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Cierta vez, un grupo de amigos profesionales, decidieron reunirse, para enfrentar los problemas del

mundo nuevo, organizaron una noche de tertulia, adoptaron un currículo de competencias, el cual
consistía, en comunicación asertiva, resolución de conflictos y sentido de pertenencia en el trabajo.
Para que fuera más fácil enseñarlo, decidieron reunirse de forma periódica, para exponer, su punto
de vista.
Ricardo, apodado el pato, era una persona sobresaliente, por su tranquilidad, de hecho se sentía
superior a otros. Obtuvo un cinco, en resolución de conflictos, pero en liderazgo resultó muy
deficiente. Como era de aprendizaje muy lento, tuvo que quedarse callado y abandonar su
expresión, para practicar, como ser un buen líder. Él asistió a estas reuniones, en varias ocasiones y
su poder de convicción se desgasto, entonces paso a ser un profesional medianamente aceptable.
Pero como la medianía, era aceptada en el grupo de amigos, de manera que nadie le preocupó lo
sucedido, salvo como es lo normal, solo el afectado, en este caso es Ricardo.
Julio quien era más conocido, como la liebre, por su agilidad de comunicación asertiva en esas
tertulias, sufrió un colapso nervioso por exceso de trabajo en sus labores. Margarita la ardilla,
sobresalía con su trabajo en equipo, hasta que manifestó un síndrome de frustración, porque nadie
la determinaba, además no lograba que sus amigos le entendieran. Por último su garganta enfermo
y tuvo que dejar el tema a un lado, intento quedarse, un poco más en estas reuniones, pero su
molestia la hizo abandonar el recinto.
A Gonzales, el águila se le conocía de esta manera, porque siempre quería estar en todas las
reuniones y por esto se metía en problemas, lo calificaban como una persona de mala conducta. Sin
embargo su poder de escucha, observación y tolerancia, le permitió, aprender, más que los demás,
a trabajar en equipo aunque fuese a su manera.
Al pasar el tiempo y después de muchas más reuniones, una persona calificada, no muy normal
demostró que podía resolver conflictos de una forma sobresaliente, comunicarse de forma asertiva,
amar lo que hacía y proyectar esa motivación a otros de forma positiva, obtuvo más respeto de
aquellos que no creían, que tuviera esa clase de competencias y al final se distinguió como uno de
los mejores del grupo.

Por eso nunca como profesionales, podemos olvidar…

“La fuerza reside en las diferencias, no en las similitudes”. Stephen Covey

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