SUMARIO
Los grandes éxodos de la historia se repiten una vez más: según varias fuentes, se
calcula en más de 23 millones el número de refugiados, y en más de 29 millones el de las
personas desplazadas.
Los medios y los métodos de combate siguen teniendo consecuencias cada vez
más dramáticas. Cada año, más de 20.000 personas son muertas o mutiladas por la
explosión de minas antipersonal. Según la ONU, hay actualmente, repartidas en 64
países, más de 100 millones de minas.
Siguiendo a SÁNCHEZ DEL RIO, desde una perspectiva histórica hemos de decir
que durante siglos las guerras se desarrollaban entre los ejércitos y la población civil no
sufría sus consecuencias más que de forma indirecta (padeciendo hambre, pestes,
evacuaciones, etc.), pero difícilmente se producían víctimas entre los civiles. De ahí que
no existieran normas de protección, excepto las costumbres derivadas de la ocupación de
territorios extranjeros.
Pero incluso después de aceptados los Convenios de 1949, ratificados por la casi
totalidad de los Estados hoy existentes, se observaron sus limitaciones: habían sido
elaborados a la vista de las experiencias de la Segunda Guerra Mundial y resultaban ya
sobrepasados por los nuevos estilos de conflicto armado y la aparición de armas de alta
tecnología.
Sin embargo, las disposiciones del Título II (arts. 13 a 26), sobre protección general
de las poblaciones contra ciertos efectos de la guerra, tienen un campo de aplicación más
extenso, pues se refieren al conjunto de las poblaciones de los países contendientes sin
distingo alguno desfavorable, especialmente en cuanto a la raza, la nacionalidad, la
religión o la opinión política, y tienen por objetivo aliviar los sufrimientos engendrados por
la guerra, conforme se establece en el artículo 13.
Por otra parte, el artículo 3, común a los cuatro Convenios, aplicable a los conflictos
armados sin carácter internacional, dispone que las personas que no participen
directamente en las hostilidades, incluso los miembros de las Fuerzas Armadas que hayan
depuesto las armas y las personas que hayan quedado fuera de combate por enfermedad,
herida o detención o por cualquiera otra causa serán tratadas en todas circunstancias con
humanidad, sin distingo alguno de carácter desfavorable basado en la raza, el color, la
religión o las creencias, el sexo, el nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio
análogo.
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Más concretamente, el artículo 50.1 del Protocolo Adicional I viene a decir que se
consideran como personas civiles todas aquellas que no participen directamente en las
hostilidades, añadiendo a continuación que en caso de duda acerca de la condición de
una persona, se la considerará como civil.
Y el artículo 50.2 señala que la población civil comprende a todas las personas
civiles.
Por último, el artículo 50.3 aclara que la presencia entre la población civil de
personas cuya condición no responda a la definición de persona civil no priva a esa
población de su calidad de civil.
Como dice SANCHEZ DEL RIO, la primera finalidad que deben proponerse las
normas internacionales en el mundo de hoy es conseguir que el número de víctimas entre
la población civil no aumente en las proporciones con que lo viene haciendo a partir de la
Primera Guerra Mundial.
Para ello se han adoptado dos tipos de normas: unas que, mediante ciertas
medidas de carácter eminentemente jurídico, otorgan un determinado "status" protector a
zonas geográficas determinadas, y otras que imponen ciertos criterios de carácter táctico.
El régimen actual de este tipo de zonas protegidas está definido en los artículos 14
y 15 del IV Convenio de Ginebra y en los artículos 59 y 60 del Protocolo Adicional I.
b) Zonas neutralizadas.
c) Localidades no defendidas.
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d) Zonas desmilitarizadas.
Estas zonas (en sus tres tipos: zonas y localidades sanitarias, zonas y localidades
de seguridad y zonas y localidades sanitarias y de seguridad) pueden crearse
unilateralmente, tanto durante el conflicto armado como en tiempo de paz, pero no
gozarán de protección plena en tanto no se consiga un acuerdo entre las partes.
Tienen carácter duradero, como se desprende de la propia definición que exige que
estén organizadas con objeto de poner a determinadas personas al abrigo de los efectos
del conflicto, no sólo directos (bombardeos, artillería o fuego de toda clase de armas), sino
también indirectos (escasez de víveres, de medicamentos, etc.).
Este tipo de zonas no pueden crearse en tiempo de paz, puesto que se trata de
poner a refugio de los peligros del combate a determinadas personas que no participan en
el conflicto. Al encontrarse próximas a la zona de contacto su creación sólo puede ser
llevada a cabo por acuerdo expreso y directo entre las autoridades militares del lugar
donde se desarrollen los combates o el acuerdo de las partes adversas obtenido
indirectamente a través de la vía diplomática o de la intervención mediadora de un Estado
neutral, la potencia protectora o un organismo humanitario y neutral, como puede ser el
Comité Internacional de la Cruz Roja.
Por definición, la zona neutralizada tiene una duración limitada, puesto que su fin
es también muy concreto y transitorio. En el acuerdo de creación se fijará el comienzo y
duración de la neutralización de la zona.
Este tipo de zonas se establecerán en las regiones donde tengan lugar los
combates. Además, el acuerdo debe fijar con precisión la situación geográfica de la zona.
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a) Deberán haberse evacuado todos los combatientes, así como las armas y
material militar móviles.
Reguladas en el artículo 60 del Protocolo Adicional I, son aquellas zonas en las que
se retira todo elemento militar o en las que nunca se han establecido elementos de esta
índole, de modo que puedan servir de refugio a la población civil y a los combatientes
fuera de combate.
Se exige siempre el acuerdo expreso entre las partes, que puede concertarse
verbalmente o por escrito, pudiendo ser concluido en tiempo de paz o una vez
comenzadas las hostilidades.
La zona desmilitarizada debe reunir ciertas condiciones, que son las mismas que
las señaladas para las localidades no defendidas: evacuación de todos los combatientes,
armas y material militar móvil; inactividad de las instalaciones militares fijas; ausencia de
actos de hostilidad por parte de las autoridades o población civil, y cesación de toda
actividad relacionada con el esfuerzo militar.
Al igual que ocurre con las localidades no defendidas, la presencia en las zonas
desmilitarizadas de Fuerzas de Policía con la única finalidad de mantener el orden público
no constituye obstáculo para que mantengan su estatuto.
Su duración es indefinida por el tiempo de las hostilidades. Hay que aclarar que el
estatuto de zona desmilitarizada, que se otorga mediante acuerdo entre las Partes, no
puede ser revocado unilateralmente. Sólo la violación grave de las obligaciones derivadas
de dicho estatuto libera a la otra Parte de su obligación de respetarla.
Pueden estar localizadas en cualquier parte del país que pacta y no precisamente
en la zona de combates. Preferentemente están situadas en áreas geográficas donde
presumiblemente no ha de haber combates.
Quiere ello decir que es concebible otro tipo de estatutos más beneficiosos que los
previstos expresamente en los Convenios y Protocolos. El único requisito es que su
creación se lleve a cabo por acuerdo entre las partes.
Suele citarse el caso de la "RED CROSS BOX", acordada entre Gran Bretaña y
Argentina en la Guerra de las Malvinas, que puede presentarse como ejemplo de algo no
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Otro supuesto son las denominadas "zonas seguras" (Sarajevo, Tuzla, Zepa,
Goradze, Bihac y Srebrenica), establecidas por las Naciones Unidas en Bosnia-
Herzegovina.
Son una creación del Protocolo Adicional I y hacen referencia a los métodos y
medios de hacer la guerra, pero no debemos olvidar que el objetivo principal de los
Protocolos es la protección de la población civil.
"No serán objeto de ataque la población civil como tal ni las personas civiles".
En consecuencia, los ataques sólo podrán dirigirse contra los objetivos militares
que, como dice RODRIGUEZ VILLASANTE, son de dos clases:
2º. Ciertos bienes que el artículo 52.2 del Protocolo Adicional I define como
aquellos objetos que por su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización, contribuyan
eficazmente a la acción militar o cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización
ofrezca en las circunstancias del caso una ventaja militar definida y proporcionada.
No son, por tanto, objetivos militares las personas civiles (que naturalmente, se
abstengan de realizar actos de hostilidad) y los bienes civiles, definidos negativamente
como aquellos que no son objetivos militares.
- Los ataques por bombardeo, cualesquiera que sean los métodos o medios
utilizados, que traten como objetivo militar único varios objetivos militares
precisos y claramente separados situados en una ciudad, un pueblo, una
aldea u otra zona en que haya concentración análoga de personas civiles o
bienes de carácter civil.
El artículo 51.2 del Protocolo Adicional I prohibe los actos de violencia o las simples
amenazas de violencia, cuya finalidad sea aterrorizar a la población civil, precepto que se
completa con lo dispuesto en el apartado 6 del mismo artículo que prohibe los ataques
dirigidos como represalias contra la población civil o las personas civiles.
c) Precauciones en el ataque
- Verificar que los objetivos que se pretenden atacar no son civiles ni gozan
de protección especial, sino que se trata de objetivos militares.
Como dice URBINA aquí no nos encontramos ante prohibiciones más o menos
generales, sino ante normas que imponen a los comandantes militares obligaciones de
actuar de una manera determinada a la hora de planear y ejecutar un ataque sobre un
objetivo militar.
Se prohiben expresamente:
Señala el artículo 53 del Protocolo Adicional I que, sin perjuicio de las disposiciones
de la Convención de la Haya de 14 de mayo de 1954 para la "Protección de Bienes
Culturales en caso de Conflicto Armado" y de otros Instrumentos internacionales
aplicables, queda prohibido:
Se prohibe, como método de guerra, hacer padecer hambre a las personas civiles,
a cuyo efecto se prohibe atacar, sustraer o inutilizar los bienes indispensables para la
supervivencia de la población civil, tales como los artículos alimenticios y las zonas
agrícolas que los producen, las cosechas, el ganado, las instalaciones y reservas de agua
potable y las obras de riego, con la intención deliberada de privar de esos bienes, por su
valor como medios para asegurar la subsistencia, a la población civil o a la Parte adversa,
sea cual fuere el motivo, ya sea para hacer padecer hambre a las personas civiles, para
provocar su desplazamiento o con cualquier otro propósito, salvo que una Parte adversa
utilice tales bienes exclusivamente como medio de subsistencia para los miembros de sus
Fuerzas Armadas o en apoyo directo de una acción militar (art. 54 PAI).
Con carácter general, el artículo 35.2 del Protocolo Adicional I prohibe el empleo de
armas, proyectiles, materias y métodos de hacer la guerra de tal índole que causen males
superfluos o sufrimientos innecesarios.
Por otra parte, la prohibición del empleo de ciertas armas viene recogida en
diversos textos normativos: los proyectiles explosivos (Declaración de San Petersburgo de
1868 y Declaración Segunda de La Haya de 1899), proyectiles que tienen como único
objeto la difusión de gases asfixiantes o deletéreos (Declaración Tercera de La Haya de
1899), las balas que se hinchan o aplastan fácilmente en el cuerpo humano (Declaración
de La Haya de 1899), veneno o armas envenenadas (art. 23.a del Reglamento sobre las
leyes y costumbres de la guerra terrestre de La Haya 1899-1907), minas submarinas
automáticas de contacto (Convenio VIII de La Haya de 1907), proyectiles y explosivos
lanzados desde globos (Declaración XIV de La Haya de 1907), armas químicas, gases
asfixiantes, tóxicos y similares y medios bacteriológicos (Protocolo de Ginebra de 17 de
junio de 1925), armas bioquímicas, bacteriológicas, biológicas y toxínicas (Convención de
10 de abril de 1972, sobre prohibición de desarrollo, producción y almacenamiento de
armas bacteriológicas -biológicas- y toxínicas y sobre su destrucción), fragmentos no
localizables por rayos X en el cuerpo humano (Protocolo I de la Convención de 10 de
diciembre de 1976, sobre prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con
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En este sentido, se prohíben en todo tiempo y lugar los atentados contra la vida y la
integridad corporal, la toma de rehenes, los atentados a la dignidad personal, así como las
condenas dictadas y las ejecuciones efectuadas sin previo juicio por un tribunal
regularmente constituido. El artículo 75 del Protocolo I prohíbe incluso las amenazas de
realizar los actos mencionados.
podrá ser utilizada para poner, con su presencia, determinados puntos o regiones al
abrigo de operaciones militares", precepto que se complementa con lo dispuesto en el
artículo 51.7 del Protocolo I, que dice:
Dice SANCHEZ DEL RIO que hasta antes de la Segunda Guerra Mundial nada se
había previsto sobre el tema, sin duda porque, a pesar del progresivo aumento de las
víctimas de la guerra entre la población civil, no se había convertido todavía en un
verdadero problema. Normalmente, los servicios sanitarios existentes en el territorio
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Sin embargo, tal situación se mostró ya crítica a partir de las guerras de la década
de los treinta, y desesperada en la Segunda Guerra Mundial, lo que motivó la introducción
en el IV Convenio de las normas generales del Título III, bajo la rúbrica "Protección
general de las poblaciones contra ciertos efectos de la guerra", declarándose como
principios básicos en los artículos 16 a 23:
Los hospitales civiles estarán señalados, si a ello lo autoriza el Estado, por medio
del emblema prescrito en el artículo 38 del I Convenio, es decir, la Cruz Roja o la Media
Luna Roja sobre fondo blanco.
Hay, pues, dos supuestos: las personas que, por cualquier causa, quedan en poder
de una Potencia de la que no son súbditos, de las que nos ocuparemos en este apartado,
y la población civil de territorios ocupados que están en poder de la potencia ocupante,
que trataremos más adelante.
Entre estas normas, cabe destacar el derecho de las personas protegidas a recibir
subsidios de su país de origen, de la potencia protectora, del CICR y de cualquier otro
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Pero lo que nos interesa en este momento no es tanto este estatuto, sino más bien
las normas de protección de la población civil que se encuentra en territorio ocupado. Y
nuevamente debemos distinguir aquí tres tipos de normas:
1º. Los atentados contra la vida, la salud y la integridad física o mental de las
personas, en particular el homicidio, la tortura de cualquier clase tanto física como mental,
las penas corporales y las mutilaciones.
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2º. Los atentados contra la dignidad personal, en especial los tratos humillantes y
degradantes, la prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor.
3º. Relaciones con el exterior, en el sentido de que deberán ser informados de los
derechos y obligaciones que les asisten durante el internamiento, debiéndose comunicar
tal circunstancia tanto a la potencia de la que sean súbditos como a la potencia protectora,
teniendo derecho a enviar una tarjeta de internamiento a su familia y a la Agencia Central
para informarles sobre su dirección y estado de salud (a lo más tarde, una semana
después de su llegada), así como a mantener correspondencia, recibir alimentos, ropas,
medicamentos y libros, y a recibir visitas de sus familiares a intervalos regulares de
tiempo.
a) Niños
Señala el artículo 77.1 del Protocolo I que los niños serán objeto de un respeto
especial y se les protegerá contra cualquier forma de atentado al pudor. Las Partes en
conflicto les proporcionarán los cuidados y la ayuda que necesiten, por su edad o por
cualquier otra razón.
b) Mujeres
Además de la protección que reciben las mujeres encinta, lactantes y que hayan
dado a luz recientemente, se establece una protección general en el artículo 76 del
Protocolo I, al señalar que las mujeres serán objeto de un respeto especial y protegidas en
particular contra la violación, la prostitución forzada y cualquier otra forma de atentado al
pudor.
c) Refugiados y apátridas
d) Familias dispersas
Señala el artículo 74 del Protocolo I que las Altas Partes contratantes y las Partes
en conflicto facilitarán, en la medida de lo posible, la reunión de las familias que estén
dispersas a consecuencia de los conflictos armados y alentarán en particular la labor de
las organizaciones humanitarias que se dediquen a esta tarea.
Se regula una tarjeta de identidad especial, que será expedida por el Gobierno del
Estado del que sean nacionales o en cuyo territorio residan, o en que se encuentre la
agencia de prensa u órgano informativo que emplee sus servicios, que acreditará la
condición de periodista de su titular.
Para terminar, consideramos útil hacer referencia a dos grupos de actividades que,
aunque aludidas muy brevemente en el IV Convenio, han obtenido una regulación más
completa en el Protocolo I. Se trata de los servicios de Protección Civil -haremos
referencia especialmente a los miembros de las Fuerzas Armadas y unidades militares
asignados a organismos de protección civil- y de las acciones de socorro a favor de la
población civil.
a) Protección general
Los edificios y el material utilizado con fines de protección civil, así como los
refugios destinados a la población civil, no serán objeto de ataques ni represalias, ni
podrán ser destruidos ni usados con otros fines, salvo por la Parte a que pertenezcan.
La protección civil a la que tienen derecho los organismos civiles de protección civil,
su personal, edificios, refugios y material, únicamente podrá cesar si cometen o son
utilizados para cometer, al margen de sus legítimas tareas, actos perjudiciales para el
enemigo, a tenor de lo dispuesto en el artículo 65. Sin embargo, la protección cesará
únicamente después de una intimación que, habiendo fijado cuando proceda un plazo
razonable, no surta efectos.
d) Identificación
Dispone el artículo 66 que cada Parte en conflicto procurará asegurar que tanto los
organismos de Protección Civil como su personal, edificios y material, así como los
refugios destinados a la población civil, puedan ser identificados, mediante la utilización
del signo distintivo internacional de la protección civil, que consiste en un triángulo
equilátero azul sobre fondo de color naranja. El personal se dará a conocer por medio del
signo distintivo y por una tarjeta de identificación que certifique su condición.
Dispone el artículo 67 del Protocolo I que los miembros de las Fuerzas Armadas y
las Unidades militares que se asignen a Organismos de Protección Civil serán respetados
y protegidos a condición de:
d) Que ese personal y esas unidades estén dotados sólo de armas individuales
ligeras con el propósito de mantener el orden o para su propia defensa.
Los edificios y los principales elementos del equipo y de los medios de transporte
de las unidades militares asignadas a organismos de protección civil estarán claramente
marcados con el signo distintivo internacional de la protección civil.
Los artículos 68 a 71 del Protocolo I completan lo dispuesto en los artículos 23, 55,
59, 60, 61 y 62 y demás disposiciones pertinentes del IV Convenio. Se trata con ello de
garantizar que las necesidades esenciales de la población civil puedan ser satisfechas,
facilitando en la mayor medida de lo posible las expediciones de socorro y ello tanto con
referencia a los territorios ocupados como con referencia a cualquier otro territorio que, sin
ser territorio ocupado, está bajo el control de una parte en conflicto.
Así, señala el artículo 69 que, además de las obligaciones que tiene en relación con
los víveres y productos médicos y que impone el artículo 55 del IV Convenio, la Potencia
ocupante asegurará también, en la medida de sus recursos sin ninguna distinción de
carácter desfavorable, la provisión de ropa de vestir y de cama, alojamiento de urgencia y
otros suministros que sean esenciales para la supervivencia de la población civil en
territorio ocupado, así como de los objetos necesarios para el culto.
Por lo que respecta a las acciones de socorro, el artículo 70 establece que cuando
la población civil de cualquier territorio que, sin ser territorio ocupado, se halle bajo el
control de una parte en conflicto insuficientemente dotada de los suministros necesarios
para la supervivencia de la población civil, se llevarán a cabo, con sujeción al acuerdo de
las Partes interesadas, acciones de socorro que tengan carácter humanitario e imparcial y
sean realizadas sin ninguna distinción de carácter desfavorable.
paso rápido y sin trabas de todos los envíos, materiales y personal de socorro
suministrados, incluso en el caso de que tal asistencia esté destinada a la población civil
de la Parte adversa.
Por último, el artículo 71 establece que el personal que colabore en las acciones de
socorro será respetado y protegido, aunque la participación del mismo está sometida a la
aprobación de la Parte en cuyo territorio haya de prestar sus servicios.
ESQUEMA-RESUMEN
a) Art. 4 IV Convenio
c) Art. 50 Protocolo I
BIBLIOGRAFÍA
30
ALZATE, A.: "Niños, soldados a la fuerza", Cruz Roja, diciembre 1993, págs. 18 a 21.
GARCÍA, C. / CABEZA, O.: "Víctimas de los conflictos olvidados", Cruz Roja, noviembre-
diciembre 1995, págs. 6 a 9.
SÁNCHEZ DEL RÍO Y SIERRA, F.J.: "La protección de la población civil", apuntes para
los cursos del Centro de Estudios de Derecho Internacional Humanitario de Cruz Roja
Española.
URBINA, J.J.: “Protección de las víctimas de los conflictos armados, Naciones Unidas y
Derecho Internacional Humanitario”, Tirant lo Blanch, Valencia, 1999.
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