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TOMICIC, Alemka et al.

Suicidio en poblaciones lesbiana, gay, bisexual y trans:


revisión sistemática de una década de investigación (2004-2014). Rev. méd. Chile
[online]. 2016, vol.144, n.6 [citado 2018-06-10], pp.723-733. Disponible en:
<https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-
98872016000600006&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0034-9887.
http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872016000600006.

En el año 2003 el suicidio fue declarado como un problema de salud pública por la
Organización Mundial de la Salud, posicionándolo en el 8º lugar entre las enfermedades
con más años de vida perdidos al 2003 y en el lugar 14º en estimación de carga de
enfermedad y años de vida perdidos por discapacidad al año 2002 1. Entre los grupos de
riesgo de comportamiento suicida, las poblaciones de personas lesbianas, gays,
bisexuales y trans (LGBT) han sido las que han mostrado una de las más elevadas
prevalencias en este problema de salud mental2-6.

La asociación entre población LGBT y riesgo suicida ha sido entendida desde el enfoque
de los determinantes sociales de la salud7. Al respecto, se señala que la población LGBT
se ve altamente afectada por problemas de salud mental relacionados con el estigma y
la discriminación5,8. Específicamente, el modelo de stress en minorías8ha ofrecido una
manera de comprender cómo la pertenencia a una minoría discriminada, en este caso
ser parte de la población LGBT, deja expuesto al individuo a un entorno social hostil
caracterizado por el prejuicio, el rechazo y la exclusión. Este entorno generaría
problemas de salud mental tales como depresión, abuso de sustancias, aislamiento
social, conflicto con los pares y victimización, lo cual incrementaría los factores de riesgo
individuales para el suicidio4,8,9.

La consideración de la orientación sexual y la identidad de género como un determinante


de la salud en términos generales y, específicamente, como una condición de riesgo para
la ideación e intento suicida4, obliga el desarrollo de un conocimiento culturalmente
sensible sobre esta problemática de salud. Haas et al. (2010) recomiendan promover la
inclusión de preguntas sobre orientación sexual e identidad de género en la investigación
sobre suicidio y riesgo suicida, así como también la implementación de estudios para
determinar qué aspectos de la vida de las personas LGBT se relacionan más fuertemente
con problemáticas de salud mental. Asimismo, plantean la necesidad de hacer visibles
las necesidades de salud mental de las personas LGBT para promover el diseño de
intervenciones específicas y pertinentes7.

Los estudios epidemiológicos muestran resultados que agregan evidencia a lo


planteado por la literatura previa en relación a los malos indicadores de salud mental y
a la alta incidencia y prevalencia de comportamientos suicidas (ideación e intentos) en
poblaciones LGBT. Específicamente, se replican los hallazgos previos que señalan que
el riesgo suicida es mucho mayor en estas poblaciones al compararlas con población
heterosexual y que las poblaciones LGBT presentan una mayor probabilidad de
intentos suicidas.

Esta revisión sistemática muestra que la investigación sobre suicidabilidad, concentrada


en la ideación y los intentos de suicidio en personas LGBT, ha aumentado durante la
última década. La gran mayoría de las investigaciones han sido realizadas en Estados
Unidos de Norteamérica y otros países de habla inglesa. A su vez, estos estudios han
sido publicados en importantes revistas especializadas principalmente en salud mental y
salud pública y referidas a minorías sexuales. En conjunto, proveen un conocimiento
significativo sobre los factores protectores y de riesgo suicida, así como de su
epidemiología para esta población en particular.

Algunos de los hallazgos más importantes muestran que en la población LGBT los
procesos relacionados con el suicidio (ideación e intentos) son más prevalentes que en
la población heterosexual. Comprender cuáles son las condiciones y factores que inciden
en este proceso de salud mental en dicha población es muy relevante dado el nivel de
vulnerabilidad de las personas LGBT evidenciada en los estudios y la relación de esta
con la construcción sociocultural de la diversidad sexual asociada al estigma,
discriminación, distintas formas de violencia, faltas de apoyo, barreras de uso de los
servicios de salud, entre otros fenómenos. Al respecto, interesante es notar que la
mayoría de los países en que fueron realizadas las investigaciones revisadas han
impulsado importantes políticas de inclusión que, sin embargo, dado los resultados de
dichos estudios, no parecen condecirse con una disminución de la incidencia de
problemas de salud mental y suicidabilidad asociados a la victimización de género.
Ruiz Utrilla, A., Evangelista García, A., & Xolocotzi Yáñez, Á. (2018). ¿Cómo
llamarle a lo que tiene muchos nombres? ¿Bullying, violencia de género,
homofobia o discriminación contra personas LGBTI?. Revista Interdisciplinaria
de Estudios de Género de El Colegio de México, 4, 1 - 31.
doi:http://dx.doi.org/10.24201/eg.v4i0.210

Ruiz, A., Evangelista, A., y Xolocotzi, A.

(2018). ¿Cómo llamarle a lo que tiene muchos nombres?

utiliza este concepto y lo asocia a odio, miedo, prejuicio. Por su parte, la UNESCO la
define como: Temor, rechazo o aversión hacia las personas homosexuales y/o que no
se comportan de acuerdo con los roles estereotipados de género. Se expresa, con
frecuencia, en actitudes estigmatizadoras o comportamiento discriminatorio hacia
personas homosexuales, la homosexualidad y hacia la diversidad sexual (UNESCO
2015 a,p.16).

Otero entiende por homofobia y lesbofobia “un principio ideológico, una actitud
negativa, una aversión, un rechazo, una intolerancia o temor” (Otero, 2017). COGAM, a
su vez, define el término como “la actitud hostil respecto a los homosexuales, ya sean
hombres o mujeres. Se la puede considerar, junto a la xenofobia, racismo,
antisemitismo, etc., como una manifestación arbitraria que consiste en señalar al otro
como contrario, inferior o anormal

El concepto de homofobia tiene una clara aceptación en las investigaciones y ensayos


sobre la violencia contra los sujetos LGBTI, sin embargo, pocos argumentos o
justificaciones encontramos a la hora de recurrir al concepto. Más bien, parten de la
aceptación del término y no se le cuestiona tal como sucede con el concepto de
bullying existe un sobre entendimiento

Sin embargo, aunque Hay un consenso, más o menos consciente consideramos que el
término tiene problemas a niveles nominales que, de alguna manera, tiene el peligro de
naturalizar las acciones de violencia contra los sujetos LGBTI El término está
construido por dos vocablos, homo y fobia

Su construcción ha funcionado, hasta el día de hoy, como un préstamo conceptual de


la psiquiatría a los estudios de género.

Medicamente, por fobia se entiende “un miedo intenso y progresivo o ansiedad por un
determinado objeto, animal, actividad o situación que ofrece poco o ningún peligro real”

Después de esta exposición, tenemos necesariamente que preguntar cómo, a partir de


qué y por qué se debe entender terror como odio y rechazo. Comparando ambos
fenómenos, la fobia, en sentido médico, muchas veces deja paralizado al sujeto,
vulnerado, aterrorizado; es un miedo irracional y desmesurado motivado por una
condición psicosomática. En cambio, fobia entendida desde la homofobia, es todo lo
contrario: el Homófobo agrede al objeto fóbico (sujetos LGBTI). Es más, el objeto de la
fobia, en el caso de la homofobia, el sujeto LGBTI, se encuentra vulnerado por un
contexto definido por los agresores como agentes hegemónicos, lo cual de manera
implícita se Conoce como saber cultural.

Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe No. 104 (2017): July-
December, pp. 69-88 www.erlacs.org Jairo Antonio López Universidad Autónoma
de Zacatecas "Los derechos LGBT en México: Acción colectiva a nivel
subnacional"

Las luchas de movimientos, organizaciones y colectivos de lesbianas, gays, bisexuales


y transgeneristas (LGBT), han impulsado una creciente socialización de sus derechos
como derechos humanos en el mundo occidental. Investigaciones recientes han
subrayado el avance que se ha presentado en los últimos diez años en América Latina
en el reconocimiento de los derechos a la diversidad sexual, caracterizando este
proceso como “la revolución LGBT” (Corrales, 2015a; Encarnación, 2016; Martel,
2013). Sin desconocer estos avances, los retos siguen siendo grandes para la
expansión de los derechos al interior de los Estados: para el año 2017, de 43 países de
América Latina y el Caribe sólo el 11,6 por ciento había reconocido el matrimonio
igualitario y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, el 21 por ciento había
dado paso a leyes que permiten uniones civiles, mientras que el 30 por ciento
reconocía la identidad de género. Igualmente, América Latina presenta alarmantes
índices de violencia contra la población LGBT, y un marcado desinterés por parte de
algunos estados para dar seguimiento a dicha situación (CIDH, 2015).

En este artículo he analizado el estado de los derechos LGBT a nivel subnacional en


México. Aporté evidencia sistemática sobre los diferentes grados de formalización de
los derechos de las minorías sexuales a nivel subnacional, demostrando que el
reconocimiento de estos derechos en el territorio mexicano es más la excepción que la
regla. Las brechas de reconocimiento de derechos son muy grandes, mientras que en
el 15 por ciento de los estados del país las minorías sexuales gozan de los mayores
reconocimientos institucionales (índices 6-8, al nivel de los casos de Brasil, Argentina y
Uruguay), en el 71,8 por ciento de los estados el grado de reconocimiento es muy bajo
(índices 1-3, al nivel de los casos de Paraguay, Nicaragua y Panamá), reproduciendo
altos grados de discriminación institucional.

Las resistencias y sus impactos en la limitación de los derechos a nivel subnacional se


constituyen en el principal reto de la política de las minorías sexuales en México. La
evidencia presentada refleja los grandes desafíos de adecuación institucional que tiene
México para cumplir, formalmente, con el compromiso con la igualdad y contra la
discriminación por orientación sexual e identidad de género.

Pulecio Pulgarín, J. (2009). Entre la discriminación y el reconocimiento: las


minorías sexuales en materia de educación. Revista VIA IURIS, [en linea] (7),
pp.29-41. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=273920959004

LA REALIDAD DE LA

DISCRIMINACIÓN EN LA ESCUELA

La escuela, uno de los primeros espacios de socialización en la que los seres humanos
enfrentan la vida, tristemente se convierte también, de manera muy temprana, en un
espacio de expansión del prejuicio, el rechazo y la exclusión a manos de individuos,
representantes de instituciones y algunos colectivos. Ello justifica preguntarnos ¿Por
qué? El investigador de la Universidad de Antioquía Gustavo López Rozo, señala que
el colonialismo en Suramérica hegemonizó el sistema cultural europeo, para el cual el
heterosexismo es piedra angular, siendo claro que el sistema educativo colombiano ha
fortalecido esta tendencia. El autor alerta sobre la “sorprendente y preocupante
persistencia del racismo, el clasismo, el sexismo y la Homofobia [cursivas añadidas] en
nuestras instituciones educativas y su profundo nexo con el eurocentrismo y el
pensamiento colonial, aún hegemónico en nuestro medio educativo” (López, 2006. p.
58). Ello le permitió a la ciencia, fuente de verdades absolutas y positivas tanto
naturales como sociales, difuminarse por toda la estructura educativa colombiana. Las
instituciones educativas, deudoras de esta ideología científica, promueven la
fragmentación del conocimiento en disciplinas (Wallerstein, 2001: 1-36) y un modelo
antropológico que se regenera mediante estrategias didácticas, pedagógicas y
cognitivas acordes con el paralelismo piramidal jerárquico, las visiones patriarcales del
género [cursivas añadidas] y las concepciones positivistas del conocimiento y del
currículo. (p. 62). Esta tendencia se va a consolidar a principios del siglo XX, época en
la cual, por ejemplo, el maestro colombiano es un moralizador e higienizador. Bajo esta
visión pedagógica todo ciudadano debía ceñir su conducta férreamente a las leyes
republicanas y a la religión católica, ámbitos en los cuales los discursos de la higiene,
la limpieza y la salud se extendieron desde la higiene corporal a la higiene
comportamental y a la higiene mental, y de allí a la higiene espiritual, en donde la virtud
es limpieza y salud eterna.

Así, el modelo pedagógico de la hegemonía conservadora, preponderante durante la


primera mitad del siglo XX, fue fiel a los principios educativos establecidos por este
período conocido como la Regeneración (Sáenz, 1997. pp. 3-11). Obviamente uno de
los ámbitos más controlados por cualquier tendencia de higienización espiritual es la
sexualidad, pues es allí donde se entrecruzan los factores de poder que esperan
controlar los cuerpos para disciplinarlos y crear, a la postre, individuos aptos para el
sistema. La cristianización de la moral ignora la posibilidad de subversión, ínsita al
esquema binario heterosexista, con la cual se empieza a regular sólo dos posibilidades
de las múltiples que rodeanla configuración de la orientación sexual. Esta europeizada
pedagogía, anclada en modelos y dogmas irrefutables, puede explicar históricamente el
fenómeno que acontece a diario en las aulas de clase colombianas, donde, como
Ángela Estrada expresa, “allí la palabra es masculina”. La autora muestra que los
espacios escolares son fuertes reproductores de estereotipos masculinos y femeninos,
que atribuyen ciertas características fijas tanto a los primeros (virilidad, fortaleza,
rudeza, etc.) como a las segundas (delicadeza, candidez, suavidad) (Millán & Estrada,
2004. p. 36). Lo importante es subrayar cómo en la escuela, al admitir solamente la
existencia de dos tipos de identidad de género, quienes trasgreden este bipolarismo se
convierten rápidamente en objeto de brotes de violencia, no sólo por parte de
estudiantes, sino también por profesores, directivos y funcionarios. Mientras tanto los
fundamentos de los antecedentes que han influenciado el diseño de modelos
pedagógicos, continúan manteniendo la visión moralista dela sexualidad que
desconoce la diferencia.

https://odiseo.com.mx/articulos/diferencias-actitud-ante-homosexualidad-entre-
estudiantes-universitarios-ciudad-mexico Diferencias
de actitud ante la
homosexualidad entre los estudiantes universitarios de la
Ciudad de México
Enviado por Carolyn Young Fernandez en 2012, Junio 30
Actualmente la sociedad enfrenta una serie de cambios, entre los que se encuentra una
supuesta apertura ante la homosexualidad, sin embargo hay sectores que se resisten a
aceptar este modo de relación, mientras que otros se muestran más abiertos. Por lo
que con ésta investigación se pretende contestar la siguiente pregunta ¿Cuáles son las
diferencias de actitud ante la homofobia entre estudiantes de dos universidades?

Se realizó un estudio para medir la tolerancia hacia la homosexualidad de los


estudiantes universitarios en la ciudad de México en 1999, los resultados del estudio
mencionan que en cuestión de género, uno de los elementos más importantes: las
mujeres son mucho más tolerantes que los hombres (González, 1999). La diferencia de
actitud está relacionada con el género, en México hay una visión de que el hombre
tiene que ser activo y trabajador y la mujer ser pasiva y permanecer en el hogar.
También hay un gran énfasis en la heterosexualidad del hombre (González, 1999).

En México diariamente se presentan pruebas empíricas del fenómeno de la homofobia,


ya sea cuando se utilizan expresiones que ridiculizan cualquier característica
supuestamente femenina como la debilidad y la cobardía que se relacionan con el ser
homosexual y al momento en que se agrede verbal o físicamente a todo aquel que
parezca homosexual (Alvarez, Castellanos, & Young, 2010). Aunque en la actualidad
parece que lo homosexualidad está viviendo una etapa de mayor apertura (Castañeda,
2010).

El debate ha crecido y la discusión cada vez es más abierta en foros públicos, como los
medios o la política. Se le pone mayor atención a los propios homosexuales, sus
familias, los activistas y las asociaciones gays, los teóricos, las organizaciones de
derechos humanos y los partidos políticos. Esto da cuenta de que la homofobia
persiste pero que por lo menos se habla acerca de ella (Castañeda, 2010).

Podría pensarse que debido al crecimiento en la aceptación de la homosexualidad,


paralelamente la homofobia va desapareciendo, sin embargo esto no es verdad.
Actualmente hasta en países industrializados hay condenas eclesiásticas, la
discriminación y los crímenes de odio siguen siendo vigentes (Castañeda, 2010).

La homofobia no solo daña a los homosexuales sino que también estigmatiza a las
personas diferentes. Se pone en juego la sexualidad, y las reglas del juego social,
desde el amor, la amistad, el sexo y la naturaleza de la pareja y familia (Castañeda,
2010).

En conclusión de acuerdo con Castañeda (2010) la tendencia positiva es innegable y la


aceptación de la homosexualidad pronto se volverá tan irreversible como los demás
cambios sociales que se llevaron a cabo durante el siglo XX.

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