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TU VIDA ES MORADA DEL AMOR

TU VIDA ES MORADA DE AMOR


OBJETIVO:

Descubrir la cercanía tan estrecha de nuestro Dios que me determine a vivir una vida
en compañía, una vida orante, pletórica de amor y de vida. Vivir en la presencia de la
Trinidad disponiéndole la morada de mi cuerpo. El cielo en nuestro cuerpo. El Reino en
nuestra vida. Somos custodia viviente del Dios vivo que quiere vivir y convivir en nuestra
casa. Mi vida “casa de oración” y “tienda del encuentro”, con él para todos los pueblos.
La Trinidad y María son la comunidad primigenia de la que mana toda la vida, la fuente
primera de nuestra espiritualidad. Nos dedicamos a tiempo completo a la vivencia,
conviviencia y propagación del Reino.

MORADA DEL AMOR

ESQUEMA:

0. ENLACE:

Mi vida es amor porque Dios habita en ella. El amor busca la máxima cercanía,
compenetración y comunión. El amor verdadero pide convivir, formar comunidad con el
amado.

1. DIOS DESEA HABITAR CON NOSOTROS

-La vida de Dios en nosotros es convivencia con El (Jn 14,16-20).


-No puede entrar en mi vida sin mi permiso. Ha de llamar (Ap 3,20. Ct 5,2).
-Su drama es cuando nuestra puerta está cerrada y cuando nuestro corazón
está lleno de otros ídolos (Mt 15,8; Lc 19, 41-48).
2. EL HOMBRE, MORADA DEL DIOS UNO Y TRINO

-Dios cohabita con el hombre y en el hombre, haciendo de nuestra vida su


morada (Jn 14,23).
-El hombre es el santuario de Dios. Su verdadero sagrario (1Co 3, 16).
-Tu vida es el lugar en el que se vive el verdadero culto a Dios (Rm 12,1ss; Jn
4, 23-24).
3. NUESTRA VIDA, SACRAMENTO DEL AMOR

-El que había sido cuerpo de pecado se convierte en instrumento de elección,


que expresa el amor de Dios. Lo contiene y lo transparenta.
-La presencia viva de Dios en nosotros hace que nuestra vida sea de gran
fecundidad (Jn 4,14; Is 54, 1-13).

4. LA FRATERNIDAD, EXPRESION DEL AMOR TRINITARIO

-No solo personalmente somos expresión y germen de la vida, sino como


comunidad.
-El amor comunitario de Dios en nosotros es lo que posibilita la comunión
entre los hermanos.
-El amor fraterno hace de nuestra vida un icono de la Trinidad (Jn 17,20-23; Jn
13,34).

5. RECONSTRUYEME MI IGLESIA

-Descubre mi Cuerpo que es la Iglesia. (Ef.1,22-23)


-Descubre a tu hermano que es parte mi Cuerpo.
(Mt.25,40; 1Cor.12,12-ss)
-Descubre tu cuerpo que es mi Templo. (1Co.3,16; 6,19).

CITAS BÍBLICAS:
Deseo de Dios de habitar con nosotros
-Prov 8, 31 “Mis delicias están con los hijos de los hombres”
-Jn 17, 24.26 “quiero que donde yo esté estén también conmigo, ... para que el amor
con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos”
-2 Sam 7, 5 - 16 “...¿Me vas a edificar tú una casa para que yo habite? ... en todo el
tiempo he caminado entre vosotros... he estado contigo dondequiera has ido
...fijaré un lugar para que yo more en él ... tu casa y tu reino permanecerán para
siempre”
-Ap 3, 20 “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”
El hombre morada del Amor uno y trino de Dios
-Jn 14, 23 “Si alguno me ama guardará mi Palabra, y mi Padre le amará y vendremos a
él y haremos morada en él”
-Mt 6, 6 “... entra en tu aposento y ora a tu Padre que está allí, en lo secreto ...”
-Ef 3, 17 “... que Cristo habite por la fe en vuestros corazones”
-Rom 5, 5 “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que se nos ha dado”

Nuestro cuerpo santuario de Dios


-Gen 28,16.17 “Está Yaveh en este lugar y yo no lo sabía... esto no es otra cosa sino la
casa de Dios”
-1 Cor 3,16 “¿No sabéis que sois santuario de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en
vosotros?”
-1 Cor 6,19- 20 “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo...?”
-2 Cor 3,16 “... porque nosotros somos santuario de Dios vivo”

El verdadero culto a Dios en nuestro cuerpo


-Rom 12,1 “... que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a
Dios: tal será vuestro culto espiritual”
-Jn 4, 23- 24 “... los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad”
-1 Pe 3,15 “dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones”
-1 Tes 4, 3 “ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación”

Lugar de encuentro para todas las gentes


-Is 56, 7 “Yo les traeré a mi monte santo, y les alegraré en mi casa de oración... mi casa
será llamada casa de oración para todos los pueblos”
-Jn 4, 14 “el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente”
-Jn 7, 38 “de su seno correrán ríos de agua viva”
-Ap 21, 3 “Esta es la morada de Dios con los hombres...”
- 2 Cor 4, 7 “Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro, para que aparezca
que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros”

TU VIDA ES MORADA DEL AMOR


CHARLA

0. ENLACE: EL AMOR BUSCA LA CERCANÍA, LA COMUNIÓN


Hay un poema que a nivel formal no es que sea muy bonito, pero que expresa
una realidad muy vital del amor. Dice así:
Verdad que me fuiste fiel,
pero no mi compañera.
Mas menos fiel te quisiera
y aun te quisiera infiel,
si en vez de tener tu piel,
tu compañía tuviera...

El corazón reclama la cercanía del corazón que ama, porque el amor es


encuentro, es vida compartida, es comunión. ¿No te ha pasado nunca que has
querido mucho a alguien pero que el otro no se ha atrevido a fiarse y a bajar su
barrera? Sentir esa distancia es lo que más duele. No sabes como ingeniártelas para
llegarle dentro. Te encantaría que se sintiera acompañado de verdad, acogido, muy
amado... Te encantaría abrazarle pero por dentro. Llegarle a lo más hondo y mostrarle
que no está solo. Pero hay veces que no llegas.

Dios en relación a ti vive eso mismo. “Dónde estás” (Gn 3,9) ¿Adónde te
escondes? “Déjame verte. Déjame oír tu voz” (Ct 2,14) “¡Ábreme!” (Ct 5,2)... No es
que estemos lejos como el hijo pródigo pero ¿vives con él en una relación de afectosa
intimidad?. Una cosa es acercarte a Dios por puro interés. Otra que haya admiración
hacia él. Otra que te sientas agradecida por todo lo que ha sido regalo suyo y quieras
corresponder. El deseo de Dios es que lleguemos a entrar en un trato de afectuosa
intimidad. Hasta que no te haya introducido ahí no parará (Is 62,1ss) porque lo que
hace que tu vida valga del todo la pena, lo que hace que tú tengas todo lo que desea
tu corazón, es su amor, su compañía.

La experiencia del que convive con Dios es esa: “Tú le has dado más alegría a
mi corazón que cuando abundan ellos en vino y en trigo nuevo...” (Sal 4,8). “Por eso
se me alegra el corazón, mis entrañas retozan... hartura de goces delante de tu rostro,
a tu derecha, delicias para siempre” (Sal 16,9-11). Y es lo que Dios te quiere regalar.

1. DIOS DESEA HABITAR CON NOSOTROS.

Cuando uno ama mucho a otra persona, quiere que el otro sea muy feliz. (La
canción de Cecilia: El marido que en secreto manda flores a su esposa y disfruta de
verla ilusionada...) Y Dios quiere verte a ti así. Sueña el momento de verte radiante,
ancha, feliz... Por eso busca el momento de quedarse contigo a solas. Te llevaré al
desierto y hablaré a tu corazón (Os 2,16).

La vida de Dios en nosotros es la convivencia con Ellos.

Hay un tú a tú, a solas con él, que es real. Y sucede en lo más hondo de ti
misma, en tu corazón. Ahí donde más eres tú misma. Ahí, en ese espacio de soledad,
donde solo estáis tú y él y lo que entre vosotros hay. Y que es también ese espacio de
libertad, en el que tú vas definiendo tu vida (CEC 2563 y GS 16) donde la vas
construyendo.

Su drama es cuando nuestra puerta está cerrada

Lo que más le cuesta es cuando te siente un poco distante, como recelosa,


con falta de confianza... Sentimos temor a abrir del todo porque en las relaciones
humanas hemos recibido heridas y proyectamos eso mismo en la relación con Dios.
El no te tiende nunca trampas. ¿Qué puede necesitar de ti, qué va a querer robarte si
todo es suyo, si lo ha hecho todo...? No necesita poseerte, dominarte para afirmarse
él. Eso lo hacemos los hombres. Dios no. ¡Si él está del todo por ti! ¡Si entregó a
Jesús para que cayeras en la cuenta de su amor...! Lo único que hace es darse,
derramarse, derrocharse...

2. EL HOMBRE ES EL SANTUARIO DE DIOS, SU SAGRARIO, SU MORADA.

Eso es lo que hace el amor. Se vierte, se da. “El amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5).
Como el frasco de perfume que vierte esa mujer del evangelio sobre Jesús (Mt 26,7)
A los discípulos les parecía un despilfarro, pero es que el amor es así. No mide. Lo da
todo. Y Dios es así. Hace de su vida un regalo constante para la persona a la que
ama. Dios se te da del todo y ha hecho de tu vida el lugar donde prefiere vivir (Sal
132,13-14). Se hace regalo constante para ti. Pone en ti su morada.

Y desde dentro te va reconstruyendo. Como nosotros Na Jordana, una casa


cerrada desde las inundaciones del año 57... Desde la relación, contando contigo, al
ritmo que tú le permites. Intenta abrir puertas y ventanas para que entre el aire y la
luz. Hay veces que lo más hondo de nuestra vida está cerrado, atrancado.

Hay pasos que cuando los oigo me hacen esconderme en la madriguera. Solo
los pasos de alguien conocido que nos ama de forma incondicional nos hacen abrir y
salir de nuestra madriguera. Dios, por su amor, sana los corazones destrozados y
venda sus heridas.

Para ganarse tu confianza se dedica a hacerte el bien: Eres tú quien has de


abrirle desde dentro. Por eso te busca y te llama: a través de situaciones que te toca
vivir, a través de la inquietud o el deseo de autenticidad, a través de la necesidad de
los otros, a través de la vida de personas que dan envidia... A través de su palabra...

Es el roce el que hace el cariño ¿no? El busca la cercanía. Y lo busca. No son


formas de hablar. Se derrocha en cantidad de detalles de amor, que la mayoría de las
veces te pasan desapercibidos. Se dedica a hacerte el bien (Jr 33,41). “Me he hecho
el encontradizo de quienes no preguntaban por mí; me he dejado hallar de quienes no
me buscaban. Dije: ‘Aquí estoy, aquí estoy’ a gente que no invocaba mi nombre” (Is
65,1).

Y lo bueno es que a él tu indiferencia no le echa para atrás. Al contrario, donde


más herida hay, más se vuelca. Y aunque le respondieras con un portazo -bueno un
portazo aun es tenerle en cuenta- aunque le respondieras con la mayor frialdad,
ignorándole, no dejaría de quererte, de tratarte con ternura, con mimo, hasta vencer tu
mal a fuerza de bien (Rm 12,21).

Disculpándolo todo con ese amor suyo “que todo lo excusa, que todo lo cree,
que todo lo espera, que todo lo soporta” (1Co 13,7).

Esa es mi experiencia. Has vivido un montón de años de ambigüedad: en un


diario que me regalaron cuando yo tenía trece años escribí, al principio, una canción
que yo quería que fuera lema en mi vivir. Era una canción que hablaba de un deseo
que nace desde dentro de ser puente entre las personas y Dios. Un puente que parte
de tu pobreza y que acerca a las personas a Dios. Yo le había dicho que sí a Dios. Yo
eso lo quería. Después me hice muy tonta. Te dejas tratar con mimo por Dios pero no
le tienes en cuenta a él para nada. Pasas de lo que él siente y vive, cuando te está
queriendo como si le fueras fiel... Y cuando te das cuenta: ¡Madre mía! ¿Cómo has
podido sufrirme tanto? ¿Cómo me has excusado tanto? Te sabes vencida. Ocupa tu
vida y sabes que ya no le vas a echar. ¿Cómo has podido quererme tanto?

Consiguió abrir y que entrara luz y aire... Y ahí sigue un trabajo de quitar
humedad, de quitar suciedad. Remover, derribar, construir... Lo que estamos
haciendo en la casa de Na Jordana. Hasta hacer de tu vida el lugar en el que vive
ancho, a gusto, y en el que los demás pueden convivir con El.

Lo que más le ayuda a hacer camino es que le miremos y nos demos cuenta
de qué vive. Muy bien: Todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta... Pero ¿qué vive
mientras? ¿qué siente? ¿Cómo está?

¿Te has quedado mirándole alguna vez? ¿Has intentado meterte en su


pellejo? ¿Has visto cómo mira al hijo pródigo que está volviendo? Le da un vuelco el
corazón y se echa a correr para abrazarle (Lc 15)

Se alegra y se deja afectar por tu respuesta. No le da igual tu forma de


acercarte a él. El se da cuenta y le afecta lo que pasa en nuestro corazón. ¿Has visto
cómo mira al centurión con asombro por su fe? (Mt 8,10). Se alegra un montón. Y
bendice a Dios y se alegra por la fe de los sencillos (Lc 10,21).

Cada llamada, cada iniciativa de búsqueda para contigo es algo muy concreto.
Cada intento es concreto. Cada momento de respuesta o falta de respuesta es
concreto. Todo va tejiendo vuestra historia.

¿Te has fijado en cómo te mira a ti en cada momento? Se acerca a ti, te


busca, te cuida, se entrega hasta que logra arrancar una respuesta de confianza en tu
vida. ¿Te das cuenta de todo lo que pone en juego para llegar a lo más hondo de ti
misma, para conquistarse tu confianza?
“La prueba de que Dios nos ama es que siendo nosotros pecadores, murió por
nosotros” (Rm 5,6) Y no de forma impersonal. Te amó y se entregó por ti (Ga 2,20) El
busca tu mirada. Como en otro momento buscó la de Pedro.

En Lc 22,61 dice: “El Señor se volvió y miró a Pedro”. El contexto es cuando


Jesús está preso, en casa del sumo sacerdote, y Pedro le ha negado. Ha dicho que
no le conoce.

A Pedro le ha dado corte que le relacionaran con Jesús. Ha dicho que no le


conoce, y entonces, en ese momento concreto, Jesús se vuelve y mira a Pedro. Hay
muchas cosas vividas entre los dos, que los dos saben:

-El corte de Pedro, la pobreza que experimenta el día de la pesca milagrosa:


Cayó a las rodillas de Jesús diciendo: “Aléjate de mí que soy un pobre pecador...” (Lc
5,8).

-El momento en que Pedro reconoce en Jesús al Mesías: “Tú eres el Cristo de
Dios” (Lc 9,20).

-El momento de esa bronca fuerte: ¡Quítate de mi vista, Satanás, porque tú


piensas como los hombres, y no como Dios (Mc 8,33).

-Su amor a Jesús : “aunque todos te abandonen yo nunca te abandonaré” (Mt


26,33).

-Su negación...

Jesús está preso. Pero Jesús no está preocupado por sí mismo sino por
Pedro... Se volvió y miró a Pedro. Recordó Pedro las palabras del Señor. Y saliendo
fuera rompió a llorar amargamente.

Entre Jesús y tú hay muchas cosas vividas: ¿Te acuerdas de aquella vez en
que yo te dije que...? ¿Te acuerdas de aquel día que tú me dijiste...? ¿Te acuerdas de
la fuerza que entonces me diste para tal cosa? ¿Te acuerdas de aquel portazo que te
di?

Su vivir contigo, su buscarte, no es algo burdo, hecho de cualquier manera.


Cada iniciativa suya de acercarse a ti es concreta. Aun cuando no te das cuenta.
Cada momento que se pone en tus manos él lo nota. Lo de la hemorroísa. “¿Quién
me ha tocado?” “¡Todo el mundo te aprieta y preguntas quién te ha tocado?”(Lc 8,43-
48). Lo nota. El roce con cada persona es concreto. Su dar vida él lo siente, le afecta.

Cuando él se vuelve y te mira a ti encontrarte con El es lo que te hace vivir de


otra forma. Cuando tú sabes lo que hay entre los dos y lo que él ha peleado por dar
con tu mirada... Cuando caes en la cuenta de que ha hecho lo que nadie hubiera
hecho: dar su vida por ti... (Ga 2,20) Eso prende fuego en ti. ¿Quién va a decirme
a mí cómo he de quererle? ¿Quién va a decirme a mí qué poner en juego? ¿Alguien
va a quererle más de lo que yo le quiero?
Si abres la puerta y empiezan a salir pingüinos... es que no le has escuchado
mucho, no te das cuenta de qué vive él en relación a ti o que tu fe está un poquito
chunga...

Todo lo que vive te lo dice por su Palabra... Lo que uno lleva por dentro lo
sabes si te lo dicen “Nadie conoce lo íntimo de Dios sino el Espíritu de Dios, que
sondea las profundidades de Dios. Y ese es el Espíritu que se nos ha dado...” (1Co
2,10-12). ¿Te imaginas poder leer el diario en el que escribe Dios y donde cuenta sus
vivencias más personales? El te deja su diario, su conciencia.

Es como si tú le dejaras a alguien tu cuaderno de oración... Es más: te abre el


corazón sin ningún tipo de reservas. Cuando te atreves a acogerle, a fiarte de lo que
en su Palabra te está diciendo todo el rato, entonces disfrutas a más no poder de
compartir la vida con El. De poder hablarle, de poder escucharle, de poder
responderle con tu vida. El hace de tu vida amor.

¿Qué calidez hay en tu trato con ellos? ¿Es como esa mecha mortecina, que
hay que proteger porque la más leve brisa la apaga o es ese fuego encendido, que la
dificultad aviva? ¿Está prendido con fuerza su amor en ti?

Para eso pedimos: “Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y
enciende en ellos el fuego de tu amor”. Su presencia en ti tiene capacidad de ser
fuego... si dialogas con él. Si tu oración es trato personal, afectuoso, detallista. Si
convives con él. Ese es el culto que a él le agrada, la convivencia corazón a corazón.
No son ofrendas exteriores a ti, sino tu confianza, tu amor.

En eso está la calidad de tu vida. Que a fuerza de escucharle y de guardar su


Palabra, de acariciarla, meditándola, saboreándola en tu corazón, aprendas a
discernir lo que hay en el suyo (Rm 12,1ss). Que te apremie su amor por cada
hombre, y que se haga tuya su añoranza por que cada hombre se descubra tan
amado como es.

3. NUESTRA VIDA, SACRAMENTO DEL AMOR

Cuando compartes de verdad con Dios desde dentro, poniendo todo en juego,
apasionadamente, como Pablo; es decir, cuando hay un buen fuego porque uno echa
buenos troncos, tu cuerpo refleja su amor (2Co 3,18), lo transparenta.

“Conocéis mi conducta, cuan encarnizadamente perseguía y devastaba a la


Iglesia de Dios... pero por su gracia me llamó y tuvo a bien revelar en mí a su Hijo”
(Ga 1,13-16). Había sido instrumento de muerte, que ocultaba a Dios, que apagaba la
esperanza, pero por su gracia, me ha hecho instrumento de vida, capaz de engendrar
vida de Dios.

“Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Ga 2,20). Mi cuerpo, mi
vida, es el lugar en el que él vive, en el que sigue expresando su amor. En mi cuerpo
prolonga su búsqueda de amor a cada hombre, su entrega para asumir y reconstruir
la vida de cada hombre. Lo que él ha vivido conmigo, lo puedo vivir yo ahora con él,
para los demás.

Y en mi vida sigue teniendo eficacia su entrega. “El Padre que permanece en


mí es el que realiza las obras” (Jn 14,10) Es lo que vive Jesús y en nosotros lo
prolonga. El en nosotros es el que realiza las obras.

4. LA FRATERNIDAD EXPRESION DEL AMOR TRINITARIO.

Tu vida, entonces, se hace casa de Dios, puerta del cielo. Se hace tienda de
encuentro -donde Dios y Moisés hablaban cara a cara como habla un hombre con su
amigo- entre Dios y los hombres. Tu vida se hace casa en la que se gestan y nacen a
la vida de Dios muchos hombres.

Tu vida se hace hoguera, hogar, que da calor, que da vida, que renueva la
vida de muchos, cuando tú les manifiestas el amor con que Dios les ama.

5. RECONSTRUYE MI iGLESIA.

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