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Nagel, T. (2012). Mind & Cosmos.

Why the materialist neo-darwinian conception of nature


is almost certainly false. New York: Oxford Press.

Mind & Cosmos


Thomas Nagel

La mente y todo conectado con ella depende de la apariencia y el desarrollo de los


organismos vivos, como resultado de la evolución física, química y luego biológica.

¿Cuál es la probabilidad de que formas de vida auto-reproductivas puedan llegar a la


existencia de manera espontanea en la tierra joven, solamente a través de la operación de las
leyes de la física y la química?

Los grandes avances en las ciencias de la química y la física fueron posibles al excluir a la
mente del mundo físico. Esto permitió un entendimiento cuantitativo del mundo, expresado
en leyes físicas formuladas matemática y atemporalmente. Pero en algún punto se vuelve
necesario hacer un nuevo comienzo para un entendimiento más comprehensivo que incluya a
la mente.

El entendimiento de la mente no puede ser contenido dentro del punto de vista personal, pues
la mente es el producto de procesos parcialmente físicos; pero el mismo token, la separación
de la ciencia física y la declaración de completud tiene que terminar eventualmente. Y esto
lleva a la cuestión: ¿En qué extensión podrá la forma reductiva central para la física
contemporánea sobrevivir a esta transformación? Si la física y la química no pueden dar
cuenta a cabalidad sobre la vida y la conciencia, ¿cómo podrá combinarse el enorme cuerpo
de “verdad” con otros elementos que expanden la concepción del orden natural para
acomodar esas cosas?

Argumentar que hay mucho que no puede explicar, no es ofrecer una alternativa. Pero el
reconocimiento de los límites es una precondición para buscar por alternativas, o al menos
estar abierto a su posibilidad.
ANTIRREDUCCIONISMO Y EL ORDEN NATURAL

Hay dudas acerca de si la realidad de características de nuestro mundo tales como la


conciencia, intencionalidad, significado, propósito, pensamiento y valor pueden ser
acomodados en el universo consistente en el más básico nivel sólo de hechos físicos.

Nosotros y otras criaturas con vidas mentales somos organismos, y nuestras capacidades
mentales aparentemente dependen de nuestra constitución. Así que lo que explica la
existencia de organismos como nosotros debe explicar la existencia de la mente. Pero si lo
mental no es en sí meramente físico, no puede ser explicado por la ciencia física.

Si la mente es producto de la evolución biológica –si los organismos con vida mental no son
anomalías milagrosas sino parte integral de la naturaleza- entonces la biología no puede ser
puramente una ciencia física. Una de las cosas que guían a varios programas reduccionistas
respecto a la mente, el valor y el significado, a pesar de su inherente implausibilidad, es la
ausencia de una alternativa comprehensiva. Puede sostenerse que la única manera de aceptar
los argumentos contra la reducción es añadir ingredientes peculiares como qualia,
significados, intenciones, valores, razones, creencias y deseos a –de otra forma- un orden
matemático magnificente del universo físico. Pero esta no es la respuesta para el deseo
general del entendimiento sobre cómo embonan estas cosas. Una alternativa genuina al
programa reduccionista requiere tomar en cuenta cómo la mente y todo lo que va con ella es
inherente al universo.

Si no hay disponible una reducción plausible, y si negar la realidad de lo mental continúa


siendo inaceptable, eso sugiere que la premisa original, el fisicalismo, es falso y no sólo en
sus bordes.

Mi convicción es que la mente no es sólo un accidente o un agregado, sino un aspecto básico


de la naturaleza. La ciencia está guiada por la asunción de que el mundo es inteligible. La
asunción de inteligibilidad ha guiado a extraordinarios descubrimientos, confirmados
por predicción y experimento, de un orden natural oculto que no puede ser observado
por la percepción humana únicamente. Sin la asunción de un orden inteligible
subyacente, esos descubrimientos no pudieron haber sido hechos.

¿Qué explica este orden? Una respuesta podría ser que nada lo hace: la explicación
llega al fin con el orden en sí, que la asunción de inteligibilidad únicamente nos ha
ayudado a descubrir. Eventualmente se llega al punto donde no hay nada más que decir
excepto “así es como son las cosas”.

Creemos que la explicación que nos da mayor entendimiento es más probable que sea verdad,
sólo por esa razón. Todo acerca del mundo puede ser entendido a cierto nivel, y si muchas
cosas, incluso las más universales, inicialmente parecen arbitrarias, eso es porque hay cosas
que no conocemos que explican que no son arbitrarias en absoluto.

¿De qué forma o formas es el mundo inteligible? Claramente la ciencia natural es la forma
más importante de revelar inteligibilidad. Pero a pesar de los grandes triunfos de las ciencias
naturales en su forma presente, es importante que la ciencia y la filosofía se pregunten qué
tanto de lo que hay pueden las ciencias físicas volver inteligible. ¿Qué tanto de la
inteligibilidad del mundo consiste en su subsunción a leyes matemáticas y universales que
gobiernan el orden espacio-temporal? Si hay un límite para el alcance de la ciencia en esta
forma ¿hay otras formas de entendimiento que pueden volver inteligible lo que la ciencia
física no puede explicar?

La existencia de mentes para quienes el mundo es científicamente inteligible es en sí mismo


científicamente explicable, como un altamente específico efecto secundario biológico del
orden físico.

Alegadamente no podríamos comprender el orden natural en su completa manifestación


porque es “muy complejo”, y por eso necesitamos formas más especializadas de entenderlo
para propósitos prácticos. Pero podemos atentar a descubrir los principios universales que
gobiernan los elementos de todo lo que está compuesto y de todo lo que la complejidad
espaciotemporal observable es una manifestación de.

Incluso si nadie tiene aún una idea operativa acerca de los detalles, es posible especular que
la aparición de la vida fue el producto de un proceso químico gobernado por leyes de la
física, y que la evolución después de eso se debió a mutaciones químicas y procesos de
selección natural que son solamente consecuencias súper-complejas de principios físicos.

Se asume que no sólo el orden natural es inteligible, sino que es inteligible de cierta forma,
encontrada en las más simples y unificadas leyes físicas, gobernadas por los más simples y
escasos elementos, de lo que todo lo demás es derivado. Eso es lo que la ciencia
optimísticamente refiere como la teoría del todo.
Pero tal vez parte del atractivo de esta concepción es que hay leyes lo suficientemente
simples que podemos descansar en ellas y estar contentos con decir que así es como las cosas
son. Después de todo ¿hay alternativa?

El teísmo hace que el mundo físico sea consecuencia de la mente. El teísmo pone algún tipo
de mente o intención que es responsable de las características físicas y mentales del universo.
Mientras que la mente divina solo debe ser aceptada como un punto de parada en la búsqueda
de entendimiento, deja el proceso incompleto, al igual que lo hace el materialismo
descriptivo.

Para que cualquier explicación provea un entendimiento completo del mundo, debería ser el
caso de que las leyes de la física o la existencia y las propiedades de Dios –y por tanto de sus
creaciones-, no puedan ser concebiblemente de otra forma de lo que son.

El interés del teísmo incluso para un ateísta es que trata de explicar en otra forma lo que no
parece ser capaz de explicar la ciencia física. Hay cosas que la ciencia como es concebida
actualmente no nos ayuda entender, y que podemos ver que -desde los rasgos internos de la
física- no explicará.

El teísmo abraza esta conclusión al atribuir al fenómeno mental encontrado dentro del mundo
a la fuente mental operativa de la que nosotros seríamos versiones miniatura.

La epistemología naturalizada argumenta que las facultades perceptivas y cognitivas –que


evolucionaron por selección natural- pueden ser generalmente confiables como guía hacia
creencias verdaderas.

El teísmo está lleno de doctrinas de una religión particular (la cual no es accesible a la
evidencia o razón por sí mismas), ofrece una explicación muy parcial de nuestro lugar en el
mundo. Se mantiene en la hipótesis de que la explicación de alto-orden sobre cómo las cosas
se mantienen juntas es de un cierto tipo intencional sin tener nada más que decir acerca de
cómo esa intención opera excepto que se encuentra en los resultados a explicar.

Esta idea no es vacía, porque la explicación intencional involucra algunas asunciones


interpretativas, incluso acerca de Dios. Un agente intencional debe ser pensado como tener
miras hacia el bien, así que no apunta arbitrariamente; una explicación teísta inevitablemente
va a traer la idea del valor y una religión particular puede hacerlo más específico, aunque esto
implique el famoso problema del mal.
Si Dios existe, no es parte del orden natural sino un agente libre no gobernado por leyes
naturales. El podría actuar en parte creando un orden natural, pero él no sería directamente
parte de ese orden.

La ciencia física es un aspecto del punto de vista humano. Podríamos creer que la búsqueda
de una realidad unitaria es una ilusión, porque hay muchos tipos de verdad y muchos tipos de
pensamiento, expresados en muchas formas distintas de lenguaje, y que no pueden ser
combinadas sistemáticamente a través de la concepción de un único mundo en el que todas
las verdades se sostengan.

Nuestra propia existencia nos presenta con el hecho de que de alguna forma el mundo genera
seres conscientes capaces de reconocer razones para acciones y pensamientos, distinguir
algunas verdades necesarias y evaluar la evidencia para hipótesis alternativas del orden
natural. No sabemos cómo pasa esto, pero es difícil no creer que haya una explicación del
tipo sistemático, una forma expandida del orden natural.

Vamos usando la percepción y la razón para construir teoría científicas del mundo natural a
pesar de que no tenemos una razón externa convincente y consistente de por qué esas
facultades existen con nuestra seguridad en su confiabilidad.

El hecho inescapable que tiene que acomodarse en una completa concepción del
universo es que la aparición de organismos vivos eventualmente dio origen a la
conciencia, percepción, deseo, acción y la formación de intenciones y creencias sobre
bases razonables. Si todo esto tiene una explicación natural, las posibilidades eran
inherentes en el universo mucho antes de la aparición de animales. Una explicación
satisfactoria mostraría que la realización de estas posibilidades no es evanescentemente
improbable sino significativamente probable dadas las leyes de la naturaleza y la
composición del universo. No es únicamente un triunfalismo antropocéntrico.

CONCIENCIA

La existencia de conciencia parece implicar que la descripción física del universo, a pesar de
su riqueza y poder explicativo, es sólo parte de la verdad, y que el orden natural es mucho
menos austero de lo que dan cuenta la física y la química.
El problema mente-cuerpo moderno surgió de la revolución científica del siglo XVII, como
resultado directo de la concepción de una realidad objetiva que guió a esa revolución. Galileo
y descartes hicieron divisiones conceptuales cruciales al proponer que la ciencia debería
proveer de descripciones matemáticas cuantitativas precisas de la realidad exterior extendidas
en el tiempo y espacio, una descripción limitada a las cualidades primarias espaciotemporales
como la forma, el tamaño, el movimiento y las leyes que gobiernan las relaciones entre ellas.
Las apariencias subjetivas, por otro lado –cómo el mundo físico aparece a la percepción
humana-, fueron asignados a la mente, y las cualidades secundarias como el color, sonido y
aroma eran analizadas relacionalmente, en términos del poder de las cosas físicas actuando
sobre los sentidos para producir las apariencias en la mente de los observadores. Era esencial
dejar fuera o sustraer las apariencias subjetivas y la mente humana –así como intenciones y
propósitos- del mundo físico para permitir que su poderosa pero austera concepción de una
realidad física objetiva se desarrollara.

La forma de reducción sigue la siguiente reconstrucción: Descubrir los elementos básicos de


los cuales todo está compuesto y mostrar cómo se combinan para producir la complejidad que
observamos.

Se ha vuelto claro que nuestros cuerpos y sistemas nerviosos son parte del mundo físico,
compuesto de los mismos elementos que todo lo demás y completamente describibles en
términos de las versiones modernas de las cualidades primarias – más sofisticadas pero aún
matemática y espaciotemporalmente definidas. La biología molecular sigue incrementando
nuestro conocimiento de nuestra composición física, operación y desarrollo. Finalmente,
nuestras vidas mentales –incluyendo nuestras experiencias subjetivas- y aquellas de las otras
creaturas se encuentran fuertemente conectadas y probablemente estrictamente dependientes
de los eventos físicos en nuestros cerebros y las interacciones físicas de nuestros cuerpos con
el resto del mundo físico.

El modo en que el azúcar sabe o en que el rojo luce, o en que el enojo se siente, cada uno
parece ser algo más que la respuesta comportamental y discriminatoria de las capacidades
que estas experiencias explican. El conductismo deja fuera los estados mentales en sí
mismo.

La teoría de la identidad no es ya un análisis conceptual –como el funcionalismo- sino una


hipótesis científica. El problema con la identidad no analítica provoca una pregunta posterior:
¿Qué es eso del cerebro que también produce a la mente? Debe haber una propiedad
conceptual distinta de las propiedades físicas que definan al cerebro. Eso es requisito para
que la identidad sea científica y no una verdad conceptual.

Lo que hace a los procesos cerebrales procesos mentales no es la propiedad intrínseca


adicional, sino una relacional, una relación con el comportamiento físico. Un elemento causal
se ha añadido al análisis: “El estado interno que típicamente causa cierto comportamiento y
es causado por cierto estímulo”.

Kripke argumenta que las identidades “Agua=H2O” y “Calor = Movimiento molecular” son
verdades necesarias (aunque no conceptuales y no a priori), mientras que la relación mente-
cerebro parece ser contingente. Esta fue la base del argumento dualista de Descartes.
Descartes dijo que como había forma de concebir a la mente existiendo sin un cuerpo
físico y viceversa, no podían ser la misma cosa.

Si realmente lo mental es cerebral en algún sentido y nada más, entonces el cerebro por
sí mismo, una vez que sus propiedades físicas fueran comprendidas, debería ser
suficiente para probar el azúcar, experimentar el dolor o cualquier cosa con la que sea
idéntica. Pero no lo parece. Parece concebible que para cualquier cerebro podría haber
un cerebro sin ninguna experiencia en absoluto. La experiencia del sabor parece ser
algo extra, contingentemente relacionada con el estado del cerebro –algo producido en
lugar de algo que constituye el estado cerebral. Así que no puede ser idéntico a un
estado cerebral de la forma en que el agua es idéntica al H2O.

Si el reduccionismo psicofísico es descartado, esto afecta nuestro completo entendimiento


naturalista del universo, no sólo nuestro entendimiento de la conciencia.

¿Qué tipo de explicación del desarrollo de estos organismos, incluso uno que incluya la teoría
evolutiva, puede dar cuenta de la aparición de organismos que no sólo están físicamente
adaptados al ambiente pero que también son sujetos concientes? En resumen, no puede haber
una explicación puramente física.

Se necesitan condiciones causalmente necesarias y suficientes para la conciencia.

La mera aserción de tales conexiones no es un punto de parada aceptable. No es una


explicación decir que el proceso físico de la evolución resultó en criaturas con ojos,
oídos, sistema nervioso central y así, y no es un simple hecho en bruto de la naturaleza
el que tales criaturas son concientes en formas familiares. Identificar la causa no es
proveer una explicación significativa, sin un entendimiento sobre por qué se produce tal
efecto (Explicación del mecanismo en Bunge). Lo que se quiere defender es que si el
carácter consciente de estos organismos es uno de sus rasgos más importantes, la
explicación de cómo llegan a la existencia tales criaturas debe incluir la explicación de la
aparición de la conciencia. No puede ser una cuestión separada. Una explicación de su
evolución biológica debe explicar la aparición de tales organismos concientes.

La aparición de la conciencia animal es evidentemente el resultado de la evolución


biológica, pero este hecho empíricamente bien soportado no es una explicación – no
provee de entendimiento y no nos permite ver por qué el resultado es el esperado o
como se llegó a él.

Rasgos sistemáticos del mundo natural no son coincidencias, y no creo que podamos
considerarlos como hechos brutos que no requieren explicación. Regularidades, patrones y
organizaciones funcionales demandan explicación – entre más hay, más frecuentes se
vuelven. Cuando nos hacemos concientes de estos factores, concluimos que hay algo que
no conocemos, algo que –de conocer- volvería a los hechos inteligibles. Y tomo por
sentado que conocer la causa inmediata de algún efecto no siempre lo vuelve inteligible
–la causación de la conciencia por la actividad cerebral es un ejemplo. Una explicación
debe mostrar por qué es probable que un evento de cierto tipo ocurra.

Para que una expansión naturalista de la teoría evolutiva de cuenta de la conciencia, debería
no referir a las intenciones de un diseñador. Pero si aspira a explicar la aparición de la
conciencia como tal, debería ofrecer algunas dilucidaciones sobre por qué la aparición
de organismos conscientes y no la mera aparición de organismos con comportamientos
complejos, era probable.

Como cualquier explicación histórica, encarna un enorme bagaje de contingencia, así que la
historia de la vida no sería explicada únicamente por la teoría evolutiva. Pero las
contingencias y sus efectos deben ser consistentes con el carácter físico de la teoría.

Elliot Sober una vez sugirió que la conciencia sería como la rojez de la sangre – un efecto de
características biológicas funcionales que no tienen función por sí mismas, y no tienen
explicación directa por selección natural.

Claramente la identificación de la causa no sería una explicación satisfactoria. Sin más,


no explicaría por qué los organismos son concientes ni por qué existen en absoluto.

Una explicación satisfactoria haría inteligible:


1. ¿Por qué organismos específicos tienen la vida conciente que tienen?
2. ¿Por qué organismos conscientes aparecieron en la historia de la vida en la
tierra?

Suponiendo que hubiera una teoría general sicofísica que nos permitiera entender por
cada organismo físico por qué hay o no hay vida conciente y por qué tiene el tipo de
vida conciente que tiene, esta sería llamada una teoría no histórica de la conciencia. No
explicaría por qué aparecieron en la historia de la vida en la tierra; dejaría la aparición
de la vida conciente como un accidente y por tanto una inexplicable concomitante de
algo más.

Si A da la causa independiente de 4 tipos de una misma clase, B es la suma de esos tipos que
son miembros de la misma clase y C es la consecuencia de B pero no es explicada, en ese
sentido, por A. Podemos explicar por qué cuatro personas que murieron eran de la misma
familia sin explicar por qué cuatro miembros de la misma familia murieron.

Investigar el mecanismo físico de una calculadora daría a las causas para que la figura
apareciera en la pantalla, pero no explicaría el número en sí.

No es suficiente que C sea la consecuencia, incluso si es una consecuencia necesaria de B,


que es explicada por A. Debe haber algo sobre A que haga que C sea la consecuencia
probable. Creo que A es la historia evolutiva, B es la aparición de ciertos organismos y C es
su conciencia, esto significa que para que aplique un cierto tipo de teoría psicofísica, no sólo
debe ser no-histórica al final del proceso, pero también un proceso evolutivo en sí mismo.
Ese proceso habría de ser no sólo la historia física de la aparición y el desarrollo de
organismos físicos pero también la historia mental de la aparición y el desarrollo de los seres
concientes. Y de alguna forma debería ser un proceso que haga que ambos aspectos resulten
inteligibles.

1. Al menos en los estadios posteriores, la conciencia por sí misma tiene un rol causal
esencial en la sobrevivencia y reproducción de los organismos
2. Los rasgos de la conciencia que juegan este rol son de alguna manera genéticamente
transmitidos
3. La variación genética de los individuos que proveen los candidatos a selección
natural, al menos después de cierto punto, son de variación mental y física
4. Por tanto parece inevitable que estos mecanismos precedan a otros en estados
anteriores de la evolución para crear su posibilidad
Parece un doble misterio: primero respecto a la relación entre lo físico y mental de cada
instancia individual, y segundo, acerca de cómo la explicación evolutiva del desarrollo de
organismo puede ser transformada en una explicación de cómo la conciencia se desarrolla.

Cualquier explicación debe tener dos elementos: una explicación constitutiva ahistórica de
cómo ciertos sistemas físicos complejos también son mentales, y la explicación histórica de
cómo dichos sistemas surgieron en el universo desde sus inicios.

Una explicación emergente, por contraste, explicará el carácter mental de los organismos
complejos, por principios específicamente enlazando los estados mentales y procesos a los
complejos físicos funcionando en esos organismos a sus sistemas nerviosos en particular, en
el caso de los humanos y criaturas similares.

Una explicación emergente de lo mental es compatible con el reduccionismo físico de los


sistemas biológicos en los cuales la mente emerge.

Para calificar como una genuina explicación de lo mental, una explicación emergente debe
ser de alguna manera sistemática. No puede sólo decir que cualquier estado mental
superviene de los estados físicos complejos que ocurren en el organismo. Eso ería un hecho
bruto que no constituye una explicación sino que demanda una explicación.

Este tipo de teoría de alto-nivel, aunque empíricamente precisa, parece insatisfactoria como
una respuesta final a la cuestión constitutiva. Si la emergencia es toda la verdad, implica que
los estados mentales están presentes en el organismo como un todo, o en su sistema nervioso
central, sin ningún fundamento en los elementos que constituyen al organismo, excepto por el
carácter físico de esos elementos que loes permiten ser acomodados en formas complejas que,
de acuerdo con la teoría de alto-nivel, conecta lo físico con lo mental. Que puramente
elementos físicos, cuando son combinados de cierta forma, deberían ser necesarios para
producir un estado en el todo que no es constituido de las propiedades y relaciones de las
partes físicas parece como magia incluso si las dependencias psicofísicas de alto nivel son
sistemáticas.

Eso no significa que nuevos fenómenos no puedan emerger en altos niveles, pero esperamos
que pueda ser analizado a través del carácter y las interacciones de sus elementos
constituyentes. Porque tal emergencia, incluso si es sistemática, permanece
fundamentalmente inexplicable, la inteligibilidad ideal demanda que tomemos seriamente la
alternativa de una respuesta reductiva por la cuestión constitutiva.
En una postura constitutiva, la conciencia en este caso no es –contrario a la postura
emergente- un efecto de los procesos cerebrales que se encuentran en sus condiciones físicas,
sino que los procesos cerebrales en sí mismos son más que físicos y la incompletud en la
descripción del mundo es ejemplificada en la incompletud de la descripción puramente física.

La vertiente histórica de cómo los organismos conscientes surgieron en el universo puede


tomar tres formas: puede ser causal, teleológica o intencional. Una postura histórica causal
sostendrá que el origen de la vida y su evolución al nivel de organismos concientes tiene su
última explicación en las propiedades de los elementos constituyentes del universo, que
también constituyen a los organismos conscientes, unidos con propiedades que pueden
emerger como resultado de su combinación. Una vertiente teleológica sostendrá que en
adición a las leyes que gobiernan el comportamiento de los elementos en cada circunstancia,
también hay principios de auto-organización o de desarrollo de complejidades a través del
tiempo que no son explicados por esas leyes elementales. Una vertiente intencional sostendrá
que a pesar de que el orden natural provee de las condiciones constitutivas para la posibilidad
de organismos conscientes, así como provee las condiciones de posibilidad para un jet, la
realización de esta posibilidad se debe a la intervención de un ser (presumiblemente Dios)
que puso los elementos constitutivos juntos en la manera adecuada que resultaría en la
eventual evolución de la vida conciente.

La vertiente histórica estaría restringida a explicaciones puramente físicas del origen y


evolución de la vida hasta el punto en que el organismo alcanza el tipo de complejidad
asociada con la consciencia.

A menos que hubiera un enlace más profundo entre la historia física y la teoría psicofísica,
esto podría no resultar inteligible, incluso si fuera causalmente preciso. Presentaría a la
conciencia como un misterioso efecto secundario de la evolución biológica –inevitable quizá,
pero inexplicable. Para explicar la conciencia, una historia física evolutiva debería mostrar
cómo es probable que surgieran organismos del tipo que tienen consciencia.

Eso sería posible si la teoría psicofísica que gobierna la emergencia de la consciencia revelara
inseparable el tipo de organización física y el funcionamiento de la vida animal cuyo
desarrollo apunta a explicar la historia evolutiva física a través de la selección natural. Eso
haría un largo camino a hacer la teoría evolutiva una explicación de por qué la vida conciente
existe. Implicaría que los organismos conscientes se han desarrollado a través de la selección
natural precisamente en virtud del tipo de características físicas que sistemáticamente darían
paso a la conciencia, de acuerdo con la teoría psicofísica de la emergencia.

Tiene su desventaja en postular el hecho bruto de la emergencia, no explicable en


términos de nada más básico, y por lo tanto esencialmente misterioso.

Una concepción comprehensiva y reductiva es favorecida por la creencia de que propensidad


para el desarrollo de organismos con un punto de vista subjetivo debió haber estado desde el
principio, justo como la propensidad para la formación de átomos, moléculas, galaxias y
compuestos orgánicos debieron estar ahí desde el principio, en consecuencia de las ya
existentes propiedades fundamentales de las partículas. Si imaginamos una explicación
tomando la forma de una versión ampliada del orden natural, con fenómenos locales
complejos formados por la composición de elementos universalmente disponibles, dependerá
de un tipo de monismo o panpsiquismo, más que de en la aparición de leyes de emergencia
psicofísica ya avanzado el juego.

Las propiedades proto-psíquicas de toda la materia, en tal perspectiva son postuladas


solamente porque son necesarias para explicar la aparición de la conciencia en altos niveles
de complejidad orgánica. Además de eso, nada sobre ellas es conocido: son completamente
indescriptibles, y no tienen efectos locales predecibles, en contraste con las propiedades
físicas de los electrones y protones, lo que les permite ser detectadas individualmente. Así
que no tenemos idea que tanto de la idea composicional podría funcionar.

Esta clase de monismo intenta reconocer lo mental como una parte de la realidad irreductible
físicamente mientras que se agarra de la forma básica de entendimiento que hay sido exitosa
en la teoría física.

Aún así, el reduccionismo mentalista presumiblemente tendrá que encontrar las partes proto-
mentales en su contraparte monista de las partes físicas del organismo, y tendrá que incluir
una teoría de cómo se combinan en totalidades conscientes.

Es incluso más oscuro cómo las propiedades explicarían cómo los seres conscientes están
constituidos de elementos universales, cómo los seres conscientes surgieron, históricamente,
en virtud de las leyes y principios que gobiernan dichos elementos. Si la teoría no es sólo
constitutiva sino históricamente reductible, entonces el carácter proto-mental de los
elementos jugaría un rol en la explicación de cómo comenzó y evolucionó la vida incluso
antes de la aparición de los organismos animales.
Así, lo protomental tendrá implicaciones comportamentales. Más aún, si un monismo
universal es correcto, eso significaría que esas conexiones psicofísicas son irrompibles: uno
no puede tener lo mental sin el aspecto físico y viceversa.

Pero esto no nos ayuda a imaginar una alternativa monista a la historia fisicalista del origen y
evolución de la vida, previo a la aparición de organismos conscientes. Una vez que los
organismos conscientes aparecen, podemos ver cómo iría.

¿Cómo es que los mismos principios activos dan cuenta que dan cuenta de la acción y
percepción en organismos completamente formados dan cuenta por la formación
original de los organismos y la generación de mutaciones viables a través de la historia
evolutiva?

Si concluimos que las bases de la mente deben presentarse en cada parte del universo, eso no
ofrecería ninguna pista de cómo las propiedades monistas que subyacen a los organismos
conscientes comenzaron el proceso de la vida y la eventual aparición de sistemas conscientes
en el menú de una mutación disponible para la selección natural.

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