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Opcion A: Assadourian C.

y Palomeque S; “Las relaciones mercantiles de Cordoba (1800-1830):

El trabajo se ubicará en un espacio de estudio: Córdoba del siglo XIX, entre las décadas 1800-1810-
1830, última década del mercado colonial y dos décadas posteriores a la independencia. El estudio
de la región de Córdoba de la última década del mercado regional colonial, permitirá entender al
mismo tiempo, otros espacios regionales especializados del mercado colonial del virreinato del Río
de la Plata, sus interacciones regionales mercantiles, y también posibilita hacer una comparación
de las relaciones productivas después de 1810, es decir, la nueva conformación mercantil en el
interior del espacio de las Provincias Unidas. La investigación de los autores se hace con fuentes
documentales, consultadas tanto en los archivos generales de la nación, como en el archivo
histórico de la provincia de Córdoba. Una de las primeras fuentes que analiza el autor en el
documento, manifiesta la representación del espacio regional de estudio y las características
económicas del mismo: región con potencial para la producción de todo tipo de frutos y con tres
importantes mercancías; las mulas, los cueros y los tejidos, para dar forma a la especialización del
espacio regional cordobés, en el virreinato del Río de la Plata. Y a su vez, con un importante
número de población en franco crecimiento.

Córdoba mantuvo relaciones mercantiles con el Alto Perú. Situándonos en la primera década del
siglo XIX, este mercado tuvo las siguientes características: Córdoba exportaba mulas y desde el
Alto Perú se importaban tejidos y cuantiosos pagos en plata, estimándose en 190 mil pesos
anuales para esta primera década del siglo XIX. Este constituía el único pago en metal-moneda
plata de la región, con él, se cubrían todos los saldos negativos de los otros intercambios
regionales. Pero la exportación de mulas de Córdoba al Alto Perú entra en crisis, cuando los
movimientos militares entran en acción, produciéndose un corte en el abastecimiento de mulas en
la región y a esto, se suma que la plata potosina se derrumba, si bien se recuperará, la misma no
tendrá los mismos índices productivos que en la primera década del siglo. Al cerrarse éste
importante mercado de abastecimiento de mulas, se produce una desmonetización en la región
como también en otras regiones que dependían en sobremanera del pago monetario de plata de
Córdoba. Si había deudas que cobrar en la región no era posible.

En conclusión, entre los años 1810-1825 se da un quiebre en las exportaciones hacia el Alto Perú,
debido a las guerras de independencia, que tuvo graves consecuencias para la entrada de moneda
de plata causando una desmonetización, y la falta del cobro de deudas, que afectó a varias
regiones. De forma estable se fueron reanudando las relaciones mercantiles con el Alto Perú,
recién hacia el 1824, pero las relaciones comerciales interregionales no fueron las mismas que las
de la primera década del siglo XIX. Hubo una desarticulación de la relación comercial colonial de
principio de siglo XIX. Los efectos de ultramarinos fueron redistribuidos desde Buenos Aires, las
provincias del interior, eran abastecidas con estos productos desde el sur de Bolivia hasta
Tucumán, si bien cuando ocurría el bloqueo del puerto de Buenos Aires, esta zona era abastecida
con productos provenientes de Valparaíso. Hay que sumar una complicada reorganización del
espacio mercantil junto a la merma en la demanda potosina, si bien Córdoba se integró de forma
rápida, haciendo un balance contable, se deduce que la interrupción de las relaciones comerciales,
con el Alto Perú provocó una importante crisis para los comerciantes de la zona y la monetización
de toda la economía, tanto de la zona local como interregional, es decir, regiones que dependían
del pago en moneda-plata para saldar cuentas tras la exportación de mercaderías hacia Córdoba.
Córdoba, mantenía relaciones mercantiles, con la región de Buenos Aires, El Litoral y Paraguay,
desde Córdoba se exportaban cueros al puerto de Buenos Aires que pasaban a ser parte del flujo
exportador del virreinato, se estima que alrededor del 10% de los cueros exportados provenían de
Córdoba. Otro producto importante para la región y su relación interregional era la producción de
textil, que se distingue en la producción de tejidos de algodón y tejidos de lana. Los tejidos de
algodón se destinaban al consumo regional, pero los tejidos de lana eran exportados a Buenos
Aires, el Litoral y Paraguay. El 75% de la producción era destinado a Buenos Aires y el resto al
Paraguay, vía Santa Fe. Esta producción textil regional se entrelazaba con lo que se denomina
efecto castilla, mercaderes locales tomaban a crédito telas europeas, luego se desplazaban a
distintas localidades, endeudando productoras quedando éstas obligadas a venderles su
producción de tejidos más barata. Las importaciones consistían en productos europeos, mulas
desde Buenos Aires y el Litoral, yerba y tabaco del Paraguay. El saldo contable de ésta relación
mercantil interregional le es negativo a Córdoba, ya que: se exportaban productos por 125 mil
pesos, mientras que se importaban productos por 193 mil pesos, un saldo negativo de 68 mil
pesos, que era compensado con dinero proveniente de la exportación de mulas al Alto Perú.
Después de 1810, las relaciones de este bloque regional comercial se desestructuran, las
importaciones de yerba y tabaco provenientes del Paraguay, al igual que las exportaciones de lana
por parte de Córdoba para saldar el pago de las importaciones. Córdoba quedará bajo la órbita del
puerto de Buenos Aires para la importación de yerba y tabaco proveniente de Brasil y otros
efectos ultramarinos fundamentalmente de origen inglés. Estos efectos ultramarinos, se
incrementaron un 65% en relación a la primera década del siglo XIX. Córdoba no saldará sus
cuentas a partir de ahora con productos textiles como antes, que los exportaba al Paraguay, sino,
lo hará con dinero remitido al puerto de Buenos Aires. La desarticulación de la economía colonial,
manifiesta a Buenos Aires como la redistribuidora de productos ultramarinos, condicionando al
espacio que posteriormente conformará el territorio nacional. Una explicación importante de la
merma de demanda de productos regionales, es que a estos productos se le imponían impuestos
extraordinarios para el sostenimiento de la guerra, este sobre valor afectó a los productos textiles
cordobeses que resultaban mucho más caros que los provenientes de Inglaterra por medio del
puerto de Buenos Aires. Pero este saldo desfavorable para los productos textiles cordobeses fue
contrabalanceado con la demanda y exportación ultramarina de cueros y cerda, vinculadas al
sector ganadero. Otra relación mercantil, era con la capitania de Chile y circuitos marítimos del
pacífico. Las exportaciones de Córdoba a Chile consistían en escasas piezas textiles de lana y
ganado vacuno, las importaciones provenientes de Chile eran abundantes y de un alto valor
monetario, añil guatemalteco, cacao, cobre, azúcar que provenía del Perú; esto representaba el
79% de lo importado, que en parte era pagado en moneda, y otra, en ganado vacuno que entraba
a Mendoza y San Juan y era reexportado a Chile. En esta primera década, políticas borbonicas
desestructuran vías mercantiles de importación azucareras, siendo un anticipo de las nuevas
políticas mercantiles después de la crisis de independencia, cuando hacia el año 1795 Buenos
Aires consigue la autorización del ingreso de azucares desde Brasil, momento en que el azúcar
peruana queda reducida a las provincias del interior, siendo redistribuida desde San Juan, cuando
antes llegaba a Buenos Aires y sus regiones vecinas. Entre las décadas 1810-1830, observamos
que el circuito interregional mercantil colonial del pacífico, que antes abastecía a Córdoba tanto
en azúcar como en anís desaparece, y ante su falta, lo hará abasteciéndose de productos
ultramarinos desde el puerto de Buenos Aires, el azúcar lo proveerá Brasil. Son cambios
importantes en las relaciones interregionales, incluso desde Chile se exportará trigo a Brasil, e
importaba de Brasil yerba y azúcar antes proveídas por Perú y Paraguay. Incluso el puerto de
Valparaíso comienza a tomar notable importancia como abastecedor regional desde el pacífico,
cambios impuestos fundamentalmente por decisiones políticas y militares desde los puertos de
Buenos Aires y Valparaíso. En lo que se refiere a Córdoba, este espacio productivo reorientará su
economía en función de los mercados chilenos, al entrar en crisis las relaciones mercantiles con
Buenos Aires y el Alto Perú, entonces el sector principal de la economía cordobesa será Chile, en
especial la exportación de vacunos, siendo catalogada como la principal riqueza de la región.

Las relaciones mercantiles con San Juan, La Rioja y Mendoza, desde donde se importaban
aguardientes sanjuaninos y vinos riojanos y mendocinos (que iban éstos últimos exclusivamente
hacia el mercado de Buenos Aires), además de productos agrícolas, y productos alimentarios. A
cambio se exportaban tejidos de lana, algunos efectos de castilla y yerba. Nuevamente el saldo era
desfavorable para Córdoba en 22 mil pesos, teniéndolo que pagar con dinero proveniente del Alto
Perú. Entre 1810-1830 las relaciones interregionales comerciales se incrementan un 34% más que
en la primera década del siglo XIX, a estos productos que eran intercambiados desde la época de la
colonia hay que sumarle la importación de harina desde Mendoza que llegaba a Córdoba. Si bien
el principal consumidor del mercado cuyano, en la segunda década del siglo XIX seguía siendo
Buenos Aires, y a la zona de mayor consumo le seguía Córdoba, en el interior, en la década de
1820-1830, se observa una mayor exportación de vinos y aguardientes hacia Córdoba, esto se
debe a situaciones como: la paralización de relaciones mercantiles entre Buenos Aires y Córdoba
por motivos marciales, un cambio en la política fiscal, con la baja de impuestos a productos
regionales que en la anterior década eran afectados por la contribución extraordinaria por motivo
de la guerra, Buenos Aires en 1822 originó la reestructuración de las relaciones mercantiles de
estas zonas al igual que la especialización vinícola de Mendoza. Buenos Aires, desde la
independencia siguió manteniendo relaciones mercantiles con España, como vino, frutas secas,
seda de coser, etc. Si bien la baja de exportaciones de vinos y aguardiente se inicia en el año 1819,
en 1824 se produce el corte definitivo en la exportación de productos de la zona cuyana (vinos y
aguardiente fundamentalmente) hacia Buenos Aires, reduciéndose a la mitad los vinos exportados
sanjuaninos, y en el litoral se reducen un 90%, en este contexto se intenta triplicar la exportación
de estos productos sanjuaninos hacia el mercado cordobés y de San Luis, pero los resultados
fueron escasos, porque el vino que se reubica en Córdoba no es el sanjuanino sino el mendocino.
Con el aguardiente se redujo un 35% en el mercado porteño, pero en el mercado cordobés se
duplico al igual que en las provincias del norte. Desde Córdoba se importaba tejidos de lana y
ganado fundamentalmente, profundizándose la especialización ganadera en Córdoba. Las
relaciones mercantiles con Catamarca, zona que en la primera década del siglo XIX, destinaba sus
exportaciones tanto a Buenos Aires, Córdoba y en menor magnitud a Tucumán, Salta, Santiago del
Estero y Jujuy, siendo afectado sus lienzos de algodón por la competencia europea como la del
Alto Perú. Córdoba importaba lienzos, suelas y sólo exportaba algunos tejidos de lana y vellones.
Estas exportaciones presentaban un saldo negativo de 24 mil pesos que debían ser saldados con
moneda proveniente de la venta de mulas al Alto Perú, si bien era un mercado de pequeña escala.
La producción de lienzo es la que más sufre las consecuencias de la independencia; sus
exportaciones se reducen un 90%, causada por las importaciones desde Buenos Aires de
productos textiles ingleses, proceso que afecta incluso las importaciones de Córdoba de productos
textiles catamarqueños. En cambio, sube la comercialización de tabaco y suelas en el mercado
interno cordobés. Los registros, indican que la exportación de productos a sus dos mayores
mercados coloniales, Córdoba y Buenos Aires, se redujo en las décadas 1810-1830, un 36%. Las
relaciones mercantiles con las provincias del norte (Tucumán, Santiago del estero, Salta y Jujuy),
eran escasas, pero se importaban maderas, arroz, muebles, azúcar, tabaco, miel. Importaciones
que alcanzaban un promedio anual de 4600 pesos, dejando un saldo negativo de 3100 pesos. Las
relaciones comerciales entre estas localidades y Córdoba siguen siendo las mismas que en la
última década colonial.

Conclusión: la balanza comercial de la región cordobesa entre 1800-1810 fue positiva 30 mil pesos
anuales a favor, sobre la base económica de la exportación de mulas al Alto Perú, a cambio de
cuantiosos pagos en moneda-plata, al igual que la introducción de mercancías en las que la región
se especializó, como cuero y textil, en el mercado de Buenos Aires y el litoral, a cambio de
productos europeos o efecto castilla, que debían ser pagados con moneda-plata, mecanismo por
el cual el sistema colonial: extraía la plata del espacio virreinal, e introducía productos
ultramarinos que eran redistribuidos desde Buenos Aires, que a plazo traería consecuencias. A
partir de 1810 comienzan los ciclos militares, las relaciones mercantiles entre Córdoba y el Alto
Perú se interrumpen, circuito esencial para la introducción de plata en la región, afectando el
comercio y toda la monetización interregional, a esta desmonetización se suma la falta de pagos
en Perú, las contribuciones que se hicieron para el sostenimiento de los ejércitos, como también
decisiones políticas, que se vislumbraban en la época Borbónica, que desarticulan las relaciones
mercantiles coloniales desde Buenos Aires y Valparaíso.

Estas características tendrá el espacio que posteriomente conformará la Nación Argentina.

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