los guardias enviados a detener a Jesús? b) ¿Por qué era Jesús un maestro tan extraordinario?
1 Los fariseos están furiosos. Jesús se encuentra
en el templo, enseñando la verdad acerca de su Padre ante un público dividido: muchos ponen fe en Jesús, pero otros quieren que sea arrestado. La ira termina consumiendo a los líderes religiosos, así que envían a un grupo de guardias para que lo detengan. Sin embargo, estos regresan con las manos vacías. Los sacerdotes principales y los fariseos exigen una explicación: “¿Por qué no lo trajeron?”. Los guardias responden: “Jamás ha hablado otro hombre así”. En efecto, les ha impresionado tanto su forma de enseñar que no se han atrevido a arrestarlo (Juan 7:45, 46).*
* Los guardias probablemente trabajaban para el
Sanedrín y estaban bajo las órdenes de los sacerdotes principales.
Juan 7:45-46 “Por lo tanto, los oficiales
volvieron a los sacerdotes principales y fariseos, y estos les dijeron: “¿Por qué no lo trajeron?”. Los oficiales respondieron: “Jamás ha hablado [otro] hombre así”.”
2 Pero aquellos guardias no eran los únicos a
quienes les asombraba la manera como enseñaba Jesús. Multitudes de personas se congregaban tan solo para oírlo (Marcos 3:7, 9; 4:1; Lucas 5:1- 3). ¿Por qué razón era un maestro tan extraordinario? Como vimos en el capítulo 8, él amaba las verdades que transmitía y a las personas a las que enseñaba. Además, dominaba magistralmente los métodos de enseñanza. Examinemos tres de estas eficaces técnicas docentes y cómo podemos imitarlas. Pregunta
Marcos 3:7 “Pero Jesús, con sus discípulos, se
retiró al mar; y una gran multitud de Galilea y de Judea lo siguió.”
Marcos 3:9 “Y él dijo a sus discípulos que le
tuvieran dispuesta de continuo una barquilla para que la muchedumbre no lo oprimiera.” Marcos 4:1 “Y de nuevo comenzó a enseñar a la orilla del mar. Y una muchedumbre muy grande se reunió cerca de él, de modo que él subió a una barca y se sentó más allá en el mar, pero toda la muchedumbre a la orilla del mar estaba en la ribera.”
Lucas 5:1-3 “En cierta ocasión, cuando la
muchedumbre se agolpaba sobre él y escuchaba la palabra de Dios, él estaba de pie junto al lago de Genesaret. Y vio dos barcas atracadas al borde del lago, pero los pescadores habían salido de ellas y estaban lavando sus redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le pidió que se apartara un poco de la tierra. Entonces se sentó, y desde la barca se puso a enseñar a las muchedumbres.”
Sencillez al enseñar
3, 4. a) ¿Por qué enseñaba Jesús con un lenguaje
sencillo? b) ¿Cómo muestra el Sermón del Monte la sencillez con que enseñaba Jesús?
3 ¿Nos imaginamos el amplísimo vocabulario
que podía haber usado Jesús? Sin embargo, a la hora de enseñar, siempre tenía en cuenta el nivel de sus oyentes, que en su mayoría eran “iletrados y del vulgo” (Hechos 4:13). Estaba consciente de sus limitaciones y nunca los abrumaba con demasiada información (Juan 16:12). Las palabras que usaba eran sencillas, pero las verdades que transmitía no podían ser más profundas.
Juan 16:12 “”Tengo muchas cosas que
decirles todavía, pero no las pueden soportar ahora.”
4 Tomemos por caso el Sermón del Monte, según
aparece en Mateo 5:3–7:27. En este discurso, Jesús dio consejos que realmente hacen pensar, pues llegan hasta el fondo mismo de los asuntos. Sin embargo, no utilizó frases ni argumentos complicados. A duras penas encontraremos una palabra que no sean capaces de entender con facilidad hasta los más pequeños. Por eso, no nos extraña que, al concluir el sermón, la muchedumbre —entre la que seguramente había muchos campesinos, pastores y pescadores— ‘quedara atónita por su modo de enseñar’ (Mateo 7:28). Pregunta 5. Dé algunos ejemplos de frases de Jesús que eran sencillas pero que tenían un profundo significado.
5 Cuando enseñaba a las personas, Jesús
utilizaba por lo general frases sencillas y breves, pero con un profundo significado. De este modo, mucho antes de la llegada de la imprenta, logró que su mensaje quedara grabado de forma imborrable en la mente y el corazón de quienes lo escucharon. Tan solo pensemos en algunos ejemplos: “Dejen de juzgar, para que no sean juzgados”. “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.” “El espíritu [...] está pronto, pero la carne es débil.” “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios.” “Hay más felicidad en dar que en recibir.”* (Mateo 7:1; 9:12, Reina-Valera, 1909; 26:41; Marcos 12:17; Hechos 20:35.) Casi dos milenios después, estos dichos siguen siendo tan valiosos como el día que se pronunciaron. Pregunta
6, 7. a) Para enseñar con sencillez, ¿por qué es
importante que usemos un lenguaje fácil de entender? b) ¿Qué podemos hacer para no sobrecargar a los estudiantes con demasiada información?
6 Ahora bien, ¿cómo lograremos nosotros
enseñar con sencillez? Una condición esencial es emplear un lenguaje que resulte fácil de entender para la mayoría de la gente. Recordemos que las verdades fundamentales de la Palabra de Dios no son complicadas. Además, es a las personas de corazón sincero y humilde a quienes Jehová ha revelado sus propósitos (1 Corintios 1:26-28). Por lo tanto, usemos palabras comunes y corrientes, pero bien elegidas, y así podremos transmitir con eficacia las verdades de la Palabra de Dios.
1 Corintios 1:26-28 “Pues ustedes contemplan
su llamamiento por él, hermanos, que no muchos sabios según la carne fueron llamados, no muchos poderosos, no muchos de nacimiento noble; sino que Dios escogió las cosas necias del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios escogió las cosas débiles del mundo, para avergonzar las cosas fuertes; y Dios escogió las cosas innobles del mundo, y las cosas menospreciadas, las cosas que no son, para reducir a nada las cosas que son,”
7 Por otra parte, para enseñar con sencillez, hay
que tener mucho cuidado de no sobrecargar a los estudiantes de la Biblia con demasiada información. Por eso, cuando les demos clases bíblicas, no es conveniente que expliquemos todos los detalles. Tampoco debemos ir a toda prisa, como si lo más importante fuera abarcar cierto número de páginas en cada sesión de estudio. Lo mejor es adaptar el ritmo del estudio a las necesidades y la capacidad de cada persona. La meta es ayudar al estudiante a seguir a Cristo y adorar a Jehová. Para ello tenemos que tomarnos todo el tiempo que haga falta hasta que comprenda a un grado razonable lo que se está analizando. Solo de este modo lograremos que la verdad bíblica le llegue al corazón y lo motive a poner por obra las cosas que ha aprendido (Romanos 12:2). Pregunta
Romanos 12:2 “Y cesen de amoldarse a este
sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.”
Ilustración pág. 110. Hay que enseñar con
sencillez
Preguntas adecuadas
8, 9. a) ¿Con qué propósito planteaba preguntas
Jesús? b) ¿Cómo ayudaron las preguntas de Jesús a que Pedro sacara la conclusión correcta sobre el pago del impuesto del templo?
8 Jesús utilizó las preguntas de manera
admirable. Incluso las empleó en ocasiones en que se hubiera tardado menos explicando directamente el punto. Pero entonces, ¿para qué hacía las preguntas? Pues bien, a veces las planteaba con la intención de sacar a la luz los motivos de sus adversarios y así hacerlos callar (Mateo 21:23-27; 22:41-46). Sin embargo, en otros casos las utilizaba para lograr que sus discípulos le expresaran lo que pensaban o para estimular y desarrollar su capacidad de razonamiento. Por eso, empleaba fórmulas como “¿Qué les parece?” y “¿Crees tú esto?” (Mateo 18:12; Juan 11:26). Con estas preguntas, lograba llegarles al corazón. Veamos un ejemplo.
Mateo 21:23-27 “Entonces, después que entró
en el templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras estaba enseñando, y dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?”. En respuesta, Jesús les dijo: “Yo, también, les preguntaré una cosa. Si me la dicen, yo también les diré con qué autoridad hago estas cosas: El bautismo por Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres?”. Pero ellos empezaron a razonar entre sí, diciendo: “Si decimos: ‘Del cielo’, nos dirá: ‘Entonces, ¿por qué no le creyeron?’. Sin embargo, si decimos: ‘De los hombres’, tenemos la muchedumbre a quien temer, porque todos tienen a Juan por profeta”. De modo que, en respuesta a Jesús, dijeron: “No sabemos”. Él, a su vez, les dijo: “Tampoco les digo yo con qué autoridad hago estas cosas.”
Mateo 22:41-46 “Luego, mientras estaban
reunidos los fariseos, Jesús les preguntó: “¿Qué les parece del Cristo? ¿De quién es hijo?”. Le dijeron: “De David”. Él les dijo: “Entonces, ¿cómo es que David por inspiración lo llama ‘Señor’, diciendo: ‘Jehová dijo a mi Señor: “Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies”’? Por lo tanto, si David lo llama ‘Señor’, ¿cómo es él su hijo?”. Y nadie podía decir una palabra en respuesta a él, ni se atrevió nadie desde aquel día a interrogarle ya más.”
9 En cierta ocasión, unos recaudadores le
preguntaron a Pedro si Jesús pagaba el impuesto del templo.* Sin pensarlo dos veces, Pedro respondió que sí. Más tarde, Jesús razonó con él: “¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?”. Pedro le contestó: “De los extraños”. Y Jesús repuso: “Entonces, realmente, los hijos están libres de impuestos” (Mateo 17:24-27). Sin duda, el punto que destacaban las preguntas era obvio para Pedro, pues todos sabían que las familias de los reyes estaban exentas de tributos. Por consiguiente, estaba claro que Jesús, al ser el Hijo unigénito del Rey celestial al que se adoraba en el templo, no estaba obligado a pagar el impuesto. Notamos que, en vez de decirle directamente a Pedro la respuesta acertada, Jesús empleó con tacto las preguntas para ayudarle a sacar la conclusión correcta, y tal vez para ayudarle a ver que en el futuro era mejor que pensara un poco más antes de responder. Pregunta
* Cada judío pagaba como impuesto anual del
templo dos dracmas, el salario habitual de dos días. Una obra especializada señala: “Este impuesto se empleaba principalmente en sufragar el costo de los holocaustos cotidianos y de todos los sacrificios en general que se hacían en nombre del pueblo”.
10. ¿Cómo lograremos emplear hábilmente las
preguntas en la predicación de casa en casa?
10 ¿Cómo lograremos emplear hábilmente las
preguntas en el ministerio? Al predicar de casa en casa, usémoslas para despertar el interés de la gente, pues así tal vez consigamos que escuche nuestro mensaje. Por ejemplo, si sale a la puerta una persona mayor, pudiéramos preguntarle con respeto: “¿Le parece a usted que el mundo ha cambiado a lo largo de su vida?”. Cuando nos conteste, pudiéramos añadir: “En su opinión, ¿qué haría falta para que el mundo fuera mejor?” (Mateo 6:9, 10). Y si nos atiende una madre con niños pequeños, quizás podríamos decirle: “¿Se ha preguntado cómo será el mundo cuando sus hijos sean grandes?” (Salmo 37:10, 11). En muchos casos, observar con atención la vivienda nos permitirá pensar en preguntas que sean apropiadas para los intereses del ocupante. Pregunta
Mateo 6:9-10 “”Ustedes, pues, tienen que orar
de esta manera: ”‘Padre nuestro [que estás] en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.”
Salmo 37:10-11 “Y solo un poco más de tiempo,
y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” Ilustración pág. 112. Adaptemos las preguntas a los intereses de quien nos está escuchando
11. ¿Cómo podríamos usar eficazmente las
preguntas al conducir estudios bíblicos?
11 ¿Cómo podríamos usar eficazmente las
preguntas al conducir estudios bíblicos? Pues bien, podemos plantear preguntas bien pensadas para saber lo que la persona tiene en su corazón (Proverbios 20:5). Imaginémonos que estamos estudiando el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?* y llegamos al capítulo “El modo de vida que le agrada a Dios”, que habla de cómo ve Jehová la inmoralidad sexual, la mentira, la borrachera y otras prácticas. Las respuestas del estudiante tal vez indican que entiende lo que enseña la Biblia, pero ¿lo acepta de verdad? Para averiguarlo, quizás convenga decirle: “¿Le parece razonable lo que piensa Dios sobre estos temas?”. O también: “¿Cómo podría aplicar usted esta información en su vida?”. Claro, no debemos olvidar que hay que tener tacto y respetar la dignidad del estudiante, pues no hay por qué abochornarlo (Proverbios 12:18). Pregunta
Proverbios 20:5 “El consejo en el corazón del
hombre es como aguas profundas, pero el hombre de discernimiento es el que lo sacará.”
Proverbios 12:18 “Existe el que habla
irreflexivamente como con las estocadas de una espada, pero la lengua de los sabios es una curación.”