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Historia 5º 2018 NSMG Prof.

Cecilia Fraga

Revolución Mexicana

El porfiriato

La Revolución Mexicana fue un movimiento armado en contra del gobierno del General Porfirio Díaz, quien gobernó al país
por más de treinta años. El periodo durante el cual el General Díaz estuvo a la cabeza del poder Ejecutivo, es conocido
como el “porfiriato”, y abarcó de 1877 a 1880 y de 1884 a 1911. El porfiriato es una etapa histórica de grandes contrastes,
debido a que durante la misma, en México se gestaron importantes cambios positivos, así como retrocesos, principalmente
en el ámbito social, mismos que, a la postre, gestarían la Revolución Mexicana, primera de las grandes convulsiones de
siglo XX.
El General Porfirio Díaz logró el control del Ejército, con la eliminación y la separación de los caudillos y la exclu sión de los
grandes mandos, para lo cual dividió el territorio nacional en doce zonas militares y éstas, a su vez, en jefaturas de armas,
cuyo número era superior a treinta. De tal manera, los generales y los jefes del Ejército contaron con un control operativo de
tropas muy reducidas.
El Gobierno Federal, como vemos, procedió al desmante lamiento de las fuerzas armadas de los estados y de los pue blos,
como medida indispensable para establecer y garantizar el orden interno del país. La pacificación permitió a México buscar
el reconocimiento internacional, principalmente de las potencias occidentales, como Alemania, Francia, Inglaterra y Estados
Unidos, a fin de lograr la atracción de sus capitales, necesarios para la activación de la economía mexicana. De tal manera,
el Estado se fortaleció, al desprenderse de su ca rácter militarista, inevitablemente relacionado con la inesta bilidad del país y
transformarlo en un régimen civil.
Como institución clave del Estado, el Ejército fue sometido a una reforma radical. Por ello, para Díaz fue prioritaria la
reorganización de las fuerzas armadas y su profesionalización; con esto se lograría su definitivo sometimiento al gobierno
federal. Una vez alcanzado el control de los diversos grupos armados, se procedió a reducir al Ejército Federal, y se
desmovilizó la Guardia Nacional; esto contribuyó a que el poder de los gobernadores disminuyera y a su vez, el Gobierno
Federal aumentara el peso de su propio Ejército.
El gobierno porfirista “optó por desarrollar un ejército profesional, centralizado y reducido en efectivos”.
La política del gobierno del General Díaz tuvo como consigna, la pacificación y el orden, seguidos de progreso económico;
las libertades políticas se darían, siempre y cuando fueran compatibles con las ideas de disciplina y de desarrollo. Por ello,
una vez alcanzada la paz pública y la estabilidad política, Díaz se dio a la tarea de impulsar el crecimiento económico y el
desarrollo material del país, a través del fomento a la inversión extranjera; del desarrollo de las vías de comunicación; y del
establecimiento de una política económica benéfica para los empresarios, así como para la inversión extranjera.
A pesar de los logros alcanzados en materia económica y administrativa, el porfiriato se caracterizó por ser un régimen que
retrocedió en los ámbitos político y social. La libertad política fue reducida en extremo, no existían las elecciones libres para
los poderes federales ni estatales, los gobernantes eran impuestos por el Presidente Díaz y su grupo, y el pueblo mexicano
no tenía voz ni voto. Por otra parte, en el ámbito social, la riqueza se concentró en pocas manos, de tal manera, que la
mayor parte de la sociedad mexicana vivía en condiciones de pobreza. El porfiriato se distinguió por ser un régimen
represivo y recurrir a la fuerza para imponerse, cuando no funcionaban las prácticas de conciliación.

Revolución Maderista (1910-1911)

El punto de partida del proceso revolucionario fueron las declaraciones realizadas por el presidente Díaz al periodista
estadounidense Creelman en 1908, en las que afirmaba que el pueblo mexicano ya estaba maduro para la democracia y
que él no deseaba continuar en el poder. Comenzó en el país una intensa actividad política y ese mismo año apareció el
libro La sucesión presidencial en 1910, escrito por Francisco Ignacio Madero, que se convirtió en el manifiesto político de los
grupos de oposición a la dictadura: las clases medias, los campesinos y los obreros, contrarios a la reelección de Díaz para
un nuevo mandato presidencial, pero también opuestos a las costumbres aristocráticas y al afrancesamiento dominante, a la
política económica del colonialismo capitalista y a la falta de libertades políticas bajo el régimen dictatorial.
En abril de 1910 Madero fue designado candidato a la presidencia por el Partido Nacional Antirreeleccionista, fundado un
año antes con un programa a favor del sufragio efectivo y la no reelección, pero sin claros contenidos sociales y
económicos. En mayo del mismo año se produjo en Morelos la insurrección de Emiliano Zapata al frente de los campesinos,
que ocuparon las tierras en demanda de una reforma agraria. Díaz fue reelegido para un séptimo mandato y Madero intentó
negociar con él para obtener la vicepresidencia de la República, pero fue encarcelado por el dictador en Monterrey el 6 de
junio, aunque poco después obtuvo la libertad y escapó a San Antonio (Texas). El 15 de octubre de 1910, Madero y sus
colaboradores acordaron el Plan de San Luis, que llamó a la insurrección general y que logró el apoyo de los campesinos al
incluir en el punto tercero algunas propuestas de solución al problema agrario. El 20 de noviembre se produjo la insurrección
de Francisco (Pancho) Villa y Pascual Orozco en Chihuahua, pronto secundada en Puebla, Coahuila y Durango.
Pese al fracaso de Casas Grandes, en marzo de ese mismo año, el 10 de mayo los revolucionarios ocuparon Ciudad
Juárez, donde se firmó el tratado por el que se acordaba la dimisión de Díaz, que salió del país el 26 de mayo siguiente, y el
nombramiento como presidente provisional del antiguo colaborador de la dictadura, Francisco León de la Barra, que
conservó a los funcionarios y militares adictos a Díaz.

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Presidencia de Madero (1911-1913)

El gobierno procedió al desarme de las fuerzas revolucionarias, pero los zapatistas se negaron a ello, exigiendo garantías
de que serían atendidas sus demandas en favor de una solución para el problema agrario. El general Victoriano Huerta
combatió a los zapatistas del estado de Morelos en los meses de julio y agosto de 1911, los derrotó en Cuautla y los obligó a
refugiarse en las montañas de Puebla. Sin embargo, en las elecciones presidenciales resultó elegido Madero, que tomó
posesión de su cargo el 6 de noviembre de 1911, pero que no logró alcanzar un acuerdo con Zapata ni con otros líderes
agrarios por su falta de sensibilidad para resolver los problemas sociales planteados por el campesinado.
El 25 de noviembre Zapata proclamó el Plan de Ayala, en el que se proponía el reparto de tierras y la continuación de la
lucha revolucionaria. Orozco, tras ser nombrado por los agraristas jefe supremo de la revolución, se sublevó en Chihuahua
en marzo de 1912, y otro tanto hicieron los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz en Nuevo León y Veracruz
respectivamente. El Ejército federal, al mando de Prudencio Robles y Victoriano Huerta, reprimió con dureza los
levantamientos, estableciendo campos de concentración, quemando aldeas y ejecutando a numerosos campesinos. En la
ciudad de México tuvo lugar en febrero de 1913 la que se denominó Decena Trágica, enfrentamiento entre los insurrectos y
las tropas del general Huerta, que causó alrededor de 2.000 muertos y 6.000 heridos. Con la insólita mediación del
embajador estadounidense, Henry Lane Wilson, el general Huerta llegó a un acuerdo con el general Díaz, destituyó a
Madero y se autoproclamó presidente el 19 de febrero de 1913. Cuatro días después el presidente Madero y el
vicepresidente Pino Suárez fueron asesinados por órdenes de Huerta.

El gobierno de Victoriano Huerta (1913-1914)

Las primeras medidas del nuevo presidente, tales como la prohibición de la libertad de prensa, la eliminación de destacados
revolucionarios y la persecución de los movimientos obreros, contaron con el apoyo de los sectores más conservadores. Sin
embargo, la oposición se organizó y pronto estalló una nueva insurrección en diferentes puntos.
En el norte, en los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Tamaulipas, se sublevaron Venustiano Carranza y Pancho
Villa; y en el sur, en Morelos, Zapata volvía a erigirse en líder de la revuelta. La alianza entre ambas facciones, tras el
acuerdo de Guadalupe, y el apoyo del presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson a la causa revolucionaria, con el
envío de tropas a Veracruz, llevaron a Huerta a exiliarse en julio de 1914.

La Revolución Constitucionalista (1913-1914)

El gobierno de Huerta no fue reconocido por el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, quien el 26 de marzo de
1913 proclamó el Plan de Guadalupe, bandera de la revolución constitucionalista, por el que se declaraba continuador de la
obra de Madero y procedía a la formación del Ejército constitucionalista, al que no tardaron en sumarse el coronel Álvaro
Obregón en Sonora, y Pancho Villa en el norte, mientras Zapata volvía a dominar la situación en el sur y este del país. La
oposición a Huerta en la capital se realizó a través de la Casa del Obrero Mundial, de tendencia anarquista y defensora de
las clases obreras urbanas, pero cercana a los planteamientos agrarios del movimiento zapatista, al que dotaron de una
ideología más definida, y del lema "Tierra y Libertad", que los alejaba tanto de Huerta como de Carranza. Las tropas
constitucionalistas, formadas por campesinos y gentes del pueblo, derrotaron al Ejército federal por todo el territorio
nacional: Villa ocupó Chihuahua y Durango con la División del Norte; Obregón venció en Sonora, Sinaloa y Jalisco con el
Cuerpo de Ejército del Noroeste; y Estados Unidos, tomando partido por los oponentes a Huerta, hizo desembarcar su
infantería de Marina en Veracruz el 21 de abril de 1914. Después del triunfo constitucionalista en Zacatecas el 24 de junio de
ese mismo año y la ocupación de Querétaro, Guanajuato y Guadalajara, Huerta presentó la dimisión el 15 de julio siguiente
y salió del país. En el Tratado de Teoloyucan se acordó la disolución del Ejército federal y la entrada de los
constitucionalistas en la capital, que se produjo el 15 de agosto de 1914.

El Triunfo de Carranza (1914-1919)

Pronto surgieron diferencias entre los revolucionarios, divididos en tres grupos: los villistas, que ofrecían un programa
político y social poco definido; los zapatistas, que mantenían los principios formulados en el Plan de Ayala; y los
carrancistas, vinculados a la burguesía y deseosos de preservar los beneficios obtenidos por los generales, empresarios y
abogados adictos a Carranza. En la Convención de Aguascalientes, en noviembre de 1914, se acordó el cese de Carranza
como jefe del Ejército constitucionalista y de Villa como comandante de la División del Norte, así como el nombramiento de
Eulalio Gutiérrez como presidente provisional. Carranza se trasladó a Veracruz, Gutiérrez llevó el gobierno a San Luis Potosí
y la ciudad de México quedó en poder de Villa y Zapata, cuya colaboración inicial terminó un mes más tarde con la salida de
ambos de la capital y la reanudación de las hostilidades.
Con los decretos de finales de 1914 y la Ley Agraria de enero de 1915, Carranza ganó para su causa a amplios sectores de
la población, mientras los ejércitos carrancistas al mando del general Obregón ocuparon Puebla el 4 de enero de 1915 y
derrotaron a Villa en Celaya, Guanajuato, León y Aguascalientes, entre abril y julio del mismo año, por lo que Estados
Unidos reconoció al gobierno de Carranza en el mes de octubre. Villa inició en el norte una guerra de guerrillas y trató de
crear conflictos internacionales con Estados Unidos, cuyo gobierno, en 1916, envió tropas en su persecución, aunque éstas

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no lograron capturarlo. En el sur, Zapata realizó repartos de tierras en Morelos y decretó algunas medidas legales para
intentar consolidar las reformas agrarias y las conquistas sociales logradas, pero también los zapatistas fueron derrotados
por las tropas constitucionalistas al mando de Pablo González y obligados, entre julio y septiembre de 1915, a replegarse a
las montañas.
En septiembre de 1916, Carranza convocó un Congreso Constituyente en Querétaro, donde se elaboró la Constitución de
1917, que consolidaba algunas de las reformas económicas y sociales defendidas por la revolución, en especial la
propiedad de la tierra, la regulación de la economía o la protección de los trabajadores. En las elecciones posteriores,
Carranza fue elegido presidente de la República y tomó posesión de su cargo el 10 de mayo de 1917. Zapata mantuvo la
insurrección en el sur hasta que, víctima de una traición preparada por Pablo González, cayó en una emboscada en la
hacienda de San Juan Chinameca, donde el 10 de abril de 1919 fue asesinado.

Los sonoresenses

Durante las décadas de 1920 a 1940 en México, sucedieron profundos cambios, algunos de estos imaginados y anticipados
durante el desarrollo de la gran movilización social ocurrida en nuestro país, conocida como revolución mexicana. Estos
cambios ocurrieron en las instituciones, en la sociedad y en la economía.
En este periodo se fundaron los cimientos del México pos revolucionario y pueden identificarse con claridad dos etapas: la
que transcurre entre los años de 1920 a 1935, enmarcada por la hegemonía sonorense, y la que transcurre a partir de la
segunda mitad de los años treinta y durante los años cuarenta, la cual se identifica en gran medida con el Gobierno Nacional
Cardenista.
El régimen de los sonorenses fue el grupo conformado por los gobiernos siguientes a la revolución Mexicana, estos eran
Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y los tres gobiernos posteriores llamados del Maximato porque era sabido que seguía
siendo Calles el máximo líder, aun por encima de los nombramientos oficiales. De 1920 a 1935.
Durante este periodo nuestro país fue gobernado por líderes sonorenses de la revolución mexicana: Adolfo de la Huerta,
Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez. Los presidentes
sonorenses orientaron sus esfuerzos principalmente a lograr la estabilidad política y social del país después de diez años de
guerra civil, y a construir un nuevo orden político y social en el territorio nacional.
Aunque los vínculos políticos y sociales entre los revolucionarios sonorenses eran fuertes, entre ellos y sus aliados a nivel
nacional se fue generando una situación de competencia por el control del poder político. Una expresión de estas rivalidades
es la muerte prematura del general Álvaro Obregón; asimismo, el llamado Plan de Hermosillo, el cual es parte de la
Rebelión Escobarista organizada contra el dominio de Plutarco Elías Calles, es otra expresión de estas confrontaciones. En
esta etapa ocurrieron también otros hechos históricos sobresalientes en términos socio-políticos como la creación del
Partido Nacional Revolucionario.
Las bases que consolidaron a este régimen por un buen tiempo en el poder fueron el ejército, la policía y el control de las
masas obreras y campesinas a través de los sindicatos y ligas agrarias. En cuanto al exterior tuvieron una obsesión con
Estados Unidos por el reconocimiento, algunos analistas dicen que este régimen tuvo todas las características de un
“régimen bonapartista”.
Desde entonces hasta su expulsión del país en 1936, Plutarco Elías Calles jugó un papel clave en la política de México.
Entonces se le conoció como el Jefe Máximo de la Revolución y como el Maximato. En 1932, Pascual Ortiz Rubio renuncia
a la presidencia, después de no soportar la injerencia de Calles en su gobierno. En su lugar es nombrado presidente interino
el general Abelardo L. Rodríguez, que se ocupa de los asuntos administrativos, y Calles de la política nacional. En esta
época se modifica el artículo 3 de la Constitución para la enseñanza de la educación socialista.
En 1934 Calles postula como candidato a la presidencia al general Lázaro Cárdenas, con el llamado Plan Sexenal.
Cárdenas es elegido y Calles le impone gente de su confianza en el gabinete presidencial. La madrugada del 10 de abril de
1936, Cárdenas, acompañado por un cuerpo militar, saca a Calles de su casa en pijama, [] y lo lleva hasta un avión del
Ejército Mexicano que lo llevará a California. De esta manera Cárdenas expulsa del país a Calles y pide la renuncia de todos
los callistas en su gobierno. Plutarco Elías Calles fija su residencia en San Diego, California y regresa a México hasta que el
presidente Manuel Ávila Camacho, al final de su mandato, le permite de nuevo residir en el país adonde regresa gravemente
enfermo. Murió el 19 de octubre de 1945.
Los sonoresenses fue un grupo político que tuvo el control del país y el desenlace de México, fue este grupo quien
estableció leyes y normas en favor de la burguesía que a ellos favorecía, y que gracias a esto se configuro un grupo fuerte
de personas que se ha ido traspasando el poder de generación en generación no hay que olvidarse de quienes lucharon en
la revolución mexicana fue el grupo menos favorecido cuando se consolida un poder.

El desarrollo en Sonora 1920-1935

Durante los años 1920-1935 el territorio sonorense también vivió cambios trascendentes: el predominio a nivel nacional de
los grupos políticos encabezados por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, favoreció la estabilidad socio política y
económica en el estado a través del control que tanto Obregón como Calles podían ejercer directamente a nivel local sobre
los políticos.

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A nivel nacional inicio en estos años el proceso de incorporación de obreros y campesinos en organizaciones de masa como
la Confederación Regional de Obreros Mexicanos, con el fin de asegurar que las necesidades y demandas de estos amplios
sectores sociales se mantuvieran bajo control y fueran canalizadas por una vía institucional.
Además de estos procesos que dan cuenta de las alianzas establecidas entre sectores sociales y políticos, en estos años
también se presentaron conflictos en el estado, los cuales expresaban desacuerdos de sectores sociales importantes frente
a las decisiones políticas tomadas por quienes ejercían el poder.

Es importante destacar aquí que en el periodo inmediato de la Revolución Mexicana, los gobiernos consideraron más
importante apoyar el desarrollo de los pequeños propietarios para que se transformaran en agricultores innovadores,
modernos y dejaran atrás sus anticuadas prácticas productivas. Aunque la aparcería y el arrendamiento eran predominantes
en el estado como formas de acceso a la tierra, los valles del Yaqui y del Mayo representaban una excepción porque en
estos la pequeña propiedad había empezado a establecerse con vigor desde el Porfiriato, y fue aquí donde el desarrollo
Hidro-agrícola de Sonora comenzó a mostrar un nuevo rostro.
No obstante el evidente apoyo gubernamental a las pequeñas propiedades agrícolas, una parte sustantiva de la población
que habitaba los extensos valles del sur de Sonora se constituyó en gran bastión de la reforma agraria cuando el agrarismo
tomo un nuevo impulso. La reforma agraria modifico el perfil de la tenencia de la tierra en Sonora al mandatar la formación
de numerosos ejidos.
El proceso más importante en estos años por sus efectos en los campos político, económico, social y cultural ha sido la
urbanización: la concentración de la población en ciudades.
Poblaciones han ido y venido a lo largo de este tramo del actual Pacifico norte mexicano. También han cobrado importancia
los migrantes que regresan a Sonora.
La incorporación -simultanea pero dosificada por sector de población laboral o por estrato socio económico- de los
habitantes de Sonora a los mercados nacional y los mercados lejanos, ha favorecido la circulación de satisfactores
individuales o grupales de música, las fiestas, el ocio y el trabajo. Así se halla la población menor de 30 años familiarizada
con la revolución de las innovaciones tecnológicas en el internet o red de redes y la computación. También la influencia de
los padres ha disminuido y la interacción con o mediante aparatos y medios electrónicos se ha incrementado a expensas del
tiempo de interacción familiar.

Guerra Cristera

La Guerra Cristera, Guerra de los Cristeros o Cristiada fue un conflicto armado interno ocurrido entre 1926 y 1929 entre
el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles, la institución de Iglesia Católica Romana, los creyentes católicos y los
presbiterianos.
Tuvo lugar en las zonas rurales de los estados de Aguascalientes, Guerrero, Colima, Durango, Zacatecas, Puebla,
Tehuantepec, Oaxaca, Jalisco, Nayarit, Guanajuato y Michoacán.
La Guerra Cristera fue el resultado de algunas medidas constitucionales y de gobierno anticlericales que tanto católicos
como presbiterianos consideraban que iba en contra de la libertad religiosa.
Puntualmente fue provocado por la ruptura de las relaciones de la Iglesia con el Estado, las medidas anticlericales de la
Constitución Mexicana y la Ley de Calles .
Como resultado de este episodio sangriento de la historia nacional mexicana se produjeron las siguientes consecuencias:
restauración de los servicios religiosos, movimiento migratorio a otras regiones del país y el extranjero o creación del
movimiento político Sinariquista de México.
Se estima que murieron 250 mil personas entre civiles y militares.

Causas de la Guerra Cristera

1- Deterioro de las relaciones con la Iglesia

El intento de separar el poder de la Iglesia y el Estado se iniciaron desde el mismo momento de la independencia mexicana
y tras varias olas liberales durante el siglo XIX.
Hubo también pujas políticas entre quienes estaban a favor y en contra del rol de la Iglesia en la vida pública.
Definitivamente, en 1857 la Constitución Mexicana reconoce la libertad de cultos.
En la Carta Magna de 1917 se da un paso más en cuanto al nivel de laicidad de México y se establecen otras medidas para
circunscribir sus facultades.
Así las cosas, la Constitución de 1917 había provocado tensiones en la relación entre la Iglesia y el Estado por cercenar el
poder y autoridad que había portado por siglos y que antes de la Carta Magna Predecesora, la de 1857, los liberales
buscaban limitar al plano individual del ciudadano.
A lo anterior hay que añadir un aspecto ideológico de Plutarco E. Calles respecto a su postura política. Calles era hijo
ilegítimo de un hombre alcohólico que abandonó a su familia a su suerte; su madre murió cuando él tenía dos años de edad.
Por su orfandad, Juan Bautista Calles, de quien toma su apellido, se encarga de él y le inculca su ateísmo y su odio contra
la Iglesia Católica (Aleteia, 2017).

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Unos años más tarde, adopta ideas socialistas en las que expropia a grandes latifundistas de sus tierras y aboga por un
principio de conciliación de sectores que le cuesta la enemistad con terratenientes y grandes acumuladores de capital.
Aunque nunca se consideró militante de esta ideología, sus acciones caudillistas y socialistas le valieron para ser
identificado a esta corriente.
De modo que sus situaciones personales, su cargo presidencial y el ambiente jurídico propicio, impulsan a Calles a
enfocarse en este aspecto de la vida pública de su mandato.

2- Medidas anticlericales de la Constitución Mexicana de 1917

La Constitución de 1917, México se estableció como una república democrática, representativa y federal, cuyo poder
soberano reside exclusivamente en el pueblo (artículo 40).
Además, se establecen otros artículos constitucionales que separan el poder de la Iglesia del Estado para garantizar una
nación laica.
Así las cosas, el artículo 4 reglamenta que la educación escolar de todos los niveles, primaria, elemental y superior, deberá
ser laica en instituciones públicas y privadas.
El artículo 24 concede libertad de culto a mexicanos y extranjeros en locaciones privadas o que sigan ciertas condiciones
legales.
Finalmente, el artículo 130 hace algunas disposiciones sobre la forma de adquisición de patrimonio de las iglesias, la falta
de reconocimiento de personalidad jurídica de las agrupaciones religiosas, su incompetencia jurídica para inmiscuirse en la
política, el matrimonio, etc.
Si bien estas disposiciones legales existían algunos años, fue en la presidencia de Calles en la que entraron en rigor, algo
que molestó a los católicos especialmente dado que constituyen la comunidad religiosa mayoritaria del país.

3- Ley Calles

La Ley Calles fue una Ley Adicional del Código Penal expedida el 14 de junio de 1926 y publicada al siguiente mes.
Comprende una serie de instrumentos para para ejercer severos controles, buscando limitar o suprimir la participación de
las iglesias en la vida pública (Explorando México, 2017); amparado por el artículo 130 de la Constitución regente.
El mismo día de la publicación de la Ley, suspende el culto público religioso y los templos se entregan a la Junta de Vecinos
(Cano Andaluz, 2006, pág. 44).
En vigor de esta ley, se clausuran 42 templos a nivel nacional incluyendo capillas en asilos privados, se cerraron 73
conventos y se obligó a los sacerdotes extranjeros a no ejercer el culto, expulsándose a 185 de ellos (Delgado Cantú, 2003).
Adicionalmente, limitó a un solo sacerdote por cada seis mil habitantes y se establecía que todos los sacerdotes del país
deberían registrarse ante el presidente del municipio donde oficiaran, pudiendo ejercer su ministerio solamente los que
contaran con licencia (Delgado Cantú, 2003).
Si bien el artículo 130 restringe las facultades clericales al ámbito privado, Calles sobrepasó sus competencias legales en
tanto que pretendió internarse en el ordenamiento de la institución eclesiástica, algo ilegal desde el punto de vista
constitucional.
Apenas días antes, el 22 de Julio, Calles expide el Reglamento de Escuelas Particulares sobre Enseñanza laica (Delgado
Cantú, 2003). Todas estas medidas restrictivas levantaron la furia e indignación de los creyentes católicos.

Consecuencias de la Guerra Cristera

El episodio sangriento de la Guerra Cristera que inició como manifestaciones de resistencia civil pacíficas, escalaron en
violencia y lo tornaron en una lucha civil interna que costó la vida de más de 250 mil personas entre civiles y militares
(Explorando México, 2017). Las consecuencias más importantes fueron:

1- Restauración de servicios religiosos y finalización del conflicto

En inicio con la Ley Calles, la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa abogó por una salida negociada a la
tensión.
Acató la Ley aún cuando iba en contravía de las directrices de la Santa Sede y le comunicó a esta última la situación política
internar, lo que se convirtió en rechazo del Vaticano a lo decidido por Calles.
A su vez, la Iglesia recolectó alrededor de dos millones de firmas de sus fieles para proponer una reforma constitucional.
El congreso denegó su petición por lo que optaron por un boicot económico altamente efectivo que radicalizó la posición del
gobierno y posteriormente de ellos mismos.
En 1929, Calles cede el poder a Emilio Portes Gil quien después de varios intentos de reivindicación, termina la Guerra
Cristera e inicia un período de “relaciones nicodémicas” entre estos dos entes, es decir, el Estado renunció a aplicar la ley y
la Iglesia renunció a disputar públicamente las condiciones impuestas (Explorando México, 2017).
Fuera del arzobispo, nadie del cuerpo eclesiástico haría comentarios sobre la política nacional.

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La Constitución no se modificó pero se reanudaron los servicios religiosos, se le permitió nuevamente a los sacerdotes
portar su vestimenta fuera de las iglesias y se suprimió la limitación del número de sacerdotes y la licencia requerida de las
que hablaba la Ley Calles.

2- Gran movimiento migratorio a otras regiones del país y el extranjero

Como es natural en tiempos de conflictos y tensiones políticas, muchas personas huyeron de su zona de residencia en
búsqueda de lugares más seguros.
Muchos mexicanos huyeron de la violencia y se refugiaron en Estados Unidos. Para 1930, más de un millón y medio de
mexicanos había emigrado al norte de la frontera (Mercado Vargas & Palmerín Cena, 2017), lo que constituía el 10% de la
población mexicana por aquel entonces.
En todo caso, habría que resaltar que no todos desplazados se trasladaron después de la Guerra Cristera.
El movimiento migratorio también fue entre estados de la república mexicana e incluso del campo a la ciudad. Recordemos
que la mayoría de católicos levantados en armas fueron campesinos y las batallas de la guerra tuvieron escenario en las
áreas rurales.
Con la pacificación entre el gobierno y la Iglesia, muchos de los católicos todavía alzados en armas fueron excomulgados y
perdieron sus puestos de trabajo en el campo por atender al llamado del combate.
Esta situación adversa motiva a muchos campesinos a migrar a las ciudades y buscar nuevas formas de sustento en ellas.

3- Creación del movimiento político Sinariquista de México

El acuerdo de las relaciones nicodémicas entre el Estado y la Iglesia en 1929 no fueron bien vistas por todos los obispos y
algunos laicos.
De esta inconformidad empezaría a surgir un movimiento legionario concentrado especialmente en las zonas más
conservadoras, católicas y de derecha de toda la Guerra cristera: Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Querétaro.
Este movimiento era la continuación de la Guerra de Cristero pero no desde la rebelión armada sino a través de las
directrices pacifistas de la jerarquía católica mediante la conciencia de las demandas sociocatólicas.
El 23 de mayo de 1937 se funda oficialmente este movimiento político, social y cultural cimentado en el catolicismo, el
fascismo, el anticomunismo y el nacionalismo.

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