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Texto adaptado por:

Mari Carmen Hermida

“La línea negra”

“Lección de humildad”

(Lección llave de la Segunda Gran Lección)

“Hace millones de años nació nuestro Sol, una de las miles de


millones de estrellas que forman nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Nuestra galaxia es parte de trillones de galaxias que giran en el
espacio y que forman parte del Universo.

El Sol no es la estrella más grande ni la más pequeña, pero para


nosotros es la más importante, ya que sin su luz y su calor no podría
haber vida en nuestro planeta Tierra.

¿Recordáis cómo hace miles de millones de años nuestra Tierra


aún era una gran bola de fuego rodeada de nubes de polvo y gases
que giraban continuamente?

(Comenzar a extender la tela lentamente)

¿Y recordáis que estaba tan caliente que no podía existir ni un ser


vivo sobre ella, ni plantas, ni animales, ni personas?

Gruesas capas de nubes de vapor, polvo y gases escondían al Sol.

Pasaron los años y gradualmente la Tierra comenzó a enfriarse,


iniciándose la formación de una corteza de rocas, que debido al
calor y a la presión de unas contra otras, se empezaron a
transformar y poco a poco la corteza empezó a encogerse, a
arrugarse como una manzana vieja, formando así los valles, las
montañas y el fondo del océano. Las nubes se dividieron y la lluvia
calló a torrentes sobre la Tierra ya fría, llenando las cavidades de

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Texto adaptado por:
Mari Carmen Hermida

los océanos y llevando por los ríos pequeños pedacitos de rocas


calcáreas, hasta depositarlas en el fondo del mar.

Si esta situación se hubiera mantenido así durante mucho tiempo


el agua y la tierra sin vida se hubieran vuelto a unir en un lodazal.

Pero, algo sucedió: aparecieron unos pequeños seres que se


dedicaron a tomar el agua llena de sales venenosas, limpiando así
los océanos. Estos primeros seres, los protozoarios, eran tan
pequeños que podríamos pensar que eran poco importantes pero,
aunque se encontraban formados por una sola célula, tenían la
posibilidad de tomar miles de litros de agua, reproduciéndose de tal
manera que llegaron a formar un gran ejército de trabajadores. Su
trabajo lo siguen haciendo desde entonces sin cambio ni rebelión. Al
morir, sus cuerpos quedaban como partículas sólidas de calcio
depositadas donde ellos habían vivido, entre la tierra y el agua,
ayudando así a la formación de los continentes.

Pero, a pesar de su extraordinario trabajo necesitaban ayuda.


Aparecen entonces los corales, que pusieron sus condiciones para
trabajar, se quedaron a vivir alejados de las corrientes turbulentas
de agua en las bocas de los ríos y se dedicaron a la importante tarea
de mantener el equilibrio necesario en el agua de los océanos sin
moverse de su lugar. Mientras tanto, en la tierra, no existía la vida,
sólo pequeñísimos líquenes aferrados a las piedras para subsistir.

Otros tipos de animales ayudaron a seguir purificando el agua:


los trilobites y los nautilus.

Poco a poco el escenario comenzó a cambiar, los continentes


empezaron a emerger, los océanos a disminuir, ya bastante
preparados para permitir la aparición de otras especies de
animales que tendrían cada una un trabajo especial que realizar.

Algunas plantas se instalaron sobre la tierra más alta y seca,


pero como el aire estaba muy contaminado estas primeras plantas
fueron dotadas de una sustancia verde llamada clorofila que les
permitió respirar el dióxido de carbono del aire y transformarlo en
el oxígeno necesario para que los pequeños anfibios pudieran, al

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Texto adaptado por:
Mari Carmen Hermida

llegar a adultos, salir del agua y vivir respirando ese aire más puro
de la Tierra.

Ahora la Tierra era verde y cubierta de helechos, hepáticas y


algunos árboles. Han pasado millones de años.

Los mares, lagos y ríos se encontraban poblados de peces de


muchos tamaños, algunos desarrollaron pulmones y se arrastraron
a los charcos que había en la tierra. El clima era húmedo y cálido,
como en los pantanos. A medida que las plantas morían habiendo
terminado su trabajo de purificar el aire, se iban amontonando
unas con otras apretándose, formando así el carbón.

Los anfibios necesitaron comer, así es que los insectos aparecieron


en grandes cantidades.

Empezó a hacer cada vez más frío y la Tierra comenzó a secarse.


Se formaron los glaciares y los pantanos se convirtieron en
desiertos. Era un momento de crisis en nuestro planeta. Para
sobrevivir era necesario adaptarse o cambiar.

Los árboles de los pantanos se fueron cambiando por coníferas,


que tienen semillas más duras.

Hicieron su aparición los grandes reptiles. Sus huevos, un poco


más duros que los de los peces y los anfibios, podían ser depositados
en tierra seca.

El clima se hizo más benigno.

Los ríos encerraron las montañas, los dinosaurios, de la familia


de los reptiles, en lugar de arrastrarse sobre el vientre, se
levantaron y caminaron con cuatro patas, algunos regresaron a la
vida en el agua.

Han pasado millones de años.

Nuevamente el clima se ha hecho húmedo y tibio. Algunos de los


dinosaurios herbívoros habían crecido muchísimo. Algunos
desarrollaron pieles muy resistentes, como armaduras, que los
protegían de sus familiares los carnívoros. Otros desarrollaron alas
y aprendieron a volar. Aparecen en escena las primeras aves,
animales de sangre caliente que cuidan mucho a sus crías.

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Texto adaptado por:
Mari Carmen Hermida

Las montañas vuelven a hacer su aparición. Se inicia


nuevamente una época de mucho frío y aparecen por primera vez
las plantas con flores.

Cada vez hace más frío. Las aguas menos profundas retroceden
dejando a su paso desiertos. Uno a uno comienzan a desaparecer
para siempre los grandes reptiles, cuyo trabajo ya no es necesario.

Han pasado aproximadamente dos mil millones de años.

El escenario cambia nuevamente, las tierras más altas ahora son


bajas, el clima frío se vuelve caliente y húmedo. Densos bosques
tropicales cubrían la mayor parte de las tierras bajas. Los pocos
supervivientes de los reptiles ahora tienen poco trabajo. Los papeles
principales los desempeñan las aves y los mamíferos. Estos últimos
seres, más evolucionados, traen a sus crías vivas al mundo y las
cuidan con gran amor hasta que son capaces de hacerlo por sí
mismas.

El planeta se ha preparado para recibir a seres con necesidades


más delicadas. Su tierra es rica en sustancias orgánicas para su
alimento, pastos y espigas forman la alfombra para su pasto.
Nuevos árboles y plantas se desarrollan propagándose por semillas
en vez de esporas y bellas flores aparecen adorando el nuevo hogar
vital. La ayuda de tribus voladoras para la fertilización se asegura
adoptando atractivos colores y aromas que son llevados hasta muy
lejos por el trabajo del viento. Cada flor tuvo su amigo especial entre
los insectos.

La planta preparó el néctar y el insecto se embelleció para la


fiesta. La abeja agregó pelo como de terciopelo a su abrigo y la
mariposa brilló con alegres colores y tonalidades en sus alas. La
colaboración era perfecta entre plantas y animales. Las abejas
acarreaban el polen en sus cuerpos peludos para fertilizar las
semillas de las flores que visitaban recolectando su pago de cera y
miel. Así las necesidades de ambas fueron satisfechas sirviendo a la
vez los más profundos propósitos de la naturaleza.

El clima templado prevalecía en todas partes. La Tierra debió


haber estado verdaderamente hermosa, se estremecía de

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Texto adaptado por:
Mari Carmen Hermida

expectación. Nuevos volcanes empezaron a hacer erupción


trayendo a la superficie regalos metálicos en abundancia para su
futuro nuevo poblador.

Algunas rocas, al enfriarse, se solidificaron en forma de piedras


preciosas, diamantes, zafiros, esmeraldas. La resina de los árboles
se transformó en ámbar dentro del cual quedaron prensados y
solidificados algunos insectos. La temperatura se hizo más variable,
aparecieron valles templados mientras que la nieve y el hielo
cubrieron las altas montañas. Un manto de hielo se esparció a
cámara lenta pulverizando a su paso la cima de las montañas y
cubriendo los continentes dejando las tierras bien fertilizadas.

Varias veces cambia drásticamente la vida en el planeta, grandes


masas de hielo se han formado para luego derretirse, una fría
recepción para el nuevo habitante.

(Se extiende toda la tela)

La Tierra recibe a su nuevo hijo, el hombre. Este pedacito


pequeñito rojo al final de la tela simboliza el tiempo que los seres
humanos han estado sobre la Tierra. Todas las personas que alguna
vez han vivido están contenidas en este poquito de tiempo.

¿Te das cuenta qué poco tiempo ha pasado desde que el ser humano
aparece sobre la faz de la Tierra hasta el día de hoy, comparado
con todo el tiempo que transcurrió y todo lo que sucedió para que
el ambiente estuviera preparado para su llegada?”

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