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El argumento que Jesús fue desamparado porque cargó el pecado de todos nosotros no

tiene sustento bíblico. Es más, contradice la totalidad de la Palabra de Dios.

Hebreos 13:5:
…porque él (Dios) dijo: No te desampararé, ni te dejaré;

Dios promete que nunca nos va a dejar ni desamparar. Si esta promesa es verdad para
nosotros, ¿Por qué no sería verdad para Su Hijo unigénito quien siempre hizo la voluntad
del Padre?

2 Corintios 5:21:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.

Una cosa es lo que dice la Palabra, y otra muy distinta, es lo que alguien puede decir que
ella dice. Jesús no fue hecho pecado. Jesús nunca pecó. La Palabra dice que Jesús fue hecho
“ofrenda” por el pecado. Lo que significa que él cargó sobre sí mismo el precio del pecado.

En 2 Corintios 5:21 hay una figura de dicción llamada Elipsis, la cual se suple con la palabra
“sacrificio”. De manera que debería leer: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
(ofrenda por el) pecado…”. Esto está en armonía con el resto de las Escrituras.

Levítico 5:15:
Cuando alguna persona cometiere falta, y pecare por yerro en las cosas santas de Jehová,
traerá por su culpa a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños,…en ofrenda por el
pecado.

Jesús cargó sobre sí mismo, llevó sobre él, nuestros pecados para pagar el precio del
pecado.

Isaías 53:4-6:
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le
tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

A la luz de la totalidad de la Palabra, Dios no abandono a Su Hijo Jesucristo. Si el pecado


fuera la causa del supuesto desamparo, ¿Qué posibilidad tendríamos nosotros pecadores?
No solo Dios no lo desamparó, sino que la Palabra declara que mientras Jesús estaba en el
calvario, Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo.

2 Corintios 5:19:
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los
hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

Si Dios no desamparó a Su Hijo Jesucristo, entonces, ¿Cómo podemos entender Mateo


27:46?

Mateo 27:46:
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es:
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

La frase “Elí, Elí, ¿lama sabactani?” está en arameo. “Eli” significa “Dios mìo”. La palabra
“lama” proviene de “lemana” y significa “porque o porque este propósito”. La palabra
“sabactani” proviene de “sebaq” la cual significa “dejar, permitir, reservar, separar”. El
contexto determina su uso.

Romanos 11:4:
Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado (sebaq) siete mil hombres, que no
han doblado la rodilla delante de Baal.

Dios no abandono a estos siete mil hombres, fueron reservados o separados para un
propósito especial. De la misma forma, Dios reservó a su Hijo Jesús para que fuera nuestro
completo salvador.

La expresión: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?”, literalmente dice: “Dios mío, Dios mío, ¿con que
propósito me has reservado?”. Evidentemente Jesús tenía la respuesta. Esta expresión era
solo una pregunta retórica para llamar la atención y estimular los pensamientos de los
oyentes. Para llevarlos a pensar en Palabra y lo que ella decía de él como el Mesías
prometido.

Juan 16:32:
He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me
dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo.

Dios había reservado a Jesús hasta ese momento para pagar el precio de nuestra redención.
Para ser la completa y final ofrenda por el pecado. No fueron los clavos en sus manos que
mantuvieron a Jesús en la cruz. No fue la cuerda alrededor de su cintura lo que impidió que
bajara. El permaneció en la cruz por amor a nosotros, para cumplir la voluntad de Dios. Elí,
Elí, ¿lama sabactani? No fue un grito de desesperación, temor o derrota. ¡Fue un grito de
triunfo!

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