Desde el tiempo de los antiguos egipcios en el año 2650 a.C.: Imhotep, un médico,
arquitecto y astrólogo de la tercera dinastía, fue llamado el dios de la curación, y durante
ese tiempo se documentaron el cáncer de mama y trataron los tumores mediante el cauterio
del tejido enfermo.
Hipócrates, médico griego (460-370 a.C.) noto que los vasos sanguíneos alrededor de un
tumor parecía las garras del cangrejo y las llamo kakinos (el nombre griego del cangrejo).
Mathew Baille del hospital de St. George, Londres, en 1793 d.C. publicó la: “Anatomía
Mórbida de Algunos de los Más Importantes partes del Cuerpo Humano”; que contenía
descripciones de los síntomas y de la anatomía mórbida del cáncer de esófago, estomago,
vejiga y testículos.
Sir Henry Thompson, cirujano inglés, fue uno de los primeros que escribió extensamente
sobre el cáncer de próstata.
El cirujano inglés John Adams en 1851, determino las diferencias entre carcinoma e
hipertrofia prostática benigna.
Mundialmente, el cáncer de próstata es el quinto cáncer más común, con 679023 nuevos
casos de cáncer de próstata diagnosticados anualmente y de 221002 de muertes por año.
Tiene una tasa de supervivencia a los 5 años en el cáncer de próstata en etapa temprana de
~ 100% y en etapa tardía de 33.5%.
Edad: la próstata es el órgano más propenso a enfermedades del cuerpo humano con el
envejecimiento; 1 de 48 hombres de 40-49 años serán diagnosticados con cáncer de
próstata, y 1 de 8 hombres de 60-79 años tienen riesgo de sufrir la enfermedad.
Dieta: la ingesta de alimentos ricos en grasa saturada aumenta el riesgo en una correlación
positiva de (0.74) entre la incidencia o mortalidad por cáncer de próstata.
El fumar: se piensa que el cadmio que está presente en el cigarrillo actúa en la mutación del
gen p53 supresor del tumor y así explicar la relación entre el fumar y el cáncer de próstata.
En los últimos 25 años diferentes modalidades de terapia han sido utilizado en las
diferentes etapas de la enfermedad: cirugía, radioterapia y crioterapia en la enfermedad
localizada, no metastásica (la radioterapia también para los objetivos paliativos); estrategias
de reducción androgénica usando la orquiectomía; los antagonistas de la hormona
liberadora de la hormona luteinizante (LHRH), los estrógenos y los antiandrógenos,
también son utilizados en las diferentes etapas de la enfermedad.
En este momento, hay por lo menos 250 estudios en EE.UU. usando diversas modalidades
de tratamientos viejos y nuevos, los cuales incluyen agentes con nuevos objetivos que
interfieren con las vías de crecimiento, las vías de transducción de la señal, las vías del
factor de crecimiento endotelial vascular (VEGF) y los anticuerpos monoclonales.
El diagnóstico inicia con la anamnesis del paciente el cual puede ser asintomático o
manifestara signos y síntomas de uropatia obstructiva baja que comprenden una
disminución del calibre del chorro urinario o aumento de la frecuencia urinaria, dolor o
ardor durante la micción, presencia hematuria macroscópica o de hematospermia, dolor en
la espalda, las caderas o la pelvis que no desaparece.
Antígeno prostático específico (APE): Es una prueba de laboratorio que mide las
concentraciones del APE en una muestra de sangre. El APE es una sustancia producida por
la próstata que se puede encontrar en mayor cantidad en la sangre de varones que tienen
cáncer de la próstata. La concentración de APE también puede encontrarse elevada en
varones que sufren una infección o una inflamación de la próstata, o que tienen un HPB (un
aumento de tamaño de la próstata de origen no canceroso).
Las indicaciones para la selección son controvertidas. La Sociedad Americana del Cáncer
recomienda que la evaluación con PSA y DRE se realice anualmente, comenzando a la
edad de 50 años, a los hombres que tienen al menos un niño, con una esperanza de vida de
10 años y jóvenes de alto riesgo. La información sobre los riesgos y beneficios potenciales
de la intervención debe ser informada a los pacientes.
Los defensores del tamizaje en cambio, creen que la detección temprana es fundamental
para encontrar enfermedad limitada al órgano y al reducir la probabilidad de mortalidad.
Cuando hay síntomas o cuando los resultados de DRE son positivos, la mayoría de los
casos, ya han avanzado más allá de enfermedad limitada al órgano.
Los que no abogan por selección se preocupan debido a que el cribado detecta cánceres que
no son de importancia biológica (es decir, en pacientes que van a morir de cáncer de
próstata y no de él).
Los hombres que optan por someterse a los exámenes deben comenzar a la edad de 50
años. Los hombres en grupos de alto riesgo, como los afroamericanos y las personas con
una fuerte predisposición familiar (dos o más familiares afectados en primer grado), deben
comenzar las pruebas a una edad más joven (40-45 años).
Los datos de estudios de Canadá y Austria sugieren que las tasas de mortalidad son más
bajos como resultado de la prueba de PSA. Los datos canadienses han demostrado que, a
partir de 1989-1996, la tasa de mortalidad fue menor en el grupo PSA-seleccionados que en
el grupo control.
La investigación del Tirol, en Austria, también indica que la detección puede ayudar a
reducir la mortalidad específica.
Con el criterio básico de la lesión hipoecóica periférica, la ecografía resulta también más
sensible que específica para el diagnóstico de cáncer de próstata.
Sobre esta última es interesante el dato que aporta Gustaffson: la indicación de biopsia
motivada por ecografía transrectal aumenta en un 25 % si el radiólogo conoce previamente
el resultado del PSA.
De hecho, hay quien llega a conceder poco valor a la ecografía en la detección del cáncer
de próstata, excepto como guía de biopsia. En el polo opuesto hay autores que le reconocen
una sensibilidad superior al 80 %.
Una vez detectado el cáncer, la ecografía es superior al tacto rectal y a la determinación del
PSA plasmático para su estadificación, es decir, para la identificación de pacientes que
pueden beneficiarse de una prostatectomía radical.
Biopsia sistemática, aleatoria o por sextantes: ante un elevado grado de sospecha (sobre
todo PSA muy alto) con tacto y ecografía negativos, se obtienen muestras de seis regiones
diferentes de la próstata, basal, central y apical de cada lado, preferiblemente también con
control ecográfico.
Biopsia combinada (dirigida y sistemática): biopsia del área focal sospechosa y además del
resto de la próstata de forma sistemática, recomendada por algunos autores argumentando
mejores resultados en la detección de cáncer y en la valoración de su extensión local.
Ante una biopsia negativa con un elevado grado de sospecha (esta es una aportación
importante del PSA), no debe olvidarse la posibilidad de cáncer en la mitad anterior de la
próstata, especialmente en la zona de transición si no hay anormalidades ecográficas, y hay
que valorar la práctica de biopsia aleatoria de la glándula interior o incluso de resección
transuretral.
El procedimiento es el siguiente:
Los pacientes deberán recibir, la noche antes de la intervención y la mañana del día de ésta,
una profilaxis antibiótica vía oral y enema.
Los pacientes deben ser colocados en posición de decúbito lateral izquierdo con cadera
flexionada. Inicialmente se realizará un tacto rectal, usando como lubricante y
posteriormente se realizará la exploración ecográfica midiéndose el volumen y
características prostáticas y periprostáticas, así como estado de conservación capsular y de
ángulos seminoprostáticos.
Se deberá emplear en este momento gel de lidocaína, esperando cinco minutos hasta
comenzar la toma de biopsia, tiempo en el que se realizaron las mediciones prostáticas
oportunas. También se puede utilizar inyección de lidocaína posterior a la realización de las
mediciones prostáticas, porque éstas pueden verse afectadas por la compresión ejercida por
el habón anestésico, fundamentalmente en la zona del ápex.
En los pacientes biopsiados por primera vez se tomarán 8 cilindros, mientras que en las
rebiopsias se tomarán 10 cilindros. Para ello se empleará un transductor multiplanar de 7
MHz. y canal de punción integrado. Las muestras serán tomadas mediante punción
automática con aguja de 22 mm. de longitud y 18 G de grosor.