Aplicaciones en neuromarketing
Lo que cada individuo percibe como realidad es lo que su propio cerebro construye como
realidad.
En este proceso, por lo general metaconciente, intervienen conexiones con significados tan
arraigados en los sistemas de memoria que, desde lo profundo del pensamiento, dirigen su
comportamiento como consumidor.
Por ello, y con ayuda de las neurociencias, la investigación y análisis de los diferentes sistemas
de memoria se ha constituido en uno de los campos más activos del neuromarketing.
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¿Qué es la memoria?
La memoria puede ser definida de muchas maneras: es la imagen que llega a nuestra mente cuando pensamos en
un producto, es la capacidad de conducir nuestro automóvil en forma aparentemente automática, sin siquiera
registrar cuando aceleramos o hacemos un cambio, es la sensación de plenitud que experimentamos cuando
recordamos el buen servicio que recibimos en un spa, es saber cómo se suma, se resta, se divide y se multiplica.
1 Cardinali, D. (2005), Manual de Neurofisiología, Edit. por el autor, Universidad Nacional de Buenos Aires.
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Por ejemplo, cuando los sentidos nos proveen de uno o más inputs, como la música de un comercial y la imagen de
un producto, el cerebro automáticamente moviliza una multiplicidad de sensaciones correlacionadas debido a que
un nuevo estímulo que active una parte de la red neuronal puede activar otras en forma simultánea.
A medida que avanzamos en la vida, la memoria se va formando cuando un patrón se repite con frecuencia (o ante
sucesos que favorecen su codificación). Esto significa que cada vez que un grupo de neuronas se dispara ante un
estímulo similar, por ejemplo, cada vez que vemos un comercial sobre Hellmann´s, las conexiones sinápticas
vinculadas a la marca se refuerzan.
A la inversa, si no se repiten estímulos similares, por ejemplo, si Hellman´s dejara de tener presencia en televisión,
gráfica o cualquier punto de contacto con el cliente, la marca se olvidaría con facilidad.
Por ello, y si bien la información y sus relaciones se organiza en forma de redes neuronales, para comprender cómo
se forman estas redes es necesario distinguir entre la naturaleza de la información, esto es, entre el conocimiento
declarativo (recordar qué, dónde, cuándo) y el conocimiento procedural (recordar cómo) que dan lugar a dos
grandes tipos de memoria: la explícita y la implícita.
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Memoria implícita y explícita
Para comenzar, es importante saber que los seres humanos tenemos dos grandes sistemas de memoria, conocidos
como memoria explícita o declarativa y memoria implícita o procedural.
Es un tipo de memoria cuya recuperación está mediada por un esfuerzo conciente y se basa en experiencias y
vivencias previas.
La memoria implícita, por el contrario, es de carácter automático o reflejo y puede evocarse involuntariamente, es
decir, sin un esfuerzo conciente: Nos permite expresar conocimientos adquiridos con anterioridad aunque no
recordemos o no podamos hacer referencia explícita al proceso de aprendizaje.
El condicionamiento
Es la memoria que nos permite saber, por ejemplo, que tal cadena de supermercados no nos gusta sin mayores
precisiones, esto es, de manera vaga y general.
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Este conocimiento puede tener un origen “episódico” que hemos olvidado o, simplemente, perdido de vista, pero
que, sin embargo, nos está “condicionando”.
Tal como podrá deducir el lector, se trata de un sistema importante, que nos dice que en neuromarketing no
debemos dejar librado ningún aspecto al azar ya que una percepción negativa del cliente debida a un
acontecimiento, aún cuando sea circunstancial, puede alejarlo para siempre de un producto o una cadena.
Exactamente lo contrario sucederá si la experiencia ha sido positiva.
En síntesis:
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La memoria priming
El término priming alude un tipo de memoria que se activa en reconocimiento a estímulos previamente presentados.
Dada la influencia que estos estímulos tienen en el comportamiento del consumidor, es un sistema muy estudiado
por el neuromarketing.
Esto significa que el contenido de la memoria episódica es susceptible a fallas, tanto de codificación como de
evocación. No ocurre lo mismo con la memoria priming, que funciona más allá de la esfera de la conciencia y puede
ejercer su influencia desde las penumbras.
Cabe destacar que el efecto priming funciona mejor cuando el estímulo objetivo, mostrado durante la fase de
codificación, es luego presentado entre otras opciones posibles para atraer al cliente.
Si bien la palabra priming, de origen anglosajón, no posee en español una traducción literal, hace referencia al
impacto en el presente que produce “lo percibido anteriormente”, tanto a nivel conciente como metaconciente.
Este tipo de memoria guía, asimismo, los procesos de atención. Por ello es altamente probable que
aparezca con mayor presencia un producto, imaginemos, mayonesa Hellmann´s Light, si el cliente
ha sido expuesto previamente, vía el mismo canal sensorial, a un conjunto de estímulos generados
por el producto.
En otros términos: el efecto priming hará que Hellmann´s salte como “figura”, dejando a sus
competidoras como “fondo”.
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En este sentido, son numerosas las investigaciones que han demostrado que el tiempo de recuperación de los
estímulos es significativamente menor a través de la memoria priming, en comparación con el tiempo de evocación
de un estímulo que no ha sido presentado previamente. Por lo tanto:
El efecto priming actúa como facilitador, esto es, allana el camino para que la recordación de la marca sea más
rápida y efectiva.
La memoria procedural
La memoria procedural (que se conoce también como memoria implícita) es de carácter automático o reflejo y
puede evocarse sin un esfuerzo conciente, por ejemplo, los movimientos que realizamos mientras conducimos o
manejamos una máquina. Es la memoria de las habilidades o la conducta, la que nos ayuda a no tener que pensar,
todas las veces, cómo se abre una puerta.
Tiene que ver con el aprendizaje de habilidades motoras o perceptivas registradas en nuestros procesos cerebrales
metaconcientes, como caminar, nadar, conducir, tipear. Es la que nos permite realizar nuestras compras de manera
automática, sin poner demasiada atención en lo que estamos haciendo, una vez que el proceso ha tomado la forma
de hábito a fuerza de repetición.
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En este comportamiento rutinario están implicados los ganglios basales, relacionados con los hábitos, que nos
llevan a actuar sin que medie ningún tipo de pensamiento conciente, esto es, con una especie de automatismo
decisional que reduce el consumo de energía cerebral.
Ganglios basales
Lóbulo frontal El acostumbramiento está relacionado con la memoria
procedural, que se ubica en los ganglios basales y el
cerebelo.
El estudio sobre la tendencia de las personas a ahorrar energía cerebral es de gran interés para el neuromarketing
porque está relacionado con temas muy importantes, entre ellos, la resistencia al cambio -que hace que el cliente no
le preste atención a los nuevos productos y servicios o que compre siempre las mismas marcas- y todos los
comportamientos automáticos, por ejemplo, aquellos que llevan a una persona a circular por un punto de ventas
rápidamente, fijando la atención sólo en lo que le interesa.
Como vemos, la rotación de los productos debe tener en cuenta este fenómeno para evitar que las rutinas
configuren mapas estáticos en el cerebro de los clientes. De hecho, cuando no hay modificación en el entorno, no
hay sorpresas, por lo tanto, disminuyen las posibilidades de vender a las personas que disfrutan de las compras y
adquieren muchos productos por impulso.