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PROVINCIA DE BUENOS AIRES

DIRECCIÓN DE GENERAL DE CULTURA Y COMUNICACIÓN


INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE Y TECNICA N°83
PROFESORADO DE HISTORIA

EL PASADO CERCANO EN CLAVE HISTORIOGRÁFICA, MARINA


FRANCO.
RESUMEN

ALUMNOS: MAGALI DELGADO, FACUNDO RODRIGUEZ

MATERIA: EDI

PROFESOR: RUBEN ACHINELLI

CURSO: 4 GH

AÑO: 2018
Resumen:

La autora explica en este capítulo el crecimiento de un nuevo tipo de historia en los


tiempos contemporáneos, la historia reciente. Al principio plantea las complicaciones
que contrae para los investigadores establecer una cronología exacta de la cantidad de
años que representan lo “reciente”. También intenta establecer la especificidad de tal
cronología mediante el uso de una herramienta recurrente para los historiadores, el
régimen de historicidad.

Según Marina Franco, existen ciertos criterios que elevaron el desarrollo de la historia
reciente. Por un lado habla de los “procesos traumáticos”: el fuerte predominio de
temas y problemas vinculados a procesos sociales (guerras, masacres, genocidios,
dictaduras, crisis sociales) y otras situaciones extremas que amenazan el
mantenimiento del lazo social y que son vividos por sus contemporáneos como
momentos de profundas rupturas y discontinuidades, tanto en el plano de la
experiencia individual como colectiva. Estos procesos son los que provocan en la
población una confianza hacia las expectativas puestas en el futuro y desde allí se
genera un “giro” hacia el pasado. El segundo aspecto tiene que ver con las
transformaciones que el campo intelectual viene experimentando en las últimas
décadas. Esto se vincula a la confrontación hacia el modelo estructural-funcionalista, la
crisis de los “grandes relatos”, un modelo al que se cuestiona la ausencia de los actores
sociales. Estos adquieren importante protagonismo y especial atención a la
observación de sus prácticas y experiencias y al análisis de sus representaciones del
mundo, para descubrir todo aquel espacio de libertad que los constituye, que escapa al
encorsetamiento de estructuras e ideologías. Esto implicó, a su vez, el establecimiento
de nuevas áreas de interés, como la historia cultural, el redescubrimiento y
redefinición de otras tales como la historia política y el trabajo sobre nuevas escalas de
análisis, particularmente con la microhistoria. El último aspecto a tener en cuenta se
trata del impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación en las percepciones del
tiempo, la “moda memorialística”, el frenesí de la musealización y de la
automusealización a través de filmaciones domésticas.

Luego la autora hace énfasis en la interacción y la confrontación que se genera


respecto de elementos que se utilizan en la historiografía, uno de ellos es la memoria.
Desde la historia se puede corregir la memoria, pero no se la debe invalidar, porque
allí aflora la subjetividad. Advierte que el historiador debe servirse de la memoria sin
rendirse ante ella. Ese riesgo se corre, señalan las autoras, cuando se sobrelegitima la
voz de los testigos. El relato debe por un lado, ponerse en diálogo con otras fuentes, y
por otro, historizarse para reconocer lo decible y lo indecible de determinados
momentos históricos. Se evita de este modo fetichizar el testimonio. Por último otra
dimensión ineludible y siempre presente en el trabajo del historiador abocado al
pasado cercano tiene que ver con la importante demanda social que existe en el
espacio público sobre ciertos temas.

La sociedad ejerce una importante demanda de conocimiento, de respuestas e incluso


de certezas sobre el pasado, demanda que en muy escasas ocasiones es satisfecha por
la producción de los historiadores y otros cientistas sociales.

Así también presenta algunos cuestionamientos que se le hace a la historia reciente:

 La falta de una distancia temporal “necesaria” para enfrentarse a ciertos


hechos del pasado.
 La cantidad de fuentes, ya sean escasas o abundantes para su tratamiento y la
veracidad de las mismas. Esto es un cuestionamiento al tratamiento de las
fuentes orales.
 el carácter inacabado del objeto (proceso) que se estudia y por tanto del
conocimiento que se construye sobre ello. Esta crítica proviene, nuevamente,
de las tradiciones historiográficas herederas del positivismo que suponen que
la tarea del historiador es reconstruir objetivamente la lógica de procesos del
pasado que, de alguna manera, se han “cerrado”.
Para finalizar, la autora hace un análisis de la historia reciente argentina introduciendo
los elementos anteriormente mencionados, como las ideologías y ciertos conceptos
que interiorizan los investigadores y llevan a las distintas posiciones y debates
respecto de diversos temas como, por ejemplo, la violencia política. La historia de la
historiografía reciente en la Argentina está, sin dudas, atravesada por los avatares y
derroteros que la disciplina ha vivido en el contexto académico occidental, así como
también por las especificidades y particularidades de la historia de nuestro país.

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