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Ansiedad, estrés, emociones negativas y salud

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Antonio Cano-Vindel
Complutense University of Madrid
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||||||| REVISTA CRITICA |||||||

 
Emociones que
nos rompen:
ansiedad y
Análisis depresión
La cárcel del siglo
XXI. Desmontando

Ansiedad, estrés, emociones


mitos y recreando
alternativas

negativas y salud Por una


educación
transformadora
El poder y sus
En la Psicología, las emociones que más se han estudiado son las máscaras
emociones negativas, llamadas así porque generan una experiencia Economía
desagradable. Las más importantes son la ansiedad (ante situaciones de sostenible.
amenaza), la ira o enfado (ante un daño o perjuicio), y la tristeza (precursora Desafíos frente a
de la depresión, se produce ante situaciones de pérdida). la crisis
Dr. Antonio Cano Vindel La universidad y
Catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de sus
Madrid contradicciones.
Presidente de la sociedad Española para el Estudio de la
Ansiedad y el Estrés (SEAS) Después de
Bolonia, ¿qué?
Atrapados por el
Los seres humanos tenemos la capacidad de reaccionar estrés
emocionalmente ante un peligro, una amenaza, un daño,
Adicciones que
una pérdida, etc. La reacción de miedo ante una situación matan
en la que está en juego la propia vida implica una serie de
La gramática del
respuestas (temor, aumento de la tensión muscular,
amor
Los cambios evitación, expresión facial de miedo, etc.) que nos ayudan a
corporales de la La Iglesia que
preservar la integridad física.
emoción se queremos
caracterizan por
una elevada Las emociones son reacciones que se de-sencadenan en
activación tres niveles diferentes: la experiencia emocional, los
fisiológica, cambios corporales y la conducta. Dichas reacciones se
especialmente del vivencian como una fuerte conmoción del estado de ánimo
sistema nervioso (estado afectivo), suelen tener un marcado acento
autónomo y del
placentero o desagradable y van acompañadas por la
sistema nervioso
percepción de cambios orgánicos, o corporales, a veces
somático, aunque
también se activan muy intensos (experiencia emocional). Los cambios
otros sistemas. corporales de la emoción se caracterizan por una elevada
Esta reacción activación fisiológica, especialmente del sistema nervioso
emocional puede autónomo (sudoración excesiva, aumento de tasa cardiaca,
reflejarse también etc.) y del sistema nervioso somático (tensión muscular),
en expresiones
aunque también se activan otros sistemas (hormonal,
faciales típicas:
inmune, etc.). Esta reacción emocional puede reflejarse
expresiones de
alegría, tristeza, también en expresiones faciales típicas, fácilmente
miedo enfado… identificables por cualquier observador externo (expresiones
de alegría, tristeza, miedo, enfado, etc.), así como en otras
conductas motoras también observables, como algunos
movimientos, posturas, cambios de voz, etc.

Emociones más estudiadas


En la Psicología, las emociones que más se han estudiado
son las emociones negativas, llamadas así porque generan
una experiencia desagradable. Las más importantes son la
ansiedad (ante situaciones de amenaza), la ira o enfado
(ante un daño o perjuicio), y la tristeza (precursora de la
depresión, se produce ante situaciones de pérdida). El
motivo de que se estudien más que otras se debe a que
estas tres emociones son básicas para afrontar situaciones

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realmente importantes y están muy relacionadas con el


proceso salud-enfermedad.
La ansiedad es una reacción emocional que surge ante las
situaciones de alarma, ambiguas, o de resultado incierto
(amenaza), y nos prepara para actuar ante ellas. Es la
reacción más frecuente en situaciones estresantes. Las
respuestas subjetivas producen una experiencia
desagradable, de inseguridad, temor, y preocupación. Las
fisiológicas incluyen aumento de tasa cardiaca, del ritmo
respiratorio, de la tensión muscular, un incremento de la
sudoración, etc. En la conducta observamos inquietud
motora, aumento del consumo de comida, bebida, tabaco,
evitaciones, etc. (Cano-Vindel, 2002).
Inicialmente la ansiedad es una reacción adaptativa de
alerta que nos prepara para dar una respuesta adecuada
ante la amenaza, puesto que nos ayuda a prepararnos, a
poner en marcha los recursos, la energía suficiente para
actuar. Pero, en ocasiones, surgen falsas alarmas. A veces,
nos activamos sin saber muy bien la causa. Así, por
ejemplo, muchas personas en un momento dado se
asustan por sus propias reacciones de ansiedad, que en un
principio son reacciones naturales.
Nuestra actividad cognitiva está relacionada con la
activación fisiológica. Al evaluar las consecuencias de una
situación, se produce incremento de activación fisiológica,
cognitiva y conductual; cambios normales en todas las
personas, aunque existen diferencias individuales. Cuánto
más tiempo pensamos en una amenaza, más nos
activamos; cuánto más amenazante nos parece una
situación, más reacción de ansiedad.

Salud
Los cambios fisiológicos emocionales se consideran
respuestas adaptativas del individuo a las demandas de la
situación. Una alta activación fisiológica, producida por
situaciones que generan ansiedad, en principio no es
patológica, pero si su intensidad es excesiva y crónica (se
mantiene en el tiempo) puede afectar a la salud.
La tensión muscular es mayor cuando necesitamos estar
activos, dar una respuesta rápida o enérgica ante las
demandas de la situación. Pero una persona que estudia
todos los días ocho horas un examen de oposición para
conseguir un empleo (un examen en el que se juega
mucho), puede acumular, día tras día, demasiada tensión
en el cuello, hombros, espalda, músculos frontales, etc., lo
que puede provocar, en primer lugar dolor, y en segundo
lugar alguna contractura muscular. Otro ejemplo: una
persona que discute mucho con su pareja, o con su jefe,
que permanece después mucho tiempo enojado, con altos
niveles de ira, dándole vueltas a la discusión, a lo que dijo,
a lo que debió decir, a lo que debía hacer, etc., permanece
mucho tiempo en tensión, pero no resuelve esta tensión
hablando, puede alcanzar altos niveles de presión arterial.
Los pacientes hipertensos tienen mayores puntuaciones en
las pruebas que evalúan ira interna (ira dirigida hacia
dentro, ira no expresada, rumiaciones o repeticiones, etc.).
Los trastornos psicofisiológicos están asociados con un
exceso en la intensidad y frecuencia de la activación de las
respuestas fisiológicas del sistema que sufre la lesión o
disfunción (cardiovascular, respiratorio, etc.). Entre los
desórdenes físicos que cursan con niveles altos de
ansiedad encontramos algunos trastornos cardiovasculares,
como la hipertensión o las arritmias funcionales, algunos
digestivos (gastritis, síndrome de colon irritable, etc.),
dermatológicos, respiratorios, musculares (v.g.

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contracturas), dolor (v.g. dolor crónico de espalda),


infertilidad, etc. Pero, el padecimiento de estos desórdenes,
puede producir ansiedad… y con ello un empeoramiento del
trastorno físico.
Para explicar estas disfunciones orgánicas que cursan con
niveles altos de emocionalidad negativa, podríamos decir
que se trata de una disfunción de un sistema orgánico
(gástrico, respiratorio, cardiovascular, motor, etc.) que está
trabajando en exceso y mantiene esta actividad demasiado
tiempo. A su vez, el trastorno orgánico produce malestar
psicológico, más ansiedad y, por lo tanto, un aumento de la
actividad de ese sistema, aumentando así la probabilidad
de desarrollar y mantener en mayor grado esta disfunción
orgánica. En la clínica psicológica podemos encontrar
personas que sufren estos problemas y presentan niveles
muy altos de ansiedad, así como estado de ánimo
deprimido, que hay que tratar también. Han aprendido a
dar una respuesta excesiva ante determinadas situaciones
y ahora tienen que aprender a controlar esta respuesta. Los
fármacos sólo van a reducir temporalmente la intensidad de
esta respuesta, si no se produce ese aprendizaje.
La emociones negativas están relacionadas también con
otros trastornos físicos, tal es el caso de algunos trastornos
del sistema inmune (enfermedades infecciosas, cáncer,
artritis reumatoide, etc.), o en algunas dolencias crónicas.
Pero, a su vez, encontramos niveles muy altos de ansiedad
en diferentes trastornos mentales, especialmente los
llamados “trastornos de ansiedad”. En todos estos
trastornos los síntomas de ansiedad se dan con demasiada
intensidad, con excesiva frecuencia, o en situaciones en las
que antes no había problemas.
Se consideran que son patológicas aquellas reacciones de
ansiedad que son demasiado intensas, producen un
elevado malestar psicológico, o son demasiado frecuentes,
o no son adecuadas a la situación. Cuando una persona
presenta este tipo de reacciones de manera marcada tiende
a desarrollar distintos desórdenes mentales o físicos, que
están bien definidos en las clasificaciones nosológicas.
Entre los desórdenes mentales, cabe mencionar los
trastornos de ansiedad (crisis de ansiedad, o ataques de
pánico, agorafobia, trastorno de ansiedad generalizada,
fobia social, trastorno obsesivo compulsivo, etc.) Si los
trastornos de ansiedad no se resuelven en un tiempo
razonable, suelen desarrollarse trastornos afectivos, o
trastornos del estado de ánimo (depresión). A su vez, la
ansiedad también está ligada a otros desórdenes mentales,
como los trastornos por consumo de sustancias
(adicciones), los trastornos de la alimentación, algunos
trastornos del sueño (v.g. insomnio), o muchos de los de-
sórdenes sexuales.
El padecimiento de estos desórdenes mentales suele
producir malestar psicológico y más ansiedad
(cronificación), especialmente cuando no se tiene
información sobre estos trastornos y no se encuentra una
solución a estos problemas. A su vez, el aumento de la
ansiedad puede producir un empeoramiento en el desorden
que ya se ha iniciado, e incluso el inicio de un nuevo
desorden (comorbilidad).

Prevención y tratamiento
Está comprobado que cuando una persona tiene
información sobre qué es la ansiedad, cuáles son las
consecuencias que puede producir, y cómo manejarla, tiene
una menor probabilidad de llegar a desarrollar estos de-
sórdenes. Es decir, la prevención es eficaz. Y sólo con

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información se consiguen mejores resultados. Cuando una


persona ha desarrollado ya un trastorno físico o mental, por
lo general, no tiene información sobre la ansiedad, sobre
sus problemas, o sobre las soluciones eficaces. Además,
interpreta todo de manera bastante catastrofista (lo que
genera más ansiedad). Por ello, la información es la
primera herramienta terapéutica que usan los psicólogos.
Sus tratamientos están empíricamente validados e incluyen
técnicas tales como las técnicas cognitivas, la exposición,
la modificación de conducta, la relajación, etc. Con ellas se
consigue volver a aprender a manejar la ansiedad, como se
había controlado anteriormente.
Los fármacos anti-estrés (ansiolíticos, antidepresivos,
analgésicos, hipnóticos) reducen de manera rápida los
síntomas de ansiedad, depresión, dolor, o insomnio. Sin
embargo, su efecto sólo dura unas horas, al cabo de las
cuáles es muy probable que vuelvan los síntomas. Un
ansiolítico reducirá síntomas de ansiedad, pero no
cambiará nuestra forma de pensar, y volveremos a
interpretar la realidad en términos catastrofistas, volviendo a
sufrir ansiedad.
El consumo de estos fármacos aumenta un 7-10% anual.
En el año 2007 se consumieron en España 96,5 millones de
envases, entre tranquilizantes y antidepresivos. El 16% de
los españoles toman fármacos psicoactivos en el último año
y el 21% de los usuarios de atención primaria toman
ansiolíticos (74,2%) y/o antidepresivos (33,8%). El consumo
de algunas de estas sustancias, como las benzodiazepinas,
se vuelve adictivo y el problema de ansiedad no se cura.
Especialmente si no hay información. Pero el médico de
atención primaria no dispone de tiempo para darla.

El estrés
El estrés es un proceso general de adaptación a las
situaciones que vivimos, en el cuál tenemos que responder
a las demandas del ambiente con unos recursos biológicos,
psicológicos y conductuales, que a veces resultan escasos.
Por ejemplo, tenemos que ir a trabajar, a una determinada
hora, salvando atascos de tráfico.
La interpretación que hacemos de las demandas es
subjetiva, de manera que dos individuos pueden entender
la misma situación de manera diferente. Cuando la
demanda del ambiente (laboral, social, etc.) es excesiva
frente a los recursos de afrontamiento que se poseen, se
van a desarrollar una serie de reacciones adaptativas, de
movilización de recursos, que implican activación
fisiológica. Esta reacción de estrés incluye una serie de
reacciones emocionales negativas (desagradables), de las
cuáles las más importantes son: la ansiedad, la ira y la
depresión.
Este proceso de estrés supone una reacción compleja a
nivel biológico, psicológico y social. La mayor parte de los
cambios biológicos que se producen en el organismo
cuando está sometido a una reacción de estrés no son
perceptibles para el ser humano y se precisan
procedimientos diagnósticos para determinar el nivel de la
reacción. Sin embargo, a nivel psicológico muchos síntomas
producidos por el estrés pueden ser fácilmente
identificados. La reacción más frecuente cuando nos
encontramos sometidos a una reacción de estrés es la
ansiedad. Pero además de estas reacciones emocionales
podemos identificar claramente otros síntomas producidos
por el estrés, como son el agotamiento físico, la falta de
rendimiento, etc. Finalmente, si el estrés es muy intenso y
se prolonga en el tiempo, puede llegar a producir

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enfermedades físicas y mentales.

Búsqueda de ayuda
En la página de Internet de la Sociedad Española para el
Estudio de la Ansiedad y el Estrés (www.ucm.es/info/seas)
hay un pequeño test que permite evaluar el nivel de
ansiedad. Si sospecha mucha ansiedad, o estar viviendo
una etapa muy estresante, puede autoevaluarse y
comprobar si debe tomar algún tipo de medida: en primer
lugar, aprender más sobre sus emociones, sobre ansiedad
y estrés. Ello ayudará a estar un poco más tranquilos. En
esta Web hay información y un servicio gratuito de
asesoramiento psicológico especializado para ayudar a
afrontar mejor estos problemas emocionales. ©

Julio-Agosto 2010 Número 968  


Atrapados por el estrés
El uso del término estrés se ha popularizado sin que la
mayoría de las personas tengan claro en qué consiste.
Para su clarificación hemos hecho la revista que tiene
entre sus manos, porque los seres humanos hoy, viven
exigiéndose cada vez más hasta el punto de acelerar
desmedidamente sus ritmos de vida, dejándose
consumir por grandes demandas físicas, mentales y
emocionales. Pareciera que en la actualidad está de
moda dejarse llevar por este mundo cada vez más
globalizado y sumergido en el consumismo sin darse
cuenta de que esta acelerada rutina diaria trae consigo
un alto precio. Tenemos que aprender a sazonar la vida
con el optimismo y la alegría. Pero para acercarse a la
felicidad es imprescindible romper las ataduras. La
atadura de competir consigo mismo y con los demás; la
atadura de ganar dinero, la atadura de mantener el
estatus, la del éxito… El optimismo es el más próximo
familiar de la esperanza. Por debajo de estos mares de
quebrantos y amarguras, hay quienes creen con
firmeza que también corren ríos de agua clara y
transparente, por debajo del individualismo, el
desasosiego y la agresividad hay quien confía en la
tenacidad del bien, la generosidad, la solidaridad y la
ternura.

© Crítica
General Oraá 62, 1° izq.
  28006 Madrid
Tel. 91 725 92 00  |  Fax: 91 725 92 09
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