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ACTAUD, 51743/2015.

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En la Ciudad de Neuquén, Capital de la Provincia del mismo nombre, a los treinta
días del mes de diciembre del año dos mil quince, se reúne en Acuerdo el Tribunal
de Juicio integrado por los Jueces Penales, Dres. Martín Marcovesky, Ana Malvido
y Carina Alvarez, presididos por el nombrado en primer término, para dictar
sentencia de individualización de la pena - Art. 178 del C.P.P.- en el LEGAJO
MPFNQ N°10637/2014 caratulado "MÉNDEZ, HÉCTOR DAVID S/HOMICIDIO”,
debatida en audiencia el día 21 de diciembre de 2015, en la que intervino por la
acusación, en representación del Ministerio Público Fiscal el Dr. Pablo Vignaroli,
por la parte Querellante el Dr. Pablo Pedrero, y por la Asistencia Técnica el Dr.
Carlos Ronda; en la causa seguida contra Héctor David Méndez, DNI Nº
17.117.734, de nacionalidad argentina, nacido en la ciudad de Neuquén, Provincia
del mismo nombre, el día 13 de enero de 1965, de estado civil casado, de
ocupación empleado policial, domiciliado en Manzana C casa 12 del Barrio
Cuenca XV de la ciudad de Neuquén, por el hecho cometido en esta ciudad, el 22
de julio del año 2012, en perjuicio de quien en vida fuera Matías Casas; conducta
que fuera calificada como constitutiva del delito de Homicidio simple agravado por
el Uso de armas en carácter de autor (Arts. 79, 41 bis y 45 del Código Penal)
conforme la declaración del culpabilidad del último Tribunal de la causa.

RESULTANDO:

1.- Que en fechas 21 de diciembre del año en curso se llevó a cabo la


audiencia de la segunda fase del juicio oral prevista en el Art. 179 del C.P.P., en la
que las partes ofrecieron prueba, recibiéndose las declaraciones de Víctor Hugo
Ayala, Gisel Andrea Cisneros, Claudia Carolina Albanese, Juan Francisco Flores
Orellana, Samuel Ángel Muñoz, Raúl Omar Jiménez y Patricia Eleonora Sandoval,
quienes previo juramento de decir verdad respondieron las preguntas de las
partes.

2.- Luego el Señor Fiscal Jefe, Dr. Pablo Vignaroli comenzó su alegato de
cierre diciendo que se responsabilizó a Méndez en calidad de autor por el hecho
acaecido en fecha 22 de julio de 2012 a las 2 AM, quien utilizando una arma
reglamentaria 9 mm efectuó varios disparos a Matías Casas y lo mató. Que en el
juicio de responsabilidad se dieron por probadas las siguientes circunstancias: 1)
que Matías estaba en una moto, en compañía de su novia Micaela Ferraris en el
Barrio Cuenca XV, sobre calle Primero de Mayo. 2) que la familia de Méndez, esa
misma noche se encontraba compartiendo un asado en la casa de su vecino
Barrionuevo (conforme también lo reseñó la señora del causante en esta
audiencia). 3) Que el hijo del imputado, Enzo, salió con un amigo de esa casa en
dirección a un cumpleaños de 15, en un salón ubicado fuera del barrio Cuenca XV,
pero cuando llegó éste se había cancelado, ante lo cual regresó al barrio. 4) en el
trayecto de vuelta se produjo un encuentro entre Matías, Micaela (su novia) y Enzo
donde discutieron, pero ello no impidió que Enzo continuara para su casa del
Barrio. 5) que Enzo asustado le contó lo sucedido a su padre, y es allí cuando
Méndez le pidió a Barrionuevo que lo llevara en su Ford Ranger blanca a buscar a
Matías Casas; en las inmediaciones lo encontró e increpó (contado por Micaela
Ferraris), Matías decidió irse del lugar, se subió a su motocicleta para retirarse,
Méndez le efectuó cuatro disparos, siendo que en calle Novella cayó y terminó
muerto. Todas estas circunstancias fueron probadas en el juicio de
responsabilidad, y en consecuencia en su veredicto, un jurado popular y por
unanimidad, declaró culpable a Méndez de la muerte de Casas.

En su momento, se calificó a ese suceso como Homicidio agravado por


haberse cometido por un policía en abuso de funciones y por el uso de arma
reglamentaria; esa calificación fue impugnada parcialmente por el Tribunal y se
determinó que la calificación definitiva que correspondía asignar al suceso era la
de Homicidio simple agravado por uso de arma fuego; la cual fue confirmada por
resolución del TSJ, encontrándose en trámite el Recurso Federal ante la CSJ.

Entonces en esta audiencia se pide pena para el delito de Homicidio simple


agravado por el uso de arma de fuego. Y en este camino, entendió que los
atenuantes son pocos, porque la falta de antecedentes penales por parte de
Méndez lo cual es condición necesaria por su función de policía, por lo que el
tratamiento debe ser distinto al de cualquier otro ciudadano común. Otra
circunstancia atenuante a considerar es que Méndez tiene familia e hijos, y que los
tiene a su cargo económicamente.

En cuanto a los agravantes, señaló en primer lugar las características del


hecho en sí, indicando que éstas van más allá de las enunciadas; Méndez accionó
su arma cuando Matías Casas había decidido irse del lugar, cuando el joven se
encontraba de espalda subido a su motocicleta y recibió los disparos, lo cual
quedó acreditado con el protocolo de autopsia que determinó el lugar de ingreso
del proyectil que provocó su muerte.

En segundo término, indicó como otro agravante la condición de policía de


Méndez, y no en relación al agravante del Homicidio por abuso funciones que
fuera desestimado por el Tribunal de Impugnación, sino porque el imputado como
policía tomó la peor decisión que debía tomar; la última decisión era aprovecharse
que tenia arma reglamentaria y salir a buscar venganza, es decir como policía
tenía recursos para solucionar el conflicto de otra manera. Evidentemente conocía
donde encontrarlo porque así lo hizo. Él tenia recursos para resolver conflictos de
forma pacífica y no de la forma que lo hizo.

En tercer lugar, ponderó negativamente la utilización del arma


reglamentaria, tenía el privilegio que da el Estado de portarla y se aprovechó de
esa circunstancia para buscar venganza por un hecho que le sucedió a su hijo. En
cuarto lugar sostuvo que debe valorarse su conducta posterior al hecho; la testigo
Gisel Cisneros contó en debate que Méndez arribó al lugar donde yacía caído
Matías, era una de las tres personas que bajó de la camioneta Ford Ranger, con lo
cual no solo mostró intención homicida, sino ir hasta la calle Novella, con total
desprecio lo agredió en el piso y le pateó la cabeza.

En definitiva, a lo largo de todo el proceso no mostró arrepentimiento alguno


por lo sucedido; y los testigos de la Defensa solo acreditan que son amigos del
incuso, lo que cuestiona su credibilidad, “pretendiendo presentar al imputado como
una buena persona cuando no es el pan de Dios que quisieron presentar los
testigos” (sic).

Una persona como Méndez, que es policía y que su función es hacer


cumplir la ley no pudo resolver así el conflicto; por todo lo expuesto, teniendo en
cuenta que son mayores los agravantes que los atenuantes, la pena a pedir se
acerca más al máximo que al mínimo, y gravita sobre todo que el motivo que
Méndez salió a buscar a Matías Casas, máxime cuando su decisión fue totalmente
absurda en relación a lo que le pasó a su hijo, el tiempo transcurrido entre que
sucedió el incidente con éste y que llegó a su casa. Ante lo cual pidió se le
imponga al imputado la sanción de veinticinco (25) años de prisión de efectivo
cumplimiento, accesorias legales y costas.

3.- A su turno, el Dr. Pablo Pedrero en representación de la Querella, previo


expresar su disconformidad con la resolución del Tribunal de Impugnación en
relación a la calificación legal dada al suceso por el cual fuera responsabilizado
Méndez, entendiendo que la misma importó “un mensaje de impunidad a la fuerza
policial, que puede utilizar armas para cometer homicidio, para extender el llamado
Gatillo fácil y que las condenas que se aplican en sentido inverso y no ejemplares”
(sic), aclaró que “sigue curso la pelea por la calificación”, pues se encuentra en
trámite Recurso Extraordinario Federal y adelantó peticionar la imposición del
máximo de la pena prevista.

Sostuvo que no existen circunstancias atenuantes, pues cuando se habla


de que Méndez es padre de familia, debe considerarse como agravante porque
tiene hijos y conoce “lo que es tenerlos”. Entendió también, que debe ponderarse
negativamente la extensión del daño puesto que le quitó la vida a un joven de 18
años indefenso; y la naturaleza de la acción, conforme fue reseñada por la Fiscalía
y se probó en el juicio en jurado que por unanimidad lo encontró responsable; es
así que se acreditó que Méndez tomó una decisión conciente, libre y voluntaria de
salir a cazar a Matías Casas. Decidió tomar el arma reglamentaria, estaba en un
asado, su hijo llegó, le contó lo sucedido, él tomó la decisión de ir a buscarlo, le
pidió a Barrionuevo que sacara su camioneta y salieron a buscarlo; la misma fue
tomada con absoluta frialdad y planificación.

Segundo, cuando encuentra a Matías que estaba con su novia en una


esquina, se bajó de la camioneta, le preguntó si era realmente Matías, sacó el
arma, efectuó un primer disparo a quema ropa entre ellos y allí ambos jóvenes
huyeron; Matías se subió a la moto después del primer disparo, Méndez lo
persigue y le realizó tres disparos más por la espalda, todos estos a menos de 10
metros de distancia, sobre un joven indefenso que se estaba yendo. Como la
víctima se fue en su birrodado, Méndez se subió a la camioneta lo siguió, cuando
aquel cayó malherido en calle Novella, se dio un tumulto, llegó Méndez, se acercó
al muchacho que estaba sangrando y lo pateó en el piso; la pericia mostró que la
zapatilla que Méndez usaba le dejó huellas en el cráneo a Matías, lo que indica
que “no fue una patada así nomás” (sic). Todo eso habla de la naturaleza de la
acción y debe considerarse como agravante para la condena.

En cuanto al medio que empleó: la testigo Albanese ilustró cómo y para qué
se utiliza el arma reglamentaria, que se sabe -por la Ley Orgánica de la Policía -
ésta no puede ser usada así no más; que se tienen obligaciones por su estado
policial, que debe ser utilizada en circunstancias especiales solo cuando se
encuentra en peligro la vida. Cabe preguntarnos ¿Qué peligro de vida hubo en
este hecho?, cuando existió una presunta discusión entre dos jóvenes y el padre
salió a cazarlo. Por ello, la única condena posible es la máxima prevista por el tipo
legal, agravado por aplicación del Art. 41 bis del C.P., es decir el uso arma de
fuego, y consecuentemente pidió se le imponga a Méndez la pena de treinta y tres
(33) años y tres (3) meses de prisión efectiva, “no solo por la memoria de Matías
sino también por la de Brian y para que éste flagelo del gatillo fácil termine” (sic).
4.- Se expidió también la Defensa de Méndez, el Dr. Ronda realizó
aclaraciones previas, diciendo que el Recurso Extraordinario Federal alegado por
la Fiscalía y la Querella como que se encuentra en trámite, fue rechazado y solo
queda pendiente el de Queja, ante el CSJ.

Criticó a los acusadores por cuanto insisten en que existió abuso funcional,
cuando en definitiva de sus argumentos se infiere que se verificó un abuso pero en
el uso del arma reglamentaria; destacó que ese “uso no importó abuso funcional,
puesto que pudo como no utilizarla”; no debe confundirse el uso del arma
reglamentaria con el aprovechamiento de la tenencia de la misma para consumar
el mismo, puesto que “si su asistido tuvo un arma reglamentaria lo lamenta” (sic),
pero ello no importa abuso funcional.

Que la fiscalía y la querella incurrieron en varias impresiones fácticas, como


cuando señalaron que los disparos se efectuaron a menos de 10 metros; cuando
descomponen en lapsos de tiempo no determinados el suceso, siendo que del
relato de los testigos en debate y del propio imputado surge que el suceso se
desarrolló “en instantes” (sic), cuando Méndez se topa sorpresivamente con
Matías, e incluso hay momentos que no se sabe que pasó con el arma en
cuestión; es más, en el juicio de responsabilidad el hijo de Méndez y los amigos
que lo acompañaban dijeron que Matías Casas llevaba un arma, y que cuando
Méndez sale de la casa donde estaba compartiendo un asado, no lo hace en la
camioneta de Barrionuevo, sino solo.

Destacó que se argumentó por el acusador privado que la pericia sobre la


zapatilla usada por su pupilo procesal arrojó resultados positivos -en cuanto a las
improntas halladas en la cabeza del joven-, que nunca se peritó dicho calzado. Y
en relación a la forma que fue detenido su asistido, sostuvo que él jamás se enteró
que había baleado a Matías y fue con el arma reglamentaria a la comisaría,
cuando los oficiales de policía fueron a su casa y le pidieron que los acompañara;
allí recién tomó conocimiento de la muerte del joven.
También se habló de venganza; debe considerarse que no se planteó como
parte integrante de agravante del tipo legal que conformó la acusación; es más se
acreditó que Méndez salió “excedido” porque en ese asado había bebido
demasiado; es más el resultado del hecho es producto de ese exceso, al concurrir
al encuentro de Matías sin tener bien en claro para qué iba; que no se compadece
con la narración de los hechos que luego fue hasta el lugar donde se encontraba
Casas y le propinara una patada, puesto que si tenía un arma en su poder, podía
haberlo ultimado con esta última, si ésta era su intención. En definitiva, ello prueba
que su asistido no comprendió la criminalidad del acto, y que todo fue producto de
una reacción frente a la creencia de que Matías manipulaba un arma de fuego.

En relación a los atenuantes, entendió que se debe considerar que Méndez


fue a vivir a un barrio conflictivo y trató de mantener una buena convivencia con
sus vecinos, realizando distintas actividades dentro y fuera del barrio. También su
edad, tiene 59 años de edad, y si bien “la misma no es relevante” (sic), destacó
que nunca tuvo excesos en su función policial porque no tiene denuncia alguna
(conforme lo informó la Oficial Albanese), y tanto en su trabajo y como en su vida
personal ha tenido una buena convivencia. Sus vínculos personales dan la idea de
que Méndez no es peligroso, y se debe evaluar su pronóstico, que ha
recapacitado mucho por el resultado, pidió disculpas en el juicio de cesura
anterior, lo que demostró su arrepentimiento. Finalmente, señaló que si bien es
reprochable la conducta de su pupilo procesal, pero el mismo debe hacerse en su
justa medida, y no teniendo en cuenta las circunstancias relatadas por los
acusadores, y por ello pidió se le imponga el mínimo de la pena previsto por el tipo
legal reprochado, de diez (10) años y ochos (8) meses de prisión.

5.- En ejercicio de la réplica sobre cuestiones no discutidas previamente, el


Dr. Vignaroli estableció que la teoría del caso propuesta por la Defensa, en el
juicio llevado a cabo por Jurado Popular, de que Matías portaba un arma no se
tuvo por probada por el jurado, puesto que en ningún momento se acreditó dicha
circunstancia.
6.- Nada más agregaron en términos de réplica y dúplica la Querella y la
Defensa respectivamente.

7.- Que cumplido el proceso de deliberación previsto en el Art. 179 del


C.P.P. con remisión al Art. 193 del mismo digesto de forma, se procedió a realizar
la votación sobre la pena apreciándose la prueba conducente producida en la
audiencia, decidiéndose por unanimidad la imposición a Héctor Méndez de la pena
de VEINTE (20) AÑOS, accesorias legales del Art. 12 del C.P. por igual término y
costas. Que en atención a la habilitación procesal, en fecha 23 de diciembre del
año en curso sólo se efectuó la lectura de la parte dispositiva de la sentencia,
relatándose al público sintéticamente todos los fundamentos que motivaran la
decisión, anunciándose el día y hora de la audiencia para la lectura integral.

CONSIDERANDO:

Que habiéndose diferido la redacción de la sentencia para esta instancia,


corresponde ampliar los fundamentos que motivaran la decisión tomada por
unanimidad por este Cuerpo en fecha 23 de diciembre del año en curso y
mediante la cual se le impusiera a Héctor Méndez, como autor del delito de
Homicidio agravado por el uso de arma de fuego (Arts. 79, 41 bis y 45 del C.P.) la
pena de VEINTE (20) años de prisión de efectivo cumplimiento, accesorias legales
previstas en el Art. 12 del Código Penal por igual término y se le cargaran las
costas de éste proceso. Que se acordó el siguiente orden de votación: Dra. Carina
B. Alvarez, Dra. Ana Malvido y Dr. Martín Marcovesky:

VOTACION: La Dra. Carina Alvarez dijo:

Que conforme se adelantó en audiencia, para la determinación de la


sanción penal que corresponde aplicar a Héctor David Méndez como autor del
delito de Homicidio Simple agravado por el uso de arma de fuego (Arts. 79 y 41 bis
del C.P.), se valoraron las pautas normativas de los Arts. 40 y 41 del Digesto
Sustantivo, y en consecuencia considero que tanto la Fiscalía como la Querella
lograron acreditar las agravantes genéricas de la naturaleza de la acción y medio
empleado, la calidad de los motivos que determinaron el accionar delictivo, su
condición de policía y la conducta posterior al suceso. Y como atenuantes, las
condiciones familiares del victimario y la carencia de antecedentes condenatorios
informada por la fiscalía.

Debo decir que la mayor controversia suscitada en la audiencia de cesura,


giró en torno a las agravantes puesto que todas las partes intervinientes aludieron
a circunstancias fácticas propias del juicio de responsabilidad y de la interpretación
de aquellas a las que habría arribado el Tribunal de Impugnación en su
intervención en la vía respectiva, lo cual impuso a este Tribunal a acudir a tales
actuaciones a efectos de poder delimitar cuales fueron los hechos que se tuvieron
por probados y así poder arribar al quantum punitivo que en definitiva corresponde
aplicar al presente caso.

Ha quedado claro que el Tribunal de Impugnación entendió que sólo debía


responsabilizarse a Méndez por el delito de Homicidio agravado en los términos
del Art. 41 bis del C.P. desestimando la aplicación en el caso de la figura del
abuso funcional en los términos del inciso 9° del Art. 80 del mismo Digesto,
primigeniamente imputado e incluso responsabilizado por el Jurado Popular.

Sin perjuicio de las distintas resoluciones adoptadas por los Tribunales


preintervinientes, lo cierto es que la muerte de Matías Casas acaecida en fecha 22
de julio de 2012 se produjo por la acción directa del encausado y por la acción del
arma de fuego reglamentaria, estas constituyen e integran las circunstancias que
deben ser consideradas como una primer agravante genérica, por haber
particularmente condicionado al hecho que nos ocupa. Bajo tales postulados la
escala penal en abstracto ha quedado determinada en una pena mínima de 10
años y 8 meses de prisión y una máxima de 33 años y 3 meses de la misma pena,
dentro de cuyo marco la Fiscalía requirió la imposición de 25 años, la acusadora
privada solicitó el máximo de la escala, mientras la defensa consideró justa la
imposición del mínimo legal previsto por la normativa señalada.

Entonces, sentado lo anterior y continuando en la tarea de individualizar la


pena se debe abordar en primer lugar el análisis de las características del hecho
reprochado a Méndez y el medio empleado para llevarlo a cabo, más allá de las
figuras básicas reseñadas precedentemente.

En este rubro se computó todas las circunstancias que importaron un matiz


diferencial de ejecución, idóneo para poner de resalto un accionar más grave por
parte del incuso, destacándose nuevamente que los aspectos considerados del
hecho en este punto van más allá de la construcción del tipo penal básico del
Homicidio agravado por el uso de arma, con lo cual no se vulnera la prohibición de
la doble ponderación.

Con este norte, no se puede omitir las circunstancias de tiempo, lugar y


modo del acontecer delictivo, en cuanto a que, como fuera informado este
Tribunal, aquel luctuoso importó una conducta a la cual le corresponde un mayor
reproche. Se le debe asignar especial significación al modo en el cual Méndez
accionó su arma reglamentaria cuando Matías Casas había decidido irse del lugar,
y encontrándose de espalda, subido a su motocicleta, recibió el disparo letal,
conforme fuera confirmado en juicio.

Se acreditó en debate que Méndez se encontraba compartiendo una


reunión en la casa de su vecino Barrionuevo, que llegó su hijo Enzo y le contó un
entredicho con Matías, por lo cual el imputado salió caminando y encontró en las
inmediaciones del barrio a Matías que estaba con su novia Micaela. En tales
circunstancias le preguntó a Matías si era él y cuando aquel le confirmó su
identidad, sacó el arma 9 mm y disparó no dando en el blanco; es así que Matías
decidió salir raudamente a bordo de la motocicleta ante semejante agresión y es
cuando Méndez nuevamente le disparó, a poca distancia, dos de los proyectiles
impactaron en la humanidad del joven, uno en el tobillo y otro en la espalda,
siendo éste último el mortal.
Son particularmente relevantes estas circunstancias apuntadas porque
implican un matiz diferencial de la ejecución del injusto y que ponen de manifiesto
un accionar más grave; y así lo digo puesto que se ha demostrado la existencia de
disparos de armas de fuego por la espalda, a corta distancia, sin que la víctima
pudiera ejercer alguna defensa u opusiera algún tipo de resistencia que redundara
en riesgo para el autor. Esta conclusión es coherente con la prueba producida a la
hora de declarárselo responsable, principalmente por el acto de autopsia en la
cual la médica forense pudo determinar la trayectoria del disparo letal, de atrás
hacia delante del occiso, lo que prueba da que el fallecido fue ultimado sin atinar a
defensa alguna.

Y también en este punto se valora negativamente la circunstancia que el


incuso utilizó el arma reglamentaria (9 mm) que fue proporcionada por el Estado
provincial para defender a los ciudadanos y no para matarlos.

No cabe dudas que la muerte de Matías se produjo por la acción de un


policía con un arma de fuego que el propio Estado le provee para prevenir y
asegurar la vida y el destino de los ciudadanos, no justamente para que tales
valores se vulneren. Dicha circunstancia, que de tal modo debe inexorablemente
agravar la pena, corresponde valorarse por lo temeraria y por la mayor disposición
del arma homicida de la que ha gozado el autor toda vez que se trata de aquellas
que por su oficio le provee el propio Estado. A cualquier ciudadano le resulta difícil
y engorroso adquirir un arma de fuego como legítimo usuario, a un policía dicha
circunstancia no es un obstáculo. Por tales motivos, cualquier exceso en su uso,
máxime si el resultado es la muerte de un joven, debe considerarse para agravar
la pena.

Se ha dicho que “es crucial la elección de los medios, pues el autor le será
estrictamente reprochado en términos de proporcionalidad haber optado por
metodologías de ejecución más dañinas o peligrosas que otras, lo que no sólo
tiene que ver con los elementos empleados, sino con la elección de circunstancias
de tiempo y lugar y de todo otro detalle del hecho que guarde vinculación con la
efectiva vulneración o puesta en riesgo de bienes jurídicos tutelados por la figura
penal respectiva…” (conf. Abel Fleming – Pablo López Viñals en su obra “Las
Penas”, Rubinzal-Culzoni Editores, pág. 381).

En cuanto a los motivos que determinaron su accionar delictivo se


encuentra íntimamente relacionado con su condición de policía puesto que se
probó que salió a buscar al joven que había discutido esa noche con su hijo,
cuando su estado de uniformado le imponía otro tipo de conductas tendientes a
apaciguar el conflicto no agravarlo, ni muchos menos terminar con la vida de una
persona.

Los fines propios de la institución policial cual es “el mantenimiento del


orden público y la paz social” tal como lo establece el Art. 1° de la Ley Orgánica de
la Policía de Neuquén – Ley 2081. El inciso a) del Art. 28 de la Ley 715 (del
personal policial) por su parte establece la obligación de defender contra las vías
de hecho o riesgo inminente, la vida, la libertad y la propiedad (se entiende que el
titular de esos bienes no es el propio agente policial). Finalmente el inciso b) de la
norma citada establece la obligación de adoptar, en cualquier momento, cuando
las circunstancias lo impongan, el procedimiento policial conveniente para prevenir
el delito o interrumpir su comisión.

A ello se debe agregar, retomando los argumentos expuestos ut supra, que


dicha normativa prescribe, más precisamente en el Art. 18, que en cumplimiento
de las funciones y del ejercicio de las atribuciones que le determina la presente
Ley, los integrantes de la Policía del Neuquén deben: … h) Disparar el arma
reglamentaria sólo cuando exista un riesgo razonablemente grave para la propia
vida, la integridad física o la de terceras personas, o en circunstancias que
permitan suponer un grave riesgo para la seguridad de la comunidad, de
conformidad con los principios mencionados en el apartado anterior.
Esta función fue corroborada por el testimonio producido en debate de la
policía Claudia Carolina Albanese quien a preguntas de la Querella sostuvo que el
estado policial impone un conjunto de derechos y obligaciones al efectivo en
cumplimiento de su deber, y entre esos se encuentra el portar el arma
reglamentaria, y sólo corresponde su uso cuando se configuren los preceptos
legalmente establecidos, amedrentamiento, uso racional del medio para
emplearlo, agresión hacia el uniformado y requiere que haya riesgo de vida.

Ninguna de estas situaciones son las que acaecieron al momento del


hecho, y sólo se trató de un accionar motivado en intereses personales no sólo
ajenos a la función policial sino también a que su estado imponía más allá de
encontrarse en uso de licencia.

Existe otra norma que viene a reforzar esta interpretación que es la


obligación emergente del Art. 18 inc. b) de la ley orgánica policial (Ley 2081) que
impone a sus miembros actuar con imparcialidad. Esto significa que le está
vedado actuar en las situaciones que comprometen su interés personal y por
supuesto que por más licencia que estuviera gozando, como policía no podía ir a
zanjar un pleito por un entredicho menor y utilizar su arma reglamentaria para
resolverlo. En estos términos, está claro que Héctor David Méndez tampoco
reaccionó como padre – pretendiéndose defensor de las amenazas que habría
recibido su hijo Enzo – muy lejos de actuar de acuerdo a los mandatos de la
función policial, reaccionó a sus pulsiones más privadas y salió a buscar
venganza; es decir, se ha probado que no sólo hizo lo que no tenía que hacer
como padre, ni lo que cualquier padre en su lugar haría, sino que no hizo lo que su
estado y calidad policial imponía, mantener la paz social y sólo actuó por
venganza, matando al joven Casas.

Esta es otra circunstancia que pone en evidencia que Héctor David


Méndez, a más de no hallarse en funciones por el uso de licencia, actuó dominado
por un interés privado totalmente contrariando su estado policial.
Finalmente y en disvalor, entiendo que su conducta posterior al suceso, que
siguió a la víctima, luego de haberle disparado, lo siguió hasta el lugar donde cayó
herido, y le propinó puntapiés cuando ésta yacía tirada en el suelo, sin ninguna
posibilidad de defenderse, demuestran lo desdeñable de su conducta, agravan su
culpabilidad y por ende el grado de reproche penal.

En efecto, de la sentencia de responsabilidad y del testimonio de Gisel


Andrea Cisneros recibido en el juicio de cesura surge dicho accionar por parte del
imputado. Es así que la testigo de mención señaló que se encontraba en su casa
cuando desde la ventana de su domicilio observó que se cayó un pibe de la moto,
que salió a mirar y vió a cien metros a Matías tirado boca abajo, con sangre en la
boca y su nariz, y que no reaccionaba; también dijo que inmediatamente a ese
suceso, vio que estacionó en las inmediaciones una camioneta Ranger gris y de
allí se bajaron tres personas que fueron directamente a pegarle patadas al cuerpo
de Matías pese a que estaba la policía ya asistiendo al herido. Y ello debe
considerarse para agravar la sanción penal, puesto que demuestra una mayor
culpabilidad del autor.

En relación a las respectivas alegaciones de las partes es que se tendrán


como atenuantes, la falta de antecedentes condenatorios, el tener familia
constituida y un hijo menor a su cargo.

En primer lugar considero su carencia de antecedentes condenatorios


informado por el acusador público, y conforme obra en el Registro Nacional de
Reincidencia. Que dicha ausencia constituya una obligación funcional inherente a
su carácter de funcionario policial, conforme lo señaló el Fiscal, no importa que tal
circunstancia pueda ser considerada como atenuante en cuanto a la dosificación
de la pena, y en este sentido me pronunciaré.

Y en segundo lugar entiendo que se ha acreditado con los testimonios de


sus vecinos Víctor Hugo Ayala, Juan Francisco Flores Orellana y Samuel Ángel
Muñoz, y de su esposa Patricia Eleonora Sandoval que el incuso tiene un hijo de 8
años, que viven en el Barrio Cuenca XV y que es cabeza del hogar que conforma
con ésta última.

Respecto al intento de la Asistencia técnica de Méndez de introducir como


circunstancias para reducir la punición, un presunto acto de defensa de su hijo,
que el imputado presentó estado de ebriedad que no le permitió entender lo que
estaba haciendo y que la joven víctima llevaba un arma consigo han quedado a mi
juicio totalmente desvirtuado con la resolución de los tribunales preintervinientes
quienes han afirmado en forma indubitada cómo se sucedieron los hechos y en
nada avalan la teoría de la esmerada Defensa en estos puntos.

Finalmente, debo contestar uno de los argumentos introducido en su


alocución final por el acusador privado, en cuanto solicitó la aplicación de una
sanción ejemplar para aplacar el dolor de la víctima y de su familia, incluso fue
más allá diciendo que pedía la imposición de la pena máxima “no sólo por la
memoria de Matías sino también por la de Braian y para que éste flagelo del gatillo
fácil termine” (sic).

Adelantando que dicha argumentación no fue considerado por la suscripta


puesto que nada más ajeno a los fines de la pena resulta pretender apartarse, a la
hora de mensurar la misma, de la concepción de la culpabilidad como categoría
esencialmente cuantificable. Es decir, no se puede requerir por ninguna de las
partes – y más allá del dolor que importa la pérdida de un hijo de cualquier forma
que se produzca ésta – la imposición de una sanción ejemplar porque se vulnera
abiertamente los principios rectores de culpabilidad y proporcionalidad al injusto.

Insisto, la labor de la judicatura en determinar la magnitud de la reacción


sancionatoria, viene acotada en las respectivas escalas que son el reflejo de lo
que el legislador consideró en la punición, y es así que como magistrados solo
podemos efectuar valoraciones vinculadas al caso concreto, estrictamente
encaminadas a retribuir la culpabilidad del autor del hecho en sí, determinando
una pena justa, no ejemplificadora, ni muchos menos en referencia a otros casos
donde no tuvo ninguna participación el imputado.
Por todas estas consideraciones entiendo que, equilibrando entre los
atenuantes señalados y las circunstancias que deben ser consideradas como
agravantes, a partir de la extensión de la escala penal prevista para el delito que
en definitiva se le enrostra a Méndez, corresponde aplicar la pena de VEINTE (20)
años de prisión de efectivo cumplimiento, más accesorias legales y costas.

La Dra. Ana Malvido dijo: Por compartir todos los fundamentos de la vocal
preopinante, adhiero a la determinación de pena señalada y voto en igual sentido.

EL Dr. Martín Marcovesky dijo: por compartir lo considerado y explicado


por la Juez que emitió el primer voto, adhiero al mismo y voto en el igual sentido.

En su mérito, habiendo oído Acusación y Defensa, este Tribunal por


UNANIMIDAD,

RESUELVE: I. CONDENAR a Héctor David Méndez, DNI Nº 17.117.734,


de demás circunstancias que obran en el legajo a la pena de VEINTE (20) AÑOS
DE PRISION DE EFECTIVO CUMPLIMIENTO y demás accesorias legales
previstas en el Art. 12 del Código Penal, por el delito de Homicidio simple
agravado por el uso de arma de fuego en grado de autor (Arts. 79 y 41 bis del
Código Penal), ocurrido el 22 de julio de 2012, en perjuicio de Matías Casas,
conforme la declaración de culpabilidad dictada oportunamente. Con costas (Arts.
268 y cctes. del C.P.P.).

II. Autorizar al Ministerio Fiscal a disponer de los bienes secuestrados como


pertenecientes a este legajo y según corresponda.

III.- REGÍSTRESE. Queda notificada por comunicación electrónica a las


partes, Art. 196 del C.P.P.; firme que se la presente comuníquese al Registro
Nacional de Reincidencia, a la División de Antecedentes Personales de la policía
local y por el monto de la Pena al Boletín Oficial. Oportunamente remítase a la
Oficina Judicial para que se practique cómputo de pena (Arts. 24 del Código Penal
y 259 del C.P.P.) y planilla de costas, dándose debida intervención al Juez de
Ejecución. Cumplida, con sus constancias y previa conformidad del Ministerio
Público Fiscal, y del Colegio de Abogados ARCHÍVESE.

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