LAS TRADICIONES Y
COSTUMBRES DE AREQUIPA
Esta afición, con un arraigo increíble pasó de pueblo a pueblo. Al Perú llegó en la
Colonia y se extendió por todo el Virreinato. El poeta José Gálvez en su libro, "Las
Calles de Lima" y "Los Meses del Año", recopila testimonios de las peleas de gallos
en la capital, oficializándose a principios del siglo XVII. El arraigo fue tan grande
en el ambiente provinciano y familiar que inspira a Abraham Valdelomar a escribir
"El Caballero Carmelo".
Las peleas de toros de la llamada Ciudad Blanca por haber sido el sillar, espuma de
la lava volcánica, la materia prima de las edificaciones de sus casonas, templos y
conventos, son únicas en el mundo, aunque esta verdad no influye mayormente en
el espíritu de quienes se deleitan con su realización, sirven sin embargo de un gran
estímulo para cada día mejorar sus programaciones.
Hace muchísimos años uno de esos pioneros, Guillermo Paucca, recorría chacra tras
chacra, solicitando la cooperación de sus dueños mediante el préstamo de siquiera
un toro a fin de organizar un programa de peleas entre astados.
Al descubrir la forma como se embestían, estos toros seguían atados al yugo, pues
esporádicamente eran llevados al campo de combate.
Poco a poco se fueron haciendo parte integrante de la vida del chacarero, quien
recurrió a ellos para celebrar con toda pompa el aniversario del distrito o de su
pueblo o la f fiesta del santo patrono de la comunidad. También recurrió a sus peleas
para animar fiestas populares de beneficio, como por ejemplo para recaudar fondos
destinados a la construcción de obras comunales.
El tractor desplazó a los mansos bueyes y erigió en grandes toros como verdaderos
gladiadores. Ya no trabajaban, eran mantenidos en celo y sometidos a preparación f
física antes de cada contienda.
Los bañaban y hasta les suministraban vitaminas. Uno de los toros más famosos ha
sido "Menelik". Fue un toro asesino pues ensartaba con sus astas a su rival de tumo
y lo levantaba en vilo, desgarrándole el cuello o la misma cabeza.
Sus combates y su fama han trascendido suelo nacional. Ellos, los cornúpetas,
seguirán peleando entre sí con toda fuerza pese a todo avance del progreso por su
"dama", una vaquillona.
CREENCIAS
VIRGEN DE CHAPI
La devoción a la Virgen de Chapi es tan antigua como su origen, según una antigua
historia fue la virgencita la que se dio el nombre de Chapi: la imagen estaba destinada
a una iglesia de un pueblo cercano a Arequipa, y esta imagen era trasladada por una
comitiva desde las costas hacia el lugar de destino a través de los áridos valles
sureños, pues bien, en el camino la comitiva escuchó que las siguientes palabras
provenían de la imagen "¡¡Chaypi, Chaypi!!", otros escucharon "¡Chajchay llallapi!" y
otros "¡Chaj llallápi!", expresión que según los entendidos provienen del quechua y
del aymara, lenguas que se hablan aún en el Perú, y que todas expresan más o menos
lo mismo: "Aquicito nomás", "aquí, aquí", "aquí nomás" fueron entonces estas
mismas personas los que dijeron que "la Virgen no sólo quiere quedarse aquí sino
que se ha dado el nombre".
Ésta es la razón por la cual el Santuario erigido en honor a esta imagen ha estado en
medio de los cerros desérticos de la localidad de Chapi, a 60 km de la ciudad de
Arequipa; hoy, a causa del terremoto sufrido en Arequipa en el año 2001 la imagen
ha sido trasladada a la ciudad.
A partir de ese momento probablemente se comenzó a conocer esta imagen con el
nombre de la Virgen de Chapi. A esta imagen de Nuestra Señora el pueblo arequipeño
la denomina "la mamita" de Chapi, en alusión al rol maternal de María con nosotros
sus hijos.
Son muchos los milagros que se le atribuyen a "la mamita", desde diversas curaciones
hasta hacer llover en tiempos de sequía.
DANZAS Y BAILES
Al realzar la riqueza de las aguas del río Chili, Ventura Travada y Córdova refería que
hacia mediados del siglo XVIII, en su recorrido desde Uchumayo hasta desembocar
en el mar, entre los antiguos puertos de Quilca y Aranta con el nombre de río Vítor,
en él había “los más regalados y grandes camarones”.
Nada señala que ya entonces se hiciera con ellos lo que Mario Vargas Llosa define
como “candentes chupes en los que sobresalían unos monstruos
crustáceos, de cáscara rojiza y pinzas articuladas que me fascinaron“.
23 comentarios:
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Unknown12 de agosto de 2015, 17:17
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Unknown10 de septiembre de 2017, 21:02
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b hay
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Un poquito más de información hubiera sido bueno, pero no está mal :=)
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Unknown8 de mayo de 2017, 16:31
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Kevin Navarro18 de julio de 2016, 18:18
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linda mi arequipa
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