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PROPIEDADES DEL TEXTO

1. Cohesión.- Es la propiedad textual que permite que las ideas (expresadas través de
oraciones y párrafos) estén relacionadas correctamente unas con otras y que sean,
en consecuencia, entendibles.
Para lograr que exista la cohesión en un texto existen diversos mecanismos. Se trata de
los elementos língüísticos tales como las recurrencias o repeticiones, las elipsis y los
Conectores, así como el uso adecuado de los signos de puntuación.
2.- Coherencia.- Es la propiedad del texto que permite identificar la unidad temática
y comunicativa que expresa el escrito o el mensaje oral. De esta manera,
es posible establecer que lo que se lee o escucha forma parte de un todo con sentido y
contenido, y no de frases o ideas aisladas que no tienen relación entre sí.
Para que exista coherencia en un texto es necesario que exista un tema general (que es el
asunto del cual se hace referencia). Este debe estar debidamente ordenado de acuerdo con
un plan, esquema o estructura discursiva que permita avanzar de manera progresiva en el
asunto y sin que haya rupturas o desorden.

Para lograr escribir textos coherentes, se debe desarrollar una estrategia enunciativa:
antes de escribir o hablar lo primero qué hay que hacer es pensar y, después, hay que
organizar el pensamiento en función de lo que quiere expresarse.

3.-Adecuación.- Es la propiedad del texto que tiene que ver con el sentido
comunicativo que quiere dársele al mensaje específico de que se trate. Para
ello, es recomendable que el enunciador tenga claro a qué enunciatario se dirige. Además,
debe tener bien definido el propósito del mensaje que quiere producir: explicar, conmover,
persuadir, demostrar. Por último, quien produce el texto debe utilizar el registro*apropiado al
contexto en el que se produce el mensaje. Esto último significa considerar el lenguaje y el
vocabulario apropiado a los fines comunicativos.

De esta manera, habrá textos que pueden considerarse como adecuados para el ámbito
académico y otros que se utilizan en espacios específicos como redes sociales (por ejemplo).
La diferencia entre uno y otro está en los fines que se persiguen y, desde luego, en los
matices: el tipo de lenguaje que se utilice y el sentido que se dé al mensaje en su conjunto.
Lo importante, cuando se trata de adecuación, es entender que es a partir de un contexto
determinado que el enunciador define el rumbo de su acción y, por ejemplo, las palabras que
utilizará para hablar o, incluso, el tono en que lo hará. Así, cuando se produce un texto oral o
escrito hay que tener bien claro “en donde se está parado”, quién es el enunciatario o
enunciatarios y, desde luego, cuáles son los propósitos comunicativos que se persiguen.

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