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2 1 AÑOS DE FORMACIÓN (1746-1774)
Casa natal de Francisco de Goya en Fuendetodos, provincia de Vista de la cocina de su casa natal.
Zaragoza.
sus óleos para cartones denotan verismo, como La nevada te de ocio campestre, como correspondía a la ubicación
(1786) o El albañil herido (1787)—, pero sí fue necesario del Palacio de El Pardo. Por ello se insiste en localizar
alejarse tanto del barroco tardío de la pintura religiosa de las escenas en la ribera del Manzanares. Los ejecutados
provincias como del ilusionista Rococó, inadecuado pa- entre 1776 y 1778, destinados al comedor de los Prínci-
ra obtener una impresión de factura «del natural» (como pes en el Palacio, y los realizados en 1778 y 1780 para el
pedía siempre el pintoresquismo). También era necesario dormitorio de dicho palacio.
distanciarse de la excesiva rigidez academicista del Neo-
clasicismo, que no favorecía la narración y la vivacidad en
la anécdota requerida en estas imágenes de costumbres,
protagonizadas por tipos populares o aristócratas disfra-
zados de majos y majas, como se puede apreciar en La
gallina ciega (1789). Lo pintoresco necesita que el espec-
tador sienta que el ambiente, los tipos, los paisajes y esce-
nas son contemporáneos, cotidianos, como los que puede
contemplar él mismo; pero a la vez, la vista debe ser en-
tretenida y despertar la curiosidad, pues de lo contrario
carecería de interés. Por otro lado, el realismo capta el
motivo individualizándolo; los personajes de la pintura
de costumbres son, en cambio, tipos representativos de
un colectivo.
La actividad de Goya para la Real Fábrica de Tapices se El quitasol, 1777.
prolongó durante doce años, de 1775 a 1780 en un primer
quinquenio de trabajo y de 1786 hasta 1792 (otros siete El primer grupo comienza con La merienda a orillas del
años), año en que una grave enfermedad, que le provocó Manzanares entregado en octubre de 1776 e inspirado en
su sordera, lo alejó definitivamente de esta labor. En total el sainete homónimo de Ramón de la Cruz. Le siguen
realizó cuatro series de cartones distribuidos del siguiente Paseo por Andalucía (también conocido como La maja y
modo: los embozados), Baile a orillas del Manzanares y, quizá su
obra más lograda de esta serie, El quitasol, un cuadro que
logra un magnífico equilibrio entre la composición de rai-
gambre neoclásica en pirámide y los efectos cromáticos
propios de la pintura galante.
A la antecámara y el dormitorio principesco pertenecen
La novillada, donde gran parte de la crítica ha querido
ver un autorretrato de Goya en el joven torero que mira
al espectador, La feria de Madrid (ilustración de un pa-
saje de El rastro por la mañana, otro sainete de Ramón
de la Cruz), Juego de pelota a pala y El cacharrero, don-
de muestra su dominio del lenguaje del cartón para tapiz:
composición variada pero no inconexa, varias líneas de
fuerza y distintos centros de interés, reunión de persona-
Perros en traílla, 1775. jes de distintos estratos sociales, calidades táctiles en el
bodegón de loza valenciana del primer término, dinamis-
mo de la carroza, difuminado del retrato de la dama del
2.1.1 Primera serie interior del carruaje, y, en fin, una plena explotación de
todos los recursos que este género de pinturas podía ofre-
Realizada en 1775, consta de nueve cuadros de tema cine- cer.
gético realizados para la decoración del comedor de los
Príncipes de Asturias —los futuros Carlos IV y María
Luisa de Parma— en El Escorial. A la serie pertenecen 2.1.3 Tercera serie
La caza de la codorniz, aún muy influido por las mane-
ras de los hermanos Bayeu, Perros en traílla o Caza con Tras un periodo (1780-1786) en el que Goya emprendió
mochuelo y red. otros trabajos, cuales fueron su dedicación a ejercer de
retratista de moda de la clase pudiente madrileña y la re-
cepción del encargo de pintar un cuadro para San Francis-
2.1.2 Segunda serie co el Grande de Madrid y una de las cúpulas de El Pilar,
retoma su trabajo como oficial de la fábrica de tapices
Se pueden distinguir dos grupos de encargos cuyo tema es en 1786 con una serie dedicada a la ornamentación del
la representación de diversiones populares, generalmen- comedor del Palacio de El Pardo.
6 2 GOYA EN MADRID (1775-1792)
En la pintura del gran maestro sevillano, Jovellanos apre- queña corte que el infante don Luis de Borbón había crea-
ciaba valores originales de invención, técnica pictórica do en Arenas de San Pedro (Ávila), junto al músico Luigi
(manchas de pintura formando brillos que el ilustrado gi- Boccherini y otras figuras de la cultura española. Don
jonés denominó «efectos mágicos») y defensa de la tra- Luis había renunciado a todos sus derechos sucesorios al
dición propia que, según el asturiano, no desmerecía de casar con una dama aragonesa, María Teresa Vallabriga,
la francesa, flamenca o italiana, dominante en la pintura cuyo secretario y gentilhombre de cámara tenía lazos fa-
dieciochesca en la Península. Goya pudo hacerse eco de miliares con los hermanos Francisco, Manuel y Ramón
esta corriente de pensamiento y en 1778 publica una se- Bayeu. De su conocimiento dan cuenta varios retratos de
rie de grabados al aguafuerte que reproduce cuadros de la Infanta María Teresa (uno de ellos ecuestre) y, sobre
Velázquez. La colección fue muy bien recibida, pues la todo, La familia del infante don Luis (1784), uno de los
sociedad española demandaba reproducciones de las po- cuadros más complejos y logrados de esta época.
co accesibles pinturas de los sitios reales. Las estampas
fueron elogiadas por Antonio Ponz en el tomo octavo de
su Viaje de España, publicado ese mismo año.
También en sus cuadros Goya aplica los ingeniosos toques
de luz velazqueños, la perspectiva aérea y un dibujo na-
turalista, visibles en el retrato de Carlos III cazador (hacia
1788), cuyo rostro arrugado recuerda el de los hombres
maduros del primer Velázquez.
Goya se granjea en estos años la admiración de sus supe-
riores, en especial la de Mengs «a quien tenía asombrado
la facilidad con que hacía [los cartones]».[9] Su ascenso
social y profesional es notable y así, en 1780, es nombra-
do por fin académico de mérito de la Academia de San
Fernando. Con motivo de este acontecimiento pinta un
Cristo crucificado de factura ecléctica donde muestra su
dominio de la anatomía, la luz dramática y los medios
tonos, en un homenaje que recuerda tanto al Cristo de
Mengs, como al de Velázquez.
noticias suyas hasta 1794, año en que el pintor envía a En el pintado para la quinta de recreo de la Alameda de
la Academia de San Fernando una serie de cuadros «de Osuna, el paisaje era amable y luminoso, de estilo roco-
gabinete»:[14] có, y las figuras eran pequeñas, por lo que la atención del
espectador no reparaba en la tragedia representada hasta
Para ocupar la imaginación mortificada en el punto en que lo hace en el Asalto de ladrones de 1794,
la consideración de mis males, y para resar- donde el paisaje es ahora árido, la víctima mortal apare-
cir en parte los grandes dispendios que me han ce en escorzo en primer término y las líneas convergentes
ocasionado, me dediqué a pintar un juego de de las escopetas hacen dirigir la mirada hacia el hombre
cuadros de gabinete, en que he logrado hacer suplicante que se ve amenazado de muerte.
observaciones a que regularmente no dan lugar A esta serie de cuadros pertenece también un conjunto de
las obras encargadas, y en que el capricho y la motivos taurinos en los que se da más importancia a las ta-
invención no tienen ensanches. reas previas a la corrida —tientas o apartados de toros—
Carta de Goya a Bernardo de Iriarte (vice- que en las ilustraciones contemporáneas de esta temáti-
protector de la Real Academia de Bellas Artes de ca de autores como Antonio Carnicero. En sus acciones,
San Fernando), 4 de enero de 1794. Apud Bozal Goya subraya los momentos de peligro y valentía, y po-
(2005), vol. 1, pág. 112. ne en valor la representación del público como una masa
anónima, característica de la recepción de los espectácu-
los de entretenimiento de la sociedad actual. Destaca en
Los cuadros a que se refiere son un conjunto de obras estas obras de 1793 la presencia de la muerte, en la de las
de pequeño formato entre los que se encuentran ejem- caballerías de Suerte de matar y en la cogida de un caba-
plos evidentes de Lo Sublime Terrible: Corral de locos, llista en La muerte del picador, que alejan estos motivos
El naufragio, El incendio, fuego de noche, Asalto de la- de lo pintoresco y rococó definitivamente.
drones e Interior de prisión. Sus temas son ya truculentos
y la técnica pictórica es abocetada y plena de contrastes Este conjunto de obras en planchas de hojalata se com-
lumínicos y dinamismo. Estas obritas pueden considerar- pleta con Cómicos ambulantes, una representación de una
se el inicio de la pintura romántica. compañía de actores de Comedia del arte. Una cartela con
la inscripción «ALEG. MEN.» al pie del escenario rela-
ciona la escena con la alegoría menandrea o sátira clá-
sica. Aparece en estos personajes ridículos la caricatu-
ra y la representación de lo grotesco, en uno de los más
claros precedentes de lo que será habitual en sus estam-
pas satíricas posteriores: rostros deformados, personajes
fantoches y exageración de los rasgos físicos. En un al-
to escenario y rodeados de un anónimo público, actúan
Colombina, un Arlequín y un Pierrot de caracterización
bufa que contemplan, junto con un atildado aristócrata de
opereta, a un señor Polichinela enano y borrachín, mien-
tras que unas narices (posiblemente de Pantaleón) apare-
cen por entre el cortinaje que sirve de telón de fondo.
En 1795 obtiene de la Academia de Bellas Artes la plaza
de Director de Pintura, vacante tras la muerte de Bayeu
en ese año. Además, solicita a Godoy la de Primer Pin-
tor del Rey con el sueldo de su suegro, aunque no le fue
concedida hasta 1799.
3.2 Retratos
Retrato del Duque de Alba, 1795 (Museo del Prado). Gran afi-
cionado a la música de cámara, aparece apoyado en un clave,
donde reposa una viola, su instrumento favorito. Tiene abierta
en sus manos una partitura de Haydn.
inicialmente iba a ser el frontispicio de la obra y en su pla ni deuda que no se pague— y una escena de El hechi-
publicación definitiva sirvió de bisagra entre una primera zado por fuerza que recrea un momento del drama ho-
parte dedicada a la crítica de costumbres de una segun- mónimo del citado dramaturgo en el que un pusilánime
da más inclinada a explorar la brujería y la noche a que supersticioso intenta que no se le apague un candil con-
da inicio el capricho n.º 43, «El sueño de la razón produ- vencido de que si ocurre morirá. Ambos realizados entre
ce monstruos». Desde su primer dibujo preparatorio, de 1797 y 1798, representan escenas teatrales caracteriza-
1797 (titulado en el margen superior como «Sueño 1º»), das por la presencia del temor ante la muerte aparecida
se representaba al propio autor soñando, y aparecía en ese como una personificación terrorífica y sobrenatural.
mundo onírico una visión de pesadilla, con su propia cara
Otros cuadros con temas brujeriles completaban la deco-
repetida junto a cascos de caballos, cabezas fantasmales ración de la quinta del Capricho: La cocina de los brujos,
y murciélagos. En la estampa definitiva quedó la leyenda
Vuelo de brujas, El conjuro y El aquelarre, en el que unas
en el frontal de la mesa donde se apoya el hombre venci- mujeres de rostros avejentados y deformes situadas en
do por el sueño que entra en el mundo de los monstruos
torno a un gran macho cabrío —imagen del demonio—,
una vez apagado el mundo de las luces. le entregan como alimento niños vivos. Un cielo melan-
cólico —esto es, nocturno y lunar— ilumina la escena.
3.4 El sueño de la razón
El aquelarre, 1797-1798 (Museo Lázaro Galdiano, Madrid). Este tono se mantiene en toda la serie, que pudo ser con-
cebida como una sátira ilustrada de las supersticiones po-
Antes de que finalizara el siglo XVIII Goya aún pintó tres pulares, aunque estas obras no están exentas de ejercer
series de cuadros de pequeño formato que insisten en el una atracción típicamente prerromántica en relación con
misterio, la brujería, la noche e incluso la crueldad y es- los tópicos anotados por Edmund Burke en Indagación
tán relacionados temáticamente con los primeros cuadros filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo
de capricho e invención pintados tras su enfermedad de sublime y de lo bello (1756) acerca de «Lo Sublime Te-
1793. rrible».
En primer lugar se encuentran dos lienzos encargados por Es difícil dilucidar si estos lienzos sobre temas de brujos
los duques de Osuna para su finca de la Alameda que se y brujas tienen intención satírica, como ridiculización de
inspiran en el teatro de la época. Son los titulados El con- falsas supersticiones, en la línea de las declaradas al frente
vidado de piedra —actualmente en paradero desconoci- de Los caprichos y el ideario ilustrado, o por el contrario
do, e inspirado en un momento de una versión de Don responden al propósito de transmitir emociones inquie-
Juan de Antonio de Zamora: No hay plazo que no se cum- tantes, producto de los maleficios, hechizos y ambiente
14 4 LOS ALBORES DEL SIGLO XIX (1800-1807)
En estos años produce los que quizá sean sus mejores re- Del Retrato de Isabel de Porcel asombra el gesto de fuer-
tratos. No solo se ocupa de aristócratas y altos cargos, te carácter, que hasta entonces no había aparecido en la
sino que aborda toda una galería de personajes destacados pintura de género de retrato femenino con la excepción,
de las finanzas y la industria y, sobre todo, son señalados quizá, del de la Duquesa de Alba. Pero en este ejemplo la
sus retratos de mujeres. Ellas muestran una decidida per- dama no pertenece a la Grandeza de España, ni siquiera
sonalidad y están alejadas de la tópica imagen de cuerpo a la nobleza.
entero en un paisaje rococó de artificiosa belleza. El dinamismo, pese a la dificultad que entraña en un retra-
Ejemplos de esta presencia de los incipientes valores bur- to de medio cuerpo, está plenamente conseguido gracias
gueses son el retrato de Tomás Pérez de Estala (un em- al giro del tronco y los hombros, al del rostro orientado
presario textil), el de Bartolomé Sureda —industrial de- sentido contrario al del cuerpo, a la mirada dirigida hacia
dicado a los hornos de cerámica— y su mujer Teresa, el el lateral del cuadro, y a la posición de los brazos, firmes
de Francisca Sabasa García, la Marquesa de Villafranca y en jarras. El cromatismo es ya el de las Pinturas negras,
o la Marquesa de Santa Cruz —Neoclásico de los años pero con solo negros y algún ocre y rosado, consigue ma-
del Estilo Imperio—, conocida por sus aficiones litera- tices y veladuras de gran efecto. La belleza y aplomo con
rias. Por encima de todos se encuentra el bellísimo busto que se retrata a este nuevo modelo de mujer ha superado
de Isabel de Porcel, que prefigura todo el retrato decimo- con mucho los estereotipos femeninos del siglo anterior.
nónico, romántico o burgués. Pintados en torno a 1805, Cabe mencionar otros retratos notables de estos años, co-
los aditamentos de poder asociados a los personajes de mo los de María de la Soledad Vicenta Solís, condesa de
estas obras se reducen al mínimo, en favor de una pres- Fernán Núñez y su marido, de noble apostura, ambos de
tancia humana y cercana, que destaca las cualidades na- 1803; el de María Gabriela Palafox y Portocarrero, mar-
turales de los retratados. Incluso en los retratos aristocrá- quesa de Lazán (h. 1804, colección de los duques de Al-
ticos desaparecen las fajas, bandas y medallas con que ba), vestida a la moda napoleónica y pintada con una gran
habitualmente se veían representados. carga de sensualidad, el de José María Magallón y Ar-
En el Retrato de la Marquesa de Villafranca la protagonis- mendáriz, marqués de San Adrián, intelectual aficionado
ta aparece pintando un cuadro de su marido, y la actitud al teatro y amigo de Leandro Fernández de Moratín, que
con que la representa Goya es toda una declaración de posa con aire romántico, y el de su mujer, la actriz María
principios en favor de la capacidad intelectual y creativa de la Soledad, marquesa de Santiago.[24]
de la mujer.
También retrató a arquitectos (ya hizo un retrato en 1786
de Ventura Rodríguez), como Isidro González Velázquez
(1801) y, sobre todo, destaca el magnífico de Juan de Vi-
llanueva (1800-1805) en el que Goya capta un instante
de tiempo y da al gesto una verosimilitud de precisión
realista.
es una idealización, casi un bosquejo —se incorpora casi libro La Duquesa de Alba y Goya[27] afirma en 1959, ba-
como un falso añadido— que no representa el rostro de sándose en la similitud de postura y dimensiones de las
ninguna mujer conocida de la época. En todo caso, se ha dos majas, que estaban dispuestas de modo que, median-
sugerido que este retrato podría haber sido el de la aman-
te un ingenioso mecanismo, la maja vestida cubriera a
te de Godoy, Pepita Tudó. la desnuda como un juguete erótico del gabinete más se-
creto de Godoy. Se sabe que el duque de Osuna, en el
• La maja desnuda, 1790-1800. siglo XIX, utilizó este procedimiento con un cuadro que,
por medio de un resorte, dejaba ver otro de un desnudo.
• La maja vestida, 1802-1805. El cuadro permaneció oculto hasta 1910. Como desnudo
erótico que no se acoge a justificación iconográfica algu-
Se ha especulado con que la retratada sea la Duquesa de na, causó un proceso inquisitorial a Goya en 1815, del
Alba porque a la muerte de Cayetana en 1802, todos sus cual salió absuelto merced a la influencia de algún amigo
cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien se sabe poderoso.
que pertenecieron las dos majas. El generalísimo tenía
en su haber otros desnudos, como la Venus del espejo de Desde el punto de vista meramente plástico, la calidad
Velázquez. Sin embargo no hay pruebas definitivas ni de de su carnadura y la riqueza cromática de las telas son los
que este rostro pertenezca al de la duquesa ni de que no rasgos más notables. La concepción compositiva es neo-
hubiera podido llegar la Maja desnuda a Godoy por otros clásica, lo que no ayuda gran cosa al establecimiento de
caminos, incluso, el de un encargo directo a Goya. una datación precisa. De cualquier modo, los numerosos
enigmas que recaban estas obras las han convertido en
objeto de atención permanente.
de bandidos III), Caníbales preparando a sus víctimas y armado y de los horrores sufridos en toda guerra de cual-
Caníbales contemplando restos humanos. quier época y lugar por los ciudadanos, independiente-
En todos ellos aparecen horribles crímenes perpetrados mente del resultado y del bando en el que se produzcan.
en cuevas oscuras, que en muchos casos contrastan con la Es también el tiempo de la aparición de la primera Cons-
luz cegadora de la boca de luz blanca radiante, que podría titución española y, por tanto, del primer gobierno liberal,
simbolizar el anhelado espacio de la libertad. que acabó por traer consigo el fin de la Inquisición y de
las estructuras del Antiguo Régimen.
El paisaje es inhóspito, desértico. Los interiores indefini-
dos no se sabe si son salas de hospicios o manicomios, Poco se sabe de la vida personal de Goya durante estos
sótanos o cuevas, y tampoco está clara la anécdota — años. 1812 es el año de la muerte de su esposa, Josefa Ba-
enfermedades contagiosas, latrocinios, asesinatos o estu- yeu. Tras enviudar, Goya entabló relación con Leocadia
pros a mujeres, sin que se sepa si son consecuencias de Weiss, separada de su marido —Isidoro Weiss— en
una guerra— o la naturaleza de los personajes. Lo cierto 1811, con la que convivió hasta su muerte, y de la que
es que viven marginados de la sociedad o que están in- pudo tener descendencia en Rosario Weiss, aunque la pa-
defensos ante las vejaciones. No hay consuelo para ellos, ternidad de Goya no ha sido dilucidada.[31]
como sí ocurría en las novelas y grabados de la época.
franceses revolucionarios, y también del rey José I. Pe- España. Más que a la clase obrera, remite a Las Hilande-
se a que podía aducir que el Bonaparte había ordenado ras de Velázquez y las dos ruecas que aparecen evocan un
que todos los funcionarios reales se pusieran a su disposi- modelo de producción artesanal. Para este palacio pudo
ción, a partir de 1814, para congraciarse con el régimen también pintar otras dos alegorías: La Poesía y La Ver-
fernandino, pintará cuadros que deben considerarse pa- dad, el Tiempo y la Historia, que aluden a la idea ilustrada
trióticos, como el citado Retrato ecuestre del general Pa- de la puesta en valor de la cultura escrita como fuente de
lafox (1814, Madrid, Prado), cuyos apuntes pudo tomar todo progreso.
en mencionado viaje que le llevó a la capital aragonesa, o La Alegoría de la villa de Madrid (1810) es un ejemplo
los retratos del propio Fernando VII. Aunque este periodo
de las transformaciones que sufrieron las obras de este
no fue tan prolífico como el de la última década del siglo género al albur de los sucesivos cambios políticos de este
XVIII, su producción no dejó de ser abundante tanto en
periodo. En principio aparecía en el óvalo de la derecha el
pinturas como en dibujos y estampas, cuya serie central retrato de José I Bonaparte, y en la composición la figura
en estos años fue la de Los desastres de la guerra, aunque
femenina que representa a Madrid no aparece claramen-
se publicaría mucho más tarde. De 1814 datan también te subordinada al rey, que está algo más al fondo. Ello
sus obras más ambiciosas acerca de los sucesos que des-
reflejaría el orden constitucional, en que el pueblo, la vi-
encadenaron la guerra: El dos y El tres de mayo de 1808 o lla, rinde al monarca fidelidad —simbolizada por el perro
La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del tres de que a sus pies apunta hacia el rey— pero no se subordina
mayo, nombres con los que respectivamente son también a él.
conocidos.
En 1812, con la primera huida de los franceses de Madrid
ante el avance del ejército inglés, el óvalo quedó cubierto
5.1 Pinturas de costumbres y alegorías por la palabra «Constitución», alusiva a la de 1812, pero
el regreso de José Bonaparte en noviembre obligó de nue-
vo a pintar su retrato. Su marcha definitiva devolvió el le-
ma constitución a la obra y en 1823, con el fin del Trienio
Liberal, Vicente López pintó el retrato del rey Fernando
VII. En 1843, finalmente, se vuelve a hacer desaparecer
para sustituirlo por el lema «El libro de la Constitución»
y posteriormente por el que se contempla actualmente de
«Dos de mayo».[33]
en el Museo de Bellas Artes de Budapest, representan al ginación hasta la sátira social, como sucede en Las viejas.
pueblo trabajador. Son La aguadora y El afilador, y se En estos dos últimos cuadros aparece el gusto entonces
pueden datar entre 1808 y 1812. Si bien se consideraron reciente por un nuevo verismo naturalista en la línea de
en un principio tipos de los que aparecían en estampas o Murillo, que se alejaba definitivamente de las prescrip-
en tapices, y se fecharon hacia 1790, más tarde se resaltó ciones idealistas de Mengs. Se sabe que en un viaje que
la vinculación con las actividades de la retaguardia duran- los reyes hacen a Andalucía en 1796 adquieren para las
te la guerra, unos anónimos patriotas que afilan cuchillos colecciones reales un óleo del sevillano, El piojoso, donde
y ofrecen apoyo logístico. un pícaro se espulga.[35]
Sin llevar al extremo esta última interpretación —no hay Las viejas es una alegoría del Tiempo, personaje que se
en estas obras ninguna referencia bélica y estuvieron cata- figura como un anciano a punto de descargar un cómico
logados aparte de la serie que se calificó de «Horrores de escobazo sobre una mujer muy avejentada que se mira a
la guerra» en el inventario realizado tras el fallecimiento un espejo que le muestra una criada muy caricaturizada
de su mujer Josefa Bayeu—, destacan por el ennobleci- de rostro cadavérico. En el reverso del espejo se lee la
miento con que aparece representada la clase trabajadora. frase «¿Qué tal?», que funciona como bocadillo de una
La aguadora se contempla desde un punto de vista bajo historieta actual. En Las jóvenes, que se vendió como pa-
que contribuye a enaltecer su figura, con una monumen- reja de este, el énfasis radica en las desigualdades socia-
talidad que remite a la iconografía clásica, ahora aplicada les. No solo de la protagonista, atenta solo a sus amores,
a los oficios humildes. con respecto a su criada, cuya tarea es protegerla del sol
Relacionada con estas obras está La fragua (colección con una sombrilla, sino que el fondo se puebla de lavan-
Frick, Nueva York, 1812 - 1816), pintado en gran medi- deras que trabajan a la intemperie arrodilladas. Ciertas
da con espátula. La técnica abunda asimismo en rápidas láminas del Álbum E —«Útiles trabajos» donde apare-
pinceladas, la iluminación acusa un contrastado claros- cen las lavanderas o «Esta pobre aprovecha el tiempo»,
curo y el movimiento se hace efectivo con un gran dina- en el que una mujer de humilde condición social encierra
mismo. Los tres hombres podrían representar a las tres el ganado al tiempo que hila— se relacionan con la obser-
edades —jóvenes, maduros y ancianos— trabajando al vación de costumbres y la atención a las ideas de reforma
unísono en defensa de la nación durante la Guerra de la social propias de estos años. Hacia 1807 pinta, como se
Independencia.[34] dijo, una serie de seis cuadros de carácter costumbrista
que narra una historia al modo de las viñetas de las alelu-
yas: Fray Pedro de Zaldivia y el bandido Maragato.
de Juliá—,[37] un gigante se yergue tras unos montes, en la muerte de su mujer Josefa Bayeu, se citan doce bode-
una alegoría ya decididamente romántica. En el valle una gones. De ellos destacan el Bodegón con costillas, lomo y
multitud huye en desorden. La obra ha dado lugar a di- cabeza de cordero (París, Museo del Louvre), el Bodegón
versas interpretaciones. Nigel Glendinning afirma que el con pavo muerto (Madrid, Prado) y Pavo pelado y sartén
cuadro está basado en un poema patriótico de Juan Bau- (Múnich, Alte Pinakothek). Todos ellos se suelen datar a
tista Arriaza llamado «Profecía del Pirineo».[38] partir de 1808 por razones de estilo y porque durante la
En él se presenta al pueblo español como un gigante sur- guerra la producción de encargo de Goya se vio reducida,
gido de los Pirineos para oponerse a la invasión napoleó- lo que pudo dejar tiempo al pintor para explorar géneros
que aún no había trabajado.
nica. El motivo fue habitual en la poesía patriótica de la
Guerra de la Independencia, por ejemplo en la poesía pa- Estas naturalezas muertas se desvinculan de la tradición
triótica de Quintana «A España, después de la revolución española emprendida por Juan Sánchez Cotán y Juan van
de marzo», en la que sombras enormes de héroes espa- der Hammen y León, cuyo máximo representante en el si-
ñoles, entre las que se encuentran Fernando III, el Gran glo XVIII fue Luis Meléndez. Todos ellos habían presen-
Capitán y el Cid animan a la resistencia. tado un bodegón trascendente, que mostraba la esencia
Su voluntad de luchar sin armas, con los brazos, como ex- de los objetos no tocados por el tiempo, tal como serían
presa el propio Arriaza en su poema Recuerdos del Dos de en un estado ideal. Goya dedica su atención, en cambio,
Mayo (op. cit. págs. 61-67): «De tanto joven que sin ar- a dar cuenta del paso del tiempo, de la degradación y de
mas, fiero / entre las filas se le arroja audaz» (pág. 63, la muerte. Sus pavos se muestran inertes, los ojos de la
IV)[39] incide en el carácter popular de la resistencia, cabeza de cordero están vidriados, la carne no está ya en
en contraste con el terror del resto de la población, que su máximo grado de frescura. Lo que interesa a Goya es
huyen despavoridos en múltiples direcciones, originan- dibujar la huella del tiempo en la naturaleza y en lugar
do una composición orgánica típica del Romanticismo, de aislar los objetos y representarlos en su inmanencia, lo
en función de los movimientos y direcciones procedentes que se aprecia es el accidente, el paso de las circunstan-
de las figuras del interior del cuadro, en lugar de la me- cias por los objetos, alejados tanto del misticismo como
cánica, propia del Neoclasicismo, impuesta por ejes de de la simbología de las vanitas de Antonio de Pereda o
rectas formadas por los volúmenes y debidas a la volun- Juan de Valdés Leal.
tad racional del pintor. Las líneas de fuerza se disparan
para desintegrar la unidad en múltiples recorridos hacia
los márgenes. 5.3 Retratos oficiales, políticos y burgueses
El tratamiento de la luz, que podría ser de ocaso, rodea y
Con motivo de la boda de su único hijo vivo, Javier Go-
resalta las nubes que circundan la cintura del coloso, co-
ya, con Gumersinda Goicoechea y Galarza en 1805, Goya
mo describe el poema de Arriaza «Cercaban su cintura /
pintó seis retratos en miniatura de los miembros de la fa-
celajes de occidente enrojecidos» (Juan Bautista Arriaza,
milia de su nuera. Fruto de esta unión nacería un año más
«Profecía del Pirineo», vv. 31-32.). Esa iluminación ses-
tarde el nieto del artista, Mariano Goya. La imagen bur-
gada, interrumpida por las moles montañosas, aumenta la
guesa que ofrecen estos retratos familiares muestra los
sensación de falta de equilibrio y desorden.
cambios que la sociedad española había experimentado
desde los cuadros de sus primeros años a estos de me-
diados de la primera década del siglo XIX. Se conserva
5.2 Bodegones también un retrato a lápiz de doña Josefa Bayeu dibujada
de perfil del mismo año, muy preciso en los rasgos que
definen su personalidad. En él se resaltan el verismo y
reciedumbre de su fisonomía y se adelantan las caracte-
rísticas de los álbumes posteriores de Burdeos.
Durante la guerra la actividad de Goya disminuyó, pero
siguió pintando retratos de la nobleza, amigos, militares
e intelectuales significados. El viaje a Zaragoza de 1808
pudo originar el retrato de Juan Martín, el Empecinado
(1809) y el ecuestre de José de Rebolledo Palafox y Mel-
ci, que concluiría en 1814. También estaría en el origen
de las estampas de Los desastres de la guerra.
Su pincel retrató militares tanto franceses —Retrato del
general Nicolas Philippe Guye, 1810, Richmond, Museo
de Bellas Artes de Virginia—[40] como ingleses —Busto
Bodegón con costillas y cabeza de cordero. de Arthur Wellesley, l duque de Wellington, National Ga-
llery de Londres- y españoles, como el de El Empecina-
Entre los bienes relacionados en el inventario de 1812 a do, muy dignificado y vestido con uniforme de capitán de
22 5 LOS DESASTRES DE LA GUERRA (1808-1814)
Desastres, que fue ejecutada en tiempos de guerra. podía elegir, por ejemplo, para la insurrección madrileña,
Un ejemplo del atrevimiento compositivo y formal a que a presentar como líderes a Daoíz y Velarde, en paralelo
Goya llega en sus grabados lo puede proporcionar la es- con los cuadros de estilo neoclásico de David que ensalza-
tampa nº 30, titulada «Estragos de la guerra», que ha sido ban a Napoleón, y cuyo prototipo fue Napoleón cruzando
vista como un precedente del Guernica por el caos com- los Alpes, de 1801. En Goya el protagonista es el colec-
positivo, la mutilación de los cuerpos, la fragmentación tivo anónimo de gentes que han llegado al extremo de
de objetos y enseres situados en cualquier lugar del gra- la violencia más brutal. En este sentido también se dis-
bado, la mano cortada de uno de los cadáveres, la des- tingue de las estampas contemporáneas que ilustraban el
membración de sus cuerpos y la figura del niño muerto Levantamiento del dos de mayo, las más conocidas de las
con la cabeza invertida, que recuerda al que aparece sos- cuales fueron las de Tomás López Enguídanos, publica-
tenido por su madre a la izquierda de la obra capital del das en 1813, reproducidas en nuevas ediciones por José
malagueño. Ribelles y Alejandro Blanco un año después. Pero hubo
otras de Zacarías Velázquez o Juan Carrafa entre otros.
La estampa refleja el bombardeo de población civil urba- Estas reproducciones, popularizadas a modo de aleluyas,
na, posiblemente dentro de su vivienda y remite con toda habían pasado al acervo del imaginario colectivo cuando
probabilidad a los obuses con que la artillería francesa Goya se enfrenta a estas escenas, y lo hace de un modo
minaba la resistencia española en los Sitios de Zarago- original.
za.[42]
Así, en La carga de los mamelucos, Goya atenúa la re-
ferencia noticiosa de tiempo y lugar —en las estampas
5.6 El dos y el tres de mayo de 1808 el diseño de los edificios de la Puerta del Sol, lugar del
enfrentamiento, es plenamente reconocible— y reduce la
Finalizada la guerra, Goya aborda en 1814 la ejecución localización a unas vagas referencias arquitectónicas ur-
de dos grandes cuadros de historia que suponen su inter- banas. Con ello gana en universalidad y se centra la aten-
pretación de los sucesos ocurridos los días dos y tres de ción en la violencia del motivo: una muchedumbre san-
mayo de 1808 en Madrid. De su intención da cuenta el grienta e informe, sin hacer distinción de bandos ni dar
escrito dirigido al gobierno en el que señala su intención relevancia al resultado final.
de
Por otro lado, la escala de las figuras aumenta con respec-
to a las estampas, con el mismo objeto de centrar el tema
... perpetuar por medio del pincel las más
de la sinrazón de la violencia y disminuir la distancia del
notables y heroicas acciones o escenas de nues-
espectador, que se ve involucrado en el suceso casi como
tra gloriosa insurrección contra el tirano de Eu-
un viandante sorprendido por el estallido de la refriega.
ropa.
apud Glendinning (1993), pág. 107. La composición es un ejemplo definitivo de lo que se lla-
mó composición orgánica, propia del romanticismo, en la
que las líneas de fuerza vienen dadas por el movimiento
Las obras de gran formato La carga de los mamelucos y de las figuras y por las necesidades del motivo, y no por
Los fusilamientos de la montaña de Príncipe Pío, estable- una figura geométrica impuesta a priori por la precepti-
cen, sin embargo, apreciables diferencias con respecto a va. En este caso el movimiento lleva de la izquierda a la
lo que era habitual en los grandes cuadros de este géne- derecha, hay personas y caballos cortados por los límites
ro. Renuncia en ellos a que el protagonista sea un héroe: del cuadro, como si fuera una instantánea fotográfica.
24 6 LA RESTAURACIÓN (1815-1819)
Moss).[50] El otro problema de ubicación radica en la el año 1874, por encargo, en previsión del derribo de la
titulada Dos viejos comiendo sopa, de la que desco- casa de campo. Por él sabemos que las pinturas fueron
nocemos si era sobrepuerta de la planta alta o baja; enmarcadas con papeles pintados clasicistas de cenefas,
Glendinning la localiza en la de la sala inferior. Este al igual que las puertas, ventanas y el friso bajo el cielo ra-
detalle aparte, la distribución original en la Quinta del so. Las paredes fueron empapeladas, como era costumbre
Sordo era como sigue:[51] en las residencias palaciegas y burguesas, con material tal
vez procedente de la Real Fábrica de Papel Pintado pro-
movida por Fernando VII. La planta inferior con motivos
de frutos y hojas y la superior con dibujos geométricos
organizados en líneas diagonales. También documentan
las fotografías el estado anterior al traslado.
• Planta alta: De las mismas dimensiones que la Hay consenso entre la crítica especializada en proponer
planta baja, sin embargo solo tenía una ventana cen- causas psicológicas y sociales para la realización de las
tral en los muros largos, a cuyos lados se situaban Pinturas negras. Entre las primeras estarían la conciencia
dos óleos. En la pared de la derecha conforme se de decadencia física del pintor, más acentuada si cabe a
entraba se hallaban Visión fantástica o Asmodea cer- partir de la convivencia con una mujer mucho más jo-
ca del espectador y Procesión del Santo Oficio más ven, Leocadia Weiss, y sobre todo las consecuencias de
alejada. En el de la izquierda estaban Átropos o Las la grave enfermedad de 1819, que postró a Goya en un
Parcas y Duelo a garrotazos sucesivamente. En el estado de debilidad y cercanía a la muerte que refleja el
muro corto del fondo se veía Dos mujeres y un hom- cromatismo y el asunto de estas obras.
bre a la derecha del vano y a la izquierda Hombres Desde el punto de vista sociológico, todo apunta a que
leyendo. A mano derecha de la puerta de entrada se Goya pintó sus cuadros a partir de 1820 —aunque no hay
encontraba El Perro y a la izquierda pudo situarse prueba documental definitiva— tras reponerse de su do-
Cabezas en un paisaje. lencia. La sátira de la religión —romerías, procesiones, la
Inquisición— o los enfrentamientos civiles —el Duelo a
Esta disposición y el estado original de las obras podemos garrotazos, las tertulias y conspiraciones que podría refle-
conocerlos, además de los testimonios escritos, por el ca- jar Hombres leyendo, una interpretación en clave política
tálogo fotográfico que in situ llevó a cabo J. Laurent hacia que podría desprenderse del Saturno: el Estado devoran-
28 7 EL TRIENIO LIBERAL Y LAS PINTURAS NEGRAS (1820-1824)
atrás. Tras un prolongado olvido, en 1869 se efectúan des- te un cuaderno de estudio realizado con motivo de
de España distintas gestiones para trasladarle a Zaragoza su viaje de aprendizaje a Italia y en él encontramos
o a Madrid, lo que no era posible legalmente hasta pa- trabajos preparatorios del Aníbal vencedor. Se sirve
sados cincuenta años. En 1888 (a los sesenta años, pues) del lápiz, la sanguina y la tinta.
se hace una primera exhumación (encontrándose los des-
pojos de ambos esparcidos por el suelo), que por desidia • Álbum A (verano de 1796). También llamado
española no concluye en traslado.[54] En 1899 por fin se Cuaderno pequeño de Sanlúcar. Fue dibujado du-
exhuman de nuevo y llegan finalmente a Madrid los restos rante su estancia en la finca de la duquesa de Alba
de los dos, Goya y Goicoechea. Depositados provisional- en Sanlúcar de Barrameda. Predominan las escenas
mente en la cripta de la Colegiata de San Isidro, pasan de jóvenes en actitudes caseras e íntimas, en las que
en 1900 a una tumba colectiva de «hombres ilustres» en se puede apreciar el porte de la propia Cayetana. La
la Sacramental de San Isidro[55] y finalmente, en 1919, a técnica es la punta de pincel, la aguada de tinta china
la ermita de San Antonio de la Florida, al pie de la cú- y toques de lápiz negro y pluma.
pula que el aragonés pintara un siglo atrás, donde desde
entonces permanecen.[56]
• Álbum B (1796-1797) o Álbum de Sanlúcar-Madrid.
Fue comenzado en Sanlúcar, de modo consecutivo
al Álbum A, con los mismos rasgos técnicos y estilís-
10 Álbumes de dibujos ticos hasta el dibujo número 27. En adelante apare-
cen motivos que preludian los Caprichos: asnerías,
ladrones, procesiones. Muchos son trabajos prepa-
ratorios de las estampas, pues aparecen dibujos en-
marcados y epígrafes que los explican.
más suelta, Goya aparece vestido con ropa cómoda en un rostro, con una mirada de con gran intensidad. Ha sido
interior, adelantando el modelo de retrato burgués que le visto como un retrato plenamente romántico que guar-
será propio a partir de estos años. da curiosas similitudes con los que dibujó el surrealista
[58]
De la misma época es el autorretrato que incluye en la Antonin Artaud tras la Segunda Guerra Mundial.
pintura para una de las capillas de San Francisco el Gran- Entre los años 1797 y 1799 Goya trabaja en la estam-
de Predicación de San Bernardino de Siena, donde el pin- pación de la serie de Los caprichos. Para su frontispicio
tor reafirma su personalidad apareciendo en una de las dudó entre dos imágenes que contienen sendos autorre-
obras que emprendió con mayor ambición. Asimismo tratos. En un primer momento pensó en situar al frente la
aparece en el Retrato del Conde de Floridablanca de 1783 que luego será la estampa n.º 43, «El sueño de la razón
y en la obra que dedicó al año siguiente a representar la produce monstruos», en uno de cuyos dibujos preparato-
familia del infante Luis de Borbón. Más tarde, en 1800, rios (h. 1797) se aprecia la imagen del artista reclinado
aparecerá pintando un gran lienzo, al modo que lo hizo y rodeado de sueños de pesadilla constituidos claramente
Velázquez en Las Meninas, en el retrato de la familia de por la representación de su rostro. Sin embargo se decan-
Carlos IV. tó finalmente por abrir Los caprichos con su autorretrato
Francisco Goya y Lucientes, pintor, con sombrero de co-
pa, descrito en la época como de gesto satírico, en alusión
a la intención crítica de esta colección. De él se conser-
va un dibujo previo de busto completo. En otro borrador
dibujado previamente al Sueño de la mentira y la incons-
tancia, estampa destinada a Los caprichos que no llegó a
ser incluida en la serie, también se ve a Goya en relación
con la imagen de una mujer que tiene rasgos de la Duque-
sa de Alba y aparece con dos rostros, cual Jano bifronte,
lo que de nuevo lleva a pensar en un posible despecho
amoroso sufrido por el artista.
toda probabilidad elaborado como regalo a la Duquesa mismo». El del Museo del Prado muestra al artista con
de Alba, a cuyos herederos perteneció hasta su salida a actitud más sencilla, una vez desaparecida la urgencia de
subasta en 1989.[59] Aquí aparece ante un lienzo, mirando afirmarse personal y profesionalmente de sus anteriores
hacia lo que parece ser su modelo y con un atuendo a la autorretratos.
última moda del momento. Emotivo es Goya atendido por el doctor Arrieta, un cua-
Es muy significativo un pequeño retrato de cuerpo entero dro pintado en 1820 que refleja la grave enfermedad que
conservado en la Academia de San Fernando y pintado padeció desde noviembre de 1819 —quizá el tifus—, en
entre 1790 y 1795: el llamado Autorretrato en el taller. El la que fue atendido por el médico Eugenio García Arrie-
artista de perfil, a contraluz, lleva un extraño sombrero en ta. Se autorretrata enfermo y agonizante, sostenido por
el que hay unos soportes para poner velas, con las que se detrás por el doctor que le da a beber alguna medicina.
supone que pintaba de noche. Nos habla de su actividad En un fondo oscuro aparecen al fondo a la izquierda unos
como intelectual (la luz destaca una mesita con recado rostros de mujer que la crítica ha identificado con la re-
de escribir) y de su aprecio por la actividad alejada de presentación de Las Parcas.
los encargos oficiales. En esta época renunció a labores
como pintor de cartones para tapices alegando motivos de
salud, pero el cuadro nos lo muestra activo (como ratifica
su biografía de estos años) y gozando de la pintura que se
alejaba de los encargos oficiales.
Otros dos autorretratos al óleo muy parecidos de bus- La última imagen conocida de la mano del propio artista
to corto con gafas se encuentran en el Museo Goya de es un dibujo de 1824 conservado en el Museo del Prado
Castres y en el Museo Bonnat de Bayona, ambos en Fran- con su rostro de perfil y tocado con una gorra en apostura
cia. Adopta en ellos la pose de un tertuliano burgués, ves- cercana al de la portada de Los caprichos.
tido como sus amigos ilustrados Jovellanos o Saavedra.
De su senectud hay también testimonios. Dos magníficos
autorretratos casi idénticos realizados en 1815, uno dona- 12 Véase también
do por Javier Goya a la Academia de San Fernando y otro
que se encontraba probablemente en la Quinta del Sordo, • Relación de cuadros de Goya.
pues figura en el inventario que Antonio de Brugada reali- • Cronología de Goya como personaje en los medios
zó a la muerte del artista aragonés de las Pinturas negras audiovisuales.
en 1828 y desde 1872 se aloja en el Museo del Prado.
La firma del primero reza «Fr. de Goya, aragonés por el • A Goya
35
[5] Bozal (2005), vol. 1, pág. 26. [15] Mercedes Águeda y Xabier de Salas, en la edición cita-
da de las Cartas a Martín Zapater (ed. cit., págs. 344 y n.
[6] Ficha del Armario relicario de Fuendetodos en el Catálogo 3, pág. 346), afirman de este pasaje: «Única frase cono-
de la Universidad de Zaragoza cida y documentada de Goya en donde hace alusión a la
36 13 REFERENCIAS
duquesa de Alba y que ha dado lugar a toda la leyenda y de una clase de pequeños propietarios en el
elucubraciones posteriores.» Apud loc. cit. campo, todos éstos son fenómenos que con-
tribuyen a crear una atmósfera en la que los
[16] Carmen Muñoz de Figueroa Yebes, La condesa-duquesa Caprichos adquieren pleno sentido. La crítica
de Benavente, una vida en cartas, Madrid, Espasa-Calpe, de la corrupción eclesiástica, de la supersti-
1955, pág. 75. OCLC 12542430 Apud Bozal, 2005. ción, de los matrimonios de conveniencia, la
explotación de los agricultores..., son temas
[17] «La huida a Egipto», 1771, en la Exposición virtual de
dominantes en estas estampas. Sin embargo,
grabados de Goya de la Biblioteca Nacional de España.
para cuando se ponen a la venta en 1799 la
[18] Biblioteca nacional de España (ed.). «Diario de Madrid situación ha cambiado, el clima represivo se
del miércoles 6 de febrero de 1799.». Consultado el 21 de acentúa y las pretensiones reformistas pasan
agosto de 2013. a mejor vida: la Inquisición se interesará por
las estampas de Goya y éste, asustado, ter-
[19] «La burla de Goya no se detiene en los tópicos de la crí- minará regalando las planchas al monarca a
tica anticlerical, aunque también los utiliza, sino que va cambio de una pensión para su hijo.
más allá y unas veces roza la irreverencia y otras se mofa Valeriano Bozal (2005), vol. 1, págs.
de los votos religiosos y de ciertas funciones del ministe- 107-112.
rio sacerdotal». Emilio La Parra López, «Los inicios del
anticlericalismo español contemporáneo», en Emilio La
Por otro lado un párrafo del libro de Glendinning (1993,
Parra López y Manuel Suárez Cortina, El anticlericalismo
pág. 56), de un capítulo que titula significativamente «La
español contemporáneo, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998,
feliz renovación de las ideas», afirma:
pág. 33. ISBN 84-7030-532-8.
Un enfoque político sería muy lógico pa-
[20] Bozal (2005), vol. 1, pág. 107, abre el capítulo correspon- ra estas sátiras en 1797. Por entonces los ami-
diente al contexto histórico de esta época con el título de gos del pintor disfrutaban de la protección de
«La primavera ilustrada» donde asevera: Godoy y tenían acceso al poder. En el mes de
noviembre se nombra a Jovellanos ministro
Godoy inició una política de talante libe-
de Gracia y Justicia, y un grupo de amigos
ral que le indispuso con la Iglesia y con la
de éste, entre ellos Simón de Viegas y Var-
aristocracia más conservadora. Es muy posi-
gas Ponce, trabajan en la reforma de la en-
ble que apoyara a Jovellanos cuando la Inqui-
señanza pública. Una nueva visión legislativa
sición le abrió expediente y formuló censura
trasciende en la labor de Jovellanos y estos
(1796) con motivo del Informe sobre la ley
amigos, y según el mismo Godoy, se quería
agraria [de 1795]: el expediente contra Jove-
ejecutar poco a poco «Las reformas esencia-
llanos fue suspendido por orden superior en
les que reclamaban los progresos del siglo».
1797; ¿quién sino Godoy tenía poder para or-
Las artes nobles a bellas tendrían su papel en
denar semejante suspensión? Éste es el año
este proceso, «preparando los días de una fe-
en que el ilustrado asturiano entró a formar
liz renovación cuando estuviesen ya maduras
parte del gobierno en calidad de ministro de
las ideas y las costumbres». [...] La aparición
Gracia y Justicia, en compañía de Francis-
de Los caprichos en este momento se apro-
co Saavedra (Hacienda) [...] Los meses que
vecharía de «la libertad de discurrir y escri-
transcurren desde finales de 1797 hasta agos-
bir» existente para contribuir al espíritu de
to de 1798 constituyen la llamada «prima-
reforma y podrían contar con el apoyo moral
vera ilustrada». La política que Godoy había
de varios ministros. No es extraño que Goya
asumido en los años anteriores de una forma
pensara en publicar la obra por suscripción y
balbuceante parece entrar ahora en una di-
esperase que una de las librerías de la Corte
rección mucho más decidida. Los ministros
se encargara de la venta y publicidad.
mencionados son los instrumentos del favo-
Nigel Glendinning Francisco de Goya,
rito para llevarla a cabo, y Jovellanos ocupa
Madrid, Cuadernos de Historia 16, 1993,
en este marco un lugar fundamental. [...] Se
pág. 56 (El arte y sus creadores, 30). D.L.
estima que entre los objetivos de Godoy se
34276-1993
encontraba la reforma de los estatutos uni-
versitarios, el inicio de la desamortización y
el recorte de atribuciones de la Inquisición. [21] Véase en commons la serie ordenada. El bandido Maraga-
[...] El lector habrá notado que las fechas en to, delincuente homicida muy conocido desde 1800, fue
las que Jovellanos intenta llevar a cabo sus detenido en 1806 por un franciscano, Pedro de Zaldivia,
reformas coinciden con aquellas en las que de lo que resultó ahorcado y descuartizado por la justicia
Goya realiza las estampas de sus Caprichos, de la época.
una obra profundamente crítica que se pon-
drá a la venta en Madrid en 1799 [...] A buen [22] Glendinning (1993), págs. 44-48
seguro que el clima de cambio que Saave- [23] Bozal (2005), vol. 1, págs. 107 y 148-149.
dra y Jovellanos introducen, la nueva actitud
ante la Iglesia, los deseos de reforma econó- [24] Seseña, Natacha. Goya y las mujeres. Madrid, Taurus,
mica, la pretensión de fomentar el desarrollo 2004. ISBN 978-84-3060-507-1.
37
[25] El estudio del estilo de La maja desnuda refleja el [36] «'El Coloso' “casi seguro” que no era de Goya». El País.
de la década de 1790. 1800 es la fecha de la prime- Consultado el 26 de junio de 2008.
ra mención de La maja desnuda y aparece en el dia-
rio de Pedro González de Sepúlveda, grabador y aca- [37] «El Coloso es de un “discípulo de Goya"». El País, 26-01-
démico, que refiere que forma parte de la colección de 2009. [Consulta: 26.01.2009].
pintura de Manuel Godoy en 1800. Cfr. Juan J. Luna,
[38] En el poema de Juan Bautista Arriaza, «Profecía del Piri-
La maja desnuda [en línea], en Catálogo de la exposi-
neo» (vv. 25-36) aparece un Titán que se yergue sobre los
ción celebrada en el Museo de Zaragoza del 3 de oc-
Pirineos, cordillera cuya etimología significa monte que-
tubre al 1 de diciembre de 1996, n.º 1: «La maja des-
mado y así ha sido reflejada en la tradición literaria espa-
nuda». Cit. por la página web Realidad e imagen: Go-
ñola, como se observa en la Fábula de Polifemo y Galatea
ya 1746-1828. URL <http://www.almendron.com/arte/
de Góngora; al gigante Polifemo lo llama «este Pirineo»
pintura/goya/obras_goya/goya_34.htm> [Consulta:8.12.
en el verso 62. El poema de Arriaza describe detalles co-
2007]
mo los de las nubes que rodean su cintura, precisión que
[26] Juan J. Luna, art. cit., 1996. Goya refleja en el cuadro:
[27] Joaquín Ezquerra del Bayo, La Duquesa de Alba y Goya, Ved que sobre una cumbre
Madrid, Aguilar, 1959. de aquel anfiteatro cavernoso,
del sol de ocaso a la encendida lumbre
[28] Bozal, vol. 1, pág. 187. descubre alzado un pálido Coloso
que eran los Pirineos
[29] Glendinning (1993), pág. 64 basa humilde a sus miembros giganteos.
Cercaban su cintura
[30] Bozal, vol. 1, págs. 185-187 celajes de occidente enrojecidos,
[31] A menudo se da por supuesto que Goya tenía una rela- dando expresión terrible a su figura
ción sentimental con Leocadia Weiss, de la que nació en con triste luz sus ojos encendidos
1814 Rosario Weiss, por quien Goya sintió un gran cariño. y al par del mayor monte,
Sin embargo, José Manuel Cruz Valdovinos, en «La par- enlutando su sombra el horizonte.
tición de bienes entre Francisco y Javier Goya a la muerte Juan Bautista Arriaza, «Profecía del
de Josefa Bayeu y otras cuestiones», Goya Nuevas Visio- Pirineo», en Poesías patrióticas, Londres, T.
nes. Homenaje a Enrique Lafuente Ferrari, Madrid, 1987, Bensley, 1810, págs. 27-40, vv. 25-36.
págs. 133-153, señala que no hay prueba alguna de que
esas relaciones fueran amorosas; además el amor de Goya [39] «Recuerdos del Dos de Mayo», pág. 63, IV.
por Rosarito Weiss es plenamente comprensible conside-
rando solo su condición de ahijada. Isidoro Weiss recono- [40] Ficha del Retrato del general Nicolas Philippe Guye en el
ció la paternidad de Rosario el 2 de octubre de 1814 y si VMFA (Virginia Museum of Fine Arts).
este no fuera el padre biológico, tras la ruptura con su es-
posa no habría accedido a darle su apellido (apud Bozal, [41] El título completo que escribió Goya en el ejemplar que
2005, vol. 2, págs. 156-160). A pesar de estas opiniones regaló a Ceán Bermúdez es Fatales consequencias de la
contrarias, según documenta J. Camón Aznar (Francisco sangrienta guerra en España con Buonaparte. Y otros ca-
de Goya, Zaragoza, Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón prichos enfáticos.
y Rioja, 1980, pág. 226), tras la partición de la herencia el
hijo de Goya, Javier, cedió a Leocadia y su hija, que que- [42] Véase al respecto el comentario de José Camón Aznar:
daban en estado precario, los muebles de la casa, la ropa, Goya recorrió las tierras aragonesas em-
y dinero en efectivo, lo que sugiere una relación más es- papadas en sangre y en visiones de muerte.
trecha de su padre con Leocadia. Esto se confirmaría por Y su lápiz no hizo más que repetir los es-
varias vías pero sobre todo por el documento de viaje por pectáculos macabros que tenía ante su vista
Bayona de Leocadia y sus dos hijos, Guillermo y Rosario, y las sugerencias directas que recogió en es-
que alegaba ir a Burdeos para reunirse «con su marido», o te viaje. Sólo en Zaragoza pudo contemplar
por el acta levantada por el cónsul de España tras la muer- los efectos de obuses que al caer derrumba-
te de Goya, donde manifiesta que «vivían juntos», véase el ban los pisos de una casa precipitando a sus
bien documentado artículo de M. Núñez de Arenas en el habitantes como en la lámina 30 “Estragos de
Bulletin Hispanique 52, 1950, págs. 229-273, espec. 257. la Guerra”.
José Camón Aznar, «Los Sitios de
[32] José Camón Aznar, «Los Sitios de Zaragoza en los gra-
Zaragoza en los grabados de Goya», Herado
bados de Goya», Heraldo de Aragón, 11 de octubre de
de Aragón, 11 de octubre de 1953,
1953, recogido por Juan Domínguez Lasierra en Heraldo
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Domingo el 17 de agosto de 2003, [URL visitada el 24 de
Heraldo Domingo el 17 de agosto de 2003,
diciembre de 2007].
[URL visitada el 15 de agosto de 2007].
[33] Bozal, vol. 2, pág. 76.
[34] Glendinning (1993), págs. 84-97. [43] Revista Descubrir el Arte, nº 201, noviembre de 2015, pá-
ginas 18-24. ISSN 1578-9047. La maqueta fue realizada
[35] Glendinning (1993), pág. 90. por el ingeniero militar León Gil de Palacio, entre los años
38 14 BIBLIOGRAFÍA
16.2 Imágenes
• Archivo:Aníbal_vencedor_contempla_por_primera_vez_Italia_desde_los_Alpes.jpg Fuente: https://upload.
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los_Alpes.jpg Licencia: Public domain Colaboradores: http://artepedrodacruz.files.wordpress.com/2010/05/
anibal-vencedor-que-por-primera-vez-miro-italia-desde-los-alpes-1771-oleo.jpg Artista original: Francisco de Goya
• Archivo:Aquelarre_de_Laurent.jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c7/Aquelarre_de_Laurent.jpg Licen-
cia: CC BY-SA 2.5 es Colaboradores: http://biblioteca.ucm.es/tesis/bba/ucm-t25732.pdf Artista original: J. Laurent
• Archivo:Asalto_de_ladrones.jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c6/Asalto_de_ladrones.jpg Licencia: Pu-
blic domain Colaboradores: http://goya.unizar.es/InfoGoya/Obra/Catalogo/Pintura/269.html Artista original: Francisco de Goya
• Archivo:Aun_aprendo.jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4b/Aun_aprendo.jpg Licencia: Public domain
Colaboradores: http://www.museodelprado.es/uploads/tx_gbgonline/d04151.jpg Artista original: Francisco de Goya
• Archivo:Autorretrato_con_gorra_(Goya).jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/8f/Autorretrato_con_
gorra_%28Goya%29.jpg Licencia: Public domain Colaboradores: http://www.museodelprado.es/uploads/tx_gbobras/D04333.jpg
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wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/6f/Inkscape.svg/40px-Inkscape.svg.png 2x' data-file-width='60' data-file-height='60'
/></a> Image <a href='http://www.wga.hu/html/g/goya/9g/95/9504draw.html' data-x-rel='nofollow'><img alt='Information icon.svg'
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width='620' data-file-height='620' /></a> Info about artwork Artista original: Francisco de Goya
• Archivo:Autorretrato_de_Goya_(1795).jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b2/Autorretrato_de_Goya_
%281795%29.jpg Licencia: Public domain Colaboradores: http://www.museodelprado.es/es/pagina-principal/coleccion/galeria-on-line/
galeria-on-line/zoom/1/obra/autorretrato-5/oimg/0/ Artista original: Francisco de Goya
• Archivo:Autorretrato_de_Goya_(h._1783).jpg Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ec/Autorretrato_de_
Goya_%28h._1783%29.jpg Licencia: Public domain Colaboradores: http://www.repro-tableaux.com/kunst/francisco_jose_de_goya/
self_portrait_xir169042_hi.jpg Artista original: Francisco de Goya
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