El Barroco
El primer acápite de este capítulo, busca explicar las primeras nociones del
movimiento Barroco. Se explica como en el Barroco se exterioriza una
mentalidad más homogénea, en comparación con los demás movimientos,
aunque fue adoptado (el barroco) de manera diferente en los países cultos de
Europa.
El Manierismo y el Gótico fueron fenómenos que se dieron a nivel general en
Europa, el Barroco contiene muchos esfuerzos artísticos diversificados y cada
uno de estos esfuerzos se ve de manera diferente en los diversos países de
Europa en los que se vio manifestado este movimiento, por tanto, el autor
explica que la posibilidad de sacar un común denominador del Barroco es casi
imposible, es decir, no podemos señalar elementos o características que se
encuentren presentes en todo lo que se pueda considerar Barroco y así
mismo, dentro de las corrientes barrocas se marcan muchas diferencias
tajantes.
El Barroco de los ambientes cortesanos y católicos es completamente diverso
del de las comunidades culturales burguesas y protestantes, siendo la más
importante la primera, esta tenía un sentido más sensual, monumental y
decorativo y un estilo clasicista más rígido en su forma.
Desde el Gótico se fue haciendo cada vez más complicada la estructura de
cada estilo, antes de que llegara el Barroco se podía identificar la intención
artística de una época, ya sea si era naturalista o antinaturalista, integradora o
diferenciadora, clásica o anticlásica, pero ya luego el arte pierde este carácter
unitario, y puede ser a la vez, naturalista y clásico, analítico y sintético.
Todo el arte de este periodo fue denominado como moderno, antes de esto
solo se le tildaba de esta manera a las corrientes confusas y extravagantes.
Las personas rechazaban este estilo debido a su falta de reglas, por el hecho
de que no podían regirse bajo ciertos tipos de cánones y parámetros para
desarrollarlo.
Artistas como Croce catalogan el Barroco como falta de lógica y de tectónica,
pero el autor explica que esto es porque son artistas incapaces de liberarse
del racionalismo e incapaces de entender el barroco con sus elementos y solo
ven columnas que no sostienen nada, muros que se retuercen, etc.
Wolfflin desarrolla unos conceptos que nos ayudan a entender más el Barroco,
como, por ejemplo:
Pictórico: Se inclina a lo pictórico, es decir, quería deshacerse de la forma lineal
y convertirlo en algo más movido, palpitante e inaprensible, también quería
borrar los límites y contornos y dar una sensación de lo infinito e interminable.
Profundo: Con la tendencia de la superficie a lo profundo hace una referencia
a la vida, a lo dinámico de la vida y en contra de todo lo fijo y delimitado, así el
espacio es considerado como una función. Para lograr esto usaban grandes
primeros planos, muy grandes y de la brusca disminución en perspectiva de
los objetos del fondo.
Forma Abierta: Se sustituía lo absoluto por lo relativo, lo más estricto por lo
más libre, manifestando estas intenciones en la forma abierta y composiciones
atectónicas buscando un efecto de continuidad.
Sin embargo, al arte clásico de la época barroca no pueden aplicársele la
mayoría de estas categorías, y es entonces donde autor pregunta ¿Pero se
puede hablar todavía de una unidad estilística del Barroco? Y el mismo nos
responde “De un estilo de la época que sea unitario, que domine en toda ella,
propiamente no se podría hablar nunca, pues en cada momento hay tantos
estilos diversos, cuanto los son los grupos sociales que los producen”
El grupo artista crecía día a día en extensión y abarcaba elementos cada vez
más diversos y formaban a final de siglo un grupo que no estaba tan
unitariamente compuesto. Esto no significa que el público del arte clasicista
fuera homogéneo y se limitara a los círculos cortesanos. La corte paso de poco
a poco del Barroco sensualista al Barroco clasicista, lo mismo que la
aristocracia
No puede ser ara sorprenderse que la Iglesia era cliente artístico más activo e
importante del país y pues como eran los más importante el arte estaba dirigida
en una línea religiosa, ya que este tipo de obras era lo que se pedía, pero
tenían algo positivo, que no le imponía ninguna coerción especial que afectase
al tono general o los temas particulares de las obras.
La restauración del catolicismo llevo al artista a descubrirse en una libertad
diferente de la que había en otras partes, el autor atribuye que por esto el arte
barroco flamenco tuviera un carácter más libre y cortesano que en Francia.
En Flandes estuvo libre de prejuicios, lleno de espíritu y más gozador del
mundo del arte eclesiástico que en Roma. Quizás podríamos decir que la
instauración del catolicismo fue un movimiento exitoso, la idea católica se unió
muy naturalmente con la monarquía.
En los Países Bajos con todo el asunto de la bifurcación de la cultura y el
progreso económico de Ámsterdam como la capital económica de Europa, el
arte burgués siguió siendo en el arte, a pesar del continuo coquetear de las
clases adineradas con las corrientes de gusto aristocrático, prestó a la pintura
holandesa un sello esencialmente burgués a diferencia de toda una cultura
cortesana en toda Europa. Al momento en que Holanda vino a alcanzar este
“gran” florecimiento cultural, ya había pasado en los demás países en punto
culminante de la cultura burguesa.
Debido al carácter Burgués que tenía Holanda desaparece las trabas
eclesiásticas. Las obras de los pintores se veían en todos lados (menos en
iglesia, las imágenes devotas no se daban en ningún lado en el ambiente
protestante). Los temas bíblicos adquieren un lugar modesto. Preferían
representar lo cotidiano de la vida y lo real, el bodegón, el retrato, el paisaje, la
arquitectura.