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Se enciende el fuego
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r.nu.nrLo, Pastor cymbala", me üjo la gente
al verme esa mañana. "¿T\rvo un buen descanso en Flori-
da? ¿Cómo está de la tos?"
Les dije que había mejorado de la tos, pero en mi inte-
rior tenía impaciencia por contarles algo mucho más im-
portante. A principios del culto dije: "Hermanos y
hermanas, verdaderamente siento que he recibido pala-
bra de Dios acerca del futuro de nuestra iglesia. Durante
el tiempo que estuve ausente, estuve clamando a Dios pi-
diendo que nos ayudara, qve tne ayudara, a comprenderlo
que él más desea de nosotros. Y creo haber recibido una
respuesta.
"No se trata de algo elaborado, profundo o espectacular.
Pero quiero decirles hoy con toda la seriedad que me sea
posible: Desde ahora en, ad,elante, la reunión d,e oración
serd el barómetro d,e nuestraiglesia. Lo que suced,a el mq,r-
tes por la noche será el indícador rnediq,nte el cual juzgare-
mos el éxito o el fracaso porque esa serd la medida con la
que Dios nos bendecird,.
"Si invocamos al Señor, nos ha prometido en su pala-
bra que responderá, que atraerá a él a los que no han
sido salvos, que derramará de su Espíritu entre noso-
tros. Si no invocamos al Señor, no nos ha prometido
nada, nada en absoluto. Es así de sencillo. No tiene im-
portancia lo que predique o lo que proclamemos creer en
FúEgD*q,*rúfesco
- Austin,por
muehachos;
talvez te encargues de mí, pero no con tus
tu forma de actuar, dudo que tengas
muchachos.
Advertí a los ujieres que si volvía a aparecer debían
Ilamarme y también llamar de inmediato a la policía. Esa
misma noche volvió Austin. Salí de Ia reunión de oración y
fui a hablar con él intentando entretenerlo. En poco tiem-
po Ia policía entró por la puerta y se Io llevaron. Ellos que-
rían que yo presentara cargos, pero me negué. En lugar de
eso, volví a entrar para seguir participando de la reunión
de oración. Episodios tan extraños como este se convirtie'
ron en una parte regular del ministerio en este sector de la
ciudad.
PROBLE0IAS DE ESPACIO
Paru 1977 la cantidad de personas que intentaba ubicarse
en los bancos los domingos por Ia mañana y por Ia noche su-
peraba el espacio üsponible. A menos de una cuadra de
distancia había unaYWCA [Asociación Cristiana de Seño-
ritasl que tenía un auditorio con capacidad para 400 a 500
personas. Pudimos alquilar el salón los domingos y empe-
zamos a reunirnos allí todas las semanas llevando a cues-
tas nuestro equipo de sonido y demás elementos. Las
ventanas estaban cerradas con pintura, y no había aire
acondicionado. A menudo debíamos barrer el lugar el do-
mingo por la mañana antes de poder acomodar las sillas
para llevar a cabo la reunión.
Pero al menos üsponíamos de espacio que podíamos
¡¡¿iliz¿r. Alquilamos la YWCA durante dos años. Algunos
de los primeros recuerdos que tienen de la iglesia nuestros
hijos menores, Susan y James, son de ese edificio. Recuer-
do que un domingo levanté la vista mientras estábamos
cantando y vi, para mi horror, que mi hija acrobática en
edad preescolar estaba dando volteretas de 360 grados so-
bre unas barras paralelas ubicadas a la orilla del salón. ¡Se
acabó la ilusión de pastores con hijos perfectos!
Cuando Lanny Wolfe, un muy conocido cantautor del
género gospel, visitó una reurión, fue cautivado por el soni-
do del coro, que ahora había llegado a las cienvoces. Animó
a Carol a escribir más.*fienes un sentir ecléctico que es to-
talmente diferente", üjo é1.'T,as canciones que escribes no
se parecen a nada de 1o que haría yo ni BiU Gaither ni nin-
gún otro." El estímulo de Lanny significó mucho para noso-
tros dos.
Desde entonces, por supuesto, la música de Carol ha
Ilegado lejos cruzando todo el país y es cantada en todo tipo
de iglesias, cúalquiera sea su estilo de adoración. Después
de vender un millón dé unidades de partihras de música
de Brooklyn Tabernacle, Word Music db ua premio a Carol
en 1994. Lo irónico es que el Tabernade num ha compra-
do una sola partitura de su músicq no le syiría de nada a
un coro que no lee músiea.
Seenciendeelfuego
Trato hecho
- siguió
é1.
- Eh, pues bien, tiempo Ie llevará hacer los
- necesarios con¿cuánto
arreglos el banco? me seguía preocupan-
-
do que se venciera nuestra opción de compra de Ia propie-
dad de Flatbush antes de que pudiéramos cenar este trato.
Ningún banco, nada de eso respondió en forma
-
abrupta Sólo que su abogado -
llame aI mío, aquí está eI
-.
nombre y el número de teléfono. El pago será en efectivo.
Y diciendo eso, se fue.
LIna vez más, nuestra oración había sido respondida de
una manera sorprendente.
Dios había formado un núcleo de personas que desea-
ban orar, que creían que nada era demasiado grande para
que él se hiciera cargo. No importaban las obstrucciones
que se nos presentaran en eI camino, ni los ataques que vi-
nieran en contra de nosotros, ni lo salvaje que se volvía la
ciudad hacia fines de los años setenta llegar la cocaína
- al
sobre Ia heroína y encima de eso la coceína crack- a pesar
de todo, Dios podía cambiar a las personas y librarlas del
mal. Él estaba edifrcando su iglesia en un barrio dificil, y
mientras su pueblo siguiera invocando subendición y aru-
da, é1 se había comprometido plen^rnente a respond.er.