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El Contrabando

Nuestra vida cotidiana a menudo está plagada de situaciones llenas de picardía.


Y generalmente uno suele definir a la picardía como una travesura de poca
importancia, como la que hacen los niños para divertirse. Pero también, la
podemos definir como la habilidad y gracia para que no se vea o no se sepa una
cosa o para sacar provecho de ciertas situaciones.

Sucedió una vez, que en la frontera con Bolivia, en la ciudad de Pocitos, para ser
exactos. Allí donde el contrabando era el modus vivendi de mucha gente, que
un hombrecito con fama de pícaro fue sorprendido camino a Yacuiba
empujando una carretilla. La misma iba llena de paja. Al verlo un gendarme le
dijo:

- ¡Alto amigo! A ver… ¿Qué llevas ahí?


- Nada Señor, pura pajita nomas.
- Capaz que en medio de la paja llevas algo de contrabando.

Y entonces, le revolvió toda la paja, una por una y no encontró nada. Ya


cansado le dijo:

- Bueno, anda nomás.

A la media hora este hombre volvió con la carretilla llena de paja, a lo que el
gendarme volvió a repetir el procedimiento de revisar y revolver toda la paja y
nada. En el día paso dos veces más.

A la tarde el hombrecito picarón se encontró con un viejo compañero de


fechorías, que le pregunto de entrada:

- Y vos… ¿A qué te dedicas ahora?


- Y ya me ves… contrabandeo carretillas.
Mario Alfredo Capalbi

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