Sucedió una vez, que en la frontera con Bolivia, en la ciudad de Pocitos, para ser
exactos. Allí donde el contrabando era el modus vivendi de mucha gente, que
un hombrecito con fama de pícaro fue sorprendido camino a Yacuiba
empujando una carretilla. La misma iba llena de paja. Al verlo un gendarme le
dijo:
A la media hora este hombre volvió con la carretilla llena de paja, a lo que el
gendarme volvió a repetir el procedimiento de revisar y revolver toda la paja y
nada. En el día paso dos veces más.