Índice
1. Introducción
2. La teoría performativa
3. La parodia del género
4. Los límites de la parodia
5. Las alianzas de los precarios
6. Una teoría performativa de la asamblea
7. Conclusiones
8. Bibliografía
Resumen:
En el presente ensayo se abordan los puntos centrales del enfoque performativo de Judith
Butler, atendiendo especialmente a las aportaciones de su obra Cuerpos aliados y lucha
política: hacia una teoría performativa de la asamblea. En este trabajo Butler va más allá
del análisis de la matriz heterosexual presentado en sus primeras obras, y aborda nuevas
cuestiones desde un enfoque más práctico y social. Nuestro interés se centrará en cómo
la crítica al sistema sexo-género se conecta con una propuesta democrática en la que la
comunidad LGTB establece alianzas con otros colectivos.
Palabras clave:
1. Introducción
2. La teoría performativa
aquellas mujeres cuyo género se corresponde con el asignado al nacer, pero también por
las mujeres que sufrieron la asignación contraria, lo cual nos invita a rechazar la idea de
que exista una esencia interna. Podríamos decir que la performatividad de género no
remite a lo que uno es, sino a aquello que uno hace, es decir, a los actos con los que
estiliza y presenta su cuerpo (Butler, 2007)
Ahora bien, estos actos no se limitan a producir una exterioridad corporal, sino que
también producen hacia el interior determinando nuestra identidad. Frente a quienes
consideran que la identidad de género es algo que precede a los actos generizados y que
esta se ve expresada en ellos, Butler expone una propuesta inversa. La teoría de la
performatividad rechaza postulados expresivistas y asume que los actos generizados son
los encargados de construir la identidad. Para Butler cuando confiamos en la existencia
de una identidad precedente a toda práctica estamos cayendo en la ilusión de la repetición,
según la cual la reiteración de prácticas y actos generizados conduce a su naturalización
y esencialización. Vemos cómo se produce un ocultamiento del origen del género
alegando la existencia esencias previas e identidades interiores que no son explorables
por ningún espectador externo.
Como señalábamos en el punto anterior, los actos generizados que disponen nuestros
cuerpos según la idea de feminidad no sólo son efectuados por mujeres cuyo género se
corresponde con el asignado en su nacimiento. Las mujeres transgénero también hacen
uso de estas prácticas, gestos y estilos, atentando contra la norma cisgénero que las
violenta. Pero no sólo ellas hacen uso de estos recursos, ya que existen cuerpos que sin
poseer una identidad de género mujer también performan en clave femenina, llegando
incluso a hiperbolizar la generización. Este es el caso del drag, que burla la idea de
naturalización y la esencia femenina haciendo uso de las mismas prácticas que las mujeres
cisgénero. A lo largo de las últimas décadas, el drag ha sido objeto de numerosos análisis
desde los estudios feministas. Autoras como Nussbaum se han opuesto radicalmente a él
por considerarlo una burla y un uso ilegítimo de los estereotipos de género que son
impuestos a las mujeres en su vida cotidiana (Nussbaum, 1999). Desde otros círculos
feministas, y en especial desde aquellos que establecen alianzas con el colectivo LGTB,
el drag ha recibido valoraciones mucho más positivas, llegando a ser considerado como
un arte y una forma de auto-conocimiento que permite indagar en los límites de la propia
corporalidad, y sirve en muchas ocasiones como una herramienta en las transiciones de
género.
La postura de Butler acerca del drag siempre se ha mantenido alejada de la crítica radical
de autoras como Nussbaum, pero su valoración acerca del potencial subversivo de esta
práctica ha ido fluctuando a lo largo de su obra, lo cual ha sido malinterpretado en
numerosas ocasiones. En primer lugar, se ha criticado a Butler por situar el travestismo
como el ideal performativo para derrumbar el orden de la matriz heterosexual. Es curioso
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ver cómo esta idea nunca estuvo presente en el trabajo de Butler, ni siquiera en El género
en disputa, donde presenta una visión acerca del travestismo más optimista. Frente a
aquellas feministas que inciden en el carácter burlesco del travestismo, Butler admira su
capacidad para representar el carácter performativo del género, pero es cautelosa respecto
a su potencial político porque, aunque una práctica como el drag muestre los entresijos
de la performatividad y desvele los actos que sustentan las esencias del género, no
significa que sea efectiva para subvertir el orden de la matriz heterosexual.
Hemos de tener en cuenta que los actos que conforman nuestra expresión de género nunca
reproducen con exactitud el orden de esta matriz. Siguiendo el concepto de iteración
propuesto por Derrida, Butler señala cómo la reproducción de normas generizadas nunca
se efectúa idénticamente. Gracias a la imposibilidad de lo mismo, tenemos la oportunidad
de producir variaciones que subviertan el orden imperante en la representación del género.
Esta capacidad para producir nuevos modos de representar y vivir el cuerpo da paso a
múltiples posibilidades de efectuar el género más allá de los dualismos hombre/mujer y
masculino/femenino. Para Butler las migraciones y las disensiones de género debilitan
las posturas deterministas respecto a la socialización de normas y actos, ya que las
personas trans y aquellas que realizan drag viven en los márgenes de la matriz como
sujetos límites. A través de sus experiencias y su manera de vivir el cuerpo podemos
adentrarnos en los puntos débiles de esta estructura cerrada con el fin de subvertirla.
Esto puede parecer desalentador para aquellos que reclaman la importancia de los
espacios de género contradictorios, ya que si las personas queer, drag y trans no aspiran
a la subversión ¿cómo puede ser esta posible? La revolución queer de la matriz
heterosexual se presenta como un horizonte que, si bien puede orientar nuestras acciones,
no puede sobreponerse a las personas y sus deseos. Diariamente observamos cómo la
incoherencia con las normas se castiga con la transfobia más recalcitrante. Debido a ello,
hemos de comprender que la carrera por la ambigüedad y la generación de espacios
contradictorios de género no pueden construirse a costa de las vidas de quienes habitan
estos cuerpos. El ahogamiento económico, el estigma y la violencia física y simbólica
hacen de la subversión queer como estrategia política un camino de lento recorrido, en el
que frente a cualquier ideal regulador ha de primar la habitabilidad de los cuerpos en su
contexto cotidiano.
Tras esta reflexión podemos pensar que el valor político y transformador del pensamiento
butleriano es infértil. Esta sería sin duda una conclusión precipitada, porque a pesar de
rechazar la performance individual como vía de orientación para el cambio, la teoría
queer aún tiene mucho que aportar. Aquí es donde la propuesta de Butler se reactualiza y
corrige desde el individualismo hacia la acción colectiva, haciendo hincapié en cómo la
comunidad LGTB puede reorganizar partes fundamentales de la heteronorma como la
familia biparental y la filiación consanguínea. Las familias del documental Paris is
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Burning establecían relaciones de cuidado y apoyo sin necesitar ningún lazo biológico, lo
cual es un camino poco transitado en la creación de nuevos vínculos afectivos. Aunque
muchos miembros de la familia Xtravaganza no fueran subversivos en su performatividad
de género, la comunidad que formaban entre ellos sí abrían nuevas posibilidades para
subvertir el canon de familia heterosexual. Las madres de las casas drag criaban y
cuidaban de aquellos que eran rechazados por sus familias biológicas debido a su género
o su orientación sexual, y generaban espacios de comprensión y apoyo mutuo efectivos.
Por estas razones la capacidad transformadora se desplaza desde el eje individual al eje
colectivo, profundizando en las relaciones comunitarias y solidarias.
Las reflexiones de Butler en Cuerpos que importan acerca del drag esbozan el desarrollo
que fue tomando su pensamiento, dando cada vez más importancia a la acción colectiva
y social. Podemos encontrar la conclusión de esta nueva orientación en las reflexiones
acerca de la asamblea, la precariedad y el espacio público de Cuerpos aliados y lucha
política. El paso desde una teoría de la performatividad de género a una teoría sobre la
vida precaria puede parecer inconexo, pero Butler argumenta con brillantez acerca de los
vínculos entre ambos conceptos. Butler acuña el término de precaridad como una
condición impuesta políticamente merced a la cual ciertos grupos de la población sufren
la quiebra de las redes sociales y económicas de apoyo mucho más que otros, y en
consecuencia están más expuestos a los daños, la violencia y la muerte (Butler, 2015)
Esta condición de vulnerabilidad se da tanto en la esfera política como en la doméstica, y
no es corregida por los marcos judiciales ni legales de los Estados.
Los colectivos que sufren la precaridad carecen del reconocimiento público y su lucha se
orienta hacia la consecución de una mayor visibilidad, a fin de lograr una existencia como
sujetos con plenos derechos. Para alcanzar esta representación dentro de la esfera pública,
Butler propone una teoría performativa de la asamblea que permita al precariado entrar
en la esfera de la aparición. Aquellas personas que sufren las violencias del sistema sexo-
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género son ilegibles para el imaginario público, y esta falta de legibilidad anula el valor
de sus vidas y experiencias. El propósito de Butler es, como ya adelantábamos al
comienzo de nuestro ensayo, flexibilizar los márgenes de la matriz heterosexual de
manera que las personas que viven en sus límites encuentren su reconocimiento. Ahora
bien, para lograr este objetivo la vía de trabajo no podrá ser en ningún momento
individual, ya que sólo mediante el reconocimiento de nuestra interdependencia podemos
avanzar hacia un principio de igualdad. Butler presta especial atención a como el yo es
siempre precedido por un nosotros cuando entramos en la esfera de la aparición. Cuando
una mujer sale al espacio público y se relaciona en él con otros sujetos su categoría social
como mujer nunca la abandona. Por esta razón, Butler remarca la importancia de
contextualizar todas las violencias que sufren los marginados dentro del marco de las
categorías sociales precarias. Si una persona trans sufre una agresión, este acto ha de ser
leído socialmente, a fin de comprender por qué ciertos grupos están más expuestos a la
violencia que otros.
Hemos de tener siempre presente que las agresiones a la comunidad LGTB no se limitan
a una estigmatización personal de su identidad, sino que abarcan también la esfera
económica y social. De igual manera las mujeres se ven afectadas en todos los aspectos
de sus vidas, yendo la violencia de orden patriarcal más allá del ámbito privado. Si
atendemos al panorama internacional, podemos encontrar en Turquía un buen ejemplo de
cómo estos diferentes grupos sociales se han aliado para reivindicar la igualdad de
derechos y denunciar las violencias del sistema. En este país las personas transgénero
tienen prohibida la aparición en el espacio público, a riesgo de ser multados e incluso
detenidos. La incoherencia con la matriz heterosexual conlleva una violencia intolerable,
que se traduce en una negación de la identidad, de los cuerpos y de los medios materiales
para realizar la vida. Cuando en Turquía se han realizado manifestaciones a favor de los
derechos de las personas trans, no solo han asistido los miembros de la comunidad
transgénero, sino también muchas compañeras feministas y el resto de organizaciones
LGTB. En esta alianza conjunta no solo se denuncia el trato discriminatorio que sufre el
colectivo transgénero, sino que se ataca directamente al militarismo y la masculinidad
hegemónica. Podemos ver cómo una acción que en principio afecta a un grupo muy
limitado de personas toma mayor peso social cuando se generan alianzas entre colectivos
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Un caso que ejemplifica la disputa entre Butler y las feministas universalistas es el uso
del velo por motivos religiosos. Butler argumenta que cuando el estado francés legisló a
favor de penalizar esta práctica no se tuvieron en cuenta los deseos e intereses de las
mujeres a las que afectaba la ley. Desde un feminismo laico este tipo de prácticas son
consideradas como actos de sumisión, y con su prohibición se espera liberar del yugo
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patriarcal a las víctimas de la ley religiosa. Frente a lo esperado por las universalistas,
muchas mujeres practicantes han defendido el uso del velo y han rechazado su prohibición
por considerarlo una vulneración de sus derechos. El universalismo es visto desde el
feminismo islámico como un ejercicio de paternalismo por parte de las feministas
occidentales, que no se muestran abiertas a la comprensión y el diálogo con las religiones
minoritarias. Podemos ver en este ejemplo una crítica muy interesante al ideal universal,
ya que la esfera de aparición se apoya en modelos reguladores que solo incluyen a ciertos
individuos como sujetos idóneos (Butler, 2015). De la misma manera que en Turquía las
personas trans reciben el apoyo del resto de colectivos, las mujeres musulmanas han de
ser escuchadas desde todos los sectores del feminismo. Sólo dando voz a quienes se
encuentran en múltiples ejes de opresión podemos construir una teoría democrática que
dé cuenta de las necesidades de todos los individuos, incluyendo a quienes no se
corresponden con el ideal de la esfera de aparición.
Uno de los puntos en los que Butler coincide con Arendt es en cómo se estructura el
espacio público mediante la aparición de los cuerpos. La idea de asamblea como una
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Butler también toma de Arendt la idea de espacio público romano, desde la cual toda
acción política requiere de un espacio de aparición (Butler, 2015). Siguiendo esta idea, la
ciudad no se comprende desde su materialidad arquitectónica sino desde los cuerpos que
interactúan entre sí. Existe una ciudad en aquel lugar donde las personas trabajan y ponen
el cuerpo generando un espacio mediante la acción plural. Aquí es el cuerpo el que habla
políticamente, en vez de quedar recluido en el espacio privado y pre-político. Son los
cuerpos de las mujeres, los gays, las lesbianas y las personas trans quienes ejercen su
discurso cuando todos juntos performan y reclaman sus derechos. De esta forma la
manifestación y la asamblea comienzan a desvelar toda su potencia política y
representativa. Además de su función como reorganizadores del espacio, los cuerpos
también se implican entre sí generando redes de vulnerabilidad. Este es otro de los
conceptos claves del pensamiento butleriano, que concibe el cuerpo vulnerable como
aquel que reconoce sus limitaciones y dependencias, rechazando la idea liberal de sujeto
plenamente autónomo.
Desde los disturbios de Stonewall en 1969 hemos visto cómo el colectivo LGTB
comienza a ocupar y organizar el espacio de la ciudad, siendo cada día más frecuentes las
campañas y manifestaciones a favor de sus derechos. La celebración de fechas como el
Orgullo LGTB o el Día de la Despatologización Trans son relativamente recientes, y su
valor ha sido constantemente minusvalorado desde aquellas posiciones que niegan la
importancia de la representación a través del cuerpo. Frente a quienes consideran las
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reclamaciones del colectivo LGTB como una cuestión privada que sólo afecta a su
identidad, Butler demuestra cómo la actuación política asamblearia afecta a otras
cuestiones de peso como el reconocimiento legal, el acceso a tratamiento médico y la no
discriminación. Aunque el discurso de Butler continúa en los márgenes de lo teórico y no
propone una vía práctica para la acción asamblearia, los avances de sus últimas obras
desmienten a las feministas que no veían en su trabajo ninguna reflexión orientada al
cambio socio-político. Tal vez durante esta próxima década la obra de Butler continúe
orientada hacia esta línea comunitaria, y en un futuro la teoría queer pueda servir no solo
como herramienta de análisis crítico, sino también como una guía efectiva para la acción
de los cuerpos precarios en el espacio público.
7. Conclusiones
A través de este ensayo nos hemos acercado a la teoría performativa de Butler desde dos
ópticas diferentes. En primer lugar, desde una postura individualista estrechamente
relacionada con la performatividad del género. Más adelante nos hemos aproximado
desde un enfoque comunitario donde la materialidad de los cuerpos en el espacio público
toma vital importancia. Más allá de estos dos frentes, del cuerpo y del espacio que los
cuerpos generan, podemos encontrar un tercer punto: la proyección pública de la
asamblea a través de los medios de comunicación. En Cuerpos aliados y lucha política
Butler define a los medios de comunicación como la dimensión audiovisual ampliada y
reproducible del espacio. El papel de estos medios es clave, ya que sólo mediante ellos
las escenas de la calle se vuelven políticamente potentes (Butler, 2015). Los hechos
políticos sólo son relevantes una vez se reproducen visual y sonoramente, y a su vez en
la decisión de retransmitir una manifestación hay un ejercicio de libertad política. Por ello
concluimos nuestro ensayo señalando la relevancia de las nuevas tecnologías en la
configuración de la esfera pública. Nuestros futuros análisis, además de atender al
concurso de los cuerpos en el espacio de la ciudad, habrán de analizar la descorporización
y la representación en el imaginario tecnológico y digital.
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8. Bibliografía:
- (2003 [1993]: Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos
del ‘sexo’, Paidós, Buenos Aires
- (2017 [2015]: Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de
la asamblea, Paidós, Buenos Aires
- (2012) Cuerpos en alianza y la política de la calle, Revista Trasversales nº 26
junio 2012
- (2009) Performatividad, precariedad y políticas sexuales, Revista AIBR
4 vol nº 3
Nussbaum, Martha (1999): ‘The Professor of Parody’, en The New Republic, n.22
(febrero), Washington, pp. 37-45