Después de conocer las base neuronal de la empatía resulta más fácil comprender
desde donde emerge esta actitud que nos facilita conectarnos con el mundo del
cliente y como está implicado todo nuestro ser en ese corto espacio en que el
terapeuta “esta para el otro”.
Por otra parte es importante para generar este ambiente empático la habilidad de
atender-escuchar el lenguaje verbal como el lenguaje no verbal, para esto la
atención física se convierte en una herramienta valiosa para facilitar la empatía, ya
que con la posición del cuerpo el terapeuta puede comunicar al cliente el interés por
comprenderlo.
Mientras que la atención psicológica le facilita al terapeuta escuchar al cliente tanto
su lenguaje verbal como no verbal y a la vez estar atento de lo que está sucediendo
en él mismo. Esto que es la fase inicial es fundamental sostenerla durante todos los
encuentros terapéuticos ya que es lo que va permitiendo profundizar en el
conocimiento del cliente y al cliente en ir contactando consigo mismo de la misma
forma que lo hace el terapeuta, empáticamente. Me resulta sencillamente fascinante
“el poder”, por llamarlo de alguna forma, que tiene el terapeuta a través de la
empatía para lograr que si un cliente ha llevado una relación consigo mismo de
rechazo y agresión, a través del reflejo de atención, escucha, aceptación y empatía
el cliente experimente un contacto amoroso consigo mismo.
En este breve recorrido de lecturas sobre la empatía, encontré tres conceptos que
llamaron particularmente mi atención: simpatía, dispatía y ecpatía. La simpatía es
la reacción espontánea que se despierta con todo aquello que nos sentimos
identificados o que sentimos que el otro se está identificando con nosotros, la
simpatía no requiere de mayor esfuerzo por parte del terapeuta ya que se da una
coincidencia natural en formas de pensar, sentir o experimentar, sin embargo, es
importante diferenciar que la simpatía tiende a ser egocéntrica, es decir, surge
desde el “como te identificas conmigo, me identifico contigo” (Bermejo 2012) y no
requiere el esfuerzo de comprender al otro en su singular forma de sentir y darle
significados a sus experiencias.
Finalmente, como lo menciona Javier Armenta Mejía: “la empatía puede funcionar
como un proceso contenedor de las experiencias profundamente dolorosas o
traumáticas. Es a través del espacio seguro creado por la empatía, que las
experiencias en extremo problemáticas pueden, paradójicamente, ser expresadas
abiertamente, pero a la vez, ir encontrando una reorganización dentro de la vida del
cliente”.
Conclusión:
No basta mantener una actitud empática es importante llevar una estructura, como
lo propone Carkuff que le va generando al cliente la confianza y la sensación de
estar en un lugar seguro y con la persona idónea para externalizar su yo.
Referencias:
EMPATIA
MODULO I
ENCUENTRO GESTALTICO