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sábado, 7 de julio de 2012

DÍAS DE VINO Y ROSAS


Continuando el ciclo "El alcoholismo en el cine", publicamos hoy el texto que su autora presentó durante
el cine foro que siguió a la proyección de la película "Días de vino y rosas" de Blake Edwards. La Dra.
López es Jefa del Servicio de Recuperación de enfermos alcohólicos del Hospital Psiquiátrico de
Caracas y Coordinadora del Postgrado de Psiquiatría de ese Hospital.

Tibisay López

Days of wine and roses es una película norteamericana estrenada en 1962, dirigida por Blake Edwards,
director, guionista, productor y actor nacido en Tulsa, Oklahoma, conocido fundamentalmente por la
serie de La Pantera Rosa, así como sus comedias El Apartamento, La Carrera del Siglo, 10: la Mujer
Perfecta y Victor, Victoria. Este hecho muestra claramente un paralelismo de dicho director con el gran
comediógrafo Billy Wilder, quien rodó en 1945 Días sin huella (The lost Weekend) comentada en este
blog con anterioridad, y si bien es apresurado afirmar que existe una influencia directa de Wilder, sí se
puede hablar de un reconocimiento a la obra del director austríaco. La música y la canción de Henri
Mancini Days of wine and roses, con letra de Johnny Mercer, la hicieron merecedora del Oscar a la
Mejor Canción en 1963. De igual manera, la película ganó el Premio Golden Laurel en las categorías de
Drama, Mejor Actriz Dramática (Lee Remick) y Mejor Actor Dramático (Jack Lemmon) así como la
Concha de Plata del Festival de Cine de San Sebastián 1963 al Mejor Director (Edwards) Mejor Actor
(Lemmon) y Mejor Actriz (Remick) y el Premio Sant Jordi 1964 a la Mejor Interpretación en Película
Extranjera (Lemmon) y el Premio Fotogramas de Plata 1964 al Mejor Intérprete de Cine Extranjero
(Lemmon).

La película fue la adaptación de un dramático televisivo del mismo nombre escrito por J. P. Miller,
dirigida por John Frankenheimer y protagonizada por Cliff Robertson, Piper Laurie y Charles Bickford, la
cual fue muy aclamada en 1958.

Días de vino y rosas (Days of wine and roses) es un estudio de las destructividad de las adicciones y
muestra las diversas fases de la clínica del alcoholismo, así como también destaca la tendencia latente
del paciente a desarrollar la enfermedad. El film está cargado de un extraordinario realismo, mostrando
claramente el papel de la voluntad y la libre elección en la rehabilitación, lo que la hace altamente
recomendable para ser vista y comentada por adictos y familiares. Edwards nos ofrece una visión total
del problema del alcoholismo al mostrar todas las etapas de la enfermedad alcohólica, que describiré
utilizando las Fases descritas por Jellinek (1952).
Al comienzo de la película se puede observar que Kristen Arnesen (Lee Remick) una secretaria de la
empresa para la que trabaja el pujante relacionista público Joe Clay (Jack Lemmon) se encuentra en la
Fase Prealcohólica, siendo iniciada en el consumo por Joe, con quien contrae matrimonio. Mucho
después, en un diálogo con un representante de Alcohólicos Anónimos llamado Hungerford, éste tratará
de aliviar la culpa de Joe por haber inducido a su mujer al alcohol, haciéndole ver que Kristen ya poseía
la enfermedad latente o la predisposición genética a desarrollar la enfermedad, puesta en evidencia
quizá por la compulsividad con que ingería chocolate.
Joe, por su parte, se encontraba para el momento del inicio de la película en la Fase Prodrómica
mostrada por la avidez del consumo y su capacidad casi ilimitada para beber alcohol (aumento de la
tolerancia). De hecho, su vida giraba en este mo mento en torno al consumo de alcohol, que él asumía
como parte de su trabajo.
Ambos entran en una espiral descendente hacia la degradación física, moral y social. En el caso de
Kristen se observa el deterioro acelerado en el hecho de que bebe en su casa y a escondidas, como se
sugiere en la escena en la cual mientras beben, Joe comenta que pensaba que había tres botellas y
encuentra solamente dos.

Rápidamente ambos personajes entran en la Fase Crítica o Crucial: pierden el control de la bebida y
viven ebrios prácticamente a diario. Comienza la presión en el trabajo de Joe, quien es objeto de un
despido indirecto cuando lo bajan de categoría. Entretanto Kristen descuida su función materna y pone
en riesgo su vida y la de su hija al dejar encendido un cigarrillo y provocar un incendio en su
casa. Ambos pierden trabajo, amistades, casa y Kristen muestra una marcada apatía hacia otros
intereses.
Un día Joe camina por la calle y se detiene tentado ante un bar. Al ver su reflejo en el cristal de la
ventana, en una secuencia que para mí es magistral, en un breve instante adquiere conciencia parcial
de enfermedad y al llegar a casa le dice a Kristen:
- "Pasé por Union Square Bar y me vi a mí mismo, ví mi reflejo en la ventana y pensé: ¿Quién es ese
borracho? Y entonces vi que era yo, mi reflejo en la ventana. Mírame: soy un borracho.
¡Mírame!...Mírate: eres una borracha. Mírate y míranos ¿ves?...somos una pareja de borrachos."

Ambos deciden ponerle fin a la adicción y buscan el apoyo del padre de Kristen trabajando en el vivero
de éste. Pero después de un mes de sobriedad viene la recaída, mostrándose con toda su fuerza el lado
más oscuro de la adicción, cuando Joe destruye el vivero en busca de una botella de licor escondida por
él mismo. Ese lado egoísta y la ausencia de vínculo le serán revelados más tarde por el representante
de Alcohólicos Anónimos cuando le señala que ingirió la botella a solas y no fue a buscar a su esposa.
Para el adicto, el objeto de la adicción (en este caso el alcohol) es Dios.
Sobreviene la primera hospitalización de Joe y vemos el primer episodio del síndrome de abstinencia
alcohólica. El paciente egresa después de ser contactado por Alcohólicos Anónimos e inicia el proceso
de rehabilitación. Sin embargo, en su intento en convencer a su esposa, quien no posee en absoluto
conciencia de enfermedad, recae nuevamente. Esta vez la degradación moral llega al máximo, roba una
botella de licor de un almacén y sobreviene un nuevo episodio de abstinencia, llegando al delirium
tremens. Nuevamente orientado por el representante de Alcohólicos Anónimos, tiene que decidirse a
dejar totalmente de la bebida aunque esto signifique alejarse de su esposa.

En Kristen, la historia natural de la enfermedad continúa hacia la Fase Crónica, sus períodos de
embriaguez son prolongados y su marcado deterioro moral la lleva a abandonar a Joe y la casa paterna
durante varios días mientras anda con diferentes compañeros de juerga.

Después de un año de sobriedad, comportándose como un padre responsable, Joe es capaz de


sobreponerse a las demandas de Kristen, y a pesar de amarla, no cae en el juego propuesto por ella, ya
que no se reconoce como alcohólica y manifiesta su falta de motivación para dejar de beber. Joe, con
determinación, le señala que anteriormente eran un trío: ellos dos y el alcohol, pero que en su nueva
vida hay espacio para ella pero no para el trío, y le dice con firmeza: -"Yo me agarré a algo que me
permitió mantenerme a flote y no estoy dispuesto a soltarme, ni por tí ni por nadie".
Sin embargo, cuando Kristen se marcha, Joe enfrenta la necesidad de ir tras ella y el plano final es
quizá la imagen que muestra toda la magnitud del drama interior del personaje: cuando observa a
Kristen caminar calle abajo, vemos su rostro a través del cristal de la ventana y el reflejo del rótulo
intermitente del Bar, que incita a nuevos clientes, pero que le recuerda a Joe la insidia, el deseo de
tomar que tendrá que enfrentar, también de manera intermitente
.
El final, aunque incierto, es esperanzador en la respuesta que le da a su hija Debbie cuendo ésta le
pregunta si su mamá se pondrá bien. Le responde:
- "Yo lo hice, ¿No?"
Depende de ella, de su voluntad, de su libre escogencia.

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