Una aproximación al papel de prácticas violentas en la
constitución subjetiva de los jóvenes en condiciones de marginalidad y exclusión social.
En la actualidad “violencia” y “juventud” parecen ser dos términos que se encuentran
cocidos el uno al otro. ¿Qué es lo que hace que resulte casi imposible pensar en uno sin pensar en el otro? Para acercarnos a una posible construcción de una respuesta es necesario abordar el proceso en el que actos violentos pasan de ser actos inaceptables socialmente a formar parte del día a día de ciertos sectores de la población, sobretodo en jóvenes, tomando un lugar central en la constitución de los sujetos y en la conformación de un lazo social, cuando no existen otros recursos que les permita responder a las demandas sociales con las que se les carga.
Tomando de la teoría psicoanalítica lacaniana los conceptos de identificación simbólica
e identificación imaginaria como lente de lectura se pone en suspenso algunos supuesto con los que se determinan a las violencias como actos irracionales, para así develar dimensiones más sutiles dónde se gestan, operan y se consolidan estas violencias bajo cierta funcionalidad, para sostener ciertas dinámicas estructurales y sistémicas, así como el papel de estas prácticas violentas tanto en la forma en que estos jóvenes han construido su noción de sí mismos, en la conformación de grupos junto a otros jóvenes, y como vía a través de la cual se relacionan con su propio deseo.
Entonces es que resulta necesario cuestionar si realmente existe una dicotomía
“violencia vs palabra”, o “prácticas violentas vs lazo social”. Términos como “violencia simbólica” nos hablan acerca de la existencia de una violencia que opera a través del registro del discurso, estableciendo un marco de significación que materializa prácticas violentas manifiestas y les da un lugar en las formas en las que se relacionan los jóvenes entre sí en condiciones de marginalidad. Es entonces que resulta fundamental reconocer cómo los significantes amo que sostienen toda una concepción hegemónica de crimen, justicia y ley pierden su capacidad de sostener un sentido en la cotidianeidad de estas poblaciones, instaurando nuevos significantes amo que fundan una nueva ficción simbólica, replanteando nuevos enunciados, códigos, narrativas y discursos que promete cierto sentido de estabilidad y orden alternos, bajo una Normativa-Otra y una Ley-Otra, donde estos jóvenes logran ver una posibilidad de un proyecto de vida, y un sentido de sí.