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Maestría en Comunicación Digital Audiovisual.

Perspectivas histórico-culturales del cine latinoamericano contemporáneo. Profesora: María del


Carmen Valdez.
TP final
Actualidad del discurso del film “Tropa de elite”. La deshumanización del otro
como respuesta al conflicto social.
Alumno: David Bressan

El propósito de este trabajo es reflexionar en torno al film “Tropa de élite” con la hipótesis de que en
su narrativa se sostiene un doble proceso de deshumanización. Primero, deshumanización de los
habitantes de la favela. Para ello repasaremos algunas escenas del film a la luz de los conceptos de
biopolítica Giorgio Agamben. En segundo término, analizaremos el proceso disciplinamiento de la
subjetividad de los propios protagonistas de la película, pertenecientes al cuerpo de policía
militarizada. Nos centraremos en el proceso de entrenamiento de sus reclutas, y lo contrastaremos
con la idea del funcionamiento de las “instituciones totales”, como analiza Erving Goffman.
Finalmente, se analiza la sanción narrativa del film para analizar si constituye una exégesis o una
crítica de la violencia policial, y se contrastan estas ideas con el discurso favorable al gatillo fácil
policial y a la brutalidad en los entrenamientos de las fuerzas de seguridad como forma de asegurar el
funcionamiento represivo frente al conflicto social de sus miembros.

Tropa de élite en su contexto.


La película, producida en 2007, fue dirigida por José Padilha, y es la segunda en la carrera
del director. La primera, Ónibus 174 (2002), abordaba también la conflictividad social y su abordaje
por medio de la violencia, en clave documental. Tropa de élite se constituyó en un éxito comercial
resonante, tanto de crítica (Oso de Oro de Berlín) como de taquilla. En este sentido, continúa un
camino ya iniciado en al cine brasilero por Ciudad de Dios (Meirelles y Lund, 2002), Carandirú
(Babenco, 2003) y en cierta medida la propia Ónibus 174 y continuado por Tropa de Elite 2
(Padilha, 2010), que se convertiría en el film más taquillero de la historia de Brasil.
Suele referirse que Tropa de élite constituye una diferencia con respecto a los anteriores
filmes mencionados, ya que toma el punto de vista de la policía, mientras que por ejemplo Ciudad de
Dios es contada desde un habitante de la favela, y Carandirú desde el punto de vista de los
presidiarios (Johnson Campos, 2015). Podría verse en el hecho puntual de lo novedoso de tomar el
punto de vista policial una reticencia en el cine latinoamericano por construir como protagonistas a
las fuerzas represivas, probablemente por la pobre imagen que las mismas sostienen desde finalizadas
las dictaduras militares que asolaron nuestra regíon en las décadas del 60, 70 y 801. En un cine como
1
Estas observaciones se sostienen sobre todo en el cine latinoamericano con proyección a festivales, y ciertas pretensiones estéticas
que podríamos englobar en un “cine arte” mientras que no es así en comedias, o algunas películas de acción de bajo presupuesto.
el norteamericano, por ejemplo, el punto de vista naturalizado es el de la fuerza policial, incluso
cuando los protagonistas son rebeldes o rara avis dentro de instituciones que pueden ser corruptas o
ineficientes. La novedad, entonces, de Tropa de élite, podría interpretarse como una variación
original, como cierto cambio social en cuanto a la perspectiva sobre fuerzas represivas y derechos
humanos en la sociedad brasileña (y que haría extensivo a nuestra sociedad), o incluso en una
integración del cine brasileño a una lógica global estética y de producción: no podemos más que
notar que incluso Carandirú o más aún Ciudad de Dios participan de rasgos formales comunes a
muchos filmes (¿sociales-de acción?) comerciales norteamericanos o europeos: la colorimetría
(saturada, de gran contraste) , la música, la cámara en mano “prolija”. Más allá de contar con
barrios, rostros, sonidos propiamente cariocas, no es difícil ver en cierto tratamiento estetizado de la
violencia y los barrios marginales, los ritmos de montaje, etc. un film comercial y moderno, global2.
¿Qué hace “nacional” un filme nacional? Higson (2014) nota que
“especificar un cine nacional es, ante todo, especificar una coherencia y una unidad;
es proclamar una identidad única y un conjunto estable de significados. El proceso
de identificación es, pues, invariablemente, un proceso hegemonizante,
mitologizante...(pág 980)

Si bien esta idea remarca la operación político-estética que se realiza al momento de definir
un “cine nacional”, el establecimiento de una identidad a partir de la diferencia (en particular,
diferencia con respecto al modelo hollywoodense hegemónico) lejos de quedar invalidado, podría
clarificarse y al hacerse explícito, podría asumir una complejidad mayor. Si bien es cierto que la
masividad no invalida la significatividad cultural de un film a pesar de que para acceder a ella deba
incorporar ciertos procedimientos estéticos y narrativos del cine norteamericano, sí deberíamos ser
capaces de diferenciar filmes que abordan problemáticas locales desde un punto de vista local de
filmes genéricos con “sabor local”. No es éste el caso de Tropa de élite, que aunque ponga en crisis
ciertos puntos de vista cercanos a la mirada de los excluidos, e incluso pulveriza un cierto tinte
progresista laxo desde lo ideológico en el abordaje del conflicto social, lo hace desde la lectura de la
actualidad nacional, e incluso, regional. Aunque previa a los cambios de orientación política en la
región, la película parecería registrar ciertos nudos y voces (en su momento) disidentes a la
hegemonía populista de centro izquierda que abarcó casi toda la región sudamericana entre 2004 y
2015.
El estado de guerra y la “nuda vida”
Tropa de élite se centra en la figura de Nascimento, un capitán de las fuerzas especiales
BOPE, de la policía militar , en Río de Janeiro. El nombre del capitán parece al mismo tiempo un
anuncio (el nacimiento de su hijo, pero también el de su propia descendencia o continuidad simbólica

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Esta línea de argumentación merece un desarrollo en extenso. En este trabajo apenas la mencionamos como hipótesis.
en la fuerza través de a búsqueda de un sustituto) y una ironía. El trabajo de Nascimento, es la
muerte. Sus tropas especiales entrenaron para matar, y cuando se las convoca, es para que disparen.
Este doble carácter se muestra en la escena en la que, en pleno operativo, Nascimento ordena le
ejecución de un narcotraficante ya reducido, mientras comunica el nacimiento de su hijo. Es una
banalización de la muerte, pero también una banalización del nacimiento. Vida y muerte conviven y
se solapan permanentemente en el film. A las balaceras, la tortura, las ejecuciones, las siguen
nacimientos, fiestas, actividades de promoción social. Esta coexistencia no es por supuesto
armoniosa, y ni siquiera equilibrada. El mayor peso lo lleva la muerte, y de hecho, como veremos,
toda manifestación de empatía, compromiso, amor, deriva en debilidad, confusión, y muerte. Pero la
coexistencia está. Porque si bien el clima planteado es el de la guerra, es una guerra moderna,
urbana. No hay límite ni demarcación entre el momento del combate ni el de la tregua. Los enemigos
y los civiles están indiferenciados. Si planteásemos la favela como territorio, podría verse incluso
como una guerra de ocupación3: prolongada, cruenta, compleja, interminable. Donde predomina una
aparente calma que puede terminar en una balacera al menor incidente. El estado de guerra es no
sólo enunciado explícitamente por Nascimento (con lo que podríamos separarlo del discurso general
del film) sino que encontramos otras marcas que lo refuerzan, por ejemplo desde los títulos iniciales,
con una tipografía de reminiscencias bélicas (de hecho se encuentra como World War II), es la
tipografía de las cajas de pertrechos bélicos, y está pensada para ser usada en stencil. Nuevamente, lo
bélico y lo urbano (la tipografía bélica, el stencil y el hip hop), esta vez desde una enunciación que
sólo podemos asignar al autor del film y no a sus personajes.
Nascimento nos contará, a modo de flashback, cómo una serie de acciones y decisiones, por
lo general, erróneas, lo llevaron a la situación límite en la que se encuentra. En primer lugar, la
decisión política de asegurar una zona de favela para hacer posible la visita del Papa Juan Pablo II.
Esto es visto por Nascimento como un error, un descuido y una liviandad por parte del Papa, y como
una inoperancia por parte del Estado brasilero, es lo que dispara la secuencia de acciones. De todos
modos, en el transcurso del film lo veremos, es sólo un pre-texto, varios de los conflictos ya venían
sucediendo. De todas maneras, es el único momento en que el gobierno (y en este caso la institución
religiosa) son mencionados. Aparentemente, no saben leer la realidad concreta, se preocupan por su
imagen, y sólo traen problemas. Nascimento debe “limpiar” la favela de traficantes, y eso significa
subir a la favela y matarlos. Si bien es necesario conocer en profundidad la realidad de las favelas en
1997 como para evaluar la pertinencia del razonamiento, la asociación favelas-narcotraficantes-
peligro de asesinato del Papa está en el film naturalizada. Nascimento entrará en guerra con los
narcotraficantes, pero en cierta forma entra en guerra con las favelas. Estos barrios marginales, que
no cuentan con presencia visible del Estado, están reguladas en cuanto a su economía, sus relaciones

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De hecho no parece haber otro tipo de presencia del estado que no sea la de sus fuerzas represivas. El corte radical
de los acontecimientos entre dentro y fuera de la favela parecieran hablar de un territorio alienizado dentro mismo
del estado brasilero.
sociales y de fuerza, por bandas de narcos. Estas cuentan con una estructura sólida y jerárquica, y
son las que organizan los contactos entre el mundo de la favela y el mundo exterior (pactos de
coexistencia con políticos y ONG, venta de drogas para distribución en zonas de clase media y alta,
etc). De alguna manera, para Nascimento los habitantes “comunes” de la favela son meros
colaboradores de los narcos, cuanto mucho un telón de fondo, un escenario de acción al que, si se
puede, hay que apartar. No son enemigos, tampoco son ciudadanos. En este sentido, encontramos
una relación con lo que Giorgio Agamben llama “nuda vida”. Según el autor, griegos consideraban la
“vida” en función de dos términos: Zoe (la vida desde una perspectiva biológica) y Bios, enmarcada
en pautas políticas y sociales. Zoe sería el ámbito de la vida social, pública, y Bios, la vida privada.
Esta diferenciación explicaría la idea de homo sacer romana: Zoe sin Bios, vida desnuda, vida
privada de una dimensión pública, política, ética. Esta figura del derecho romano, habilitaba a matar
a esa persona sin que se considerase homicidio. Sin sanción (no se condena al homo sacer a una
ejecución por parte de la institución) pero sin derechos, las “nudas vidas”, o vidas desprovistas de un
lugar en la sociedad, no son protegidas por ningún marco legal. Agamben ve una reproducción del
estado de “nuda vida” por ejemplo en los campos de exterminio nazi. Podemos también encontrar la
producción de “nuda vida” en las poblaciones marginadas de la sociedad contemporánea. Fuera del
sistema social, son deshumanizadas, despojadas de un marco social y cultural, despojadas de un
proyecto de vida, si tenemos en cuenta el proyecto social dominante.
Sostenemos que las acciones de Nascimento en las favelas se apoyan en esta visión
deshumanizadora del otro. Por supuesto, no parece más que una manifestación patente y extrema de
una actitud más generalizada. El batallón golpea, tortura, asfixia a menores de edad, mujeres, y
hombres por igual. Las vidas de los habitantes de las favelas no parecen tener espesor, sus muertes
no tienen consecuencias, y sus vidas no parecen tener importancia, dirección ni aspiraciones. De
hecho, cuando la madre4 de un niño asesinado le pide la restitución del cuerpo a Nascimento, el
capitán siente (por única vez) culpa ante las consecuencias de sus acciones. Pero esta culpa lo lleva a
ser caprichoso, descuidado y aún más violento. El hecho de que la secuencia se viera interrumpida
por un quiebre en la acción y quedase incompleta es también una manera de disminuir el valor de
esta línea argumental. En todo caso, Nascimento no parece tener redención alguna desde el punto de
vista narrativo. Como personaje es bastante oscuro y poco empático, y de hecho Johnson Campos
sostiene que aunque Nascimento sea el protagonista, el punto de vista del espectador se acerca más
al de Matías, que vive un conflicto de valores más complejo.
Nascimento narra cómo llegan a la fuerza dos policías novatos, que no logran comprender ni
adaptarse al funcionamiento corrupto, lento y burocrático de la policía. Neto y Matías parecen
honestos, y con ganas de hacer cumplir la ley. Rápidamente chocan con una institución que no sólo
no necesita, sino que castiga sus iniciativas. La policía constituye una red de negocios ilegales

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¿Podríamos encontrar aquí una referencia a la tragedia griega con el presonaje de Antígona?
paralela y complementaria a la estructura de los narcos en las favelas. Robos, sobornos, tráfico de
influencias, son moneda corriente en la fuerza. Es interesante notar el pacto de convivencia que
mantienen con los narcos: sobornos a cambio de libertad de acción. Pero este pacto puede verse
también de una manera más profunda. Nascimento observa que en realidad nadie está dispuesto a
morir por un trabajo mal pago. Pero este miedo, desgano, afán de lucro, pareciera constituir un
intercambio que de alguna manera construye un lazo social. Corrupto, injusto, ilegal, si se quiere,
pero los traficantes y los policías se conocen, se toleran,y cada encuentro no es una balacera. En la
favela se realizan fiestas, hay movimiento. Recordemos, es esta policía, aparentemente, el único
contacto de la favela con el estado. Es lógico preguntarse hasta qué punto es más positivo el
posicionamiento del BOPE, de guerra total. De hecho, los únicos disparos que provoca la policía
surgen a partir de un conflicto interno. ¿Quién convoca al BOPE? Lo envía el poder para “limpiar”
una zona, y su imagen internacional. Si lo pensáramos desde la perspectiva de los habitantes de la
favela, no pareciera que la presencia del BOPE fuese alguna vez en su beneficio.
La primera entrada del grupo especial está justificada en la corrupción de la institución policial. El
conflicto interno lleva a una balacera en una fiesta, y es el momento en que Nascimento conoce a
Neto y Matías, que deciden alistarse.

El proceso de destrucción de subjetividad.


El BOPE es un arma de guerra, se describe como la fuerza urbana mejor entrenada del
mundo. Se destaca por una imagen de anticorrupción y efectividad. Para ello, lleva a cabo un
durísimo proceso de entrenamiento y selección, en la que “débiles” y corruptos quedan afuera. El
entrenamiento excede la adquisición de fuerza y resistencia física y habilidades técnicas. Es sobre
todo un proceso en que se lleva la resistencia y dignidad individuales al límite: torturas, castigos, un
corte con respecto a las reglas del “mundo exterior”. Para funcionar como pretende, el
entrenamiento necesita generar un espíritu de cuerpo incuestionable, y eso implica la reconstrucción
subjetiva de sus reclutas. Este proceso puede ser relacionado con el funcionamiento de las
“instituciones totales”, descripto por Erving Goffman. Según el autor, las instituciones totales se
caracterizan como
“lugares de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos, aislados de la
sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina
diaria, administrada formalmente” (pág 13)
En sentido estricto, el BOPE funcionaría como institución total sólo durante el entrenamiento,
aunque la gran dificultad que manifiesta Nascimento para integrar su vida familiar con su trabajo en
el escuadrón, y la asociación de impulsos románticos, altruísticos o de compromiso social con el
desastre en Neto y Matías,hacen pensar que el corte entre la institución y el entorno social permanece
en buena medida. En las instituciones totales, según Goffman, mediante distintos procedimientos de
aculturación o asimilación, por los que los internos van perdiendo su “cultura de presentación”, las
ideas y valores que “traen” al momento de llegar a la institución5. Este proceso también es
caracterizado como “muerte civil” o “recortes del yo”. La durísima rutina, la humillación, el corte
con la racionalidad del mundo exterior, son acciones que se encaminan en este sentido 6. Y se
justifican por la acción y la función del BOPE. Como arma de guerra, el BOPE no podría,
aparentemente, permitirse dudas o conflictos de valor en sus miembros. Los tormentos sufridos por
los internos (reclutas, en este caso) tienen el objeto, según Goffman, de “ignorar los fundamentos
anteriores de la autoidentificación”. Este proceso es más conflictivo y prolongado en Matías: él es
negro, y proviene de barriadas pobres. Cree en la movilidad social a partir de la educación, y muestra
un gran interés por conocer y defender la ley. Matías se compromete con el caso de Romerito, un
niño de la favela que concurre a las clases de apoyo de una ONG. Matías detecta que tiene problemas
en la vista (se identifica con el niño, él también la padecía) y se compromete a conseguirle los
anteojos para que pueda progresar en la escuela. Al mismo tiempo, estudia en la Universidad, donde
traba relaciones de amistad con jóvenes de clase alta, y se pone en pareja con una de sus compañeras.
En la visión omnisciente de Nascimento, Matías debe romper con estas relaciones y estos
sentimientos para volverse un miembro pleno del BOPE, uno capaz de reemplazarlo. El transcurso
del relato va a llevar a que su noviazgo y su amistad con Romerito desencadenen la tragedia: la
muerte de su amigo Neto, de dos de sus compañeros de la Universidad, y de sus propias perspectivas
de seguir un camino profesional diferente. Neto también tiene que romper con algunas cuestiones de
su identidad “civil” como su impulsividad. Paradójicamente, esta impulsividad resulta más
determinante que los vínculos sociales de Matías: ya antes de llevarlo a la muerte, lo había
desacreditado frente a los ojos de Nascimento, que parece ver en los intereses sociales de Matías un
defecto más correctible (a través de la experiencia) que la impulsividad de Neto. Durante toda la
película, la clase media y alta aparecen como frívolas, hipócritas, ya que satisfacen su necesidad de
altruismo a través de pactos con los narcos, a los que por otra parte le compran drogas.
La desconexión entre el mundo de la institución y el mundo “de la vida” se da también (y
sobre todo) en Nascimento. También su vida familiar es causa de desequilibrios. El nacimiento de su
hijo lo lleva a apresurar su proyecto de encontrar un sustituto y darse de baja. Pero también le
provoca sensaciones conflictivas (la culpa por la muerte del niño “vigía” se acrecienta porque al ser
padre se identifica con el dolor de esa madre, también el miedo antes de los operativos). Así,
comienza a tener ataques de pánico, a los que sofoca con acciones violentas y caprichosas. Pronto,
esa violencia es trasladada a su casa, donde tiene fuertes discusiones con su esposa. Cuando su
5
En el caso de Matías, su preocupación y compromiso social, su interés intelectual. Este proceso excede el marco del
entrenamiento y encuentra su conclusión al final de la película, cuando se le ordena ejecutar de forma cruenta a un
narco.
6
Y no son ajenas a la experiencia de nuestro país, con el emblemático caso Carrasco, o la muerte durante su
entrenamiento en 2018 de un recluta de la policía de la Provincia de La Rioja. En estos casos vemos cómo funciona
más una cultura institucional propio de instituciones totales que un objetivo de rendimiento o performance físicos,
ya que no se trataba de fuerzas de elite.
esposa decide irse de la casa, Nascimento comienza a recomponer su calma, al tiempo que decide
poner toda su energía en su misión.

¿A quién le habla el film? Actualidad de tropa de élite


Encontramos en esta dinámica de deshumanización del otro, y des subjetivación de sí mismos,
dos procesos necesarios para funcionar en ese estado de guerra que la película propone. Para entrar
al territorio “enemigo”, golpear, torturar, asesinar civiles, es necesario considerar al otro como una
vida desnuda. El narco es un enemigo, pero el habitante de la favela es un homo sacer, no hay una
construcción de sentido en torno a sus vidas. La contracara necesaria, es un ejecutor de la violencia
que no se cuestione las razones o la moralidad de sus acciones. Que no tenga, incluso, y sobre todo,
conciencia de clase: muchos de esos mismos soldados provienen de las barriadas pobres.
Ese estado de guerra, esa opción por enfrentar el conflicto social mediante la violencia extrema, se
hace eco en discursos sobre el conflicto social construidos en torno de la idea de inseguridad en
nuestras sociedades. Los casos de ejecuciones y “gatillo fácil”, también la represión violenta de
protestas, son justificadas a partir de la deshumanización de las víctimas desde los medios de
comunicación, y desde las declaraciones oficiales.
Un dato interesante de Tropa de élite, es que se basa en un libro escrito por Luiz Soares, sociólogo,
que contó con la colaboración de miembros de fuerzas especiales de la policía para su realización. Lo
que convierte en llamativa la participación de un sociólogo en Tropa de élite es que el film no ofrece
demasiadas pistas para una lectura transversal de la trama. En el film, el conflicto es abordado en
clave coyuntural, y las motivaciones, sobre todo la del protagonista, se caracterizan por ser de una
escala individual y corto alcance. Si bien es esperable que los personajes tengan una visión parcial,
subjetiva e individualista en un film occidental y moderno, y que no sean encarnaciones de ideologías
o actores colectivos (a diferencia de, por ejemplo, un film de Eisenstein), el conjunto de personajes y
situaciones tampoco permiten desde el análisis establecer una reflexión sobre la violencia, el estado,
las fuerzas represivas. Si hay un sistema, es el sistema corrupto de la política y la policía. La acción
un tanto a ciegas del BOPE sólo podría ser una cara oscura de ese sistema. De hecho, este estado de
guerra se aleja de la voluntad del ejercicio de un poder y un disciplinamiento del “otro”, porque ese
poder y disciplinamiento implicaría que quien lo ejerce tiene sobre ese otro algún tipo de voluntad.
Y los habitantes de la favela, como vimos, apenas si son tenidos en cuenta. Quizás la referencia del
film a Vigilar y Castigar, de Foucault, no haya sido la más acertada.
Si no hay otro medio que la violencia. Si no hay otro fin que la violencia. Si la conciencia
social es hipocresía. Si el conflicto social es obturado por la individualización del conflicto. Si cada
estamento y sector de la sociedad analizado es débil, o corrupto, o hipócrita, ¿desde dónde se
construye la película? ¿Cuál es el “nosotros”? ¿La policía? ¿La “gente de bien”? ¿A qué tipo de
amenazas a la seguridad responde el BOPE, y sufridas por quién? Es difícil de determinar, más aún
que establecer si la película justifica o critica la violencia de las fuerzas militarizadas. De hecho, la
película da elementos para las dos lecturas: no podemos ignorar que en alguna ocasión los colegas de
Nascimento reprueban su accionar. Y las escenas de violencia gráfica como la tortura por
asfixiamiento van a provocar rechazo o excitación, también según el espectador. Como indica
Johnson Campos en su texto, el trabajo de determinar si la violencia brutal es una salida o si hay otra
alternativa es dejado en manos del espectador (no sabemos si Matías le dispara en la cabeza a
Bahiano, el narco).
A modo de conclusión, creemos que es posible encontrar en estos años en nuestras
sociedades discursos que apoyan la idea de un estado de guerra, de denostación de la noción de
Derechos Humanos, de asignación individual de culpas y responsabilidades sobre problemáticas
sociales como la delincuencia, pero también el desempleo, la marginación, la pobreza. Son discursos
anteriores a las restauraciones neoliberales de los últimos años: de hecho Tropa de élite, de 2007, se
ubica en pleno auge de los llamados gobiernos populistas latinoamericanos, de corte progresista.
Pero es sintomático que su punto de vista se hubiese constituido como novedad, quizás como
supervivencia de discursos que se creían dejados de lado (¿o reprimidos?) luego de los retornos
democráticos de los 80, pero también como señalamientos de los fracasos de la centro izquierda
democrática para producir discursos poderosos sobre la criminalidad, la marginalidad, la violencia
urbana. Tropa de élite pudo haber hallado una veta aún oculta, y que se ha vuelto cada vez más
explícita en los últimos años. Leído desde la actualidad, con la exacerbación de ciertos discursos
autoritarios y violentos, el debilitamiento de los controles a los accionares policiales violentos, el
asesinato de Marielle Franco, concejal y luchadora por los derechos humanos y contra la violencia
policial, con fuertes sospechas sobre la policía militar, la visión de Tropa de élite pareciera
complementar la ideología de quienes sostienen a presidentes como Temer en el poder.

Bibliografía
Higson (2014) El concepto de cine nacional. En revista Criterios N° 58, La Habana
Johnson Campos (2015). Pueblo, política, policía. En Copertari y Sitnisky (eds) El estado de las
cosas. Cine latinoamericano en el nuevo milenio. Madrid, Iberoamericana
Goffman (2001). Sobre las características de las instituciones totales. En Internados. Ensayos sobre
la situación social de enfermos mentales. Buenos Aires, Amorrortu.
Agamben (1998) Homo sacer. Sovereign Power and Bare Life. California, Santandarford University.
Versión digital.

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