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EL MILAGRO GRIEGO 25

Para alentar su desarrollo interviene además un do-


II ble fermento que reúne en equilibrio justo el senti-
miento religioso y el sentimiento cívico: las fiestas
EL MILAGRO GRIEGO dionisíacas y la institución del arte coral que de ellas
\ deriva.
Las fiestas dionisíacas nunca han dejado de ser Z V ^ " * ^ 3 0

Los ERUDITOS acostumbran a fechar el primer con- consideradas como ceremonias religiosas, y los con- ¿u-. ~~~¿f"-
curso dramático en los años en que se celebró la cursos dramáticos organizados con esta ocasión, como '-~ ^
L X I Olimpíada (536-533 a. a ) . Algunos, dando parte del culto. Celebrar a la divinidad ha sido des- f '
unos pocos años más de antigüedad a la tragedia y de todos los tiempos, a pesar de la brutalidad de sus A A

situando en el Peloponeso su lugar de origen, atri- prácticas y del cinismo de sus celebrantes, el f i n prin-
buyen a Pisístrato el honor de su introducción en el cipal de las dionisíacas campestres; eran regocijos
Ática, al mismo tiempo que instituía las dionisíacas agrestes que hacían levantar, en las modestas aldeas,
urbanas. Otros, más prudentes, se limitan a señalar, humildes tablados, y escenarios duraderos en las más ,
bajo el testimonio de Suidas, que la LXTV y la L X V I I importantes. De modo semejante, las fiestas lemas ( <s<\ * ¿0 ,
Olimpíadas consagraron la victoria de los poetas trá- tenían intenció¿reEgiQsa. $e_celebraban durante~el ^
gicos Querilo y Frínico. mes GameliónTenero y febrero) y comprendíañ/des-
) Algunos lustros más tarde las condiciones del am- pués de; íoTexcesos de un cortejo carnavalesropTa
biente siguen siendo las mismas: sobre todo, el suelo solemnidad de un c o n c u r s ó l x á g ^
del Ática, suelo de líneas netas, u n poco secas, pero jor aun, las dionisíacas urbanas, con los grandes
cuyas curvas y salientes se unen siempre armoniosa- panateneos, eran las más suntuosas entre las fiestas
mente bajo el cielo más límpido y luminoso que pue- áticas. En el hervor primaveral del mes Elafebolión <f
da imaginarse. En segundo lugar, la raza, en la que (marzj>abril), la procesión de Dionisos Eleutéreo y ,
se unen, en dosis comedidas, la imaginación sutil, sü desfile de sacerdotes, de magistrados, de efebos,
el impulso sensible del jónico, y la gravedad, la pon- de canéforas y de coregas vestidos con trajes res-
deración, el juicio frío y maduro del dórico. Y por plandecientes precedían los concursos ditirámbicos en
r último, la ciudad, esa forma social común a toda que se enfrentaban alternativamente los niños y los
la Hélade, pero que no pertenece más que a ella; la hombres, para finalizar con las representaciones dra-
ciudad libre, donde los ciudadanos son iguales y en máticas.
la que el primer rango pertenece no a los reyes y los Una emoción sagrada exaltaba al pueblo de A t e - f\i<("Asi
señores, sino a los dioses, y donde los edificios prin- ñas, y acodos los griegos venidos de las ciudades JU^O^^-
1

cipales no son los palacios, sino los templos. próximas o lejanas, que, desde el alba hasta la no- í í f ^ *
La sabiduría de Solón acaba de dar a esta teocracia che, durante tres días asistían al espectáculo. "3 <A > <=^
sus leyes profundas; Pisístrato y sus hijos la han he- A l mismo tiempo, y gracias al arte de los coros, el ) c ^ , 4 -
cho próspera con su habilidad de dirigentes. Y la espectáculo revestía el carácter de una obra colecti- ' ~
energía de un Harmodio la libró de los últimos lazos va en la que toda la ciudad tomaba parte. El arte
tiránicos, en espera de su magnificación gracias a la de los coros era una de las liturgias ordinarias. De-
victoria sobre las hordas de jerjes. signados por el arconte epónimo, los coregas trágicos
Tal es la tierra en que floreció el teatro griego. y cómicos reclutaban los miembrosjdel coro, asegu-
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cJ. ¿\; ¿j}


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raban un local para sus ensayos, los retribuían igual cuerdo de las comedias representadas en carretas
-.que al flautista y los alimentaban y les proporciona- por los habitantes de Icaria, inventadas por Susario,
ban trajes. En todo caso, si el Estado_r¿agaba el sa- que obtuvo como premio un paquete de higos y una
lario y el vestido de los actoresT^rcorega^hacía eT
ánfora de vino. Estos concursos iniciales pueden re-
gastoae los papeles mudoTyTos comparsas.
montarse a la L U I Olimpíada. En un principio, la
" ^ ú n q u T s ó l o t o s atenienses ricos —aquellos cuyo
delicadeza ateniense se apartó de los espectáculos
capital gravable pasaba de tres talentos—• podían ser
cómicos. Éstos no fueron admitidos entre los juegos
designados para este cargo oneroso, el conjunto de
oficiales sino muy tarde, a mediados del siglo v. Sin
los ciudadanos estaba representado en ellos. A su
vez, los directores del coro eran escogidos entre los duda, fue entonces cuando, ensanchando su domi-
jóvenes de Atenas. La voluntad de toda una ciu- nio, adquirieron un carácter social. Las cuestiones
dad^de todo un pueblcTcuidadoso de su grandeza", que trataban y las ideas que evocaban materialmente
concurría al esplendor del teatro. Esa voluntad fiaría —ya fueran artísticas, filosóficas o políticas— inte-
dé~el7poco a poco, el arte supremo. resaban a la ciudad misma, y suscitaban un eco
•A Hemos visto a la tragedia surgir de las danzas apasionado en el espíritu de los espectadores.
campesinas, y, más directamente, del coro ditirám- La tragedia reunió inmediatamente todos estos ele- i ,
bico. El drama,satíricoatiene raíces semejantes. De mentos. Cuando los corodidáscalos se propusieron i~'., <, 0

/y enriquecer su repertorio, buscaron sus temas en las ^ , . ¡ . v


la lejana parodia de las bestias, de Ta imitación de las oí ff

antiguas leyendas que glorificaban la raza de los pue- ~


UN. <• cabras
' y saltarinas en que se adiestran los habitantes
blos helenos. Acudieron a esas leyendas en virtud
y de las campiñas durante las fiestas de Dionisos y de J

i » y Deméter, nacieron las danzas de trasuntos del dios de una transición natural. Desde hacía largo tiem- :¡ **""'
! 5?

Pan y de sátiros de los coros fálicos y dionisíacos, po, y mucho antes de Tespis, los rapsodas que can- .,
- los sicinios que inspiraron a Pratinas el género inter- taban los poemas de Homero eran admitidos como f-ktwtte-
medio con que desde entonces se completó la te- contrincantes en los concursos públicos. Para triun- _ "
tralogía. far, debían esforzarse uniendo a sus cualidades de ( A

dicción otros méritos diferentes, sobre todo los me- . '


Las bufonerías rústicas de Cordado, que fustiga- dGSTcTe expresión que les proporcionaban el gesto, \,
ban los vicios humanos y los cuerpos deformes, el las inflexiones de la Voz y los cambios de tono a que *'' 1
juego del odre y otros pasatiempos populares con se presta el ritmo de los diálogos épicos.
que los habitantes de los burgos celebraban a Dioni-
Sin detenernos en la opinión, según la cual los
lof en las Ascolias son los auténticos antecedentes
fragmentos de epopeya eran a veces cantados en co- \)^ | ,^.
, de la comedia. El día de la fiesta de los caes (el
C 4W

mún por varios rapsodas, se concibe muy bien el c \ ,


s

segundo de las antesterias) los viñadores, ebrios de


d

carácter dramático que podía revestir la declama- ^ycWáA*.


t

vino nuevo, se convertían en improvisados actores.


ción, aun la de un solo rapsoda, y resulta explicable vs«
A

D e j d e j p alto de los carros que Jos transportaban, con


cómo debió producirse el acercamiento entre la de-
flrojtró untado JeTo^eces_ del xino, abrumaban
clamación y el ditirambo. El día en que un recita- ,
dH| élfCiimoi y bromas a los plácidos espectadores.
L a x 0

dor intercaló episodios en las evoluciones del coro, * ^ ^


'"• \m MPtcie de desfiles agrestes con que se diver-
v

la maténa^pica apareció como el alimento n o r m a l


da •! pueblo alcanzaron muy pronto una forma más
(

de los nueyos espectáculos. " "


refinada. Loa mimóles de Paros perpetúan el re-
Para Hacer vibrar'alpueblo ateniense, nada podía
EL MILAGRO GRIEGO o
28 E L ARTE TEATRAL
ser más eficaz que la escenificación de las fábulas el théatron o cavea: es el plano completo del teatro ^j?
maravillosas y patéticas que servían de alimento a antigua -V-^ - ^ ° ^ u

su espíritu, aquellas cuyo simple relato les llenaba Así, casi espontáneamente, gracias al ambiente ° _ ! — v

) < ^ v , de entusiasmo, recordándoles sus orígenes sagrados.


r
favorable que halló de pronto, el arte teatral a l -
N *v^ M u y pronto, por lo demás, la historia inmediata to- canzó su grandeza y desarrollo tal como lo practica-
i ^ * ^ maría ante el pueblo ese mismo carácter milagroso, ron los griegos. Todos sus órganos fueron surgiendo
y la^xtraordinaria aventura de las guerras medicas racionalmente, unos de otros. Enriquecidos con nue-
será digna de haUar_iin_sitio e n e l ciclo trágico. vas posibilidades, permanecieron en estrecha depen-
Es la época en que algunos hombres geniales, sos- dencia recíproca; las particularidades del espectáculo
'^>f tenidos por la ambición de agradar a ese público condicionaron los detalles arquitectónicos, y éstos, a
singularmente artista, y empujados por la emulación su vez, acrecentaron los recursos de aquél.
de los concursos, perfeccionan la forma del drama. Como los monumentos que se yerguen en la Acró-
Dosificando, equilibrando los elementos del coro, y polis, como las estatuas que la adornan, y aun como
no satisfechos con alternar monodias y coros, intro-
> 0 las simples ánforas de terracota, de gálibo calculado
l_' \Q dujeron dúos, que provenían de lt»^nrigtias ganfos para una justa medida de vino de Parnés, el drama
»<d ° . T í^f^beoj- Poco a poco esto los Üevó lógicamente a clásico sigue siendo uno, en toda su complejidad.
^ % *t° darmás importancia a los diálogos declamados. Con Sus partes se enlazan y se determinan. f
tal designio, Esquilo introduce el segundo actor, que El coro que dio origen a la tragedia queda en la 'y
' ^ en adelante comparte los papeles y conversa con el basé deíá unidad armoniosa. Constituye su osamen-
\o y multiforme intérprete inicial, reducido hasta ta. Podría decirse que es el templo mismo, templo ^ a u

c' ' * ¿<r entonces a las solas réplicas del coro y del corifeo. del que el diálogo y los demás elementos forman el
1 < ^ La acción ganó con ello en variedad, en sutileza, en decorado. Es el nudo que liga entre sí todas las fa-
amplitud. ses de la acción dramática y las modalidades de su c^,+ -< * a

Para dar cabida al mismo tiempo a dos interlocu- desarrollo; hacia él convergen también los detalles
\ tores, el pfímlfívó~tablado de~Tespis resÜTtaDaTde- de la escenificación. f yj / ¡ f
\C>c»ei°i masjado estrecho. Hubo necesidad^a^aj^ndarlo: asi Materialmente, el coro se coloca en el centro del ( ¿'i ; v o 1

t-^Wo lurgkS elTógeion. Y para^cílítar e l c^pló~d e tra- teatro, en el círculo perfecto de la~orquesta, y no se y-¿^ y^/ j *
o.V"* íei» ahora más frecuente, asi cómo las eñtraSfiaYTas
9 aleja de allí hasta el desenlace. Los corifeos, con Y.s^U-'\
lalidaa de lojLpersoiiajeíi^^ sus comentarios subjetivos y las réplicas que cambian ¿ ^ < -*
v

Y&*e' originalmente, bastabajina sencilla tienda de campa- con los intérpretes, establecen la continuidad del dra- y >&>
^V^v* na, qOetuefiO l VttinvTrfíóen una "Barraca' deTtabfas.
0 ma. Sus cantos y sus danzas, el fárodoi que viene
'°¡Vo^°' la skenu^ c o n t r a U que aprvynhq P1 tahUÁn Ante a s e r l a iñtroduccioñ~v los tres stásimd que dividen r s ¿
'j<S^X,/) d l a s e j e d o n d e é la orcheicra, pista circular en que los episodios, proporcionan el ritmo sobre el que se p ^ .
M T ^ - Í ^ evolucionaba el coro, idéntica al ¿rea en que se rea- regula todo el espectáculo.
lizaban las primitivas danzas cíclicas. Como los ssr A su lado y por encima de ellos, alineados sobre ..-^ -3
o*? ^ 0 pectadores eran cada vez más numerosos, y con la el logeUm, los actores aparecen como un friso vivien- ^\ " !A

K intención de permitirles contemplar mejor el espec- te que se desenvuelve en cinco grandes paneles: el \,, :vr íV

r {. i •' táculo, se dispusieron finalmente u n a s grarWíac qp» prólogos, los tres epeisódia y el éxodos. Tres actores ' \ ,
? Y rodeaban a la orquesta en semicírculo. Así se inicia desempeñan todos los papeles, ayudados por unos 4

LIA
• C O ÍA 'A t^yy
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>\,Aifi>(W> cuantos comparsas mudos: confidentes, servidores. comendaban a la benevolencia del público. T a l era el
, , La mímica, la sjmj¿e djsck canto acom- praason o preludio. El espectáculo podía comenzar.
•j. < pana3o~de lajrnúsica y el recitativo sostenido jpor el ~~ D u r a n t e j a edad básica, el teatro fue demadera.
v A son dgjBTflauta completen, vigorosamente acusados, Es u n instrumento y no un monumema~~Naá á~cÍe ,

la araroraía del cc^unto. ~ ellos queda, como es natural. Pero las ruinas dejos
~TaT edificio tiene su maestro de obras: el poeta. teatros de piedra, que se comenzaron a coretrjjjtjgn
Relacionado con el corega. a quien ha solicitado un el siglo rv siguiendo su moSefo, j r jasjjdeduccjcxries,
coro mediante el arconte, no se contenta con aportar de ios arqueólogos permiten la reconstrucción. ¿* Oi»»'*^
su texto. El es quien instruye a los corifeos, invente El teatro de I^onisos que se elevaba en~Atenas,
los pasos, escenifica y asume ios papeles del prote- en el témenos de Dionisos Eleutéreo, apoyaba sus 1

jo gonista. Esquilo fue a la vez autor compositor, maes-


T
graderías, su oavea, en la roca del Acrópolis. La pen-
¡A, s tro de danza^director y actor. Sus sucesores lograron diente de la famosa colina donde la cavea y las í <r <> <>
lfr eTu^kI¿irí3¡riina. función. El jetado les designaba
b
graderías habían sido talladas, reemplazaban venta-
% * el protagonista, que tenía a su cargo la dirección josamente el andamiaje de madera que, al decir de
i de la compañía e interpretaba la obra. Pero los poe-
Á
Suidas, se vino abajo durante la L X X Olimpíada
tas conservaron largo tiempo los demás cargos. _Lo (500-497 a. a ) , mientras Pratinas competía contra
mismo se les llamaba "directores jdje,_escéna.",_ que Esquilo y Querilo, Pero los bancos dispuestos en
"poetás^T Paraellos, la forma-de un coturno tenía semicírculo, que corrían a lo largo de los taludes,
tanta "importancia como lajle_jin_yerso, y el movi- eran de madera. Las escalinatas practicadas entre
miento de una danza tanta como e l ritmo de una
-
ellos, para facilitar la circulación del público, recorta-
fráseT Concebían sus dramas en el equilibrio de sus ban secciones regulares, como trozos de pastel. Oí- 'rs*
elementos literarios, musicales y visuales, y conce- Abajo, sobre la tierra apisonada, la orquesta tra- I , /"' ••• ¡o
dían a cada uno de ellos igual valor; era muy natu-
zaba un circuló" de unos veintidós metros de diá-
ral que vigilaran con el mismo esmero cada uno de
nñeTfoT^ordeado por una balaustrada" de piedra con
los detalles de la realización.
el altar de Dionisos ( t i mel t ) en el centro.
M) • Para percibir esta exacta concordancia, es necesario
Tangente a ésta circunferencia y frente a los es-
imaginar una representación tal como era preparada
y ejecutada. pectadores, se eleva un alto tabique, tras del que,
en un edificio de dos pisos (la skemé), se hallaban A<
\, Tres poetas tomaban parte en el concurso trágico; los camarines, la sala de los actores y los almacenes. "> ^ - v /
A cada uno de ellos aportaba tres tragedias y üñ drama Sólidópárpésar de estar construicTocon tablas, este E « r f ¡ 7
i^ tA
K satfnco (latetralogía,que originalmente abarcajaun edificio soportaba, aparte de los decorados, una ma-
^ ^ ^ f O ' . P ^ t o s é m z o libre); el concurso cómico quinaria bastante pesada. Varias puertas daban a
> ^fe/* también InclufaffteJ poetas que sometían una come-
0 un estrado estrecho y largo, el proscenio o lageicm,
> ,' dia cada uno. La tetralogía, seguida de una comedia, que se alzaba a un metro del suela *
proporcionaba espectáculo abundante para cada una Ha corrido tanta tinta en pro y en contra del
de las tres jornadas. U n a vez terminados los ensa- logeion. que bien vale la pena detenerse un momento
yos, los poetas se presentaban rodeados por actores y en la controversia. El sabio alemán Dorpfeld ha >
corifeos; se nombraba y mencionaba a sus colabo- negado que el logeion sirviese de escenario a los ac-
radores, tras hacer un resumen de sus obras y se re- tores, los cuales, según él, compartían constantemen- ó
v
!
J r a — v ^ ' ; : Y ' C - ^ ^ ' f e As
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32 E L ARTE TEATRAL JF^'í»* '.«v -
puede suponerse, que pintaron Agatarco de Samos \/i>j&ñ
te con los coreutas l a parte posterior d e la orquesta, ^ , . v y sus primeros émulos, pero cuyos vivos colores su- r /y ~e s
a )r €

comprcñcfidjLjentrcja tímele y la. sfcene. 'Esta"tesis-(¿ ¡ gerían poderosamente la suntuosidad o el horror. A l s^tos»*--
cuenfíTcon partidarios y enemigos eminentes. De '-¿Zi f
telón de fondo se añadían los periactos, especie \r ^ t v . * .
g

todos modos, es difícil ver en esta discusión algo de bastidores colocados jobre ejes. T o s periactos eri- ^ .
más que el deseo de echar abajo ruidosamente ideas gían sus prismas triangulares en los dos extremos V ^ I A C ? ^ ? .
habitualmente admitidas. del logeion, _j_gíraban sobre sus ejes para presen- to<^ '* ^ v£ v

Dórpfeld deriva sus argumentos de las observacio- tarT^selurTTás nejcesik^^ Wovt Us>
nes hechas sobre el proscenio de piedra de los teatros
inscritos en~cada una de sus caras. Proporcionaba ^ *
de los siglos ni y n. Este proscenio, muy estrecho,
1v <&3

también entradas laterales a los actores, además de


elevado y desprovisto de escaleras, no podía prestar-
las puertas centrales de la skene, cuando la acción uit. — LK>
se a las frecuentes comunicaciones requeridas por
Q

\l drama lo requexía. f ^ ^ V ^
las antiguas tragedias —diálogos y aun luchas—en-
Finalmente, la variedad de la maquinaria añadía ^ / ^
trelos^cjLQj£S_xfiÍJ^XffO' Pero en el siglo rii ya"el coro
4

^ su complemento de emoción: la sencilla plataforma 5 K^-JI


había desaparecido del drama. Esa comunicación no
< de la equiclemü, plataforma rodante cargada de peT-
tenía ya razón d e producirse.
<«- sonajes, que surgiendo de una puerta revelaba iríos e ^ u t r f e v ^
Por lo contrario, todos los escritores antiguos, des-
v-, ojos~d"e los espectadóréinc^ p ¡¿I* f^^-
de Aristóteles hasta Vitruvio, están acordes en colo-
\e iban a desarrollarse'al abogo de los" muros; la *-'9«-_f'
car a los actores sobre el logeion, reservando la or-
<r

(poíe^ ^ ser-
questa a~íos cantores. Asimismo, algunos alfareros
a t

•.i ^vfa"~para l evani ta r~]por~Tós' aires, en " e T extremó de Po'#<>


grabaron en sus vasos la imagen del estrado con sus T i una cuérda^a lós~cti5ses¡" y~a"Tós héroes, los Belero- f ' : ' " "^
ocupantes. Se necesita mucha buena o mala volun-
<r f fontes y los Perseos, que prodigiosamente aparecían
tad p a r a desechar estos testimonios casi directos en
v J

sobre carros o grifos alados; y otrasplatárorrhas '


favor de las hipótesis de un erudito d e l siglo xix.
f.^ situadas, en lo altó: el teologeion desde donde ha- -f ¡
Todo nos lleva a creer que el logeion de madera de
ro 0

- 3 biaban los personajes divinos, íajctistegfa)que simula- 'j-e<o* .'


la época clásica era mucho más bajo que el de las
^ _S ba las torres, las terrazas desde donde se oteaba y pl-,
construcciones macizas que siguieron. Démosle, pues,
3 se combatía; los escotillones) la escalera.de Caronte, ••*<<«
su función normaÍ~y tradicionálT La lógica nos lo
. que hacía sirrjgLjie^J^^ de í o « H
aconseja y el ritmo de la escenificación depende
r¡ losTnriérfos; y, por último, la placa de metaT sobre la v
de él.
; f

o que rodaba el trueno y las antorchas sacudidas que


Allí estaba, simple tablado de un metro de altura, w simulaban relámpagos. .
e n t r e l a orquesta, a la que se unía por unos cuantos
T a l era el marco. U n o puede imaginarlo así el P la* r<^
escalones, y la skene que le servía de fondo. día del concurso. Los rúsdcm_hancos de la cavea j /•
Desnudo o revestido de u n a simple colgadura, el
;

desaparecen bajo la vivaz y brillante policromía de (-^y<r


muro anónimo de l a skene no tuvo en principio
y

una multitud de treinta m i l espectadores? multitud ¿ r>u3^


nada que le diera personalidad —palacio, fortaleza
t

exuberante y tumultuosa que a la hora precisa expre-


o montaña—, aparte d e la imaginación d e los espec-
sará su aprobación con formidables aplausos, llama- ^ I
tadores. Pero pronto, y desde los tiempos dejfogui-
2

das__y_gritos. E n primera fila, entre los magistrados ^ . . / ¡ / - j


lo, el decorado vincTá precisar el lugar de lájLCCJón.
y los ministros de los cultos, el sacerdote de Dionisos '°
Se trataba d e un decorado muy convencional, según
4

1 *AJ' '

A -i 3_í OLÍ. / .-9/v •>• ($.€


34 E J / A R T E T E A T R A L E L M I L A G R O G R I E G O 35

Eleutéreo se ita en su cátedra, mientras el Dios Además, ahí estaban las(máscaras) Se considera H
mismo presi de, espectáculo. Su estatua^transpór-' el atavío de los actores como~TrnTmvención de los
tada Ta nocfi precedente por los ereBos, se yergue poetas. La máscara, derivada de los primitivos ma-
sobreTa ^Ea]0eIZ^^^^e^ empuñando sus Bas- quillajes con "que se iluminaban el rostro los tieles
tones, los ú&ducoTs vigilan al público, prestos a i n - en las tiestas dionisíacas, es ef~producto natural de s - > vj 0
tervenir, baTu4an3faen del arconte, si alguien se com- antiquísimos ritos. La máscara~heredó de ellos una
porta indebidamente. especie dejdignidad litúrgica que acrecentaba sTTpo-
I ^¿id*. Después de algunas ceremonias en honor de la der sugéstivo7~Arbitrana y estorbosa, con su armadu-
( ^ ciudad y de una libación hecha con la sangre de ra de tela endurecida con yeso que encerraba toda
, s. ^ot +t un cochinillo, la trompeta anuncia la primeraTlrage- la cabeza como un casco de visera, la máscará~exar
dia.~ Allá lejos, traTTa pistaTTÍmpia y vacía de la or- geraba, fuera de toda medida, la~ expresión fisionó-
" questa, la skene, que no oculta telón alguno, mues- mica, siguiendo ciertos detalles convencionales de bar
f tra la teIa_abjigjMTajdajdd pronto, sobre color o de líneas, aplicados de una vez por todas al
J • el ta&Tádq del_lo££^.n, aparecen los actores para él sexo, al humor, y aun a la condición social del per-
prólogo. Enormes y ma^ífTcós,"Ievanfados por las sonaje. Pero, al hacerlo, subrayaba el vigor sintético
A ^¡y^> '• gruesas suelasjriangulares de los coturnos, con el pe- del drama griego. / .
cho, el vieñtre, "lá~grupáTla^es|«lda^ los brazos y
r La
T - mascara
"-~---- tra
rrrr irá^ricaj coronada por el onooj/pirami-
las piernas acoíchaclos, y conTa catieH ocuha éh la dal queí alargábanla
b a l a f frente
i muy por encima de los 1

armadura d e j a nKscaraT comienzan a salmodiar con límites humanos, acababa de prestar ideal majestad
voz profunda y lentos ademanes." a los héroes y a los dioses que discurrían por el
El OnómasticólTSe FÓIuxT^lgunos otros documen- logeion. Después de los últimos" vers^s_jd4ljprolog^
tos escritos y, sobre todo, preciosos documentos grá- una pausa. Luego, de uno de los fwrodoiS que se
ficos o plásticos nos permiten reproducir con exac- abrían entre el proscenio y las extremidades"^del he-
¡r titud la apariencia de los actores griegps. En tanto miciclo, surgía el coro. J Los^orn£orj^ites_d^jcoro d i 3 á*4
que los j j c j o i g s _ ^ e J a l ^ con~sn traje 1 avanzaban con un ritmo lento, catees en^tres ojde
ordinario, simplemente exagerado o deformada_con cinco en cinco, precedidos por el oíiwjqüe sopla en ¿H S ¿vi
deTalTés caricatures"^ su dbbIé~fTauta. Sus vestidos, mas~lígeros y sutiles
nos del drama~satíricp, con trajes cortos, corüos pies que el imponente chiton de los actores, y las sanda-
desnudos y con pieles dejmimales, tratabarrderecor- lias blancas con que se calzan, menos altas que el
dar a los _espe^ad^es~su" origen agresteTlos trágicos coturno, dan libertad a sus movimientos y más sol-
trataban de señalar, corTtodos los detalles deIKTves- tura a su marcha.
timerifá, eTcaráctér sobrehunTanb de suTpersohales. Los (íoreutáj danzan en la orquesta mientras que
\0°) Si llevaban, como" en la vida real, el chiton. y .el el corifeCreScande versos anapésticos. Cantan alter-
epífeferrua, tales prendas (toga y manto) aparecían nando estrofas y antiestrofas; luego, divididos por
"adornadas con un lujo inusitado, t í chiton trágico mitad, se inmovilizan frente a lajkene.
$jy (poikilor) cayendo hasta los talones, con las mangas ¿ S e ( ¿Or « *
Entonces, cortados por los (ttósirruT/que reagrupa
\0) anchas a la moda oriental, se enriquecía con borda- el coro alrededor de la trmele/fos~épisodios se des-
n/j dos suntuosos y los más vivos colores resplandecían arrollan entremezclando los diálogos graves o anima- •¿^ 1 t "
^ « A sobre el ephlema. dos, los dúos ardientes y los solos desconsolados.
(Ar\{

. /
E L M I L A G R O G R I E G O 37
y f \6 p c E LA R T E T E A T R A L

O,/O"" Evoluciones escénicas muy simples concretan la Este equilibrio, gracias al cual el teatro alcanza la
u facción. " T a n pronto se realizan en el logeion, donde plenitud de su expresión, caracteriza al drama griego
^ y los personajés'se reúnen por las únicas puertas de la durante el siglo v. lo mismo que la obra de los ar-
skene, como se extienden hasta la orquesta, cuando quirectos, de los escultores y de los pihtóíesT Pero
los actores, rodeados por un cortejo o subidos en un a fin de alcanzar la perfección, tal forma no debe
^ carrOjjganan el proscenio por los párpdoi al que con- quedar inmóvil. Se modifica sin cesar, bajo la i n -
ducen unos cuajitosescáTones; cuando intervienen fluencia de las ideas y de las circunstancias, factores
• \ los corifeos, suben a su vezTá breve escalera y alcan- complejos que, manifestándose paralelamente en to-
y y san el estrado. Algunas convenciones sencillas como das las artes, precipitan no obstante su acción en la
r las de las entradas (la de la derecha daba a enten- tragedia. E n ella la evolución se precisa, en escor-
^ ^ der que se venía de la ciudad o deTcampo,~Ta de la zo emocionante, en las figuras de sus tres mayores
CsoS^^ izquierda, d^Qnígrior"~3e Ta casa o palacio) üyuda- poetas._______
ban a esclarecer el desarroIló~cleI" árgumento. Los
_
E l drama esquiliano está todavía atado a la áspera
¿i atributos divinos y los_accesorios d_e_Ios_héroes carac- majestad de los primeros templos dóricos, a la fron-
C(*£>& ° terizaban a j o s personajes.~Ea mímica de los princi- talidad de los Apolos, al estilo severo de las ánforas
(JÍXW< pales intérpretes, y Tos pasos"cadenciosos dHjcoro, panateneas. L a filosofía pitagórica que inspira al vie-
añadlarTj^m_eaIos expresivos a la palabra y a la jo maestro hermanaba el espíritu y las fuerzas de la
música. naturaleza bajo la ley de los números; la profunda
Pero siempre los poemas, los gestos, los movimien- devoción que anima sus obras, dirigida por los mis-
tos y los cantos se armonizaban en u n ritmo medido terios órficos hacia un concepto panteísta del uni-
'\\tl(m*t • de acuerdo con la sobriedad del marco y del deco- verso, le arrastraba comúnmente a generalizaciones
A- v , r t rado, para ofrecer puntos de apoyo simbólicos a la abstractas.
•flvjot*- imaginación que idealiza y se evade por encima de Asimismo, sobre el frontis del Partenón de Pisís-
t(ftr-f*- ellos. Todo concurre a tal resultado: la severa mé- trato, los primitivos relieves que representaban, según
)4**T* trica de los versos, el apacible dibujo de larñelodía. se dice, las luchas de Zeus contra Tifón y de Hera-
d¿fitf^ discretamenteescandida por~la flauta_oJadteja7Tas
K
cles contra Equidna debían alcanzar en la rudeza
\ lenta^jevoTüciones de la danza v tamEién la irreal de sus líneas escuetas, en la violencia de su policro-
f r c; i ? solidez de los traies". Tadeformación deliheraHa"~de mía, una grandeza salvaje que hacía sentir el peso
( o* ^ ''• las máscaras y hasta las particularidades técnicas, tan de fuerzas fatales. Así también, a pesar de la sonrisa
\(-A^( molestas en apariencia, como, por ejemplo, la íimi- que se esboza en sus labios, las figuras femeninas que
%jj/> tnción del númprn de los actorp»; (tres) o la estre- se libraron de la destrucción en la antigua Acrópolis
ne *<y chez m i s m a d e l ?ogeion_gue constreñía al director y que se hallaron enterrados cerca del Erecteo evo-
p^r ñ de escena a^isl^oiíaÓTíesde la más rigurosa síntesis. can, bajo la rigidez de sus largas vestiduras de plie-
yJÓ ^ Impregnado, además, de su carácter religioso ori- gues simétricos, la impasible dominación de lo divino
1 g ' ' ) guardando una gran^s^ilejjmjdjid en su céle-
na
sobre todas las cosas.
lo^ bración, y una grandeza austera, el espectáculo griego Torpes productos de una técnica todavía vacilan-
actuaba a la vez en el espíritu y en los sentidos del te, tal vez, pero expresión también de un místico
público, sacándolo poco a poco fuera de sí mismo ardor en que se mezclan a los recuerdos de los cata-
y haciéndole comulgar en una emoción única. clismos cósmicos, de una existencia aterrorizada de
38 E L A R T E T E A T R A L E L M I L A G R O G R I E G O 39

otros tiempos, las aspiraciones de un alma más cons- Policleto da vida a las suyas mediante secretos acor-
ciente de sí misma. des arquitectónicos, son los cuerpos desnudos que los
E l drama de Esquilo está construido con el rigor artistas han estudiado en el estadio los que les dan
arquitectónico de los monumentos arcaicos de colum- sus elementos esenciales. Y al transponerlos, los idea-
nas robustas. Hay en él su exacta simetría, hasta en lizan. Las exactas reproducciones de la forma h u -
la impecable correspondencia antiestrófica de los can- mana se eternizan con ritmo divino.
tos corales, su magnificencia austera, y, a veces, sus Esto es lo que realizará de modo soberbio el Par-
coloridos brutales. L a pompa del espectáculo, el gran tenón de Pericles, de Ictino y de Fidias. U n a atmós-
desarrollo de la parte lírica y la importancia dada al fera olímpica baña todavía esos mármoles mutilados.
coro no son solamente supervivencias de la manera E n la cadencia de sus líneas, en la pureza de su
ditirámbica, sino que aparecen como traducción del decoración, en su sencilla perfección, se refleja el
sentimiento relig oso del poeta, como voluntad de
;
entusiasmo sagrado de todo un pueblo.
imprimir a su obra un carácter hierático. L a misma llama ilumina las tragedias de Sófocles.
Pero mientras la tragedia esquiliana triunfa, un Empujado por la misma pasión colectiva, el genio
nuevo estado de espíritu sale a la luz. Maratón, S a - del poeta se ha liberado y se ha hecho más flexible,
lamina y Platea han exaltado en los griegos, y prin- suspendiendo su vuelo equidistante entre el cielo y
cipalmente en los atenienses que se hallaron a la ca- la tierra. " L a s fuerzas aplastantes que Esquilo des-
beza de todos en la victoria, ese orgullo nacional, cargaba como bloques sobre el alma humana — h a c e
ya latente en ellos, que iba a convertirse en poderosa notar Élie F a u r e — se desgajan con Sófocles para
levadura. L a prisa en levantar las ruinas acumula- compenetrarse y obrar unas sobre otras, para hacer
das por los bárbaros, la ambición de colocar su ciu- irradiar sus energías equilibradas en consciencia y en
dad por encima de todas las demás, suscitaron en el voluntad." Parecida a los templos de la nueva Acró-
pueblo de Atenas una actividad creadora de la que polis, la obra de Sófocles alcanza el acorde absoluto
surgiría la extraordinaria floración del arte griego. del corazón y de la inteligencia. Como ellos, sor-
Sin embargo, la conciencia de su fuerza no induci- prende por la simplicidad y la armonía natural de
ría a los vencedores a dejarse llevar por la tentación su forma. S i n embargo, las figuras que nos presen-
de un orgullo sacrilego. Si en adelante iban a con- ta viven con una vida sensible. Pero no han toma-
cebir más altamente su dignidad de hombres, no do de la realidad sino los ragos duraderos. Gracias
sería en detrimento de los dioses. Reconstruyendo a una síntesis reflexiva, el drama de Sófocles se
para sí mismos humildes casas de tierra y de made- mantiene en las regiones del arte universal y per-
ra, concibieron la idea de edificar sobre la Acrópolis durable.
una soberbia corona de templos marmóreos. S e pro- Pero un tóxico comienza a obrar y su acción res-
pusieron dar a la ciudad todo su esplendor. E l sen- quebrajará el hermoso edificio. ¿Fue Anaxágoras
timiento de contentación y de apaciguamiento que maestro de Eurípides, y Sócrates amigo suyo? Sea lo
experimentaron después del gran esfuerzo bélico se que fuere, el tercero de los grandes trágicos recibió
tradujo, en sus obras, en serenidad, una serenidad con hondura la impronta de las ideas filosóficas cuya
que se funda sobre una piadosa confianza. aparición contemplaba el fin del siglo v.
Por otra parte, cuando Mirón se evade de la rigi- Establecido el reino de la razón por la doctrina
dez arcaica y da movimiento a sus estatuas, y cuando socrática, hizo correr serios peligros al sentimiento. E l
40 E L A R T E T E A T R A L E L M I L A G R O G R I E G O 41

espíritu crítico — q u e más tarde será llamado espíri- las mismas fuentes, el teatro cómico no ha tomado
tu de examen— se prende a las antiguas creencias, nada de la tragedia a pesar de que emplea los mis-
modera los entusiasmos y contiene los espontáneos mos elementos. Concede al coro la misma impor-
impulsos de antaño. Deseca, empobrece la inspira- tancia, y amplifica sus medios, ya que en vez de
ción. Analizando los móviles humanos, acaba por quince coreutas emplea veinticuatro, haciendo alter-
disociarlos. A l frío mecanismo de la inteligencia nar igualmente sus evoluciones con el prólogos, los
opone los movimientos desordenados de la pasión; epeisódia y el éxodos de los actores. Igual simbolis-
y al precisar el primero, da valor a los segundos. mo, a despecho de la inspiración radicalmente dife-
Muy pronto la forma iba a vaciarse del alma que rente, en la arbitrariedad de los trajes y las másca-
la llenaba. L a vida interior escapará de ella. C u a n - ras. Y si algunas veces las réplicas cambiadas entre
do mucho, el elemento espiritual sólo se manifesta- los adversarios del agón — l a liza oratoria que cons-
ría en la superficie. "Praxiteles atrae el espíritu a tituye el centro de la acción— y los sarcasmos pro-
la epidermis de sus estatuas." Y a no serán traduci- digados por el coreuta en la parábasis conservan algo
das más que las expresiones fugitivas, accidentales. del crudo verdor de las mascaradas originales, u n
Pero, a fin de volverlas más atrayentes, se las fijará vibrante lirismo, una poesía completamente inmate-
en toda su violencia. S e buscarán los caracteres par- rial envuelve casi siempre la obra en una atmósfera
ticulares de cada fisonomía: se harán retratos. Y al ideal.
mismo tiempo, se exaspera la sensualidad. Los artis- Aristófanes alcanzó las más puras cimas de este
tas tratarán ante todo de complacer, y para lograrlo lirismo. Cuando satiriza brutalmente a Eurípides, lo
no desdeñarán ni las concesiones superfluas ni la hace porque advierte, en el escepticismo que le repro-
fácil habilidad. cha — s i n mostrar por su parte u n gran respeto h a -
Todo esto se halla en Eurípides. Los personajes cia los dioses en sus salidas de inmoderado realis-
ya no tienen de dioses y héroes más que el nombre. mo—, los fermentos destructores que romperían el
No son más que hombres que exteriorizan vigorosa- equilibrio armonioso que necesitaba su alma de ar-
mente sus pasiones, que aman, luchan y sufren con tista.
acentos verídicos, pero cuyos nervios, sentidos y r a -
zones obran solos, incapaces de percibir la armonía Sus previsiones no tardaron en realizarse. A la
superior, y carentes de alma. Guardando la forma acción de las doctrinas vinieron a añadirse causas
clásica del drama, Eurípides se recrea complicando políticas y económicas que precipitaron la decaden-
la acción y multiplicando los efectos. Emplea trucos cia. E l resultado infeliz de la guerra del Peloponeso,
teatrales que conmueven al espectador y efectos de la tiranía de los Treinta y el período de terror que le
decoración que le sorprenden; renunciando la seve- siguió provocaron a principios del siglo iv una crisis
ridad de los antiguos cantos, adopta una música de moral de la que el alma ateniense salió débil y em-
refinadas modulaciones. pequeñecida.
Sus contemporáneos no gustarán de él más que E n una población cansada de luchar, que se ha-
a medias. Puede verse u n eco de tales reservas en bía vuelto escéptica y frivola, parlera y razonadora,
Aristófanes, que representa la tradición frente a E u - a la que había de añadirse además una multitud de
rípides. L a representa en la forma de sus comedias extranjeros, ya no podía hablarse de u n esfuerzo
tanto como la define en sus humoradas. Nacido en común dirigido a la prosperidad de Atenas.
4? E L A R T E T E A T R A L E L M I L A G R O G R I E G O 43

El firme y tranquilo espíritu religioso de antaño % tonaron en su oficio literario; fue necesario que en
cedió su lugar a inquietas supersticiones que se ma- ¿ su lugar los directores de escena insuflaran a las obras
nifestaban en prácticas pueriles o « n ceremonias or- $ la vida que eran capaces de darles; ya no eran
giásticas importadas del Oriente. más que autores dramáticos.
Pero tal fondo turbio e inestable se revistió de una Por lo demás, su número se multiplica. " A h o ra
brillante apariencia. Muy pronto los éxitos obtenidos tenemos —decía Aristóteles— millares de jovenci-
en Corinto llevaron a Atenas la prosperidad mate- tos que escriben tragedias." Arribismo naciente. U n
rial. Las relaciones comerciales que se establecie- sentimiento se exaspera: el de figurar. Pronto se
ron con las ciudades, de Asia, de Fenicia y de Egipto extiende a los intérpretes. Los actores, reducidos
consolidaron esa prosperidad. Los armadores del Pí- primero a una situación subalterna, tomaron impor-
reo enviaban hacia todas las costas mediterráneas tancia. Para ellos se instituyen concursos especiales.
los productos de la industria ática. Es el reinado del Participan también en los honores oficiales. Sus nom-
nuevo rico. bres se inscriben al lado del nombre de los poetas
Si el Estado no emprendía ya vastas construccio- sobre las estelas de mármol colocadas en las cerca-
nes, los particulares decoraban magníficamente sus nías del teatro. U n día vendrá en que los actores
moradas y se hacían erigir sepulcros suntuosos. U n recibirán las coronas, cuando ya no se representen
lujo refinado se extendió mientras se propagaba la m i - sino tragedias antiguas. Porque en virtud de la mala
seria. La relajación de las costumbres suscitó las ' calidad de los nuevos dramas, será necesario recurrir
elegancias, la coquetería y los refinamientos melin- a las piezas del repertorio para dar interés a los con-
drosos. Se instauró toda una vida mundana, presidi- cursos dramáticos.
da por la mujer, cuyo reflejo está en la pintura de los El debilitamiento del espíritu cívico se traduce en
vasos con sus escenas ornamentales, de tocador y hechos muy significativos. Probablemente bajo el go-
de charlas galantes rodeadas de amorcillos alados. bierno de Demetrio de Falerio (316-307) es abolida
El decorado de la existencia ganó en sutileza. A las la coregia. U n personaje nuevo surge en su lugar: el
complicadas arquitecturas, en que las hojas de acan- agoneta, ciudadano rico que deseoso de atraerse el fa-
to desenvuelven sus volutas en las capiteles, respon- vor popular con sus liberalidades asegura por un año
den las actitudes lánguidas o vehementes de las es- la carga onerosa de preparar los coros líricos y dra-
tatuas. M u y pronto la supremacía de los lejanos máticos.
imperios fundados por los lugartenientes de Alejan- Pero la existencia de los coros está amenazada.
dro consumará la derrota del arte griego. De las Fundamento del drama y lazo necesario entre los
cortes opulentas de Macedonia, de Sicilia, de Egipto episodios, los coros han ido perdiendo su carácter
y de Siria se levantarán influencias discordes que unificador, y no son ya más que intermedios extra-
ahogarán para siempre el impulso puro del espíritu ños al tema principal. Durante el siglo ni desapare-
ático. cerán completamente, dejando su lugar al diálogo
Puede seguirse sin dificultad la lenta descomposi- dramático.
ción del teatro griego. A l desaparecer el espíritu Muy pronto declinarán rápidamente los mismos
colectivo floreció el individualismo. Se desvaneció concursos. Definitivamente vencida y'sometida, A t e -
el entusiasmo por las grandes obras y se acentuó la nas quedó reducida, después de las victorias mace-
división del trabajo. Los poetas del siglo iv se acan- donias, al rango de una ciudad provinciana, sin es-
44 E L A R T E T E A T R A L
E L M I L A G R O G R I E G O 45
plendor intelectual. Sus últimos poetas, al igual que
lado, y la materia de otro, influyeron alternativamen-
sus últimos artistas desertan de Atenas y se refugian
te. L a literatura entra en escena mientras florecen
en las capitales prósperas. A fines del siglo iv des-
las exhibiciones que halagan los sentidos. E l racioci-
aparecen las léñeos, y ras grandes fiestas dionisíacas
nar llevó el gusto h a c i a j o rarojr lo inédjto. Y el
se espacían, disminuyen, mueren.
arte teatral se descompuso, diluyéndose.
Aunque la ciudad hubiera permanecido libre, no
E n la cuna misma del drama se había introducido
habría podido subsistir el atractivo de las fiestas de
una criatura monstruosa. Obligado a padecer la te-
antaño. Entre las clases sociales surgieron abismos
rrible competencia del teatro profano, el sacerdocio
a causa de la desproporción de las fortunas. E l rico
se alzó contra él. L a tragedia, procedente del hieran
y el pobre no vibran ya en común exaltación. C a d a
de Dionisos, entró en el de Deméter. E l templo de
uno por su lado, corren hacia los placeres, y acaban
Eleusis se abrió poco a poco a representaciones es-
por reunirse otra vez en la trivialidad y en el l i -
cénicas, y la transformación del sentimiento religio-
bertinaje.
so, que se inclinaba a las novedades supersticiosas,
Los charlatanes, los adivinos y los ensalmadores
favoreció tales intentos. Turbios espectáculos en que
agrupan en las encrucijadas a la multitud supersti-
los sacerdotes, rebajados al papel de prestidigitadores
ciosa. L a gente se abre en círculo para distraerse
y charlatanes, se esforzaban en misterios degenerados
ante las bailarinas y los músicos ambulantes. Hay
para encender la curiosidad de los fieles mediante
pasión por los ilusionistas y los prestidigitadores, por
invenciones renovadas sin cesar.
Teodoro y Euríclides; y los atenienses acaban por eri-
Por su parte, los rapsodas, celosos del éxito de los
girles estatuas en el teatro, junto a los bustos de
poetas dramáticos, trataron de luchar contra ellos.
Esquilo. Las marionetas importadas de Egipto, pres-
Durante la C X V I Olimpíada mostraron sus espec-
tigiosas por su origen sagrado, hacen furor entre los
táculos sobre la escena y declamaron, a la manera
atenienses. A veces se las exhibe sobre la misma
de los actores, poemas de Homero, de Hesíodo, de
skene mientras los farsantes, los mistificadores y
Arquíloco y de Focííides, y hasta simples relatos
los mimos pasan de la plaza pública al foro.
de Herodoto. Para llamar la atención cuando era
Ocasionalmente se les llama a las fastuosas mora-
necesario, se servían de ciertos accesorios. Desde
das y a los palacios, donde bien pronto se instalarán
Demetrio de Falerio un mismo nombre servirá para
los bufones oficiales, junto a los grandes reyes. Y a
designar a los rapsodas y a los comediantes, y el
no habrá un solo festín digno de tal nombre, ni fiesta
verbo cantar faeidein) será reemplazado por la pa-
privada en que no figuren danzarines y comedian-
labra upokrinésthai, esto es, representar.
tes, conciertos y espectáculos donde todos los géneros
E l ditirambo se ha transformado. Sus autores lo
se mezclan.
ligan a una acción y lo dramatizan. A la larga, el
L a confusión de los géneros produjo la disociación
ditirambo aparece provisto de diálogo y de una es-
de los elementos del teatro. E l racionalismo socrá-
cenificación en que los cantantes se responden y dan
tico inició la decadencia. Eurípides, discutido por
réplica a los coreutas. Los temas no serán diferentes
sus contemporáneos, se convirtió en el gran hombre
a los del drama. Pero la música dominará en ellos.
de las generaciones siguientes, invadidas por el es-
Las voces de los intérpretes estarán "sostenidas por
cepticismo. E l nuevo estado civil consumó el des-
varios instrumentos. Se trata de una verdadera ópe-
astre. Se rompió el equilibrio. E l espíritu de u n
ra en la que ni siquiera faltan las deficiencias del
E L M I L A G R O G R I E G O
46 E L A R T E T E A T R A L 47

libreto. Se decía a manera de proverbio: " T a n tonto Sólo la verba casi siempre grosera y crapulosa de los
como un ditirambo." mimos y de las parodias, de toda la muchedumbre
Por otra parte, la música, que ha ganado en ri- de saínetes salidos de la fantasía de los faranduleros
queza expresiva y en virtuosidad, se ha liberado poco (melodramas, iliacos tragicómicos, sillos, grifos, dra-
a poco de la poesía y de la danza. Su rivalidad con mas cómicosatíricos) pudo conservar la tradición tea-
ellas viene de lejos. Ya Pratinas de Flionte, con- tral frente a las producciones delicadas de los le-
temporáneo de Esquilo, se quejaba de la indepen- trados, las obras sabias e ingeniosas, y los tiernos y
dencia que tenían los tañedores de flauta. La ins- sutiles diálogos en que Teócrito manifestará su ex-
cripciones corégicas nos dan curiosos testimonios de celencia.
la ascensión progresiva de los aleutas. Desde 350, Así se desgajó el drama en sus diversos elemen-
su nombre, que originalmente n i siquiera se inscri- tos: espectáculo, música, danza y literatura.
bía, precede ya al del mismo poeta. En el drama
instrumental el divorcio se realizó definitivamente.
La aléutica pretendió reemplazar, mediante la fuerza
y la variedad de sus modulaciones, el poder suges-
tivo de la palabra y de la mímica. Emancipada en
los juegos píricos, desarrolló en cinco partes o ac-
tos el combate de Apolo con la serpiente Pitón, an-
ticipándose en dos mil años a la moderna sinfonía.
Y el ballet surgió a su vez del coro. El gesto per-
feccionado de los bailarines prescindió del auxilio
de la palabra. Jenofonte ha descrito muchas de es-
tas danzas: el ballet de Dionisos y de Ariadna, por
ejemplo, era un divertimiento semibucólico y semi-
guerrero que mostraba a un labriego en lucha con
los bandidos.
En justa correspondencia, la tragedia acabó por de-
sertar del teatro. Durante los banquetes, una vez que
se levantaban las segundas mesas, se cantaban esce-
nas enteras de Esquilo y de Eurípides. Neoptólemo
recitó largas tiradas en el festín que precedió al ase-
sinato de Filipo de Macedonia, y Aristóteles declara
en su Poética que la tragedia también puede, al
igual que la epopeya, prescindir de la escenificación.
La nueva comedia, privada de los coros y despro-
vista de lirismo, se estancó en el estudio, ya por com-
pleto literario, de las costumbres y de los defectos
humanos. A pesar del talento de un Menandro o
de un Filemón, la comedia quedará pronto agotada.
MASCARAS
1-4. Máscaras u s a d a s e n l a t r a g e d i a . COMICA (PARODIA D E ANTIGONA)
ESCENA
5. Máscara u s a d a e n d r a m a s satíricos. p i n t u r a e n u n vaso griego
6 - 1 0 . Máscaras u s a d a s e n l a c o m e d i a . ( W i e s e l e r , Theater-gebaude)

MASCARA D E MARMOL MASCULINA

MASCARA D E MARMOL FEMENINA


'lyÉtlBíViV-

!!BiP__WliM!l

PLANO D E L TEATRO D E MARCELO

ENTRADA DE HUESO. POMPEYA


(Véase q u e i n d i c a la h i l e r a 12 y e n
s e g u i d a el a u t o r de la o b r a :
Esquilo. Overbeck, Pompeii).

E S C E N A D E P A L L I A T A (Bajorrelieve napolitano)

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