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Primera edición 2017

SAFE CREATIVE
Identificador Código de registro: 1710294670948
Fecha de registro: 29-oct-2017 18:22 UTC
Licencia: All rights reserved
Autor: Jesús María CASTELLS NAVARRO
Alias: Doktor Castells
Diseño de Portada: Nacho González González
Maquetación: Alejandro Capparelli
Corrector de Textos: Marta Aparicio y Billy Manville
Fotografía: Marta Aparicio
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización de los titulares del
“Copyright”, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento mecánico, electrónico, actual o futuro,
comprendiendo la reprografía y el tratamiento informático y la
distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o
préstamos públicos.
La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de
delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código
Penal).
Para mamá.
Índice

PRÓLOGO DE EUPREPIO PADULA


EMPRENDER A HOSTIAS Y CON MUCHO CORAZÓN
DECLARACIÓN DE INTENCIONES
CAPÍTULO 1: NO ME QUITAN LA ILUSIÓN.
CAPÍTULO 2: HAY QUE ECHAR MONEDA.
CAPÍTULO 3: ¿ME AYUDAS?
CAPÍTULO 4: MI SOCIO Y YO.
CAPÍTULO 5: PERROMARKETING.
CAPÍTULO 6: LA SOLEDAD DEL EMPRENDEDOR.
CAPÍTULO 7: ZAPATERO A TUS ZAPATOS.
CAPÍTULO 8: LA TRAVESÍA DEL DESIERTO.
CAPÍTULO 9: PÉGATE A MÍ.
CAPÍTULO 10: NIÑAS ¡AL SALÓN!
CAPÍTULO 11: EL EMPRENDEDOR Y LA TIERRA.
BUSINESS ANGELS.
CAPÍTULO 12: BE WATER.
CAPÍTULO 14: LA MONTAÑA RUSA.
CAPÍTULO 15: “KEEP CALM” & RECMEMBER ME.
CAPÍTULO 16: EL VERDADERO DINERO / EL
SECRETO / LO QUE VALE DE VERDAD.
CAPÍTULO 17: #ELPREMPRENDEDOR.
CAPÍTULO 18: YO, TAURO.
CAPÍTULO 19: LA STARTUP Y EL CEO.
CAPÍTULO 20: ÉCHALE HUEVOS.
CAPÍTULO 21: TENGO UN PLAN / ME ENCANTA
QUE LOS PLANES SALGAN BIEN...
CAPÍTULO 22: EL MENTOR / LA DECISIÓN.
CAPÍTULO 23: ANDANADAS DE HOSTIAS
CAPÍTULO 24: PORQUE YO LO VALGO
CAPÍTULO 25: LA MUERTE NO ES EL FINAL.
CAPÍTULO 26: SU ABRAZO.
CAPÍTULO 27: EMPRENDER CON CANAS.
CAPÍTULO 28: ¡SALTA, HIJO, SALTA!
CAPÍTULO 29: LA PELÍCULA DE EMPRENDER.
CAPÍTULO 30: LOS AGRADECIMIENTOS Y
TESTIMONIOS.
Prólogo de Euprepio Padula
Presidente de Padula & Partners
Emprender a hostias y con mucho corazón
Jesús es una de estas personas que no puedes dejar de escuchar
y de ver. Te entra por su empatía, desgarrada autenticidad y ese olor
fuerte a “ganas de comerse el mundo y ser feliz”. Nos conocimos
porque, entre las miles de personas que todos los días se cruzan por
mis redes sociales y reuniones, encontró una ventana abierta y entró
en mi empedernida curiosidad de conocer gente que vale la pena,
buena gente en definitiva.
“Emprender a hostias” NO es un libro, es un grito desesperado y,
a la vez, soñado de un momento vital duro pero a la vez retador. Una
de esas etapas en las cuales te pones en discusión para reinventarte
completamente cuando, de repente, de ser un directivo triunfador te
enfrentas a buscarte la vida porque estás en el paro.
Pero emprender NO es fácil. Todo lo contrario, es uno de los
grandes errores que he visto repetir en las carreras profesionales de
muchos directivos de éxito. Hay muchos ejemplos conocidos y
anónimos de ejecutivos de primera fila que deciden en un momento
de su carrera profesional convertirse en empresarios. Por esta razón,
en este prólogo, he decidido hacer una pequeña reflexión del porqué
a mucha gente, a muchos directivos, le llega en un determinado
momento la llamada de ponerse a montar un empresa, del porqué
muchos fracasan y cuáles son los secretos del éxito que yo deseo de
todo corazón que Jesús tenga…. ¡se lo merece!
Las razones por las que muchos ejecutivos toman la decisión de
convertirse en empresarios son muchas.
Algunos lo hacen porque, después de muchos años trabajando
en puestos de relevancia, son despedidos con indemnizaciones muy
generosas. Cuando llegas a la primera línea, a ocupar puestos de
Consejero Delegado, Director General o Presidentes encontrar nuevos
proyectos tan retadores como los anteriores no es tarea fácil. Siempre
digo a los candidatos que se encuentran en una situación parecida
que, cuanto más arriba se llega, más complicado es encontrar nuevas
oportunidades. Está claro que los puestos de primera línea son muy
pocos.
Para los profesionales que no encuentran un buen puesto
directivo y se encuentran con el bolsillo lleno, es una gran tentación
buscar fortuna como empresarios.
Luego tenemos los que llamo "Paperone Insodisfatto", "Tío Gilito
insatisfecho", es decir, los que no llegan a estar satisfechos nunca con
el nivel de remuneración alcanzado en la empresa privada. Su avaricia
les lleva a pensar que montando un proyecto empresarial propio
pueden crear esa fortuna que supuestamente no han conseguido.
También están los empresarios "Ciegos emocionales", que es la
categoría que me he encontrado con más frecuencia. Son directivos
que no se conocen muy bien y tienen una visión de sí mismos y de sus
propias capacidades completamente distorsionadas. Es decir,
sobreestiman sus capacidades y confunden las cualidades que
necesita un empresario con las que se suponen a un buen ejecutivo.
Y también están los que podríamos definir como "Empresarios de
cuna y pañales", los que vienen de familia de empresarios. Esos
profesionales que plantean su carrera directiva como una etapa de
preparación para dar el gran salto, el supuesto estrellato, a saber: ser
dueños de grandes empresas, convertirse en creadores de un
“imperio”. Para muchos montar su propio negocio es otra de las
etapas que aparecen en el guion de la vida.
La pregunta es: ¿Cualquier buen ejecutivo puede ser un
empresario de éxito?
La respuesta es un NO rotundo. Para empezar, no se debe
confundir ser emprendedor con ser empresario. Son dos conceptos
diferentes.
En los últimos años, y más desde 2007 con la llegada de la crisis,
el término “emprender” está de moda. En muchas de las descripciones
de puestos que recibo por parte de mis clientes a la hora de
seleccionar un Director General o cualquier otro perfil directivo, una
de las cualidades que más se piden es que el candidato sea
"emprendedor". Es tal el uso que se hace de esta palabra que muchos
asocian “emprendedor” a “empresario”. Cuando alguien me comenta
de su decisión de ser empresario suelo preguntar si sabe que es el
emprendimiento, si la persona de turno está preparada de alguna
forma para ser empresario o, al menos, si ha reflexionado aunque
fuera por un instante sobre sus propias cualidades para crear una
empresa. Por supuesto, la respuesta suele ser confusa y superficial, y
casi siempre denota que no se ha detenido a pensarlo.
Una consulta al Diccionario de la Real Academia despejará
nuestras dudas:
Emprender: Acometer y comenzar una obra, un negocio, un
empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro.
Es decir, cualquiera que comience cualquier proyecto, sobre todo
si conlleva un determinado riesgo, es digno de ser llamado
emprendedor.
El emprendimiento NO es una profesión, sino una actitud, una
necesidad de mejorar, de ponerse en discusión, de buscar nuevos
horizontes. Existen emprendedores que no son empresarios, que
nunca lo serán ni quieren serlo. Y existen empresarios que no son
emprendedores. Seguro que podemos encontrar un ejemplo de cada
uno en nuestro entorno. Cuántas veces nos hemos encontrado con
directivos de empresas que, a pesar de no tener esa responsabilidad,
han hecho de la innovación una clave de su trabajo, profesores de
masters o simples maestros que, pese a ser asalariados, no dejan de
innovar en sus clases. La innovación es parte fundamental de las
empresas modernas y, por lo tanto, uno de los requisitos más
importantes para muchos puestos directivos. Por el contrario, hay
muchos empresarios acomodaticios, dormidos en los laureles, y cuya
falta de iniciativa aboca a sus empresas al fracaso.
Desde que empezó esta crisis interminable, que se supone ahora
se ha acabado, se nos dice todos los días que para salir de ella
necesitamos una mentalidad emprendedora. Pero esto no significa
que todos podamos o necesitemos crear nuestra propia empresa. Es
mucho más simple. Significa que debemos pensar de manera
constructiva, creativa, afrontar los problemas cara a cara y no confiar
nuestra suerte a terceros. Significa que, si algo no nos gusta, tenemos
que trabajar para cambiarlo. Cada vez que nos dirigimos a los jóvenes
y le pedimos que cambien de actitud y que traten de ser más
emprendedores, no los estamos invitando a montar empresas:
sencillamente queremos que sean más proactivos, más creativos, y
que se enfrenten con valor a la situación.
Una de las mayores frustraciones de esta crisis para los
profesionales que, como nosotros, se dedican a la búsqueda de
directivos y que colaboramos con las empresas en la gestión del
talento y de la excelencia empresarial, ha consistido en habernos
enfrentado día a día con la falta de directivos emprendedores que
supieran enfrentarse a los problemas buscando soluciones e
innovando. Muchos están esperando todavía que el Gobierno, la
Unión Europea o Dios nos saquen de la crisis o de la mala situación de
su empresa. Y eso, a pesar de que se trata de profesionales muy bien
pagados y que están ahí precisamente para innovar, no para seguir a
la espera. Mi punto de vista es que en las empresas actuales no nos
podemos permitir contratar a directivos que no sean emprendedores.
Es probable que esta moda de usar la palabra emprendedor para
referirse a alguien que ha montado su empresa esté más relacionada
con el hecho de querer evitar las connotaciones negativas con las que
la sociedad ha estigmatizado el término empresario. Todos tenemos
en la mente ejemplos dramáticos de empresarios que no eran tales,
sino más bien unos timadores. Personajes como Gerardo Díaz Ferrán,
Antonio Camacho, Jesús Gil, Mario Conde, Javier de la Rosa y un largo
etcétera han pasado en algún momento por la cárcel por estafar a
clientes, robar dinero, destrozar empresas y vulnerar los derechos de
los trabajadores, enterrando bajo toneladas de estiércol los mínimos
valores que deben regir cualquier empresa. Estos personajes nos
llenan de vergüenza a todos los que hemos montado nuestro negocio,
que muchas veces nos vemos estigmatizados precisamente por la
mala imagen que ellos han contribuido a difundir con sus malas
prácticas.
La realidad es que la mayoría de los directivos que se aventuran
a montar su proyecto fracasan de forma estrepitosa. No siempre el
haber conseguido llegar a lo más alto en la empresa de otros
garantiza el éxito como empresario. La figura del empresario es, por
definición, la de un individuo con suficiente visión y capacidad de
liderazgo para conseguir que el capital invierta en él. Para poder
ejercer el rol de empresario, un directivo debe tener actitud de
emprendedor, ser estratega en la gestión de recursos, tolerar bien la
incertidumbre y la soledad, poner el foco en la cuenta de resultados y
fijar bien las prioridades de la empresa. Además, debe de tener
inquietudes, disfrutar y fijarse objetivos a largo plazo, aunque también
ser una persona audaz, independiente y poder ejercer liderazgo
carismático.
Y no todo el mundo dispone de estas cualidades y habilidades,
incluidos aquellos que han sido ejecutivos de éxito.
Con Jesús ya he hablado muy claro de todo esto y este libro en
cierto sentido viene a ser una especie de Biblia muy atea y algo
blasfema de lo que hay que hacer para que te vaya bien
emprendiendo y de las HOSTIAS que te llevas. Emprender es duro,
durísimo porque en casa te esperan tus hijos, tu pareja, tus cuentas a
pagar y el sentimiento de vacío, de soledad, que muchas veces te
entra es tremendo. Las ambiciones y los sueños muy a menudo se
mezclan con sensaciones negativas y con un miedo infinito.
Para que se tenga éxito emprendiendo es importante además
escoger los momentos más idóneos para que el directivo se plantee
dar el salto. Tener un proyecto y sentirse con la capacidad, confianza e
ilusión de liderarlo, aspirar a la independencia profesional o, en
muchas ocasiones, estar desempleado estimulan el deseo de ser
empresario. Tener experiencia en un determinado sector y los cambios
accionariales de empresas pueden igualmente hacernos ver que es un
buen momento para tomar esta decisión. Pero no siempre son razones
suficientes para hacerlo. En fin, hay muchas, muchísimas cualidades
necesarias para ser un buen empresario, y muchas circunstancias
idóneas para tomar la decisión. Sin embargo, haber tenido una carrera
profesional exitosa no siempre es suficiente garantía de triunfo.
Jesús si triunfará como empresario porque es su momento,
porque tiene ganas y porque le sobran ideas y sentido común.
Leer su libro porque en estas páginas vais a encontrar: pasión,
energía, dolor, amor y ganas de vivir.
Es un libro que tiene como protagonista la resiliencia y la
valentía. Un libro que vomita emociones y te llena de sensaciones. Este
libro es su autor en estado puro. Este libro es como un suspiro dado
en medio de un atasco interminable, donde lo único que ves es el
pedazo de cielo que ves por la ventanilla fumando un pitillo.
Declaración de intenciones

—Mamá, mamá, escucha ¡escucha! ¡ESCUCHAAA! Una de las


acepciones vulgares y malsonantes de la palabra hostia es golpe.
Vamos, que te den una bofetada. Es ese el significado del título, sin
ánimo de ofender los oídos de personas piadosas y de buen gusto
como vos. Y, por supuesto, mucho menos ofender a Dios. Es que
cuando emprendes algo en la vida te dan una somanta de palos y era
eso lo que yo quería que reflejara el título... Así que no te enfades, que
no va por el lado malo. ¿Vale? Ya no lo digo más. Palabrita del niño
Jesús.
Y además he hecho una encuesta en Facebook para ver qué
título les gustaba más a mis amigos y ha salido este. Y yo, Mamá, me
debo a mi público, a mis seguidores y a mis incondicionales fans... Sí,
sí, y si me dicen que me tire por un puente, yo voy y salto.
Me hubiera o hubiese gustado mucho empezar este libro
diciendo... Y un buen día lo dejé todo y me fui a perseguir mis sueños.
Suena fabuloso. Dejé mi trabajo y decidí arriesgarme en el proyecto de
mi vida. Dejé mi agradable zona de confort. Empecé a trabajar para mí
mismo y dejé de trabajar para otros. Fue una decisión consensuada
con mi mujer... y di el salto.
Pero la realidad es que fui obligado. Me sacaron sin anestesia de
mi confortable rutina de la cuenta ajena ("josdeputaaa!!"). Y ya
puestos, digo yo, ¡qué más da! si lo elegí o me lo eligieron. ¡Qué más
da! si yo creo en el destino... A lo mejor alguno de mis ángeles ha
provocado esto en el tiempo y me ha hecho un regalo. Y desde aquel
maravilloso día, no he parado de darles las gracias.
Tengo un handicap no superado temporalmente pero, por lo
demás, de verdad que me veo más joven, me río incluso varias veces al
día, lo veo todo de colores y hago el amor con más frecuencia que
Rocco Siffredi. He vuelto a ser aquella persona que hacía años que no
veía en el espejo. Todos los días me tiro un beso. Hay días que creo
que soy un "pelín" inconsciente, pero esta nueva etapa lleva un
apellido y es: ilusión.
He decidido ocuparme de las cosas importantes. Mi mujer y mis
hijos. Mi familia, mis amigos. Las personas a las que quiero y las que
me quieren, vamos. Quiero pasar tiempo con "personas humanas" que
me hagan reír, que se rían conmigo y de mí, quiero invertir mi tiempo
con personas que me enseñen, que me aporten, que sumen, que
merezcan la pena...
He decidido ser mejor (si cabe, ¡jeje!). Mejor persona. Mejor
marido, mejor padre, mejor amigo, mejor hermano, mejor
profesional... y para eso he decidido ser honesto conmigo mismo,
amable, bondadoso, generoso... básicamente hacerme dueño de mi
vida y pilotarla como yo quiero, no como quieren otros. Quiero ser yo,
mí, me, conmigo y sentirme orgulloso de mí mismo. Quiero mirarme al
espejo "every single day" y reconocerme, que no es poco. Le voy a dar
una oportunidad a mi lado emprendedor, a mis ideas, a mis sueños.
Voy a construir mi castillo de arena, pero no en las nubes, sino en la
tierra. Aunque ya vislumbro que voy a besar y morder el polvo de la
arena en más de una ocasión. ¡Porque yo lo valgo! Quizás me tenga
que demostrar que puedo hacerlo, no lo sé, pero me apetece.
¡Quiero emprender! ¡¡¡Joooooooder, qué miedo!!! ¿Cómo se
hace? Pues eso, vas a emprender como yo te diga, ¡a golpes! La
primera vez y sin experiencia, ya se sabe... la letra con sangre entra. Yo
era uno de esos que durante gran parte de mis vacaciones estivales,
navideñas, de semana santa, todos los puentes y cualquiera de las
fiestas del calendario, pensaba que no podía seguir así.
Cada vez que tenía un minuto de ocio, quería seguir en ese
estado placentero, pero ya de por vida.
¿Qué tengo que hacer para hacerme rico, famoso o al menos
libre? (En ese orden de prioridad). Todo el día dándole a la pelota,
discurriendo, como dice mi amigo Martín, y maquinando ideas que no
se le habrían ocurrido ni al mismísimo Steve Jobs. Craso error.
Abandoné las ideas geniales y me centré en mirar negocios
emergentes. Como el videoclub en su día... miré un supermercado
ecológico, un centro de depilación para hombres, un spa urbano...
miré unas cuantas franquicias y lo vi claro. Vamos que no lo vi. Solo
veía los riesgos. ¿Gestionar mil referencias perecederas? ¡Si no soy
capaz de encontrar un yogourt en mi nevera que no esté caducado!
¿Cuántos pelos tendría que extirpar para pagar aquella máquina láser?
¿Y si se estropea el láser a quién llamo? ¿A Darth Vader? Que dicen
que vale más el láser que la nave entera. Y ¿lo del spa? Ya sería un
Reptiliano, un anfibio humanoide líder de alguna secta de teorías
conspiratorias modernas. Oye, dicen que será la evolución de una raza
inteligente en el planeta Tierra. Todo el día al remojo. ¡A tomar por
culo!
Y como si de una aparición divina se tratase leí el siguiente tuit
inspirador en una calurosa noche de insomnio: "Zapatero a tus
zapatos". ¡Qué profundo! Que aunque el dicho se refiere a que no
opines de lo que no sabes, yo lo aplico al mundo que nos ocupa y
tuiteo "Emprende de lo que sabes". Pero vamos, que ni puto caso. Que
a ver si vas a ser tú la excepción que confirma la regla. Porque en esto
de emprender otra cosa no, pero reglas vas a ver más que en el
backgarnmon. Todo maestrillo tiene su librillo. Y como segundo libro
de la saga, mi intención no es enseñar a nadie ¡Dios me libre!, sino
hacerte reír un rato y de paso contarte mi historia de joven
emprendedor. Bueno... de emprendedor a secas.
Capítulo 1.
No me quitan la ilusión.

Así, sin exagerar, aproximadamente el 99% de las nuevas


empresas fracasan antes de los cinco primeros años. No hay que ser
un lince ibérico para ver que aquí hay algo que no funciona. Esto es
para abrir boca. ¿Cómo se te queda el cuerpo? La verdad es que son el
80% las que presentan quiebra técnica durante el primer quinquenio,
pero seguro que hay muchas que están quebradas y no lo saben (y
otras que no lo hacen saber... ¡¡Jenarooo!!).
Cuando uno va a emprender su propio negocio y se topa con
este tipo de estadísticas "cenizo", una de dos, o es un insensato o un
inconsciente. O una mezcla de ambas. ¿A quién, en su sano juicio y
con un mínimo de amor propio, no le afecta este ingente número de
fracasos? Espera, espera que ahora viene lo bueno. Los gurús te dicen:
"El fracaso es necesario para conseguir (algún día) el éxito." ¿Te tienes
que quedar sin crédito para poder echarle la culpa a otro? ¿O se la
echamos a la crisis? La lista de excusas será más larga que un día sin
pan, pero ¿de qué vale si te has quedado sin blanca?
Lo entiendo... pero ¿quién te dice a ti que vas a ser uno de los
que se salven de la quema? Es más probable que te toquen los
Euromillones o que te caiga una herencia de un tío lejano de
Wisconsin. Y centrándose en uno mismo, ¿tengo que pegarme ocho
fracasos para que me salga uno bueno? Es que, a lo tonto, llevo
madurando la idea más de dos años y si necesito otros tantos por
fracaso, me veo dieciséis años emprendiendo a troche y moche para
ver la luz algún día. Y estamos hablando de una media aritmética, que
es muy probable que algunos no den nunca con la piedra filosofal. Por
eso debe de ser que los únicos que acometen tamaña hazaña son los
noveles, por eso les llaman los jóvenes emprendedores, porque
cuando llegan a los cuarenta ya están arruinados hasta las trancas y lo
que ganan con el éxito lo utilizan para pagar las deudas acumuladas
de dieciséis años de penurias... y eso en el mejor de los casos. No lo
veo.
Y si empiezo a emprender a los cuarenta... ¿qué hago? Me van a
llover las hostias. Lo veo venir. No habrá jubilación para los malditos
emprendedores.
Ahí va a estar el éxito, en no desesperar entre fracaso y fracaso.
(Además de no gastar, claro). ¡Ya lo tengo! Voy a empezar con ideas
de mierda, para ir aprendiendo (eso es lo que dicen que se hace en
este modelo del fracaso continuo) y así no quemar mi idea original (la
fórmula mágica), la que yo creía que no se le había ocurrido a nadie y
nada podría superarla.
Así no hay quién se tire a la piscina. Con estos ánimos, mejor
apaga y vámonos. Por no hablar de los incondicionales, profesionales
arruina ideas, que se dedican a vaticinar tu fracaso como si fuesen
santurrones agoreros del emprendimiento. Coño, ¡si es fácil decir que
vas a fracasar! Si ocho de cada diez cascan, repito, de media.
Yo creo que todo esto que cuentan es mentira. Lo hacen para
joder y para que desistas. Y no sé muy bien porqué. Y uno va y se lo
pasa por el mismísimo forro de los cojones. ¿Sabéis por qué? Porque
cuando uno tiene una idea y decide ponerla en marcha, toda esta
mierda "holocáustica" se la suda. Así, sin más. Uno se cree invencible,
indestructible, inalcanzable y todos los "in-" y "-ble" que se os ocurran.
Nada puede parar la ilusión que tiene alguien que emprende. Ni tus
padres, ni tu familia, ni el amigo, nadie te puede parar. ¡Eres muy
fuerte! Vuelves a ser ese tren de mercancías (un poco descarrilado en
este caso) de cien mil toneladas que marcha a más de 250 km/hora.
¡Que no se ponga nadie por delante!
Uno cuando empieza algo en su vida normalmente tiene mucha
ilusión. El colegio, la universidad, el primer trabajo... y luego con el
tiempo, se le pasa. Pues esto no es nada comparado con la ilusión que
tiene un emprendedor. Es como si la multiplicases por diez y su efecto
no diluye. Así que, cuando te llega el momento, uno se da el gran
"hostión", que es una versión ampliada con mucha dosis de ilusión
maltrecha. Y el aterrizaje es del tipo forzoso. Lo que viene siendo
desagradable, vaya. Pero da igual, en eso ni se piensa.
Y aunque uno lo sabe, o se lo han hecho saber, se empeña con
más ahínco y tesón. Yo no sé qué nos pasa por la cabeza, pero uno
quiere que su proyecto salga adelante sea como sea y,
probablemente, esta tozudez sea necesaria para poder salvar todo
tipo de obstáculos y desalientos que te ponen en el camino. Lo llaman
determinación.
Ahora bien, la sensación es embriagadora y además yo diría que
engancha. Te crea mucha adicción. Cuando uno emprende no hay
horas en el día, no hay pensamiento fuera del acto emprendedor, cada
acción va hacia el mismo objetivo, nos volvemos endogámicos y pelín
"coñazo", hay que reconocerlo. Pero es así, uno pone todo su ser y su
empeño en que salga algo adelante y le llevan caballos de pasión por
la senda inhóspita de la creación. ¡Uy! Qué cursi me ha quedado. Pero
este debe ser uno de los motivos por los que el autónomo nunca
enferma. No tiene tiempo para ponerse malo y no entra dentro de sus
planes. ¡No hay dolor! -que diría Rocky Balboa.
Esa esperanza bien canalizada es una fuente inagotable de
energía que nos ayudará en el proceso creador. Lo mejor es no dejar
que desborde, pues se pierde sin conseguir nada a cambio. Es como
cuando tu cuerpo necesita vitaminas, uno asimila hasta el grado
máximo y por mucho que uno ingiera más, no hace ningún efecto. El
cuerpo la elimina. Así que lo mejor es ir "sobrao", pero no demasiado.
La ilusión, al igual que la felicidad, se contagia. Si tienes la suerte
de contar con colaboradores, ya sabes, contágiales lo bueno.
Recuerdo con horror cuando David y yo fuimos a la Ventanilla
Única, en la que, hipotéticamente, simplificaban todo el proceso de
creación de la empresa, en un solo sitio. ¡La madre que los parió! Nos
dieron tantas instrucciones escritas en una fotocopia de un diagrama
Pert que, al salir, nos miramos a la cara incapaces de reproducir los
pasos que había que dar. Era un bucle infinito... y nos "despollamos"
de aquel sencillo trámite, como dos pre-adolescentes. Creo que lo
vamos a enmarcar. Pues eso, que para contrarrestar todo el apoyo que
te dan para crear una empresa hoy en día (y eso que dicen que ha
mejorado mucho), Dios nos dio ilusión a cascoporro.
Si ves a un loco en el atasco del lunes cantando y contoneándose
en su coche, soy yo. La ilusión no te la quitan así como así.
Capítulo 2.
Hay que echar moneda.

Miguel Ángel me transmitió un buen consejo que le dieron a él


antes de empezar: "Hay que echar moneda". Es imposible que te
toque sin jugar, sin echar moneda. Me pareció muy gráfico y visual.
Hay que dar el paso. Un día hay que dejarse de planes, de ideas
magníficas, de power points, de excel hipervinculados y pasar a la
acción.
Nunca será el día indicado para los perfeccionistas, pero es mejor
dar el paso con un 75% del proyecto, que no dar el paso hasta que
esté 100% perfecto. Al final la perfección conduce a la parálisis.
Arranca, trata de arrancarlo por Dios! -te diría Moya, el copiloto de
Carlos Saínz. Luego, ya si eso... se corrige sobre la marcha. ¡Qué es
mucho más divertido! ¡A gozar! ;-)
El cementerio está lleno de ideas estupendas y de planes
maravillosos. Lo que se necesita en un momento determinado es
echar a andar. No hace falta correr al principio o sí, depende, pero lo
que es impepinable es que hay que empezar.
El primer paso seguro que no te lleva donde quieres ir, pero te
saca de donde estabas. Este es ya el primer éxito. Seguro que llevabas
mucho tiempo madurando la idea, analizando competencia, viendo
oportunidades y riesgos, asesorándote, dejándote aconsejar, pros y
contras... pero el día que te pones "live", "on air" qué coño "en vivo",
suena mejor, ese día es un punto de inflexión en el que entras a
formar parte del selecto club de los que hacen. Los que llevan a cabo
las cosas. Da igual si bien o mal. Los que crean. Los que emprenden. Y
eso, amigos, es muy grande. ¡Es un momento ENORME! Enorme, va a
ser la galleta -piensas- pero que no se note que te tiemblan las
piernas y, mucho menos, se te ocurra decir que tienes miedo con voz
temblorosa.
Ya estás en el abismo, ¡has saltado! Ya no puedes vacilar. Ahora
solo a mirar para adelante. Ya te vaticinaron que no te lo iban a poner
fácil, pues ¡¡venga!! Te armas con los protectores esos que usan los
que entrenan a los boxeadores y a recibir y encajar mientras, tú
repartes también, a diestro y siniestro. ¡¡¡¡¡¡Vaaaaaaaaaamos!!!!!! ¡¡¡La
fuerza está contigo, joven Skywalker!!!
Últimamente me viene mucha gente a pedir consejo. Yo no sé
por qué. Se creen que soy un gurú o algo de eso. Cualquier día me
visto de Carlos Jesús y empiezo a hacer eso de ¡¡fiu, fiu!! (omitir los
chistes del parecido razonable, ¡cabrones! y tú, Raquel, ¡¡ni se te ocurra
hacer mención, que te conozco!!).
El caso es que me cuentan su proyecto (alguno quiere que le
firme un documento de confidencialidad -qué buena es la ilusión) y yo
les escucho atentamente. Como buen crítico y entendido, solo me
atrevo a decir "Me Gusta" -como en Facebook. ¿¡Quién, coño, soy yo
para juzgar la idea de nadie!? Yo, por mi parte, muy agradecido de
verdad. Pero no me siento ni mínimamente capacitado para evaluar la
idea. Y me atrevo a decir que muy poca gente está autorizada para dar
un veredicto razonable. ¡Pero allá ellos!
Yo creo que vienen a mí a buscar simplemente "apoyo".
Necesitan de alguien que haya pasado por un proceso parecido, que
les aliente y les quite el miedo que todo emprendedor tiene y que es
lo más normal. Se la está jugando. Y yo aquí ya no escatimo en
elogios. Le doy todas mis bendiciones, le digo que la idea me parece
cojonuda (que lo único que me extraña es que no se me haya ocurrido
a mí), que "palante, que palante". Hombre, si veo algún error de bulto
le prevengo, pero es que cuando uno decide contarle algo a alguien -
que no sea recostado en la barra de un bar tomando el tercer gin-
tonic- ya lo ha pensado mucho. Y esa persona solo necesita ánimos,
poco más. ¡¡Ánimo valiente!! (y a veces uno se tapa los ojos...)
¡¡Ánimo!! ¡¡Salta!! Que uno lo que necesita no es que le revisen el
excel, que para eso ya les han acelerado, que lo que necesita es ver
qué personas de carne y hueso, un día sin más, dieron el paso. Y
siguen vivas, y siguen empujando.
¿Y qué es lo peor que te puede pasar? Yo creo que esta frase
macabra te ayuda mucho a contextualizar el tamaño del revés que uno
está dispuesto a soportar. Que al final es una cuestión de dinero.
¿Cuánto vas a arriesgar? y sobre todo ¿Qué pasa si lo pierdes? y más
importante ¿Has pensado qué más puedes perder si te va como el
culo? Lo de la responsabilidad solidaria y subsidiaria. Acotar el riesgo,
ya sea mucho o poco, dependerá de cada uno, ayuda a dar el paso. Y
lo peor que puede pasar es que lo pierdas todo (evitar las deudas que
le lastran a uno de por vida es muy importante en esta fase...) y te toca
volver a empezar.
Y ahí está el otro éxito. El de aprender, aunque sea a hostias, que
es mucho más caro que aprender de los libros, pero suma puntos. ¡Ay
amigo!, lo que me temo es que ningún libro te dirá la verdad absoluta
de lo que pasará con tu proyecto. Existen tantas variables distintas que
me atrevo a decir que no existe el libro que te saque las castañas del
fuego, en esto de emprender. El libro lo vas escribiendo tú, como lo
estoy escribiendo yo en este mismo momento. Luego ya, dentro de
unos años, veremos si fue best seller o fiasco del frasco, carrasco.
Lo único que sí te puedo avanzar es que la experiencia es como
una vida dentro de una vida. Me explico, es tan intenso que es como si
se te doblara la personalidad y vivieras dos vidas a la vez. Una dentro
de otra. Muy fuerte. Nace, crece, se reproduce si puede y hay que
intentar que no muera, o por lo menos que no muera dentro de tu
otra vida. Es tu hijo profesional y se le quiere como tal. Se le cuida, se
le mima y uno se obsesiona en que crezca... y crezca. Y aquí es donde
veo que los emprendedores están hechos de otra pasta. De una pasta
"disfrutona". Lo que para un mortal todo este calvario de problemas,
dificultades y zancadillas sería insufrible, ellos lo convierten en un reto
continuo de superación. Y joder, yo veo que se lo pasan bien y se
divierten y son felices (unos ratos más que otros), pero la suma es muy
positiva. ¡Ole y ole con ole! por ese emprendedor (ya sea hombre o
mujer, que hablo en genérico) torero que marca paquete.
Una persona que hoy emprende merece un monumento. Y es
que hay que echarle muchos huevos/ovarios para emprender hoy en
día. Y ya si eres de los míos, de los que lo hacen en plena crisis ya va
para nota. Y si tienes más de cuarenta... ¡¡te va la marcha!! Lo que nos
pasa es que tenemos fe, una fe ciega en el proyecto. En nosotros
mismos. Y esto junto con la tozudez, cabezonería o como lo quieras
llamar es la mezcla necesaria para echar para adelante. Aunque uno se
deje los cuernos, hay que echar para adelante.
Para volver a trabajar para otros siempre habrá tiempo (aunque
la mayoría declara que antes muertos... que de rodillas). Y está claro
que algo muy bueno tiene que tener este modelo del auto-empleo o
emprendedor, cuando "raro" o pocos son los que vuelven a la vida
anterior. "recmember'': No se puede ganar sin jugar, ni ganar sin
arriesgar. Si crees que tienes posibilidades, juega. Echa moneda.
Porque si echas moneda, ya has ganado. ¡Gracias por el consejo
Miguel Ángel!
Capítulo 3.
¿Me ayudas?

¿Me ayudas? Esta es la pregunta que uno casi no tiene ni que


decir cuando entra a formar parte de la comunidad de
emprendedores. Que luego habrá que ver si realmente es oro todo lo
que reluce, pero, de entrada, reconforta la solidaridad y el
compañerismo que irradian los emprendedores.
Me recuerda mucho a la solidaridad de los moteros, que siempre
se saludan cuando se cruzan (algo que no sé por qué me extraña, es lo
que me enseñaron de pequeño... pero está visto que está en desuso
por los que no van sobre dos ruedas) y lo más importante es que si
alguno se queda en la cuneta, sea por el motivo que fuere, los demás
paran a preguntar si necesita algo o si le pueden echar una mano. Eso
hace que el sentimiento de pertenencia al grupo sea muy grande.
Siempre hay alguien dispuesto a ayudar, a presentarte a alguien
que pueda colaborar contigo, a recomendarte algo o alguien... La
verdad es que llama la atención, aunque no debería de ser así, ¿no?
¿No deberíamos de ayudarnos los unos a los otros, emprendas o no?
El caso es que te hace sentir a gusto aunque seas tímido, pues la
ayuda es siempre bienvenida y te das cuenta de que otros puntos de
vista son muy necesarios y muy buenos. Por lo que aprendes a
escuchar. Dejas de mirarte el ombligo (uno cree que su idea es la
mejor del mundo y su proyecto lo más de lo más) y al empezar a
escuchar (esto no es inmediato) empiezas a aprovecharte de las ideas
de otros, de sus aportaciones, sus sugerencias y en un estadio
superior, el emprendedor se convierte en generador de este buen
rollo. Así se transforma esto en un ecosistema que se retroalimenta y
crece. Muy bueno. Se respiran ganas de ayudar, de feed-back positivo,
de captación de ideas, de generación de sinergias, de colaboración
continua. No sé explicarlo muy bien porque como todas las cosas
buenas de la vida hay que vivirlas.
Me pregunto yo y ¿si este buen rollo imperase en las empresas,
en las que he estado, en vez del rollo competitivo, trepa y sin
escrúpulos del que vengo? Perdonad, estaba soñando despierto...
Digo yo que sería más agradable ir a currar y hacer que tu lugar de
trabajo no fuera como una fría y sucia galera. Creo que las empresas
deberían de FOMENTAR que el empleado emprendiese. Lo digo con
letras grandes. Ya sé que me acabo de ganar una ronda de discusión,
pero los beneficios que tiene emprender son muchos y las empresas al
uso deberían de sopesar crear empresarios y emprendedores, dentro
de sus organizaciones, en lugar de reprimir y coartar cualquier
iniciativa. Ahí lo dejo para patentar.
Personalmente, al salir, me di cuenta de que (bueno, mejor dicho,
cuando me botaron) en la multinacional era un perfecto inútil. Ser
especialista en algo, hoy en día, es una limitación muy grande para
emprender. El dueño del bar cutre de al lado de mi casa estaba más
preparado que yo. Gestiona un negocio, consiguió una licencia, trata a
diario con los clientes, gestiona stocks perecederos y los que no lo
son, tiene una disciplina, ha hecho el máster de la burocracia de
papeles que hay hacer, sin contar con el rollo de ser autónomo, IVA,
pelea con la operadora de telefonía, el técnico de la máquina de hielo,
el borracho y la madre que lo parió...
Por pequeño que sea un negocio, un taxi por poner otro
ejemplo, es un ejercicio completo "end to end" -hubiera dicho yo
antes- de principio a fin. Vamos, que como Juan Palomo: tú te lo
guisas y tú te lo comes. Y esto te obliga a saber un poco de todo, a ser
un director general en miniatura. Con la dificultad que tiene gestionar
un negocio del que nadie ha oído hablar. Ver cómo te hacen repetir el
nombre de la empresa o ponen esa cara inexpresiva de ¿Qué me estas
contando? No tiene el glamour de cuando nombras una gran empresa
como R-E-P-S-0-L, acompañada de un título rimbombante precedido
del Director Vice Presidente WW de no sé qué. Aquí eres "el
encargao".
Y en estos encuentros de emprendedores es maravilloso ver y
compartir espacio con los demás. Es como una ensalada enorme de
miles de ingredientes de los que tienes la oportunidad de aprender,
copiar, imitar o simplemente inspirarte.
Se juntan emprendedores, business angels (a los que dedicaré un
capítulo enterito...), proveedores de servicios y un largo elenco de
profesionales que frecuentan estas exposiciones. Se ve claramente
quiénes son los emprendedores del resto cuando llega la hora del
catering. Esta gente no come caliente todos los días y se nota... Pero
eso une mucho, las penurias y el afán de sacar la cabeza. Se comparte
casi todo, sin envidias ni pensamientos de me van a robar la idea... es
un ambiente muy divertido, jovial, desenfadado y en el que la
capacidad de asombro solo se apaga cuando llega la hora de terminar.
Pero aun así el intercambio de correos y teléfonos para un contacto
posterior funciona. Oye, y la gente, en general, contesta.
¡Sorprendente! Y la mayoría se despide deseándote suerte con tu
proyecto, igualito que cuando eres trabajador por cuenta ajena y tu
jefe te lo suelta... que sabes qué es lo único que te podría salvar, un
golpe de fortuna. Despiertan mi simpatía.
Vamos, que estoy encantado, gente joven, unos de edad y otros
de espíritu, muchas ganas, voluntad de escuchar, de aprender, de
compartir, de generar valor, de hacer las cosas mejor, diferentes... y
sintiéndote inexperto a pesar de tus muchos años de experiencia. Es
una sensación de humildad forzada que te hace más prudente y
observador. Mola mazo. Y se te pega hasta su forma de pensar, de
hablar y de afrontar los retos sin miedo y sin prejuicios. Están más
avanzados de lo que yo creía.
Nos vendieron lo de la generación perdida y los "ninis" y no he
visto muchos de esos por estos lares. La otra cosa que no he visto
asomar mucho es la envidia, con la que convivía antaño. ¡Qué asco me
da solo de pensarlo! El emprendedor no es envidioso, todo lo
contrario. Es un ser generoso, soñador y se alegra de los pocos que
han dado el pelotazo. Obviamente les gustaría ser uno de ellos, pero
no lo ven como alguien a derribar sino como alguien del que
aprender. Estos se dedican a dar charlas de cómo lo hicieron. Y
después de asistir a unas cuantas, puedo afirmar, con casi total
seguridad, que ni ellos mismos lo saben. Cosa que me alienta mucho.
No existe la fórmula secreta. El trabajo, la metodología, la disciplina, la
creatividad... son elementos básicos, pero ninguno te sabe decir
exactamente porqué su proyecto triunfó, frente a otros que se
quedaron por el camino y que ellos mismos pensaron que eran ideas
brillantes mejores que la suya. Y otros con el plan perfecto, el equipo
A, inversores y todo lujo de soporte y estructura se pegan la madre de
las hostias también sin saber muy bien porqué... Vamos que no hay
dios que se entere.
Esto es como los fondos de inversión. Ganan o pierden lo mismo
los que hacen expertos y sesudos brokers que los que elige un mono
al azar (esto lo he leído en el business week, ¡cágate!). Moraleja, haz lo
que tu sentido común o tu corazón te dicte. Yo creo que tienes más
posibilidades. ¡Ah! y por lo general, son muy tozudos, se empeñan en
sacar las cosas adelante, pero con una gran ventaja. Que si no les
funciona, lo abandonan. Sin mirar atrás. Sin melancolía ni nostalgia.
Apagan o duermen el proyecto y se van a por otro. Y aquí es donde la
gran mayoría de los cabezotas que conozco (y creedme son unos
cuantos)... la pifian. Mueren con la idea. Con las botas puestas. Y no
tiene sentido, hay que saber que si algo no funciona en el tiempo
estipulado, por mucho que uno se empeñe, no va a funcionar. Y el
desgaste que conlleva no merece la pena.
Hay muchas ideas adelantadas a su tiempo. Lo mejor será
adormecerlas y recuperarlas cuando el mercado y los clientes estén
preparados para ello. O cuando la inversión requerida se pueda
afrontar.
Vamos, que ya solo por mezclarte con esta raza de personas
merece la pena emprender. Y aunque lo deje como la última razón es
la primera. Yo me descojono con ellos. El sentido del humor que tiene
esta gente está hiperdesarrollado, son capaces de reírse de todo,
incluso de ellos mismos. Hay miles de situaciones surrealistas que uno
vive. Con un poco de perspectiva es hilarante. Cuántas veces nos
tomamos una cerveza después de algún día de locos y sacamos de
contexto algo que nos ha pasado y fluye esa risa medio nerviosa y
atragantada de ¿te has dado cuenta de lo que nos ha dicho el tío
este...? ¡jajajajaaaaaaaa! ¿y la cara que ha puesto cuando...?
¡¡jaaaaaaaaaajaja!! ¡Me meoooo! Ya lo sabes, no tienes ni que
preguntar... ¿Necesitas algo? ¿Te puedo ayudar?
Capítulo 4.
Mi socio y yo.

La búsqueda del socio ideal es uno de los grandes episodios de


casi todos los libros de emprendedores. Coinciden en la importancia
que tiene elegir bien a los compañeros de viaje. Y tienen razón. Te
previenen de asociarte con familiares y amigos. ¡Qué cachondos! ¿Con
quién me voy a juntar? ¿Hay un Meetic para buscar socios? (¡otra idea
para patentar!) Es que cuando eres emprendedor te surgen ideas
como si fueras una máquina de palomitas a todo meter. Creo que
cuando buscas pareja en Intemet tienes más opciones de tener éxito
que cuando buscas un socio en la vida real... Aunque no fue mi caso.
Muchas veces nos asociamos por miedo. Para minimizar el riesgo
o por no ser capaces de asumir el reto completo. Es normal y muy
lícito, pero a la larga sale caro. Pienso que el socio ideal no existe. No
existe la persona que encaje 100% con las expectativas que uno tiene
cuando busca un socio. Siempre le faltará algo y nos daremos cuenta
con el paso del tiempo. Somos humanos, seres asimétricos,
dulcemente imperfectos. Unos dicen que busques a alguien que sea lo
más parecido a ti en la forma de ser y otros que sea totalmente
diferente... Esto es como mi antiguo jefe, que podía defender en la
misma reunión una cosa y la contraria. ¡Qué jodío! Uno salía de allí y
no sabía nunca qué coño había que hacer... (sí, ir con la grabadora...)
¡Joder! qué gusto da no tener jefe...
Volvemos al principio de siempre, haz lo que te salga de las
pelotas. Los que te van a criticar -que ya a estas alturas deberías de
estar pasando olímpicamente de ellos- te dirán eso de: “ya te lo
advert” y siempre encontrarán una razón para decir que se veía venir...
-eso nunca funciona-. Y te digo lo mismo que en el capítulo 2, que si
no lo intentas nunca lo sabrás. Y hay casos para dar y tomar de lo
mismo y justamente lo contrario. Pero es verdad que todos pensamos
que sí existe el socio perfecto. Ese eres tú. Así sin complejos. Porque
como tú no hay nadie que haga las cosas igual de bien.
El ego del emprendedor es inmenso como el mar. Ante la falta
de cariño, algunos emprendedores han desarrollado el amor propio
hasta límites insospechados y esto les hace creerse inmortales y los
mejores del mundo mundial. Y esto choca frontalmente con la idea de
tener otras personas alrededor. En ese caso emprende solo, cualquier
otra fórmula será un grave error. La soledad del emprendedor tiene el
inconveniente de no poder compartir vivencias, pero la parte positiva
es que irás más rápido y serás libre para imponer tu criterio. No
tendrás que convencer a nadie.
Para el resto de los mortales, imperfectos por naturaleza y que
asumimos que seguirá siendo así in sécula seculórum, te invito a que
la elección, sea por el motivo que fuere, la impregnes de un barniz de
actitud.
Me explico. Da igual el motivo que hayas tomado para asociarte
con alguien. Forzado por la tradición familiar, la amistad de muchos
años, el dinero que te prestaron, el acojone que te entró o el simple
azar. Haz que la asociación sea una relación sana, de construir algo
juntos con el ánimo de crecer personal y profesionalmente, de
aprender juntos, de hacer algo unidos evitando el mal rollo, las malas
críticas, los reproches y toda la mierda que enturbia una relación. Pon
la voluntad de no discutir y de solucionar los innumerables problemas
juntos. Si la actitud es que la relación funcione por ambas partes, te
aseguro que funcionará sin importar la raza, ni el color. Es un
matrimonio profesional.
La relación 100% perfecta que te recomiende Meetic saldrá mal
si no le pones la firme voluntad de ser un equipo. Como ves, vuelve a
ser un tema de actitud. Las cosas hay que hablarlas. Las buenas y las
malas. Pero de una forma aséptica y sin dañar al otro. Si se ha
cometido un error, que habrá unos cuantos, no pasa nada. Lo
importante no es ver quién comete más y quién pilla al otro. ¡NO! Lo
importante es que juntos lo solucionen. Que el error no se oculte, que
se aprenda. Espalda contra espalda, a por ellos que son pocos y
cobardes.
A nosotros nos presentó un amigo común. El Gran José Manuel
dijo que los dos éramos buenas personas y que nos
complementábamos. ¡Y coño, era verdad! Y así empezamos, sin
conocernos, contra todo pronóstico. ¡Muchas gracias, Rome! ¿Hubiera
sido lo mismo si hubiéramos sido amigos o familia? Pues no lo sé, ni
lo sabré. Ni creo que nadie pueda saberlo. Pero tuve mucha suerte de
conocer a David y de trabajar codo con codo por un proyecto común.
Ya solo con eso me siento afortunado. La mejor manera de que las
cosas salgan bien es querer que salgan bien. Es de perogrullo. Ayuda
la humildad, la generosidad, la empatía, el respeto, la inteligencia, la
comprensión, la tolerancia, el trabajo, escuchar, ser justo... en definitiva
amar. No ayuda la envidia, el orgullo mal entendido, la intransigencia,
la vagancia, la soberbia, la venganza... odiar en cualquiera de sus
múltiples variedades o formatos. recmember: Y reír, reír ayuda mucho.
Capítulo 5.
Perromarketing.

El emprendedor en general es guapo. Aplíquese al género


femenino en igual medida, que luego me recriminan... pero es que
paso de estar diciendo todo el rato lo de ciudadanos y ciudadanas.
Señoras y señores, vosotros, ustedes me entienden.
Yo, que soy bastante observador, he constatado este hecho, el
de la belleza me refiero, y no sé cuál es la razón pero así, hablando en
general, veo que es bastante común. Quizá sea el hambre... Te cuento
esto porque, como puedes imaginar, el emprendedor se busca la vida
como puede. Todo el tiempo del mundo lo dedica a su proyecto, pero
esto no significa que viva de ello, ni mucho menos que coma de ello.
Es variopinto el sinfín de actividades complementarias que
hacemos para llevar una rica dieta, o dieta a secas, a nuestros
estómagos ronroneantes. Y es que me hizo mucha gracia al coincidir,
hace unas semanas, con otro emprendedor en un casting para hacer
un anuncio de televisión. Es más, nos agrupaban de dos en dos (la
escena era de un padre y un hijo que jugaban con un iPad) y me tocó
con uno de los emprendedores con los que convivo en la incubadora.
Obviamente él hacía de hijo y yo de padre. Corrimos la misma suerte,
no nos cogieron.
Y es que esto de los actores está muy mal pagado y además hay
mogollón de competencia. Otro, al que fui hace unos días, cuando me
preguntaron qué hacía, vamos, que a qué me dedicaba, después de un
largo silencio (no sabía que contestar...) les dije que era emprendedor
y soltaron un "¡mira otro!" que tuve que decir que tenía tres hijos para
ablandar sus corazones. Aquí si me cogieron y yo creí que era por
pena pero no, fue porque había que levantarse a las tres y media de la
mañana y no debía haber nadie en España que se levantase a esa hora
para hacer un rodaje por tan escasa remuneración, excepto un
emprendedor en fase hambruna, claro. Me veo que en el próximo
casting preguntarán. ¿Figurante, actor o emprendedor? ¡¡jaja!! Lo que
hay que hacer... otros muchos hacen promociones en supermercados
y ya los menos agraciados hacen telemarketing.
Haced el favor de no saludar a un emprendedor cuando está
realizando alguna de estas actividades complementarias y mucho
menos preguntar ¿qué haces aquí? Sed compasivos.
También conocí a un camarero que, entre copa y copa que
servía, iba programando el código fuente de una App detrás de la
barra. No quiero ni pensar los "bugs" o errores que tendrá esa
aplicación. Ahora, tanto los del supermercado como el camarero
tienen el plus de ir trincando lo que se dejan los clientes y así ir
llenando el buche.
Todo esto va en consonancia con los recursos que uno tiene para
lanzar su empresa. Así, sin ser un águila, puedes comprobar que son
del género escaso. Ahí fue donde inventamos el vocablo
#perromarketing. Este es un término que he acuñado y tengo
pendiente de patentar. La definición exacta de "perromarketing" es la
de un conjunto de herramientas que sirven para aumentar la demanda
de tu producto o servicio a coste cero. O sea gratis. Es hacer lo mismo
que hacía en el departamento de marketing de las grandes
multinacionales, pero sin dinero. Aunque el concepto va más allá.
Todo aquello que antes uno encargaba a proveedores especializados
en cada uno de los servicios, ahora lo hace uno mismo. El abanico de
competencias es tan amplio que te cuestionas si has nacido para esto.
Lo mismo te contratas un ADSL pro que te conviertes en jefe de
recursos humanos para seleccionar, entrevistar y contratar a un
becario. Y claro, tú llevas los papeles a la Seguridad Social. Desde
diseñar unas tarjetas de visita hasta realizar el "banner" para la
campaña. Esta es la valiosísima forma que tiene el emprendedor al uso
de dar a conocer sus creaciones. Y... ¿cómo era el dicho ese?... el
hambre agudiza el ingenio... dada la falta o ausencia total de recursos
económicos uno tiene que agenciarse la manera de conseguir darse a
conocer. Este instinto de supervivencia lo desarrolla el emprendedor
de forma superlativa. Antes te decían eso de "tienes que ser más listo
que el hambre...". Pues ahora es ¡tienes que ser más listo que el
emprendedor! Jesús bendito del amor hermoso, ¡dónde vamos a
llegar!
Hay que tirar de cualquier contacto conocido o por conocer para
conseguir tu propósito. Esto hace al emprendedor realmente atractivo,
pues además de guapo le hace simpático y creedme esa combinación
es muy buena... si uno sabe sacarle provecho, la probabilidad de
comer caliente aumenta. Tampoco es para tirar cohetes, pero oye es
una preocupación menos.
Hay veces que pienso que esto está hecho así, precisamente,
para que valoremos lo que cuestan las cosas y evitar el intrusismo.
Pero ¡joder! podría tener un poco menos de incertidumbre y no
perdería la esencia. Digo yo.
Y es verdad que la gente te ayuda y mucho. Te ven que estás
empezando, tieso como la mojama y te echan una mano. Es de
agradecer. Hay otros que te la quieren echar, pero al cuello. He
constatado también que en el arte de emprender hay una industria
paralela que busca "esquilmar" los escasos recursos en beneficio
propio. Sin ningún pudor ni compasión. Aunque a estos pájaros se les
detecta rápido. Un amigo de un amigo, que has conocido en una
aceleradora, te puede conseguir una reunión vital para tu negocio. O
la prima del que viene a casa a arreglar la caldera te puede dar el
contacto del que lleva la sección en El Corte Inglés y te hace el favor
de conseguirte una cita. Que luego resulta que era el novio del que
conociste en la aceleradora. ¡Qué lío!
Con esto del Facebook cada día hay menos secretos y más nexos
de unión entre seres humanos. ¡Madre! Y esta es otra característica del
emprendedor que se une al de la belleza y la simpatía, es capaz de
hablar con las paredes si cree que puede obtener algún rédito.
Siempre ojo avizor para ver dónde salta el vínculo, el axioma que une
mi interés con el éxito. Es agotador, pero funciona. Hasta en los
círculos más cerrados un buen ojeador-emprendedor es capaz de
encontrar un hilo del que tirar hasta encontrar lo que estaba
buscando.
Y luego hay algunas que te caen del cielo, no sabes ni cómo ni
porqué pero llegan algunas veces oportunidades que benditas sean.
Seguro que son porque has ido sembrando a diestro y siniestro, pero
que llegan a tus manos sin saber por qué y hay que aprovecharlas de
igual manera.
Yo cada vez que pillo el móvil a alguien le descargo mi App
(recmember me) por si no lo he dicho. No le hago una primera
compra ni le suscribo, pero le digo cómo hacerlo... Soy honrado. Hay
que estar a la que salta. Y mi socio se iba a la Apple Store y les ponía
en la pantalla principal la App en todos los dispositivos. Ahí consigues
50 impactos por la patilla. Y me ves a mí llamando a la radio, cuando
es el turno de los oyentes, para decir que me he bajado una aplicación
cojonuda. Y cuando nos juntamos nos contamos las hazañas y nos
descojonamos con una cerveza (a pachas claro) y decimos... si es que
"semos mu perros" ¡¡jajajaaaa!!
Capítulo 6.
La soledad del emprendedor.

A la hora de emprender hay algo que poca gente cuida o tiene


en cuenta, sobre todo a priori. Luego, al constatar el daño, se percatan
de que no era baladí, pero la gran mayoría de las veces... cuando
quieren arreglarlo, ya es tarde.
Creo que ya os he contado en alguna ocasión mi teoría del
equilibrio, pero la refresco para los olvidadizos entre los que me
encuentro. Personalmente, pienso que a grandes números la parte
intermedia de la balanza es la correcta. La verdad se encuentra más
cerca del centro que de los extremos. Y esto lo aplico a casi todo en
mi vida. Me da la impresión de que las cosas extremas al final dan más
problemas y seducen a mentes más guiadas por vísceras que por
razones.
Me refiero al equilibrio vital que es la fuerza que nos une con el
resto de energías y personas de nuestro alrededor. El equilibrio, como
su propio nombre indica, son fuerzas que confluyen y se compensan
destruyéndose mutuamente para conformar un estado inseguro y
placentero a la vez. Hay quien aprende a vivir en equilibrio y quien no
lo puede soportar. Va en gustos.
El emprendedor ama este estado en el que, a pesar de tener
poca base de sustentación, se mantiene sin caerse. El amor al riesgo es
intrínseco al emprendedor. Peroooooo ¿y su entorno?
Aquí es donde entra en juego el fuego amigo. Cuando los que te
disparan son tus propios aliados. Unas veces por animadversión al
riesgo, otras por falta de confianza, por necesidad, por cultura... o
¡porque no se lo has contado! Y es donde se libra una batalla invisible.
Y si no ves al enemigo es muy difícil luchar contra él.
Poseído por la idea, el proyecto y sus ganas de echar adelante, el
emprendedor muchas veces ni se da cuenta, ni repara en el impacto
que su hazaña provocará en los demás. En este caso los más cercanos:
la familia, los padres, los hijos, los amigos... la pareja. Los famosos
daños colaterales.
Aquí tienes una razón más para emprender de joven. La mochila
que llevas es menor y la capacidad de reconducir la situación tiene
más posibilidades que a los cuarenta.
Sin embargo, cuanto más mayor también tienes más capacidad
de pensar en los demás (o no, depende...). Cuando uno tiene que
mantener a la familia con un acto emprendedor es prácticamente un
suicidio. La presión a la que se somete coartará cualquier atisbo de
creatividad y tendrá que ir a sota, caballo y rey. Que si bien funciona y
dará resultados rápidamente, deja de ser una forma agradable de
empezar algo. Se convierte más bien en una forma de subsistencia,
que es tan lícito o más que hacerlo sin esa presión, pero deja de ser un
acto emprendedor libre.
Y, lamentablemente, cada día se ve más por la falta de apoyo, de
financiación o de oportunidades reales a este tipo de emprendimiento.
Se los acaban llevando otros países fácilmente. Es una cuestión de
mentalidad y por supuesto de recursos.
Para que el acto salga bien hay que poner de las dos partes. Y
emprendiendo es lo mismo. Si tienes una pareja no es que se lo
cuentes con brillo en los ojos ni que absorto escuche tus planes. Es
que tienes que involucrarle en tus decisiones. Porque le van a afectar.
Y no es lo mismo estar informado que haber formado parte de una
decisión. Ya sé que es mucho más pesado y lento, pero si quieres
garantizarte continuidad tienes que pasar por el aro. Y es mejor pasar
por las buenas, con diálogo, consenso, haciendo "piña"... que pasar
por cojones. Al final, las imposiciones o posturas arrogantes pasan
factura. Siempre. La soledad del poder es la soledad del emprendedor.
El mal de altura.
Detrás de un buen emprendedor hay siempre otra gran
emprendedora y viceversa y emprendedor-emprendedor y
emprendedora-emprendedora. Que luego Gonzalo Ribot me regaña.
Sí, sí, el de MasterChef.
Ahora me voy a cagar en el modelo de vida que hizo que no
pudiéramos disfrutar más de nuestros padres. Ese que rezaba "que la
vida del emprendedor no es una vida que permita equilibrar vida
personal y profesional". Ya sé que muchos pensáis así, y lo respeto. No
lo comparto. Y os voy a exponer mi versión de porqué pienso que es
una mierda.
Un niño pequeño necesita a sus padres. Somos mamíferos. El
hecho común, aceptado y promovido por la sociedad de privar de la
presencia física a un hijo de sus progenitores, no crea más que
monstruos. Monstruos de padres y monstruos de hijos. Si no vas a
cuidar de tus hijos ¡coño!, no los tengas. Un hijo sin afecto es una
bomba de relojería emocional.
Estoy firmemente convencido de que se pueden hacer ambas
cosas a la vez. Ser buen emprendedor y buen padre o madre. De
hecho, estoy firmemente convencido que se es mejor emprendedor
cuando sabes equilibrar ambas tareas. El adicto por supuesto que es
bueno (¡joder si no ha hecho otra cosa en su vida!), pero será
emprendedor a secas. El emprendedor solitario. Suelen ser los que se
arrepienten de su vida cuando echan la vista atrás. He oído a muchos
padres decir que lo mejor que han hecho en sus vidas son sus hijos.
Ninguno se arrepiente de ellos.
De ahí mi teoría equilibrista. De mi rebeldía con lo establecido,
con lo de "es que lo hemos hecho así toda la vida"... Creo que cada
vez más nos tenemos que cuestionar las tradiciones y las formas de
hacer las cosas como las hacíamos. Hoy, sin ir más lejos, mi hija de 5
años, que es más lista que los ratones "coloraos", haciendo zapping ha
caído en una corrida de toros y al verla me ha preguntado. “Y el toro
papá ¿qué piensa?”. Me han dado ganas de decirle que el toro lo que
piensa es que somos unos hijos de puta. Pero es muy pequeña para
entenderlo. Y la verdad es que nunca me había cuestionado una
tradición como la taurina tan arraigada en nuestro país, pero digo yo
¿no habrá otra forma de torear sin tener que hacer daño al animal y
mucho menos matarlo? Creo que tenemos que evolucionar, abuelo,
antiguamente los leones se comían a los cristianos en el foso y eso
gracias a Dios ya no sucede.
No quiero abrir el melón de los toros, solo quiero que pensemos
de forma global. Cuando uno hace o dice algo tiene una repercusión
en los demás. Al igual que si lo calla o se mantiene inmóvil tiene una
consecuencia.
En una de mis discusiones con los amigos de recursos humanos
de una multinacional, de cuyo nombre no quiero acordarme..., les
decía, a colación de un caso flagrante de acoso, que si ellos no hacían
nada eran cómplices. ¡Así me fue! No se puede ir diciendo la verdad
por ahí... no les hace ni puta gracia.
Ya sé que esto de emprender engancha y si te va bien más
todavía. Y si te va mal no te queda más remedio. Pero la vida son dos
días. Decide bien a qué los quieres dedicar. Yo, si para emprender
tengo que renunciar a ellos, a los que me dan la vida, no juego.
El caso es que emprender tiene un impacto y hay que
cuantificarlo y asumirlo. Al principio requerirá mayor sacrificio, pero
luego podrá pactarse una compensación emocional. Si no hay diálogo,
ni voluntad conciliadora, al final te quedas para vestir santos, más solo
que la una.
Capítulo 7.
Zapatero a tus zapatos.

Emprender con pasión es como comer con hambre. Es algo que


va intrínseco al emprendedor y al hambriento. Es casi, casi obligatorio
y peligroso a la vez. Cuando uno tiene hambre todo le vale mientras
se pueda comer, como en la cocina cantonesa. Pero ¡ojo!, que no todo
nos sabe rico por mucha hambre que tengamos...
Emprendiendo pasa algo parecido. Uno tiene muchas ganas de
sacar su proyecto adelante. Tiene mucha voluntad y mucha ilusión. A
ratos irracionales. Se suplen muchas carencias y falta de experiencia
con la loca pasión que uno le pone. Aunque no significa que sea
bueno. Y al igual que al devorar, a veces, la pasión juega malas
pasadas. No deja ver el bosque. Te ciegan las ganas y puede ser el
principio del fin. Y no es malo, pues ya sabes que de todo se aprende,
pero la velocidad con control es más segura.
Una de las claves del éxito, además de la pasión, es la razón que
le lleva a uno a emprender. No es emprender por emprender -que a
veces también funciona- es emprender en lo que a uno le gusta, en lo
que uno sabe hacer bien, en lo que uno domina por haberlo hecho
antes muchas veces. Y si en el mercado donde vas a operar se gana
pasta y se crece (lo explico porque llevamos tanto tiempo en crisis
que... crecer es cuando... ¡las cosas van bien!), mejor que mejor.
En ocasiones hay que esperar a que pase tu tren. O provocar que
pase. Pero subirse a trenes de los que solo nos incita la ganancia, la
compañía o alguna razón innombrable, suele salir mal. Tarde o
temprano nos daremos cuenta de que no tenemos un vínculo fuerte
con el proyecto y abandonaremos voluntaria o involuntariamente.
El acto de emprender te tiene que identificar. Te tienes que sentir
parte importante del proyecto. Lo demás será un negocio. Cuando
existe este sentimiento, mucho más profundo que el de pertenencia,
es cuando funciona. Se ve nítido cuando no existe una clara
diferenciación entre persona y emprendimiento. Cuando la gente te
identifica por tu propio proyecto es una buena señal. Lo estás
haciendo bien.
Y hazlo simple. Para que se comprenda a la primera. El ejercicio
de simplificar quizá sea de los más difíciles y también es de los que
mejor resultados da. Si eres capaz de contarme la idea en menos de lo
que dura un polvo con Emma Watson o Chris Hemsworth, es bueno. Y
si además es imbatible mejor. Y desde que emprendo he aprendido
que esto es un ensayo continuo. Prueba y error, prueba y error, y una
de cada ciento veinte, ¡zas! das en la tecla. ¡Bingo! y a seguir
probando... un ejercicio de paciencia infinita y de no tirar la toalla bajo
ningún concepto. Y para ello es necesario medir, controlar y ver
resultados. Comparar y comparar y volver a medir. Y dale que te pego
todo el día.
Así que ya puedes ver que esto de emprender va a requerir no
solo que te guste mucho tu idea (porque la vas a repetir hasta la
saciedad... tantas veces que te causará una pequeña urticaria...), sino
también una dedicación exclusiva. No por nada, sino por la cantidad
de horas que le vas a echar a prueba y error.
Por eso, no te metas a emprender un negocio de pollos, por muy
de moda que esté "Breaking Bad", si no soportas el olor a pájaro
"churruscao". No tengo ni mucho menos la fórmula mágica, ya lo
sabes. Solo te puedo dar mi experiencia que, comparada con los que
llevan toda la vida emprendiendo, es nada, pero te da el punto de
vista del novato, que normalmente no te da nadie.
Es lo que uno siente. Hay veces que te sientes más tonto que
Abundio, otras te crees que eres la "repolla" y en este ir y venir, cual
montaña rusa, está el día a día.
Y te lo decía en el capítulo anterior, creo que es muy bueno
compartir estas vivencias con alguien, porque tienen mucha gracia.
Hay que reírse mucho. Y ya sabes que la felicidad está en el camino,
que todo lo que te diviertas ahora, te lo llevas puesto. Disfrutar el
camino es lo que me hace a mí más feliz. No me sale un día ni
parecido al anterior. La incertidumbre, el devenir de los
acontecimientos te llevan de ocho a ochenta en un abrir y cerrar de
ojos. Y mola. Y al revés, de repente se da la vuelta y te lleva
descontroladamente hacía atrás. Y también mola. Y así es nuestra vida.
Un sin vivir. Mejor dicho una vida doble. La que va y la que viene. Y es
cierto que tanto entusiasmo nos trastorna un poco, pero es una locura
inofensiva que no hace daño a nadie... bueno al inversor un poco, pero
oye no todos los proyectos pueden salir bien. Nos cargamos las
estadísticas...
Capítulo 8.
La travesía del desierto.

Es larga y dura. La travesía del desierto es muy larga y más que lo


parece cuando estás dentro de ella. Y dura, muy dura, como la vida
misma. Uno no sabe hasta qué punto esto que estoy contando es así
de cierto, hasta que no se encuentra inmerso en el camino. ¿Qué digo
yo camino? Ya me gustaría que hubiera un camino. Cuando uno
emprende de verdad, él hace el camino.
Liderar un emprendimiento es una locura de la que ni uno
mismo sabe cómo saldrá. Esta es la verdad. Ni sabe por dónde hay
que ir, ni lleva lo necesario para atravesar el árido desierto y ni mucho
menos le vale lo que ha hecho hasta ahora. Hay que ser muy valiente y
muy inconsciente para hacerlo.
Los que se quedan en la casilla de salida son los que escriben en
un papel los pros y los contras. Ahí te das cuenta que no tiene sentido,
por lo que me atrevo a afirmar que avanzar es una locura. Pero alguna
extraña fuerza en tu interior, muy lejos de la cordura, te empuja hacia
adelante vehementemente y como si de una inspiración divina se
tratase, te encomiendas al peregrinaje hasta con ilusión. Y después de
hacer caso omiso a los consejos, desoír aquellas voces que te
advierten de los peligros, las inclemencias, la dureza de la travesía, tú,
con dos cojones, tiras para adelante. ¡Así es mi niño!
Pocas personas te encontrarás que te alienten, te animen o
incluso te brinden ayuda. El mayor porcentaje se centrará en advertirte
de la amplia parte negativa de tu decisión. Te harán dudar, te harán
temblar. Pero tú erre que erre. Este tesón, aunque todavía no lo sepas,
será el que te salve. No te dejes amilanar, si ya has puesto el objetivo,
tira, tira para adelante.
Nadie, en su sano juicio, se atrevería a atravesar el desierto sin
víveres, sin agua, sin ropa ni calzado apropiado, sin brújula, sin una
ruta, sin GPS... sería un suicidio. Pues uno, cuando va a emprender,
hace una lista larga de todo lo que va a necesitar, cómo se tiene que
preparar, lo que tiene que llevar y cuando está a menos de un tercio
del camino ya no le queda nada.
Tampoco sabe muy bien lo que le falta para llegar (si es que
llega) y es el momento en el que mira atrás, y resuena en su cabeza la
frase de su padre... Manolete, si no sabes torear... ¡para qué te metes!
Y te cagas en todos tus muertos por no haber escuchado a todos
aquellos "cenizos" que te auguraron dolor.
Cuando no te quedan recursos, es cuando viene la parte chunga
de ser emprendedor. Aquí, por mucho que te diga yo que disfrutes del
camino, que la felicidad está precisamente en el transcurso de esta
travesía, no le ves la puta gracia. No la tiene.
Es muy duro enfrentarse a uno mismo asumiendo el error...
reconociendo que no podías con esto, que te venía grande, que no
tenías madera de emprendedor, que tú eras más de obedecer... ¡Me
cago en mi puta calavera! ¿Quién coño me mandaría a mí meterme en
este embolado? Si yo era feliz en Matrix... Es normal. Este tipo de
dudas, de muestras de debilidad son absolutamente normales. El sol
recalienta tu cabeza y te hace pensar que escogiste mal. Y yo te digo
que no. Permíteme que insista... No escogiste mal.
Te voy a dar unas cuantas razones por las que te tienes que
volver a venir arriba:
1) Lo has intentado. El mundo está lleno de gente que tiene
ideas, sueños, planes... pero pocos son los que realmente los ponen en
marcha. Y tú has tenido los huevos de echar para adelante. Sigue.
2) Has sido muy valiente. A pesar de tu inexperiencia, tú falta de
medios y armado con más ilusión que munición, te has echado al
monte y eso no lo hace todo el mundo. Puedes estar orgulloso de ti
mismo.
3) Esta es la primera leche. Te quedan miles, así que vete viendo
cómo consigues convertir esta fuerza negativa en positiva y
aprovecharla. Te tienes que levantar una y otra vez, cada vez más
fuerte y más decidido a seguir adelante.
4) Aprovecha para rectificar el tiro, mira a ver qué cosas no están
funcionando bien e intenta cambiarlas. Vete probando. Lee bien la
cornada y...
5) Si has de morir, que sea con las botas puestas.
Y como el ave fénix, un emprendedor resurge de sus propias
cenizas y sigue. Sabe que su primer fracaso es el primero de muchos. Y
que tiene que aguantar el envite. Y todos los que vendrán. Un
verdadero emprendedor se crece ante la adversidad. Empieza a volar
bajo, fuera de radar, optimiza los escasos recursos que le quedan y
empieza con el "perromarketing" y a darle vueltas a la cabeza para
encontrar la solución con mejor relación calidad-precio. ¡Vamos,
adelante, que no te queda nada! (Es una ironía).
Cada vez que hablo con algún emprendedor me cuenta su
travesía por el desierto con todo lujo de detalles. Son historias como
de la mili. Y siento cómo les marcó el camino, cómo les arrancó jirones
de piel. Me cuentan historias dignas de película. Todos coinciden en lo
duro que fue, pero todos dicen que salieron más fuertes, más
preparados. Muchos te cuentan las miles de vueltas que dieron, lo
poco que comieron, lo difícil que lo vieron, algunos hasta casi, casi, la
extenuación... pero todos lo cuentan con ese brillo en los ojos, todos
te la describen como la experiencia necesaria que les hizo, de verdad,
emprendedores.
Ya sé que es un sentimiento agridulce. Por un lado tu ego recibe
estopa. Vaya iluso, ¿querías acertar a la primera? Y, por otro lado, tu
parte cognitiva te dice que es normal, que tranquilo, que te rearmes y
continúes camino. El fracaso te pone en tu sitio. Te hace morder unas
dosis de realidad y te dice "chaval" aprende a encajar.
Y entonces te ves como un marine americano, con ese sargento
chusquero gritándote a dos centímetros de tu cara y preguntándote...
—¿Vas a llorar? ¿VAS A LLORAR NENAZA? ¿QUIERES QUE
VENGA TU MAMÁ?
—No, Señor... —con voz entrecortada—
(Aquí ya pega su cara contra la tuya y grita)
—¡¡NO TE OIGO!!
—¡¡SEÑOR, NOOO, SEÑOR!!
Así de gráfico. Y esa noche al dormir, en aquel inhóspito e
inhabitado lugar, sacas la cabeza del saco, miras al cielo estrellado y
alguien desde ahí arriba te calma, te anima y te dice que no pasa nada,
que si pierdes, ya tienes la primera victoria.
Capítulo 9.
Pégate a mí.

Con el paso del tiempo, me doy cuenta de que necesito tener


gente a mi alrededor de la que pueda aprender. Que no solo me
enseñen la parte técnica, la profesional. Cada vez me interesa más su
lado humano, cada día me fijo más en eso. Necesito rodearme de
personas que me aporten. Esto creo que ya lo he dicho alguna vez,
será importante, para mí, si me repito.
No es banal ni caprichoso, necesito semejantes que saquen lo
mejor de lo mejor de mí. Hay veces ¡qué hasta uno mismo se
sorprende! Aunque me he dado cuenta de que esto no es suficiente.
Necesito que me hagan reír. Que me hagan reír y mucho. Y aquí viene
la parte buena. Yo también soy gracioso, pero lo soy más cuando me
hacen reír a mí también. Es el efecto contagio. Esa risa nerviosa, a
veces estúpida, que alguna vez me ha hecho desencajar la mandíbula
y esa mezcla de risa y dolor también es fantástica.
Este manifiesto que me he "cascao" -más propio de un manual
de aprender a ligar- sirve para todo en la vida, pero especialmente
cuando vas a emprender.
Es una nueva etapa en tu vida, muy dura y necesitas quitarle
hierro. Necesitas verla desde otra perspectiva para poder sacarle el
máximo jugo. La gente, en general, tiene un lado maravilloso. Hay
honrosas excepciones (mi vecino, claro) pero, por norma y como jefe
que he sido, te lo puedo asegurar, todos tenemos un lado genial, o al
menos especial. Hay que saberlo encontrar y potenciar. Y rodearte del
lado bueno de la gente, tener la habilidad de sacar su sonrisa, de sacar
sus ideas, de conseguir que hagan cosas motu proprio. Es la esencia
del "management" y cuando trabajas para ti mismo es algo que
multiplica los resultados.
En este ambiente placentero nace un emprendedor responsable
con su entorno, con las personas que lidera, con el futuro que
construye desde la más profunda libertad, y esto es hermoso como un
oso. Aunque es la eterna olvidada.
La parte bonita de construir algo es que no sabes muy bien la
dimensión que aquello puede llegar a tomar, pero, indudablemente, si
utilizas buenos materiales y excelente mano de obra (aunque solo sea
la tuya) la edificación será resistente. Tendrás que poner unos buenos
cimientos sobre los que poder ir levantando altura. Y a veces tendrás
que construir en paralelo para poder crecer, pero, créeme, la base, al
igual que la cocina, es tener buenos ingredientes, ganas de hacer las
cosas y mucho amor.
Sí, ya sé que no es lo mismo dar de comer a una pareja que a un
comedor de empresa. Y ahí estriba otro de los grandes problemas de
cuando uno crece. Deja de poner buenos ingredientes para abaratar y
ganar más, no tiene capacidad para dar de comer a tanta gente, a
pesar de poner buena voluntad y sustituye el amor por la codicia...
Uno de los grandes secretos del emprendedor (o del que sea) es
saber dimensionar bien. Ser muy flexible. ¿Habéis oído lo de "morir de
éxito"? Hay que ir creciendo o decreciendo a la par, en ingresos y
gastos. Hay que redimensionarse a cada paso, para que el crecimiento
pueda ser sostenido o en el caso de bajadas, que no nos acogoten las
facturas.
Ahí está uno de los secretos mejor guardados de cualquier
negocio. Y hay que hacerlo a la misma velocidad en la que se produce
el cambio. Si no lo haces, tus días estarán contados. Cuanto más rígida
es una estructura más dificultades tiene para el cambio y, de verdad,
sé de lo que hablo. Vengo de una multinacional que se llama Kodak.
Al emprender casi nadie piensa en cómo parar. Sí, en cómo
escapar, pero pocos planes he visto de cómo adaptarme al mercado
de una forma regular. Y esto cobra más importancia cuando hablo de
mercados que no existían y que estamos despertando. La
responsabilidad es, si cabe, aún mayor pues el que empieza algo de
esta envergadura está abriendo un camino que no existía y su rol es el
de liderar ese camino. Ya no hay tregua.
Cuando uno empieza un camino, sobre todo si es exitoso, otros
le seguirán y la función de ir siempre primero se hará tan dura como
necesaria. El que va primero se lleva todos los éxitos y... todos los
palos. Y en ese balance, de ir dando más que recibiendo (en el sentido
más pragmático del boxeo) reside la virtud de liderar un mercado.
Cualquier relajación o concatenación de errores nos puede llevar a ser
adelantados por otros que iban aprovechando nuestro rebufo.
Así que mira si es importante rodearte de los mejores. Y lo que
es mucho más difícil... saber "cuidarlos" para que sigan a tu lado. El
50% (*) de los nuevos emprendedores provienen de hacer lo mismo
en otra empresa, en la que no supieron retenerles ni aprovechar bien
su talento. (*) Me lo he inventado, pero son muchos. Uno de cada dos,
seguro...
No confundamos la ilusión que gasta un emprendedor con la
que tienen las personas que trabajan con él. Ni el empuje, ni el
compromiso, ni las motivaciones... Son diferentes y tenemos que saber
gestionarlas. Y son tan importantes como los ingredientes de los que
hablábamos antes. Sin cocinero no hay tortilla, por muy buenos que
sean los huevos y las patatas...
Me atrevo a pronosticar un cambio de modelo de "management"
en este aspecto. El que hay no funciona bien. Algo falla. Pienso que
debería de ser más “colaborativo” y mucho más justo con el reparto
de la riqueza que genera. Las empresas son las personas. Esta frase
hecha tiene mucho sentido cuando te has ido de varias compañías. Al
final, lo que cuenta es la relación que uno ha entablado con sus
semejantes y es además lo que perdura en el tiempo.
En mi caso, y creo que lo he dicho en unas cuantas ocasiones, les
he echado a las personas que han trabajado conmigo un bonito
piropo: "Cuando tenga mi empresa me gustaría que formases parte de
ella". No que trabajes para mí, ¡ojo! Creo que se debe construir con
personas que asuman parte del riesgo. Luego el éxito sabe mejor.
Cada uno en su escala, para que nadie vaya acogotado y tenga las
necesidades básicas cubiertas.
No propongo un modelo cooperativista, sino un modelo multi-
emprendedor, donde la gente aporte su valor, su compromiso y
ponga una parte de la ilusión necesaria en un proyecto. Y con
amplitud de miras, sabiendo que algún día volarán, pero dejando un
trozo de corazón en aquella empresa, no unas tarjetas olvidadas con
su nombre... siendo generoso, aprovechando el tiempo que estemos
juntos.
Siempre se ha dicho que la parte humana es la más difícil de
lidiar en una organización y yo creo que no. Bueno, en el modelo de
amo-esclavo sí, pero creo que a eso ya le tenemos que dar carpetazo
de una vez. Quiero gente que sienta lo mismo que yo. La clave está en
dar con personas capaces de “empatizar” y vivir el proyecto desde
dentro, hacerlo suyo. Es algo que va más allá de vivir los colores, de
tener sentimiento de pertenencia... En mi caso me quiero rodear de
personas buenas, con buenas capacidades que multipliquen los panes
y los peces con sus ideas, que me complementen con su creatividad y
su buen rollo. Que hagan posible que hasta yo a su lado sea mejor.
¡Ah! y lo más importante, me lo quiero pasar bien, muy bien, y ellos
conmigo. ¡A reírse! Que lo de "juntos somos más" sea de verdad.
Capítulo 10.
Niñas ¡al salón!

Así empezaba el gran Fernando Vizcaíno Casas uno de sus


magníficos libros. Niñas... ¡al salón! Era el grito de guerra de la
Madame entre bambalinas, mientras atusaba y daba los últimos
retoques antes de exponer la mercancía a los clientes...
Y no pocas veces he pensado que el oficio más antiguo del
mundo se ha extendido de muchas formas y maneras. Hay veces que
me siento así, vendiendo mi alma al diablo por un puñado de
monedas... El caso es que, cuando te lanzan al mundo sin dinero, no te
queda otra que buscarlo para sobrevivir. Puedes elegir trabajar para
ellos o contra ellos. Hay veces que ni siquiera puedes elegir. Mundo de
mierda.
Lo de que el trabajo dignifica que se lo digan a los niños que
explotan las multinacionales... En fin, no quiero ahondar en el tema
que me pongo malo. Así que no queda otra. Hay que "currar". Y si
quieres disfrutar de algo en la vida, mejor que sea del trabajo, porque
para la gran mayoría, será lo que más hagamos en nuestras vidas. Ya
sea por cuenta ajena o emprendiendo.
Y es curioso que la humanidad nunca ha tenido tantas ideas para
emprender un negocio como hoy en día. Y con Internet, bueno mejor
dicho con el dios Google, nunca ha sido tan fácil encontrarlas. Y
además nunca ha sido más fácil llevarlas a cabo. Pensadlo.
El reto, hoy en día, no es coger una de esas ideas y convertirlas
en negocio o en consumidores reales... El verdadero reto es hacerlo lo
más rápido posible para que los que te van a copiar (que están al
acecho) vayan detrás de ti.
Y ojo al dato, que aquí es donde puede parecer que me
contradigo... Y todos los trabajos tienen una parte de show de la que
uno no puede escapar. Mi consejo es que aunque seas tímido o no te
guste exhibirte, aprendas a hacerlo. Es parte del trabajo. Y como decía
una famosa folclórica... enseñando dientes. Que encima parezca que
disfrutas. Por lo visto, a los clientes les gusta más...
Nosotros hicimos firmar un acuerdo de confidencialidad a todo
"quisqui" pues creíamos que teníamos la gallina de los huevos de oro.
Es verdad que la película de "La red social" no nos ayudó mucho a
relajar, pero coño, esto no era Silicon Valley ni yo Mark Zuckerberg. Y
piensas, que hasta que no has puesto el huevo, mejor que no lo sepa
ni tu sombra y... creo que eso fue un error.
Cuanta más gente sepa lo que tramas y te puedan dar su punto
de vista, mejor. El laboratorio abierto tiene el peligro de que te roben
la fórmula, pero también te permite contrastar muchas cosas que se te
escapan y que a la larga te costará dinero corregir después.
Pero ya sabemos que de todo se aprende y los errores se pagan
(unos más caros que otros...) y lo mejor es intentar que, antes de salir
del calorcito de la incubadora, todo esté lo más atado posible. Sin
incurrir en la perfección, con un margen de mejora... pero habiendo
cubierto algo más que los básicos, con una capacidad sobrehumana
de encajar críticas, sugerencias y otros pareceres divergentes al
nuestro. Ahí puede estar la clave o el embrión de algo que no hemos
visto. Que cuando uno hace el lanzamiento, más que escuchar, se
defiende de todo tipo de ataques indiscriminados contra el proyecto
hijo. Y eso duele cuando eres madre. Pero la actitud defensiva no
dejará que abramos los poros para entender por dónde viene
malformada la criatura. ¡Que alguna cosa siempre tiene! Y, sin
embargo, si estás predispuesto a escuchar y a aceptar puntos de vista
diferentes serás capaz de corregir. Porque no nos engañemos, habrá
que corregir y cuanto más rápido lo hagamos, mejor.
El espectáculo comienza cuando pones el proyecto en la calle y
pretendes darte a conocer sin dinero. Hace cincuenta años con unos
milloncejos y un anuncio en televisión hubiera bastado. Ahora con la
atomización de los medios y el bajo presupuesto la cosa se pone
"chunga" (leer el capítulo 5 del #perromarketing). Habrá que buscar el
más mínimo resquicio para darse a conocer. Habrá que ser pesado, no,
lo siguiente. Cansino. -Hola ¿qué tal?- Do you recmember me?- Jesús
¡¡qué coñazo eres!! No se puede desaprovechar ni la más mínima
oportunidad, que te brinda la popularidad, para cascar tu "elevator
pitch" o, lo que es lo mismo, la chapa express, es decir de qué va tu
proyecto, vomitado en menos de lo que dura un helado en la puerta
de un colegio.
Y aquí es donde realmente hay que dar el do de pecho, en los
innumerables shows que la industria del emprendimiento monta con
la excusa de dar a conocer los proyectos a los "posibles" (lo pongo
entre comillas porque yo nunca he visto uno real...) inversores. Y sales
ahí, más tierno que Bambi, con ilusión y miedo escénico a raudales,
con tus mejores galas, a darlo todo a cambio de un porcentaje de tu
empresa por el necesario y cochino dinero. Y el apuntador te para con
una mano en el pecho y a la señal del presentador te dice...
Emprendedores... ¡a la palestra! y ahí tienes tu minuto de gloria
efímera...
Capítulo 11.
El Emprendedor y la Tierra. Business
Angels.

¿Os acordáis de la música que daba la entrada a los episodios de


"El Hombre y la Tierra"? Llevamos ya más de treinta años sin el amigo
de los animales y todavía, muchas veces, resuena aquella música en mi
cabeza -y la voz del gran Félix Rodríguez de la Fuente- "En la
cáaarrrcava, en las hoces del río Dulce, provincia de Guadalajara, los
predadores más fieros y certeros de toda la península, atacan en
manada. Me refiero al lobo ibérico y a sus espectaculares lances de
caza..."
Ver cómo luego los buitres leonados y los alimoches disputaban
la carroña, una vez que los lobos habían dado muerte a su víctima, era
algo que narraba con tanta intensidad que, a veces, daban ganas de ir
a por un filete crudo a la nevera y comérselo a mordiscos, delante del
televisor. Con saña, goteando sangre por la barbilla.
¡Qué tiempos!... ¿Quién me iba a decir que me acordaría tanto
del amigo Félix? Qué gran tipo. Todos los niños de España lloramos su
muerte. Bueno, pues parece que algunos de aquellos niños
interpretaron mal el mensaje y realmente se comieron algún filete en
carpaccio. Hoy son inversores.
—¿Qué tal Jesús?
—Bien, aquí haciendo amigos...
(En ocasiones veo muertos... y hablo solo)
Bueno y los hay con alas, a estos les gustaba más que curraran
otros para ellos y llevarse la "chicha" con el mínimo esfuerzo. Estos se
hicieron "business angels".
Hay otro refrán que viene al pelo ahora y que me enseñó un jefe
inglés (otro cabrón) que me dijo -“If you find yourself in a hole, stop
digging.”- que viene a decir que, cuando ya estás metido hasta dentro
en un agujero (fango) dejes de cavar, que te vas más al fondo. Que
cuando ya has metido la pata, no sigas, déjalo estar. Pues está claro
que no me caló.
Sigo. ¿De dónde coño se sacaron eso de "angels"? ¡Qué poca
vergüenza! ¿Cómo se dice buitre carroñero en inglés?
Esa es la sensación que un emprendedor gasta en estos foros de
emprendedores para inversores. Qué poco han evolucionado de los
circos romanos.
En la décima parte del tiempo de descanso que un trabajador,
por cuenta ajena, emplea en tomar café, tienes que contar tu proyecto.
Hay todo un mundo alrededor del emprendedor que te ayuda a ser
capaz de vomitar algo inteligible en 5 minutos. No se te olvide contar
qué problema solucionas, con qué equipo cuentas, los resultados que
has obtenido y cuántos premios te han dado. Pero... ¿Y... cuento de
qué va? Sí, claro, pero en un tuit (140 caracteres máximo).
A todo esto, la media de "niñas" que salen al salón son veinte.
Estoy convencido de que el "Ángel" empieza a sobrevolar adormecido
sobre las presentaciones y a mezclar los ratios, las ideas y al final no
sabe qué coño le están contando... si la empresa iba a lanzar drones
contra la tierra para crear aparcamiento virtual que compartieran sus
casas como si fueran hoteles... en una web.
Pero lo bueno es que luego, hay un cocktail para confraternizar y
que los inversores se "arrimen" a los emprendedores y viceversa y así
provocar la chispa de la vida. Y la escena es dantesca. Los
emprendedores, ávidos de comida caliente, se tiran al "buffet" como si
no hubiera un mañana. Los del dinero se apiñan entre ellos para
sacarse información (nadie dice nada que pueda dar la más mínima
ventaja competitiva a otro carroñero, claro) y protegerse del posible
ataque de algún emprendedor ya saciado y atrevido que se pueda
acercar a solicitar audiencia como un mendigo.
¡Eres un exagerado! Espera, que yo encontré la fórmula. Si te
introduce uno de sus semejantes tienes opción a hablar. Tenía un
amigo que era head hunter y luego se hizo inversor. Y a este le pedí
que me presentara al "angel" y este se dignó a ser interrumpido. Qué
grande. Nos presentaron. Le toqué. Me dio la mano blanda, cosa que
me toca los cojones. Se me iluminaron los ojos ante tanta belleza.
Después de los preliminares, en los que mi amigo le dijo todos
mis apellidos precedidos de la palabra "de" (¿?) y me introdujo, apenas
me dio para balbucear lo que ya había dicho en la sala. Confirmé mi
teoría. Había contestado un WhatsApp durante mi minuto de gloria y
no se había enterado bien, porque al contárselo personalmente le
sorprendió la idea.
Acto seguido y antes de que yo pudiera venirme ni lo más
mínimo arriba me preguntó:
—¿Cuál es el modelo de negocio?
Estuve a punto de decirle 20€ chupar y 50€ follar, pero no todo
el mundo aprecia mi sentido del humor. Y antes de que pudiera
responder, me hizo una nueva pregunta:
—¿Cuánto estáis facturando?
¡Joder!, volví a balbucear y con la voz entrecortada le dije que
estábamos empezando y que era un modelo ''fremium", mitad
hombre, mitad caballo. Su ceja arriba tocando el cielo me apremiaba a
dar una cifra a lo que contesté:
—No, poco...
Y entonces su ceño se frunció y con un hilo tenue de voz susurré
—60€...
—¿al día? —Preguntó con voz potente.
El último suspiro me dio para decir...
—No, al mes.
Fue el clic que estaba esperando. Esbozó su sonrisa de ganador y
me soltó su "elevator pitch" del doble de tiempo permitido. Unos diez
minutos en los que me vino a decir que ellos son un grupo inversor de
no sé cuántos ricos a nivel mundial y que solo apoyan proyectos que
ya estén en fase de facturación superior a los 400.000€ (unas 20.000
mamadas) y que la idea le parecía magnífica y que quería seguirnos de
cerca pero que le llamara un poco más adelante. Me dio una tarjeta
que cuando llegué a casa me di cuenta de que venía sin número de
teléfono y con un correo de esos de info(arroba).com ¡Joder! Si
nosotros facturáramos ya 400.000€ ¡no te necesitábamos coño! Si
cuando te necesitamos es ahora que estamos más tiesos que la
mojama, no cuando ya facturemos casi medio millón de euros. Que
seguro que luego también, pero hay que llegar allí primero.
En fin, me quedé ojo avizor y cuando vi que uno de los más
famosos y acaudalados "business angels", de esos que salen en los
programas de la tele, ya mayor, volvía a ir al baño, le perseguí. Ya
venía yo observando que había frecuentado el baño en varias
ocasiones. Este tenía algo de próstata, seguro. Me hice el encontradizo
y mientras estaba atrapado en el urinario, me puse al lado y le solté mi
"elevator pis", en este caso, y en menos de lo que dura una meada y
siempre mirándonos fijamente a los ojos le solté la chapa. Siento
atacar a traición, pero yo veía que me iba con las manos vacías... Nos
las lavamos y sin darnos la mano entablamos conversación ya fuera
del excusado.
La idea le encajó, me pidió algunos datos confidenciales, que le
di gustoso, y el tío chulo, cuando le pedí una tarjeta pues me emplazó
a vernos en las próximas semanas, me dijo que le buscara en Internet.
¡Cómo son los ricos! No te jode. Yo creo que se pensó que nuestro
proyecto era de detectives, con drones.
Yo no sé, pero llevamos ya varios meses sin agua, cada vez hace
más calor, los dedos ya asoman por fuera de las botas, la travesía del
desierto cada día se hace más difícil y parece que en vez de crear
estamos guardando la última bala, para morir con honor.
Probablemente nuestro proyecto, David, no sea el WhatsApp que
compró Facebook. Tendremos que asumirlo, pero... permíteme que
insista... lo vamos a seguir intentando, ¿verdad? Porque cabezones
somos un rato.
Esta es una de las etapas más duras, sin duda. Uno tiene la
sensación de que solo le quieren por su físico, no por su talento. Te
desnudas sin pudor ante clientes, con el fajo en la mano, y antes de
que hayas levantado la cabeza del suelo ya han clavado la mirada en la
siguiente, más joven y prieta que tú.
Seguro que hay inversores capaces de ver proyectos en estado
embrionario y ojeadores con talento que huelen el éxito antes que tú.
A los demás los veo en un círculo muy cerrado de intereses, que
entiendo que defiendan su dinero y su modelo de negocio, pero creo
que erramos todos en el planteamiento.
La sociedad no puede confiar la innovación y el emprendimiento
de un país únicamente en esta manada de lobos que defienden su
"business". Reclamo una pensada, a nivel general, para darle vida a
esta punta de lanza que son los emprendedores. Creo que nos
jugamos el futuro. Podernos hacer un programa que se llame "El
Emprendedor y la Tierra". Voy a enviar un "recmember'' para dentro
de unos años.
Capítulo 12.
Be water.

Cuando nadie me ve, en algunas ocasiones me hago pequeño,


casi invisible. Me hago bicho bola porque, no puedo negarlo, las
bofetadas duelen. Y depende de quién sean, pueden llegar a doler
mucho. Y en ese momento me recojo en la intimidad y lloro.
A veces lloro de rabia, a veces lloro de angustia y muchas de
impotencia...
Y cada lágrima derramada me dice que no desespere. Me habla
bajito y me cuenta que siga adelante, como ella. Que emprender es
llorar. Que, a veces, uno cree que no puede. Y aunque nunca lo diga,
lo siente, lo oye. Pero que ella es tan pequeña como grande es el mar.
Y me dice que siga. Que no deje de empujar. Que ella llegará, porque
nunca ceja en su empeño.
Y así es. Una de las cualidades del emprendedor es que nunca,
entre comillas, dice que no puede. Lo intenta una y otra vez. Llámalo
cabezota o insistente. Pero es necesario tener una buena dosis de
tozudez para sacar algo a la luz. Cabezota con cabeza y tozudez con
control.
Nadie dijo que fuera fácil, es una de esas frases manidas, pero
que describen nítidamente el día a día. Nadie, en su sano juicio,
abandona la zona de confort, el sueldo fijo, arriesga sus ahorros, su
casa o se hipoteca hasta las cejas y piensa que las cosas le vienen
dadas. Pienso que sería hasta contraproducente. Tiene que costar y
mucho. Y te tienes que caer y levantar unas cuantas veces para que
puedas apreciar lo que conseguiste.
Así es la vida y así es como tiene que ser. Apreciamos muy poco
lo que conseguimos sin ningún esfuerzo. Y en el camino tenemos
dudas y a veces desaliento, fatiga o zancadillas. Y para seguir adelante
hay que ser muy fuerte y llorar. Sacar la rabia, el odio, la desesperación
y darle la vuelta en forma de aliento, alimento y coraje para levantarse
y decir, ¡yo sigo!
El agua, amigo, siempre encuentra el camino, por muy difícil o
muy dura que sea la roca. Llegará a su destino. Por un lado o por otro.
Y lo que me dijo la lágrima, que cayó en la arena, fue que si no puedes
atravesar la roca, la rodees. Que encuentres la grieta donde puedas
hacer palanca y hacerla estallar. Que busques, que nunca dejes de
buscar. Porque al final siempre, siempre hay una salida. Aunque
algunas veces hay que parar y saltar. Hay veces que tendrás que meter
tripa para pasar y otras saltar. No es tan importante ser fuerte como
sentirse fuerte.
Reviso mis correos y muchos empiezan así: Perdona que insista...
(Ahí voy otra vez). Prefiero que me llames "cansino" antes de que me
digas que no lo leíste, que se traspapeló o que no sabías lo que
quería. Me encanta el anuncio ese de "permíteme que insista...", pues
te lo repito, que es bueno. La educación y las buenas maneras en
ocasiones nos hacen perder oportunidades de ser vistos o conocidos.
El emprendedor "pro", ese, no deja pasar una. Donde hay un
hueco para un alfiler, ahí mete la cuña. Los hay con mucha gracia (mi
caso... ¡jeje!) y los hay del género plasta. Hay que saber encontrar el
estilo que le funciona a uno bien y trabajarlo sin dilación. A veces
también soy "pesao", que lo sé... Soy esa gota que cae cada tres
segundos sobre la cabeza del inmóvil mártir y que horada su cerebro.
A mí de pequeño ese martirio chino me traía anonadado.
Tengo un par de amigos, permitidme que no les nombre, que
cuando se les mete algo en la cabeza, lo consiguen sí o sí. Yo cuando
les veo en acción, sigilosamente me acerco a la víctima y le susurro al
oído, "date por follada". Me encanta ver la cara que ponen... y al día
siguiente... Tampoco me resisto a sentenciar... ¡Te lo dije!
En este mundillo, se suceden los ejemplos de emprendedores
que nadie daba un duro por ellos o por su proyecto, por gente que les
criticaba duramente o no confiaban en sus lanzamientos y a pesar de
los pesares decidieron seguir adelante. Solo cuentan los que luego
tuvieron éxito, claro. De los veinte millones de muertos que se
quedaron por el camino, nadie se acuerda de ellos, pero está claro que
casi ninguno lo tuvo fácil, ni acertó a la primera.
No existe la bola de cristal que diga tú sí y tú no. Hacen la mil y
una predicción y estudian los factores clave, pero son incapaces de
encontrar la fórmula mágica.
Llevo años diciendo que no existe, pero ¡chico! como quien oye
llover. Es un tema de estómago. El emprendedor que cree en su
proyecto no lo puede explicar. Sabe que saldrá bien. Confía y cree de
forma ciega. Es algo muy parecido a tener fe. Que no hay dios que lo
explique.
Y normalmente tienes al séquito de fariseos y ateos que intentan
minarte, hacerte dudar y flaquear a cada paso. No le des más vueltas.
Este tipo de individuos es así... Por el puro y asqueroso sentimiento de
que a nadie de los que tengo cerca les vaya bien... No vaya a ser que
me tenga que poner envidioso... y sacar esa frase de... "yo a este le
conozco desde que éramos críos, era un bala perdida y mírale... ¡vaya
pelotazo!" mientras les sale espuma por la boca.
Cuando me llegue la gloria, no solo les perdonaré, sino que
además les ayudaré en mi bondad infinita. ¿Cómo te quedas?...
¡Muerta! Así soy yo. Soy agua, con un poco de whisky. Que fluye
mejor...
Y cuando me recupero de estos momentillos bajos, ¡joder! vuelvo
a ser cascada, torrente de agua y fuerza a partes iguales, arrollando
todo a mi paso y haciendo que todo reverdezca sobre nosotros. Soy
agua sanadora y que sacia la sed. Un géiser que sale con tanta presión
y tantas ganas, que no hay valiente que me encare. Un tsunami que te
lleva.
Hazme caso, hazte gota versátil, dúctil... para dejarte llevar, dulce
o salada, para encontrar el camino, liderar el río, romper la roca o
evaporarte... si fuese necesario. La constancia y el esfuerzo te llevarán
donde quieras llegar, aunque seas una simple gota de agua. "Be water
my friend" (Bruce Lee).
Capítulo 14.
La montaña rusa.

Creo que tengo un trastorno bipolar. Ya no sé si voy o si vengo.


La gente normal tiene sus días buenos y sus días malos. El
emprendedor no tiene término medio, unos días son cojonudos y
otros, son como el día del fin del mundo...
Los días buenos, es que son muy buenos. Te sacan en prensa con
mucha razón:
http://www.larazon.es/recmemberme-un-mensaje-al-futuro-
MB8928178#.Ttt1AqBQcGPUPo6
hablan de ti en la radio, consigues tu primer gran cliente, alguna
empresa de renombrado prestigio se interesa por tu existencia,
alguien conocido te dice que ha oído hablar (bien) de tu proyecto, tu
primer contrato... ¡Puff! Es un momento de subidón. De adrenalina a
raudales, de motivación extrema.
Los nervios se apoderan de ti, te pueden llegar a atenazar. Crees
que ya estás en el camino hacia la gloria. ¡Qué va! ¡Tú eres la gloria!
Todo a tu alrededor es de color de rosa, las mujeres te sonríen, los
hombres te halagan, tus enemigos te llaman para ser los primeros en
darte la enhorabuena... algún familiar te hace un guiño de... "a ver si
me ayudas a tapar algún agujerillo... "
Y estos días maravillosos, de los que uno nunca se querría
despegar, son sucedidos por días muy malos, no, lo siguiente, del
género pésimo.
Te anulan el pedido por algún trámite que no has
cumplimentado, el cliente dice "digo" donde dijo "diego", te
denuncian por algo que no sabías ni que existía o te aparece una letra
inesperada que arruina tu maltrecho "cash flow". Te quieres morir.
Cuestionas hasta la leche que te amamantó.
¿Cómo puede ser? ¿Cómo se puede vivir en esta incertidumbre?
¿De dónde voy a sacar el dinero? Después del intento infructuoso de
hacerte rico jugando a los Euromillones o de planear el atraco
perfecto, te das cuenta de que esto es una montaña rusa. Que sube y
baja. Sube muy arriba y baja muy abajo. Que es un despropósito para
las emociones y que una de dos, o aprendes a controlarlas o en una
de estas, te quedas seco.
El hábitat del emprendedor es ese, la incertidumbre. En este
inhóspito lugar se suceden los acontecimientos que se ven
agrandados o empequeñecidos por nuestro estado de ánimo.
Necesitas de una fuerte dosis de cordura y sangre fría para disfrutar
de los buenos momentos, sin dejarte llevar por el éxtasis. Y por otro
lado, minimizar y relativizar los malos ratos, para que a su vez no te
arrastren a una profunda depresión.
Hay que tener la pelota muy bien amueblada y el corazón a
prueba de bomba. Hay que saber lidiar con estos ajetreos, pues los
altibajos te pueden llegar a desquiciar. No es fácil moverse en este
entorno.
Yo intento que no galopen sueltos los caballos en momentos de
esplendor, ni tampoco que me lleven los demonios en aquellos en los
que no hay mañana.
Por un lado, es una mierda, porque te apetecería emborracharte
de éxito y restregárselo al elenco de maldicientes que nunca confiaron
en ti, pero sería contraproducente avivar a esos engendros. No harían
más que esperar a tu cambio de ciclo y hacer sangre.
Y por otro lado, te apetecería emular a Julio Iglesias, que tan bien
ha sabido explotar el cuento de la pena, que mi pobre abuela murió
pensando que era un desgraciado porque nunca encontró el amor
verdadero. Y el tío se ha pegado la gran vida... ¡y lo sabes!
Al final vuelvo siempre a mi teoría del equilibrio. Nada de
extremismos. Es mejor un rumbo constante y bien controlado. Estos
subidones y las correspondientes bajadas desestabilizan al más
"pintao". Hay que ponderar con humildad. Agradecer su presencia a la
amiga buena suerte y huir de las supersticiones como de la peste. Yo
tampoco creo en ellas, pero por si acaso, las evito.
Lo mejor es tener los pies en la tierra. Para lo bueno y para lo
malo. Tener el paso firme y saber esperar. Me viene a la memoria una
escena de una película en la que un submarino tenía que pasar por un
fondo marino abrupto y lleno de rocas que podían romper el casco. El
capitán con la única guía del sonido del sonar rompiendo en las rocas,
dirigió la maniobra mientras todos conteníamos la respiración en la
sala. Algo parecido es viajar en el mundo del emprendimiento. Nos
guía el corazón y muchas veces es más importante dejarle que marque
nuestros pasos. A veces hay que dejar las métricas y los consejos del
consultor de la prestigiosa incubadora a un lado.
Nada es tan bueno y nada es tan malo. Es una media ponderada.
Es una tendencia la que hay que labrar. Y si es buena, el resultado será
positivo, por muchos dientes de sierra que tenga. Dejarse llevar tanto
por lo bueno como por lo malo no te dejará mantener el rumbo. Así,
que agarra fuerte el timón y ¡avante toda!
Capítulo 15.
“Keep calm” & recmember me.

Y después de la tormenta llega la calma.


El semblante y el sentido común son requisitos para emprender.
Mantener el rumbo aún en las peores circunstancias es decisivo para
llevar el barco a buen puerto. Poca gente triunfa a la primera. Los hay,
pero son muy pocos. Muchos no lo consiguen nunca. Y otros muchos
lo consiguen después de muchos intentos. Así que no desesperes.
"Keep calm".
Tranquilo, pero sin pausa. Ya sabes que la constancia, junto con
el esfuerzo, será lo que te lleve lejos. No sé si al éxito, o a lo que cada
uno de nosotros entiende por éxito. Porque todo es relativo. Lo
importante es disfrutar y aprender en el camino. De eso se trata. Si te
haces rico o famoso será una consecuencia.
El foco es como las orejeras, esas que ponen a los burros. Evitan
que te distraigas o vayas a por todas. Fija un objetivo y metas
parciales. Ir consiguiendo pequeñas victorias anima mucho. Acuérdate
de celebrarlas con todos los que te ayudaron a conseguirlas. Es de
bien nacidos...
Y lo que nunca puedes perder es tu esencia. Sea la que fuere. El
sentido común te llevará muy lejos. Ese sexto sentido que te ayudó a
encontrar una idea genial, a ver algo que otros no vieron o a imaginar
un mundo mejor. Es común entre los emprendedores buscar
soluciones simples a problemas complejos. Encontrar aquello que
cuando lo escuchas dices ¿Cómo no se me ocurrió a mí? Pero si es una
tontería... ya, pero a alguien se le tiene que ocurrir. Y comercializarlo.
Que no basta con tener la idea, hay que llevarla a cabo.
Y la idea genial normalmente no nace a la primera, surge
después de muchos intentos fallidos. Los creadores del juego "Angry
birds" después de crear más de 50 juegos y de estar a punto de
quebrar decidieron hacer uno más. Y fue ese el que les llevó a la
gloria...
Cuando ya no te quede aliento, saca fuerzas de donde no las hay
y juega otra vez. Cuando pienses que todo se ha acabado, echa otra
moneda. Cuando estés a punto de tirar la toalla, tírate otra vez a la
piscina. Cuando ya no puedas más. ¡Inténtalo otra vez! Quizá sea la
buena, "my friend".
La mente emprendedora está permanentemente en ebullición. La
fábrica no para nunca. 24x7. Uno nunca sabe cuándo va a surgir la
idea brillante. Ni siquiera sabe si será brillante. Ya os he animado en
varias ocasiones a contar las ideas, porque muchas veces nos
obcecamos en cosas que al contárselas a alguien que no tenga nada
que ver con nuestro mundo nos da la clave.
Nos empeñamos en querer resolver todo de una forma lógica y
algunas cosas no la tienen. Así que lo mejor es parir ideas hasta que
una te llama la atención sobre las demás. Y con esa hacer un prototipo
para que los demás puedan evaluarla y mejorarla. Manteniendo el
control y la velocidad. Te copiarán cualquier cosa que funcione.
Asúmelo.
Lo único que no se puede plagiar es tu talento. Por eso cuando
vengan a copiar, tú ya tienes que estar de vuelta. Un paso por delante.
Y pasar por delante, con mucha calma y esa mirada humilde de
"yo a lo mío". A trabajar, a esforzarme y a superarme. El que va por
delante solo se compara consigo mismo, sabe que al que tiene que
deslumbrar, al que tiene que superar es a sí mismo. Y en ello le va la
vida, porque cuando uno es capaz de asombrarse de sí mismo es que
sigue encendida la llama en su interior.
Capítulo 16.
El verdadero dinero / El secreto / Lo que
vale de verdad.

Hay algo que les pregunto siempre a mis alumnos... ¿qué es lo


que no podréis controlar jamás en vuestras vidas? Se quedan
boquiabiertos, nadie dice nada... Aprovecho el momento en el que les
explico cómo hacer previsiones a futuro para retarles a que adivinen
de qué hablo. Hacer una proyección es relativamente fácil, siempre y
cuando se cuente con la historia de lo que ha sucedido en etapas
anteriores. Pero cuando no se tiene un histórico o simplemente se está
lanzando una "startup" novedosa, esta ciencia no sirve para nada.
Entonces, les pregunto nuevamente: ¿qué es aquello que pasará en
vuestras vidas y no podréis evitar?
(Silencio) (Sé que alguno piensa en la muerte)
Hablando de negocios siempre les comento que es muy difícil
pronosticar algo a futuro si no se cuenta con un punto de partida. Y
algunas veces no lo hay. No existe. Y mi consejo es que pongan uno,
donde sea, pero que lo pongan. Aunque tengan que inventárselo. Para
que algún día puedan decir qué pensaron que iban a vender y
comprobar si acertaron o no. Es mejor tener un dato que no tener
nada.
La ciencia de acertar en una previsión, que se basa en la
acumulación de experiencias, es muy complicada incluso ante las
mismas variables. Es casi imposible, pues los factores externos e
internos que influyen sobre algo son muy difíciles de repetir
exactamente de la misma forma. Pero bueno, no os suelto el rollo,
simplemente quiero que sepáis que hay algo que no podemos
controlar, y eso es el paso del tiempo. El ineludible e implacable paso
del tiempo es algo que no podrán evitar (de momento) mis alumnos.
Digo de momento, porque muchos intentarán disimularlo, pero
no podrán pararlo hasta que inventemos la máquina del tiempo y
funcione...
Y algún día se encontraran con dos números, lo que dijeron que
iba a pasar y lo que realmente pasó, numéricamente hablando. Y por
muchos factores que se sucedan y variables contempladas o no,
llegará el día 365 y veremos qué pasó realmente. Y podremos
compararlo. E insisto en que se mida para ir construyendo esa historia
de la que hablaba antes. Es mejor tener un dato que no tenerlo. Ya lo
iremos corrigiendo y mejorando. Así es como los vendedores de
horóscopos van rellenando nuestro hipotético futuro.
Yo tenía una clienta que además de su negocio de fotografía
regentaba un asador de pollos. Venía a negociar conmigo con unos
lamparones de grasa que parecían Oceanía y Japón juntos en un
mapamundi imaginario. Yo, por curiosidad, le preguntaba qué tal le
iba el negocio de los pollos y ella me decía que ganaba mucho más
dinero con él que con el de la fotografía, excusa que utilizaba para
apretarme a la hora de comprarme, pensaba yo.
Un día me invitó a comer a su asador y evidentemente ganaba
mucho más. La cola, para llevar pollos a casa, daba la vuelta a la
manzana y las más de l00 mesas para comer las tenía llenas y con
gente esperando en la barra. ¡Madre mía qué negocio! Pensé
seriamente en dejar la fotografía y dedicarme yo también a las aves...
Mientras comíamos me desveló la cantidad de patas, pechugas y
contra muslos que servía al día y no daba crédito. Solo vendía pollos.
Le pregunté por la gestión de los perecederos, qué hacía con los
pollos que le sobraban. Me lo contó todo y al final la conclusión que
saqué de su buena gestión fue que tenía controlado al milímetro
cuantos pollos se pedían a cada hora del día y cada día de la semana.
La influencia que tenía un partido de fútbol, un día de fiesta o si llovía
o no. ¡Increíble! Lo tenía todo medido.
Todas las variables las tenía controladas, tanto las internas (hasta
si le fallaba un camarero, cosa que por cierto era bastante habitual),
como las externas; tenía varios proveedores por si alguno le fallaba.
Tenía un histórico de más de quince años vendiendo pollos a troche y
moche. Todas controladas menos una. La imprevisible. La
impredecible. La que no se puede prever.
En este caso fue la gripe aviar. ¿Os acordáis? Fue en China a
principios de siglo, aunque muchos años antes, en Italia, ya se sabía de
esta virulenta enfermedad que afectaba a las aves y a los hombres que
las ingerían. Pasó de vender más de mil pollos al día a cero en menos
de una semana. Todos sus esfuerzos por decir que sus pollos no
estaban infectados fueron en vano. Aquella mujer emprendedora
recibió el palo más grande de su vida. Ver cómo toda su estructura se
desmoronaba en cinco días casi se la lleva por delante.
Pero está claro que era emprendedora de raza y consiguió
reducir el impacto, los empleados le ayudaron (es muy buena persona
y trabajadora como ninguna), los proveedores aceptaron recibir pagos
aplazados, los clientes la animaron a abrir otro restaurante, etc. y una
vez que pasó la tormenta la mujer volvió a levantar el emporio del
pollo con mucho esfuerzo. Sigue vendiendo pollos, pero ha incluido
en el menú ensaladas de pasta, croquetas (de jamón), filetes
empanados (de ternera), empanadillas (de atún)... diversificando el
riesgo de la gripe.
Pues hasta esta imprevisible variable la midió y escribió un
pequeño manual de qué hacer en un caso de crisis. Lo que aprendió
de aquella fatalidad y cómo se recuperó da para escribir otro libro.
Hay negocios que se lanzan antes de tiempo y que corren con la
"mala" suerte de no tener la tecnología apropiada, los consumidores
preparados o simplemente la idea sin madurar.
Y, por el contrario, hay otras ideas (poco brillantes) que aciertan
con el "momentum" por suerte o por gracia, y son exitosas. "YouTube"
es un buen ejemplo de lo que hablo. Sí, también aquí, influye la suerte.
Por cierto, suscríbete a mi canal de YouTube, me llamo Doktor Castells,
Doktor con K, y doy consejos para encontrar un buen trabajo y
emprender.
Hay que estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Y
sino ¡que se lo digan al espermatozoide de tu padre!
Lo cuento porque a la hora de emprender el factor tiempo es
decisivo. Para bien y para mal. Te puede encumbrar o hundirte en la
miseria más absoluta. Tiene que ser el momento adecuado. Ni antes ni
después. Y es a todas luces imprevisible. Lo que sí se puede intentar es
minimizar el riesgo. No poner todos los huevos en la misma cesta a la
vez. Y mirar de forma obsesiva todas las variables que podrían afectar
al negocio, y tener el plan B preparado para saltar a escena en
cualquier momento.
El verdadero dinero no es el dinero. Lo que de verdad vale es el
tiempo y lo que hagas con él. Esa es nuestra limitación. Uno al nacer
no sabe cuánto tiempo vivirá. Lo que hagas con tu tiempo será tu
verdadera riqueza. Si solo piensas en ganar dinero está bien, pero te
perderás otras cosas buenas de la vida, como el amor. Dicen que la
felicidad está en el camino y es cierto, día a día. Paso a paso. Y lo
mejor es aprovechar cada minuto sin pensar en el tiempo que te
queda. Nunca sabes cuándo será tu último día. Ama lo que haces. Haz
lo que ames.
Capítulo 17.
#ElPrEmprendedor.

¿El emprendedor nace o se hace? Genéticamente hay personas


más propensas a crear (lo llevan en las venas) y si el entorno en el que
crecen es propenso, sus habilidades se desarrollan con más fuerza si
cabe. Pero me inclino a pensar, sin ninguna base científica, que en el
fondo todos somos un poco emprendedores. A pesar de que en
nuestra sociedad esto no se ha fomentado lo suficiente, todo lo
contrario. Se ha ensalzado una forma de vida sin complicaciones y
segura. Ser funcionario era lo ideal. Trabajo y sueldo para toda la vida
a cambio de estudiar unas oposiciones y sacar una plaza. Y échate a
dormir. Que luego tampoco es verdad, pero una vez que te han
colgado el San Benito...
Todos tenemos sueños, me resisto a pensar que los demás no
tienen inquietudes o al menos saben lo que NO quieren. Y durante el
periodo estival surge de forma recurrente ese pensamiento de "tengo
que montar algo". Es el comienzo, pero te lo llevarás a la tumba si un
buen día no le echas agallas y empiezas de verdad.
Puedes dar el primer paso leyendo Emprender a hostias. Ese
pequeño gran paso se puede dar con mucho riesgo si ese día decides
dejarlo todo y emprender, o de una forma más suave, tímida, pero que
te deje ver qué hay al otro lado de la zona de confort.
Sería como tirarse en paracaídas, pero con un monitor a la
espalda. Una versión "light" o llámalo como quieras, un aprendiz de
emprendedor. Yo lo he llamado #prEmprendedor. Al calor de un
trabajo fijo y remunerado mes a mes nace este atrevido trabajador,
harto de ver cómo su sueldo mengua en el mejor de los casos, fruto
de la "no subida" desde tiempos inmemorables o como alternativa a
las bajadas "solidarias" que los empresarios han hecho unilateralmente
con su salario. En definitiva, se trata de la búsqueda de esos ingresos
adicionales que permitan mantener el nivel de gastos.
En realidad los puristas no lo catalogarían como un emprendedor
de raza, porque le falta el aliciente del riesgo, pero que, por otra parte,
lo suple con el peligro de que le pillen.
De todos es sabido que a ningún empresario le gusta que sus
trabajadores se distraigan con otros menesteres que no le reporten
beneficios. En el caso de los directivos firman incluso cláusulas de
exclusividad para evitar tentaciones. Cláusulas cuyo cumplimiento se
ha visto relajado por evitar esa conversación desagradable de "es que
ni siquiera me has subido el IPC...".
Estos trabajadores han empezado a dar clases, charlas
remuneradas, escribir libros, hacer coaching, collares, pulseras,
pendientes y otros abalorios, vender productos de lujo a través de
Internet y de no tan lujo. Algunas ya tienen una fábrica de galletas,
tartas y otras delicias. Ya sabemos que muchos regentan franquicias
con ayuda de sus cónyuges... Todo vale siempre y cuando no compita
directamente con el negocio del empresario. Y los límites son muy
difusos e interpretables.
Y esto, a los ojos de los empresarios y del gobierno, es malo. Los
primeros ven que de algún modo tienen que cortar la dedicación a
otras tareas ajenas a la suya y en el caso del gobierno, porque muchos
lo hacen a través de lo que llamamos la economía sumergida exenta
de todo tipo de aranceles.
En cualquiera de los dos casos el riesgo sí es alto, si lo descubren.
Porque si el pequeño hobby se convierte en gran hobby, te podrían
echar del trabajo (en cuyo caso te recomiendo que empieces la lectura
de mi libro - Josdeputaaa!!! Me han "echao") o te podrían poner una
multa por evadir al fisco.
Y aquí es donde está el error. Estamos acostumbrados a la
actitud represiva y fiscalizadora y nosotros mismos nos echamos
piedras contra nuestro propio tejado.
A los empresarios les digo que no solo no coarten este tipo de
iniciativas de sus empleados, sino que las fomenten y las promuevan.
Que les den facilidades para llevarlas a cabo e incluso ayuda
económica. Están creando emprendedores. Gente con ilusión, ilusión,
ilusión (con eco), que tanta falta les hace después de una crisis.
Cuando uno está a los dos lados de la mesa es más sabio. Y se
dará cuenta de las tonterías que uno hace por desconocimiento o falta
de empatía. Me explico. Si a un empleado le enseñas a ser empresario
valorará mucho más lo que le estás ofreciendo y será capaz de
ponerse en tus zapatos. Será más solidario, mucho más productivo y
sobre todo eficaz (que es una palabra muy desconocida laboralmente
hablando). El miedo a que se te vaya una persona si no sabes retenerla
es absurdo. Es como el que tiene tos y se rasca los huevos. Se acabará
yendo. En cambio, si consigues que esa persona esté agradecida al
empresario e ilusionada su rendimiento será mejor. Y es ley de vida
que la gente evolucione en su trabajo o tendrás un equipo de
mediocres, que por lo visto muchos es lo que quieren. Gente que
obedezca, no piense y haga única y exclusivamente lo que se le pide.
Y, personalmente creo que, ni siquiera en un ministerio público, los
trabajadores deberían de tener este perfil.
El emprendedor es responsable, tiene iniciativa, es innovador,
busca soluciones... que es exactamente lo que va a necesitar la
empresa que quiera salir victoriosa de esta crisis. Porque una cosa es
salir (que gracias a Dios muchas lo van a conseguir) y otra muy
diferente es cómo salen y con qué actitud.
Uno de cada cien (aproximadamente) conseguirá que su hobby
sea una empresa. Obviamente ese dará el salto de trabajar por cuenta
ajena a ser su propio jefe. El resto simplemente habrá conseguido
unos euros extra para darse algún capricho y estar feliz en su actual
trabajo porque al menos le dejaron intentarlo. ¿No merece esto la
pena?
Soy partidario de que todo el mundo pague sus impuestos, pero
la administración central tiene que encontrar una fórmula para que
tributen sin que sea doloso, ni una barrera a la hora de quitarle horas
al sueño. No puede pagar lo mismo un autónomo que ingresa
12.000€/mes que otro que no rasca bola. Menos subvenciones y más
educación emprendedora. Y yo empecé así, dando clases los viernes
por la tarde y los sábados por la mañana, y está claro que cuando
suspenden más de un veinte por ciento de los alumnos el que se tiene
que cuestionar es el propio profesor. Nos tenemos que preguntar: ¿lo
estamos haciendo bien? ¿Queremos un país de funcionarios de
actitud? Si conseguimos entre todos crear una tupida red de
mentalidad emprendedora nos irá mucho mejor. Somos un pueblo
muy creativo, muy trabajador y muy capaz. Miles de Emprendedores
podrían ser la base de un cambio, de un mundo mejor.
Capítulo 18.
Yo, tauro.

A mí lo que no me mata me hace más fuerte. Ese lema lo aplico


con los yogures caducados de la nevera. Y así estoy... El caso es que
pocas cosas amilanan a un emprendedor. Somos de observar mucho,
de probar, de intentarlo todo y de mucho insistir. Sabemos que pocas
cosas salen a la primera. Sé que ya lo he dicho, pero es que hay que
ser perseverante.
Mi buen amigo y colega Nuno me lo dijo en portugués "o nao
está garantido", el no ya está garantizado, me decía. Cada vez que
íbamos a proponer algo a un cliente, que obviamente le iba a costar
un desembolso, nos mirábamos antes de entrar y repetíamos la frase
de guerra.
La gran mayoría de las veces efectivamente, después de la
propuesta ya teníamos allí el "nao", cosa que nos alentaba como un
resorte para vencerlo y conseguir darle la vuelta a la tortilla. Aunque
más de una vez, después de la proposición, los clientes nos decían que
sí. Y nosotros mismos nos habíamos sugestionado a recibir una
respuesta negativa. Y ahí sacábamos el estoque y el pedido. Sin
dudarlo ni un instante. Por tanto, hay que intentarlo siempre,
olvidándose de los complejos y los prejuicios. Una y otra vez.
Hay que ir variando el discurso. Cuanto mejor sabes lo que el
otro está esperando escuchar antes puedes entrar a matar. Y para ello
la preparación de cualquier llamada, entrevista o cita es necesaria y
obligatoria. Hoy en día con las redes sociales puedes ir con un buen
historial de la persona con la que vas a hablar y que, indudablemente,
te ayudará mucho a conseguir resultados positivos. Desde un amigo
común, saber que el golf le vuelve loco o si estudió en tu mismo
colegio, te abrirán puertas o engrasarán una conversación a puerta
fría. La información siempre ha sido poder.
Esto no quita para que haya que insistir y mucho. Y sobre todo,
estar ahí. Ser la alternativa. Conseguir estar en la mente del otro de
alguna manera.
Ya sé que sois muchos los que odiáis a los pesados. Hay que ser
insistente sin caer en su grado superlativo. Ahí está el arte. Unos
utilizan la gracia, que es un arma de doble filo y se puede volver en
contra. Otros la falsa amistad, cuyo interés tarde o temprano acaba
saliendo a la luz. Hay que saber buscar el momento, la intensidad, la
frecuencia... Hay algunos que lo consiguen simplemente por pesados.
¡Te compro para que no vuelvas más!
Técnicamente cada día es más difícil. Todos tenemos acceso a
mucha información y las habilidades que enseñan en las escuelas son
las mismas para todos. Aquí destaco el toque personal que cada uno
le imprime a sus actuaciones y que normalmente son el factor clave
que determina el sí o el no. Todos tenemos esas cualidades, hay que
saber encontrarlas y explotarlas. Lo que a cada uno le funciona
muchas veces es un misterio y a otro hacer lo mismo no le sirve de
nada. La naturalidad de estas acciones es determinante.
Y después de insistir, ante el menor atisbo o probabilidad de
conseguirlo, hay que rematar. Yo le digo a mis hijos cuando juegan al
fútbol: a la mínima oportunidad tira a puerta. Es muy bonito verles
regatear al contrario, los pases magníficos y los "driblings" con rabona
que hacen, pero así no se gana. Se vence cuando el esférico está
dentro de la malla contraria más veces que en 1a tuya. ¡Tiraaa! ¡Tira,
coño!
Y como un cirujano cuando consigue aislar el problema, hay que
tener esa determinación de cortar, extirpar y coser.
Cuando alguien ve enfrente un Miura que va a pasar sí o sí, lo
más razonable es dejarle cruzar. La persistencia y la determinación que
tiene un emprendedor es su salvoconducto hacia el éxito. Hay que ser
pesado. Hay que ir a por el objetivo. Hay que creerse, a pies juntillas,
que lo vas a conseguir.
Me encuentro en las incubadoras a chicos flacos que son como
un manojo de nervios mal atado, que cuando les preguntas ¿cómo lo
hiciste? me dicen "yo es que me creí que lo podía conseguir y lo
conseguí". Nuevamente la actitud está por encima de todas las cosas.
Si alguien cree que puede hacerlo, es un Miura. Si dudas, te tambaleas,
cambias de opinión constantemente, vete a toriles y aclárate.
Yo es que soy tauro y estas cosas las entiendo bien. Llevo toda la
vida rodeado de personas muy cabezotas a las que no voy a nombrar
para mantener mi integridad física. Ha sido como estar en un centro
de alto rendimiento. Me han sometido a un estrecho y exhaustivo
entrenamiento. Me manejo bien en el cuerpo a cuerpo. No las
nombro, porque otra característica de los testarudos es que reniegan
de su condición y atacan al contrario sin más miramientos. ¿Yooo,
cabezota? ¡Mira quién fue a hablar...!
Aunque reconozco que ser así ayuda mucho a empujar en la
vida. A tirar del carro con la única motivación de: yo voy para adelante.
Eso sí, bien guiado, que como vayas contra el muro...
Capítulo 19.
La startup y el CEO.

La gran mayoría de los emprendedores que lanzan una startup lo


hacen con la intención de hacerse ricos. ¿A que sí? O famosos. O las
dos cosas a la vez. Yo también, lo confieso. Y, en muchos casos, se ven
más pobres que las ratas, con más deudas que los hijos de Vázquez y
eso sí, con un título que no les cabe en las tarjetas de visita: Chief
Executive Officer (CEO).
El auto-nombramiento no puede ser más rimbombante y
requiere de mucho énfasis al pronunciar su primera consonante (Z)EO,
para no confundirlo con el patito... o que te pregunten ¿y dónde están
el bueno y el malo?
La posición de CEO de una compañía es estratégica. Es la cabeza
visible y sobre él se proyecta la imagen de la empresa y viceversa. Su
personalidad y estilo de dirección impregnarán la organización hasta
un punto tal que, ni su propia madre diferenciará cuando está
actuando y cuando es "mi niño/a bonito/a".
Esta figura cobra mayor importancia si cabe en una empresa que
nace. Quizá con menos reconocimiento y menos valor que ser el CEO
de una empresa del IBEX-35, pero probablemente mucho más
completo. Empezar de cero cualquier hazaña empresarial requiere
mucho coraje, determinación y empuje. Una capacidad sobrehumana
para encajar el desaliento y la frustración, así como una inmensa dosis
de optimismo e ilusión. Un emprendedor deja de defenderse para
atacar. El primero de la historia humana fue aquel que abandonó la
cueva con el objetivo de cazar para comer. Siempre hay alguien que
tiene que dar el primer paso. Un valiente.
El homo sapiens se jugaba la vida. El emprendedor, además, se
juega su esfuerzo, su trabajo y su dinero. El riesgo en tus propias
carnes es evidente cuando eres CEO de una startup. El CEO de
Telefónica tiene el riesgo de que la junta de accionistas le mire mal, le
echen y le rellenen de millones su cuenta corriente por prescindir de
sus “valiosísimos" servicios. Y mientras lee el best seller Josdeputaaa!!!
Me han "echao" llama a dos de sus amigos, cuya deuda de favores
está en saldo negativo y a la voz de ¡Ave Cesar! le buscan un "sitio"
más tranquilo para seguir rellenando la cuenta sin mucha exposición
mediática. Así son las cosas, contadas desde el cariño, siempre...
El incipiente CEO se busca la vida, consigue financiación como
oro en el río (con lo que él tenía le dio para poco), esquilma a familia y
amigos, convence a inversores, "buscachollos" y otros ricos con avidez
por el dinero. Diseña planes, prepara resúmenes ejecutivos, como su
propio nombre indica, vende la moto aquí y allá, sale a buscar socios,
proveedores, embauca a personas que quieran trabajar a tope por
pocos euros. Comparte su ilusión como si fuera un predicador,
muchas veces en el desierto...
Son mentes abiertas, absorben información, la procesan y la
aprovechan, están siempre ojo avizor, no se les escapa una, son
personas multi-función, para un roto y un descosido. Nada se les pone
por delante. Donde otros solo ven un problema ellos ven nítidamente
la oportunidad. Son seres sobrehumanos, casi dioses.
Y esta divinidad sería mala si llegasen a perder el contacto con la
realidad. Pero el hambre no les deja, les recuerda que no pueden
despegar los pies del suelo y que son personas corrientes, como los
demás. Y es ese baño de realidad lo que les hace mejores. Estar arriba
y abajo a la vez te hace no perder la perspectiva y ser capaz de
empatizar con todo el mundo, cosa que le cuesta mucho al CEO de
Telefónica.
Cuando ustedes vean al CEO en su garaje realizar tareas de
altísimo valor añadido como pasar la fregona, abrir la puerta al de
Telepizza, berrear al teléfono con la operadora de telefonía que nos ha
dejado sin ADSL o hacer de cobrador del frac para a su vez no ser
visitado por el ídem... comprenderán que ser CEO en una startup es
ser omnipresente.
Así es como uno se da cuenta de que el nombre o el título de
CEO no es lo importante. Lo importante es el trabajo, la constancia, el
esfuerzo... los valores de toda la vida de Dios. El que emprende es un
chico o chica para todo (CPT) que en inglés es "Chief Para Todo".
Si la única esperanza es que todo este trabajo, esfuerzo,
constancia, determinación y las ganas que le echas, algún día, algún
día tengan su cuantiosa recompensa económica, puedes tener una
gran decepción.
La recompensa que tienes es diaria, por ser así, por el estilo de
vida que has escogido y por vivir a tu manera, no a la de otros. Esa es
la verdadera compensación por tanto esfuerzo. Y si el dinero o la fama
te llegan después, bienvenidos sean.
Capítulo 20.
Échale huevos.

No estoy hablando de tortilla, no. Que podría valer, pero no es el


caso. Ni tampoco del típico reto de bar envalentonado por el alcohol.
¡No hay huevos! Que aunque solo sea por cabezonería, orgullo y
hombría mal entendida uno es capaz de meterse diez polvorones
entre pecho y espalda sin una gota del líquido elemento. O de saltar
desde un balcón a la piscina (huevos estrellados).
Tampoco quería ser sutil ¡Salta! Ni claro ¡Da el primer paso! Ni
romántico... Deja de soñar y empieza a hacer... He querido transmitir
que, independientemente de tu género, hay que echarle mucho valor
para emprender.
¡Hay que echarle muchos huevos! Te lo voy a poner muy negro.
Tienes que dejar la esponjosa nube de tu zona de confort, ¡con lo que
te ha costado hacerla tan mullida y predecible!, y cruzar un inhóspito
paraje del que no sabes ni cuánto tiempo durará ni cómo llegarás, si
es que llegas. Pondrás en juego todas tus plumas, hipotecarás las que
no tienes y es probable que adeudes otras tantas.
Todo esto para dejar de quejarte de tu jefe o de tu situación.
Para dejar de ver desde la barrera cómo otros van saltando y se la van
pegando. O para mirarte en el espejo y ver lo que pudo ser y nunca
ocurrió.
Para coger un tren, hay que tener la maletilla preparada y esperar
en el andén. Puede que pasen muchos y que no subas a ninguno. Pero
tienes que estar ahí, en la estación, dispuesto a subir al primero que te
cuadre.
Y si no, no te castigues más. Asúmelo y a otra cosa. Esculpe tu
cuerpo en el "gym", cultiva tu mente con la lectura, crece socialmente
en Instagram o dedícate al menester que te apetezca, pero no sigas
flagelándote con el látigo de "algún día tengo que... "Déjalo estar. No
sufras más y entierra la envidia de los casos de éxito, que ya te digo yo
que son muy pocos.
Hoy, al escribir estas líneas no puedo más que recordar la
historia de mi amiga Cristina Domínguez Sarceda. Una endiablada
mujer con más personalidad que Angelina Jolie, más genio que
Margaret Thatcher y más talento que Beyoncé. Todo junto. Un
torbellino de altibajos capaz de desquiciar al más cabal de los varones.
Era bien joven cuando vino a mí, yo pensé que por mi cuerpo serrano
pero erré... era para pedirme consejo. Ya despuntaba su brillante
carrera comercial en una afamada multinacional en un mundo de
hombres, a los que daba sopas con honda, a los que implacable
seducía con la imaginación de sus contrarios. Sin duda, un futuro
prometedor. Al principio, sin dejarle terminar de exponerme el caso, ya
le estaba vaticinando un meteórico ascenso en el sector, cuando vi
dibujado en su cara un diminuto atisbo de tristeza... muy pequeño. Yo
también era inexperto y joven, hablaba más que escuchaba. Paré y le
pregunté
—¿Qué te pasa Cris?
—Bueno, en realidad agradezco mucho tus consejos, pero es que
no es lo que yo quiero... me dijo.
—¡Alma de cántaro! ¿Cuántas mujeres (y hombres) les gustaría
estar en tu situación? ¿Cómo que... "no es lo que yo quiero"?
—Esto no es lo que me hace feliz —me respondió.
—¡Jesús! ¿Y qué te hace feliz?
—Cantar.
—¿Cantar? WTF!
—Sí, cantar.
Y cuando me contaba su historia, se le iluminaba el rostro y le
brillaban los ojos. Una pasión encendida que entrecortaba y
amontonaba las palabras de lo que entre los dos empezamos a
imaginar. Visualizamos una pequeña parte de lo que a día de hoy ha
construido Cris, Kyrie, una empresa que da trabajo a más de cincuenta
músicos. Y me acuerdo que instintivamente solo le pude animar con
vehemencia a que realizara sus sueños, a que luchara por lo que le
gustaba... por aquello que le hacía feliz. La vida no va de encontrarte,
la vida va de crearte. Le dije ¡¡échale huevos Cris, adelante, adelante!!
No tienes nada que perder.
Si te puedes ver haciendo lo que te imaginas, puedes hacerlo, es
solo cuestión de ese empujón que te saca del nido y te echa a volar.
Confía en tus alas.
Un caso más de éxito. La inercia la habría llevado a sumirla en la
más profunda infelicidad, pero le echó huevos. Y aunque se hubiese
estrellado, al menos lo habría intentado. Pero todo lo contrario. Su
determinación y fuerza hicieron que durante todos estos años, de los
que fui testigo, cada vez fuera a mejor, cada día más feliz.
Casó bien con Fernando, tuvo dos hijos maravillosos y un mal día
le diagnosticaron un cáncer de los que los médicos fruncen el ceño
cuando lo nombran. No se lo dijeron, pero le dieron tres meses de
vida.
No pude hablar con ella en aquel momento, pero sabía desde lo
más profundo de mi ser, que Cris no se lo iba a poner fácil, que Cris
había decidido vivir. ¡Date por jodido cáncer de mierda!, ella no es una
más, has topado con una emprendedora de raza. Una pura sangre,
con pedigrí. Dios, al que he rezado todos los días, y la familia de Cris,
gente buena, buena gente, todos emprendedores, empresarios,
trabajadores y luchadores, han sido los garantes del proceso. Pero,
aunque este bastión no estuviese, es que ella decidió vivir. Estaba
convencido, me aposté el huevo derecho, al que le tengo mucho
cariño, a que de esta no se iba.
Cuando quieres algo, sea lo que fuere, si le echas huevos, lo
consigues. Aunque venga vestida de negro. Cris lleva más de dos años
luchando y hasta los propios médicos no saben muy bien cómo ha
sido capaz de salir adelante. ¡Valiente Cris!
Y te lo he puesto todo tan difícil para que sepas que al otro lado
está el paraíso. Es maravilloso emprender y no se me ocurre mejor
forma de realizarse corno persona y como profesional que ser dueño
de tu propio destino. De ser timón y vela a la vez. La satisfacción de
sentir la brisa del mar en tu rostro es algo indescriptible.
Capítulo 21.
Tengo un plan / Me encanta que los
planes salgan bien...

A todos los que empiezan un negocio les hago siempre la misma


pregunta trampa ¿Con qué preferirías empezar: con un buen pedido o
con un buen plan?
Y aquí, según la respuesta, los separo en dos: los teóricos y los
prácticos.
Y ante mi insistencia en elegir solo una de las dos opciones, es
cuando descubro los que realmente tienen instinto comercial, que es
la impepinable capacidad que tiene un felino salvaje de comer. El resto
es exhibición de plumaje, intimidar al enemigo o mimetizarse con el
medio.
Puestos a elegir prefiero aquellos que primero eligen el buen
pedido y luego me dicen que andarían rápido para sustentarlo con un
buen plan.
Desde luego que lo recomiendo, un plan con hambre empieza a
hacer aguas y a crear muchas dudas. También es verdad que es mejor
que haya un plan de una única hoja a que no haya nada por escrito.
Hay muchos planes que son papel mojado, y un pedido es un pedido.
Aunque es bien cierto que para que haya un pedido tiene que haber
un cliente.
Muchas startups y muchos emprendedores comienzan así, fruto
de la casualidad o de una buena labor comercial. Es más que lícito.
El cliente del emprendedor es lo más parecido a una cobaya
erguida. Normalmente son los familiares y amigos los primeros que
entran en el laboratorio para ser esquilmados, estudiados y
observados. ¡Lo hacen hasta con gusto! Aprovéchalos bien, son una
fuente agotable y escasa pero que permite dar esos primeros pasos
necesarios para andar. Algunos los han utilizado en varias ocasiones
en su afán emprendedor, hasta que llega el día que te ven y se cruzan
de acera. Normal, todo tiene un límite. Busca más y aísla a estos
últimos para que la voz no se corra. Sería tu fin.
Lamento comunicarte que estos clientes realmente no son los
buenos, no por su incondicional apoyo y continuos elogios a tu
autoestima, que se agradecen, sino por la distorsión de la realidad que
te pueden causar y que te lleven a tomar decisiones poco fundadas en
hechos.
Los clientes buenos son los que no te conocen, los que no saben
de tu existencia y por hache o por be, un día se enamoran de ti. Como
dos perros en celo. Se junta el hambre con las ganas de comer. La
oferta y la demanda. El día que satisfaces una necesidad a un público
determinado has encontrado la piedra angular. Obviamente, cuantos
más ejemplares compongan el conjunto de estos individuos y seas el
único dueño de la idea, mejor que mejor. No hay mayor evidencia del
éxito que cuando uno ve que ha acertado con el producto o el
servicio, el precio, la entrega, el diseño, lo bien que lo comunicó, etc...
y el cliente, va y lo compra (y paga). ¡Bingo!
Y para esto hay que ser muy observador y tener mucha
capacidad de asumir errores, corregirlos, buscar nuevas soluciones e
implementarlas, volver a probar, y ver la elasticidad al precio y volver a
posicionarlo, hasta que un buen día ¡ZAS! Hasta dentro.
De ahí la importancia del cliente. De ahí mi interés por el pedido,
de ahí mi capacidad para construir el plan. Algunas veces es más fácil
empezar por el tejado y construir un plan basado en algo que a priori
funciona, que no devanarse los sesos con algo que teóricamente
debería de funcionar y nos pasamos meses buscando el puto fallo.
Esto no va de intentar poner orden al caos, emprender es más
bien sacar partido del caos, de entenderlo, de convivir con él y de ver
el resquicio que quedó libre para beneficio propio. El que haga un
planteamiento de arreglar el caos va dado. El caos es caos.
El tesón y la determinación por encontrar este punto de inflexión
es la que tarde o temprano te dará la capacidad de acertar. Casi
seguro que no será a la primera, ni a la segunda, ni tampoco a la
tercera (aunque vaya la vencida). Serán necesarios muchos intentos y
muchos aprendizajes para encontrar la clave. Persiste, que todo tendrá
su recompensa.
Si ya tienes un pedido, tienes un largo trecho recorrido. Sigue
amigo, dale fuerte y construye un plan sólido sobre el que se apoyen
tus pedidos, algo escalable para que no muera en la orilla.
Quien tiene un cliente tiene un tesoro. Y me revelo contra
aquellos que quieren clientes fieles. Yo pienso que el que tiene que ser
fiel a sus clientes es el empresario, la marca. Y no al revés. Pero ya me
conocéis, a veces, algunas veces nado contra corriente...
Capítulo 22.
El Mentor / La decisión.

Uno no sabe lo que es capaz de hacer hasta que le toca hacerlo.


Ante una tesitura cada uno toma un camino, fruto de las
circunstancias, del momento, de sus convicciones, de sus intereses y
de un sinfín de razones que son difíciles de explicar. Pero esa es la
decisión que si uno toma libremente, todos deberíamos respetar. Y
aquí podernos empezar a discutir. ¿Libremente? ¿Quién es
verdaderamente libre y no está sugestionado, condicionado u
obligado a hacer algo? No me quiero meter en este jardín, que con
esto de emprender ya me llega...
Me refiero a que muchas veces nos meternos a juzgar a otras
personas de las que poco o nada sabemos y a vaticinar si esta o
aquella decisión es la correcta.
Siempre digo lo mismo. Hay que estar en sus zapatos. Nadie
puede valorar todos los factores (externos e internos) que confluyen
en una persona a la hora de tomar una decisión. Solo se puede
comparar con alguien que haya pasado por el mismo trago y aun así,
siempre hay diferencias.
Esto me sirve a mí para despejar cualquier responsabilidad
subsidiaria por la que me quieran demandar mis "mentorizados" (no
es un nuevo sabor de chicles) cuando me vienen a pedir ayuda o
consejo. Yo les digo, por mucha información que me des, (que
tampoco te voy a dejar) nunca será suficiente. Pide más de un consejo
y con lo que obtengas, sé tú quien tome la decisión. No le eches la
culpa a nadie. No hagas exactamente lo que alguien (me incluyo) te
diga. Escúchales y valora los pros y los contras. Y toma la decisión que
más creas que te convenga. Es muy difícil que alguien se ponga en tus
zapatos (sobre todo si te sudan los pies).
Cuando escuchas las historias de los emprendedores, unas
cuantas empiezan diciendo que se encontraron con alguien,
normalmente una autoridad en la materia, que les dijo que nunca
llegarían a conseguirlo. ¡Hay que ser cabrón! O un águila. Hay gente
que basta que les digas que no lo pueden hacer para que empiecen a
volar. Reconozco que algunos profesores, detectan aquellas
personalidades a las que el desprecio lo único que hace es motivarles
y por cabezonería y voluntad de desdecirte son capaces, no solo de
hacerlo, sino de ser los mejores. Einstein dijo que sentía una enorme
gratitud por todos aquellos que le dijeron "NO". Gracias a ellos, lo hizo
él mismo.
Yo no soy uno de esos, soy incapaz de machacar la autoestima
de una hormiga. Prefiero trabajar el refuerzo positivo, porque ya he
visto tantos casos a los que me hubiera gustado decirles "chico
dedícate a otra cosa" y me han demostrado que con determinación y
trabajo se puede llegar muy lejos, que prefiero no quedarme en
evidencia. Les meto un chute de energía de 100.000 kW/h en vena.
Si veo que tiene una inequívoca voluntad de hacer algo, yo solo
soy su trampolín, su muelle. Un catalizador, una palanca que le
refuerza su decisión de hacerlo. Y solo me autorizo a mí mismo a
ayudar a aquellos a los que puedo ayudar. A los que me piden ayuda y
realmente la quieren.
Cuando busques un mentor quédate con uno que te inspire a ser
mejor persona cada día y busca a alguien que haya hecho lo mismo
que vas a hacer tú. O muy parecido. Busca a alguien que haya pasado
por ese mismo momento por el que tú vas a pasar y te pueda ayudar a
ver los peligros y a utilizar tus fortalezas para agarrar la oportunidad.
Pero básicamente que saque lo mejor de ti mismo.
No esperes que resuelvan tu problema, nadie lo hará mejor que
tú. Acapara información útil y relevante para tomar una buena
decisión. Siéntete el único responsable de tu propia decisión.
Y recuerda, no tomar ninguna decisión también es tomar una
decisión.
Los mentores, consejeros, "coaches", maestros, padrinos... somos
guías, cabestros viejos que te llevamos a la plaza, pero que en un
momento dado, a lo perro, te dejamos solo ante el toro y te
observamos desde la barrera. Y ahí es donde tienes que encontrarte
cómodo con tu decisión y asumirla. Somos inspiración, estímulo,
desafío, no los que tomamos decisiones por ti.
Si ponemos la vida en base 100, cada una de nuestras existencias
es una continua toma de decisiones en la que has de elegir un camino
y dejar de lado los otros noventa y nueve.
No dejes que nadie viva tu vida ni vivas la vida de otros. Tu
experiencia es inimitable e irrepetible. Eres un ser único en el universo,
¡disfruta!
Capítulo 23.
Andanadas de hostias

Hasta ahora ha podido parecer idílico esto de emprender. Algo


romántico, como una fotografía en blanco y negro. Alguien que
decide perseguir sus sueños, encontrar su camino, crear su propio
destino... Por una parte es cierto… pero por otra, nada más lejos de la
realidad.

Emprender es un camino de rosas, pero con muchas espinas.™

Desde el primer momento empiezas a “recibir”. Desde que


decides salirte del camino establecido y tus propios congéneres se
miran entre ellos y se preguntan: ¿Qué hicimos mal? Hasta la
incomprensión de tus amigos y pareja. Esta sensación te acompañará
durante todo el proceso hasta que algún día alcances el éxito. Si es
que lo alcanzas...
Aunque vengas de una familia acomodada y sean ellos los que
sufraguen tu aventura, vas a recibir más palos que un tonto. Todos
necesitamos apoyo económico y aquí es donde llega el dolor.
Mientras fue una simple idea, una locura, la simple descalificación
valió. Hizo mella y te hizo más fuerte pero ya al pedir dinero, te
convertiste, sin quererlo, en el enemigo. ¡Ah! pero lo harán por tu bien,
no se lo tengas en cuenta... josdeputa!
El emprendedor de raza aguantará carros y carretas. Va en su
naturaleza. Y será como la versión tentetieso de las muñecas rusas
esas que aunque las golpees, siempre se mantienen de pie y que
tienen más capas que una cebolla. Así es como uno se va curtiendo,
cuando descubre que aguanta bien el golpe, lo encaja y sale
reforzado. Y cuantos más golpes mayor capacidad para regenerar
tejido dañado. Y cuando uno se quema sale otra igual (bueno un poco
más pequeña) y a volver a empezar.
Uno se llega a preguntar si es masoquista. Y si te gustaría no
“recibir” es que no. Es intrínseco a emprender. La verdadera capacidad
de crear es romper los moldes de lo establecido y luchar contra la
inercia y eso, amigos, en muchas ocasiones es nadar contracorriente.
Y siguiendo con el símil, es imposible nadar en el mar del
emprendimiento y guardar la ropa. El que se baña en este frío océano
lo hace en pelotas. Se la juega a tope. Todo o nada. Y el mar está lleno
de tiburones que ven tu carne blanca como un bocado exquisito. Y te
morderán y te arrancarán trozos sin miramientos mientras nadas. Lo
importante es saber dónde quieres llegar y no variar el rumbo, no
parar... llegarás, diezmado, pero llegarás si te lo propones. La última
Matrioska es la que llega (hay una versión con 75 muñecas, una dentro
de otra).
En mi caso que venía de una multinacional, donde a los putos
proveedores les llamábamos “partners”, y ellos obedecían por cuatro
euros pagados tarde y mal, el cambio me chocó mucho. Los
proveedores de una startup se confunden con los clientes. Algunas
veces me preguntaba si mi dinero era del Monopoly. No me hacían
caso, los plazos se los pasaban por el forro, me cambiaban el equipo,
incumplían contratos... llegué a pensar que mi dinero valía menos.
Cuando eres pequeño, no hay respeto. Y si no lo has conocido nunca,
pues vives sin él, pero si lo conoces te sientes ultrajado y mancillado
continuamente. Esa sensación continua de… me están jodiendo... y no
de una forma rápida, sino de complot organizado contra mí, nada
claro, me van arrancando pedazos poco a poco, una muerte lenta y
muy dolorosa... ¡¡cabrones!! Te empieza a entrar esa horrible sensación
enfermiza de manía persecutoria, que cuando miras hacia atrás, no
hay nadie pero sientes su presencia...
Todos contra mí. Yo solo quería montar mi pequeño negocio...
Ves gigantes, no molinos. Eso entre lo poco que duermes, lo poco que
comes y lo mucho que bebes, empieza a erigirte como ilustre
caballero de Don Cervantes.
Y a este panorama desolador hay que meterle la presión de
aquellos amigos y familiares cercanos que quieren que no arruines tu
vida persiguiendo monstruos que solo tú ves. Has pensado en buscar
un trabajo normal, una vida normal, casarte, tener hijos... como todo el
mundo normal... ¿Me estás llamando anormal?
Y si te empieza a ir bien, las hienas lo huelen y comienzan a
interesarse sibilinamente, te ofrecen la ayuda que te negaron...
empiezan a ser simpáticas... es un signo evidente de que lo estás
haciendo bien, sigue, suéltales un poco de carnaza, muy poco...
después de ellas llegan los verdaderos depredadores y su apoyo será
solo a cambio de mucha chicha y si no has reservado el solomillo,
perderán interés. No les gusta comer los restos... Y ahí es donde
puedes dejar de “recibir” para empezar a dar... y podrás parafrasear a
Pazos (protagonizado por el gallego Manuel Juan Francisco del Cristo
de la Victoria Prieto Comesaña, conocido artísticamente como Manuel
Manquiña) en esa gloriosa película española “Airbag”... Vamos a
llevarnos bien... que si no aquí va a haber ¡¡hondonadas de hostias!!
Hay que ser muy fuerte por dentro y por fuera para aguantar
esta vela sin perder rumbo. Con viento de proa. Sabiendo que puede
que no llegues, porque una cosa es ser optimista y luchador y otra es
que sabemos perfectamente que puede que no lleguemos. Sobre todo
por los cadáveres que vamos viendo por el camino.
Un emprendedor está hecho de otra pasta. No cabe duda. Su
espectro del dolor es más amplio pero no quiere decir que no sufra o
que no le duela, no os equivoquéis. Lo que pasa es que su empeño no
es de este mundo, es mucho más grande.
Si estás pensando en emprender, piénsalo bien mi querido
amigo Sancho.
Capítulo 24.
Porque yo lo valgo

Cuando menos te lo esperas llega un soplido de aire fresco y te


da alas para aguantar un poco más. Ya te ha quedado claro que la
base del emprendedor es la insistencia. No cejar nunca en el empeño
de conseguirlo.
Y no se sabe muy bien el motivo, el que te lo diga miente
deliberadamente, pero hay un día, en ocasiones responde a la
alineación de los planetas, el extraño influjo de la luna o por pura
casualidad, que alguien te lee, te ve o le hablan de ti en el lugar y en el
momento adecuados. Y… ¡Bingo! La diosa fortuna te llama por
teléfono. Y es mejor que ese día te pille trabajando.
A veces es simplemente un oasis y, las menos, es el inicio de tu
merecido reconocimiento. Es el éxito que llama a tu puerta. Lo hace
sin miramientos, sin preguntar si puede o no pasar. Arrasa y te
encumbra sin permiso. ¡Ojo con mimetizar muy rápido! La ola es
buena y hay que subirse, pero con cabeza.
La falsa modestia tampoco es buena consejera en estos casos.
Hay que saber aceptar que estás ganando y hay que dosificarse
la droga, es muy adictiva y tiene muchos novios… y malas compañías.
Para que sepas discernir, solo aquellos que pasaron contigo las noches
malas merecerán pasar contigo los días buenos.
Deja que te guíe tu cabeza al igual que te trajo hasta aquí. El
éxito es muy bueno y hay que saber aprovecharlo y disfrutarlo, porque
pasa pocas veces y probablemente dure poco. ¡Tu minuto de gloria!
Así que hazte con él, no que él se haga contigo, es peligroso. Muchos
vicios, muchos amos.
No dejes de trabajar, no cambies tu rumbo, no sustituyas esto
por atender las mieles del placer, son traicioneras. Ahora bien, lo
dicho, utilízalo como catapulta para darte a conocer a ti y a tu
proyecto. Déjate ver, no dando envidia, sino como ejemplo a seguir.
Antes de salir, date un bañito de humildad y naturalidad, no te
atribuyas todo el éxito, repártelo y compártelo. Sabe mucho mejor y te
abrirá puertas que no sabías que estaban ahí. Sé bueno y generoso. Lo
que hagas hoy te perseguirá mañana. Todas las cosas que salen de ti
en algún momento regresan a ti. No te preocupes por lo que vas a
recibir, mejor preocúpate por lo que vas a dar.
Quédate con el aplauso, la recompensa es por tu trabajo y tanto,
tanto esfuerzo. Deja que suene y disfruta cada segundo. Pero no
pierdas el norte, tienes que seguir pedaleando o te caerás. Los
grandes dan las gracias y siguen. La humildad es una buena
compañera de viaje; te deja pensar, no levanta heridas y hace más
grande tu victoria.
Si vas por la vida creándote enemigos, fomentando la envidia y
pavoneándote delante de todos, cuando llegue el momento,
acuérdate de que todo lo que sube baja, te estarán esperando para
reírse o ponerte una zancadilla sin que se note. El pavo real al final del
cuento siempre pierde las plumas.
Vuelve al trabajo y ponte esas orejeras que te enfocan en el
camino y sigue tirando del carro, más fuerte si cabe. Si has sabido usar
bien el triunfo tu carro será más grande y/o más rápido, así que
imprime más velocidad.
Necesitarás más manos, no pierdas nunca tu espíritu
emprendedor. Rodéate del binomio personas buenas y buenos
profesionales. Son ellos los que garantizarán la escalabilidad de tu
proyecto. Dedica mucho tiempo a seleccionarlas y a formarlas. Procura
que tus valores y los suyos comulguen. Busca personas que sumen,
que sean complementarias.
Si por las prisas vas construyendo con materiales baratos, la casa
se acabará cayendo.
Ser grande y ser humilde es compatible. No pasa nada por
reconocer que me equivoqué y rectificar, ya lo sabes, es de sabios. Hay
que ser lo suficientemente honesto con uno mismo para pedir perdón
cuando hayamos hecho algo mal, no pasa nada. Y hay que merendar
un poco de orgullo para decir “te necesito” y tampoco pasa nada.
Ya sé que esto es de Perogrullo, pero el mal de altura debido al
éxito nos hace olvidar estos básicos elementales que nos ayudaron a
subir la escalera. No la “caguemos” ahora, ni se nos suba a la cabeza,
ni empecemos a mirar por encima del hombro a los que se quedaron
en otro nivel. No es inteligente ni honesto. Te recuerdo que influyó la
llamada buena suerte (mucha o poca) y al igual que vino se puede ir…
o cambiar de color. Lo realmente grande sería tender nuestra mano
ahora a los que lo necesiten.
Y acuérdate de ir perdonando a aquellos que te hicieron difícil el
camino. Perdónales, no sabían lo que hacían. Suelta lastre, irás más
ligero.
Hay muchos premios que te engordan el ego. Busca el premio
que solo tú puedes dar. El que te des a ti mismo por haberte
superado.
Entrégatelo y disfruta con ese… “porque yo lo valgo, baby”
PD: ¡Coño! Mamá en este capítulo… ¡no he dicho ningún taco!
Capítulo 25.
La muerte no es el final.

Es posiblemente el momento más duro. Aunque se veía venir.

“…cuando la pena nos alcanza


por un hijo perdido cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza…”

A pesar de que me he cansado de repetir que la insistencia, la


constancia y el empeño son virtudes del emprendedor, llega el día en
el que hay que cejar. Nunca pensé que tendría que pronunciar estas
palabras…
Todo tiene un ciclo de vida… los hongos, las algas, los animales,
las empresas y las “startups”. Y es siempre el mismo. Nuestro empeño
desde tiempos inmemoriales es alargar al máximo este ciclo. Seguro
que la palma se la lleva algún japonés, pero Codorniu lleva
burbujeando desde 1551, ahí es nada.
Por maravillosa que fuera nuestra idea, por las toneladas de
ilusión que le pusimos, por el trabajo que hubo detrás, si no funcionó,
hay que saberlo aceptar. Tu primer hijo profesional no funcionó.
Hay que dejarlo marchar. Un hasta luego, o quizás un adiós y
hasta siempre. Es un momento difícil y normalmente no llega de
sopetón. Lo vamos viendo día a día, cada hito no conseguido, cada
escalón que se hizo imposible subir. No llegaron los clientes, no
facturamos lo que dijo el “Excel”. Nos comieron los imprevistos. Somos
muy optimistas, pero no conviene engañarse a uno mismo. Este
momento no llega de improviso. Llega después de muchas veces que
uno se levanta y vuelve a caer. Llega después de probarlo todo y más.
Después de habernos estampado contra el muro una y otra vez. A esto
me refiero. Y se tiene que dar cuenta uno mismo, no que te lo digan
los demás. El orgullo es lo que tiene, que a veces no te deja ver con
claridad.
Tu conciencia tiene que estar tranquila si lo intentaste todo y no
salió. Una y otra vez. Quizá no era el momento adecuado, quizá te
faltó algo, quizá llegaste tarde o demasiado pronto. Hay que intentar
analizar fríamente las causas por las que algo en lo que hemos puesto
tanto empeño no sale adelante, pero no es de ley flagelarse, auto
inculparse y hacerse mártir de la causa. Y mucho menos morir con ella.
Estas cosas pasan y te lo dije el primer día. Es normal que ni la
primera, ni la segunda, ni la tercera salgan bien.
Acéptalo. Y si ha corrido por tus venas sangre emprendedora ya
tendrás en la recámara un par de ideas que te gustaría explorar, bien
sean complementarias o completamente nuevas. Eres mucho más
apto que ayer cuando empezaste. Así que reúne fuerzas, acaba con lo
anterior o déjalo en “stand by” para otro momento mejor y pon el
foco en tu nuevo proyecto. Empieza otra vez, esta es la norma; te caes,
te levantas.
Los tiros en la espalda si no te matan te hacen mucho más fuerte,
mucho más experto, más sensato, mucho mejor. Y ya no mires atrás.
Estás más cerca del éxito, de dejar huella, sea lo que fuere lo que
buscas. Has cubierto la primera etapa del camino, quizá la más difícil,
pero es cierto que debes seguir. Aprendiendo de los errores y
empeñado en ser mejor en el siguiente proyecto. Ya sé que es triste. Y
el bocadillo de orgullo es agrio. Con el tiempo lo recordarás con
cariño e ilusión. Será tu primera lección, la que más cuesta, la que te
marca, la que deja huella para siempre. La que hunde bien los
cimientos de lo que algún día llegarás a ser. Ni te avergüences, ni lo
escondas. Ya sabes que los buenos quieren profesionales que hayan
mordido el polvo. El fracaso es la primera victoria. Siéntete orgulloso
de ello.
Hay que levantarse, sacudirse el polvo y volver a empezar. Con la
ilusión de un niño… vuélvete a leer el capítulo 1.
La primera muesca del revolver. Y la tienes que hacer tú, con tus
propias manos. Lo mucho que cuesta empezar algo y lo rápido que se
acaba con ella, salvo que te persiga la deuda…
Lo importante ahora es mirar hacia adelante.
Hablo con muchos emprendedores al cabo del día y siempre me
dicen lo mismo. Es muy duro hasta que te acostumbras a vivir en la
incertidumbre. Yo a veces también tengo miedo, pero he aprendido a
doblegarlo, a mirarle de frente, a los ojos y que él también tiemble.
Todos coinciden, ninguno lo cambiaría por nada. La sensación de
libertad puede con todos los golpes…

Edición fotográfica:
Fernando Aparicio fernapa@studiocapicua.com
Capítulo 26.
Su abrazo.

Este capítulo no es para ti: emprendedor. Este capítulo es para las


personas que viven contigo, tu pareja, tus padres, tus familiares, tus
amigos…
Déjales leer el capítulo, te ayudará…

Hola, me dirijo a usted como persona que convive con un


emprendedor. Ya sé que no es fácil y me gustaría compartir con usted
algunas consideraciones si es usted tan amable y me lo permite.
Usted y yo sabemos que su emprendedor fracasará, ha fracasado o
está en ello. Es algo normal, no se avergüence por este motivo. A casi
todos les pasa y es bueno para ellos. Aprenden. Aunque usted no lo crea
emprender es algo muy difícil y muy duro, y si su emprendedor ha
decidido echar hacia adelante (en contra de lo que usted y yo le dijimos)
ahora solo queda una opción. Apoyarle.
Piénselo, podría haber sido peor. Se podría haber hecho artista o
torero. ¿Imagínese que le hubieran cogido en el Circo del Sol? No le
vería ni en Navidad. ¿O TEDAX? Un Técnico Especialista en
Desactivación de Artefactos Explosivos. Y ¿periodista? De verdad que ser
emprendedor no es malo, hay cosas que tienen mucho más riesgo o
peor futuro.
Bastante complicado es lidiar en este país con la administración y
abrirse un hueco en un mercado que no existe, con un producto o un
servicio que no tiene demanda y que no conoce ni “el Tato” como para
tener también que pelear en casa. El hogar es un remanso de paz en el
que su emprendedor busca calor, un mínimo de comprensión, mucho
apoyo y dosis ingentes de optimismo. No es un sitio para seguir
peleando y defendiéndose. Aunque piense que si le dice la verdad le
ayudará más, no insista. Ya se lo ha dicho y no es tonto. Lo que necesita
de verdad su emprendedor es un hombro. Un hombro que le recuerde
que alguien le apoya… sin condiciones, sin contraprestaciones, sin pedir
nada a cambio.
Desde el día que su emprendedor decidió salir de su agradable
zona de confort y adentrarse en el oscuro mundo del emprendimiento,
tiene frío. Un frío helador que le mueve a batallar cada minuto de su
existencia con la continua duda de que todo el mundo se cuestione el
camino que se ha inventado.
Durante su travesía se encuentra casi diariamente con auténticos
“josdeputaaa” que intentan timarle, sacarle la pasta, engañarle,
ultrajarle, humillarle, en definitiva aprovecharse de su buena fe. ¡Cómo
se lo cuento! Por eso ha notado que a veces enseña los dientes…
¿verdad? Mala gente, envidiosa o codiciosa que hacen de su
emprendedor un “ironman” o “ironwoman” capaz de resistir las más
duras inclemencias. No deje que esa capa protectora que se ve obligado
a desarrollar le pare también a usted. Que si está leyendo esto es
porque para su emprendedor usted es importante y a él le gustaría
mantener su relación intercutánea, en el lado más sensible, cerca del
corazón.
Es agotador. Es frustrante muchas veces. Hay que sacar fuerzas de
donde no las hay. Por eso y aunque usted no comulgue al cien por cien
con su proyecto o de la forma en cómo lo lleva, olvídese de eso y dele
apoyo. Su emprendedor saldrá adelante con o sin él. Pero ya le digo que
le resultará mucho más fácil si lo tiene, y sobre todo no le perderá. Será
su palanca desde donde podrá mover su mundo. Y sobre todo no
perderá la referencia de lo que es el hogar, entendiendo hogar como “el
sitio” o “la persona” donde puede ser él mismo, donde encuentra cariño,
sosiego, consuelo, donde le reparan las heridas y él siente que merece
mucho la pena seguir “avanti”. Sé que está en deuda económica y/o
moral con usted, véalo como una inversión a medio-largo plazo. O si le
sobra dinero y/o amor, regáleselo a fondo perdido. No se preocupe,
volverá. Y aunque ahora tampoco lo entienda, sepa usted que es una
persona con mucha suerte.
Préstele su hombro. Será usted feliz y lo será su emprendedor. No
pierda la ocasión de pensarlo al menos.
Gracias por leerme y devuelva el libro o el iPad a su emprendedor
y fúndase en un abrazo de oso con él.
Capítulo 27.
Emprender con canas.

¿Podemos emprender a los 40? La respuesta es sí. Lo digo para


los que solo se leen el titular. “Yes we can!”
Emprender es una opción más y como todo en la vida tiene sus
ventajas y desventajas hacerlo a los cuarenta o a los cincuenta versus a
los veinte. Pero poder se puede.
Emprender está de moda, y hacerlo joven también. Me gustaría
que no fuera una moda pasajera sino el principio de un cambio de
mentalidad en nuestra sociedad. Y que no solo se apoyara a los
jóvenes emprendedores o a las mujeres emprendedoras, sino a todo
ser vivo que quiera emprender. Y entre esos seres no inertes, me
encuentro. Varón con canas.
Es cierto que la juventud ayuda mucho a la hora de empezar
algo. El ímpetu, la valentía, la energía, la fuerza son características muy
válidas y que llevan de serie este tipo de perfiles. La dedicación es un
factor clave. Cuando eres joven y no tienes cargas económicas ni
personales, (¿he llamado carga a mi mujer?) se puede dedicar todo el
tiempo del mundo a tu proyecto. Lo ideal es vivir en casa de tus
padres, a gastos pagados y tirar de recursos a tutiplén. Claro, con
buena picha bien se jode.
Utilizaré metáforas y tiraré del refranero para acomodarme a la
audiencia más mayor, que no disfruta de tanto tiempo como quisiera
porque tiene que dedicarle parte de su tiempo a la pareja, a los niños,
a llevarles y traerles de sus múltiples actividades extra escolares, que a
tan temprana edad ya tienen más vida social que Gunilla von Bismarck
y a una serie de menesteres que merman el tiempo de dedicación al
emprendimiento.
Y sin embargo suplen esta carencia de tiempo con la experiencia
de haber trabajado los últimos veinte años y que para mí tiene un
valor incalculable.
Me atrevería a decir que la edad no influye en la cantidad de
ilusión por sacar el proyecto hacia adelante. Ni siquiera la pasión. Me
he encontrado personas de cualquier edad con ese brillo en los ojos
fruto de la ilusión y su pasión.
Vamos que lo voy a afirmar: Emprender no es una cuestión de
edad. Es una cuestión de actitud.
¿Vale todo el mundo para emprender? No padre. Aquí también
voy a ser categórico. Para tirarse a la piscina hay que tener muchas
ganas (no canas) de tirarse. Para emprender hace falta valor. Un
proyecto. Ilusión. Muchas ganas de intentarlo y capacidad para asumir
tanto el éxito como el fracaso. 1/10. Diez fracasos (o más) por cada
éxito. Y evidentemente ganas de intentarlo una y otra vez.
La experiencia que uno ha acumulado en este o en otros campos
laborales, qué duda cabe, amplía las posibilidades de éxito. Aunque
todos pasamos por ese periodo de aprendizaje en el que te llevas
puestas. De ahí el título de este libro.
Ya hay escuelas para emprendedores. No saben cómo sacarnos
la pasta.
Más que eso, que en serio, lo veo bien, lo que debería de haber
es una serie de asignaturas en el Colegio durante nuestra temprana
edad en la que nos inculcaran la necesidad de tener espíritu
emprendedor en la vida y no a aspirar a ser funcionario por los siglos
de los siglos. Amén.
Lo que nos viene, por si no lo sabéis, es incertidumbre. Paladas
de incertidumbre. Saber desenvolverse en este entorno será básico.
Como el comer. Cada vez será más deprisa y habrá que adaptarse más
rápido. Lo que tardes en acomodarte a la nueva situación te podrá
llevar por delante. Habéis oído hablar de la brecha digital. Pues
cuando se suma a la brecha generacional es como meterse en el túnel
del tiempo, ¡pero para atrás!
No os quiero alarmar pero hace días que las reglas del juego
cambiaron y todo lo que os queráis aferrar a vuestra agradable zona
de confort será inversamente proporcional a la galleta (por no repetir
hostia, que luego mi madre me regaña) que os vais a meter. Por eso
hay que educar a los pequeños en una actitud emprendedora, que no
es más que la evolución del instinto de supervivencia.
Parezco Nostradamus aquí vaticinando el fin del mundo, nada
más lejos de mi intención. Lo que quiero transmitiros es que a los
treinta, a los cuarenta o los sesenta se puede, se debe tener ganas de
vivir y de salir adelante. Trabajando, emprendiendo o trayendo hijos al
mundo. Que hablo de actitud, que la actitud no entiende de género, ni
de edad ni de color de piel. Que o la tienes o no la tienes. Y gracias a
Dios si no la tienes, te puedes entrenar para tenerla, pero eso será ya
objeto de otro capítulo.
¡Feliz día amigos!
Capítulo 28.
¡Salta, hijo, salta!

Mi primer jefe era un emprendedor. Ya debería de haberse


jubilado cuando yo entré a trabajar en su empresa hace más de veinte
años. Era una eminencia en su campo y para mí fue todo un maestro.
Tenía mucho genio pero era brillante. Se hizo a sí mismo. Tenía a sus
cuatro hijos trabajando con él, y uno de los ellos, del que me hice más
amigo, me contaba cosas de su padre.
Recuerdo una de las anécdotas que me contó. Yo creía que era
una de esas leyendas urbanas, pero en su caso fue real. Le enseñó a la
antigua usanza el concepto de confianza.
Contaba que era bien pequeño y le subió a un pedestal. Y desde
abajo y con los brazos abiertos le invitó a saltar. ¡Salta hijo, que yo te
cojo! El pobre hijo cogió impulso y pegó un salto con todas sus
fuerzas, como si no hubiera un mañana, y desde el aire vio cómo su
propio padre se apartaba permitiendo que se escachara contra el
suelo. Aunque no lo creáis lo contaba orgulloso.
Mientras escupía sangre por la boca, atónito, balbuceó, ¡Papá!
¿Por qué te has quitado? ¿Por qué no me has cogido? Y este le dijo
que quería enseñarle que no debe confiar en nadie. No debía fiarse ni
de su propio padre. La verdad es que el chaval no había olvidado
aquella lección. Por un lado le traumatizó y, por otro lado, marcó su
relación paterno filial de por vida.
Un cafre, vamos. Personalmente, soy de otra forma de enseñar,
mucho menos contundente. Lo de la letra con sangre entra creo que
se debería de haber quedado atrás hace muchos años o incluso no
haber existido. Probablemente, muchos de los males de hoy, hayan
bebido de este tipo de enseñanzas.
Otro jefe que tuve me decía “la desconfianza te mantiene alerta”
y es verdad, pero es altamente cansino. Pienso que hay que otorgar
confianza a alguien cuando se la ha ganado.
Os cuento esto porque es una de las características de los
emprendedores.
¡No todo iba a ser color de rosa! La falta de confianza en los
demás es un denominador común. No digo que tengan la culpa, el
llevarse palos continuamente hace que te vuelvas un ser desconfiado.
Otro factor que no ayuda nada es cuando hay dinero de por medio. Y
normalmente es el caso. Es algo que no soporto, pero es una realidad
que hasta los hermanos se matan por dinero, pues qué queréis que os
diga…
Claro que esa desconfianza hace tremendamente difícil trabajar
codo con codo con un emprendedor de este estilo tan usual. Yo lo he
vivido en mis propias carnes y es una de las pocas cosas que no me ha
gustado nada.
Lo entiendo, pero no lo comparto. Quizá sea mi naturaleza pero
una vez superada esa fase de conocimiento y margen para la
confianza, en mi modesta opinión, tienes que dejar que tus socios o
tus colaboradores tengan su espacio. Es el punto de partida para saber
delegar. Sentirse permanentemente vigilado, ser sospechoso sin dar
motivos no construye una buena relación con los demás y mucho
menos para trabajar.
Llamadme imbécil, pero prefiero que me engañen antes que no
darle la confianza a alguien con el que comparto mi vida, mi trabajo
y/o mi empresa.
Y eso que el sabor de la decepción es amargo, pero lo prefiero a
mi sensación interna de “no me fío”. No me encuentro a gusto
obrando así. Prefiero no estar antes que tener que ser así. Suena
utópico, lo sé. Quizá sea un romántico.
Creo que dar a alguien confianza es un acto generoso y valiente.
Y por el otro lado, es muy gratificante y honorable la lealtad de vuelta.
Lo que no quiero es alguien a mi lado fiel por miedo o por
conveniencia. Esa falsa simbiosis provoca grandes traiciones y
encontronazos. Pienso que el que te la va a meter lo hará tarde o
temprano. Son como cédulas dormidas de esas que esperan la señal. E
incluso les debe dar más placer ver cómo te esmeras en tapar todos
los agujeros hasta que un día tienes un desliz, un pequeño descuido y
¡zasca! Doblada, hasta dentro. Y lo mismo pasa con el que no te va a
traicionar. Por mucho que dejes las llaves puestas no se llevará nunca
tu coche sin tu permiso. Y no fiarte de los buenos es un agravio contra
ellos. Aunque no acostumbres a hacer distinciones.
Los dos sistemas fallan. Creo que uno debe vivir conforme a sus
principios y no en base a los manuales o las tradiciones, repito, creo
que eso va con la naturaleza de cada uno. Y por mucho que me
insistan no voy a dejar que mi hijo se desgracie para enseñarle, ni creo
que sea bueno enseñarle que nadie es de fiar. “No fotis nen”. Luego lo
pagas en todos los ámbitos, a nivel personal y profesional. Aunque
creo que el personal es el que menos solución tiene. Esos
emprendedores que son genios, mentes brillantes que se dedican a
machacar a los demás, a mí solo me dan pena. Lo de anteponer el fin
sobre todas las cosas no lo comparto. Quizá por eso yo no he
inventado el iPhone. Pero mis hijos me recordarán con cariño.
Voy a parafrasear a Winston Churchill que decía "mejorar es
cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo" y para quedar un poco
por encima, voy a añadir que como buen emprendedor hay que ir
mejorando la raza y eso implica ir perfeccionando la técnica, siendo
críticos, no comulgar con lo aprendido si no nos gusta e intentar
siempre ser mejores. Es la esencia.
Capítulo 29.
La película de emprender.

Iba a poneros algo de bibliografía aquí, pero como os conozco


bien os voy a recomendar 4 películas que todo emprendedor debería
de ver.
Para un emprendedor es mejor hacer que leer. Esta es la máxima
de nuestra especie, pero no es más que una excusa para no leer. Lo
dije al principio de mis escritos y he corroborado que es un mal
común entre nosotros. Nos prodigamos con la lectura en diagonal
que, básicamente, es mal leerse los titulares y poco más. El
emprendedor es un ser vivo inquieto, altamente hiperactivo y lo de
leer un libro a la luz de la vela lo llevamos regular.
Nosotros somos más de hablar con todo el mundo, en busca no
solo de la oportunidad sino también de aprender. Sacamos
aprendizajes de todo, de lo bueno y (sobre todo) de lo malo. Es
necesario ser humilde y escuchar para llevar bien a cabo esta misión.
Reconozco que me he comprado algunos libros y mentiría si
dijese que me los he leído completos. En fin, ¡es lo que hay!
Así que tranquilo que no te voy a dar un listado de libros que te
tienes que leer si quieres emprender. Con que te leas este de
“Emprender a hostias” vas “sobrao”.
Lo que si te voy a recomendar son unas sesiones de palomitas en
buena compañía. Tienes que ver estas películas, dan muchas pistas y
algunas explican a la perfección muchas de las cosas que os he
contado en mi libro. Si ya las has visto, vuélvelas a ver con ojos de
emprendedor, intentando sacar ideas y aprendizajes, o situaciones y
vivencias en las que te puedas ver reflejado.

Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994)


Las ganas de hacer algo, independientemente de tus
capacidades, es la esencia de la peli. Esa fuerza interior que te hace ver
la botella medio llena es lo que te lleva a superarte. La lealtad con las
personas que te ayudan a emprender y la entrega incondicional con
los que consigues el éxito.

El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)


El emprendedor por antonomasia, no hay obstáculos para llegar
a un fin, los escrúpulos o la falta de ellos pueden ser una muy buena
capacidad a la hora de emprender. La asociación para conseguir el
objetivo final, la unión hace la fuerza, la familia como base del
emprendedor, la confianza y la lealtad, son los ingredientes de su
éxito.

Moneyball (Bennett Miller, 2011)


La toma de decisiones más acertada para emprender se basa en
el análisis y en la utilización de nuevas tecnologías. El análisis de los
datos, metadatos, big data, son las claves del emprendedor del futuro.
Decisiones tomadas de una manera fría y objetiva.

Risky business (Paul Brickman, 1983)


A la hora de emprender hay que rodearse de gente que tenga
conocimientos y extensa experiencia que aporten know how.

Para mí estas son las básicas, pero tengo muchas más, no dejes
de ver, por este orden:

En busca de la felicidad. "The Pursuit of Happyness"


(Gabriele Muccino, 2006)
La red social. "The Social Network" (David Fincher, 2010)
Piratas de Silicon Valley. "Pirates of Silicon Valley" (Martyn
Burke, 1999)
Wall Street. (Oliver Stone, 1987)
El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013)
Rocky (John G. Avildsen, 1976)
Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993)
Dallas Buyers Club (Jean-Marc Vallée, 2013)
Atrápame si puedes (Steven Spielberg, 2002)
Éxito a cualquier precio “Glengarry Glen Ross” (James
Foley, 1992)
Cielo de Octubre “October Sky” (Joe Johnston, 1999)
Gattaca (Andrew Niccol, 1997)
Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984)
Blow (Ted Demme, 2001)
El aviador (Martin Scorsese, 2004)
Up in the air “Amor sin escalas” (Jason Reitman, 2009)
Jerry Maguire (Cameron Crowe, 1996)
Chocolat (Lasse Hallström, 2000)
Muerte a la media noche “Gosford Park” (Robert Altman,
2001)
Startup.com (Chris Hegedus y Jehane Noujaim, 2001)
Destellos de genio “Flash of genius” (Marc Abraham, 2008)
El nuevo sueño americano - El Informador “Boiler Room”
(Ben Younger, 2000)
El Novato “The Rookie” (John Lee Hancock, 2002)
Tommy Boy (Peter Segal, 1995)
Something Ventured (Daniel Geller y Dayna Goldfine,
2011)
Guerras de cerveza “Beer Wars” (Anat Baron, 2009)
Steve Jobs: Una última cosa “Steve Jobs: One last thing”
(Sarah Hunt y Mimi O´Connor, 2011)
The Call of the Entrepreneur (Simon Scionka, 2007)
Sesión 9 “Session 9" (Brad Anderson, 2001)
El secreto de mi éxito (Herbert Ross, 1987)
Cocktail (Roger Donaldson, 1988)
Las ovejas no pierden el tren (Álvaro Fernández Armero,
2014)

Unas un poco más clásicas pero muy buenas, para los amantes
del cine vintage:

¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946)


El ciudadano Kane (Orson Welles, 1941)
El manantial (King Vidor, 1949)
Capítulo 30.
Los agradecimientos y testimonios.

En este capítulo siempre se te olvida dar las gracias a alguien y la


cagas. Así que GRACIAS A TODOS!! Especialmente a mis padres Cira y
José Mª, a mis hermanos Santiago, Matilde, Cira y José Luis. A mis
hermanos políticos Myriam, José Mª, Santiago y Esther y a su prole:
Lucía, Pablo e Inés. A mi mujer, Marta y su guapo marido, a mis tres
maravillosos hijos Nuno, Marco y Valeria. A Billy y Fernando, Rafa y
Marta, Fernando y Esther, Borja y Fátima, Lucas, Olivia y Fertxu. A mis
socios, David y Ruth. A José Manuel y Txiki. A Miguel Ángel y Javier del
Rincón del Vago. A Gonzalo Ribot. A mis amigos coño! Álvaro y Rosa,
Lucía, Carmen y Cristina, Cris y Fernando, Silvia y Miguel, Carlos y Patu,
Alberto y Flami, Jorge y Pilar, Vicente y Raquel, Nuno Castro, Silvia y
Salva, Joaquín y Montse, Paula y Luis, Luis y Mónica, Gema, Dina y
Miguel, Gema y David, Manolo, Fernando, Gregorio, Aline, Sandra,
Julio y MariÁngeles, Sandra y Jordi, Andrés, Lara, Blanca, Almudena,
Valentín, Laura y Garth, Martín y Marga, Silvia, Patri y Aitor, Blanca,
Berta y Pedro, Annibal, Arkaitz y Christian, Carlos y Alicia, Illán, Óscar,
Suso, Isabel y Jaime, María, Uge y Gloria, Sandra y Martin, Marta B.,
Irene y Rodrigo, Blanca y Alfonso, Belén y José, Diego y Sofía, Esther y
Mickel, Fátima y Nacho, Ajo y Juan, María M., María y Óscar, Nuria,
Patricia y Paco, Rocío y Tomi, Sofía S., Nacho y Elsa, Nacho y Ana,
Rodrigo y Rocío, Txabi y Clotilde, Silvia, Elena e Ignacio, Javier y Perla,
Isidro y Mar, Gonzalo y María, Maricarmen y Julio, Fátima, Montse y
Óscar, Eduardo y Marisol, Teresa y Ángel, Adolfo y María, José y Bea,
Pi, Javi y Ana, Paula y Fernando, Elena Z., Juan Andrés, Ángel, Eric,
Christian, Lucía, Meri, Puri, Juan, Dennis, Gonso, Javi, Mónica, Leticia,
Lydia, Elena, Pablo, Susana, Carmen, Amanda, Chema, José Luis, José
Ramón, Eva, Mercedes, Arancha, Isaac, Jesús, Mónica, Lola, Teresa y
Ángel, María y Adolfo, Pi, Antonio, Pilar, Cris, Cris, Marta, Laura, René,
Fernando, Pepe, Jenaro, Esmeralda, Euprepio, Paloma, Álvaro, Alfredo,
Aurelio, Borja, Pablo, Carlos, Chema, Eduardo, Fernando, Gonzalo,
Ignacio, Jaime, Jorge, José Ignacio, José Manuel, Luis, Miguel Ángel,
Miguel, Paco, Pepe, Ricardo, Elías, Darío, Tomás, Cristina, MariLex,
Fernando, Ignacio, José María, Laura, Marta, Patricia, Raquel, Alfonso,
Bosco, Nanes, Laura, Paloma, Jorge, Elena, Tomás, Cristina, Margarita,
Javier, Óscar, Elena, Rafa, Ruth, Gustavo, Isabel, Isaura, Puigdemont y
todos mis amigos de Facebook, LinkedIn, Twitter, Instagram, YouTube
de Doktor Castells y Tinder (es broma Marta!) y si aun así, no ves tu
nombre, escríbelo aquí tú mismo y te das por aludido/a
_________________________ y por último gracias a Dany que me presentó
a Jane, que me ayudó a recuperar mi libro.

Y ya para finalizar, unos testimonios (algunos de autobombo) y


con esto y un bizcocho!

Pedro Trucharte, emprendedor y business angel.


linkedin.com/in/pedrotrucharte
“Conocí a Jesús a través de la red de Business Angels de la
Fundación madri+d (BAN madri+d) y su participación en uno de
nuestros foros de inversión y me llamó mucho la atención de Jesús su
sentido del humor y su pasión por emprender. Es una de esas
personas cercanas con las que enseguida entablas conversación y
transmite todos los valores que un emprendedor debe de tener. Su
libro será un éxito, seguro”.

Iñigo Manso, emprendedor en serie, changemaker


linkedin.com/in/inigomanso
“Cuando ENISA nos habló de recmember me, no dudamos en
incluirlo dentro de Impulsando Emprendedores. recmember me es de
esos proyectos que a uno le hubiera gustado crear, por ser diferente,
especial, y trabajar con las emociones de las personas, y eso es algo
que os aseguro no se ve todos los meses. Además, si en algún
momento hubiéramos albergado una leve duda, cuando conoces a
Jesús Castells esta se disipa; su humanidad le desborda, haciendo su
compañía aún más especial. Enhorabuena Jesús por lo que has hecho,
pero sobretodo enhorabuena por lo que estoy seguro que llegarás a
hacer, gracias”.

Cristina Álvarez Pagán, CEO y Fundadora Tips para Emprender.


linkedin.com/in/cristinaalvarezpagan
“Emprender, qué palabra tan maravillosa. Emprender es siempre
estar haciendo cosas, es tener una mente inquieta y con ilusión.
Emprender es hacer. Se puede emprender en tu negocio pero también
para otros, porque es una actitud ante la vida. La actitud con la que te
levantes todos los días es muy importante y ¿cómo hay que
levantarse? Hay que levantarse siempre apasionado, apasionado
porque trabajas en lo que quieres, en lo que más te gusta, apasionado
porque estás poniendo todas semillas para que tu sueño se haga
realidad y saber ¿por qué? Porque las personas apasionadas tienen
más Energía, sin energía no tienes nada. Si haces las cosas con pasión,
está demostrado estadísticamente que el éxito se alcanzará en
cualquier cosa que hagas, así que levántate cada día con pasión”.

Aline Rethoré. Socia y Directora de Atelier Hotel de Charme


www.atelierhotel.com.ar
linkedin.com/in/aline-rethore-0b52092
“En la vida, uno se cruza con personas que tienen un rol e
impacto distinto en tu vida. Cuando hago el balance de la mía,
personal y profesional, me doy cuenta que para seguir adelante o
progresar, se necesita voluntad, una pizca de locura (lo que se llama
no tenerle miedo al cambio) y, sobre todo, a personas que llamo
“puente”. Estas últimas son las que te permiten dar ese pasito
necesario para hacer un cambio, que te acompañan, te animan, te
orientan y sobre todo comparten su experiencia sin egoísmo. Que sin
ellas, lo más probable es que siguieras del mismo lado de la orilla
pensando si debes cruzar o no. Jesús ha sido una persona puente en
mi vida. Después de años en multinacionales americanas y francesas,
en las cuales he compartido con Jesús, he cruzado al lado Empresarial
y hoy soy dueña y directora de mi propio hotel. ¡Gracias Jesús por
haberme ayudado a cruzar!

Cristina Domínguez Sarceda. Directora artística de Kyrie y


Máscarade
“En primer lugar (y aunque ya había caído en mis manos hace
algún tiempo...) gracias por ese bonito capítulo que me dedicas en tu
libro!!
Mis comentarios, me gustaría que fueran los siguientes:
Cambiar de Rumbo, algo que ronda en la cabecita de muchas
personas pero que, a menudo, por miedos, incertidumbres,
inseguridades de todo tipo y ciertos convencionalismos sociales no
alcanzamos a encajar en nuestras vidas. Pero... si pensamos en que
solo tenemos UNA, no tendremos tantos problemas para identificar
qué es lo que nos hace verdaderamente felices y en qué tendremos el
éxito asegurado porque obedece a nuestros deseos más profundos y,
por lo tanto, satisface nuestras emociones más íntimas (al menos en
mi caso....)
A veces solo necesitamos un faro resplandeciente, una señal, un
respaldo de alguien que te asegure que no estás loca y que, con una
sonrisa, te diga adelante!!... LUCHA POR LO QUIERES, no tengas miedo
porque todo o casi todo va a salir bien! Y ese fue mi amigo JESÚS
CASTELLS, hace ya unos años....
Para lograrlo hay que intentarlo, superando las dificultades; y si
te caes, te levantas de nuevo porque lo divertido de la vida es saber
que sigues navegando, aunque sea a contracorriente, porque te
espera un amanecer brillante con todo un mundo de oportunidades.....
Gracias JESÚS!”

Billy Manville
“Leyendo tu libro he rememorado muchas vivencias. Primero,
cuando mi marido se quedó sin trabajo, aburrido de jefes que le
exprimían sin valorarle. Y también aburrido de dar clases en la
Universidad a unos niñatos, como los de ahora, sin educación y sin
interés. Y decidió, de un día para otro, dejarlo todo y ponerse a hacer
lo que verdaderamente le gustaba. ¡Cómo tuvo que ingeniárselas!
Teníamos un local, el de Maqueda, donde preparábamos colecciones
de minerales que vendíamos a editoriales. También yendo los
domingos a vender a El Rastro. Poco a poco y con mucha
determinación y constancia, fue cambiando el negocio sobre la base
de los minerales, rocas y fósiles. Y los años dorados de los concursos
del Ministerio de Educación, y las colecciones para los colegios
públicos, que hay unos cuantos en España. Y después la bisutería que
montaba en la terraza de casa (hoy “mi despacho”, jajaja). Y los viajes
relámpago, en un Land Rover que me costaba conducir porque eso de
dirección asistida no se había inventado, jajaja, a Alemania y Francia
porque había que pagar el colegio y todo lo demás, que los niños
comían como limas ...
Sí, estoy de acuerdo que la ilusión y el ánimo son las bases
fundamentales para “liarte la manta a la cabeza” y “que salga el sol por
donde quiera”.
También recuerdo mis años en Aider, que de un local de 4
metros cuadrados hice nuestro medio de vida durante los años flojos
del negocio de Fernando. ¿Emprender con canas? Yo las tenía y
muchos, muchos años. La verdad es que hay que tener, no solo pasta
de emprendedor, una determinación a prueba de bomba, porque te
vuelves inmune al desánimo, porque no dejas de repetirte “lo tengo
que hacer, no tengo más remedio, tengo que seguir, sea como sea”.
Recuerdo que durante 8 años no supe lo que era un solo día de
descanso, porque trabajaba sábados, domingos, fiestas, Semana
Santa, Navidades y me perdí muchas cosas de mis hijos, porque no
podía, y con la inmensa suerte de que mis hijos han sido y son los
pilares de mi casa. Y cuántas veces me han ayudado a desenmarañar
las cintas de las Jornadas del periódico El Nuevo Lunes y cuántas veces
me han auxiliado en la guerra contra “el ordenador” que se volvía
loco...
La vida del emprendedor no es fácil. Eres un equilibrista en la
cuerda floja. Y no puedes caerte, y no puedes enfermarte y no puedes
disfrutar del sol, porque tienes que trabajar hasta por las noches,
aunque te caigas de sueño.
Quizás ahora las cosas sean más fáciles, quizás la gente no se lo
tome tan a pecho, pero los chinos que trabajan 49 horas diarias, saben
lo que es un negocio, lo que es ser emprendedor... y el que piense que
emprender es poner una boutique y vender ropa, va dado, eso es la
fachada, ser emprendedor es llevar el peso de un negocio con todas
sus consecuencias.
Y no solo eso, lo de renovarse o morir es cierto 100%. En mi
pequeña oficina tuve que inventarme y reinventarme constantemente.
Y el que da primero da dos veces y yo no tuve más remedio que dar
primero, para llevarme el gato al agua. Y conocí a Fernando de Alba,
hijo de la Duquesa y también tuve como cliente a Su Majestad el Rey
Felipe VI, en aquellos tiempos Príncipe de Asturias y también tuve que
lidiar con estúpidos que te miran por encima del hombro y piensan
que eres su secretaria y debes “obedecer”. En fin, 8 años por 365 días
dan para mucho.
También es cierto que todo llega a su fin. A mí me decían: Billy,
trabajas demasiado. Vas a ser la más rica del cementerio. Y un buen
día tuve que tomar la decisión de que ya no me quería reinventar más
y que quería trabajar por cuenta ajena, y dejar de preocuparme de
muchas cosas que me estaban pesando demasiado, solo para mis
estrechas espaldas. Era una factura demasiado grande la que había
que pagar.
Al igual Fernando, por ejemplo, con la bisutería y con los viajes a
África a buscar minerales. También lo tuvo que dejar, ¿por qué?, por
las rivalidades y por la envidia, bueno, te podría escribir un libro, le
(nos) hicieron la vida imposible, hasta que Fernando se cansó y
decidió hacer lo que poca gente o NINGUNA pudiera hacer, nada más
que él y se reinventó y empezó con las réplicas de fósiles. Y ahí
seguimos. A uno le salen hasta escamas de tanto nadar contra
corriente. Y sobre todo, el ser emprendedor exige muchos sacrificios.
Porque, efectivamente, no tienes nada seguro y hay que pagar
impuestos y hay que pagar alquileres y luz y... y... y terminas
agarrándote a cualquier clavo ardiendo. No es fácil, no”.

FIN

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Fotografía: Marta Aparicio


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