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Terapia génica

Concepto
La terapia génica humana (TG) es la administración deliberada de material genético a un paciente
humano con la intención de corregir un defecto genético específico, es decir, la inserción de material
genético en células de un organismo reemplazando alelos mutados por genes con la fusión deseada, con
el fin de tratar o prevenir el desarrollo de una enfermedad. La terapia génica representa una herramienta
prometedora para curar algunas enfermedades que con drogas convencionales no se puede. Si bien
suena como algo novedoso, la terapia génica lleva más de cuarenta años siendo objeto de investigación.
En un principio la técnica fue planteada para tratar enfermedades genéticas hereditarias, sin embargo,
en la actualidad tiene potencial para un mayor número de enfermedades.

Los criterios para seleccionar una enfermedad humana como candidata para el tratamiento con terapia
génica son:

La enfermedad amenaza gravemente la vida del paciente.


Los órganos, tejidos y tipos celulares afectados por la enfermedad han de estar bien caracterizados.
Hay una versión normal del gen defectuoso aislada y clonada.
El gen normal puede ser introducido en una fracción significativa de células del tejido afectado o bien,
la introducción del gen en un tejido accesible.
El gen puede expresarse adecuadamente, generando una cantidad suficiente de proteína normal.

Las enfermedades que más garantía de éxito presentan para la terapia génica, en la actualidad, son
las monogénicas. Se trata de enfermedades hereditarias caracterizadas por mutaciones en un único gen
que comprenden trastornos muy diversos como son muchas enfermedades metabólicas, hemofilias,
retinopatías del ojo o inmunodeficiencias. Como consecuencia de este gen defectuoso no se sintetiza
una proteína específica o bien se produce una proteína anormal. En muchas de estas enfermedades no
se dispone de una farmacoterapia convencional eficaz. El problema podría resolverse si se suministrara
una copia normal del gen defectuoso a los tejidos afectados, de forma que la proteína podría ser
sintetizada dentro de las células utilizando las vías celulares habituales.

En la tabla podemos observar enfermedades monogénicas en las que se aplican protocolos


clícnicos de terapia génica.

El cáncer o las enfermedades neurodegenerativas están también en el punto de mira debido a su alta
prevalencia. En el caso concreto del cáncer, no se trata de corregir un defecto genético sino de utilizar
la manipulación génica para dotar de una nueva propiedad relacionada con la patología oncológica con
fines terapéuticos. Al ser enfermedades multigénicas el desarrollo y aplicación de la terapia con genes
son más lentos y complicados.

Tipos de terapia génica

En función del tipo celular al que dirigimos el tratamiento, encontramos dos tipos de terapia génica:

Terapia génica de células germinales es aquella que modifica la dotación genética de las células
implicadas en la formación de gametos, transmisible a la descendencia. En humanos, esta técnica aún
no ha sido practicada debido a las limitaciones tecnológicas de manipulación de células germinales y a
consideraciones éticas.
Terapia génica somática es aquella que modifica la dotación genética de células no germinales, las
células somáticas o constituyentes del organismo, no transmisible a la descendencia. Este tipo de
terapia génica no ha sido motivo de debates éticos, salvo su posible aplicación a la ingeniería genética
de la potenciación.

Por otro lado, si tenemos en cuenta la estrategia aplicada, podemos clasificar la terapia génica en:

Terapia in vivo: la transformación celular tiene lugar dentro del paciente al que se le administra la
terapia. Consiste en administrarle al paciente un gen a través de un vehículo (por ejemplo un virus), el
cual debe localizar las células a infectar. El problema que presenta esta técnica es que es muy difícil
conseguir que un vector localice a un único tipo de células diana.
Terapia ex vivo: la transformación celular se lleva a cabo a partir de una biopsia del tejido del paciente
y luego se le trasplantan las células ya transformadas. Como ocurre fuera del cuerpo del paciente, este
tipo de terapia es mucho más fácil de llevar a cabo y permite un control mayor de las células infectadas.

Estrategia Ex vivo Consiste en extraer las células que debemos reparar de un paciente, repararlas en el
laboratorio y volverlas a reimplantar en el organismo del individuo en cuestión.

Estrategia In situ Consiste en introducir el gen reparador directamente en el propio órgano defectuoso
del individuo.

Estrategia In vivo Consiste en administrar directamente al paciente el gen corrector para que este
alcance el punto a tratar.

Existe un gran número de barreras presentes en el organismo que pueden impedir que el DNA llegue a
la célula. Para proteger los genes se usan vehículos o vectores.
Para que la terapia génica funcione se debe introducir el gen terapéutico en cientos de millones de
células, y para ello es necesario un vehículo o vector que lo trasporte hasta el interior de las células.

Un buen vector al menos debe:


Ser reproducible y estable.
Permitir la inserción de material genético.
Reconocer y actuar sobre células específicas.
Poder regular la expresión del gen terapéutico.
Carecer de elementos que induzcan una respuesta inmune.
Ser inocuo o que sus posibles efectos secundarios sean mínimos.

Hay dos grandes grupos de vectores: virales y no-virales. Los vectores virales incluyen todos aquellos
que se han obtenido a partir de un virus. A estos vectores se les eliminan sus características patológicas
y se adaptan como transportadores de material genético. Se aprovecha la ventaja que aportan los virus
como vectores naturales, ya que han sufrido procesos de evolución a lo largo de millones de años para
optimizar su función de introductores de material genético en las células que invaden.
Denominamos transducción al proceso de transferencia de DNA exógeno a una célula mediante un
vector viral. Los vectores no-virales siguen una estrategia opuesta: síntesis en lugar de modificación.
Parten de estructuras sencillas y conocidas e intentan construir un sistema completamente artificial que
posibilite el transporte efectivo de genes en el interior de una célula.

los retrovirus:
Ventajas: No induce inmunidad e integran su material dentro del genoma celular. Así, su progenie será
portadora del transgén.
Adenovirus:
Ventajas: Transduce, también, en células que no están en división. Adicionalmente, no se integran con
el genoma con lo que no hay riesgo de “mutagénesis por inserción”.
Virus adenoasociados:
Ventajas: No producen enfermedad en humanos con lo que, en la mayoría de los pacientes tratados, no
aparece respuesta inmune.
Virus herpes simple:
Ventajas: Transduce, también, en células que no están en división. Pueden incorporar grandes
fragmentos de ADN. Son capaces de establecer latencia en neuronas y son por ello dianas de gran
interés.

Vectores no virales
Existen también vectores no virales, como el bombardeo con partículas, la inyección directa de ADN,
los liposomas catiónicos y la transferencia de genes mediante receptores.
El bombardeo de partículas constituye una técnica efectiva de transferir genes tanto in vitro como in
vivo. Estas partículas, aceleradas por una descarga eléctrica de un aparato o por un pulso de gas son
«disparadas» hacia el tejido.
Otra alternativa es la inyección directa del ADN o ARN puro circular y cerrado covalentemente, dentro
del tejido deseado. Es un método económico, y un procedimiento no tóxico, si se compara con la
entrega mediante virus. Como desventaja fundamental hay que señalar que los niveles y persistencia de
la expresión de genes dura un corto periodo de tiempo.
Un problema que se plantea con las técnicas anteriores es que el vector alcance realmente su objetivo y
no quede diseminado por el organismo. Por ello existe un procedimiento que consiste en introducir,
junto al material genético que queremos transferir, moléculas que puedan ser reconocidas por
los receptores de la célula diana.
– Liposomas catiónicos (Lipoplexes): Se emplean lípidos catiónicos (cargados positivamente) para
encapsular DNA

En el desarrollo de dicha terapia hay que tener en cuenta diversos factores:

Es necesario saber cuál es “tejido diana”, es decir, el que va a recibir la terapia.


Células diana
Las células diana se seleccionan en función del tipo de tejido en el que deba expresarse el gen
introducido, y deben ser además células con una vida media larga. Igualmente, se debe tener en cuenta
si la diana celular es una célula en división o quiescente. Las células diana ideales serían las células
madre, puesto que la inserción de un gen en ellas produciría un efecto a largo plazo. Debido a la
experiencia en trasplante de médula ósea, una de las dianas celulares más trabajadas son las células
madre hematopoyéticas. Otras dianas celulares con las que se ha trabajado son: Linfocitos, células del
epitelio respiratorio, Hepatocitos, Fibroblastos dérmicos y células musculares

Conocer si es posible tratar in situ el tejido afectado.


Cual es el vector adecuado que servirá para introducir el gen en el tejido.
Cual es la eficacia del gen nuevo y saber qué respuesta tendrá el órgano o tejido «hospedador», con la
entrada del gen modificado.

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