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CAUSAS DE LA INDEPENDENCIA EN GUATEMALA

Una vez iniciada la independencia de los países en Latinoamérica, Guatemala decidió


seguir este ejemplo y dar los primeros pasos hacia un país libre del yugo español.
Uniéndose a las otras provincias de Centroamérica Guatemala comienza su proceso de
independencia en 1820. Sucesos del 15 de septiembre de 1821

La primera causa de la independencia de Guatemala comenzó con un ambiente tenso el


real palacio abrió sus puertas a los personajes que dieron paso al movimiento
independentista en Guatemala, la junta en la que se trataría el asunto inició con la
asistencia de al menos 50 personas mientras que en otros lugares del inmueble como la
antesala y el corredor estuvieron más pobladores. El acto que daría paso a la liberación de
Guatemala de la monarquía española comenzó con la lectura de los documentos que
trajeron de Chiapas, luego se procedió a escuchar la opinión de los asistentes.

Donde varios asistentes dijeron que no había nada que hacer sino esperar a que España
tomara la decisión con respecto al plan de iguala. Plan de Iguala La segunda causa de
independencia de Guatemala fue el plan de Iguala este indicaba principalmente que
México, invitaba a todas las provincias de Centroamérica entre ellos Guatemala, a la unión
de un nuevo imperio naciente mexicano.

Todas las provincias estuvieron de acuerdo siendo Guatemala parte de ella, a pesar de
que el pueblo no estaba de acuerdo con esta unión los grandes ricos soñaban con ser
oligarcas de América y sabían que solo podían lograrlo a través de formar parte de
México.

Luego de dos años siendo parte del imperio mexicano Guatemala decide romper este
tratado ya que el congreso lo manifiesta como violento y tiránico. Independencia de
Guatemala Siendo así el 1 de julio de 1823 la liberación tanto de España como de México.
Para Guatemala ser una nación independiente. Una vez analizadas sus causas podemos
concluir que la unión de Centroamérica ayudo a la República de Guatemala a lograr su
independencia sin una violenta guerra a pesar de no todos los presentes en el acta de
independencia estar de acuerdo con ella.
LITERATURA EN AMERICA Y EUROPA

Antes del realismo literario de las primeras décadas del siglo pasado, la literatura de
América Latina era prácticamente obviada por las élites intelectuales europeas. Y cuando
no se le ignoraba, era sopesada como un proceso creativo limitado por lo regionalista y lo
folclórico.

No importaba el centroamericano Rubén Darío, pilar del Modernismo del siglo XIX, o los
movimientos literarios de las primeras décadas del siglo XX. Es verdad que en las novelas
de esta época el argumento era mínimo y las descripciones, demasiadas, pero había
buena literatura, como lo demuestran Doña Bárbara (Rómulo Gallegos) y Don Segundo
Sombra (Ricargo Guiraldes).

Los años ´40 no marcaron una gran diferencia. En los tiempos de auge de la Nueva Novela
Latinoamericana, la época de Lezama Lima, Alejo Carpentier, César Vallejo y el mismísimo
Borges, no se hizo más que marcar los cimientos del prestigio de la literatura
latinoamericana.

Menos mal que llegaron los años ´60, y con ellos el Boom Latinoamericano. Ahí sí que
Latinoamérica acaparó la atención del mundo entero. Gabriel García Márquez, Julio
Cortázar, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa se convirtieron en paradigma de la narrativa,
devinieron nombres icónicos. Y es justo que alcanzaran fama mundial, pues lo que
tuvieron en común los autores del Boom fue la calidad literaria de obras, no así los
distintos formatos y estilos.

Los escritores que conformaron el Boom Latinoamericano tenían para Europa un encanto
especial. Su literatura combinaba el sabor de la Modernidad con elementos distintivos de
la vida y la cultura latinoamericanas. La selva, la tradición oral, el mito, lo mágico, la
presencia indígena y africana, la historia paradójica y la búsqueda insaciable de identidad,
se integraron en novelas paradigmáticas cuyo lenguaje poético captaba las ricas
contradicciones de América Latina, totalmente exóticas para El Primer Mundo. Lo inaudito
para la mirada primermundista se asumía como parte de la más ordinaria cotidianidad, y
esto provocaba seducción y asombro. Eran novelas latinoamericanas, y estaban orgullosas
de serlo.

Pero no fue solo la gran calidad artística. Estos escritores no solo trascendieron como
tales, sino que hicieron que el mundo entero mirara a América Latina.Gabriel García
Márquez es uno de los autores más conocidos del Boom.

Jorge Luis Borges, que en sí mismo encierra la genialidad de muchos, y el siempre correcto
Octavio Paz, no lograron eso, a pesar de que ya eran consagrados cuando nació el Boom.

Y es que el crecimiento literario de Latinoamérica se gestó a la par de decisivos cambios


sociales: En primer lugar, América toda se sacudía de sus antiguas cargas –distintas para
cada país- y se llenaba de actitudes renovadoras, versátiles y auténticas; en segundo, la
naciente Revolución Cubana era centro constante de atención y polémica por la época;
pero sobre todo, los escritores del Boom estaban muy vinculados a los movimientos
políticos y de liberación. Eran escritores, y eran –en la misma medida- representantes de
Latinoamérica, de sus conflictos, de sus diversidades.

Otras dos causas: por esos años empezaron las editoriales a darle más cabida a la obra
inédita de jóvenes escritores latinoamericanos, unido a las voces, que ya sonaban bien
altas, y hasta hacían eco, de las revistas literarias Puro Cuento y El cuento, argentina y
mexicana, respectivamente.

Fueron varios los factores, y se gestaron desde contextos muy dispares.

La historia literaria de Latinoamérica no se detuvo en el Boom. A mediados de los ´70


comenzó una nueva tendencia, el Post Boom, que aunque reverenció a sus maestros
anteriores, abandonó el realismo mágico propio del movimiento que le precedía, y se
centró más en cuentos que en novelas. Aparecieron entonces nombres exponenciales
como Manuel Puig, Reynaldo Arenas.

Quién sabe qué tendencias nos develen las próximas décadas. Pero cada vez son más los
departamentos de las universidades americanas y europeas en los que se estudia la
literatura latinoamericana del siglo XX. Ya no se le considera un fenómeno cultural menor.

Evidenciados están los rasgos nítidos de su personalidad, que está viva, y crece. Sus
distintas tendencias y movimientos sobrepasan y desbordan estereotipos y
representaciones ortodoxas. Un futuro aún más fructífero será posible en una literatura
heterogénea y mestiza, muy proclive a la experimentación.

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