La ansiedad entendida como señal, nos advierte de un eventual peligro sea real o
ficticio, provocando y movilizando una respuesta fisiológica en el cuerpo. El extremo
más fuerte de la ansiedad es el pánico, donde se pierde el control y se vivencia una
experiencia muy desagradable que dura entre 15-25 minutos. Generalmente están
asociadas a traumas o situación de alto estrés en cierto periodo de la vida. En el
extremo “sano” de la ansiedad encontramos la confianza, tranquilidad y quietud, las
cuales son fundamentales en la vida y sobre todo en los primeros años de nuestro
ciclo del desarrollo.
En la vida adulta, ante un gran miedo y angustia puede la comida sustituir ese afecto
regulador de los estados de estrés. Una forma de sostenerse que busca re-
establecer el equilibrio psíquico que necesitamos para enfrentar la vida. En caso de
fijarse esa respuesta como única forma de afrontamiento a situaciones de alto
estrés, se provoca una conducta poco adaptativa. La persona sigue ocupando el
mismo mecanismo una y otra vez para regular sus estados emocionales, pero el
problema en el fondo es que no es una solución, solo es una sustitución transitoria.
Referencias: