Todos los contenidos que se emiten a través del medio de comunicación que es nuestro objeto de
estudio pueden construirse sobre la base de dos elementos bien diferenciados: el sonido y el silencio.
El sonido puede ser caracterizado como las vibraciones que producen los cuerpos materiales al ser
golpeados o razados y que llegan al oído a través de un medio elástico como el aire. Esta definición general
puede encontrar su propia “acepción radiofónica”, según Armand Balsebre:
Por su parte, el silencio es la ausencia de sonido: la abstención de hablar, la pausa musical, la falta de
efecto sonoro. En la radio el silencio tiene suficiente significación como para considerarlo un elemento más del
mensaje radiofónico: el sistema expresivo no sonoro.
A estos cuatro elementos también se los conoce como RADIOSEMAS, es decir, como cada una de las
partículas radiofónicas mínimas dotadas de sentido.
La Palabra
Es el discurso hablado, el elemento indispensable de la radio pero que de ninguna manera debe
considerárselo como más importante que el resto (de hecho, es perfectamente posible generar contenidos sin
incluir a la palabra). Por su naturaleza, posee la capacidad de comunicar contenidos conceptuales y expresivos,
y está siempre expuesto a dos circunstancias indeseables: el vacío (entendido como la falta de palabras o de
ideas) y la verborragia. En la actualidad – como ya se ha mencionado en un material anterior – la tendencia gira
en torno a la improvisación, la espontaneidad y la agilidad; en ocasiones, el contenido es pobre pero, como es
dicho en el tiempo establecido, con énfasis, brillo y naturalidad, resulta atractivo y suficiente.
Toda presentación oral debe cumplir con la regla de Walter Alves, conocida como InCRA: Inteligibilidad
del mensaje, Corrección de los datos, Relevancia del tema y Atractivo de su presentación. Este último punto
combina, además, la originalidad en el enfoque y el uso de los recursos técnico – expresivos de la voz. Para
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alcanzar la efectividad plena siempre es necesaria la ayuda del receptor, quien tiene que sentir interés durante
la exposición y satisfacción una vez concluida ésta.
La Música
Es el sonido elaborado por los instrumentos musicales en forma aislada o en una pieza musical. Su uso
en la radio es fundamental pero su relevancia depende de la función que cumpla en cada circunstancia:
La función gramatical o sintáctica: en la que la música actúa como un sistema de puntuación para
organizar una emisión. Sus formas habituales son la cortina, la ráfaga, el golpe (fragmento mucho más
breve que los anteriores, de solo dos o tres segundos) y el puente (inserción musical que, en lugar de
separar, vincula el contenido anterior con el siguiente).
La función descriptiva: en la que la música recrea por sí misma lugares, espacios concretos y/o tiempos
específicos (ambientación objetiva).
La función expresiva: en la que la música genera climas o atmósferas particulares relacionadas con
sentimientos, estados de ánimo, etc. (ambientación subjetiva).
El Efecto Sonoro
La función expresiva: en la que el efecto se utiliza para describir una sensación o una determinada
emoción.
La función narrativa: en la que el efecto se convierte en el elemento principal del mensaje y desplaza
a otros radiosemas.
La función ornamental: en la que el efecto define una estética, pero es un elemento accesorio, no
necesario para generar sentido.
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El Silencio
Es el elemento no sonoro de la radio pero, no por ello, menos importante ya que tiene la capacidad de
expresar, de narrar o de describir.
El silencio no debe ser interpretado como un “bache” (que también es ausencia de sonido) ni como
una “pausa” (que es la interrupción de la palabra para respirar o dar sentido a un texto, a modo de organización
sintáctica); el silencio es un radiosema con valor expresivo propio para generar climas, reflexionar o darle
tiempo al oyente para que lo haga.
A lo largo de la historia, teóricos y hasta normativas legales propusieron dos reglas de uso de los
radiosemas (el Manual de Instrucciones para Estaciones de Radiodifusión obligaba a las emisoras a difundir
música durante el 65% de su programación):
1. La música y la palabra deben ser los elementos con mayor presencia, destacándose en cantidad el
primero sobre el segundo.
2. Los efectos y el silencio deben emplearse asiduamente, aunque no adquieran un lugar protagónico.
El uso combinado de los radiosemas permite, por un lado, aprovechar al máximo todos los recursos
expresivos del medio y, por el otro, perfeccionar y hacer más atractivos los contenidos que se generan.
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Para algunos autores, la suma de los Radiosemas es sinónimo del concepto de Lenguaje Radiofónico. Pero
para otros, como el ya mencionado profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, es necesario sumar dos
elementos para arribar a una idea completa:
El Oyente, como quien asigna significado al contenido sonoro de la radio según las limitaciones de su
sistema sensorial y las condiciones en las que se produce la escucha.
Música Silencio
Palabra
Efecto sonoro
Con la suma de todos los elementos, y siempre pensando a la Radio como el producto de la
Radiodifusión, es posible llegar a la siguiente definición de Lenguaje Radiofónico:
RUIDO
Por definición, es todo elemento perturbador para la llegada de un mensaje. A los ya conocidos
problemas externos a los que está sometida la radio (interferencias, sonidos ambientales, condiciones
atmosféricas, etc.) pueden sumarse los “baches”, los errores e inconvenientes surgidos desde la operación
técnica, los problemas de redacción, las dificultades del oyente para la decodificación (limitaciones psicológicas,
fisiológicas y/o culturales) y otros cuya responsabilidad es exclusiva de quienes “hacen aire”: problemas de
articulación, pausas inadecuadas, construcción confusa del discurso, etc.
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PLANOS SONOROS
Son las formas en las que se generan las sensaciones de cercanía y lejanía entre el emisor de un
contenido radiofónico y el oyente. Estas aparentes distancias se construyen a través de la combinación de
volumen y posición respecto del micrófono.
En general, cuando se escucha la radio, tanto la música como las voces aparecen a un nivel de
intensidad y a una distancia acordes a una conversación interpersonal cotidiana. Tomando este ejemplo como
parámetro es posible determinar cuatro planos:
Primer Plano: Es la distancia habitual frente al micrófono; expresa amistad, confianza, cercanía y
naturalidad.
Primerísimo Primer Plano: Es el que se logra pegándose al micrófono para generar intimidad con el
oyente (similar a hablar al oído, susurrar, seducir, etc.) y el espacio interior en el que el emisor habla
consigo mismo y reflexiona. También, el PPP crea el efecto del misterio.
Segundo Plano: Es un nivel de intensidad más bajo que provoca la ilusión de amplitud de espacio.
Normalmente, cuando se dice que alguien está “fuera de plano” en realidad está en segundo plano: la
voz se escucha pero suena algo alejada.
Tercer Plano: Es la sensación de un espacio más amplia que la anterior, en la que la voz se escucha
más lejos. De hecho, muchas veces no puede reconocerse exactamente lo que se dice: una fiesta, la
calle y otros lugares concurridos suelen generarse incluyendo voces en tercer plano.
Todo contenido que percibe el oyente está atravesado por dos ejes: Tiempo y Espacio. Ambos pueden
ser los de la realidad o pueden ser modificados, creando así dos dimensiones alejadas del “aquí y ahora”.
Tiempo
Por naturaleza, la radio es vivo, es sinónimo de lo que pasa “en estos momentos”, en el tiempo real de
la emisión (en la jerga de nuestro país, las expresiones Vivo y Directo se usan con sus significados
intercambiados). No obstante, el tiempo es perfectamente falseable: las emisiones grabadas o enlatadas – tanto
en forma fragmentada como bajo la técnica del falso vivo (cuya grabación debería ser/es en tiempo real y su
emisión se realiza en diferido) – son más comunes de lo que se cree y el oyente medio no las descubre.
De todas formas, la ficción es el ámbito en el que existen más posibilidades para crear otros tiempos, no
solo porque los radiosemas sonoros permiten construirlos sino porque, al igual que en la literatura, el receptor
acepta (durante el tiempo de la acción) ese tiempo sugerido.
Espacio
Espacio de acción
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Es el lugar real donde se desarrolla el programa. Puede ser en estudios o en directo desde un lugar al
que se asiste para vivenciar un hecho periodístico, artístico o de cualquier otra naturaleza.
Existe otra clasificación muy interesante respecto de los espacios, en la José Luis Fernández determina
tres lugares posibles para hacer radio:
El espacio mediático: De existencia particular del medio, como un estudio o una cabina de transmisión
en un estadio de fútbol, donde es probable escuchar ruidos de hojas, puertas, movimientos, etc.
El espacio social: De existencia previa y externa a la radio, como una sala teatral, un estadio deportivo,
la calle, etc.
El espacio cero: Es el no espacio, el silencio absoluto. En las transmisiones hechas en espacio cero la
radio pone a la voz en primer lugar, sin otro sonido que la contextualice.
Espacio sugerido
En la radio es posible “mostrar” lugares reales, recrear espacios existentes o crear otros totalmente
imaginarios. Para lograrlo se deben combinar en forma precisa todos los radiosemas, dándole mayor
preponderancia a aquellos que se consideren imprescindibles para la construcción sonora y que con mayor
facilidad permitan la deconstrucción.
Uno de los ejemplos más comunes de espacio sugerido – o simulado – es el que crea la Transmisión Off-
tube de un evento deportivo, en la que tanto relator como comentarista están en estudios (viéndola por
televisión) y el oyente la percibe con la sensación del directo por el uso de ambientes.
REFERENCIAS
ALVES, Walter. Radio: la mayor pantalla del mundo. Colección Materiales de Trabajo CIESPAL, Ecuador,
s/f.
BALSEBRE, A. (1994) El lenguaje radiofónico. Capítulo II “El lenguaje radiofónico”. Colección Signo e
Imagen, Editorial Cátedra, Madrid.
BIBLIOGRAFÍA
BALSEBRE, A. (1994) El lenguaje radiofónico. Capítulo II “El lenguaje radiofónico”. Colección Signo e
Imagen, Editorial Cátedra, Madrid.
HAYE, R. (1995). Hacia una nueva radio. Colección Estudios de comunicación, Paidós. Buenos Aires.
TRAMEZZANI, P., BERZOSA, M. (1996) En el aire – Producción Integral de Radio. Editorial Docencia.
Buenos Aires.
ULANOVSKY, C. y otros. (1995). Días de radio. Espasa Calpe. Buenos Aires.
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