Disonancia Cognitiva
Pongamos un ejemplo: un soldado debe ir a la guerra pero piensa que no es correcto matar a otro
ser humano. Si ha matado a alguien, puede argumentar que lo ha hecho para defender a la patria.
Otro ejemplo es el fumador que sabe que fumar le hace daño y que aumenta las probabilidades de
contraer cáncer y otras enfermedades. La publicidad y las campañas que prohíben fumar en
lugares públicos aumentan la tensión interna y la contradicción. Sabemos que fumar mata, pero
preferimos negarlo. Hay gente que diría: “de algo hay que morir”, “el médico me dijo que mis
pulmones están impecables”, “yo lo controlo”, etc., y así reducimos la tensión.
Un tercio de las personas reportan experimentar alucinaciones en algún momento de su vida. Del
mismo modo, la gente corriente a menudo tiene pensamientos paranoicos. El cerebro actúa así
para rellenar la falta de información. El problema es cuando eso ocurre muy a menudo, porque
puede ser una alarma de problemas en ciertas regiones del cerebro. Se sabe que cuando los
esquizofrénicos tienen alucinaciones, es porque realmente se activa la región que se encargaría de
enviar el mensaje. El sonido, las imágenes o los olores que perciben, realmente existen para ellos,
a pesar de que no hay ningún estímulo que los desencadene.
3. El efecto Placebo
Ocurre cuando el sujeto cree que una droga o un medicamento tiene un efecto sobre él, aunque
dicho efecto no tenga fundamentación fisiológica. Ejemplos de placebo son muchos productos de
«efectos mágicos y milagrosos» de venta en farmacias, pulseras energéticas, etcétera.
4. La obediencia a la autoridad
Numerosos estudios muestran como las personas en el poder pueden controlar nuestros
comportamientos y llevarnos a hacer cosas que no queremos hacer. En el famoso estudio de
Stanley Milgram, el 63% de los participantes siguió dando descargas eléctricas a otro ser humano
sólo porque alguien con autoridad les decía que así lo hicieran.
No somos muy buenos ni en la toma de decisiones ni en la comprensión de por qué tomamos esas
elecciones. Como dice el divulgador científico Eduard Punset, “nos han enseñado a ser muy lógicos
y razonables tomando decisiones, pero resulta que no hay una sola decisión razonable que no esté
contaminada por una emoción. No hay un proyecto que no empiece por una emoción. Y no hay un
proyecto que no termine por una emoción”.
Además, cuando tomamos una decisión, incluso si la decisión no es buena, tenemos la tendencia a
racionalizar el por qué esa decisión es la mejor opción. El Marketing Emocional se encarga de
reunir esos conocimientos y aplicarlos para seducir nuestras emociones y lograr que compremos
un producto en concreto.
Pensar que ya hemos tenido éxito en el pasado puede reducir nuestra motivación. Además,
podríamos dar por válido el argumento según el cual pensar en el éxito nos lleva indefectible a
crear las condiciones para que éste acontezca, pero en realidad esto resulta más bien
contraproducente.
7. El Brainstorming no funciona
Tal y como demostraron los estudios de B. Nijstad (2006), pensar en grupo reduce el poder de la
lluvia de ideas, porque en grupo, las personas son más perezosas y se preocupan más por lo que
los otros piensan. Es mejor pensar solo en lo que respecta a la creación de ideas.
Frenando pensamientos en realidad se consigue pensar aún más en ellos. Es una de las estrategias
que más usan las personas que sufren el Trastorno Obsesivo Compulsivo, y la mayoría asume que
esa táctica pocas veces les ha ayudado.
Por lo general, la multitarea reduce la eficiencia porque tenemos que asignar diferentes recursos
cognitivos a diferentes tareas de manera simultánea. Pero estudios recientes muestran que se
puede aprender a realizar varias tareas a la vez . Sólo hay que entrenarse.
Pensamos que son los grandes eventos de nuestra vida los que nos cambian o nos hacen ser
felices, pero en realidad son las pequeñas cosas las que suman y nos hacen quienes somos.
Como en El Alquimista, debemos ser conscientes que el recorrido vital debe ser valorado por sí
mismo, en cada una de sus circunstancias, independientemente de la consecución de los logros a
qué aspiramos.