ley para el reestablecimiento del Suiza actividades pacifistas, llegando incluso a rozar el crimen de
funcionariado de carrera. Y, por lo demás, de todos es sabido que alta traición a la patria; en el presente, sin embargo, se considera-
Heidegger no asistió al sepelio de su maestro. Sea como fuere, lo ba a sí mismo, según la formulación de Heideg!lier, <mn ciento diez
cierto es que la relación entre los dos filósofos ya había comen- por ciento partidario del alzamiento nacional» . También respec-
zado a deteriorarse antes de 1933, y no precisamente por motivos to de Staudinger alude Heidegger a una contradicción, y, si tene-
políticos. mos en cuenta lo que durante el «caso Hiifern se ha considerado
Más importante aún resulta el que Ott y Parías hayan descu- en el espacio público de la República Federal como una carga de
bierto, o tal vez sólo puesto de relieve, dos «casos» en los que Hei- la que había que desprenderse, y ello cuarenta años después de Ja
degger aparece como presunto «denw1ciante». Los dos casos men- guerra, entonces nadie encontrará sorprendente ni extraño que en
cionados son el «caso Baumgarten» y el «caso Staudingern.
" Hugo Ott (Bibl. n.º 16), pp. 183 ss; ed. cast., pp. 204 ss. Víctor Farías (Bibl.
25
Ibídem, p. 137. n.º 15b), pp. 282 ss.; ed. cast., pp. 297 ss.
26 28
Ibídem, p. 72. Hugo Ott (Bibl. n.º 16), pp. 201 ss; ed. cast., pp. 224 ss.

11
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166 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933... 167

la Alemania de 1933 se calificaran de graves delitos el haber ejer- 1933, en relación con los judíos. Ello significa, por tanto, que
cido en el pasado actividades pacifistas y la sospecha de alta trai- Heidegger podía utilizar la palabra «judaización» ante ese hom-
ción a la patria. bre antiantisemita sin provocar su escándalo. Aquí se emplea
Pero aún cabe hablar de un «caso Max Müllern. En 1937 se de- precisamente el término <~udaización» como opuesto al «autoc-
nunciaba en tercer lugar a Max Müller, por entonces aspirante a tonismo», es decir, como una especie de metáfora de la «interna-
habilitación y luego profesor ordinario de Filosofía Cristiana. Se cionalización>>.
solicitó a Heidegger su parecer al respecto, y redactó un informe Más grave resulta en verdad el «caso Blochmanm>, en el que
bastante positivo en el que, sin embargo, hacía constar que la orien- se hace manifiesta con especial claridad la total sinrazón de la «le-
tación de Max Müller era opuesta a la del Estado nacionalsocia- gislación para los judíos» nacionalsocialista, pero también la tra-
lista. Al rogarle Müller que suprimiera esa frase, puesto que ha- gedia que pudo haberse desencadenado. Elisabeth Blochmann era
cía imposible su proyectada habilitación, Heidegger respondió con discípula de Hermann Nohl y, en su calidad de profesora de la Aca-
las siguientes palabras: «Si usted es católico sabrá que se debe de- demia de Pedagogía de Halle, también una de la's más destacadas
cir siempre la verdad» 29 . Es difícil pensar de qué otro modo po- «educadoras de señoritas» de Alemania, una mujer que, por lo de-
día actuar Heidegger después de firmar un informe de acuerdo más, se sentía completamente alemana. Tras emigrar a Oxford en
con la verdad, pues cualquier afirmación que contradijera lo ya- 1934 fue denunciada y apresada Piºr un profesor inglés que había
dicho habría resultado dudosa desde un principio a los ojos de las visto en ella a una «fanática nazi>r 1• Pero su padre era judío, y, pese
autoridades. a haber prestado servicio en la guerra como enfermera, fue cesa-
Ninguna presión externa rodeó a la confección de una carta que da sin remuneración de ningún tipo. Heidegger hizo todo lo posi-
Heidegger escribió en octubre de 1929 y fue publicada, sin la és- ble para ayudarla, y, como él, también su asistente Brock empeñó
pecificación de su fuente, en el número del 22 de diciembre de todas sus fuerzas en la tarea de socorrer a la señora Blochmann.
1989 del diario Die Zeit30 Se trata de un escrito en el que Heideg- Sin embargo, Heidegger no presentó ninguna denuncia ni protes-
ger apoya una solicitud de beca del recién mencionado Eduard ta públicas contra un proceso que era una vergüenza sin nombre32 .
Baumgarten, escrito que el filósofo envió al Geheimrat Victor Sch- A pesar de todo, cuando Elisabeth Blochmann volvió a reanudar
woerer, por aquella época presidente en funciones de la Sociedad los contactos en 1946, regresando poco después a Alemania, don-
Provisional de la Ciencia Alemana. En esa carta se dice que lo que de ejerció en adelante como profesora ordinaria en Marburgo, no
está en juego «es nada menos que la inaplazable reflexión sobre el dirigió ninguna acusación a su amigo, con quien mantuvo corres-
hecho de que nos encontramos ante la opción, o bien de devolver pondencia hasta su muerte, acaecida en 1972.
a la vida espiritual alemana fuerzas y educadores genuinamente Pero más importantes que estos «casos» es, en el fondo, la cues-
autóctonos, o bien de entregarla definitivamente en manos de la tión de por qué Heidegger presentó su dimisión como rector. ¿Se
creciente judaización reinante, en el sentido amplio y estricto de trataba en realidad de una especie de «resistencia contra el nacio-
la palabra». El artículo llega a la conclusión de que, tras la lectma nalsocialismo», tal vez porque Heidegger, como él mismo descri-
de la carta, nadie debería dudar ya de la disposición de ánimo an- biría las cosas más tarde, se negó a cumplir la exigencia del Mi-
tisemita de Heidegger. Sin embargo, en este punto conviene aña- nisterio de cesar a los decanos que no fuesen nacionalsocialistas,
dir que los «prejuicios antisemitas» no hubieran producido ningún comenzando por el decano de la Facultad de Derecho Erik Wolf?
efecto positivo en el destinatario del escrito, pues habían sido mu-
chos Jos méritos por él alcanzados, tanto antes como después de 1
' Heidegger y Blochmann (BibL n.º 23). p, 81.
32
Especialmente conmovedoras resultan dos frases procedentes de la carta de
29 Elisabeth Blochrnann del 28 de octubre de 1933: «Naturalmente, los judíos de ver-
«Martin Heidegger. Ein Philosoph 1md die Politik», en F'reiburger Univer-
sitiitsbliitter, n." 92 (junio de 1989), p. 25. dad lo tienen inucho n1ás fácil. La gente como nosotros no pertenece hoy a nin-
30 gún sitio, pues ya nadie estima en nada la pertenencia interna:» (ibíde1n, p. 79).
Die Zeit, n.º 52/1989,p. 50.
168 HEIDEGGER LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 169

¿O se trataba de todo lo contrario, es decir, de las intrigas o de- kirclm, esto es, el cristiano-católico? ¿Era este nacionalsocialismo
nuncias que las «fuerzas conservadoras» de la Facultad de Dere- real demasiado «conservador» para Heidegger? ¿Continuó siendo
cho fraguaron con éxito contra el apasionado compañero de armas Heidegger el defensor de un «Socialismo alemán» (con el acento
de Heidegger (el ni mucho menos consolidado «combatiente de la en la primera palabra), mientras que el nacionalsocialismo de Hi-
resistencia» Wolf), de modo que Heidegger hubo de devolver su tler se reveló cada vez más como un «fascismo radical»?
cargo ante su decepción por la debilidad y disponibilidad para el Es posible que estas preguntas hayan de ser respondidas con un
compromiso demostradas por el Ministerio nacionalsocialista fren, «SÍ». Sin embargo, ello resulta incorrecto desde el punto de vista
te a los conservadores? En favor de esta segunda versión habla una de Farías, quien cree poder deducir, a partir del hecho de que Stii-
carta escrita por Heidegger el 6 de febrero de 1934 y dirigida al Dr. bel perdió influencia después del 30 de junio de 1934, que Hei-
Ingeniero Oskar Stiibel, el Reichsführer de la Corporación Ale- degger había sido partidario del jefe superior de las SA Ernst Riihm
mana de Estudiantes, después de que éste hubiese anulado el de- y de su idea de una «segunda revolución>>. Ya antes de esa fecha,
creto de suspensión de un movimiento estudiantil católico: «Esti- Heidegger había sido atacado con la mayor dureza por algunos fi-
mado Sr. Stiibel, [.. .].Esta pública victoria del catolicismo, acaecida lósofos nacionalsocialistas, ataques que no tenían como objetivo
precisamente aquí, no debe continuar en ningún caso. Ella perju- prioritario una conducta en exceso revoluciona~ia, sino. que.se di-
dica todo nuestro trabajo, y el perjuicio es mayor de lo que pueda rigían, por así decir, contra el «amigo de los 1ud1os y we1manano».
imaginarse en la actualidad[ ... ]. Sobre la supresión del principio Ernst Krieck arremetió contra Heidegger en su revista Volk im
confesional cabe pensar de varias maneras. Sigue sin conocerse lo Werden, acusándolo de emplear un lenguaje «no alemán». Una ex-
que es la táctica católica. Y al~ún día habremos de pagarlo caro. presión como la de «la nada nadifica» sería, a su juicio, algo com-
3
Heil, Hitler! Suyo, Heidegger» . pletamente incomprensible. Mas, por desgracia, sí creyó comprender
En la misma dirección parece apuntar un informe ofrecido por que Heidegger había tomado como modelo el lenguaje del «berli-
el pastor evangélico Heinrich Buhr sobre un «campamento cientí- nés» -es decir, del filósofo judío- Simmel. Krieck introduce una
fico» situado en Todtnauberg, en el que Heidegger habría pronun- serie de ejemplos, tales como «El andén cubierto tiene en cuenta
ciado un discurso contra el cristianismo y Ja teología cristiana en el mal tiempo», y concluye en lo siguiente: «La tarea de una filo-
el verano de 1933. El concepto de creación cristiano seria «el fun- sofía semejante es la de retorcer lo recto, complicar lo simple,
damento de una valoración, de un desprecio y de una negación del empañar lo evidente y privar de sentido a lo que está dotado de
mundo falsos; además, es también la causa de aquel sentimiento él. Tu lenguaje te delata, galileo. Un conocido filósofo alemán, el
falso de protección, de seguridad, fundado en representaciones del tío Brasig, realizó hace tiempo el inolvidable descubrimiento de
mundo falsas e inventadas por el hombre en contra del saber gran- que el "comer" procede del "yantar". Y así anticipó el filósofo
35
de y noble sobre la desprotección de la existencia»34 . . Briisig en una sola frase la entera "ontología" alemana» •
Por último, también se podría citar el anuncio del «Círculo.de Pero los descuidos de Krieck son, con todo, un modelo de ob-
Educación Política del Pueblo» en el programa de los cursos del jetividad, sobre todo cuando se los compara con el informe que
semestre de verano de 1934, que estuvo dedicado al «socialismo Erich Jaensch, en otro tiempo colega de Heidegger en Marburgo,
alemán» y en cuyo marco hablaron, por ejemplo, Erik Wolf sobre hizo remitir en febrero de 1934 al Ministerio prusiano para la Cien-
El socialismo y el derecho y Bruno Bauch sobre El socialismo cia, el Arte y la Formación del Pueblo. En ella afirma Jaensch ha-
y el arte. ber oído que Heidegger podía resultar elegido como director de la
¿Se distanció Heidegger del nacionalsocialismo real porque no Academia prusiana de Docentes Universitarios. Heidegger seria,
había roto con la suficiente radicalidad con un elemento de «Me13- a su juicio, «una de las cabezas más enmarañadas y uno de los so-
litarios más extravagantes que tenemos en nuestras universidades»,
" Schneeberger (nota 4), pp. 206 ss.
34 35
Erinnerung... (Bibl. n.º 7), p. 53. Schneeberger (nota 4), pp. 182 ss.
LA REVOLUCIÓN NAClONALSOC!ALISTA DE 1933 .. 171
170 HEIDEGGER

amén de un decadente típico y un representante declarado del pe- bleza y la realeza, de la nobleza y la burguesía ciudadana. De lavo-
ríodo de la caída. En Marbnrgo, continúa Jaensch, Heidegger ha- luntad de superación de la guerra de confesiones emergieron tanto
bía sido el «dirigente de un cenáculo judío», y no por casualidad, el absolutismo como la Ilustración, que mantuvieron entre sí una
pues su pensamiento poseía exactamente el mismo carácter que el relación conflictiva y que, en cualquier caso, no pudieron alcanzar
pensamiento talmúdico-rabulístico. De ahí que siempre ejercie- una victoria completa. Donde el absolutismo penetró con mayor
ra Heidegger su mayor poder de atracción sobre los judíos y los fuerza y donde pudieron desarrollarse las minorias vencidas de la
de origen judío, lo qne se debía, asimismo, a la afinidad existen- guerra confesional, aunque no con plenos poderes, fue en Inglate-
te entre las estructuras psíquicas de ambos. Así, mediante un even- rra, donde se estableció una economía relativamente autónoma res-
tual nombramiento de Heidegger, no sólo no sanaría la «enfer- pecto del Estada. Esta economía -llamada economía de compe-
medad en los niveles más elevados de la vida espiritual» que había tencia y también, por tanto, capitalismo- fue ampliando cada vez
dejado tras de sí la época pasada, sino que aún se agravaría mu- más su radio de acción, mas no por ello dejó de ser criticado, pues
cho más 36 . ni tan siquiera en América llegó nunca a ser un «todo», sino que te-
Y, a la vista de este hallazgo complejo y lleno de contradiccio- nía frente a sí, entre otras, aquella «manera de pensar romántica»
nes, ¿cómo podríamos establecer un juicio global sobre el com- que oponía al hombre «mecánico» el «orgánico» y a la fragmenta-
promiso de Heidegger de los años 1933-1934? Aunque sólo sea a ción de la vida, el concepto del «hombre total». Así, esta sociedad,
grandes rasgos, procnraremos en lo que sigue responder a esa cues- ya a finales del sj,glo XVIII, era una sociedad extraordinariamente
tión, a pesar de no haberse formulado todavía, ni una vez tan si- variada, estimulante y dinámica que llevaba en sí misma el motor
quiera, la pregunta de si es posible que Heidegger continuara sien- de su actividad. Sin embargo, también estaba llena de crisis y se iba
do nacionalsocialista después del rectorado. Por el momento, sin haciendo progresivamente más opaca o, por decirlo con una sola
embargo, la cuestión principal por dirimir es la de quién no tiene palabra, «problemática».
derecho a condenar a Heidegger. Nada debió parecer más natural que intentaT buscar una «gran
Cuando Heidegger hablaba en su discnrso rectoral de que «la solución» para esa confusión que nadie quería entender aún corno
agonizante cultura de la apariencia» se hw1día en sí misma, es evi- una «diferencia productiva». Esa «gran solución» era el socialis-
dente que lo que tenía en mente en aquellos momentos era ese or- mo el cual preténdía poner transparencia en el lugar de la confu-
den social qne a menudo se designa como «pluralista», «Occiden- sió~, cooperación armónica en el lugar de la competencia e igual-
tal» o también como «sistema liberal». Por ahora lo caracterizaré dad en el lugar de la desigualdad, y cuya crítica al afán de lucro y
con la expresión «orden social problematizante-problemático». En al enfrentamiento entre las clases acabó en la reivindicación de la
ningún otro orden social ha sido cuestionado ( «problematizado») «abolición de la propiedad privada». La natnraleza arcaica y orien-
nunca aquello que parecía ser el fundamento indiscutido de toda la tada al pasado que esta concepción entraña se encarnó de la ma-
existencia humana, es decir, el sistema religioso-político, de una nera más clara adoptando la forma del socialismo comunal, mien-
manera tan completa y con tanta eficacia como ocnrrió en Occi- tras que el socialismo estatal y el socialismo mundial derivaron su
dente con la Reforma. Pero la Reforma no estaba en condiciones modernidad de la «racionalidad» sobre todo, proponiendo una eco-
de aniquilar la iglesia antigua, y, por tanto, se vio obligada a una nomía planificada como sustituto de la «anarquía» presente en la
existencia plagada de disputas y enfrentamientos. Y, si precisamos economía de competencia. Pero, al lado de todas sus intenciones
algo más el enfoque de nuestra mirada, descubrimos que se hizo humanitarias, el socialismo se reveló en cuanto tal como una doc-
evidente muy pronto que la posibilidad de la Reforma se fundaba trina de aniquilación, algo que ya resultaba evidente por la impor-
en una «poligonalidad» preexistente en la sociedad, es decir, lapo- tancia fundamental que para éste revestía el concepto de «aboli-
ligonalidad del Estado y la Iglesia, del káiser y el papa, de la no- ción». En efecto, las «clases» no se dejan «abolir» sin una lucha
de clases y, en último término, sin una guerra civil; la igualdad no
3
' Ott (Bibl. n.º 16), pp. 241 ss.; ed. cast., pp. 269 ss.
se deja establecer sin la extirpación de lo desigual. Sin embargo,
\

172 HEIDEGGER ·' LA REVOLUCIÓN NACIONALSOCIALISTA DE 1933 .. 173

tod? el peso de esta consecuencia no resultaba evidente en aque- historiográfico, no estaban necesariamente equivocados de ante-
lla epoca, y ello por dos razones. En efecto en ese «inconsciente mano. También en Moscú, durante la era Gorbachov, se dieron di-
continuar fun~ionan_dm> de la «sociedad capitalista» se produjo, de versas «vías nacionalistas hacia el socialismo». Sin embargo, en
h_echo, un deb11Itamiento del antagonismo entre las clases, presen- 1930 y de nuevo a partir de 1947-1948, todos los que ponían en
tandose una tendencia real a la igualdad, aun cuando no careciera duda la obligatoriedad exclusiva de la vía «soviética» fueron ipso
de tendencias.opuestas. Precisamente, fueron estas tendencias y jacto incluidos en la lista de proscritos estalinísta. Y por ello se
contratenden~ias las que recibieron una nueva interpretación, pe- hubo de rehabilitar a quienes anhelaban un «socialismo alemán»,
cuhar Y qmhas!Jca, por parte del marxismo, para el cual «la histo- aun cuando también se considerara que esa solución había fraca-
ria» lleva la_s oposiciones y tensiones a su punto más crítico, to- sado. «El «socialismo alemán» quería conceder a las empresas un
mai;do al mismo llempo dé la «descarga eléctrica» de aquéllas su papel más significativo, conservar los latifundios, socializar la gran
caracter ternble y sangnento, al convertlfse en un polo para la in- industria, etc. Heidegger se contaba, sin duda, entre estos «socia-
mensa mayona. listas alemanes». Pero lo que él deseaba en realidad consistía, al
La revolución rusa fue, de acuerdo con la voluntad de Lenin y parecer, en conferir un significado filosófico -y en esa medida
de su partido, la primera tentativa seria de llevar esa «gran solu- total- a esa «solución media»; quería eso que en la consumación
ción» a toda la omniabarcante realidad, y por ello hubo de ser tam- de la sociedad «problemática» no es sino un hecho imperfecto, es
bién una d_eclaración de guerra civil y una exhaustiva empresa de decir, hacer del acercamiento entre las distintas capas sociales una
amqmlac10n. La razón de lo anterior estriba en que «la historia» realidad conscientemente efectuada, una realidad que descansa en
aún no había pevado a cabo su presunta obra y en que el orden so- sí misma y se vincula con el «ente en total». Por ello fracasó, y no
cial, que _debia ser superado, no se correspondía con la imagen en sólo porque también Heidegger reclamara para sí el título de «so-
exceso simplificadora que de él se habían hecho los comunistas cialista alemán».
(«capitalismo~>, «ansiad~ lucro», «egoísmo»). Relativamente poco Pero Hitler deseaba algo esenciahnente diferente que Heideg-
t1emp_~ despues comenzo. a afmnarse, no sin motivo, que esa «gran ger. Mientras que en Heidegger no aparece el concepto de «exter-
soluc10m>, esa «revoluc10n mundial», había fracasado. Sin embar- minio», en Hitler es el concepto dominante. En este punto, Hitler
go, su pretensión original y el sentimiento de su dignidad propia también quería ser tan radical como el gran contrincante, a quien,
permanecieron en el mundo incluso durante el mandato de Stalin al menos en ocasiones, parece haber tomado por judío. En efecto
de modo que lo «subjetivo», como con tanta frecuencia ocurre e~ -a juicio de Hitler-, el causante de la derrota, el germen de la
la historia, fue más importante que lo «objetivo». Pero en la ac- decadencia y el verdugo de la revolución bolchevique sería el ju-
tu~lidad habrán de conceder los representantes de esa gran solu- dío internacional, que por ello debía ser exterminado. Sin embar-
c10n que, efe_cllvamente, ha fracasado. Y a este respecto cabría de- go, este concepto de exterminio resultó ser en realidad mucho me-
cu -modificando unas palabras que Marx había dedicado a la nos omnicomprensivo que el leninista, y es dificil que con él tuviera
India- que durante los últimos años de los Estados del «socialis- Hitler en mente otra cosa que un escalonado y progresivo «aleja-
mo real» nada se anheló más que la propiedad privada de los me- miento» de los judíos alemanes, al menos hasta 1939 o, tal vez,
d10s de producción (si bien restringida), la libertad individual de hasta 1941. Mas, tan pronto como estalló la guerra -lo que sin
movimiento y la desaparición del «dogmatismo». duda quería Hitler, si bien no en la forma que de hecho adoptó-,
Pese a todo, es en gran medida respetable el compromiso que, se hizo manifiesto que el nacionalsocialismo no sólo tenía un con-
tr~s la Pnmera Guerra Mundial, adquirieron con esa «gran solu- cepto de exterminio cuasifilosófico-histórico, sino también uno
CIOil)) tantos hombres e intelectuales significativos, aunque ya no biológico. Aparte, las medidas elaboradas para llevar a cabo ese
quepa considerarla correcta. Habrá de admitirse que aquellos que exterminio no le iban a la zaga a las de los bolcheviques, esto es,
asplfaron por entonces a una «solución media» podían estar guia- estalinistas, si bien tanto ahora como antes presentaban un carác-
dos por mo!Jvos bastante loables, y que, desde el punto de vista ter cualitativamente diferente. Esta radicalizada «solución media»
LA REVOLUCIÓNNACIONALSOClALISTA DE 1933 ... 175
174 HEIDEGGER

se reveló al final peor que la «solución total». Pero en este punto os circunstanciales». Éste no puede «fracasar» como los prota-
sólo cabe hablar de un paralelismo, no de una identidad, con la «so- ~onistas de las tentativas de solució':1 mayor Y menor, Y por ello
lución media» y filosófica de Heidegger. permanece en el ámbito de lo cotidiano_ y de su mera_ sensatez.
Es por ello por lo que se debe subrayar con energía que los cam- Posiblemente, sólo una teoría que anahce el sistema hberal des-
peones y simpatizantes de la «gran tentativa de solución» fueron de la historiografía podrá ver en Heideg_ger tanto a uno de los ,agen-
la causa principal de la «tentativa de solución menor», y no ha de tes del fracaso como al defensor y legitimador de la soluc10n na-
aplicarse a Heidegger lo que sí ha de ser aplicado a Hitler, esto es, cionalsocialista. Éste es el fin de nuestros. esfuerzos, pero no hay
que lo «medio» resultó ser al final mayor (=moralmente más re- garantía alguna de su bue~ resultado. El siguiente esfuerzo se di;
probable) que lo total. En efecto, no es casualidad que el «socia- rigirá a examinar la cuest10n de s1 -:-Y, en caso af1rmat1vo, de que
lismo internacional» suscitara una simpatía mucho mayor en el manera- desde junio de 1934 Heidegger mtento consen;ar_ Y es-
mundo y, en especial, entre los intelectuales que el «nacionalso- clarecer su propia posición político-histórica, s1 contmuo ~1endo
cialismm>, sobre todo en su forma fascista. El fracaso de la «gran un simple «miembro habitual del parl!do» o s1 tal vez ren~go de su
tentativa de solución» no implica el fin de «izquierda eterna», de entero nacionalsocialismo para regresar a la <<0ntologia funda-
la «nostalgia de la revolución» o de la mirada utópica en los hom- mental».
bres. No obstante, debería parecer cada vez más paradójico el que
Georg Lukács, sin provocar demasiado escándalo, se permita con-
tar en su autobiografía que durante su actuación como comisario
político hizo fusilar a siete desertores del ejército, y que Emst Bloch,
sin provocar demasiado escándalo, pueda relatar que durante los
procesos de Moscú reprochó a los acusados el haber tenido «pie-
dad con los kulaks», mientras que Heidegger ha sido objeto de las
más graves acusaciones debido a meras declaraciones pronuncia-.
das, por cierto, durante la aún inestable fase inicial de 1933-193437 .
También es dudoso que tengan derecho a criticar a Heideg-
ger quienes adoptaron una posición determinada de entre las que
coexistían en el sistema liberal. En esa sociedad tiene más dere-
cho quien, ante una situación nueva, busca desarrollar una con-
cepción también nueva, un derecho mayor que sin duda se trans-
forma en ausencia de él cuando intenta imponerse de una forma
exclusiva, es decir, totalitaria. Así, Ott critica a Heidegger desde
su posición católica, viendo en él a un apóstata; y, así, Farías criti-
ca a Heidegger desde la Ilustración vulgar, que sueña con una hu-
manidad unitaria y homogénea.
Por último, tampoco es seguro que esté en su derecho el «mero
pluralista», quien acepta únicamente reformas aisladas y «esfuer-

37
Georg Lukács, Gelebtes Denken. Eine Autobiographie im Dialog, Franc_fort,
1981,p.105.
Ernst Bloch, Vom Hasard zur Katastrophe. Politische Aufsiitze 1934-1939,
Francfort, 1972, p. 354.
1934-1936• ¿DISTANCIAMIENTO DEL NACfONALSOCIALlSMO? 177

hablaba sobre la «anexión» de Austria y de la región de los Sudetes


con ojos encendidos. Su entusiasmo residía en que para él había sido
mucho más importante el sufrimiento de los alemanes de la región
1934-1936: ¿DISTANCIAMIENTO de los Sudetes que el de los judios en el Reich. Y él mismo no pasa-
DEL NACIONALSOCIALISMO? ba por alto en modo alguno que a la expropiación parcial de los ju-
díos alemanes le había precedido una expropiación total de los judí-
os (propietarios) en la Unión Soviética. De este modo, podía constatarse
En el plano de las informaciones y opiniones es posible en- una «íntima conformidad entre la revolución alemana y la rusa», lle-
contrar respuestas contradictorias a la pregunta de si Heidegger gando a definir los procedimientos alemanes corno «nna simplifica-
una vez concluido su rectorado y, en concreto, después del 30 d~ ción de los bolcheviques, basada en fundamentos pequeñoburgueses
Jumo de 1934, se «distanció completamente del nacionalsocialis- y románticos»'. Él mismo, sin embargo, hablaba con el mayor de los
mo» o. «continuó sien~º'. sin experimentar cambio alguno, nacio- respetos de Giovanni Gentile, que fue a lo largo de toda su vida un
nalsociahsta». Karl Low1th relata, en sus ya mencionadas rnerno- «ideólogo fascista», y por ello cayó durante la guerra.
nas, que a principios de 1936, cuando Heidegger marchó a Roma Por otra parte, Gerhard Ritter escribía a Karl, Jaspers en enero
con ~I objeto de pronunciar una conferencia en el Instituto de Cul- de 1946-por tanto, ya en el contexto de la «depuración política»,
tura !talo-alemán, el filósofo también fue a visitarle a él el anti- Jo que en modo alguno le resta credibilidad-: «Desearía añadir
guo discípulo «mitad judío», a la casa extremadamente humilde aún que él, corno me consta por el conocimiento exacto y firme
mcluso pobre, en la que vivía en calidad de exiliado· pero ni un~ que de ello poseo (siempre pertenecimos a una misma y común
sola vez en esa ocasión consideró Heidegger necesari¿ quitar de su tertulia filosófica), fue secretamente desde el 30 de junio de 1934
chaq~eta la ms1gma del partido. Durante la conversación, Li:iwith un acendrado adversario del nazismo, perdiendo también por com-
alud10 a una controversia surgida entre Hans Barth y Ernil Staiger pleto su fe en Hitler, que le había conducido en 1933 a cometer un
en el. Neue Zurcher Zeitung a propósito ¡:le una conferencia pro- funesto errorn 3 . También aquí podría resultar ilustrativo de la si-
n~nciada por Heidegger ante los estudiantes de Zúrich. Li:iwith ha- tuación de la época la exposición de otras citas del mismo autor,
bm afirmado que su toma de partido por el nacionalsocialismo re- como, por ejemplo, la de una carta dirigida a sus padres el 19 de
sidía en la_esencia de su filosofía. Heidegger asintió a ello sin mayo de 1934: «Entre tanto todo ha transcurrido con bastante tran-
reservas, anad1endo que su concepto de «historicidad» era el fun- quilidad en la Universidad. Heidegger ha dimitido de su cargo de
damento de su «puesta en marcha» política. «Tampoco dejó lugar rector, al igual que todos los decanos nombrados por él. Quien se
a dudas respecto de su fe en Hitler; éste habría subestimado dos ha convertido en su sucesor es un valiente casco de acero[ ... ].»
cosas tan sólo: la fuerza vital de la iglesia cristiana y las dificulta- Estas palabras se prestan a poner en duda aquella afirmación de
des relativas a la anexión de Austria» 1• Con el objeto de caracteri- Heidegger, según la cual su sucesor había sido considerado el «pri-
z:ir la «atmósfera de la época» ~ algunas declaraciones conternpo- mer rector nacionalsocialista de la Universidad de Friburgo». Ade-
1
i'
raneas podemos rnenc10nar aun algunos de los comentarios de
Liiwith. Así, Li:iwith habla de un colega judío al que había cono-
más, podríamos mencionar el relato de sus vivencias como segun-
do ponente en las tesis doctorales heideggerianas: «Todos los grandes
¡i' cido en .su posterior estancia en Japón, quien había sido fascista y filósofos de la historia mundial son anticipaciones, presentimien-
i tos, fases previas o meros testigos del pensamiento heideggeriano.
n il ~¡ En efecto, todos ellos'lfnuncian del mismo modo al maestro veni-
li !
1
Karl LOwith, Mein Leben in Deutschland vor und nach 1933. E'in Bericht
Stuttgart, 1986, p. 57. '
111 .•.• 2
Ibídem, p. 77.
3
Gerhard Ritter, Ein politischer Historiker in seinen Briefi:n, ed. por K. Sch-
[176] wabe y R Reichardt, Boppard, 1984, p. 409.
fl1
¡1¡ .

1:l1 !
178 HEJDEGGER 1934-1936: ¿DISTANCIAMIENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? 179

dero; o, en la medida en que no lo hacen, desoyen su auténtica mi- Pueblo»; el tema de la lección de Heidegger era, por primera vez,
sión histori.~gráfica. ¿Es esto historia o fantasía?» Aparte, Ritter «actual», y llevaba por título El Estado y la Ciencia; sin embargo,
habla tamb1en «de. los efectos producidos por el modelo ruso que no fue precisamente ésta la lección que el filósofo impartió, pues
ahora comienza a imponerse» . Este hallazgo es, pues, contradic- durante la segunda hora de la misma dio a conocer a sus alumnos
tono. Por tanto, debemos dirigirnos a los obras de Heidegger que que se proponía disertar sobre Lógica: ¿se trataba de una mani-
fueron pubhcadas en esta época, es decir, que tienen su raíz en esta festación o de una simple «acción de resistencia»? Justo entre las
época. Sin embargo, en primer lugar hemos de dirigir la mirada a kcciones y seminarios filosóficos aparecía, sin embargo, la Lucha
la «atmósfera», es decir, al programa de los cursos de la Universi- y victoria de la revolución nacional como tema de un pedágogo.
dad Albert-Ludwig. La oferta para el semestre de verano de 1933 Programadas como lecciones para oyentes de todas las facultades
parece ser aún del todo normal; en el programa aparece registrada se encontraban, entre otras, la de Erik Wolf sobre La idea del de-
una lección de Heidegger sobre las Cuestiones fundamentales de recho en el nacionalsocialismo, además de la Higiene social y po-
la filosofia [Grundfrage der Philosophie], y, de entre los catorce lítica demográfica, la doctrina alemana de la patria (raza, nacio-
«profesores ordinarios en activo», también se menciona al Dr. nalidad, patria). En el programa de los profesores se incluía aún a
Eduard Fraenkel como profesor titular extraordinario. Asimismo Eduard Fraenkel, si bien con la especificación «cesado», lo que de
también aparece el profesor Jonas Cohn como representante de lo~ hecho también ocurría, aunque sin especificación de ningún tipo,
no ordinanos en la Facultad; entre los profesores ordinarios inac- con Edmund Husserl; en cambio, Jonas Cohn había desaparecido
tivos se contaba el consejero áulico Dr. Edmund Husserl. definitivamente de la lista.
El programa de cursos del semestre de invierno de 1933-1934 En el semestre de invierno de 1934-1935, Heidegger dictó una
comienza con un comunicado del rector Heidegger, en el que ma- lección de dos horas sobre Holder/in, compartiendo además con
mf1esta que, según un decreto del 20 de agosto de 1933 el minis- Erik Wolf un seminario sobre Hegel acerca del Estado.
tro s~ría quien en adelante designara al rector, el cual, p;r su parte, Para el semestre de verano de 1935, Heidegger anunció su In-
habna de designar al canciller, a los decanos y a los senadores de troducción a la metafisica [Einfürung in die Metaphysik].
la Universidad. Claramente cambian de carácter las «lecciones para En el semestre de invierno de 1937-1938, el programa del per-
oyentes de todas las facultades». De entre éstas, junto a las leccio- sonal docente tampoco incluía ya a Edmund Husserl.
nes usuales, como la de Josef Sauer sobre el arte religioso del pa- Tal vez resulte sorprendente para el observador actual que una
sado, .se .encuentran cursos con títulos como los siguientes: La vida determinación, que cabe considerar como el resultado de un «pen-
economzca del pasado en su consideración histórica y política (li- samiento imperialista», pueda encontrarse ya mucho antes de la
beralzsmoJascismo y socialismo); La higiene racial y su significa- toma del poder de los nacionalsocialistas: «Serán tratados como
do para la política del pueblo; De los Campamentos de trabajo al nativos en los procedimientos de admisión aquellos estudiantes de
Servzczo del tr~.bajo; La poesía social y política en Alemania (des- procedencia y habla materna alemanas que sean oriundos de aque-
de la Revoluczon francesa); La germanidad limítrofe: el territorio llas regiones del Reich separadas por el Dictado de paz, así como
{
il fronterizo de la Alemania del Pueblo en el Oeste; La doctrina de la los gennano-austríacos, además de los germano-bálticos o los tran-
patria de la germanidad nacional. Heidegger había anunciado la silvanos, sajones o banatos suabos, siempre que presenten acerca
11,
lección De la esencia de la verdad [Vom Wesen der Wahrheit], y en de su condición [ ... ] los certificados correspondientes, así como
'!l en general los estudiantes que no sean alemanes del Reich, siem-
'[li los semmanos el tema lo constituían Fichte y Leibniz.
Para el semestre de verano de 1934 se podía encontrar justo al pre que aporten una documentación fidedigna que pruebe su ge-
111
comienzo el ya menc10nado «Círculo de Educación de Política del nealogía alemana.»
A lo largo de estos años tan sólo apareció una única publica-
ción de Heidegger: aquella conferencia romana titulada Holder/in
' Ibídem, pp. 269, 319. y la esencia de la poesía [Holder/in und das Wesen der Dichtung].
180 HEIDEGGER 1934~1936: ¿DISTANClAMlENTO DEL NAClONALSOCIALISMO? 181

Ésta fue publicada en diciembre de 193 6 en la revista Das Innere embargo, para que la historia sea posible se ha dado al hombre el
Reich. Al año siguiente, la editorial Albert Langen/Georg Müller lengnaje». El lengnaje no es primariamente un instrnmento [ Werk-
editaba una separata en dos tiradas. Así, a continuación me dirigi- zeug], sino que ante todo brinda por primera vez la posibilidad de
ré en primer lugar a esta conferencia, para abordar luego breve- «situarse en medio de la apertura [Offenheit] del ente». El lengna-
mente las lecciones de 1934-1935 Los himnos de Holder/in «Ger- je, la tierra y el mundo se pertenecen mntuamente.. «Tan sólo allí
manía» y «El Rin» [ Holderlins Hymnen «Germanien» und «Der donde hay lenguaje hay mnndo, es decir: el ámbito cambiante de
Rhein» J y a la del semestre de verano de 1936 El tratado de Sche-
decisión y obra, de acción y responsabilidad, pero también de ar-
lling sobre la esencia de la libertad humana (Schellings Abhand-
bitrio engañoso y mido, de caída y confusión. Tan sólo allí donde
lung über das Wesen der menschlichen Freiheit] (1809). La lección
el mundo impera hay historia.» Por ello, en realidad el lenguaje
del semestre de verano de 1935 Introducción a la metafísica debe
ser tratada con mayor detenimiento, ya que en el marco de nuestro acaece por vez primera en la conversación(«[ ... ] desde una con-
planteamiento es la que resulta, con mucho, más interesante y fe- versación somos y podemos oír unos de otros»)., Sin embargo, su
cunda. posibilidad interna depende áhora «de que el tiempo se abra con
La conferencia sobre HO!derlin lleva una dedicatoria que lla- sus prolongaciones», y con ello nos encontramos en el centro de
ma bastante la atención, y en ella se dice: «A la memoria de Nor- la propia filosofia de Heidegger. «Desde que el tiempo se levantó
bert von Hellingrath, caído el 14 de diciembre de 1916 en Verdún.» y se le hizo detener, desde entonces somo históricos», y Heideg-
Se trata, pues, de una de las referencias explícitas a la guerra mun- ger sólo parece volver a referirse a Hiilderlin cuando pone en co-
dial, referencias que han de ser contempladas en el contexto de la nexión el «devenir-palabra el mundo» y el «nombrar a Jos dioses».
«experiencia positiva de la guerra». La conferencia es una inter- Pero la consecuencia que extrae de ello es de igual modo una bo-
pretación de «cinco palabras conductoras», siendo su denomina- fetada en el rostro del entendimiento ordinario moderno: «El poe-
dor común las afirmaciones referentes a la esencia de la poesía. ta nombra a los dioses y nombra a todas las cosas en lo que ellas
Heidegger qmere poner de relieve que en Hi:ilderlin tal vez no se son: ese nombrar no consiste en asignar un nombre a algo ya co-
encuentre la esenciá general del arte poético del mismo modo que nocido de antell!ano, sino en que al decir el poeta la palabra esen-
en otros poetas. Y ello es así porque «esa entidad general que vale cial, mediante esa mención, el ente es nombrado por primera vez
así para todo lo particular es siempre lo indiferente, aquella "esen- como aquello que es. Así llega a ser conocido como ente. Poesía
cia" que nunca podrá ser esencial» 5• Para Heidegger, Hii!derlin es es fundación verbal del sern 6 . No parece que pueda haber nna res-
más bien, en un marcado sentido, «el poeta de los poetas». y como puesta más clara a la pregnnta por la relación entre ser y hombre,
tal pronunció afinnaciones sobre el lenguaje, al que solía llamar entre ser y ser-ahí. En efecto, el ser es una fundación o institución
«el más peligroso de los bienes». Pero el intérprete Heidegger tam- [Stifiung] del hombre, pero del hombre en la forma del poeta. Pare-
bién ofrece su propia definición: «¿Y quién es ahora el hombre? ce, pues, qne desde Kant hemos llegado así a la romántica «poesía
Aquel qu~ ha de dar testimonio [muj3 zeugen] de lo que él sea( ... ]. primitiva de los pneblos», pero seguramente continnamos estando
Pero, ¿que debe atestiguar [bezeugen] el hombre? Su pertenencia en la «conciencia trascendental», que precisamente ya no aparece
a la tierra. Esa pertenencia consiste en que el hombre es el here- como fundamentadora de la ciencia, sino como poética. De ahí qne
dero y el aprendiz en todas las cosas [ ... J. El ser-testigo [Zeuge- Heidegger pueda llamar a la poesía «el fundamento portador de la
sezn] de la pertenencia al ente en total acaece como historia. Sin historia» y rechazar tajantemente aqnella concepción que qniere
ver la poesía como un «fenómeno de la cnltura» o como la simple
5
«expresión» de un «alma de la cultnra». Antes bien, la poesía es
Martin Heidegger, «Hi:ilderlin und das Wesen der Dichtung>>, en Erliiute- «el nombrar fundacional del ser y de la esencia de todas las cosas:
runge.n zu HO!der~ins Dichtung, Francfort, 1944, p. 36; ed. cast., «HOlderlin y Ja
esencia de la poes1a», en Interpretaciones sobre la poesía de Hülderlin, trad. J. M.
Valverde, Ariel, Barcelona, 1983, p. 55. 6
Ibídem, p. 43; ed. cast., p. 61.
182 HEIDEGGER
1934-1936: ¿DISTANCIAMIENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? 183

no un decir cualquiera, sino aquél por del que sale por primera vez parece acercarse de nuevo al «existencialismo» del aislamiento ra-
a lo abierto todo eso de lo que luego hablamos y discutimos en el dical de Ser y tiempo?
7
lenguaje cotidiano» • Pero es evidente que esa «fundación>> no es La lección del semestre de invierno de 1934-193 5 se expresa-
entendida aquí en el sentido de un «hacer» o «proyectar», sino que ba de otro modo en un punto significativo que, como ya tendre-
el poeta obedece a la interpelación de los dioses; él está «expues- mos ocasión de ver, todavía no había desaparecido del todo en 1936.
to al rayo del Dios». Y ahora nos encontramos de nuevo con el con- Ahora se dice: «Ya oímos que la existencia histórica de los pue-
cepto de «pueblo»: «El decir del poeta es el captar de esas señas blos, inicio, apogeo y ocaso, tiene su origen en la poesía y de ésta
[Winke], para que ellas continúen haciendo señas [winken] a su procede el saber auténtico en el sentido de la filosofía, y en ambos
pueblo.» Sin embargo, para Heidegger no es ésta una verdad su- se funda la obtención del ser de la existencia de un pueblo en cuan-
pratemporal. La esencia de la poesía de Holderlin pertenece a un to pueblo mediante el Estado, la política. Ese tiempo originario e
tiempo determinado: «Pero no de tal manera que él tan sólo se con- histórico de los pueblos es, por ello, el tiempo d~ los poetas, pen-
forme a ese tiempo como a un tiempo ya existente. Sino que H61- sadores y creadores del Estado, es decir, de quienes propiamente
derlm, al fundar de nuevo la esencia de la poesía, comienza a de- fundan y fundamentan la existencia histórica de un pueblo. Ellos
terminar un nuev,o tiempo. Es el tiempo de los dioses huidos y del son los auténticos creadores[ ... ]. Los tiempos de los creadores: el
Dios por llegar. Este es un tiempo indigente, reflejado en una do- imponente equilibrio de la cordillera, las cumbres de las montañas
ble carencia y nada; en el ya-no de los dioses huidos y en el toda- que permanecen solitarias en el seno del éter, es decir, en la región
8
vía-no del Dios por llegar» • En esa situación, en la «nada de esa de lo divino. Esos tiempos de los creadores se elevan sobre la mera
noche», el poeta debe mantenerse firme y tomar sobre sí el «má- sucesión de los apresurados días en la superficialidad de lo coti-
ximo aislamiento». Sin embargo, es por obra de eso mismo por lo diano, y, sin embargo, no son ningún más allá fijo y atemporal,
que el poeta puede, «en representación y por ello con sinceridad, sino tiempos que se elevan por encima de la tierra y más allá, con
obtener para su pueblo la verdad». Mas, para Heidegger, ni Stefan su propio fluir y su propia ley» 9 •
George ni Gottfried Benn ni Reiner Maria Rilke eran poetas en el Resulta difícil contener el «fluir de la teoría crítica», teoría que
sentido de H6lderlin, y dificilmente se podrá decir que L6with se pretende reconocer aquí, de imnediato, la doctrina reaccionaria y
equivocó al titular como Heidegger, pensador en una época indi- antidemocrática de los «grandes hombres». Y, de hecho, la con-
gente [Heidegger, Denker in dürftiger Zeit] el libro que publicó en cepción heideggeriana de la «institución del ser» mediante «los
1953. ¿Dónde está, en 1936, «la excelencia y grandeza de la revo- creadores» se halla estrechamente conectada con otro concepto
lución nacional»? ¿dónde está «el Führer», entendido como «la re- «reaccionario», es decir, con el de la «comunidad». La «conversa-
alidad presente y futura y su ley»? ¿Quiere Heidegger ocupar aho- ción», que nosotros somos, presupone la «comunidad» originaria.
ra el lugar del fracasado Führer, que se ha revelado tan «indigente» Ésta «no comienza a formarse por la incorporación de relaciones
como aquella revolución? ¿Quiere Heidegger ser el mejor e inclu- de interdependencia -de este modo tan sólo se forma la socie-
dad-, sino que la comunidad es mediante la previa ob-ligación
so el único nacionalsocialista, mientras que este término político
[Bindung] de cada individuo con aquello que a cada individuo liga
ya no resulta adecuado en absoluto? ¿No será él el antinacional-
y determina» w Heidegger describe esta colectividad mediante el
socialista par excellence, en la medida en que pretende elevarse
ejemplo de la «camaradería del frente», en la que se hace espe-
por encima del Führer? Sin embargo, también quiere él obtener y
cialmente evidente la conexión existente entre la prestancia para
transmitir la verdad para «su pueblo». Y, por tanto, ¿no será me- la muerte, el aislamiento y la comunidad. Y cabe preguntarse si los
nos que un nacionalsocialista, es decir, un mero nacionalista que

9
7 Martin Heidegger, HOlderlins Hymnen «Germanien» und «Der Rhein», GA,
Ibídem, pp. 44 ss.; ed. cast., p. 63.
8 t. 39, pp. 5] SS.
Ibídem, pp. 44 ss.; ed. cast., p. 67. 10
Ibídem, p. 72.
184 HEIDEGGER 1934-1936: ¿DISTANCIAMIENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? 185

«dioses» son en absoluto algo más que simbolizaciones de la «co- apartado, desentendido» 12 . Es evidente que Heidegger parece es-
munidad», algo más que aquello que, por ser lo creído y venera- tar describiéndose a sí mismo en este pasaje. Y seguramente se
do, hace de las comunidades y pueblos lo que son. Ya en Hiilder- refiere también a sí mismo cuando cita la siguiente frase de Hol-
hn parece msmuarse esta impresión con una cercanía extraordinaria derlin, extraída de una carta dirigida a Bohlendorff: «Pero ellos
Y también Heidegger pone en conexión la «moral y usanza» con no pueden utilizarme.» Y también resulta evidente que el filóso-
los «templos», los «dioses» y la comunidad: «Sólo hay moral y fo no se considera a sí mismo un «exiliado interior» ni un «com-
u~anza donde _el templo y la imagen, en tanto que existencia his- batiente de la resistencia», pues deja bien claro que el nacional-
tonca de l?s d10ses, domman y ligan el cotidiano ejercitar y habi- socialismo como tal (pero ¿como cuál?) supone el «gran viraje»
tar.. Pero solo hay imagen y templo donde están aquellos grandes de la existencia alemana: «Si el gran viraje de su existencia no les
md1v1duos que, sabiendo y creando, preservan la inmediatez de la hace clarividentes, ¿a qué darles [a los alemanes] ya oídos para
presencia y ausencia de los dioses y llevan la diferencia decisiva a oír?» 13 • ¿Tal vez qui.ere Heidegger explicar que «el gran viraje»
la obra creada.» Para el fomento de la cultura y Jos programas cul- sólo podrá ser «la realidad presente y futura» cuando los alema-
turales, así como para el liberalismo, sobre el que aquellos se ba- nes reconozcan en Heidegger y no en Hitler al «gran creador»? El
san, Heidegger no tiene sino palabras de burla y desprecio. Sin em- filósofo dice, de hecho, que de lo que se trata es de qué posición
bargo, también se ha «desligado ya todo en el fondo, donde [ ... ] conquista para sí mismo <<nuestro pueblo» «en la gran opresión
templo, imagen y moral permanecen a la vista y continúan pro- de nuestra existencia, la cual debe atreverse de nuevo con los dio-
longando su existencia durante décadas, incluso siglos, y de este ses para así crear un mundo histórico». Y si en esto Holderlin ha
modo manl!enen despierta una moralidad eficaz de los individuos de ser el guía (según la exégesis de Heidegger), entonces no se
11
Y de los grupos» • Lo a:iterior podría ser también una descripción trata en modo alguno de rescatar al pueblo de su equivocación ni
de. «MeBkirch», y esa falta de fuerza de la patria «a la vista» es, de «limitarse a valorar políticamente nada más que las puras co-
evidentemente, uno de los motivos principales para la exigencia de sas que nos aportarán los próximos años, una vez cumplida Ja uni-
Heidegger de llevar «la íntima penuria de la muerte de los dioses ficación de las ciencias del espíritu» 14 • Si fuera cierto que la Ges-
a la experiencia esencial y a una larga permanencia». Sin embar- tapo tenía confidentes en las lecciones de Heidegger, entonces
go'. ¿no es precisamente por ello el futuro del «último Dios» (como habrían aguzado stis oídos al llegar a este pasaje. Y, sin duda, tam-
Heidegger dice en otro lugar) la «repetición» del pasado impoten- bién nosotros aguzamos los oídos y nos inquietamos ante las pa-
te, no se revela ya aquí Heidegger como un pensador eminente- labras de Heidegger sobre la «comunidad» y la «sociedad», sobre
men_te «religioso», y no podría disolverse ese carácter por la orien- los «dioses» y los «grandes creadores» o sobre los desposorios
tac10n hacia una comumdad plural, como la que sin duda se sigue entre dioses y hombres, en los que el pueblo parece haberse to-
dando aquí? mado de nuevo el día libre. Sin embargo, ¿no partía Marx con ab-
. De un mod.o u otro: lo que hemos de oír en este punto es una soluta evidencia del concepto de «comunidad»?, ¿y no es tal vez
cnt1ca a .la reahdad nac10nalsocialista y, con ello, un profundo dis- el capitalismo un sinónimo de «sociedad»?
tanciamiento de ella. Qmen toma su posición del único ( confor- Dirijamos ahora nuestra atención, muy brevemente, a una va-
me a la época) «lugar de penuria [Not] metafísica», «ése capta la riación bastante notable de la tipografía empleada por Heidegger
soledad como una necesidad [Notwendigkeit] metafísica, es decir, en la lección que ahora estamos tratando. En la página 73 se habla
ha de saber que precisamente en ella impera la más elevada inti- del lenguaje, entendido, al igual que en la conferencia de 1936,
midad [lnnigkeit] de la perte.nencia al eseyer [Seyn] [!]del propio como «institución [Stiftung] originaria del sern. En la página si-
pueblo, aun cuando la apanencia externa no muestre sino algo
'
!: " Ibídem, p. 135.
11
u Ibídem, p. 136.
Ibídem, pp. 98 ss. " Ibídem, p. 221.
186 HEIDEGGER 1934-1936: ¿DISTANCIAMIENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? 187

guiente se dice: «La poesía instituye el eseyer [Seyn]» (con «y»). del siglo XIX 16 • La referencia a Nietzsche y a su concepto de <<nihi-
Sin embargo, no aparece aclaración alguna al respecto, y no pue- lismo» raya la identificación, aun cuando al final se la ponga en
de reconocerse ninguna alteración en el significado. En la página cierto modo entre paréntesis: «Hay cultura e instituciones cultura-
288 se dice que el lugar metafísico de la poesía holderliniana es les, hay Iglesia y hay sociedad. Los individuos pueden aferrarse a
«el punto medio del eseyer mismo, el eseyer de los semidioses, el la integridad personal y permanecer satisfechos con ello, pero de
eseyer del hombre, de nuestro poeta». Y de nuevo se pregunta el todo eso, tomado en su conjunto, no surge nada más; de ahí no sa-
entendimiento humano normal: ¿se trata de una mera curiosidad o len ya ninguna medida ni impulsos creadores, tan sólo hace que
esconde una profundidad especial de sentido que ha de ser des- todo prosiga. El abandono y desamparo interiores crecen hasta lo
cifrada? desmedido. Lo que pertenece a abajo, viene hacia arriba; lo que
Lo que Heidegger ofrecía en la lección sobre la disertación de tan sólo es una astuta invención es presentado como una obra crea-
Schelling Sobre la esencia de la libertad humana era, por así de- dora» n Pero esta renovada «crítica a la cultura» o «crítica al pre-
cirlo, un pensamiento de profundidad controlada, o sea, la profun- sente» no descarta el que Heidegger se manifieste sobre la Grecia
didad de sentido que enc.ierra la disertación sin duda más pene- antigua (y con ello, como veremos, indirectamente sobre Alema-
trante y acabada de Schelling, interpretada ahora por un pensador nia) de un modo que Farias ha percibido como exclusivista o sim-
que se ha alejado -supuesta o realmente- de aquella agresivi- plemente «racista», por emplear aquí la palabra en boga: «Con la
dad y de aquella obstinación tan características de su tratamiento palabra sistema no sólo se nombra al lenguaje del que viene lapa-
de los textos griegos. labra, sino al pueblo, a la fuer:za creadora de aquel pueblo que en
A su comienzo nos encontramos con una de esas exposiciones sus poetas, pensadores, hombres de Estado y artistas ha efectuadq
tan infrecuentes en Heidegger sobre una situación «de la historio- sobre el todo del escyer la mayor acometida configuradora jamás
grafía comúm>, como la situación en la que se encontraba Alema- acontecida en la historia occidental» rn ¡Acometida, fuerza crea-
nia en torno a 1809. La frase que más llama la atención es la si- dora!; ¿no se encuentran estas expresiones en el centro mismo del
guiente: «1809: Napoleón dominaba, es decir, oprimía y ultrajaba presunto viraje desde el entero subjetivismo del «proyecto» [Ent-
a Alemania.» Sin embargo, apenas dos páginas más adelante con- wurj], tal y como se lo percibió o creyó percibir en Ser y tiempo?
cluye la exposición con una declaración general: «Y no tardó en ¡Y «el todo del eseyern ! Si la nueva tipografía tiene sentido, en-
revelarse la profunda falsedad de aquellas palabras que Napoleón tonces habrá de ser más tajante la separación entre el «eseyern y
dijo a Goethe en Erfurt: la política es el destino. No, el espíritu es el ente de lo que lo es en el caso del «Ser», que ahora es, por vez
el destino l destino es el espíritu. Pero la esencia del espíritu es la primera, el «ser del ente», revelando una relación difícil de captar
libertad» 1 • con el «ente en total». Pero ¿y el todo del eseyer?
Naturalmente, lo anterior está dicho sobre la base de la diser- Sin embargo, hay algo que enseguida resulta evidente, es de-
tación de Schelling, pero en este punto parece sugir la pregunta de cir, que Heidegger no equipara esa «acometida» griega con lamo-
si la filosofía de Heidegger no será, en efecto, una «filosofía del derna «conquista del mundo». Ésta aparece valorada negativamente
espíritu y de la persona» en la estela del idealismo alemán. Y tal en su conexión con el autodespliegue del sujeto, con la «técnica»
vez sea un indicio de ello la manera desdeñosa con la que Hei- y la ratio, si bien ello no significa que se la rechace sin más. No
degger pasa, con bastante rapidez, a través de conceptos tales como obstante, Heidegger ve cumplido por primera vez ese punto de vis-
los de «visión del mundo», «ideología», «superestructura» o «cla- ta en el idealismo alemán, porque aquí ya no se limita a reprodu-
ses», conceptos que en su conjunto son subsumidos al liberalismo cir e interpretar las manifestaciones de opinión de pensadores in-

15
Martín Heidegger, Schellings Abhandlung über das Wesen der menschlischen " Ibídem, p. 22; ed. cast., pp. 22-23.
17
Freiheit, Tubinga, 1971, pp. 1, 2; ed. cast., Schelling y la libertad humana, trad. Ibídem, p. 27; ed. cast., p. 28.
A. Rosales, Monte Ávila, Caracas, 1990, pp. 1-2. 13
Ibídern,p. 31; ed. cast.,p. 31.
~
1

188 HEIDEGGER 1934-1936: ¿DISTANCIAMIENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? 189

dividuales, siuo que «se reconoce a la historia del pensar y del sa- desechadas en el texto impreso. En ellos se decía: «Los dos hom-
ber una ley de movimiento propia, y se la concibe como lo más in- bres que han encabezado el movimiento de reacción contra el nihi-
terno de la historia misma» 19 • Con ello se fija el camino para una lismo, cada uno de ellos de un modo díferente, son Mussolini e Hi-
«historia de la verdad», y en este punto parece como si Heidegger tler. Los dos han aprendido de Nietzsche, los dos de un modo
tratara su «historia del ser» como una variante de la historia del es- esencialmente diferente. Con ello, sin embargo, la región auténti-
23
píritu absoluto de Hegel y Schelling. También habla Heidegger, si ca de Nietzsche no ha alcanzado aún validez» . Mas, la exposi-
bien con brevedad, sobre Spinoza, siendo éste uno de los pocos lu- ción deviene controversia y, a la vez, enteramente filosófica en
gares en los que el filósofo utliza el adjetivo «judío» por sí mismo aquel pasaje en el que Heidegger díscute el concepto de Schelling
y no como parte de la expresión compuesta «j udeo-cristiano». A de la «absoluta indiferencia», a partir del cual pasa a fundamentar
juicio de Heidegger, la filosofia de Spinoza no debe ser identifi- su propia concepción. Según ésta, la «esencia de todo eseyern se-
cada con la «filosofia judía», como ya lo demuestra la expulsión ría la finitud, puesto que el eseyer no puede ser dicho del absolu-
del pensador de la comunidad semítica'º. Y es posible advertir una to. De ahí que «tan sólo lo finito existente tenga'el privilegio y el
referencia a la actualidad de la época cuando Heidegger subraya, dolor de estar en el eseyer como tal y de experimentar lo verdade-
en conexión con Schelling, la oposición existente entre el «ánimo ro como ente» 24 .
alemán» y el «modo de pensar mecanicista d? Occidente», aunque, Hemos dejado para el final la lección del semestre de verano
sea como fuere, la prosecución de la «entereza de ánimo» exige un de 1935 Introducción a la metafísica, y ello por ser la que guarda
pensar más firme y resuelto 21 . En general nos inclinamos a decir una mayor proximidad temporal cou el compromiso político de
que la doctrina de Schelling del «fundamento en Dios» y del de- 1933-1934, así como por contener la mayor parte de las referen-
venir-espíritu del egoísmo en el hombre dificilmente podía ser in- cias «políticamente actuales». Aparte, se trata de una de las lec-
terpretada con mayor claridad, aunque esa interpretación también ciones de Heidegger más fáciles de comprender. Ello se muestra
podría haberla dado un buen historiador de la filosofia. Sin em- también en que ya al principio aborda con íntima comprensión las
bargo, parece bastante heideggeriana, amén de una solapada alu- objeciones planteadas por el «entendimiento humano normal», que
sión al compromiso de 1933, la afirmación de que las formas más encuentra inconcebible la pertenencia mutua de «hombre» y «sern.
elevadas de la decisión son el entusiasmo, el heroísmo y la fe, y «¿Qué es entonces ese ente? Representémonos la tierra en el seno
también el que se considere característico del heroísmo «el más de la oscura inmensidad del espacio cósmico. Comparativamente,
claro saber de la unicidad de la existencia recibida, la más dura- es un minúsculo grano de arena [ ... J. ¿Y qué es la extensión tem-
dera resolución a llevar el curso de esa existencia a su cenit, la poral de una vida humana en el curso del tiempo de millones de
seguridad, que permanece insensible frente a la propia grandeza, años? Apenas una sacudida del segundero, un suspiro. Dentro del
y por último y en primer lugar el poder callar [Schweigenkon- ente en total no cabe hallar ningún fundamento legítimo para en-
nen]; no decir nunca aquello que la voluntad propiamente sabe y cumbrar, precisamente, al ente que se llama hombre y al que por
22
quiere» • Estas frases también habrían podido aparecer en el Dis- casualidad pertenecemos»25 • En efecto, Heidegger tan sólo pone
curso del rectorado, aunque lo que ahora se dice es menos con- de manifiesto en primer lugar que el preguntar de la pregunta fi-
creto. Y en este punto hemos de mencionar el hecho extraordi- losófica hace del hombre un ser vivo singular, que únicamente tie-
nario de la existencia de algunos pasajes que, según afirma Otto ne conocimiento de «la nada» y, en esa medida, «del ser». Con ello
Piiggeler, se encontraban en la lección original pero fueron luego
23
Otto POggeler, Heideggers politisches Selbstverstiindnis (Bibl. n" 5), p. 37.
19 24
lbídc1n, p. 58; ed. cast., p. 58. Ibídem, p. 195.
20 25
Ibídem, p. 80; ed. cast., p. 81. Martín Heidegger, Ein:führung in die Metaphysik, Tubinga, 1976 (4.ª ed.;
21
Ibídem, p. 108; ed. cast., p. 109. l.ª ed., 1953), p. 3; ed. cast., Introducción a la nietaflsica, trad. E. Estiú, Nova,
22
Ibídem, p. 189; ed. cast., p. 192. Buenos Aires, 1956, p. 40.
190 HEIDEGGER 1934-1936: ¿DISTANCIAMIENTO DEL NACIONALSOCIALISMO'! 191

también comparte la filosofía esta singularidad, y desde luego de misma en su incurable ofuscación, se encuentra hoy presa en unas
una forma imponente, no pudiendo, por ello, «encontrar nunca un grandes tenazas, entre Rusia, de una parte, y América, de la otra.
eco inmediato en su correspondiente hoy». Sin embargo, ella pue- Tanto Rusia como América son, contempladas metafísicamente,
de «estar en íntima consonancia con el auténtico acaecer de la his- lo mismo; la misma furia desesperada del desenfreno de la técni-
29
toria de un pueblo»26 . Así pues, Heidegger parece caracterizar su ca y de la falta de base de la organización del hombre normal» •
actividad del año 1933 como un error, pero reclama para su filo- Lo que Heidegger tiene ante la vista es, obviamente, el avance de
sofía un puesto aún más elevado, si bien todavía «nacional» [vol- la «civilización mundial», del universal «a-lejar» que él mismo pa-
kisch] o «popular» [volkhafi]. Y del poetizar del poeta y del pen- recía haber descrito de un modo neutral en Ser y tiempo, pero que
sar del pensador se dice tan sólo que «en ellos se despeja tanto el ahora (aunque en el fondo ya en aquella época y en su juventud)
espacio, que cualquier cosá, un árbol, una montaña, el canto de un entiende como una «caída espiritual». Dentro de ésta, «el tiempo,
pájaro, pierde totalmente su indiferencia y su ser-habituales en cuanto_historia, ha desaparecido de la existencia de todos los
27 pueblos», «el boxeador pasa por ser el gran hombre» y «triunfan
[Gewohnlichkeit]» • Aquí sale a la luz uno de los motivos funda-
mentales de Heidegger: el despojar a las cosas «habituales» de su los millones de actos de masas». ¿No es esto una clara crítica del
ser-habituales y hacer que puedan ser contempladas como lo ex- nacionalsocialismo y de su esencia arraigada en las masas popu-
traordinario que ellas son. Sin duda, ningún füósofo se había ocu- lares (por supuesto, con ello aludimos también, indirectamente, a
pado antes que Heidegger de los árboles y del canto de los pája- Max Schmeling), pues ese movimiento se incluye como un fenó-
ros; pero en cualquier caso la filosofía ha de poder decir algo meno más entre otros de la «civilización mundial»? De hecho, den-
extraordinario sobre el ser del pueblo. Sin embargo, Heidegger bus- tro de la caracterización general todas las diferencias parecen ha-
ca de nuevo, en primer lugar, la aporía: «Un Estado es. ¿En qué berse desvanecido, «pues el oscurecimiento del mundo, la huida
consISte su ser? ¿En que la policía estatal detenga a un sospecho- de los dioses, la destrucción de la tierra, la masificación de los
so, o en que en el Ministerio del Reich tecleen tantas y tantas má- hombres y la sospecha que odia todo lo creador y libre ya ha al-
quinas de escribir y tomen dictados de los secretarios de Estado y canzado en la tierra una dimensión tal, que desde hace tiempo se
consejeros ministeriales? ¿O el Estado "es" en la entrevista del han convertido en objeto de risa categorías tan infantiles como las
Führer con el ministro inglés de Asuntos Exteriores? El Estado es. de pesimismo y optimismo»'º. Pero ¿no hemos de hablar aquí de
Pero ¿dónde se adhiere su ser? ¿Se adhiere a algún lugar en abso- un «pesimismo lleno de futuro», que alcanza a ver la «destrucción
luto?»"- Heidegger se refiere aquí a situaciones políticas, y uno se de la tierra» en una época en la que aún no existían ni los ordena-
mclinaria a ver una crítica o simplemente una actitud de resisten- dores ni la energía atómica, y en la que aún no cabía percibir de
cia oculta a medias en la mención de la policía de Estado y de las una forma adecuada la «explosión demográfica»? Y, pese a ello,
máquinas de escribir que teclean en los ministerios. Sin embargo, este pesimista filosófico descubre esas distinciones y ve en los
también menciona un suceso político concreto, la conversación sos- EEUU y en «Rusia» a los protagonistas de la ruina, afirmando res-
tenida por Adolf Hitler con el ministro de Asuntos Exteriores sir pecto de Alemania algo que resulta extraordinariamente positivo:
John Simon (y con el lord del Sello Privado Anthony Eden) el 25 «Nos encontramos presos en unas tenazas. Nuestro pueblo expe-
y el 26 de marzo de 1935, y respecto del Führer no se aprecia nin- riencia el atenazamiento más agudo como un hallarse en el medio.
gún acento negativo. A las frases anteriores les sigue, poco des- Es el pueblo con más vecinos y, por tanto, el más amenazado; y,
pués, una declaración sobre el «sern de Alemania y, al mismo tiem- sobre todo, el pueblo metafísico» 31 • Y en modo alguno podemos
po, de Europa: «Esta Europa, siempre a un paso de apuñalarse a sí omitir que en este punto Heidegger establece una diferencia de

2
26
Ibídem, pp. 6 ss.; ed. cast., p. 45. '} Ibíde1n, p. 28; ed. cast., p. 73.
27 30
Ibídem, p. 25; ed. cast., p. 62. Ibídem, p. 29; ed. cast., p. 73.
28 31
Ibídem, p. 27; ed. cast., p. 70. Ibídem, p. 29; ed. cast., p. 73.
192 HEIDEGGER 1934-1936: ¿DJSTANCIAMfENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? 193

esencia entre la Alemania nacionalsocialista, por nna parte, y los to en la regulación marxista de las relaciones materiales de pro-
EEUU, así como la URSS, por otra. Pero, de ignal modo, es claro ducción como en el cientificismo positivista o como «en Ja con-
35
que la expresión «con más vecinos» posee un significado tan po- ducción organizada de las masas y razas de un pueblo» : Ello
sitivo como el concepto «metafísico». E igualmente obvio resulta, supone una clara equiparación del bolchevismo con el nac1onal-
pues, que Heidegger debió ser un firme adversario de aquella ten- socialismo, y uno se pregunta cuál es en realidad ese «nosotros»
tativa de «sometern a los «vecinos» y de abandonar Alemania a la que se encuentra «preso en unas tenazas». No obstante, hay algo
«organización carente de base [boden/os]», no sólo de la técnica, que hasta ahora apenas si ha sido mencionado expresamente y que
sino de los actos de masas. Por ello se ve obligado a conectar su parece llevar la primacía en negatividad, pues Heidegger lo defi-
esperanza con una condición: «Precisamente, si la gran decisión ne como «la última mala interpretación del espíritu». Ello tiene
sobre Europa no debe pasar por la aniquilación, entonces sólo po- lugar cuando el espíritu, entendido como inteligencia orientada a
drá hacerlo por el despliegue de nuevas fuerzas espirituales e his- fines, y el espíritu, entendido como cultura, se c'?nvierten en es-
tóricas, procedentes del punto medio» 32 . ¿Apela aquí Heidegger, pectáculo y ostentación. «El comunismo ruso, tras una conducta
por tanto, a una renovación o modificación del nacionalsocialis- inicial puramente negativa, pasó inmediatamente a convertlrse en
mo? En todo caso, él no entiende la decisión futura como el en- un táctica propagandística semejante»"- Y en qué escasa medida
cuentro bélico de una «guerra civil mundial» dirimida en suelo quería Heidegger retractarse o renegar del comportamiento mos-
europeo, pues los partidos ideológicos le resultan, por estar fun- trado en 1933 se manifiesta en su recurso a la definición del es-
dados en hechos, demasiado similares entre sí y faltos de espíri- píritu elaborada en su discurso rectoral («El espíritu no es, ni sa-
tu. Ninguno de ellos, sin excepción, llegan a concebir tan siquie- gacidad vacía[ ... ] ni el ejercicio desenfrenado de los análisis
ra la «pregunta por el sern, pregunta que Heidegger quiere situar lógicos, pero tampoco la razón del mundo, sino que el espíritu es
en el punto central. Sin embargo, hay indicios que apuntan a que la resolución, originariamente acordada, de estar abierto a sa-
Heidegger consideraba inevitable una lucha armada de la Europa biendas a la esencia del sern) y adopta una nueva formulación que
unificada en torno a Alemania contra la bárbara furia de las dos pertenece al ámbito de nuestra tercera pregunta conductora: «El
gigantescas potencias continentales: «Por ello pusimos en cone- espíritu es la habilitación de los poderes del ente como tal y en to-
xión la pregunta por el ser con el destino de Europa, en el que se tal. Donde domina el espíritu, el ente como tal es siempre y en
decidirá el destino de la tierra, por lo que nuestra existencia his- cada caso más ente.»
tórica se muestra para Europa misma como el punto medio» 33 • Si, Si el ente, por obra del preguntar del espíritu, puede llegar a ser
en lo que atañe a América y a Rusia, Heidegger ni siquiera se con- «más ente» [seiender], entonces también podrá llegar a ser «Sin
tenta con la caracterización del «desmedido "así sucesivamente'' sern [seinlos] por obra del desarraigo de la inteligencia: «En ver-
de lo siempre igual e indiferente», sino que advierte un «cambio dad, aún sigue habiendo el ente. Su mezcla se da más pura y am-
37
repentino» de la cantidad en la cualidad, a saber, los «embates de plia que antes, pero el ser se ha retirado de él» • El preguntar de
eso que, al atacar toda jerarquía y espiritualidad del mundo, las la pregunta del ser es para Heidegger, por tanto, la condición fun-
hace pasar por mentiras y las destruye»; se trata, en efecto, del damental «para refrenar el peligro del oscurecimiento del mundo
«embate de aquello que llamamos lo demoníaco (en el sentido de y, con ello, para aceptar la misión [Sendung] históricl18 de nuestro
lo maligno destructor)»34 • Lo «demoníaco» nace, según Heidegger, pueblo, que se halla en el punto medio de Occidente» . Por tant~,
de interpretar el espíritu en el sentido de inteligencia, esto es, como para Heidegger todavía son posibles el «refrenar» (¡el oscurec1-
un mero instrumento. Esta falsificación del espíritu se cumple tan-
35
Ibídem, p. 36; ed. cast., p. 82.
36
" Ibídem, p. 29; cd. cast., p. 74. Ibíde1n, p. 37; cd. cast., p. 84.
37
" Ibídem, p. 32; ed. cast., p. 77. Ibídem, p. 48; ed. cast., p. 96.
34 38
Ibíde1n, p. 35; ed. cast., p. 81. Ibídem, p. 38; ed. cast., p. 85.
194 HEIDEGGER J934-1936: ¿DISTANCIAlV!IENTO DEL NACIONALSOCIALISMO? 195

miento del mundo!) y la «misión» del pueblo, y no suponen algo chichte ]» 41 . Todavía yuxtapone, dentro de una misma categoría, el
más absurdo que pretender buscar el camino hacia esa meta me- «decir poético, el proyecto de pensamiento, el formar que cons-
diante el retroceso desde el nacionalsocialismo a la República de truye, el actuar creador del Estado», aunque ya se perfila aquella
Weimar. En esta lección aparecen, por cierto, expresiones en las primacía de la poesía en tanto que «devenir-palabra el sern, que no
que Heidegger aún parece utilizar el «nosotros» de los revolucio- tardará en desplazar aJa acción creadora de Estado. Sin emhargo,
narios nacionalsocialistas: «Siempre ha de inculcarse de nuevo no logro convencerme de que ya en 1935 Heidegger no se consi-
que precisamente nosotros, por atrevemos a la gran y larga tarea derara a sí mismo vinculado con la «interna verdad y grandeza»
de derribar un mundo envejecido y de reconstruirlo de verdad, es del movimiento nacionalsocialista, si bien ya había separado por
decir, históricamente, tenemos que saber la tradición. Y hemos de completo esa verdad y grandeza de los actos propagandísticos de
saber más, es decir, de un modo más riguroso y obligatorio, que masas, de la policía de Estado y de la burocracia. La verdadera
todas las edades precedentes y todos las revoluciones anteriores a cuestión es la de si seguía viendo en Hitler al «gran creador» y
nosotros» 39 • «fundador del Estado». Tal vez pueda ofrecernos· alguna informa-
Debemos tener presentes todas estas afirmaciones de aparente ción al respecto su artículo sobre la esencia de la obra arte, que fue
el último de los trabajos escritos por Heidegger en 1936.
e irreconciliable contradictoriedad al dirigimos a una frase que,
desde el grito de indignación pronunciado por Jürgen Hahermas
en 1953, se ha convertido en la parte mejor conocida y peor afa-
mada de la presente lección: «Para colmo de las desgracias, lo que
hoy por todos lados se ofrece como filosofia del nacionalsocialis-
mo, pero que nada tiene que ver con la interna verdad y grandeza
de este movimiento (a saher, con el encuentro de la técnica plane-
tariamente determinada y del hombre moderno), hace su pesca en
las turbias aguas de los "valores" y las "totalidades"»40 .
De lo anterior se desprenden problemas diversos. Así, por ejem'
plo, cabría preguntarse si Heidegger queria decir «de este» movi-
miento o «del» movimiento; y, en conexión con lo anterior, cabría
preguntarse si la parte de la frase escrita entre paréntesis es con-
temporánea al resto o fue introducida con posterioridad. Pero lo
notable de todo ello reside en que Heidegger, en el caso de haber
escrito simultáneamente el texto entre paréntesis, habría visto la
grandeza del nacionalsocialismo precisamente en un aspecto que
tiene en común con los EEUU y la Unión Soviética. Sin embargo,
ello es altamente improbable. Atendiendo a otras afirmaciones pre-
sentes en la lección mentada se hace evidente que, en este punto,
Heidegger se atiene aún al concepto de 'Estado entendido como
polis, como «estación histórica [Geschichtstatte], el ahí en el cual,
a partir del cual y para el cual acaece [geschieht] la historia [Ges-

39
Ibídem, p. 96; ed. cast., p. 159.
40 41
Ibídem, p. 152; ed. cast., p. 228. lbídc1n, p. l 17; ed. cast., p. 184.
LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: 1936/1937-1939 197

Erich Jaensch, Carl Schmitt, Karl Haushofer y Heidegger. Cierta-


mente, de lo que se trataba en Ja unificación de aquellas funciones
era de un proceso de gran trascendencia para el futuro. Pero la de-
LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS claración suscrita por las personalidades mencionadas fue para Hei-
A LA GUERRA: 1936/37-1939 degger, al contrario que la·)Jroclama de noviembre de 1933, un acto
meramente formal, lo que induce a poner en duda sus propias decla-
raciones y las de Gerhard Ritter a propósito del significado del 30 de
Hasta cierto punto, la división que he adoptado es arbitraria y junio de 1934. Resulta más plausible pensar que en agosto de 1934
forzada, y ello debido, sobre todo, a la abundancia de material. Sin Heidegger no había perdido del todo su confianza en Adolf Hitler.
embargo, podría decirse que Ja fase de la «restitución nacional» Farías añade que Heidegger había colaborado hasta septiembre
concluyó con la ocupación de la región del Rin en marzo de 1936. del mismo año en la construcción de una «Academia de Docentes
Y así, paulatinamente, la Alemania nacionalsocialista se fue enca- Universitarios del Reich Alemán». Pero, si atendemos a la respuesta
minando hacia la gran guerra, ya que la naturaleza misma del mo- ofrecida por Heidegger ante el requerimiento del secretario de Es-
vimiento impedía que permaneciera estacionaria. Su preludio fue tado, Stuckart, lo que llama la atención es que Heidegger prescin-
el gran triunfo del año 1938, cuando se produjo la «reincorpol'i;l- da del concepto de «campamento» y cambie de rumbo hacia el ideal,
ción de Austria al Reich» y Ja «liberación de Jos alemanes de lo) más bien «monástico», de un trabajar-juntos de los enseñantes con
Sudetes». Sería muy posible que esa tendencia y esos sucesos huc aquellos a Jos que enseñan, colaboración que debía superar aque-
hieran dejado huella en la obra de Heidegger. Si así fuera, ello mar- lla fragmentación de las ciencias que Heidegger ya había caracte-
caría una nítida distinción entre los «últimos años previos a la gue- rizado de una forma tan negativa en ¿Qué es metafísica?
rra» y la primera época tras el final del rectorado. Sin embargo, Farías alcanza una de las cimas de su cuestionable polémica allí
éste no es el caso, o al menos no Jo es hasta el punto de que sea donde hace llamar la atención sobre un artículo de Elfride Hei-
claramente reconocible en las obras publicadas. degger-Petri, titulado Pensamientos de una madre sobre la educa-
No obstante, de nuevo hemos de comenzar regresando al pla- ción superior de señoritas [ Gedanken einer Mutter über hohere
Miidchenbildung], artículo que apareció en Ja revista de un peda-
no de Ja existencia ordinaria, en el que tanto Farías como Ott han
gogo. En la edición francesa del texto, Parías anota que la publi-
intentado identificar a Heidegger como un miembro «habitual» e
cación tuvo Jugar durante Ja guerra; por tanto, algunos años des-
«inalterado» del partido, no pudiendo trazar en este punto las co-
pués de haber recibido Ja Cruz de Caballero. (El lector de la edición
ordenadas temporales exactas. Farías cree demostrar que Heideg-
alemana fue lo bastante inteligente como para abogar por Ja su-
ger continuó siendo «el de antes», incluso tras la dimisión de su
presión de esa frase.) El artículo se sitúa, a juicio de Farías, «en el
cargo de rector. En este sentido introduce en primer lugar una de-
contexto de Ja imagen nacionalsocialista de Ja mujern, siendo para
claración de Jos científicos y representantes de Ja vida cultural de
él, por tanto, una nueva prueba del inquebrantado nacionalsocia-
la época, en la que, en agosto de 1934, se exhortaba al pueblo ale-
lismo del filósofo. Ahora bien, no es de antemano ilícito, desde
mán a dar su consentimiento a la unificación de las funciones de
luego, considerar también las posibles influencias procedentes del
canciller y presidente del Reich en la persona de Adolf Hitler. El
ámbito familiar. Yo mismo he subrayado que el matrimonio de Hei-
objeto de la declaración era el de «presentar ante el mundo la prue- degger con la hija de un alto oficial de confesión protestante y
ba de la unidad y armonía del pueblo alemán y de su voluntad de. orientación prusiana no era un mero hecho privado, y ello en la me-
libertad y honorn. Esta declaración fue suscrita, entre otros, por los dida en que gracias a esa uníón pudo el joven Heidegger entrar en
profesores Nicolai Hartmann, Eugen Fischer, Werner Sombart, - contacto con un medio para él extraño hasta ese momento. Sin em-
bargo, la argumentación de Parías parece tener la finalidad de de-
[196] mostrar una suerte de corresponsabilidad intelectual de la familia
198 HEIDEGGER LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: 1936/1937-1939 199

del filósofo. Ese propósito es, sin embargo, cuestionable, pues en ofrecimiento el 3 de junio de 1936, alegando «consideraciones de or-
el artículo aparece formulado, en medio de una fraseología por lo den general». Farias infiere de todo ello que Heidegger seguía dis-
general nacionalsocialista, una concepción que cabría denominar frutando en 1936 de una gran confianza por parte de los activistas
«progresista», incluso «feminista». nacionalsocialistas; creo, no obstante, que no habria sido necesario
Desde la perspectiva de Ott, el persistente nacionalsocialismo solicitar al Ministerio informes sobre la persona de Martin Heideg-
de Heidegger adoptó durante estos años su expresión más clara en ger si todos le hubieran tenido por un ((llacionalista puro». El resto
el informe, negativo o ambivalente, que elaboró el filósofo sobre de las actas consisten en solicitudes de permiso y las correspondien-
los trabajos realizados por los discípulos de Martin Honecker. En tes respuestas a las mismas; en cualquier caso, cabe destacar las lí-
ese informe se hace manifiesta su hostilidad contra el concepto de neas finales de una solicitud fechada el 17 de julio de 1943, que reza
«filosofía c1istiana». Esa animosidad, sin embargo, no es en modo como sigue, y, por cierto, sin hacer uso del «.Heil Hitler»: «La soli-
alguno específicamente nacionalsocialista, y las conclusiones ex- citud que expongo no concierne a un interés personal por el fomen-
traídas por Ott sólo resultan valiosas porque relativizan algunas to de la propia labor, sino al saber de la determinaCión histórica del
afirmaciones sostenidas por Heidegger en Hechos y pensamientos pensamiento filosófico alemán en la historia futura de Occidente.»
[ Tatsachen und Gedanken]. '\ Con ello damos por cumplido el tránsito desde el aroma de esos
A primera vista parecen de gran interés las actas del partido re- años que Farías y Ott han tomado tan en serio, hacia las obras, en
ferentes a Heidegger, que se encuentran en el «Centro de Docu- las que habla el pensador Heidegger.
mentación de Berlín». Sin embargo, si hay alguna colección de do- El artículo «El origen de la obra de arte» [«Der Ursprung des
cumentos que no diga nada, ésa es la ahora mencionada, a menos Kunstwerkes»] remite a una conferencia pronunciada en Friburgo
que alguien, por imprudencia, quiera interpretar en un sentido sen- en noviembre de 1935 y, posteriormente, en Zúrich en enero de
sacionalista el factum consistente en que ella no contiene ninguna 1936. La primera edición, publicada después de la guerra en Holz-
declaración en la que Heidegger exprese su separación del parti- wege, contiene tres conferencias que habían sido pronunciadas en
do. En los expedientes personales del Ministerio del Reich y del noviembre y diciembre de 1936 en la Freie Deutsche Hochstift.
Ministerio prusiano para la Ciencia, la Educación y la Instrucción Y en ninguno de los lugares de la obra de Heidegger resulta tan
del Pueblo, cumplimentados por el propio Heidagger, llama la aten- claro como en éste el significado de aquella tesis, según la cual la
ción que se hallen recorridos por diversos apartados: «Campo de verdad del enunciado no'es la forma más originaria de la verdad.
investigación especial», «Título, orden y distinción honorífica», Heidegger comienza afirmando que el concepto moderno de
«Afiliación a asociaciones nacionales». Heidegger había presen- razón fuerza a las cosas y representa un «asalto» [Angriffl. Pero
tado en marzo de 1936 una declaración en la que afirmaba no ha- tampoco el sensualismo, que comienza con las sensaciones, nos si-
ber pertenecido nunca a una logia o a cualquier otra organización túa en la posición de «confiarnos a la presencia inalterada de las
de características similares. Asimismo, también subrayaba que, cosas». Las cosas mismas nos resultan en realidad mucho más cer-
pese a haber sido objeto de las pruebas más rigurosas, no se cono- canas que las «sensaciones», representadas sólo posteriormente.
cían circunstancias «que pudieran justificar la asunción de que mi Mas, nuestra experiencia de las cosas ya está sujeta por lo general
1
esposa y yo descendemos de padres o abuelos no arios [ ... ]». El a la distinción tradicional entre «materia» y «forma>> • Por ello no
único suceso medianamente interesante es una carta dirigida al Mi- es esta o aquella teoría, sino el arte, el que conduce a lo cósico de
nisterio, en la que los editores de un «Panfleto para la cultura y po- la cosa. Así, el cuadro de Vincent van Gogh permite inferir con
lítica nacionales» preguntaba «cuál es su opinión sobre la labor y máxima justeza lo que sea un par de zapatos de campesino. Los
personalidad del Prof. Dr. Martin Heidegger de Friburgo». Quie- zapatos aparecen allí como aquello que son, como un «útil» [Zeug],
nes firmaban el documento tenían la intención de invitar a Hei-
degger a colaborar en sus actividades, y el Ministerio informó po- 1
Martín Heidegger,Holzwege, Francfort, 1957 (3.' ed.; !.' ed., 1949), pp. 14 ss.;
sitivamente sobre el filósofo, quien, sin embargo, rechazó el ed. cast., Sendas perdidas, trad. J. Rovira, Losada, Buenos Aires, 1960, pp. 16 ss.
200 HEIDEGGER LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: 1936/1937-1939 201

como parte integrante del mundo rural: «El cuadro de Van Gogh Pero el entendimiento humano normal no verá despejada sus
es la apertura inaugural [Eroffnung] de aquello que el útil, el par dudas tras leer lo anterior, dudas que en este punto se concentra-
de zapatos de campesino, es en verdad. Ese ente sale a la luz en el rán especialmente en el papel que Heidegger atribuye al arte. En
desocultamiento [Unverborgenheit] de su sern 2 . Y ello es así por- efecto, ¿cómo es que «el grillo» sólo pasa a formar parte de su
que la esencia del arte no es sino «el ponerse-en-obra [Sich-ins- esencia destacada en el ámbito del templo? ¿Acaso hay alguna obra
Werk-Setzen] de la verdad del ente». Heidegger elabora una au- arquitectónica en las alturas del Mont Blanc, sólo por la cual se
téntica explicación de lo anterior en el ejemplo de un templo griego: vuelvan comprensibles para el escalador la furia de la tormenta y
«Una obra aquitectónica, un templo griego, no representa[ ... ]. La el desprendimiento de los aludes «como tales»? Y cualquier edi-
obra del templo dispone por primera vez y, al mismo tiempo, reú- ficio imaginable ¿no haría disminuir y no aumentar la belleza im-
ne en torno a sí la unidad de aquellos caminos y relaciones en los ponente del Gran Cañón? Sin duda, el hombre debe proyectar so-
que el nacimiento y la muerte, la desgracia y la felicidad, la victo- bre el ente «algo», un a priori, si es que ha de ser comprensible en
ria y el oprobio, lo perenne y lo caduco adquieren en su destino la absoluto, pero ¿es este a priori en realidad una obra de arte? Cier-
figura y el curso de la esencia humana.» El templo, por tanto, per- tamente, hemos de asentir a Heidegger cuando éste dice: «En me-
tenece a la polis y crea en cierto modo la colectividad de los hom- dio del ente en total se esencia [west] un lugar abierto. Es un cla-
bres. Pero, según Heidegger, aún hace mucho más, pues permite ro [Lichtung]. Él es, pensado desde el ente, más ente que el ente.
que el ente sea un ente. «Estando ahí, en pie, la obra arquitectóni- Este lugar medio, abierto, no está por ello cercado por el ente, smo
ca detiene la tormenta que se desencadena sobre ella, y es ella la que el lugar medio que aclara [lichtet] y circunda -como la nada,
4
que muestra la tempestad misma en su violencia. Sólo el brillo y que apenas conocemos- a todo ente» • Pero no tarda en surgir de
el resplandor de la piedra, al parecer debidos a la gracia del sol, nuevo la pregunta de si de lo que aquí se habla no será de la «con-
hacen aparecer la luz del día, la vastedad del cielo, las tinieblas de ciencia humana», o también, según el precedente del idealismo ale-
la noche [ ... ].El árbol y la hierba, el águila y el toro, la serpiente mán, del significado cósmico de la «conciencia trascendental» o
y el grillo adquieren primero la figura que los distingue y se des- del concepto schellinguiano de la «yoidad» en la que se concentra
cubren, así, como aquello que son. A ese surgir y nacer mismo, en el mundo. En efecto, responde Heidegger, y ello debido a la co-
conjunto, lo llamaron muy pronto los griegos la physis. Ella acla- pertenencia del «claro de la apertura [Offenheit] y la disposición
ra [lichtet] al mismo tiempo aquello sobre lo cual y en lo cual fun- [Einrichtung] en lo abierto». El «ponerse-en-obra» de la verdad en
la obra de arte es, así, el modo como la verdad se instala en el ente
da el hombre su habitar [ ... ] la tierra» 3 •
abierto por obra suya. Otra de las formas como se expresa lo an-
En este pasaje debería resultar evidente que Heidegger no en-
terior es «el acto fundador del Estado», y una tercera es «el pre-
tiende en modo alguno por physis lo que en ella ve el entendímiento
guntar del pensamiento, que, en cuanto piensa el ser, nombra a éste
humano normal, es decir, un «imperar» que rige sobre el hombre,
en su dignidad de ser preguntado [Fragwürdigkeit]» 5 • La ciencia,
los animales y los astros por igual, sino aquella «temporalidad ex- en cambio, no es para Heidegger un acaecimiento originario de la
tática» que no es sino la «conciencia trascendental» reinterpreta- verdad, pues se mueve siempre en un ámbito de verdad abierto por
da o profundizada por Heidegger. Así, en este punto se hace espe- la filosofía. Pero del todo inequívoca es la primacía de la «obra de
cialmente manifiesto que «ser» y «mundo» no son sin ser-ahí arte-palabra», es decir, de la poesía originaria. «El decir [Sagen]
[Dasein], y es por ello por lo que el ente puede llegar a ser «sin proyectado es poesía: lo dicho [Sage] del mundo y de la tierra, lo
sern [seinlos] y «más ente» [seiender]. dicho del espacio de juego de su disputa y, con ello, de la morada

2
Ibídem, p. 25; ed. cast., p. 29. 4
Ibídem, p. 41; ed. cast., p. 44.
3
Ibídem, pp. 30 ss.; ed. cast., pp. 34-35. ' Ibídem, p. 50; ed. cast., p. 51.
202 HEIDEGGER LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: 1936/1937-1939 203

de toda cercanía y lejanía de los dioses. El lenguaje corresp011- seen, a juicio de Heidegger, la misma misión histórica, o sea'. la
diente es el incidente [Geschehnis] de aquel decir, en el que histó- «salvación de Occidente». El peligro que corre Occidente estnba
ricamente se abre a un pueblo su mundo y la tierra es preservada en el «amenazante desarraigo», y en este punto Heidegger consi-
corno lo cerrado [ Verschlossenen ]» 6• Y de nuevo se escandaliza el dera todavía posible superar ese peligro mediante «la puesta en
entendimiento humano normal. En efecto, si ya parecía imposible marcha de cada pueblo con vigor para crean>. Pero, corno sea que
concebir la conexión esencial entre el templo y el grillo, ahora sur- ese desarraigo depende de la tecnificación y organización de las
gen otras tantas dudas a propósito de la conexión entre el «decir ciencias, y corno sea .que Descartes es el filósofo que rná_s ha con-
que aclara» y el «pueblo histórico». ¿Eran los griegos un «pueblo tribuido a abrir este camino, de ello se desprende un mev!lable de-
histórico» tal o lo serian más bien los atenienses, quienes hasta ren- sequilibrio. Podría dar la impresión de que Heidegger está propo-
dían culto a dioses diferentes a los de los espartanos y macedonios, niendo corno modelo la «iniciativa de las fuerzas más jóvenes» de
que eran tan sólo «medio griegos»? ¿Fueron los alemanes en al- Francia, pues los franceses «han reconocido la necesidad de libe-
guna época un «pueblo histórico» en ese sentido, o habría que ci- rarse del marco de la filosofía cartesiana y se han preocupado por
tar más bien a «los prusianos»? ¿Por qué no menciona nunca Hei- 9
comprender a Hegel, Schelling y H6lderlin» . Pero iría demasia-
degger el nombre de Bisrnarck? ¿No aparecía este fundador del do lejos en su interpretación quien qui_siera v~r el fm del entendi-
Reich ante sus ojos corno un verdadero «creador»? Y, si a través miento político en el logro de una umficac10n mrnediata basada
de la obra «todo lo habitual y lo hasta-ahora» se convierte «en no-
en la filosofía de Heidegger, corno si ella fuera instauradora de la
ente [Unseienden]» 7 , ¿no devendrá también anárquica e inesencial
verdad y'estuviera capacitada para abrir un nuevo espacio histó-
la industriosa vida cotidiana de las «democracias», en la medida
en que el «acto creador del Estado» ha logrado triunfar en el pun- rico. La convicción auténtica de Heidegger debe entrañar, más
to medio del continente más venerable? ¿No se intruduce también bien, lo que él considera corno las dos condiciones fundamenta-
aquí, por la puerta trasera, la pensamiento de la aniquilación? les del genuino entenderse: «Querer siempre oír los unos sobre
Existe un breve artículo del año 1937 que permite dar una res- los otros [Aufeinanderhoren] y reservar el ánimo para la propia
puesta precisa a esta última y vejatoria pregunta. El escrito sella- deterrninacióm>w Una gran distancia separa a esas palabras de las
ma Caminos hacia el debate [Wege zur Aussprache], y fue publi- expresiones, llenas de odio, que AdolfHitler escribió sobre Fran-
cado en el Jahrbuch der Stadt Freiburg im Breisgau, Bd. I cia en Mi lucha; en cualquier caso, se ha de añadir que el canci-
Alemannenland, ein Buch von Volkstum und Sendung [Anuario de ller del Reich se pronunció en algunas conversaciones y entrevis-
la ciudad de Friburgo en Breisgau, tomo 1. Tierra de alemanes, tas de los años treinta de un modo similar al de Heidegger. Aún
un libro de la nacionalidad y la misión]. Su terna es el entendí- . más, se ha de dejar claro que, a su manera, también Hitler fue un
miento germano-francés. Allí distingue Heidegger entre el enten- «filoheleno» que procuró orientarse siguiendo el modelo de la
dimiento auténtico y el inauténtico. El último consiste en los «acuer- Grecia antigua. Estilizar a Heidegger hasta convertirlo en un_«corn-
dos provisionales» y en «cancelar precisamente las exigencias y batiente de la resistencia» resulta tan disparatado corno estilizar a
rendimientos que son válidos» 8 • Un adecuado entenderse presu- Hitler hasta convertirlo en un mero «criminal». Tan sólo el mo-
pone, sin embargo, «la incrementada firmeza de la decisión de derno ilustrado vulgar y contador de leyendas ve en la historia de
mantener-se [Sich-halten] en el propio rango esencial»; ella es el esta época una lucha titánica entre el Bien y el Mal que, en últi-
polo opuesto de toda la «insinuación carente de firmeza». Sin em- mo término, habría encontrado un final aceptable y benef1c1oso
bargo, pese a sus diferencias esenciales, Francia y Alemania po- en la ocupación de Europa por las nuevas superpotencias.
6
Ibíden1, p. 61; ed. cast., p. 61
7 9
Ibídem, p. 59; ed. cast., p. 60. Ibídem, pp. 19 ss.
8 10
Martin Heidegger, Denke1jQhrungen 1910-1976, Francfort, 1983, p. 16. Ibídem, p. 21.
LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: 193611937-1939 205
204 HEIDEGGER

En la Edad Media no había «imagen del mundo». El ente era


Si el articulo so.~re la.es.encia de la obra de arte permitió dar a
allí el ens creatum, lo creado por un Dios creador personal enten-
con.ocer la onentac10n mult1ple del heideggeriano «concepto de lo
dido como causa suprema. «Aún más lejos», debemos a los grie-
poh!Jco», ant1c1pando ya la futura primacía de la «obra de la pala-
gos la interpretación actual del ente. Para los griegos el hombre era
bra» [Wortwerkes], así, la conferencia La época de la imagen del
«lo contemflado por el ente, por el abrirse a lo presente de lo reu-
mundo [Dze Ze1t des Weltbildes], pronunciada en 193 8 supon 1
pr~mera d~nomin;rí:
3
formulación que resume lo que Heidegger nido en él» •
Lo anterior, sin embargo, no autoriza a decir que la concepción
mas tarde la «h1stona del sen> [Geschichte des Seins]. El presu-
moderna del ente sea más exacta que la griega. Los proyectos fun-
puesto fundamental del que parte consiste en que la metafisica fun- damentales parecen entre sí tan ajenos y justificados como las dis-
da una era «al .proporcionarle el fundamento de su forma esencial tintas culturas de Spengler. Pero no es dificil observar que Hei-
mediante una mterpretación determinada del ente y mediante una degger dota a la modernidad de un acento negativo al que no se
determmada ~oncepción de la verdad» n Por consiguiente, ha sustrae ni un solo aspecto aislado, al parecer tampoco el pueblo
«aprzorzs h1stoncos» determinadores de la relación respecto d:i alemán y, de un modo u otro, tampoco el nacionalsocialismo. Por
ente Y del ser, de las cosas, del umverso y del Dios 0 de los dioses. ello puede decir Heidegger que sólo allí donde el hombre perma-
ellos marcan. ;as órbitas en las que se desenvuelve cada relacio'. nece sujeto tiene sentido la lucha expresa contra el individualismo
narse Y tamb1en, con ello, cada ciencia. Estos aprioris no son su- y por la comunidad, en tanto que provee la materia de todo rendi-
praestructuras o modos de expresión de algo subyacente, sino que miento y provecho 14 • Son correlativos el concepto de la «planifi-
eso que supuestamente subyace lleva ya la impronta de aquellos a cación y cultivo [Züchtung] de todas las cosas»· y el surgimiento
przorzs? que son «envíos» [Schickungen] del ser que no permiten de lo gigantesco [Riesige] en la forma de la física atómica (como
ser.derivados o sencillamente.«hechos». Algunas características de dominación, cada vez más perfecta, de lo más pequeño), de la ra-
la epoca mo~erna son, por ejemplo, la ciencia orientada interna- diodifusión y del alejamiento [Ent-Fernung; lit., «eliminación de
m~nte a la tecmca, la estetización de la obra de arte, la compren- las distancias»] logrado mediante los aviones. Precisamente, por
s10n del obrar humano como «cultura» y «cuidado de la cultura» obra de lo anterior se convierte lo «que en apariencia se ha de cal-
[Ku/turpjlege] o el desd1vinización, que, sin embargo, no excluye cular completamente y en cada momento» en lo incalculable, y eso
la existencia de algo semejante a las «vivencias religiosas». Todo permanece como «la sombra invisible que se proyecta por todos
ello se desenvuelve en el seno de un «territorio abierto» que no es lados en torno a las cosas cuando el hombre deviene sujeto y el
smo el proyecto [Entwwj] de una proyección [GrundrijJ], precisa- mundo, imagen» 15 • Pero la igual justificación que presentan los
mente lo a przorz. En esta proyección, por ejemplo, de la naturale- proyectos de mundo que, en apariencia, se encuentran meramente
za, se ha, de contemplar y trazar cada proceso; lo que no se con- yuxtapuestos queda también suprimida al ser subsumidos los tres
forma a el ~e considera que no es o que es inexplicable. De ahí que al concepto de «metafisica occidental», llevándolos así a un pun-
en la ciencia moderna se conciba al ente como «ob-stante» ¡Ge- to que puede ser captado como olvido del ser o como un crecien-
genstandj, Y como tal es «puesto» [geste//!] y se lo hace domina- te oscurecimiento [Térdüsterung] del mundo. Con ello habrá de co-
ble .. sm embargo, el que pone y domina se concibe a sí mismo como brar el «inicio» [Anfang] un significado especial. En efecto, es
«sujeto»; se convierte en el gunto medio de referencia [Bezugs- posible que Heidegger considere su propia filosofia como un «nue-
mztte] del ente en cuanto tal . Con ello se hace el mundo «ima- vo inicio», pues salta a la vista que trata de la superación de lamo-
gen»; se busca y halla el ser del ente en el estar-representado [Vor- dernidad. En las Apostillas [Zusatzen], escritas al mismo tiempo
gestellthezt].
13 Ibídem, p. 83; ed. cast., p. 81.
:~ H~lzwege (nota 1), p. 69; ed. cast., p. 68. " Ibídem, p. 85; ed. cast., p. 82.
15 Ibídem, p. 88; ed. cast., p. 85.
Ib1dem, p. 81; ed. cast., p. 79.
r
!

LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A.LA GUERRA: 1936/1937-1939 207


206 HEIDEGGER

q_ue La época de la imagen del mundo, aunque publicados poste- podemos recordar, Nietzsche había supuesto para Heidegger, jun-
normente, Heidegger mcluye claramente al nacionalsocialismo to con Hiilderlin, una de las mayores expenencrns de los p_nmeros
dentro de la m6demidad y, por tanto, dentro de los fenómenos por años previos a la guerra; y nadie dudará de que la huella dejada por
superar, fenómenos que no son sino «visiones del mundo» de modo la influencia de Nietzsche puede ser detectada una y otra vez en el
que las «filosoflas nacionalsocialistas» aparecen de este m~do como pensamiento posterior de Heidegger. Sin e~bargo, mientras que
producciones paradójicas. Pero esta caracterización no es menos Hiilderlin se había c9nvertido para nuestro füosofo, en cierto modo,
aplicable al nacionalsocialismo que a la filosofia de Descartes: «no en la estrella que le guió después de los años 1933-1934, ahora m-
impera lo presente [Anwesenden], sino que domina el asalto» 16 . Al tentará comprender a Nietzsche como expresión de la «consuma-
juicio negativo sobre la «esencia racional de la época ilustrada» ción [Vollendung] de la metafísica occidental», de modo que en él
subyace también «el hombre, que se concibe a sí mismo como na- se habría alcanzado el punto máximo del olvido del ser, en el cual,
ción, _se quiere co_mo pueblo, s~ cultiva como raza y, por último, se por ello, se prepara un nuevo desocultamiento del ser. Sería preci-
7
hab1hta como senor del orbe» . Heidegger emplea ahora el con- so mucho más espacio que el presente si quisiéramos segmr en de-
cepto «imperialismo planetario», en el que coinciden por igual, talle las interpretaciones de Heidegger sobre Nietzsche, interpre-
evidentemente, norteamericanos, rusos y alemanes nacionalsocia- taciones que revelan Un conocimiento sumamente rico de la obra
listas. Uno se pregunta si continúa tratándose de la misma filoso- de este último filósofo, logrando esclarecerla de un modo que, en
fia que había hablado con un acento tan positivo del «asalto al ente ocasiones, resulta sorprendente. Tan sólo pretendo poner de relie-
en total» y se había dirigido a sus compatriotas con las palabras: ve que Heidegger se orienta en estas lecciones casi exclusivamen-
«Nos queremos a nosotros mismos.» Ahora, sin embargo, Hei- te hacia la voluntad de poder, aunque es consciente de la cuesll~­
degger eqrnpara (empleando una extraña imagen) el ser-sujeto con nabilidad de la recopilación de los textos que sobre este tema babia
la «sombra fugaz de las nubes sobre una tierra oculta», y entiende elaborado Elizabeth Fiirster-Nietzsche. Y Heidegger, utilizando el
que ese oscurecimiento viene preparado por la seguridad cristiana concepto nietzscheano de la «voluntad de poder» [Wille zur Macht],
en_la salvación. Sin embargo, resulta evidente que el filósofo no se eleva hasta el concepto de «voluntad de voluntad» [Wille zum
qmere traspasar sus propios límites ni tampoco efectuar un «vira- Willen]. De este modo, Nietzsche alcanza la cima, insuperable, del
je» (ni tan siquiera en el sentido habitual de la palabra). En efec- subjetivismo y de la esencia de la voluntad modernos, abnendo la
to, en la última apostilla Heidegger pasa a hablar del «entre abier- posibilidad del tránsito hacia un nuevo proyecto o, mejor dicho,
to» [offene Zwischen], por cuya experiencia se supera el hombre a hacia un nuevo «envío». En efecto, el verdadero pensamiento me-
sí mismo como sujeto y, por ello, también supera la objetivación tafísico (¡¿el suyo propio?!) presiente en la desdivinización ~xtre­
del ente. El filósofo caracteriza ese «entre abierto» como la «re- ma, que ya no admite ningún refugio y no se enmascara a s1 mis-
gión extática de la salida de lo oculto y del ocultamiento del ser» ma ' un camino ' el «Único
'
sobre el cual, s1 .es que ello
.
vuelve
19
a
viendo así en Ser y tiempo el «nuevo inicio» rn ' acontecer en Ja historia del hombre, se dan cita los d10ses» . Este
Tan sólo podré dedicar unas palabras a las lecciones sobre elemento, si se quiere «adventista» y «religioso», del pensamien-
Nietzsche de los años 1936 a 1939, lecciones que se prolongaron to del último Heidegger se hace patente aquí con bastante claridad,
durante los años de la guerra hasta 1941. Desde 1961 se encuen-· al igual que en otros muchos lugares de su obr~. Mas'. por. el mo-
tran recogidas, prácticamente sin revisiones ulteriores, en los dos mento, tan sólo habremos de afrontar la cuest10n de SI Heidegger
tomos de la obra sobre Nietzsche, y entretanto han aparecido tam- dispone, bajo aquella <<noche del mundo» en que ese mundo es con-
bién, aunque sólo de forma parcial, en las obras completas. Como quistado por el sujeto moderno, a todos y cada uno, Y; pm tanto,
también a «Europa», a «Alemania» y al <<nac10nalsocrnhsmo»; o
" Ibídem, p. 100; ed. cast., p. 95.
n Ibídem, p. 102; ed. cast., p. 97.
18
Ibídem, p. 104; ed. cast., p. 98.
19 Jvlartin Heidegger, Nietzsche~ t. 1, Pfullingen, 1961, pp. 352 ss.
208 HEIDEGGER LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: 1936/1937-1939 209

si, por el contrario, el filósofo sigue encontrando distinciones dig- Precisamente, ya en El camino del pensar de Martin Heidegger
nas de consideración. [Der Denkweg Martin· Heideggers] afirmaba Otto Piiggeler, me-
En la página 124 se dice que H6lderlin y Nietzsche habrían diante la introducción de algunas citas, que las Contribuciones con-
abierto, con la polémica de lo dionisíaco y lo apolíneo un signo figuraban la «obra principal» de Heidegger, y el texto de las mis-
de interrogación delante de la tarea de los alemanes de' encontrar mas ha visto recientemente la luz en la forma de una «edición
su esencia histórica. «¿Comprenderemos este signo? Algo es se- conmemorativa» del centenario del nacimiento del filósofo. Pero
guro: la historia se vengará de nosotros si no lo comprendemos.» también pudiera ser que jlo se tratara sino de un bloque errático de
En la página 36~ dice Heidegger que la tarea de Europa es, en «murmuraciones», apartadas del camino de la filosofía. En cual-
este siglo y en el prox1mo, la de plantear la pregunta de quién sea quier caso, cuando se lo compara con las Contribuciones, Ser y
el hombre, en la n_ied1da en que deban seguir existendo las posibi- tiempo aparece como una oora del todo convencional, estructura-
lidades del ser-ah1 para el preguntar. «Ella [la pregunta] sólo pue- da según un orden lógico muy marcado. Los ocho epígrafes que
de hallar su respuesta a través de la configuración histórica sim- encabezan las partes principáles de las Contribuáones son: Mira-
bólica y normativa de los pueblos individuales en lucha de da-previa, La resonancia, «El dar-juego», «El salto», «La funda-
competencia con otros.» Uno se pregunta si en esta formulación, cióm>, «Los ad-venideros», «El último Dios», «El eseyern 20 . A lo
que suena a algo verdaderamente trivial, comparece de nuevo una largo de los 283 fragmentos aislados, que a menudo se asemejan
anl!gua esperanza concreta, que se resiste a armonizar con el con- más a hojas sueltas de notas que a «capítulos», se repiten con fre-
cepto del omnipresente oscurecimiento del mundo o como cabria cuencia determinados epígrafes, sin que pueda reconocerse en esta
decir también, con la ya alcanzada victoria del «~m'ericanismo». recurrencia una «estructura» o una «consecuencia». Así, por ejem-
Uno de los pocos pasajes donde se habla directamente del «bol- plo, en la Parte IV, «El salto», seis de los «capítulos» llevan asi-
chevismo» se encuentra en la página 436. Sin embargo, en este mismo el título «El salto».
punto Heidegger tan sólo pretende poner en guardia contra el he- Con ello podía haberse escrito todo un libro, aunque esta su-
cho de que por todas partes se hable de «nihilismo» siempre que posición sólo estaría justificada si se lograra descubrir una res-
se menc10na la «nada» en conexión con la doctrina del ser, por lo puesta bien fundada a la pregunta de si se trata en realidad de la
que resulta una demagogia sin escrúpulos la de dar «a la palabra «obra principal>> de Heidegger o de meras «murmuraciones». En
"nihilismo", aunque sea tácitamente, el matiz de "bolchevismo"». el presente contexto, sin embargo, bastará con facilitar una impre-
Así consigue Heidegger (p. 579) «atreverse a la única pregun- sión global del carácter de estas Contribuciones, recurriendo para
ta, la de s1 Occidente sigue confiando en sus fuerzas para crear un ello a la mención de una cuantas citas. Por último, plantearemos la
fin por encima de sí mismo y su historia, o si prefiere sucumbfr a cuestión de si, dónde y cómo cabe encontrar aquí aquella referen-
la conservación e incrementación de sus intereses vitales y co- cia a lo «concreto» y a lo «político» que constituye el objetivo pri-
merciales, y contentarse así con la invocación del hasta-ahora como mordial de nuestra búsqueda.
si éste fuera el absoluto». ' «Por consiguiente, las "contribuciones", aunque hablan ya y
Por tanto, parece que en la época inmediatamente anterior al solamente de la esencia del eseyer [Seyn], es decir, del "aconteci-
estallido de la guerra, Heidegger no había propuesto aún la idea· miento-propicio" [Er-eignis ], todavía no pueden ensamblar [fiigen]
del «pueblo metafisico» preso «en unas tenazas». Sin embargo, esa la libre juntura [Füge] de la verdad del eseyer desde éste mismo.
idea, de hecho, se destaca en ocasiones, aun cuando esas ocasio- Si ello llega a ocurrir alguna vez, entonces aquella esencia del ese-
nes sean escasas y sólo en la forma de insinuaciones vagas. yer determinará en su estremecimiento el ensamblaje de la obra del
No es del todo seguro que el examen retrospectivo de las lec-. pensar. Este estremecimiento se fortalece luego en el poder de la
ciones sobre Nietzsche revista menos importancia para los años
1936-.1938 (o 1939) que las Contribuciones a la filosofía (del acon- 20
Vorblick, Der Anklang, Das Zuspiel, Dér Sprung, Die Gründung, Die Zu-
teczmiento apropiador) fBeitrage zur Philosophie (vom Ereignis)]. Künftigen, Der letzte Gott, das Seyn.
210 HEIDEGGER LOS ÚLTIMOS AÑOS PREVIOS A LA GUERRA: 1936/1937-1939 211

dulzura desatada en la intimidad de esa deificación del Dios de los contra-esencia [Unwesen]» 26 • ¿Contrapone aquí Heidegger «SU»
dioses, por la que adviene la referencia del ser-ahí al eseyer en primer pueblo futuro al pueblo meramente actual de AdolfHitler?
21
cuanto fundamento de la verdad de éste» • La frase siguiente parece referirse directamente al nacionalso-·
«El estremecerse de la oscilación en el viraje, la apropiación cialismo: «El nihilismo más funesto consiste en dárselas de de-
del ser ahí que guarda, funda [gründet] y pertenece a la señal, esa fensor del cristianismo y llegar incluso a reclamar para sí, en ra-
esenciación del eseyer no es ella misma el último Dios, sino que zón de los rendimientos sociales, el cristianísímo ser-cristiano. Toda
la esenciación del ser [¡sic!] funda [gründet] el salvamento y, con la peligrosidad de este nihilismo reside en que se ha escondido por
ello, la preservación creadora de Dios, que sólo y en cada caso atra- completo y opuesto, tajantemente y con derecho, a aquello quepo-
viesa al eseyer deificándolo en la obra y el sacrificio, la acción y dría denominarse nihilismo grosero (por ejemplo, el bolchevis-
el pensar»"- mo)» 27 • ¿Será entonces el nacionalsocialismo un bolchevismo más
«Pero el eseyer es la necesidad del Dios, en la que sólo éste se escondido y peligroso?
halla. Mas ¿por qué el Dios? ¿De dónde la necesidad? ¿Porque está La siguiente frase resulta, a un tiempo, concreta y enigmática,
oculto el abismo [Abgrund]? Porque es un superencuentro [Über- y, por ello, inquietante en extremo: «¿Qué prueba hay más con-
treffung], de modo que lo así encontrado es lo más alto. ¿De dón- tundente del abandono del ser [Seinsverlassenheit] sino la masa de
de el superencuentro, el ab-ismo, el fundamento, el eseyer? ¿En hombres que cometen excesos con lo gigantesco y su disposición,
qué consiste el ser-Dios de los dioses? ¿Por qué el eserr? ¿Por que los cuales ya no se dignarán ni una vez tan siquiera a buscar el ca-
los dioses? ¿Por qué los dioses? ¿Porque el eseyer?» 3 . mino más corto para aniquilarlo? ¿Quién presiente la resonancia
28
Y, sin embargo, también aquí es posible encontrar concepcio- [Anklang] de un Dios en esta renuncia?» • '

nes e insinuaciones «políticas», más que en la Crítica de la razón Una gran obra de aniquilación comenzó poco después con la
pura de Kant. «invasión de Polonia por Alemania». Ésta fue en verdad una gue-
La negación de la trascendencia cristiana y la designación del rra de repartición, concertada pero no del todo falta de provoca-
«pueblo» mismo como fin y meta de todq historia sólo son acris- ción, de la Alemania nacionalsocialista y la Unión Soviética bol-
tianas en apariencia, pues convienen en esencia con aquel tipo de chevique contra el país situado entre ambos. A este suceso le
pensamiento que caracteriza al «liberalismo» 24 . •
siguieron tres años de asombrosa victoria germana, durante los cua-
La lucha entre las creencias políticas totales y las igualmente les, sin embargo, comenzaron a hacerse insoslayables los indicios
totales creencias cristianas no excluye la igualación y la táctica. de la derrota. Esta se hizo especialmente evidente a partir del ve-
«Pues ellas son de la misma esencia» 25 . ¿Está tomando aquí Hei- rano de 1941, a consecuencia de la intervención fáctica de Jos nor-
degger una posición en la «lucha de las iglesias», pero elevándo- teamericanos, formalmente neutrales, y de la no-intervención de
se al mismo tiempo por encima de ella, quizá hasta el punto de con- los aliados japoneses. ¿Tomó Heidegger tan poco en consideración
vertirse en representante de una «teoria totalitarista» de cierto tipo?. estos sucesos como la «reunificación» con Austria y la «liberación
Sólo cuando la filosofia pertenezca a su primer inicio esencial de los alemanes de los Sudetes»?
podrá «hacer avanzar al "pueblo" a la verdad del eseyer, y no al
contrario, que un supuesto pueblo, en cuanto ente, la fuerce a la

21
Martin Heidegger, Beitriige zur Philosophie (Vom Ereigni:,,), Francfort, 1989
( GA, t. 65), p. 4.
22
Ibídem, p. 262.
" Ibídem, p. 508. 26
Ibídem, p. 43.
24
Ibíde1n, pp. 24 SS. 27
Ibíde1n, pp. 139 ss.
25
Ibídem, p. 41. 28
Ibídem,p.113.
LOS AÑOS TRJUNFALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 213

mente quedó reducida a escombros y cenizas tras la ofensiva aé-


rea del 27 de noviembre de 1944.
También Heidegger dictó sus clases con total «Tiormalidad» y en
LOS AÑOS TRIUNFALES un aula repleta de estudiantes, como había ocurrido hasta entonc:s.
DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Los temas de sus lecciones se centraron predommantemente en Hol-
derlin y Nietzsche hasta 1941,, y luego fueron;nás frecuentes las que
versaban sobre los presocrá;ticos. Permanec10 constante su dedica-
Durante la Segunda Guerra Mundial, Friburgo se encontraba ción a Hiilderlin, incluso sú identificación parcial con él; en cuanto
-aunque en modo alguno sólo Friburgo- en una situación sor- a Nietzsche, sin embargo, fu~ adoptando con progresiva may?r cla-
ridad una posición contraria asu filosofía. En efecto, comenzo a en-
prendentemente normal, casi «conforme a la paZ», una situación
tender el nihilismo nietzscheano como la «consumación de la me-
que siguió manteniéndose, por cierto, aun después de que la gue-
tafísica occidental», que en los conceptos de «voluntad de podern y
rra hubiera alcanzado su clímax allá por la época de tránsito de
«voluntad de voluntad» manifiesta su tendencia más interna a la ob-
1942 a 1943. Como la mayor parte de los hombres habían sido lla-
jetivación el ente, a su hacerlo concreto, y al olvido del ser. C~be ex-
mados a filas, el número de estudiantes universitarios del género
presar eso mismo afirmando que con ello H~1degger se dmgrn .con-
femenino superaba al de sus compañeros del género masculino.
tra la «movilización total», coordmando as1 el nac10nalsocrnhsmo
Estos últimos continuaban en la Universidad, bien porque eran he-
con los restantes problemas modernos, de modo que su «decir del
ridos de guerra reintegrados a la vida civil, bien porque se los ha-
sern podía ser contemplado como la .i;iayor oposición .posible fren-
bía autorizado para seguir sus estudios por ser médicos, o bien por- te a aquel régimen de la «movi11zac10m> y de la «u!Jhzac10n mce-
que se les había declarado inútiles para el servicio de las armas
sante de todas las fuerzas materiales y espirituales».
debido a alguna minusvalía física. A pesar de todo, la Universidad En efecto, la oposición mencionada resulta insoslayable.si. aten-
prosiguió su labor sin experimentar alteración alguna. El abaste- demos a las palabras pronunciadas por Heidegger a proposllo de
cimiento era bueno y, por lo demás, durante los fines de semana la publicación, en 1941, de su interpret~ción del hünno de Hiil-
solían acudir multidudes al Schauinsland y al Feldberg. En di- derlin Como cuando en día de fiesta. Alh dice el filosofo que en-
ciembre de 1941 se efectuó una recogida de ropa de abrigo desti- tre 1910, año en que Norbert von Hellingrath publicó la primera
nada al ejército alemán, que se hallaba situado ante las puertas de edición del himno, y el presente habría «comenzado la abierta sub-
Moscú y Leningrado y expuesto a los rigores del invierno ruso. versión de la historia mundial moderna». «Su decurso trata de obli-
Sólo con este llamamiento comenzó la masa de la población ale- gar a la decisión sobre la futura impronta de la dominación del
mana a percibir claramente la gravedad de la situación militar. Y hombre, que ha llegado a ser incondi.cionada y somete ~l globo te-
quienes por entonces se encontraban de vacaciones en la Selva Ne- rrestre en total. Mas el poema de Holderlm aguarda aun su mter-
gra aceptaron sólo a regañadientes devolver sus esquís y, en esta pretacióm> 1• Sin embargo, ¿puede tener lugar una decisión en. el
medida renunciar a su descanso. Todavía en el semestre de vera- sentido de Hiilderlin, para quien el himno hace aparecer.~ los dio-
no de 1944 seguía siendo Friburgo una excepción, y su vida con- ses en una historia mundial conducente a una dommac10n plane-
tinuaba prácticamente como en la época de paz, aun cuando las ne- taria del hombre que se ha tornado incondicionada? Es obvio que
crológicas de los periódicos habían ido aumentando desde mucho Heidegger sitúa aquí su propio pensar al lado de Hiilderlin, y en
tiempo atrás. Tan sólo cuando se comenzó a oír el estruendo de los
cañones de la vecina Alsacia, se apoderó la guerra con su férrea
mano de la joya de la «capital de la Selva Negra», que práctica-
1
Martin Heidegger, HO!derlyns Hymne: «Wie wenn am Feiertage ... », en G1,
t. 4, Erliiuterungen zu HO!derlins Dichtung, p. ~ 1; ed. ~~st., <~Como cuando en dia
de fiesta ... », en Interpretaciones sobre la poesra de Holderhn, trad. J. M. Valver-
[212] de, Ariel, Barcelona, 1983, p. 74.
214 HEIDEGGER LOS AÑOS TRIUNFALES OE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 215

ese pensar se prepara una forma de verdad distinta a la qne subya- rasgos fundamentales del todo [Ali] se despliegan al aparecer el "es-
ce a la absoluta objetivación y utilización de todo ente en favor de píritu" en lo real y reflejarse lo espiritual en lo espiritual»'. ¿Es tam-
una humanidad captada como raza animal. Así, Heidegger da un bién el hombre para Heidegger la autoconciencia del todo? Pero ¿cómo
giro interpretativo (como seguramente se ha de decir) al concepto podria entonces ser la poesía «fundación verbal del ser» en lugar de
héilderliniano de «naturaleza», equiparando la «hermosura divina» un «reflejarse en la palabra»? ¿Cómo puede traducir Heidegger el
con su propio concepto de la temporalidad extática: «La physis es caos holderliniano como «hendidura» [Aujklajfimg], que no precede
el provenir y el emerger, el abrirse que, al emerger, retrocede .al a nada real, sirio que se introdu.Ce meramente en todo lo que es real?
mismo tiempo a la proveniencia y, por tanto, se encierra en lo que Si ello es así, entonces no se puede decidir iniciahnente por «el ese-
la presenciación [Anwesung] da en cada caso a algo presente [An- yer mismo» (primera edición) q la «esencia de la verdad», sino a lo
wesenden]. La physis, pensada como una palabra fundamental, sig- sumo intentar darles una mayor claridad. De ahí que Heidegger diga
nifica el emerger a lo abierto, el aclarar [Lichten] de aquel claro que la palabra de Héilderlin nombra el «espacio.de tiempo, irrepeti-
[Lichtung] en cuyo interior algo puede aparecer en absoluto, po- ble, de la decisión inicial por el ensamblaje esencial de la futura his-
nerse en su contorno, mostrarse en su aspecto (eidos, idea) y, así, toria de los dioses y de los tipos de humanidacl». Para Hegel, por cier-
estar presente en cada caso como esto y aquello»'. Me parece evi- to, todos los «dioses» y «tipos de humanidad» [Menschentümern Json
dente que Heidegger se está refiriendo, en realidad, a lo «más sub- conservados en el «saber absoluto», pero también superados y, con
jetivo», a lo más hondamente humano, y, en último término, sólo ello, despojados de futuro, al menos si prescindimos de algunas afir-
a lo que constituye al hombre en absoluto, cuando cita los siguientes maciones, no del todo trasparentes, sobre América (<<la tierra del fu-
versos de Héilderlin, que suenan a algo completamente «0bjetivis- turo») y sobre <da gran nación eslava». Para Heidegger, sin embargo,
ta» y «suprahumano»: el futuro de la nueva verdad del ser se vincula con los alemanes como
el ser se vincula con el ser-ahi: «Esta palabra se conserva, aún no oída,
Pues ella, ella misma, más antigua que los tiempos en la lengua occidental de los alemanes» •
7
y más grande que los dioses de Oriente y Poniente,
ella, la naturaleza, despierta ahora con el fragor de las annas 3•
En la lección sobre los Conceptos fundamentales [ Grundbe-
grijfe] del semestre de verano de 1941, Heidegger se refiere ex-
El comentario de Heidegger dice así: «La naturaleza es más a~­ presamente y con particular claridad a la posibilidad contraria o,
tigua que aquellos tiempos concedidos a los hombres, a los pue- mejor dicho, a la realidad contraria a lo anterior. Allí intenta ex-
blos y a las cosas. Pero la naturaleza no es más antigua que "el plicar Heidegger lo qne significa en realidad la primacía de los tér-
tiempo" [ ... ] ."La naturaleza" es el tiempo más antiguo y en modo minos «trabajadores y soldados», caracterizando esos nombres
alguno lo "supratemporal" significado metafisicamente ni, por lo como «títulos metafisicos» que nombran «la forma humana de la
demás, lo "eterno" cristianamente pensado. La naturaleza es más consumación del ser del ente devenido patente», «cuyo ser lo con-
temporal que "los tiempos" porque ella, la maravillosamente om- cibe Nietzsche, pensándolo ya de antemano, como "voluntad de
nipresente, ha regalado ya de antemano a todo lo real4 el claro, en poder"» 8 . Estos nombres, ajuicio de Heidegger, designan «el con-
9
cuyo espacio abierto puede aparecer por vez primera todo lo que torno de la esencia de la humanidad que se yergue sobre la tierra» •
es real» . Y alguien creerá oír a Hegel cuando Heidegger dice: «Los Sin embargo, si «la humanidad de la tierra» se configura externa-
mente, ¿qué ocurre entonces con «los tipos de humanidad» o sen-
2
Ibídem, p. 56; ed. cast., p. 78.
3 6
<<Denn sie, sic selbst, die iilter denn die Zeiten / Und über die GOtter des· Ibídem, p. 61; ed. cast., p. 82.
7
Abends und Orients ist /Die Natur istjetzt mit Waffenklang erwacht.» Ibídem, p. 77; ed. cast., p. 96.
4 8
Aunque por el contexto resulta evidente, «real» se refiere aquí a lo «real- Ibídem, p. 36; ed. cast., Conceptos fundamentales, trad. M. E. Vázquez,
mente efectivo», es decir, wirklich (no real). (N. de la T.) Alianza, Madrid, 1989, p. 71.
9
' Ibídem, p. 59; ed. cast., pp. 80-81. Ibíde1n, p. 38; ed. cast., p. 72.
216 HEIDEGGER LOS AÑOS TRIUNFALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 21 7

cillamente con lo «alemán>>? ¿No estárá efectuando Heidegger aquí calculabilidad del representar y del fabricar, pues ellas proceden
una suerte de capitulación ante Ja «civilización mundial», en cuyo por esencia de la autoinstalación del hombre en el ente y de su do-
marco el campesino se «transforma en obrero de la industria de minio incondicionado sobre todo medio de poder del orbe y sobre
abastecimiento» y el científico competente en director de empre-. éste nlÍsmo» 11 • ¿Cómo podría no ser el nacionalsocialismo una de
sa en un instituto de investigación?rn ¿Sigue viendo realmente Hei- estas «visiones»? 1

degger una salida, puesto que al mismo tiempo habla con acento Es la «época moderna» :en su conjunto, al parecer, el reo al
negativo sobre los «eternamente descontentos» y su anhelo de de- que se dirige el veredicto )ieideggeriano: «La historia de la hu-
tener las decisiones esenciales mediante una «huida hacia lo has- manidad de la época moderna, por tanto, no sólo recibe nuevos
ta-ahora», es decir, hacia el pasado? ¿Podrá darse todavía una «de- "contenidos" y ámbitos de actuación por la transformación del
cisión esencial» que, frente al poder excesivo de ese proceso, ser del hombre en sujeto, sino que el curso mismo de la historia
conduzca a un mundo «de trabajadores y soldados»? Heidegger deviene otro. En apariencia todo es descubrimiento, investiga-
piensa que sí es posible, y ello porque también los trabajadores y ción, representación, disposición y dominio del mundo, en el que
soldados, en su silencioso gestionar el ente, deben hacer uso del el hombre se propaga y, a consecuencia de su propagación, cer-
a priori más originario, o sea, de la comprensión del ser. Pero el cena, nivela y pierde su esencia. [!]En verdad, sin embargo, co-
hombre no puede disponer del ser y de su revelabilidad. De allÍ que mienzan a perfilarse de este modo los rasgos fundamentales por
la edad del olvido del ser y del oscurecimiento del mundo no sea los que recibe su impronta la subjetividad incondicionada de la
necesariamente la última edad, pues en el pensar del pensador y en humanidad» 12 •
el poetizar del poeta puede gestarse un futuro distinto. Pero la explicación de la «mismidad» [Selbigkeit] no habrá de
Me dispongo ahora a introducir algunas citas procedentes de detenerse, ni tan sólo por un momento, en la época moderna. La
las lecciones sobre Nietzsche de los años 1940 y 1941 (tal y como doctrina cristiana supone una prefiguración de esa subjetividad in-
aparecen en el segundo tomo de su Nietzsche). Ellas permiten apre- condicionada: «Que los teólogos medievales estudiaban a suma-
ciar, con bastante nitidez, hasta qué punto era negativa la actitud nera, es decir, dando una interpretación distinta, a Platón y Aris-
de Heidegger respecto de todo aquello que podría considerarse, tóteles es lo mismo que el uso que Marx hace de la metafisica de
contemplado retrospectivamente, como la característica propia del Hegel para su visión política del mundo[ ... ]. Todos los conoci-
nacionalsocialismo, aun cuando no sea exclusiva de él. mientos son referidos al orden de la salvación y se encuentran al
«La prepotencia del ser en esta forma de esencia se llama ma- servicio de la exigencia y aseguramiento de la salvación. Toda his-
quinación [Machenschaft] [ ... ]. Luego, cuando la maquinación al- toria deviene historia de la salvación: creación, caída en el peca-
canza el poder con la ausencia de sentido, se reemplaza la conten- do, redención, juicio final» 13 •
ción del sentido, y con ello todo inquirir por la verdad del ser, por En cualquier caso, aunque este juicio sea en el fondo abier-
la colocación de los "fines" (valores) de la maquinación. Se espe- tamente negativo, en su consideración se ha de tener presente la
ra, consecuentemente, que la vida erija nuevos valores una vez que alta estima que merece la esencia de la filosofía a los ojos de Hei-
se la ha movilizado totalmente, como si la movilización [Mobil- degger. Según éste, la existencia de los motores Diesel, por ejem-
machung] total fuera algo en sí y no la organización de la ausen- plo, se remonta al día en que los filósofos se propusieron pensar
cia incondicionada de sentido desde la voluntad de poder y para y examinar a fondo las categorías de una «naturaleza» aprove-
ésta[ ... ]. La edad de la consumada ausencia de sentido es, por ello, chable y utilizable en el sentido técnico de las máquinas. «No
la época del inventar conforme al poder y de la imposición de "vi-
siones del mundo", las cuales impulsan en grado máximo toda la
11
Martin Heidegger, 1'Vietzsche, t. 2, Pfullingen, 1981, pp. 21 ss.
12
Ibídem, p. 199.
13
10
Loe. cit. Ibídem, pp. 132 ss.
218 HEIDEGGER LOS AÑOS TRIUNFALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 219

todo el mundo precisa saber que la entera esencia de la invención el único por el cual es designado cada ente como lo que es y
no podría haber dado un solo paso si la filosofia, en el instante como es» 16 .
histórico en el que ella pisó el territorio de su contra-esencia [Un- Cabría preguntarse si aquí aparece una suerte de magia de pa-
wesens ], no hubiese pensado las categorías de esta naturaleza y, labras que atribuye a éstas algo más que el mero poder sobre las
por tanto, si no hubiese abierto el ámbito del buscar y ensayar del cosas, es decir, el poder de creación o institución. Pero al menos
inventor» 14 • Con otras palabras: precisamente porque Descartes hay algo seguro, y es que todo nadionalsocialista debió percibir que
distinguió entre res extensa y res cogitans pudo la ciencia de la su visión del mundo se había rebájado y «nivelado». De hecho, fue
naturaleza iniciar su camino, y no al contrario, es decir, que gra- eso mismo lo que condujo al flósofo en 1942 a nn abierto conflic-
cias a que cientos de inventores de la naturaleza quisieron espiar to con el régimen. Éste se encendió a raíz del ensayo de Heideg-
sus misterios pudo Descartes traducir ese querer a una concisa ger sobre La doctrina de la verdad según Platón [Platons Lehre
fórmula intelectual. Y, con el objeto de mostrar lo poco eviden- von der Wahrheit], publicado en el' segundo tomo del anuario Geis-
te que resulta esta concepción para el «sano sentido común», ci- tige Überlieferung, cuya edición corría a cargo de Ernesto Grassi.
taré una frase de Sir William Petty que no se refiere a algo así La edición, sin embargo, sólo vio la luz tras graves controversias
como a la escolástica, sino a Descartes: «No be conocido a na- a las que se sumó nada menos que el propio Mnssolini, lo que tuvo
die que haya paladeado alguna vez las exquisiteces del saber ex- consecuencias bien perceptibles.
perimental y después siga teniendo apetito para las insustancia- El presente escrito trata de una interpretación muy penetrante
les pieles de ajo y cebolla de una filosofía que produce un efecto y en absoluto oscura del Mito de la caverna platónico, que apare-
,. • . 15
iantasmagonco» . ce expuesto en el Libro VII de La República. Resulta difícil en-
Pero la carencia de significado de la filosofía, que Petty cree contrar una explicación mejor del concepto heideggeriano de la
deber constatar aquí como un hecho moderno, es aceptada por «comprensión del sern [Seinsverstiindnis] que este conocido texto
Heidegger y proyectada al futuro, considerándola, precisamen- clásico, en el que los encadenados habitantes de la caverna toman
te, como una consecuencia de la «consumación de la metafisi- las sombras de las cosas por «el ente», y sólo tras un penoso pro-
ca». De ahí que ya no quiera llamar a su propio pensamiento fi- ceso pueden llegar a percibir las cosas mismas y, sobre todo, la
losofía o metafísica. Tomando como punto de partida a Nietzsche, fuente de la luz, que es el sól. La relación entre las sombras y las
para quien la lucha por la dominación de la tierra será sosteni- cosas es análoga a la de las cosas, declaradas como «existentes»
da en el nombre de doctrinas filosóficas fundamentales,. escri- por los hombres, respecto de las «ideas» y de la «idea del Bien».
be Heidegger: «Sin embargo, con ello no se dice que la lucha En esta interpretación platónica del ser como «idea» ve Heidegger
por la utilización y aprovechamiento irrestrictos de la tierra, en el comienzo de la metafisica y, al mismo tiempo, de la teología, y
cuanto área productora de materias primas, y por el empleo de- ello porque sitúa el origen y causa del ente en Dios, el cual, por ser
silusionado del "material humano" en servicio de Ja incondi- el más ente de los entes, comprende en sí al ser. Según Heidegger,
cionada potenciación de la voluntad de poder, admita en su esen- esta interpretación significa la transformación de la esencia de la
cia fundamental la llamada a una filosofía como ayuda o sólo alétheia originaria, que obviamente no conoce, a juicio de Hei-
como fachada. Al contrario, se ha de suponer que Ja filosofia, degger, lo «pedagógico» que hay en el esfuerzo por llevar a los
como doctrina y como hechura de la cultura, desaparece y pue- hombres a «mirar las ideas». Heidegger llama «humanismo» a la
de desaparecer porque ella, en tanto que genuinamente sida [echt orientación hacia la paideia, hacia la educación, viendo en él el
gewesen], ha nombrado ya la realidad de lo real, es decir, el ser, «proceso, vinculado con el principio, el despliegue y el final de la
metafísica, proceso en el que el hombre, según perspectivas en cada
14
Ibídem, p. 76.
15
Citado siguiendo a Melvin Lasky, l/topie und Revolution, Reibeck, 1989, /
16
p. 386. Nietzsche (nota 10), p. 3J3.
220 HEIDEGGER LOS AÑOS TRIUNFALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDlAL 221

caso diferentes, avanza cada vez, sin embargo, a un lugar medio za el artículo de Heidegger cuando hubo de discutirse la cuestión
[Mitte] del ente, sin ser por ello el ente supremo». Aquí «el hom- del permiso de impresión y de la distribución de los articulas, pues-
bre» significa, bien un tipo de humanidad o la humanidad, bien el to que a todos parecía evidente que en el texto se manifestaba una
individuo, bien el pueblo o un grupo de pueblos. El hombre, en posición contraria al «humanismo político» que todos querían en-
tanto que animal rationale, podía, pues, ser llevado al asegura- tender corno la «herencia que, lleva en su sangre el indogermanis-
miento de su vida de un modo distinto, es decir, «corno acuñación rno». Estaban dispuestos a poner veto a la aceptación del artículo
de la conducta "moral", corno redención del alma irnnortal, corno de Heidegger o, al menos, a/exigir la supresión de los pasajes so-
despliegue de las fuerzas creadoras, corno cultivo de la razón, corno bre el humanismo. Pero el Amt Rosenberg no podía tomar por sí
cuidado de la personalidad, corno despertar del sentido común, solo la decisión de publicar o no publicar; aquí, en el plano «infe-
corno disciplina del cuerpo o corno apropiado acoplamiento de to- rior» o cotidiano existía de hecho la tan recurrida «policracia». El
dos o de algunos de estos "humanismos"» 17 . Ministerio de Goebbels decidieren favor del artículo de Heidegger,
Es evidente que en esta perspectiva se reúnen, en el espacio más y ello gracias a que Mussolini intervino personalmente a través de
reducido, elementos que pasan por ser diferentes y contrapuestos, su embajador en Berlín, Alfieri. En todo caso, las objeciones no
corno son, por ejemplo, la doctrina católica, la idea hurnboldiana fueron del todo desestimadas, llegándose a adoptar una medida que
de la formación de la personalidad, el liberalismo, el nacionalismo, prohibía mencionar el artículo de Heidegger en las reseñas, críti-
el colectivismo, el biologisrno y el nacionalsocialismo. Y fue pre- cas o comentarios sobre el contenido del anuario 18 •
cisamente desde el lado nacionalsocialista desde donde se acusó a ¿Se había convertido Heidegger en un «perseguido del régimen
Heidegger de haber caído en una «filosofia de la consumación» [ Vo- nazi»? ¿O fue precisamente ese suceso el que le descubrió corno
llendungsphilosophie J cuyo sujeto no era Alemania, sino que, por «fascista», puesto que el «Duce del fascismo», Benito Mussolini,
su tendencia orientada a lo «planetario», se trataba más bien de «Eu- había evitado que se le perjudicara? ¿O quizás este episodio es sin-
ropa», corno ya ocurriera con Hegel y Marx. Ahora bien, en este tomático de la coexistencia y alianza de tendencias de índole di-
versa en el. seno de aquel régimen «totalitari0», pero también den-
caso habría que contar con una diferencia bastante significativa, es
tro del propio pensamiento de Heidegger?
decir, de que en Heidegger la «consumación» no se concibe positi-
De hecho, durante estos años es posible constatar en Heideg-
vamente, corno punto final de una dialéctica, sino negativamente,
ger una orientación reforzada hacia una crítica general de la «mo-
corno endurecimiento, banalización e inanirnación en el sentido de
dernidad» y, más allá, de la «metafísica»; pero también se com-
Nietzsche y Spengler. Y de un modo muy general se podría objetar prueba la retirada, incluso la desaparición, del «hombre de Estado»,
a Heidegger que, al volverse contra la centralidad del «hombre» o, que ya no se cuenta entre quienes ponen en obra la verdad del ser.
mejor dicho, contra la «subjetividad» o la «razón», omite que para Sin embargo, sería falso afirmar que durante estos años de guerra
él mismo la copertenencia entre ser y existencia humana pennane- triunfal, Heidegger se había limitado a «esconder la cabeza», a
ce inalterada, copertenencia que el sano entendimiento humano ha- apartar sus intereses de la política concreta o, sencillamente, a re-
brá de considerar como la cima del subjetivismo o, dicho con ma- fugiarse en la posición de un «exilio interior». Existe un nutrido
yor elegancia, de la filosofia trascendental. número de declaraciones procedentes de esta época que permiten
No sorprende que en la «Oficina General de la Ciencia» de Ro- suponer, sin gran riesgo de error, que Heidegger siguió el aconte-
senberg, dirigida por Alfred Baeurnler, se mirara con desconfian- cimiento de la guerra con un profundo interés y que en modo al-
guno equiparó sin más el nacionalsocialismo con el arnericanisrno
17
Martin Heidegger, Platons Lehre van der T-Vahrheit. Mit einen Briefüber o el bolchevismo.
den «flumanis1nus», Bonn, 1947, pp. 49 y ss.; ed. cast., Doctrina de la verdad se-
gún Platón y Carta sobre el hu1nanismo, trad. L. D. García Bacca y A. Wagner de
Reyna (respect.), Centro de Estudios Humanísticos y Filosóficos del Instituto de '' Ibídem, p. 268; ed. cast., p. 197. Víctor Parías (Bibl. n.º 15b), pp. 347 ss.;
Investigaciones Histórico-culturales, Santiago de Chile, s.a., p. 155. ed. cast., pp. 361 ss.
222 HEIDEGGER LOS AÑOS TRIUNFALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 223

En la lección sobre Nietzsche del trimestre de verano de 1940, nifica tan sólo: lo que es útil para el incremento de poder. Con ello
cuyo título rezaba El nihilismo europeo [Der europiiische Nihilis- se dice, al mismo tiempo, que nosotros no podemos ni debemos
mus ], Heidegger hace referencia a la capitulación de Francia: «En justificar [rechtfertigen] en ningún caso ese ataque; todo poder tie-
estos días, nosotros mismos somos testigos de una misteriosa ley ne, pensado metafísicamente, su derecho [Recht]. Tan sólo la im-
de la historia. Según esta ley, cierto día un pueblo deja de poder potencia hace que lo pierda. :A la táctica metafísica de todo poder
afrontar la metafísica que surgió de su propia historia, y ello pre- pertenece,. no obstante, el qq'e no pueda ver cada ataque del poder
cisamente en el instante en que esa metafisica se ha transformado contrario desde la perspectiva de poder de éste, sino que el ataque
en lo incondicionado. Ahora se muestra lo que Nietzsche ya reco- hostil cae bajo la vara de medir de una moral humana universal
noció metafísicamente, a saber, que la "economía maquinal" mo- que, sin embargo, solamente posee un valor propagandístico»w
derna, el mecánico cálculo· exhaustivo de todo actuar y proyectar, Tampoco aquí podemos pasar por alto que se trata de una toma de
exige en su forma incondicionada una nueva humanidad que so- posición dentro de la equiparación y a pesar de dla.
brepase al hombre anterior [ ... J. Requiere una humanidad que des- Es posible observar cierta ambivalencia, tal vez hasta descon-
de su fi.mdamento sea adecuada a la esencia fundamental de la téc- tento, al leer en la lección de 1941-1942 sobre el himno de Hiil-
nica moderna y a su verdad metafisica, es decir, que se deje dominar derlin Recuerdo [Andenken] una clara referencia a Norbert von
del todo por la esencia de la técnica, precisamente para así encau- Hellingrath. Allí reitera Heideggger expresamente que Von He-
zar y utilizar por sí misma los avances y posibilidades técnicas par- llingrath, observador de artillería, cayó en primera línea de com-
ticulares» 19 . ·
bate durante el avance hacia Verdún, añadiendo a continuación una
Sin duda, a primera vista estas palabras parecen aludir a aque- cita procedente del In memoriam [Gedenkwort] de Stefan George:
lla concepción «niveladora» según la cual el nacionalsocialismo es
una de las versiones, en esencia semejantes, del imperialismo téc- Tú, cual monje inclinado sobre su libro,
nico mundial, lo que también abre la posibilidad de situar en una sentías horror por los pertrechos de guerra [ .. ].
época anterior a 1945 la adición indiscutible de los paréntesis en Pero una vez embozado en tosco paño,
el siguiente pasaje de 1935: «[ ... ]no tiehe que ver en lo más mí- rehusaste, orgulloso, la indulgencia ofrecida.
nimo con la interna verdad y grandeza de este movimiento (asa- Tú, cordero tardío, parecías demasiado cansado para la danza salvaje.
ber, con el encuentro de la técnica planetariamente determinada y Mas, por un soplo transportado a un mundo ignoto,
del hombre moderno)[ ... ]». Sin embargo, ¿estaremos imaginan- avanzaste, como los demás, ante las trincheras
21
do simplemente al creer oír en el texto citado cierto tono de satis- Y caíste, hendido en aire, tierra y fuego •
facción ante el gran triunfo de Alemania? ¿Nos encontramos aquí
con una ambivalencia no del todo diferente a la de Spengler, quien También se observa cierta ambivalencia en la lección del se-
aprobaba el futuro imperium germanicum, aun cuando éste fuera mestre de verano de 1942 sobre el hinmo de Hiilderlin Der Ister.
ajeno a la cultura y careciera de alma? Y cabria preguntar si no se trata de una dnra condena al nacional-
Sea como fuere, Heidegger utiliza el pronombre «nosotros» socialismo cuando Heidegger, en estrecha conexión con unas pa-
cuando, en la misma lección, vuelve a expresar su postura respec- labras de Hiilderlin sóbre Ja relación entre lo «propio» y lo «ex-
to de un suceso político contemporáneo: «Si, por ejemplo, los in-
gleses dispararan ahora por todos los flancos a las unidades de la 20
Nietzsche II(nota 10), p. 198.
flota francesa atracadas en Orán, entonces, desde su posición de 21
HOlderlyns Hymne «Andenken», en GA, t. 4, pp. 45 ss.
poder, ello sería por completo "justo" [gerecht], pues "justo" sig- («Du eher MOnch geneigt auf seinem buche I Empj'andest abscheu vor dem
kriegsgerGt [ . .] / Doch einmal eingeschnürt in rauhe tuche I flast angebolne scho-
nung stolz verschmdht / Du spdtling schienst zu müd zum wilden tanze I Doch da
" GA, t. 48, p. 205. También en Heidegger, Nietzsche II (nota 10), pp. 165 ss. dich hauch durchfuhr geheimer welt / Trast du wie jeder vor die schanze I Und
con algunas discordancias insignificantes. jielst infeuer, erd und luji zerspellt>>.)
224 HEIDEGGER LOS AÑOS TRIUNFALES DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 225

traño» dice: «En cambio, donde sólo se insiste en rechazar o en dio del ente, mientras que la primacía conferida a lo político por
aniquilar lo extraño, se pierde necesariamente la posibilidad del la doctrina nacionalsocialista abre un abismo que la separa de aque-
tránsito a través de lo extraño y, con ello, la posibilidad de la re- llos. Por tanto, no se trata de una afirmación positiva, sino preci-
patriación en)o propio y, con ello, también lo propio mismo.» Y samente del adiós definitivo de Heidegger al nacionalsocialismo,
aquí, desde !Uego, Heidegger no parece identificarse inmediata- pues el <macionalsocialismo» del Heidegger de 1933 había queri-
mente con el nacionalsocialismo, aunque sí con el Reich alemán do hacer de Alemania, siguiendo justamente el modelo de la polis
como lugar medio [Mitte] de Europa, cuyo destino, sin embargo, griega, el «fundamento digno 4e ser preguntado r.Jragwürdige] y la
no podía desligarse del destino del nacionalsocialismo. Heidegger estación del ente» (es decir, de la revelabilidad del ente). Y tam-
añade sobre esto último: «Hoy sabemos que el mundo anglosajón bién en Heidegger «se abrió un abismo» que lo separó de sus pro-
del americanismo está decidido a aniquilar Europa, es decir, lapa- pias esperanzas y deseos de género «político» cuando la gran gue-
tria, es decir, el inicio [Anfang] de lo occidental. Lo inicial [Alifan- rra, cercana a su desenlace, se decidió en los campos de batalla de
gliches] es indestructible. La entrada de América en esta guerra Rusia y en el cielo de Alemania. Pero durante estos· años Heideg-
planetaria no es la entrada en la historia, sino que ya es de ante- ger no se sumió en el silencio, aunque sí dejó de pronunciarse, o
mano el último acto americano de la ahistmicidad y de la autode- lo hizo de una manera críptica, sobre el curso concreto de la his-
vastación norteamericanas. Este acto supone la negativa a Jo ini- toria, sobre el americanismo, el bolchevismo o el nacionalsocia-
cial y la decisión por lo carente de inicio [Arifanglos]. Ni siquiera lismo.
le quedará al espíritu oculto de lo inicial en Occidente mirar ~on
desprecio este proceso de la autodevastación de lo carente de ini-
cio, sino tan sólo esperar su momento estelar desde la serenidad de
la quietud de lo inicial» 22 . ¿Qué se quiere decir aquí con ese «mo-
mento estelar»? Heidegger no podía referirse al momento estelar
del triunfo nacionalsocialista sobre todos los adversarios, pues el
nacionalsocialismo no era «el espíritu oculto de Occidente»; pero
seguramente tampoco se refería al momento estelar antinaeional-
socialista de la derrota absoluta. En este punto la ambivalencia es,
al mismo tiempo, enigma.
Sin embargo, también se encuentran declaraciones evidentes
en apariencia, como, por ejemplo, la que aparece en la página \ 79:
«La naturaleza es ahistórica. Antihistórico y, por tanto, catastrófi-
co, como ninguna naturaleza puede serlo, es el americanismo.»
Pero también se dice algo sobre el nacionalsocialismo, algo que
a primera vista resulta, por cierto, bastante positivo: «No aumen-
tan en absoluto el conocimiento ni la valoración del carácter úni-
co del nacionalsocialismo en la historia quienes hoy interpretan lo
griego como si se pudiera decir que todos los griegos habían sido
ya "nacionalsocialistas".»"- Esta equiparación es incorrecta,. ya
que los griegos experimentaban la polis como el lugar y punto me-

22
GA, t. 53, p. 68.
23
Ibídem, p. 106.
LOS AÑOS DE LA DERROTA Y EL FINAL DE LA GUERRA 227

después de que las tropas americanas y soviéticas hubieran esta-


blecido contacto en Torgau, a orillas del Elba.
En los escritos y lecciones publicados de Heidegger no se en-
LOS AÑOS DE LA DERROTA cuentra declaración alguna sobre esta época, repleta de aconteci-
Y EL FINAL DE LA GUERRA mientos que conmocionaron a Europa y a Alemania en particular.
No se manifestó sobre Staljngrado, las deportaciones o la pérdida
de Francia, pero tampoco sc¡bre sobre el 20 de julio, ni siguiera me-
El día 31 de enero de 1943 capitulaba en Stalingrado el VI Ejér- diante insinuaciones más Ó menos vagas. Sus dos hijos, Hermann
cito alemán bajo el mando del capitán general Von Paulus (nom- y Jiirg, combatieron en el.Este; pero él mismo y su esposa no se
brado por Hitler, ya en el último minuto, mariscal general de cam- vieron expuestos directamente a los peligros de la guerra hasta no-
po). Aunque en los años precedentes a esta fecha habían capitulado viembre de 1944. Sin embargo, si es cierta una declaración epis-
unidades bastante mayores del ejército soviético, los aliados vie- tolar que Ott menciona en su libro, Heidegger habría comunicado
ron precisamente en este nuevo revés el cambio de rumbo de la a uno de sus discípulos, en un momento bastanté avanzado de la
guerra. Y, desde luego, su percepción de los hechos era la correc- contienda, 1ue «hoy, la existencia en el frente es la única digna de
ta, pues los norteameriacanos habían desembarcado poco antes en un alemán» . Por otra parte, se sabe de buena fuente que, al menos
el norte de África, y, a partir de ese momento, ni la valentía ni el durante el último año de la guerra, Heidegger solía escuchar emi-
arte estratégico lograron nada significativo contra la extraordina- soras radiofónicas extranjeras y ya daba la guerra por perdida. Pero
ria superioridad numérica de aquéllos. Alemania -o, dicho con sólo cuando se levante el bloqueo de los escritos póstumos podre-
mayor precisión, la Europa centrada en torno a Alemania- se en- mos obtener una mejor comprensión sobre este asunto.
contraba literalmente «presa en unas tenazas», y el acto de atena- Para nosotros, sin embargo, lo más importante es, siempre, la
zamiento se hizo cada vez más evidente en la propia patria a cau- obra del filósofo. Y si, en general, cabe afirmar que en ella se hace
sa de las ofensivas aéreas de los aliados, mientras que en las regiones patente una «retirada hacia los inicios griegos», sin embargo no se
del frente situadas en la retaguardia comenzó a adherirse a los gru- puede negar que la lección sobre Parménides del semestre de in-
pos de partisanos un gran número de sus habitantes. No resulta cla- vierno de 1942-1943 está surcada por opiniones del filósofo acer-
ro hasta qué punto las deportaciones de judíos -alemanes y no ca de fenómenos que no son griegos. El punto de partida lo cons-
alemanes- a las regiones del Este fueron contempladas por lapo- tituye ahora, de nuevo, aquella «crítica del presente» que tantas
blación como medidas preventivas, y tampoco cabe precisar hasta veces hemos tenido ocasión de observar: «El hombre moderno,
qué punto se tomaron en serio los rumores sobre los espantosos obstinado en olvidarlo todo con la mayor rapidez posible, debería
procedimientos de exterminio aplicados a la población semítica. saber, sin embargo, qué es eso del olvido. Pero no Jo sabe. Ha ol-
En cualquier caso, los movimientos de resistencia no encontraron vidado la esencia del pasado, suponiendo que se haya detenido a
demasiado eco, ni siquiéra el atentado del 20 de julio, y ello a pe- pensarlo alguna vez en absoluto, es decir, que haya pensado desde
sar de que por esta época se encontraba al borde del colapso la zona allí la región esencial del olvido.» De lo anterior resulta una de las
media del frente oriental, situada entre Minsk y Bialystok, y a pe- caracterizaciones más agudas, si bien metafóricas, del «Olvido del
sar de que Francia había caído en manos de los ejércitos de inva- ser», así como una orientación postulatoria hacia la auténtica i~\'
sión ingleses y norteamericanos. Durante los primeros meses .de tención de Heidegger: «Por tanto, también podría ser que la U:ulJ'¡f
1945 parecía como si los jinetes del apocalipsis hubieran atrave- ella misma invisible, del olvido, el olvido del ser, se extiena1l'Eiri'.
sado Alemania, y el 30 de abril tenía lugar el suicidio de Hitler, volviendo el entero orbe terrestre y a su humanidad, en-la-f¡~~
.( J ,1'-.0
. ,ffr:Jb}dl
1
[226] Hugo Ott (Bibl. n.º 16), p. 154; ed. cast., pp. 171-172. .rn:ibirJ:
228 HEIDEGGER LOS AÑOS DE LA DERROTA Y EL FINAL DE LA GUERRA 229

habrá olvidado, no este o aquel ente, sino el ser mismo; una nube tafisica y a «Europa»: «Podrá la metafisica occidental incremen-
que un avión jamás podría surcar, aun cuando su altura de vuelo tar lo verdadero hasta el espíritu absoluto de Hegel, podrá apelar-
fuera la máxima. Por tanto, también podría ser que a su tiempo na- se a "]os ángeles" y a "los santos" en favor de "lo verdadero", pero
ciera precisamente la necesidad [Not] de una experiencia de este hace tiempo que la esencia de la verdad se ha retirado de su inicio,
olvido del ser y se tornara necesaria [notwendig]; y que, en vista y ello significa, a la vez, de su fundamento esencial; ha caído fue-
del olvido del ser, se despertase un recuerdo [Andenken J que sólo ra de su inicio y, por tanto, es un declive [Abfa/1]» 5• Y esta hostili-
se acuerda del ser mismo, y sólo de él, al detenerse a pensar el ser dad se hace aún más ev\dente cuando Heidegger, en otro lugar,
mismo, a él[!] en su verdad, es decir, la verdad del ser y no. sólo, efectúa el tránsito hacia}b <<político» o, dicho con mayor precisión,
como toda metafisica, el ente en cuanto a su ser [ ... ]» 2 • Pero, como hacia lo «apolítico»: «Asimismo, nosotros[!] pensamos de un modo
ya viene siendo tónica general, en lo que sigue resulta mucho más nada griego lapo/is griegay lo "político". Pensamos lo "político"
claro lo que Heidegger rechaza y ataca que aquello que aprueba, al estilo "romano", es decir, imperial[ ... ]. Tan pronto como diri-
acepta y persigue alcanzar o preparar. Como estadíos previos más gimos la mirada a las regiones esenciales simples, en cualquier
relevantes del olvido del ser señala Heidegger la inversión latina caso indiferentes para el historiador por ser discretas y silenciosas,
del griego alethés en el verum, así como la del griego pseudos en en las que no se da ninguna retirada, entonces, y sólo entonces, ex-
el falsum. En esta inversión se cumple un desplazamiento de sen- perienciamos que nuestras habituales representaciones fundamen-
tido desde el griego dejar-ser [Seinlassen] el ente, desde el «sal- tales, es decir, las romanas, cristianas y modernas, quebrantan de
vamento» [Rettung] de los fenómenos en su presencialialidad (lo un modo deplorable [! !] la esencia inicial de lo griego» 6 .
que más tarde sería retomado por la fenomenología) hasta el so- De nuevo, el entendimiento humano simple no puede menos
metimiento del ente a la voluntad y el mandato humanos. Con ello que expresar abiertamente su asombro: ¿se ha convertido el na-
aparece en un primer plano el imperium, en el sentido de «manda- cionalsocialista de 1933 en an-arquista y, además, en un anarquis-
to» [Befehl], y, con él, el «dominio» [Herrschaft]. Pero también el ta «verde» avant la /ettre, que rechaza el dominio porque éste im-
dios del Antiguo Testamento es un dios «que manda», pues escri- pone violencia sobre la naturaleza y la destruye? ¿No es del todo
be sobre las tablas de la ley su «debes» y «no debes». En cambio, evidente que para él la «historia del sern significa aquí la «histo-
«ningún dios griego [es] un dios que manda, sino uno que mues- ria de la caída», contra la cual se subleva e indigna? Sin duda, en
tra, indica» 3 • Si esto es cierto, entonces el cristianismo, en su for- este punto nos vendrán a la memoria sus primeros afectos «anti-
ma católico-romana, habrá de ser una síntesis funesta de las con- rromanos» de 1919 y 1934, por lo que tal vez debamos preguntar-
cepciones, contrarias a la alétheia griega, del Antiguo Testamento nos si Heidegger no había ya tomado desde entonces una posición
y de la tradición románico (latino )-romana (católica). En efecto, contra el <<poder» y el «dominio», al igual como ocurriera con Ernst
Heidegger afirma: «Ahora bien, la región esencial de la alétheia Bloch, Georg Lukács y Max Horkheimer, quienes, no obstante, pa-
no sólo está sepultada, sino obstruida por el gigantesco bastión de saban por ser enemigos acérrimos del filósofo.
la esencia de la verdad, definida, en un sentido múltiple, al estilo Sin embargo, contra lo anterior habla el hecho de que Heideg-
"romano"»4 . De aquí parte el despliegue de la esencia moderna y, ger acoge finalmente lo «genuinamente alemán», oponiéndolo, sin
con ello, de la moderna técnica de las máquinas, y en ningún otro embargo, a lo «romano». De hecho, a veces cree uno oír a un re-
lugar como en el siguiente ha dado a entender Heidegger con ma- presentante de lo «nacional» en campaña contra el «papa de Roma»:
yor claridad que no sólo reflexiona sobre los «envios del sern [Schic- «También es una obra romana la solidificación de esta primacía
kungen des Seins ], sino que además es claramente hostil a la \ne- del falsum sobre el pseudos y la perpetuación de esa solidificación.
Pero ahora lo operante en esta obra ya no es el imperium estatal,
' GA, t. 54, pp. 41 SS.
3
Ibídem, p. 59. ' Ibídem, p. 79.
4 6
Ibídem, p. 58. Ibídem, p. 63.
230 HEIDEGGER LOS AÑOS DE LA DERROTA Y EL FINAL DE LA GUERRA 231

sino el eclesiástico, es decir, el sacerdotium. Lo "imperial" llega sición metafísica retrasada»? ¿Qué significa que Heidegger pa-
en la forma de lo curial de la curia del papa romano. Su dominio rezca adoptar aquí sin reservas la visión marxista del «burgués»?
se funda del mismo modo en el mandato. El carácter de mandato ¿Hasta qué punto sólo es. «en parte» como ese mundo burgués no
reside en la esencia del dogma cristiano. Por ello, este dogma cuen- quiere ver ciertas cosas? ¿Y dónde cabe encontrar la otra parte, la
ta por igual con lo "verdadero" de los "verdaderos creyentes" y con mejor instruida? ¿Quizá en la Alemania nacionalsocialista?
lo "falso" de los "herejes" y de los "no creyentes". La inquisición Todas estas declaracjones «políticas» de Heidegger sobre he-
española es una forma del imperio curial rornano» 7 . chos y sucesos contemppráneos son fragmentarias y no pasan de
¿Y no habremos de calificar expresamente a Heidegger de «re- ser insinuaciones. No.sabemos si él intentó alguna vez y en al-
accionario», puesto que desarrolla la crítica a la técnica en su má- gún lugar construir un todo a partir de esas insinuaciones y frag-
quina de escribir, al tiempo que ve en este método de escritura, que mentos. Sin embargo, en la lección anterior volvernos a encon-
hace que todos los hombres parezcan iguales, una de las razones trar una observación que seguramente resulte sorprendente, pero
principales «de la creciente destrucción de la palabra»? 8. que permite dar una respuesta a la cuestión antes planteada. En
. Pero tampoco aquí debernos pasar por alto la referencia nega- efecto, al final de la lección, Heidegger interpreta el mito con el
tiva al bolchevismo, y en esta lección, precisamente, se encuentra que Platón concluye. la República, y en este contexto habla de los
cu caracterización más detallada: «Quien tiene oídos para oír, esto descuidados, que se sienten bien en la carencia de reflexión y, por
es, para ver los fundamentos [Gründe] y los fundamentos sin fon- tanto, en el propio descuido. Y, entonces, añade Heidegger: «Es-
do [Abgründe] de la historia y para tornarlos en serio en tanto que tos descuidados [Sorglosen] son aquellos que han llegado a ale-
rnetafisicos, ése ya pudo oír hace dos décadas la palabra de Lenin: grarse de haber dejado tras de sí el cuidado [Sorge] de la perte-
el bolchevismo es poder soviético + electrificación. Ello quiere de- nencia a un pueblo de pensadores y poetas. (En esos días el
cir: el bolchevismo es la asociación "orgánica", es decir, organi- Ministerio de Propaganda había anunciado públicamente que los
zada y calculada (en cuanto+), del poder incondicionado del Par- alemanes va no necesitaban "pensadores y poetas", sino "trigo y
tido con la tecnificación absoluta. El mundo burgués no ha visto aceite")» 1D.
y, en parte_, sigue hoy sin querer verlo, que en el "leninismo", tal y Por desgracia, el editor, Manfred S. Frings, no explica el sig-
como Stalm denomina esa metafísica, se ha cumplido un salto ade- nificado de la inclusión de la frase entre paréntesis. Todo apunta a
lante metafísico desde el que se vuelve comprensible, en cierto que no se trata ---{;Omo ya da a entender el «había»--- de una fra-
modo, la pasión metafísica de los rusos actuales por la técnica, des- se pronunciada por Heidegger durante el dictado de la lección. Pero,
de la que se abre camino la técnica hacia el poder ( ... ]» 9 • con ella o sin ella, la indirecta sigue siendo inequívoca. El nacio-
Es evidente que el «salto adelante metafísico» [mataphysicher nalsocialismo suponía el declive del «poetizar y pensar» y, por ello,
Vorsprung] significa aquí tanto corno la voluntad consecuente. ¿Ca- de la esencia «de lo alernám>.
rece la Alemania nacionalsocialista de esa voluntad consecuente? Mas, la aparente obviedad de la equiparación entre bolchevis-
¿Y no ve Heidegger algo negativo en el hecho de poder impartir mo y nacionalsocialismo vuelve a oscurecerse en la interpretación
lecciones de filosofía en esa Alemania, lo que desde luego sería final de las ocho Elegías duinesas de Rilke. En efecto, Heidegger
inimaginable en la Unión Soviética? ¿O se trata más bien de algo separa tajantemente la concepción de lo «abierto» [Ojjene] que de
positivo el que hubiera aún en la Alemania nacionalsocialista un allí se desprende de la suya propia. Para Rilke, lo «abierto» es lo
resto de «pluralismo social», aun cuando éste entrañara una «po- que ve «la criatura, cualquiera que sean sus ojos», y Jo que ve no
es sino «lo ilimitado, lo infinito, donde los seres vivos se reabsor-
ben y, libres, se disuelven en las inexorables relaciones de las co-
7
Ibídem, pp. 67 ss.
·' Ibídem, p. l 19.
9 10
lbídcn:1, p. 127. Ibídem, p. 179.
232 HEIDEGGER LOS AÑOS DE LA DERROTA Y EL FINAL DE LA GUERRA 233

nexiones de efectos de la naturaleza, para quedar suspendidos en esta experiencia algún significado para el ente mismo, o perma-
lo ilimitado» 11 • Pero ésta es, a juicio de Heidegger, la mera recre- nece externa e indiferente para él? Sobre esta cuestión nos ofrece
ación poética de la «metafísica biológica popular de finales del si- el enigma una respuesta,inequívoca antes de dar el paso hacia lo
glo XIX», a la que contrapone con energía su propia comprensión incomprensible o, al menos, hacia algo difícil de comprender: «S1,n
de lo «abierto», entendido como el claro [Lichtung] del ser. Pero el ser, cuya esencia abismática, pero aún no desplegada, nos envia
esta compresión se opone a la vez, de igual modo, al bolchevismo a la nada en la angustia e'sencial, permaneceria todo ente en la au-
y también --<:abe suponer- al nacionalsocialismo. La última fra- sencia de ser [Seinlosigkbt]» 14 . Ello sólo puede significar que sin
se de Heidegger en esta lección es una frase en extremo exigente, el envío [Schickung] deYser, sin Ja autotransferencia del ser al hom-
y con ella pretende que sus oyentes reconozcan que el pueblo ale- bre, permanecería todo ente en la ausencia de se;. En efecto, s1 se
mán se encuentra involucrado en el presente en una lucha por el pudiera prescindir del hombre, entonces no habna ser m, por con-
ser y el no-ser. Pero, al reconocer lo anterior, el pueblo se eleva so- siguiente, el ente como tal en absoluto, justo como ocurre en la
bre -esa lucha por la existencia, que así se revela como algo penúl- doctrina cristiana, para.la que las cosas creadas en su coniunto no
timo, pues la edad presente es de un género tal, que «no sólo se en- existirían si no hubiese un creador. Sin embargo, Heidegger aña-
cuentra ante la decisión sobre el ser o el no-ser de un pueblo, sino de: «Sólo que, de nuevo, tampoco ésta [la ausencia de ser] es, como
que ante todo están en juefo la esencia y la verdad del ser y del no- el abandono del ser [Seinsverlassenheit], una nada afectada de un
ser mismos y nada más» 1 • "no ser" [ein nichtiges Nichts ], si bien pertenece a la verdad del ser
En 1943 apareció una cuarta edición· de ¿Qué es metafísica?, que el ser esencia [west] sin el ente; pero un ente no es en ningún
en la que Heidegger había añadido un epílogo. Creemos conve- caso sin el sern 15 • ¿No está hablando Heidegger del «sern en el sen-
niente echar una ojeada al mismo antes de dirigirnos a la lección tido en que los teólogos cristianos hablaban de «Dios», que tam-
sobre Heráclito, ya que en él se encuentra una de las frases clave bién es antes de la creación de las cosas creadas, y no precisa de
que permiten apreciar con claridad que para Heidegger permane- ellas para su esencia y su bienaventuranza? Y, en Ser y tiempo, ¿no
cía inalterada la singular copertenencia entre hombre y ser. Pero, había considerado Heidegger una y otra vez el «ser-ahí» como
además de lo anterior, también se enuncia allí un enigma que, sin «ente»? ¿El ser esencia, por tanto, antes del hombre y con inde-
duda, resultará aún más enigmático al considerarlo en conjunto con pendencia de él? En ningún caso podrá aceptarse esto s1 se tiene
una modificación posterior del texto, modificación que queremos presente que el punto de partida de Heidegger en este respecto e~
anticipar en la presente discusión. la fenomenología, por tanto, la doctnna de lo que se muestra en s1
La frase clave dice así: «La prestancia [Bereitschaji] para la an- mismo, de lo que aparece como es. Eu la quinta edición, la frase
gustia es el sí al empeño de corresponder a la más alta apelación, parece haberse convertido justo en su contraria:«[ ... ] aunque per-
tan sólo por la cual es hallada la esencia del hombre. De todos los tenece a la verdad del ser que el ser nunca esencia sin el ente, que
entes el hombre es el único que experiencia, invocado por la vo.z un ente no es en ningún caso sin el sern. En su obra Los caminos
' . . 13
del ser, la maravilla de las maravillas: que es ente» . de Heidegger [Heideggers Wege ], Hans-Georg Gadamer intenta li-
Si se pone el acento en «experiencia» [erflihrt], entonces la fra- mar y hacer comprensible la contradicción que acabamos de ob-
se resulta trivial. Naturalmente, hasta donde sabemos, tan sólo el servar: «Ahora bien, es una cuestión de perspectiva la de si uno
hombre tiene conciencia en el sentido de autoconciencia; él es el · quiere pensar la dimensión de la "esencia" ei: la que el ser "esen-
único que puede tener la experiencia de que es ente. Pero ¿tiene cia" como si tuviese "ser" (mientras se prescmde de todo ente); o
11
Ibídem, p. 233.
" Ibídem, p. 236. " Ibídem, p. 41.
13
Martin Heidegger, Was ist Metaphysik? S.ª ed., aumentada por la adición de 15
Ibídem (comparar con el texto correspondiente en «Wegmarken», GA, t. 9,
un prólogo y un epílogo, Francfort, 1949, p. 42. pp. 103-122).
234 HEIDEGGER LOS AÑOS DE LA DERROTA Y EL FINAL DE LA GUERRA 235

si se la piensa como mera dimensión en la que el ser "es", lo que en ella se estaba hablando del fundamento del mundo o de Dios,
significa, empero, que el ser es pensado de tal modo, que sólo es sobre todo al oír la siguiente frase: «Intentaremos ahora dilucidar
en absoluto en la medida en que el ente es» 16 • No alcanzo a ver que cómo, según la doctrina de Heráclito, puede relacionarse el logos
esta explicación resuelva el enigma, y fracasa debido a que tam- humano con el Logos; y éÜo significa, a la vez y sobre todo, cómo
bién el ser-ahí [Dasein] es un ente. Si la «diferencia ontológica» el Logos, desde sí, acoge al lagos humano en la referencia a sí mis-
puede ser pensada tanto en la dirección de la unidad como en la de mo, de modo que el hom~re, por su parte, responde en su logos al
la diferenciabilidad, entonces resulta natural escribir «ser» una vez Logos» 17 • Y ese mismo estudiante, ¿no habría creído tener ante sus
con «i» [Se in] y la otra con «Y» [Seyn]. La diferencia ontológica ojos una de las grandes1)rédicas religiosas al oír: «Vuelto hacia el
se cumple, sin embargo, únicamente en el hombre, y no se puede ente, si es que no está simplem.ente caído y perdido en él, el hom-
salir de este reducto mientras no se abandone el punto de partida bre olvida que, aun sin prestarle atención, el ser le interpela cons-
18
fenomenológico y filosófico-trascendental, algo que Heidegger, tantemente como si estuviera ausente» ?
de hecho, nunca llega a hacer. Mas, precisamente en las lecciones Pero tampoco aquí faltan del todo referencias a «Alemania» y
sobre Heráclito, de las que nos ocuparemos en breve, Heidegger a lo que el entendimiento humano simple llama «historia», mien-
habla a menudo del «ser» o, mejor dicho, del «Logos» (con ele ma- tras que se excluye ahora todo lo «político». Heidegger habla del
l' yúscula) como si se tratara del cosmos o del fundamento del mun- «delirante paso errático de la historia» 19 , mientras que en su Par-
do. La razón de ello reside, probablemente, en haber puesto lími- ménides descalifica al historiador tachándole de «técnico del pe-
tes al punto de partida de la filosofia trascendental, lo que le impide riodismo»; en cualquier caso, opone a éstos los, «pensadores de la
hablar de un «en sÍ» independiente ante el cual el hombre se do- historia», tales como Jacob Burckhardtw El olvido del ser impul-
1
blegue o respecto del cual pueda conducirse de un modo «religio- sa tanto su contra-esencia [Unwesen], que «ni siquiera dos guerras
1
so». Ya el idealismo alemán descubrió mia peculiar vía de escape han sido capaces de arrancar al hombre histórico del mero gestio-
a esta dificultad, una salida que Kant habría denominado, de nue- nar el ente y de ponerlo ante el sern 21 Pero este «hombre históri-
¡ vo, «dogmática». Pero ni Hegel ni Hi:ilderlin caen fuera del prin- co» no es uno cualquiera, pues de nuevo es el hombre alemán al
cipio kant(husserl)iano. Entretanto, conviene tener presente una de que Heidegger atribuye, ahora como antes, un papel especial: «El
las «sentencias» de Heráclito: «Este mundo (cosmos), el mismo planeta está fuera de quicio. Tan sólo de los alemanes, suponien-
para todos, no lo creó ningún dios ni ningún hombre, sino que siem- do que encuentren "lo alemán", puede venir la meditación [Besin-
pre fue, es y será fuego eterno, que se enciende según medida y se- nung]. Esto no es arrogancia; muy al contrario, es el saber acerca
gún medida se extingue.» Llamo cosmológico-objetivista a la con- de la necesidad [Notwendigkeit] de la diferencia decisiva de una
cepción que de ahí se desprende y que sitúo en oposición a la de penuria [Not] incicial» 22 •
la filosofía trascendental y la fenomenología, y no me dejo des- La perspectiva más práctica que Heidegger percibe para el fu-
concertar por quienes de seguro me objetarán que los griegos no turo en el verano de 1943 es clara tan sólo en un punto: en que se
conocían ningún «objeto». Lo que sí es claro es que Heráclito atri- atiene a la condena de la «modernidad»: «El peligro en que se ha-
buye a la psyché, y Parménides al noeín, una relación muy espe- lla el "corazón sagrado de los pueblos" de Occidente no es el de
cial con este mundo, es decir, con el einai. Y en este punto cabe un ocaso, sino el de que nosotros mismos, confundidos, nos ren-
preguntarse cómo es posible que cualquier joven estudiante, qtie
en el semestre de verano de 1944 hubiera escuchado la lección de
Heidegger sobre La doctrina de Heráclito acerca del Lagos [He- 17
GA, t. 55, «Heraklit», p. 315.
18
rak/its Lehre vom Lagos], no hubiese llegado a la opinión de que 10
Ibídem, p. 324.
Ibídem, p. 324.
20
Martin Heidegger, Parmenides, GA, t. 54, pp. 94 ss.
16
}fans-Georg Gadamer, Heideggers Wége, Studien zum Spiitvver!C, Tubinga, " Heraklit (nota l 7), p. 84.
22
l 983, p. 42. Ibíde1n, p. 123.
236 HEIDEGGER LOS AÑOS DE LA DERROTA Y EL FINAL DE LA GUERRA 237

dimos a la voluntad de la modernidad y somos arrastrados por ella. degger se encontraba en MeBkirch, de modo que pasó a ocupar su
Para que esta desgracia no acaezca se necesitará, en las próximas lugar el helenista Hermann Gundert, quien pasaba por nacional-
décadas, a los de treinta y cuarenta años que hayan aprendido a socialista convencido y había sido licenciado de las fuerzas arma-
pensar esencia . 1mente»23 . Pero ese rendirse a la voluntad de la ;no- das tras caer herido en combate. Heidegger, de hecho, pasó los úl-
dernidad ¿acaso no existía ya entre los alemanes, en esa época y timos y apocalípticos meses de la guerra en el refugio de su ciudad
des.de.años atrás'. en la forma del régimen nacionalsocialista? ¿No natal, que no había sid4 destruida, en el circulo de la familia de su
esta diciendo Heidegger expresamente, al final del semestre de ve- hermano. Durante ese tiempo, Heidegger estuvo alejado de su es-
rano de 1944, que, desde el momento en que la voluntad de vo- posa, que permaneciti mientras tanto en Friburgo, si bien se man-
luntad se extienda a esa aparente resistencia de la voluntad, se ha- tenía en contacto con ella a través del correo esporádico que le pro-
brá consumado el olvido del ser y la voluntad de voluntad se habrá porcionaban los estudiantes. Lo que restaba de la antigua Facultad
cegado en un incondicionado querer-ser-ciega?24 • ¿Se puede en- de Filosofia aceptó el ofrecimiento del príncipe de Fürstenberg y
tender esta frase de otro modo que no sea como una alusión al bol- se trasladó al castillo Wildenstein, situado en la-zona alta del valle
chevismo, al americanismo y al nacionalsocialismo? ¿O suponía del Danubio. Sólo entonces se reincorporó Heidegger a la activi-
Heidegger que el nacionalsocialismo era al final una resistencia le- dad docente, y enseñó en la nueva Facultad hasta finales de junio,
gítima contra la modernidad y, en esa medida, una anticipación de fecha en la que halló su fin este reducto extraordinario de la Ale-
aquello que llegaría a ser en las décadas venideras la tarea de Ale- mania académica de la época nacionalsocialista. Este final, sin em-
mania?¿ Y qué quiere decir Heidegger cuando niega el peligro de bargo, supuso para Heidegger el inicio de su segundo encuentro
un ocaso? ¿Cree aún en la victoria o significa que el inevitable con <da política», un encuentro pasivo que habría de vivir como
ocaso. no sería en verdad ningún «peligro», sino una «posibilidad una condena por su primer -y activo- contacto con aquélla.
esencial»? ·
El semestre de invierno de 1944-1945 comenzó de un modo re-
lativamente normal en la aún intacta Friburgo, pese a que las tro-
pas francesas habían iniciado su avance en la Alsacia y ya mar-
chaban sobre Estrasburgo. Heidegger tenía previsto dictar su lección
sobre Pensar y poetizar [Denken und Dichten], y su seminario de
especialidad iba a versar sobre Leibniz. Pero entonces desapare-
ció, y entre los estudiantes se difundió el rumor de que se lo había
visto sentado, en medio de otros hombres de las milicias popula-
res, en un camión que se dirigía hacia la ofensiva de Neu-Breisach.
Pocos días después, tras el intenso ataque aéreo del 27 de noviem-
bre, Friburgo quedaba reducida a escombros. Las clases de la Fa-
cultad de Filosofia continuaron celebrándose, en condiciones muy
precanas, en unas cuantas habitaciones pertenecientes a una es-
cuela que había permanecido en pie. Las sesiones se celebraban de
ocho a nu~ve de la mañana. y, por las tardes, a partir de las seis, ya
que en el tiempo comprendido entre esas horas reinaba de un modo
casi constante la alarma aérea. Pronto llegó la noticia de que Hei-

23
Ibídem, p. 181.
24
Ibídem, p. 386.

1
HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA» 239

po una paz soportable, al igual que había ocurrido en la Primera


Guerra Mundial. Y, lo que es peor, durante su avance los abados
descubrieron numerosos can:ipos de concentración y, en ellos, gran-
HEIDEGGER EN MEDIO des masas de muertos o de .prisio.neros reducidos al puro esquel~­
to; ]os primeros periódicos qu)·fueron editados por la poblac10n
DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA»: alemana arrojaron, por así d~c\rlp, a la cara de los derrotados las
LOS PRIMEROS AÑOS DE LA POSGUERRA fotos de los cadáveres apilados en los campos, formuland? en los
titulares la denuncia: «¡Sois culpables!» Nada resultaba_ mas natu-
ral que plantear la cuestión de quiénes eran los «pnnc1p~les cul-
Cuando el 8 de mayo de 1945 callaron las armas, la Alemania pables» y que ésta, además, fuera retomada por la «poblac1om>, q~e
nacionalsocialista acababa de vivir un derrumbamiento sin prece- luchaba por la pura y simple supervivencia y en la que ya se habia
dentes en los Estados de la historia mundial moderna. Francia ha- deshecho la aparentemente sólida cohesión lograda por el Estado
bía sido vencida en 1870-1871, pero mantuvo un gobierno quepo- nacionalsocialista, incluso por el Estado como tal. , .
día concertar la paz. Alemania hubo de soportar una seria derrota En esta culpabilización dirigida contra los que_habia~ sido to-
en 1918, pero ni un solo kilómetro cuadrado del territorio germa- talmente derrotados reside el punto de comparac10n mas impor-
no permaneció ocupado por tropas extranjeras, y aun después del tante respecto de la situación de los Estados americanos del Sur
tratado de paz continuaba siendo el Reich una gran potencia en después de la guerra civil. Pero también se habían dado culpab1h-
fase de recuperación. En el verano de 1940 la situación de Francia zaciones como tales, no restrmg1das a personas concretas, tras el
era catastrófica, aunque todavía quedaba por ocupar una parte del final de otras guerras: contra el bonapartismo en Francia, a partlf
Estado, y el gobierno prosiguió sus funciones pese al cambio esen- de 1870; contra los Junker, terratenientes, tras la Pnm~ra Guerra
cial que había sufrido. Los Estados americanos del Sur son los que Mundial; y contra «los burgueses» en la Rusia de los_ anos 191 7 Y
más se prestan a una comparación; pero allí se había dado una gue- 1918. Una vez que los culpables podían ser 1denl!f1cad.os como
rra civil, y se entendía por sí mismo que tras la contienda el «go- grupos o clases, el procedimiento que seguir a contmuac10n_ ~o de-
bierno de los rebeldes» tendría que desaparecer. En Alemania, sin jaba lugar a dudas. En efecto,_ los grupos o clases en cuest10n de-
embargo, fueron los tres aliados principales los que se hicieron con bían ser «eliminados» y sancionados; en su lugar se presentanan
el poder supremo; todo el país se hallaba ocupado por las tropas otros grupos o clases que se hubieran mantenido libres de sulpa o
de los EEUU, de la Unión Soviética, de Gran Bretaña y de Fran- sufrido opresión; con estos nuevos grupos o dases se P?dia co~­
cia; las grandes ciudades habían quedado sin excepción reducidas certar, entonces, una paz sincera. En un pnnc1p10, la Umon Sov1e-
a escombros; comenzaron a aparecer signos de una intensa cares- tica adoptó esta vía en su zona. Así, llevó a cabo una «reforma agra-
tía y hambre; masas de millones de deportados se desplazaron des- ria» que logró parcelar las «grandes poses1~nes de terreno» (de
de las regiones orientales situadas bajo <~urisdicción polaca» ha- más de cien hectáreas), algo que siempre habrnn quendo hacer los
cia las zonas ocupadas occidentales y soviéticas; la práctica totalidad propietarios en el Tercer Reich, y p_oco despu_és se puso en march~
de los soldados se hallaba en prisión, y entre los supervivientes na- la correspondiente reforma mdustnal, que pract1camente expropio
die dudaba de que eran Adolf Hitler y el partido nacionalsocialis- a la entera burguesía. Gran parte eJla se v10 entonces mduc1da a
ta los culpables de la dimensión alcanzada por la catástrofe. De to- escapar a las zonas occidentales. Pero con eJlo no se habia logra-
dos modos, los antiguos adeptos trataron de matizar la acusación do eliminar ni mucho menos a todos los nac10nalsocrnhstas, y, al
afirmando que había sido imprudente desafiar a una poderosa co- menos por algún tiempo, los _emigrantes que habían regresado a
alición para entrar en guerra y, sin embargo, no concertar a tiem- Alemania adujeron la tesis ségún la cual también «la cl~se obre-
ra» se bahía hecho culpable. En cualquier caso, no podia ex1stir
[238] ninguna duda de que había una nueva capa dirigente ocupando el
240 HEIDEGGER HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA)) 241

lugar de la antigua, cuyos miembros odiaban y combatían radical- senado de la Universidad, recién constituido, discutió el 5 de mayo
mente a sus predecesores. sobre la «gente del partido», elaborando poco después un catálo-
Un modo de proceder semejante no era posible en el Oeste. Las go de criterios para la evaluación del pasado político de los miem-
acusaciones colectivas contradecían la tradición del derecho tanto como bros de la Universidad. Se constituyó así una «comisión de depu-
la expropiaciones extensivas. Por tanto, se aferraron a la asignación ración», y tanto en ella como ep el senado desempeñaron un papel
individual de culpa, lo que significa que la entera población fue so- significativo los adversarios'4e Heidegger de los años 1933-1934,
metida a una «depuración» y sentada en el banquillo de los acusados. sobre todo el economista Walter Eucken y Adolf Lampe; no obs-
Pero los testigos de descargo sólo podían venir de esa misma tante, Gerhard Ritter -también miembro por haber sido uno de
población, y es de suponer que procedían de las filas de aquellos los antiguos prisioneros de la Gestapo- defendió a Heidegger con
que estaban «libres de cargos» por no haber pertenecido al partido todas sus fuerzas, y las simpatías de la mayor parte de la Facultad
o a alguna de sus fracciones. Así comenzaron los largos años de la de Filosofía estaban de su lado. Los estudios de Hugo Ott nos in-
«desnazificación» y de los «procesos de la cámara de desnazifica- forman con detalle de los sucesos acaecidos por entonces, y a ellos
cióm>, la época de las denuncias y de los Persilscheine, que certifi- nos remitiremos a continuación, escogiendo, de entre los resulta-
caban un pasado «limpio». Y en esta época pasó por ser una lau- dos de sus investigaciones, tan sólo aquellos que me resultan es-
dable medida humanitaria de los delegados de la ocupación el decreto pecialmente interesantes o característicos.
de la «amnistía de la juventud», destinado a aquellos alemanes que El 16 de julio, Heidegger presentó ante el alcalde una protesta
al comienzo de la guerra contaran menos de dieciocho años. La im- dirigida contra el embargo de su casa, que, al parecer, también era
presión de la catástrofe era, de hecho, tan cercana y presente que extensiva a su biblioteca. Allí declara que nunca había desempe-
nadie intentó pedir cuentas a los vencedores o apelar con orgullo a ñado cargo alguno en el seno del partido, no ejerciendo ninguna
su «autenticidad nacionalsocialista»; todos ansiaban encontrar he- actividad ni en él ni en ninguna de sus fracciones. Si el rectorado
chos que les descargaran y ocultar los «agravantes». Los propios se consideraba un agravante, entonces debía dársele la oportuni-
miembros de la cúpula del «Tercer Reich», sometidos a juicio en dad de conocer los cargos concretos que se le imputaban y de po-
Núremberg, no echaron en cara a sus denunciantes acusación algu- der defenderse de ellos. Estaba dispuesto a adoptar restricciones
na -a excepción de Hermann Giiring-, sino que procuraron atri- sobre sí mismo y su modo de vida, dando su conformidad a la aco-
buirse acciones abiertas o encubiertas de resistencia. La principal gida de prisioneros de los campos de concentración o de deporta-
razón de todo ello fueron las noticias recibidas acerca del extermi- dos en su casa, pero siempre que no se le obligara a un desahucio
nio en masa de judíos en el Este, y, paradójicamente, parecía como completo, pues siempre había llevado allí un estilo de vida senci-
si estos sucesos resultaran nuevos, sorprendentes y, por eso mismo, llo y no tenía necesidad de que se le aleccionara respecto de «lo
aterradores para los máximos dignatarios del régimen. que significa pensar y actuar socialmente» 1• De becho, Heidegger
Sin embargo, los aliados occidentales no renunciaron del todo fue autorizado a permanecer en su casa, y también se impidió el
a las detenciones colectivas, acusando de «criminales» a organi- embargo de su biblioteca, algo que, más tarde, volveria a aparecer
zaciones enteras y deteniendo en «arresto automático» a categorías amenazador en el horizonte.
enteras de hombres. En las zonas norteamericana y británica, to- A los pocos días, Heidegger hubo de responder ante la comi-
dos los rectores de universidades alemanas activos entre los años sión de depuración. Se le acusaba de haber dañado seriamente la
1933 y 1945 entraron también a formar parte de quienes habían de buena imagen y la dignidad de la Universidad con su comporta-
ser sometidos al automatic arrest. miento durante los años 1933-1934, y no exclusivamente por sus
En la zona francesa las cosas sucedieron de otro modo, y Hei- llamamientos a los estudiantes; la enorme consideración interna-
deggger no fue arrestado a su regreso a Friburgo, que tuvo lugar
durante los primeros días de julio. Sin embargo, se encontró con
1
que su casa había sido embargada y él mismo acusado. El nuevo Ott (Bibl. n.º 16), p. 297; ed. cast., p. 330.
242 HEIDEGGER HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA» 243

cional de que disfrutaba era un elemento agravante y no algo que trada por Heidegger hasta 1933. La peor acusación de que era ob-
pudiera presentar en su descargo. Heidegger respondió -y Ott lla- jeto consistía, básicamente, en que él se «había dejado entusias-
ma «apologética» a esta respuesta- que él «había visto en el apo- mar hasta levantar a los estudiantes contra los profesores por él ca-
yo al nacionalsocialismo la única y última posibilidad de contener lificados de "reaccionarios"». En conjunto, habría contribuido con
el avance del comunismo»; pero también había aceptado el recto- ello a justificar la revolución nacionalsocialista a los ojos del mun-
rado con la más íntima repulsa, y tan sólo había permanecido en do educativo alemán, lo que-; sin embargo, no podía ser compen-
el cargo «para evitar algo peor», ejerciendo luego en sus lecciones sado con el hecho de haberse alejado cada vez más del partido des-
una clara crítica'. de 1934, convirtiéndose así en objeto de graves perjuicios. De ahí
En efecto, el argumento de «querer evitar algo peor» debe ser que la comisión fijara el emeritaje como medida ajustada al caso
calificado de «apologético», sobre todo porque aparta la mirada de en cuestión, lo que finalmente permitió a Heidegger la posibilidad
la sinceridad e intensidad del compromiso, y debió faltarle valor a de seguir ejerciendo una actividad docente restringida .
Heidegger para reconocerlo abiertamente, aun cuando no le falta- Frente a este enjuiciamiento moderado y bienintencionado se
ra razón para ello, pues tanto a él como a sus acusadores les esta- desarrolló, sin embargo, una fuerte oposición que apoyó también
ba vedada la posibilidad de hacer abstracción de la ruina Y. des- el reputado economista Franz Biihm, quien, al igual que Walter
trucción circundantes. En cambio, el argumento relativo al Eucken y el antiguo asistente en Marburgo, Wilhelm Riipke, lle-
comunismo plantea cuestiones decisivas que nadie podía llevar a garía a ser uno de los padres fundadores de la República Federal.
discusión en aquella época, puesto que Stalin era uno de los gran- Desde el punto de vista de Biihm, Heidegger fue «uno de los cau-
des vencedores. Y, de hecho, el general Clay no fue el único de los santes intelectuales con mayor responsabilidad en la traición polí-
aliados occidentales que castigó indiscriminadamente a quienes tica de las universidades alemanas», que había predicado «perni-
pretendían minar la «unidad de los aliados», aunque sólo lo hicie- ciosas doctrinas falsas» y que hoy no parecía sentir en absoluto la
ran alegando que Katín había sido el resultado tardío de una _vo- necesidad de «responder de las consecuencias de su actuación res-
luntad elemental de exterminio de masas, o afirmando que tan poco ponsable»'. Por tanto, con el paso del tiempo la situación se había
derecho tenían de acusar quienes habían visto en Hitler la única agudizado para Heidegger, y, al ser interrogado de nuevo en 1945,
salvación frente Stalin como aquellos otros que, pese a ciertos es- le reprocharon de un modo muy especial el telegrama a Hitler del
crúpulos de conciencia, habían considerado a Stalin la ayuda de- 20 de mayo de 1933. En una carta dirigida a Constantin von Diet-
cisiva contra Hitler. En el siguiente pasaje, procedente de una car- ze, Heidegger tomaba la siguiente posición al respecto: «Creía que
ta dirigida a Herbert Marcuse en 1947, se hace evidente hasta qué Hitler, tras asumir en 1933 la responsabilidad por el pueblo ente-
punto el argumento mencionado era importante para Heidegger y ro, se alzaría sobre el partido y su doctrina y todo se daría cita en
en qué medida estamos autorizados a dudar de antemano de la sin- el suelo de una renovación y reunión hacia una responsabilidad oc-
ceridad de su compromiso: «Sobre 1933: yo esperaba del nacio- cidental. Esta creencia fue un error que reconocí a raíz de los su-
nalsocialismo una renovación espiritual de la vida entera, una re- cesos del 30 de junio» 6 • La cuestión era, por tanto, la de si los par-
conciliación de las oposiciones sociales y la salvación de la existencia tidarios del «alzamiento nacional» de 1933 tenían también «derecho
3
occidental ante el peligro del comunismo» • al error político» y si era lícito que reclamaran quedar absueltos
En el informe de la comisión de depuración de septiembre de cuando no hubieran cometido ni consentido actos punibles. Pero
1945 se tomó en cuenta la fundamentación anterior con una cier- Heidegger no se veía a sí mismo en la situación de entrar en la le-
ta comprensión, aunque remitida a la «conducta apolítica» mos-
4
Ibídem, pp. 305 ss.; ed. cast., pp. 339 ss.
5
' Ibídem, pp. 302 ss.; cd. cast., p. 335. Ibídem, p. 308; ed. cast., p. 341.
6
' Ibídem, p. 136; ed. cast., p. 151. Ibídem, p. 312; ed. cast., p. 346.
244 HEIDEGGER HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA» 245

gitirnidad de esta cuestión, pues se encontraba al borde del de- cionalsocialista se cernía ahora sobre él con mayor dureza, pues
rrumbamiento de sus fuerzas, y por ello acudió en busca de ayuda había dejado de ser miembro de la Universidad y quedaba oficial-
a dos personalidades con las que había interrumpido el contacto mente estigmatizado corno antiguo «nazi».
durante la época nacionalsocialista, a saber, el arzobispo Dr. Con- Sus colegas y amigos dela Facultad de Filosofía, sin embargo,
rad Gréiber y Karl Jaspers. Griiber encontró el comportamiento de no perdieron la esperanza de/ver algún día la reincorporación de
Heidegger «constructiva>>, y al parecer esperaba que el filósofo re- su académico más prominente, y, sobre todo, fue en Francia don-
gresara al catolicismo; en cualquier caso, no dejó en la estacada a de sucedieron, por esta épo6a, sucesos bastante singulares.
su antiguo protegido. En cambio, el informe de Jaspers, que Hei- En el verano de 1945 Heidegger fue invitado a una entrevista
degger había solicitado personalmente, resultó para él una verda- personal con Jean-Paul Sartre en Baden-Baden, por tanto, con un
dera catástrofe. También el texto literal de este informe, un docu- hombre que estaba a punto de convertirse, como autor teatral, fi-
mento dirigido al biólogo Oehlkers y fechado el 22 de diciembre de lósofo y, ante todo, corno principal representante del «existencia-
1945, pasó entretanto a conocimiento público. En él sometía Jas- lisrnm>, en la figura más conocida de la intelectualidad francesa.
pers por primera vez a discusión el «caso Baurngarten», recono- Ya antes de esta fecha, un joven lugarteniente llamado Edgar Mo-
ciendo a duras penas que podía ser compensado con la conducta rin había visitado a Heidegger en Friburgo, llevando consigo una
«irreprochable» de Heidegger respecto de su asistente judío Brock; carta del director de la Revue Fontaine, en la que se solicitaba de
pero, sobre todo, Jaspers retrocede ante las «buenas intenciones>¡ Heidegger que presentara alguno de sus trabajos con vistas a la pu-
de Heidegger cuando declara que Tisch, Heidegger, Baeumler y blicación, que mencionara uno de los libros que deseara ver tra-
Car! Schrnitt habían sido profesores, bastande diferentes entre sí, ducido y redactara un artículo sobre la situación de la época. En el
que habían intentado, «situarse en la cima intelectual del movimiento segundo número de la recién fundada Temps modernes apareció en
nacionalsocialista». Por último, el juicio de Jaspers acerca de la fi- 1946 un artículo crítico, pero respetuoso, de Karl Lowith sobre las
losofia de Heidegger fue el más negativo posible. En efecto, según «irnplications politiques de la philosophie de l'existence chez Hei-
él Heidegger tenía una inusual falta de critica y se encontraba ale- degger», y, poco después, el belga De Waehlens tornaba la palabra
jado de la ciencia auténtica; su modo de pensamiento era «por su en defensa de Heidegger con su La philosophie de Heidegger et le
esencia dictatorial, opuesto a la libertad y a la comunicación». Sin nazisme, aparecido también en la misma publicación. Ya antes de
embargo, Jaspers no dejó que faltaran algunas observaciones res- esta fecha se habían publicado en la misma revista, que había su-
petuosas, y abogó porque se le concediera una pensión y se le sus- bido rápidamente a un primerísimo plano, sendos artículos de Mau-
pendiera del ejercicio de la docencia durante algunos años 7 . rice de Gandillac y Alfred de Towarnicki, en los que informaban,
Tras algunas idas y venidas más, el gobierno militar francés, con acentos contrapuestos, acerca de sus respectivas visitas a Hei-
que debía tomar la última decisión, hizo suyo el juicio negativo de degger'. Sin embargo, fue Jean Baufret quien entró en un contac-
Jaspers y de los adversarios de Heidegger en el senado académi- to más directo con Heidegger, y ya en 1946 se dedicaba a él la Car-
co, haciéndole partícipe de su resolución en marzo de 1947: «Prohi- ta sobre el humanismo [Briet über den Humanismus ], que representó
bición de la docencia, ninguna función en la Universidad. La prohi- para Heidegger el trabajo más importante, aunque no el único, de
bición de la docencia entra inmediatamente en vigor. El abono de un año tan difícil corno 1946.
su sueldo se suspenderá a finales de 1947»8 . Ciertamente, la ca- Al igual que la Doctrina de Platón acerca de la verdad, la Car-
tástrofe pudo ser evitada, pues el gobierno militar autorizó poco ta sobre el humanismo es una torna de posición respecto de los es-
más tarde una pensión íntegra; sin embargo, el compromiso na- fuerzos contemporáneos por encontrar en el concepto de huma-

7
Ibídem, pp. 315 ss.; ed. cast., pp. 349 ss. 9
Algunas citas de esos informes se encuentran en Ernst Nolte, «Ein Hóhepunkt
8
Ibídem, p. 324; ed. cast., p. 359. der Heidegger-Kritik?», Historische Zeitschrift, t. 247 (1988), pp. 95-114, 96.
246 HEIDEGGER HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA» 247

nisrno un fundamento nuevo o, mejor dicho, nuevo-antiguo, de la Éstas son las bien conocidas concepciones fundamentales de
acción y de la comprensión de mundo, o, corno lo había formula- Heidegger, presentes ya en sus escritos anteriores, si bien aquí apa-
do Jean Baufret, por «devolver su seutido a la palabra "hurnanis- recen formuladas de un modo especialmente llamativo y claro, y,
rne"». Al igual que en el anuario de Grassi, en la carta enviada a por cierto, con un cambio ele, acento respecto de la época anterior,
París la respuesta de Heidegger es negativa. Todos los «humanis- que cabria denominar ahora «quietista» o «religioso». Ya no se ha-
mos», tanto el romano corno el cristiano y el del Renacimiento no bla de un «asalto al ente en tsftal», y el «pastor del ser» suena, no
menos que que el del idealismo alemán, tienen sus raíces en una por casualidad, a una de las.metáforas más conocidas del cristia-
«interpretación, ya fijada, de la naturaleza, de la historia, del mun- nismo. Se formula de nuevo y con mayor claridad el enjuiciamiento
do y del fundamento del mundo, es decir, del ente en total»w Por negativo de la técnica, entendida corno el punto culminante del ol-
ello comparten entre sí todas las debilidades fundamentales de la vido del ser, y lo «adventístico» vuelve a hacer acto de presencia
rnetafisica, la cual, ciertamente, piensa el ser del ente, pero no la de un modo inequívoco. El hombre que no se limita, corno el cris-
diferencia entre ambos, y tampoco pregunta nunca de qué manera tiano habitual, a ser «piadoso» [fromm] los domingos, sino que
pertenece la esencia del hombre a la verdad del ser. De ahí que también Jo es en cada una de las horas de trabajo y no se orienta a
piense al hombre a partir de la anima/itas, esto es, corno animal ningún más allá, el hombre que glorifica al ser y lo trae a la pala-
bra en el lenguaje, parece ser el único que está llamado a rescatar
rationale. La dignidad verdadera del hombre, sin embargo, es vis-
al hombre, que es asimilado en el ente y sometido por él, de la con-
ta por vez primera cuando se reconoce que es ek-sistencia, es de-
quista y destrucción técnicos. del mundo. Sin duda señala con ra-
cir, «ek-stático insistir [lnnestehen] en la verdad del sern 11 . Por ello
zón Heidegger en otro lugar que el hombre sólo puede ser \<pastor
mismo no es el hombre «sujeto», sino «el pastor del sern [Hirt des del sern siendo, a la vez, «el que sostiene el sit10 de la nada» , pero
Seins ], que guarda la verdad del ser «para que a la luz del ser apa- la relación del hombre respecto del «sern y de la <<nada» difícil-
rezca el ente corno el ente que es»"- Sin embargo, no puede deci- mente podrá caracterizarse de otro modo sino corno «de extremo
dir sobre esta presencia y ausencia en el claro [Lichtung] del ser a extremo religiosa». De esta religiosidad surgen expresiones que
que es el ser mismo, sino que le es dado o enviado [geschick]. Mien- alguien podrá encontrar «paradójicas» o «cautivadoras», pero que
tras permanezca oculto para la metafísica el claro del ser, lampo~ bien pueden recordar al hombre moderno a sentencias proceden-
co se ajustará la «interpretación rnetafisico-anirnal» al lenguaje, tes de la Biblia o de las Upanishads: «Sólo el ser confiere salida
que es «la casa del ser acontecida por el ser y desde él ensambla- [Aufgang] a la salvación [Heil] en la gracia [Huid] y empuje [An-
da»"- Corno consecuencia de ello aparece la tendencia de ver en drang] a la ira hacia la desgracia [Unheil]» o «El lenguaje es el len-
15
el hombre al «señor del sern y no al «pastor del sern, de rnodÓ. que guaje del ser, corno las nubes son las nubes del cielo» •
el hombre avanza al lugar medio y se convierte en objeto del cui- En el marco del planteamiento específico de nuestra cuestión,
dado y de la organización. Esto, de nuevo, carnina de la mano del a saber, el de examinar de qué manera se manifiesta Heidegger res-
olvido del ser y de la carencia de patria, que constituyen el autén- pecto de los fenómenos «políticos» o «de historia vulgar», la Car-
tico destino del presente. ta sobre el humanismo ofrece un juicio sobre el marxismo o, me-
jor dicho, sobre el comunismo que resulta, con mucho, el más
10 interesante de los mencionados hasta ahora. Durante los años
Martin I-Ieidegger, «Briefüber den Hun1anismus>>, en conjunto con «Pla-
tons Lehre von der Wahrheit», Bonn, 1947, p. 63; ed. cast., Doctrina de la verdad
1933-1934, así corno en las épocas irunediatarnente anterior y pos-
según Platón y Carta sobre el humanismo, trad. D. García Bacca y A. Wagner de terior a esta fecha, Heidegger se había expresado con brevedad y
Reyna (respect.), Centro de Estudios Humanísticos y Filosofía del Instituto de In-
vestigaciones Histórico-culturales, Santiago de Chile, s.a., p. 155.
11
Ibídem, p. 69; ed. cast., p. 178. 14
Martín Heidegger, Holzrvege, Francfort, 1957 (3." ed.), p. 321; ed. cast., Sen-
12
Ibídem, p. 75; ed. cast., p. 183. das perdidas, trad. J. Rovira Armengol, Losada, Buenos Aires, 1960, p. 291.
"Ibídem, p. 79;ed.cast.,p.185. "Carta ... ,pp.114, 119;ed.cast.,pp.227,232.
248 HEJDEGGER HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA» 249

con desprecio sobre el comunismo («el trabajador no es, como que- por "partido" o "visi?n del mundo" piensa d~ la n;isma m~nera,
ría el marxismo, el mero objeto de la explotación [ ... ]»); sin em- demasiado corta de vISta, que aquellos que bajo el titulo de ame-
bargo, ahora afirma: «La carencia de patria [Heimatlosigkeit] se ricanismo" significan sólo -y con desdén además- un especial
convertirá en destino [Schicksal] del mundo. Por ello, es necesario estilo de vida. El peligro al qt¡e se verá empujada la antigua Euro-
pensar este sino [ Geschick] conforme a la historia del ser. Lo que pa con progresiva mayor clarid.ad, consiste posiblemente en que
Marx, en un sentido esencial y significativo, ha reconocido a par- ante todo su pensar -antaño ,SU grandeza- se queda atrás en el
tir de Hegel como alienación del hombr~, hunde sus raíces en la proceso esencial del sino mundial que despunta, el cual, sin em-
carencia de patria del hombre moderno. Esta será llamada a esce- bargo, permanece determinado europeamente en los rasgos fun-
na, precisamente desde el sino del ser, en la fonna de la metafisi- damentales de su origen esencial. Ninguna metafísica, sea ideahs-
ca, robustecida por ésta y a la vez por ella encubierta en cuanto ca- ta materialista o cristiana, puede, según su esencia, y menos aún
rencia de patria. Por cuanto Marx, al experimentar la alienación, e~ los esfuerzos emprendidos por desplegarse, alcanzar el sino;
se introduce en la dimensión esencial de la historia; por eso la vi- ello significa: alcanzarlo pensando y recoger lo que ahora está en
sión marxista de la historia supera a toda la historiografía restan- un sentido pleno de sern 1 .
te. Sin embargo, por cuanto ni Husserl ni, según he podido ver has- En 1946 Heidegger continúa manteniendo inalterada su pre-
tensión de superar, desde un pensar «más originario» y «europeo»
ta ahora, Sartre reconocen la esencialidad de lo histórico en el ser,
(entendido en su sentido genuino), la metafísica y todas aquellas
no llegan ni la fenomenología ni el existencialismo a aquella di-
realidades y concepciones que, al parecer, nacen de ella, aunque
mensión dentro de la cual puede llegar a ser posible, por vez pri-
vengan polemizando desde tiempo atrás con la metafísica: técni-
mera, un diálogo productivo con el marxismo» 16 •
ca, ciencia, pragmatismo, marxismo, nacionalismo y su sistemati-
Uno se pregunta lleno de asombro por qué no dio antes su apro-
zación como internacionalismo. Y ese pensar, notonamente «reh-
bación al marxismo, puesto que su teoría de la historia «supera a
gioso», «piadoso», «metafísico», es como la metafísica y los dogmas
toda la historia restante». ¿Por qué habla tanto de Aristóteles, de de fe metafísicos mismos. ¿Quién, que no fuera un fundador reli-
Descartes y de Kant y nunca de Marx? ¿Llegó siquiera a conocer gioso o un místico, podría haber formulado una frase como ésta:
y a estudiar sus obras? ¿Se dirige Heidegger a un movimiento que «Por todas partes gira [kreist] el hombre, expulsado de la verdad
penetra ahora con fuerza en la Europa de posguerra y, sobre todo, del ser en torno a sí mismo como animal rationale»?"- Pero hay
en Francia, al igual como en 1933 se había orientado al movimiento indicids que parecen hablar en favor de la corrección de la tesis de
emergente en Alemania y a su «unicidad», así como a su «interna Alexander Schwan, una tesis según la cual, de entre los fenóme-
verdad y grandeza»? Sin embargo, conviene recordar que también nos que pueden hallarse en el seno del olvido del ser, _Heidegger
durante la guerra había atribuido al bolchevismo un «salto ade- habría sentido más respeto por el bolchevismo y el nac10nalsocrn-
lante» metafísico y que él incluye aquí al marxismo en la «histo- lismo que por el mundo liberal del «pluralismo».
riografía restante». Evidentemente, se trata de la valoración posi- Difícilmente podrá contradecir lo anterior el hecho de que, en
tiva de un adversario. Pero su acento, al hablar del «comunismo» otro de los trabajos del año 1946, en concreto en su sutilísima in-
y, al mismo tiempo, del «americanismo», también se ha transfor- terpretación de Rilke ¿Para qué el poeta? [Wozu Dichter?], afir-
mado inequívocamente en otro muy distinto: «Se podrá tomar po- me Heidegger que el «Estado total» es, «como la ciencia moder-
sición frente a las doctrinas del comunismo y su fundamentación na» una consecuencia necesaria de la esencia de la técnica. Y
de varias maneras, pero lo cierto es que, de acuerdo con historia seg~ramente se cumple «el asalto de la fisica atómica a los fenó-
del ser, en él se expresa una experiencia elemental de aquello que menos [Erscheinungen] de lo viviente como tal», ¡pero no sólo en
es propio de la historia del mundo. Quien toma al comunismo sólo
17
Ibídem, p. 89; ed. cast., p. 199.
16 18
Ibídem, p. 87; ed. cast., p. 197. Ibídem, p. 89; ed. cast., p. 200.
250 HEIDEGGER HEIDEGGER EN MEDIO DE LA «DEPURACIÓN POLÍTICA» 251

la Unión Soviética! Más bien da la impresión de que Heidegger ve de pensar cósmico-objetivista. Se podría hablar incluso de un modo
en el «Estado occidental», y por tanto en el americanismo, una for- de pensar acosmista, pues la sentencia, en su forma y traducción
ma del Estado total. Y también se habla aquí, en estrecha conexión corrientes, dice así: «El origen de Jo existente es lo ilimitado. De
con Rilke, del «dinero», que hasta este momento nunca había sido allí, sin embargo, tienen las cosas existentes su nacimiento, y ha-
tematizado en la obra de Heidegger 19 • Asimismo, también apare- cia allí perecen también de atu,erdo con la necesidad; deben, pues,
ce tratada la noción de «mercado», «que no sólo comprende al mun- pagarse mutua pena y darse p:iútua retribución por su injusticia se-
do como mercado mundial [ Weltmarkt], sino que mercadea [mark- gún el orden del tiempo.» ¿Cómo habrán de ser entendidas estas
tet] en la esencia del ser como voluntad de voluntad, y así pone a palabras, sino corno refiriéndose al cósmico devenir y perecer, en
todo ente en el tráfico de un calcular que domina con máximo ri- el seno del cual también Jos hombres nacen y perecen, pero sin
gor allí donde no se precisan los números». Uno se pregunta si aquí considerar ninguna «presencia», que siempre ha de ser una «pre-
se manifiesta «lo socialista» que hay en Heidegger, eso que, des- sencia de ... »? El terna de Heidegger, atendiendo a su punto de par-
I,
1'!
ligado ya de la esperanza positiva en la polis y en la «comunidad»,
ya sólo cimenta rnetafisicarnente su crítica del «mercado» y el «di-
tida fenomenológico-trascendental, no puede ser' otro que la pre-
gunta de «si se presentan y ausentan, si ingresan el Dios y Jos dioses,
i nero», de la cual había tomado su punto de partida todo socialis- la historia y la naturaleza en el claro del ser, y cómo acontece tal»"-
mo. ¿No podría haber escrito también el joven Marx sobre el hom- De ahí que Heidegger halla de equiparar el anaxirnandriano apa-
bre moderno lo siguiente: «Él pesa [wiegt] y sopesa [erwdgt] recer de lo ilimitado -y por ello desorganizado-- en el orden y
constantemente y, sin embargo, desconoce el peso propio [Eigen- organización de lo finito con su presencia y ausencia en el claro
20
gewicht] de las cosas» ? Pero ni el joven Marx ni ninguno de los del ser (ligado al hombre, si bien no creado por el hombre), y ello
primeros socialistas podría haberse expresado nunca de un modo sólo puede conseguirse al precio de una violencia extraordinaria,
!j tan religioso corno Heidegger en la frase siguiente: «La sanación que reduce la sentencia, mediante una crítica textual, a menos de
[Heile] nos hace sentir la desgracia [Unhei/] como desgracia. La la mitad, traduciéndola a continuación de la manera siguiente: «a
sanación hace señas llamando a lo sagrado [Hei/ige Lo sagrado J- lo largo de Jo que hace falta [Brauch ]; convienen, esto es, permi-
liga lo divino [ Gott/iche]. Lo divino acerca al Dios» 1• ten acuerdo [Fug], por tanto, también aprecio del uno al otro (en
Por último, hemos de dirigir aún nuestra mirada al tercero de el remontar) de Ja dis-cordia [Un-Fugs]» 24 •
los trabajos de 1946: La sentencia de Anaximandro [Der Spruch De hecho, la filosofia de Heidegger, en cuanto salida de lo ocul-
des Anaximander]. Y si lo hacernos es porque aquí Heidegger lle- to de la verdad del ser, sería el único tema (positivo) de Ja filoso-
'i ga a hablar de «la historiografía», que supone «la constante des- fía de Heidegger si no pudiera hacer referencia a un «inicio ini-
trucción del futuro y de la referencia histórica para con el ad-ve- cial» situado en los griegos, donde el ser aún no estaba tan olvidado
nir [Ankunft] del sino», pero, en tanto que «historicismo», domina corno en Platón, Tomás de Aquino y, sobre todo, en la moderni-
todavía a «la organización técnica del espacio público del mundo dad. Esta torna de referencia sólo ascendió a un primer plano en
[ Weltoffentlichkeit] mediante laradiodifusión y la ya rezagada pren- las lecciones sobre Heráclito de 1943. Sin embargo, en el juicio
sa»22. Lo más importante es, sin embargo, que aquí se hace paten- negativo sobre la modernidad y sobre la historia en su conjunto,
te la dificultad central del pensar heideggeriano, pues el filósofo suavizado tan sólo ocasionalmente y a duras penas, se podría re-
entiende el «sen> corno «presencia», pero La sentencia de Anaxi- conocer el origen más antiguo de Heidegger, presente en lo que
mandro siempre ha sido considerada como prototipo de un modo hay de antimodernista en el discurso de 191 O sobre Abraharn a
Sancta Clara: «El hombre está a punto de abalanzarse sobre el todo
de la tierra y de su atmósfera, de arrebatar para sí el oculto irnpe-
''' Sendas perdidas (nota 14), pp. 267, 269 ss.; ed. cast., pp. 239, 241.
'" Ibídem, p. 289; ed. cast., p. 259.
21 23
Ibídem, p. 294; ed. cast., p. 263. Carta ... (nota 10), p. 75; ed. cast., p. 185.
22
Ibídem, p. 301; ed. cast., p. 269. 24
Holzwege (nota 14), p. 342; ed. casl, p. 306.
252 HEIDEGGER

rar [ Walten J de la naturaleza en la forma de fuerzas y de someter


el curso de la historia al planear y ordenar de un gobierno de la tie-
rra. El mismo hombre que constantemente se subleva, no está en
la posición de decir sencillamente lo que es, de decir qué es eso, EL RETORNO A MEDIAS
que es una cosa» 25 • A LA UNIVERSIDAD Y EL DESPLIEGE
Sin embargo, ¿no había querido decir Heidegger, treinta años
antes, lo que la Selva Negra es ahora?, ¿y no la había definido como DE LA «ÚLTIMA FILOSOFÍA»
la patria de Albert Leo Schlageter? ¿No debía confesar que había
un error fundamental, no sólo en su preferencia política concreta,
sino también en la determinación del ente a partir del «sino del Todavía quedaba por atraversar una época difícil. En 1947 los
sern? ¿Y no hubo de advertir, durante la opresión de los años 1946 franceses concibieron el plan, que esta vez tomaron en serio, de po-
y 1947, que se encontraba en una inmerecida situación favorable, ner la biblioteca de Heidegger al servicio de su política cultural, em-
sobre todo al pensar en sus correligionarios de 1933, en Ernst pleándola como dotación para la por entonces recién fundada Uni-
Krieck, Alfred Baeumler, Hans Heyse y otros, quienes ahora se ha- versidad de Maguncia; fue necesario el compromiso de Franz Josef
llaban internados, cesados sin pensión alguna o forzados al anoni- Schi:iningh, editor del Hochland, y de otros para evitar este peligro.
mato, cuando no habían cometido suicidio? Mas, por ninguno de Pese a haber sido cesado de la Universidad, Heidegger, al igual que
estos filósofos se habían interesado tantos extranjeros influyentes millones de alemanes, hubo de someterse a un largo y lento proce-
y significativos como en el caso de Heidegger. Por tanto, la filo- so de desnazificación, que sólo concluyó en marzo de 1949 me-
1
sofia de Heidegger debía encontrarse en el núcleo de algo por com- diante la clasificación: «miembro del partido no sancionable» • En
pleto diferente de las concepciones de aquellos «correligionarios» agosto recibió una carta en la que Herbert Marcuse, su antiguo alum-
temporales. Dicho metafóricamente, durante esos años de posguerra no, arremetía contra él diciendo cosas como las siguientes: «Sigue
Heidegger se exilió a Francia, y el renombre que allí alcanzó como en pie el hecho de que en 1933-1934 usted se identificó de talma-
fundador de la «filosofía de la existencia» era comparable a la re- nera con el régimen, que hoy continúa siendo a los ojos de muchos
levancia que aún mantuvo en Alemania durante algún tiempo, si uno de los más incondicionales apoyos espirituales de él. Prueba de
bien como un «nazi» proscrito. Pero también en Alemania y, so- ello lo son sus propios discursos, escritos y acciones de esa época,
bre todo, en Friburgo conservó Heidegger amigos y personas que de los que nunca se ha retractado públicamente, tampoco después
lo admiraban, y no transcurrió demasiado tiempo hasta su regreso de 1945 [ ... ].Usted ha permanecido en Alemania desde 1934, a pe-
a la Universidad, donde volvieron a sentarse a sus pies tantos y tan sar de que en cualquier parte del extranjero habría encontrado un
atentos oyentes como en la época de la República de Weimar y en lugar de trabajo. Nunca ha denunciado públicamente uno solo de
el período del Tercer Reich. Se trataba, sin duda, de un «retorno a los actos e ideologías del régimen[ ... ]. Un filósofo puede estar equi-
medias» a la Universidad. vocado en lo político, y luego expondrá en público su error. Pero no
puede estarlo sobre un régimen que ha asesinado a millones de ju-
díos --tan sólo porque eran judíos-, que ha hecho del terror nor-
ma y convertido en su más sangrienta antítesis .todo aquello que en
realidad siempre estuvo ligado a los conceptos de espíritu, libertad

' Ott. p. 336; ed. cast., p. 372 (BibL, n.º J 6).

25
Ibídem, p. 343; ed. cast., p. 307. [253]
254 HEIDEGGER EL RETORNO A MEDIAS A LA UNIVERSIDAD... 255

y verdad [ ... ]. En otras palabras, usted sólo podrá luchar contra la ministro francés Ramadier había alejado del gobierno a los comu-
identificación de su persona y de su obra con el nazismo (y, por tan- nistas, y, poco antes, el presidente Trnman había articulado una
to, contra la extinción de su filosofía) cuando (y sólo entonces po- «doctrina» que puede ser considerada como el comienzo de la gue-
dremos nosotros luchar contra ello) haga una confesión pública de rra fría. A principios de 1948, la brntal toma de poder de los co-
2
su cambio y conversióm> • munistas en Checoslovaquia acababa con todos los sueños acerca
La carta suponía, desde luego, un extraordinario desafío. Y el de la posible función de. puente .d.e Europa Central, y el bloqueo
tipo de respuesta que Heidegger escogió ha permitido afirmar a Ott berlinés condujo a las dos sup~rpotencias al borde de una guerra
que con ello el filósofo se anticipó a la «disputa de los historiado- que, probablemente, hubiera sido al mismo tiempo una guerra ci-
res» de 19863 • En efecto, Heidegger alegó que en lugar de «judíos» vil de alcance mundial, pues en Polonia y Hungría, en Rumania y
también podría decirse «alemanes orientales», y que las afirmacio-· Bulgaria seguían existiendo fuerzas poderosas que se defendían,
nes de Marcuse sobre el terror eran aplicables «de igual modo a uno desesperadas, contra la amenazante o ya cumplida toma del poder
de los aliados». Sobre esta carta y sobre la respuesta de Marcuse de los comunistas autóctonos, siempre apoyados por el Ejército
volveremos más adelante; por el momento bastará mencionar una Rojo soviético. En Alemania, las tres zonas ocupadas entraron en
nueva toma de posición que no se limita a la mera apología, en el un arduo proceso, y, contra las duras acusaciones de Moscú y Ber-
sentido del encubrimiento y disimulo del comportamiento propio. lín Oriental, comenzó a gestarse la división de Alemania, unifica-
El 8 de abril de 1950, Heidegger escribió a Jaspers que el asunto da en lo económico y convertida finalmente en lo político en el
del mal no había tocado a su fin, sino que sólo ahora salía al esta- nuevo Estado de la República Federal de Alemania, que aún du-
dio mundial. Stalin ya no necesitaba declarar ninguna guerra, pues rante mucho tiempo permaneció siendo militarmente inferior a la
cada día ganaba una batalla. Los subterfugios y pretextos habían República Democrática Alemana, que sería fundada más tarde,
dejado de existir. Cada palabra y cada escrito serian un contraata- aunque, en realidad, era más antigua y más «estatal» que la fede-
que, si bien no en la esfera de lo político, que estarla en sí misma ral. El estallido de la guerra de Corea llenó a los comunistas ale-
sobrepasada desde tiempo atrás por otras rel.aciones de ser y ya tan manes de un gran optimismo y de una gran angustia a los «demó-
sólo conduciria a una existencia aparente4 • cratas occidentales» de Bonn, incluido Adenauer; pero también es
Entre mediados de 1947 y principios de 1950 habían sucedido cierto que gracias a eso se avanzó un buen trecho en la discusión
muchas cosas, pero, externamente, el cambio operado aún no era en torno a un «rearme alemám>. De una forma del todo natural y
del todo visible. Ello era especialmente notorio en Friburgo y en apremiante nació de la situación la llamada teoria del totalitaris-
la región del sur de Baden, donde la potencia de ocupación seguía mo, que establece una amplia equivalencia entre los regímenes de
determinando la mayor parte de los aspectos de la vida de la re- Stalin e Hitler y abraza los partidos del Estado constitucional oc-
gión, en la que los cuarteles, oficinas y residencias militares no ha- cidental; Hannah Arendt, la antigua discípula de Heidegger, se con-
cían sino resaltar para el observador la presencia de un verdadero virtió rápidamente en la más célebre defensora de esta «teoría»,
bosque idílico, junto al cual las señales de tráfico alemanas ape- que, en verdad, también contaba por entonces con el consentimiento
nas si atraían la mirada. Pero hacía ya tiempo que se había puesto compartido del ala más izquierdista de la izquierda no comunista.
en marcha eso que en la República Federal se ha venido denom.i- Pero tan sólo entre los antiguos nacionalsocialistas pudo surgir, al
nando «restauración>>, y que, no obstante, estaba fundada en una inicio de los años cincuenta, la pregunta de si al final no había te-
restauración general en Occidente. A mediados de 1947, el primer nido razón el nacionalsocialismo y de si la «coalición bélica anti-
fascista» no había representado un monumental extravío; por otra
2
parte, el recuerdo del carácter totalitario del nacionalsocialismo es-
Parias, p. 373; ed. cast., pp. 385-386 (Bibl. n.º 15b).
3
Ott, p. 186; ed. cast., p. 207. taba todavía demasiado presente, y la época aún no había madura-
4
Karl Jaspers, Notizen zu Martin Heidegger, ed. por Hans Sancr, Münich/Zü- do lo suficiente como para plantear la pregunta de modo que se pu-
rich, J978, pp. 288 SS. dieran establecer las distinciones adecuadas.
256 HEIDEGGER EL RETORNO A MEDIAS A LA UNIVERSIDAD... 257

Pero, indiscutiblemente, todos los que en 1945, 1946 y 1947 era el más veterano; de entre los científicos con los que Heidegger
habían deseado para sí un clean sweep según el modelo de la «zona había estado vinculado en 1933, aún dictaba lecciones el historia-
oriental» comprobaban ahora la injusticia cometida, pues si pare- dor del arte K.urt Bauch. También Eugen Fink simpatizaba con Hei-
cía necesaria la reimplantación de la « Wehrmacht de Hitlern para degger, aunque, por haber.sido el último asistente de Huss_erl du-
impedir la repetición del suceso coreano, entonces era imposible rante la época nacionalsocialista, no había temdo mnguna
mantener alejados de sus antiguas posiciones a cientos de miles de oportunidad de lograr un mayqr acercamiento a aquél. L? mismo
hombres cualificados que, sin embargo, habían sido estigmatiza- se aplicaba, mutatis muta12dis, a Max Müller. Como prox1mos a
dos como meros «miembros del partido». Heidegger también cabria atestiguar a los dos catedráticos Wilhelm
La Facultad de Filosofía de Friburgo, al parecer, siempre estu- Szilasi y Hermann Gundert. Aparte, podía esperarse una d1spos1-
vo convencida de que su miembro más célebre regresaría en un pla- ción de ánimo amistosa o respetuosa de, al menos, los historiado-
zo más o menos breve. Por esa razón no volvió a ser ocupada la cá- res Gerd Tellenbach y Clemens Bauer, así com9 del arqueólogo
tedra de Heidegger, sino que se escogió finalmente a Wilhehn Szilasi Walter Schuchhardt. El estudioso de lenguas románicas Hugo Frie-
como interino de la misma, por tanto, a uno de los discípulos judíos drich era por sí mismo una «gran estrella», y se desconoce cómo
de Heidegger. En 1949 fue elegido rector un representante de la Fa- se condujo respecto a Heidegger. Sin embargo, no podía hablarse
cultad de Filosofía, el medievalista Gerd Tellenbach, dándose con de una hostilidad declarada de ninguno de los miembros del cuer-
ello un paso muy importante hacia la reincorporación de Heideg- po docente de Ja Facultad. . .
ger. Ésta se logró, sobre todo, gracias a Max Müller, titular de Ja cá- También durante su ausencia se mantuvo Heidegger, en cierto
tedra, nuevamente fundada, de Filosofía Cristiana, y, pese a la ex- modo, presente; así, los docentes Hommes y Reiner ofrecieron en
periencia que había tenido con Heidegger en 1938, no sólo no opuso el semestre de invierno de 1949-1950 seminarios prácticos sobre
resistencia, sino que se convirtió un en defensor de su causa. Cier- la carta sobre el humanismo y sobre Husserl, Scheler y Heidegger.
tamente, se desarrolló una considerable resistencia contra la pro- Pero también se encontraba Heidegger <<ausentemente presente»
puesta del emeritaje en el senado, donde se llegó a plantear la pre- en la lección de Eugen Fink sobre Nietzsche, en su seminario so-
gunta de si no sería Heidegger un filósofo de moda o incluso un bre Heráclito, en los Rasgos fundamenta/es de la filosofía del de-
charlatán. Básicamente fracasó la tentativa, emprendida por una par- recho de Erik Wolf y en la lección del teólogo Bernhard Welte so-
te de la Facultad, de lograr una reincorporación sin restricciones de bre La muerte como fenómeno religioso. En el semestre de invierno
Heidegger. Pero se llegó a un compromiso, según el cual Heideg- de 1950-1951 aparecía de nuevo anunciado en el prog:_ama de los
ger recibiría, en calidad de «profesor ordinario jubilado», una cá- cursos el propio Heidegger, y las Prácticas en el leer [ Ubungen im
tedra auxiliar para el semestre de invierno de 1950-1951, garanti- Lesen] que ofreció entonces atrajeron a un considerable número de
zándole por lo demás que cuando cumpliera sesenta y dos años (la estudiantes, aunque habría de registrarse por ambas partes una li-
fecha más temprana posible establecida por la ley para la jubilación gera decepción. Sin embargo, la primera lección de Heidegger, que
de los funcionarios) seria emeritado en toda regla. llevaba como título ¿Qué es pensar? [Was ist Denken?] y se cele-
Esta decisión fue decepcionante para Heidegger, ya que aún bró en sesiones de una hora y de cinco a seis de la tarde a lo largo
podía haber tenido ante sí casi una década de actividad docente re- de dos semestres (en el semestre de invierno de 1951-1952 y en el
gular; empezó ofreciendo un único seminario práctico, y ya no vol- semestre de verano de 1952), volvió a caracterizarse por la eleva-
vió a acoger más estudiantes de doctorado. Pero, antes de dirigir da atmósfera de un aula rebosante en la que, ya hacia el mediodía,
nuestra mirada a esta última fase de la actividad académica de Hei- los estudiantes habían colocado en la práctica totalidad de los asien-
degger, queremos traer a la memoria la situación de la facultad en tos hojas blancas con la inscripción «reservado para Heidegger».
la que Heidegger entraba ahora. Pese a todo, tampoco aquí parece que Heidegger se encontrara del
En el semestre de invierno de 1949-1950 se contaban dieciséis todo satisfecho; tan sólo en el semestre de invierno de 1955-1956
profesores ordinarios y tres representantes de cátedra. Gerhard Ritter volvió a ofrecer otra lección, en concreto sobre La proposición del
258 HEIDEGGER EL RETORNO A MEDIAS A .LA UNIVERSIDAD. .. 259

fimdamento [Der Satz vom Grund]. Ésta fue la última, y a partir a Heidegger que el «antifascismo» de sus adversarios--el de Mar-
de entonces dejó de ejercer una actividad docente regular, aun cuan- cuse, Bloch, Adorno y otros- sólo se dirigía contra sus mayores
do, en. el marco de celebraciones o congresos universitarios, pro- logros porque supo granjearse las simpatías de algunas de las men-
nunc10 ocas10nalmente alguna conferencia y organizó junto a Eu- tes más dotadas y despiertas de la joven generación.
gen Fink, ya en el semestre de invierno de 1966-1967, un seminaiio Si uno quiere caracterizar la «última filosofia» de Heidegger
sobre Heráclito. Por tanto, el último período de la actividad uni- en una pocas palabras tendrá qlje decir, entonces, lo siguiente: ya
versitaria de_ Heidegger produjo sólo en parte resonancia y, en par- no aparece prácticamente ni11grina alusión a acontecimientos de or-
te, disonancia. den político, y menos aún e-abe hablar ahora de un compromiso con
Pero los «años de la restauración» -la época comprendida en- alguna orientación política; la «historia» [Geschichte], en cuanto
tre el nacimiento de la República Federal en 1949 y la consecución «mera historiografía» [bloj3e Historie] y frente al «sino» [Geschick]
de la (prácticamente completa) soberanía en_ 1955- fueron para y a la «historia del sern [Seinsgeschichte ], será ordenada dentro del
Heidegger de una ferllhdad extraordinaTia. Y si bastara con hacer ámbito de lo superficial [Oberfliichichen] y lo indiferente [Gleich-
el recuento de los títulos y señalar la categoría de las sesiones ce- gültigen Jcon mayor fuerza que antes; las interpretaciones de la téc-
lebradas, en cuyo marco pronunció Heidegger «grandes conferen- nica moderna y de la modernidad en modo alguno se valen ahora
cias» como, por ejemplo, la serie de conferencias de la Academia de conceptos tan swnamente abstractos como el de «<lis-positivo»
Bávara de Bellas Artes sobre Las artes en la edad técnica [Die [Ge-stells], sino que se sitúan en una insoslayable continuidad con
~ünste i;n tech~ischen Zeitalter], entonces se trató incluso del pe- la «crítica del presente» de los años anteriores; la empresa de una
nodo mas frucllfero de su vida. Algunos de esos títulos son los si- «superación de la metafísica» [Überwindung der Metaphysik] con-
guientes: El camino vecinal (1949), El lenguaje, La cosa (1950), duce a la problematización de la palabra «sen>, que ya se había
Construir, habitar, pensar (1951 ), El lenguaje en la poesía (1952), anunciado en cualquier caso en los años treinta; de un modo mu-
La pregunta por la técnica (1953), De una conversación sobre el cho más evidente e incuestionable que antes se revela ahora el con-
lenguaje entre un japonés y un inquiridor (1953-1954), Serenidad tenido positivo del pensar de Heidegger como una «filosofía del
(1955), Sobre la pregunta del ser (1955) 5 . lenguaje», si bien él rechaza ese término; la relación «religiosa»
En cualquier caso se trata de textos bastante breves; el Cami- respecto del «sern o, mejor dicho, del «acontecimiento propicio»
no vecinal, por ejemplo, no abarca más de seis páginas. También [Ereignis ], se presenta con progresiva mayor claridad, aun cuando
seria mcorrecto afirmar que Heidegger había regresado triunfante sería difícil que un creyente cualquiera pudiera dar sn consenti-
al espacio públio alemán «en el clima de los años restauradores de miento al modo y manera con el que Heidegger tematiza a «los
Adenauern. Así, Heimich Wiegand Petzet informa que, en 1953, dioses» o «al Dios».
un representante del partido en el gobierno se enfureció contra Hei- Retrocederemos en primer lugar al año 1947, quizás el más
degger en el ayuntamiento muniqués, reprochándole que «como aciago de la vida de Heidegger. En ese año escribió una especie de
antrguo colaborador en el ascenso del régimen nazi se atreva a ha- «libro de cabafia» que escapa a todo intento de clasificación en la
blar públicamente en la Academia Bávara de Bellas Artes» 6 En el literatura filosófica. En cuanto a su estructura, en cada una de las
mismo año ap~reció el artículo del Frankfurter Allgemeine Zeitung páginas situadas a la izquierda se encuentra una observación, en-
fmnado por Jurgen Habermas, y un adivino podría haberle dicbo cabezada por un «cuando», procedente de la vida natural de la Sel-
va Negra, mientras que en las páginas de la derecha aparecen «re-
flexiones» o aforismos o «dichos». Así, por ejemplo, leemos:
5
R.espectivamente: Feldweg; Die Sprache; Das Ding; Bauen, Wohnen, Den- «Cuando la temprana luz de la mañana se extiende, silenciosa, so-
ken; Die Sprache im Gedicht; Die F'rage nach der Technik; Aus einem Gesprach bre las montañas [ ... ]. Llegamos demasiado tarde para los dioses
van der Sprache nvischen eine1n Japaner und einem Fragenden· Gelassenheit Zur y demasiado temprano para el eseyer. Su poesía iniciada es el hom-
Seinsfrage. ' '
6.
Petzet (Bibl. n.º 13), p. 76. bre.» En nuestro contexto reviste un interés especial la frase si-
r
260 HEIDEGGER EL RETORNO A MEDIAS A LA UNIVERSIDAD. .. 261

guiente: «Quien tiene grandes pensamientos comete grandes erro- ánimo humano, y en este punto parece haberse cumplido un «vi-
res»7. No cabe duda de que, al decir esto, Heidegger tiene ante la raje», así como en el hecho de que de lo que ahora se habla es de
vista su propio comportamiento de los años 1933-1934. Sin em- «Dios». Sin embargo, pocas líneas más adelante se dice expresa-
bargo, ¿quiere Heidegger atribuir a su «errorn una especie de ne, mente que el reclamo [Zuspruch] del Camino vecinal habla sólo
cesidad de la historia del ser? ¿O sólo quiere decir que aquél que mientras «pueden oírlo los que, en cuanto hombres, han nacido
tiene grandes pensamientos también comete grandes errores cuan~ en su aire». ¿Y no está pensado de un modo inequívocamente an-
do yerra? ticristiano el que Dios haya d"e ser Dios sólo en una determinada
Hegel tenía grandes pensamientos, pero ¿dónde residía su «gran constelación de cosas? Y,~deÍ mismo modo como Heidegger opo-
errorn de tipo político, junto al cual pudiéramos situar el error hei- ne y contrapone su propÍo pensamiento a la entera metafísica, así
deggeriano? ¿Existía quizás un error semejante en Scheler al es- también se atreve a situar al Camino vecinal frente al mundo mo-
cribir su libro El genio de la guerra y la guerra alemana? Mas ¿te- derno como tal: «Mediante su planear el hombre intenta llevar a
nía Scheler «grandes pensamientos», tomado en el sentido un orden el orbe terrestre cuando no se ordena dentro del recla-
heideggeriano? ¿O tal vez tenía Heidegger a la vista a Oswald Spen- mo del Camino vecinal. Amenaza el peligro de que los actuales
gler, sobre el que había emitido tantos juicios y tan negativos? Pero [Heutigen] permanezcan sordos para su habla [Sprache]. En sus
en Spengler resulta imposible confrontar la «grandeza del pensar» oídos ya sólo llega el ruido de los aparatos, que sin vacilar toman
con el «error de la decisión política», pues ambos guardaban una por la voz de Dios. Así deviene el hombre disperso y sin camino
relación demasiado estrecha, suponiendo que esa caracterización [ ... ].Lo simple [Einfache] ha huido. Su callada fuerza está ago-
fuese lícita. Queremos, sin embargo, retener esta frase de Heideg- tada.» Más de uno se creerá autorizado a bromear, afirmando que
ger, que procuraremos introducir, como un elemento más de aná- en este pasaje Me!lkirch declara la guerra a Londres y Nueva York.
lisis, en el ensayo de un enjuiciamiento definitivo sobre su com- Pero Londres y Nueva York son metáforas de la energía atómica,
promiso político. y «los pocos» [die Wenigen], de los que Heidegger habla a conti-
Pero tampoco hay ningún caso, al menos hasta donde se' co- nuación, ya no son en la actualidad tan «pocos», aunque posible-
noce, en que un filósofo haya escrito en cuanto .filósofo un texto mente son muchos más los que viven en Greenwich Village y
como el del Camino vecinal, que Heidegger redactó en 1949 y Kreuzberg que en Me!lkirch. «Pero los pocos llegarán a ser por
permitió reproducir en una edición privada de cuatrocientos ejem- todas partes los que permanecen [die Bleibenden]. Algún día ellos
plares8. Allí habla del padre y de la madre, pero también el roble podrán perdurar, desde el blando poder del Camino vecinal, más
dice algo al camino del campo, y la cordillera de los Alpes decli- allá de las gigantescas fuerzas de la energía atómica, imaginada
na, desapareciendo sobre los bosques, en el crepúsculo de la tar- por el humano calcular y convertida en atadura del hacer propio.»
de. «La amplitud de todas las cosas dilatadas, que se demoran en Sin embargo, cabe afirmar con total seguridad que Heidegger no
torno al camino vecinal, dona mundo. En lo no hablado de su ha- vincula su propio pensamiento con Greenwich Village y Kreuz-
bla9 está -como dice el antiguo maestro de vida y lectura Eck- berg. Nada podría ser más opuesto a las realidades de una «esce-
hart- Dios, solamente Dios.» Por la época de Ser y tiempo, Hei- na» que el siguiente giro final del texto: «La calma [die Stille] de-
degger había hablado de las fuerzas configuradoras de mundo del vendrá con este ("su") toque aún más calma. Ella alcanza hasta
aquellos que a través de dos guerras mundiales han sido sacrifi-
7
Martin Heidegger, Aus der ErjGhrung des Denkens, Pfullingen, 1954, p. 17. cados antes de tiempo. Lo simple ha devenido aún más simple. Lo
8
Se puede encontrar, sobre todo, en Martin Heidegger, «Denkerfahrungen», siempre mismo [das immer Se/be] extraña y desliga. El reclamo
Francfort del Meno, 1983, pp. 37-40. del Camino vecinal es ahora del todo claro. ¿Habla el alma? ¿Ha-
9
Traducimos aquí Sprache por «habla1> y no por «lenguaje». Sin embargo, ha
de entenderse ahora «habla» en su sentido general y no en el concreto, ligado a la
bla el mundo? ¿Habla Dios?»
acción expresa de hablar. En este último sentido, «habla» es traducción de Rede. Cabria preguntar ahora si Heidegger fue alguna vez algo más que
(N de la T} un alemán y un metafísico. ¿Se trataba de un alemán, de un miem-
r 262 HEIDEGGER
EL RETORNO A MEDIAS A LA UNIVERSIDAD... 263

bro del pueblo «de poetas y pensadores» que quiso salvar a Alema- En cualquier caso, Heidegger se sitúa a sí mismo fuera de e~e
nia y a ello contribuyó, precisamente, entregándola en manos «de mundo de directores-líderes y uniformes, articulando esta pos1c10n
los jueces y los verdugos» (como se ha dicho)?; ¿y de un metafisi- de un modo que suena inequívocamente a Ernst Jünger y a Knut
co, con su triple preguntar por el alma, por el mundo y por Dios, que Hamsun: «Los pastores habitan, invisibles, fuera del páramo de la
se vio impulsado a la destrucción y «superacióm> de la metafísica? tierra devastada [ ... ]. Una cosa es sacar provecho de la l!erra, otra,
¿O, al hablar de los «muertos de las dos guerras mundiales», tam- acoger [empfangen] la abundancia de la tierra y hacerse la casa en
bién estaba pensando Heidegger en los judíos de Auschwitz-Birke- la ley de esa acogida [Empfijt1gnis], para guardar el misteno del ser
nau, en los gitanos y en los prisioneros de guerra rusos? Pero ¿por 12
y velar por la inviolabilitlád de lo pos,ible» •
qué hablaba entonces de las «dos guerras mundiales» y no de las Pero he aquí una de las frases mas smgulares elaboradas por
«víctimas del fascismo» o de las «víctimas del estalinism0»? Heidegger respecto de eso que es «posible», frase que todavía per-
En qué escasa medida el final de la guerra supuso para Hei, tenece a la época de la guerra: «El abedul nunca, traspasa aquello
degger una censura definitiva es algo que puede inferirse a partir que para él es posible. El pueblo debs abejas habita en lo que le
de un texto que fue publicado en 1954 con el epígrafe de Supera- es posible. Sólo la voluntad, que se mstala con suma doc1hdad en
ción de la metafísica [Überwindung der Metaphysik] en la compi- Ja técnica arrastra la tierra a la extenuación, al agostamiento Y a
lación de textos Conferencias y artículos [ Vortriige und Auf,iitze], su alteración en lo artificial» u El entendimiento humano simple
donde, sin embargo, se reproducen apuntes de los años 1936 a 1946. se preguntará de nuevo, lleno de asombro: ¿no había definid~ Hei-
Con mayor claridad aún que en las lecciones dictadas por esa mis- degger al hombre mediante la «trascendencia»_? ¿No le _habia lla-
ma época, se desprende del texto mencionado que para Heidegger mado «el que sostiene el sitio de la nada? ¿Qmere confmar ahora
todos los partidos en lucha se encuentran inscritos por igual en el a este ser tan singular, siguiendo el modelo del abedul Y las abe-
sino del abandono del ser y del nihilismo, a pesar de la dureza de jas, en un círculo de posibilidades «naturales» que excluyen lo «ar-
de la guerra civil y de la guerra; pero también se desprende de allí tificial»?
que ya sólo cabe tornar una decisión en una pregunta que, en últi- De hecho, del concepto de la «trascendencia» se podría inferir
mo término, es contraesencial, a saber, Ia de «qué tipo de humani- que el hombre sólo llena su «esencia_ carente de esencia» cuando,
dad es capaz de la consumación incondicionada del nihilismo»'º. con Ja ayuda de un aparato de art1f1ciahdad extrema, haya depdo
Los ejemplos de esta época, en la que «el instinto de la animalidad tras de sí la tierra y en su sed de investigación del umverso reco-
y la ratio de la humanidad devienen idénticos», son tomados en su rra de extremo a extremo, a la velocidad de la luz y ya sin edad, las
mayor parte de la realidad nacionalsocialista. Así ocurre cuando distancias entre los sistemas de estrellas fijas. Sin embargo, tam-
Heidegger habla de la «dirección de la salud» y del «cultivo» [Züch- bién sobre la tierra podría haber superado aquellas fronteras natu-
tung], o constata que a la dirección de la literatura en el sector de rales que eran «inviolables» para sus antepasados, como la sub-
la "cultura" le corresponde, corno su desnuda consecuencia, la di- sunción de por vida del individuo a uno de los dos sexos. Pern es
rección artificial de la fecundación"- Por tanto, no se puede con- obvio que Heidegger no entiende precisamente la «trascendencia»
cluir que Heidegger, en torno a 1940, considerara la Alemania na- de este modo. En este punto puede resultar esclarecedor un pasa-
cionalsocialista como el más nihilista de todos los «tipos de je que mencionamos, a modo de anticipación, de las confere_ncias
humanidad», y le atribuyera por ello posibilidades de triunfo. Se pronunciadas durante los años 1957 y 1958 sobre La esencw del
había dejado de hablar del «pueblo metafísico» que se encontraba lenguaje [Das Wesen der Sprache]. Alh se dice: «Sm embargo: por-
«preso en 1mas tenazas». ' que el pensar actual deviene cada vez má~,.dec1d1da y defm1tiva-
mente cálculo, pone a todas las fuerzas e mtereses» sohc!lablcs
10
Maiiin Heidegger, Vortriige und Aufsi:itze, Pfullingen 1954, p. 91; ed. cast.,
C'on.[erencias y artículos, trad. E. Barjau, Serbal, Barcelona, 1994, p. 82.
1 " Ibídem, p. 97; ed. cast., pp. 87-88.
Ibíden1, p. 94; ed. cast., p. 84.
" Ibídem, pp. 98 ss.; cd. cast., p. 88.
264 HEIDEGGER EL RETORNO A MEDIAS A LA UNIVERSIDAD. .. 265

a calcular cómo podría el hombre instalarse en virtud de ello en el ¿Nos encontrarnos aún en el «hoy»? Es obvio que no, pues
espacio cósmico vaciado de mundo. Ese pensar está a punto de captarnos nuestro tiempo desde un alejamiento de la mirada que
abandonar la tierra corno tierra [ ... ]» 14 • Y en ello estriba el punto es, precisamente, lo originario, esto es, la cercanía: «Hoy todo lo
decm;o: aquello que para el pensar científico-natural, y hoy ya presente está igualmente cerca e igualmente lejos. Domina lo ca-
tarnb1en para el pensar medio, es «el mundo», es decir, el espacio rente de distancia. Ningúh reducir y suprimir los alejamientos
del mundo, el espacio cósmico, eso es precisamente lo que Hei- trae, sin embargo, cercanía alguna» 16 . Pero no podernos evitar
degger considera «vaciado de mundo», justo del mismo modo corno preguntarnos: ¿Qué quiere decir Heidegger? ¿Llama tal vez «tie-
para él el tiempo, en cuanto parámetro de los «ahoras», es una con- rra» a lo sensible y «d.etiÍ» a lo supn¡sensible? ¿Pretende en rea-
secuencia lejana de la originaria «ternporalización de la ternpora: · lidad evocar a Atenea y a Artemisa? ¿Ve él a los hombres como
lidad». una especie de sacerdotes puestos al servicio de las cosas? Hei-
Por tanto, según Heidegger la trascendencia no se orienta al degger caracteriza tanto a la tierra como al cielo mediante fenó-
todo del mundo-universo y tampoco a la nada, sino que ella es co~­ menos naturales tales corno «vegetales y animales», por una par-
f1guradora del «mundo», entendido éste corno un «mundo hurna- te, y «luz y crepúsculo del día», por otra. Los divinos son «los
nm>, el cual,, sin embargo, sólo es cuando puede ser (lo que es «po- mensajeros de la divinidad, que dan señales de ella», y desde su
sible» para el), cuando no es meramente «humano» en el sentido imperar aparece «el Dios» en su esencia. Los hombres son «los
del «humanismo», que to_do lo hace referir al hombre y no quiere mortales», porque ellos «son capaces de la muerte como muer-
adrnillf que el hombre mismo es una referencia o una referencia- te»; la muerte, que, «en cuanto cofre de la nada, es el albergue
lidad, al que corno tal el ser se aclara y oculta a la vez. del sern 17 •
Cómo entiende Heidegger el «mundo» en su «última filosofia» Este juego de .espejos de la cuaternidad es el «mundo». Es, por
es algo que él mismo ha expuesto de la forma más breve y simple tanto, la genuiua antítesis de aquel mundo tornado en el sentido de
en las conferencias de los años 1950 y 1951, sobre todo en La cosa espacio cósmico, «donde todavía no estarnos y nunca estaremos, a
18
y en Construir, habitar, pensar. no ser corno monstruos de la técnica adaptados a las rnáquinas» •
. «La cosa» de esta filosofia ya no es el «Útil» de Ser y tiempo, De hecho, el hombre es un ser «incondicionado» cuando se entien-
s1 bien cabe reconocer algunas líneas de conexión entre ambas con- de que la trascendencia significa en él tanto como un «progreso ha-
cepciones. Así, ningún filósofo había descrito algo tan simple corno cia lo sin límites». Heidegger postula enérgicamente lo contrario.
Heidegger al hablar de «la jarra»:«[ ... ] En el don del agua, en el «Hemos dejado atrás la presunción de todo lo incondicionado» 19 .
d?n del vmo se demoran [weilen], quedando en cada caso [ieweils], Ésta es, al mismo tiempo, la exigencia de un remontarse desde el
cielo y berra. Pero el don de lo escanciado es la condición de j¡i- «pensar sólo representante, esto es, explicativo, al pensar que re-
rra. En la e~encia de l_a iarra se demoran tierra y cielo.» Pero la ja- cuerda»"- Sin embargo, este retroceso ¿no es en un sentido del todo
rra no es solo un rec1p1ente de bebida para el hombre sino tam- banal un mero «paso atrás»? «Salvar la tierra ho es adueñarse de
bién donación y ofrenda para «los dioses»: «En el' don de lo ella y no es hacerla nuestro súbdito, de donde sólo hay un paso ha-
escanciado se demoran a la vez tierra y cielo, los divinos y los mor- cia la explotación sin límites. Los mortales habitan en la medida en
tales. Estos cuatro, unidos desde sí mismos, se pertenecen unos a que acogen el cielo corno cielo. Ellos dejan al Sol y a la Luna su
otros. Anticipándose a todo lo presente [Anwesenden], están re- curso, a los astros su órbita, a las estaciones del año su abundancia
plegados en una sola cuaternidad [Geviert]» 15 •
16
14
Ibídem, p. 176; ed. cast., p. 154.
17
Martin Heidegger, «Das Wesen der Sprache>>, en Unter.vegs zur Sprache; Ibídem, p. 177; ed. cast., p. 155.
GA, t. 12, p. 179; ed. cast. en De camino al habla, trad. Y. Zirnmermann Serbal " De camino al habla (nota 13), p. 179; ed. cast., p. 170.
Barcelona, 1987, p. 169. ' ' 19
Conferencias y artículos (nota 14), p. 179; ed. cast., p. 158.
15
Conferencias y artículos (nota 9), pp. 171 ss.; ed. cast., p. 150. "' Ibídem, p. 180; ed. cast., p. 158.
266 HEIDEGGER EL RETORNO A MEDIAS A LA UNIVERSIDAD ... 267

y su ini~Vidad, no hacen de Ja noche día ni del día nna agitación sin emplazado Ja casa de campo en la ladera resgu.ardada del viento
reposo» . hacia el mediodía, entre los pastos, en la cercania de la fuente. Le
¿Cómo habríamos de caracterizar a esa futura humanidad de la ha dado el tejado de tablillas de amplio saledizo, que en adecuado
última filosofia de Heidegger? ¿Habita ella, innumerable, en un sesgo soporta la carga de ni~ve y, llegando muy abaJO; protege a
Mef\kirch repartido por toda la Tierra, donde ya a las diez de la no- ]as habitaciones de las tormentas de las largas noches mvernales.
che todos los habitantes reposan en sus camas, a pesar de que hace No ha olvidado la imagen de Dios detrás de la mesa común, ha
ya tiempo que no hay «estaciones del año» en todas las partes dé dispuesto en las habitaciones los lugares sagrados para el naCJ-
la Tierra? ¿Cómo es que dejan a los astros su órbita, lo que desde. miento y para el árbol-de~(a muerte, que así es como llaman allí
luego también debería hacer cada «monstruo» cosmonáutica? Sin al ataúd; y así, bajo un tejado, ha señalado de antemano.ª las d1f;
embargo, hemos de recordar que también los primeros socialistas tintas edades de la vida con la impronta de su paso por el t1emp0>> .
quisieron distríbuir por la Tierra innumerables falansterios de un Así pues, ¿hemos de seguir remitiéndonos a <¡quella compr~n­
género bastante idílico, y que la duda sobre el mundo industrial de sión de Heidegger que lo considera el «filósofo campesmo»" qmen
tipo tradicional se extiende tanto más cuanto más parece impo- ahora ya no creería en un más allá, sino que se ha vueho «p!adoso
nerse. Pero los hombres de Fourier no eran «piadosos», o sólo lo hacia el mundo» en una época en la que los campesmos Jovenes
eran en el sentido de que se habían consagrado a Eros como a un ya no conducen directamente a la casa de campo sus kmeos asta-
Dios. Así, tal vez lo mejor sea caracterizar el mundo futuro hei- dos, llevando su abundante carga a través de un VIaJ e pehgroso,
deggeriano de una forma aforística y paradójica: sus hombres son sino que por las noches se dirigen con sus motoc1.detas a las dis-
más piadosos, religiosos, «callados» que los más piadosos, reli- cotecas de Friburgo? Como es obvio, resulta msuf1c1ente entender
giosos y callados de todas las épocas anteriores, y, sin embargo, lo así a Heidegger. Ese «filósofo campesino» era el mej?r conocedor
son del Dios del cristianismo, o, mejor dicho, se encuentran más de Arístóteles y de Hegel, y fue precisamente en los anos cmcuenta
alejad os del Dios autoritario del monoteísmo que los modernos cuando se abríó ante sus ojos un nuevo mundo para él desconoci-
ateos. En el último Heidegger, sin embargo, ya no se vuelve a ha- do hasta entonces: la Provenza y Grecia. Y, por cierto, no se mtro-
blar de la polis ni de la «comunidad», ai.Jnque aquí y allá se susci- duj o en ese nuevo mundo con !_a actitud _del turístico mirar. bo-
ta a veces el recuerdo de frases pronunciadas en escritos anterio- quiabierto, sino que mantuvo en el un vivo mtercamb10 con artistas
res. En verdad, para Heidegger ya no queda ningún fenómeno de la talla de René Char y Georges Braque.
político en el que pueda anunciarse aquel futuro de la salida del ol-
yjdo del ser; ninguno, pues, capaz de invitar a un compromiso que
valiera la pena.
Se podría decir que para Heidegger ya sólo son «concretos»
Mef\kirch y la Selva Negra, aunque niega estríctamente la posibi-
lidad de un retorno a ellos. Y, si alguno duda de cómo ha de re-
presentarse el hombre futuro de Heidegger, sin embargo verá con
:¡ evidencia lo que él entiende por «cuaternidad» si dirige su mirada
al pasado y al evanescente presente: «Pensemos por un momento
en una casa de campo de la Selva Negra, que hace dos siglos aún
¡.:.:[ constrnía un habitar campesino. Aquí, la asiduidad de la capaci-

i' '!

dad, que ha dejado que tierra y cielo, los divinos y los mortales en-
tren sencillamente [eirifi'iltig] en las cosas, ha erígido la casa. Ha

21
Ibíden1, p. 150; ed. cast., p. 132. 22
Ibídem, p. 161; ed. east., p. 141.
FRANCIA Y GRECJA 269

Heidegger a Georges Braque en el atelier que este últi~o poseía


en Varengeville, y también aquí se desarrollaron espontaneamente
comprensión, simpatia y amistad. Estos dos grandes art~stas per-
manecieron vinculados a Hejdegger hasta el final de sus drns; como
FRANCIA Y GRECIA testimonio de ello cabe merrcfonar las palabras que Heidegger es-
cribió tras la muerte de Braque a René Char, palabras que, enca-
bezadas por el epígraf'e «a la memoria del gran amigo Georges
Por mucho que los contactos con los franceses también hubie-
Braque», decían lo siguiente: «La única interpretación que hace
ran sido activos antes de 1955, sin embargo, füe sólo a partir de
esa fecha cuando Francia se convirtió en una experiencia para Hei- justicia a su arte nos la ha donado. el propio artista cumpliendo su
degger. En agosto de 1955, el filósofo aceptó la invitación a un obra en lo simple [Einfache] humilde. Ello acaece por la transfor-
congreso que había de celebrarse en Cérisy-la-Salle, situada en la mación de lo diverso [Mannigfaltigen] en la sencillez [Einfalt] de
Normandía, y durante el viaje de ida a la localidad, Heidegger hizo lo mismo [Se/ben], dentro de lo cual aparece lo verdadero. La trans-
un alto en París, donde le aguardaba Jean Beaufret. Parecía que no formación de lo diverso en la sencillez es aquel depr-ausencia por
podía creer que se encontraba realmente allí, y en este punto cabe obra del cual lo sencillo despliega

la presencia. La ausencia
• 2
hace
recordar, en la época del turismo de masas, en la que un número salir de lo oculto la presencia. La muerte genera cercama» . .
mgente de alemanes pueden hablar de su estancia en el Chichen En Cérisy se había reunido un círculo de poco menos de cm-
Itza o han visitado la muralla china, que Héilderlin nunca estuvo cuenta personas, entre las cuales se encontraban, otras tantas cele-
en Grecia y que Nietzsche proyectó una y otra vez una estancia en bridades del presente o del füturo: Gabriel Marce!, Lucien Gold-
Paris que nunca llegó a cumplirse; tal vez füera ése el presupues- mann, Paul Ricoeur, Gilles Deleuze, Maurice de Candillac, Beda
to md1spensable para la mtens1dad del anhelo y de la experiencia. Alleman Kostas Axelos. Heidegger introdujo el congreso con su
La .pnmera impresión visual producida por la ciudad condujo a conferen~ia ¿Qué es filosofía?, que al parecer pronundó en fra.n-
Heidegger a una notable afirmación: «[París] Una ciudad que jue- cés y que, en cualquier caso, llevaba como encabezamiento la cita
ga. En la calle, la policía misma juega con su porra» 1; sin embar- de un autor cuyo nombre nunca había mencionado Heidegger has-
g?, no había motivo para que se contentase con la mera impresión ta entonces, a saber, el de André Gide: «C'est avec les beaux sen-
3
visual. En Mémlmontant se reunió con René Char, y por lo visto timents que l'on fait de la mauvaise !ittérature» . Y uno desearía
no tardó mucho en desarrollarse entre el filósofo y el poeta una re- ver en lo que sigue una ambivalencia, sin duda una infündada e im-
cíproca amistad y comprensión. La diferencia entre ambos parecía provisada, que ahora no se refiere a .«Alemama», smo a «Occi-
ser considerable, pues durante la Segunda Guerra Mundial Char dente», y que, por cierto, a pnmera vista no parnce presentar m:i-
había sido cabecilla de un grupo de partisanos de su Prove~a na- gún acento negativo: «La frase: la filosofía es gnega en su esencia,
tal; ¿no diremos entonces que allí se daban cita un «fascista» y un no dice nada más que: Sólo Occidente y Europa son, en su curso
«ant1fasc1sta»? Pero Char sabía que el compromiso de Heidegger histórico más interno, originariamente "filosóficos". Ello lo ates-
había sido breve y, por lo demás, de una especie bastante singular, tigua el nacimiento y el dominio de las ciencias. Porque ellas pro-
y seguramente Heidegger estaba al tanto de que las Feuillets d 'Hyp- ceden del curso más interno de la historia europeo-occidental, esto
nos de los combatientes maquis nunca manifestaron complacencia
alguna por los derramamientos de sangre. A continuación visitó 2 Martin Heidegger, Denker.fahrungen 1910-1976, Francfort del Meno, 1983,
p. 155. . . · H 'd ,
3 («La mala literatura se hace con nobles scntnn1entos».) Martln e1 ~gber,
' Erinnerung... (Bibl. n." 7), p. 9 (Beaufret). Was ist das - die Philosophie?, Pfullingen, 1966 (4.ª ed.), p. 9; ed. cast., Que es.fi-
losopa, trad. J. L. Molinuevo, Narcea, Madrid, 1978, p. 46.
Jbídem, pp. 13 ss; ed. cast., p. 49.
[268]
270 HEIDEGGER FRANCIA Y GRECIA 271

es, del filosófico; hoy pueden dar su impronta específica a la his- determinarse necesariamente al hombre, en el que aquí se está pen-
toria del hombre sobre la Tierra entera» 4 . Pero la cita con la que sando, como "sujeto"? "Para el hombre", ¿~igmfica mcondic10nal-
concluye la conferencia también hace evidente la extraordinaria mente: puesto por obra del hornbre?»7 . Es evidente que Heidegger re-
continuidad del pensar heideggeriano, pues menciona aquella fra- chaza aquí toda tentativa de entender el «de~ocultarniento». como
se de Aristóteles que tanta impresión había hecho en el joven se- articulación, como organización del «mundo mismo» en el sentido del
minarista: «El ser-que es llega a aparecer de muchas maneras: y también es claro que el giro contra la mterpretac10n del
To ón légetai pollachos» 5 • ~~:~!'como «sujeta>> se efectúa de~tro
de la filosofia trascendental.
En el viaje de regreso, Beaufret llevó a Heidegger a Errnenon- Posteriormente Heidegger viajo vanas veces a la Provenza, y
ville, lugar donde se encontraba la tumba de Rousseau, aunque en i
¡ s años 1966 968 y 1969 tuvieron lugar en esa comarca, en
su artículo para la cornpílación Recuerdo de Martin Heidegger ~~n~reto en la ca~a de René Char, los seminarios ~e
Thor. _El pn-
[Erinnerung an Martin Heidegger], Beaufret no menciona una de- mero reunió tan sólo al pequeño círculo de los discipulos mas alk-
claración de Heidegger relativa a aquel pensador francés que ha- ados de Heidegger, así corno a los segmdores frauceses_ del fü?-
bía sido admirado por Kant y odiado por Nietzsche. Al año si- ~ofo. Estos últimos erau Jeau Beaufret, Frau901s Fedier, qmen hab'.a
guiente, en 1956, Heidegger y Beaufret volvieron a encontrarse defendido con energía a Heidegger ant.e los pnrnero~ ataques poh-
para viajar juntos a la Provenza, que a partir de entonces se con- ticos contra él dirigidos, y Fran9ois Vezm, qmen mas ta~de tradu-
vertiría en una de las comarcas predilectas de Heidegger, tal vez ciría Ser y tiempo al francés. Citaremos.una frase, extra1da de los
debido a que René Char vivía allí en su pueblo natal, y no menos puntes de los participantes, que permite conocer algo de la at-
debido a Cézanne, con cuya pintura tenía Heidegger una relación ~ósfera que allí reinaba: «Aquí, junto a los ohvos que se amoldau
bastante estrecha. Asimismo, visitaron Malaucene y Vaison-la-Ro- ]a ladera alzada ante nosotros hasta llegar a la llanura, donde a lo
maine, al pie del Mont Ventoux. Y es evidente que la Provenza su- fejos aún no se divisa el cauce del Ródano, comenzarnos de nuevo
puso para Heidegger la puerta de acceso a Grecia. con el Fragmento 2 [de Heráclito]. Detrás_de nosotros reposa.un
En 1958 Heidegger acepta una invitación de la Universidad de délfico macizo montañoso. Este es el paisaje de Reban~ue. Qmen
Aix-en-Provence, y allí pronuncia la conferencia sobre Hegel y los encuentra su camino hacia allí es huésped de lo.s d10ses» . En su ar-
griegos [Hegel und die Griechen], que hoy puede encontrase en tículo para el «recuerdo», escribe Frau901s Fed1er que en la Pro-
Wegmarken. Aquí Heidegger se separa, de nuevo, de una «investi- venza Heidegger se había sentido tau dicho_so _como en una s~gun­
gación historiográfica sobre contextos historiográficos», que pa- da patria, y, al parecer, la integridad del paisaje no era la razon de
rece estar requerida por el plautearniento del terna, pero admite en menos peso; «Ya apenas si conoc~mos algo s~rnejante en Alema-
todo caso que una empresa semejante posee «su propio derecho y nia»9, habria dicho el filósofo. La ultima ocas10n en que Heide~ger
6
su utilidad» • Su tema es, también en este caso, la alétheia, y dice · · · a ¡a Provenza fue en el año 1969, ,a la edad
viajo . ~ hde ·ochenta
· auos.
t
algo al respecto que puede aproximar una respuesta a una pregun- Pero su «anhelo por el Surn no quedo satls1ec o umcarnen e en
ta de duda: «Lo enigmático nos acerca a la alétheia y, a la vez, al la Provenza. En este contexto hemos de_ mencionar a d_os hombres
peligro de que la hipostasiernos en una fantástica esencia del mun- que ]e animaron a viajar a Italia y Grecia y le acampanaron en al-
do. Pues también se ha advertido ya de varias rnaueras que no pne- gunas ocasiones. El primero era el ps1coterapeuta smzo Medard
de darse un desocnltarniento [ Unverborgenheit] en sí, ya que el de- Boss y el segundo el conocedor de Grecia y m:ector de la Herzog-
socultamiento es siempre desocultamiento "para alguien". De este
Aug~st-Bibliothek de Wolfenbüttel, Erhart Kastner. En la_ corres-
pondencia mantenida con Boss se hace referencia, ya a pnnc1p10s
modo ella es inevitablemente "subjetivada". Sin embargo, ¿debe
"
! 7
Ibídem, p. 442.
' Ibídem, p. 46; ed. cast., p. 68.
6
8
Martín Heidegger,_ Vier Seminare, GA, t. 15, p. 275.
Martin Heidegger, Wegmarken (GA, t. 9), p. 427. 9
Erinnerung... (Bibl. n.º 7), p. 83.
272 HEIDEGGER
FRANCIA Y GRECIA 273

de 1953: a «nuestro viaje a It~lia>>; que lo condujo aPerugia y Asís, v la determinación del pensar [Die Herkunft der Kunst und die Bes-
Y. a comienzos de 1963 v1s!lo Heidegger Taormina, situada en Si- Íimmung des Denkens ].
c1ha, de_sde do_nde «pensó ir más allá, a Grecia». Heidegger reali- Durante los años cincuenta y sesenta Heidegger pronunció con-
zo su ~nmer VIaje a Grecia en 1962, y en agosto de ese mismo año ferencias en diversos lugares, como en Bühlerhiihe, en Darmstadt,
escnbia a Kastner: «Este mar, estas montañas, estas islas este cie- en el Club de Bremen, en Berlín, de nuevo en Múnich y en otros
lo; que aquí Y sólo aquí hubiera de abrirse la alétheia y 'pudieran lugares. Mención espedal merecen la conferencia conmemorativa
los dioses entrar en su luz que guarda, que aquí imperara el ser del 500 aniversario de la Universidad de Friburgo, pronunciada en
como presenc,ia Y. fundara un habitar humano, eso es algo que me mayo de 1958, y la conferencia, pronunciada en el mismo mes y
resulta hoy mas digno de asombro e inimaginable que nunca antes año en el Burgtheater de Viena, sobre el poema de Stefan George
[... ]. He_mos de llevar con nosotros a Grecia un mucho de reflexión, La palabra [Das Wort]. .
de poetizar prev10, para rec1bir entonces el inigualable más: ¡0 sor- Lo anterior podría provocar la impresión de que fue en los años
10
prendente de la pura presencia» • Y si todavía existe alguna duda cincuenta y ~esenta cuando Heidegger alcanzó la cima de su vida
sobre lo que Heidegger entiende por «presencia», quedará despe- y su renombre, mientras que en el espacio público quedaban trata-
jada ens_egmda: «lo simple [Einfache], el sencillo preyacer [Vor- dos los meses de su rectorado tan sólo como un episodio amplia-
lzeít,~n l sm porqu_é, del que todo depende, sobre el que todo se aquie- mente superado y dejado atrás. Sin embargo, esa impresión resul-
ta» . Mas: precisamente por_ ello, surge una nueva duda, a saber, ta engañosa. Heidegger no dejó de tropezarse una y otra vez con
la de s1 Heidegger hace remitir ahora a los europeos la «presencia» un considerable rechazo y hostilidad, y en modo alguno percibió
pura de los gnegos como algo que hay que «experienciarn olvi- esta actitud como el ladrido de aquel conocido perrito que no sim-
dando por completo que su pensamiento partió de Ja intención de patizaba con la luna. El expediente muniqués de 1953 ya ha sido
superar lo que había de «asistencial» [Priisentische] en la expe- mencionado antes; en 1955 escribía Heidegger a Boss que la «jo-
nencia gnega del ser para abrise paso al kairós. Seguramente no ven generación», que probablemente no era capaz de leer un capí-
lo había olv1dado, pero es inevitable la impresión de que a Hei- tulo de Aristóteles, y mucho menos de examinarlo en detalle, es-
degger no _k resultaba del todo desagradable un poco de confusión cribía ahora sobre la «disjunción [Unfag] del sem 13 ; en 1959 apareció
y emgmat1c1dad en torno a su pensamiento. el escrito de Paul Hühnerfeld En la causa de Heidegger. Ensayo
. El ~egundo viaje a Grecia (y a Turqula), realizado ya en 1966, sobre un genio alemán [In Sachen Heidegger. Versuch über ein
mcluyo una larga estancia en Egina, y Lesbos le pareció «de una deutsches Genie]; en 1964 Theodor Adorno publicaba su La jeri-
¡j

msosp~chada fuerza»; Estambul, sin embargo, era a sus ojos «aje- gonza de la propiedad [Jargon der Eigentlichkeit]; a este último le

!~
1···:

ill'O.!
na Y ~Ia», Y Hagia Sofía, en cuanto obra arquitectónica, le pareció
tan so~o grand}?sa «cuando _s~ hace abstracción de Jos aditamen-
siguió, en 1965, el acceso de furia de Robert Minder en su Hei-
degger y Hebel o el habla de Me)3kirch [Heidegger und Hebel oder
die Sprache van Mej3kirch], y es posible que en 1966 Heidegger se
tos ISlanncos~> . El tercer VIaje, que tuvo lugar en abril de 1967,
~¡ hubiera considerado a sí mismo como un «perro muerto». Dejo sin
¡;¡ condujo a Heidegger a Atenas, donde pronunció ante Ja Academia
discutir el contenido de las declaraciones más importantes y difí-
¡¡i, de Ciencias una conferencia con el título La procedencia del arte
i ciles de estas dos décadas: la «filosofía del lenguaje», tal y como
fi '
i
' se halla expuesta, sobre todo, en el tomo 12 de las obras comple-

10
Martín Heidegger y Erhart Kastner, Briefwechsel 1953-1974 ed. Heinri h
tas De camino al habla [ Unterwegs zur Sprache]; ella tendría que
1 von1fetzet, .Fran~fort del Meno, 1986, p. 51. _ ' e ser objeto de una investigación filosófica propia. Solamente trata-
1 Mar~1~,He1degger, Der Satz vom Grund, Pfullingen, 1957, p. 208; ed. cast ré de indicar que la reflexión de Heidegger sobre el lenguaje debe
l!
La propos1c1on del fandamento, trad. F. Duque y J. Pérez de Tudela Serbal B~~
I~ celona, 1991, p. 197.
12
' '

lf'i¡i Heidegger y Klistner, Briefwechsel (nota 10), p. 87. 13


Martin Heidegger, Zollikoner Seminare, Francfort, 1987, p. 314.

l!i
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1!1
l.
1
274 HEIDEGGER FRANCIA Y GRECIA 275

ser designada, en un cierto sentido apolítico, como una toma de mar ]a atención, partiendo de MeJ3kirch, desde el contraste, sobre
partido expresa en favor de la poesía y contra el lenguaje nivelado el hecho de que con la ciencia moderna se «prepar.a una ofensiva
y banalizado de la lingüística y de la técnica de la información. contra la vida y la esencia del hombre» y que tamb1~n luego, cuan-
Con ello, sin embargo, se está nombrando ya el segundo tema pre- do se haya evitado una guerra nuclear, «la edad atomica anuncia-
16
dominante, o sea, la crítica de la ciencia, y en conexión con esta . rá una inquietante alteradón del mundo» • Y uno se ve obl!gado
crítica aparecen las pocas expresiones que bemos podido averiguar a decir que en 1955, en rrü;dio del entusiasmo sobre la <mtihzac10n
acerca del nacionalsocialismo y de acontecimientos actuales del pacífica de la energía nucle-ap>, este «reaccionano» resultaba sor-
presente. prendentemente «progresist~». . . . .. _
En la correspondencia mantenida con Kastner se encuentra una En 1959 Heidegger tomo pos1c10n en el Neu.e Zurcher Zeitung
referencia al libro de Fríedrich Wagner, publicado por la editorial C. sobre una declaración «del presidente del consejo de mm1stros so-
H. Beck, La ciencia y el mundo amenazado [Die Wissenschafl und viético», por tanto, de Nikita Jruschov, quien hahfa di.cho: «Som.os
die gefiihrdete Welt], una obra que Heidegger calificó como una Jos primeros en el mundo que hemos abierto un cammo de la Tie-
«prueba, fundada en un inusual conocimiento del asunto, del domi- rra a la Luna.» En cambio, Heidegger qmere pensar detem<lai:;en-
nio de eso que yo denomino el <lis-positivo [Ge-stell]». A continua- te aquello en lo que Jrnschov precisamente ~o piensa: «NI hay tie-
ción, prosigue Heidegger: «En lo que "la ciencia" se ha convertido rra" ni "cielo" en el sentido del habitar poet1co del hombre sobre
entretanto, y en lo que aún habrá de convertirse, es incomparable- esta Tierra. Lo que el cohete rinde es la realización técnica de aque-
mente más ruinoso y extraño que las primitivas manifestaciones de llo que desde hace tres siglos se ha <lis-puesto [ge-stellt] cada vez
opinión del nacionalsocialismo sobre la ciencia» 14 • más exclusiva y decididamente como la naturaleza y ahora se de-
Las consecuencias del nacionalsocialismo fueron tematizadas manda como material disponible universal, interestelar. La trayec-
en MeJ3kirch en 1955, concretamente en el discurso que allí pro- toria del cohete hunde a la "tierra y el cielo" en el olvido.» A pe-
nunció Heidegger sobre la «serenidad» [Gelassenheit] en recuer- sar de todo, Heidegger sigue c~nvencido de que el ;<pensar
do del compositor Conradin Kreutzer. Allí se dice: «Muchos hom- meditativo», aunque hoy ya sólo vive «en la reserva», esta llama-
bres alemanes perdieron su patria, tuvieron que abandonar sus do a reemplazar algún día al «pensar calculador» n. .
pueblos y ciudades; son los expulsados del suelo natal. Otros, inun- Heidegger se manifestó con especial penetrac10n sobre la «Ci-
merables, cuya patria permaneció a salvo, emigran sin embargo, vilización mundial» en 1967, en Atenas, y, por cierto, como con-
caen en la agitación de las grandes ciudades, han de establecerse traconcepto de aquello que él entiende por la «procedencia del
en el páramo de los distritos industriales. Ellos están alejados de arte». El inicio es en extremo peculiar, y allí ruega He1degge_r «Ac-
la vieja patria. ¿Y los que han permanecido en ella? Tal vez sean ción y séquito a la antigua patrona de. la c_iudad de la tJe~Ta atJca, a
éstos más carentes de patria que los expulsados de ella. A cada hora la diosa Atenea». La plenitud de su d1v1mdad no la podia sondear,
y a cada día los retiene como por hechizo el aparato de radio y te- pero sí explorar «lo que Atenea nos dice sobre la procedencia. del
levisión. Semanalmente los transporta el cine a lo desacostumbra- arte». El punto de partida que Heidegger adopta son los predic~­
do, que a menudo sólo son ámbitos de representación acostum- dos que le fueron dados a la diosa en la htera~ura gnega: polyme-
brados que simulan un mundo que no es mundo alguno [ ... ]» 15 . tis, la que aconseja de muchas maneras; glaukopzs, la1 ~ue mlf~ cla-
¿Percibe Heidegger, de hecho, tan sólo el dolor de los desterrados, ramente; skeptoméne, la que discurre sobre los hmltes . La antites1s
y quiere acaso renovar Alemania a partir de MeJ3kirch, es decir, a de lo que Atenea hizo salir de la physis en la forma del arte gne-
partir del campo? Es difícil que sea así. Sin embargo, sí quiere lla- go es el arte moderno, cuyas obras ya no nacen dentro de «las fron-

Heidegger y Kiistner, Brü~fwechsel (nota l O), p. 84.


14
16
15 Ibídem, p. 25.
Martin Heidegger zum 80 Geburstag von seiner Hein1atstadt MejJkirch, 17 Denkerfi.ihrungen (nota 2), pp. 83 ss.
Francfort, 1969, p. 21. 18
Ibídem, pp. 136 ss.
276 HEIDEGGER
FRANCIA Y GRECIA 277

leras acuñadoras de un mundo con carácter de pueblo y nacional»


ca-técnico y, con ello, también el estar retenido frente a aquello
porque pertenecen a la universalidad de la civilización mundial'.
«que envía al hombre por primera vez a la determinación que le es
Pero no sería suficiente afirmar que es el mundo científico la re- peculiar; para que se inserte [sichjuge] en lo destina!, en lugar de
gión de donde viene la exigencia a la que hoy ha de responder el disponer científica y técnicamente de sí mismo y de su mundo[ ... ]
ar'.e. Invo_can~o a Nietzsche, Heidegger plantea la tesis de que er calculando». Sin duda, !\o hay ninguna «evasión» posible de este
metodo c1ent1f1co ha tnunfado sobre la ciencia, es decir, el méto- cautiverio, ningún simple batirse-por-la-libertad, ningún rousse-
do como proyecto anticipador del mundo, que fija aquello única- auniano «volver a la natural'eza», como tal vez pudiera alguien(!)
mente sobre lo cual puede él ser investigado, o sea, «la calculabi- decir, sino que «ahora es cuando» es necesario «detenerse a pen-
hdad absoluta [durchganglich] de todo lo ~ue es abordable sar ese estar-encerrado [Versthlossenheit]» 20 .
[zuganglich] y comprobable en el experimento» 9 . Así es como se «Es necesario el paso hacia atrás [Schritt zurück]. ¿Hacia atrás
hace al mundo dominable en todo tiempo y lugar. Este triunfo del adónde? Hacia atrás al inicio, que se nos insinúa en Ja referencia a
método sobre la ciencia comenzó su trayectoria en el siglo XVII eu- la diosa Atenea. Pero este paso hacia atrás no significa que el an-
ropeo por obra de Galileo y Newton, y hoy despliega sus posibili- tiguo mundo griego haya de ser renovado de alguna manera y el
dades más extremas en la forma de la cibernética. En el mundo, pensar deba buscar su refugio en los filósofos presocráticos.
representado cibernéticamente, del circuito regulador desaparece »El paso hacia atrás significa la retirada del pensar ante la ci-
la diferencia entre las máquinas automáticas y los seres vivos. De vilización del mundo, prescindiendo de ella, lo que en modo algu-
entre las ciencias del hombre, son la bioquímica y la biofisica las no supone adentrarse, al renegar de ella, en lo que en el inicio del
que toman la dirección, ciencias que descubren en los genes la cé- pensar occidental aún hubo de permanecer impensado, pero don-
l~la germmal del plan de la vida y cimentan en la información ge- de nuestro pensar ya está nombrado y, así, predicho [vorgesagt]» 21 •
net1ca la perspectiva segura de «conseguir un día el control de la Y con ello nos, encontramos de nuevo en Ser y tiempo, en la
posibilidad de fabricar y de producir al hombre». Por tanto, hay alétheia y en la temporalidad extática.
una correspondencia exacta entre la incursión en la estructuctura Si Heidegger había querido en un tiempo «dirigir al dirigente»,
de los genes mediante la bioquímica y la transformación de los áto- ahora se sitúa a sí mismo ---completamente solo, según parece-
mos mediante la fisica nuclear. Sin embargo, la bioqnímica no ha frente a la entera civilización mundial y a su poder superpotente,
logrado todavía hacer realidad la profecía de cierto investigador pero él puede hacerlo tan sólo por estar convencido «de que la alét-
norteamericano, según el cual el hombre llegaría a ser el único ani- heia, que se oculta en la luz [Licht] griega y brinda la luz por pri-
mal capaz de c_ambi~r. el rumbo de su propia evolución; de ahí que mera vez, es más antigua e inicial, y por ello más permanente, que
en la ciencia c1bernetJca el hombre sea considerado aún como un toda obra y hechura [ Gebildj imaginada por el hombre y efectua-
«factor de interferencia». Pero la ciencia persigue adentrarse tam- da por la mano humana»"- Pero el entendimiento humano simple
bién en el terreno de la acción, al parecer libre, del hombre en Ja se preguntará: ¿Puede lo anterior significar otra cosa sino que «la
forma de la «futurología». No obstante, ese hombre es el hombre esencia humana» (es decir, la trascendencia o la apertura al mun-
de fa ~ociedad industrial, y la sociedad industrial es «la yoidad [Jch- do), que no está creada por el hombre, posibilita y envuelve de an-
he1t] mcrementada hasta lo más extremo, es decir, la subjetividad». temano todo obrar y hacer humanos?
Pero la subjetividad no es «el hombre» y no alumbra la referencia El informe siguiente procede de Heinrich Wiegand Petzet y se
al mundo del hombre, sino que más bien encierra al hombre en el refiere a una conversación mantenida por Heidegger con un mon-
1
cautiverio de su propio artefacto [Gemachtes]. La civilización mun- je budista. En ella habría dicho Heidegger, adentrándose con inte-
dial es, pues, el estar encerrado del hombre en su mundo científi-
20
Ibídem, pp. 142 ss.
19 " Ibídem, p. 147.
Ibídem, pp. 140 ss. 22
Ibídem, p. 149.
278 HEIDEGGER FRANCIA Y GRECIA 279

ligencia en los .r~sgos fundamentales del pensamiento «oriental», por Parménides y Heráclito y hostilidad contra «el Occidente» y,
que la separac10n entre Sujeto y objeto es lo que impide el des- aún más, contra «los occidentales»?
pliegue del pensar. «Nos otros no somos realmente libres -como Hay algunas expresiones de Heidegger que, en efecto, parecen
H~1degger subraya más de una vez-, sino que estamos en una pri- · apuntar en esta dirección.
s10n que llevamos con nosotros durante la vida. Aunque todo el Así, en la conversación con un japonés acerca del lenguaje, Hei-
tr~bajo de su vida se haya encaminado a la liberación de esa pri- degger realiza la esclare~edora observación según la cual «sin mi
s10n, la lucha lo. es contra la superioridad de fuerzas de dos mile- procedencia teológica nunca hubiera alcanzado el camino del pen-
mos, desde Platon .. El peso de la historia está presente en cada pro- sar. La procedencia, sin embargo, permanece constantemente por-
ceso. del pens~m1ento. Pero también es esa historia Ja que venir». Y, como es del to~ó seguro que Heidegger, al decir lo an-
propiamente nos. separa del pensar de Oriente»"- En el transcurso terior, no quería regresar a la «filosofía cristiana», de igual modo
de la conversac10n, Heidegger habría dicho que «el antes tratado es difícil que quisiera decir algo diferente de lo que de un modo
olvido del ser, aquella "partición" y aquella "prisión", es ¡ 0 que indeterminado se acostumbra a denominar «mística»26 . Y no es
nos ha cerrado a .n~sotros, occidentales, la esfera de lo sagrado». «antieuropeo» que Heidegger diga: «La ceguera [resultante del "en-
L.a entrevista denvo al fmal hacia un llamamiento de Heidegger: diosamiento de la razón" por obra de la Revolución francesa] ha
«¡Tenemos demas1~da cultura!» Precisamente por hallarnos den- aumentado hasta tal punto, que ya tampoco puede verse cómo la
tro de aquella pn.s10n, será bastante difícil para el individuo abrir- europeización del hombre y de la tierra consume las fuentes de
se paso a su traves 24•
todo lo esencial. Parece como si éstas hubieran de secarse»27 •
Las primeras afirm~ciones concuerdan bastante bi~n con aque- Pero, al menos, hay una ocasión en la que Heidegger se mani-
llo que Heidegger habia dicho en la conferencia de Atenas y que festó de un modo «antiamericano», en concreto cuando, según el
antes. de esa fecha, había expresado una y otra vez. Sin embargo: informe de Petzet, el filósofo relató en el pequeño círculo de Egon
¿habia entendido .Petzet correctamente a Heidegger, al hacer que Vietta cuál era la actitud de los americanos respecto de la muerte.
se caracrence a s1 mismo como un «adversario de la cultura» Heidegger había dicho que los norteamericanos maquillan y com-
0
mejor, como.~n «escéptico de la cuJtura», tal vez en el sentido d~ ponen a sus muertos para presentarlos una vez más ante todos los
l~ preocupac1on de Ni.etzsche de que la cultura pudiera tropezar un conocidos «por su mejor perfil»; y, llegado a este punto, parece
dia con sus prop10s pies? ¿Pudo haber derivado al final el pensa- que Heidegger abandonó la habitación sin decir palabra, porque
miento de Heidegg.er, que tan «alemán» y tan «occidental» había para él esa actitud respecto de Ja muerte evidenciaba a la vez una
:.ido durant.e decemos, a una «mística oriental», incluso a un sen- actitud despreciable, abyecta incluso, respecto de la vida28 .
ff de la umdad d~ todos los hombres en cuanto hombres? Según Y, según el mismo informante, Heidegger le escribió en sep-
P~tzet, el monje dijo: «Cuanto más se concentre el hombre sin ten- tiembre de 1961 (por tanto, poco después de la construcción del
s10n de la v~luntad, tanto más dejará él de ser sí mismo. El "yo" se muro berlinés), que en ese momento se revelaba «la entera esen-
extmgue. Solo hay algo que permanezca hasta el final: la nada cia socavada de Occidente»29 .
Pero la nada no es "nada", sino justo lo totalmente otro: la pleni~ Sin embargo, cabe preguntarse cómo se concilia todo esto con
tud [... ]».Y Heidegger habria respondido: «Eso es lo que he dicho la decididamente inequívoca noción heideggeriana de lo «occi-
siempre, a lo largo de toda mi vida» 25 • dental» y lo «alemán», así como, por ejemplo, con el hecho (de
Por. consiguie~te, ¿será la «verdad de Heidegger» nada más que
eso, qmet1smo, mis!Jca, retorno a la sabiduría asiática ya malograda
26
Martín Heidegger, Unterwegs zur Sprache, GA, t. 12, p. 91; ed. cast., trad.
Yves Zünmermann, Serbal, Barcelona, 1987, p. 88.
:: Petzet (Bibl. n." 13), p. 185. 27
lbíde1n, p. 99; ed. cast., p. 95.
Ibídem. p. 188. 28
Petzet (Bibl. n.º 13), p. 109.
" Ibídem, p. 190.
" Ibídem. p. 1OO.
280 HEIDEGGER

nuevo según Petzet) de que Heidegger, a propósito de una cita de


Burckhardt en la que éste equiparaba el ocaso de Grecia con el de
la democracia, escribió la frase: «Nuestra Europa se bunde con la
"democracia" desde abajo contra un innumerable arriba» 30 • ¿Ten-
dremos que retroceder a la más simple de todas las caracterizacio" SEMINARIOS Y ALOCUCIONES
nes y llamar a Heidegger «reaccionario, antidemocrático y anti- DE LOS. AÑOS SESENTA
moderno»? Pero, entonces, después de todos los esfuerzos de
pensamiento que hemos tenido ocasión de conocer y que nosotros
mismos hemos adoptado a modo de prolongación, ¿podremos asen- Los seminarios impartidos por Heidegger durante su actividad
tir realmente a las trivialidades del progresista medio, trivialidades académica-al igual que, a' su manera, las lecciones- llevaban la
que, examinadas más de cerca, son de extremo a extremo antipro- impronta de una atmósfera muy especial, generada desde el pre-
gresistas, y ello en la medida en que entienden el progreso como supuesto respeto de los participantes y desde la manera exigente,
el avance desinhibido de la ciencia y de la técnica? No intentare- «autoritaria» si se quiere, pero acogida por cada uno de los asis-
mos encubrir el enigma, que también es Heidegger, recurriendo a tentes con amistosa intensidad, con la que Heidegger dirigía sus
confortables fórmulas. seminarios. Esas mismas características aparecieron de una forma
Antes de pasar a discutir lo menos enigmático de Heidegger, aún más marcada en los seminarios impartidos por el filósofo ha-
es decir, la toma de posición respecto de su propio pasado políti- cia el final de su actividad docente regular, que contaron con la
co, tal y como se presenta en la entrevista del Spiegel y en el Rec- presencia de participantes muy escogidos. Entre esos seminarios
torado, y antes de tratar, por último, los últimos años de su vida, cabe contar, sin duda, el Zürcher Seminar de 19 51 y, a conti-
no debe surgir la impresión de que Heidegger, sobre todo en los nuación, se ha de añadir el seminario sobre la conferencia «Tiem-
años sesenta, se alejó cada vez más de la filosofía en favor de la po y sen>, que tuvo lugar en 1962 en Todtnauberg, además de los
«mística» y de la meditación. Los seminarios y alocuciones de es-
ZollikOner Seminare, ofrecidos en la casa de Medard Boss a me-
tos años permiten mostrar con facilidad que en esta época, Hei-
diados de los sesenta, el seminario sobre Heráclito impartido jun-
degger había permanecido próximo a Husserl y Kant y a la «ana-
lítica del ser-ahí». to a Eugen Fink en el semestre de invierno de 1966-1967, así como
los seininarios presentados en Le Thor a lo largo de 1966, 1968 y
1969; el último seminario de esta especie tuvo lugar en Zabringen,
cuando Heidegger contaba ya ochenta y cuatro años. Uno de los
participantes de los seminarios de Le Thor ofrece la descripción
siguiente de la atmósfera de aquellas sesiones: «En verdad es im-
posible reproducir el estado de ánimo de aquellos días resplande-
cientes: la callada atención y la veneración por Heidegger de to-
dos los participantes, hondamente penetrados por el alcance histórico
de aquel pensar revolucionario; pero también la cercanía del trato,
relajado y cordial, con el maestro; en una palabra, la luz meridio-
nal, es decir, la serena claridad de aquellos días inolvidables»'.

1
Martin Heidegger, Seminare, GA, t. 15, p. 417.
30
Ibídem, p. 232.
[2811
282 HEIDEGGER SEMINARIOS Y ALOCUCIONES DE LOS AÑOS SESENTA 283

Por «alocuciones» cabría entender también conferencias tales considerarse a ésta como sustitutivo de aquélla, se dice que la me-
c?mo la pronunciada en 1967 en Atenas; sin embargo, me limita- tafísica es olvido del ser, es decir, «la historia de la ocultación [Tér-
re a las alocuc10nes en el sentido estricto de la palabra, como son bo;gung] y de la sustracci&n [Entzug] de eso, que hay sern4 . Pero
las que Heidegger pronunció más de una vez en Me!lkirch. el olvido del ser se «_suspende» [heb~sich auf] con el despertar al
La mayor parte de los seminarios serán esbozados aquí con bas- acontecimiento propicio [Ereignis]. Esta es una expresión oscura
tante brevedad, pues en casi todos ellos se trata de interpretacio- y lo es más aún cuando el <~sen) aparece, como por lo demás ocu'.
nes bastante sutiles y penetrantes de textos filosóficos, como, por r'.e también en_el tratado Sobr!( la línea [Über die Linie], entre pa-
ejemplo, de frag.~entos de Heráclito y Parménides, de Hegel y rentcsis o comillas: todavía hay que detenerse a pensar «si tras la
Kant, pero tambien de Heidegger mismo. Destacaré meramente conversión [Einkehr] [del pf"nsar al acontecimiento propici~], pue-
aquello que pueda resultar esclarecedor o concluyente en el mar- de hablarse aún del ser y, por fanto, de la historia del sern. La «pre-
co de n_uestro planteamiento. Sólo entraré con mayor detalle en lo~ sencia» (ser) es, en cuanto presencia, en todo tiempo presencia re-
Zollzkoner Seminare. lativamente a la esencia del hombre, en Ja medida en que Ja presencia
. En el Zürch~r Seminar, Heidegger formula, de un modo espe- es exhortación [.Gehei,8] que llama [ruft] en cada caso al hombre.
cialmente dramatic_o, un contexto que él nunca ha dejado de poner La esencia del hombre es, como tal, oyente [horencl], porque ella
de relieve: «Hace tiempo que la bomba atómica hizo explosión; es pertenece [gehort] a la orden que llama, a la pra-~sentia [An-we-
declf, en el mstante en que el hombre se presentó en alzamiento con' sen]. «¿Sería entonces "el ser" ese cada vez mismo [iedes Mal Se/-
tra el ser, P,uso al ser a partir de sí mismo y lo hizo objeto de su re- be], la copertenencia de llamada y oído? ¿Qué estoy diciendo? El
present~rn . Por desgracia, parece que ninguno de los participantes
"ser" ya no es más en absoluto cuando intentamos imaginar al "ser"
pregunto a Heidegger si el modo de expresión era exacto. En efec- co~o él impera [waltet] destinalmente, es decir, como presencia,
to, si bien el hombre pone al ente en el <«lis-positivo» [Ge-stell], el y solo de esta forma respondemos [entsprechen] a su esencia des-
glfo del ser en «?bJetuahdad» es, según Heidegger, un «envío» [Schic- tina!. Entonces, tendríamos que renunciar a esa palabra que aísla
kung], y no esta sujeto a la voluntad del hombre. Sin embargo, uno y separa: "el ser", así como al nombre "el hombre" [ ... ]» 5 . ¿Signi-
de los asistentes sí preguntó si se debía situar de idéntica forma al fica eso la existencia de una relación de cimentación entre «acon-
ser y a Dios, dando así lugar a que Heidegger ofreciera una respuesta tecimiento propicio-ser-revelabilidad de Dios»? Y, al final, ¿po-
que: hasta donde yo sé, no tiene ningún paralelo en su obra: «El ser dría esa relación fundamentarse ontológicamente en Dios, dentro
y D10s no son idénticos, y nunca intentaría pensar la esencia de Dios de una «teología» nueva y heideggeriana? ¿O permanece Dios tan
mediante el ser.[ ... ] Si llegara a escribir una teología, lo que a veces ligado a la «fe» como el «sern a la desocultación? Dejo tan sólo
me tienta, entonces no apareceda en ella la palabra "ser". [... ]Creo insinuadas estas cuestiones, pues no haré el ensayo de discutirlas,
que el ser no puede ser pensado en ningún caso como fundamento y mucho menos, por tanto, de darles una respuesta.
y esencia de Dios; que, no obstante, la experiencia de Dios y su re, El seminario sobre Heráclito, impartido junto a Eugen Fink,
velabihdad [ Offenbark~it] (en la medida en que afecta al hombre) presenta un interés especial, pues en él ofrece Fink una interpreta-
ac~ntece en la dunens10n del ser, lo que en nmgún caso indica que
ción de Heráclito que resultará mucho más esclarecedora para el
el ser pueda_valer como un predicado posible para Dios. Aquí hacen entendimiento humano simple que la de Heidegger, una interpre-
falta distmc10nes y delimitaciones enteramente nuevas»'. tación que Kant y Husserl tacharían sin duda de «precrítica>> o «no
En el protocolo del seminario sobre la conferencia «Tiempo y trascendental». Al igual que L6with u Osear Becker, Fink se deci-
sern, que, por tanto, lleva el título de aquella tercera parte de Ser y de por una comprensión «cosmológica». El pyr aeízoon es, a jui-
tzempo que nunca llegó a ser escrita, aunque difícilmente podrá cio de este último, «el [poder] poiético, engendradorn. «También

2
Ibídem, p. 433. : Mart~n He.idegger, Zur Sache des Denkens, Tubinga, 1988 (3.ª ed.), p. 44.
3
Ibídem, p. 437. Mart1n Heidegger, Zur Seinsfrage, Francfort del Meno, 1956, p. 28.
r
'

284 HEIDEGGER SEMINARIOS Y ALOCUCIONES DE LOS AÑOS SESENTA 285

los dioses y los hombres son seres que hacen aparecer, que deso- Nos vienen ahora a la memoria aquellas palabras, transmitidas o
cultan, mas sólo porque hay el fuego, con el que están en una re- interpretadas por Heinrich Buhr, sobre el mundo concebido como
lación señalada»'. Así, es el fuego, y no el Dasein en los hombres, el claro de un bosque inmenso e inquietante. En consecuencia, no
el tiempo que hace posible el tiempo y hace brotar el primero de· podría ser mayor la oposición de Heidegger respecto del «opti-
todos «los tres éxtasis temporales del pasado, presente y futuro», mismo cosmológico» de Fink.
y, por tanto, «crea lo abierto del cambio del día y la noche, dentro 1 Destacaré cuatro pasi;tje's tomados de los seminarios de Le Thor.
del cual se sitúan todas las cosas» 7 • En consecuencia, las cosas son Aquí designa Heidegger l'(ls párrafos dedicados a Descartes en Ser
un ensamblaje [Gefüge ], y «se muestran, en el resplandor del fue- y tiempo como la primera íentativa de «escapar de la prisión de la
go, en su determinabilidad y aspecto» 8. Esta interpretación vuel- conciencia o, más bien, de no retornar más a ella» 11 . Por tanto, tam-
ve, por así decir, «claro como la luz del día» todo aquello que en bién aquí podríá'encontrar·una confirmación el informe de Petzet
Heidegger resulta un «hueso duro de roer»: lo abierto, el ser, el sobre la conversación de Heidegger con el monje budista, pero
tiempo. En sus relativamente escasas intervenciones, el propio Hei- quien opine que al decir esas palabras el filósofo tenía en mente la
degger dejó entrever con bastante claridad un cierto escepticismo liberación hacia un «realismo», en el sentido de Nicolai Hartmann
y distanciamiento, como ocurre, por ejemplo, cuando dice: «La o también de Eugen Fink, se encuentra con seguridad en una sen-
cuestión es la de si no debemos pensarlo [al hombre] sino como da perdida. ,
un ente entre los panta» o «Ni entiendo la interpretación que está En 1969, y en el contexto de su interpretación de Hegel, Hei-
dirigida por las representaciones químicas, ni puedeo volver a efec- degger se refiere expresamente a Marx y critica la Tesis XI sobre
tuar el ensayo de la correspondencia entre el día y el día-mundo»9 • Feuerbaoh, observando que no hay ninguna oposición genuina en-
Pero Heidegger sólo se pronuncia sobre este punto al final del se- tre interpretación y alteración del mundo: sin Hegel, Marx no ha-
minario, y, súbitamente, después de la claridad finkeana, nos en- bría podido alterar el mundo. El siguiente giro resulta en extremo
contramos otra vez de lleno en la enigmaticidad de Heidegger: «La singular: «Marx, mientras invierte a su manera a Hegel, exige que
alétheia como desocultamiento [Unverborgenheit] me ha ocupa- Je sea dado al ser la primacía sobre la conciencia. Como en Ser y
do siempre, aunque la "verdad" ha pasado entretanto a ocupar un tiempo no hay conciencia alguna [sin comillas en "conciencia"],
lugar de peso[ ... ]. ¿Tienen el claro [Lichtung] y la luz [Licht] algo ¡cabría opinar que aquí se está leyendo algo heideggeriano! Al me-
que ver en absoluto? Es evidente que no. El claro dice: aclarar [lich- nos, así es como ha entendido Marcuse Ser y tiempo»"-
ten], levar anclas, talar. Eso no significa que allí, donde el claro Al igual que en el caso del marxismo, también se tematiza el
aclara, esté claro [hell]. [... ]Lo oscuro es, ciertamente, carente de nacionalsocialismo en una observación marginal. En efecto, si la
luz [lichtlos], pero está aclarado [gelichtet]. Para nosotros, lo im- biofisica aspira a fabricar al hombre como a un objeto técnico cual-
portante es que experienciemos el desocultamiento como claro»'º. quiera, entonces la causa no es aquí un querer-saber en el sentido

la palabra) ni Anker.frei n1achen (levar anclas, que en alemán también se expresa


(, Martin Heidegger y Eugen Fink, Heraklit-Seminar, Winterse1nester 1966167, corno <<Anker lichten») ni roden (talar, roturar) hacen referencia directa a una ilu-
Francfort, 1975, p. 94; ed. cast., Heráclito, trad. J. Muñoz y S. Mas, Ariel, Barce- n1inación. «Despejarniento» es, sin duda, tnuy acertada, pero tiene el inconveniente
lona, 1986, p. 76. de que con esta versión desaparece para el lector el parentesco de la palabra con
7
Ibídem, pp. 96, 109; ed. cast., pp. 78, 89. Licht (luz), lo que hace incomprensible que Eleidegger se pregunte si Lichtung y
8
Ibídctn, p. 130; ed. cast., p. 105. Lichttienen algo que ver. Hemos optado por la opción, sin duda susceptible de crí-
"Ibídem,pp.119, 135;ed.cast.,pp.97, 109. tica, de «claro» (como, por ejemplo, el claro de un bosque), que es la acepción
10
Ibíde1n, p. 260; ed. cast., p. 208. vulgar de la palabra en alemán. El propio Heidegger da a entender en otros luga-
He traducido Lichtung y lichten por «claro» y «aclaran>, respectivamente. No res que Lichtung alude a un espacio abierto o libre (ver, p. ej., Was ist das - die
obstante, hay otras dos traducciones posibles de Lichtung, dependiendo que se en- Philosophie?). (N. de la T.)
tienda corno «ilu1ninación» o «despejarniento>>. Por el contexto, parece que la pri- 11
Senlinare (nota 1), p. 293.
n1era versión está descartada, pues ni lichten (aclarar, en el sentido espacial de 12
Ibídem, p. 353.
286 HEIDEGGER SEMlNARlOS Y ALOCUCIONES DE LOS AÑOS SESENTA 287

de Aristóteles; el fundamento de ese acaecimiento seria, más bien, esencia de la experiencia humana del tiempo, cuyos caracteres son
17
una relación moderna respecto del poder, es decir, una relación po- · la «databilidad, la evidencia, la dilatación y Ja publicidad» ; pero
lítica: «A este respecto se tendría que pensar con detalle la pre- 1 también se habló sóbre la «estar permenenternente abierto» [ Of-
sentación de una nueva forma de nacionalismo que está fundado Jenstandigkeit] del hombre para el ente, así corno s?bre la neces!-
en el poder técnico y ya no (por mencionar un ejemplo) en los ca- dad de que haya médicos que piensen y no meros tecmcos c1ent1-
racteres propios de los pueblos»"- ¿Quiere Heidegger insinuar que ficos; sobre las d'cficie4cias de la reducción fisicalista, fisiológica,
su «nacionalismo» se había fundado, ya en 1933 y aún en 1944, en del estrés a una simple 'e¡ccitación de los sentidos; sobre el cmda-
el carácter propio del pueblo alemán (en medio de otros pueblos do [Sorge] como q:istenciario, que hace posible por prirne~a vez
de Europa), mientras que el nacionalismo de Hitler representaba el «amor» óntico; y sobre la naturaleza de la representac10n. En
Ja forma más avanzada (o más degenerada) del nacionalismo, o esencia, es el Heidegger de Ser y tiempo quien habla aquí, el filó-
sea, el nacionalismo técnico del poder, de Ja conquista y del desa- sofo de la analítica del ser-ahí, que se opone decididamente tanto
rraigo? Por desgracia, todo ello queda en mera insinuación. a las «suposiciones» freudianas sobre el «inconsciente» como a la
Y al final, por tanto en 1969, Heidegger toma de nuevo posi- cuantificación de lo anímico, que fracasa ante fenómenos tan au-
ción, esta vez de una manera inequívoca, respecto de la relación ténticamente humanos como el de la tristeza. Y sólo corno tal pudo
entre ser-ahí y ser, es decir, respecto de la interpretación «cosmo- Heidegger convertirse en el inspirador de la «Sociedad suiza para
lógica» o «antropológica» (mejor dicho, «conforme al ser-ahí») de el análisis del ser-ahí» y del «Instituto de analítica del ser-ahí para
su propio pensamiento: «Pero el ser precisa, para abrirse, al hom- psicoterapia y psicosornática», instituciones que, bajo la dirección
bre en cuanto ahí [Da] de su revelabilidad [Offenbarkeit] [".]-Si de Boss, llegaron a trabajar con veradadero éxito. En e.stas con-
el ser precisa de tal modo al hombre para ser, habrá de admitirse, versaciones no se encuentra rastro alguno de «murmuraciones»; al
por consiguiente, una finitud del ser; por tanto, que el ser no sea contrario el entendimiento humano simple de los participantes
absoluto para sí supone la oposición más tajante con respecto a confront~ a Heidegger con dudas que también habían sido ya arti-
Hegel. Pues, cuando Hegel dice, precisamente, que el absoluto no culadas con respecto a Ser y tiempo. Se preguntaba, así, cómo po-
es "sin nosotros", lo dice tan sólo sobre el cristiano "Dios tiene ne- día Heidegger hacer que dependiera del hombre la «revelabilidad
cesidad de los hombres". En cambio, para el pensar de Heidegger del sern y con ello, a la vez, el ser, cuando la existencia del «reloj
el ser no es sin su referencia al ser-ahí. No hay nada que esté más atómicó», por poner un ejemplo, pone de manifiesto de un modo
alejado de Hegel y de todo idealismo» 14• concluyente que la Tierra ha existido ya millones de años antes que
Los Zollikoner Seminare merecen una posición destacada, y el hombre. La respuesta de Heidegger coincide justo con aquélla
ello porque los participantes eran, en este caso, médicos y psico- que ya había dado en Ser y tiempo y había ejemplificado allí con
terapeutas jóvenes, quienes, al menos una parte de ellos, compar- las leyes newtonianas: sólo mientras el ser-ahí existe puede ha-
tían con Medard Boss Ja convicción «de que las modernas inves- blarse de «en sí»; el cálculo de un estado wehurnano presupone ya
8
tigaciones científicas no pueden encontrar ninguna vía de acceso que la dimensión del pasado está abierta . .
hacia lo propiamente humano de nuestros enfermos» 15 • Para el pro- Según la singular objección planteada por Boss, al pensar hm-
pio Boss era Heidegger el «auténtico investigador de los funda- dú no le hace falta ningún guarda del claro [Hüter der Lichtung],
mentos de la medicina»"'; y en los seminarios se discutió sobre la pues el estar aclarado [Gelichtetheit] se da en s.í y para sí, y el hom-
bre sólo puede alcanzarlo a través de una sene de renac1rn1entos.
Heidegger ofrece una respuesta definitiva a la objeción anterior:
" Ibídem. p. 358.
14
«Frente a eso, lo importante para mi es que el hombre es hombre.
Ibíde1n, pp. 370 ss.
15
Martin Heidegger, Zollikoner Senúnare, Protokolle - Gespri:iche-Briefe,
Francfort, 1987, p. 364. " Ibídem. p. 61.
16
Ibídem, p. 365. '
8
Ibídem. p. 222.
288 HEIDEGGER SEMINARIOS Y ALOCUCIONES DE LOS AÑOS SESENTA 289

De lo que se trata en el pensar hindú es de una "deshumaniza- antes del contramovimiento? Heidegger ha editado diversos escri-
ción", en el se;itido de que el ser-ahí se transforma en pura cla- tos que se refieren directamente a MeBkirch, de algunos de los cua-
1
ndad [He/le]» '. Mas,¿no cahría decir otro tanto de la idea cristia- 1 les hemos tenido ya conocimiento, a saber, del Camino vecinal
na de la «vida eterna»? Del hecho de que a Heidegger le importe [Feldweg] y del Enigma del campanario [Geheimnis des Gloc-
conservar al hombre en el Dasein y protegerlo contra el delirio tan- kenturms]; pero tambiénpronunció diversas alocuciones en su ciu-
to de la metafisica como de la ciencia de ahí derivada y conducente dad natal, como son las ~frecidas en 1961, con motivo de la cele-
a la «autodestrucción del hombre»20 , se desprende tamhién la pe- bración del 700 aniversaNp de la ciudad, y en 1964, con ocasión
yorativa expresión «feria de los viajes espaciales» o el juicio ne- del encuentro escolar sobre Abraham a Sancta Clara.
gal!vo sobre la «ahsolutiz~ción incondicionada del progreso», en En el acto conmemorativo, Heidegger lanzó la pregunta «¿MeB-
cur1ª resaca amenaza hund1rse el ser-hombre del hombre occiden- kirch mañana?», remitiéndose en primer lugar a aquella ocupa-
tal . Sm embargo, una frase extraída de una carta a Boss prueba ción «calculadora» con el futuro que, con la ayuda de datos esta-
que esa vuelta hacia lo «humano» puede traer consigo, precisa- dísticos, quisiera constatar alteraciones previsibles 'y acaso también
mente, una «aversión a la humanidad» bastante concreta y temi- emitir un juicio sobre «3ué posición y eficacia conservarán la fe
ble: «También hay la muerte de la humanidad; y no hay ninguna cnsl!ana y las iglesias» . De este modo se concibe el futuro tan
razón por la cual eso, que ahora puebla los planetas y destruye de sólo como una prolongación del pasado. El futuro sólo comenza-
todas las maneras posibles, haya de continuar existiendo hasta el rá a ser entendido de verdad cuando se tenga presente que «el hoy
infinito»"- Y Heidegger sólo puede contraponer «a la resaca del proviene de lo sido [Gewesenen] y [... ] [está] a la vez expuesto a
más negro pesimismo» (como cabría expresarse) una esperanza lo que va a su encuentro». Un ir-a-nuestro-encuentro tal son, a jui-
bastante vaga: «Contra el poder incontenible de la técnica se for- c10 de Heidegger, las antenas de radio y televisión, que ya se pue-
marán por todas partes "células" de resistencia que en secreto ve- den contemplar en fila sobre todas las casas, también las de MeB-
larán por la meditación y prepararán la inversión [Umkehr] p¿r la kirch. Ellas muestran «que allí donde los hombres "habitan" cuando
que "se" clamará un día, cuando la devastación general se haya tor- se los contempla desde fuera, precisamente ya no se encuentran
nado insoportable»"- . en casa». Ellos han salido, como podria decirse, de su mundo li-
¿Cómo se conducen estas «células de resistencia» respecto de mitado para entrar y establecerse en un mundo aparente sin lími-
aquello que «aún sigue» siendo resistente frente el mundo técni- tes, donde nada hay seguro, pues consiste en el cambio siempre
co, respecto de MeBkirch, es decir, de la «patria», tal y como ella igual de lo nuevo por lo más nuevo. Lo que Heidegger se pregun-
fue y sigue siendo? Cabria suponer que de lo que aquí se trata es ta no es muy distinto de lo que podría preguntarse cualquier ora-
dor en un acto local cualquiera: «¿Cómo podemos defendernos
de un contramovimiento que, sin embargo, presupone naturahnente
contra lo extraño [Unheimisch] en su empujar?» Y él responde
el movimiento y mantiene con él un profundo conta\l'to. Pero ¿no
como hubiera respondido ese mismo orador: «Sólo así, desper-
está MeBkirch antes del movimiento y también, por consiguiente,
tando mcesantemente las fuerzas donadoras, salvíficas y preser-
vadoras de lo familiar [Heimisch], haciendo fluir [Flieften] una y
19
lbíde1n, p. 224. otra vez las fuentes de la fuerza de lo familiar y procurando a su
20
21
Ibídem, p. 123. flujo [Fluft] e influjo [Einfluft] su curso justo.» Pero es de supo-
Ibídem, p. 133. ner que aquel orador retrocedería de espanto ante la consecuen-
~oi;iparar en este_punto c?n el sen1inario «Le Thon> 1969 («El afluir de Ja pre-
senc1ahd,ad en _los gnegos; ejemplo de Tales»): «En la mayor contraposición con
cia que Heidegger extrae: se trata de una «tarea decisiva», y «hoy
eso cabna dec1r que, cuan?o los astronautras pisan la Luna, ella desaparece en ya sólo las regiones rurales y pequeñas ciudades de provincia» son
cua~to .Luna. Ya no sale n1 se pone. Sólo es una inedida de cálculo de las empre-
sas tecn1cas del hombre» (Seminare, p. 331 ).
24
" Ibídem. p. 360. Martin Heidegger zum 80 Geburstag von seiner Heimatstadt MejJkirch,
" Ibídem p. 352. Francfort, 1969, p. 37.
290 HEIDEGGER SEMINARIOS Y ALOCUCIONES DE LOS AÑOS SESENTA 291

capaces de satisfacerla, pues con ello se atribuye un rango al «amor tanto, para Heidegger la patria no es algo dado e intocable, sino
por la patria local» y al «cuidado de la patria local» que los pro- que consiste en un «retomo» desde lo extraño, y sin duda está alu-
motores de los museos de la patria no atribuyen a su actividad en 1 diendo al «correr anticipadamente [ Vorlaufen J hacia la muerte»
general. La fundamentación de Heidegger es una fundamentación de Ser y tiempo al hacer referencia expresa al «cementerio» o
de pensamiento, no una sentimental. En efecto, si lo familiar de- «Camposanto». Y no está pensando en el pueblo concreto Me!l-
sapareciera también dejaría de existir para el hombre lo extraño. kirch que puede encoiltl¡arse al llegar, sino en una futura «cua-
«Entonces sólo habría ya el frenético cambio de lo más nuevo por ternidad» [ Geviert] en la •que «lo ruidoso y furioso» es superado
lo totalmente nuevo, lo que el hombre persigue con sus siempre desde la «fuerza sallltífera del ayer justamente entendido y ge-
renovadas y superadas maquinaciones [Machenschajien] .» De este nuinamente apropiado [angeeignete]» 27 • Heidegger rechazaría
modo, el hombre, por así decirlo, viviría ya sólo en la superficia- toda pregunta por la forma concreta que adoptará esa futura «cua-
lidad de un presente infinito. Y, llegado a este punto, Heidegger ternidad», ¡¡or considerar la expresión de una mera «curiosidad»
establece una singular conexión entre Me!lkirch, y Ghana y Sri que busca calcular un «acontecimiento propicio» [Ereignis] que
Lanka: «Si hoy se ha de obsequiar a los pueblos tantas veces lla- no es pensable de antemano.
mados subdesarrollados con los rendimientos, logros y utilidades El discurso sobre Abraham a Sancta Clara de 196428 podría
de la técnica moderna, entonces surge la pregunta de si de ese ser considerado como una de las manifestaciones más casuales y
modo no se les arrebata y destruye lo que les es más propio [Ei- poco significativas de Heidegger si no le hubiera precedido, nada
genstes J y de mayor raigambre, si de esa manera no se los des- menos que medio siglo antes., aquel artículo sobre el predicador
plaza desde lo que para ellos es familiar [Heimisch] hacia lo ex- y si Víctor Farías no hubiese desviado hacia él la atención me-
traño»25. A lo anteríor se une un juicio negativo sobre las ayudas diante una tesis extremadamente arriesgada. Es difícil encontrar
para el desarrollo, y cabe ver en ello una alusión política a los fe- una publicación de Heidegger tan descriptiva como ésta, y des-
nómenos del presente, alusión que no difiere de las expresiones criptiva en el sentido de tratarse de una exposición «meramente
ocasionales sobre el entendimiento mutuo entre la industría y los historiográfica». Allí se reproduce la carrera de Johann Ulrich
militares en América o sobre la carencia de significado de las «fi- Megerle, a quien tanto Heidegger como sus oyentes consideran
guras» que acaparan el primer plano de la escena histórica con- «condiscípulo», pues visitó la Escuela de Latín de Me!lkirch. En
temporánea. Sin embargo, si se quisiera deducir de lo anterior una efecto, Heidegger recorre el periplo intelectual de Megerle, des-
posición política, entonces sería una más bien «verde» que «par- de su nacimiento en Kreenheinstetten en 1644, pasando por sus
da». No obstante, Heidegger llega enseguida al ámbito filosófico estudios en el instituto benedictino de Salzburgo y el ingreso en
cuando, en lo que sigue, habla del «profundo hastío» que «en los la Orden de los monjes agustinos descalzos en Viena, hasta su
abismos de nuestra existencia se desliza, oscilando, como una fur- notable actuación en calidad de predicador de la corte y su muer-
tiva niebla» 26 • Con ello Heidegger retoma, casi al pie de la letra, te en 1709. Pero Heidegger caracteriza también la época, una épo-
las expresiones que ya había empleado en la lección de Friburgo ca de guerra, de hambre y miseria en la que los turcos se halla-
de 1929-1930 sobre Mundo - Finitud - Soledad [Welt - Endlich- ban emplazados ante Viena y la paz estaba tan lejos de la guerra
keit - Einsamkeit] y que se corresponden con el «desvanecerse del «como Sachsenhausen de Francfort». Y, no obstante, con ello no
ente en total», así como con la definición del hombre como «el se describía toda la realidad de la época, pues incluso entonces
que sostiene el sitio de la nada». Nada podría estar más alejado «despertó ~¡ nuevo espíritu de la afirmación y configuración crea-
del nada problemático amor por la patria, que aún tiene ante sí el doras del mundo». Se trataba del espíritu del barroco, una época
pensar y el preguntar, si es que puede llegar a ello en absoluto. Por en la que trabajaron Bach, Handel y Leibniz, quien, al igual que

25 27
Ibídem p. 40. Ibídem, p. 45.
26 28
Ibídem, p. 42. Ibídem, pp. 46-57.
r:
1

292 HEIDEGGER SEMINARJOS Y ALOCUCIONES DE LOS AÑOS SESENTA 293

Abraham, también recibió la protección del káiser Leopoldo I. Y Heidegger y la crítica dd dinero, tan característica de todo el pri-
es desde la diversidad de la vida de esta época desde donde se ha · mer socialismo, incluid& Marx.
de entender al predicador y escritor, quien escribía ejerciendo una ' Pero Víctor Farías fija su mirada en una única palabra: «Sach-
aguda crítica y ácida ironía, sin ser por ello en modo alguno un senhausen», sacándl!ila enteramente fuera de contexto. Es eviden-
mero ingenioso o un simple burlón. Como ejemplos escoge Hei- te que Abraham quería decir que la paz estaba en su época muy
degger la campaña de Abraham contra las aberraciones de la moda próxima de la guerra, tanto como Sachsenhausen de Prancfort. Pero
femenina, los plásticos títulos de sus escritos, el retrato de las Parías quiere ver en ello el «nazismo» y un campo de concentra-
muertes en masa acaecidas en Viena durante los meses de la pes- ción. Con ese propósito dedica páginas enteras al escrito Abraham
te, la descripción del tejer e imperar de la naturaleza, así como el y el judaísmo [Abraham und das Judentum], publicado durante los
ensalzamiento de una de las victorias sobre los turcos y, sobre años de la guerra y escrito por un autor austriaco que, al parecer,
todo, las declaraciones sobre la naturaleza y el destino del hom- fue amigo de Karl Bertsche, a su vez el editor de la antología de
bre, al que llama, por ejemplo, una «nada de cinco pies de alto», Abraham que Heidegger había leído. Y, a raíz de esta asociación
volviendo a consolarlo a continuación mediante el Verbo. «El que fabricada por Parías, ¿cómo no habría de ser culpable Heidegger,
muere antes de que muera, no muere cuando muere.» Quien bus- a pesar de no haber mencionado en toda su vida una sola de las re-
ca la filosofía heideggeriana es difícil que la encuentre aquí, y, lativamente escasas declaraciones antisemitas de Abraham, decla-
sin embargo, su mirada caerá seguramente sobre una cita en la raciones y expresiones que se entienden por sí mismas en un pre-
que se menciona un objeto que apenas si aparece en ningún otro dicador cristiano convencido de que «esa infame canalla» sentía
lugar de la obra del filósofo: el dinero: «hacer recto lo encogido, «un odio inveterado contra los cristianos» ?30 • En lugar de pregun-
hacer humilde (es decir, dócil) lo grosero, hacer bello lo malo, tar si había sido unilateral o bilateral la polémica llena de odio en-
hacer izquierdo lo derecho, hacer joven lo viejo, hacer caliente tre las dos religiones emparentadas y hostiles entre sí, Parías sal-
lo frío, hacer pesado lo ligero, hacer difícil lo fácil, hacer pro- ta, con una mirada propia de la psicología profunda, desde la palabra
fundo lo superficial, hacer alto lo bajo, hacer amable lo desagra- Sachsenhausen a la realidad Auschwitz, considerando posible «que
dable es ciertamente mucho y más que mucho. Y todo eso lo pue- Heidegger, al desafiar a la opinión pública -lo que no era inusual
de el dinero» 29 • Heidegger observa expresamente, a propósito de en él-, hubiera querido asumir "virilmente" la tríada Abraham a
esta cita, que lo que Abraham dice allí sobre el dinero también Sancta Clara-Sachsenhausen-Auschwitw 31 • En verdad, esta frase
es válido en la actualidad. E inmediatamente antes había añadi- y el «camino del pensar» que conduce a ella caracterizan sobrada-
do una cita similar: «Por tanto, no cabe esperar que el dinero haga mente tanto a Parías como a su libro, y así nos despedimos de una
bienaventurada aquella misma cosa que ofrendamos, en lugar de obra que se ha convertido, como prácticamente ninguna otra, en el
arrebatarla.» punto de cristalización de un buen número de parcialidades y de
Si alguien se dirige con imparcialidad la pregunta de qué es lo un resentimiento de alcance mundial.
•mevo o lo casi nuevo que ofrece, en el marco del pensamiento hei- Pero no se puede negar que el estigma del recuerdo de su com-
deggeriano, este discurso pronunciado con ocasión de una cele- promiso naciom(lsocialista durante la época del rectorado persi-
',¡
bración académica, entonces habrá de responder lo siguiente: el guió a Heidegger hasta su muerte, sintiendo también en su interior
hecho es que Heidegger se adhiere aquí sin reservas a un antiguo la necesidad de pronunciarse al respecto. Eso mismo lo explica el
ataque contra el dinero que ya había sido articulado con palabras hecho de la entrevista del Spiegel, concedida en 1966 y publicada
muy similares por el joven Marx. Y ese mismo inquiridor habría en 1976, mientras que los Hechos y pensamientos [Tatsachen und
de agregar que el discurso marca el punto de mayor cercanía entre Gedanken], publicados por Hermann Heidegger en 1983 junto con

30
Víctor Farías (Bibl., n.º 15b), p. 381; ed. cast., p. 396.
29 31
Ibídem, p. 53. Ibídem, p. 379; ed. cast., p. 394.
294 HEIDEGGER

el Discur;;o del Rectorado, habían sido escritos en 1945 y perte-


necen al contexto de la «depuración política». Sin embargo, tam-
poco se puede negar que había una nueva pregunta que comenzó ~
a destacarse cada vez más cuanto mayor era la lejanía respecto de LA ENTREVISTA DEL SPIEGEL
los años 1933-1934 y 1945. Y la pregunta es la de por qué Hei- Y EL «SILENCIO SOBRE AUSCHWITZ»
degger nunca se manifestó intencionadamente y con reconocimiento
de culpa sobre «AuschwitZ», siendo éste el punto culminante de la
falta de humanidad nacionalsocialista. A esos textos y a esta pre- Gracias a la publicación de la correspondencia entre Heidegger
gunta habremos de dirigirnos antes de orientar la mirada hacia los y Erhart Kiistner, así como al libro de memorias de Heinrich Wie-
últimos años de la vida de Heidegger. gand Petzet, podemos seguir hoy en detalle cómo llegó a producir-
se la entrevista del Spiegel. Probablemente se trataba de uno de los
paradójicos modos de comportamiento de Heidegger, pues no tenía
en demasiada estima al Magazin de Rudolf Augstein, en el que con
seguridad debió de ver una de las encarnaciones niás representati-
vas de la moderna «superficialidac:I». Sin embargo, algún tiempo des-
pués sostuvo una entrevista con la Segunda Cadena de la televisión
alemana, y no interpuso ante sus editores ninguna q\lerella por la co-
mercialización de grabaciones en disco de algunas de sus conferen-
cias. Cabría preguntar si Heidegger se estaba dejando englobar, es-
pontáneamente e hypér móron, en el dis-positivo [Ge-Stell]. Sin
embargo, Heidegger ejercía en todo ello el papel del agredido y pro-
vocado, pues ¿cómo si no hubiera accedido a dar su respuesta?
La causa más lejana de la conversación del Spiegel füe la publi-
cación del libro de Alexander Swau. Sobre éste apareció en el Spie-
gel de febrero de 1966 un artículo con el epígrafe Heidegger. La me-
dianoche de una noche mundial [Heidegger. Mitternacht einer
Weltnacht], que contenía una nutrida cantidad de afirmaciones falsas
o descuidadas ( ant!semitismo de Heidegger según la declaración de
Toni Cassirer en 1929, prohibición de Heidegger a Husserl, hostili-
dad de G. Ritter frente a Heidegger, y otras), aunque, por otra parte,
calificaba la lección de 1935 de «una valerosa crítica -para los con-
ceptos de la época- a la empresa de filosofia nacionalsocialista».
Heidegger escribió sobre todo ello una carta al director, de la
que, al parecer, también hizo partícipe a Kastner. En efecto, el
propio Kastner respondía a Heidegger el 4 de marzo de 1966 que
se alegraba mucho de oír que había escrito la carta al director,
haciéndole saber que se había encontrado a uno de los redacto-

[295]
I

296 HEIDEGGER
LA ENTREVISTA.DEL SPIEGEL... 297

res del Spiegel, según el cual su propuesta de dar a Heidegger una pueblo y Adorno en lectura d~ los estudiantes de bachillerato se
oportunidad para defenderse había sido bien acogida en el comi- podrá ayudar verdaderament~~l,Pueblo alemán"»_ •
1
••
té de redacción, aun cuando no hubieran podido consultar a Augs- Pese a todo, dos meses despiles comurncaba Heidegger a Kast-
tein, que en ese momento se encontraba de viaje. Kiistner supli- ner que la conversación con Augstein tendría lugar poco después,
có a Heidegger que no dejara escapar la oportunidad brindada, y que las cartas de éste eran alentadoras. Y debió de contribuir a
pues sus amigos estaban muy preocupados porque había descar- Ja decisión positiva de Heidegger el que Kiistner le escnbiera el 21
tado hasta entonces la posibilidad de pronunciarse en defensa pro- de marzo que había oído, para su propio asombro y sorpresa, que
pia. Mas, parecía que Heidegger había de superar aún algunas re- uno de los pensamientos preferidos de Augstein era el rechazo hei-
sistencias en su fuero interno. La carta al director, aparecida en deggeriano de la moderna idolatría de la ciencia .
2
,
el número del 7 de marzo, era un escrito breve y también, según Así la conversación tuvo lugar en casa de Heidegger el día 23 de
pareció a algunos, una rectificación llena de desdén y estructu- septieU.:bre de 1966. Aparte del propio Heidegger y de Augstein, tam-
rada en cuatro puntos; pero, en la siguiente carta dirigida a Kiist- bién se hallaban presentes el segundo redactor jefe del Spiegel, Georg
ner, Heidegger se expresaba sin verdadera claridad. Allí decía el Wolf, y Heinrich Wiegand Petzet (quien hacía tan sólo la función de
filósofo que si en el Spiegel existiera un interés real por su pen- «padrino» y no pronunció palabra), así como la fotografa Digne Me-
samiento, entonces el señor Augstein podía haberle visitado tras ller-Marcovic. Petzet infonna que había recogido a Augstem y Wolf
su conferencia en Friburgo, puesto que no había dudado en ir a en Colombi-Schl6Bchen, y que en un primer momento se había en-
Basilea para buscar a Jaspers (Jaspers, quien a su manera había frentado al editor del Spiegel lleno de desconfianza, pues había su-
sido, como Ropke y Bohm, uno de los padres fundadores de la puesto en él a un «verdugo inquisidorn que quería lanzarse al cuello
República Federal, había dado por entonces su último y más sin- del maestro. Sin embargo, Augstein se ganó toda su simpatía en cues-
gular viraje político, que le hizo convertirse en uno de los más tión de minutos, debido, precisamente, a la «confesión, surgida del
severos críticos de la situación de la República Federal, en autor fondo de su corazóm>, según la cual el editor sentia un miedo cerval
de best-séllers -¿Hacia dónde deriva la República Federal? ante la idea de presentarse cara a cara frente al célebre pensador. Pero,
[Wohin treibt die Bundesrepublik?]-, en iniciador de los míti- cuando Petzet condujo a lbs invitados a la habitación de trabajo de Hei-
nes en los sucesos de 1968 y en interloculor de numerosos pe- degger y pudo observarle, no pudo evitar sobresaltarse un poco al com-
riodistas). Sin embargo, él, Heidegger, no aceptaría de ninguna probar «en qué estado de extrema agitación se encontraba»'. Es de su-
de las maneras «entablar cualquier forma de "conversación del poner que los dos interlocutores eran conscientes de que aún se habría
Spiegel" organizada», pues los métodos de ese órgano se habían de discutir mucho en tomo a esa conversación del Spiegel cuando se
revelado claramente en el modo como se había montado su car- hubieran ol~dado todas las conversaciones mantenidas por la revista
4
ta al director entre declaraciones difamatorias, mientras perma- con significativos políticos y hombres de Estado •
necía sin publicar otra declaración de tono positivo que había sido
escrita por un judío. Pero de lo que en verdad se trataba no era 1
Martin Heidegger y Erhart Kiistner, Briefwechsel, Francfort del Meno, 1986,
del corto período del rectorado de 1933-1934, sino que Paul Va- p. 83.
léry dio en el clavo al decir que quien no podía aprehender el pen- 2
Ibídem, p. 85.
3
samiento, aprehendía al pensador. Y Heidegger percibió con to- Petzet (Bibl. n.º 13), p. 103.
tal acierto que se estaba preparando un cambio en la atmósfera ' Der Spiegel, ed. conmem. 30 aniv. (1976), n.º 23, 31 de mayo. de 1976, pp.
193-219 («''Nur noch ein Gott kann uns retten", Spiegel-Gesprlich mlt Martm Hei-
intelectual de la época, un cambio que no se podía poner en con- degger am 23., September 1966»). El t~xto completo se encuentr~ aho~a reprod_u-
sonancia con su pensamiento, pues el filósofo añade: «Lo que cido en Günther Neske y Emil Kettenng (eds.), Antwort. Marfln .He1def!ger zm
está en juego se puede inferir de las palabras de Ulrich Sonne- Gespriich, Pfullingen, 1988, pp. 81-111. No obstante, no hay una d1ferenc~a esen-
cial entre esta última versión y la del Spiegel, que es algo más breve y contiene al-
mann [... ]: "Sólo cuando Karl Kraus se convierta en lectura del
gunas reformulaciones de poca importancia.

298 HEIDEGGER LA ENTRE\(!STA DEL SPJEGEL ... 299

Augstein fue directamente «al asunto»: «Profesor Heidegger, pero, desde el punto de vista de su sentido, habría que sitnar el Ser-
hemos comprobado.una y .otra vez que su obra filosófica está algo vicio del Saber en primer lugar. A continuación, Augstein cita la
ensombrecida por ciertos mc1dentes de su vida, no demasiado du- frase «Ni los dogmas ni las ideas ... », y Heidegger procede a co-
raderns, que nunca han sido esclarecidos.» La primera apreciación. rregir un detalle antes de proseguir con las siguientes palabras:
de Heidegger con respecto a «1933» fue la de afirmar que, antes «Cuando tomé posesión del"rectorado tenía claro que no saldría
del rectorado, él no había «ejercido actividad política de ningún adelante sin compromisos. Hoy no volvería a escribir las frases
t1p0>> Durante el semestre de mv1erno de 1933-1934, Heidegger mencionadas. Ya en 1934 había dejado de decir cosas semejantes.»
habna hablado a menudo sobre la situación con Van Mi:illendorf Acto seguido subrayó Heidegger que la relación cordial que man-
que había sido elegido rector y era su vecino, obteniendo corno re'. tenía con sus estudiantes judíos permaneció inalterada aun después
sultado de ello que se debía intentar «controlar el desarrollo futn- de 1933; así, Helene Weiss le había expresado su agradecimiento
ro con las fuerzas constructivas que aún están realmente vivas». en el prólogo a la tesis que ésta presentó en Basilea en 1942. Era
Poco después de su entrada en funciones, el ministro destitnyó de una calumnia que él hubiera prohibido a Husserl el uso de la bi-
su cargo al socialdemócrata Von Mi:illendorf, y ello por haber prohi- blioteca de la Universidad, y, además, había intercedido con éxito
b;do que se colgara en la Umvers1dad el llamado «cartel de los ju- ante el ministro en favor de profesores judíos tales corno Thann-
d10s», y el prop10 Von Mi:illendorf, en unión del vicerrector Sauer hauser y Van Hevesy. En cualquier caso, la relación con Husserl
habria presionado a Heidegger para que aceptara el cargo, «pues' ya se había enturbiado antes de 1933, y ello porque Husserl había
de lo contrario, existía el peligro de qne se nombrara rector a u~ ejercido la crítica, públicamente, contra él y Max Scheler. Sin em-
fun~ionario». Con .gran resistencia por su parte, el filósofo se de- bargo, y todavía en mayo de 1933, la señora Heidegger, actnando
claro fmalrnente dispuesto a aceptar el cargo, y justo después de a la vez en su propio nombre, envió un ramo de flores y escribió
su entrada en funciones se presentó ante él el <~efe estndiantil» na- una carta a la señora Husserl, con el propósito de dar fe de <mues-
c10nalsociahsta, volviendo a exigir que se colgara el cartel de los tro inalterable agradecimiento». La señora Husserl se limitó a res-
judíos. Sin embargo, Heidegger no autorizó la petición, y el estn- ponder con una breve carta, especificando «que las relaciones en-
d1ante se alejó profiriendo amenazas. Sin embargo, no desmintió tre nuestras familias se han rolo». Sin embargo, califica de un «fallo
la acusación lanzada por Augstein de que hubiera hablado en el humano» el no haber acudido ni una sola vez al lecho del enfermo
discurso rectoral sobre la «grandeza y esplendor de esta puesta en o a la muerte de Husserl para darle las gracias y expresarle su res-
marcha»; por entonce.s no había visto otra alternativa, y en su apo- peto. A propósito del final de su rectorado, Heidegger reiteró que
yo rnenc10na a Fnednch Naurnann y a su «orientación nacional y; había nombrado a los decanos sin atender a su posición respecto
sobre todo, social», un nombre que, hasta donde yo sé, no apare- del partido, decanos corno fueron, por ejemplo, Erik Wolfy Wolf-
ce en d conJunto de su obra. Mas, para él, lo que se encontraba en gang Shadewaldt; pero el ministerio exigió sustitnirlos por gente
un p_mner plano era el destino de la ciencia, y precisamente en el grata al partido. Aparte, también el cuerpo docente había estado
sentido que ya había expresado en ¿Qué es metafísica? «La auto- contra él, pues tornaron a mal que Heidegger «hubiera incluido a
afirrnación de la Universidad alemana» había sido un título que los estudiantes en responsabilidades administrativas de la Univer-
nadie .«se había atrevido a poner en ninguno de los discursos rec- sidad, justo corno ocurre hoy en día». Así pues, dimitió.
torales de la época». Ante todo, ese discurso se había dirgido con- Posteriormente, sus lecciones sobre Hi:ilderlin y Nietzsche ha-
tra la «politización de la ciencia» a la que aspiraban los nacional- brían sido «controversias con el nacionalsocialismo», y por ello la
socialistas. Su intención era la de que la universidad se renovara Gestapo envió espías a sus lecciones y seminarios; Ernst Krieck le
«a partir de su propia meditación» y no, corno había dicho Augs- atacó con la mayor saña, prohibiendo que sus escritos fueran dis-
tem a modo de tanteo, «colaborando con los nacionalsocialistas». cutidos, y, aunque él era el miembro más veterano de la Facultad,
füen es cierto que había hablado del «Servicio del Trabajo, del Ser- ello no impidió que en 1944 fuera llamado a las milicias popula-
v1c10 de las Annas y del Servicio del Sabern en ese mismo orden res por iniciativa del partido. G'
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300 HEIDEGGER LA ENTREVISTA DEL SPJEGEL... 301

Augstein condujo entonces la conversación a la conocida frase de siglos». Heidegger m,antiéne que a los. alemanes les co;responde
la lección de 1935, confirmando Heidegger que la frase entre parén- lrna tarea especial, y ello debido, precisamente, _al mtnnseco pa-
tesis ya se encontraba tal cual en su manuscrito. A la pregunta co- rentesco existente entre. las lenguas alemana y gnega, que son, de
rrepondiente a este punto ratificó Heidegger que, a sus ojos, aquella un modo incomparable, las más adecuadas para el pensamiento. Al
frase también era válida para el comunismo y el arnericanisrno. En encaminarse el diálogo hacia el arte moderno, Heidegger emplea la
cambio, no estaba convencido de que la democracia fuera un sistema palabra «destructivo»_, aunque, .ante la réplica de Aug_stem, se re-
adecuado a la edad técnica, dejando así abierta la cuestión de si con- tracta de parte de lo dicho. Las ultimas palabras de Heidegger fue-
sideraba que las aspiraciones de la democracia, al igual que las de la ron palabras de rno~estia: «Para nosotros, hombre~ de hoy, lama~­
visión del mundo cristiano, eran «medias tintas» [Halbheiten]. nitud de lo por pensar es desasiado grande»; tan solo nos quedaria
A continuación aprovechó Augstein la oportunidad de mante- esforzamos por «construir la pasarela, angosta y _de poco alcan-
ner con Heidegger una conversación sobre la técnica y la edad ac- ce de un tránsito». La últimas palabras de Augstem fueron las de
tual, provocándole con la afirmación, tan «republicano-federal», rutina: «Profesor Heidegger, le damos las gracias por esta con-
. ' 6
de que en la parte altamente tecnificada de la Tierra los hombres versac1on» .
están bien atendidos, y, si se vive en el bienestar, entonces no se Corno corolario de la entrevista se dirigieron juntos a la caba-
sabe qué es lo que falta en realidad. Heidegger respondió que él ña, y fue un notable resultado de ese día el evidente sentimiento de
quedó espantado al ver «las fotos de la Tierra tornadas desde la respeto y comprensión experimentado por Rudolf Augstem. De he-
Luna»: «No nos hace falta ninguna bomba atómica, pues el desa- cho, llegó a establecerse una relación en extremo smgulru,- entre
rraigo de los hombres ya está ahí [... ].Esto, donde hoy vive el hom- aquel gran pensador que se situaba a sí 1'.1ismq en opos1c10n a la
bre, ya no es la Tierra.» René Charle había contado que la insta- civilización mundial y el poderoso penod1sta, qmen, como apenas
lación de bases de cohetes dejará a la Provenza «desertizada de una ningún otro alemán, ejercía su actividad en .t?dos los á°!bltos de
manera inimaginable». Frente a él, Augstein se erige en defensor esta civilización. En cualquier caso, esa relac10n era extrana al pro-
de la carencia de esencia y de patria del hombre, a lo que Heideg- pio ser del editor del Spiegel. . . .
ger opone que todo lo esencial y grande nació tan sólo porque «el Aun cuando no existieran las mvestlgac10nes de Hugo Ott, no
hombre tenía una patria y estaba arraigado en una tradición>>. Es resultaría dificil llegar a un juicio acerca de la primera parte de la
en este contexto donde se sitúan las frases: «La filosofia no podrá conversación. Heidegger argmnenta aquí corno casi todos los ale-
efectuar ningún cambio inmediato en el estado actual del mundo manes que no habían mantenido desde el principio al final una re-
[... ].Ya sólo un Dios puede salvamos»'. lación negativa con el nacionalsociahsrno (y tampoco qms1eron o
A los hombres les queda una única cosa que puedan hacer, asa- pudieron evaluar correctamente «la porción_ que les tocaba» gran
ber, «p~eparar, con el pensamiento y_ la poesía, la prestancia para la parte de los <<perseguidos del régimen nazi, s1 bien de un modo por
apanc10n del D10s o para su ausencia en el ocaso». Hacia el final, completo diferente de los antenores»). En efecto, H~1degger su-
la conversación llega una vez más al nacionalsocialismo del cual braya en determinados puntos la ~uena conducta por el mostrada,
dice Heidegger que (en un principio) había marchado en' la direc- alegando, por ejemplo, que no babia e1erc1do nmgun~ act1v1~ad po-
ción correcta para el logro de una relación satisfactoria con la esen- lítica antes de 1933; que ya en su asentumento imcial al reg1men
cia de la técnica: «esa gente era, sin embargo, demasiado inexper- había observado en su interior algo así como una voluntad de re-
ta en el pensamiento como para que lograra una relación realmente sistencia a «controlar el desarrollo»; que él tuvo presente el su-
explícita con eso que hoy acaece y está en camino desde hace tres puesto peligro del nombramiento de un funcionario como rector,
para lo que no había ningún tipo de dispos1c10nes legales o adm1-
5
Ibídem, p. 209; ed. cast., La autoafirn1ación de la Universidad alemana. El
Rectorado, 1933-34. Entrevista del Spiegel, ed. Ramón Rodríguez, Tecnos Ma-
drid, 1989, p. 71. ' ' Ibídem, p. 219: ed. cast., p. 83.
302 HEIDEGGER
LA ENTREVISTA DEL SPIEGEL... 303

nistrativas previas; que consideraba el título de su discurso recto-


cismo o democracia mundial». Además, se encuentran algunos
ral como un «h~cho audaz»; que pintó con colores poco atractivos
detalles adicionales.y en parte dudosos, como, por ejemplo, la
lo~ «dogmas e ideas>; al ?alificarlas de «compromisos»; que, por afirmación de que la'Gestapo había buscado un foco para la «Ac-
as1 _declf, se ~xtlend10 a s1 mismo un Persilschein en nombre de la
ción estudiantil muniquesa Scholl» en Friburgo y, concretamen-
~ntigua d;sc1pula; o que encubrió la orientación que por aquella te en sus lecciones. Sin embargo los Hechos y pensamientos son,
epoca ~eman Enk Wolfy Wolfgang Shadewaldt. Hay un lugar en e~ general idénticos en contenido y carácter a la conversación
el q;ie el confiesa un «fallo hmnano», y es precisamente esta con- del Spiege/, y este hecho habla bastante más en contra del Hei-
fes10n la que resulta poco convincente, pues, si bien es cierto que degger de 1966 que del de 1945. Pero, sin duda, ese mismo he-
la ruptura formal de l_~s relacion~s personales con Husserl, que tuvq cho también habla en contra de la atJnósfera intelectual de 1966,
lugar en 1933, suce~10 sm nmgun motivo que le indujera a ello por en la que seguían siendo igual o más necesarios que en 1945, in-
la otra parte, tamb1en es cierto que su comportamiento durante la cluso en boca de un filósofo, los mismos paliativos y subterfu-
enfermedad y muerte de aquél estuvo justificado. gios de entonces.
Nadie que haya nacido después de aquella época tiene derecho Mas con ello estamos aún muy lejos de haberlo dicho todo,
a enJmc1ar una tendencia de comportamiento tan generalizada como pues hasta ahora apenas si hemos detenido nu~stra mirada en el
fue l~ de Heidegger, pues esa tendencia era el resultado de la si- auténtico problema. Es de suponer que también para Augstein se
tu~c10n, del todo extraordinaria, provocada por una derrota catas- entendía por sí mismo que la acusación capital, que se dirigía con-
trof1ca a l~ que_ le habían precedido rendimientos y victorias fuera tra el régimen nacionalsocialista y sus antiguos miembros y pro-
de lo comrm e 1mpos1bles de _generar por un hombre aislado 0 por motores, no tenía como contenído principal la represión de los otros
una «reducida banda de cnmmales». Pero Heidegger no era mera- partidos, ni siquiera el «desencadenamiento de la Segunda Guerra
mente rmo de_~antos ale?Ianes, y siempre se había opuesto al «Se». Mundial», como tampoco la dureza de los métodos con que se con-
~parte, t~b1en se habia comprometido mucho más que la mayo- dujo la guerra, sino más bien la «solución final de la cuestión ju-
na. Que el, a pesar de todo, se hubiera comportado en este punto día», es decir, el exterminio del judaísmo europeo. Pero Augstem
como otros muchos y qu~, por aña~dura, hubiera escogido al Spie- no llegó a formular esta acusación de forma explícita, por lo que
gel, fue algo md1gno de el y marco el prmto más bajo al que había no fue preciso que Heidegger entrara en el asrmto. Desde la muerte
llegado esta vida dedicada al pensamiento. del filósofo, sin embargo, ha subido a rm primer plano la concep-
Los Hechos y pensamientos [Tatsachen und Gedanken] so- ción según la cual lo problemático y reprobable de Heidegger no
bre el rectorado no ofrecen ningún motivo para cambiar ese jui- habría sido su modo de actuación en 1933 (pues ese modo de ac-
c10. Fueron redactados en 1945, por tanto, bajo la impresión in- tuación tuvo, de hecho, muy poco peso, sobre todo cuando se le
mediata d_el _derrumbamiento. Aquí se repite: «Por entonces vi compara con el de un hombre como Car! Schmitt o con el de otros
en el mo:vim1~nto que llegaba al poder la posibilidad de reunir y filósofos nacionalsocialistas que mantuvieron un compromiso du-
renovar mten?;mente al pueblo y de encontrar el camino hacia radero con el partido, tales como Alfred Baeumler, Ernst Krieck,
su.determmac10n en la historia de Occidente»' Pero la obra tam- Hans Heyse y Hermano Schwarz), sino el profundo silencio que
b1en contiene declaraci~nes destacables por su carácter inequí- guardó desde 1945 respecto del asesinato de judíos y su obstinada
voco, como aquella segun la cual es en el dominio universal de negativa a hacer sobre este punto rma confesión de culpa. Así, el
la voluntad de poder dentro de la historia contemplada planeta- filósofo inglés George Steiner ha escrito recientemente en el Mer-
namente donde se sitúa hoy «todo, ya se llame comunismo, fas- kur las siguientes palabras: «Repito que el hecho descalificador es
el silencio de Heidegger después de 1945 [... ]. Martin Heidegger
7 trabaja y enseña en la cima de sus fuerzas justo durante los años
d l Die Selbstbehauptung der deutschen Universitiit. Das Rektorat Francfort en los que se niega a responder a la pregunta por la verdadera ese_n-
e Meno, 1983, p. 23; ed. cast. (ver nota 5), p. 25. '
cia del hitlerismo y de su consecuencia, que se llama Auschwltz

r--- ::;:,~: : ,

304 HEIDEGGER
LA ENTREVISTA DEL SPTEGEL... 305

[... ].En efecto, el pensador del ser no encontró palabras para el ho- todo aquello que siempre se vinculó en realidad con los conceptos
locausto y los campos de la muerte» 8•
de espíritu, libertad y verdad", tan sólo me cabe añadir que en lu-
Años at_r~s,_en 1947, Heidegger ya había tenido ocasión de oír gar de 'judíos" ha de ponerse "alemanes del Este", y se aplica en-
una_ a~usac10n igual a la anterior de labios de Herbert Marcuse, y tonces de igual modo a uno de los aliados, con la diferencia de que
el filosofo había respondido entonces de una manera a la que le todo lo que acontece desde 1945 es conocido por el espacio pú-
faltaban, al menos en parte, las evasivas y el encubrimiento de la blico mundial, mientras que al pueblo alemán se le ocultó, de he-
propia actuación que se hallaban presentes en la entrevista del Spie- cho, el sangriento terror de los nazis»'.
gel. Hemos citamos antes el pasaje más relevante de la carta del 28 Marcuse se manifiesta con pasión y energía en su respuesta del
de agosto de 1947; sin embargo, habrem_os de repetirlo aquí, por- 13 de mayo de 1948. En primer lugar se remite a una expresión de
que ahora es_ convemente tener ante la vista el conjunto de la co- Heidegger según la cual los emigrantes se equivocan al juzgar el
rrespondencia m:;ntemda entre ambos: «Un filósofo puede equi- comienzo del movimiento nacionalsocialista desde su final, pues
vocarse en lo pohtico, y luego expondrá en público su error. Pero el comienzo ya había contenido el final; había sido el final. Ajui-
no puede eq:iivocarse respecto de un régimen que ha asesinado a cio de Marcuse, el propio Heidegger había sucumbido a una per-
millones de Judíos -tan sólo porque eran judíos-, que ha hecho versión de todos los conceptos y sentimientos; só,lo así se explica-
del terror norma y converl!do en su sangnenta antítesis todo aque- ba que hubie.se visto en el nacionalsocialismo la «salvación de la
llo que siempre se vinculó en_ ~ealidad con los conceptos de espí- existencia occidental» de «los peligros del comunismo», comu-
ritu, libertad y verdad.» Tamb1en hemos mencionado el punto 1 de nismo «que, sin embargo, es un componente esencial de esa exis-
la respuesta de Heidegger: «Sobre 1933: yo esperaba del nacio- tencia». Pero es aquella frase sobre los judíos y :Jos alemanes del
nalsociah~mo una renovación espiritual de toda la vida, una re- Este la que situaria a Heidegger fuera de la dimensión en la que es
conc1hac10n de las opos1c10nes sociales y la salvación de la exis- posible un diálogo entre hombres. Así, según Marcuse no es ad-
tencia _occidental de los peligros del comunismo.» En lo que sigue misible «explicar, saldar, "aprehender" un crimen alegando que
mmed1atamente a este pasaje, Heidegger vuelve a tomar el cami- "también otros lo habían hecho"[ ... ]. Más aún, ¿cómo es posible
. no de la «mmimización», y califica de «deslices» algunas de las situar la tortura, la mutilación y el exterminio de millones de hom-
frases de su manifiesto electoral. Pero seguramente es la primera bres al mismo nivel que el traslado forzoso de grupos étnicos, en
frase, que a la vez es la más importante, la que reproduce sus es- el que no se han perpetrado ninguna de esas atrocidades (aparte,
pe:anzas Y temores y, por tanto, sus motivos reales de una manera quizá, de algunas excepciones)? En el estado actual de mundo, toda
mas ajustada y enérgica. A continuación, en el punto 4, Heidegger la diferencia entre inhumanidad y humanidad reside en la diferen-
responde como sigue a la exigencia de Marcuse de una «confesión cia entre los campos de concentración de los nazis y las deporta-
de culpa»: «Para mí era imposible una confesión después de 1945, ciones y los campos de internamiento de la posguerra» w
porque los parlldanos de los nazis manifestaron de la manera más La correspondencia entre los dos filósofos es eminentemente
repulsiva su cambio de disposición, y yo no tenía nada en común política, y los argumentos esgrimidos también podrian haberse dado
con ellos.» ~n la entrevista del Spiegel falta una declaración se- en cualquier discusión sostenida entre un judio indignado y un ale-
m~Jante; en s1 nnsma, nada hay en ella que produzca un efecto tran- mán resuelto a oponer resistencia. Es cierto que no puede consi-
quihzadoc Sm embargo, la toma de posición que más habla en con- derarse legítimo el que Heidegger equipare a los judíos con los ale-
tra de Heidegger se encuentra en el punto 6: «Sobre las acusaciones manes orientales, pues la expulsión de los alemanes y las
graves y justificadas,. que usted_ expresa "respecto de un régime~ circunstancias en las que ello se produjo eran con;;ecuencia de las
que ha asesmado a millones de Judios y convertido en su antftesis noticias llegadas sobre las crueldades de los nazis,\ o consecuencia

9
8
Merkur, n.º 480, pp. 374 ss. Víctor Parías (Bibl. n.º !5b), pp. 374 ss.; ed. casi., pp. 386 ss.
'" Ibídem. pp. 375 ss.; ed. cast, pp. 388 ss.
306 HEIDEGGER LA ENTREVISTA DEL SPJEGEL... 307

de las penalidades que hubieron de soportar los pueblos polaco y Hay un pasaje en el que Heidegger habla como filósofo y es-
checo durante la guerra, por nombrar tan sólo esta evidente dife- tablece, sin embargo, una equiparación como la elaborada en aque-
rencia. Vale la pena discutir la alusión a la diferencia existente en- lla correspondencia, y habrá de concederse que aquí se da una ne-
tre un suceso ocultado y un estallido de pasión popular. Esta dife- cesidad interna. Se trata de una frase, procedente de la conferencia
rencia es correcta, aunque tan oscura como las protestas de inédita de 1949 El dis-positivo [Das Ge-Stel[j, que Wolfgang Schir-
Heidegger respecto de <runo de los aliados», y permanece abierta macher cita en su escrito Técnica y serenidad: «La agricultura es
la cuestión de si al decir esas palabras, Heidegger tenía a la vista ahora industria alimentaria motorizada; lo mismo, en esencia, que
el «terror rojo» de 1918, la colectivización de 1930, la gran «de- la fabricación de cadáveres en las cámaras de gas y en los campos
puración» de 1937-1938, Katín o simplemente la autorización de de exterminio, lo mismo que los bloqueos y las rendición por ham-
las deportaciones. Marcuse tenía razón al poner de relieve la dife- bre de países enteros, lo mismo que la fabricación de bombas de
rencia en carácter de las dos clases de «terror», pero se hace cul- hidrógeno» 11 •
pable de una extrema minimización de los hechos al identificar Esta frase debe parecer en gran medida chocante, aunque sólo
esta diferencia con la diferencia entre inhumanidad y humanidad. sea por la expresión «fabricación de cadáveres». Pero se debería
Asimismo, Marcuse parece confundir los planos al negar que se tener present~que para Heidegger «lo mismo» [das Selbe] no es
pueda «explicar, saldar, "aprehender" un crimen alegando que "tam- idéntico a «lo igual» [das Gleiche], que esa expresión, por tanto,
bién otros lo habían hecho"». Si acontece un crimen porque otro no sólo admite distinciones, sino que precisamente las exige. La
ha perpetrado un crimen semejante, si, por ejemplo, una madre dis- cuestión es, en consecuencia, la de si Heidegger llegó a hacer al-
para al asesino de su hijo, entonces nada sería más insensato e inad- guna vez esas distinciones o si él, sobre la base de su filosofia, no
estaba en absoluto en condiciones de hacerlo. A la «medianoche»
misible que pretender describir y juzgar el segundo crimen sin aten-
se opone ahora, en esencia, la claridad del día o el «gran medio-
der al primero, aun cuando siga siendo un hecho que se ha cometido
día»; todo lo que es propio de la medianoche es comparativamente
un delito moral. Para obtener el perdón moral aún resulta menos «lo mismo», aunque no por ello deba ser indiferenciado.
eficaz establecer un mero paralelismo, aunque en este punto no ca- Aunque la historiografia sea para Heidegger «contraesencial»,
rece de fuerza la máxima del «tu quoque»; es decir, el propio acu- es posible que tenga algo esencial que decir en este punto. La his-
sador debe estar limpio de culpa. Así, Marcuse rehúye su propia toriografia presupone un conocimiento detallado del objeto de es-
responsabilidad cuando afirma que Heidegger no debía hablar de tudio y la familiaridad con una clase de investigación de los que el
la salvación de la existencia occidental de los peligros del comu- filósofo, en cuanto tal, no puede disponer. La reflexión historio-
nismo porque éste era un componente esencial de esa existencia. gráfica llega a la conclusión de que la aniquilación del judaísmo
Y rehúye su responsabilidad en la medida en que no puede refutar europeo revela una singularidad historiográfica tal, que no puede
la objeción de que él había simpatizado con las pretensiones del ser equiparada con nada más. El historiador sabe que AdolfHitler,
bolchevismo (y del bolchevizado comunismo alemán) de hacerse, inmediatamente después de la guerra mundial, se había adherido
siguiendo el ejemplo ruso, con el poder absoluto en Europa. Cier- a concepciones que, por sus consecuencias, habrían de conducir a
tamente, también la Iglesia católico-romana era un componente la aniquilación; pero también sabe que, con toda probabilidad, hizo
esencial de la existencia occidental, lo que no impidió que tanto declaraciones que postulaban abiertamente aquella aniquilación.
Marcuse como Heidegger, amparados en su momento por el aplau- Él conoce otras muchas declaraciones de Hitler y de sus más es-
so general, se pusieran del lado de quienes se habían opuesto a la trechos colaboradores que apuntaban en la misma dirección ya an-
pretensión de dominio absoluto de aquélla. tes de la guerra, y sabe que Hitler, durante los últimos años de la
Por tanto, Heidegger y Marcuse argumentaban aquí en cuanto
miembros de una nación o de una comunidad de creencia, pero no u Wolfgang Schirmacher, Technik und Gelassenheit, Zeitkritik nach Iíeideg-
como historiadores ni, desde luego, como filósofos. ger, Friburgo/Múnich, 1983, p. 25.
308 HEIDEGGER LA ENTREVISTA DEL SPJEGEL... 309

contienda, consideraba que ese exterminio ya estaba en marcha o sumidos al concepto «crimen en masa» o caracterizados como «de-
incluso ya cumplido. Evidentemente, el historiador también toma lito contra la vida», y que tal vez comporten un carácter más «ma-
en cuenta aquellas afirmaciones que declaran exageradas el nú- sivo» aún. .
mero estimado de las víctimas y consideran dudosos los sucesos Existe el peligro de que ese «delito ideológico atroz» sea m-
tantas veces descritos, si bien con la condición de que se mencio- terpretado como un crim~ étnico, que, por tanto, se proceda a efec-
nen razones para ello y no se trate de meras afirmaciones. Pero tuar una «atribución colectiva de culpa» similar a aquella en la que
nada de eso hace que el historiador vacile en su convicción de que se había apoyado aquel mismo delito atroz; . . .
aquí subyacen una intención y una realidad que corresponde a esa Existe el peligro de que se haga de las v1ctrmas med10s para fi-
intención, intención y realidad que sólo podían tener lugar en ese nes políticos, fines que se encuentran alejados, al menos, de la gran
instante de la historia mundial y sólo en el marco de un régimen mayoría. ..
«fascista radical». Se trataba, en efecto, de la intención de sacar Existe el peligro de que eso, que por su fundamentac10n Y es-
del mundo, mediante el exterminio de los judíos, a los supuestos panto es el «carácter único», escape no sólo a la región de lo com-
causantes de aquel proceso de la historiografía universal que Hegel prensible, sino a la de lo que se puede co.mprender en absoluto, ha-
y los escritores de historia del siglo XIX habían designado inequí- ciéndose de él una enl!dad pseudorrehg10sa a la é)Ue uno se acerca
vocamente como «el progreso», pero que, desde entonces, había como a un mysterium tremendum y a la que, sin embargo, paradó-
sido caracterizado por otros tantos pensadores como descomposi- jicamente se pone en relación con hechos consumados bastante te-
ción y decadencia y que, por último, hizo surgir en Rusia un fenó- rribles.
meno que amenazó con la aniquilación a la sociedad del resto de Existe el peligro de que se perciba exclusivamente a aquellos
Europa. Los historiógrafos conocían que ese proceso historiográ- que fueron «víctimas» en el sentido estricto de la palabra, esto es,
fico universal, que a menudo se ha denominado el proceso de la a la mayoría de hombres medios e inofensivos, supnm1endo con
«emancipación», significó para el judaísmo un peligro mucho ma- ello un estado de cosas esencial y susceptible de ser motivo de or-
yor aún que para las identidades «a la vista» de las naciones <<nor- gullo para los judíos y de admiración o asombro para los no-judíos.
males», y que sólo podía ser una consecuencia, pero no una cau- Se trata, en efecto, de que, según constata Theodor Herzl, en ~os
sa, de ese estado de cosas cuando fueran muchos los judíos que dos bandos del gran conflicto social hubo judíos que desempena-
cifraran sus esperanzas en esa emancipación, incluso en su forma ron un papel destacado, algo que habrían tenido. que cargar sob~e
revolucionaria. Hitler, sin embargo, adoptó una «atribución colec- sus espaldas si no hubieran partido a tiempo hacia la colomzac1on
tiva de culpa» gracias a la cual pudo captar en una forma concre- de Palestina.
ta, individual, lo general y abstracto. Y es de ahí, precisamente, de Existe el peligro de que la tesis de la singularidad o «carácter
donde hubo de nacer en el pensamiento y pudo resultar en la rea- único», por muy correcta que sea, debido a su aislamien!º. no per-
lidad un «delito ideológico atroz». mita que se presente ante la mirada la pregunta h1stonograf1ca pnn-
Pero subrayar esta singularidad trae consigo grandes peligros, cipal, es decir, la pregunta por la relación existente ~ntre las tenta-
y me considero autorizado para hablar de ello porque no he toma- tivas «mayor» y «menor» de llevar a una «soluc10m> la confusa
do este carácter único como una mera afirmación, sino que, ante problemática del presente. . . .
todo, lo he desarrollado como concepto. Y, según cómo se con- Existe el peligro de atribuir a aquel parudano del «alzamiento
temple y valore esos peligros, será decisiva la pregunta de si Hei- nacional» de 1933 un saber que sólo puede brotar de la mirada re-
degger tenía o no razón al negarse a hacer una «confesión de cul- trospectiva, fabricando así conexiones tan injustificadas como, por
pa» en el asunto de los «campos de la muerte». ejemplo, la de hacer de aquel «miembro de la Wehrmacht de Hi-
Existe el peligro de que se entienda el «carácter único» corqo tler» un «defensor de Auschwitw.
«unicidacb>, de modo que se desvíe la atención de los numerosos Cuál sea el «punto de vista correcto» que haya de sostenerse
procesos restantes, procesos que, de igual modo, han de ser sub- respecto de aquel singular proceso de la historia europea es algo
310 HEIDEGGER

que no puede decirse en una frase. Probablemente ello se base en


un presupuesto que es, aute todo, negativo, a saber, que el que se
esfuerza por buscar esa corrección no pretende conducir, en el mar-
co de la sociedad «probl~matizante-problemática», a la que regre-
saremos en la observac10n fmal, a una de las posiciones a la vic- LOS ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA
tona, tratando _de. recurnr para ello a razones insuficientes que Y LA MUERTE
vmculen la pos1c1on contrana con Auschwitz. Quien penetre en la
grandeza Y amenazas de esta sociedad responderá positivamente a
la renuncia antes expresada. De esa penetración es probable que Ese umbral no es algo que esté fijado de una vez por todas y para
resulte, ante todo, el dolor por algo que no es repetible y que, pre- todos, mas se podría decir que Heidegger lo atravesó coincidiendo
cisamente por eso, tampoco cabe inquirir sobre ello. con la consumación de su octogésimo año de vida en septiembre de
Resulta_trivial y, no obstante, correcta, la idea según la cual no 1969. Por esta época se instalaron Heidegger y su esposa en la que
hay culpa sm conciencia de la injusticia cometida y sin resolución sería la residencia de su vejez. Se trataba de un confortable refugio
de la voluntad. _Pero se debe confiar en que Heidegger poseía la en el jardín propio, pero la dirección ya no rezaba Rotebuckweg, sino
sens1b1hdad suficiente para las distinciones historiográficas de «co- Fillibachstrabe. Y, como epílogo a los Zollikoner Seminare, Medard
mumsmo, fascismo y democracia mundial» -que él definió, sin Boss informa que el contenido de casi todas las cartas de Heidegger
dud~, como «lo mismo»- como para negarse a hacer una «con- posteriores a 1945 apuntaban a que su amigo había comenzado a re-
fes10n de ~ulpa» sobre la base de esa razón trivial que todos espe- traerse cada vez más en sí mismo en preparación para la muerte.
raban de el. Ciertamente, en la entrevista del Spiegel debió de re- Sin embargo, fue justo en_ese aniversario cuando Heidegger sa-
velar.se a sus prop10s OJOS que se estaba declarando culpable de lió por vez primera al «gran» espacio público general, haciéndose
«deb1hdad»; sm embargo, que él hubiera sido culpable en el sen- visible en persona ante un público de millones. Ciertamente, el fi-
lido de Marcuse o Steiner y también del poema Todtnauberg de lósofo ya había hablado en la radio en 1934, y tanto en el Zeit como
Paul Celan, y, sobre todo, que lo hubiera sido después de 1945, era en el Frankfurter Allgemeine se había hablado de él a menudo, pero
algo que ya no necesitaba decirse a sí mismo una vez atravesado es muy posible que «las masas» de la República Federal jamás hu-
~se umbr~l detrás del cual a todo hombre le esperan ya sólo «los bieran oído nada de él, y la entrevista del Spiegel no había sido pu-
ultimas anos de vida y la muerte». blicada aún. Eso que él siempre había enjuiciado de un modo tan
negativo, es decir, el «espacio público» o el «Se», ahora parecía
querer apresarlo, y es evidente que Heidegger no opuso ninguna
resistencia. Quizá valiera la pena investigar si se ha presentado al-
guna vez, sobre la realización de cualquier emisión televisiva, un
informe tan detallado como el de Richard Wisser, por entonces Pri-
vatdozent de filosofía en Maguncia e interlocutor del filósofo en
Martin Heidegger. Zum 80 Geburstag1, emisión de la Segunda Ca-
dena de la televisión alemana (ZDF) que fue retransmitida el 24 de
septiembre de 1969. Aparte, la entrevista apareció publicada tex-
tualmente en la forma de un pequeño y apretado volumen que in-

1
Erinnenmg... (Bibl. n.º 7), pp. 257-287.

[311]
LOS ÚLTIMOS AÑOS DE VlDA Y LA MUERTE 313
312 HEIDEGGER

]a apertura extática. Heidegger concluye con una cita m~y notable


cluía, por cierto, los testimonios introductorios de Carl Friedrich de un hombre apenas mencionado hasta entonces, Hemnch von
von Weizsiicker, Ernst Jünger, Karl Liiwith, Dolf Sternberger, Karl Kleist: «Doy un paso atrás ante uno que aún no está ahí, y me hu-
Rahner y otros 2 . millo, un milenio antes de él, ante su espíritu» .
3

La conversación entre Wisser y Heidegger es relativamente bre- Es cierto que Heidegger ya se había expresado a menudo de un
ve, pero también permite apreciar con claridad algo de la atmós- modo «adventístico», pero nunca hasta ese momento con la acti-
fera caracteristrica de la «revolución estudiantil», que, en verdad, tud de un Juan Bautista, y sólo nuestras generaciones últimas (en
reflejaba el efecto, demasiado turbulento y no meramente acadé- la medida en que logren llegar a la existencia) podrán decidir, den-
mico, de la brecha abierta entre el marxismo tradicional y el neo- tro de todo un milenio, a quién iba dirigida esa llamada.
marxismo de algunos profesores. Wisser comienza con el pronós- La descripción ofrecida posteriormente por Wisser permite re-
tico según el cual se oirán con mayor fuerza cada vez las voces que conocer que Heidegger no estaba libre de cierta «fiebre de candi-
proclamen la tarea decisiva del presente y la cifren «en un cambio lejas» frente al «Se», y, por encima de todo, deja claro contra cuál
de las relaciones sociales», y pregunta a Heidegger cuál es supo- de las preguntas planteadas se defendió Heidegger, de modo que
sición respecto de una orientación tal del llamado <<Zeitgeist>>, aten- deban ser subrayadas. Se trataba, en especial, de las preguntas por
diendo, por ejemplo, a la reforma universitaria. También en este «1933» y por su «silencio». Pero también s_e negó Heidegger.ª ha-
punto responde Heidegger remitiéndose a las declaraciones sobre blar sobre el lenguaje. A la pregunta de W1sser acerca de que sig-
la ciencia expresadas en ¿Qué es metafisica?, y subraya con ener- nificaban para él los hombres y Dios en el momento de su octo-
gía que «en este sentido» no cabe hablar de una «misión social» gésimo aniversario, Heidegger respondió de un modo «brusco,
de la filosofía. Como fundamento de lo anterior cita el filósofo, de resuelto, lapidario»: «Por esa pregunta puede usted darse una bo-
nuevo, la tesis IX de Marx sobre Feuerbach, calificándola de una fetada en la cara»4 • Especialmente concluyente resulta el que Hei-
«frase no cimentada», y ello porque no toma en consideración que degger no acepte una referencia de Wisser a Bloch y Adorno, aun-
toda alteración del mundo presupone una alteración de la repre- que al final de la grabación se pronuncia sobre este último. Al¡?ien
sentación del mundo. Pero Wisser insiste, preguntando si no ten- le había informado que Adorno, a su regreso a Alemania, hab1a di-
drán razón los críticos que afirman que Heidegger se había ocu- cho: «En cinco años he quitado importancia a Heidegger.» Hei-
pado con tanta concentración del «ser» que habría «sacrificado» degger comenta sobre ello: «Ahí ve usted de qué clase de hombre
el ser del hombre en la sociedad y como persona. Heidegger tacha se trata», y prosigue: «No he leído nada de él. Hermann Miirchen
esta concepción de un «gran malentendido», y dice que no se po- intentó una vez persuadirme de que debía leer a Adorno. No lo he
dría preguntar por el ser sin preguntar por la esencia del hombre, hecho»'. Ésta es una observación tan singular como alarmante. Aun
justo como lo había explicado en Ser y tiempo. A continuación, la cuando sea acertado suponer que Adorno pertenece a los «soció-
conversación pasa a girar en torno a la relación entre el olvido del logos», quienes «todo, cosas y hombres, [lo cubren] con su pala-
ser, la ciencia moderna y la técnica, y Heidegger plantea de nuevo brería», también es cierto, sin duda alguna, que en 1969 ya no se
la tesis de que, en nn tiempo no muy lejano, la ciencia estará en podía pasar por alto que Adorno, Bloch, Marcuse y lo_s otros neo-
condiciones de hacer al hombre como haga falta. En este contex- marxistas habían ejercido sobre la juventud estudiantil un mfluJo
to regresa Heidegger otra vez al marxismo, desde el cual no se pue- tan fascinador como el de Heidegger mismo en 1933. ¿Y no era
de entender la esencia de la técnica, pues se mueve en la relación Bloch cuanto menos, un filósofo serío? ¿Acaso Heidegger sólo
sujeto-objeto. Seguidamente habla, en una respuesta más largi\, so- conocÍa a fondo a los filósofos clásicos, desde Parménides a Nietzs-
bre el ser como presencialidad, así como sobre la novedad que su-
pone su concepción del tiempo y la temporalidad en el sentido de 3
Ibídem, p. 77.
4
Erinnerung. .. (Bibl. n.º 7), p. 271.
5
2 Ibídem, pp. 283 ss.
Marlin Heidegger im Gespriich, ed. Richard Wisser, Friburgo/Múnich, 1970.
314 HEIDEGGER LOS ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA Y LA MUERTE 315
,,

che, y no creyó necesario familiarizarse con las nuevas figuras con- hecho elemental de que él ve ante sí «este libro». Mas, para ver
temporáneas? También estas preguntas sólo las podrán contestar este libro, el hombre debe tener una comprensión de la categoría
aquellos para quienes llegue a ser accesible la totalidad de los es- «sustancia» que no permite ser derivada de los «datos hyléticos»
critos póstumos. (como dice Husserl) de la intuición sensible, sino que también ha
En cualquier caso, Heidegger se manifiesta sobre «1968» de de ser vista de alguna manera e incluso de antemano. Esta es la
un modo puramente negativo, aunque aquí y allá sugiere ( correc- «intuición categorial», dentro de la cual (¿o de nuevo incluso de
tamente) que los estudiantes de ahora reclaman las medidas de co- antemano?) «ve el hombre también al sern. Así, Husserl, como co-
gestión universitaria que él quiso presentar en 1933 ante sus men- rrobora Heidegger, «dispensa al ser de su fijación en el juicio» 7
tores, que ellos, por tanto, reanudan en cierto respecto aquella mediante sus análisis de la' intuición categorial, mostrando por lo
«revolución universitaria nacionalsocialista» que fue sofocada por demás que el «sern no es ningún mero concepto, ninguna abstrac-
los profesores reaccionarios y por la dirección del gobierno, y que ción pura. Con ello Husserl le habría llevado a él, Heidégger, al ca-
la exigencia de una mayor «responsabilidad de los científicos» le mino que él, Husserl, ya no volvió a recorrer, pues consideraba evi-
resultaba tan simpática como la protesta contra el «complejo mi- dente por sí mismo que el «sern significaba ser-objeto. Él, Heidegger,
litar-mdustnal» de los EEUU. Sin embargo, Petzet informa que llevado así sobre la pista correcta, habría podido ahondar en ella y
Heidegger había tomado parte en persona en la primera fase de la señalar que toda conciencia se «[funda] en la posibilidad, funda-
fundación de la Universidad de Bremen, y que su desarrollo pos- mental para la esencia del hombre, de atravesar una extensión abier-
terior había supuesto para él una gran decepción. Al final, Hei- ta para llegar hasta las cosas» 8• Como es evidente, esa «extensión
degger habría escrito en 1968 a uno de los miembros del círculo abierta» era en Ser y tiempo la comprensión del ser previa a las co-
de Bremen que la universidad se convertiría necesariamente en una sas. Pero si el ser no es la proyección de una subjetividad trascen-
e_scuela de enseñanza técnica. «Se deberia hacerlo en serio. Los po- dental, sino que «se da», y si su sentido no significa necesaria-
litólogos toman a su cargo la orientación espiritual; la salvación de mente «ser objeto» [Gegenstandsein], entonces con ello se abre el
la tradición de lo "espiritual" acaece aparte. Es inútil proceder con- camino de la última filosofia de Heidegger, que puede suponer el
tra e~ deJirio del mundo técnico. Todo esto se debe ver sin resig- rechazo de ese «humanismo» que alcanzaba su cima en el «pensar
nac1on» . de hoy», un humanismo que Heidegger parece considerar en ge-
Pero ¿no estaba naciendo en Bremen una «escuela superior de neral como un pensamiento marxista, «donde domina absoluta-
partido» y no precisamente una «escuela de formación profesional»? mente la autoproducción del hombre y de la sociedad», es decir,
¿No querían los estudiantes proceder en contra del «delirio del capi- se trata de una autocomprensión del hombre que es «la posición
talismo», s1 bien no contra el «delirio del mundo técnico» como tal? del nihilismo más extremo» 9 . Pero no se encuentra el menor indi-
Y, sin embargo, se equivoca de extremo a extremo quien afir- cio de que Heidegger haya desechado en ningún caso la «inten-
me que en su nonagésimo año de vida, Heidegger ya sólo miraba cionalidad» husserliana, esto es, la pertenencia mutua entre el ente
al presente con disgusto, o que por ello se retiró, «murmurando», y la comprensión del ser; sólo que siempre quiso fundarla «en la
al «sern y al «acontecimiento propicio». Quien lea los protocolos ek-stática del ser-ahÍ», y ésta, en un dar-se (sin fundamento) en el
del Zahringer Seminar de 1973 habrá de llenarse de asombro al «sino» [Geschick].
comprobar con qué fuerza y frescura intelectual se vuelve el hom- Y así fue como, tomando el mismo punto de partida, Husserl
bre de ochenta y cuatro años hacia sus propios inicios y cuán pre- se convirtió en su última época en un decidido defensor del espí-
sente seguía estando para él el orden argumental de las Investiga- ritu científico y del racionalismo occidental -precisamente porque
ciones lógicas de Husserl. Como Husserl, Heidegger retrocede al
7
Heidegger, Seminare, GA, t. 15, p. 327.
8
Ibídem, p. 380.
' Petzet (Bibl. n.º 13), p. 66. 9
Ibídem, pp. 387, 393.
1

l
316 HEIDEGGER LOS ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA Y LA MUERTE 317

dio cuenta de sus «crisis»-, mientras que Heidegger hablaba en en el otro mismo-uno:
El paraje más lejano
su última época de la «radical inhumanidad de la ciencia, que aho- 12
de más cercana vecindad» •
ra se contempla con asombro», la misma ciencia que con la «ame-
nazadora destrucción del lenguaje por la lingüística y la informa- En enero de 197 6, Heidegger invitó a una conversación en ~a
ción» arrastra al hombre «a lo desmedido» y lo aniquila como Fillibachstrabe a su compatriota de MeBkirch Berhard Welte, el ce-
hombre 10 • lebre profesor de teología de la Universidad de Friburgo. Tras unas
La oposición de Heidegger respecto de las opiniones domi- palabras introductorias, el filósofo le comunicó que, llegadod mo-
nantes, y ello remite -si se quiere usar un término cuestionable y mento deseaba recibir sepultura en el cementeno de MeBkirch, la
malutilizado por un empleo polémico del mismo-- al «rasgo fun- patria 'común, rogándole a él, Welte, que pronundara unas pala-
damental antiilustrado» de su pensamiento, encuentra aún en los bras en su entierro. Y así, «bajo la señal de la patna, que hace se-
años setenta algunas de sus más tajantes articulaciones. Así, por ñas, y bajo la sombra de la muerte, que se acercaba de una nueva
ejemplo, es una opinión errada la concepción según la cual «lora- manera» la conversación se fue acercando por s1 nusma a la di-
cional y la racionalización (desencantamiento) del mundo son algo mensión 'religiosa, pues, naturalmente, Heidegger debía ser cons-
racional»; la sociedad industrial, «considerada hoy como la pri- ciente de que el teólogo hablaría con un tono religioso ante su se-
mera y última realidad-antaño se la llamaba Dios-», no se deja pultura. Se habló sobre el Meister E.ckhart, y el pei;sam1ento .d~
pensar suficientemente con la ayuda de la dialéctica marxista, es este último habría dejado en el alfe, msmuado tan solo, que D1~s
decir, en principio con la metafísica de Hegel; en la realidad ac- era igual a la nada. Así, ante la presencia de la ¡nuerte se habia
tual, que se entiende como sociedad industrial y sociedad del ren- vuelto casi palpable aquella región «en la que se daba una.especial
dimiento, se concibe la poesía como una producción literaria so- copertenencia entre el cielo y la tierra, los mortales y los mmorta-
cial; los «muchos lenguajes que engatusan a nuestro país» serían, . 1a cuatem1'dad13 .
les»; es declf,
«en verdad, sólo la una y misma cosa de un lenguaje sobre el que, El 24 de mayo Heidegger dirigió unas palabras de saludo a ese
en rápido aumento, se nivela todo decir: el lenguaje informático de mismo Bemhard Welte, quien poco antes había sido nombrado cm-
los ordenadores» u dadano honorario de MeBkirch. Allí se decía:
Pero también eso, que se ha denominado «murmuración», Al nuevo ciudadano honorario de la ciudad de la patria común MeB-
encuentra su nueva expresión de una manera característica. A kirch -Bernhard Welte - saluda hoy cordialmente el antiguo.
finales de 1975 Heidegger escribió, a la memoria de Erhart Ambos saludamos, agradecidos, al benemérito alcalde Schühle; sa-
Kiistner, una especie de poema en el que aparecen los siguien- ludamos a los concejales y al entero vecindario.
tes versos: Ambos renovamos también en este día el recuerdo del Dr. Conrad
Gr6ber, asimismo un hijo civil de nuestra ciudad de l~ patria. Su ~igu­
ra fue determinante para nosotros en épocas siempre diferentes y siem-
¿Están, quienes el clamor del silencio oyen,
pre de diferente manera. . .
confiados al advenimiento de una remota gracia? Que sea regocijante y vivificador este día festiv.o .de homenaje. Que
sea unánime el espíritu meditativo de todos los participantes. Pu~s .~ace
Son no oído falta la meditación, si puede haber aún p~tria en la edad de la ~¡v1hza­
de in-icio ción mundial tecnificada e uniforme y nuentras pueda haberla .
en la pura anulación:
figura primitiva del eseyer,
intransitable a la aniquilación 12 Ibídem, p. 185, «Sind, die das Geliiut der Stille hOren, I anvertr~ut ~er ~n­
kunft einer fernen Huid? / [ . .] / UngehOrter Klang I van An-fang I zn die re.lne
Nichtung: / Urfigur des Seyns, / unzugangbar der Vernichtung I im Selbander ElnS:
10
Martin Heidegger, Denkerfahrungen 1910-1976, Francfort, 1983, pp. 151, / Fernste Gegend / niichster Nahnis.»
160, 167. u Bernhard Welte, en Erinnerung. .. (Bibl. n.º 7), pp. 249-253.
" Ibídem. pp. 152 SS., 159. " Denkerfahrungen ... (nota 10), p. 187.
318 HEIDEGGER '"'
LOS ÚLTIMOS AÑOS DE VIDA Y LA MUERTE 319

Dos días más tarde murió Martin Heidegger, y lo hizo de ma- ger en su lección de P~énides. Y en su lápida no se encuentra
drugada, sin enfermedad, sin luchar contra la muerte y con la sola una cruz, sino un estrella. ..
palabra «gracias» en sus labios, dedicada a su esposa .. Fue inhu- Heidegger había sido y continuó siendo, también, el h130 del
sacristán de MeBkirch. Pero fue, de igual modo, el pensador a qmen
mado el 28 de mayo; lo había preparado todo al detalle y tomado
muchos tomaron al principio por el portavoz del nihilismo, quien,
las disposiciones necesarias. Junto a su sepultura, su hijo recitó
durante su breve compromiso político, cometió un error que, sm
unos versos de H6lderlin, y Welte pronunció el discurso a la me- embargo, era más filosófico que el comportamiento correcto de
moria del filósofo, tal y como estaba acordado. En el discurso se muchos de sus adversarios, y quien, en el umbral de la era de los
citaban aquellas palabras que Heidegger había escrito sobre la muer- ordenadores advirtió a la humanidad de las consecuencias de la
te en 1952: «La muerte alberga [birgt] en sí, como cofre de la nada,
lo esenciante del ser. La muerte, como cofre de la nada, es el al-
y
informática la lingilistica. Muchos de sus amigos y algunos de
sus enemigos lo definieron corno el «mayor pensador del siglo XJO>.
bergue [Gebirge] del sem 15 • Welte no se ocultó 16 a sí mismo que Pero nos contendremos por el momento, dirigienao a la recapitu-
estas frases, con toda su resonancia religíosa, no son ningún testi- lación de la Observación Final la cuestión de qué se quiere decir
monio de esperanza o confianza cristianas. El pensar de Heideg- cuando se habla de «Martin Heidegger en su época».
ger se hizo cargo de la penuria de una época alejada de Dios, pero
la «falta de Dios» no había significado para él una mera carencia,
sino «la presencialidad, que por vez primera puede hacerse propia,
de la plenitud oculta de lo sido». Así, el camino de Heidegger «no
podía llamarse sin más cristiano, en el sentido habitual de la pala-
bra». Pero él nunca había dejado de aguardar la epifanía del Dios
divino ni roto jamás su vinculación con la comunidad de los cre-
yentes. De ahí que se recitara en su sepultura el salmo «De pro-
fundis» y la Oración de Jesús «Padrenuestro» 17 •
Así, el curso de la vida del hijo del sacristán de MeBkirch aca-
baba justo donde había comenzado, en la patria y a la sombra de
la iglesia de San Martín. ¿Acaso se había alejado de allí alguna
vez? Según el testimonio de Max Müller, Heidegger hacía la señal
de la crnz siempre que, durante sus caminatas, entraban en las an-
tiguas capillas, y, cuando se demoraba en el hogar de la familia de
su hermano, nunca se excluyó de la oración de la mesa común.
Pero un cristiano jamás podría haber dicho: «ya sólo un [!] Dios
puede salvarnos». Jamás podría un católico rechazar el «dogma ro-
mano», sobre todo con la dureza con que lo había hecho Heideg-

15
Martin Heidegger, VortrGge undAuftátze, Pfullingen, 1954, p. 177; ed. cast.,
Conterencias y a~ticulos, trad. E. B~j!1u, Serbal, ~arcelona, 1~94, p. 15?-
«verbarg szch nicht>>, en el ong1nal. Es obvio que Nolte 3uega aqu1 con los
verbos bergen (albergar, salvaguardar), citado por Welte, y verbergen (ocultar),
también central en la obra del filósofo. (N de la T)
" Erinnerung. .. (Bibl. n. 0 7), pp. 253-256.
OBSERVACIÓN FINAL 321

en esa medida no se daba la posibilidad de tratar, en un sentido es-


pecialmente pronunciado, de «Martin Heidegger en su épocm>.
La expresión anterior puede tener significados diversos. S1 se
OBSERVACIÓN FINAL subraya el pronombre posesivo, entonces de lo que se trata es de
una relación extraordinariamente excepcional, es decir, la influen-
MARTIN HEIDEGGER EN SU ÉPOCA cia determinante ejercida por un individuo sobre «su época» o, al
menos, la índole especial de ese mismo individuo, en el que _así
aparecerían los rasgos característicos de la época. En este sentido
A lo largo de este libro hemos emprendido el ensayo de con- cabría hablar de «Napoleón en su época», pero es dudoso que fue-
templar a Martin Heidegger «en su época», es decir, en el contex- ra admisible elegir como tema a «Bismarck en su época» o a «Chur-
to de las épocas históricas a las que perteneció su vida, desde la chill en su época». Los coautores de la historia mundial fueron de-
Kulturkampfhasta la «revolución estudiantil», como podría decir- masiado importantes y numerosos como para que se pueda efectuar
se. Nos hemos preguntado qué es lo que Heidegger percibió o no una coordinación exclusiva entre esos grandes hombres y la épo-
percibió, lo que retuvo y lo que buscó cambiar de ese período que ca en la que vivieron, y ello aun cuando se adopte previamente una
abarca los dos primeros tercios del siglo xx. En ello residen, a la demarcación regional relativa a Alemania o bien al Reino Unido.
vez, los límites del planteamiento de nuestra cuestión, pues no se En cambio, sí es lícito efectuar esa coordinación cuando se. trata
han separado la vida del pensamiento, pero la obra se ha traído a .
de realidades colectivas, como son los partidos y los «movimien-
colación sólo en la medida en que fuera significativa para la vida tos». Así, por ejemplo, cabría hablar del «fascismo en su época»,
en su «época histórica» y estuviera referida a esa misma época. Es lo que significa que éste fue el fenómeno más c_aracterístico, esto
por eso por lo que el tema reza «Política e historia en la vida y el es, más sorprendente y por sus repercusiones mas pleno de conse-
pensamiento de Martin Heidegger». No se puede negar que este cuencias, de la época comprendida entre 1919 y 1945. .
planteamiento sólo es de interés público porque existe un fenóme- En este sentido tan señalado se podría tal vez hablar de «Martm
no espectacular por el que Heidegger entró en una relación tan es- Heidegger en su período de la Filosofía», de Heidegger, el «revolu-
trecha como relevante con el mundo «de la historiografia vulgarn, cionario filosófico», quien, por su acción y reacción, transformó de
es decir, su compromiso nacionalsocialista de 1933-1934, así como tal modo Ja filosofía que por obra de él y después de él ya es otra
los efectos resultantes de éste. Sin embargo, no se debe pasar por cosa distinta de lo que había sido antes de su actividad. Dentro del
alto que en todo ello no se trataba de una «excursión» desde el te- este planteamiento se debería hablar de la filosofia de la vida y de
rritorio de la filosofía a la región de la política de cada día, pues a la fenomenología, de Dilthey y Husserl, del pragmatismo y del ana-
ese compromiso subyacía una esperanza «filosófica» que a lo lar- lisis del lenguaje, de Wittgenstein y Carnap, y se consideraría de mal
go de los siguientes años y decenios desembocó, a través de di- gusto, o al menos como una metábasis eis allo genos, mencionar tan
versas modificaciones, en una esperanza menos confiada y opti- sólo el rectorado de Heidegger o la política de facultad de Dilthey.
mista respecto del estado del mundo en total. Ese estado del mundo Sin embargo, estoy convencido de que también se entiende a Hei-
se caracteriza, según Heidegger, por el dominio del historicismo y degger de un modo insuficiente cuando se lo contempla como <<Úm-
la historiografia, que son, en sí mismos, maneras de aparición de camente filósofo». Pese a todo, si hemos tenido tan en cuenta al fi-
la «consumación de la metafisica» y del «<lis-positivo». De ahí que lósofo es para evitar caer en la tentación de omitir lo esencial en favor
la relación con la política y Ja historia no sea meramente episódi- de lo inesencial, como es el caso de las biografias de Farías y Ott.
ca, sino esencial, en la vida de Heidegger y para el pensamiento de «Un hombre en su época» puede significar también que el m-
Heidegger. Sin embargo, esa relación no era omniabarcante, y en dividuo aislado se encuentra acosado y sacudido por las circuns-
tancias, demasiado poderosas, en las que se halla arrojado, y que,
[320] pese a ello, encuentra de algún modo un camino para preservar su
322 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 323

vida o, en todo caso, su dignidad. Así se condujo «Schwejk en su za y Friburgo en calidad de seminarista, iniciando en 1909 sus es-
época», y así también el «cabo segundo Müllern en la guerra mun- tudios de teología. En esta época recibió, en especial, la influencia
dial, hubiera caído o sobrevivido. El hombre individual no es aquí, de Car! Braig, el representante más destacado del «antimodernis-
como Napoleón, el sujeto de la época, sino su mero objeto. mo», accediendo luego a la filosofia escolástica a través de la obra
Sin embargo, «un hombre en su época» también puede ser la de Franz Brentano Del significado múltiple del ente según Aristó-
imagen especular del tiempo que le tocó vivir. En efecto, ese hom- teles, libro que en 1907 le había regalado su mentor, el más tarde
bre estará en consonancia o en contradicción con las tendencias arzobispo Dr. Conrad Grober. En 1910, el estudiante de teología
más marcadas de su tiempo, constantemente a la pista de lo últi- escribe en un artículo periodístico sobre la inauguración de un mo-
mo, tomando parte de igual modo en sus cimas y sus abismos. En numento dedicado a Abraham a Sancta Clara en la ciudad natal de
este sentido, se podría hablar de «Egon Erwin Kisch en su época» este último, Kreenheinstetten. Allí encontramos la frase: «Que
o de «Ernst Jünger en su época». nuestra época de la cultura externa y de los cambios rápidos, sin
Heidegger no fue el sujeto de su época, en cualquier caso no de embargo, mire más hacia delante mirando hacia atrás», y también
su época histórica y política, pues lo fueron Hitler y, a su manera, allí denuncia el filósofo el moderno declive de la salud y del valor
también Lenin y Stalin; tampoco fue el mero objeto de su época, ya del más allá.
que ni en la Primera ni en la Segunda Guerra Mundial llegó a ser Forzado por motivos de salud a abandonar los estudios de teo-
un soldado del frente, y no careció de empleo o de medios de sub- logía, Heidegger emprendió en 1911 los estudios de matemáticas
sistencia en el periodo de entreguerras; en esa misma medida, Hei- y de filosofia en la atmósfera liberal y marcada por el neokantis-
degger tampoco fue una imagen especular, pues vivió en esa segu- mo de la Facultad de Filosofia de Friburgo, aunque permaneció en
ra distancia de lo inmediato que es característica de la mayoría de el círculo de influencia del la cátedra de Filosofia Cristiana. No en
los profesores y, posiblemente, la condición previa más importan- vano, en su escrito de habilitación sobre La doctrina de las cate-
te para un pensar continuado. Y, sin embargo, en su vida hubo pro- gorías y del significado de Duns Scoto Heidegger caracterizó su
longaciones hacia cada una de las tres relaciones fundamentales. propia tentativa de pensamiento como una «filosofia de la intimi-
Queremos situar ante la vista una vez más, en un resumen en dad que rinde culto a Dios», situando la vida del hombre medie-
extremo conciso, la etapas de la vida y, a la vez, los rasgos funda- val, determinada por la «relación primitiva del alma con Dios», en
mentales del pensamiento de Heidegger, siempre que tengan al- una oposición positiva respecto de la «prolijidad banal, en cuanto
guna relación con la política y la historia y siempre que se los pue- al contenido», de la vida moderna. Sin embargo, postula también
da acercar a la intuición en la forma de «palabras clave». una controversia con el «más poderoso sistema de una visión del
En 1889, cuando Heidegger nació, laKultukampfhabía tocado mundo historiográfica», o sea, con el de Hegel.
a su fin gracias al acuerdo que firmaron en Prusia Bismarck y el El llamamiento a cátedra de Husserl a Friburgo, que tuvo lugar
papa León XIII, y con ello finalizaba una lucha en la que se habí- en 1916, significó el comienzo de una nueva etapa que, no obs-
m enfrentado, por una parte, la Iglesia católica, y, por otra, el re- tante, había sido preparada por la fuerte impresión que a Heideg-
cién fundado Imperio germánico de Bismarck y el liberalismo, que ger le habían producido, ya antes de la guerra, las lecturas de Nietzs-
había plantado batalla contra los «papistas» y los «enemigos in- che y Dostoievski, de Rilke y Trakl, así como el estudio de la las
ternos». Sin embargo, en la badense MeJlkirch se prolongó la Kul- obras de Lask y Rickert. El joven Privatdozent, quien, contra sus
turkampfhasta que los católicos recuperaron en 1895 la iglesia de esperanzas, no había sido llamado a ocupar la cátedra de Filosofia
San Martín, en la que el padre de Heidegger trabajó de «sacristán» Cristiana, dio un giro a sus intereses hacía la fenomenología y al
y donde su hijo ejerció las actividades de monaguillo y «campa- estudio de Schleiermacher y Lutero. Su matrimonio con la hija de
nero». un alto oficial prusiano provocó, al parecer, su distanciamiento del
Determinado al sacerdocio y con la ayuda de becas concedidas «sistema del catolicismo», lo que supuso, probablemente, el pri-
por la Iglesia, el joven Martin acudió a los institutos de Constan- mer «viraje» y un trauma duradero en su vida, pues implicaba la
324 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 325

ruptura del voto solemne contraído por la educación católica de su ma. Sin embargo, no resultó del todo claro para sus observadores
infancia. Después de la guerra, que externamente apenas le afec- lo que él quería establecer como «lo nuevo», y seguramente hizo
tó e internamente sólo de un modo difícil de reconocer en su jus- que se extrañaran sus mejores amigos cuando en verano, durante
ta medida, postuló en sus lecciones un «ateísmo por principio», un llamamiento a los estudiantes, Heidegger formuló lo siguiente:
pero siguió criticando corno antes la «celeridad desarraigada del «No son los "dogmas" ni las "ideas" las reglas de vuestro ser. El
presente». Führer mismo y sólo él es la realidad actual y futura y su ley.» Sin
Llamado en 1923 a Marburgo, produjo un gran efecto sobre sus embargo, cabría preguntarse cómo se concilian la definición de
oyentes y, sobre todo, sobre un círculo de discípulos significativos, Heidegger de la ciencia, entendida como el «inquisitivo mantenerse
efecto que irradió al resto del mundo con la publicación, en 1927, firme en medio del ente en total que permanentemente se oculta»,
de Ser y tiempo. Y con esa tentativa de vincular el antiguo con- con la «visión del mundo de Adolf Hitlern, quien creía saber con
cepto heredado de «sern, en firme oposición respecto de su signi- total certeza que la verdadera realidad consistía en la «Sustancia de
ficado clásico, con el «tiempo», sin duda con la temporalidad del carne y sangre» del pueblo alemán, realidad que estaría amenaza-
ser-ahí humano como temporalidad extática, se convirtió, así, se- da por el asalto del «intelectualismo judío» y que, por ello, debía
gún la opinión generalizada, en el campeón del existencialismo y ser asegurada para la .eternidad mediante la aniquilación de esa
el nihilismo, es decir, de una nueva forma de la filosofia trascen- amenaza y mediante Ja conquista de un mayor «espacio vital». No
dental que rechaza la kantiana prueba moral de la existencia de fueron meras diferencias externas las que condujeron a Heidegger
Dios y entrega al hombre individual a su desnudo «estar arrojado», en 1934 a la dimisión de su cargo.
mientras que el «ser» y el «mundo» son reducidos al mero «pro- Pero Heidegger no se convirtió luego en un «combatiente de la
yecto». Referencias marginales al «pueblo», al «destino» y a los resistencia», como tampoco en uno más de quienes optaron por el
«héroes», por los que el ser-ahí puede optar expresarse, encuen- «exilio interior». Sus lecciones sobre Hiilderlin y sobre Nietzsche
tran escasa consideración por parte de Heidegger; una atención mu- permitieron que se hiciera mucho más claro lo que él había bus-
cho mayor, sin embargo, merecen las afirmaciones, de acento bas- cado, pero no hallado, en 193 3, y por ello había cometido un error
tante desdeñoso, relativas al «Se» y al «espacio público». que, sin embargo, no fue un mero error. Ciertamente, Heidegger
Desde 1928, y de nuevo en Friburgo como sucesor de Husserl, equiparó al nacionalsocialismo, de una manera apenas disimula-
Heidegger desplegó una brillante actividad, y la definición del hom- da, con el bolchevismo y el americanismo, considerándolo una for-
bre como «el que sostiene el sitio de la nada», ofrecida en su le.c- ma de aparición de una modernidad en la que «no impera lo pre-
ción inaugural, le hizo aparecer aún más ante el espacio público sente [Anwesende ], sino que domina el asalto»; sin embargo, en su
como un «nihilista». Al parecer, el desarrollo de la República de interior, Heidegger no llegó a separarse del pueblo alemán, que
Weimar y, en especial, el avance del comunismo le llenaron de para él continuó siendo «el pueblo con más vecinos y, por tanto, el
una gran preocupación, aunque de estos temores y cuidados no pueblo más amenazado y en todo ello el pueblo metafisico», diri-
aparece ninguna expresión directa en sus libros, conferencias y giendo sus más duras palabras a la entrada de los EEUU en la gue-
lecciones. rra. Fue, precisamente, durante los últimos años de la guerra cuan-
De ahí que para el espacio público ~n la medida en que, en do Heidegger realizó algunas de sus más negativas declaraciones
medio de la conmoción de los sucesos de la «loma del poder na- sobre el Dios autoritario del Antiguo Testamento y sobre el «gi-
cionalsocialista», hubiera prestado siqniera atención a las univer- gantesco bastión de la esencia de la verdad, determinada, en un
sidades-, fuera una gran sorpresa el que Heidegger se hubiera de- sentido plural, "romanamente"». Pero también habló de «la mara-
jado elegir como rector e ingresara en el Partido Nacionalsocialista. villa de todas las maravillas, que es ente», y en éste su ser deviene
Y es evidente que, en su discurso rectoral, Heidegger estaba ha- «experienciable» <<:Únicamente para el hombre de entre todos los en-
ciendo expresa una de sus más antiguas convicciones al decir que tes». En ello sale a la luz el motivo fundamental de Heidegger, moti-
la «agonizante cultura de la apariencia» se hundía ahora en sí mis- vo que se destaca considerablemente sobre lo político, es decir, el de
326 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 327

despojar de su ser-habituales a las «cosas habituales»: «un árbol, concepto historiográfico del «Sistema liberal» o de la «sociedad
una montaña, una casa, el canto de un pájaro», haciendo que pue- prohlematizante-problemática». Heidegger mrnmo fue una encar-
dan ser vistas como lo extraordinario que ellas son. nación de esa sociedad que\se presenta a la vista en mumerables
Desde 1945, y en medio de la época, dura y opresiva para Hei- facetas o modificaciones individuales. Sin embargo, parece que él
degger, de la «depuración política», este motivo se hizo patente nunca llegó a reflexionar explícitamente sobre ello.. . .
con mayor fuerza cada vez, determinando en gran medida su «Úl- El elemento más antiguo de esa sociedad es el cnstiarnsmo ca-
tima filosofía» con los conceptos «acontecimiento propicio» y tólico, que ha sobrevivido inquebrantado, si bien con algunos cam-
«cuaternidad». Es posible contemplar esos dos conceptos a partir bios, cerca de dos milenios. La leyenda que d.escnbe a Pedro como
de las experiencias y decepciones políticas de Heidegger, y enton- el primer papa de Roma posee cierta verdad mterna, pues muestra
ces se podrá ver un giro hacia el «quietismo» y la «religiosidad» la temprana vinculación de la nueva fe con el mundo romano, a
en el último y más largo período de la vida del filósofo, que ya no cuya destrucción contribuyó y del que tantas cosas adoptó. Sin em-
estará caracterizado por acontecimientos tan relevantes como lo bargo, esta fe era judía en su origen, y el monoteísmo judío conl!-
habían sido la publicación de Ser y tiempo y la aceptación del rec- nuó siendo su carácter principal, aun cuando el severo y encolen-
torado. Pero es evidente que hay raíces metapolíticas para expre- zado Yahvé del Antiguo Testamento se hahía convertido entretanto
siones como «el hombre es el pastor del seD>, para un término como en el amantísimo y misericordioso Dios y en el Padre de Jesucns-
el del «olvido del sem y para una frase como «Por todas partes gira to. Pero hacía tiempo que lo griego había entrado a formar parte
el hombre, expulsado de la verdad del ser, en torno a sí mismo de lo romano y gracias a la actuación de los Padres de la Iglesia,
como animal rationale». Y pueden aducirse buenas razones para Platón y Aristóteles p~saron a convertirse en los iniciadores de la
ver, en la derivación del «estar a la vista» a partir del «estar a mano» «filosofia cristiana». Esta era, sobre todo, una doctnna de la crea-
en Ser y tiempo, la base de aquella «hostilidad contra la ciencia» ción e inteligibilidad del mundo, en el que el hombre ocupaba una
que se destacaría en el último Heidegger de un modo tan señala- posición singular como criatura y como portador del intellectus,
do, no siendo, sin embargo, sino la otra cara del mantenerse afe- es decir, de la ratio. En efecto, perecedero como el resto de las cna-
rrado al «mundo humano». Ello se revela, tal vez del modo más turas y, sin embargo, dotado de un alma inmortal, el homb~e podía
sorprendente, en la afirmación según la cual el espacio cósmico es llegar por su conocimiento y fe hasta Dios, al que se entendia como
«carente de mundo» y la Luna desaparece como Luna al ser pisa- el ser perfecto, es decir, sin negatividad, y del que eran propias tru;i-
da por los astronautas, pues desde ese momento ella habrá dejado to la omnipotencia como la omnisciencia. El ,homhre, pues, v¡yi,a
de salir y de ponerse. en un mundo de Dios un mundo que no habna sido creado por el
Heidegger debió tener la impresión de estar oyendo algún mal- y en el que en modo ~Jguno era como una simple ola en el océa-
sonante graznido cuando, desde la profundidad de sentido de su no; es más, en el edificio de pensamiento de. Tomás de Aqumo po-
filosofia, hubo de atender una y otra vez a las preguntas sobre su dría parecer como si, dentro del mundo de Dios, el mundo del h01~­
error político y a las voces que le exigían «confesiones de culpa» hre tuviese una estructura organizada tan bella como la de aquel.
a propósito de los campos de la muerte nacionalsocialistas. Pero él En efecto se trataba de una estructura en la que ocupaban una po-
no se encontraba dispuesto a ofrecer una respuesta adecuada a esos sición igdalmente significativa tanto los campesinos y los i;iendi-
interrogantes, sino sólo a las nivelaciones y difuminaciones de la gos corno los ciudadanos y la nobleza, llegando hasta el kaiser y
entrevista del Spiegel, y por ello hubimos de llamar a este episo- el papa. En cambio, pronto comenzó a retroceder considerable-
dio el punto más bajo al que había llegado esa vida dedicada al mente el peso de aquella convicción, tan arraigada en el cnstrn-
pensamiento. Heidegger podía haber dado una respuesta adecua- nismo antiguo tardío, acerca de la abyección de «este mundo», aun-
da desde sus conceptos de la «historia del sern y de la «consuma- que siguió viva en la medida en que se había rechazado la antigua
ción de la metafísica». Y quizá encontremos una respuesta escla- concepción judía de un reino de Dios en la uerra en favor de la idea
recedora, aunque seguramente no será adecuada, si partimos del de una redención que sólo tendría lugar en el más allá, por no ha-
328 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 329

blar de fenómenos heréticos marginales. De un modo análogo, en que Martin Heidegger llevaba en su interior la honda impronta de
la teología, con el acercamiento a Dios por el pensamiento y las ese medio. Si todavía hay alguien de veinticinco años que quiera
ideas, se d10 pnondad a la via eminentiae respecto de la via nega- escribir una filosofia de la «in~imidad rinde culto a Dios», ése es-
tionis; es decir, se concedió superioridad a la posibilidad de pen- tará tocado en su fuero más interno por ese «mundo de Dios», y
sar a D10s como el todopoderoso, omnisciente, suprcmamente jus- tendrá que rechazar, con una.mirada de condena, la prolijidad ba-
to y que ama con amor puro, respecto de la otra posibilidad, la de nal de los rápidos cambios de la modernidad.
sahr al encuentro del deus absconditus con temor y temblor, un Pero ya desde Jos inicios del siglo XVI, y precisamente por obra
D10s que, así, era la antítesis de todo lo conocido y, por ello, en de la Reforma, ese mundo católico había comenzado a añadir, a
cierta medida, se identificaba con «la nada». Aunque no era una las diferencias ya presentes hasta entonces, la nueva y decisiva di-
unidad fijada de una vez por todas, la religión cristiano-católica ferencia de confesiones. Como tal, de ésta no resultó en modo al-
dominó completamente al mundo medieval desde sus iglesias y guno un espítitu moderno, sino más bien, en buena medida, una
monasterios a través del repicar de sus campanas, que llamaban al reacción cristiano-fundamentalista contra la «secularización» de
servicio de Dios y cuyo sonido atravesaba todo el territorio de Oc- la Iglesia en el Renacimiento. Sin embargo, esa diferencia de con-
cidente, y desde el sentimiento de piedad que llenaba al pueblo y fesiones era el presupuesto elemental de toda «modernización»,
penetraba mcluso hasta la más pequeña aldea. Sin embargo, su do- pues suponía plantear la reivindicación de una verdad religiosa que
minio no fue tan intenso como el ejercido por el islam sobre sus entraba en competencia con la primera, lo que ofreció al individuo
creyentes, quienes, en cuanto umma, en cuanto comunidad de los la posibilidad de negar los dos «absolutismos» y buscar un nuevo
creyentes, debían rezar cinco veces al día echados en el suelo v en camino. Los ejemplos de John Locke y Pierre Bayle permiten cons-
dirección a La Meca. Pero tampoco se daba en el cristianism~ de tatar esta «productividad de la diferencia». Pero ya el «sacerdocio
la época ningún «califa» que representara el gobierno mundano y general» de Lutero había significado el rechazo de una autoridad
espiritual; el vértice supremo de hallaba repartido entre dos «po- hasta entonces intocable y, con ello, la promoción de la libertad in-
deres», el papa y el káiser, bajo los cuales se encontraba una no- dividual de decisión. Mas, en último término, tan1bién implicaba
bleza guerrera que en ninguna época llegó a ser una mera nobleza una «secularización» y, a consecuencia de las nuevas Iglesias pro-
de espada, y ello a pesar del sistema feudal y de la ministerialidad. vinciales, con el principe como obispo supremo, también supuso
De igual modo, en los huecos de esa estructura triádica existían las una regionalización, es decir, por su tendencia implicó una «na-
ciudades libres, que se gobernaban a sí mismas y respecto de las cionalización». Además, deshizo la armonía entre la «naturaleza»
cuales no se dio nada análogo en Oriente o en Rusia. Los campe- y la «gracia» y, en esa medida, también la inserción unitaria del
sinos constituían la base de una sociedad que no era una simple «mundo de Dios». De alú que el pensamiento católico siempre haya
«sociedad» en el sentido moderno de la palabra, y no eran mera- visto en la Reforma el primer levantamiento del espíritu rebelde
mente pasivos, sino que, en cuanto fuente permanente de renova- del hombre contra la autoridad fundada por Dios y, por tanto, el
ción ~ara un clero que (en principio) vivía en el celibato, podía lle- origen de todas las demás revoluciones. En cambio, los pensado-
gar a JOS puestos más altos. No era una pura imaginación, por tanto, res protestantes y, más adelante, los liberales identificaron en los
cuando el romanticismo idealizó más tarde esta sociedad, que era hechos de Lutero, Zuinglio y Calvino el origen de todo progreso
una comunidad creyente situada «entre el tiempo y la eternidad», histórico, el primer impulso de salida desde la inmovilidad de una
aunque naturalmente cabría descontar de lo anterior la cruel re- sociedad estamental, incluso de castas, que estaba unida por la re-
presión de los herejes, las continuadas guerras y reyertas, los du- ligión pero que era incapaz de desarrollo. Es indudable que Hei-
ros castigos y la peste que también caracterizaban a esa época. degger compartió la primera concepción hasta la Primera Guerra
Como hemos visto, es dificil encontrar nn lugar en el que ese Mundial, pero entonces desvió su rumbo hacia el estudio de Lute-
mundo se encontrara tan vivo como en la Alta Suabia, con sus igle- ro y de Schleiermacher, y .en 1919 se separó definitivamente del
sias, castillos y antiguas cmdades libres del Imperio. Es indudable «sistema del catolicismo». Sin embargo, no expresó ninguna pro-
~.
I;
330 HEIDEGGER
OBSERVACJÓN FJNAL 331

testa cuando su esposa lo definió como «de pensamiento protes- dad de concocirni~nto del hombre. Mas, por otra parte, fueron ilus-
tante» en contraste con Engelbert Krebs, o cuando Husserl, al pa- trados como Diderot, La Mettrie, Helvétius y también Rousseau
recer lo trataba como a un «antiguo» católico. Con ello daba Hei- los mayores responsables del 1entronizamiento de la razón, al po-
degg~r un paso que en la historia del mundo ya había tenido lugar ner de relieve los instintos y 1el sentimiento, y de la suplantación
cuatrocientos años antes; pero, al igual como en el desarrollo his- del «mundo de Dios» mediante el «mundo del hombre», algo que,
tórico mundial, ese paso no condujo a la victoria de una nueva fe a su manera, ya habían emprendido Francis Bacon con su «regnum
sobre la antigua, sino más bien a la coexistencia de dos realidades, hominis» y Berkeley con la equiparación del esse con el percipi.
a conflictos internos y a tensiones. Pero algo hay seguro: que Hei- Ser y tiempo, por su derivación del «estar a la vista» desde el «es-
degger no habría podido escribir Ser y tiempo si hubiera continua- tar a mano» y por el concepto de «ser-en-el-mundo», así como por
do siendo, enteramente y sin reservas, un habitante de MeBkirch, Ja expresión «las fuerzas configuradoras de mundo del ánimo hu-
y quizá tampoco si hubiera ocupado la cátedra de Fil~sofia Cns- mano», parece situarse en la estela de esa segunda vertiente de la
tiana. No obstante, aunque hizo armstad con algunos teologos cns- Ilustración a Ja que, a su manera, pertenece también el criticismo
tianos como RudolfBultmann, y aunque permitió que sus hijos re- kantiano, mientras que la cosmología hegeliana es un ejemplo se-
cibieran una educación católica, Heidegger nunca llegó a formar ñalado de la concepción racionalista, desde la cual se define al
parte de un mundo de vida evangélico, y jamás efectuó la salida hombre como la autoconciencia de la razón del mundo y, en esa
oficial de la Iglesia católica. medida, de Dios.
En principio, Heidegger no parecía estar interesado por el Re- Pero la orientación antropocéntrica de la Ilustración encerraba
nacimiento-Humanismo rti por su correspondiente orientación ha- también en sí misma una tendencia política de la que no cabe ha-
cia la antigüedad griega, pero tampoco por la religión protestante llar en Ser y tiempo analogía alguna. Como aquélla se había diri-
y de tintes ilustrados de la época de Goethe. Heidegger sólo en- gido contra el ancien régime y el absolutismo, hizo del concepto
contró su camino hacia los presocráticos a través de Nietzsche, y de la «igualdad» su bandera, y en su forma extremista quiso extir-
el acceso a Holderlin a través de Von Hellingrath; fue únicamente par la raíz de la desigualdad, que consideraba situada en la pro-
en su última época cuando trabó una relación más estrecha con la piedad privada. Sus protagonistas fueron Morelly y Mably, así como
obra de Goethe. Fichte, Schelling y Hegel eran parte de una ocu- Lingue!, siendo en Babeuf donde el igualitarismo alcanzó su cima,
pación, prolongada a lo largo de toda su vida, con los «grandes fi- y ello en la medida en que llegó a tachar de conspiradores contra
lósofos», y sólo en casos excepcionales se ocupó de y estudió a la igualdad a «los más inteligentes». No es dificil ver que esta con-
aquellos que habían sido filósofos de segunda categoría. Sé de bue- cepción podía conectarse con el rechazo de la «avaricia», hereda-
na tinta que durante sus seminarios hubo alguna ocasión en la que do de Jos antiguos y de los Padres de la Iglesia, y con la realidad,
Heidegger, señalando a la «literatura filosófica mundial» apilada aún vigente pese al absolutismo, de la «democracia de aldea». Pero
en las estanterías, afirmó con tono despectivo que «la mayor par- esa concepción también representaba, al mismo tiempo, una críti-
te de todo eso no tendría que haberse escrito». ¿Cómo hubiera po- ca «progresista» a la sociedad aristocrática y una negación reac-
dido interesarse por la ingente plenitud de detalles de la «historio- cionaria y radical de la complejidad, ya evidente, de la vida mo-
grafia»? . derna y sus fenómenos de división del trabajo, diferenciación y
La consecuencia más importante de la Reforma fue el naci- profesionalización. En la Revolución francesa, esta tendencia ad-
miento de Ja ciencia moderna y de la Ilustración. Y, en la medida quirió un fuerte impulso con los enragés de Jacques Roux, el sans-
en que dieron una importancia central a la soberanía de la «razón>> culotte radical Hébert y la conspiración en pro de la igualdad de
y adoraron a los «forjadores del mundo», la ciencia y la Ilustración Babeuf, aunque fue una y otra vez demorada y reprimida. En esos
supusieron un giro transformador de la concepción del «mundo de hombres y movimientos nació la forma sempiterna de la extrema
Dios», pues la «razón» significaba aquí tanto como la «razón del izquierda, que es un movimiento de protesta «eterno», pues sus rei-
mundo», fundadora de la inteligibilidad de mundo y de la capaCI- vindicaciones de fondo permanecen idénticas en todas las épocas.
IT

332 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 333

Y ello es así porque la extrema izquierda, en su núcleo, no se diri- ro, más bien, dirigir por un momento la atención al más singular
ge meramente contra estructuras sociales concretas y «privilegios» de los elementos presentes en el «polígono» del sistema liberal o
obsoletos, sino contra la estructura social en absoluto, es decir, con- de la sociedad problematizante-problemática, es decir, el judaís-
tra toda desigualdad fijada e institucionalizada. Pero no sabría men- mo. Como elemento, el judaísmo está contenido, precisamente, en
cionar ni un solo pasaje de las obras de Heidegger en el que se ha- el cristianismo más antigJo, y lo está, por cierto, de un modo más
ble de esos hombres y movimientos o de la Revolución francesa claro que la filosofía de los griegos. Pero el judaísmo también con-
en sí misma. Sin embargo, hay varios lugares en los que el filóso- tinuó viviendo como tal, al contrario que el elemento de lo griego
fo subraya tanto el «rango» y el «nivel», que uno no puede menos antiguo, al lado del cristianismo, si bien tolerado y combatido, se-
que atribuirle una mayor cerc.anía al lema «orden, diferencia, dis- parado y separándose, despreciado y, no obstante, desempeñando
tancia» de la derecha, configurada a partir de aquellos procesos, un papel destacado en el fomento de la economía de mercado y de
que al de «libertad, igualdad y fraternidad» de la izquierda cohe- la monetaria. Gracias a la Ilustración, los judíos fueron liberados
sionada de entonces. como individuos (Lessing), pero severamente combatidos como
Tampoco se manifestó Heidegger con demasiada frecuencia so- grupo (Voltaire ). En efecto, la máxima de la Ilustración en este
bre la «revolución industrial». Ya citamos más arriba aquella de- punto era la de concederles todo en cuanto hombres y negarles todo
claración sobre el desarraigo y la carencia de patria del hombre en cuanto nación. Siguiendo un principio muy similar, el Imperio
moderno, algo que él había aprendido de Hegel y Marx. En la pá- de Bismarck quiso en sus inicios otorgar sin restricción el derecho
gina 392 de las Contribuciones encontramos la frase siguiente: «La de ciudadanía a los católicos individuales, pero no estaba dispues-
máquina, su esencia. La servidumbre que ella fomenta, el desa- to a tolerar un partido católico ni la internacionalidad de la Igle-
rraigo que ella trae. "Industria" (empresa): los obreros industria- sia. En ambos casos salió a la luz con toda claridad el problema de
les [son] arrancados de la patria y la historia, vendidos a un sala- base del sistema liberal, consistente en haber hecho que convivie-
rio. Educación de máquinas, la maquinación [Machenschaft] y la ran juntos hombres de procedencia histórica diferente sin tomar en
comisión [Geschaft]. ¿Qué giro transformador se establece aquí? cuenta sus identidades, es decir, sin despreciar ni fijar las diferen-
(¿mundo-tierra?) La maquinación y la comisión. El gran número, cias; simplemente se dejó que éstas llegaran a ser productivas, si
lo gigantesco, pura expansión y creciente banalización y vacia- bien en un amargo conflicto que, no obstante, no fue el de una gue-
miento. La necesaria caída en lo ramplón y lo inauténtico.» rra civil o el de un análogo de ella, como lo sería, por ejemplo, una
Las afirmaciones de Heidegger acerca de la época historiográ- deportación. Y así fue cómo los judíos se dividieron entre los pro-
fica de la revolución industrial son, pues, bastante concisas e in- motores de la emancipación, que habría de identificarse con una
suficientes; pero la «maquinación» y la «banalización» forman par- asimilación, y sus adversarios, que querían preservar el carácter de
te de aquella crítica del presente que se prolonga a toda la obra de «religión del pueblo». Los unos habrían de dividirse aún en mo-
Heidegger y en cuya conexión con el concepto de la historia del derados y radicales, mientras que los otros lo harían en tradicio-
ser es evidente que alcanza una dimensión más profunda de lo que nalistas (religiosos) y secularistas («nacionalistas», sionistas). Los
pudieran hacerlo los análisis «historiográficos» de la «doble revo- defensores de la emancipación radical se sumaron a los movimíentos
lución». revolucionarios, que aspiraban a una humanidad indiferenciada y
Evitaré preguntar ahora si la crítica del presente también se vin- pudieron apoyarse en o invocar una de las tradiciones más carac-
cula con las escuelas filosóficas a cuya influencia se abrió el jo- terísticas del judaísmo: a la tradición del mesianismo del más acá,
ven Heidegger con total espontaneidad, escuelas que no eran sino del venidero reino de Dios sobre esta tierra, lo que significaría al
la filosofía de la vida, el neokantismo y la fenomenología. Pero mismo tiempo, según habían anunciado los profetas, la victoria del
tampoco preguntaré si esa crítica del presente no responderá en su pueblo elegido de Dios. Como reacción a esto surgió entre los li-
1: esencia a la tradicional crítica católica a la secularización, la des- berales un «antisemitismo» que rechazaba la rigidez e inmutabili-
l composición y la revolución, sin que sean por ello idénticas. Quie- dad de la Ley judía. Así ocurrió entre los conservadores, que ante

:1
334 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 335

todo lucharon contra los judíos revolucionarios, y también entre corno si en los siglos precedentes no se hubiera conocido ninguna
los socialistas, quienes habían visto en los judíos -especialmen- crisis. Pero en el pasado, el hambre, las catástrofes naturales y las
te en Rothschild- a los representantes del rnarnrnonisrno. Sin em- epidemias se concebían como partes constituyentes del «mundo de
bargo, se trataba de un grupo relativamente minoritario que ofre- Dios», que, por su aspecto más inmediato, también podía denomi-
ció una interpretación indudablemente excesiva. En efecto, de narse el mundo de la natur;deza superpotente, que en modo algu-
acuerdo con esa interpretación los judíos no habrían caído atrapa- no era un paraje idílico. Sin embargo, en esta ocasión se trataba de
dos, corno consecuencia de poderosas tendencias históricas de de- crisis resultantes de una competencia en continuo ascenso, del em-
sarrollo, en una situación dificil aunque significativa en algunos pleo indiscriminado de nuevas máquinas y de la diferencia implí-
aspectos, sino que ellos serían los causantes de esos procesos de cita en las condiciones sociales previas. Las crisis económicas res-
la historia mundial. Mas, aun en este grupo, sólo muy rara vez se
exigió que se exterminara por ello a los judíos corno si fueran bac-
terias perniciosas.
.. pondían a crisis políticas y espirituales. Crisis de este género fueron
las luchas por la libertad de pueblos enteros corno el griego o el ir-
landés o la batalla sostenida entre los adversarios y los partidarios
El primer judío significativo con el que Heidegger se encontró de la revolución por escribir la historia, y todas ellas avanzaron a
fue Edrnund Husserl, pero la cuestión es la de si Heidegger llegó través del poderoso despliegue de la esencia del tiempo, acercán-
... dose al hombre con una palpabilidad y cercanía a la piel que aún
a percibir alguna vez a su maestro como judío, pues Husserl per-
tenecía a la confesión evangélica. Sin embargo, más tarde conoció se desconocía en el siglo XVIII.
a un buen número de ellos, tanto en el círculo de discípulos de Hus- Pero esta era de crisis y de conciencia de las crisis fue, al mis:
serl como por sí mismo: Hans Jonas, Edith Stein, Wilhelrn Szila- rno tiempo, la era de las mejoras y de la fe en el progreso. Hasta·.
si, Hannah Arendt, Herbert Marcuse, Helene Weiss y otros. Nin- en el Reino Unido se habían suavizado las bárbaras leyes penales,
guno de ellos afirmó jamás que hubiese advertido en Heidegger pues habían dejado de efectuarse ejecuciones públicas, y por todas
.«tendencias antisemitas». Pero, aunque se pudieran probar tales re- partes se habían suprimido las torturas. Respecto de esta situación
acciones y sensaciones, el concepto nivelador «antisemitismo» no cabría repetir lo que Turgot ya había dicho en 1750: «les moeurs
haría sino encubrir lo decisivo, que sin duda Heidegger ni tan si- s' adoucissent».
quiera intentó (lo que sí hizo, de forma explícita, un pensador tan Es muy comprensible que- numerosos pensadores persiguieran
destacado como Ludwig Klages) vincular sus «grandes concep- una «gran solución» para esas crisis desde el espíritu de la Ilustra-
tos» -corno el del olvido del ser o el de la consumación de la Ihe- ción y del humanismo. Los liberales apelaron a tendencias de de-
tafisica- con «los judíos». En esa medida fue él la antítesis de sarrollo visibles que esperaban ver cumplidas en el futuro. Así,
Adolf Hitler, y lo seguiría siendo aun cuando hubiera dicho oca- 1
para Richard Cobden el libre cambio conduciría a la unificación
sionalmente que no tenía simpatía alguna por los judíos, o que en de la entera humanidad, de modo que las guerras y las controver-
América los judíos trabajaban contra él. · sias violentas quedarían relegadas a un oscuro pasado, aunque pre-
En el siglo XJX, el europeo fue finalmente consciente de que vió para ello un espacio de tiempo de quizá mil años. Sin embar-
esa sociedad tan rica en conflictos, que no sólo no había perecido go, el primer socialismo trasladó esa «gran solución» a un futuro
en la Francia de la Revolución francesa, sino que se había desple- mucho más próximo, y de él es característico su recurso a las ide-
gado, era una sociedad de crisis espirituales y políticas y no sólo as primitivas de aquellos utopistas que aspiraban hallar una solu-
de crisis económicas. El despegue de la industria textil inglesa des- ción en la «democracia de aldea», con sus relaciones transparen-
truyó ampliamente la producción artesanal autóctona de Westfa- tes, su relativa autarquía, su principio de la ayuda recíproca en lugar
lia, pero en el propio Reino Unido atrajo una gran atención y sus- de la competencia y su carencia de estructuras fijas o de división
citó el primer «movimiento obrero» la traumática muerte de los institucionalizada del trabajo. Los «falansterios» de Charles Fou-
telares artesanos, que fueron desplazados por los telares mecáni- rier son razonablemente modernos en la medida en que todos los
cos, al igual que había sucedido antes con los hiladores. No era dispositivos entraban simultáneamente en movimiento mediante la
l

336 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 337

fuerza de las máquinas; pero, sin duda, también son arcaicos en la ritual, que había emprendido la izquierda, la destrucción de aqu~l
medida en que los dos mil habitantes del falansterio se conocían «estar insertado», de aquel «estar estructurado» d~l que dependia
personalmente y nadie dedicaba más de una cuantas horas a la re- la historia humana. También esta tendencia logro un mesperndo
alización de un mismo tipo de trabajo. En cuanto partido, ese pri- fortalecimiento mediante nuevos desarrollos, corno el darvrnisrno
mer socialismo fue, por tanto, una forma de aparición de la iz- y su concepto de la surviyól of the fittest, y en u_n pensador corno
quierda igualitaria y «eterna», y por ello habrá de ocupar una Nietzsche adoptó el antiguo conservadurisrno,_sm perder su reco-
posición destacada en un análisis de la esencia de los partidos del nocibilidad, rasgos revolucionarios. Pero su imcio global sobre el
siglo XIX, porque la suya es una posición que responde a un tipo desarrollo histórico era de extremo a extremo negativo. Lo que se
ideal y, por consiguiente, en esencia es siempre la misma. Pero esta percibía era, sobre todo, decadencia, disgregación, masificación Y
«gran tentativa de solución» sólo pudo ser eficaz cuando Marx y descomposición de la cultura. Todo ello se bas_aba en observac10-
Engels criticaron despiadadamente lo «reaccionario» y lo «reac- nes acertadas, y si uno quisiera poner ante sus OJO,s un eiernplo con-
cionario radical» que era característico de ella. Con una decisión creto de tal destrucción entonces sólo hace falta pensar en la um-
mucho mayor, aquellos abrazaron el partido de la creencia proci- ' .
versidad alemana, que hace treinta años -pese a sus me~mvocos
'

vilizadora en el progreso, corno ya habían hecho Fourier y Owen, signos internos de debilidad·-. todavía era una mstltuc10n clara:
y, por cierto, mediante la tesis según la cual el socialismo tenía mente cohesionada, que se tema en alta estima y se honraba a si
corno presupuesto indispensable el completo aprendizaje y recon- misma, una institución que a menudo era admirada y venerada por
ducción del capitalismo. De ahí que el partido marxista pudiera si- sus miembros estudiantiles. Sin embargo, hoy parece una imagen
tuarse, en las luchas políticas de la época, del lado de la burguesía formada a medida de masas sin rostro a las que sólo une el más pa-
liberal de izquierdas y contra «las fuerzas reaccionarias del feuda- radójico de todos los conformismos, el co~forrnisrno de izqrüei;-
lismo», si bien con el franco propósito de cavar la tumba lo antes das, y que, por lo demás, consideran su penodo ?e vida acaderni-
posible a sus aliados temporales. Adoptando esta forma, la idea de co como un campo de entrenamiento para la pohtica. Pero, si uno
la «gran solución» se convirtió en una de las más poderosas fuer- agudiza la mirada, entonces se reconoce que dentro de esas partes
zas políticas de la segunda mitad del siglo XIX, que sólo culminó inconexas desconocidas entre sí, en modo alguno domma la au-
con el estallido de la guerra mundial de 1914. Corno síntesis pa- sencia de ~structura, sino que se realiza una labor intensa y muy
radójica de lo más moderno y de lo arcaico (la idea de un «comu- capaz. Hasta ahora, el hecho es que el asalto de la. extrema IZqmerda
nismo primitivo» que habria de ser restaurado «en un estadio su- sólo destruyó estructuras concretas, pero genero en su lugar otras
perior»), el marxismo ejerció un gran poder de atracción, y no sólo nuevas o dejó que siguieran existiendo los restos de las estructu-
entre los trabajadores, sino también entre los intelectuales. Pero ras antiguas que aún eran capaces de func10nar.
junto a él permanecieron siempre tendencias de pensamiento de Y esta observación se convirtió en un poderoso argumento cuan-
distinta especie, y nunca llegó a ganarse a la «entera inteligencia». do la «gran tentativa de solución» tuvo su primera oportunidad de
del Reino Unido y Francia, de Alemania e Italia, corno sí lo había realizarse. Esa revolución despertó, mucho más allá de Rusia, un
hecho en Rusia la orientación de los naródniki y de sus sucesores. entusiasmo similar al que la Revolución francesa había proyectado
En efecto, no sólo fue la orientación, todavía homogénea, de por todo el mundo desde Francia. Así, en 1918-1919 debió de pa-
los «progresistas reformadores», es decir, de los liberales de iz- recer, al menos por unos instantes, corno si !a_s masas de sold_ados
quierda, la que continuó gozando de una existencia llena de fuer- y obreros de los Estados beligerantes o en anrustlc10 _se dispusieran
za-pese a algunas bajas y gracias a nuevas adquisiciones, corno, a obedecer el llamamiento a la guerra civil del partido comumsta
por ejemplo, la de Eduard Bernstein-, sino también la tendencia ruso y a eliminar a los burgueses, explotadores, aniquil~do a los
antirrevolucionaria de pensamiento, que se oponía radicalmente a oficiales culpables de la guerra. Pero muy pront? comenzo a ganar
la anterior. Ésta había denunciado desde un principio la destruc- adeptos el argumento segúu el cual esa revoluc10n victonosa resul-
ción de las instituciones, necesarias para el Estado y la vida espi- taba bastante «rusa» y, por tanto, «asiática» y «despótica». En efec-
338 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 339

to, esto.s últimos opinaban que Lenin no era sino el nuevo sustituto cionalismo social» que exhortaba a los pueblos proletarios a la lu-
del antiguo zar, y la aniquilación de las clases, que se estaba lle- cha contra los plutocráticos. Por último, y pese a lo opuesto de su
vando 3, cabo, resultaba aún más horrible y antihumana que la gue- primera intención, mostró la tendencia de no irle a la zaga en ra-
rra rec1en fmahzada. Sm embargo, aunque no se hizo esperar el fra- dicalidad a la «gran tentativa de solución». En efecto, quiso le-
caso del planteamiento cosmopolita de los fines de la revolución vantar y conducir a la ent-éra humanidad desde su honda caída ha-
continuó siendo una fuerte amenaza, y no puedo coincidir con Gol~ cia la salud, conforme a la naturaleza, de un ensamblaje de jerarquías
Mann cuando declara que el KPD de la República de Weimar re- nacionales y raciales, lo que precisamente habría de realizarse, en
presentaba una cantidad despreciable. En 1930 ya se. podía recono- Wla parte esencial, mediante el exterminio de los supuestos cau-
c~r con clandad que el nueva sistema de economía planificada ha- santes de la caída, esto es, de los judíos. A partir de este momen-
b1a puesto en obra una m1maginable movilización de todos los to, la tentativa menor de solución dejó de ser un nacionalismo so-
r?cursos, pero fue precisamente por ello por lo que hizo posible ca- cial para convertirse en fascismo radical. Pero ¿qué tiene que ver
tastrofes ternbles, tales como la muerte por inanición de millones todo esto con Heidegger? Pienso que tiene bastante que ver con él,
de hombres. Respecto de esas catástrofes no existía ningúnverda- y ahora hemos abierto la posibilidad de definir con mayor justeza
dero equ.1valente en la crisis económica del Oeste, y ello a pesar de cuál es la posición que ocupa Heidegger «en su época». También
la carest1a y del desempleo que allí se daban. Por su parte, el siste- podemos ahora plantear la cuestión de si Heidegger tenía una «Vo-
ma capilahsta y de economía de mercado anduvo balanceándose luntad secreta» y, en caso de que así fuera, si tuvo éxito o fracasó
como un barco en aguas agitadas por la tempestad, en un arduo pro~ con eso que en el fondo quería. En este proceso histórico, que he-
ceso de reajuste que. sólo tuvo un éxito parcial. No pocos intelec- mos caracterizado de un modo puramente historiográfico y con
tuales prefmer?n la nnparcialidad de la economía planificada, que swna concisión, siempre hemos hecho referencia a Heidegger corno
a .nadie penml!a «mgresos mmerecidos» a base de intereses y cré- pensador, pero él se situaba en medio de él como pensador y como
ditos, a la parcialidad de la economía de mercado, que parecía li- hombre. A ese proceso se dirigió su crítica al presente desde sus
mllarse al reparto arbitrario de lotes del todo desiguales. primeras afirmaciones hasta las últimas, y Heidegger mismo re-
Había llegado la gran hora de una «tentativa menor de solu- conoció en sus inicios su pertenencia a aquel ámbito que hemos
ción». Esa tentativa menor de solución rechazó el aparente inter- descrito como el elemento más antiguo de la historia europea: el
nac10nahsmo de la gran tentativa de solución, que en el fondo era catolicismo. No cabe duda de que su juicio sobre el curso de la his-
más «rusa» que internacional. Aparte, su relación con la propie- toria portaba los rasgos característicos de Wla concepción católi-
dad pnvada de los medios de producción era más positiva que Ja ca, configurada hacía más de doscientos años, desde la que se des-
del socialismo r:uso, que por sus condiciones previas respondía más cribe esa historia como descomposición y caída, como destrucción
b1~n a un. «capitahsm.o de Estado»: Pero, al mismo tiempo, tam- de la distancia y la dignidad, como olvido de lo esencial, como de-
b1en quena ser un socialismo que diera al Estado la última palabra sarraigo y como nivelación. Si Heidegger no hubiera dicho más
en la. economía; y ?-º se trataba de aniquilar clases enteras, sino de que eso habría continuado siendo W1 católico «habitual», desde lue-
ehmmar un pluralismo al que consideraba responsable de Ja falta go bastante inteligente y agudo, valorado hoy por unos pocos es-
de tr~nsparencia y .del caos reinantes. Tras las primeras empresas pecialistas y tan olvidado por el espacio público corno Martin Ho-
con ex1to de este tJpo, esa tentativa menor de solución fue deno- necker, su colega en la cátedra de Filosofía Cristiana. Pero es de
minada «fascismo». Por su tendencia se trataba de un socialismo suponer que los pocos que leyeran el Duns Scoto, así corno los li-
nacional. que quiso sustituir fa lucha de clases marxista por la co- bros posteriores al escrito de habilitación, seguirían encontrando
laborac1on entre las clases, sm duda en hostilidad con aquellos sin- su pensamiento más esclarecedor y de significado más profundo
dicatos refor1111stas que a lo más que habían llegado era a tornar de que los libros de quienes sólo arraigan en el elemento más joven
la lucha de clases su carácter potencial de guerra civil. Mas, en w1 de la historia mundial europea, esto es, en la fe cientificista en el
pnnc1p10, esa tentativa también se veía a sí misma como un «na- progreso.
340 HEIDEGGER OBSERVACIÓN FINAL 341

. ~i Heidegger hubiera muerto en 1929, a los cuarenta años, se- se constate que esa empresa no ha fracasado en menor medida que
gm~ia ocupando_ hoy, y posiblemente durante muchas décadas to- la anterior. Desde la perspectiva política se ha de considerar a Hei-
davia, una pos1c10n destacada en todas las exposiciones de fi!oso- degger, ante todo, corno a un «socialista nacional» que quiso ha-
fia, y, por cierto, corno el autor de Ser y tiempo, de un libro en el cer de la «reconciliación de las clases», ya lograda en un princi-
que parecen entrelazarse con gran originalidad los rasgos funda- pio, una reconciliación/completa y visible, de _modo que esa
menta_!es de la f1losofia moderna. En efecto, allí encontramos el comunidad se atreviera a la vez a exponerse a la «msegundad del
sub1etJv1srno, que parte de la existencia humana, es decir, del ser- ente en total». En último término quiso orientar a Alemania hacia
aMhurnano; el escepticismo, que prohíbe toda afirmación sobre el paradigma de la polis griega, y, como era de esperar, fracasó.
entidades metafis1cas tales corno Dios, el ahna y la inmortalidad; Una gran fracaso, sin embargo, es más digno de respeto que un pe-
el relatJv1srno, que. acepta la «verdad» de las leyes de Newton y de queño logro. En este sentido, hemos de darle la razón cuando afir-
todas las propos1c10nes de la ciencia en tanto que existe el ser-ahí ma que quien tiene grandes pensamientos comete grandes errores.
hu;nano;. el historicismo, que sitúa en el primer plano de la ¡efle- Pero Heidegger no era ningún nacionalista social que quisiera vio-
x10n la histonc1dad y, con ello, la relación respecto de la muerte y lentar a otros pueblos, y, desde luego, tampoco fue ningún fascis-
la f1mtud de ese ser-ahí. Dicho con una breve fórmula, Ser y tiempo ta radical que hiciera que el proceso historiográfico mundial estu-
lleva a cabo la despedida del «mundo de Dios» y la reorientación viera detenninado por causantes concretos y aspirase a una salvación
hacia el «mundo_ del hombre», en el que el ser-ahí ya es a través obtenida mediante el exterminio. Es inadmisible, incluso dispara-
de si; proyecto mismo de ser, lo que a la vez implica un «estar sos- tado, vincular a Heidegger con Auschwitz, corno no sea en el sen-
temendose» dentro de la nada. Y en todo ello sólo se habría omi- tido de que todo se puede poner más o menos en conexión con
tido el que también en Ser y tiempo quiso Heidegger hacer del Auschwitz, por no hablar de la «gran tentativa de solución».
«sen; y no del «ser-ahí» el terna principal de su posterior investi- La última filosofía de Heidegger se halla determinada por el
gac10n. único motivo principal de defender el «mundo del hombre» con-
Quien no haya leído una sola línea de &r y tiempo sabe hoy de tra el «mundo de la técnica», pero no sólo en la forma de una lu-
todos modos que Heidegger se comprometió en 1933 con el na- cha defensiva, sino derivando el mundo de la técnica del mundo
cionalsocialismo, que desplegó una gran actividad corno rector de del hombre y viendo en aquél su mayor amenaza y peligro. Para
la Universidad de Fríburgo y que se negó hasta el final a hacer una Heidegger, Ser, mundo y ser-ahí permanecen en una relación de
«confesión de culpa». Pero todavía subsiste la perplejidad ante la copertenencia, y se temporalizan conjuntamente en el «acontec1-
Segunda Guerra Mundial, que ha cambiado con el tiempo pero no rniento propicio», cuya forma más nivelada es el lenguaje compu-
ha sido superada, y por ello no ha permitido hasta hoy que se rea- tacional y, en última instancia, el «<lis-positivo». Corno sea que el
licen las d1strnc10nes esenciales. En la medida en que opuso resis- hombre ya no perpetra el asalto contra las cosas en su cahdad de
tencia a_ la «gran tentativa de solución», Heidegger (corno tantos pretendido señor del ente, sino que, en cuanto «pastor del sern, deja
otros) h1z~ lo correcto desde la perspectiva de la historiografia, y que el ente se entregue en su verdad, la concepción de Heidegger
esto debena ser evidente hoy tras el público fracaso del sistema de del mundo futuro es la de un mundo humano «religioso» en el que
economía de mercado-Estado de partidos. Por tanto, aunque su se preservan los rasgos esenciales de la relación respecto del «mun-
compromiso con la «solución rnenorn lo convirtiera en «fascista» do de Dios». Según creo, Heidegger también ha fracasado con esa
desde luego no le hizo incurrir de antemano en un error historio'. concepción, al menos en la medida en que los puntos de orienta-
gráfico. Así corno ,hoy se tributa reconocimiento a los campeones ción deban residir en la descripción del camino vecinal o en la
de la «gran soluc10m>, porque se dejaron llevar por buenas inten- vinculación del «sern de la Luna con su salir y su ponerse. Mas pu-
c10nes y previeron algunos de los rasgos característicos de su de- diera ser que la humanidad futura se encamine de nuevo a la Tierra
sarrollo posterior, así también se debería estar hoy dispuesto a ha- y vuelva a controlar su destino, una humanidad que haya tenido la
cer iushcia a los representantes de la «solución menan>, aun cuando experiencia y padecido las consecuencias posibles de la aspiración
71

342 HEIDEGGER

radica~ a la igualdad y de la completa falta de respeto, de la ernan-


c1~ac10n mdlVldual y ~e la naveg~ción espacial, de la transforma-
c10n nuclear
.. . Y de la tecmca genel!ca.
. Esta humanidad guardana ·
con 1os m1c10s una mayor semeianza que la arrogancia y la d
.. d 1 . • . eses- BREVE BIBLIOGRAFÍA COMENTADA
perac10n e present~. Qmza entonces podría convertirse Heideg-
ger en uno de los filosofas normal!vos de esa época nueva a la vez
que anllgua, pues, desde su cercanía a un pasado remoto, trató de En primer lugar mencionaré algunas obras de menor alcance, pero que pue-
pensar anl!c1padamente «en su época» un futuro desconocido. den servir como primeras introducciones al pensamiento de Heidegger:

l. WINFRIED fRANZEN: Martín Heidegger, Stuttgart, 1976 (ColecciónMetz-


ler, volumen 141). El texto comienza ofreciendo una enumeración de los escritos
más relevantes de Heidegger desde 1912 a 1972. A continuación se encuentra la
«Bibliografía escogida», que comprende ciento treinta y siete escritos proceden-
tes de la literatuta secundaria. A este apartado le sigue una breve sección sobre la
vida de Heidegger, dotada de igual modo de una bibliografia ponnenorizada. Acto
seguido, nos encontramos con las «Fases de la filosofía heideggeriana», divididas
en los capítulos siguientes, que se aco1npañan en cada caso de subcapítulos y no-
tas bibliográficas: «Sobre la prehistoria de Ser y tie1npo», «La ontología existen-
ciaria de 1927-1929», «El pensamiento, según la historia del ser, desde 1930»,
«Autointerpretación y viraje>>. Asimismo, se dedica un capítulo independiente al
tema «Heidegger y el nacionalsocialismo». En cuanto a las citas bibliográficas,
también se toman en consideración autores franceses, tales como Fran9ois Fédier
y J. P. Faye, así como filósofos nacionalsocialistas de posición opuesta a Heideg-
ger, tales como Ernst Krieck. El siguiente capítulo lleva por título «Heidegger-As-
pectos y Heidegger-Recepción», en el que se encuentran, entre otros, los subca-
pítulos «Heidegger y el marxismo» y «Heidegger en Japón}). El índice onomástico,
que incluye también a los autores de la bibliografía secundaria, es, por tanto muy
últil como orientación.
2. WALTER B1EMEL: Martin Heidegger mit Selbstzeugnissen und Bilddoku-
menten [Martin Heidegger, con testimonios propios y documentos fotogr4ficos ],
Reinbeck, 1973. Este libro, por su envergadura más bien un cuaderno, es emi-
nentemente una exposición filosófica centrada en la pregunta de la verdad, es de-
cir, en la pregunta de la alétheia, pero su lectura se ve aligerada gracias a las do-
cumentos visuales que lo recorren. Aparte, contiene una bibliografía bien articulada
que se extiende hasta 1984.
3. ALEXANDER ScmvANN: Politische Philosophie im Denken Heideggers [Fi-
losofia política en el pensamiento de Heidegger], segunda edición aumentada con
un «Apéndice de 1988», Opladen, 1989. Aquí aparece derivado el pensamiento
de Heidegger a partir de su concepto de «verdad», es decir, a partir del núcleo de
su filosofia, que es el ponerse-en-obra de la verdad como obra de arte y como Es-
tado. Desde ahí Schwann ejerce una dura crítica, aunque se abstiene de toda acu-
sación. Así, Heidegger aparece como un pensador antidemocrático, al que le fal-
ta comprensión para el pluralismo y que, en el fondo, simpatiza con el totalitarismo
como tal. Importante y acertada es la observación según la cual el «Estado» ya co-
1nienza a retroceder en el pensamiento de Heidegger antes de 1945, para desapa-
recer del todo después de esa fecha. La frase con la que concluye el Apéndice es

[343]
344 HEIDEGGER BREVE BIBLIOGRAFÍA COMENTADA 345

característica de la posición del autor: «En toda la obra de Heidegger no se ob- negativo sobre el «Estado de clases de entonces», y más negativas aún resultan,
serva ninguna coincidencia con la época y el espítitu de la Ilustración. Tal vez sea sin duda, las observaciones acerca de la futura instalación en la Luna de un «gi-
por eso por lo que ha vuelto a ejercer una excitación tan fuerte como antes en al- gantesco supermercado» por los norteamericanos (pp. 61 y 63).
gunos de los protagonistas de la filosofía del Postmodernis1no.» Tmnbién en este 9. Martin Heidegger im Gespriich [Martin Heidegger al habla], ed. Richard
libro se puede encontrar una exhaustiva bibliografía, que alcanza hasta 1988. Wisser, Friburgo/Múnich, 1970. En primer lugar aparecen informes sobre Hei-
4. Orro POGGELER; Philosophie und Politik bei Heidegger [Filosofía y po- degger, casi todos ellos llenos de respeto y amistosos (también recogidos en par-
lítica en Heidegger, Alfa, Barcelona/Caracas, 1984)], Friburgo/Múnich, 1974 (2.ª te en «Erinnerung an Martin Heideggen>; los informes proceden, entre otros, de
ed.). (Ver uno de los dos artículos, de cerca de cincuenta páginas, además de «La Emst Jünger, Karl LOwith y Dolf Sternberger; a continuación se reproduce el tex-
topología heideggeriana del sen>.) to de la entrevista etnitida por la ZDF el 24 de septiembre de 1969).
5. ÜTTO PóGGELER y ANNEMARIE GETHMANN-SIEFERT (eds.): Heidegger und 10. Martin Heidegger Photos. 23 de septiembre de 1966 / 17 y 18 de junio de
die praktische Philosophie [Heidegger y la filosofía práctica], Suhrka1np Tas- 1968. Digne Meller Marcovicz. En primer lugar se reproducen algunas de las tomas
chenbuch Wissenschaft, Francfott, 1988. POggeler aborda aquí la «Autocom- de la entrevista del Spiegel del 23 de septicn1bre de 1966, en las que aparece el fi-
prensión política de Heidegger» con citas procedent~s de escritos inéditos y una lósofo con Rudolf Augstein y Georg Wolf, en presencia de Heinrich Wiegand Pet-
crítica más severa que la de 1974. Además, también se encuentran, entre otros, los zet (la entrevista fue publicada el 31 de mayo de 1976, tras la muerte de Heidegger,
1
artículos de Rugo Ott «Martin Heidegger und der Nationalsozialismus» y tie Ernst con el título «Nur noch ein Gott kann uns rettem> ); a continuación aparecen foto-
Nolte «Philosophie un Nationalsozialismus». grafias de Martín y Elfride Heidegger en la cabafía y en su casa de Friburgo.
6. JüRGEN HABERMAS: «Mit Heidegger gegen Heidegger denken. Zur VerOf-
fentlichung von Vorlesungen aus dem Jabre 1935» [«Pensar con lieidegger con- «Biográficas», en el sentido estricto de la palabra, son las siguientes obras:
tra Heidegger. Sobre la publicación de lecciones del año 1935>>], FAZ (Franlfur-
ter Allge1neine Zeitung), número del 25 de julio de 1953. En la actualidad, este 11. PAUL HÜHNERFELD: In Sachen Heideggers [En la causa de Heidegger],
artículo aparece compilado, junto con otros sobre I-leidegger, en la obra de Jüfgen primero publicada en Hamburgo, luego en Múnich (ed. de bolsillo) en 1961. Hei-
Habermas Philosophisch-politische Pro.file (Perfiles filosófico-politicos, Taurus, degger aparece representado como pensador ron1ántico y expresionista, estrecha-
Madrid, 1984), Francfort, 1971, pp. 67-75. mente emparentado con Gottfried Benn; su cambio de rumbo hacia el fascismo
no sería ningún error ordinario, sino que, más bien, tenía raíces comunes: el irra-
Las obras siguientes, tampoco excesivamente voluminosas, proporcionan im- cionalismo, el romanticismo, el nacionalsocialismo y la intolerancia contra los que
presiones directas de la persona de Heidegger y de su mundo vital. piensan de otro modo que el propio. Pero no se puede pasar por alto la poderosa
diferencia de categoría existente entre Heidegger y el fascismo, y por ello es re-
7. Erinnerung an Martin Heidegger [Recuerdo de Martin Heidegger], ed. comendable la admiración, aunque también la distancia crítica.
por Günther N eske, Pfullingen, 1977. En este libro se encuentran, entre otros, los l2. HANS-GEORG GADAMER: Phi/osophische Leh1jahre. Eine Riickschau
testimonios de Otto Friedrich Bollnow sobre la conversación mantenida por Mar- [Los años de aprendizaje filosófico. Una mirada retro:..pectiva], Francfort, 1977.
tin Heidegger con Ernst Cassirer en Davos (1929), el de Hans-Georg Gadamer so- Se trata de la autobiografía del autor, quien en la actualidad es el discípulo vivo
bre Ja «Entrada en Marburgo» y el de Carl Friedrich von Weizsacker «Encuentros más antiguo de Heidegger.
a lo largo de cuatro décadas». El libro es imprescindible para toda tentativa bio- 13. Heinrich Wiegand Petzet: Auf einen Stern zugehen. Begegnungen und
gráfica, pues ofrece un buen retrato de esos aspectos que cabría denominar «at- . Gespriiche Jnit Martin Heidegger 1929-1976 [Dirigirse hacia una estrella. En-
mosféricos». cuentros y conversaciones con Martin Heidegger, 1929-1976], Francfort, 1983.
8. Martin Heidegger zum 80. Geburstag van seiner Heinzatstadt Mef3kirch El autor es uno de los «amigos de Bremen». Resultan especialmente concluyen-
[Homenaje a Martín Heidegger por su 80 aniversario de su ciudad natal Mej3- tes algtmas citas procedentes de cartas de Heidegger dirigidas a él, como, por eje1n-
kirch], Francfort, 1969. La publicación incluye seis trabajos de Heidegger qiíe se plo: «El mero acercamiento a la gran ciudad, su periferia con escombreras y fá-
refieren directamente a Me~kirch o fueron pronunciados en Me~kirch en su cali- bricas, sus áridos barrios de obreros y el entero y odioso "aura" de lo informe, de
dad de conferencias. De entre estas últimas cabe destacar: «Der Feldweg» [«El ca-
mino del ca1npo>~J, «Zum Geheünnis des Glockenturms» [«Sobre el misterio del
campanario»], «Über Abraham a Sancta Clara» [<<Sobre Abraham a Sancta Cla- 1
En castellano disponemos de dos traducciones de la entrevista: 1) «Sólo un
ral>] (1964). En ningún otro lugar resulta tan manifiesto el «filósofo labrador» o Dios puede salvarnos todavía», trad. C. Gurméndez, Revista de Occidente, terce-
«filósofo campesino» como en éste, aunque, tras una inirada algo más atenta, tam- ra época, nº 14, diciembre de 1976; 2) La autoafirmación de la Universidad ale-
bién se revela aquí con igual claridad lo insuficiente de esa caracterización. Apar- mana. El Rectorado, 1933-34. Entrevista del Spiegel, trad. R. Rodríguez, Tecnos,
te, resulta bastante interesante el único texto que no procede del propio Martin Madrid, 1989. La primera de ellas corresponde a la versión original del Spiegel,
Heidegger, sino de su hermano Fritz. Se trata de «Una carta de cumpleaños» en la mientras que la segunda corresponde a la versión íntegra de la entrevista, apare-
que se puede apreciar algo sobre la juventud de Martin Heidegger y su entorno fa- cida en Antwort. Martin Heidegger im Gespriich (ed. por Günther Neske y Emil
miliar. Notable es también el que Fritz Heidegger se manifieste de un modo tan Kettering, Pfullingen, 1988, pp. 81-111). (N. de la T}
346 HEIDEGGER BREVE BIBLIOGRAFÍA COMENTADA 347

lo prolífero, que corrompe el entorno moderno mismo de ciudades antigua.<; y be- fu~i:ites Y de, l~s actas a la juventud de Heidegger, creyendo decubrir en el antise-
llas, afecta al hombre altamente sensible con una repugnancia casi física» (p. 39) mitismo c~tohc<? d~ ~rl Lueger una fuente común para Heidegger e llitler, quie-
En cambio, al parecer no le resultaba del todo desagradable la sociedad de «gran- n~s, ademas, c?incidian en haber nacido en el rnisn10 año (1889) al sur del Meno.
des comerciantes, especialistas de ultramar y directores de compañías navieras y
astilleras» (p. 59) que conoció en Bremen. ¿Se trata de un <~por otra parte» cuan-
do Petzet informa que Fleidegger le había escrito en septiembre de 1961 que en
ese momento se hacía manifiesta «la entera esencia socavada de Occidente»? (p.
100). No sin cierta ingenuidad, Petzet aventura también algunas observaciones que
¡ Sn~ duda, el nucleo de esta exégesis sólo podía apoyarse en el discurso del joven
Heide~ger sobre Abraharn a Sancta Clara, discurso en el que, por cierto no apa-
rece ni una ~ola vez la palabra <rj~dío>>. Fa.rías se presenta así como el prin1ero en
hacer .de Heidegger un .«abrah~sta>>, al tiempo que convierte en texto clave para
su tests otra conferencia de Heidegger ( 1964) sobre su paisano y predicador ale-
podrían dar pie a duros ataques, como cuando escribe que a Heidegger le resulta- 1 gando que en ella cita.el filósofo una frase de Abraharn en la que se nombra «Sach-
ba especialmente ajeno <:<aquel espíritu mundano de Jos círculos judíos~» y que se ! senhausen». Ahora bien, el campo de concentración nacionalsocialista no se en-
encontraba como en su casa en las grandes ciudades occidentales; sin embargo, contraba emplazado en modo alguno en Sachsenhausen de Francfort sino en
no debe entenderse una actitud tal como antisemitismo (p. 40). S~chsenhausen de ~erlín,. ~orno Hugo Ott mencionó poco después en un~ .reseña.
Sn1: ~rnbargo, .~Panas deb10 bastar.le qu.e las do~ ciudades sonaran igual para cons-
La siguiente es una obra radicahnente opuesta a las narraciones llenas de res- trun la concxion «Abraharn (=antisemita) - Heidegger (íd.) - nacionalsocialismo-
peto y admiración por el filósofo, así coino una biografía parcial par1i la que la caml:'~s de concentración - Auschwitz». En cualquier caso, el texto ya había sido
obra es más importante que «la vida»: nlodificado en este sentido y ~mI?li_ado con extractos de una carta de Heidegger a
H.erbert Marcuse cuando, a pnnctp1os de 1989, apareció Ja edición alemana en s.
14. WüLF-DIETER GUDOPP: Der junge Heidegger. Relalitiit und Wahrheit in F1scher: ·
der Vorgeschichte von Sein und Zeit [El joven Martin Heidegger. Realidad y ver- 15b. Ví~.TOR F ARÍAS: Heidegger und der Nationalsozialismus. Mit einem
dad en la historia previa de Ser y tiempo), Editorial Marxistische Blatter,_ Franc- Votwort ~:Jn Jurgen Habermas [Heidegger y el nacionalsocialismo. Con un pró-
fort, 1983. La vara de medir de esta exégesis la suministra Lenin, y Ja perspecti- logo de J.urg_e~ Hf!bermas ]: Lo destacable de esta edición no son las relativamen-
va conductora es el triunfo venidero de la clase obrera, que se opone a la burguesía t~. poco s1gn1ficatlvas mod1ficaci?nes y atn~liacione~ del texto, sino el prólogo de
condenada al ocaso con todos los medios a su alcance, incluso con el anclaje de Jurgen Habermas. Aunque el prologo contiene un discurso laudatorio reahnente
la filosofía de Heidegger en la neoescolástica. Mas, aunque resulta fácil ironizar esf?rzado, ~u, elevado .nive_l fil_o~ófico hace que al final se vuelva contra el propio
sobre algunas expresiones aisladas, de todos modos, Gudopp formula una tesis Fana?, Y, ~trando~o bien, JUSt_iftca el término «literatura de denuncia» que utilicé
que está justificada si se la plantea como una cuestión por dirimir, es decir, la de e_n rm ;esena d~l hbro ªEare~1da en la HZ. (~<Ein H6hepunkt der Heidegger-Kri-
hasta qué punto la filosofia de Heidegger puede ser entendida (también) como una tlk? Victor ~anas Buch ¡.Je1degger et le nazisme" [¿Un hito en la crítica de Hei-
reacción contra el marxismo y la revolución rusa. Por ello menciono aquí este li- degger? El hbro de Víctor Farias "Heidegger y el nazismo"»] HZ t 247 1988
bro, así corno por la importancia fundamental que reviste la conexión entre la pp.95-114.) , , . , ,
«vida» y la «Obra». Al margen de la anterior, citaré también las obras de otros dos
marxistas: Georg Lukács, «Die Zerst6rung der Vernunft» [«La destrucción de la Mucho.1nás ~quil.i?rado en el juicio (si bien bastante crítico) y más sólido en
razóm> ), de 1954, y Lucien Goldmann, «Lukács und Heidegger», Darmstadt/Neu- cuanto a la mvestigacion de las fuentes, es:
wied, 1975.
J5a. Sin duda, ninguna de las obras sobre Heídegger_ha despertado tanta . 16. Huoo ÜTT: Martín Heidegger. Untenvegs zu seiner Biographie [Martín
atención como la escrita por un docente de la Universidad Libre de Berlín: Víctor Hezd~gger. De cantina hacia su biografia, trad. Elena Cortés Gabaudan, Alianza,
Farias: Heidegger et le nazisrne 2 , traduit de l'espagnol et de l'allemand .. : Préfa- 1'_1adnd, 1992], Francfort/Nueva York, 1988. Se trata de la continuación de una se-
ce de Christian Jan1bert, La Grasse, 1987. La reacción provocada por esta obra ne ai;tí~ulos_ que han venido_apareciendo desde 1983 en distintas revistas (ver no-
permite suponer que tanto los franceses como los alemanes deconocían o habían tas bibli?graf1cas en la resena que acabamos de mencionar, p. 392). También ésta
olvidado el hecho de que Heidegger ingresó en el NSDAP en 1933 y permaneció es una biografía bas~ante fragmentaria (de ahí el título), en la que el acento reside
afiliado al partido hasta 1945. Estos dos hechos, con los que está familiarizado por completo en la epoca que va desde los años de la juventud del filósofo hasta
hasta el más humilde estudioso, causaron en los medios una gran sensación. En el la «rupn:ra con el sistema del c~tolicisn10», así como en el rectorado y en los pri-
fondo, la novedad del libro de Parías reside en haber prolongado el estudio de las mero~ _anos ~e la posguerra, mientras que los años de Marburgo reciben escasa
atencion ~ninguna en absoluto los últimos años de la vida del filósofo. Especial-
mente valioso es el uso .que hace Ott de la correspondencia entre Heidegger y Jas-
1
La edición en castellano lleva por título Heidegger y el nazismo, Muchnik, pers que apar~ce recogida ~n el JYachlaf3 de este últüno, además de haber sacado
Barcelona, 1989. Sobre la primera traducción de E. Lynch, A. Maestre tradujo las a la lu~ Y. analizado los testimomos de otros interlocutores epistolares de Heideg-
correcciones de la primera versión y los nuevos añadidos. De las sucesivas revi- ger pract1camente desconocidos hasta la fecha. De enorme alcance son los diarios
siones del texto, hasta aparecer en su forma definitiva, se han ocupado J. V ánder del prelado,Josef S~uer y.el. Nachla/3.del profesor de teología Engelbert Krebs. Sin
y J. E Yvars, Juan Schjaer y el propio Víctor Parías. (N. de la T) embargo, solo podra escnbIIse una biografía definitiva de Martín Heidegger cuan~
1
1

348 HEIDEGGER BREVE BIBLIOGRAFÍA COMENTADA 349

do un investigador (o un equipo de investigadores) haya estudiado las fuentes de 111. Abtlg. Unver6ffentliche Abhandlungen [Tratados inéditos],
todas las fases de la vida de Heidegger con el esmero de Hugo Ott, y sólo cuando IV Abtlg. Au:fzeichnungen und }linweisc [Apuntes y notas].
las obras ocupen en ella el lugar que les corresponde. Pero uno se pregunta cuán-
tos volún1enes abarcaría una obra semejante. Con 1notivo del centenario del nacimiento del filósofo aparecieron las Beitrii-
ge zur Philosophie. (Von1 Ereignis) [Contribuciones a lafilosofia. (Sobre el acon-
Un tránsito a la «obra» lo constituye el libro: tecüniento propicio)], que Püggeler considera como la «obra principal» de Hei-
degger. Con ellas se ha dado inicio a la división III (to1no 65). De las divisiones T
17. RICHARD WoLJN: The Politics ofBeing. The Political Thoughts o,f Mar- y 11 existen ya más de treinta tornos, mientras que la división IV falta todavía en
tin Heidegger [La política del ser. Los pensaniientos políticos de 1\fartin Heideg- su integridad. Es incierto si aparecerá algún día la recopilacon completa de las car-
ger], Nueva York, 1990. El libro de Wolin es más ambicioso en sus miras y está tas, así corno la fecha probable de su publicación.
más centrado en la obra del filósofo (a partir de Ser y tiempo) que el de Farías,
pero, en el fondo, condena a Heidegger, corno hombre y corno pensador, con la Las primeras publicaciones de la correspondencia se remontan a 1989 ó 1990:
misma decisión que aquél. También he reseñado esta obra, así corno la de Ott, en
la «Historische Zeitschrift» (t. 253, pp. 499-501). 23. MARTJN HEIDEGGER y ELISABETH BLOCHMANN: Briefivechsel 1918-1969,
ed. por Joachim W. Starck, Marbach arn Neckar, 1989.
Sobre la «obra» bastará la enumeración de dos exposiciones de conjunto y 24. MARTIN HEIDEGGER y KARL JASPERS: BriefWechsel 1920-1963, ed. por
dos recopilaciones de artículos que revelan algo de la plenitud y de las dificulta- Walter Biemel y 1-lans Saner, Francfort/Múnich/Zúrich, 1990 (Klostermann-Piper).
des que esa obra encierra:
Las bibliografías más importantes proceden de Hans-Martín Sab:
18. ÜTTO PóGGELER: Der Denkweg Afartin Heideggers [El camino del pen-
sar de Martin Heidegger, trad Félix Duque, Alianza, Madrid, 1986], Pfullingen, 25. Heidegger-Bibliographie, Meisenhei:rn, 1968. Ésta se continúa con la
1983 (2.' ed.). obra del mismo autor Materialien zur lleidegger-Bibliographie 1917-1972 [Ma-
19. EMIL KETTERTNG: Niihe. Das Denken Martin Heideggers [Cercanía. El teriales para la Bibliografía de Heidegger, 1917-1972], ibídem, 1975.
pensamiento de Afartin Heidegger], Pfullingen, 1987 (contiene una extensa bi- 26. Del mismo, en colaboración con otros: Martín Heidegger. Biblio-
bliografia). graphy and Glossary [Martín Heidegger. Bibliografía y glosario], Bowling
20. ÜTTO PóGGELER (ed.): Heidegger. Perspektivenzur Deutung seines Werks Green, Ohio, 1982.
[Heidegger. Perspectivas para la interpretación de su obra], KOnigstein/Taunus,
1984 (entre otros, se encuentran los artículos de Wlliter Schulz, «Über den philo- La bibliografía en lengua alemana aparece por orden cronológico, inientras
sophiegeschichtlichen Ort Martin l-leideggers»; Oskar Becker, «Para-Existenz. que la de habla inglesa lo hace por orden alfabético. La más útil de todas es, bá-
Menschliches Dasein und Dawesen>>; Ernst Tugendhat, «Heideggers Idee von sicamente, la primera, pues revela que desde 1928 a 1930 hubo relativamente
Wahrheit>>). pocos comentarios sobre Ser y tiempo o sobre Kant y el problema de la metafí-
21. Durchblicke. lvfartin Heidegger zum 80 Geburgstag [Perspectivas. Mar- sica. El número de títulos de que consta la bibliografía en lengua inglesa as-
tín Heidegger por su 80.º aniversario], Francfort, 1970 (entre otros, se encuentran ciende a 6.362.
los artículos de Hans Jonas, «Wandlung und Bestand. Vorn Grunde der Versteh-
barkeit der Geschichtlichen»; Fr.-W von Herrmann, «Sein und Cogitationes - Zu
Heideggers Descartes-Kritilo>; Jan Patocka, «Heidegger von anderen U fer»).

La obra original de Heidegger sigue estando disponible en su práctica totali-


dad, sobre todo en las editoriales Nierneyer, Neske y Klostermann. Desde 1974
han aparecido:

20. :MARTtN HEIDEGGER: Gesamtausgabe [Obras completas], Vittorio Klos-


termann, Francfort del Meno. La edición está calculada para un total de cien to-
mos, de modo que es dificil esperar que esté lista para la última década del siglo
xx. Se estructura en cuatro Abteilungen [divisiones], superpuestas a la numera"'
ción de los tomos individuales. Éstas son:

l. Abtlg. Ver6ffentliche Schriften [Lecciones publicadas],


Il. Abtlg. Vorlesungen [Lecciones],
1
1

ÍNDICE ONOMÁSTTCO

ABRAHAM A SANCTA CLARA (Joharm Ul~ BLOCHMANN, Elisabeth: 131, 167.


rich Megerle): 32, 34, 39, 49, 251, BüECIO, Anicio Manlio: 91.
289,291,292,293,323. BóHLENDORF, Casünir Anton Ulrich:
ADORNO, Theodor W.: 273, 297, 313. 185.
ALFIERT, Dino Odoardo: 221. BóHM, Franz: 243.
ALLEMANN, Beda: 269. Boss, Medard: 271, 273, 281, 286, 287,
ANAXIMANDRO: 250. 288, 311.
AQUINO, Tomás de: 38, 58, 327. BRAIG, Car!: 22, 35, 37, 38, 41, 42, 55,
ARENDT, Hannah: 15, 24, 61, 255. 77, 104, 323.
ARJSTÓTELES: 13, 37, 39, 50, 64, 67, 79, BRANDES, Georg: 52-53.
248,267,270,273,286,323. BRANDHUBER, Camillo: 29.
ARMJNTO:144. BRAQUE, Georges: 267, 269.
AscHOFF, Lud\vig: 104. BREDT, Johann Victor: 69.
AuGSTEIN, Rudolf: 296, 297, 298, 300, BRENTANO, Franz: 35, 36, 38, 39, 47,
303. 323.
Ax:ELOS, Kostas: 269. BROCK, Wemcr: 165, 167, 244.
BRÜNING, Heinrich: 121, 129, 131.
BABEUF, Fran9ois NoCL 331. BuENAVENTC'RA: 41.
BACH, Johann Sebastian: 291. BUHR, Heinrich: 115, 168, 285.
BACON, Francis: 33 l. BULTMANN, Rudolf: 23, 69, 70, 330.
BAEUMLER, Alfred: 62, 118, 142, 220, BURCKHARDT, Jacob: 235.
244,252,303. Busrn, Wilhelm: 24, 68.
BARTH, 1-:lans: 176.
BARTH, Karl: 69. CARNAP, Rudolf: 108.
BAUCH, Bruno: 168. CASSIRER, Ernst: 104, 108, 109, 110.
BAUER, Clemens: 257. CASSJRER, Toni: 109, 295.
BAUMGARTEN, Eduard: 165, 166, 244. CÉZANNE, Paul: 270.
BAYLE, Pierre: 61, 329. CHAR, René: 26 7, 268, 271, 300.
BEAUFRET, lean: 245, 268, 270, 271. CHURCHILL, Winston Spencer: 321.
BECK, Maximilian: 95. CLAY, Lucius D.: 242.
BECKER, Carl Heinrich: 104. CüBDEN, Richard: 335.
BECKER, Oskar: 61, 103. COHEN, Hcrmann: 67, 109.
BELO\V, Georgvon: 55, 103. CüHN, lonas: 24, 54, 55, 103, 178.
BENN, Gottfried: 182. CURTIUS, Ernst Robert: 68.
BERGSON, Henri: 81.
BERKELEY, Gcorge: 39, 75, 331. DELEUZE, Gilles: 269.
BERNSTEIN, Eduard: 336. DELP, Alfred: 98.
BERTSCHE, Karl: 34, 293. DESCARTES, René: 79, 203, 206, 218,
BISMARCK, Otto von: 33, 94, 321, 322. 285.
BLücH, Emst: 56, 63, 82, 174, 229, 313. DESSOIR, Max: 104.

[351]
352 ÍNDICE ONOMÁSTICO 353
HEIDEGGER

HóLDERLIN, Friedrich: 22, 179, 180, LEBER, Julius: 162.


DTDEROT, Denis: 331. GRTMME, Adolf: 104.
181, 182, 184, 185, 207, 208,213, LEIBNIZ, Gottfried Wilhelm: 13, 236.
DTETZE, Constantin von: 243. GRóBER, Conrad: 28, 29, 36, 162, 244,
268, 299, 325. LEMMER, Ernst: 69.
DILTHEY, Wilhehn: 81, 95, 321. 317,323.
HOMMES, Jakob: 257. LENTN, Vladímir Ilich: 138, 322, 338.
DOSTOIEVSKI, Fiódor Mijáilovich: 323. GRZEZINSKl, Albert: 128.
HoNECKER, Martin: 103, 339. LEÓN Xlll: 322.
DRIESCH, Hans: 116. GUARDINI, Romano: 52.
HoRKEIEilVfER, Max: 229. LEOPOLDO ]: 292.
GUNDERT, Herm.ann: 237, 257. HüHNERFELD, Paul: 273. LESSING, Gotthold Ephraim: 333.
EBBINGHAUS, Julius:103.
HUGENBERG, Alfred: 121. LIEBK.!'IECHT, Karl: 62.
ECKHART, Meister; 260, 317. HABERMAS, Jürgen: 92, 194, 258.
HUSSERL, Edrnund: 22, 36, 37, 38, 43, LINGUET, Simón Nicolás Henri: 331.
EDEN, Anthony: 190. HAMANN, Richard: 68.
44, 50, 56, 60, 65, 77, 81, 95, 115, LIPPS, Theodor: 4 7.
ENGELS, Friedrich: 336. HAlVfSUN, Knut: 263. 141, 178, 179, 248, 257, 280, 283, LOCKE, John: 329.
ERFURT, Tho1nas von: 48. HANDEL, Georg Friedrich: 291.
299,314,315,334. LOTZE, Rudolph Hermann: 72.
ERNST, Fritz: 110. HARTMANN, Eduard von: 46, 68.
HUSSERL, Malvine: 299. LóWITH, Karl: 63, 70, 176, 182, 245,
EUCKEN, Walter: 241. HARTMANN, Nicolai: 15, 48, 67, 81, 104, 283.
196.
INGARDEN, Roman: 56. LUEGER, Karl: 15, 32, 33, 34.
FARÍAS, Víctor: 14, 21, 31, 52, 53, 92, }IAUSENSTEIN, Wilhehn: 111.""' LUKÁCS, Georg: 16, 56, 61, 63, 94, 100,
94, 105, 110, 111, 163, 169, 174, HÉBERT, Jacques René: 331. 101, 116, 174, 229.
187, 196, 197, 199,291,293,321.
JACOBSON, Hermann: 68.
HEGEL, Georg Wilhelrn Friedrich: 25, LUTERO, Martín: 97.
FEDERICO el Grande: 94.
JACOBSTHAL, Paul: 68.
37, 50, 51, 74,214, 220, 234,248, LUXEMBURGO, Rosa: 5 l, 62.
FÉDIER, Frai19ois: 271.
JAEGER, Wen1er: l 04.
270,282,285,286,308.
JAENSCH, Erich: 169.
FEUERBACH, Ludwig: 81, 285, 312. HEIDEGGER, Friedrich: 27, 29.
JASPERS, Karl: 24, 149, 244, 254, 296. MABLY, Gabriel B9nnot de: 331.
FICHTE, Johann Gottlieb: 96, 178. HEIDEGGER, f1itz: 29.
JoNAS, Hans: 69, 334. MAESTRO DE MEBKIRCH: 26.
FINK, Eugen: 257, 281, 283. HEIDEGGER, Herrnann: 24, 143, 227,
JRUSCHOV, Nikita: 275. MAIER, Heinrich: 47.
FINKE, Heinrieh: 51, 54, 57, 103. 293.
JONGER, Ernst: 14, 263, 322. MANN, Golo: 338.
FISCHER, Eugen: 111. HEIDEGGER, Joanna (nacida Kempf): 27, MANN, Thomas: 62.
FóSTER, Friedrich Wilhehn: 53. 299.
KANT, Immanuel: 46, 57, 88, 106, 108, MARCEL, Gabriel: 269.
FósTER-NTETZSCHE, Eilisabeth: 207. HEIDEGGER, Jiirg: 227.
110, 113, 114, 234, 270, 283, 324. MARCUSE, Herbert: 16, 242, 253, 304,
FOURIER, Charles: 335. HEIDEGGER-PETRf, Elfride: 14, 59, 197,
KASTNER, Erhart: 271, 274, 295, 296. 305, 306, 310.
FRAENKEL, Eduard: 164, 165, 178, 179. 299.
KERENSKI, Alexander F.: 137. MARX,Karl: 16, 33, 70, 76, 77, 81, 101,
FREGE, Gottlob: 46. liEILER, Friedrich: 69.
KIERKEGAARD, S0ren Aabye: 63, 82. 172,248,250,285,292, 312,332,
FRIEDLÁNDER, Paul: 68. HEIMPEL, Hennann: 103.
FRIEDRlCH, Hugo: 257.
KISCH, Egon Erwin: 322. 336.
HEINE, Heinrich: 53.
KLAGES, Ludwig: 334. MEHUS, Georg: 54, 55.
FRINGS, Manfred S.: 231. HEINEMANN, Gustav: 69.
KLEIST, Heinrich von: 313. MEINECKE, Friedrich: 55.
FüRSTENBERG, príncipe de: 237. HELLINGRATH, Norbert von: 180, 213,
KRALTK, Richard von: 32. MELLER-MARKOVIC, Digne: 297.
223.
KRAUS, Karl: 296. MENDELSSOHN-BARTHOLDY, Arnold:
GADAMER, Hans-Georg: 15, 67, 233. HELVÉTIUS, Claude Adrien: 331.
KREBS, Engelbert: 55, 56, 57, 59, 104, 111.
GALILEI, Galileo: 276. HERÁCLITO: 23, 234, 235, 258, 271, 279,
330. MlNDER, Robert: 16, 273.
GANDILLAC, Maurice de: 269. 281.
GENTILE, Giovanni: 177. KREUTZER, Conradin: 274. M!SCH, Georg: 95, 96, 97.
HEVESY, Georg von: 164.
GEORGE, Stefan: 182, 223, 273.
KruECK, Ernst: 111, 169, 252, 299, 303. MoELLER, Arthur von den Bruck: 56.
HEYSE, Hans: 252, 303.
GEYSER, Joseph: 57. KRONER, Richard: 54, 55. MóLLENDORF, Wi1helm von: 298.
HrNDENBURG, Paul von Beneckendorfy
GrnE, André: 269.
KüLPE, Oswald: 22, 46. MoLTKE, Hermuth, conde de: 94.
von: 122.
KUN, Bela: 62. MoMBERT, Alfred: 111.
GOEBBELS, Joseph: 128, 142. HIRSCH, Emanuel: 153.
GoETHE, Johann Wolfgang von: 330. MóRCHEN, Hermann: 313.
HITLER, Adolf: 14, 56, 120, 121, 122,
GOGH, Vincentvan: 199, 200. LA METTRIE, Julien Offray de: 331. MORELLY: 331.
123, 128, 130, 134, 136, 141, 148,
LAMPE, Adolf: 241. MüRfN, Edgar: 245.
GOLDMANN, Lucien: 101. 150, 151, 154, 159, 161, 163, 168,
GORBACHOV, l'vlijaíl: 173. LANG, Matthiius: 31. MüHSAM, Erieh: 62, 63.
173, 176, 177, 185, 189, 190, 195,
LASK, Emil: 36, 38, 42, 43, 46, 49, 52, MüLLER, Max: 61, 166, 257, 318.
GóRING, Herm.ann: 240. 196, 197, 199, 203, 226, 238, 242,
GORKI, Máximo: 139. 53, 75, 100, 102. MOLLER-FRANKEN, Hermann: 120.
243,307,308,322,334.
GRASSI, Ernesto: 219. LASLOWSKI, Ernst: 56. MUSSLER, Josef: 111.
HóFER, Werner: 165.
l
354 HEIDEGGER ÍNDICE ONOMÁSTICO 355

MUSSOLINI, Benito: 189, 219, 221. RosENBERG, Alfred: 221. STEIN, Edith: 61, 334. VIEITA, Egon: 279.
RoTHSCHILD, familia: 334. STEINER, Gcorge: 303. VóGE, Wilhelm: 37.
NAPOLEÓN J: ] 86, 32], 322. RoussEAU, Jean-Jacques: 270. STERN, Günter: 69. VOLTAJRE, Fran9ois Marie Arouet: 333.
NATORP, Paul: 67, 68, 95. Roux, Jacques: 331. STERNBERGER, Dolf: 312.
NAUMANN, Friedrich: 298. RUMM, August: 111. STóCKER, Adolf: 33. WAELHENS, Alphonsc de: 245.
NELL-BREUNtNG, Oswald von: 52. RUSSELL, Bertrand: 4 7. STRAf:IER, Gregor: 122. WAGNER, Friedrich: 274.
NEWTON, sir Isaac: 87, 276. RYCHNER, Max: 16. STUCKART, Wilhelm: 197. WAGNER, Robert: 163.
NIETZSCHE, Friedrich: 1 !, 13, 70, 118, SZtLAST, Wilhelm: 61, 63, 256. WEBER, Max: 100, 152, 165.
132, 187,206,207,208,216,220, SARTRE, Jean-Paul: 245, 248. WE!ll, Helene: 299, 334.
222,268,276,323,330,337. SAUER, Josef: 45, 178, 298. TELLENBACll, Gerd: 149, 257. WE!ll, Bernhard: 129.
NoHL, Hermann: 167. SAUERBRUCH, Ernst Ferdinand: 153. THALMANN, Ernst: 131. WEJZSÁCKER, Carl Friedrich von: 16,
SCHADEWALDT, Wolfgang: 23, 104, 163, THANNI-lAUSER, Siegfried: 299. 17, 95, 312.
ÜEHLKERS, Fricdrich: 244. 299. THOM..1\S VON ERFURT: 48. Wm:rE, Bernhard: 257, 317, 318.
OssrETZKY, Carl von: 129. SCHBLER, Max: 37, 38, 56, 95, 257, 260. TILLICH, Paul: 104. WESSENBERG, Igna,z, barón de: 28.
On', Hugo: 15, 52, 56, 141, 163, 164, SCHELL, Hermarn1: 60. ..,, TOMÁS DE AQUINO: 38, 50, 55, 58, 251, WILDE, Osear: 53.
174, 198, 199,227,242,254. SCHELLING, Friedrich Wilhelm Joseph 327. W1ssER, Richard: 311, 312, 313.
Ono, Rudolf: 69. von: 37, 186, 188, 189. Tü'liVARNICKJ, Alfrcd de: 245. WITHEHEAD, Alfrcd North: 47.
0110 el Grande: 144. SCHIRMACHER, Wolfgang: 307. TRAKL, Georg: 22. WITTGENSTEIN, Ludwig: 321.
ÜVERBECK, Franz: 72. SCHLAGETER, Kuti von: 122. TROELTSCH, Ernst: 104. WoLF, Erik: 23, 168, 179, 299, 302.
OWEN, Robert: 336. SCHLEIERMACHER, Friedrich: 59, 323. TROTSKJ, León: 130. WoLr, Georg: 297.
SCHlVfELTNG, Max: 191. TRUMAN, llarry: 255. WüLTERS, Friedrich: 68.
PAPEN, Franz von: 122. ScHMTTT, Car!: 151, 197, 303. TURGOT, Aune Robert: 335. WUNDT, Wilhelm: 47.
PARMÉNIDES: 22, 39, 81, 96, 235, 279, 313. SCHMTTT, Josef: 110.
PAULUS, Friedrich: 226. SCHNEEBERG.ER, Guido: 141. UEXKÜLL, Jakob Johann von: 116. YoRCK, Paul, conde de Wartenburg: 93.
PEDRO: 283. SCHNEIDER, Arthur: 54, 55. URITZKT, Moisej:.. 139. YOUNG-BRUEHL, Elisabeth: 24, 68.
PETTY, SirWilliam: 218. SCHONINGH, Franz Joscf: 253.
PETZET, Heinrich Wiegand: 108, 258, SCHUCHHARDT, Waltcr: 257. V ALF.RY, Pan!: 286. ZTEGLER, Leopold: 116.
277, 278, 279, 314. SCHÜHLE, Siegfried: 317. VÉZfN, Franyois: 271. ZóRGIEBEL, l(ar\ Friedrich: 127.
PINDER, Wilhelm: 153. SCHVYAN, Alexander: 249, 295.
Pío X: 41, 52, 58. SCHWARZ, Hermann: 303.
PLANCK, Max: l 04. SCHWOERER, Victor: 166.
PLATÓN:23, 77,96, 146, 147,217,251, Scorn, Duns: 48, 50, 323, 339.
278, 327. SELCHOV, Bogislav von: 69.
PóGGELER, Otto: 188, 209. SEVERING, Car!: 128.
PRZY\VARA, Erich: 97. SIMMEL, Georg: 169.
SJMON, sir John: 190.
RADEK, Karl: 130, 142. SÓCRATES: 108.
RAH~ER, Kar!: 312. SOMBART, Werner 104, 196.
RAMADIER, Paul: 255. SONNEMANN, Ulrich: 296.
REHMKE, Johannes: 68. SPEMANN, Hans: l 04.
REJNER, Hans: 257. SPENGLER, Oswald: 13, 23, 56, 63, 66,
REMMELE, Hermano: 128. 94, 98, 99, 102, 116, 205, 260.
RICKERT, Heinrich: 36, 42, 53, 54, 55, SPfNOZA, Baruch de: 188.
57, 103, 323. SPRANGER, Eduard: 104.
RlCOEUR, Paul: 269. STA.BEL, Oskar: 168.
RILKE, Reiner Maria: 53, 231. STAIGER, Emil: 176.
RITTER, Gerhard: 103, 177, 256. STALIN, lósiv Vissariónovich (Sosso
RóHM, Emst: 169. Dzhugashvili): 129, 131, 172, 242, 254.
RóPKE, Wilhelm: 68, 243. STAUDINGER, Hermann: 165.

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