Tolerancia Inicial
1
Juan B. A. Kessler, Historia de la evangelización en el Perú (Lima:
Librería El Inca, 1987), pág. 62.
Más llamativo fue el hecho de que el primer proyecto de ley
sobre la religión en el Perú no excluyera o prohibiera el
ejercicio de religiones no católicas. En el primer Congreso
Constituyente (en el cual 26 congresistas de los 79 eran
clérigos), se propuso el siguiente artículo: “La religión
(del Estado) es la católica, apostólica, y romana”.2
2
Fernando Armas Asín, Liberales, protestantes y masones: modernidad y
tolerancia religiosa, Perú, siglo XIX (Cuzco: Centro de Estudios
Regionales Andinos Bartolomé de las Casas; Lima: Pontificia
Universidad Católica, 1998), pág. 27.
3
José Pareja Paz-Soldán, Las constituciones del Perú (Madrid:
Ediciones Cultura Hispánica, 1954), pág. 434.
4
Ibid., pág. 616.
la Santa Sede (el Papa y la Curia Romana) para retomar el
control de la Iglesia Católica en América Latina. Durante
la Colonia la Iglesia estuvo sujeta al Patronato Real,
mediante el cual el Rey de España nombraba a los obispos,
concedía el pase para promulgar documentos papales, y
cobraba los diezmos. En los años después de la
Independencia el Estado intentó reclamar para sí una
especie de patronato “nacional”, pero Roma rechazó esos
intentos. Finalmente, el Estado y la Iglesia en Roma
llegaron a un acuerdo. El Estado peruano podía proponer
candidatos para ser obispos, pero Roma tenía el derecho de
señalar cual de los candidatos sería finalmente el elegido.
Pero, la palabra “romanización” connota mucho más que la
cuestión de seleccionar obispos. La Santa Sede también
engendró en toda América Latina un clero mucho más
obediente a Roma y comprometido en la lucha de la Iglesia
Católica contra el liberalismo en Europa y el resto del
mundo. Lamentablemente, la Iglesia Católica en esa época,
todavía golpeada por la agresión anticlerical de la
Revolución Francesa, no tuvo el tino de distinguir entre
los excesos del liberalismo y sus virtudes. Por eso, la
Iglesia fomentó una mentalidad militante en los católicos
contra el liberalismo, en el púlpito, en los seminarios, en
la prensa católica y en sus colegios y universidades. Por
otra parte, el liberalismo latinoamericano se volvía cada
vez más hostil a la Iglesia. La nueva hostilidad se debía
en parte a la misma actitud anti-liberal de la Iglesia,
pero también se dirigía contra la riqueza de la Iglesia y
su influencia sobre grandes sectores de la sociedad. Pero
cabe señalar que los liberales también eran presos del
regalismo colonial. Algunas de las leyes que hicieron con
respecto a la Iglesia representaron medidas modernizantes
tendientes a eliminar privilegios coloniales. Pero otras
revelaron la existencia de una mentalidad poco liberal. Por
ejemplo, todavía en la segunda parte del siglo XIX un
obispo católico tenía que pedir autorización del gobierno
central para convocar un sínodo (reunión eclesiástica) en
su diócesis o para viajar fuera del país. En 1874 el obispo
de Puno, Ambrosio Huerta, fue obligado a renunciar a su
cargo precisamente porque no había cumplido con estas dos
obligaciones.5
Penzotti y Platería
9
Jeffrey Klaiber, S.J., “La Reacción Católica ante la presencia
protestante durante la República Aristocrática”, en Seminario Historia
del protestantismo en el Perú (Lima, 1995-1996), págs. 5-6.
10
F. Armas, Liberales, protestantes y masones..., pág. 154, nota 47.
11
Dan Chapin Hazen, “The Awakening of Puno: Government Policy and the
Indian Problem in Southern Peru, 1900-1955” (Universidad de Yale,
tesis doctoral, 1974), págs. 38-39.
La constitución de 1920, nacida al calor de la “Patria
Nueva” de Augusto B. Leguía, consagró la libertad religiosa
en el Perú en el artículo 5 decía: “La Nación profesa la
religión católica, apostólica y romana y el Estado la
protege”.12
Educación
12
Pareja Paz-Soldán, Las constituciones del Perú..., pág. 744.
13
Jorge Basadre, Historia de la República...tomo II: 2878. Pareja Paz-
Soldán, Las constituciones del Perú..., pág. 746.
14
Pareja Paz-Soldán, Las constituciones del Perú..., 793-794, 796.
15
Víctor Andrés Belaunde, Trayectoria y destino. Memorias completas
(Lima: Editorial Ediventas, 1967), tomo II: 791-792.
La libertad religiosa necesariamente implica la libertad de
enseñanza. La constitución liberal efímera de 1867 abrió
las puertas a la libertad de enseñanza cuando declaró: “Son
completamente libres la enseñanza primaria, media superior
y la fundación de universidades”.16
19
La Prensa (Lima), 8 de junio de 1976, pág. 5.
20
David Stoll, Fishers of Men or Founders of Empire?..., págs. 297-
303.
21
Enrique Chirinos Soto, La Nueva Constitución al alcance de todos
(Lima: Editorial Andina, 1979), pág. 101.
22
Juan José Ruda Santolaria, “Relaciones Iglesia-Estado: reflexiones
sobre su marco jurídico”, en Manuel Marzal, Catalina Romero y José
Finalmente, en el artículo 50 de la Constitución de 1993,
se reproduce casi literalmente el mismo artículo 86 de la
Carta de 1979, aunque también añade la frase “el Estado
respeta otras confesiones y puede establecer formas de
colaboración con ellas.”23 Además, en la sección sobre
“Deberes y Derechos Fundamentales de la Persona” se
declara: “Toda persona tiene derecho: (3) a la libertad de
conciencia y de religión, en forma individual o asociada.
No hay persecución por razón de ideas o creencias. El
ejercicio público de todas las confesiones es libre,
siempre que no ofenda a la moral o altere el orden
público”. (Art. 2, inciso 3).24