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La teoría política de Judith Butler

Ivana Castañón Vázquez

Índice

1. Introducción
2. La teoría performativa
3. La parodia del género
4. Los límites de la parodia
5. Las alianzas de los precarios
6. Una teoría performativa de la asamblea
7. Conclusiones
8. Bibliografía

Resumen:

En el presente ensayo se abordan los puntos centrales del enfoque performativo de Judith
Butler, atendiendo especialmente a las aportaciones de su obra Cuerpos aliados y lucha
política: hacia una teoría performativa de la asamblea. En este trabajo Butler va más allá
del análisis de la matriz heterosexual presentado en sus primeras obras, y aborda nuevas
cuestiones desde un enfoque más práctico y social. Nuestro interés se centrará en cómo
la crítica al sistema sexo-género se conecta con una propuesta democrática en la que la
comunidad LGTB establece alianzas con otros colectivos.

Palabras clave:

Teoría performativa, Butler, precariedad, alianzas, subversión, matriz heterosexual


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1. Introducción

En muchas ocasiones el pensamiento de Judith Butler ha sido considerado contrario a los


presupuestos feministas actuales, llegando a ser denominado un ‘post-feminismo’ y
recibiendo una dura crítica por parte de autoras como Martha Nussbaum quien, en su
artículo The professor of Parody no sólo niega la capacidad de Butler para dar una
respuesta efectiva y práctica al feminismo contemporáneo, sino que llega a valorar sus
aportaciones como el mal en sí mismo (Nussbaum, 1999). Las controversias suscitadas
habitualmente por Butler y la teoría queer son un reclamo para atender a su pensamiento,
a fin de valorar la legitimidad de las críticas a sus aportaciones. Si bien en los últimos
años Butler ha desarrollado una teoría performativa de la asamblea y un pensamiento
político muy valioso respecto a las alianzas entre quienes se mantienen en los márgenes
de la normatividad, estas aportaciones parecen olvidarse sistemáticamente. Por ello
consideramos necesario centrar nuestra atención en los escritos más recientes de Butler,
desde los que las acusaciones de pasividad política, individualismo y excesivo teoricismo
son contestadas por la autora.

Veinticinco años después de la publicación de El género en disputa, el feminismo y la


subversión de la identidad Butler publica Cuerpos aliados y lucha política: hacia una
teoría performativa de la asamblea. Las correcciones que Butler ha realizado a su propia
teoría en obras como Cuerpos que importan (1993) y Deshacer el género (2006) se
entrelazan con una nueva perspectiva ya anticipada en artículos como Performatividad,
precariedad y políticas sexuales (2009) y conferencias como Cuerpos en alianza y la
política de la calle (2012), escritos que esbozan la propuesta asamblearia que Butler
presenta en su último libro. Pero antes de analizar estas aportaciones más recientes, es
necesario que recuperemos los puntos centrales de la teoría de la performatividad, a fin
de poder comprender en su plenitud a qué se refiere Butler cuando habla de las
performances de los cuerpos en el espacio público, los actos lingüísticos y, en definitiva,
todo el imaginario conceptual y teórico que conforma el marco de análisis butleriano.
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2. La teoría performativa

La cuestión de la performatividad toma su raíz en el lenguaje y la capacidad de los actos


corporales de efectuarse lingüísticamente. Cuando hablamos de la performatividad del
género, hemos de atender a las inscripciones que se producen en nuestros cuerpos desde
el nacimiento, y que vehiculan una serie de expectativas y normas que repetimos
innegociablemente. Estas normas de género no se construyen como un corpus externo
cuyo efecto proviene del afuera, sino que están interiorizadas y nos producen desde dentro
de nosotros mismos. Un rasgo característico de estas normas es la imposibilidad de
efectuarlas totalmente, ya que se presentan como tipos ideales no alcanzables por ningún
cuerpo. Incluso quienes no rechazan el género asignado en su nacimiento encuentran en
su cotidianidad múltiples conflictos entre la corporización de sus cuerpos y los estándares
de género a los que uno aspira (Soley Beltrán, 2012). Las fantasías que el imaginario
colectivo proyecta sobre nosotros rara vez logran ajustarse a un cuerpo que cumpla con
los requisitos de la generización perfecta. Así, como Soley Beltrán narra en su artículo
Nobody is Perfect, ni siquiera las modelos femeninas sienten que su cuerpo pueda
ajustarse a estas normas que nos interpelan desde el exterior, pero que asumimos como
deseos y necesidades propias mediante las cuales producimos y modificamos nuestro
cuerpo.

En este producir el cuerpo y en la práctica sobre el mismo es donde se encuentra la


performatividad y la aparición del género (Butler, 2015), que parece provenir de nuestro
interior y darse al exterior como una suerte de expresión. La estabilización del género
representado se efectúa por medio de la repetición de estas normas, y llega a naturalizarse
hasta conformar lo hombre y lo mujer como esencias inextricables de los cuerpos. Butler
toma una postura clara en el debate acerca de si ser mujer es una cuestión natural o cultural
en el momento en el que llama la atención sobre los procedimientos discursivos que
conforman la idea de feminidad en las sociedades occidentales. Las normas sociales que
rigen la esfera de lo femenino no sólo incluyen disposiciones del cuerpo, tales como una
forma de caminar concreta o de hablar, sino también un conjunto de técnicas corporales
y estéticas. Estas disposiciones y prácticas corporales son recursos empleados por
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aquellas mujeres cuyo género se corresponde con el asignado al nacer, pero también por
las mujeres que sufrieron la asignación contraria, lo cual nos invita a rechazar la idea de
que exista una esencia interna. Podríamos decir que la performatividad de género no
remite a lo que uno es, sino a aquello que uno hace, es decir, a los actos con los que
estiliza y presenta su cuerpo (Butler, 2007)

Ahora bien, estos actos no se limitan a producir una exterioridad corporal, sino que
también producen hacia el interior determinando nuestra identidad. Frente a quienes
consideran que la identidad de género es algo que precede a los actos generizados y que
esta se ve expresada en ellos, Butler expone una propuesta inversa. La teoría de la
performatividad rechaza postulados expresivistas y asume que los actos generizados son
los encargados de construir la identidad. Para Butler cuando confiamos en la existencia
de una identidad precedente a toda práctica estamos cayendo en la ilusión de la repetición,
según la cual la reiteración de prácticas y actos generizados conduce a su naturalización
y esencialización. Vemos cómo se produce un ocultamiento del origen del género
alegando la existencia esencias previas e identidades interiores que no son explorables
por ningún espectador externo.

A través de estas breves anotaciones podemos apreciar cómo la performatividad de


género no solo genera actos de habla exteriores, sino que también es fundamental en el
proceso de subjetivación del individuo y la construcción de su identidad. Pero esta
subjetivación no es en cualquier caso libre o autónoma, porque el modelo hegemónico de
género elimina del imaginario colectivo múltiples formas de actuar y practicar sobre el
cuerpo. Las identidades producidas a través de los actos de género han de ser coherentes
con el género asignado en el nacimiento mediante el protocolo médico de la asignación
sexual. De esta manera, nos encontramos ante un imaginario cerrado y dicotómico, donde
la performatividad femenina queda reservada para aquellas personas cuyo cuerpo es leído
en clave femenina desde el modelo de sexo-género biomédico. Cualquier subversión o
alteración de este sistema dualista llevará consigo el estigma de la incoherencia, y habrá
de sufrir la violencia que la matriz heterosexual ejerce sobre aquellos cuerpos que no
respetan la tríada establecida entre el sexo, el género y la orientación sexual.
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3. La parodia del género

Una vez expuestos los planteamientos principales de la teoría performativa,


continuaremos explorando la propuesta de Butler tomando la práctica drag como hilo
conductor. A través de un análisis de la práctica drag, muy criticada por las feministas
contemporáneas, trazaremos el recorrido que Butler transitó desde la orientación
individual y privada de sus primeros escritos a la dimensión colectiva y social de Cuerpos
aliados y lucha política.

Como señalábamos en el punto anterior, los actos generizados que disponen nuestros
cuerpos según la idea de feminidad no sólo son efectuados por mujeres cuyo género se
corresponde con el asignado en su nacimiento. Las mujeres transgénero también hacen
uso de estas prácticas, gestos y estilos, atentando contra la norma cisgénero que las
violenta. Pero no sólo ellas hacen uso de estos recursos, ya que existen cuerpos que sin
poseer una identidad de género mujer también performan en clave femenina, llegando
incluso a hiperbolizar la generización. Este es el caso del drag, que burla la idea de
naturalización y la esencia femenina haciendo uso de las mismas prácticas que las mujeres
cisgénero. A lo largo de las últimas décadas, el drag ha sido objeto de numerosos análisis
desde los estudios feministas. Autoras como Nussbaum se han opuesto radicalmente a él
por considerarlo una burla y un uso ilegítimo de los estereotipos de género que son
impuestos a las mujeres en su vida cotidiana (Nussbaum, 1999). Desde otros círculos
feministas, y en especial desde aquellos que establecen alianzas con el colectivo LGTB,
el drag ha recibido valoraciones mucho más positivas, llegando a ser considerado como
un arte y una forma de auto-conocimiento que permite indagar en los límites de la propia
corporalidad, y sirve en muchas ocasiones como una herramienta en las transiciones de
género.

La postura de Butler acerca del drag siempre se ha mantenido alejada de la crítica radical
de autoras como Nussbaum, pero su valoración acerca del potencial subversivo de esta
práctica ha ido fluctuando a lo largo de su obra, lo cual ha sido malinterpretado en
numerosas ocasiones. En primer lugar, se ha criticado a Butler por situar el travestismo
como el ideal performativo para derrumbar el orden de la matriz heterosexual. Es curioso
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ver cómo esta idea nunca estuvo presente en el trabajo de Butler, ni siquiera en El género
en disputa, donde presenta una visión acerca del travestismo más optimista. Frente a
aquellas feministas que inciden en el carácter burlesco del travestismo, Butler admira su
capacidad para representar el carácter performativo del género, pero es cautelosa respecto
a su potencial político porque, aunque una práctica como el drag muestre los entresijos
de la performatividad y desvele los actos que sustentan las esencias del género, no
significa que sea efectiva para subvertir el orden de la matriz heterosexual.

Hemos de tener en cuenta que los actos que conforman nuestra expresión de género nunca
reproducen con exactitud el orden de esta matriz. Siguiendo el concepto de iteración
propuesto por Derrida, Butler señala cómo la reproducción de normas generizadas nunca
se efectúa idénticamente. Gracias a la imposibilidad de lo mismo, tenemos la oportunidad
de producir variaciones que subviertan el orden imperante en la representación del género.
Esta capacidad para producir nuevos modos de representar y vivir el cuerpo da paso a
múltiples posibilidades de efectuar el género más allá de los dualismos hombre/mujer y
masculino/femenino. Para Butler las migraciones y las disensiones de género debilitan
las posturas deterministas respecto a la socialización de normas y actos, ya que las
personas trans y aquellas que realizan drag viven en los márgenes de la matriz como
sujetos límites. A través de sus experiencias y su manera de vivir el cuerpo podemos
adentrarnos en los puntos débiles de esta estructura cerrada con el fin de subvertirla.

En muchas ocasiones se ha presentado la intención subversiva de Butler como una apuesta


radical orientada a destruir el sistema desde la raíz. Aunque la postura de Butler para con
la matriz heterosexual es del todo crítica, sus pretensiones no están orientadas tanto a la
eliminación de las estructuras existentes como a su flexibilización. Si consideramos que
en la actualidad aquellos sujetos que se encuentran en los márgenes de la matriz sufren
violencias simbólicas y materiales del todo inadmisibles, podremos comprender la
legitimidad de la empresa butleriana. El proyecto de deshacer el género se centra en minar
las estructuras de poder sobre las que se asientan ciertos pares de dualismos excluyentes,
buscando la solicitación de sus cimientos. Esta fuerza de erosión ha de provenir tanto de
la desnaturalización de las normas como de la desestabilización del sistema.
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Si retomamos el drag como eje de nuestro análisis, hemos de preguntarnos cuál es la


capacidad de estas prácticas para desnudar las esencias que cubren los cuerpos, y cómo
de efectiva es la parodia para alcanzar la desnaturalización. Una vez resueltas estas
cuestiones tendremos que resolver el último de los escollos: la relación entre la
desnaturalización y la transformación de la matriz. Frente a quienes afirman que mostrar
la performatividad del género es suficiente para desestabilizar las normas, hay feministas
que niegan la capacidad subversiva de la desnaturalización. Es posible que mostrar las
contradicciones y las incoherencias de un sistema no sea suficiente para su
transformación. Cuando el drag desvela los actos, estilos y gestos que constituyen lo
mujer solo se generan inestabilidades muy limitadas, que en absoluto dinamitan la
estructura de la matriz. Sería ingenuo considerar que las parodias del género pueden
ejercer un poder transformador radical, de la misma manera que sería ciego no reconocer
el potencial de la desnaturalización para una futura subversión efectiva. Si queremos
desgastar la legitimidad de un sistema ordenado, mostrar sus inestabilidades se presenta
como una condición de posibilidad para su cambio futuro.

4. Los límites de la parodia

Una vez hemos distinguido la desnaturalización de la subversión hemos de dar un paso


más allá, preguntándonos si toda migración de género presenta este carácter
desestabilizador. ¿Puede una performance drag o queer reproducir los esquemas binarios
que violentan y marginan a los disidentes? La posibilidad de que una práctica que no se
corresponda con la matriz heterosexual pueda llegar a reforzarla parece contradictoria,
pero en Cuerpos que importan Butler alcanza esta conclusión en apariencia contra
intuitiva mediante una reflexión sobre el documental Paris is Burning. En este
documental Jennie Livingston muestra las vidas de la comunidad drag y LGTB de Nueva
York en la década de los 80. Los personajes de esta historia se presentan al margen de
una sociedad que los estigmatiza por su condición económica, racial, de género y de
orientación sexual. Livingston nos introduce en una comunidad donde la fantasía y los
concursos de transformismo se presentan como una vía de escape para aquellas personas
que viven en los límites de lo social. La negación de aquello que se encuentra en la
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sociedad normativa y la crítica a los valores hetero-centristas y androcéntricos forman


parte de la agenda de estas comunidades, pero ¿son sus experiencias realmente contrarias
a la matriz? En el documental podemos escuchar el testimonio de Venus Xtravaganza,
una joven trans cuyas pretensiones están totalmente alejadas de la subversión y la
desnaturalización. En Cuerpos que importan Butler toma sus declaraciones para
argumentar cómo una migración de género puede aspirar a la naturalización no solo del
orden heterosexual, sino también de otros estatus hegemónicos como lo blanco o lo rico.
En su deseo de ser leída como una mujer normal, blanca y rica Venus nos enseña que no
toda migración pretende la desestabilización del sistema. Frente a su potencial
transformador, estas migraciones de género comulgarían con el binarismo y el orden
imperante.

Esto puede parecer desalentador para aquellos que reclaman la importancia de los
espacios de género contradictorios, ya que si las personas queer, drag y trans no aspiran
a la subversión ¿cómo puede ser esta posible? La revolución queer de la matriz
heterosexual se presenta como un horizonte que, si bien puede orientar nuestras acciones,
no puede sobreponerse a las personas y sus deseos. Diariamente observamos cómo la
incoherencia con las normas se castiga con la transfobia más recalcitrante. Debido a ello,
hemos de comprender que la carrera por la ambigüedad y la generación de espacios
contradictorios de género no pueden construirse a costa de las vidas de quienes habitan
estos cuerpos. El ahogamiento económico, el estigma y la violencia física y simbólica
hacen de la subversión queer como estrategia política un camino de lento recorrido, en el
que frente a cualquier ideal regulador ha de primar la habitabilidad de los cuerpos en su
contexto cotidiano.

Tras esta reflexión podemos pensar que el valor político y transformador del pensamiento
butleriano es infértil. Esta sería sin duda una conclusión precipitada, porque a pesar de
rechazar la performance individual como vía de orientación para el cambio, la teoría
queer aún tiene mucho que aportar. Aquí es donde la propuesta de Butler se reactualiza y
corrige desde el individualismo hacia la acción colectiva, haciendo hincapié en cómo la
comunidad LGTB puede reorganizar partes fundamentales de la heteronorma como la
familia biparental y la filiación consanguínea. Las familias del documental Paris is
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Burning establecían relaciones de cuidado y apoyo sin necesitar ningún lazo biológico, lo
cual es un camino poco transitado en la creación de nuevos vínculos afectivos. Aunque
muchos miembros de la familia Xtravaganza no fueran subversivos en su performatividad
de género, la comunidad que formaban entre ellos sí abrían nuevas posibilidades para
subvertir el canon de familia heterosexual. Las madres de las casas drag criaban y
cuidaban de aquellos que eran rechazados por sus familias biológicas debido a su género
o su orientación sexual, y generaban espacios de comprensión y apoyo mutuo efectivos.
Por estas razones la capacidad transformadora se desplaza desde el eje individual al eje
colectivo, profundizando en las relaciones comunitarias y solidarias.

5. Las alianzas de los precarios

Las reflexiones de Butler en Cuerpos que importan acerca del drag esbozan el desarrollo
que fue tomando su pensamiento, dando cada vez más importancia a la acción colectiva
y social. Podemos encontrar la conclusión de esta nueva orientación en las reflexiones
acerca de la asamblea, la precariedad y el espacio público de Cuerpos aliados y lucha
política. El paso desde una teoría de la performatividad de género a una teoría sobre la
vida precaria puede parecer inconexo, pero Butler argumenta con brillantez acerca de los
vínculos entre ambos conceptos. Butler acuña el término de precaridad como una
condición impuesta políticamente merced a la cual ciertos grupos de la población sufren
la quiebra de las redes sociales y económicas de apoyo mucho más que otros, y en
consecuencia están más expuestos a los daños, la violencia y la muerte (Butler, 2015)
Esta condición de vulnerabilidad se da tanto en la esfera política como en la doméstica, y
no es corregida por los marcos judiciales ni legales de los Estados.

Los colectivos que sufren la precaridad carecen del reconocimiento público y su lucha se
orienta hacia la consecución de una mayor visibilidad, a fin de lograr una existencia como
sujetos con plenos derechos. Para alcanzar esta representación dentro de la esfera pública,
Butler propone una teoría performativa de la asamblea que permita al precariado entrar
en la esfera de la aparición. Aquellas personas que sufren las violencias del sistema sexo-
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género son ilegibles para el imaginario público, y esta falta de legibilidad anula el valor
de sus vidas y experiencias. El propósito de Butler es, como ya adelantábamos al
comienzo de nuestro ensayo, flexibilizar los márgenes de la matriz heterosexual de
manera que las personas que viven en sus límites encuentren su reconocimiento. Ahora
bien, para lograr este objetivo la vía de trabajo no podrá ser en ningún momento
individual, ya que sólo mediante el reconocimiento de nuestra interdependencia podemos
avanzar hacia un principio de igualdad. Butler presta especial atención a como el yo es
siempre precedido por un nosotros cuando entramos en la esfera de la aparición. Cuando
una mujer sale al espacio público y se relaciona en él con otros sujetos su categoría social
como mujer nunca la abandona. Por esta razón, Butler remarca la importancia de
contextualizar todas las violencias que sufren los marginados dentro del marco de las
categorías sociales precarias. Si una persona trans sufre una agresión, este acto ha de ser
leído socialmente, a fin de comprender por qué ciertos grupos están más expuestos a la
violencia que otros.

Hemos de tener siempre presente que las agresiones a la comunidad LGTB no se limitan
a una estigmatización personal de su identidad, sino que abarcan también la esfera
económica y social. De igual manera las mujeres se ven afectadas en todos los aspectos
de sus vidas, yendo la violencia de orden patriarcal más allá del ámbito privado. Si
atendemos al panorama internacional, podemos encontrar en Turquía un buen ejemplo de
cómo estos diferentes grupos sociales se han aliado para reivindicar la igualdad de
derechos y denunciar las violencias del sistema. En este país las personas transgénero
tienen prohibida la aparición en el espacio público, a riesgo de ser multados e incluso
detenidos. La incoherencia con la matriz heterosexual conlleva una violencia intolerable,
que se traduce en una negación de la identidad, de los cuerpos y de los medios materiales
para realizar la vida. Cuando en Turquía se han realizado manifestaciones a favor de los
derechos de las personas trans, no solo han asistido los miembros de la comunidad
transgénero, sino también muchas compañeras feministas y el resto de organizaciones
LGTB. En esta alianza conjunta no solo se denuncia el trato discriminatorio que sufre el
colectivo transgénero, sino que se ataca directamente al militarismo y la masculinidad
hegemónica. Podemos ver cómo una acción que en principio afecta a un grupo muy
limitado de personas toma mayor peso social cuando se generan alianzas entre colectivos
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precarios. En el caso de Turquía el rechazo al militarismo no sólo afecta a las feministas


y a las personas LGTB, sino también a los kurdos que sufren la violencia del nacionalismo
turco. Este apoyo a los kurdos desde posturas feministas es fundamental para Butler
porque el camino hacia la emancipación está en ampliar el imaginario de alianzas
posibles. La idea de interdependencia tiene que ir más allá de las asociaciones
tradicionales entre el colectivo LGTB y las mujeres, abrazando al resto de grupos
precarios que necesitan lazos de solidaridad. Así las personas con diversidad funcional y
mental, las minorías raciales y religiosas y los excluidos sociales son animados a ejercer
nuevas formas de compromiso con quienes comparten objetivos comunes.

El paso de las luchas identitarias individualistas a un enfoque colectivo y trans-categorial


constituye el punto clave de Cuerpos aliados y lucha política. Desde estas coordenadas
Butler propone un proyecto democrático radical que luche por nuevos derechos no
limitados a la identidad, y trabaje por la ampliación de lo que entendemos por nosotros
(Butler, 2015 pp. 71) Las ontologías identitarias tan aclamadas por otras corrientes del
feminismo y los derechos LGTB pierden su operatividad frente al reconocimiento de una
pluralidad de identidades que se interseccionan entre sí a modo de ensamblaje. Sólo desde
una perspectiva que integre una pluralidad de alianzas podremos evitar caer en el llamado
lavado rosa, mediante el cual muchos estados occidentales han glorificado sus avances
en cuestión de derechos humanos para las mujeres y las personas LGTB, a fin de justificar
su nulo apoyo a las vidas de otros colectivos que también han sido históricamente
sometidos. Para Butler la única manera de atajar estas incoherencias es mediante la
generación de fuerzas y resistencias que no acepten nuevos derechos si estos se proponen
en detrimento de la libertad de otros. Este punto de la propuesta butleriana enlaza con su
crítica al universalismo de ciertos sectores feministas que defienden el laicismo en la
esfera de aparición.

Un caso que ejemplifica la disputa entre Butler y las feministas universalistas es el uso
del velo por motivos religiosos. Butler argumenta que cuando el estado francés legisló a
favor de penalizar esta práctica no se tuvieron en cuenta los deseos e intereses de las
mujeres a las que afectaba la ley. Desde un feminismo laico este tipo de prácticas son
consideradas como actos de sumisión, y con su prohibición se espera liberar del yugo
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patriarcal a las víctimas de la ley religiosa. Frente a lo esperado por las universalistas,
muchas mujeres practicantes han defendido el uso del velo y han rechazado su prohibición
por considerarlo una vulneración de sus derechos. El universalismo es visto desde el
feminismo islámico como un ejercicio de paternalismo por parte de las feministas
occidentales, que no se muestran abiertas a la comprensión y el diálogo con las religiones
minoritarias. Podemos ver en este ejemplo una crítica muy interesante al ideal universal,
ya que la esfera de aparición se apoya en modelos reguladores que solo incluyen a ciertos
individuos como sujetos idóneos (Butler, 2015). De la misma manera que en Turquía las
personas trans reciben el apoyo del resto de colectivos, las mujeres musulmanas han de
ser escuchadas desde todos los sectores del feminismo. Sólo dando voz a quienes se
encuentran en múltiples ejes de opresión podemos construir una teoría democrática que
dé cuenta de las necesidades de todos los individuos, incluyendo a quienes no se
corresponden con el ideal de la esfera de aparición.

6. Una teoría performativa de la asamblea

Otro de los pilares de Cuerpos aliados y lucha política es la recuperación crítica de la


obra de Hannah Arendt. Podemos entender la teoría política de Butler como un equilibrio
entre su teoría performativa y las aportaciones que toma del trabajo de Arendt, que no
duda en corregir en varias ocasiones. Butler se muestra crítica con su distinción entre la
esfera pública y la esfera privada, porque Arendt sitúa en esta última el territorio de las
mujeres y el resto de cuerpos precarios. Inmersos en la esfera privada los cuerpos de las
mujeres toman la condición de cuerpos pre-políticos, carentes de la capacidad del habla
propia de la esfera pública. Frente a la esfera del discurso y de los hombres
encontraríamos una esfera privada feminizada donde los cuerpos continúan inmersos en
la necesidad y son incapaces de proyectar un relato político. Butler niega esta asociación
de lo privado con lo mujer, de la misma manera que rechaza la noción del cuerpo
femenino como pre-político y adiscursivo.

Uno de los puntos en los que Butler coincide con Arendt es en cómo se estructura el
espacio público mediante la aparición de los cuerpos. La idea de asamblea como una
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congregación de cuerpos que reclaman su espacio y sus derechos es fundamental en la


teoría de Butler. Si retomamos la idea de interdependencia, podemos ver cómo la
interdependencia de los cuerpos precarios puede formularse en un nosotros que se
construye políticamente al ocupar el espacio de las plazas y las calles de la ciudad. La
mera aparición de un cuerpo precario es un ejercicio político, como hemos visto en el
caso de Turquía y las personas trans, porque un cuerpo que aparece es un cuerpo que
reclama visibilidad y derechos. Desde esta perspectiva podemos apreciar el potencial del
cuerpo como herramienta para la reivindicación política, sobremanera cuando los cuerpos
se alían y trabajan conjuntamente en manifestaciones como la de este 8 de marzo o el
Worldpride de 2017.

Butler también toma de Arendt la idea de espacio público romano, desde la cual toda
acción política requiere de un espacio de aparición (Butler, 2015). Siguiendo esta idea, la
ciudad no se comprende desde su materialidad arquitectónica sino desde los cuerpos que
interactúan entre sí. Existe una ciudad en aquel lugar donde las personas trabajan y ponen
el cuerpo generando un espacio mediante la acción plural. Aquí es el cuerpo el que habla
políticamente, en vez de quedar recluido en el espacio privado y pre-político. Son los
cuerpos de las mujeres, los gays, las lesbianas y las personas trans quienes ejercen su
discurso cuando todos juntos performan y reclaman sus derechos. De esta forma la
manifestación y la asamblea comienzan a desvelar toda su potencia política y
representativa. Además de su función como reorganizadores del espacio, los cuerpos
también se implican entre sí generando redes de vulnerabilidad. Este es otro de los
conceptos claves del pensamiento butleriano, que concibe el cuerpo vulnerable como
aquel que reconoce sus limitaciones y dependencias, rechazando la idea liberal de sujeto
plenamente autónomo.

Desde los disturbios de Stonewall en 1969 hemos visto cómo el colectivo LGTB
comienza a ocupar y organizar el espacio de la ciudad, siendo cada día más frecuentes las
campañas y manifestaciones a favor de sus derechos. La celebración de fechas como el
Orgullo LGTB o el Día de la Despatologización Trans son relativamente recientes, y su
valor ha sido constantemente minusvalorado desde aquellas posiciones que niegan la
importancia de la representación a través del cuerpo. Frente a quienes consideran las
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reclamaciones del colectivo LGTB como una cuestión privada que sólo afecta a su
identidad, Butler demuestra cómo la actuación política asamblearia afecta a otras
cuestiones de peso como el reconocimiento legal, el acceso a tratamiento médico y la no
discriminación. Aunque el discurso de Butler continúa en los márgenes de lo teórico y no
propone una vía práctica para la acción asamblearia, los avances de sus últimas obras
desmienten a las feministas que no veían en su trabajo ninguna reflexión orientada al
cambio socio-político. Tal vez durante esta próxima década la obra de Butler continúe
orientada hacia esta línea comunitaria, y en un futuro la teoría queer pueda servir no solo
como herramienta de análisis crítico, sino también como una guía efectiva para la acción
de los cuerpos precarios en el espacio público.

7. Conclusiones

A través de este ensayo nos hemos acercado a la teoría performativa de Butler desde dos
ópticas diferentes. En primer lugar, desde una postura individualista estrechamente
relacionada con la performatividad del género. Más adelante nos hemos aproximado
desde un enfoque comunitario donde la materialidad de los cuerpos en el espacio público
toma vital importancia. Más allá de estos dos frentes, del cuerpo y del espacio que los
cuerpos generan, podemos encontrar un tercer punto: la proyección pública de la
asamblea a través de los medios de comunicación. En Cuerpos aliados y lucha política
Butler define a los medios de comunicación como la dimensión audiovisual ampliada y
reproducible del espacio. El papel de estos medios es clave, ya que sólo mediante ellos
las escenas de la calle se vuelven políticamente potentes (Butler, 2015). Los hechos
políticos sólo son relevantes una vez se reproducen visual y sonoramente, y a su vez en
la decisión de retransmitir una manifestación hay un ejercicio de libertad política. Por ello
concluimos nuestro ensayo señalando la relevancia de las nuevas tecnologías en la
configuración de la esfera pública. Nuestros futuros análisis, además de atender al
concurso de los cuerpos en el espacio de la ciudad, habrán de analizar la descorporización
y la representación en el imaginario tecnológico y digital.
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8. Bibliografía:

- Butler, Judith (2001 [1990]): El género en disputa. El feminismo y la subversión de la


identidad, Paidós/PUEG, México

- (2003 [1993]: Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos
del ‘sexo’, Paidós, Buenos Aires
- (2017 [2015]: Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de
la asamblea, Paidós, Buenos Aires
- (2012) Cuerpos en alianza y la política de la calle, Revista Trasversales nº 26
junio 2012
- (2009) Performatividad, precariedad y políticas sexuales, Revista AIBR
4 vol nº 3

Nussbaum, Martha (1999): ‘The Professor of Parody’, en The New Republic, n.22
(febrero), Washington, pp. 37-45

Solana, M. (2014) El papel del travestismo en el pensamiento político de Judith Butler.


Revista de Filosofía y Teoría Política (45)

Soley Beltrán, Patricia (2012) Judith Butler en disputa. Lecturas sobre la


performatividad, Editorial Egales, Barcelona

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