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LA PROTECCIÓN DE LA POBLACIÓN CIVIL

Francisco Alonso Pérez

SUMARIO

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y NORMATIVA VIGENTE.- 2. CONCEPTO DE


PERSONAS CIVILES Y DE POBLACIÓN CIVIL.- 3. LOS SISTEMAS DE PREVENCIÓN:
DISMINUCIÓN DEL NÚMERO DE VÍCTIMAS.- 3.1. Sistemas preventivos de carácter jurídico.-
3.1.1. Zonas o localidades sanitarias y de seguridad.- 3.1.2. Zonas neutralizadas.- 3.1.3.
Localidades no defendidas.- 3.1.4. Zonas desmilitarizadas.- 3.1.5. Otros supuestos.- 3.2.
Sistemas preventivos de carácter táctico.- 3.2.1. Obligación de distinguir entre población civil y
combatientes y bienes de carácter civil y objetivos militares.- 3.2.2. Normas sobre el ataque.-
3.2.3. Prohibiciones especiales.- 4. LOS SISTEMAS DE CORRECCIÓN: DISMINUCIÓN DE
LOS DAÑOS CAUSADOS.- 4.1. Medidas de protección jurídica.- 4.2. Acciones de protección
directa.- 4.2.1. Protección de heridos, enfermos y náufragos.- 4.2.2. Extranjeros en territorio del
adversario.- 4.2.3. Población civil en territorio ocupado.- 4.2.4. Supuestos especiales.- 4.3.
Acciones de apoyo a la población civil.- 4.3.1. Servicios de protección civil.- 4.3.2. Miembros de
las Fuerzas Armadas y unidades militares asignados a organismos de protección civil.- 4.3.3.
Acciones de socorro.- 5. La protección de la población civil en los conflictos armados mediante
el respeto del Derecho Internacional Humanitario.

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y NORMATIVA VIGENTE

El creciente aumento de las víctimas de la guerra entre la población civil,


consecuencia fundamentalmente de la aparición de armas de alta tecnología, ha llegado a
causar una gran preocupación en la Comunidad Internacional. Y ello es así porque en la
actualidad podemos afirmar rotundamente, sin riesgo a equivocarnos, que la gran víctima
de las guerras modernas es la población civil.

Baste para ello recordar algunas estadísticas suficientemente esclarecedoras. Así,


durante la Primera Guerra Mundial se produce un 6% de víctimas entre la población civil,
porcentaje que se eleva a un 50% en la Segunda Guerra Mundial y que alcanza un 75%
durante la Guerra del Vietnan. En cuando a los conflictos armados que se desarrollan en
la actualidad, se viene afirmando que un 90% de las víctimas pertenecen a la población
civil.

Como ha puesto de manifiesto el Presidente del CICR en la XXVI Conferencia


Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, celebrada en Ginebra los días 3 a
7 de diciembre de 1995, los asesinatos, la tortura, los tratos degradantes, la detención
arbitraria, a menudo en condiciones de extrema indigencia, ha sido la suerte que han
corrido innumerables víctimas. La toma de rehenes -violación de una norma fundamental
del derecho humanitario- ha adquirido proporciones alarmantes. Actualmente, las
calamidades que se abaten sobre la población civil afectan y comprometen gravemente a
la unidad de la familia, siendo cada vez más frecuente la separación de los familiares,
aumentando la angustia por los allegados de quienes no se tiene noticia. Las mujeres
suelen ser las primeras víctimas de tales situaciones, como consecuencia de los
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incontables casos de violaciones con motivo de los conflictos armados. Los niños
quedan, con frecuencia, marcados para toda su vida, tras haber visto asesinar a sus
padres y destruir su vivienda. Los niños también son reclutados, incitándolos a participar
en la violencia; muchos sólo conocen la ley del fusil y su manejo y algunos a los quince
años son ex combatientes; el reclutamiento de esos niños soldados es un flagelo que la
humanidad no ha sabido erradicar y que, muy por el contrario, se desarrolla más y más.

Los grandes éxodos de la historia se repiten una vez más: según varias fuentes, se
calcula en más de 23 millones el número de refugiados, y en más de 29 millones el de las
personas desplazadas.

Los medios y los métodos de combate siguen teniendo consecuencias cada vez
más dramáticas. Cada año, más de 20.000 personas son muertas o mutiladas por la
explosión de minas antipersonal. Según la ONU, hay actualmente, repartidas en 64
países, más de 100 millones de minas.

En el Informe presentado por el CICR en la mencionada Conferencia se pone de


manifiesto la aparición nuevamente del crimen de genocidio, habiendo pasado la
purificación étnica a ser un fenómeno cotidiano. Con objeto de desarraigar a la población,
este fenómeno incluye una larga lista de exacciones: desde el hostigamiento o la
intimidación de las minorías hasta la masacre sistemática, el asesinato, la deportación, el
internamiento masivo, la toma de rehenes, la violación y la tortura.

Siguiendo a SÁNCHEZ DEL RIO, desde una perspectiva histórica hemos de decir
que durante siglos las guerras se desarrollaban entre los ejércitos y la población civil no
sufría sus consecuencias más que de forma indirecta (padeciendo hambre, pestes,
evacuaciones, etc.), pero difícilmente se producían víctimas entre los civiles. De ahí que
no existieran normas de protección, excepto las costumbres derivadas de la ocupación de
territorios extranjeros.

El Reglamento de las Leyes y Usos de la Guerra Terrestre, Anexo a los Convenios


de La Haya de 1899 y 1907, contenía un Capítulo sobre el régimen de la ocupación, pero
limitado casi exclusivamente a las medidas necesarias para el mantenimiento de orden
público y para garantizar los derechos de la familia y del individuo en cuanto a su vida,
integridad física y propiedad, así como la prohibición de las penas colectivas.

La Primera Guerra Mundial puso ya de manifiesto la insuficiencia de esta


normativa, porque desde el comienzo de las hostilidades infinidad de civiles fueron
internados, quedando en situación similar a los prisioneros de guerra, pero sin protección,
ya que no tenían la consideración de combatientes.

Durante la Segunda Guerra Mundial el problema se agrava, a consecuencia de que


se produjeron dos fenómenos con los que la normativa internacional no contaba:

a) En primer término, la gran movilidad de que disfrutaban los ciudadanos de casi


todos los países, unido al hecho de que el conflicto se iniciara sin una previa declaración
de guerra, hizo que sorprendiera a muchas personas lejos de su patria e incluso en
territorio enemigo.
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b) En segundo lugar, durante el desarrollo del conflicto se produjeron graves actos


contra la población civil: desde su simple control hasta las deportaciones en masa,
atentados, bombardeos por represalias y, en último caso, el genocidio, como todos
conocemos.

No obstante, hemos de destacar que el Comité Internacional de la Cruz Roja


consiguió, como solución improvisada, que a los civiles internados se les aplicasen las
normas del Convenio de 1929 sobre prisioneros de guerra, que estaba entonces vigente.

La situación expuesta anteriormente dio lugar a que en 1949, al proponerse la


revisión de los Convenios de Ginebra de 1929, se plantease la necesidad de regular
también expresamente la protección de la población civil, naciendo así el IV Convenio de
Ginebra, relativo a la protección de las personas civiles en tiempos de guerra, de 12 de
agosto de 1949.

Pero incluso después de aceptados los Convenios de 1949, ratificados por la casi
totalidad de los Estados hoy existentes, se observaron sus limitaciones: habían sido
elaborados a la vista de las experiencias de la Segunda Guerra Mundial y resultaban ya
sobrepasados por los nuevos estilos de conflicto armado y la aparición de armas de alta
tecnología.

Un paso importante en la protección de la población civil fue la aprobación en 1968


por la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Resolución 2444, en la que,
después de afirmar el principio de limitación de medios, recoge la prohibición de lanzar
ataques contra la población civil en cuanto tal, resaltando que es preciso distinguir en todo
tiempo entre las personas que toman parte en las hostilidades y los miembros de la
población civil, a fin de que éstos sean respetados en la medida de lo posible (principio de
distinción).

Posteriormente y en cumplimiento de diversas resoluciones de las Conferencias


Internacionales de la Cruz Roja, el Comité Internacional comenzó a preparar una revisión
de los Convenios de Ginebra de 1949, tendente sobre todo a actualizar el concepto de
combatiente, a proteger mejor a la población civil y a extender la protección a los
establecimientos y transportes sanitarios civiles.

Se llega así a la celebración de una Conferencia Diplomática convocada por el


Gobierno suizo y celebrada a lo largo de cuatro sesiones en los años 1974 a 1977,
aprobándose los dos Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra de 1949,
aplicables el primero a los conflictos armados internacionales y el segundo a los que no
tienen carácter internacional, es decir, a los conflictos internos.

Contamos, pues, en este momento con tres Instrumentos internacionales tendentes


a la protección de la población civil en tiempo de conflicto armado:

a) El IV Convenio de Ginebra de 12 de agosto de 1949, sobre la protección de las


personas civiles en tiempo de guerra.

b) El Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra, de 12 de junio de 1977,


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relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados de carácter internacional.

c) El Protocolo Adicional II a los Convenios de Ginebra, de 12 de junio de 1977,


relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional.

En las disposiciones mencionadas se recogen una serie de normas de carácter


preventivo, cuya finalidad básica es la disminución del número de víctimas entre la
población civil, y otras que constituyen los sistemas de corrección, cuyo objetivo
fundamental es evitar que las víctimas civiles de la guerra vean innecesariamente
aumentados sus sufrimientos, las cuales tendremos ocasión de estudiar más adelante.
Previamente, analizaremos el concepto de personas civiles y de población civil.

2. CONCEPTO DE PERSONAS CIVILES Y DE POBLACIÓN CIVIL

Antes de examinar la normativa que regula la protección de la población civil,


parece aconsejable delimitar el concepto de personas civiles y de población civil.

El artículo 4º del IV Convenio de Ginebra, sobre la protección de las personas


civiles en tiempo de guerra, señala que quedan protegidas por el mismo las personas que
en un momento cualquiera y de cualquier manera que sea se encontraren, en caso de
conflicto u ocupación, en poder de una Parte contendiente o de una Potencia ocupante de
la cual no sean súbditas. Aclara seguidamente que no están protegidos por el Convenio
los súbditos de un Estado que no sea parte en él, precisando asimismo que los
ciudadanos de un Estado neutral que se encuentren en el territorio de un Estado
beligerante y los ciudadanos de un Estado cobeligerante no estarán considerados como
personas protegidas, mientras el Estado de que sean súbditos mantenga representación
diplomática normal ante el Estado en cuyo poder se encuentren.

De igual forma, las personas protegidas por el I, II y III Convenio no serán


consideradas como personas protegidas en el sentido del IV Convenio.

Sin embargo, las disposiciones del Título II (arts. 13 a 26), sobre protección general
de las poblaciones contra ciertos efectos de la guerra, tienen un campo de aplicación más
extenso, pues se refieren al conjunto de las poblaciones de los países contendientes sin
distingo alguno desfavorable, especialmente en cuanto a la raza, la nacionalidad, la
religión o la opinión política, y tienen por objetivo aliviar los sufrimientos engendrados por
la guerra, conforme se establece en el artículo 13.

Por otra parte, el artículo 3, común a los cuatro Convenios, aplicable a los conflictos
armados sin carácter internacional, dispone que las personas que no participen
directamente en las hostilidades, incluso los miembros de las Fuerzas Armadas que hayan
depuesto las armas y las personas que hayan quedado fuera de combate por enfermedad,
herida o detención o por cualquiera otra causa serán tratadas en todas circunstancias con
humanidad, sin distingo alguno de carácter desfavorable basado en la raza, el color, la
religión o las creencias, el sexo, el nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio
análogo.
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Más concretamente, el artículo 50.1 del Protocolo Adicional I viene a decir que se
consideran como personas civiles todas aquellas que no participen directamente en las
hostilidades, añadiendo a continuación que en caso de duda acerca de la condición de
una persona, se la considerará como civil.

Y el artículo 50.2 señala que la población civil comprende a todas las personas
civiles.

Por último, el artículo 50.3 aclara que la presencia entre la población civil de
personas cuya condición no responda a la definición de persona civil no priva a esa
población de su calidad de civil.

El artículo 8 del IV Convenio precisa que las personas protegidas no podrán, en


ningún caso, renunciar parcial ni totalmente a los derechos que les confiere el mismo. En
consecuencia, la renuncia a los mismos no tendría ningún valor desde el punto de vista
jurídico.

3. LOS SISTEMAS DE PREVENCIÓN: DISMINUCIÓN DEL NÚMERO


DE VÍCTIMAS

Como dice SANCHEZ DEL RIO, la primera finalidad que deben proponerse las
normas internacionales en el mundo de hoy es conseguir que el número de víctimas entre
la población civil no aumente en las proporciones con que lo viene haciendo a partir de la
Primera Guerra Mundial.

Para ello se han adoptado dos tipos de normas: unas que, mediante ciertas
medidas de carácter eminentemente jurídico, otorgan un determinado "status" protector a
zonas geográficas determinadas, y otras que imponen ciertos criterios de carácter táctico.

3.1. Sistemas preventivos de carácter jurídico

Se trata de establecer, como acabamos de decir, ciertas zonas geográficas que,


sirviendo de refugio a personas civiles, quedan al margen de los combates y de toda
acción de guerra.

El régimen actual de este tipo de zonas protegidas está definido en los artículos 14
y 15 del IV Convenio de Ginebra y en los artículos 59 y 60 del Protocolo Adicional I.

Del análisis de los preceptos mencionados se desprende la existencia de cuatro


tipos de zonas:

a) Zonas o localidades sanitarias y de seguridad.

b) Zonas neutralizadas.

c) Localidades no defendidas.
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d) Zonas desmilitarizadas.

3.1.1. Zonas o localidades sanitarias y de seguridad

Reguladas en el artículo 14 del IV Convenio de Ginebra, se trata de zonas o


localidades organizadas de modo que queden al abrigo de los efectos de la guerra los
heridos y enfermos (incluso militares), inválidos, ancianos, niños menores de quince años,
mujeres encinta y madres de niños menores de siete años.

Estas zonas (en sus tres tipos: zonas y localidades sanitarias, zonas y localidades
de seguridad y zonas y localidades sanitarias y de seguridad) pueden crearse
unilateralmente, tanto durante el conflicto armado como en tiempo de paz, pero no
gozarán de protección plena en tanto no se consiga un acuerdo entre las partes.

Tienen carácter duradero, como se desprende de la propia definición que exige que
estén organizadas con objeto de poner a determinadas personas al abrigo de los efectos
del conflicto, no sólo directos (bombardeos, artillería o fuego de toda clase de armas), sino
también indirectos (escasez de víveres, de medicamentos, etc.).

Pueden establecerse tanto en territorio propio como en territorio ocupado, pero en


todo caso fuera de la región donde se desarrollen los combates.

3.1.2. Zonas neutralizadas

A las zonas neutralizadas se refiere el artículo 15 del IV Convenio, que establece la


posibilidad de crear en las regiones donde tengan lugar los combates ciertas zonas
destinadas a poner al abrigo de los mismos a los heridos y enfermos (combatientes o no)
y a las personas civiles que no participen en las hostilidades y que no ejecuten ningún
trabajo de carácter militar durante su estancia en dichas zonas.

Este tipo de zonas no pueden crearse en tiempo de paz, puesto que se trata de
poner a refugio de los peligros del combate a determinadas personas que no participan en
el conflicto. Al encontrarse próximas a la zona de contacto su creación sólo puede ser
llevada a cabo por acuerdo expreso y directo entre las autoridades militares del lugar
donde se desarrollen los combates o el acuerdo de las partes adversas obtenido
indirectamente a través de la vía diplomática o de la intervención mediadora de un Estado
neutral, la potencia protectora o un organismo humanitario y neutral, como puede ser el
Comité Internacional de la Cruz Roja.

Por definición, la zona neutralizada tiene una duración limitada, puesto que su fin
es también muy concreto y transitorio. En el acuerdo de creación se fijará el comienzo y
duración de la neutralización de la zona.

Este tipo de zonas se establecerán en las regiones donde tengan lugar los
combates. Además, el acuerdo debe fijar con precisión la situación geográfica de la zona.
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3.1.3. Localidades no defendidas

La localidad no defendida, también conocida en ocasiones como "ciudad abierta",


que ya contemplaba el artículo 25 del Reglamento sobre las Leyes y Costumbres de la
Guerra Terrestre de la Haya (1899-1907) y en el artículo 1 del IX Convenio de La Haya de
1907 (Guerra Marítima), viene regulada actualmente en el artículo 59 del Protocolo
Adicional I y hace referencia a cualquier lugar habitado que se encuentre en las
proximidades o en el interior de una zona donde las Fuerzas Armadas estén en contacto y
que está abierta a la ocupación de una Parte adversa.

La localidad no defendida se crea mediante una simple declaración unilateral de la


Parte a que pertenece y en la misma encuentran protección todos los miembros de la
población civil. Esta declaración no exige requisito en sí misma, pero debe dirigirse a la
Parte adversa para que la conozca y, en consecuencia, la respete.

La declaración debe ir acompañada de ciertos actos esenciales para su efectividad:

a) Deberán haberse evacuado todos los combatientes, así como las armas y
material militar móviles.

b) No se hará uso hostil de las instalaciones o los establecimientos militares


fijos.

c) Ni las autoridades ni la población civil cometerán actos de hostilidad.

La presencia en estas localidades de Fuerzas de Policía, retenidas con la única


finalidad de preservar el orden público, no constituye obstáculo para mantener el estatuto
de "ciudad abierta".

El estatuto de localidad no defendida puede terminar con su ocupación o, por el


contrario, con su defensa, aunque se trate de una defensa de hecho no querida por las
autoridades. Tiene, pues, una duración indefinida, que continuará en tanto sigan
cumpliéndose los requisitos expuestos.

En cuanto a su localización, en principio la declaración unilateral de localidad no


defendida sólo puede referirse a las localidades que se encuentren en la zona de contacto
de las Fuerzas Armadas enfrentadas o en sus proximidades. Pero también pueden
crearse en retaguardia, mediante expreso acuerdo, conforme se establece en el apartado
5 del artículo 59.

En todo caso, la localidad debe estar bien definida en su perímetro y señalizada, en


la medida de lo posible, con los signos que se convengan con la otra Parte, los cuales
serán colocados en lugares donde sean claramente visibles, especialmente en el
perímetro, en los límites de la localidad y en las carreteras.
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3.1.4. Zonas desmilitarizadas

Reguladas en el artículo 60 del Protocolo Adicional I, son aquellas zonas en las que
se retira todo elemento militar o en las que nunca se han establecido elementos de esta
índole, de modo que puedan servir de refugio a la población civil y a los combatientes
fuera de combate.

Se exige siempre el acuerdo expreso entre las partes, que puede concertarse
verbalmente o por escrito, pudiendo ser concluido en tiempo de paz o una vez
comenzadas las hostilidades.

La zona desmilitarizada debe reunir ciertas condiciones, que son las mismas que
las señaladas para las localidades no defendidas: evacuación de todos los combatientes,
armas y material militar móvil; inactividad de las instalaciones militares fijas; ausencia de
actos de hostilidad por parte de las autoridades o población civil, y cesación de toda
actividad relacionada con el esfuerzo militar.

Al igual que ocurre con las localidades no defendidas, la presencia en las zonas
desmilitarizadas de Fuerzas de Policía con la única finalidad de mantener el orden público
no constituye obstáculo para que mantengan su estatuto.

Su duración es indefinida por el tiempo de las hostilidades. Hay que aclarar que el
estatuto de zona desmilitarizada, que se otorga mediante acuerdo entre las Partes, no
puede ser revocado unilateralmente. Sólo la violación grave de las obligaciones derivadas
de dicho estatuto libera a la otra Parte de su obligación de respetarla.

Pueden estar localizadas en cualquier parte del país que pacta y no precisamente
en la zona de combates. Preferentemente están situadas en áreas geográficas donde
presumiblemente no ha de haber combates.

La Parte en cuyo poder se encuentre la zona desmilitarizada la señalizará, en la


medida de lo posible, con los signos que convenga con la otra Parte, los cuales serán
colocados en lugares donde sean claramente visibles, especialmente en el perímetro, en
los límites de la localidad y en las carreteras.

3.1.5. Otros supuestos

Los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales admiten toda clase de


acuerdos entre las Partes, siempre que los mismos no perjudiquen la situación de las
personas protegidas.

Quiere ello decir que es concebible otro tipo de estatutos más beneficiosos que los
previstos expresamente en los Convenios y Protocolos. El único requisito es que su
creación se lleve a cabo por acuerdo entre las partes.

Suele citarse el caso de la "RED CROSS BOX", acordada entre Gran Bretaña y
Argentina en la Guerra de las Malvinas, que puede presentarse como ejemplo de algo no
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previsto legalmente: una zona sanitaria delimitada en el océano.

Otro supuesto son las denominadas "zonas seguras" (Sarajevo, Tuzla, Zepa,
Goradze, Bihac y Srebrenica), establecidas por las Naciones Unidas en Bosnia-
Herzegovina.

3.2. Sistemas preventivos de carácter táctico

Son una creación del Protocolo Adicional I y hacen referencia a los métodos y
medios de hacer la guerra, pero no debemos olvidar que el objetivo principal de los
Protocolos es la protección de la población civil.

Destacaremos tres grupos de normas: las que se refieren a la obligación de las


Partes en conflicto de distinguir entre población civil y combatientes y bienes de carácter
civil y objetivos militares, las que contienen normas sobre el ataque y las prohibiciones
especiales.

3.2.1. Obligación de distinguir entre población civil y combatientes y bienes de carácter


civil y objetivos militares

En este sentido, el artículo 48 del Protocolo Adicional I dice textualmente:

"A fin de garantizar el respeto y la protección a la población civil y de los bienes de


carácter civil, las Partes en conflicto harán distinción en todo momento entre
población civil y combatientes, y entre bienes de carácter civil y objetivos militares,
y, en consecuencia, dirigirán sus operaciones únicamente contra objetivos
militares".

Este precepto se completa con lo establecido en el artículo 51.2, que prohibe


expresamente atacar a la población civil como tal:

"No serán objeto de ataque la población civil como tal ni las personas civiles".

Siguiendo a URBINA, el artículo 48 del Protocolo I de 1977 constituye, en definitiva,


la codificación del principio de no distinción no sólo en su dimensión personal, sino
también en la material –entre objetivos militares y bienes civiles-, que se ha visto
confirmada en el Preámbulo del Convenio relativo a la prohibición y restricción en el uso
de ciertas armas convencionales que pueden ser consideradas excesivamente dañinas o
que tienen efectos indiscriminados, firmado en Ginebra el 10 de octubre de 1980, y en dos
de sus Protocolos Adicionales: el relativo a la prohibición y restricción en el uso de minas,
bombas-trampa y otros artefactos (Protocolo II de 1980) y el Protocolo sobre prohibiciones
o restricciones sobre el uso de armas incendiarias (Protocolo III de 1980), en los cuales se
recoge este principio, aunque no de una manera expresa, como se puede deducir
claramente del artículo 3 del Protocolo II de 1980 o el artículo 2 del Protocolo III de 1980,
en los cuales se prohíbe el empleo de las armas contempladas en ellos contra la
población civil, así como su uso indiscriminado.
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En consecuencia, los ataques sólo podrán dirigirse contra los objetivos militares
que, como dice RODRIGUEZ VILLASANTE, son de dos clases:

1º. Los miembros de las Fuerzas Armadas que reúnan la condición de


combatientes conforme al artículo 43.1 del Protocolo Adicional I, excluyendo a los
miembros de los servicios sanitarios y religiosos, y a los combatientes rendidos o fuera de
combate.

2º. Ciertos bienes que el artículo 52.2 del Protocolo Adicional I define como
aquellos objetos que por su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización, contribuyan
eficazmente a la acción militar o cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización
ofrezca en las circunstancias del caso una ventaja militar definida y proporcionada.

No son, por tanto, objetivos militares las personas civiles (que naturalmente, se
abstengan de realizar actos de hostilidad) y los bienes civiles, definidos negativamente
como aquellos que no son objetivos militares.

3.2.2. Normas sobre el ataque

Entre éstas, señalaremos las siguientes:

a) Prohibición de ataques indiscriminados

A tenor de lo dispuesto en el apartado 4 del artículo 51 del Protocolo Adicional I, se


entienden como tales:

- Los que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto.

- Los que emplean métodos o medios de combate que no pueden dirigirse


contra un objetivo militar concreto.

- Los que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea


posible delimitar y que, en consecuencia, pueden alcanzar indistintamente a
objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter civil.

Y apartado 5 del mismo precepto considera indiscriminados, entre otros, los


siguientes tipos de ataque:

- Los ataques por bombardeo, cualesquiera que sean los métodos o medios
utilizados, que traten como objetivo militar único varios objetivos militares
precisos y claramente separados situados en una ciudad, un pueblo, una
aldea u otra zona en que haya concentración análoga de personas civiles o
bienes de carácter civil.

- Los ataques, cuando sea de prever que causarán incidentalmente muertos y


heridos entre la población civil, o daños a bienes de carácter civil, o ambas
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cosas, que serían excesivos en relación con la ventaja militar concreta y


directa prevista.

b) Prohibición de aterrorizar a la población civil

El artículo 51.2 del Protocolo Adicional I prohibe los actos de violencia o las simples
amenazas de violencia, cuya finalidad sea aterrorizar a la población civil, precepto que se
completa con lo dispuesto en el apartado 6 del mismo artículo que prohibe los ataques
dirigidos como represalias contra la población civil o las personas civiles.

c) Precauciones en el ataque

En los artículos 57 y 58 del Protocolo Adicional I se establece la obligación de


tomar una serie de precauciones en el ataque, encaminadas básicamente a ahorrar a la
población civil sufrimientos innecesarios o excesivos, fundamentalmente:

- Verificar que los objetivos que se pretenden atacar no son civiles ni gozan
de protección especial, sino que se trata de objetivos militares.

- Abstenerse de decidir un ataque cuando sea de prever que causará


incidentalmente muertos o heridos en la población civil, daños a bienes de
carácter civil o ambas cosas, que serían excesivos en relación con la ventaja
militar prevista.

Como dice URBINA aquí no nos encontramos ante prohibiciones más o menos
generales, sino ante normas que imponen a los comandantes militares obligaciones de
actuar de una manera determinada a la hora de planear y ejecutar un ataque sobre un
objetivo militar.

3.2.3. Prohibiciones especiales

Se prohiben expresamente:

a) Los ataques contra bienes culturales y lugares de culto

Señala el artículo 53 del Protocolo Adicional I que, sin perjuicio de las disposiciones
de la Convención de la Haya de 14 de mayo de 1954 para la "Protección de Bienes
Culturales en caso de Conflicto Armado" y de otros Instrumentos internacionales
aplicables, queda prohibido:

- Cometer actos de hostilidad dirigidos contra los monumentos históricos,


obras de arte o lugares de culto que constituyen el patrimonio cultural o
espiritual de los pueblos.

- Utilizar tales bienes en apoyo del esfuerzo militar.

- Hacer objeto de represalias a tales bienes.


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b) Utilizar el hambre como método de guerra

Se prohibe, como método de guerra, hacer padecer hambre a las personas civiles,
a cuyo efecto se prohibe atacar, sustraer o inutilizar los bienes indispensables para la
supervivencia de la población civil, tales como los artículos alimenticios y las zonas
agrícolas que los producen, las cosechas, el ganado, las instalaciones y reservas de agua
potable y las obras de riego, con la intención deliberada de privar de esos bienes, por su
valor como medios para asegurar la subsistencia, a la población civil o a la Parte adversa,
sea cual fuere el motivo, ya sea para hacer padecer hambre a las personas civiles, para
provocar su desplazamiento o con cualquier otro propósito, salvo que una Parte adversa
utilice tales bienes exclusivamente como medio de subsistencia para los miembros de sus
Fuerzas Armadas o en apoyo directo de una acción militar (art. 54 PAI).

c) Causar daños en el medio ambiente natural

Queda prohibido emplear métodos o medios de combate que hayan sido


concebidos para causar o de los que quepa prever que causen daños extensos,
duraderos y graves al ambiente natural, comprometiendo así la salud o la supervivencia
de la población (art. 55 PAI).

d) Atacar diques, presas y centrales nucleares

No serán objeto de ataques los diques, presas y centrales nucleares eléctricas,


aunque sean objetivos militares, salvo que se utilicen en apoyo directo de las operaciones
militares (art. 56 PAI).

e) Prohibición de ciertas armas

Con carácter general, el artículo 35.2 del Protocolo Adicional I prohibe el empleo de
armas, proyectiles, materias y métodos de hacer la guerra de tal índole que causen males
superfluos o sufrimientos innecesarios.

Por otra parte, la prohibición del empleo de ciertas armas viene recogida en
diversos textos normativos: los proyectiles explosivos (Declaración de San Petersburgo de
1868 y Declaración Segunda de La Haya de 1899), proyectiles que tienen como único
objeto la difusión de gases asfixiantes o deletéreos (Declaración Tercera de La Haya de
1899), las balas que se hinchan o aplastan fácilmente en el cuerpo humano (Declaración
de La Haya de 1899), veneno o armas envenenadas (art. 23.a del Reglamento sobre las
leyes y costumbres de la guerra terrestre de La Haya 1899-1907), minas submarinas
automáticas de contacto (Convenio VIII de La Haya de 1907), proyectiles y explosivos
lanzados desde globos (Declaración XIV de La Haya de 1907), armas químicas, gases
asfixiantes, tóxicos y similares y medios bacteriológicos (Protocolo de Ginebra de 17 de
junio de 1925), armas bioquímicas, bacteriológicas, biológicas y toxínicas (Convención de
10 de abril de 1972, sobre prohibición de desarrollo, producción y almacenamiento de
armas bacteriológicas -biológicas- y toxínicas y sobre su destrucción), fragmentos no
localizables por rayos X en el cuerpo humano (Protocolo I de la Convención de 10 de
diciembre de 1976, sobre prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con
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fines militares u otros hostiles y la Convención de 10 de octubre de 1980, sobre prohibición


o restricción del empleo de ciertas armas convencionales excesivamente nocivas o de
efectos indiscriminados), las armas de acción retardada, como minas, trampas y otros
dispositivos (Protocolo II de la mencionada Convención), las armas incendiarias (Protocolo
III de la misma Convención).

Pero como dice RODRIGUEZ VILLASANTE, respecto de estas prohibiciones ha de


hacerse la precisión de que sólo en alguna de ellas la proscripción es absoluta -al no
cumplir en sí misma los requisitos generales del derecho de los conflictos armados (arma
que produce males superfluos o sufrimientos innecesarios)- y en otras se prohibe su uso
en determinadas circunstancias que la hacen indiscriminada. Conviene destacar la
preocupación actual del CICR sobre el uso de las minas terrestres y armas láser.

4. LOS SISTEMAS DE CORRECCIÓN: DISMINUCIÓN DE LOS DAÑOS


CAUSADOS

Como se ha puesto de manifiesto, la finalidad primordial de los denominados


sistemas de corrección es la disminución de los daños ya causados, evitando que las
víctimas civiles de la guerra vean innecesariamente aumentados sus sufrimientos.

Se trata de la adopción de medidas para conseguir que los sufrimientos de la


población civil, muchas veces inevitables, sean menores.

En este sentido, distinguiremos, siguiendo a SANCHEZ DEL RIO, entre medidas


de carácter jurídico, acciones de protección directa de la población civil y, finalmente,
acciones de apoyo a la población civil para su supervivencia.

4.1. Medidas de protección jurídica

Se trata del sistema jurídico de protección de los derechos fundamentales de la


persona y vienen recogidos en algunos preceptos de IV Convenio, pero más
especialmente en el artículo 75 del Protocolo I, en los artículos 4, 5 y 6 del Protocolo II y
en el artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra.

El contenido de los artículos mencionados tiene como fin esencial la protección de


la población civil a través de la protección concreta de los derechos fundamentales de
cada uno de los individuos.

En este sentido, se prohíben en todo tiempo y lugar los atentados contra la vida y la
integridad corporal, la toma de rehenes, los atentados a la dignidad personal, así como las
condenas dictadas y las ejecuciones efectuadas sin previo juicio por un tribunal
regularmente constituido. El artículo 75 del Protocolo I prohíbe incluso las amenazas de
realizar los actos mencionados.

La toma de rehenes está expresamente prohibida en los artículos 34 y 75.2.c) del


Protocolo I, precisando el artículo 28 del IV Convenio que "ninguna persona protegida
14

podrá ser utilizada para poner, con su presencia, determinados puntos o regiones al
abrigo de operaciones militares", precepto que se complementa con lo dispuesto en el
artículo 51.7 del Protocolo I, que dice:

"La presencia de la población civil o de personas civiles, o sus movimientos, no


podrán ser utilizados para poner ciertos puntos o zonas a cubierto de operaciones
militares, en especial para tratar de poner a cubierto de ataques los objetivos
militares, ni para cubrir, favorecer u obstaculizar operaciones militares. Las Partes
en conflicto no podrán dirigir los movimientos de la población civil o de personas
civiles para tratar de poner objetivos militares a cubierto de ataques, o para cubrir
operaciones militares".

Por otra parte, se reconocen, entre otros, los siguientes derechos:

a) Toda persona detenida, presa o internada por actos relacionados con el


conflicto armado será informada sin demora, en un idioma que comprenda, de las razones
que han motivado estas medidas.

b) No se impondrá condena ni se ejecutará pena alguna respecto de una


persona declarada culpable de una infracción penal relacionada con el conflicto armado,
sino en virtud de sentencia de un tribunal imparcial, constituido con arreglo a la ley y que
respete los principios generalmente reconocidos para el procedimiento judicial ordinario.

c) No se ejecutará la pena de muerte impuesta por una infracción cometida en


relación con el conflicto armado a personas que, en el momento de cometer la infracción,
fueren menores de 18 años.

d) Se procurará evitar la imposición de la pena de muerte por delitos


relacionados con el conflicto armado cuando se trate de mujeres encinta o de madres con
niños de corta edad.

4.2. Acciones de protección directa

Nos referiremos a la protección de heridos, enfermos y náufragos, de extranjeros


en territorio del adversario, de la población civil en territorio ocupado y de la población civil
en supuestos especiales.

4.2.1. Protección de heridos, enfermos y náufragos

La protección de heridos, enfermos y náufragos pertenecientes a la población civil


es relativamente reciente.

Dice SANCHEZ DEL RIO que hasta antes de la Segunda Guerra Mundial nada se
había previsto sobre el tema, sin duda porque, a pesar del progresivo aumento de las
víctimas de la guerra entre la población civil, no se había convertido todavía en un
verdadero problema. Normalmente, los servicios sanitarios existentes en el territorio
15

afectado eran capaces de asumir su asistencia.

Sin embargo, tal situación se mostró ya crítica a partir de las guerras de la década
de los treinta, y desesperada en la Segunda Guerra Mundial, lo que motivó la introducción
en el IV Convenio de las normas generales del Título III, bajo la rúbrica "Protección
general de las poblaciones contra ciertos efectos de la guerra", declarándose como
principios básicos en los artículos 16 a 23:

1º. La protección y respeto de heridos, enfermos y náufragos.

2º. La protección y respeto de los hospitales civiles.

3º. La protección y respeto del personal sanitario civil.

4º. La protección y respeto de los transportes sanitarios civiles.

Pero sin unas normas complementarias que pudieran garantizar la aplicación de


estos principios.

Los Protocolos Adicionales de 1977 y, en especial el Protocolo I, han completado


las normas sobre protección de heridos, enfermos y náufragos, no solamente
incrementando la protección que los Convenios ya otorgaban a los militares, sino
desarrollando la protección a los civiles en forma idéntica.

El Título II del Protocolo I lleva la rúbrica "Protección de heridos, enfermos y


náufragos", señalando el artículo 10 que no se hará entre ellos ninguna distinción que no
esté basada en criterios médicos, prohibiendo expresamente el artículo 11, aunque medie
consentimiento, las mutilaciones físicas, los experimentos médicos o científicos y las
extracciones de tejidos u órganos para trasplantes, salvo en casos justificados.

Con respecto a la protección de los hospitales civiles, en los artículos 18 y 19 del IV


Convenio se establece que los Estados partícipes en un conflicto deberán entregar a
todos los hospitales civiles un documento en el que se acredite su carácter de hospital civil
y certificado de que los edificios por ellos ocupados no son utilizados con fines dañosos.

Los hospitales civiles estarán señalados, si a ello lo autoriza el Estado, por medio
del emblema prescrito en el artículo 38 del I Convenio, es decir, la Cruz Roja o la Media
Luna Roja sobre fondo blanco.

En cuanto a su ubicación, convendrá cuidar que se hallen lo más alejados posible


de los objetivos militares.

La protección del personal sanitario y religioso civil viene regulada en el artículo 20


de IV Convenio y en los artículos 15 y 16 del Protocolo I.

Será respetado y protegido tanto el personal regular dedicado únicamente al


funcionamiento o a la administración de los hospitales civiles, como el personal encargado
de la búsqueda, recogida, transporte y asistencia de heridos y enfermos civiles.
16

En los territorios ocupados y en las zonas de operaciones militares este personal se


dará a conocer por medio de una tarjeta de identidad que acredite la calidad del titular,
esté provista de fotografía y ostente el sello en seco de la autoridad responsable, e
igualmente, mientras esté de servicio, por un brazal timbrado, resistente a la humedad y
colocado en el brazo izquierdo. Este brazal lo entregará el Estado y estará dotado con el
emblema de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja sobre fondo blanco.

Por último, la protección de los transportes sanitarios civiles, se regula en los


artículos 21 a 23 del IV Convenio y en los artículos 12, 13 y 21 y siguientes del Protocolo I.

Se establece que serán objeto de protección y respeto los transportes de heridos y


enfermos, así como del personal y material sanitario, ya sean efectuados por tierra en
convoyes de vehículos y trenes hospitales, por mar, en buques hospitales, embarcaciones
costeras de salvamento y otras embarcaciones sanitarias, o por aire en aeronaves
sanitarias.

Tales transportes se darán a conocer enarbolando, con autorización del Estado, el


emblema de la Cruz Roja o de la Media Luna Roja sobre fondo blanco.

4.2.2. Extranjeros en territorio del adversario

Conforme a lo establecido en el artículo 4 del IV Convenio, son personas


protegidas las que se encontraren, en caso de conflicto u ocupación, en poder de una
Parte contendiente o de una Potencia ocupante de la cual no sean súbditos.

Hay, pues, dos supuestos: las personas que, por cualquier causa, quedan en poder
de una Potencia de la que no son súbditos, de las que nos ocuparemos en este apartado,
y la población civil de territorios ocupados que están en poder de la potencia ocupante,
que trataremos más adelante.

Con respecto a la protección de los extranjeros en territorio del adversario, el IV


Convenio de Ginebra contempla tres tipos de normas:

a) Las que reconocen el derecho a abandonar el territorio donde se


encuentran, al comienzo de las hostilidades o en el transcurso de éstas, que se recoge en
el artículo 35, manteniendo, sin embargo, una reserva en favor de la potencia en cuyo
poder se encuentren cuando su marcha redunde en daños a los intereses nacionales del
Estado.

b) Las normas que se refieren a garantizar el respeto a la persona y sus


derechos inherentes, contenidas en los artículos 27 a 34 del IV Convenio, completadas en
el artículo 75 del Protocolo I, a las que nos referiremos más adelante al hablar del régimen
de la ocupación.

Entre estas normas, cabe destacar el derecho de las personas protegidas a recibir
subsidios de su país de origen, de la potencia protectora, del CICR y de cualquier otro
17

organismo que les facilite ayuda.

Además, no se les podrá obligar a trabajar si no es en igualdad de condiciones que


los ciudadanos de la parte contendiente en cuyo territorio residan. En todo caso, no se les
puede obligar a realizar mas que aquellos trabajos normalmente necesarios para
garantizar su manutención y la de su familia (alimentación, alojamiento, vestimenta,
transporte y sanidad) y que no tengan relación alguna directa con el desarrollo de las
operaciones militares.

c) Las normas que se refieren al supuesto excepcional de internamiento o


residencia forzosa, recogidas en los artículos 39 a 44 y Sección IV, Título III, del IV
Convenio. Esta Sección es aplicable, en especial, a los supuestos de internamiento y, por
extensión analógica, a los casos de residencia forzosa.

Conforme se establece en el artículo 41 del IV Convenio, cuando la potencia en


cuyo poder se encuentren las personas protegidas no estime suficientes las medidas de
control previstas, podrá recurrir a la residencia forzosa o el internamiento.

El artículo 42 añade que el internamiento o la residencia forzosa de personas


protegidas no podrá ordenarse mas que si la seguridad de la potencia en cuyo poder se
encuentren dichas personas lo hacen absolutamente indispensable, teniendo derecho a
conseguir que un tribunal o consejo administrativo competente, creado a tal efecto por la
potencia en cuyo poder se encuentren, considere de nuevo en el plazo más breve posible
la decisión tomada al respecto.

4.2.3. Población civil en territorio ocupado

El régimen jurídico de la ocupación estaba previsto ya en el Reglamento de la


Guerra Terrestre de 1899/1907, que incluía una Sección 3ª bajo el título "De la autoridad
militar sobre el territorio del Estado enemigo", con un total de 15 artículos. El IV Convenio
de Ginebra ha venido a completar el estatuto jurídico de la ocupación en su Sección III,
con la denominación "Territorios ocupados", que comprende los artículos 47 a 78.

Pero lo que nos interesa en este momento no es tanto este estatuto, sino más bien
las normas de protección de la población civil que se encuentra en territorio ocupado. Y
nuevamente debemos distinguir aquí tres tipos de normas:

a) Las normas que se refieren a garantizar el respeto a la persona y a sus


derechos inherentes, contenidas en los artículos 27 a 34, completadas en el artículo 75 del
Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra, que consagran el derecho al honor,
garantizan sus derechos familiares, sus convicciones y prácticas religiosas, sus hábitos y
sus costumbres. En especial prohíben:

1º. Los atentados contra la vida, la salud y la integridad física o mental de las
personas, en particular el homicidio, la tortura de cualquier clase tanto física como mental,
las penas corporales y las mutilaciones.
18

2º. Los atentados contra la dignidad personal, en especial los tratos humillantes y
degradantes, la prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor.

3º. La toma de rehenes.

4º. Las penas colectivas; y

5º. Las amenazas de realizar los actos mencionados.

b) Las normas que se refieren al régimen de la ocupación (arts. 47 a 78 del IV


Convenio). En este sentido, la potencia ocupante viene obligada a:

1º. Garantizar el funcionamiento administrativo y judicial del territorio ocupado.

2º. Asegurar el aprovisionamiento de víveres, productos medicinales y vestuario.

3º. Asegurar el mantenimiento de los servicios sanitarios.

4º. Permitir el culto.

5º. Permitir la llegada de socorros.

c) Finalmente, las normas que se refieren al supuesto de internamiento, recogidas


en la Sección IV, Título III del Convenio, concretamente en los artículos 79 a 135. Estas
son las normas que ocupan una mayor proporción en el IV Convenio que, no debemos
olvidar, nació precisamente para cubrir una importante laguna del Derecho Internacional
en un momento en que la institución del "internamiento" alcanzaba una extensión
anteriormente insospechada.

El internamiento es una práctica relativamente moderna. Recuerda SANCHEZ


DEL RIO que su primera manifestación tuvo lugar en la guerra del Trasvaal durante la cual
los ingleses procedieron al internamiento de la población boer en campos "ad hoc". A
partir de entonces, se multiplican los ejemplos hasta llegar a ser práctica casi general en la
Segunda Guerra Mundial.

De conformidad con el artículo 79 del IV Convenio, el internamiento puede


decretarse tanto respecto a los extranjeros residentes en territorio de la potencia adversa
(arts. 41 a 43) como respecto a personas pertenecientes a la población civil (arts. 68 y 78),
pero siempre con las limitaciones que se desprenden de los preceptos citados, es decir,
medidas de seguridad por necesidad imperiosa.

El régimen del internamiento está desarrollado con cierto detenimiento, incluyendo


reglas sobre:

1º. Lugares de internamiento, que deberán estar emplazados en regiones que no


estén particularmente expuestas a los peligros de la guerra y, siempre que las condiciones
de orden militar lo consientan, se señalaran con las letras "IC", colocadas de modo que
puedan ser claramente vistas desde el aire.
19

2º. Asistencia al internado, con normas detalladas sobre alojamiento (separados


de los prisioneros de guerra y de las personas privadas de libertad por otras causas),
higiene, alimentación y vestuario, asistencia médica y religiosa, actividades intelectuales y
físicas y propiedad personal y recursos financieros.

Por lo que se refiere a la asistencia médica, cada lugar de internamiento poseerá


una enfermería adecuada, colocada bajo la autoridad de un médico calificado, donde los
internados reciban la asistencia necesaria, así como un régimen alimenticio apropiado. Se
reservarán locales aislados para los que padezcan enfermedades contagiosas y mentales,
debiéndose efectuar, al menos una vez al mes, inspecciones médicas a los internados.

3º. Relaciones con el exterior, en el sentido de que deberán ser informados de los
derechos y obligaciones que les asisten durante el internamiento, debiéndose comunicar
tal circunstancia tanto a la potencia de la que sean súbditos como a la potencia protectora,
teniendo derecho a enviar una tarjeta de internamiento a su familia y a la Agencia Central
para informarles sobre su dirección y estado de salud (a lo más tarde, una semana
después de su llegada), así como a mantener correspondencia, recibir alimentos, ropas,
medicamentos y libros, y a recibir visitas de sus familiares a intervalos regulares de
tiempo.

4º. Sistemas de información, estableciéndose la obligación para cada una de las


partes contendientes de constituir una Oficina Nacional de Información, con las funciones
de recibir y transmitir informes sobre las personas protegidas que se hallen en su poder,
así como una Agencia Central de Información en cada nación neutral, a cuyo efecto el
Comité Internacional de la Cruz Roja propondrá a las personas interesadas la
organización de una Agencia de tal naturaleza, que podrá ser la misma prevista para el
caso de los prisioneros de guerra. Esta Agencia Central se encargará de la concentración
de todos los informes recibidos de las Oficinas Nacionales, los cuales transmitirá lo más
rápidamente posible al país de origen o de residencia de las personas interesadas.

5º. Liberación, repatriación y evacuación a países neutrales, estableciéndose la


obligación de poner en libertad a los internados tan pronto como dejen de existir los
motivos de su internamiento, que cesará lo más rápidamente posible al término de las
hostilidades.

En general, se ha establecido un régimen paralelo al que, para los prisioneros de


guerra, ha previsto el III Convenio, con las necesarias adaptaciones al personal no militar
a que se refiere.

4.2.4. Supuestos especiales

Sin perjuicio de las disposiciones de carácter general que afectan a toda la


población civil, el Derecho Internacional Humanitario se refiere también a supuestos
especiales en los que la protección, debido a la condición de las personas o de las
circunstancias que les acompañan, debe tener un tratamiento específico. En este sentido,
debemos citar los siguientes grupos:
20

a) Niños

Señala el artículo 77.1 del Protocolo I que los niños serán objeto de un respeto
especial y se les protegerá contra cualquier forma de atentado al pudor. Las Partes en
conflicto les proporcionarán los cuidados y la ayuda que necesiten, por su edad o por
cualquier otra razón.

Respecto a los menores de 15 años, es de resaltar la declaración del artículo 77.2


del Protocolo, tendente a evitar en el futuro que participen directamente en las
hostilidades, especialmente absteniéndose de reclutarlos para sus Fuerzas Armadas. Al
prepararse el precepto, el CICR había propuesto un texto en el que se prohibía reclutar
menores de 15 años y aceptarlos como voluntarios, pero no quedó mas que la primera
parte. Desgraciadamente, es una práctica difícil de erradicar.

b) Mujeres

Además de la protección que reciben las mujeres encinta, lactantes y que hayan
dado a luz recientemente, se establece una protección general en el artículo 76 del
Protocolo I, al señalar que las mujeres serán objeto de un respeto especial y protegidas en
particular contra la violación, la prostitución forzada y cualquier otra forma de atentado al
pudor.

c) Refugiados y apátridas

El artículo 75 del Protocolo I los incluye expresamente entre las personas


protegidas, en el sentido de los Títulos I y III del IV Convenio. Se les aplica, además, el
Derecho de los refugiados, cuyas disposiciones vienen recogidas especialmente en la
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, hecha en Ginebra el 28 de julio de 1951,
y el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados, hecho en Nueva York el 31 de enero
de 1967. La protección a estas personas especialmente vulnerables se canaliza
fundamentalmente a través del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR), con sede en Suiza y actualmente con delegaciones en más de 120
países.

d) Familias dispersas

Señala el artículo 74 del Protocolo I que las Altas Partes contratantes y las Partes
en conflicto facilitarán, en la medida de lo posible, la reunión de las familias que estén
dispersas a consecuencia de los conflictos armados y alentarán en particular la labor de
las organizaciones humanitarias que se dediquen a esta tarea.

e) Periodistas en misión peligrosa

Conforme al artículo 79 del Protocolo I se les considera personas civiles y reciben


protección como tales, sin perjuicio de su derecho a ser tratados como prisioneros de
guerra cuando se trate de corresponsales de guerra acreditados ante las Fuerzas
Armadas, conforme al artículo 4.4 del III Convenio.
21

Se regula una tarjeta de identidad especial, que será expedida por el Gobierno del
Estado del que sean nacionales o en cuyo territorio residan, o en que se encuentre la
agencia de prensa u órgano informativo que emplee sus servicios, que acreditará la
condición de periodista de su titular.

4.3. Acciones de apoyo a la población civil

Para terminar, consideramos útil hacer referencia a dos grupos de actividades que,
aunque aludidas muy brevemente en el IV Convenio, han obtenido una regulación más
completa en el Protocolo I. Se trata de los servicios de Protección Civil -haremos
referencia especialmente a los miembros de las Fuerzas Armadas y unidades militares
asignados a organismos de protección civil- y de las acciones de socorro a favor de la
población civil.

4.3.1. Servicios de protección civil

a) Protección general

El estatuto internacional de los servicios civiles de Protección Civil se contiene en


los artículos 61 a 67, en los que por primera vez se consagra la protección y respeto hacia
los organismos de Protección Civil y sus misiones. Advierte SANCHEZ DEL RIO que la
protección plena la tienen exclusivamente los organismos civiles, de modo que no quedan
protegidas las Fuerzas Armadas aunque en ese momento estén cumpliendo
exclusivamente funciones de protección civil, salvo que se dediquen de forma permanente
a estas tareas y cumplan los requisitos establecidos en el artículo 67, que luego veremos.

Se entiende por "protección civil" el cumplimiento de tareas humanitarias (servicios


de alarma, evacuación, refugios, oscurecimiento, salvamento, primeros auxilios, lucha
contra incendios, abastecimientos de urgencia, servicios funerarios y otros), destinadas a
proteger a la población civil contra los peligros de las hostilidades y catástrofes y a
ayudarla a recuperarse de sus efectos inmediatos, así como a facilitar las condiciones
necesarias para su supervivencia (art. 61).

El artículo 62 establece que los organismos civiles de Protección Civil y su personal


serán respetados y protegidos, así como las personas civiles que, sin pertenecer a los
organismos civiles de Protección Civil, respondan al llamamiento de las autoridades
competentes y lleven a cabo bajo su control tareas de protección civil. Dichos organismos
y su personal tendrán derecho a desempeñar sus tareas de protección civil, salvo en
casos de imperiosa necesidad militar.

Los edificios y el material utilizado con fines de protección civil, así como los
refugios destinados a la población civil, no serán objeto de ataques ni represalias, ni
podrán ser destruidos ni usados con otros fines, salvo por la Parte a que pertenezcan.

b) Protección civil en territorios ocupados


22

Señala el artículo 63 que en los territorios ocupados, los organismos civiles de


Protección Civil recibirán de las autoridades todas las facilidades necesarias para el
cumplimiento de sus tareas. En consecuencia, la Potencia ocupante no obligará,
coaccionará ni incitará a dichos organismos a desempeñar sus tareas de modo alguno
que sea perjudicial para los intereses de la población civil.

Por razones de seguridad, la Potencia ocupante podrá desarmar al personal de


Protección Civil. Sin embargo, no destinará a otros fines ni requisará los refugios previstos
para el uso de la población civil o necesarios para ésta.

c) Cesación de la protección civil

La protección civil a la que tienen derecho los organismos civiles de protección civil,
su personal, edificios, refugios y material, únicamente podrá cesar si cometen o son
utilizados para cometer, al margen de sus legítimas tareas, actos perjudiciales para el
enemigo, a tenor de lo dispuesto en el artículo 65. Sin embargo, la protección cesará
únicamente después de una intimación que, habiendo fijado cuando proceda un plazo
razonable, no surta efectos.

d) Identificación

Dispone el artículo 66 que cada Parte en conflicto procurará asegurar que tanto los
organismos de Protección Civil como su personal, edificios y material, así como los
refugios destinados a la población civil, puedan ser identificados, mediante la utilización
del signo distintivo internacional de la protección civil, que consiste en un triángulo
equilátero azul sobre fondo de color naranja. El personal se dará a conocer por medio del
signo distintivo y por una tarjeta de identificación que certifique su condición.

4.3.2. Miembros de las Fuerzas Armadas y Unidades militares asignados a Organismos


de Protección Civil

Dispone el artículo 67 del Protocolo I que los miembros de las Fuerzas Armadas y
las Unidades militares que se asignen a Organismos de Protección Civil serán respetados
y protegidos a condición de:

a) Que ese personal y esas unidades estén asignados de modo permanente y


dedicados exclusivamente al desempeño de cualesquiera de las tareas mencionadas en
el artículo 61, a que hemos hecho referencia.

b) Que el personal así asignado no desempeñe ninguna otra función militar


durante el conflicto.

c) Que ese personal se pueda distinguir claramente de los otros miembros de


las Fuerzas Armadas, exhibiendo ostensiblemente el signo distintivo internacional de la
protección civil en dimensiones adecuadas, y lleve la tarjeta de identidad que acredite su
condición.
23

d) Que ese personal y esas unidades estén dotados sólo de armas individuales
ligeras con el propósito de mantener el orden o para su propia defensa.

e) Que ese personal no participe directamente en las hostilidades, y que no


cometa ni sea utilizado para cometer, al margen de sus tareas de protección civil, actos
perjudiciales para la Parte adversa.

f) Que ese personal y esas unidades desempeñen sus tareas de protección


civil sólo dentro del territorio nacional de su Parte.

Si el personal militar que preste servicios en organismos de protección civil cae en


poder de una Parte adversa, será considerado prisionero de guerra.

Los edificios y los principales elementos del equipo y de los medios de transporte
de las unidades militares asignadas a organismos de protección civil estarán claramente
marcados con el signo distintivo internacional de la protección civil.

4.3.3. Acciones de socorro

Los artículos 68 a 71 del Protocolo I completan lo dispuesto en los artículos 23, 55,
59, 60, 61 y 62 y demás disposiciones pertinentes del IV Convenio. Se trata con ello de
garantizar que las necesidades esenciales de la población civil puedan ser satisfechas,
facilitando en la mayor medida de lo posible las expediciones de socorro y ello tanto con
referencia a los territorios ocupados como con referencia a cualquier otro territorio que, sin
ser territorio ocupado, está bajo el control de una parte en conflicto.

Así, señala el artículo 69 que, además de las obligaciones que tiene en relación con
los víveres y productos médicos y que impone el artículo 55 del IV Convenio, la Potencia
ocupante asegurará también, en la medida de sus recursos sin ninguna distinción de
carácter desfavorable, la provisión de ropa de vestir y de cama, alojamiento de urgencia y
otros suministros que sean esenciales para la supervivencia de la población civil en
territorio ocupado, así como de los objetos necesarios para el culto.

Por lo que respecta a las acciones de socorro, el artículo 70 establece que cuando
la población civil de cualquier territorio que, sin ser territorio ocupado, se halle bajo el
control de una parte en conflicto insuficientemente dotada de los suministros necesarios
para la supervivencia de la población civil, se llevarán a cabo, con sujeción al acuerdo de
las Partes interesadas, acciones de socorro que tengan carácter humanitario e imparcial y
sean realizadas sin ninguna distinción de carácter desfavorable.

En la distribución de los envíos de socorro se dará prioridad a aquellas personas


que, como los niños, mujeres encinta, mujeres que hayan dado a luz recientemente y
madres lactantes, gozan de trato privilegiado o especial protección de acuerdo con el IV
Convenio o en el Protocolo.

Las Partes en conflicto y las Altas Partes contratantes permitirán y facilitarán el


24

paso rápido y sin trabas de todos los envíos, materiales y personal de socorro
suministrados, incluso en el caso de que tal asistencia esté destinada a la población civil
de la Parte adversa.

Por último, el artículo 71 establece que el personal que colabore en las acciones de
socorro será respetado y protegido, aunque la participación del mismo está sometida a la
aprobación de la Parte en cuyo territorio haya de prestar sus servicios.

5. LA PROTECCIÓN DE LA POBLACIÓN CIVIL EN LOS CONFLICTOS


ARMADOS MEDIANTE EL RESPETO DEL DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO

Para terminar, conviene recordar que la XXVII Conferencia Internacional de la


Cruz Roja y de la Media Luna Roja, celebrada en Ginebra del 31 de octubre al 6 de
noviembre de 1999 aprobó un Plan de Acción para los años 2000-2003 a fin de mejorar
la suerte que corren las víctimas de la guerra y los desastres y, en general, las personas
más vulnerables.

En lo que respecta a la protección de las víctimas de los conflictos armados y, más


concretamente, de la población civil, mediante el respeto del Derecho Internacional
Humanitario, destacaremos que se señala como uno de los objetivos finales “el
cumplimiento cabal por todas las partes en un conflicto armado de sus obligaciones
dimanantes del Derecho Internacional Humanitario, para proteger y asistir mejor a la
población civil y demás víctimas”.

Dentro de las acciones propuestas para la consecución de este objetivo, se


establece que todas las Partes en un conflicto armado deberán adoptar medidas eficaces
para asegurar el respeto del Derecho Internacional Humanitario y garantizar, en
particular, que:

a) En la conducción de las hostilidades se desplieguen todos los esfuerzos


posibles para preservar la vida y proteger y respetar a la población civil, mediante
medidas particulares de protección para mujeres y grupos especialmente vulnerables,
como niños, ancianos, personas discapacitadas y personas desplazadas.

b) Se den órdenes estrictas para evitar mantazas, ejecuciones sumarias,


torturas, violaciones y otras formas de violencia sexual, acosos, saqueos, destrucción
deliberada de bienes y demás amenazas de esa índole, estableciendo mecanismos
efectivos para garantizar la debida aplicación de esas órdenes en todos los niveles.

c) Se eviten las acciones que causen el desplazamiento injustificado de la


población civil; y si éste se produce, deberán respetar y proteger a las personas
desplazadas, prestándoles la asistencia apropiada y permitiendo el regreso voluntario y
en condiciones seguras a sus hogares o reasentarse voluntariamente en otra parte del
país.

d) Se respete y proteja plenamente a todas las personas privadas de libertad


25

por motivos relacionados con el conflicto armado, debiendo respetarse la prohibición de


tomar rehenes, así como evitar que se prolongue indebidamente la detención de los
prisioneros e internos, con objeto de negociación.

e) Se desplieguen todos los esfuerzos para esclarecer la suerte que han


corrido las personas de las que no se tienen noticias, así como para informar a sus
familiares e identificar a las personas fallecidas.

f) Los niños reciban especial protección, cuidado y asistencia, incluido el


acceso a servicios educativos y recreativos, a los que tienen derecho de conformidad con
el derecho nacional e internacional, así como para que se tomen todas las medidas para
poner término a la participación de los niños en las hostilidades armadas, evitando su
reclutamiento en las fuerzas armadas o grupos armados, que son violaciones del Derecho
Internacional Humanitario.

g) La población civil disponga de todos los bienes y servicios esenciales para


su supervivencia, otorgando a las organizaciones humanitarias imparciales un acceso
rápido y sin obstáculos a la población civil, a fin de que puedan evaluar su situación y
asistir y proteger pertinentemente a la población, debiendo considerarse con seriedad los
informes y recomendaciones de las organizaciones humanitarias imparciales.

Asimismo, se insta que la Federación Internacional, las Sociedades Nacionales y el


CICR continúen sus esfuerzos e intensifiquen el diálogo con los Estados, en seguimiento
de las decisiones tomadas en el Movimiento Internacional y, especialmente, en el Plan de
acción relativo a los niños afectados por los conflictos armados, con objeto de: promover el
principio de no reclutamiento y no participación de niños menores de 18 años en los
conflictos armados; satisfacer las necesidades físicas, psicológicas y sociales de los niños
afectados por un conflicto armado y contribuir a la reintegración de los niños que han
dejado de participar en los conflictos armados a la respectiva comunidad y contexto social.
26

ESQUEMA-RESUMEN

1. ANTECEDENTES HISTORICOS Y NORMATIVA VIGENTE

a) Reglamento de las Leyes y Usos de la Guerra Terrestre

b) IV Convenio de Ginebra de 12 de agosto de 1949, sobre protección de las


personas civiles en tiempo de guerra

c) Protocolo Adicional I, de 12 de junio de 1977, sobre protección de las


víctimas de los conflictos armados de carácter internacional

d) Protocolo Adicional II, de 12 de junio de 1977, relativo a la protección de las


víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional

2. CONCEPTO DE PERSONAS CIVILES Y POBLACIÓN CIVIL

a) Art. 4 IV Convenio

b) Art. 3, común a los cuatro Convenios

c) Art. 50 Protocolo I

3. SISTEMAS DE PREVENCIÓN: DISMINUCIÓN DEL NÚMERO DE VÍCTIMAS

3.1. De carácter jurídico

3.1.1. Zonas o localidades sanitarias y de seguridad (art. 14 IV


Convenio)

3.1.2. Zonas neutralizadas (art. 15 IV Convenio)

3.1.3. Localidades no defendidas (art. 59 Protocolo I)

3.1.4. Zonas desmilitarizadas (art. 60 Protocolo II)

3.1.5. Otros supuestos

3.2. De carácter táctico

3.2.1. Obligación de distinguir entre población civil y


combatientes y bienes de carácter civil y objetivos
militares (arts. 48 y 51.2 Protocolo I)
27

3.2.2. Normas sobre el ataque:

a) Prohibición de ataques indiscriminados (art. 51.4 y 5


Protocolo I)

b) Prohibición de aterrorizar a la población civil (art. 51.2


Protocolo I)

c) Precauciones en el ataque (arts. 57 y 58 Protocolo I)

3.2.3. Prohibiciones especiales:

a) Ataques contra bienes culturales y lugares de culto (art. 53


Protocolo I y Convención de La Haya de 14 de mayo de 1954
para la "Protección de bienes culturales en caso de conflicto
armado")

b) Utilizar el hambre como método de guerra (art. 54 Protocolo I)

c) Causar daños en el medio ambiente natural (art. 55 Protocolo


I)

d) Atacar presas, diques y centrales nucleares (art. 56 Protocolo


I)

e) Prohibición de ciertas armas (químicas, bacteriológicas, etc.)

4. SISTEMAS DE CORRECCIÓN: DISMINUCIÓN DE LOS DAÑOS CAUSADOS

4.1. Medidas de protección jurídica (art. 75 Protocolo I, arts. 4 a 6 Protocolo II y


art. 3 común a los cuatro Convenios)

4.2. Acciones de protección directa

4.2.1. Protección de heridos, enfermos y náufragos (arts. 16 a 23


IV Convenio y arts. 10 y 11 Protocolo I), de los hospitales
civiles (arts. 18 y 19 del IV Convenio), del personal
sanitario y religioso civil (art. 20 IV Convenio y arts. 15 y 16
Protocolo I) y de los transportes sanitarios civiles (arts. 21 y 23
IV Convenio y arts. 12, 13, 21 y siguientes del Protocolo I)

4.2.2. Extranjeros en territorio del adversario:


28

a) Derecho a abandonar el territorio (art. 35 IV Convenio)

b) Garantizar el respeto a la persona y sus derechos inherentes


(arts. 27 a 34 IV Convenio y art. 75 Protocolo I)

c) Internamiento o residencia forzosa (arts. 39 a 44 IV Convenio)

4.2.3. Población civil en territorio ocupado:

a) Garantizar el respeto a la persona y a sus derechos inherentes


(arts. 27 a 34 IV Convenio y art. 75 Protocolo I).

b) Régimen de la ocupación (arts. 47 a 78 IV Convenio)

c) Internamiento (arts. 79 a 135 IV Convenio)

4.2.4. Supuestos especiales:

a) Niños (art. 77 Protocolo I)

b) Mujeres (art. 76 Protocolo I)

c) Refugiados y apátridas (art. 75 Protocolo I y Convención sobre


el Estatuto de los Refugiados y su Protocolo)

d) Familias dispersas (art. 74 Protocolo I)

e) Periodistas en misión peligrosa (art. 79 Protocolo I)

4.3. Acciones de apoyo a la población civil

4.3.1. Servicios de protección civil:

a) Protección general (arts. 61 a 67 Protocolo I)

b) Protección civil en territorios ocupados (art. 63 Protocolo I)

c) Cesación de la protección civil (art. 65 Protocolo I)

d) Identificación (art. 66 Protocolo I)

4.3.2. Miembros de las Fuerzas Armadas y unidades militares


asignados a organismos de protección civil (art. 67
Protocolo I)

4.3.3. Acciones de socorro arts. 23, 55, 59, 60, 61 y 62 IV


Convenio y 68 a 71 Protocolo I)
29

5. LA PROTECCIÓN DE LA POBLACIÓN CIVIL EN LOS CONFLICTOS


ARMADOS MEDIANTE EL RESPETO DEL DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO

BIBLIOGRAFÍA
30

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Media Luna Roja en la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna
Roja (Ginebra, 3-7 de diciembre de 1995).

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ROJA: "Las víctimas de la guerra y el respeto del Derecho Internacional Humanitario",
Informe de la Comisión I, Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna
Roja (Ginebra, 3-7 de diciembre de 1995).

XXVII CONFERENCIA INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA Y DE LA MEDIA LUNA


ROJA (Ginebra, 31 de octubre a 6 de noviembre de 1999): Proyecto del Plan de Acción
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URBINA, J.J.: “Protección de las víctimas de los conflictos armados, Naciones Unidas y
Derecho Internacional Humanitario”, Tirant lo Blanch, Valencia, 1999.

INDICE
31

1. ANTECEDENTES HISTORICOS Y NORMATIVA VIGENTE……………………….… 1

2. CONCEPTO DE PERSONAS CIVILES Y POBLACIÓN CIVIL………………….. ...... 4

3. LOS SISTEMAS DE PREVENCION: DISMINUCION DEL NUMERO


DE VÍCTIMAS ......……………………………………..................................…………... 5
3.1. Sistemas preventivos de carácter jurídico ..…………………………..…………... 5
3.1.1. Zonas o localidades sanitarias y de seguridad …………………………… 6
3.1.2. Zonas neutralizadas ....……………………………..................……………. 6
3.1.3. Localidades no defendidas .………………………..................…………..….7
3.1.4. Zonas desmilitarizadas .…………………………....................…………..… 8
3.1.5. Otros supuestos .....……………………………......................…………...… 8
3.2. Sistemas preventivos de carácter táctico ..…………………………..………….….9
3.2.1. Obligación de distinguir entre población civil y combatientes
y bienes de carácter civil y objetivos militares ...............……………....…. 9
3.2.2. Normas sobre el ataque ....…………………………………….................... 10
3.2.3. Prohibiciones especiales ....……………………………………................... 11

4. LOS SISTEMAS DE CORRECCIÓN: DISMINUCIÓN DE LOS DAÑOS


CAUSADOS .......………………………………………………....................................... 13
4.1. Medidas de protección jurídica …………………………………………................. 13
4.2. Acciones de protección directa ....…………………………………………............. 14
4.2.1. Protección de heridos, enfermos y náufragos …………………………….. 14
4.2.2. Extranjeros en territorio del adversario …………………………………...... 16
4.2.3. Población civil en territorio ocupado .…………………………………......... 17
4.2.4. Supuestos especiales .………………………………………....................... 19
4.3. Acciones de apoyo a la población civil .…………………………….………........... 21
4.3.1. Servicios de protección civil .………………………………….…................. 21
4.3.2. Miembros de las Fuerzas Armadas y unidades militares
asignados a organismos de protección civil …....................….................... 22
4.3.3. Acciones de socorro ...………………………………………...….................. 23

5. LA PROTECCIÓN DE LA POBLACIÓN CIVIL EN LOS CONFLICTOS


ARMADOS MEDIANTE EL RESPETO DEL DERECHO
INTERNACIONAL HUMANITARIO …………………………………………………… 24

ESQUEMA-RESUMEN .......……………………………………….............................. 26 a 29

BIBLIOGRAFÍA ......................................………………………………………………….... 30

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