por
José Manuel Lucía Megías
TESTIMONIOS
TEXTOS
En este tiempo vieron venir a muy E diziendo esto, tomó su langa y em-
gran prissa por la falda de la floresta al bragó su escudo. Ya el príncipe Lindedel
jayán sobre un grande y fermoso cavallo. se avía apartado lo que vio que era me-
Las armas que traía eran de un fino aze- nester para la justa e firiendo entramos
ro; venía sin escudo con intención de to- de las espuelas a los cavallos se vinieron
mar el del Arco. Traía en su compañía un a encontrar de las langas y el príncipe fi-
solo escudero con una gruessa langa en rió al jayán por medio del escudo y se lo
las manos. Assí como junto al arco llegó, falso passándole la langa de la otra par-
dixo en alta boz: te. El jayán herró su encuentro y él y su
-¿Quién eres tú, cosa captiva, que tu- cavallo vinieron a tierra. Assí del fuerte
viste atrevimiento de desdeñar a mi que- golpe como de la gran caída quedó el ja-
rida y muy amada hija. Levantante, -dixo yán tendido sin bullir pie ni mano, sa-
a ella-, e mira la fermosa venganza que liendósele repentinamente el alma.
d'esta cosa vil te daré y escoje una de Como Lindedel le vio de la manera que
dos cosas cuál más te agradare: o darle oído avéis, dixo a Bandiano, su escude-
la muerte o ponerle en perpetua prisión ro, que el hielmo le quitasse, creyendo
para que siempre muera, como suele que desmayado estava del rezio encuen-
acaescer a los malandantes que en la mi tro. Mandó que a grande prissa le die-
prisión están. ssen aire en el rostro por ver si tornaría,
Argadon dixo: pero todo tu affán era por demás, ya que
-Lindedel d'España, si tanta bondad él era muerto, Como el príncipe tal lo
en ti uviesse como abundancia de pala- viesse dixo:
bras sobervias, combatir teyas comigo a -Ya d'esta vez no tomaré tan hermo-
guisa de buen cavallero, lo que tú no sa esposa como el jayán cuidava darme.
acostumbras hazer sino falsa y alevosa- ¿Qué os diré de Barsina, que assí avía
mente, poniéndote al cuello el escudo nombre la hija del jayán, cuando enten-
encantado, que todos a los del mundo dió que su padre era muerto? Comengó
no te podrán vencer. a hazer muy esquivo llanto, mesándose
El jayán le respondió: sus negros e cortos cabellos y dezía:
-Porque veas en cuanto te tengo, yo -¡Ay captiva, que oy pierdo no tan so-
haré batalla contigo sin este escudo, lamente mi padre, má marido que yo
pero ha de ser con tal condición; que si tanto desseava! ¡Ay, dioses, cómo con-
yo te venciere, luego se celebren las so- sentistes que de solo un encuentro fue-
lennes bodas tuyas y de mi amada hija; sse muerto el más fuerte y más bravo ja-
e si yo de ti fuere vencido, que el mi tan yán de cuantos oy son nascidos! ¡Ay, mal
preciado escudo sea tuyo, y este partido cavallero, en mal punto yo vi la buena
te hago porque mi hija está muy pagada postura!
de la tu apostura. El príncipe Lindedel uvo duelo d'ella
-De tales bodas nos guarde Dios, -dixo e díxole:
el príncipe-, pero la batalla yo la otorgo -Señora donzella, no curéis de fatigar
con las condiciones dichas. vuestra persona por lo que ya no puede
Luego el jayán embió a su escudero a dexar de ser, pues el maltratamiento que
muy grande prissa al castillo por un es- a los cavalleros andantes y a las donze-
cudo; traído que fue, el jayán se lo echó llas que por aquí passavan hazía le die-
al cuello diziendo en alta boz: ron tal fin.
-Sed leda, hija mía, que oy os daré De la donzella hermosa vos digo que
marido estava demasiadamente leda e dixo:
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 165
como el monstruo ya no podía andar de -Quien quiera que yo sea, -dixo él-,
la mucha sangre que del espalda y de la no tengo otro desseo sino de os servir y
pierna le salía, don Cristalián salió muy esto me hizo venir a estas partes en la
presto de entre sus manos, y fue tan ai- vuestra busca.
rado de se ver tan malferido que tornó La emperatriz le vio la mucha sangre
sobre él, que ya en el suelo estava ten- que de las piernas le salía e díxole:
dido dando grandes aullidos, y metióle -¡Ay cavallero e cómo venís ferido!
la espada hasta la cruz por la misma he- El infante le quería ayudar a desar-
rida de la espalda, que le atravesó el co- mar. Don Cristalián no lo consistió di-
racón. El monstruo dio un tan gran ge- ziendo que no estava en parte tan segu-
mido que todo el palacio paresció que ra que las armas se pudiesse quitar.
hizo temblar y luego fue muerto. Como -Ya no hay de qué temer, -dixo la em-
don Cristalián esto vio, hincó los hino- peratriz-, pues el monstruo es muerto,
jos en el suelo lo mejor que pudo, dio que yo sé bien que todos los encanta-
muchas gracias a Dios por la victoria mientos d'este palacio son ya deshechos,
que le avía dado contra aquella bestia. que assí me lo dixo el sabio Algamaz
Luego que el monstruo fue muerto, to- que aquí me truxo
dos los encantamientos del palacio Bra- -Pues que assí es, -dixo don Crista-
mador fueron deshechos y la emperatriz lián-, yo quiero hazer vuestro mandado.
Cristalina y su ama cayeron en tierra E luego se desenlazó el yelmo e se le
amortecidas del espantoso gemido que quitó. Cuando la emperatriz le vio tan
el monstruo dio; y el infante Luzesca- hermoso e tan niño no podía pensar
nio, que de grande e muy esforcado co- quién fuesse, que no lo conosció por-
racón era, estava echando agua en el que nunca lo vio sino cuando lo parió,
rostro a la emperatriz; ella tornó muy e díxole:
espantada, el infante le dixo:
-Cavallero, por la fe que a Dios de-
-¿Qué es esto, señora? Agora que el véis y a la cosa del mundo que más
monstruo es muerto, ¿mostráis tanta fla- amáis, que vos me digáis quién sois.
queza? -Mal lo haría yo, mi señora, -dixo él-,
Como la emperatriz esto oyó, dio mu- si en todo no hiziesse vuestro mandado:
chas gracias a Dios, e dixo: yo soy don Cristalián, vuestro hijo.
-Hijo mío, ¿qué fue del cavallero que Cuando la emperatriz tal oyó, fuelo a
lo mató? abracar con las lágrimas en los ojos, tan
-No sé, -dixo Luzescanio-, que con el demasiado fue el plazer que sintió, e
desmayo de vuestra magestad no he ido dixo teniéndole consigo abracado:
a lo ver. -¡O, hijo mío, que no podías tú ser
Ya el príncipe don Cristalián entrava peor que tu padre! Agora, mi amado
por la puerta. Como la emperatriz lo vio, hijo, me dezid a dónde dexastes al em-
muy presto se levantó e don Cristalián se perador.
humilló ante ella por le besar las manos, -No lo sé, -dixo don Cristalián- que lo
mas la emperatriz no se las quiso dar, nunca vi.
antes le hizo levantar y le dixo: Mucho fue triste la emperatriz de oír
-Buen cavallero, dezidme quién sois, aquellas nuevas e díxole que, como no
que en la devisa que en las armas traéis avía visto a su padre en tanto tiempo
creo yo que no sois el emperador, mi se- como avía que ella estava en aquel pala-
ñor. cio.
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 167
-Porque él está en poder del sabio dor y el rey fueron espantados de cómo
Doroteo, -dixo don Cristalián-, nadie no siendo tan niño pudo suffrir tanto affán.
ha poder de verlo, que dizen que lo tie- -Alto e grande ha sido el principio de
ne encantado porque no se le acabasse su cavallería, -dixo Doroteo-, e grandes
la vida con el vuestro desseo son las maravillas que por el mundo ha
Como la emperatriz estas nuevas de hazer; e si Dios a mí me da la vida,
oyesse, las lágrimas le vinieron a los ojos yo lo escriviré todo porque d'él quede
otra vez e dando un sospiro dixo: memoria en el mundo para siempre ja-
-¡O, emperador Lindedel, y cuánta ra- más e esto quiero yo hazer por servir a
zón tengo yo de os amar sobre todas las vuestra magestad e al príncipe vuestro
cosas del mundo! hijo.
Don Cristalián la estava mirando y El emperador le dio muchas gracias
era muy espantado de ver la su gran her- por el trabajo que quería tomar e díxo-
mosura y dezía en su coracón que con le que él le prometía que su affán no se-
razón su padre, el emperador Lindedel, ría perdido. Doroteo se le humilló, (ff.
avía acabado tan estrañas aventuras en 37r-38r).
servicio de tan hermosa donzella, como
la emperatriz lo devía ser en aquel tiem-
po. Estando assí hablando, llegó el in- 3. Las b o d a s q u e d a n e n s u s p e n -
fante Luzescanio e humillándose ante so por la aparición de una doncella:
don Cristalián le pidió las manos para se el final abierto
las besar. Don Cristalián le abracó, que
gran plazer avía de lo ver tan hermoso e
tanbien tallado. La emperatriz hizo des-
armar la pierna a don Cristalián y con un
L os e m p e r a d o r e s se assentaron y
luego todos aquellos señores y se-
ñoras, cada uno en el lugar que a su es-
paño le apretaron la llaga, e luego se tor- tado convenía, y cenaron con demassia-
nó a poner la armadura. do plazer con todas las maneras de
Luego que el monstruo fue muerto, músicas que en el mundo pensarse pue-
toda la montaña se desencantó y el em- den. Como la cena fue acabada, entró
perador Lindedel fue en todo su sentido, por la puerta de la sala una muy hermo-
assí mismo el rey de Romanía. A esta sa donzella, ricamente guarnida. Ella ve-
hora entró por la tienda del emperador nía sola sin ninguna compañía, salvo un
el sabio Doroteo e le dixo: pequeño donzel. Como en el palacio
-¡Ea, mi señor, que ya es en el vues- fue, muchos avía en el que no la conos-
tro poder la emperatriz Cristalina; e si la cieron, por cuanto nunca la avían visto,
ver queréis, seguidme! pero como más cerca de aquellos seño-
Como el emperador esto oyó, como res llegó, luego fue conoscida por el
hombre fuera de sentido de plazer de lo emperador Lindedel y la emperatriz Cris-
que oía se fue con el sabio. [...] talina, y assí mismo lo fue de todos
-¿A dónde es mi hijo?, -dixo el rey. aquellos señores novios; ca sabed que
-Vos lo veréis más presto de lo que aquella fermosa donzella era la que a la
cuidáis, -dixo Doroteo. Fuente del Esperanca dio los anillos
E assí se fueron al Palacio Bramador, aquellos señores. La donzella se humilló
yendo el sabio Doroteo contando al em- ante todos haziéndoles grande acata-
perador e al rey las grandes maravillas miento, pero a ninguno de los que en el
en armas que el príncipe don Cristalián palacio estavan pidió las manos para se
avía hecho en aquel palacio. El empera- las besar porque en su persona bien
168 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS
mostrava ser persona de alta guisa. Ella passaran y nos los llevara a tiempo que
se llegó junto a donde el emperador don tanto daño los hizo en los apartar d'es-
Cristalián estava, y todos los novios eran tas señoras!
cerca d'él. La fermosa donzella les dixo: -Mi señor, -dixo el sabio Doroteo-, sin
-A todos, mis buenos señores, a tiem- falta son grandes las maravillas que por
po sois de me complir el don que me el mundo ay; por aventura aquella don-
prometistes. zella no avría en el su poder lo que ella
Todos a una le dixeron que de grado tanto desseava, si un punto estos señores
harían su mandado, y cada uno le dio el aquí más se detuvieran. No puede ser
anillo que la donzella le avía dado que, sino ganar mucha honra en esta camino
como era de gran valor, cada uno lo te- que han hecho porque sin falta el aven-
nía consigo. Ella los tomó e dixo contra tura es muy estraña. Agora vamos al otro
aquellas señoras novias: aposento y veremos si es allí el cuerpo
-Mis señoras, la vuestra mesura sea sin cabeca.
de me perdonar si en la mi venida resci- E diziendo esto, el sabio Doroteo se
biredes enojo, que yo os hago ciertas, levantó y tomando una antorcha se fue a
por la fe que a Dios devo, que daño al- la sala a donde el cuerpo estava, pero
guno estos señores no reciban. como en aquel aposento entró, no halló
-¡Ay, buena donzella, -dixo la empe- trono ni al cuerpo sin cabeca ni lo demás
ratriz Cristalina-, y por ventura avéis de que oistes que allí estava, que era la ima-
llevar con vos alguno d'estos cavalleros. gen que el rétulo en las sus manos tenía.
La donzella no le respondió sino bol- Doroteo fue muy espantado y assí se
viéndose al pequeño donzel le dixo: bolvió al aposento a donde los empera-
-Amigo, poned a muy buen recado dores y emperatrizes estavan y como en
estos anillos. la sala entraron, dixo:
El donzel los tomó e muy presto los -Grandes son las maravillas que ay en
metió en una bolsica que consigo traía. este hecho, ca sabed que el cuerpo sin
Sabréis que como el donzel puso los ani- cabeca es dessaparescido.
llos en el lugar que oído avéis, repenti- Todos quedaron espantados de lo oír,
namente la donzella e el donzel se des- y no sabían qué se dezir de lo que visto
saparescieron del palacio llevando avían. El emperador Lindedel y el empe-
consigo al emperador don Cristalián y rador Aliandro y el rey del Monte Libeo
todos los novios sin ser vistos de perso- tomaron al sabio Doroteo y a la sabia
na algLina. Muy grande fue la turbación Membrina e pidiéronles consejo de lo
que en todo el palacio del emperador que devían hazer. Los sabios estuvieron
Aliandro huvo en aver perdido aquellos una pieca cuidando y mando acordaron
cavalleros por tal manera. [...] Todas Doroteo dixo:
aquellas señoras no cessavan llorar muy -Lo que a la sabia Membrina y a mi
agriamente por la pérdida de aquellos nos paresce es que aquí atendamos la
cavalleros. El sabio Doroteo las conortó venida de aquellos señores que, pu e s
diziéndoles que no rescibiessen pena todos fueron juntos, no ptieden mucho
que donde tantos e tan buenos cavalle- tardar.
ros ivan en una compañía poco daño En esto que aquellos dos sabios dixe-
podían rescibir. ron se acordaron todos de assí lo hazer.
-¡Mal aya la donzella, -dixo el rey del En el libro segundo de los invictos y
Monte Libeo-, que a tal tiempo nos hizo magnánimos cavalleros don Cristalián
tristes, atendiera a que algunos días de España, emperador de Costantino-
CRISTALIÁN DE ESPAÑA 169
pía e príncipe de los dos imperios Per- escribe el sabio Doroteo que sabréis las
sia y Trapisonda, y del infante Luzesca- grandes maravillas que en dar cima a
nio, su hermano, rey de Altariagreta e esta estraña aventura acaescieron. (ff.
príncipe de España e del Monte Libeo, 303v-304r).
por
Javier Gómez Montero
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