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TARRILLO SAUCEDO LITA MARILI

LA DEONTOLOGÍA Y LAS PROFESIONES

Según (Benthan, 1836)la palabra deontología deriva de los dos vocablos griegos, to
deon (lo que es conveniente) y logia conocimiento, que es como si dijera el conocimiento de
lo que es justo y conveniente. Este término aquí se aplica a la moral es decir a aquella parte
del dominio de las acciones que no está bajo el imperio de la publica legislación. En cuanto
arte es, lo que se conviene hacer; en cuanto ciencia, es conocer lo que conviene hacer en toda
accesión. Más la cuestión aplicada por el individuo a su propia regla de conducta, se reduce
a saber: que es lo que aprueba el mismo, y cuáles son las condiciones necesarias para que
una cosa merezca aprobarse en una ocasión dada.

El término deontología profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas


éticas que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas determinan los deberes
mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por este motivo,
suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se
encarga de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos. A día de hoy, prácticamente
todas las profesiones han desarrollado sus propios códigos y, en este sentido, puede hablarse
de una deontología profesional periodística, de una deontología profesional médica,
deontología profesional de los abogados, etc.

Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe


distinguir que la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de
un colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional, mientras
que, tal como se apuntaba al comienzo del artículo, la deontología profesional es el conjunto
de normas vinculantes para un colectivo profesional.

La deontología es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las
profesiones, junto al Derecho y la moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se
encuentran a medio camino entre los otros dos órdenes normativos.

Una característica fundamental de la deontología profesional es que tiene un fuerte


componente de autorregulación, entendida en un sentido colectivo. Se trata de una
interiorización de las normas propias de la profesión. Se diferenciaría del Derecho en que
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éste es creado por el Estado, y de la moral en que la deontología tiene un carácter colectivo,
no se basa en los principios individuales. Otra diferencia clave frente al Derecho, es que éste
tiene un marcado carácter coactivo, impone sanciones al incumplimiento de sus normas. La
deontología, por su parte, puede o no incluir sanciones, y siempre serán menos graves que
las relacionadas con el Derecho (surgidas de instituciones jurídicas).

No obstante, la deontología puede institucionalizarse a través de los Códigos


Deontológicos, la colegiación... (instrumentos o mecanismos que dotan de más efectividad a
la deontología), pero siempre presenta una institucionalización mucho menor a la del
Derecho. Las normas del Derecho son "ajenas" al mismo, junto al frentes extremas, mientras
que lo característico de la deontología profesional es la autorregulación. Los profesionales
son creadores, sujetos y objetos de las normas deontológicas de su profesión correspondiente.
Participan (a través de sus asociaciones, por ejemplo) en la creación de los códigos
deontológicos que, a su vez, deberán aplicar.

La autorregulación es necesaria porque delimita campos de actuación, alerta sobre


conductas alejadas del bien común y puede invitar al profesional a dirigir sus acciones por el
fomento de valores que promuevan una vida más humana.

Según (Maestre, 2016)La deontología como ética profesional Aristóteles ha acuñado


la distinción conceptual, de gran alcance para la filosofía práctica,
entre poíesis y praxis, entre producir y actuar.La rectitud del producir se mide por el
producto y ha de ser determinada en función de las reglas del arte (techné); estriba en un
resultado objetivo y en la nueva disposición de las cosas que sobreviene como consecuencia
del producir. Por el contrario, la rectitud del actuar es de índole estrictamente ética: radica en
el actuar mismo, en su adecuación a una situación, en su inserción dentro del plexo de las
relaciones morales, en su “belleza”. Como es natural, todo producir se halla inscrito en un
contexto práctico, y por ello tampoco está exento de una evaluación moral. Pero la
determinación del producir correcto pertenece a la técnica, al ámbito de los medios, mientras
que el actuar honesto tiene razón de fin. Podemos distinguir, así, el buen hacer del obrar
bien. El “robo del siglo”, por poner un ejemplo, es una operación que, como producto, está
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muy bien hecha –entre los latrocinios es, sin duda, el mejor del siglo–, aunque difícilmente
lo calificaríamos como una buena acción.

En la más amplia significación del término, cabría hablar de una


concepción poéticadel obrar moral en Aristóteles. Llevar a efecto buenas acciones, producir
estados de cosas matizados por cualidades éticas de valor positivo no incluye, pero tampoco
excluye, la intención correcta: un buen propósito –aunque no se lleve a efecto– es también
una buena acción en sentido moral, aunque carezca de significado y cualidad técnica todo
hacer que no sea, además, un producir.

En un sentido vulgar se habla de deontología en referencia al buen hacer que produce


resultados deseables, sobre todo en el ámbito de las profesiones. Un buen profesional es
alguien que, en primer lugar, posee una destreza técnica que le permite, en condiciones
normales, realizar su tarea con un aceptable nivel de competencia y calidad. Las reglas del
buen hacer –perfectum officium, acción llevada a cabo conforme a los imperativos de la razón
instrumental– constituyen, sin duda, deberes profesionales. Y esto no es en modo alguno
ajeno al orden general del deber ético.

Aún más: las obligaciones éticas comunes para cualquier persona son, además,
obligaciones profesionales para muchos. Al menos así se ha visto tradicionalmente en ciertas
profesiones de ayuda como el sacerdocio, la educación y, en no menor medida, la medicina
o la enfermería. En último término, esto se puede decir de todas las profesiones honradas,
pues en todas se da, de manera más o menos directa, la índole del servicio a las personas.
Pero en ésas es más patente, para el sentido común moral, que no es posible, por ejemplo, ser
un buen maestro sin intentar ser buena persona. Es verdad que no se educa, o no se ejerce
buena medicina, sólo con buenas intenciones, pero tampoco sin ellas.

Si la deontología profesional no se resuelve sólo con los parámetros éticos comunes,


tampoco la ética se reduce a la satisfacción de ciertos protocolos deontológicos. En efecto, la
cuestión del bien no se sustancia con el cumplimiento de una normativa: no es que el bien
moral estribe en cumplir la ley, sino que hay que cumplirla porque lo que preceptúa es bueno,
caso de que efectivamente lo sea. Es anterior, con prioridad de naturaleza, el bien a la ley. La
conciencia del deber no puede separarse de lo en cada caso debido, aunque indudablemente
sea distinto lo que formalmente significa deber y lo que materialmente constituyen en
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concreto nuestros deberes, lo cual ha de ser determinado en relación al ser específico y al ser
individual y circunstanciado de cada persona

Ambas tesis recogen elementos esenciales del eudemonismo aristotélico y del


deontologismo, por ejemplo en versión kantiana. Aun con todo, la teoría kantiana del
imperativo categórico, que subraya explícitamente el carácter absoluto de la forma del deber,
no resuelve las aporías principales que se derivan de una separación entre la forma y la
materia moral. El filósofo alemán propone poco menos que una alternativa entre
actuar por deber (voluntas moraliter bona), y actuar conforme al deber (voluntas bone
morata). A su juicio, los “mandatos o leyes de la moralidad” –a diferencia de los que
únicamente poseen valor hipotético, como las “reglas de la habilidad” o los “consejos de la
sagacidad”– revisten una obligatoriedad que es independiente de la concreta volición de un
objetivo, de manera que ningún mandato moral preceptúa lo que hay que hacer si se quiere
obtener tal o cual fin o bien, sino algo cuyo cumplimiento es un deber, aunque se oponga
radicalmente al deseo o a la inclinación natural.

En el planteamiento kantiano aparecen contrapuestas la buena intención y la buena


acción, dialéctica que el idealismo alemán categorizará más tarde con los términos
de Moralität y de Sittlichkeit, respectivamente. De nuevo se echa en falta aquí el equilibrio
que encontrábamos en la posición aristotélica. El Estagirita entiende que no cabe hacer el
bien, al menos de manera habitual, sin procurar ser bueno.

El Administrador de Empresas tiene el deber de hacer su trabajo al máximo de su


capacidad. No puede desempeñarse mediocremente de manera intencional,como ente social
y moral, el administrador debe anteponer su formación y valores morales a sus acciones en
la empresa.
El administrador debe anteponer el bienestar de la empresa a las cuestiones
personales, ya sean propias, de colegas o subalternos, el administrador debe respetar las ideas
de sus colegas o subalternos y tomarlas en cuenta en caso que pudiesen beneficiar la empresa.
El administrador tiene el deber de denunciar cualquier acción incorrecta que se produzca en
su sitio de trabajo.

Al dar un servicio u ofrecer un producto debe garantizar la satisfacción del cliente,


el administrador debe exhibir una conducta ejemplar, tanto frente a sus subalternos como a
sus superiores, así como dentro y fuera de la empresa, el administrador tiene la obligación
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tanto moral como legal de no hacer uso indebido de los fondos de la empresa,crear las
condiciones óptimas dentro del clima organizacional.
 SERVICIO
Un buen servicio igual a un buen reconocimiento en la sociedad.
 OBJETIVIDAD
Es ser equitativo y utilizar la razón para tomar las decisiones correctas.
La objetividad representa ante todo imparcialidad y actuación sin prejuicios en
todos los asuntos que corresponden al campo de acción profesional del
administrador.
 INTEGRIDAD
Es ser recto, sincero y justo.
Es la manera en que los administradores, de manera unida, buscan alcanzar
objetivos que se propongan y que juntos puedan lograr grandes beneficios para la
empresa.
Capacidad de afrontar las consecuencias de nuestros hechos, con el deseo de
solucionarlos.
 COMPETENCIA Y ACTUALIZACIÓN PROFESIONAL

DEONTOLOGÍA DEL ADMINISTRADOR


Tiene el deber de mantener en secreto las informaciones que, de ser reveladas,perjudicarían
a la empresa. El administrador tiene el deber de hacerse responsable ante los clientes y la
sociedad por las acciones que dirige dentro de la empresa. El administrador tiene el derecho
de prohibir dentro de la empresa comportamientos y acciones que atenten contra la moral y
las buenas costumbres o el desempeño de la empresa.

CÓDIGO DE ÉTICA
ADMINISTRACIÓN
VALORES & PRINCIPIOS BÁSICOS

 ESFUERZO
Es la colaboración que un administrador tiene hacia la empresa, un compromiso
extra o adicional.
 INDEPENDENCIA
Sincerarse con los demás y tener criterio con lo que se desarrolla.
 RESPONSABILIDAD
 CONFIDENCIALIDAD
Cumplir los compromisos adquiridos en forma satisfactoria para todos.
Tener reserva profesional.
 ONDUCTA ÉTICA
Debe abstenerse de realizar cualquier acto que pueda afectar negativamente la
buena reputación de la profesión.
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 HONESTIDAD
Superioridad o excelencia de algo o de alguien en cuestión del trabajo, realizar las
cosas bien.
 CORRESPONSABILIDAD
 CALIDAD
Debe alcanzar un alto grado de excelencia, donde ya haya desarrollado con calidad
sus actividades.
 EXCELENCIA
El administrador deberá contratar trabajos para lo cual él o sus colegas cuenten con
la capacidad e idoneidad para resolverlos de la manera más eficaz.
 RESPETO ENTRE COLEGAS
La sinceridad, la buena fe y la lealtad para con sus colegas son las condiciones básicas para
el libre ejercicio de su profesión y su convivencia.
Debe ser transparente (honesto) ante las personas y organizaciones para que lo tomen con
seriedad.
* Excelencia

* Responsabilidad y cumplimiento

* Respeto

* Honestidad

* Capacidad para resolver problemas

* Respeto y conservación del medio ambiente


Aspectos de ética profesional
* Actitud positiva

* Compromiso

* Autoestima

* Iniciativa

* Trabajo en equipo
Valores
* Amonestación privada

* Amonestación pública

* Multas sucesivas

* Suspensión temporal de la matricula profesional por 3 años


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* Cancelación definitiva de la matricula


Sanciones

Bibliografía

Benthan, J. (1836). ciencia de la moral. VALENCIA: MALLEN Y SOBRINOS.


Maestre, J. M. (2016). ANALOGÍAS Y DIFERENCIAS ENTRE ÉTICA,
DEONTOLOGÍA Y BIOÉTICA.

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