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Empatía

El diccionario define contemplar como: “Observar con atención, interés y


detenimiento una realidad, especialmente cuando es tranquila y placentera o
cuando se hace con pasividad” por otra parte revisando los antecedentes de como
se introdujo el concepto de empatía nos encontramos con Theodore Lipps quien
definió la empatía (Einfühlung) como la “imitación interior” de las acciones de los
demás. Posteriormente Marroquín define la empatía terapéutica: como “un proceso
interactivo destinado a conocer y comprender a otra persona con el fin de facilitar
su desarrollo, su crecimiento personal y su capacidad para resolver sus problemas”.

Le encuentro relación a estos dos conceptos en el sentido que mientras la empatía


recorre el camino de la compresión en el mundo interior del otro, la actitud
contemplativa nos permite acercarnos con asombro y reverencia a su misterio con
la intensión de lograr una mejor comprensión de su ser.

Pretendo en este ensayo recorrer el camino de la empatía analizando cómo es que


surge en el ser humano desde las bases neuronales, en las relaciones y en el
encuentro terapéutico.

Bases neuronales de la empatía

“Preston y de Waal influidos por el modelo de percepción-acción de la conducta


motora y de la imitación propusieron un modelo que incorpora explicaciones teóricas
y descubrimientos empíricos sobre la empatía. Desde ese modelo la observación o
imaginación de otra persona en un estado emocional particular activa de manera
automática una representación de ese estado en el observador, con las respuestas
fisiológicas asociadas. Este modelo de percepción-acción incluye dos categorías de
niveles básicos: la conducta motora y la conducta emocional. Ahora bien para dar
explicación a la percepción se acude a la cognición social ya que esta hace
referencia al conjunto de operaciones mentales que subyacen en las interacciones
sociales, y que incluyen los procesos implicados en la percepción, interpretación y
generación de respuestas ante las intenciones, disposiciones y conductas de otros.

En los estudios actuales de la neurociencia sobre la empatía realizados en primates


ha permitido llegar a la conclusión que un estado motor, perceptivo o emocional
determinado de un individuo activa las correspondientes representaciones y
procesos neuronales en otro individuo que observa ese estado, este proceso se le
atribuye a las neuronas espejo en las cortezas premotora y parietal, se ha mostrado
que estas neuronas espejo del lóbulo parietal inferior no sólo codifican los actos
motores observados, sino que además permiten al observador entender las
intenciones del otro.

En los humanos, la evidencia de representaciones neuronales compartidas entre


uno mismo y los otros se describió en primer lugar como en el campo de la acción
y la emoción. Las neuronas espejos de las áreas promotoras, que se creían que
estaban únicamente implicadas en el reconocimiento de una acción determinada,
están también involucradas en la compresión de la conducta del otro. Se ha
observado el incremento de actividad en las cortezas occipital y límbica al presentar
estímulos de imágenes con contenido emocional o de situaciones en la que hay que
adoptar la perspectiva de la otra persona, por otra parte, se ha observado la
actividad cerebral en la circunvolución occipital inferior izquierda para las
situaciones emocionales. En el área fusiforme posterior está implicada en la
identificación de numerosas señales emocionalmente importantes en la percepción
social, los mensajes provenientes de esta área fusiforme y de otras áreas que
convergen en la corteza prefrontal medial inferior derecha, formando una red
neuronal que resulta crucial para las reacciones empáticas y para las interacciones
sociales.

La empatía y la imitación son dos procesos automáticos que dependen de la


representación interna de uno mismo y del otro. Según la teoría motora de la
empatía, un individuo reconoce las emociones de otros, habitualmente expresadas
por gestos corporales y/o faciales, mediante la representación interna de dichas
emociones y mediante la imitación. De este modo, empatizamos con otros porque
existe un mecanismo según el cual la representación de la acción modula la
actividad emocional y proporciona una base funcional esencial para la empatía. La
corteza temporal superior y la corteza frontal inferior son áreas críticas para la
representación de la acción y están conectadas al sistema límbico a través de la
ínsula, la cual podría constituir una vía de transmisión crítica entre la representación
de la acción y la emoción. Las neuronas espejo de la corteza frontal inferior se
activan durante la ejecución y la observación de una acción mientras que las
neuronas de la corteza temporal superior sólo se disparan durante la observación
de la acción”. (Moya-Albiol, Herrero, Bernal 2010)

Después de conocer las base neuronal de la empatía resulta más fácil comprender
desde donde emerge esta actitud que nos facilita conectarnos con el mundo del
cliente y como está implicado todo nuestro ser en ese corto espacio en que el
terapeuta “esta para el otro”.

La empatía como camino

La empatía es pues, un proceso activo, consciente e intencional, que facilita


descorrer el velo del misterio del otro, adentrarse a él paso a paso como lo propone
Carkuff en el libro del Orientador Experto de Edgar Egan, donde la empatía se va
haciendo presente y reforzando primero para comprender al cliente y a la vez
comunicarle esta comprensión de tal forma que el cliente perciba estar siendo
comprendido por el terapeuta, así como le permite llegar a auto-explorarse, resulta
apasionante que para este primer acercamiento el terapeuta necesita estar
despojado de toda distracción, estar atento al cliente y a la vez estar atento así
mismo.

Por otra parte es importante para generar este ambiente empático la habilidad de
atender-escuchar el lenguaje verbal como el lenguaje no verbal, para esto la
atención física se convierte en una herramienta valiosa para facilitar la empatía, ya
que con la posición del cuerpo el terapeuta puede comunicar al cliente el interés por
comprenderlo.
Mientras que la atención psicológica le facilita al terapeuta escuchar al cliente tanto
su lenguaje verbal como no verbal y a la vez estar atento de lo que está sucediendo
en él mismo. Esto que es la fase inicial es fundamental sostenerla durante todos los
encuentros terapéuticos ya que es lo que va permitiendo profundizar en el
conocimiento del cliente y al cliente en ir contactando consigo mismo de la misma
forma que lo hace el terapeuta, empáticamente. Me resulta sencillamente fascinante
“el poder”, por llamarlo de alguna forma, que tiene el terapeuta a través de la
empatía para lograr que si un cliente ha llevado una relación consigo mismo de
rechazo y agresión, a través del reflejo de atención, escucha, aceptación y empatía
el cliente experimente un contacto amoroso consigo mismo.

Así pues, para desarrollar la atención y la escucha empática, es necesario escuchar


no solo los mensajes expresados por el cliente sino los no expresados
explícitamente y que se hacen presentes veladamente, exponer lo que el cliente
quiere decir, pero no verbaliza en el proceso dialectico, lo considero un momento
especial ya que el terapeuta le refleja al cliente una parte de sí mismo que no lo ha
traído a la conciencia, sin embargo, está latente y puede el cliente tomar esa
emoción no expresada en su corazón para hablar de ella, gracias a que el terapeuta
lo hace desde la empatía. El terapeuta puede ir adquiriendo habilidades que le
faciliten el ser empático, sin embargo, la empatía es más genuina, sentida y
transmitida desde la actitud, es decir, si el terapeuta hace de la empatía una forma
de vida, le será más fácil generarla en terapia. Como menciona Carlos Bermejo:
“Como actitud (más que como mera técnica), la empatía lleva a una persona a
intentar comprender el mundo interior de otra, de sus emociones y de los
significados que las experiencias adquieren para él. Los mensajes percibidos
encuentran en su interior un eco o referente que facilita la comprensión,
manteniendo la atención centrada en la persona del otro” (Bermejo 2012, pag 23)

Ahora bien, en esta intención de comprender podemos hacer uso de diversas


formas de empatía, como es la empatía conceptual, que se refiere a comprender la
forma cognitiva en que el cliente asimila la experiencia. La empatía auto-
experiencial que permite comprender al cliente en la emoción, reviviendo el cliente
la misma emoción en su propias experiencias, esto solo para comprender sin
permitir identificarse tanto en la emoción del cliente que esto le afecte. El ir utilizando
la imaginación de la experiencia que él nos va narrando le facilita al terapeuta
adentrarse en el marco de referencia del cliente, a esto se le llama empatía
imaginativa. La confrontación empática me parece un recursos esencial en todo
proceso terapéutico, ya que considero que solo bajo este ambiente empático, el
cliente suelta las resistencias y se permite contactar con aquellos aspectos de sí
mismo que temía afrontar y es entonces cuando se va gestando el cambio profundo.
Cuando se pasa de la empatía primaria para comunicar comprensión hasta la
avanzada que implica poner sobre la mesa y al descubierto todos aquellos
significados, emociones que para el cliente era difícil expresar.

En este breve recorrido de lecturas sobre la empatía, encontré tres conceptos que
llamaron particularmente mi atención: simpatía, dispatía y ecpatía. La simpatía es
la reacción espontánea que se despierta con todo aquello que nos sentimos
identificados o que sentimos que el otro se está identificando con nosotros, la
simpatía no requiere de mayor esfuerzo por parte del terapeuta ya que se da una
coincidencia natural en formas de pensar, sentir o experimentar, sin embargo, es
importante diferenciar que la simpatía tiende a ser egocéntrica, es decir, surge
desde el “como te identificas conmigo, me identifico contigo” (Bermejo 2012) y no
requiere el esfuerzo de comprender al otro en su singular forma de sentir y darle
significados a sus experiencias.

La dispatía que viene siendo la contraparte de la empatía, ya que mientras la


empatía se caracteriza por esa comprensión respetuosa, profunda, .a dispatía
consiste en reconocer el sufrimiento del paciente pero enjuiciarlo de tal manera que
denigramos su imagen o su autoestima, actitud que en lugar de ayudar, destruye.

Ecpatía, literalmente significa “sentir fuera”, que aunque da la impresión de ser un


significado frio, aporta un sentido sano a la relación, ya que establece un límite
necesario en que el terapeuta salvaguarda su yo a la vez que se interna en el yo del
otro.
La comprensión empática abre el camino a restructurar significados de la
experiencia, desde la experiencia misma de externalizarla al terapeuta, es decir,
esta nueva experiencia de interactuar con el terapeuta recibiendo de su parte:
comprensión, la sensación – sentida de acompañamiento permite al cliente ir
asumiendo de una forma diferentes las experiencias distorcionadas e irlas
integrando al self, generando así nuevas conductas adaptativas. Relaciono este
proceso con lo expuesto por la terapia narrativa de Michael White y Epton quienes
sostienen que lo que impacta de la experiencia en las personas es la manera como
auto-narran y los significados que de ella se derivan, por eso el beneficio de a través
del encuentro dialectico en un ambiente empático, ir deconstruyendo la experiencia,
dándole una nueva forma y sentido que sea mas saludable para el cliente asimilarla
y le sirva para la toma de conciencia del si mismo

Finalmente, como lo menciona Javier Armenta Mejía: “la empatía puede funcionar
como un proceso contenedor de las experiencias profundamente dolorosas o
traumáticas. Es a través del espacio seguro creado por la empatía, que las
experiencias en extremo problemáticas pueden, paradójicamente, ser expresadas
abiertamente, pero a la vez, ir encontrando una reorganización dentro de la vida del
cliente”.

Conclusión:

Hablar de empatía en lo personal, me hace mucho sentido, ya que en mi propio


proceso ha sido en una experiencia empática que he ido reestructurando mi propia
historia, sobre todo pasando del rechazo a la aceptación, de la sensación de
invalidez a la valoración y del resentimiento al amor. He palpado en mi experiencia
como psicóloga que más que las técnicas aprendidas lo que el cliente necesita es
que “este para él” sumergiéndome en el sentir de su experiencia, comunicarle que
le comprendo desde el sentimiento, cuando se da este encuentro, entonces el
cliente, como una flor que se va abriendo a la luz del sol, se va permitiendo tocar
aquello que no se atrevía externalizar, el clímax de este encuentro es cuando al ir
dialogando sobre esas partes oscuras, se van llenando de luz y tomando otro
sentido.
No siempre es fácil ir por este camino, ya que las resistencias, los miedos hacen
que el cliente se mantenga rígido, sin embargo, la empatía es el mejor recurso para
hablar de las resistencias mismas y en ese ambiente de escucha, respeto y
aceptación se vayan relajando.

La experiencia sentida de ir escribiendo este ensayo me deja asombrada de como


el origen de la empatía está en el funcionamiento del cerebro, con un impulso por
cuidar, mantener y nutrir una actitud empática no solo en ámbito profesional, sino
también personal. Relacionarme con el otro con la apertura y disposición de
escuchar el latido de su marco de referencia interno y en ese momento de encuentro
mi corazón lata a su ritmo, sabiendo que esta sintonía tiene como fin, que la persona
logre organizar lo desorganizado, resignificar e integrar en esta experiencia
empática su propia experiencia.

No basta mantener una actitud empática es importante llevar una estructura, como
lo propone Carkuff que le va generando al cliente la confianza y la sensación de
estar en un lugar seguro y con la persona idónea para externalizar su yo.

Referencias:

 José Carlos Bermejo, Empatía terapéutica, Ed. Desclee de Brouwer 2012,


130 pags.
 Edgar Egan, Orientador Experto, Ed. Grupo editorial Iberoamericana 1987,
pags 223
 Moya-Albiol L, Herrero N, Bernal MC, Bases neuronales de la empatía, Rev
Neurol 2010, 50: 89-100
 Armenta Mejía J, Empatía y psicoterapia: vicisitudes del acompañamiento
centrado en la persona, Revista Mexicana de Psicología Humanista y
Desarrollo Humano Prometeo, num 28, 2001
CENTRO GESTALT OAXACA

MAESTRÍA EN PSICOTERAPIA GESTALT

EMPATIA

MODULO I
ENCUENTRO GESTALTICO

Maestro: Francisco Díaz


Alumna: Blanca Alicia Ruiz Buelna

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