La influencia que el príncipe ejerce sobre Schach incide en su comportamiento tal como
Lisette incide sobre Victoire: La conversación entre Victoire y Schach se produce luego de
que ambos se hayan comunicado con Lisette y el príncipe. Ellos ejercen una influencia
sobre ambos. Pero la influencia del príncipe tiene aspectos que vinculan lo oficial con lo
personal, mientras que la comunicación entre las mujeres se representa a través del
intercambio de cartas personales, privadas.
Y surgen diferencias entre ambas lecturas. Cuando Bülow habla acerca de Schach –
Schach es un personaje que habla muy poco, que más bien es “hablado” por los
demás–, lo ve como un personaje típico, desprovisto de individualidad. Es un
exponente de su género, es un oficial berlinés como cualquier otro. Dice: “Es sólo
un síntoma, un fenómeno de la época”. Una generalidad, no un individuo con
rasgos específicos. Y es alguien que “en lugar de honor sólo tiene arrogancia, en
lugar de alma un mecanismo de relojería que muy pronto se habrá detenido”. La
estrategia de Bülow es bastante cerrada; en ella Schach es el exponente de la
cultura de la apariencia, no tiene sentimientos, es una pieza de relojería, un
autómata que pronto se va a detener. Inmediatamente arribamos a la conclusión a
la que quiere llegar Bülow: así como Schach va a morir en breve –cosa que
efectivamente ocurre–, también Prusia va a morir en breve. Es una sociedad en
trance de muerte. Aquella Prusia que para Storm era el enemigo de la humanidad,
aparece aquí al borde de la muerte.
Sugestivo es lo que dice Victoire, la prometida y luego la mujer y viuda de von
Schach. Para ella el capitán es igualmente un hijo de la apariencia, pero no es igual
a los otros; es un individuo con rasgos totalmente personales.
Las dos versiones tienen hasta cierto punto un grado de verdad, y pareciera que
ésta es la lógica de la obra, que nos querría decir que Schach es un exponente típico
de esta sociedad y, al mismo tiempo, es un individuo con rasgos que son sólo de él
e inclusive integran aspectos positivos. Esto lo ve Victoire y no puede verlo el rival
von Bülow.
Hay una definición que para explicar esto me parece bastante útil. Es la que hizo
un crítico francés que mencionamos clases atrás, René Girard. Girard tiene un
estudio clásico sobre la novela, el libro Mentira romántica y verdad novelesca. Allí se
dice que, si uno analiza históricamente la evolución de la novela desde el Quijote
hasta Proust, nota que se produjo una proceso bastante llamativo. En el centro de
buena parte de las grandes novelas europeas aparece tematizado una y otra vez lo
que Girard llama “el amor según el otro”. ¿Qué quiere decir esto? Que en los
procesos de amor hay una mediación: hay un sujeto que ama, otro sujeto que es la
persona amada, y hay un mediador que es quien induce ese enamoramiento.
Digamos que el amante no se enamora directamente de la persona amada, sino que
entre uno y otro hay una especie de filtro que está dado por las voces de otros.
Girard dice que en los comienzos de la novela hubo una mediación vertical, y él
explica esto a partir del Quijote. La mediación del personaje de Don Quijote es
Amadís de Gaula, un típico héroe carismático, fuerte, exitoso, apuesto,
superpoderoso. Amadís hacia todas sus hazañas para dedicárselas a su amada, con
quien quería casarse algún día y con la que termina casándose después de mil
peripecias. Don Quijote querría hacer lo mismo. Y él piensa: si mi héroe Amadís
hace todo por una amada, yo necesito una amada. Así, se enamora de Dulcinea del
Toboso. Ahora, ¿cómo es Dulcinea? Es ruda, rústica, fea. Y en principio se llama de
otra manera: es Aldonza Lorenzo. Pero el Quijote no ve a una persona particular,
sino que proyecta sobre la persona amada una serie de valores que están dados por
el mediador. El Quijote no se enamora de Aldonza Lorenzo; cree en un modelo de
un paradigma superior como el Amadís y lo proyecta sobre esta persona. La
mediación es vertical porque el paradigma está muy por encima del sujeto. Así
como el modelo cristiano hablaba de una imitación de Cristo, de la misma manera
el Quijote procede en relación con Amadís, a quien sabe que no podrá igualar.
Lo que celebra Girard es que, a partir sobre todo del siglo XIX y con el avance hacia
una sociedad burguesa tendiente cada vez más a una sociedad de masas, se
produce una reducción del modelo y se pasa a una mediación horizontal, de modo
tal que el mediador ya no es alguien superior, sino alguien como nosotros. La voz
de la sociedad, el chisme, la moda se interponen entre un sujeto y otro de tal
manera que ciertos personajes novelísticos no se enamoran de mujeres u hombres
en particular, sino de una cierta idea que proyectan sobre ellos. El ejemplo
característico podría ser el caso de madame Bovary. ¿Por qué se enamora Madame
Bovary de Léon Homais? Porque ella leyó una serie de novelas rosa, y se imagina
que él es como los héroes de las novelas. No se enamora tanto de una persona
concreta como de un modelo. Ahora, ese modelo no es un modelo elevado como el
de Amadís para el Quijote, sino de un personaje tan degradado como ella. Es una
lógica más cercana a la de la industria cultural, una lógica de la degradación de los
valores a nivel de la sociedad de masas.
Hay alguien que, haciendo un paralelo con esto, hizo un análisis que va en la
misma línea y lo hizo mucho antes. Es alguien al que Fontane había leído:
Stendhal. Este escribió un ensayo con el título de Acerca del amor; un ensayo un
poco en serio y un poco irónico donde analiza una serie de obras literarias –desde
Romeo y Julieta hasta el Werther–. Y Stendhal hace una clasificación de tipos de amor
y dice, entre otras cosas, lo siguiente.
Ahora, Fontane lo hace aun más complejo. Después de lo dicho pareciera que el
interés de Schach por Victoire fuera simple amor de vanidad. Ahora, Victoire en la
que quizás él la había amado de verdad, “a juzgar por sus últimas líneas fue así
suelo bajo los pies; creemos haber llegado a un punto de certeza, y de pronto
cambian las cosas de modo tal que dejamos de sentirnos seguros. Es un rasgo que
podemos ver en varios niveles, el primero de los cuales es esa relativización de las
voces sociales de modo tal que ninguna es totalmente genuina. Hay una realidad
sabemos del todo a qué género pertenece la obra, y Fontane fue lo bastante sutil
para mantener esa ambigüedad, ya que existe una vieja convención en el ámbito de
habla alemana que hace que el autor debajo del título coloque el género al que la
obra pertenece, y Fontane elude esa convención. Esta apertura del final de la
una cierta cifra de modernidad de la obra; es decir, no hay una instancia autoral
que sea poseedora de la verdad de la obra, sino que quedan cabos sueltos de los
que debe ocuparse el lector. Es un modelo mucho más unívoco, en este sentido, el
termina con dos cartas. Ambas tratan de interpretar lo que ocurrió con visiones
diferentes. Las dos, desde una cierta lógica de la obra, aparecen como lecturas
relativista donde los valores sociales hegemónicos son claramente decadentes, pero
no resulta claro cuál sería la voz que representa una moral íntegra, o al menos
La imagen de la mujer: la curiosidad (pp. 23, 28, 45, 105, 134). Conformismo en Victoire:
“Siempre es mejor hallar poco agrado en un hombre célebre que no haberle visto en
absoluto” (23). La vanidad: el espejo (44). La relación entre Victoire y Lisette (105).
Carayon sobre el romanticismo de su hija: “Ella se gusta en ese sentimiento sublime de la
víctima…Comedia de magnanimidad” (136s.). Victoire y la belleza: lo que dice de Philippe
le Bel. Y sobre su misma situación: “En aquella fiesta en casa de los Massow, donde se me
rindió por primera vez homenaje, era, sin ser consciente de ello, una esclava. O al menos
dependía de cien cosas. Ahora soy libre” (108). La exclusión que hace libre de la opinión
pública que rige a la “comunidad”.
Opiniones sobre Schach: 1. Para Alvensleben, lo estético prima sobre lo ético (38): “No
solo se hace el caballero, sino que también lo es” (40) “Depende enfermizamente, depende
hasta la debilidad, de lo que piensan de él las personas, especialmente las de su clase” (39)
2. Para Bülow: estrechez prusiana (39). Sobreel príncipe: “En resumen, tiene, como tantos
príncipes, el dudoso mérito de ser tan excelente en las aventuras bélicas como en las
amorosas o, por decirlo de una manera aún más clara, es alternativamente un príncipe
heroico y u príncipe disoluto. Y al mismo tiempo sin principios y desconsiderado, incluso
sin consideración a las apariencias” (107). Pero toma sus comentarios: “El príncipe tenía
razón cuando hablaba de usted con ese entusiasmo” (109)
Opiniones de Schach: Bülow y Sander son Quijote y Sancho Panza (plebeyo). Bülow
siempre.
El relato del templario. El ascetismo del seductor Schach. La fascinación por la grandeza
condenada de los templarios. ¿Por las causas perdidas? Las discusiones en torno a las
derrotas del ejército prusiano (contra Napoleón - 75)