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Primer Debate

Filosofía de la Historia

Alumno: Román J. Martino

DNI: 25.987.562

Comisión: Jueves 13hs.

Año: 2018
Confrontación y opción fundamentada entre las distintas posiciones especulativas
sobre la historia (al menos tres de entre Vico, Kant, Hegel y Marx, incorporando la
bibliografía complementaria propuesta). Articular la confrontación en al menos tres
ejes de comparación, p.ej.: modo de estructuración de la historia, dinámica de la
historia, existencia de leyes históricas, rol del estado, idealismo/materialismo, etc.

Introducción
Cuando la filosofía pinta con sus tonos grises ya ha envejecido
una figura de la vida que sus penumbras no pueden rejuvenecer
sino sólo conocer (Hegel, 2004: 20).

Confrontaremos aquí a Kant, Hegel y Marx, tres filosofías de la historia que intentan dar
sentido al curso de los acontecimientos históricos tomados en su unidad y totalidad.
Pertenecen a las llamadas filosofías especulativas de la historia. A grandes rasgos estos
autores nos brindan una interpretación filosófica que quiere dar cuenta de la racionalidad
que subyace al devenir histórico. En primer lugar realizaremos un breve resumen de las
propuestas teóricas de los autores, con el objetivo de reponer aquellos aspectos que nos
permitirán, en una segunda instancia, confrontar y comparar las tres teorías a partir de una
perspectiva hegeliana como eje articulador.

Kant. La naturaleza como ideal regulativo.

En su “Idea de una historia universal en sentido cosmopolita”, Kant nos presenta una
explicación de la historia de tipo teleológica. Ya en el inicio del artículo, el filósofo de
Königsberg nos habla de la existencia de una “intención de la naturaleza” que ordena los
acontecimientos humanos, a la que luego se refiere con el nombre de “providencia”. Para
entender esto conviene recordar que en la “Critica del juicio” Kant postulaba que el juicio
reflexionante conjetura que existe un orden y regularidad en la naturaleza que a nuestros
ojos se presenta múltiple y caótica. Esto no implicaba la afirmación de lo trascendente sino
que era un supuesto necesario para regular el estudio científico de la naturaleza. En el texto
que nos ocupa, la expresión “plan de la naturaleza”, podría entenderse en este sentido:
como una guía teleológica para el estudio de las acciones humanas en la historia. Teniendo
en cuenta lo anterior, comprendemos que para Kant las disposiciones de todo ser natural
tengan que desarrollarse plenamente, debido a que “la naturaleza nada hace en balde”
(Kant, 1992: 44). En el caso del hombre, la disposición natural que resalta es la razón, y

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Kant considera que esta facultad no puede alcanzar su pleno desarrollo en un solo
individuo, sino que tiene que ser desarrollada en la especie humana. La historia entonces,
será para Kant el desarrollo paulatino de la razón humana a lo largo de las generaciones. El
mecanismo que explica este desarrollo es la “insociable – sociabilidad” del hombre, es
decir, la tendencia del hombre a vivir en sociedad por un lado, y, por el otro, los deseos
individualistas que lo llevan a enfrentarse a los otros hombres en busca de honores y
respeto. Precisamente este antagonismo inherente al hombre es el que despierta sus
facultades y talentos, y eventualmente lo lleva de un estado barbárico a la civilización.
Entre los diversos tipos de sociedades civiles en los cuales pueden organizarse los hombres,
existe una, según Kant, que es la más adecuada para el desarrollo de sus disposiciones
naturales, aquella en la cual se “encuentre unida la máxima libertad bajo leyes exteriores
con el poder irresistible, es decir, una constitución civil perfectamente justa” (Kant, 1992:
49). Pero la organización de los hombres en estados perfectos no es aún suficiente, porque
los estados nacionales también se encuentran en estado de naturaleza entre sí. Por eso Kant
concluye que también es necesario regular las relaciones entre estados y que el fin de la
historia es el establecimiento de un estado cosmopolita, hacia el cual el antagonismo de los
hombres se dirige. Reza el principio octavo: “Se puede considerar la historia de la especie
humana en su conjunto como la ejecución de un secreto plan de la naturaleza, para la
realización de una constitución estatal interiormente perfecta, y, con este fin, también
exteriormente, como el único estado en que aquella puede desenvolver plenamente todas
las disposiciones de la humanidad” (Kant, 1992: 57). Por último me gustaría remarcar que
Kant señala que, a pesar de que esta forma de encarar la historia pueda resultar extraña, es
sumamente útil considerarla de esa manera, ya que nos provee de un hilo conductor que
sirve para “marcar una perspectiva consoladora de futuro” (Kant, 1992: 44). Dice que “lo
que nos ha impuesto la Naturaleza es la aproximación a esta idea” (Kant, 1992: 51). Esto
significa, como señalamos más arriba, que no es algo con estatus ontológico sino más bien
una especie de ideal regulativo con miras a futuro.

Hegel. La racionalidad de lo real.

Para este autor, la filosofía de la historia nos enseña que “la razón rige el mundo y que, por
tanto, también la historia universal ha transcurrido racionalmente” (Hegel, 2010: 21). Es

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importante entender que para Hegel la historia es un proceso dialéctico donde se adecuan
razón y realidad: ontología y lógica no están escindidos, ya que la historia no es otra cosa
que el desarrollo dialéctico del Espíritu (la idea que toma conciencia de sí misma en el
espíritu absoluto). Si el espíritu es absoluto no puede estar determinado por nada, por lo
tanto es igual al concepto de Libertad: el espíritu es conciencia de sí mismo, es libertad
porque tiende solamente hacia sí mismo, de lo contrario dependería de otra cosa y no sería
libre. La historia entonces es el proceso de autoconocimiento del Espíritu, es el proceso
mediante el cual adquiere el saber de lo que es en sí: la historia universal es el progreso de
la conciencia de la libertad. Y en la historia empírica como la podemos ver una vez que
sucedió, espíritu universal aparece en su aspecto particular: se manifiesta como espíritu del
pueblo, verdadero protagonista de la historia. Ahora bien, ¿Cuáles son los medios de la
realización de la Idea? Nada más y nada menos que el quehacer de los individuos
particulares que proceden según sus propios fines y pasiones egoístas; pero Hegel nos
advierte que lo que verdaderamente obra por detrás de las pasiones individuales es la
astucia de la razón que se sirve de los intereses de cada individuo a favor de la verdadera
finalidad de la historia: “Que el espíritu llegue a saber lo que es verdaderamente y haga
objetivo este saber, lo realice en un mundo presente, se produzca a sí mismo
objetivamente” (Hegel, 2010: 70).

Como pudimos ver hasta aquí, los dos primeros autores han desarrollado filosofías
idealistas de la historia, y pueden ser propiamente situados en la corriente especulativa.
Marx ha realizado fervorosas críticas a la tradición metafísica idealista, y se ha colocado en
un plano opuesto al de Kant y Hegel, pero de todas formas, tras desarrollar los rudimentos
de su teoría, podremos identificar en él los supuestos que lo emparentan con la tradición
especulativa.

Marx. La dialéctica materialista.

Por más que en su teoría intente oponerse a la metafísica idealista hegeliana, Marx hace uso
de una de sus principales herramientas teóricas: la dialéctica. Solo que ésta es aplicada a un
paradigma materialista, donde las contradicciones de cada momento histórico serán las
impulsoras del desarrollo. En Marx el lugar de la Idea lo asume el ser humano en su
existencia concreta, donde se relaciona con la naturaleza a través del trabajo, mediante el

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cual se crea a sí mismo. En La ideología alemana Marx presenta la historia como este
proceso de auto-creación. El trabajo produce los medios de producción adecuados para la
satisfacción de las necesidades y cuando esto ocurre, se generan otras nuevas; esto a su vez
resulta en el desarrollo de nuevos medios de producción que determinan el surgimiento de
diferentes relaciones sociales. Las relaciones sociales de producción (la base material)
determinan la vida social, política e intelectual en general.1 Las fuerzas productivas entran
en contradicción con las relaciones de producción existentes en cada momento histórico
determinado, y de esta manera impulsan la historia. Marx identifica distintas etapas en la
historia humana, según esos criterios: el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal
y el moderno-burgués. Cada uno, de acuerdo a la estructura dialéctica de la realidad,
contiene en sí mismo su propia negación. El desarrollo de las fuerzas productivas supone
un desarrollo de la división del trabajo, y este determina el desarrollo de la propiedad
privada. En el modo capitalista-burgués de producción se pueden distinguir dos clases bien
diferenciadas: la burguesía y el proletariado. Esta última clase es una contradicción en sí
misma, ya que en ella el hombre ignora su propia esencia, porque se encuentra alienado de
su trabajo. Este se le representa como un medio para satisfacer sus necesidades y no como
un fin en sí mismo: el hombre no se reconoce en el producto de su labor, el cual se le
impone como una necesidad y no como la realización de su esencia. La alienación, dice
Marx, es una contradicción que debe ser superada, y esto será mediante la revolución
proletaria. El proletariado debe llegar a tomar conciencia de sus condiciones reales de
existencia. Esta clase, al ser la máxima contradicción, y el punto álgido del proceso de
deshumanización, representa la negación de todas las otras clases: la revolución comunista
las disolverá, terminando con todas las contradicciones. Entonces la historia en Marx
también tiene un desarrollo dialéctico, que esta ordenado teleológicamente: el fin es que el
hombre pueda reconocer su propia esencia y libertad, al reconocerse como autoproducción.
Esto solo es posible en una sociedad sin clases, a la que se llega mediante la revolución
comunista.

1 La filosofía idealista, para Marx, veía en la historia el desarrollo de las ideas, pero olvidaba su fundamento, la actividad
práctica de los hombres.

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Confrontación y articulación

El lugar en el que me pararé para articular las propuestas de los autores es la concepción
hegeliana de la historia.

Es claro que en los tres autores encontramos ciertos supuestos a priori que intervienen en
el análisis histórico: en el caso de Kant, se supone un secreto plan de la naturaleza, en
Hegel se considera que la razón gobierna el mundo, y en Marx son las relaciones sociales
de producción las que mueven la historia. Es evidente, sin embargo, que estos supuestos no
tienen en los tres autores el mismo estatuto: mientras que Kant postula su idea de la historia
como un hilo conductor, un principio útil, que según nuestra lectura no debe ser
considerado como algo sustancial sino más bien abstracto, Hegel es concreto en su
propuesta ya que la razón es absoluta por lo tanto también real, y por lo tanto no está por
fuera de la historia.2 Luego, en Marx, encontramos que, si bien se apropia de la dialéctica
hegeliana tomando la fuerza de la negatividad, invierte al idealismo para apoyar su teoría
sobre la base material, y postular la división del trabajo y las fuerzas productivas como las
que conducen la historia y generan la ideología.

Veamos que sucede con el rol del estado en cada uno. Kant sueña con el
establecimiento de un estado cosmopolita donde se encuentre la paz mundial, el estado es el
que le pone el freno a la pasiones humanas, a la insociable sociabilidad. Para Marx, el
estado es la superestructura ideológica que sirve a los propietarios de los medios de
producción para conservar el estado de cosas a través de la producción de leyes (derecho)
explotando a la clase trabajadora. En cambio para Hegel el estado es la realización del
concepto de libertad de la voluntad, y es donde los individuos encuentran su verdadera
libertad. El estado es la segunda naturaleza. Dice Hegel que “la verdad el estado es tan
antigua como su conocimiento y exposición en las leyes públicas, la moral pública y la
religión” (Hegel, 2004: 11).

En cuanto al motor que impulsa la historia, considero que en apariencia puede establecerse
un paralelo entre la insociable – sociabilidad kantiana y la astucia de la razón postulada

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En este pasaje Hegel parece estar refiriéndose a directamente a Kant: “La razón de la cual se ha dicho que rige el mundo,
es una palabra tan indeterminada como la Providencia. Se habla siempre de la razón, sin saber indicar cual sea su
determinación, su contenido, cual sea el criterio según el cual podemos juzgar si algo es racional o irracional. La razón
aprehendida en su determinación, es la cosa. Lo demás son meras palabras” (Hegel, 2010: 43).

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por Hegel: ambas categorías permiten entender como los individuos particulares
contribuyen a la realización del ideal histórico, aun cuando estos actúen en pos de sus
propios intereses. Pero esta similitud es solo aparente, porque lo que entienden por razón
Kant y Hegel es diametralmente diferente. Si para Kant es un ideal regulativo o una
abstracción del entendimiento, para Hegel la razón será en términos absolutos, es decir, real
y concreta. La distinción kantiana de pasiones y razón, o materia y forma queda totalmente
superada por la filosofía de Hegel que al ser absoluta no queda entrampada en el dualismo3.

Conclusiones

Por último, me gustaría señalar la que a mi juicio es la diferencia más relevante entre los
tres autores: si consideramos que Hegel es la superación de la modernidad que había sido
consumada por Kant, con Marx nos encontramos frente a un salto mortal hacia atrás de
regreso a la ilustración. Marx queda atrapado en la subjetividad moderna al antropoligizar
(deuda con Feuerbach), el sujeto histórico, poniendo en la conciencia de un nosotros (clase
trabajadora) la posibilidad de la libertad. Cuando Marx basa su teoría del desarrollo de la
historia en la toma de conciencia del proletariado, esta volviendo a poner en la voluntad del
hombre el peso de la historia futura. Kant y Marx están en sintonía respecto a la esfera
temporal de futuro, tanto uno como otro están con la mirada “puesta en un lejano e
inalcanzable horizonte utópico, y Hegel se vuelve hacia al pasado con los ojos puestos
únicamente en el presente” (Roldan, 1997: 90). En Hegel nos encontramos con un gesto de
prudencia, ya que para él la filosofía es como el “búho de minerva que recién alza vuelo en
el ocaso” (Hegel, 2004: 20). Lo que el filósofo puede hacer es mirar hacia atrás y describir
la racionalidad que se ve desplegada en la historia plasmada las instituciones estatales, pero
no prescribir un curso de acción a futuro sacado de quién sabe donde (gesto eminentemente
moderno). Lo que Kant llama Naturaleza actúa como un deber ser, como un ideal en cuanto
se llena con un contenido se corrompe. Es como el imperativo categórico: se es moral en la
medida en que no se actúa, en cuanto se actúa se deja la moralidad porque se corrompe la
abstracción. La libertad o el derecho pensado en términos abstractos lleva necesariamente

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En el caso de Marx, como ya se dijo más arriba, el motor de la historia son las relaciones de producción, la división del
trabajo y las contradicciones en el plano material de la sociedad. Él también queda preso del dualismo, ya que separa lo
material o real de lo ideológico.

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al terror y la destrucción porque la forma abstracta rechaza todo contenido (por ser formal y
vacía) entonces debe arrasar con todo lo concreto. En Kant y Marx vemos un sujeto que
viene a decirle a la historia como debe ser el Estado, la sociedad civil y las instituciones en
general. En cambio Hegel concibe al “estado como algo en sí mismo racional. (…) nada
más alejado que la pretensión de construir un estado tal como debe ser.” (Hegel, 2004:
19). El sistema hegeliano no es una promesa a futuro que debe llevar adelante el hombre,
sino que es el mismo estado, las leyes, las costumbres, las instituciones de los pueblos
donde el hombre individual encuentra su libertad.

–––––––––––ADVERTENCIA: hasta aquí el trabajo está formalmente terminado (2500 palabras), lo


que sigue es un anexo que puede no ser tenido en cuenta––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Anexo. Sobre la paradoja del materialismo desde una perspectiva hegeliana.

Lo que los otros dos autores no pudieron ver es que no se puede separar forma y contenido,
porque para poder distinguir forma y contenido hay que asumir un punto que te permita
visualizar lo que se está distinguiendo y en el momento en que se distingue se une, y al unir
se diferencia. ¿Dónde se para Marx para hablar y decir que lo primero es la materia? Marx,
como también Kant, se paran en un no lugar, en un lugar “neutral” del tipo científico
positivista. Cuanto más afirmamos la idea de materia, o de realidad frente a lo otro que es
religión, derecho o ideología, más entidad metafísica le damos a lo “material”. Cuando
Marx, en La ideología alemana, intenta hacer quedar a Hegel como un idealismo abstracto,
en realidad la abstracción la realiza él al momento de invertirlo diciendo que lo primero es
la materia. Cuando la conciencia se topa con algo concreto o material el espíritu entiende
eso que es concreto a partir de una categorización, que es el reflejarse del sujeto mismo en
el objeto. La negación distingue y a la vez identifica y la Verdad es la relación que
establece ese negación. Pero Marx se empecina en afirmar que hay una relación causal
entre materia y forma, o fuerza productivas y derecho, o que hay una ideología efecto de
una base material, y no admite que tanto la forma como el contenido son esencialmente lo
mismo. Decir que lo primero es la materia, es un gesto del espíritu. No hay diferencia con

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decir que lo primero es el espíritu (ya que si uno elimina lo espiritual no se puede decir
nada). Siempre es el espíritu el que lo dice. El error consiste en considerar los conceptos
ante todo como formas distintas de la materia.

Entonces, lo que valoramos de Hegel es que no crea un hiato entre la esencia y la


apariencia, entre el noúmeno y el fenómeno. La verdad absoluta es concreta, lo absoluto es
concreto y justamente por ser absoluto no puede carecer de contenido. El idealismo
hegeliano es más concreto que el materialismo marxista que separa lo real de la ideología.
Dice Hegel: “Lo que es racional es real, y lo que es real es racional.” (Hegel, 2004: 18).
Lo racional es realmente efectivo porque para que sea realmente racional debe
concretizarse en lo real.

Al separar la providencia de las posibilidades empíricas del ser humano (Kant), al separar
la estructura de la superestructura (Marx) se quedan atrapados en la unilateralidad. En los
dos casos hay una conciencia (sea un individuo autónomo o la clase proletaria o el mismo
Marx filósofo) que viene a decirle a la política que leyes debe tener, pero no dan cuenta de
que la crítica que hacen depende de las instituciones mismas que quieren destruir. Estos
autores son un ejemplo de la libertad como arbitrariedad, donde cada uno cree que está
capacitado para construir el todo social. Ahora, siguiendo a Hegel, si echamos la mirada
hacia atrás podemos ver en la historia lo que aconteció con este modo de actuar forzando la
adecuación de ideas abstractas a la realidad: el terror jacobino o la dictadura estalinista.
Cierro con una cita de Hegel:

Es justamente en esta posición de la filosofía frente a la realidad donde surgen los


equívocos. Me remito en esto a lo que ya he señalado, que la filosofía, por ser la
investigación de lo racional, consiste en la captación de lo presente y de lo real, y
no en la posición de un más allá que sabe Dios donde estará, aunque en realidad
bien puede decirse donde radica: en el error de un razonamiento vacío y
unilateral. (Hegel, 2004: 17-18)

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Bibliografía

 Hegel, G.W.F. (2010), Filosofía de la historia universal 1. Traducción y notas. José


Gaos.- Buenos Aires: Losada.
 Hegel, G.W.F. (2004), “Principios de la filosofía del derecho”. Buenos Aires:
Sudamericana.
 Kant, I. (1992), “La idea de la historia universal desde el punto de vista
cosmopolita” y “Pregunta por si el género humano progresa hacia lo mejor”, en
Filosofía de la historia. Prólogo y traducción. Eugenio Imaz.- México: Fondo de
Cultura Económica.
 Marx, K. (1992) “La ideología alemana”. Montevideo: Pueblos Unidos.
 Roldán, Concha. (1997), Entre Casandra y Clío. Madrid: Akal ediciones.

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