El programa surgió, debido a que la mayoría del personal del hospital solía llevar
un modo de vida sedentario y consumía de modo frecuente alimentos poco
saludables y con alto contenido calórico(los desayunos con bizcochitos de grasa,
las colaciones de media mañana con sándwiches de todo tipo, caramelos,
gaseosas, entre otras cosas) que traía como consecuencia la aparición de
enfermedades como obesidad, diabetes e hipertensión en sus empleados. Esto
llevo, a que se genere en un primer momento, un espacio de actividad física, se
abrieron talleres de folclore y de gimnasia después del horario laboral que tuvo
buen efecto entre los empleados de la institución. Más adelante se incluyeron los
servicios de medicina clínica y endocrinología, nutrición y psicología armándose
un equipo específico para abordar estas enfermedades y mejorar no solo la
calidad de vida de los miembros de la institución sino mejorar su desempeño al
estar éstos en condiciones físicas saludables.
Recuerdo que, en mis primeros días de atención, me sentí avasallada por este
ritmo, de una lista de pacientes a atender, era llamativo que, en el espacio de dos
horas semanales en las cuáles debía intervenir, los sujetos no registraban la
pausa entre ellos mismos. Comenzaba atendiendo un caso, terminaba la sesión lo
despedía y ahí inmediatamente la persona siguiente se metía en el consultorio
como si no entrar al mismo lo llevará a perder algo, a perder el tiempo. Esta
situación me parecía contradictoria con el nombre del programa…pausas activas,
generándome así una serie de interrogantes que se presentaron como las
puntadas iniciales para orientar luego mi práctica:
Esto llevaba a ver entonces, que el programa aparecía como PAUSA en tanto
ALTO de las actividades laborales, sin embargo, desde el espacio de psicología la
palabra pausa empezaría a tener otro sentido. Empezó a concebirse en tanto
calma de la vorágine y tiempo para poner en paréntesis. Por un lado esto inicio
poniéndose pausa entre los pacientes, se lo iba a llamar de a uno no siendo ya
necesario que ingresen de modo abrupto sin ser convocados al consultorio. Esto
produjo un efecto en ellos, en un principio la queja era por el cambio en la comida,
la irritabilidad que generaba no comer cosas que eran del agrado de ellos y el
malestar por reorganizarse en el hogar y cocinar, con más tiempo, la comida del
menú propuesto por la nutricionista.
Lacan demuestra de este modo, por medio del sofisma de los tres prisioneros,
que se trata de una lógica intersubjetiva encontrada entre el aguardar y el
precipitarse, la lógica del tiempo intersubjetivo sobre la que se estructura la acción
humana. Es precisamente la propuesta que señala a partir de éste sofisma lo que
configura también el dispositivo analítico en cuanto tiempo lógico, y es
precisamente a este tiempo lógico, lo que se dio lugar en la pausa.
Dar lugar a la pausa y en ella a los tiempos para ver, comprender y concluir,
reorganizaron la estructura del espacio de psicología y brindaron la posibilidad
para la emergencia del sujeto del inconsciente en este nuevo escenario.
Se empezaba a ver que la queja por la falta de tiempo para cocinar la comida de la
dieta, la irritabilidad por no comer alimentos de agrado y las malas sensaciones
gástricas que muchos de ellos vivenciaban en el inicio de sus dietas, ocultaban
solapadamente otro tipo de cuestiones referentes a sí mismos. En este nuevo
escenario cuyas tablas se armaban en torno a la transferencia, se permitió la
emergencia de otro tipo de malestar que, no provenía del interior del cuerpo, sino
que nacía de las relaciones con los otros. La angustia se daba lugar cuando
muchos de éstos sujetos hablaban de sus vínculos con los otros, solía ser como
punto en común en mucho de ellos la referencia a la falta.
Este saber que empezaba a emerger en el dispositivo, llevaba a ver que en este
mundo moderno que comanda al consumo de objetos efímeros como garantía de
felicidad, no era suficiente, había ahí algo que insistía en los sujetos, algo que no
se decía, algo que no cesaba de no inscribirse( Lacan,2010) y era lo referente a la
falta, aquello que era complicado de tramitar por otras vías que no fuera el exceso
comida, fenómeno que dio origen al programa y que se presenta como la solución
inmediata.
Dar lugar a la dimensión de la falta permitió dar lugar al deseo…en varios sujetos
se abrió lugar a otras preguntas, que hoy continúan trabajando en el espacio o
bien en sus tratamientos individuales. Fue la subjetivación de la demanda, y en
consecuencia la posibilidad de cuestionar la posición del sujeto respecto a lo que
dice, haciendo así que tome responsabilidad respecto a su decir, es decir, arribar
a un bien decir sobre sí mismo (Miller, 2013) lo que marcó la diferencia respecto a
lo que se esperaba en tanto solución inmediata del área de psicología en el
programa.
Incluir en la pausa activa la pausa misma, el paréntesis para ver y comprender dio
lugar también a tiempos para concluir. Fue la propuesta de efectos terapéuticos
rápidos de Miller (2005), lo que de algún modo también configuro el hacer en el
dispositivo. No fue el objetivo precisamente hacer que los sujetos se acomoden a
sus dietas y establezcan nuevos hábitos alimenticios a fin de eliminar los kilos que
tenían de más, sino que lo que se intentó fue justamente reducir el goce implicado
en ese síntoma, a partir de la puesta en marcha de la cadena significante,
relanzando esto un nuevo ciclo en la dirección de la cura.
Abordar el malestar hoy, enmarcado por la búsqueda del cuerpo perfecto, puso en
evidencia la necesidad de dar un espacio al sujeto arrasado por los programas y
mandatos de nuestro tiempo.
Promover un espacio para activar la palabra, permitió dar lugar al sujeto para
pueda interrogarse sobre su síntoma yendo más allá de la queja por su malestar,
posibilitando de este modo el advenimiento de su deseo y el surcamiento de
nuevas vías para su tratamiento.
Bibliografía