“El
“El valor de la consulta terapéutica”
terapéutica”
Exploraciones Psicoanalíticas II. Ed. Paidós, Bs. As.. 1991 (Escrito en 1965)
A fin de aprovechar lo más posible la primera entrevista, el terapeuta debe obrar con sumo cuidado para no
complicar la situación. Deberá hacer y decir toda clase de cosas vinculadas simplemente con el hecho de que él
es un ser humano, y no está allí sentado para darse ínfulas de profesional, pero pese a ello se percata del carácter
sagrado de la ocasión. Y esto es válido sea cual fuere la edad del paciente.
Es oportuno preparar a los padres de antemano, tal vez por teléfono, diciéndoles que probablemente lo mejor
para el niño es que sea atendido él en primer lugar. Quizás haya que dejar de lado a los padres en esta primera
ocasión. El paciente tiene derecho a serlo, y si el progenitor no está dispuesto a cooperar con este esquema, uno
deberá contemplar la posibilidad de que el enfermo sea el progenitor y no el niño. Si el paciente es el progenitor,
entonces deberá atendérselo primero a él, en cuyo caso lo mejor es no hacer nada con el niño, para evitar
despertar esperanzas que no pueden ser satisfechas luego.
Si se proporciona un encuadre profesional correcto, el paciente traerá su desazón a la entrevista de un modo u
otro. Cualquier cosa puede suceder: lo significante es eso que sucede.
Un niño de 8 años mantuvo conmigo una entrevista riquísima. En la segunda entrevista no pasó nada en
absoluto:”La última vez me ayudaste a ayudarte; esta vez nada puedo hacer".
Esa noche el chico le comentó a su madre, como al pasar, que un hombre había tratado de violarlo en el parque. La
madre le preguntó: "¿Se lo contaste al Dr. Winnicott?". En realidad, me lo había comunicado mejor a través de su
desconfianza y manteniéndome bajo su control. Al día siguiente lo atendí como cuestión de emergencia, y volvimos
a tener otra entrevista muy recompensadora, en la cual me informó sobre el incidente.
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Suele ocurrir que un niño ya le haya suministrado todo al psicólogo que le administró un test de inteligencia, y que el material no
condujera a la comprensión (pues ésta no era una de las finalidades del psicólogo) resultó traumático para el niño, fortaleciendo su
desconfianza y su renuencia a dar los indicios apropiados. Por eso yo siempre veo antes a mis pacientes, y si es necesario derivarlos
al psicólogo lo hago una vez que he dominado el caso, después de la/s primera/s entrevista/s. genial visión del psicólogo eh! Jaja..
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Lo que interesa de todo esto es que el niño se comunicó haciendo que no pasara nada, y yo acepté dicha
comunicación.
No hay ninguna consigna técnica precisa para darle al terapeuta, ya que debe estar en libertad de adoptar
cualquier técnica que sea apropiada al caso. El principio fundamental es brindar un encuadre humano,
y que el terapeuta, no deforme el curso de los acontecimientos llevado por la angustia o la culpa, o por su
necesidad de tener éxito. Le pertenece al paciente el espacio y también el final de la entrevista, salvo cuando
ésta carece de toda estructura a raíz de la falta de estructura en la personalidad del paciente.
No es sensato pensar en el psicoanálisis para los casos en que la entrevista psicoterapéutica, con su
objetivo limitado, no tiene éxito; si hay probabilidades de que el psicoanálisis sea efectivamente
propuesto, es mejor trabajar desde el principio sobre la base de que se instará al paciente a que lo inicie.
Resumen
1. Una entrevista diagnóstica tiene que ser forzosamente terapéutica, dado que uno de los
principales criterios de diagnóstico es la respuesta que indica el grado de rigidez de la organización
defensiva. Sin este indicador el cuadro clínico global puede ser engañoso.
2. Se brinda un encuadre humano, al cual el paciente lleva, y en el cual despliega, sus tensiones y su
estrés inmediatos.
3. El psiquiatra es un objeto subjetivo, el uso que se da a la entrevista representa la capacidad del
paciente para creer en personas significativas.
4. El psiquiatra debe contar con una formación y una experiencia basadas en tratamientos
prolongados, donde el trabajo se realiza sobre el material transferencial tal como va surgiendo
gradualmente, permitiendo la percepción objetiva del analista por parte del paciente.
5. La interpretación se reserva para el momento significativo, tras lo cual el analista brinda tanta
comprensión como esté en sus manos hacerlo. El hecho de que el paciente haya producido el
material específicamente para ser interpretado otorga confianza al terapeuta en cuanto a la
necesidad de la interpretación, y lo lleva a considerar más peligroso no interpretar que interpretar. El
peligro es que el paciente vea ratificada su creencia de que nadie comprende o quiere comprender.
6. Esta no es una manera "silvestre" de interpretar, pero incluso una interpretación silvestre puede
transmitir el deseo de comprender:
Una niña de 10 años me confesó: "No importa si algunas de las cosas que usted me dice están
equivocadas, porque yo sé cuáles son las equivocadas y cuáles las correctas”