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PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN

Profesora: Amparo Juan


Curso 2011-2012

8. RESILIENCIA

“Un tema de gran interés para los psicólogos del desarrollo es la resiliencia, la
capacidad de algunos niños de superar graves obstáculos para su desarrollo (Clarke y
Clarke, 2003; Luthar y cols., 2000; Masten, 2001; Walsh, 2002). Por ejemplo, un niño
que crece en un hogar de bajos ingresos, en un barrio empobrecido, con una madre que
padece una enfermedad mental, un padre alcohólico y desempleado, y varios hermanos
y hermanas, probablemente llegue a ser delincuente, marginado, adicto a las drogas (…)
Sin embargo, algunos niños que crecen en esas terribles circunstancias llegan a ser
adultos felices, saludables y productivos. [Son resilientes]” (Berger, 2007, p. 15).
“Los riesgos del ambiente –pobreza, interacciones familiares negativas, divorcio de los
padres, pérdida de empleo, enfermedad mental, y abuso de drogas– predisponen a los
niños a problemas futuros.” Sin embargo, algunos niños son capaces de superar las
adversidades (Berk, 1999, p. 11).

En 1989, Emmy E. Werner y colaboradores publicaron el estudio longitudinal (High–


risk children in young adulthood: A longitudinal study from birth to 32 years) que tal y
como indica su título, llevaban realizando desde hacía más de 32 años, en Kauai, una
isla hawaiana. Este estudio había comenzado con bebés de padres alcohólicos o
mentalmente enfermos, en ambientes familiares devastados por la pobreza. El
trabajo de los investigadores se prolongó durante 40 años desde el nacimiento de los
sujetos y aportó, entre otros, los siguientes resultados:
“De los 201 niños identificados como de alto riesgo por sus ambientes hogareños
estresantes, 72 se volvieron personas competentes y responsables capaces de manejar
la vida adulta. Entre los factores que colaboraron a la resistencia a largo plazo de estos
individuos estaba una red de apoyo de la familia, maestros y otros adultos claves que
actuaban como respaldos cuando faltaban los padres…” (Craig, 1997, p. 99).
Sorprendió comprobar que casi un tercio de esos niños superaron la situación.
Los niños «resistentes» de Werner, “a pesar de todo, se convirtieron en adultos confiados,
exitosos y emocionalmente estables. Como la mayoría de niños criados en tales
condiciones no se desenvuelve bien, Werner estaba interesada en averiguar cómo se las
arreglaban para prosperar a despecho del medio desfavorable. Descubrió que habían sido
bebés adorables de temperamento “fácil”, que habían establecido un apego cercano con
alguno de sus padres o abuelos durante su primer año. Más tarde si ya no disponían de esa
persona, tuvieron la capacidad de encontrar a alguien más (otro adulto o incluso un
hermano o amigo) de quien obtener el apoyo emocional necesario.” (Craig, 1997, p. 371).

“La observación de estos casos condujo a la autora, en una primera etapa, al concepto
de «niños invulnerables» (Werner, 1992). Se entendió el término «invulnerabilidad» como
el desarrollo de personas sanas en circunstancias ambientales insanas. Posteriormente
se vio que el concepto de invulnerabilidad era un tanto extremo y que podía cargarse de
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connotaciones biologicistas, con énfasis en lo genético. Se buscó, entonces, un concepto


menos rígido y más global que reflejase la posibilidad de enfrentar efectivamente eventos
estresantes, severos y acumulativos; se encontró el de «capacidad de afrontar».”
(Grotberg, Infante, Kotliarenco, Munist, Santos y Suárez, 1998, p. 5).
El concepto de personalidad resistente había sido utilizado por Kobasa y Maddi, en
1972, en relación a la idea de protección frente a los estresores. Estos autores
desarrollaron el concepto a través del estudio de aquellas personas que, ante hechos
vitales negativos, parecían tener unas características de personalidad que les protegían.
Ni el término invulnerable, ni el término resistente podían explicar bien estos casos…
por lo que fue necesario encontrar otro término más adecuado: → Resiliencia.
La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia,
amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones
personales, problemas serios de salud, situaciones estresantes económicas, de trabajo…
“Incluso con los hogares más horribles y las experiencias más tensas, algunos individuos
sobreviven ilesos y parecen haber desarrollado una personalidad sana y estable.” (Rutter,
1990, p. 219).
“El término «resiliencia» proviene del vocablo latino resilio que significa volver atrás, volver de un
salto, saltar, rebotar. Las ciencias sociales y de la salud lo toman de la física, donde se emplea
para designar la cualidad de los materiales que les permite recuperar su estado inicial tras recibir
un golpe o una presión continua. En el ámbito de la informática también se emplea este término
para referir a la propiedad de un sistema para seguir funcionando a pesar de anomalías en alguno
de sus elementos constitutivos. La resiliencia, pues, no se reduce a una simple capacidad de
resistencia que connota cierta rigidez, sino que evoca sobre todo las propiedades de flexibilidad y
adaptación.” (Pérez Blasco, 2009, p. 47).
R.A.E. http://www.rae.es/rae.html Resiliencia:
1. Psicol. Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas.
2. Mec. Capacidad de un material elástico para absorber y almacenar energía de deformación.
Resiliencia: propiedad de la materia que se opone a la rotura por el choque o percusión
(Diccionario Enciclopédico Espasa-Calpe, 1955).
Capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, adaptarse,
recuperarse, sobreponerse y superarlas de una forma socialmente aceptable.
Significa "rebotar" de una experiencia difícil, como si uno fuera una bola o un resorte. La
resiliencia requiere mantener flexibilidad.
“En español y en francés (résilience) se emplea en metalurgia e ingeniería civil para describir la
capacidad de algunos materiales de recobrar su forma original después de ser sometidos a una
presión deformadora. Así, el término fue adoptado por las ciencias sociales para caracterizar a
aquellos sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan
psicológicamente sanos y socialmente exitosos.” (Grotberg et al., 1998, p. 8).
El adjetivo «resiliente», tomado del inglés «resilient», y el sustantivo «resiliencia» expresa
las características mencionadas anteriormente. La definición en el idioma inglés del concepto
«resilience» es la tendencia a volver a un estado original o el tener poder de recuperación.
Según Rutter (1993) “Resiliencia” es la capacidad humana de afrontar situaciones adversas,
superándolas y saliendo fortalecido por la experiencia.
La resiliencia enfatiza las potencialidades y los recursos personales que permiten enfrentar
situaciones adversas y salir fortalecido (Grotberg et al., 1998, p. 5).
La resiliencia es una adaptación positiva al estrés y a las dificultades. Algunos niños afrontan
mejor las situaciones dañinas. (Berger, 2007, p. 420).
“La resiliencia es la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida,
aprender de ellas, superarlas e inclusive, ser transformados por estas.” (Grotberg, 2006, p. 18).
Luthar y colaboradores (2000) definen la resiliencia como “un proceso dinámico que abarca la
adaptación positiva dentro del contexto de la adversidad significativa” (Berger, 2007, p. 420).
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La resiliencia no debe considerarse como una capacidad estática, ya que puede variar a
través del tiempo y las circunstancias. Uno puede «estar» más que «ser» resiliente. Es
necesario insistir en la naturaleza dinámica de la resiliencia (Grotberg et al., 1998, p. 14).
La resiliencia es un proceso dinámico, no es un rasgo estable. Se puede ser resiliente en
unos periodos y no en otros. Ningún niño es completamente resiliente. Los riesgos son
siempre dañinos (Berger, 2007, p. 420).
“La resiliencia nunca es absoluta, total, lograda para siempre, sino que resulta de un
proceso dinámico. (…) La resiliencia varía según las circunstancias (…) puede
expresarse de modos muy diversos según la cultura.” (Pérez Blasco, 2009, p. 49).
“La resiliencia se ha caracterizado como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos
que posibilitan tener una vida “sana” en un medio insano. Estos procesos se realizan a
través del tiempo, dando afortunadas combinaciones entre los atributos del niño y su
ambiente familiar, social y cultural. Así la resiliencia no puede ser pensada como un
atributo con que los niños nacen o que los niños adquieren durante su desarrollo, sino
que se trata de un proceso que caracteriza un complejo sistema social, en un momento
determinado del tiempo.” (Rutter 1992, citado en Grotberg et al., 1998, p. 9).
La adversidad debe ser significativa. La capacidad para superar las dificultades depende
más de la interpretación y valoración que se haga de ellas que de la naturaleza objetiva
de las circunstancias. (Berger, 2007, p. 420).

FACTORES Y MECANISMOS PROTECTORES


Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta sufrimiento, dificultades o
angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido
grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia
probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional.
Ningún factor estresante causa daño por sí solo. Cualquier estrés puede ser abrumador si
se le combina con otros problemas. El estrés es acumulativo. Cada factor de estrés hace
más dañinos a los otros (Berger, 2007, p. 421).
Algunos estudios consideran la Resiliencia como un constructo multidimensional de la
personalidad, formado por fortalezas y atributos personales, que reduce la vulnerabilidad
del sujeto frente a las situaciones de riesgo y le permite sobrepasar la adversidad.
Los resultados del International Resilience Project (Edith Grotberg, 1995), y otros
estudios señalaron que, ningún factor en particular y por sí solo promovía la resiliencia.
A modo de ejemplo, la autoestima que si bien constituye un rasgo de resiliencia, no
promueve por sí sola un comportamiento resiliente a menos que estén involucrados
además otros factores.
“La resiliencia tiene dos componentes importantes: la resistencia a la destrucción y la
capacidad para reconstruir sobre circunstancias o factores adversos.” (Grotberg et al.,
1998, p. 11).
El estudio de la resiliencia enfatiza las fortalezas o aspectos positivos de los seres
humanos. Este enfoque resulta de interés para optimizar el desarrollo, especialmente si
se compara con aquél que prevaleció desde la década del sesenta, en el cual se
subrayaban las carencias o déficits personales y sociales.
“El enfoque de resiliencia se explica a través de lo que se ha llamado el modelo “del
desafío o de la resiliencia”. Ese modelo muestra que las fuerzas negativas, expresadas en
términos de daños o riesgos, no encuentran a un niño inerme en el cual se determinarán,
inevitablemente, daños permanentes. Describe la existencia de verdaderos escudos
protectores que harán que dichas fuerzas no actúen linealmente, atenuando así sus
efectos negativos y, a veces, transformándolas en factor de superación de la situación
difícil. Por lo tanto, no debe interpretarse que este enfoque está en oposición del modelo
de riesgo, sino que lo complementa y lo enriquece, acrecentando así su aptitud para
analizar la realidad y diseñar intervenciones eficaces.” (Grotberg et al., 1998, p. 10).
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Los niños resilientes parecen desarrollar mejores capacidades para utilizar su energía en
sobreponerse a las dificultades, adaptarse adecuadamente y experimentar emociones
positivas, mientras que los menos resilientes tienen predisposición a las emociones
negativas, a sobrevalorar el riesgo…
“La resiliencia se sustenta en la interacción existente entre la persona y el entorno. Por
lo tanto, no procede exclusivamente del entorno ni es algo exclusivamente innato.”
(Grotberg et al., 1998, p. 11).
“El desarrollo de un niño se ve afectado, pero no necesariamente determinado por sus
contextos.” (Berger, 2007, p. 16).
“No se puede ser resiliente solo, la resiliencia se construye en interacción con el medio
social.” (Pérez Blasco, 2009, p. 50).
Como podemos comprobar, los factores protectores pueden ser externos e internos.
Los externos se refieren a condiciones del medio que actúan reduciendo la probabilidad
de daños: familia extensa, apoyo de un adulto significativo, o integración social y
laboral. Los internos se refieren a atributos de la propia persona: autoestima, seguridad
y confianza de sí mismo, facilidad para comunicarse, empatía…
Individuos resilientes: “Son aquellos que al estar insertos en una situación de adversidad,
es decir, al estar expuestos a un conglomerado de factores de riesgo, tienen la
capacidad de utilizar aquellos factores protectores para sobreponerse a la adversidad,
crecer y desarrollarse adecuadamente, llegando a madurar como seres adultos
competentes, pese a los pronósticos desfavorables.” (Grotberg et al., 1998, p. 14).

DESARROLLO Y ESCOLARIZACIÓN
Diversas investigaciones señalan que una buena escolarización es un factor muy
importante de protección.
Según Werner (1988), frecuentemente, los niños resilientes hacen de la escuela su
hogar, fuera de su casa. A modo de ejemplo, un profesor favorito puede llegar a ser un
modelo de identificación para un niño resiliente. Las experiencias positivas vividas en la
escuela pueden mitigar los efectos de un estrés considerable en el hogar. También la
participación en actividades extra-curriculares o sociales puede constituirse en una
fuente informal que apunta a desarrollar conductas resilientes. El apoyo emocional
provino también de un grupo de iglesia…
Según Rutter (1990), la escuela puede ser el factor protector más importante al margen
del hogar. Cuando las escuelas funcionan mejor, tienen más éxito protegiendo y ayudando
a los alumnos a superar perturbaciones, absentismo y dificultades. La buena
escolarización se relaciona con profesores que establecen buenos modelos de conducta,
expectativas elevadas, retroinformación eficaz con amplio uso de alabanzas, buena
gestión del grupo y condiciones agradables, otorgando a los alumnos posiciones de
confianza y responsabilidad… (Rutter, 1990, p. 227).
La resiliencia es el resultado de un equilibrio entre factores de riesgo, factores
protectores y la personalidad del ser humano (Grotberg et al., 1998, p. 14).
Una combinación de factores individuales y contextuales contribuye a desarrollar la
resiliencia. Además de los señalados anteriormente, podemos considerar los siguientes:
• La confianza en sí mismo, las creencias religiosas, el apoyo de otros adultos,
(abuelos, maestros, otras personas…) los pares y hasta las mascotas pueden ayudar a
los niños a sobrellevar el estrés (Berger, 2007, p. 424).
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• “Muchos rasgos de personalidad influyen en la capacidad de los niños para afrontar


medios estresantes.” Otro factor es su percepción o entendimiento de los
acontecimientos. “También son valiosos los sistemas de apoyo social, como vecinos,
parientes, amistades y grupos de autoayuda.” (Craig, 1997, p. 371).
No se puede considerar que los niños resilientes sean invulnerables o «invencibles», se
trata de niños capaces de sobrellevar mejor las dificultades.
“Promover la resiliencia es reconocer la fortaleza más allá de la vulnerabilidad.”
(Grotberg et al., 1998, p. 12).
El conocimiento y desarrollo de la resiliencia aporta una nueva mirada esperanzadora y
optimista.
“El éxito de estos niños ha proporcionado un nuevo objetivo a la psicología del
desarrollo: fortalecer los potenciales del niño, no necesariamente eliminar los riesgos.”
(Berger, 2007, p. 419).
La resiliencia es parte del proceso evolutivo. Y el mismo concepto de resiliencia está en
proceso de evolución.
La resiliencia “exige un cuadro de referencia moral. Esto implica que un individuo debe
superar la situación de adversidad dentro de las normas culturales en las que él se
desenvuelve.” (Grotberg et al., 1998, p. 10).
“Dado que tanto las situaciones adversas, o los factores de riesgo, como los
mecanismos protectores están presentes inclusive antes del nacimiento, la promoción
de la resiliencia se inicia durante la etapa del embarazo. Sin embargo, se entiende que
ésta es susceptible de iniciarse en cualquier etapa de la vida y frente a cualquier
evento psico-social. Por ello, es determinante trabajar con los padres a la vez que con
tantos actores sociales como sea posible dentro de la comunidad.” (Grotberg et al.,
1998, p. 17).
La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye capacidades,
conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas, mejoradas y
desarrolladas por cualquier persona.

BIBLIOGRAFÍA
Berger, K. S. (2007). Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia. (7ª ed.). Madrid:
Panamericana.
Berk, L. E. (1999). Desarrollo del niño y del adolescente. (4ª ed.) Madrid: Prentice Hall.
Craig, G. J. (1997). Desarrollo psicológico. (7ª ed.) México: Prentice Hall.
García-Alandete, J. y Gallego Pérez, J. F. (Coord.), (2009). Adversidad, sentido y resiliencia.
Logoterapia y afrontamiento en situaciones límite. Valencia: Edicep.
Grotberg, E. H. (Comp.), (2006). La resiliencia en el mundo de hoy. Cómo superar las
adversidades. Barcelona: Gedisa.
Grotberg, E., Infante, F., Kotliarenco, Mª Á., Munist, M., Santos, H. y Suárez Ojeda, E. N.
(1998). Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes.
Washington, DC: Organización Panamericana de la Salud (OPS). Extraído el 22
Noviembre 2010 del sitio Web de University of Illinois at Urbana-Champaign en
http://resilnet.uiuc.edu/library/resilman/resilman.pdf
Pérez Blasco, J. (2009). La resiliencia: Sobrepasar la adversidad. En J. García-Alandete y J. F.
Gallego Pérez (Coord.) Adversidad, sentido y resiliencia (pp. 45-59). Valencia: Edicep.
Rutter, M. (1990). La deprivación materna. Madrid: Morata.

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