PRESENTACIÓN
argentino. En su mitología destaca una honda afirmación del origen divino del
Director y fundador del Centro de Estudios del Antiguo Egipto, Buenos Aires, Argentina
(1995 al presente). Director Científico de Revista de Egiptología-Isis, Málaga, España
(2002 al presente). Ex Director y fundador del Centro de Investigaciones Egiptológicas
de Buenos Aires (1978-88). Ex Secretario General del Instituto de Egiptología de la
Argentina, Buenos Aires (1974-78). Ha participado en congresos de su especialidad en
El Cairo, Grenoble, Ljubljiana, Montevideo y París. Ha excavado en Isla de Pascua
(Chile) y Yaciretá (Paraguay) como arqueólogo invitado. Es contribuyente regular en
prestigiosas revistas y publicaciones nacionales y extranjeras sobre Egiptología y
Antropología, así como en sitios de egiptología y literatura en la red de Internet
una comunidad, para la cual aquellos contengan un cierto significado, valor e imagen,
reconocido por todos sus miembros. Esta unidad ideológica se alcanza a través de los
estrechos lazos generados por un lenguaje básico común, una concepción del mundo
compartida y una organización "política" que ejercita el "liderazgo" del grupo humano.
y que contaba con no menos de 71 tribus relacionadas a la gran familia nativa llamada
propia de una economía agrícola "primitiva" y que sustentaba una muy consistente
ideología religiosa, compartida prácticamente in toto por las diferentes tribus, incluso a
eventos que acontecían en la vida de los miembros de la tribu. No existía una frontera
definida entre los mundos "terrenal" y "espiritual", los cuales, de hecho, para ellos
pero el encuentro con "lo Divino" era un asunto de todos los días en un universo
habitado por toda suerte de "espíritus" y "seres sobrenaturales", algunos de los cuales
eran considerados como los mismísimos descendientes del Creador del Mundo o de los
espirituales en cada animal, árbol, piedra o curso acuático del mundo físico, así que
tales ocurrencias eran bastante frecuentes y relatos orales sobre este tipo de
suburbanos.
Abajo, izquierda, danza extática realizada por antiguos indios Tupí-guaraní. Algunos
Sin embargo, debemos notar que los Tupí-Guaraní llamaron al chamán de maneras
denominaban ñanderú, "nuestro padre". Egon Shaden dijo que los Avá también le
daban el nombre de paí ("padre"), agregando que esta designación procedía del
término compuesto mba-ira, "El Segregado" o "El Solitario", o, como fue definido por
M.A. Bartolomé, "el hombre que vive en el umbral entre el ‘Mundo Superior’ y el
‘Inferior’".
La importancia atribuída al paje entre los Tupí-Guaraní era superlativa, pues estaba a
cargo de las relaciones con el mundo sobrenatural. Aparte de otras actividades propias
la palabra. Esto responde a una condición primordial del paje: esta condición no era
obtenida por cualquiera que quisiera serlo, sino que sólo podía tenerla quien ya
hubiera nacido poseyendo ciertas habilidades, i.e., el paje devenía tal por inspiración y
Este es un aspecto interesante del chamán guaraní: su capacidad mágica viene junto
con él desde el momento en que es parido, como una señal de que sus poderes
que él mismo es una criatura sobrenatural, una condición existencial que le capacita
para intervenir en los asuntos humanos que tienen que ver con las esferas
ultramundanas.
Sin embargo, el consejo y la guía de otro paje anciano era parte del camino para llegar
a ser un arandú, "hombre sabio", en todo el sentido del término. En las etapas
tempranas de su vida como chamán, el discípulo era llamado paje mirí, y estaba
entre otros rites de passage. En ciertas tribus (i.a., los Pajaguá), si el novicio fallaba
curar a un paciente -, sin duda porque se consideraba que era un fiasco o a que sus
El paje hacía recurso de varios medios de comunicación con lo divino. Como se dijo
antes, el mundo onírico era de gran importancia en este sentido, pero los sueños no
eran el único o exclusivo modo de ponerse en contacto con los poderes espirituales. El
chamán guarní también realizaba una serie de rituales y ceremonias destinadas a tal
fin, entre las que podemos señalar el canto (purahéi o guahú), la danza (jeroky) y el
trance o éxtasis, lo que le garantizaba la entrada al "Otro Mundo", ya fuera para curar
a un paciente o para contrarrestar un "daño" (paje vaí) producido por otro paje o un
"mal espíritu".
Como puede verse, el chamán guaraní comparte mucho en común con sus colegas en
otras partes del mundo y de todos los tiempos. Obviamente, era un herborista capaz,
como usualmente lo suelen ser los chamanes en todos lados. El herbarium de la región
por los chamanes nativos – hoy día están dando lugar a un creciente negocio alrededor
del mundo, desde Japón hasta los EE.UU. de Norteamérica, pues se usa en la
referimos a la ka’a he’ê o "yerba dulce" [Stevia Rebaudiana bertoni, Eupatorieas], que
es entre 300 y 400 veces más dulce que el azúcar y una sustancia natural que
sobrenatural y, por lo tanto, era el centro en torno al cual giraba la vida de los
relator de mitos, por los que mantenía viva la memoria cultural del grupo, y, por eso,
unidad; era el médico que curaba a los heridos y enfermos, así como el profeta que
anunciaba los eventos futuros y conocía el pasado que explicaba el presente. Pero su
estaba regulada por fuerzas superiores: las mismas que le daban nacimiento. Esta es
la razón por la cual la tupã henói, o "invocación individual" a los dioses, era un atributo
exclusiva del chamán, el mburuvichá o "jefe tribal, cacique", y los ancianos, los "que
saben". El rezo personal de los chamanes usualmente era dirigido a las "deidades
Tupã (o Tupavé, Tenondeté), era el dios supremo universal de los Tupí-guaraní, cuya
manifestación física era el sol (kuarahý), en donde vivía luego de haber creado la luz y
el mundo. Pero, a su vez, él era "hijo" de una todavía más poderosa y muy misteriosa
espiritual, informe, infinita e invisible, a partir de la cual todos los seres y las cosas
casi nunca era invocado en la tupã henói: era como un "dios ocioso"; o se le
consideraba como demasiado distante de los humanos y sus asuntos como para acudir
Uno de los mayores poderes del chamán guaraní procedía de sus negociaciones con
los tupichúa o "espíritus de la naturaleza", quienes, al igual que los "espíritus de los
muertos", estaban en contacto permanente con él. Éstos eran verdaderos "familiares"
representaban el papel de poderosos asistentes que llevaban a cabo las misiones que
les asignaba el chamán. Estos espíritus también eran invocados por medio de rezos, ya
fuera para bien o para mal: para hacer lo primero, se entonaba un ñe’engara; para lo
segundo, un purahéi vaí o ñembo’e vaí; para rechazar un daño, un mba’e pochý.
Debemos recordar que, para los Tupí-guaraní, el rezo era purahéi porque en su
rítmicos; todos estos elementos eran parte de un acto único, una acción "holística",
tanto en los rituales mágicos como en las festividades religiosas, i.e., al momento de la
colectivos, los mismos eran realizados al aire libre, en el espacio central dejado entre
La más importante función del paje era su ejercicio del arte de la sanación; esta
éxito en esta área específica lo que le confería el título de paí guasú o "gran padre".
La ideología Tupí-guaraní sobre la salud y la enfermedad es un asunto interesante. No
hay ninguna definición explícita de ninguno de los dos conceptos. Pero se reconoce que
el ser humano puede vivir en un estado de bienestar, en la que está privado del
sufrimiento, y que recibe el nombre de aguyje. Esta noción refleja la idea del hombre
como un ser maduro y perfecto, que B. Meliá definió como "las grandes virtudes del
guaraní, por lo menos en sus expresiones modernas, son el ‘bienestar’ (lit., ‘buen
ser’): teko porã; la ‘justicia’: teko joja [quizás mejor entendido como ‘armonía’ o
‘equilibrio’, al referir a un estado de existencia. N. del A.]; las ‘buenas palabras’: ñe’e
chamanes, a los que se les llamaba paje vaí, "hombre sabio malo", así como
Naturaleza, i.e., los habitantes mismos del Otro Mundo. Estos pueden ser
personas), que se produce por una actitud piadosa débil", como afirma B. Meliá.
Como habrá sido notado por el lector, las enfermedades eran – y como lo siguen
considerando hoy día en las zonas rurales – vistas como una pérdida de la armonía y la
principalmente en los que son transmitidos por fuentes nativas y rurales y por relatos
orales tradicionales.
Las capacidades de sanación del paje provienen del trasfondo mitológico de los Tupí-
derrota del chamán, es la lucha entre los buenos y malos "espíritus" que actúan como
de las fuerzas demoníacas activas que están detrás de los efectos físicos o psicológicos
asistirán en su lucha contra el mal; es solamente después que entra en sueños para
hablar con los habitantes de la "realidad aparte", como gustó en llamarle Carlos
Castaneda.
Pero, como dijimos antes, no todo es simplemente soñar. Una vez que despierta de
a. Cura por succión: el chamán chupa la región del cuerpo en donde se supone
su cuerpo una fuerza mágica que pone fin a la causa de la enfermedad. Puede
soplar sobre las partes afectadas del cuerpo o sobre la cabeza, que es el lugar
por el cual los intrusos entran para tomar posesión del cuerpo vivo.
c. Cura por rezo: solamente se recurre a ella en casos severos y cada chamán
tiene sus propias e intransferibles oraciones con las que invoca la presencia de
vegetales, así como otras sustancias del mundo natural, a fin de preparar la
medicación correcta y eficaz con que restaurar la salud del paciente y derrotar a
la enfermedad. (*)
Un chamán de la tribu nivaklé succiona la región enferma del cuerpo del paciente, a fin
de expulsar a la entidad intrusa del mismo. Fotografía del Sr. Charde-Sardi, según el
Gral. (r.) R.C. Bejarano, 1960.
(*) Fuente: Trabajo enviado por Jorge Roberto Ogdon para su edición aquí.
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