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JULIO MARTOV Y LA CRISIS DEL MENCHEVISMO RUSO ALVIN WarTEL** El lider histérico de los mencheviques, Martov, que habia trabajado junto a Lenin en Iskra hasta Ja divisién en 1903, regresé de Suiza por Ja ruta de Lenin (22-de mayo de 1917). Como orador, como escritor y como pensador analitico, Martov sobresalia de todos los otros social- demécratas rusos, sin exceptuar a Plejanov, Lenin y Trotsky. Sin embar- go, como hombre de accién sufria la rémora de su propia potencia inte- Jectual que le hacia ver claramente todos los lados de una cuestién. No era capaz de entablar ese implacable combate verbal en que Lenin era ‘excelente. Uno de sus admiradores més ardientes lo ha caracterizado como a un Hamlet. Desde cl momento de su regreso a Rusia hasta después que los bolcheviques se incautaron del poder, Martov permanecié de di- tigente de, una molestosa minoria en su propio partido, el que, sin em- bargo, no se atrevié a expulsarlo. A su alrededor, técnicamente dentro del Partido, se congregaba un grupo minotitario conocido como los “in- tetnacionalistas mencheviques”. Martov se opuso desde el comienzo a una coalicién y en julio abogé en vano por la formacién de un nuevo gobierno compuesto exclusivamente de elementos soviéticos. Jesse D. Clarkson, A History of Russia, pigs. 458-459. A Buincipios de 1963 se informé en la prensa de Occidente que Nikita Jruschov, hoy depuesto, habia aludido a un incidente, que ocurrié en 1920, mientras pronunciaba un discurso antistalinista ante funcionarios del Partido Comunista. Jruschov se referia a una supuesta intervencién de Vladimir Ilyich Lenin pata conseguir un pa- saporte y la salida.del pais, en condiciones propias, de un opositor en- * La traduccién de este articulo se debe a José Emilio Gonzilez. ** Catedratico Auxiliar en el Departamento de Sociologia del Colegio de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, 352 REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES fermo: el menchevique Julio (“Yuri”) Martov (né Julii O. Tseder- baum). De esta manera Lenin hacia posible que Martov saliera de la Unidn Soviética para pasar los pocos afios de vida que le quedaban en Berlin, entonces capital de la Reptblica de Weimar y centro poli- tico de Ja emigracién menchevique hasta que Hitler subié al poder. Desde luego, la intencién de Jruschov era contrastar la “generosidad” de Lenin hacia sus adversarios politicos caidos con el espiritu de ven- ganza de Stalin. El contraste se agudizaba en este caso por, el hecho de que Martov habia sido, después de todo, antagonista politico del bolchevismo por largo tiempo, mientras que las victimas mds eminen- tes del Terror Staliniano salieron’ de las filas de los colegas de Stalin y de los hombres mds estrechamente vinculados a Lenin. La alusién que hizo Jruschov produjo en aquellos dias débiles protestas por parte de aquellos escasos occidentales cuyos conocimientos dé las circuns- tancias en que Martov salid de Rusia no coincidian precisamente con la versién del Primer Ministro, pero tales manifestaciones rapidamen- te se hundieron en el olvido reservado para las referencias historicas oscuras a acontecimientos ocurridos hace cuarenta afios dentro de gru- pos reducidos, No obstante, y aunque fuera como de pasada y bajo Pfesiones conscientes o inconscientes, Jruschov habia sacado a la luz publica de su pais y del mundo un nombre casi olvidado en los anales de la historia de Rusia y de la tradicién marxista. Es un fendmeno curioso, aunque no inexplicable, el de que Julio Martov, el “lider histérico” del menchevismo ruso y uno de.los doc- trinarios mas sefialados del marxismo ruso, no haya sido todavia su- jeto, por propio derecho, de una biografia seria o tema de meditacio- nes tedricas ya sea en el mundo soviético o en el mundo occidental. Ciertamente, este breve articulo no pretende en forma alguna Ienar ese vacio. Naturalmente, de vez en cuando se hace alguna referencia a Martov en las obras clasicas que tratan de la Rusia de comienzos del siglo veinte y de Ja revolucién rusa. Como podria anticiparse, su co- lega “de partido” o “de faccién” (en julio de 1917), el sefior N. N. Sujénov, en su obra The Russian Revolution, 1917, es un poco mds generoso (aunque no mucho més) en sus alusiones al papel de Martov en 1917. A él se refiere como este “viejo, experimentado, muy auto- tizado y popular timonel”, y, luego, como “el engendrador del men- chevismo, su doctrinario incomparable, casi tinico, su jefe mds autori- zado y popular”. El estudio erudito de Leonard Schapiro, The. Origin of the Communist Autocracy, contiene datos valiosos sobre los afios de 1917-1922, mientras que en la obra de Bertram D. Wolfe, Three Who Made a Revolution, aunque enfocada primordialmente sobre Lenin, Trotsky y Stalin, y aunque termine, por desgracia, con el esta- JULIO MARTOV Y LA CRISIS DEL MENCHEVISMO... 33 Uido de la Primera Guerra Mundial, hay material desproporcionado sobre el propio Martov y sobre el antiguo colaborador de Trotsky, Alejandro Parvus. En cuanto a fuentes primarias, la mayoria hay que encontrarlas en el original ruso o en traducciones alemanas, en forma de -folletos, que no citculan desde hace muchos afios, Vale la pena anotar que, hasta donde lo sabe este autor, slo una obra de Martov hha sido traducida al inglés: el folleto titulado The State and the So- cialist Revolution, cuya intencién era contestar, desde el punto de vista menchevique, al famoso State and Revolution. de Lenin. El pan- fleto de Martov fue publicado en los Estados Unidos por una revista socialista de izquierda en 1938:-“The International Review’. Esa re- vista hace tiempo que dejé de existit y no era-muy conocida. ‘También vale la pena anotar que las antologias de articulos, ensayos y libros “marxistas” casi siempre desconocen las aportaciones de Martov, por ejemplo, la de C. Wright Mills, The Marxists, y la de Sidney Hook, Marx and the Marxists, De esta guisa, Julio Martov emerge, si es que uno puede emplear este término en relacién con él, como el auténtico “hombre abandonado” de la experiencia revolucionaria rusa, abando- nado por ambos bandos de la divisoria ideolégica del mundo contem- pordneo. Sin embargo, es preciso admitir, no obstante Ja simpatia que uno pueda sentir hacia Martov o sus enfoques, que él se merece en parte Ja obscuridad donde se halla inmerso. Intelectual rusojudio un poco pedante, cuyo estilo personal y literario era un poco seco, con proce- dimientos mentales sutiles, Martov carecia de la punzante combativi- dad verbal, el sentido de la estrategia y de Ja tactica y la tenaz volun- tad de poder de un Lenin. También carecia de la impresionante cul- tura general, los sorprendentes vislumbres proféticos y la capacidad de autodramatizacién de un Trotsky. Martov no fue un gran lider de -hombre ni un bandeirante ideoldgico, y, sin embargo, se caracterizaba, tanto en lo politico como en’lo personal, por su honradez intima, por su consistencia esencial, por su talento tedrico, y, tal como él. lo per- cibfa, por su profundo y vital compromiso con la tradicién marxista y con la causa del proletariado ruso e internacional. Esto le gand y le retuvo el respeto que el propio Lenin le mostré por toda la vida. Los que estan familiatizados con la propensién de Lenin a atribuir las mas ‘bajas motivaciones a los contrincantes politicos del bolchevismo, apre- ‘ciaran en todo lo que vale el comentario muy bien difundido que. hi- ciera Lenin a Mdximo Gorki en 1918: “Lamento, profundamente la- mento, que Julio Martov no esté con nosotros. iQué espléndido cama- rada fue él! {Qué hombre absolutamente sincero!” Igualmente suges- 1 En espaiiol: El Estado y la Revolucién Socialista. 54 REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES tiva es la observacién de la Krupskaya en 1923, al referirse a la enfer- medad mortal de Lenin: "Dicen que Martov también se esta murien- do”. Pero el fallecimiento de Lenin fue un acontecimiento histérico mundial que culminé en exhibicién publica morbosa en un mausoteo de mdrmol detr4s del palacio-fortaleza del Kremlin. Por contrasts, la muerte de Martov, devastado Pot la tisis y por la miseria, fue una nota necroldgica al calce de la nota mayor de la Emigracién Rusa. En un sentido mds amplio, desde luego, Ja reputacién histérica de Julio Martov encarna la suerte de los vencidos, me equivoco, de los vencidos dos veces, Pues hay que tomar en cuenta no slo que el men- chevismo ruso sucumbié vergonzosamente entre matzo y noviembre de 1917, a manos de sus rivales bolcheviques, sino que el propio Martov, que habia sido el dirigente mas destacado del partido, se encontré, a la hora de Ja verdad histérica y luego de su regreso tras largos afios de destierto en Suiza, se encontrd, repito, esencialmente aislado de la direccién del partido y tepresentando el papel de lider de una minoria despreciada. Esta minorfa concentraba técnicamente dentro del Partido a una faccién de los “internacionalistas mencheviques”, la que se ha- llaba orientada hacia la izquierda, la que se apoyaba en el proletariado y cuyo centro de operaciones era Petrogrado. Cupo en suerte a Martov ser testigo de la disminucién &tadual del respaldo con que los men- cheviques contaban en la clase obrera y el aumento répido de la fuerza proletaria del bolchevismo antes de noviembre de 1917. Puesto que fo tenia control sobre la prensa del Partido 0 sobre los organismos que decidian la politica a seguir, Martov no pudo adoptar contrame- didas eficaces para poner coto a la Marea o para alterar el curso de los acontecimientos. Fue Martov quien en visperas del golpe de estado bolchevique traté en vano de que el “Pre-parlamento” evitara el pe- ligto inminente para Rusia y la Revolucién, al urgir que se adoptara una resolucién por el Régimen de Kerensky, exigiendo que se pusie- tan en vigor inmediatamente sus Ptopias normas, especialmente en Jo relativo a la tierra y la Paz. Fue Martov quien, como lider de un di- minuto contingente de mencheviques de izquierda en el Segundo Con- &teso de los Soviets, el ocho de noviembre de 1917, congreso domina- favoreciendo una coalicién de los partidos socialistas, y esto coinci- diendo, no Por casualidad, con la toma efectiva del poder del estado, atrancindoselo al débil y aislado Gobierno Provisional, Pues bien, los esfuerzos de Martov sélo merecieron el siguiente comentario de Trotsky, obra maestra de la invectiva totalitaria: “jUd, se halla en mi- serable bancarrota! Ud. ya desempefié su papel. ;Vayase ahora al sitio JULIO MARTOV Y LA CRISIS DEL MENCHEVISMO... 33 -que le pertenece: al Muladar de la Historia!” Fue a Mastov a quien ccorrespondié el papel poco envidiable de reorganizar y dirigit un mo- vimiento menchevique apenas tolerado y desmoralizado, después de la Revolucién Bolchevique, bajo el control soviético. Y, finalmente, fue Martov quien, a fines de 1920, con su salud cada dia peor, con Ja -amenaza inminente de la c4rcel o de la ejecucién, en una atmésfera cada dia més severa de represalias antimencheviques, y convencido de que no existian cauces legales, no importa lo inadecuados, para que .se desarrollara una accién politica efectiva y organizada de oposicién en la Unién Soviética, pidié y obtuvo permiso para emigrar de su pa- tria al mundo occidental europeo. En lo esencial, sin embargo, el olvido general en que el mundo scontemporaneo ha tenido a Julio Martov se puede atribuir a dos fac- tores, relacionados el uno con el otro: la falta de un movimiento na- -cional o internacional de convicciones “‘martovitas” ‘que atraiga interés en él o perpettie su memoria y sus doctrinas, y, su relacién ambigua, en el mejor de los casos, o fuertemente negativa, en el peor, con las dos cortientes principales de “‘izquierda’” en el mundo contempordneo. Me tefiero a la Mlamada “‘socialdemocracia” y al comunismo interna- ional. Lo cierto es que la suma de posiciones e identificaciones de Martov durante su vida lo hace vulnerable a malas inteligencias y tergiversaciones, lo cual sirve para excluirlo de practicamente todas las corrientes mas importantes de opinién prevalecientes. Martov fue un socialdemécrata militante y un marxista sin excusas y muy conse- cuente; por lo tanto, ya se puede contar con que en él no estén intere- sados 0 activamente le sean hostiles aquellos que no tienen la inclina- ccién ni la capacidad pata dominar la ideologia marxista; aquellos ya sean “liberales” 0 “conservadores” que estén taigalmente comprome- tidos con el sistema capitalista de la propiedad privada, los que no Jogran percibir matices significativos en la seccién izquierda del es- pectro politico y quienes, ya sea por ignorancia ya por malicia, casi instintivamente hallan una equivalencia entre la tradicién marxista clasica (con su contenido profundamente democratico) y la teoria y Ja practica del actual marxismo-leninismo (né bolchevismo). Por cuan- to Martov es un hombre profundamente radicado en la tradicién de- mocratica, tiene que despertar inevitablemente el menosprecio de la mentalidad autoritaria de la élite tanto de Izquierda como de Derecha. Estos ademas lo desdefiaran caracteristicamente porque en su vida personal no hay virtualmente carisma alguno, por su falta de atraccién apabullante, por su incapacidad para la “simplificacién terrible”, y tal vez, mas significativamente, por su incapacidad para el “éxito” poli- tico, tal como se.concibe. ese “éxito” en términos convencionales de 56 REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES poder politico, adquirido y mantenido, “logros” palpables y recono~ cimiento histérico positivo. Los nacionalistas patridticos de estampa. tradicional miraran a Martov con sospecha por su negativa a sancionar las posiciones de defensa o impetialistas de cualquiera de los bandos. beligerantes o de cualquier potencia en guerra, durante la Primera Guerra Mundial, distinguiéndose en ello Martov de los Idercs del socialismo “oficial” durante el conflicto bélico. En su calidad de diri- gente exiliado durante el Congreso de Zimmerwald, cuando la guerra, Martov, como tantos otros socialistas “de izquierda”, pidid una “paz: democratica, negociada sin anexiones o indemnizaciones”, mientras que rechazaba las formulas de extrema izquierda de Lenin, orientadas. hacia un “derrotismo” ruso y demandando la transformacién revolu- cionaria de la guerra imperialista en guerra civil, es decir, la guerra de naciones en guerra de clases. Ademés, al igual que lo hiciera Lenin un mes antes, Martov permitié en mayo de 1917 que se le transpor~ tara de Suiza al Mar Biltico, de paso hacia Petrogrado, mediante arre- glos con el Alto Comando alemén, en un tren “enemigo” sellado. Pero tal vez la respuesta esencial al problema de la obscuridad histé- tica de Martov pueda hallarse en su relacién ambigua con los dos prin- cipales movimientos de “izquierda” en el mundo modetno, Para los lideres de la “socialdemocracia” occidental, Julio Martov- debe surgir como un fenédmeno politico extrafio y un poco anticuado. Fue un hombre de su propia tradicién que durante toda su vida estuvo- orientado hacia el marxismo, quien se mantuvo fiel a la lucha de- Kautsky contra el “revisionismo” de Eduardo Bernstein, aun cuando. Carlos Kautsky mismo y sus seguidores detivaban —en teoria y en prdctica— hacia el pantano, del “reformismo democratico” y de la aceptaci6n del capitalismo, como lo han hecho Ia mayoria de los des- cendientes del “socialismo democratico”, Desde el punto de vista de- ” un Hugh Gaitskell, un Paul Henri Spaak, de un Guy Mollet, de un. Willy Brandt o de un Giuseppe Saragat, gqué se va a hacer con un hombre que, después de muchos afios de lucha con Jos bolcheviques, tanto dentro como fuera del Partido, propuso en los meses de la Re- volucién un programa que para todos los efectos es paralelo al de- Lenin? ¢Qué se puede decir de un hombre que asumié el papel de- critico agresivo del gobierno “democratico” de Kerensky, pero que a la postre acept6 la Revolucién Bolchevique, el Régimen Soviético y hasta la disolucién de la Asamblea Constituyente, aun cuando los con- siderara lamentables hechos consumados; de un hombre que intenté. funcionar —legal y pacificamente— como un miembro de “la oposi- cién leal” dentro del marco del Sistema Soviético, después de noviem- bre, es decir, fundamentalmente dentro de las instituciones soviéticas, JULIO MARTOV Y LA CRISIS DEL MENCHEVISMO... sw -y los sindicatos, mientras que simultdneamente ofrecia su ‘respaldo po- litico completo al esfuerzo militar soviético en la Guerra Civil; de un hombre que aun durante los dias de su destietro final se negd siempre a asociarse con el anticomunismo militante de la Segunda Internacio- nal revivida? No es, por lo tanto, cuestién de maravillarnos si cuando esos “social-demédcratas” se enteran de los “hechos” (si se enteran), ‘consideren a Martov, en la perspectiva del pasado histérico, como un idedlogo confuso y un poco ingenuo, en el mejor de los casos, 0 como un aliado consciente y dispuesto del liderazgo bolchevique, en el peor. Después de todo, algo tenia que haber en aquello que ocurrié durante los meses revolucionarios, pero antes del golpe bolchevique, cuando ‘un camarada menchevique en una reunién del partido gritd, al ver a Martov: “Ahi.va un futuro ministro del gobierno de Lenin”. Peto lo cierto es que, contrario a la profecia del calumniador,. Julio Martov nunca se convirtié —ni quiso convertirse— en ministro del Régimen Bolchevique. Tampoco su faccién, que en esto se distingue de los mal- hadados “revolucionarios de izquierda socialista”, entré jamas en una coalicién ministerial con los oligarcas comunistas. El menchevismo ruso se mantuvo siempre hasta el final como un movimiento organi- zado, con existencia separada y critica, evadiendo igualmente la ruta seguida por Trotsky y sus secuaces “interdistritales” de agosto de 1917 para unirse con el campamento leninista. Al mundo comunista, Julio Martov aparece como un fendmeno enigmitico y ambivalente. Apenas si se le puede descartar como mera- mente un menchevique mas, “pequefio burgués transigente” u “opor- tunista”. Se le ve moverse a mitad de camino hacia la Ola del Futuro Leninista pero entonces se detiene, rehusando comprometerse com- pletamente por razones inexplicables para la mentalidad totalitaria. Desde el punto de vista psicolégico es interesante que Leén Trotsky, quien tantas simpatias sintié hacia la Revelacién Freudiana, en su épi- ca Historia de la Revolucién Rusa acometa contta tantos molinos de viento, hace tiempo olvidados, y sin embargo no considere oportuno mencionar, ya que no analizar, las doctrinas propuestas por un hom- bre que, como él mismo lo habia hecho, estuvo por tanto tiempo aso- ‘ciado con el mundo politico del menchevismo de izquierda. El comu- nista norteamericano John Reed, enterrado ahora en lugar de honor en la Muralla del Kremlin; en su crénica dramatica de Ja Revoluci6n Bolchevique, Diez dias que estremecieron al mundo, se refiere a la faccién de Martov (“los internacionalistas mencheviques”), como “el ala radical de los mencheviques, internacionalistas y opuestos a toda ‘coalicién con Jas clases propietarias, y, sin embargo, poco inclinados ‘a romper con los mencheviques conservadores y opuestos a la dicta-

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