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Tres preguntas para hacerse antes de elegir la tecnología

en la educación

"La tecnología en educación está de moda. Apenas pasa un día sin leer
un artículo o tener una conversación en la que alguien argumente que
"la educación es la única industria que no ha adoptado las tecnologías
del siglo 21". El mundo ha cambiado – así es como sigue el discurso –
y, mientras que cualquier otra industria se ha adaptado, la escuela no lo
ha hecho."

20 mayo de 2015

Jordan Saphiro
Autor y periodista
La tecnología en educación está de moda. Apenas pasa un día sin leer un artículo o tener
una conversación en la que alguien argumente que “la educación es la única industria que
no ha adoptado las tecnologías del siglo 21”. El mundo ha cambiado – así es como sigue
el discurso – y, mientras que cualquier otra industria se ha adaptado, la escuela no lo ha
hecho.
Suena convincente. Sin duda, debemos abrazar las herramientas y las tecnologías que
ayudarán a los educadores a ser más impactantes. Pero no debemos hacerlo porque
funciona, no por el bien de la obsesión moderna de la humanidad con el progreso, la
novedad, la innovación y lo disruptivo.
Para asegurar que los educadores eligen la tecnología por las razones correctas, aquí hay
tres preguntas que puedes hacerte antes de elegir la tecnología para el aula.

1. ¿Hace que el contenido académico sea más significativo?


Con todo el debate sobre las competencias del s.XXI, es fácil quedar atrapado en las
nuevas alfabetizaciones y buscar tecnologías que contextualizan las habilidades
académicas dentro de los casos de uso actuales. Sin embargo, si hay una cosa que
sabemos con certeza, es que la forma en la que usamos el conocimiento está obligada a
cambiar. El dilema es que, si bien es claro que no deberíamos estar enseñando
directamente las habilidades laborales de hoy en día, no podemos imaginarnos qué
habilidades estarán demandadas cuando los estudiantes de hoy se conviertan en adultos.
Por suerte, la educación no trata de capacitación para el trabajo. En cambio, es la actividad
de civilización de la crianza de los hijos. Alimentamos a nuestros jóvenes como ciudadanos
reflexivos, enseñándoles los acuerdos sociales y epistemológicos de un colectivo cada vez
más global. El pensamiento crítico y la capacidad de manejar los lenguajes académicos con
los que nos articulamos a nosotros mismos son las habilidades clave que nos permiten ser
flexibles en un mundo perpetuamente cambiante.
Por lo tanto, mientras se mantiene el carácter dinámico de la experiencia humana en mente,
los maestros, los administradores y los encargados de formular políticas, deben buscar
tecnologías que ofrezcan experiencias de aprendizaje más significativas. Y esto no es un
criterio tan abstracto como parece. Sólo recuerda que toda buena implementación
tecnológica permite a los alumnos a ser más creativos. Grandes tecnologías digitales de
aula crean oportunidades para que los alumnos imaginen, de forma entretenida, la
aplicación del contenido académico con el mundo de sus sueños más salvajes.

2. ¿Humaniza o mecaniza el aula?


Desafortunadamente, la aplicabilidad ha sido priorizada sobre la teoría en los últimos años.
Esto no es un accidente. Privilegiar la acción por encima del pensamiento es la ideología
del mundo corporativo. El problema es que las escuelas que funcionan de acuerdo con la
sabiduría de los negocios es precisamente el paradigma de pensamiento que condujo a los
procedimientos de pruebas de altas apuestas que actualmente aquejan a los Estados
Unidos. Los resultados del aprendizaje nos cuentan como si fueran los márgenes de
beneficio. Medimos los dividendos devueltos en las inversiones en tecnología e
infraestructura. Vemos a los niños como recursos industriales evaluados de acuerdo a su
capacidad de adquirir “habilidades en el lugar de trabajo.” Y, por alguna extraña razón y,
pese a todas las pruebas que demuestran lo contrario, seguimos esperando que estas
métricas, de alguna manera, se correlacionen con individuos adultos reflexivos, éticos y
responsables.
El problema fundamental es un tipo de pensamiento determinista, que ve la causalidad a
través de una metáfora mecanizada: como si los alumnos fueran máquinas programadas,
modificadas y tuneadas. Evaluamos fundamentalmente la capacidad de los alumnos para
llevar a cabo operaciones, por lo que privilegiamos la digestión de hechos más que la
capacidad de dar un significado reflexivo a través de la metáfora de una manera meditada
y contextualizada. Valoramos más la precisión que la poesía.
Si nuestras tecnologías de la educación sólo tratan de mantener el paradigma indicado, de
precisión con una mayor economía y eficiencia, empeorarán las cosas. Los dispositivos que
ayudan a nuestros alumnos a ver la fragilidad propia del pensamiento humano, sin embargo,
tienen el potencial de traer nueva vitalidad a nuestras escuelas.

3. ¿Cuál es el mensaje implícito?


La escuela es, en última instancia, una “tecnología del yo” (para usar una frase de Michel
Foucault). Se trata de un proceso sistemático a través del cual nutrimos el sentido de
agencia, el decoro y la responsabilidad de los individuos. La escuela es la estructura dentro
de la cual las narrativas de la identidad personal y colectiva se contextualizan utilizando las
estructuras intelectuales y habilidades académicas que hemos heredado de las
generaciones precedentes. Las herramientas digitales tienen la capacidad de mejorar las
escuelas. Pero tenemos que asegurarnos de que estas herramientas están alineadas con
los resultados de aprendizaje que dan prioridad a la dignidad humana en vez de la prisa, el
consumo y las métricas algorítmicas.
No te dejes engañar en pensar que las tecnologías educativas son neutrales. Los
fabricantes quieren que creamos que las tabletas y los ordenadores no son más que
herramientas que transmiten el contenido académico de los estudiantes. Por el contrario,
hacen mucho más que eso. Encajadas en cada solución tecnológica hay una postura moral
/ ética, una imagen de la buena vida y una narrativa del yo idealizado.
El éxito mundial de marketing de Apple es una evidencia de que los aparatos digitales no
son sólo herramientas con las que manipulamos nuestro medio ambiente, sino también
apoyos en una narrativa de identidad realizada. Google Glass y la cosecha actual de
dispositivos portátiles presumen que los consumidores tienen el deseo de borrar las
fronteras entre nosotros mismos y las herramientas digitales que utilizamos.
La forma en la que diseñamos y usamos herramientas y tecnologías, enseña a nuestros
hijos a tener sentido del mundo, cómo pensar acerca del conocimiento y la información y
cómo relacionarse con ellos mismos y entre sí. Asegurarse de que estamos de acuerdo, en
principio, con la herramienta de mensajería implícita – su visión de una forma ideal del ser-
involucra las preguntas más importantes que podemos hacer. Sin embargo, éstas son las
preguntas que obviamos con más frecuencia.
Fuente: https://innovacioneducativa.fundaciontelefonica.com/blog/2015/05/20/tres-
preguntas-para-hacerse-antes-de-elegir-la-tecnologia-en-la-educacion/

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