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El conocimiento como bien público vs.

privatización del
conocimiento
El primer gran problema ético al que se enfrenta la aproximación al
ideal de una sociedad del conocimiento es que ésta supondría lograr
que el conocimiento estuviera al alcance de todos, que se convirtiera
en un bien público por excelencia, patrimonio de la humanidad. El
problema frontal que ello implica consiste en hacer compatible el
derecho universal de acceso a la información con los derechos de
propiedad intelectual e industrial. Además, implica que se redefinan
con claridad las reglas nacionales e internacionales de acceso a la
información, y se establezca qué tipo de conocimientos debe ser de
dominio público, y qué información puede estar reservada por
razones de seguridad o de protección de derechos individuales, como
la privacidad.
3
Causality and resemblance: medieval approaches to the explanation of nature 7

3 La mayor parte de este trabajo es una discusión de algunos de los


escenarios sobre el futuro de la sociedad del conocimiento previstos en este
informe.
4 UNESCO, Hacia las sociedades del conocimiento, p. 53.
5 Manuel Castells define la información como “datos que han sido
organizados y comunicados”; el conocimiento, según la definición de Daniel
Bell: “Un conjunto de formulaciones organizadas de hechos o ideas que
presentan un juicio razonado o un resultado experimental transmitido a
otros por un medio de comunicación de forma sistemática”. Ibid., p. 230.
6 La metamorfosis de una información en conocimiento requiere el dominio
de competencias cognitivas, críticas y teóricas; y supone un trabajo de
amplia reflexión, así como su discusión y verificación en una comunidad
específica de saber, como las científicas. No obstante, si el conocimiento
no se transforma fácilmente en mercancía, sí es posible mercantilizar la
actividad de investigación y subordinar el trabajo científico, como un
insumo más, para la producción de bienes de utilidad.
Ahora bien, como lo señala el informe prospectivo de la UNESCO
Hacia las sociedades del conocimiento (2005)3, “es impensable una
sociedad del conocimiento que no esté basada en la libre circulación
de los conocimientos —comprendida la circulación entre el Norte y el
Sur, sean cuales fueren los obstáculos existentes—, [pero] tampoco
cabe pensar en una sociedad exclusivamente basada en una cultura
de la gratuidad, porque no hay sociedad sin actividad económica”.4
La información es un bien que sirve para producir muchas otras
mercancías (es un bien de capital). Posee características que le
confieren el estatus de cualquier otra mercancía en el mercado: se
puede almacenar, guardar, empaquetar, distribuir, y desde luego,
valorizarse; por eso se puede tener propiedad sobre ella o enajenarla.
Lo que se comercia en el mundo actual no sólo son los datos puros,
sino los medios, mecanismos o vías de acceso a la información como
los “motores de búsqueda” o bases de datos.
Por el contrario, el conocimiento5 no se puede transformar fácilmente
en mercancía, pues implica un proceso cognitivo mucho más
elaborado que el recibir o acaparar información.6 Sin embargo, en
muchas ocasiones la producción del conocimiento depende del acceso
a fuentes confiables de información. Por otro lado, el conocimiento
no es un bien exclusivo: a partir del momento en el que entra en el
dominio público, su uso
4
no rivaliza con que otros también lo empleen al mismo tiempo. No
expira, sino que se mantiene e incrementa al paso del tiempo, si una
comunidad lo preserva y cultiva.
El caso de la propiedad intelectual en el ámbito del desarrollo
tecnocientífico es uno de los más problemáticos, pues implica un conflicto
entre el derecho a la propiedad intelectual y el derecho público a la
información y a obtener beneficios del conocimiento tecnocientífico.

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